La Nube, Cerebro de la consciencia transhumana

Por Miguel Antonio Guevara

El centro de la vida digital estará en la nube de internet[1].

Steve Jobs

Hay más preguntas que respuestas, pero la conclusión es que estamos en el umbral de un cambio radical en el hombre. La próxima generación será algo totalmente distinto de nosotros. La unión de las revoluciones cuántica, informática y biotecnológica con la nanotecnología va a suponer el siguiente paso del desarrollo de la humanidad, lo que se ha llamado transhumanismo. Y ese es el paso previo a que el ser humano se convierta en poshumano[2].

Daniel Estulin

Uno

En el mes de junio del año 2011, el famoso empresario del software, Steve jobs, haría el anuncio del nacimiento del software Icloud, mejor conocido como: la nube. Tal como lo dice el epígrafe que corona este texto, Jobs se refería a este dispositivo como el centro de la vida en línea.

A partir del nacimiento de la nube del “gigante” global de las tecnologías digitales, han sido numerosas las aplicaciones que han surgido desde los laboratorios de diseño informático del mundo. Son tan numerosas como múltiples las formas de funcionamiento, tantas como las casas y marcas existentes, además de los precios y características de estos, todos con el mismo fin: grandes bases de datos para que, en teoría, los usuarios no dependan solo de las memorias que tienen en casa, con la excusa de que puedan tener acceso a sus datos desde cualquier lugar a cualquier hora solo con acceder a cualquier dispositivo que pueda conectarse a la nube.

Es increíble la capacidad de los think thanks de las grandes casas de software, de darle un sentido ontológico a sus mercancías digitales. Como lo hemos hablado desde el principio de este trabajo, si existe una sociedad paralela a la nuestra, desarrollada en una representación virtual, no podría ser jamás un asunto inofensivo o incluso solo de carácter efectista o marketinero, declarar la existencia del “centro de la vida en Internet”, en un mundo dominado por transacciones electrónicas, banca digital y demás recipientes de información.

Más allá de eso, o de cualquiera de las tentativas especulativas que podamos realizar, es un hecho que las grandes corporaciones de software y aquellos que puedan tener el poder suficiente, pueden tener acceso a los datos que se encuentran en la red. La llave de entrada y salida al centro de nuestra vida digital.

Dos

En julio de 2015, el investigador ruso Daniel Estulin estuvo en Venezuela. Se ha dedicado a escribir y denunciar sobre temas incómodos que a menudo están sobre la frontera entre lo convencional y la conspiranoia. Lo cierto es que muchas de sus investigaciones están llenas de datos y argumentos más cercanos a la realidad y a los acontecimientos internacionales que el discurso de ciencia ficción con el que algunos desmeritan su trabajo.

En dicha visita a Venezuela, frente a la asamblea nacional, declararía: “estamos al borde de la guerra termonuclear”[3]; ¿estas palabras, frente a las prácticas militares de Corea del Norte o las amenazas estadunidenses de darle respuesta a los asiáticos tendrán algo que ver una con la otra?, sin duda.

Estulin no solo escribe sobre política, también ha denunciado a las élites globales, como el caso del Club Cilderberg, suerte de gobierno supranacional en mano de la élite mundial, el llamado 1%, que toma las decisiones por encima del resto de la población.

En su libro El club de los inmortales, nos comenta:

…cuando estés muriendo, tu inteligencia se va a descargar en un megaordenador y vivirás para siempre unido a los otros 7.000 millones de humanos en lo que llaman mente-colmena. Y no solo eso: a través de un avatar podrás vivir para siempre tomando la forma que desees. Y todo esto pasará dentro de 30 años[4].

Si no fuese porque se trata de una investigación documentada, pensaríamos que se trata del argumento de una película de ciencia ficción, sin embargo, cabe preguntarnos: ¿no es acaso la nube, aquel llamado “centro de la vida de internet”, un dispositivo parecido a la “mente-colmena” de la que nos habla Estulin?

Tres

Todas las culturas conforme pasa el tiempo, han desarrollado formas para alargar la vida. Desde mejorar hábitos y formas para alimentarnos hasta el diseño de ejercicios para tener a todo nuestro cuerpo, como también cremas, aplicaciones y demás “herramientas” para tratar arrugas; disminuir la edad es la premisa de cientos de productos de belleza. La idea de vivir mucho tiempo o la premisa de inmortalidad ha estado presente en los seres humanos, tanto desde sus manifestaciones culturales y tecnológicas como en sus mitos y construcciones teológicas.

No tienen mucha diferencia aquellas historias de monarcas dándose baños de leche para mantener una piel joven, como de las propuestas transhumanistas para cambiarnos órganos que ya han superado la vida útil. Incluso el origen de estos deseos de supervivencia, aunque sean profundamente humanos, toman forma en un sector de la población que supera toda ficción: las élites.

Cuatro

Nick Bostrom es profesor en la Universidad de Oxford, dirige el Instituto Futuro de la Humanidad, ¿a qué se dedican en este instituto?, en palabras de Bostrom en una entrevista: “allí nos reunimos a pensar cosas que a mucha gente le parecen ciencia ficción, alocadas o lejanas”[5]; los amigos del científico no son gente de a pie, podemos contar entre ellos a magnates de la tecnología como Bill gates o multimillonarios como Elon Musk (fundador de Paypal) o científicos mainstream como Stephen Hawking.

Entre otras cosas, Bostrom, en la misma entrevista, a la pregunta ¿cuál es el futuro de la humanidad?, declararía:

…mi visión es que estamos avanzando hacia una transformación muy profunda, en la historia de la tierra, de lo que conocemos como la vida inteligente. No sabemos exactamente cuándo va a ocurrir esa transición, pero creemos que puede ser en algún momento de este siglo. Las personas vamos a pasar de la condición humana a algo radicalmente diferente – tal vez una condición post-humana -. La llegada de la superinteligencia de las máquinas, acelerará ese futuro. La inteligencia artificial será más inteligente que nosotros en todos los ámbitos, incluyendo la investigación científica y tecnológica, donde eso empieza a suceder en escalas de tiempo digital. Luego, a continuación, se podría contar con todas las tecnologías jamás imaginables. Allí podríamos alcanzar la madurez tecnológica.

Cinco

Si quien posee dinero para comprar los medicamentos y pagar los costosos tratamientos para enfermedades crónicas son los únicos que en efecto pueden sobrevivir, no es descabellado pensar que las élites globales dedican parte de sus esfuerzos e inversión de capital a la “cura” de la mortalidad.

Ahora bien, cabría preguntarse, ¿a qué se refiere Nick Bostrom cuándo habla del tiempo digital, a que podríamos alcanzar la madurez digital?, si en estos momentos no gozamos de ningún tipo de seguridad en la red como usuarios normales, ¿qué sería de nosotros al pertenecer a esa gran red hiperconectada, a esa conciencia digital en construcción que residirá en la nube?, bien hemos aprendido de expertos y escándalos de años recientes, específicamente de casos como los de Edward Snowden y Julian Assange, es decir, que cualquier departamento de inteligencia del mundo, sobre todo los que trabajan desde los Estados Unidos, (caso particular NSA), podrían y pueden acceder a nuestra vida digital, que cada día está más cercana a normalizarse como la vida real, en ese proceso de mercantilización de la realidad que hemos mencionado anteriormente.

Seis

En el escenario menos especulativo, digamos, desentendiéndonos de los avatares grandilocuentes de un devenir transhumano, la nube es perfectamente una metáfora de una especie de inconsciente colectivo digital.

Toda nuestra información, la totalidad de nuestros datos, acontecimientos registrados y por registrar, además de las millones de experiencias sociales, son hoy y serán resumidas en el argot digital como Big data, ingentes cantidades de información puestas al servicio de las grandes corporaciones, que usan dicha información no solo para sus grandes campañas de marketing hiper caracterizado demográficamente, sino también, para ofrecerle a los gobiernos de las élites reforzar la sociedad de control global.

El sentido ontológico de la nube es y será programable, a disposición de gobiernos autoritarios y corporaciones, su móvil teleológico es constituir una consciencia de las multitudes culturales conectadas, es, como lo declaró “visionariamente” el magnate de la manzanita mordida: constituir el centro de la vida digital.

[1] El país, “Steve Jobs: El centro de la vida digital estará en la nube de internet”, [página web], . [Fecha de consulta: 15 de septiembre de 2017].

[2] El periódico, “Daniel Estulin: Las élites quieren vivir para siempre”, [página web], . [Fecha de consulta: 15 de septiembre de 2017].

[3] Correo del Orinoco, “Este jueves participó en foro de la Asamblea Nacional Daniel Estulin: Venezuela no está sola”, [página web], . [Fecha de consulta: 15 de septiembre de 2017].

[4] El periódico, “Daniel Estulin: Las élites quieren vivir para siempre”, [página web], . [Fecha de consulta: 15 de septiembre de 2017].

[5] Infobae, “Nick Bostrom: habla el gurú de Bill Gates, Elon Musk y Stephen Hawking”, [página web], . [Fecha de consulta: 15 de septiembre de 2016].

 Fuente: https://cuadernohipertextual.wordpress.com/2017/09/27/la-nube-cerebro-de-la-consciencia-transhumana/
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El Angel de la Big Data

Por Miguel Antonio Guevara

1. El concepto y la noción de verdad ha sido una preocupación constante en la tradición del pensamiento Occidental. No se está diciendo nada nuevo con esto, sin embargo, sirve como punto de partida, digamos que cada discurso necesita un arranque lo suficientemente explícito.

Lo real, la realidad, verdad y verdadero constituyen hilos de una misma red con la que se han tejido los vericuetos de la experiencia del vivir y el cómo se constituye dicha experiencia.

Frente a esto podemos preguntarnos, ¿en qué medida las nociones de verdad constituyen realidad?; incluso la palabra verdad nos remite a conceptos teológicos, en el sentido de que hasta las religiones occidentales y la visión de las no occidentales a través de los mitos que ha construido el mismo Occidente de estas prácticas, se erigen, o mejor dicho, se nos han impuesto como portadoras de discursos deverdad.

Es como si los conceptos de la verdad, lo verdadero, real y realidad fuesen metáforas criptoteológicas llenas de trampas por doquier.

2. La realidad que vivimos, que se ha constituido y se mantiene a través de tradiciones, tanto impuestas como resultados del sincretismo entre lo colonial y lo originario a través de distintos modos de violencia, están matizadas, llenas de metáforas teológicas, como diría Marx sobre la mercancía en El carácter fetichista de la mercancía y su secreto: “una mercancía parece ser una cosa trivial, de comprensión inmediata. Su análisis demuestra que es un objeto endemoniado, rico en sutilezas metafísicas y reticencias teológicas”[1]; es así como la mercancía, como objeto u objetos materiales que constituyen realidad, son experimentados a través de conceptos más cercanos a un dios omnipresente que todo lo sabe y todo lo ve porque todo lo puede, ¿acaso las texturas, colores e imágenes producidas y consumidas a través de la web y dispositivos tecnológicos no parecen sacadas de otro mundo, producidas por una entidad divina, del más allá?

¿Por qué nos interesa interpretar los conceptos de realidad y verdad con la definición que nos asoma Marx en sus estudios sobre la mercancía?, es porque nos planteamos la realidad como un concepto que no solo conforma lo que entendemos por real, sino que ésta existe gracias a su correlato de constitución social de dicha realidad a través de los objetos y al mismo tiempo cómo ésta se constituye objeto, material fetichizable, es decir, la sociedad en la cual está sostenida nuestra realidad a partir del establecimiento del modelo civilizatorio de Occidente, se nos muestra como una realidad mercantilizada. La realidad está tan alienada, tan enajenada como los individuos que la constituyen.

[¿por qué hay un fetiche, ese nosequé en la mercancía?, esta nos resulta hasta hipnótica porque es un producto social, está cargada de avatares, de atavismos, es contenedora de inconsciente colectivo, siglos y siglos de trabajo humano impregnados en ella]

 

3. La manipulación de la realidad no es un fenómeno reciente. A la vez que dicha manipulación se renueva conforme pasa el tiempo y se mejora la técnica, es por ello que acá nos centraremos en cómo nos encontramos en una fase superior del proceso de mercantilización de la realidad.

¿Nos referiremos a algún ejemplo o caso concreto? Desde el comienzo de estos contraensayos se han abordado ciertas subjetividades digitales, y en este caso continuarán con una caracterización del proceso de mercantilización de la realidad digital a través de las acciones de las transnacionales del capitalismo 2.0, muy concretamente con la aparición de Aquila, drone desarrollado por Facebook para “conectar al mundo”.

 

4. Como se ha dicho anteriormente, recrear la realidad como objeto no es reciente, mucho menos su función como mercancía para ser adquirida/aprehendida por los sujetos/usuarios (en el caso del presente digital), digamos que hubo una primera constitución moderna de la realidad como mercancía al servicio de una clase. Hablo muy concretamente de la historia como disciplina de “acervo”, registro y sistematización.

Así como los primeros escritores no fueron poetas, sino contadores, la historia como institución y disciplina burguesa nace para contar, legitimar y a su vez reproducir la versión de los vencedores.

No es per se que los historiadores pretendan imponer el registro y las vías de registro a través de sus instituciones, llámense academias, universidades, editoriales, publicaciones y campo cultural en general, es la clase que les sustenta, que a través del ejercicio de anticipación al que se ha llamado historia, dicha clase no se apropia solo de una verdad, sino también de un futuro de lo que se considera verdad, es decir, de una verdad que constituye realidad y a su vez el devenir de dicha verdad/realidad.

 

5. Volviendo al presente, cabe preguntarse, ¿cuál es el motivo que lleva a Zuckerber y compañía a querer llevar Internet a las aldeas más remotas del mundo, a querer “conectar al mundo” a través de un enorme dispositivo wi-fi y así copar los puntos ciegos en donde no ha llegado el todopoderoso Internet, digamos, para recuperar el tono teológico?

No es necesario ser un geógrafo experimentado para saber que nadie mapea un territorio que no pretende ocupar.

[dicho mapeo no corresponde solo al ejercicio cartográfico o geopolítico, sino también un mapeo de las mentes de los usuarios, de los posibles consumidores de realidad, demografía de alto octanaje]

6. ¿Qué tienen entonces que ver los conceptos de verdad, realidad, historia (y su correspondiente crítica hacia quien la produce) y al mismo tiempo el drone Aquila que pretende llevar internet a donde todavía no llega?

Aquila es el dispositivo que permite disponer, en el mayor sentido de significación de dispositivo, la versión de la realidad según las transnacionales del capitalismo 2.0, contar la historia desde su punto de vista a través de la continuación de uno de los mayores laboratorios de ingeniería social jamás construido: Internet y Facebook como correlato.

 

7. Dentro del famoso fragmento 9 de la tesis de filosofía de la historia de Walter Benjamin encontraremos el siguiente texto sobre cómo el ángel de Klee mira hacia el pasado, es decir, cómo observa a la historia:

Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso[2].

“Dónde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que se amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies”, dice. La palabra datos es el plural de dato que viene de data, es decir, información. Con un poco de arqueología encontraremos que dicha traducción ha sido realizada de muchas formas, en algunos casos como acontecimiento o en otros acaecimiento (versión de Bolívar Echeverría[3]). En el caso de la versión original del alemán dice Begebenheiten, que puede encontrarse en cualquier diccionario como acontecimiento; la palabra más cercana a dato o información en el idioma original sería daten.

¿A qué queremos llegar con esto?, aunque acontecimiento o dato no signifiquen lo mismo no quiere decir que no nos funcione; acontecimiento se refiere a un hecho o a los hechos, es decir, los hechos como constituyentes de historia.

De la misma manera, la palabra dato se relaciona con la jerga del capitalismo 2.0. La información, la llamada Big data, es la sangre, la sustancia de circulación que lo mantiene con vida, de allí a que los dispositivos desarrollados para el control demográfico 2.0 sean acaparadores, circuladores, expropiadores de datos en forma de perfiles personales cargados de gustos, intereses, fotografías, memes, noticias, eventos sociales tipo fiestas, celebraciones en general de la vida “íntima” y pública, además de otras manifestaciones de la transparencia (a modo de diván y depósito de millones de experiencias 2.0), el selfie world, las interacciones del Frankenstein social en el que vivimos y la producción freelancera, todos y cada uno de estos constituyentes de la realidad mercantilizada digital.

[pareciera que los traductores de Benjamin hubiesen contagiado/fetichizado al documento, con el ejercicio traductor en cuanto producto social, atavismos propios de demiurgos y co-creadores de historia, de una transformación posible del acontecimiento en la data digital del presente. Incluso de forma inconsciente podemos ser cómplices]

 

8. No es extraño que se use un drone para “democratizar internet”, es decir, un dispositivo de naturaleza y carácter bélico. Hay una narrativa drone, de su mirada cenital (¿teológica/omnipresente?) Imponiéndose desde hace años a través del imaginario cinematográfico y 2.0[4]. Veámoslo como símbolo y a la vez como significante. Con una pequeña pesquisa en la web sobre el nombre con el cual se ha bautizado el nuevo juguete de Facebook podremos encontrar que Aquila es desde:

a) Rey visigodo

b) Constelación

c) Ayudante de Pablo de Tarso (a propósito de lo teológico)

d) Portaaviones de la Italia fascista de Mussolini

Aquila se nos presenta como un Angelus Novus reloaded, digamos que es diferente al de la mirada melancólica que nos dice Benjamin, más bien es el que mira al futuro y al progreso sin vacilación alguna, no tiene ninguna contradicción, es decir, es el ángel de la historia del capitalismo 2.0 que transporta y bombardea datos, acontecimientos, una historia capaz de borrar las historias otras a través de su wi-fi omnipresente.

 

9. Finalmente, si realizáramos una simulación de las intenciones de Zuckerberg, por ejemplo: a) en efecto facebook es un instrumento del imperialismo o b) es un instrumento del capitalismo 2.0, no serían muy diferentes las conclusiones, puesto que Aquila no solo es un “objeto endemoniado, rico en sutilezas metafísicas y reticencias teológicas”, sino que es otro dispositivo responsable de configurar lo que hemos denominado la mercantilización digital de la realidad, una metáfora criptofacista viviente, para parafrasear a Benjamín: un huracán geopolítico de la demográfía 2.0 que empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas e historias otras crecen ante él hasta el cielo. Un huracán cargado de Big data que capitalismo digital vía Facebook y Zuckerberg le llaman progreso.

 

 

 

[1] Karl Marx. El capital. Argentina: Siglo XXI, 1998.

[2] Walter Benjamin. Tesis de filosofía de la historia, en Discursos interrumpidos I. Madrid: Taurus, 1989.

[3] Walter Benjamin. Tesis sobre la historia y otros fragmentos. Introducción y traducción de Bolívar Echeverría. México: UACM / Ítaca, 2008.

[4] A propósito de la narrativa drone, en este mismo blog se encuentra el artículo: IMPERIO, GUERRA, CINE Y VIDEOJUEGOS.

Fuente: https://cuadernohipertextual.wordpress.com/2017/09/22/el-angel-de-la-big-data/

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Trump y el apocalipsis zombi: cinco apuntes sobre cine, necropolítica y racismo en Estados Unidos

Miguel Antonio Guevara

1.-El escenario real y el cine como metáfora

Recibimos el 2017 con el ascenso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, coincidió con el estreno de Resident Evil 6: The Final Chapter (Constantin Film), escrita y dirigida por Paul W. S. Anderson y protagonizada por la ucraniana Mija Jóvovich.

Esta historia de acción tiene una trama que fácil podría adaptarse a los tiempos que corren: un mundo en el que todo está completamente destruido, incluida la Casa Blanca, que sale en los primeros fragmentos de película consumida por el cataclismo.

En medio de esta puesta en escena, tenemos a una protagonista que se desempeña como heroína y salvadora de la raza humana: Alice. Asimismo, contamos con un villano: el Dr. Isaacs; se trata de un agente corporativo, que no conforme con su presencia, ya de por sí nefasta, cuenta con un clon más malvado: un fanático cristiano y machista a ultranza que en una oportunidad llama a tres personajes clave, Alicia Marcus, cofundadora de la corporación Umbrella, Alice y la inteligencia artificial llamada Reina Roja, como “trinidad de zorras”.

En los diálogos de la trama, el Dr. Issacs, empresario o agente corporativo -devenido en cazador de zombis- nos resume el argumento de Resident Evil: existe una corporación en la que sus principales dirigentes han concluido –después de un estudio proyectivo del mundo, la vida y sus recursos– que el planeta perecerá por sobrepoblación y, para que este grupo corporativo prevalezca y sobreviva, será necesario eliminar a la población humana con un virus letal; mientras tanto, ellos, un equipo de altos ejecutivos de la corporación Umbrella, se encuentran en una base subterránea al cuidado del clon y lo que parece ser un ejército privado, su propio grupo paramilitar.

2.- Trump y su clon: un cazador de zombis

Donald Trump nos ha despertado violentamente la capacidad de asombro. Como un protagonista de reality show, el presidente empresario, actor y ahora emperador, nos muestra la agudización de la crisis en la que se encuentra el capitalismo trasnacional del siglo XXI.

Más de una de las acciones de Donald Trump, nos demuestra que es otro continuador de lo que el historiador Thomas Bender ha llamado, en su libro Historia de los Estados Unidos: una nación entre naciones, el excepcionalismo estadounidense. Este concepto nos explica las características ideológicas de la naturaleza del imperio, es decir, una nación, un pueblo que ha interpretado el discurso de sus fundadores como un llamado a estar por encima de las otras, sin considerar que es un país más de la comunidad de naciones, sin ningún tipo de atributo divino o histórico que lo separe del resto y que lo impulse a actuar sólo a partir de sus intereses políticos, económicos e ideológicos.

Las especulaciones con respecto a la realidad actual sobran, así como exceden las situaciones alimentadas por los signos de estos tiempos de constante ruido mediático, dirigiéndonos a perseguir cada acontecimiento y leer entre líneas. Los titulares nos abarrotan con imprecisiones, supuestas verdades e infaltables teorías de la conspiración: “¿Trump intenta una Perestroika gringa?”, “¿Es Trump el Gorbachov gringo?”, “Rusia se aisló después de la guerra fría, ahora se expande, ¿ésta podría ser la estrategia de Trump?”. Los titulares emulan las narrativas y píldoras efectistas de la industria cultural, como por ejemplo, sus películas, verdaderos y falsos documentales, además de videojuegos; dispositivos infinitos de producción de subjetividad nacidos en los laboratorios de la guerra, en donde se trabaja sin descanso en la producción infinita de subjetividad posmoderna.

Las caracterizaciones de Trump no cesan: ¿Es Trump un postpolítico, o producto de la postverdad?, cómo no iba a ser una buena “política” para este año nuevo si incluso el diccionario Oxford declaró postverdad en 2016 como la palabra del año, encajando su concepto a la perfección con la política tuitera del nuevo presidente: «Relativo a, o denotando circunstancias, en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública que la apelación a la emoción y a la creencia personal».

Además de esto, también suena: ¿será que Trump es un ser hipernormalizado u otro producto de la realidad alterada por los medios de comunicación? ¿Es un empresario convertido en presidente gracias a los favores de la Big data, es decir, de los más avanzados dispositivos de ingeniería social, marketing y psicometría de punta?

Parece que el día a día se ha vuelto en un grotesco reality orwelliano, en el que una ola de violencia ya no se avecina, como se suele decir cuando se espera lo peor, sino que está en pleno desarrollo.

Detrás de todo el efectismo y accionar espectacular y grandilocuente de Trump, éste emerge como un gran maestro de ceremonia en el que la distracción tiene un papel preponderante. Asimismo, es la imagen que viene a consolidar el cinismo como forma y fórmula política, subordinando el verdadero debate e incluso ocultando los hechos más importantes, tal y como si se sacudieran banderas multicolores a modo de distracción para no ver lo que realmente está pasando detrás del aturdimiento.

Lo cierto es que Trump ha retomado con fuerza las narrativas históricas estadunidenses de lo antiinmigrante y proteccionista, también ha revivido políticas de gobierno del Estado-nación del siglo XIX, como el caso del muro en la frontera con México (al 11 de marzo La Jornada reseñó que van cerca de 600 ofertas de contratistas procedentes de distintos lugares del mundo[1]), mecanismo fronterizo que en el imaginario de hace dos siglos, se pensaba que “garantizaría” la protección de los ciudadanos dentro de las fronteras del Estado-nación; Lo que otrora resultaba un pasaporte visado hoy lo es el muro, que también funciona “como paliativo, consuelo psíquico por la pérdida y el declive de la hegemonía”, como bien apunta Wendy Brown en su libro Estados amurallados, soberanía en declive.

Todo esto ocurre mientras los medios de comunicación intentan convencernos de que Trump es un presidente anti-establishment, puesto que en sus promesas de campaña hasta se coló cierto discurso contra el aparato militar industrial; asunto que se cayó por su propio peso con los recientes bombardeos unilaterales en Siria, Afganistán y las ya de por si conocidas controversias con Corea del Norte. No basta hacer una gran arqueología para encontrar, por ejemplo, su reciente discurso frente a la Asociación Nacional del Rifle en donde garantiza su apoyo absoluto.

Estas acciones nos dicen que Trump, más allá de ser anti-establishment, está más bien peleado con una parte de él y sus aliados económicos, por ejemplo, con ciertos sectores de las tecnologías y demás capitalismo 2.0. La lógica de Trump es la del empresariado inmobiliario que sólo ve el valor a través de la venta de edificios y bienes raíces.

A propósito de lo anterior, tenemos un ejemplo muy reciente[2]; Mark Zuckerberg, representando en este caso a la civilización, ha lanzado un manifiesto político que declara a Facebook como una suerte de Estado digital global para cambiar al mundo e, incluso, como él mismo sostiene, “combatir el terrorismo”, mientras que Trump, asumiendo el papel de la barbarie, niega el paso a ciudadanos de siete países musulmanes. Pareciera que esta disputa evidencia que el sistema tiene problemas entre las tensiones (globales, locales y nacionales) en donde participan tanto las economías de las tecnologías, como las representadas por los Landlords, que es lo mismo decir señores de la tierra o el empresariado inmobiliario al que pertenece Donald Trump.

Lo que nos muestra este escenario es que el capitalismo del siglo XXI, -ese monstruo trasnacional de mafias políticas, corporativas y guerreristas-, tal vez no está tan cohesionado como hemos pensado en los últimos tiempos.

[El escenario y la metáfora como leitmotiv: Trump es el personaje machista que se refiere a Alice, la Reina Roja y Alicia como “trinidad de zorras”, además, es el presidente actor que representa a los sectores de la supremacía blanca y el fanatismo cristiano como correlato. Trump es un clon de la construcción mediática y corporativa, de reproducción genética, metafórica y material de toda una clase que no representa en lo más mínimo a las fuerzas anti-establishment. Más que tratarse de un sujeto que viene a cambiar el modelo neoliberal, aparece para moldear las piezas del juego existente con un movimiento propio que responde a sus intereses, a su conveniente “cambio” de estilo político y círculo de influencias económico-políticas. Es un hecho que no hay un Trump antes y uno después. Es el mismo antes de que asumiera la presidencia y ahora como presidente. No hay diferencia alguna entre los realities en los cuales participó y los comportamientos y demás estilos que ha tomado su discurso tras la reciente responsabilidad adquirida como presidente de Estados Unidos].

La política imperial en desarrollo, según el estilo Trump, está cada vez más cercana a las narrativas del apocalipsis zombi hollywoodense antes mencionado, lo cual le da razón a aquel axioma de que los productos culturales son hijos de su época.

Parece que hay una necropolítica republicana en ciernes, en el sentido de que cada vez se agudiza el hecho de que Estados Unidos y sus aliados políticos alrededor del mundo, amparados en la lógica del jefe mayor –es decir, del imperio–, deciden quién vive y quién muere.

3.- Antecedentes de la necropolítica racista

Uno de los ejemplos de esta necropolítica republicana, lo podemos hallar en sucesos de la historia contemporánea, en específico, en el caso del huracán Katrina (2005) y sus devastadores efectos en la ciudad de New Orleans. En este hecho, el pueblo, en espera de la atención gubernamental que llegó días después de la tragedia, fue vilmente criminalizado por los medios. Se siguió mostrado la herida del conflicto racial y sobre todo lo que Hindu Pomeraniec, en Katrina, el imperio al desnudo, racismo y subdesarrollo en Estados Unidos, llama el tercer mundo y el subdesarrollo a lo interno de la nación, representado por la población afroamericana.

Los hechos demuestran que el racismo sigue presente en el gobierno que se decreta a sí mismo ejemplo de democracia para el mundo. Parece mentira que apenas han pasado 49 años desde que el gobierno estadounidense concedió a la población afroamericana los derechos que los blancos tienen desde finales del siglo XVIII. Ese tiempo, frente a la historia, es prácticamente nada, parece que fue ayer.

Estos temas todavía son tabú en Estados Unidos, puesto que de inmediato nos señalan el esclavismo y el genocidio perpetrado a la población afrodescendiente, desde las antiguas plantaciones en el sur del país, hasta la violencia policial del presente en Ferguson. Esto nos sirve para rescatar el discurso estadunidense de adalid de la libertad y la justicia global y cuestionarlo con el siguiente detalle: Estados Unidos sufre la contradicción o aparente dilema de tener un museo del holocausto y no uno de sus propias miserias [3].

Después de haber visto un antecedente del pasado, vayamos al presente y analicemos el entorno del cual tomamos imágenes de la cascada infinita de sucesos alrededor del mundo. Por ejemplo, tomemos el reciente caso de supuestas bandas criminales detenidas por “tráfico de armas” en la ciudad de New York, recientemente reseñada por la prensa del departamento de policía de la capital estadunidense[4].

En los medios que difundieron la noticia, hay un uso del lenguaje que nos remite a ese tercer mundo al interior de los Estados Unidos. Es decir, no veamos el título de la noticia, sino quiénes son mencionados como los criminales y a qué grupo racial pertenecen.

Todavía es más extraña la exposición mediática de dichos decomisos: los medios se refieren a ellos por medio de un relato de decomiso del tercer mundo, que tiene la intensión de exponer cómo las instituciones policiales constituyen su propia percepción de su tercer mundo y quiénes son o quiénes lo representan. Si hacemos un paralelismo con la reciente controversia México-Estados Unidos, o mejor dicho Peña-Trump, en este caso no son los “bad hombres” quienes podrían ser perseguidos, sino los latino & niggers.

Los medios insisten en su “ingenuo” relato; sostienen que estas bandas criminales utilizan sus botines para adquirir joyas y ropa de lujo, como si se tratase de eventuales actores de un video musical. Hagamos un ejercicio, ¿quiénes son los que se adornan con joyas y demás lujos en las narrativas mainstream del hip-hop y reguetón, no son acaso vitrinas del prototipo del negro y del latino? ¿No forma parte de lo que los medios nos venden como la forma o estética de la cultura afroamericana y latina inmigrante?

También hay un señalamiento en cuanto a corredores o lugares en los cuales operan, es decir, se describe un mapa y un territorio en donde están “desplegadas” dichas pandillas. Hay lo necesario para construir un escenario ideal: sujetos, móvil, ideología y territorio, como en el ejemplo de la metáfora que se ha realizado con Resident Evil, sólo que al contrario.

Se trata de más de lo mismo solo que reforzado y repotenciado, hacia lo que el filósofo del desarrollo Juan Carlos Barrón llama «la multiplicación de las violencias», es decir, es el mismo proceso de criminalización de lo que en este caso es o se parece a minorías y resistencias.

Si nos remitimos al ejemplo del huracán Katrina, insistamos en la historia que nos da muestra de las narraciones, aconteceres o formas en que se desarrollan estas agendas de violencia, nos daremos cuenta que no es algo nuevo, puesto que la agenda mediática de hoy, como la de ayer (el pueblo afroamericano muriendo frente a una tragedia), consiste en criminalizar a este sector porque no representa a el tipo ideal civilizatorio estadunidense.

¿Por qué precisamente ahora es necesario para el sistema reforzar la criminalización de los sectores vinculados simbólicamente a las resistencias? Porque si bien el crimen organizado es una expresión de las grandes aglomeraciones urbanas capitalistas (con su economía subterránea, narcotráfico, territorio dominado por pandillas, etcétera), sería un asunto cotidiano o un evento recurrentes que en una ciudad como New York hayan este tipo de noticias referentes a la circulación de armamentos. ¿Por qué hoy se realiza esta exteriorización mediática si ya todos sabemos que los estadounidenses son la población más armada del mundo?

Por lo visto, los cambios en materia de políticas de seguridad interior están teniendo sus efectos, en una primera instancia, a nivel comunicacional.

[Para volver al ejercicio metafórico-cinematográfico: El presidente Trump es un clon del empresario Trump, es decir, no cambia en nada el hecho de que uno sea empresario y haya devenido en presidente, éste es un representante histórico del partido republicano, el mismo que se lavó las manos con Bush hijo frente al desastre de Katrina. El actuar de Trump es un acto performativo, actoral e interpretativo. Como el villano de Resident Evil, Trump es un alto ejecutivo de la corporación, el resto de los secuaces podrían ser los minutemenpostmodernos, cazando alrededor de las fronteras de la corporación, protegiendo a la clase corporativa mientras disparan sin ton ni son al ejército de muertos vivientes que representan a la multitud afroamericana, latina, inmigrante, tercermundista].

4.- Una cosa es EEUU hacia fuera y otra hacia dentro

Es fundamental tener en cuenta que así como hay una imagen de Estados Unidos en losrealities, en el mainstream, en la alfombra roja y en el sueño americano, también hay un surgimiento de los movimientos populares y sociales organizados, enfrentados a otros bloques que representan la ideología excepcionalista imperial, la supremacía blanca, el conservadurismo y el gen sionista que desde tiempo atrás tiene su lugar en la sociedad y en los poderes fácticos estadunidenses de índole político y económico, en este caso bastante documentado por uno de los ideólogos del establishment, Francis Fukuyama, quien en su libro América en la encrucijada, aborda el caso de los neoconservadores, oneocon -en el lenguaje del establishment– y el ascenso de estos sectores al poder y las instituciones estadunidenses.

Esta realidad le habla a la necesidad histórica de la integración latinoamericana, nos reclama no caer en el nacionalismo radical y poco funcional que en ocasiones ha servido para unir y en otras como dispositivo balcanizador. La política exterior de los Estados Unidos históricamente ha alimentado bastante bien y de manera constante las autorreferencias para desmovilizar y desunir, precisamente para que nos veamos solo a través de nuestras realidades nacionales y no como el gran conjunto de naciones que conforman América Latina.

¿Cómo entonces construir nuevas rutas a partir de la situación actual, agendas de solidaridad para  organizar resistencias, como apuntaba reciente desde México el padre Alejandro Solalinde: frente a una aparente “aceleración de todas las contradicciones”?

Una de estas acciones organizativas podría realizarse a través del acercamiento práctico entre movimientos sociales que reconozcan la realidad interna estadounidense. Es imperativo acercarse a estas organizaciones que han estado desarrollándose en medio de las complejidades internas de Estados Unidos, y que incluso tienen mucho qué enseñarnos a los latinoamericanos, puesto que se encuentran en el interior del monstruo y conocen sus entrañas, para evocar a Martí.

5.- Para contribuir al ruido

A veces, las palabras, lecturas, conceptos y acontecimientos vienen a perdernos o a distraernos. Más allá de los lenguajes, las realidades del presente y la caracterización de esos nuevos discursos, el encuentro antagónico sigue siendo el que conocemos y padecemos históricamente: explotadores y explotados, pueblos que pretenden independizarse ante potencias que se imponen violentamente con formas de dominación y esclavitud. Estos apuntes son una excusa, un pretexto para justificar y poner a discusión una idea, una interrogante insoslayable frente a lo que estamos presenciando: la conformación, legitimación y reproducción de movimientos fascistas a gran escala. Justo porque se trata de un nuevo tiempo, tras haber dejado al siglo XX atrás con sus dos guerras mundiales, valdría la pena preguntarse si habrá quién salve al mundo del fascismo y sus guerras en el naciente siglo XXI.

Fuente: http://ciudaddelahoz.org.ve/columnistas/cuaderno-hipertextual/98-trump-y-el-apocalipsis-zombi-cinco-apuntes-sobre-cine-necropolitica-y-racismo-en-estados-unidos

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Sobre las Niñas de Guatemala

Por Miguel Antonio Guevara

Escribir, comunicar sobre violencias nos remite de inmediato al porqué de las palabras y a la pregunta necesaria de la función del decir. Nos cuestionamos todo, solo que estamos seguros que una cosa es cierta: es mejor decir frente a ciertos asuntos que no decir nada.

La geografía 2.0 y el pueblo guatemalteco replican una y otra vez la tragedia de las llamadas Niñas de Guatemala, un femicidio en masa ocurrido justo durante la conmemoración a nivel mundial del Día Internacional de la Mujer, como si se tratase de un horroroso guiño del mismísimo diablo.

¿Cuántas murieron?, ¿de verdad importa la cantidad, acaso si fuesen menos la gravedad disminuiría?.

El efectismo puede convertirse en sentido común pasajero, como una noticia amarilla, así como también la indignación coyuntural. Las niñas de Guatemala son víctimas del victimario de todas las mujeres del mundo: la violencia del androcentrismo devenido en Estado.

Perderíamos el tiempo (o mejor dicho, sumaríamos al gran relato mediático de la morbidez y la morbosidad) enumerando o detallando las características del lugar en donde perecieron sus jóvenes cuerpos, de la abyecta lista de violencias perpetradas a la autonomía de sus cuerpos (sus únicas pertenencias), puesto que es obvio que ningún “hogar de refugio” tendrá las condiciones para resguardar y atender a nadie en ningún lugar del mundo. Todavía responsabilizamos la vida a instituciones que son hechas a imagen y semejanza del modelo civilizatorio occidental, es decir, espacios que en efecto, tienen la función de “civilizar”: cárceles, cuadrados coercitivos, “gallineros”, mataderos, panópticos insufribles.

¿Qué pasa por la cabeza del multiplicador de las violencias, de ese que termina por halar el gatillo que el Estado financia?, ¿quién pretende eliminar todas las pruebas de la ignominia con el fuego incandescente?, ¿con qué clase de monstruo fascista compartimos la vida en sociedad?

Estas Niñas de Guatemala no son ni por asomo esa niña a la que Martí dedicaría el famoso poema, más bien son las niñas que nunca se enteraron que eran niñas, porque el modelo de sociedad en la que crecieron no se los permitió.

Siquiera entenderían en vida el significado que intentaron imponerle sobre la “familia”, y por dicha razón estaban en ese lugar, porque su realidad siempre les negó cumplir con los requisitos de lo “familiar”, en medio de una sociedad que solo las vio como un objeto a trasgredir.

Estas Niñas de Guatemala no sabían, seguramente, qué era o qué es Guatemala y por qué les ocurrían estas cosas, porque simplemente no hay las condiciones para entenderlo o para actuar frente a eso.

Estas Niñas de Guatemala no murieron por obra del mal, ni por azar, ni por aquel guiño demoníaco, fue de nuevo el Estado en guerra contra el pueblo, criminalizando a todo lo que no sea cónsono con su civilidad y origen de clase. Porque el Estado en guerra contra el pueblo debe eliminar todo aquello que no pueda convertirse eventualmente en su fuerza de trabajo.

¿Qué hacer frente a esto?: no dejar morir la indignación, que desde un tiempo para acá se ha convertido en un motor breve, de tuitazos y hashtags, de militancia selfie y feminismo ligth mientras pasa el trago amargo.

La guerra silenciosa contra el pueblo tiene años concretándose y la multiplicación de las violencias ya no toca nuestra puerta, sino que la derriba y ha terminado invadiéndonos. El laboratorio guerrerista sabe ya cómo nos comportamos, sus estrategias actualizadas de ingeniería social tienen presente que en unas semanas tal vez ya no estemos tan indignados y todo pasará, como otra noticia más, como otro tuit en eltimeline.

Y una nueva noticia barrerá a la otra y otras Niñas y otros Niños serán tomados por el fuego y así sucesivamente, en una complicidad pavloviana, servil e incluso predecible.

La indignación solo puede tener sentido en la medida en que ésta es acompañada de organización, de articulación y unificación de agendas de lucha entre los diferentes movimientos.

Solo en la lucha continuada se realiza el salto cualitativo hacia otros horizontes. Porque ayer fueron otras víctimas, hoy son las Niñas, mañana seremos nosotros. Sin duda.

***

Fotos: Nydia Fuentes (movilización frente al Palacio Nacional de la Cultura, Ciudad de Guatemala)

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