La sociedad de la información desde una óptica geopolítica latinoamericana

Es importante señalar desde nuestra perspectiva latinoamericana que la llamada sociedad de la información, que nos presentan desde las grandes cadenas comunicacionales como si aportara más democracia, más prosperidad, etc., se refiere a nuestro juicio a un proyecto concreto, que está construido sobre el mito que beneficiará a todos. Es una creencia que, desde sus comienzos, ha acompañado a las tecnologías de comunicación a distancia.

Desde la aparición del telégrafo de Chappe, en 1794, ya se plantea en el discurso tanto científico como político, el papel emancipador de la tecnología a distancia.

Esto no quiere decir que el avance de los sistemas mundiales de comunicación no participe, a su manera, en la expansión y apertura a la comunicación de sociedades concretas. En verdad, las tecnologías de comunicación forman parte del camino que nos lleva a la integración superior soñada.

La sociedad global de la información se ha convertido en un reto geopolítico y el discurso que la envuelve es una doctrina sobre las nuevas formas de hegemonía. Esta doctrina arraiga en los EEUU hacia finales de los años sesenta con la «revolución tecnotrónica» de Zbigniew Brzezinski. Desde entonces, la hegemonía mundial pasa por las tecnologías tecnotrónicas y se manifiesta a través de una triple revolución: diplomática, militar y gerencial.

La sociedad de la información es entonces el resultado de una construcción geopolítica. La ideología de la sociedad de la información no es otra cosa que la del mercado. Está en sinergia con los supuestos de reconstrucción neoliberal del mundo. Contra eso, precisamente intentan levantarse algunos gobiernos y las redes de la sociedad civil a través del mundo.

Unas décadas después de los análisis de Brzezinski sobre el advenimiento de la era tecnotrónica, el concepto de la «diplomacia de las redes» reconfigura los parámetros de la hegemonía. El politólogo Joseph Nye, afirma que el soft power de la diplomacia norteamericana está fundamentada en el eje de la tecnología de la información y que el único país que está a disposición de llevar a cabo la revolución de la información es EEUU.

Las fuentes de la nueva información son la información libre (la que crea el marketing, la televisión y los medios, la propaganda, sin «compensación financiera»); la información comercial, que tiene un precio y que está en el principio del comercio electrónico, la información estratégica, tan vieja como el espionaje. El soft power es la capacidad de engendrar en el otro el deseo de aquello que usted quiere que desee. El medio es la seducción antes que la coerción.

Por su parte, los estrategas empiezan a emplear otra noción: netwar. El término se aplica a los conflictos a través de las redes-guerras cibernética- y que exigen una respuesta por esta misma vía. El temor a un Pearl Harbor electronic ha suscitado numerosas iniciativas tanto del FBI como del Pentágono con el fin de organizar la defensa del «sistema nervioso de la nación». El término cyberwar se aplica a los conflictos de tipo militar, a gran escala, pero modificados en sus formas por la tecnología de la inteligencia.

La estrategia se concreta a través de un sistema de televigilancia global satelitario -hemos visto la impunidad de la National Security Agencia (NSA) y su carácter de «escucha» salvaje global-, en el fondo un proyecto de panóptico global que se entronca con el proyecto de panóptico en la vida cotidiana.

En el mundo, los teóricos del management de las grandes transnacionales pregonan el fin del Estado y el nacimiento de «un mundo libre» sin intermediaciones. Un «capitalismo libre de fricciones» pregona Bill Gates. El soberano ya no será de un territorio sino de una aldea planetaria digital. Aparentemente «libre”. Es lo que rechaza abiertamente el Papa Francisco porque conduce a una sociedad del descarte. La cifra es escandalosa, el 1 %de la humanidad posee el 80 % de la riqueza.

No rechazamos el porvenir sino desde qué lugar asumir críticamente y desde nosotros a la sociedad de la información, que reiteramos es una cuestión geopolítica y luego instrumental.

Miguel Ángel Barrios -Argentina- es doctor en educación y en ciencia política. Autor de reconocidas obras sobre América Latina.

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/190748

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Las Etapas Geopolíticas del Pensamiento Político Latinoamericano

Por: Miguel Ángel Barrios. 

La búsqueda de la  identidad a  través de la formulación de un discurso propio que tienda a romper los lazos de las dependencias y la realización histórica de lograr un Estado integrado de la Nación Latinoamericana , a través de la marcha y lucha política hacia la unidad, resulta ser el paradigma del pensamiento político latinoamericano.

La estructuración de las ideas políticas en América Latina no es otra cosa que la permanente pesquisa por encontrar la identidad y la originalidad de los procesos políticos. Tradicionalmente se ha indagado acerca de las influencias de las ideas europeas en los pensadores y hombres de acción latinoamericanos. Es indudable que el liberalismo -en las guerras de la independencia-, el positivismo -en la formación de los Estados oligárquicos agromineroexportadores- , y las ideas anarquistas y socialistas -en las luchas sociales del siglo XX- han ejercido particular gravitación en el discurso político latinoamericano.

El planteamiento de un posible dilema en la metodología de la acción política latinoamericana, para producir los cambios que las situaciones de pobreza e injusticia lo requerían: Reforma o Revolución, ha ocupado, también, gran parte de la reflexión política en las décadas recientes.

Pero de lo que se trata en esta nota, es nuestra preocupación por focalizar, estudiar e investigar, lo que puede tener de original e identificatorio el pensamiento político latinoamericano. Porque consideramos que en este “orden” multipolar naciente e incierto del siglo XXI, el único camino solido es un pensamiento político de la integración que tenga como finalidad materializar un estado continental industrial.

En este sentido, con el fin de ser lo más sencillo y didáctico, que no resulta fácil ni para el que escribe y menos para el lector, resaltaremos los siguientes momentos de un Pensamiento Político Latinoamericano, de acuerdo a las diversas etapas geopolíticas:

A) El proyecto político liberador

Las ideas que surgen con motivo de las independencias latinoamericanas en el siglo XIX, y teniendo como antecedente la Carta a los españoles americanos del jesuita peruano Juan Pablo Vizcardo y Guzmán en 1792, que para nosotros -como sostuvimos en numerosas oportunidades- constituye la partida de nacimiento del pensamiento político latinoamericano, al plantear por primera vez, que somos una misma Patria-. Y en singular, aquellos que trataron de profundizar las ideas liberadoras, llevándolas al plano social. Destacan aquí: el pensamiento de Simón Bolívar y Simón Rodríguez, la acción de San Martin, la concepción revolucionaria de Monteagudo y la acción político-social de Morelos. Aclaramos que existen muchos más, pero se trata de un bosquejo.

B) La idea de la Confederación

Representada por la meta de la unidad continental. Los proyectos de Confederación de Simón Bolívar o la idea de unión centroamericana de Morazán, podrían ejemplificar el peculiar desarrollo del pensamiento en esta etapa.

C) Las ideas de resistencia a los imperios

La conciencia antiimperialista surge con fuerza entre las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX: el cubano José Martí y el argentino Manuel Ugarte, podrían ser los pensadores símbolos-reiteramos en este bosquejo- que asumirían las ideas antiimperialistas con la meta de la unidad latinoamericana.

D) El pensamiento interpretador de la realidad latinoamericana

La máxima expresión serían los peruanos José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre. Desde distintos marcos ideológicos, existen en ambos pensadores esfuerzos gigantescos por realizar una interpretación original de la realidad de la región.

E) Las ideas que surgen como consecuencia de la acción política de los líderes populares

Se trata de líderes populares con signos ideológicos populares nacionales o socialistas, pero con el común denominador de representar intentos -algunos más limitados-de resistencia nacional o modelos de organización política y económica autónoma. Podrían ser los casos de Sandino, Perón, Vargas, Cárdenas, Velasco Alvarado, por nombrar los más significativos. Por supuesto faltan muchos más.

F) Las ideas de los movimientos nacionales populares

Las grandes revoluciones latinoamericanas -la mexicana y la bolivariana-, los movimientos nacionales-populares -como el aprismo, peronismo, varguismo- y los mismos movimientos sociales de base o de reivindicaciones especificas han producido un caudal de ideas y de cultura política que no están lo suficientemente valoradas, estudiadas y sistematizadas.

En esta etapa se consolida el continentalismo de Juan Perón que lo convierten en el primer teórico y político de un realismo liberacionista a partir del núcleo geopolítico del Nuevo ABC -Argentina, Brasil y Chile-como núcleo básico de aglutinación para un Estado continental.

G) La etapa de los movimientos nacionales posconsenso de Washington que materializan el ensamblamiento del Mercosur, la Unasur y la CELAC, simbolizada por Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Evo Morales, Correa y Mujica -por nombrar a los más reconocidos-.

También para enriquecer e indagar el pensamiento político latinoamericano, se hace preciso tener en cuenta:

-el estudio de la obra y escritos de aquellos pensadores que desde el campo de lo nacional, han producido ideas significativas en algunos de los momentos históricos citados anteriormente.

-es indispensable investigar a la producción de ideas en relación a los Estados Nacionales y las organizaciones intermedias.

-en un estudio pormenorizado del pensamiento político latinoamericano, se hace necesario llegar al nivel de la producción de una cultura por parte de los movimientos populares de la región. Existen símbolos, mitos, creencias, valores, costumbres, festividades, procesiones, folklore, que conforman una verdadera cultura política en la región.

-a los escritos, discursos y obras de los pensadores que interese estudiarlos, habría que relacionarlo con la época que vivió, la estructura productiva del país en ese momento, el tejido social de donde emerge y su articulación con los movimientos culturales de la época.

-Un último nivel, lo constituye la generación de ideas relacionados con los poderes locales o regiones de fuerte solidez territorial.

Todo este movimiento de las etapas geopolíticas del pensamiento latinoamericano conduce a retomar la indagación. El objetivo es redescubrir el ser latinoamericano, por medio del reconocimiento de la dependencia.

Podemos sintetizar que las variables del pensamiento político latinoamericano son:

-La defensa del Estado en favor de los sectores más desfavorecidos

-La defensa de la Soberanía Nacional a escala continental suramericana y latinoamericana

-La búsqueda de la satisfacción de las necesidades básicas para las mayorías

-El carácter nacional-popular y por lo tanto anti oligárquico

-La democracia económica y social que amplía la democracia formal.

América Latina es un todo que no sabe totalizarse. Únicamente un pensamiento político de la integración conlleva a una ciudadanía regional en serio, para afrontar tal vez la etapa más difícil de nuestra historia.

El dilema será Patria Grande o la nada.

Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/183544

Fotografía: Alai

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Simón Rodríguez, maestro de la Patria Grande

Miguel Ángel Barrios

A partir de una conferencia que dictara en el doctorado de Ciencias Educativas del Núcleo de Educación Avanzada de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez en Caracas en mayo de 2015, he venido reflexionando sobre el hecho de que es tiempo de materializar a nivel continental el ideario pedagógico y filosófico de ese extraordinario personaje llamado Simón Rodríguez o Samuel Robinson.

En un momento de nuevos reordenamientos geopolíticos en el sistema mundial que conducen “a un orden multipolar”, la cultura se reafirma más que nunca como la dimensión última y más profunda de la soberanía de los pueblos.

La cultura entendida más allá de lo estético, como el conjunto de elementos materiales y espirituales de un pueblo o de una nación. Y desde esta perspectiva la pedagogía o el sistema educativo es el formador de ese sujeto cultural, o sea, la educación es plural pero no neutral.

Desde esta concepción podemos considerar a Simón Rodríguez no sólo como el maestro del libertador, sino como nuestro primer pedagogo y maestro de la Patria Grande.

En un momento de relativa debilidad de nuestra América volver a Don Simón Rodríguez se torna una exigencia ineludible.

Breve referencia biográfica

Simón Rodríguez también es conocido como el maestro y consejero del Libertador Simón Bolívar, conocedor de la sociedad hispanoamericana, fue pedagogo, pensador filosófico, escritor de obras de contenido histórico y sociológico. Uno de sus más sobresalientes biógrafos y estudiosos de sus obras ([1]) afirma  que nace en Caracas el 28 de octubre del año 1771, el padre se llamó Alejandro Carreño y la madre Rosalía Rodríguez quienes lo  abandonaron quedando bajo la tutela del tío, el presbítero José Rafael Rodríguez, sacerdote muy respetado y de gran saber, quien se encargó de su  educación, y de  su hermano menor Cayetano, quien adoptó el apellido del padre y el niño Simón el apellido materno; de carácter altivo, duro e independiente; con ideas y costumbres verdaderamente singulares”, esos rasgos constitutivos de una personalidad muy nítidamente definida  perdurarán hasta el final de su vida en el año 1854 en Amotape, Perú. Es importante destacar que Simón Rodríguez vivió en Caracas hasta los veintiséis años de edad y no regresó a ella nunca.

Educación

La formación autodidacta emprendida por Simón Rodríguez desde muy joven tiene sus primeros frutos al punto que en 1791 obtiene el beneplácito del Cabildo de Caracas para ejercer como maestro de escuela de primeras letras de escuela pública de esa ciudad, dando rienda suelta así a su carrera de educador. En esa escuela tuvo entre sus alumnos a Simón Bolívar futuro Libertador de América. Para Simón Rodríguez, la escuela es el medio para enseñar a la gente a mejorar sus condiciones de vida; a valerse por sí mismo y a ser útiles a otros, para realizarse ellos y realizar el país, superando la segregación esclavitud. Fue un viajero incansable, un cosmopolita en el sentido literal del término, con poco sentido del arraigo al vínculo familiar, cultural o territorial, fue lo que hoy pudiéramos llamar un verdadero ciudadano del mundo; cuando sale de  Caracas viaja a Kingston, donde  aprende inglés. Su siguiente destino fue Baltimore donde trabajo por tres años en una imprenta, luego viajó a Bayona, en Francia, donde se registró bajo el nombre de Samuel Robinson. Más tarde, en la ciudad de París, se empadronaría en el registro de españoles de la manera siguiente: «Samuel Robinson, hombre de letras, nacido en Filadelfia, de treinta y un años»; y esta identidad la mantendría los siguientes veinte años de su vida en Europa. ([2])

Su vínculo con el Libertador Simón Bolívar

En París hacía 1803 se reencuentra con Bolívar y su compartir durante ese tiempo consolidaron su amistad y el pensamiento libertario de Bolívar.  En 1805 emprendieron viaje hasta Italia, como cosa curiosa cruzando a pie los Alpes.  Visitaron  varias ciudades y en Roma su estadía se  hace  célebre  porque allí fue donde subieron al Monte Sacro y se produjo el famoso juramento de Bolívar de libertar América: «Juro delante de usted (así describe Rodríguez el juramento de Bolívar), juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor, y juro por la patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español».  Emprendió viaje de regreso en 1823 y se encuentra con Bolívar. Luego de su estadía en Bogotá se dirigió hacia Guayaquil donde presentó al gobierno un plan de colonización para el oriente de Ecuador. Finalmente, se encontró con Bolívar en Lima y lo incorporó a su equipo de colaboradores dirigiendo la implantación de su proyecto pedagógico en las escuelas que el Libertador ya trataba de fundar. ([3])

Práctica educativa

En esas latitudes fue uno de los primeros en aplicar los novedosos métodos educativos que empezaban a utilizarse a comienzos del siglo XIX en Europa y por todos los medios trató de imponer en las atrasadas provincias de Bolivia y Colombia las novedosas y revolucionarias teorías sobre la educación de la infancia. En 1825 inició, junto con Bolívar, un recorrido por Perú y Bolivia. En Arequipa organizó una casa de estudios; después fue al Cuzco, donde fundó colegios para varones, otro para niñas, un hospicio y una casa de refugio para los desvalidos. En Chuquisaca, en noviembre de ese año, Bolívar lo nombró director de Enseñanza Pública, Ciencias Físicas, Matemáticas y Artes, y director general de Minas, Agricultura y Caminos Públicos de la República Boliviana.  Sus principales textos son: El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social (1830), Luces y virtudes sociales (1834) y Sociedades americanas en 1828; cómo son y cómo deberían ser en los siglos venideros (1828, última edición en 1842).  Decepcionado por cuanto no le habían dejado hacer por la libertad de América, y arruinado y endeudado, se marchó a Arequipa, Perú donde  montó una fábrica de velas, de la cual esperaba obtener fondos para su manutención; las velas representaban también una muestra sarcástica de aquello que en su opinión había significado el «siglo de las luces» para América. Finalmente, en 1853 se trasladó a Amotate, ciudad peruana en la que falleció el 28 de febrero de 1854, a los 83 años de edad. ([4])

Impacto de su obra en la construcción de la Patria Grande

Para ello, es necesario dar a conocer cuáles son esas ideas educativas emancipadoras e impregnadas de libertad, inclusión e igualdad entre los pueblos que le generó suspicacia y desacuerdos en su tiempo, pero que hoy tienen más pertinencia que nunca cuando miramos la consolidación de la segunda independencia y la construcción de un ciudadano para la Patria Grande. Simón Rodríguez a pesar de que  no concebía la existencia de fronteras entre lo social, lo político y lo educativo; donde la educación debe ser la ocupación del colectivo humano, en la que el maestro tiene una responsabilidad particular, igual la familia y en consecuencia la sociedad. Es así como se destaca su proyecto Chuquisaca, donde se materializa   su idea del modelo educativo “escuela taller”, orientado en la educación hacia el trabajo teórico-práctico en ambientes educativos bien dotados y acondicionados.  Esta experiencia educativa hoy día está vigente. Igualmente, su planteamiento de que el gobierno debe ser el responsable del sistema de enseñanza y dirigir la educación de su pueblo. Asimismo, tiene que garantizar igual educación para todos y la enseñanza simultánea “moral e industrial que perfeccione el alma y el cuerpo y dé alimento al espíritu y al estómago”. Se destaca igualmente, su visión de la ciudadanía la cual está relacionada con las personas y la vida política, asociada por dimensiones sociales que impactan las transformaciones en la educación, y su efecto sobre el trabajo.  Todo cual generan vínculos sociales que modifican significativamente las relaciones entre las personas y en esa medida condicionan específicamente los vínculos políticos. Finalmente, uno de sus ideales fue contar  con una república basada en la igualdad, tolerancia y libertad; una sociedad sin castas ni clases dominantes, donde todos sus pobladores puedan disfrutar por igual de comunidades y bienestar, pues los hombres están en sociedad para consultarse sobre los medios de satisfacer sus deseos. Propuso, además de una “revolución política”, una “revolución de carácter socio-económico” con lo cual criticó duramente el naciente sistema capitalista en su fase industrial cuyos beneficios y logros se alcanzaron con el trabajo y esfuerzo bajo las inhumanas condiciones de trabajo de la clase trabajadora: “la menos o nada beneficiada”. ([5])

Su legado máximo: “o inventamos o erramos” es la única posibilidad de ser originales y lograr la soberanía cultural para que nuestros bicentenarios de la independencia más que un recuerdo nostálgico sea la convicción que nos lleve a la independencia definitiva.

Simón Rodríguez. Foto: venezuelatuya.com


[1] Rumazo González, A. (2006). Simón Rodríguez Maestro de América.  Breve Biografía. Coordinación de Archivo y Publicaciones del Despacho del Presidente, Publicación digital. Ministerio de Comunicación e Información. Caracas, Venezuela.

[2] GARCIA BACCA, J. D. (1978). Simón Rodríguez, Pensador para América. En Bibliografía, Fundación Juan David García Bacca. [online].Disponible: http://www.garciabacca.com/libros/simonrodriguez.html  [Consulta: 2016, abril 19].

[3] Rumazo González, A. (2006). Ob. cit.

[4] Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Simón Rodríguez (2000). Vida y Obra.

[5] Rumazo González, A. (1980). Ideario de Simón Rodríguez. Ediciones Centauro. Caracas, Venezuela.

 Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/176956#sthash.UR6OszE8.dpuf
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