Maestr@s o de cómo no creemos en nosotros mismos

Mayra Castañeda

¿Cómo se le pueden enseñar valores a los niños cuando las redes sociales están inundadas de casos en los que los políticos, los futbolistas, los “artistas”, a pesar de ser groseros, altaneros, corruptos, viven en grandes mansiones, gozan de lujos y parecen felices? Y no sólo las redes sociales, los periódicos, la televisión, la radio, en fin, todos los medios de alienación masiva.

Cuando un niño o niña llega a la escuela ya trae tras de sí una gran carga de valores asignados no sólo por sus padres sino por la sociedad y los medios de comunicación. Cuando el pequeño ha salido con su madre al mercado, al súper, a una reunión con amigos o familiares, no puede evitar escuchar: “fulano de tal robó tantos millones al ayuntamiento o al estado” o “el presidente está quitándonos la riqueza nacional para pagarle a las empresas que lo colocaron en la presidencia”.

Quizá en ese momento las palabras, “ayuntamiento”, “estado”, “presidencia”, “riqueza nacional” estén desprovistas de significado pero en pocos años entenderá a lo que se refieren. Otros más tal vez escuchen: “nosotros en la miseria y los políticos dándose la gran vida” ¿quién no quiere darse la “gran vida”? este constructo se va fijando en la mente de los niños mucho antes de poner por primera vez un pie en una institución escolar. Tampoco los niños actualmente están exentos de la violencia que genera la frustración, el estrés y la presión económica sobre sus padres, cada vez resulta más difícil que los hogares mexicanos salgan a flote.

Según datos del CONEVAL  11.3 millones de personas sufren pobreza extrema y de 2010 a 2012 el número de pobres aumentó en 500 mil; las clases sociales han necesitado ser reestructuradas por la Secretaría de Economía para hacernos creer  en la ilusión de que seguimos perteneciendo a la clase media cuando lo cierto es que la clase baja, esa que no puede comer tres veces al día, no cuenta con servicios, no puede comprarse ropa nueva y pocas veces tiene acceso a la escolarización (aunque en las cifras oficiales aparezca lo cierto es que muchos de esos niños dejan de asistir a la escuela pues tienen que trabajar desde temprana edad), ha ido creciendo de manera alarmante.

La clase media ya está dividida en dos (clase media baja y clase media alta) y se han incluido una serie de indicadores culturales para proveer esa sensación de “pobres pero cultos” que tanto importa a la “clase media” aunque su ingreso económico real sea cada vez más bajo.

En contraste vemos cómo algunos privilegiados, la casta política y los miembros del narcotráfico, (que se confunden en muchos lugares pues han realizado, a la usanza de la monarquía, una serie de alianzas familiares) viven con grandes lujos, con ostentación. También ya en las redes sociales circulan fotografías de sacerdotes que hacen esta misma ostentación de carros de lujo y mujeres. El cinismo ha permeado nuestra sociedad y nosotros, los “simples mortales” nos creemos (porque nos lo han vendido y lo hemos comprado sin siquiera preguntar) que somos incapaces de cambiar esta realidad.
¿Con qué argumentos un padre de familia o un maestro puede rebatir lo que a todas luces el comportamiento social valida? Nuestros niñ@s y jóvenes conviven constantemente con ese contraste que produce una tensión muy fuerte entre ambos mundos: el irreal que tratan de pintarles en la escuela y en algunos casos en su hogar y lo que ven cuando prenden la televisión, se conectan a la red o salen a la calle. Sus pares les reafirman constantemente que lo mejor para sobresalir en esta sociedad es “hacer trampa”, burlar al maestros, las evaluaciones, las tareas, al fin de cuentas hay tres vías que los convertirán en triunfadores: salir en la televisión (a cualquier precio y haciendo lo que sea),  convertirse en político o entrar al narcotráfico y para ninguna de ellas es necesario pasar por la escolarización, no te piden grado académico para entrar en la corrupción, aunque el precio (eso no lo alcanzan a dimensionar) es mucho más alto.
No pretendo decir con esto que todo está perdido, al contrario, yo soy la primera convencida de que la escuela tienen un potencial no dimensionado y que los docentes podemos hacer mucho por cambiar nuestra realidad, pero lo primero que debemos entender es que nosotros hemos sido y somos parte del sistema que valida este tipo de conductas ¿cómo? En primer lugar hemos pasado por un proceso de “indefensión aprendida”. Somos como ese elefante de circo que de pequeño atan a una gran estaca con una soga muy gruesa y no se puede mover, cuando crecemos ya estamos programados para pensar que no podemos hacer nada contra la soga y la estaca, pero no nos damos cuenta del poder que hemos adquirido al pasar de los años.
Es momento de empezar a creer en nosotros de darnos cuenta de que cuando cerramos la puerta de nuestra aula nuestro ejemplo tiene más fuerza que ninguna otra cosa, pero tenemos que empezar a creerlo de verdad porque la simulación no sirve, no basta. Cuando entendamos este concepto en su absoluta dimensión daremos el primer paso para cambiar esta sociedad que, finalmente, los maestros también hemos construido.
Fuente del articulo: http://mayracastaneda.org/blog_60984_Maestr-s-o-de-como-no-creemos-en-nosotros-mismos.html
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La educación presencial y el irrumpimiento de la educación a distancia

 Mayra Castañeda

Ya hemos oído bastante acerca de las famosas TIC’s que son las tecnologías de la información y la comunicación; tardamos bastante en darnos cuenta que estas tecnologías también podían ser utilizadas para la educación. Claro que en contextos como el nuestro pensar en acceso a internet para todos los niños, niñas y jóvenes del país resulta bastante utópico. Una buena parte de las autoridades educativas se han subido al discurso de la importancia de la tecnología para avanzar en materia educativa, siempre con la pretensión de formar parte del “primer mundo”, pertenecer y hablar de tú a tú con esas grandes potencias que tienen solucionadas gran parte de las necesidades básicas de su población.

Cuando casi  54 millones de  habitantes viven en pobreza y una horripilante cantidad forman parte de la llamada “pobreza extrema” (9.8%  del total de la población según datos del CONEVAL) es difícil pasar del discurso. Ciertamente regalar tablets y laptops no es el camino más adecuado, sobre todo cuando el fin último de esos equipos es la casa de empeño para poder seguir subsistiendo, cuando tampoco van arropados por un programa congruente y un servicio de redes y, en algunos casos, ni siquiera de electrificación, menos una capacitación en la materia para docentes y estudiantes. Así podemos pensar que una buena parte de los 753 millones de pesos invertidos solamente en el programa “Mi Compu.mx” será dinero tirado a la basura.

Claro que hay contextos en lo que este tipo de integración tecnológica en instituciones educativas ha surtido un efecto positivo, sobre todo en entornos urbanos o en instituciones privadas. Ahí el término de TIC’s,  la irrupción de la tecnología en espacios donde los supervisores, docentes, directivos y sobre todo padres de familia son inmigrantes digitales, donde muchos de ellos incluso son analfabetas digitales, causó gran inquietud.

En ese estado de cosas, donde los chicos y chicas comenzaron a demostrar una alta capacidad para el manejo de dispositivos y los adultos se sintieron inseguros, muchas instituciones comenzaron a utilizar el término TAC’s, tecnologías para aprendizaje y la comunicación, como una forma de diferenciar el uso que se le daría a los dispositivos tecnológicos. Este término pareció calmar las inseguridades y ansiedades que se produjeron en el primer momento. Pensar en que los niños y jóvenes usarían tabletas en lugar de cuadernos y libros no parecía disgustar ya tanto a los padres, aunque para los maestros ha sido otra la historia. Ponerse al corriente y sobre todo al parejo de las capacidades desarrolladas por sus estudiantes parece tarea titánica. Entender las nuevas formas de construir el conocimiento de manera colaborativa, utilizar todos los recursos y sobre todo poder entender el cambio que implica a nivel sociológico que están produciendo estos fenómenos parece de otro mundo.
Una de las principales preocupaciones que se producen en esta realidad es la del uso de las redes sociales y sobre todo el surgimiento de fenómenos como el ciberbullying y la exposición pública de informaciones falsas que se han dado en estas redes como el Facebook provocando chantajes, extorsiones y graves consecuencias a nivel psicosocial en estudiantes pero también en docentes. Los casos de profesores que han perdido su empleo por verse envueltos en chismes de escolares, los directivos que se han visto acosados por padres de familia y la exageración y desproporción de este tipo de informaciones generadas con la intención de lastimar y entorpecer la labor de los profesionales parece ir en aumento.

Cada vez más los jóvenes van por delante, muchos de ellos se encuentran muy confiados en esos espacios virtuales, donde han establecido las reglas y en el que  pueden reunirse, compartir, pero también etiquetar, discriminar, manipular y desatar rumores que han terminado con carreras muy prestigiosas. Esos son los verdaderos riesgos de las redes sociales, no cuando estos niños y jóvenes las utilizan como herramientas para investigar, compartir y desarrollar ideas y construir conocimientos, pero esto no tiene que ver con los instrumentos tecnológicos en sí mismos, esto tiene que ver con los valores que cimientan a los individuos que se involucran en los espacios virtuales.
Los niños y jóvenes desarrollan un sentido de la pertenencia al grupo y consiguen reconocimiento social en las redes, por eso se han vuelto tan populares, pero cada vez más vemos fenómenos como el de la baja de suscripciones en facebook, una red social que se hizo muy popular en los últimos años pero que se volvió demasiado ambiciosa, pretendía tener a diferentes generaciones conviviendo en el mismo espacio cibernético.

Imposible, los jóvenes naturalmente no se sienten cómodos donde sus padres los pueden supervisar, así la migración de niños y jóvenes se ha convertido en un fenómeno previsible y cada vez más alarmante para Zuckerberg. Ahora ellos prefieren compartir en redes como whatsapp, que es una red privada donde pueden compartir en conversaciones grupales o de uno a uno, en espacios como tumbrl, instagram, donde el reconocimiento social es una meta anhelada, mientras más corazones obtienen más crece su sentido de pertenencia y reconocimiento social, o esos espacios nuevos que deberíamos empezar a observar con detenimiento como “snap chat”, una red social donde se cuelga una imagen y dura sólo 3 segundos, con la aparente promesa de que esa información no “quedará para siempre” como sucede en la mayoría de los sitios de la red, creando una falsa sensación de seguridad pues lo cierto es que cualquier imagen puede ser capturada en pantalla y ubicada en otro espacio.

También hay otros sitios aún más alarmantes como gossip, una aplicación que permite “intercambiar” información acerca del entorno cercano, así los miembros de una comunidad, puede ser, por ejemplo, un edificio en un barrio residencial urbano, comparten que, por mencionar algo, el vecino del 5b es gay, o que la señora del 4ª es traficante de drogas; aunque esta, por supuesto, no es una información fidedigna, pronto se convierte en viral y todos los miembros de la comunidad la dan por cierta con una facilidad asombrosa.

Observando este fenómeno es que Dolors Reig, una psicóloga española nos propone una alternativa: reenfocar el concepto de la tecnología en nuestra vida. Empezar a concebir la realidad virtual como un espacio de empoderamiento, ella acuña un término que ya empieza a fluir en diferentes espacios y que se está construyendo colectivamente: TEP, tecnologías del empoderamiento y la participación. Y lo cierto es que esto ya está sucediendo, de ahí que fenómenos como PODEMOS en España hayan cobrado una fuerza inusitada (con la consecución de 5 escaños en el parlamento europeo en tan sólo 4 meses de campaña), o que las llamadas “mareas” tomen las calles de forma tan espectacular en ese mismo país.

La tecnología entonces, no sólo está cambiando nuestros entornos, nos está cambiando a nosotros como individuos, nos está convirtiendo en manipulables o manipuladores, pero también nos pueden empoderar, nos pueden ubicar en un ámbito social de colaboración y construcción colectiva, siempre y cuando podamos desarrollar las competencias necesarias que nos exige el futuro y no sólo él, sino también el presente.

Como dato curioso, sólo por dejarlo caer por ahí como si nada: en Europa la integración de las TAC’s en los contextos escolares ha cobrado tal fuerza, sobre todo en las instituciones privadas, que algunas de ellas, para competir por alumnado, han optado por una oferta muy singular: ofrecer la “desconexión” como una competencia del nuevo milenio. Así pues estas instituciones ofrecen a los padres de familia “desconectar” a sus hijos de los ámbitos virtuales utilizando diferentes estrategias y disciplinas como el yoga y la meditación. Y si, quizá esto no esté tan lejos de las necesidades de nuestra América Latina, ya muchos de nosotros nos preguntamos ¿cómo desconectar a nuestros hijos de un dispositivo electrónico? Y un poco más allá de ese “desenchufarlos”, enseñarles a procesar, de manera crítica, la inmensa cantidad de contenidos a los que se encuentran expuestos de manera constante en las redes sociales y en los medios de comunicación masiva.

Recordemos: nuestro mundo ha cambiado radicalmente, las reglas del juego que se aplicaban para nosotros, con las que crecimos y aprendimos a decodificar este mundo, ya no aplican, las competencias que nosotros necesitábamos desarrollar para ser exitosos, pero sobre todo, para ser felices, no son las mismas para nuestros estudiantes y para nuestros hijos, entonces nosotros somos los primeros que deberíamos reaprender en este nuevo entorno que nos reta constantemente.

Fuente del articulo: http://mayracastaneda.org/blog_61050_-La-educacion-presencial-y-el-irrumpimiento-de-la-educacion-a-distancia.html

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Y los estudiantes ¿cuándo?

Mayra Castañeda

Se dice que la educación es el motor de la transformación social, pero en realidad esta frase abarca un sinfín de procesos, espacios, instituciones y actores. La educación no sólo es tarea de la escuela y eso lo debemos dejar muy claro. Cuando un niño nace está al cuidado de sus padres. No podemos seguir pensando, como se hacía en los siglos XVIII y XIX que un niño es un recipiente vacío. Cada pequeño ser que nace en nuestro planeta ya viene con una importante carga genética, viene con ciertos rasgos de carácter, con intereses, con habilidades y aptitudes. Cuando sus padres lo empiezan a formar lo introducen en un mundo cultural y social. Los niños tienen los primeros acercamientos con su futuro, o lo que se espera de ellos, a través de su círculo social más íntimo.

“Estamos hechos de educación” dice Villarini y si volteamos a nuestro alrededor nos podremos dar cuenta que todo lo que está aquí, todo lo creado por el hombre, las sillas, las mesas, los edificios, la televisión, la ropa que traemos puesta, fue, en principio una idea, ya después de materializó. Los seres humanos creamos nuestro mundo en base a ideas y estas ideas entran, en su mayoría, por lo menos las fundamentales, las que nos darán los cimientos de nuestra vida futura, en la primera infancia.  Así pues, los autores principales de esas ideas son nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros vecinos, hermanos, gente que conocemos antes de entrar a la escuela.

Hoy en día ese círculo cercano también está constituido por los medios de comunicación. Un niño reconoce primero una marca en televisión que una de las letras del abecedario, ya sabe qué refresco le gusta, que marca de  alimento para bebé prefiere, que tipo de pañales usa antes de haber pisado una escuela. Así reproducimos y transmitimos nuestra cultura, como una construcción colectiva en la que los primeros aportes se dan en el hogar o con quienes se conforma el primer círculo social del infante.

No podemos perder de vista este elemento, la familia y los medios de comunicación, no sólo la televisión, ahora también el internet y los teléfonos celulares o móviles, entran en la vida de nuestros niños y niñas mucho antes de conocer a su primer maestro o maestra.

La escolarización no debería ser confundida entonces con la educación como un proceso formativo integral donde tienen que ver los padres, los medios de comunicación, los gobiernos, los pares (compañeros), los propios sujetos de este proceso y desde luego las instituciones educativas en su conjunto (que están conformadas por maestros, autoridades, directivos, administrativos, etc.). ¿En qué momento comenzamos a confundir estos términos?

En México el estado se hace responsable de la educación pública con una visión y una fuerza inusitadas,  posteriormente a la revolución, en la gran cruzada alfabetizadora, nombrada por José Vasconcelos como las “misiones culturales” el organismo que ejerce el control de la política educativa hasta ese momento se llama Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes; el 3 de octubre de 1921 nace la Secretaría de Educación Pública, con el afán de extender sus funciones a todo el territorio nacional, pues, hasta el momento, sólo tenía acción en la Ciudad de México. En esta intención de abarcar un territorio de más de 2 millones de kilómetros cuadrados, en una naciente federación, se empieza a diluir el término y las responsabilidades.

Los campesinos y obreros envían a sus hijos a las instituciones públicas en el ánimo de sumarse al inflamado nacionalismo y construir patria para todos. En ese momento no se podía prever que esta tendencia terminaría por tergiversar las funciones y desaparecer prácticamente la corresponsabilidad en el desarrollo de niños y  jóvenes.

He tenido la oportunidad de conocer diferentes sistemas educativos de Latinoamérica y puedo decir que en la mayoría se manifiesta este mismo desafío ¿quién es responsable de la educación? En Colciencias, durante un conversatorio, en la ciudad de Medellín, Colombia, me manifestaban alarmados los investigadores: “la escuela se ha convertido en el gran vertedero, todo lo que la autoridad requiere tiene que caer en la escuela, los padres sólo ven una forma de tener a sus hijos contenidos durante varias horas al día”. Esta misma inquietud me la han compartido maestros de Chile, de Panamá, de Puerto Rico, de Durango, de Nuevo León, de Yucatán, de Sonora, de Guerrero, quienes tienen la visión muy clara de que a la escuela se le ve sólo como la guardería, el lugar donde se encuentran los hijos mientras los padres trabajan, ¿quién es el responsable del proceso educativo?

Todos sabemos, y los medios de comunicación se han encargado de magnificarlo, del llamado “desastre educativo”, la escuela pareciera una institución a punto de colapsar, los “maestros no sirven” ¿es esto cierto? Cuando algo va mal, como una tendencia natural, buscamos culpables y en la escuela el actor más visible es el docente porque no podríamos culpar a los estudiantes ¿verdad? Nos gusta imaginar que nuestros niños y jóvenes no tienen ninguna responsabilidad, que son sujetos vacíos, vulnerables, expuestos a los designios de los mayores, de hecho nos gusta nombrarlos con una palabra que los desposee totalmente de control sobre los sucesos que acontecen en el espacio escolar “alumnos” (de la raíz griega luminis, a-luminis, sin luz).

Parecieran, o nos gustaría creer, que ellos no cuentan con la suficiente capacidad para incidir en su propia formación. Las autoridades (a través de un grupo de “expertos”) determinan cuáles serán los currículos que se manejarán, los contenidos y los modelos educativos a emplear, los maestros, quienes damos por sentado tienen la suficiente capacidad y preparación para ello, deberán implementar esos currículos, utilizando diversas metodologías y didácticas pero siempre de acuerdo a un gran plan nacional educativo. Hasta ahí las funciones parecen clara y los actores bien delimitados, pero esta es una visión simplista de un tema muy complejo.

¿Qué de todo esto es cierto? ¿Los estudiantes llegan “vacíos” a la institución educativa? ¿No tienen intereses, preferencias y derechos que ejercen cotidianamente?¿Es cierto, como damos por sentado, que tienen la disposición para colaborar con su propia formación? Y aquí me gustaría hacer mención de los “Derechos imprescriptibles del estudiante” de Pennac (1991):

“El derecho de no estar atento constantemente.
El derecho a su conciencia.
El derecho a no aprender lo que tiene sentido.
El derecho a no obedecer entre seis y ocho horas al día.
El derecho a moverse.
El derecho a no cumplir todas sus promesas.
El derecho a no gustarle la escuela y a decirlo.
El derecho a elegir con quien quiere trabajar.
El derecho a no cooperar en su propio proceso.
El derecho a existir como persona. “

Este manifiesto tiene mucho más que ver con la realidad que con el mundo idílico que construimos en el que todas las condiciones son ideales y nuestros estudiantes responden a los lineamientos en los que se basan la mayoría de las políticas educativas.

Y hablando de políticas educativas ¿Las autoridades educativas realmente estructuran los programas educativos nacionales en base al beneficio común y a las necesidades de la nación o responden a otros intereses?, tampoco hay que dejar de lado otros aspectos ¿Los maestros cuentan realmente con la preparación, profesionalismo, condiciones materiales y laborales  para ejercer sus funciones de manera adecuada? Y en todo este complejo sistema ¿las condiciones del contexto (económicas, familiares, sociales, culturales) son las adecuadas para que esta intencionalidad de una educación de calidad pueda ser puesta en marcha en un país como el nuestro?

Cualquiera que haya estado en un aula, ya sea de alguna institución pública o privada, sabrá que las cosas no son tan simples. Que cuando llega una orden “de arriba”, una nueva reforma, la aplicación de un acuerdo o peor aún, un cambio de modelo educativo, viene un fuerte desequilibrio.  Tal vez estamos sobrevalorando a la escuela como institución, quizá funcionamos con una imagen infantil de ese mundo ideal, quizá no todas las respuestas deban venir del sistema educativo. La escuela no está en posibilidades, en este momento, de garantizar el futuro de un niño que ingresa en ella, no puede asegurarle a sus padres que ese niño, por cursar, 9, 12, 15 o 20 años de escolarización llegue a tener un buen trabajo, no puede aventurarse a afirmar que ese niño, al cabo de su proceso y al llegar a la edad adulta se sienta pleno y feliz aún cuando haya tenido una trayectoria exitosa en su interior; entonces ¿qué podemos ofrecer?

Los padres se han convertido en un censor, en un patrón tirano que espera resultados sin la más mínima disposición (no en todos los casos pero si en muchos) a colaborar en el proceso de sus propios hijos; exigen que la escuela cumpla con mantenerlos seguros, que los prepare para el futuro, que los forme y que los mantenga alejados de la “contaminación ambiental”; pero por más que la escuela ha intentado convertirse en una burbuja lo cierto es que no puede actuar de manera aislada, nuestros niños y jóvenes de esta era de la información se encuentran expuestos constantemente a estímulos electrónicos, a una inmensa cantidad de información que no alcanzan a procesar y que no podemos controlar. Sumado a esto está esa parte del imaginario social que se ha construido a fuerza de la intervención de los medios de comunicación masiva y que simplifica la ecuación: educación=escuela; escuela=maestros.

El resultado es: si la escuela ha fracaso es responsabilidad de los maestros. Pero ¿Quién forma a los maestros? ¿Quién los elige? ¿Quién cedió espacios de decisión a los organismos sindicales docentes a cambio de control electoral?

Este es un buen momento para que cada quien asuma sus responsabilidades y ponga en orden su espacio, la autoridad educativa, al parecer, eso intenta, habrá que ver en la práctica que sucede; los maestros, por lo menos los comprometidos, día a día han intentado enfrentar una batalla que no es sólo de ellos pero en la que han quedado abandonados ¿y los padres de familia, los medios de comunicación, la sociedad en su conjunto, qué están haciendo?

Es momento de empezar a asumir compromisos y reinventar una escuela que, aclarémoslo, no ha sido fallida, sino que ya no responde a las necesidades para las que fue creada porque nuestra sociedad, nosotros, los seres humanos, hemos cambiado, no podemos seguir dejando de lado a los actores principales de este proceso: los niños, niñas y jóvenes también deben asumir sus compromisos y debemos reconocerlos como agentes fundamentales si es que realmente queremos construir una mejor educación para ellos y, como menciona Larez Romero* “La educación debe propiciar un sentimiento de pertenencia social que se nutrirá de sólidas referencias colectivas, de signos de identidad compartidas, de superación del aislamiento social y de seguridad y comunicación espiritual interpersonal y social. Debe estimular la capacidad del ser humano para tomar decisiones oportunas, seleccionar opciones, adoptar estrategias y efectuar tareas con el propósito de integrarse a la sociedad definiendo un orden social, económico y cultural que sea compatible con las necesidades fundamentales de la dignidad humana”.

Bibliografía:
Villarini, Angel R. “Refundar la escuela ¿por qué? Perspectiva, raíces, circunstancias y proyecto para refundar la escuela”, pag. 63. A refundar la escuela. Ediciones Barandal. México 2013.
Secretaría de Educación Pública. Página web:       http://www.sep.gob.mx/es/sep1/sep1_Historia_de_la_SEP#.U3-RcPl5Pec
Castañeda, Mayra. El docente extraordinario, pag. 44. Editorial Descubriendo. México 2011.
Larez, Romero Ronald. “Una reflexión sobre la educación y la praxis del saber social en el porvenir” pag. 102. A refundar la escuela. Ediciones Barandal. México 2013

Fuente del articulo: http://mayracastaneda.org/blog_60923_Y-los-estudiantes–cuando-.html

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Pedagogía del valor

Mayra Castañeda

Hablar de valor hoy en día tiene muchas implicaciones, comenzando por el mercado que manipula, coerciona, regula y hasta constriñe nuestras existencias como individuos y también como sociedad, otorgándole un valor en metálico a la vida y la muerte, al conocimiento y a la ignorancia, al amor y al desamor.

El valor que se otorga actualmente al individuo está en directa proporción con sus posesiones, cuánto más posees (objetos, títulos, persona, relaciones, acciones, etc.) más valor te es otorgado socialmente. Y es en este concepto de valor donde nos desarrollamos, nos relacionamos y también nos enfrentamos y aniquilamos.

Existen múltiples formas de aniquilación, lo vemos en ámbitos escolares formales pero también lo vemos en los medios de información masiva, en la calle, en la oficina en las fábricas (donde es más evidente), en los campos de cultivo y en el interior de los hogares, ahí donde el  individuo construye, desde que nace, su singularidad, su relacionalidad y parece adquirir un valor constitutivo.

También el concepto de valor, en el idioma español, implica contar con la fuerza interna para enfrentar las dificultades, se ha manejado como una concepción de lo positivo al pluralizarlo (los valores) y ciertamente en este punto de la civilización humana resulta una de las características preponderantes con las que debería contar todo educador. Tener el valor de asumir y dirigir un acto educativo es, en las condiciones de control mental de la globalización, requisito fundamental si es que con tamos con una mínima dosis de conciencia de la trascendencia del ser un verdadero educador.

Las ideas sobre las que se sostiene el actual sistema político-económico ha debido relegar a la educación a un instrumento utilitario ¿para qué sirve al sistema la educación? Para domesticar, amansar, alienar a los millones de seres que habitamos el planeta.

Puede sonar a paranoia o película de ficción, sin embargo si observamos, no mucho, nos podremos dar cuenta que el sistema se sostiene en una amplia pirámide de productores-consumidores.

Si no existieran esos millones de consumidores inducidos ¿qué sucedería con todos los excedentes de producción?

Durante un desayuno con un investigador colombiano me platicaba de un experimento, no intencional, que llevó a cabo con su hijo pequeño. El y su pareja, por decisión conjunta, no adquirieron un aparato televisor, sin embargo en algunos departamentos que había arrendado, existía tal aparato. Había podido observar que durante los períodos de estadía en esos lugares su hijo se había convertido en un consumidor compulsivo y violento. Esto, obviamente, no sólo le sucede a este niño, nuestra sociedad está sostenida sobre ese único pilar: el consumo.

En torno al consumo se erige una industria multimillonaria, calificada por algunos como ciencia y que inclusive ha aspirado a ser nombrada como arte, no es nueva pero tiene la gran y redituable facultad de reinventarse cotidianamente: la mercadotecnia y/ o mercadología. Llamada antiguamente propaganda puede aplicarse para vender cualquier producto. Cualquiera puede convertirse en un producto y la idea central sobre la que se ha cimentado es la originalidad. Todos, en sociedades capitalistas, pueden aspirar a ser únicos, admirados, poderosos y ricos. La máxima aspiración es la fama y la gran oferta es justamente esa: convertirse en alguien que goce de todos los beneficios del consumo y se supone que con ello experimentará placer y finalmente será feliz.

Esa es la gran promesa de la mercadotecnia, cualquiera (no todos, sino UN alguien cualquiera particular) puede ser feliz,  y todos aspiran a ser ese cualquiera pero en esa lucha se pierde todo lo que puede realmente proporcionar la felicidad. El enfrentamiento es la apuesta más común del capitalismo, mientras más comunidades, países, grupos e individuos se enfrenten mayor será la ganancia. El famoso “divide y venc(d)erás” se ha convertido en el credo de los grupos de poder que aspiran a controlar el mundo y el rumbo de miles de millones de almas.

¿Qué puede hacer la escuela en este contexto? La acción que las instituciones no han podido controlar completamente es la que ejerce el docente cuando está dentro de su aula. En ese espacio las posibilidades son infinitas, un maestro o maestra dispuest@ y comprometid@ puede transformar la vida de miles de niños y niñas que pasan por sus aulas durante su período de ejercicio profesional, pero tiene que convertirse a su vez en una persona capaz de potencializar los talentos, construir competencias de alto nivel y observarse constantemente, ahí está el reto para la docencia, no dejarse vencer, no dejarse doblegar ni manipular por intereses que no son los de la población. Por eso la educación, el ser educador en toda la extensión de la palabra, no es para cualquiera.

Fuente del articulo: http://mayracastaneda.org/blog_60931_Pedagogia-del-valor.html

Fuente de la imagen: http://mayracastaneda.org/images/14445/IMG_1287.JPG

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El valor de ser docente

Mayra Castañeda

Coincidir, caminar, explorar, distinguir, explotar, ser uno en todos, entrelazar sentidos, culminar aventuras, trepidar con el viento, estrangular los sentidos, excomulgar demonios, vivir, latir..

Darse cuenta que el estar aquí y ahora es más que ser, que transformar, que reconocer, que transitar por lo inexpugnable, entender que somos y seremos siempre que los demás sean con nosotros, que seamos con ellos, para ellos y revertir la soledad en el último suspiro, con un fuimos, respiramos y entrelazaremos las miradas, las pieles, aunque ya no existan, aunque culmine la ruta y se emprenda un vuelo sin retorno

Ser en los demás, reconocerse en otros unos y diferentes, totalmente disímbolos, ser unos porque somos parte del todo, del de más allá, del que desconocemos, del que nunca veremos como si todo eso tuviera algún significado, como si el haber pasado por aquí hubiera dejado algo en el océano profundo, una huella en otra alma, aunque seamos en realidad humo, irrealidad, éter que cae al vacío por inconcebible. Ahí estaremos y estamos, aquí llegaremos y gozaremos y al final de todo, habrá valido la pena.

Reconocerse en otros vale la pena nos encontramos, nos entendemos, nos separamos, nos volvemos a encontrar, coincidimos, construimos y al final puede ser que nos odiemos, pero en el trayecto habremos aprendido, habremos crecido y si no es así tendremos que volver a empezar. Ninguna escuela nos prepara para eso, la academia se ha declarado incompetente, dice no estar interesada, la realidad es que no sabe de que se trata porque necesitaría estar viva, respirar, entender, equivocarse y reconocerlo, para poder enrutarse hacia una preparación para la vida.

El discurso de los valores, de la necesidad de los mismos, parece algo tan cotidiano que ni siquiera nos detenemos a pensar en él. Lo escuchamos en la televisión, entre los profesores, entre los comentaristas radiales y nos parece algo muy normal “hay que recuperar los valores” se ha vuelto una cantinela común ¿qué valores debemos “recuperar”?
Bajo esta premisa muchos puritanos y retrógradas erigen sus discursos ¿debemos recuperar los valores perdidos gracias a la libertad de expresión, por ejemplo? Antes los niños, si osaban cuestionar a sus maestros, eran castigados con reglazos, hincándose sobre corcholatas y prohibiéndoseles el recreo; esto es violencia, tortura, represión, y sin embargo el producto de estas prácticas eran niños “bien portados” ¿queremos regresar a esos niños sumisos y callados?

Hace no mucho las mujeres no podíamos mostrar más arriba del tobillo, éramos una pertenencia del marido y teníamos que pedir permiso para asomar la nariz a la calle. Gracias a eso millones de mujeres no tenían más remedio que fingir recato, complacencia y hasta agrado por estar confinadas a la casa y no ocupaban su tiempo más que en limpiar y ver a sus hijos crecer como si fueran plantas, reproduciendo los mismos patrones machistas en ellos. Se decía que los niños y jóvenes eran más “decentes” y tenían más valores pero el porcentaje de delitos violentos era mayor en el mundo. Cualquiera podía ser una bomba de tiempo, la represión no producía más que frustración y, muchos de los que contaban con poca inteligencia emocional, podían cometer crímenes espantosos en cualquier momento… pero se ocultaban. Eran la escoria familiar y social y muchas veces simulaban ser personas totalmente adaptadas.

En esta época, donde la información es una moneda de cambio y donde el que posee más es más poderoso se ha confundido la realidad con la ficción, si alguien dice: es que somos más violentos que antes, nadie lo cuestiona, lo toma como verdad absoluta y a esa voz se suman millones de voces, porque el post o el video o la nota que tiene más visitas o “likes” es la que se vende mejor y lo cierto es que nuestra manía como seres humanos, de rendirnos al morbo, ha construido imperios económicos muy poderosos.

¿Qué tan mal estamos? Es cierto que hay grupos delictivos que están más a la vista, es cierto que todos los días nos enteramos de un nuevo crimen, es cierto que el volumen de información hace que nuestra atención sea dispersa, que ya no nos importe el número, que no nos horroricemos y menos que tomemos acción para evitar la violencia, pero también es cierto que el exceso de información nos ha vuelto más pasivos. De un post ofensivo no nos vamos a morir, de un mensaje en nuestro correo que nos agreda verbalmente no nos desangraremos, pero también es verdad que muchas personas cada vez poseen menos competencias individuales (inteligencia emocional, resiliencia, autoestima) para defenderse de este tipo de violencia. Hace años un niño nos escupía durante el recreo y lo más que sucedía es que nos daba asco, si éramos de temperamento irascible tal vez nos fuéramos a los puños, pero al final de cuentas las diferencias se zanjaban o perdían importancia, al final del día nadie cargaba con el lastre, no nos traumábamos, ni dejábamos de comer, a veces ni siquiera lo recordábamos. Ahora cualquiera tiene el poder de romper la autoestima de niños, jóvenes e inclusive adultos con un post en un muro de red social y eso lo magnificamos, hemos empezado a percibir el mundo como si las cosas fueran terribles y vivimos en una crisis constante, siempre, terminamos concluyendo, que es de valores. Y todo puede ser cobijado bajo ese término, nadie lo cuestionará.

Esta es una invitación a replantearnos los valores que necesitamos para esta era donde  la violencia ha tomado otras connotaciones, donde la conciencia ha alcanzado otro nivel pero donde también existen millones de personas alienadas por los medios de comunicación.

Los valores ahora toman una dimensión diferente y quizá deberíamos de iniciar por una pregunta  ¿qué mundo queremos construir? En base a ello se podrían definir los valores que realmente requerimos como sociedad. Ya lo dijo  William Ospina la educación no ha fallado, quizá deberíamos empezar a pensar el tipo de ser humano que esa educación quiso formar, y es que ciertamente la educación, como los valores, son dos ítems que pocas veces nos cuestionamos ¿todos necesitamos educación? Y que quede claro que estamos partiendo de un equívoco común: ¿educación es escolarización? Porque en algún punto de la historia el estado se apoderó del término educación y creó ministerios y secretarías de educación y entonces todo el mundo dio por sentado que la educación era una obligación del estado y que mandar a los niños a la escuela era todo lo que se requería para brindarles educación. Y ahí empezó la ruptura, porque un padre de familia pocas veces se siente responsable (realmente y en la práctica) de la educación de sus hijos, cree que la escuela es un gran depósito de niños o estacionamiento de jóvenes, donde lo que se exige de los maestros es que los “controlen” o como le dijera un narcotraficante de una pequeña comunidad a una maestra: “aquí le traigo a mi hijo para que me lo haga un hombre de bien”.

Y ahí perdimos el rumbo, porque la escuela es una institución con responsabilidad limitada. No  lo puede todo, que puede mucho es innegable, pero no es capaz de sustituir lo que sucede en casa. El ser humano aprende en base a los ejemplos, es su primer método de aprendizaje y lo que ve en las primeras horas, los primeros días, los primeros meses, lo que alcanza a percibir, no puede ser sustituido, en importancia, por lo que escuchará, verá o percibirá en la escuela.

Fuente del articulo: http://mayracastaneda.org/blog_61067_El-valor-de-ser-docente.html
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El mito del Tec de Monterrey y la formación de profesores

México/Abril 2016/Autora: Mayra Castañeda

El 18 de febrero de este año se dio a conocer en México la noticia del Convenio firmado entre la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Tecnológico de Monterrey con la finalidad establecer “la unión de esfuerzos y capacidades, en el ámbito de sus respectivas competencias, para llevar a cabo la organización y desarrollo de proyectos de formación, capacitación, investigación y desarrollo de planes y programas de especialización o actualización profesional para el  fortalecimiento del Sistema Nacional de Educación”1 .

El acto se llevó a cabo dentro del foro denominado Reunión de Consejeros 2016 ‘Experiencias que inspiran. Líderes que trasforman’ que tuvo lugar el día 16 de febrero y que fue organizado por el Tecnológico de Monterrey (ITESM) al que el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, se presentó (en la Ciudad de Monterrey, desde luego) para firmar el mencionado convenio con el Presidente del Consejo del ITESM, José Antonio Fernández Carbajal. Posterior a este evento mediático la SEP se encargó de difundir que la mencionada institución se sumaría ala“Estrategia Nacional de Formación Continua de Profesores de Educación Básica y Media Superior”ofertando, de manera “gratuita” (desde luego con cargo al erario), diversos cursos de capacitación docente en línea, presenciales y de modalidad mixta para todos aquellos profesores de educación básica y media superior que deseen fortalecer sus competencias en las áreas en las que fueron o serán evaluados, como si esto se tratara de una novedad, pero, como veremos, el ITESM viene capacitando a docentes del SEN desde hace más de diez años en diversos programas.

El pasado 25 de marzo el secretario Nuño Mayer anunció que el próximo 15 de abril se iniciará con laEstrategia Nacional de Formación Continua de Profesores de Educación Básica y Media Superior y quedaron a disposición de los docentes adscritos al Sistema Educativo Nacional 550 cursos con la intención de obtener mejores resultados en su próxima evaluación. El presupuesto destinado para este programa es de mil 809 millones de pesos lo que significa un aumento de más del 800% en este rubro en contraste con el año pasado (2015), aquí hay muchos puntos por aclarar pero iniciemos por el que nos atañe en este análisis: ¿Cuánto de este presupuesto será asignado al Tecnológico de Monterrey? Aunque entraremos en el terreno de la especulación, por la magnitud del evento, el mensaje enviado con la presentación del secretario de educación y la difusión que se ha dado al acto, podríamos pensar que una buena parte de esos casi dos mil millones será adjudicada a la mencionada institución privada, que, sin mayor análisis, es calificada, entre los empresarios por lo menos, como una de las mejores de México.

Pero si observamos con un poco más de detalle encontramos que: el “Tec” (como se le llama coloquialmente) ha venido realizando programas de “fortalecimiento” docente desde 2006 con un programa denominado “Formando Formadores” en colaboración con el IUCE de la Universidad Autónoma de Madrid, Fundación Televisa, representada por el Programa Bécalos, así como con Excelencia Educativa A.C., la Cátedra de Movimiento Educativo Abierto para América Latina de la UNESCO, el gobierno federal y los gobiernos estatales. Este programa que imparte diversos trayectos formativos, según la información difundida en su propio portal (http://www.formandoformadores.org.mx/acerca-de/resultados-obtenidos)  ha “capacitado” a 72,634 docentes de educación básica en toda la República Mexicana, entre ellos 7,875 en Veracruz, estado que en la evaluación del desempeño obtuvo un 14.55% de docentes con resultado insuficiente y el 8.06% de destacados con 7,691 docentes evaluados2, es decir, un número menor de los que fueron capacitados por el ITESM; 6,911 en Puebla (con 10.25% de insuficiencia y 8.04% de docentes destacados, con 12,829 evaluados), siendo estos dos estados los que cuentan con mayor número de docentes participantes en los cursos y diplomados referidos;  1,663 fueron “capacitados” en Oaxaca (con 31 docentes con resultados destacados en la evaluación de INEE y 1,134 evaluados),  1,453 en Chiapas ( 43 destacados de 973 evaluados), 559 en Guerrero (con 96 docentes destacados y 1,606 evaluados) y 1,061 en Michoacán (con 36 docentes destacados de 821 evaluados), los 4 estados donde no se ha podido culminar el proceso de evaluación docente y 5,606 en la Ciudad de México que cuenta con la mayor densidad poblacional y de escuelas(con 8.50% de docentes calificados como insuficientes contra 9.21% de destacados).

A estos más de 70 mil docentes capacitados por el Tec de Monterrey en educación básica se suman 9,750 de educación media superior, que según una investigación publicada en la Revista de Investigación de la Escuela de Graduados del propio instituto (abril-septiembre de 2014)3 habrían cursado su diplomado de Formación Docente de Educación Media Superior en más de 6 años, con 7 generaciones. Según estos datos el ITESM ha formado, capacitado o fortalecido las competencias docentes de 82,384 docentes mexicanos esto supone casi un 7% del total de docentes que están adscritos al SEN, esto sin mediar el “macro-convenio” que se firmó el pasado febrero, lo cual supondrá un alza exponencial de docentes que serán inscritos en estos trayectos formativos.

Aquí cabría preguntarse si, de casualidad, algunos de estos docentes capacitados por el ITESM fueron evaluados en el primer grupo y sería muy interesante conocer sus resultados en dicha evaluación, porque, no sé a Usted, pero a mí me entra la duda de por qué una institución que se encuentra en el ranking internacional “QS WorldUniversity Rankings bySubject 2016” muy por debajo de la UNAM ( con 11 tablas por materias diferentes y tres veces en el Top 100, mientras la máxima casa de estudios aparece en 35 de las 42 tablas por materias y 23 veces en el Top 100 de las mismas)4 merece la absoluta confianza de la Secretaría de Educación Pública y de su titular desde luego, para “capacitar” ( que al parecer a la autoridad educativa le gusta emplearla en el sentido de “componer”) a los maestros que la propia institución se supone que formó y acreditó para que ejercieran su labor con la mayor calidad dentro de un aula de las millones que funcionan diariamente en las instituciones públicas de nuestro país ¿Cuáles son los resultados “reales” y “tangibles”, que tanto exige la autoridad a los docentes en servicio, de la institución en cuestión?. Desde luego no hemos mencionado la ideología que ostenta esta organización y la “eficiencia” con la que forma a sus egresados que sería materia de un amplio análisis, pero quedándonos un poco en la superficie, estas interrogantes y muchas más permanecerán abiertas y seguramente en brevepodremos atisbar o por lo menos adivinar algunas respuestas que, debemos estar tranquilos, seguramente nada tendrán que ver con “compadrazgos” o fortunas inexplicables… por lo pronto quedan para el debate.

 

REFERENCIAS:

1SNC Portal Informativo del Instituto Tecnológico de Monterrey http://www.itesm.mx/wps/wcm/connect/snc/portal+informativo/por+tema/educacion/tec_conveniosep18feb16#sthash.ffQAtJU2.dpuf

2 Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente, portal.Evaluación del Desempeño Docente. Educación Básica Ciclo Escolar 2015-2016. http://servicioprofesionaldocente.sep.gob.mx/ba/permanenciadocentes/estadisticas/

3 Alemán de la Garza, L;  Gómez Zermeño, M. “PROFORDEMS-TECNOLOGICO DE MONTERREY: Caso de éxito en la formación docente de la educación media superior”. Revista de Investigación Educativa de la Escuela de Graduados en Educación, Año 5, Núm. 9. http://rieege.tecvirtual.mx/

4 PROCESO, Revista, portal electrónico. “UNAM ocupa 10 lugares en el Top-50 de las universidades por disciplina en 2016”. 22 de marzo de 2016. http://www.proceso.com.mx/434337/unam-ocupa-10-lugares-en-top-50-las-universidades-disciplina-en-2016

Fuente de la Fotografía:

http://www.oronoticias.com.mx/nota/141869/Necesario-que-inventores-posean-una-vision-empresarial

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