Inequidad social en la UCR: Reflejo de una educación ausente de ética y moral en el ejercicio de su función pública

Por Marisol Chévez Hidalgo

Todo profesional forjado sobre los pilares de la Universidad de Costa Rica, debió de ser facultado en el ejercicio de discrepar frente a las opiniones y criterios de otros, pero desde un espectro critico-social enfocado hacia el mejoramiento de nuestro País y en especial de los sectores poblacionales más vulnerables de la ciudadanía, imperando la equidad y el bien común; como reflejo de una formación humanística social-política y económicamente integral, la cual debería de acompañarse de una base ética y moral, sustentada por aquellos valores y principios aristotélicos que con mucho esfuerzo y determinación, todavía son abanderados por algunos profesores, aunque sea solo en la teoría.

En la práctica, ser ética y moralmente correcto dentro de éste centro de estudios superiores, se ha vuelto algo mal visto y realmente hasta peligroso, según el criterio de algunos que no están de acuerdo en considerar que la “calidad de la educación” a lo interno de ésta institución, se basa solo en la inversión y ampliación de sus proyectos de acción social e investigación, los cuales no incluyen señalar lo que ésta mal a lo interno para poder ser corregido, debido a que esto sería interpretado como atentar contra el “estatus quo” que ahí impera, olvidando el papel fundamental y su razón de ser dentro de la sociedad que en todo caso es, otorgar al costarricense de a pie una Educación de Calidad, pero en el sentido amplio de la palabra, incluyendo ésta el respeto por los derechos y garantías sociales de todos los seres humanos que laboran y estudian ahí.

Así dentro de la función pública y en éste caso en específico a lo interno de esta universidad, siempre debería de imperar el justo medio, el equilibrio y por ende la equidad; como reflejo de una educación con mayúscula que contribuya al desarrollo de la Nación, siendo partícipes de una sociedad que se proyecta desde la Academia como forjadora de hombres y mujeres críticos en su mayoría, cuestionadores de un sistema que no es estático, porque debe reinventarse cada día.

Entonces, señalar desde ésta perspectiva lo incorrecto, lo no ético y menos moral dentro de la función pública de la Universidad de Costa Rica, no es tarea fácil y menos, cuando es el mismo aparato que se encuentra detrás, el que se siente atacado desde todos los flancos posibles, por el solo hecho de que se critique la base epistemológica en que se sustenta su mal actuar, al relativizar la naturalización de la violencia ejercida contra las mujeres, ya sean estudiantes o docentes y que no puede ser tolerada por más tiempo; donde el (control de la ciudadanía) es fundamental a futuro, más allá de la autonomía universitaria en la que se arropa éste centro de estudios, para los casos de acoso sexual y laboral, los cuales no quedarán exentos de la intervención de los organismos estatales competentes, siendo éstos los encargados al fin de cuentas de hacer el trabajo que a lo interno, nadie quiso hacer.

Porque los hechos que se han venido denunciando desde hace tiempo, no por una ni por dos féminas, sino por un conglomerado de estudiantes, docentes y funcionarias que no se encuentran seguras, estudiando ni laborando dentro de ésta institución no es cosa menor y menos, frente a las máximas autoridades universitarias que deberían de actuar en lugar de pronunciarse con un doble discurso, ante la prensa y otro a lo interno, amparado en dudas que ya a estas alturas no son ni siquiera razonables, son inmorales al igual que las prácticas que ahí se ejercen por algunos depredadores sexuales, donde las víctimas hoy más que nunca, están más allá de toda infamia.

Por ello, la Nación sabe que no existirá equidad social en la Universidad mientras haya ausencia de ética y moral dentro su función pública, reflejo de una educación sin calidad en varias de sus dependencias avaladas y secundadas por un discurso netamente patriarcal, opresor, sexista, misógino y  violento, enfocado hacia cualquier mujer que NO se deje intimidar o acosar y esto, lo expreso como egresada de esa institución ante la cual, jamás guardaré silencio cuando las circunstancias así lo ameriten, porque se puede ver la paja en el ojo ajeno, pero no se está viendo la Viga en el propio.

La baja en la tasa de la matricula en los últimos 10 años en la UCR, no resulta indiferente para nadie y menos, para el propio Estado que necesitará valor, para enfrentar los flagelos y demonios que se cuecen ahí dentro, más allá de cualquier irrealidad donde los hilos siempre se cortan por lo más delgado, a vista y paciencia de quienes tienen la potestad de hacer algo, pero aun así no hacen nada, más que mirar hacia otro lado una y otra vez, quebrantando el principio de Equidad que debería de imperar ante todo, cuando exista una desigualdad más que evidente, ante los ojos de aquellos que han sido testigos de lo que ocurre y que por lo visto, seguirá ocurriendo.

Porque el orden legal aquí se rompió y solo será restablecido, por el actuar de las autoridades externas que saben que la autonomía universitaria: no es compatible con la corrupción y el acoso sexual dentro de la función pública y menos, amparada en un principio de inequidad que no refleja para nada Calidad, en ésta “casa de estudios superiores”…

Fuente del artículo: https://www.elmundo.cr/inequidad-social-en-la-ucr-reflejo-de-una-educacion-ausente-de-etica-y-moral-en-el-ejercicio-de-su-funcion-publica/

 

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