El error como herramienta de enseñanza y aprendizaje

10 de enero de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com/

Por: Mario de Jesús González

El error es usualmente considerado como algo malo, algo que denota la ineptitud de parte de los alumnos, haciendo que, el hecho de equivocarse sea visto por éstos como un tabú. El error es fundamental para que los niños puedan aprender, ya que se les puede “enseñar” que existen algunas acciones o situaciones impredecibles, de las cuales nadie está exento de que ocurran. Por ello, hoy se hace perentorio cambiar este paradigma, hacia la necesidad de considerar el error como la puerta del aprendizaje.

Giordan, (1985). En el interés didáctico de los errores de los estudiantes, sostiene que el problema del error, se vincula al problema de la verdad y de la fuente última del conocimiento. Doctrina propuesta por Sócrates, según la cual el hombre puede errar individual y colectivamente; pero debe aspirar a la verdad objetiva examinando sus errores mediante la autocrítica y la crítica racional

En este mismo sentido, Jean Pierre Astolfi, (2000) afirma que “solo dejan de equivocarse los que no hacen nada”. La vida diaria de los seres humanos está llena de errores. Toda persona comete errores, es decir, se equivoca al no hacer lo correcto en las diferentes actividades que realiza. Suele pasar la mayoría de las veces sin darse cuenta de que es un error, por lo que se sigue haciendo hasta que llegan las consecuencias. Sin embargo cada error tiene un aprendizaje.

La visión que se da al error en las instituciones educativas cambia por completo. Cuántas veces se hace del error una fuente de angustia, de estrés y hasta de violencia. En cuántas ocasiones se pregunta, o se pasa a un alumno al tablero, y con el simple tono de voz que se utiliza, causa situaciones en los estudiantes que se podrían traducir en un olvido de la respuesta, causado por el temor que se infunde o el miedo a cometer errores. Además, como existe ésa contienda permanente que pretende que cada grupo sea el número uno, el que mejor se desempeña, el que sería el reflejo de lo que se espera del mundo ideal; perfecto para el maestro, entonces, no se consiente la idea de caer en el error.

Es oportuno considerar, el hecho que el alumno se equivoque y que tenga consciencia de ello, porque esto sirve como punto de partida para enfocar el rumbo del proceso escolar. Es más importante enseñar a conciencia, para saber qué aprenden los estudiantes. Además, es tiempo de acabar con el síndrome del marcador rojo, utilizado para resaltar lo malo, por la rotulación que produce en los estudiantes, mucho menos que reciten lo que aprenden, sabiendo que se puede aprender del error, de la misma manera en que la práctica hace al maestro. Pues nadie es perfecto. Así que es tiempo de dejar de lado la idea de que los errores en el proceso de enseñanza y aprendizaje son uno de los mayores problemas que afronta la educación, ya que se puede hacer del error una nueva manera de acceder al conocimiento.

Neus Sanmartí, (2000) en El error en el proceso de enseñanza, sugiere estimular la expresión del error mediante un clima de aula no amenazador, donde no exista ese sumergimiento al fallo, que toda cultura castiga por haberlo cometido. A cambio, exhorta a brindar la oportunidad a quien aprende, para que pueda participar con libertad, donde sienta que sus ideas son escuchadas, donde pueda desarrollar capacidades, que propendan por la superación de estos obstáculos.

Así queda un gran desafío para la academia escolar en cuanto a metodología y didáctica se refiere, para utilizar el error que cometen los estudiantes como materia prima del desarrollo del aprendizaje. Pero esto requiere una postura profesional del docente, que reflexione respecto a las prácticas y métodos que se utiliza en el aula, pues, de alguna manera inciden en el tipo de errores que cometen los estudiantes, por ello, se debe dar sentido al aprendizaje, marcando la diferencia entre lo que se aprende de manera significativa y entre una decepción escolar.

Fuente artículo: http://blog.tiching.com/error-herramienta-ensenanza-aprendizaje/

Comparte este contenido:

Una evaluación al servicio del conocimiento y del aprendizaje

06 de diciembre de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com

Por: Mario de Jesús González

La evaluación de los aprendizajes de los estudiantes es una pieza fundamental, ya que pone a prueba los principios, finalidades y propósitos del sistema educativo, al igual que los principios pedagógicos que dan sentido a la acción de los docentes. Se convierte así en un término polisémico, según cómo se constituya la relación sujeto – objeto en el proceso de producción de saberes.

Algunos autores han estudiado la evaluación a través de la Historia. Ésta se podría definir como un proceso sistemático y continuo que recoge, organiza y analiza información, mediante unas técnicas, instrumentos y criterios, frente a los cuales emite juicios de valor. Se entendería como la práctica que determina si lo que se está haciendo con el proceso está bien o no, luego de emitir juicios sobre los logros.

Uno de los retos de los docentes de hoy frente a la evaluación escolar tiene que ver con la transformación de los modelos tradicionales: se parte de unos procesos evaluativos centrados en examinar y calificar, y se va hacia el modelo de la evaluación formativa. O como lo refieren Dochy, Segers y Dierick (2002), pasar de la “cultura del examen” a la “cultura de la evaluación”, encaminados hacia el mejoramiento de la práctica docente, y por ende mejorando el aprendizaje de los estudiantes.

Al evaluar se busca valorar el desarrollo del estudiante durante el proceso de adquisición de saberes, a través de un seguimiento permanente que permita determinar los avances que ha obtenido con relación a diferentes elementos:

  • Los objetivos propuestos.
  • Los saberes que ha adquirido o construido.
  • El grado de apropiación que ha hecho de estos conocimientos.
  • Las habilidades y destrezas que ha desarrollado.
  • Las actitudes y valores que ha asumido hasta su consolidación.

Para ello es indispensable entender que evaluar y calificar son dos procesos completamente diferentes. Debemos tener claro que la evaluación no debe estar en función de una nota calificación, sino que debe actuar al servicio del conocimiento y el aprendizaje, aunque se requiera la sistematicidad de una notas como evidencia física de los desempeños de los estudiantes.

El principal propósito en el sistema de evaluación de los estudiantes es lograr una transformación en la calidad de la educación, por lo que se hace necesario establecer las condiciones legales para que cada institución educativa pueda mejorar la calidad del aprendizaje de los estudiantes, mediante el establecimiento de unas técnicas e instrumentos, con sus respectivos criterios de evaluación, para su posterior y acertada promoción.

La razón de ser de la evaluación en la escuela es servir a la acción, entendida como un punto de vista formativo en el proceso educativo, y que debe estar permeada por un diálogo permanente que involucre los procesos de enseñanza y evaluación. En estos se debe priorizar la retroalimentación formativa, en el sentido, no para decir si está bien o mal, sino para orientar al estudiante en el reconocimiento de los desempeños con dificultades, darle las herramientas que ayuden a superar estos obstáculos que impiden mejorar el aprendizaje. No podemos olvidar tampoco la metacognición, que brinda la capacidad para discriminar, valorar, criticar y decidir entre lo que considera que tiene un valor en sí y que carece de él, a fin de convertir la evaluación en una fuente de conocimiento y de aprendizaje.

Fuente artículo: http://blog.tiching.com/una-evaluacion-al-servicio-del-conocimiento-y-del-aprendizaje/

Comparte este contenido:

5 claves para cambiar el rol del docente en el aula

25 de octubre de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com

Por: Mario de Jesús González Cano

A menudo se crean expectativas positivas o negativas de parte de algunos docentes con respecto a sus estudiantes. Es común encontrar en las clases, un grupo pequeño de alumnos “brillantes”, que interviene casi siempre, y otro pequeño grupo, cuyos integrantes se tornan más “lentos”, y casi nunca participan. Consecuencialmente, los estudiantes de altas expectativas suelen recibir muchos elogios, y los demás muchas críticas, provocando una baja en su motivación, aparte de crearse un sentimiento discriminatorio respecto al resto de la clase.

No se puede desconocer que tanto los profesores como los padres de familia en algún momento han marcado la vida de estos niños, con relaciones verticales de poder y han logrado reprimirlos, coerciendo sus deseos al negarles la oportunidad para pensar y actuar con libertad y autonomía. Esta libertad y autonomía se debería fomentar a través de la enseñanza de hábitos y la promoción de las habilidades necesarias para su pleno desarrollo desde temprana edad.

En este sentido, Philippe Mierieu invita a asumir el reto escolar sobre la concepción del rol de maestro desde el ser, y el deber ser, especialmente con niños de primaria. Si se retoma la historia de Frankenstein y Pinocho en el libro Frankenstein educador (Mierieu, 1998), se encuentra que como docente muchas veces no se es consciente de la labor formativa y se limita únicamente a la transmisión  de conocimientos, sin tener en cuenta la idea básica que encierra el concepto de “educación”. Este concepto se enmarca en la reflexión constante, de tal manera que permite al maestro reinventarse de acuerdo al contexto, además de tener en cuenta que el proceso educativo lleva consigo una relación entre humanos y como tal determina o posibilita su desarrollo, por lo que no habría posibilidad de contemplar la educación como un proceso de fabricación.

Mieriu hace referencia al papel del maestro y al papel del alumno, y a la relación existente entre estos, además del sentido de la educación. Cuestiona la educación como proyecto de dominio del sujeto y del control de su destino.  Esta idea es fundamental e importante en la medida en que, en algunos casos, la preocupación del maestro al momento de transmitir ciertos conocimientos estaría generando una involuntaria “fabricación del otro”, sin contar su adaptación a los cambios generacionales para dar espacio a la innovación y a la posibilidad de abandonar los viejos paradigmas pedagógicos.

Hace también alusión a la falla del docente cuando pretende que sea el alumno quien se adapte a sus prácticas, en vez de estar dispuesto para ajustarse a las necesidades o exigencias que el otro (estudiante) presenta. Reconoce además que la educación permite al hombre ser hombre, por lo que no se debe convertir en un procedimiento de elaboración que termine considerando al alumno como elemento estático, sin un contexto específico y sin un universo cultural.

Así, exhorta a recordar que, como educador, se está formando personas y no objetos inanimados, los cuales con sus características, cualidades y defectos, alientan a que se les brinde lo necesario para que como seres humanos puedan hacerse obra de sí mismos, a la vez de ser capaces de adquirir destrezas para desenvolverse en sociedad, desarrollando al máximo cada una de sus capacidades. Propone también las siguientes claves necesarias para ayudar a cambiar el rol del docente en el aula:

  1. Asumir la pedagogía de tal manera que los estudiantes realmente entiendan, generando aprendizajes significativos aplicable a su cotidianidad.
  2. Fomentar el pensamiento crítico y creativo, en vez de limitarse únicamente a una simple transmisión de conocimientos.
  3. Ser un guía permanente que conduzca al alumno hacia una educación efectiva.
  4. Mantener una relación dialógica con los estudiantes, evitando mecanismos autoritarios y su robotización.
  5. Implementar la evaluación formativa como estrategia que propenda mejorar el aprendizaje de los estudiantes.

Fuente artículo: http://blog.tiching.com/5-claves-para-cambiar-el-rol-del-docente-en-el-aula/

Comparte este contenido:

Un cambio de paradigma para la escuela del siglo XXI

27 de septiembre de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com

Por: Mario de Jesús González Cano

Cuando se habla de innovación en la escuela, se hace referencia al hecho de ser creativos, el cambiar las viejas prácticas pasando por una transición de lo conocido hacia lo que no lo es, pero en busca de la transformación del acto educativo. Esto implica pasar a  la acción, lo que para algunos docentes se podría tornar incómodo.

Si se hace un ejercicio reflexivo y crítico de la película-documental La Educación Prohibida, se pueden encontrar elementos en los que se debate las formas de la educación moderna. En ella se propone la necesidad de un nuevo paradigma educativo y se cuestiona el sistema tradicional, que carece de condiciones frente a las diferencias y plantea un escaso ofrecimiento para lograr una educación de calidad, al no incluir algunos tópicos que refieren la formación del ser desde sus capacidades e intereses.

La escuela de hoy está caracterizada e identificada desde la aplicación de un modelo conductista, en el que se establecen unos parámetros que mantienen el estado de confort de muchos actores de la educación, quienes a su vez desvalorizan el uso de la palabra de los estudiantes generando resentimiento y exclusión. Unos estudiantes que anhelan avanzar hacia una educación integral, en la que se les integre fundamentalmente como personas.

Aunque existe de parte de algunos docentes cierto temor para arriesgarse a pasar de lo predecible hacia lo impredecible, es hora de traspasar ese paradigma hacia el deseado cambio. Un cambio que debe partir desde las aspiraciones de cada uno, en ese afán de innovar desde el aula de clase. Sería reflexivo acogerse a las palabras de Einstein, que invitaba a “no hacer siempre lo mismo, si se busca resultados diferentes”, pero, primordialmente, se deben hacer las cosas con gusto y con el corazón.

La sociedad del siglo XXI vive en continuo cambio, y con ella también el conocimiento. La llamada Sociedad del conocimiento implica cambios profundos que involucran nuevas demandas cognitivas y nuevas capacidades. Por ello, requiere nuevas formas de enseñar y nuevas formas de interactuar en la escuela. Los centros educativos no deben estar ajenos, más aún cuando se cuenta con estudiantes con ritmos y necesidades diferentes, y que requieren una atención desde las diferencias.

¿Por dónde empezamos?

Es tiempo de cambio, y ese cambio debe comenzar con la forma de concebir al estudiante.Es tiempo de hacer un miramiento a ese ser que se desarrolla individual y colectivamente, reconociéndolo como sujeto que requiere, no solo ser acogido como persona a quien impartirle conocimiento, sino también una persona sedienta de afecto y orientación desde sus potencialidades y necesidades. Así que se hacen necesarios procesos para generar oportunidades de transformación positiva y crear espacios de formación, donde la educación crezca de la mano con un estudiante humanizado.

Por esta razón, se exhorta pensar en un Nuevo Paradigma Educativo de la EducaciónUnparadigma que dimensione al estudiante como un individuo con derechos incluyendo su valor intrínseco. Un ser humano a quien se le respete como persona autónoma para desempeñarse y tomar decisiones, con un respeto enmarcado desde la espontaneidad individual a través de la acciones. Un ser a quien se eduque con sentido desde la libertad, sin descuidar sus límites, a quien se le brinde una razón de ser con coherencia de criterio y ejemplaridad, para que se sienta acompañado y atendido desde su integralidad de acuerdo con sus necesidades e intereses propios.

Es imprescindible el rol que desempeña el maestro de hoy, incluyendo sus retos y desafíos. Se requiere un docente actualizado y preparado para enseñar a pensar, un docente con vocación de servicio, apasionado y motivado por el interés de un alumno que aprende. Un educador que acompañe los procesos de búsqueda hacia la innovación partiendo de lo que le ofrece el entorno social, y lo que se puede desarrollar desde la libertad.

De esta manera, se podría afirmar que se está trabajando en la búsqueda del cambio, un cambio que surja desde el maestro, desde su actitud, desde esa transformación personal, como cambio paradigmático que avance hacia el bienestar del ser humano y que conlleve a la formación de seres autónomos, libres, críticos y constructores de futuro.

Fuente noticia: http://blog.tiching.com/cambio-paradigma-la-escuela-del-siglo-xxi/

Comparte este contenido:

Nuevo paradigma de enseñanza y aprendizaje en los nativos digitales

Por: Mario de Jesús González Cano

Considerando las características de los estudiantes de hoy, se podría notar el ambiente digital en que se hallan inmersos. De igual manera, es menester la adecuación de un modelo de enseñanza acorde para conseguir aprendizajes significativos.

Los estudiantes de la nueva era representan esa parte de las generaciones nacientes bajo la influencia de las tecnologías, y por consiguiente, se pasan la mayor parte de su tiempo frente al computador, televisor, escuchando música, navegando en la red, chateando, e idiotizados frente a sus celulares. Actualmente, la vida social de estos estudiantes pasa por un proceso de transformación; se limitan al uso de toda clase de herramientas de la era digital, piensan y procesan la información de manera diferente a la de los antecesores y cambian en la manera de percibir el mundo y de interactuar en él.

Según Rosler, (2012), diversas clases de experiencias conducen a diversas estructuras cerebrales. Debido a la probabilidad de que los cerebros modernos hayan cambiado tanto físicamente que se puedan considerar diferentes al de los antepasados, se les llama Generación Digital o nativos digitales, por aquello de ser nativos de la lengua digital, de juegos por computadora, vídeos, internet… Los que no nacen en esta era, pero tiene algún contacto con la nueva tecnología, a la que se insertan en la medida en que la necesitan, se les llama los Inmigrantes Digitales. Se genera así una brecha entre ambas generaciones por el hecho de que, como inmigrantes, no se posea la habilidad para utilizar las tecnologías con propiedad y se adapte al ambiente de forma también diferente, conservando cierta conexión con el pasado (acento), haciendo que los inmigrantes a diferencia de los nativos se vuelvan reacios y temerosos a lo desconocido.

Evento que se convierte en una situación seria en el campo de la educación, una vez que los docentes inmigrantes digitales se enfocan bajo la perspectiva de una lengua anticuada (de la edad pre-digital), a través de la cual afrontan una lucha al enseñar a una población que habla perfectamente una nueva lengua, que recibe información de una manera realmente rápida (prefieren gráficos antes que el texto) y que funciona mejor cuando trabaja en red.

Desafortunadamente, los inmigrantes digitales aprecian poco estas nuevas habilidades de los nativos digitales por considerarlas casi totalmente extrañas para ellos, debido a que la metodología de su aprendizaje fue muy diferente. Ahora se enfrentan a lo desconocido, que además es considerado como entretenimiento para sus estudiantes, lo que hace que se ignore la idea de que los nativos digitales puedan aprender mientras se divierten y con el uso de las nuevas tecnologías.

Estas herramientas tecnológicas no solo han modificado la forma de interactuar, sino que han provocado un cambio cultural, haciendo que los estudiantes de la actualidad usen las tecnologías de manera cotidiana y natural y tengan que vivir con sus celulares a toda hora, escuchar música, comunicarse por medio de Messenger, mensajes de texto, correos electrónicos, Facebook, WhatsApp…

Ahora, si bien es cierto que los estudiantes nacientes en la era digital y con el smartphone en la mano tienen muchas habilidades en el manejo de las nuevas herramientas tecnológicas (dentro de lo más relevante entre las acciones que estos realizan se podrían mencionar el ingresar fotos, videos e información a la web), pero una gran mayoría no sabe realmente cómo utilizar adecuada y correctamente las redes sociales, sobre todo cuando hacen público lo que no debe ser, comprometiendo su privacidad  y terminando involucrados fácilmente en ciberacoso o ciberbullying, entre otros.

Es ahí donde hogar y escuela deben intervenir en educar, enseñar y ser ejemplo de un adecuado uso de las redes sociales, para fomentar la creación de una buena identidad digital, incluyendo la adaptación al uso tradicional de un lenguaje “formal” para lograr una adecuada forma de comunicarse entre sí. Pero, primordialmente, acogerse a los nuevos retos de la educación en la sociedad de la información, generando políticas que conlleven a un cambio de paradigma educativo, que conduzca a la transformación de los docentes hacia el aprendizaje de una nueva forma de interactuar en la lengua y el estilo de sus estudiantes, enfocando los contenidos a una era distinta (digital y tecnológica).

Fuente: http://blog.tiching.com/nuevo-paradigma-de-ensenanza-y-aprendizaje-en-los-nativos-digitales/

Comparte este contenido: