El cercano colapso

Por: Manuel Martínez Morales. 

¿Qué  es el universo? Y tú me lo preguntas. En tanto, impasible, contemplo la invasión de cucarachas y la danza de los cazadores del rinoceronte blanco  luciendo en sus cabezas cuernos de la noble bestia. Estúpidos creyentes en  que su perenne docilidad los resguardará  del acechante colapso que se avecina para acabar con la última mandarina sobre la tierra.

Dicen que las cucarachas, sobreviven a casi todo. Los hombres y mujeres pobladores de este planeta, no siendo cucarachas, musitamos de cuando en cuando una plegaria de amor esperando conjurar la cercana catástrofe. Sin embargo todavía es posible contar la historia de un solitario átomo de carbono, que viajando de aquí para allá,  contribuye a la fotosíntesis y su maravilloso devenir caótico, a punto de ser interrumpido por los bárbaros.

No los perdones Señor, porque bien saben lo que hacen. Carbono eres, ¿y en carbono te convertirás? No me respondas ahora. Hazlo cuando las cucarachas invadan tu ciudad y el inocente rinoceronte blanco no aparezca más en el horizonte.

El colapso está próximo pero, vencidos por la ceguera inducida por la sociedad de consumo, no lo advertimos. Aun cuando estudiosos serios, como David Korowicz, sostienen que el carácter interconectado de la economía global, las comunicaciones instantáneas y el flujo de finanzas, junto con grados extremos de especialización económica y tecnológica, han multiplicado las posibilidades de un fallo masivo del sistema, a lo que habría que agregar las secuelas de la deuda financiera y de la sucesión de burbujas correspondientes.

Así pues, los sistemas complejos se hallan relacionados entre sí, de tal suerte que un fallo en uno de ellos tiene un efecto caótico sobre los demás, circunstancia particularmente relevante en una economía globalizada como la del momento presente. Ya que cuando las cantidades disponibles de recursos y de energía no permiten mantener los niveles de complejidad, la civilización empieza a consumirse, a tomar prestado del futuro y a nutrirse del pasado, preparando el camino a una eventual implosión planetaria. (Carlos Taibo: Colapso. Capitalismo terminal, transición ecosocial, ecofascismo. Los libros de la catarata. 2016)

Baby you don’t know, baby you don’t know my mind…when you see me laughing, laughing just to keep  from crying.

Entonces será el tiempo de los buitres que no tendrán más alimento que el cadáver de Wall Street, y los restos financieros consecuencia del cambio climático; será el tiempo del chirriar de dientes de los amos del mundo que ni siquiera construyeron un bunker para resguardarse, creyendo que los recursos planetarios eran infinitos y siempre a su disposición. Sin imaginar el inmenso ejército de desposeídos y hambrientos que alcanzará los billones, para entonces declarados en rebeldía pues ahora sí, literalmente, el alimento ya no alcanzará para todos.

Las fábricas paradas, las ciudades convertidas en inmensos y oscuros estacionamientos pues también la energía será objeto de disputa, por su escasez. Millones de seres migrando, ya por la imposibilidad de defenderse del frío o por las sequías o inundaciones que les harán imposible vivir en el lugar que siempre habitaron. Hordas en busca de refugio y de un mendrugo de pan.

Será entonces el tiempo de la última carcajada de la cumbancha.

Espero vivir para contarlo. ¿A quién?

Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.

Fotografía: creepypastas

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/el-cercano-colapso/

Comparte este contenido:

Ciencia y luz|Leyes naturales

Por: Manuel Martínez Morales

Para muchas personas la palabra filosofía se asocia con una actividad más bien ociosa (“El ocio es la madre de toda filosofía”: F. Nietzsche). Se identifica el filosofar con un ejercicio mental puramente especulativo, muy alejado del contexto del pensamiento científico moderno. Repetidas veces se ha anunciado el fin de la filosofía y su sustitución por las ciencias positivas; sin embargo, hoy en día, el reflexionar filosófico es necesario más que nunca para nuestra práctica como seres humanos.

Según se desprende de sus raíces etimológicas, la filosofía es amor a la sabiduría, pero el filosofar debe entenderse como una segunda reflexión sobre el mundo, nuestras acciones y nuestro pensamiento. El objetivo de las ciencias es proporcionar conocimiento de cosas y fenómenos, mientras que la filosofía brinda una guía para el conocimiento y la acción, que si bien por una parte se sustenta en el conocimiento positivo suministrado por las ciencias, recurre también a postulados y conceptos metacientíficos. Para algunos pensadores la filosofía es una actividad intelectual que permite, en un momento dado, establecer una línea de demarcación entre el conocimiento científico y el no científico (ideológico).

Marco subjetivo

Para acercarnos al modo de actuar de la filosofía consideremos brevemente algunas reflexiones sobre el significado de “ley natural”. En un sentido familiar la palabra ley la entendemos como regla obligatoria y necesaria, o bien como condiciones necesarias que derivan de la naturaleza de las cosas, por ejemplo, la ley de la gravedad. En un sentido más preciso el célebre físico Erwin Schrödinger refiere en su libro ¿Qué es una ley de la naturaleza? lo siguiente:

¿Qué es una ley de la naturaleza? La respuesta, en realidad, no parece muy difícil. Al despertar la conciencia superior del hombre, éste se encuentra en un medio cuyos cambios son de la mayor importancia para su bien o para su mal. La experiencia –primero la experiencia no sistemática de su diaria lucha por la vida y después la experiencia obtenida del experimento científico sistemáticamente planeado– le muestra que los procesos que se efectúan en su medio no se suceden de manera arbitraria y caleidoscópica, sino que presentan una notable regularidad. El hombre trata entonces, arduamente, de penetrar en la naturaleza de esta regularidad, pues su conocimiento sería enormemente ventajoso para él en su lucha por la vida.

Cuando el hombre sintetiza y describe las regularidades que ha percibido en la naturaleza, se dice que ha encontrado una ley. Simplificadamente podemos afirmar que el reflexionar filosófico revela que las leyes naturales y la actividad mediante la cual se las alcanza están basadas en ciertos principios y postulados –generalmente no explícitos– que no son demostrables por medio de procedimientos científicos, sino que éstos presuponen aquéllos. Esto significa que las leyes naturales, más que ser condiciones necesarias que derivan de la naturaleza de las cosas, son síntesis descriptivas muy generales que no dependen sólo de las cosas en sí mismas, sino también, de manera importante, del marco subjetivo en que dichas cosas se ordenan o clasifican.

Carácter estadístico

Respecto a lo dicho en la cita precedente, veamos un ejemplo discutido por Schrödinger en la obra ya mencionada. Mediante el estudio de las propiedades de los gases se ha llegado a establecer una ley que relaciona –con bastante precisión– temperatura, presión y volumen de un gas contenido en un recipiente. El gas está formado por millones de moléculas en movimiento que chocan unas con otras y con las paredes del recipiente. La interpretación clásica de la teoría de los gases dice que la relación exacta observada entre temperatura, presión y volumen se deriva del comportamiento de esos millones de moléculas cuyas posiciones y velocidades, en un momento dado, no podemos observar. Sin embargo, aunque inobservables, se suponía que esos millones de movimientos siguen un comportamiento bien determinado por las leyes de la mecánica, la cual da origen a la regularidad observada microscópicamente.

Schrödinger –y antes que él Franz Exner– demostró que las leyes de los gases eran sólo una regularidad estadística resultante de un movimiento desordenado de las moléculas del recipiente:

Aunque hemos descubierto que las leyes de la física son de carácter estadístico, lo que no implica necesariamente la determinación estrictamente causal de los procesos moleculares individuales, […] la opinión general es que, en realidad, descubriríamos que el proceso individual –por ejemplo, la colisión de dos moléculas de gas– está determinado por una rígida causalidad.

El ingrediente infaltable

Lo expresado en la cita previa significa que no es necesario postular un orden primario para explicar las regularidades observadas en la naturaleza. Una regularidad puede explicarse también como la resultante estadística de procesos primarios esencialmente aleatorios, es decir, caóticos, no ordenados. La suposición de que el mundo sea esencialmente ordenado es una proposición metacientífica, es decir, filosófica. Dice Schrödinger:

Es perfectamente posible que las leyes de la naturaleza sean en conjunto de carácter estadístico. La ley absoluta residente detrás de la ley estadística, y tenida por evidente en la actualidad por casi todo el mundo, va más allá del ámbito de la experiencia. Tal doble fundamento del curso ordenado de los acontecimientos de la naturaleza es improbable en sí mismo.

En todo conocimiento que damos por seguro siempre ponemos más de lo que realmente conocemos: el condimento filosófico. Este ingrediente siempre está presente aunque no lo admitamos, es el que determina la interpretación que damos al conocimiento y, por tanto, la vía para su validación o su invalidación.

Fuente: https://www.diariodexalapa.com.mx/cultura/ciencia-y-luzleyes-naturales

Comparte este contenido:

La negativa confrontación pública-privada

Por: Manuel Martínez Morales

Este artículo es la versión periodística de una resolución que preparé para el congreso de la Federfación de enseñanza de CCOO Aragón celebrado el 18 de marzo.

El reciente acuerdo político relativo a la posible no concertación de hasta 28 unidades escolares de Educación Infantil en la enseñanza concertada aragonesa ha reabierto el eterno debate pública-privada, con la consiguiente tensión que dicho debate produce entre los trabajadores y los usuarios de ambas redes. Detractores y defensores de la red pública y de la concertada, tanto del mundo político como sindical, han comenzado a plantear múltiples razones y argumentos, muchos justificados, otros peregrinos y casi todos atravesados por un filtro ideológico, excesivamente sesgado, que tacha de izquierdas a los defensores de la enseñanza pública y de derechas a los que apoyan a la concertada. Y sin embargo, como casi todo en esta vida, nada es blanco ni negro porque, afortunadamente, está recorrido por una amplia gama de grises que justifican la existencia de esta sociedad plural y mestiza por la que muchos apostamos.

El debate sobre el modelo, sobre la planificación educativa, sobre los límites del derecho a la libertad de elección de centro, etcétera, es siempre necesario porque ayuda a contextualizar esos grandes principios a la realidad escolar concreta; pero la confrontación pública-privada es negativa y además, históricamente, ha perjudicado a la enseñanza pública y a los sindicatos de clase.

Desde el sindicalismo confederal y de clase que representamos CCOO, hacemos una apuesta clara por la enseñanza pública, lo que se concreta en nuestra permanente demanda de más y mejores infraestructuras, de más y mejores equipamientos y recursos educativos y de más y mejores condiciones laborales para todos los trabajadores y trabajadoras de la enseñanza pública. Conseguir esos objetivos es para nosotros la mejor defensa de la enseñanza pública. La defensa de la enseñanza pública conlleva también la exigencia en los períodos de escolarización de que se priorice la escolarización en los centros públicos si hay más oferta que demanda de plazas escolares en aquellas zonas educativas donde convivan centros públicos y concertados.

Pero la defensa de la enseñanza pública no oculta a los sindicatos confederales y de clase, el reconocimiento de que muchos centros concertados cubren necesidades de escolarización a las que no puede dar respuesta la red pública y tampoco nos oculta que la escolarización del alumnado con necesidades de apoyo educativo se realiza de forma mayoritaria en la red pública, siendo éste uno de los elementos que más tensión genera entre ambas redes, por ello venimos exigiendo que todos los centros concertados escolaricen en pie de igualdad con los centros públicos al alumnado con necesidades de apoyo educativo. Nuestra condición de sindicatos de clase exige, en otro orden de cosas, la defensa sin ambages de los trabajadores y trabajadoras; de todos, los de la red pública y los de la concertada, lo que nos lleva a oponernos a medidas que supongan la supresión injustificada de puestos de trabajo en cualquiera de las redes o, en todo caso, nos lleva a exigir fórmulas que permitan la recolocación de aquellos trabajadores y trabajadoras que se vean afectados por la pérdida de su empleo.

Como vemos, desde el sindicalismo de clase al que yo me adscribo, el binomio pública-concertada y los problemas que este binomio genera en el sistema educativo está recorrido por una amplia gama de grises cuya resolución ni es fácil, ni puede alcanzarse de forma unilateral desde una de las partes: Administración educativa, patronales, sindicatos, familias, partidos políticos… Una vez más hay que sentarse en torno a una mesa y hablar, una vez más el diálogo social puede convertirse en el mejor antídoto frente a la confrontación. Tenemos que ser conscientes, de que en la educación aragonesa la confrontación enseñanza pública-enseñanza privada vuelve a producir una grave problemática que puede desembocar en una nueva guerra escolar que debemos impedir por todos los medios, en beneficio del sistema educativo aragonés en general y de la enseñanza pública en particular.

Hay que buscar soluciones en el marco del diálogo, liderado por el departamento de Educación del Gobierno de Aragón que puede y debe convocar a todos los Sindicatos de Enseñanza, a las Patronales y a las organizaciones representativas de las Familias para que constituyan de manera inmediata las mesas de diálogo social y de negociación que procedan, con el objetivo de buscar una salida razonada y razonable a la crisis que se está generando en el sector educativo aragonés. Diálogo, que a mi juicio deberá buscar el equilibrio entre varios aspectos: necesidades reales de escolarización que producirán la necesidad de unidades para concertar; datos reales de la población en edad escolar (3 años) y de su disminución cierta y persistente; conveniencia de reducir la ratio alumnos/aula en todos los niveles educativos pero especialmente en la Educación Infantil; atención equitativa en ambas redes del alumnado con necesidad específica de apoyo educativo; garantía de gratuidad real de las enseñanzas objeto del concierto y preservar los puestos de trabajo de los trabajadores afectados.

*Sindicalista de CCOO, profesor y abogado

Comparte este contenido:

La libertad como premisa de la Educación

Por: Manuel Martínez Morales

La libertad es la celda creada

por la imaginación colectiva que compartes.

Luis Cardoza y Aragón: Dibujos de ciego.

Si aceptamos, como dice este escribiente, que la educación es el proceso mediante el cual los seres humanos aprendemos a “estar mejor en el mundo”; es decir, el proceso mediante el cual adquirimos no solamente destrezas y competencias necesarias y adecuadas para sobrevivir, sino también los conocimientos y valores indispensables para comprender el entorno natural y social en que nos ha correspondido vivir, con el fin de alcanzar una vida buena y una existencia útil y feliz, entonces podríamos concluir que para educarse se debe comenzar por ser libre y el proceso educativo debe, por tanto, desarrollarse abriendo amplios espacios de libertad individual e intelectual.  Por consiguiente, la educación debe fundamentarse en la libertad y tiene que fomentarla y alentarla  en todas sus dimensiones. De otra manera, como se avizora, se estaría conformando una sociedad de autómatas eficientes, competentes para lo que desean quienes diseñan los procesos educativos: los dueños del poder económico y político.

¿Qué es la libertad? La libertad es la conciencia de la necesidad, respondía sabiamente Carlos Marx. La necesidad propia y ajena, la necesidad individual y la que se expresa socialmente, así como las necesidades materiales y espirituales, complementa el escriba.

¿Y cómo se alcanza esta libertad?

El poeta Luis Cardoza y Aragón en una de sus obras afirma: “Para escribir libremente debes principiar por ser libre, no por el anhelo de escribir libremente. ¿Cómo ser libre si sólo es hacedera la libertad tolerada para que no atentes contra los muros rígidos y las fosas más profundas que el silencio? ¿Quién es libre?”

En el terreno de la teoría y práctica de la educación destaca, en este sentido, La educación como práctica de la libertad, obra del pedagogo brasileño Paulo Freire, en la cual  el autor se plantea la idea de educar, en medio de grandes transformaciones que se suscitaron en Latinoamérica, principalmente en la segunda mitad del siglo xx. La verdadera educación, según Freire, consiste en el accionar del hombre, y para eso necesita reflexionar y transformar el mundo, siendo un sujeto activo. Además, considera que no hay que adaptarse a las sociedades sino transformarlas y considera que todo cambio es necesario para el fortalecimiento social. La conciencia crítica posibilita integrarse a una sociedad en transición que se contradice y cambia. Ayudar al hombre y recuperarse es el principal objetivo, haciéndolo partícipe de sus propios problemas, negando la política asistencialista  que limita la capacidad de responsabilidad del individuo.

De acuerdo con esta concepción, la educación de las masas es el problema fundamental de los llamados países en desarrollo, una educación que, liberada de todos los rasgos alienantes, constituya una fuerza posibilitadora del cambio y sea impulso de libertad. Sólo en la educación puede nacer la verdadera sociedad humana y ningún hombre vive al margen de ella. Por consiguiente, la opción se da entre una educación para la domesticación alienada y una educación para la libertad. Educación para el hombre-objeto o educación para el hombre-sujeto. El autor considera que dentro de las condiciones históricas de la sociedad es indispensable una amplia concienciación de las masas que a través de una educación haga posible la autorreflexión sobre su tiempo y su espacio. Está hondamente convencido de que la elevación del pensamiento de las masas comienza exactamente con esta autorreflexión que los llevará a la consecuente profundización de su toma de conciencia y de la cual resultará su inserción en la historia, no ya como espectadores, sino como actores y autores. La pedagogía de Paulo Freire es, por excelencia, una pedagogía del oprimido, que no postula modelos de adaptación ni de transición de nuestras sociedades, sino modelos de ruptura, de cambio y de transformación total. La alfabetización, y por consiguiente toda la tarea de educar sólo es auténticamente humanista en la medida en que procure la integración del individuo a su realidad nacional, en la medida en que pierda el miedo a la libertad: en la medida en que pueda crear en el educando un proceso de recreación, de búsqueda, de independencia y, a la vez, de solidaridad.

Es absolutamente claro que en nuestro país toda la oleada de “nuevos modelos educativos”, que comenzaron a implantarse en América Latina -por mandato de los jefes del imperio- a partir de la dictadura militar encabezada por Augusto Pinochet, tiene precisamente como objetivo coartar la libertad de individuos y sociedades para que no se atente contra los muros rígidos y las fosas más profundas que el silencio, como decía el poeta.

Esta circunstancia que pasa mayormente desapercibida para los especialistas en educación tiene graves consecuencias para el presente y el futuro de la nación. Aunque algunos de ellos ya lo advierten, como lo hace el profesor Hugo Aboites, Rector de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Dice Aboites: “La preocupación del gobierno y la sociedad mexicana por Trump seguirá siendo incompleta si se limita a la paridad peso-dólar, tratado de libre comercio, muro fronterizo y eventual deportación de cientos de miles de mexicanos. Nos es vital tener en cuenta, además, varias lecciones que ya se perfilan en el terreno cultural-educativo.

La primera consiste en constatar que estamos frente a un proceso cultural muy profundo. No es casual la irrupción triunfante de un discurso tan insólitamente burdo y agresivo como el de Trump y, peor aún, tampoco que pueda ser retomado y premiado con el nivel más alto de confianza –la Presidencia– que un país puede dar a un individuo. Que se encumbre a un personaje que se enorgullece de meter la mano en la entrepierna a las mujeres, que estereotipa e insulta a los mexicanos, que actúa como un perdonavidas arrogante que desprecia la historia de luchas de las minorías, no es un accidente; expresa una arraigada cultura machista y xenófoba que se está fortaleciendo en Estados Unidos y en otros países como parte del avance de la derecha y consecuencia del despojo que para muchos implicó la llegada de la avalancha neoliberal.

La segunda es que esa expresión cultural no es fruto de la desinformación o ignorancia. Estados Unidos es un país donde lo que menos ha faltado es escolaridad: nueve de cada diez adultos cuenta por lo menos con educación media superior; en México, poco más de tres. Tiene un poderoso sistema público-privado de ciencia y tecnología, prestigiadas universidades, centros de investigación social, artistas, escritores, agudos intelectuales.

La tercera, derivada de la anterior, es que se trata de un fenómeno cultural que claramente muestra los límites de la tesis de que la escuela civiliza. Nos muestra que la escolaridad no necesariamente significa educación en sentido amplio ni menos y automáticamente civilidad. Sobre todo ahora que la educación ha sido despojada de su sentido humanista y concebida como mera transmisión de conocimiento, o simple entrenamiento. Si hasta en el adiestramiento de animales la relación afectuosa e integral con el humano tiene un impacto importante, con mayor razón, entre humanos. Aprender a usar el lápiz o a realizar una sofisticada investigación puede ser también, si se quiere, una manera de aprender a ser humano, social, tolerante, respetuoso y solidario; precisamente todo lo que al nuevo modelo educativo en boga no le interesa y lo que a Trump tanta falta le hace.” (Trump, cultura y educación; La Jornada 12/11/16)

Es en este contexto inmediato en el cual resulta pertinente retomar los conceptos propuestos por pensadores como Freire que insisten en rehacer la educación como práctica de la libertad, para así poder confrontar amenazas como la que Trump, como presidente de la nación más poderosa del mundo, representa para México. Sólo un pueblo educado en libertad y para la práctica de la misma puede afirmar su soberanía y trazar el rumbo hacia el destino que mejor convenga a la mayoría de sus integrantes y no solamente a las minorías que detentan el poder.

El mismo Aboites, abundando en el tema, también apunta que habrá que reconocer el enorme poder de las raíces culturales en los grupos sociales y, por lo tanto, la urgencia e importancia de repensar la educación. Para México, la gran lección es la necesidad de anticipar. Porque desde hace décadas, acá se construye una convergencia cultural distinta a la estadunidense, aunque no menos preocupante. Por una parte, la guerra al narcotráfico, la presencia extensa y preponderante del Ejército en las calles, los tiroteos, las desapariciones masivas, las innumerables muertes violentas, la corrupción galopante y desenfrenada de funcionarios públicos, la narco cultura cada vez más difusa y, por otra, la marea neoliberal del gane gane, que juntas están arrasando y despojando de tierras y recursos a la otra gran base cultural –la comunitaria y familiar– que durante siglos ha sido la fortaleza de este país.

Esta combinación es preocupante, concluye Aboites, por lo que está pasando en la escuela: en lugar de generar dispositivos que permitan a niños y jóvenes identificar y mirar críticamente esta confrontación de culturas y armar alternativas locales y nacionales, lo que tenemos es una reforma educativa que reproduce en la escuela lo que ocurre fuera de ella al abonar a la cultura persecutoria y agresiva yendo contra los maestros, estudiantes y jóvenes que buscan un lugar en la universidad.

            En tanto, en la mayoría de las  instituciones de educación superior los académicos parecemos formar una multitud silenciosa, acrítica y conformista, aceptando y aplaudiendo todo lo que viene de arriba sin importar las consecuencias y sin atrevernos a atentar contra esos muros rígidos y esas fosas más profundas que el silencio.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/la-libertad-como-premisa-de-la-educacion/

Comparte este contenido:

Ciencia y Tecnología en tiempos de pobreza.

Por: Manuel Martínez Morales.

¿Por qué preguntarnos aquí y ahora por la relación entre ciencia, tecnología y sociedad? ¿Acaso no existen asuntos de mayor importancia sobre los cuales discutir o disertar en estos tiempos de penuria? Tal vez revisando lo aseverado por quienes han reflexionado a profundidad en estas cuestiones sea posible orientarnos. “La ambición última de la ciencia entera es fundamentalmente, como creo, dilucidar la relación del hombre con el universo”, dice Jacques Monod, Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1965 y autor de El Azar y la Necesidad: Ensayo sobre la Filosofía Natural de la Biología Moderna. Mas esta relación del hombre con el universo se da mediada por la historia y por las relaciones de los hombres entre sí, la relación está condicionada por el ser social del hombre; no es una relación puramente individual. Observo el universo a partir de mis sentidos cultivados, socializados; me oriento en el mundo empleando el lenguaje; exploro la naturaleza utilizando la ciencia y los instrumentos técnicos a mi alcance, elementos culturales por excelencia.

Intento imaginar como perciben el universo material y el mundo social los hombres y mujeres que se cuentan entre los cincuenta millones de mexicanos que viven en la pobreza extrema. El nombre de Monod y las brillantes teorías de la biología contemporánea son ajenos a ese universo que se experimenta en la carencia de lo más elemental: comida, techo, vestido, salud, educación. La pobreza material induce un deterioro general del individuo; conlleva la pobreza cultural de quien la sufre, limitando sus posibilidades de desarrollo personal y de participación social. El hambre, las enfermedades y la ignorancia crónicas convierten a los hombres en guiñapos, susceptibles de ser sometidos y manipulados con facilidad.

Hay que insistir en que la ciencia y la técnica per se, no tienen ni pueden tener como objetivo el abatimiento de la pobreza o la consecución de mayor igualdad social. Las desigualdades y la pobreza desaparecerán sólo si se transforman las relaciones entre los hombres. Mas en un proceso de auténtica transformación social, la ciencia y la técnica juegan un papel subsidiario pero indispensable, ya que el conocimiento técnico-científico puede contribuir a acelerar los procesos de transformación en diversos ámbitos (en la producción industrial y agrícola, en la planificación económica, en la educación, etcétera). También la difusión y la divulgación del pensamiento científico acercan al hombre -como señala Monod- a comprender su relación con el universo y con los demás hombres, enriqueciendo sustantivamente su vida concreta y cotidiana.

El filósofo Martin Heidegger afirma contundentemente que “la técnica es el olvido del ser”, para luego precisar: “La esencia de la técnica moderna lleva al hombre al camino de aquel desocultar, por el que lo real deviene por todas partes y de una manera más o menos perceptible, constante.” Aunque en el camino de este desocultar, advierte el filósofo, se presenta un peligro supremo para el hombre: extraviarse en la apariencia y volverse, el hombre mismo, en una constante más. “Entretanto, el hombre ya no se encuentra más, ni en parte alguna, precisamente a sí mismo, es decir, a su esencia”. (Filosofía, Ciencia y Técnica, Ed. Universitaria, Santiago de Chile, 1997)

¿Por qué meditar sobre la ciencia y la técnica? ¿Acaso la técnica, como producto de la actividad de los hombres, no es algo inmediato y transparente? Debe meditarse sobre la esencia de la técnica, sostiene Heidegger, precisamente porque esa esencia no está dada en los objetos técnicos ni puede ser definida tampoco en el seno de límites exclusivamente antropológicos. Afirmaciones que se asocian a la idea de que con el desarrollo de la técnica occidental el hombre reta a la naturaleza; la ciencia moderna se ha desarrollado en contra de Dios y de los dioses.

Entonces, la cuestión de la técnica debe ser un tema central en nuestros días, pues por primera vez desde el origen del hombre, los procesos se globalizan y comienza la integración de miles de culturas diversas a un solo polo organizador, que es fundamentalmente económico y técnico, inaugurando una nueva forma de organización social que se practica y se impone a nivel planetario.

La visión de Heidegger no deja de ser apocalíptica. Con gran sentido profético, el filósofo sentenciaba hace muchas décadas: “Más inquietante que la conquista del espacio, se anuncia la transformación de la biología en biofísica. Esto significa que el hombre puede ser producido conforme a un fin determinado, con no importa qué objeto técnico.”

Resumiendo lo hasta aquí expuesto podemos decir, un tanto simplificadamente, que hay dos visiones contrapuestas sobre la ciencia y la técnica; la visión “optimista”, de la que Monod sería un exponente, según la cual la ciencia ayuda al hombre a esclarecer su relación con el universo e implícitamente se infiere que la práctica científica contribuirá, si es bien “aplicada”, al beneficio social. Esta posición es eminentemente teórica e instrumentalista: la ciencia es neutral, no es en si misma buena o mala, el uso que le dan los hombres es el que orienta en un sentido o en otro las aplicaciones de la ciencia. Por otro lado, la visión “pesimista” sobre la ciencia, según la cual la ciencia y la técnica entrañan un peligro supremo para el hombre -palabras de Heidegger-, se aleja del instrumentalismo y, a pesar de su tono metafísico, plantea un verdadero problema práctico: el hombre enfrentado a una de sus obras cumbres: el saber técnico-científico. Pero en un caso y otro, se encuentra presente la dimensión social de la ciencia y de la técnica. En estas dos concepciones se hace patente que ciencia y tecnología, al igual que el lenguaje y las artes, son construcciones sociales condicionadas histórica y culturalmente.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/ciencia-y-tecnologia-en-tiempos-de-pobreza/

Imagen: http://insurgenciamagisterial.com/wp-content/uploads/2016/11/plumaslibres1.jpg

Comparte este contenido: