La crisis del capitalismo y el agotamiento del modelo rentista venezolano

Mario Sanoja Obediente-Iraida Vargas-Arenas.

Profesores Titulares Jubilados de la UCV.

Profesores Escuela Venezolana de Planificación.

 

Los ideólogos de la derecha, tanto la internacional como la venezolana, proclaman a los cuatro vientos el colapso de modelo socialista bolivariano  y la necesidad de reimplantar en Venezuela un paquete de ajustes  económicos neoliberales que serviría para desmontar todas las políticas sociales de la Revolución Bolivariana, y privatizar a favor de las transnacionales todos los medios de producción que son propiedad del pueblo venezolano.

 

Para desmontar aquella falacia es necesario exponer las prácticas comerciales monopólicas y oligopólicas perversas  que han permitido a la burguesía venezolana adueñarse de Venezuela durante aproximadamente 266 años. Es necesario igualmente delinear -así sea de manera muy general- el proceso económico que arranca en Venezuela desde mediados del siglo XVIII con la imposición del antiguo sistema mercantil  comercial colonial de reformas económicas liberales dictadas por Carlos III,  aplicadas tanto por  la Compañía Guipuzcuana en la región centro occidental de Venezuela como  por la Compañía de Barcelona en la región centro oriental del país.

 

Aquellas reformas impuestas por Carlos III, abrieron la vía hacia  la consolidación en Venezuela de la sociedad de clases y establecieron una nueva geometría del poder colonial cuyo centro se localizaba en la Provincia de Caracas. Gracias a aquellas reformas liberales el capital usurario  y comercial venezolano comenzó -desde mediados del siglo XVIII- a controlar  las actividades productivas y de intercambio en los centros urbanos y villas, el comercio de exportación e importación, la riqueza social de la tierra e incluso las instituciones eclesiásticas.

Las cosechas obtenidas por los dueños de  plantaciones eran pagadas  por los compradores europeos -al menos en parte- con mercancías que eran luego  revendidas  localmente por especuladores comerciales que pertenecían a la misma clase social de los agroexportadores mantuanos, conducta que no   difiere de las prácticas  de la actual burguesía parasitaria venezolana.

El modelo económico decimonónico propulsado por el  bloque oligárquico   republicano a partir de 1830, conservó en la práctica el mismo modelo económico de la burguesía mantuana colonial en el cual, como ya hemos dicho repetidas veces,  predominaba el capital comercial-usurero sobre el casi inexistente capital industrial. La base del proceso productivo, como ya sabemos, era la producción agropecuaria, donde destacaba la explotación del café, el cacao, el tabaco, el algodón, cueros y semillas de dividive (Caesalpinia coriaria) utilizadas entonces en Estados Unidos y Alemania para la curtiembre.de aquellos.

El 73% de la renta del Estado venezolano de la época descansaba sobre los derechos de  importación, aproximadamente un 9% por los derechos de exportación y un 1% por la renta interna derivada de los impuestos a la producción y el consumo de la sal, los licores y el tabaco.

 

Gracias a sus vinculaciones con el comercio exterior, el sector de intermediación -integrado por comerciantes que adquirían sus mercancías a través de  los principales  puertos-  aquellos convirtieron el comercio exterior, los préstamos usurarios, el control del circulante y los mecanismos del crédito en su principal fuente de acumulación de capitales. De esta manera  los comerciantes se transformaron rápidamente en el grupo económico dominante en el plano político y en la raíz de la burguesía comercial venezolana.

 

La estructura social y económica que prevalecía desde el siglo XVIII no sufrió cambios significativos hasta las primeras décadas del siglo XX, cuando la explotación petrolera desplazó al sector agropecuario como factor dominante para la creación de la renta nacional. Mientras una parte importante de dicha renta que se invertía en la compra y distribución de bienes cuyo consumo beneficiaba preferentemente los gustos suntuarios de la burguesía, un mínimo segmento de  ella se dedicaba a la inversión pública. Como consecuencia, la clase de los ricos se acostumbró a considerar a Venezuela como su propiedad personal,  a los venezolanos de clase media como su servidumbre, mientras que consideraba  a los y las pobres como sus esclavos. Esta condición de desprecio, de desigualdad social, se prolongó por dos siglos, hasta inicios del proceso de la Revolución Bolivariana en 1998, cuando todavía un 80% de la población venezolana se hallaba en situación de pobreza, excluida por la oligarquía liberal burguesa del disfrute de la felicidad social.

 

A partir de las primeras décadas del siglo XX, el auge de la explotación del petróleo exacerbó los componentes culturales más negativos del modelo socioeconómico rentista liberal burgués en la sociedad venezolana, dando origen a lo que conocemos como la Cultura del Petróleo. Los estilos de vida  de dicha cultura fomentaron y siguen fomentando en las y los venezolanos –  -vía las campañas mediáticas y las industrias culturales-  sentimientos de dependencia, autodesprecio y  marginalidad, la disociación de las mentes y la transculturación que genera lealtades hacia el “American way of life”.

 

La cultura del petróleo crea tanto normas de ética social como una filosofía de vida cuyo objeto es adaptar la sociedad venezolana a una condición de productora y exportadora de materias primas, al consumismo exacerbado de todo tipo de mercancías, del confort que estas supuestamente producen, reforzado e institucionalizado  por técnicas publicitarias que  disocian a los venezolanos de su propia realidad, convirtiéndolos en sujetos dominados por las transnacionales o los monopolios venezolanos como es el caso hoy día con Empresas  Polar.

 

Otra consecuencia de la cultura petrolera es la creación de un proceso de acumulación de capitales y un crecimiento del salario real que contradice las leyes del capitalismo normal. En Venezuela la extraordinaria acumulación de capitales lograda por la burguesía en el último medio siglo vía la apropiación de la renta petrolera, fue acompañada, hasta 2015, por un aumento en la capacidad de compra de la población en general. Pero el crecimiento de la acumulación de capitales y del nivel real del salario superó sistemáticamente el de la productividad gracias al  rentismo petrolero.

 

Aquella situación afectó el equilibrio  macroeconómico puesto que fortaleció una perversa dependencia de la importación de alimentos, de medicamentos, de autopartes, etc., precarizando el abastecimiento de los productos indispensables para garantizar la estabilidad de la vida cotidiana,  la soberanía y  la seguridad de la nación.

 

La crisis que estamos viviendo en la actualaidad, ocasionada por la caída mundial de los precios del petroleo,  nos permite definir  el colapso del modelo capitalista liberal burgués que nos fue impuesto hace más de dos siglos por la oligarquía liberal burguesa venezolana. La vía socialista adoptada por la Revolución Bolivariana, por el contrario, incidió profundamente en los procesos de inclusión de la población venezolana, saldando buena parte de la terrible deuda social que dejaron 200 años de vivir bajo el capitalismo liberal burgués, mejorando hasta niveles no conocidos anteriormente los índices de salud, educación, vivienda, tecnología y conciencia social. Esta estructura institucional creada por la Revolución,  es la que ha permitido a la sociedad venezolana paliar hasta ahora el impacto de la crisis petrolera, los efectos perversos de la guerra económica, el desabastecimiento selectivo y la inflación inducida por el imperio y la burguesía venezolana.

 

La vía socialista señalada por el Comandante Chávez, si bien ha logrado transformar las condiciones materiales y subjetivas de vida de nuestra población, debido a la baja productividad que persiste en la economía venezolana no ha logrado todavía independizarnos de los factores capitalistas de dominación económica, representados tanto por las transnacionales como por los monopolios y oligopolios venezolanos que dominan la importación de bienes y el ensamblaje de productos alimenticios, medicinas, autopartes, tecnología, conocimientos científicos y la producción de saberes.

 

La actual guerra económica que nos imponen tanto el imperio como la burguesía venezolana, ha tenido un fuerte impacto sobre la cultura y sobre los diversos estilos de vida de la población  venezolana debido, precisamente, a nuestra debilidad productiva. Sin embargo los aportes creativos que han dado siguen dando  las diversas misiones sociales al progreso social de las venezolanos y las venezolanas,   a las bases de misiones que apoyan al  sistema de  comunas y consejos populares y de los numerosos  movimientos sociales  organizados que los acompañan y consolidan el poder popular, de los movimientos de agricultura urbana, de la movilización masiva de la población venezolana en defensa de los logros obtenidos por la Revolución Bolivariana, al desarrollo de un sistema educativo inclusivo y democrático, de un fuerte movimiento cívico militar, todos juntos han frenado las posibilidades de éxito de  las brutales arremetidas del imperio contra Venezuela y constituyen al mismo tiempo el fundamento de una nueva sociedad venezolana.

 

El fortalecimiento socioproductivo de la sociedad venezolana fundamentado principalmente en el viejo anhelo de la sustitución de importaciones, requiere de una política socioeconómica orgánica, como la  expuesta en la Agenda Económica Bolivariana y los 15 motores productivos que ha propuesto a la Nación  el Presidente Nicolás Maduro. Dicha política abre  un proceso que requiere el concurso de todos los factores y actores de la vida económica nacional para poder   lograr la meta  propuesta:  lograr el desarrollo integral de nuestro país bajo el signo de la democracia participativa y el poder popular.

 

La política socioproductiva propuesta y puesta en ejecución por el Presidente Maduro, privilegiando el capital productivo sobre el comercial, combate la perversa tendencia histórica que se inició desde el siglo XVIII, la cual permitió que la burguesía parasitaria, en sus diferentes encarnaciones a lo largo de tres siglos y medio, se apoderase tanto de los recursos de Venezuela como de la vida de las y los venezolanos.

 

La forma de capitalismo rentista venezolano es un caso digno de estudio, ya que se asemeja más a un  capitalismo de Estado donde éste sería el patrón que paga el salario en dólares  a los empresarios que son sus empleados, para que estos se enriquezcan y acumulen un capital que luego ni invierten ni arriesgan en el desarrollo de sus empresa en el país, desviando las ganancias no hacia la economía real  venezolana sino hacia la especulativa… en los mercados offshore.  Nunca utilizan sus capitales, los cuales están colocados en bancos extranjeros; cuando como en la coyuntura actual, el Estado no tiene suficientes divisas para pagar el salario en dólares a los “empresarios”, estos hablan de la “deuda” que aquel ha contraído con ellos y amenazan con guerra económica  y boicot a la producción y las cadenas de distribución como un vulgar chantaje al gobierno bolivariano.

 

Esta forma vernácula de capitalismo mafioso funcionó durante los siglos que duró su apropiación del Estado venezolano hasta el final del la IV República en 1998. Los políticos y los comerciantes o “canastilleros” como los llamaba el historiador venezolano  Laureano Vallenilla Lanz, se desempeñaban alternativamente como Presidentes de la República, presidentes o gobernadores de estados, ministros, doctores y generales, etc., y se repartían la piñata del erario público. Esta situación llegó a su momento más desastrado durante las décadas de gobierno adeco-copeyano (1958-1998) cuando lograron ponerle la mano directamente a la industria petrolera,  a la renta que ella produce y a los mecanismos de control financiero que regulan su administración.

 

El inicio de la Revolución Bolivariana en 1992 y la elección posterior de nuestro comandante Hugo Chávez Frías a la Presidencia de la República en 1998 comenzó a erosionar los mecanismos de control político y económico que tenían el imperio y la burguesía sobre el Estado la producción petrolera y la renta petrolera, así como sobre  la sociedad venezolana.

 

Para tratar de retomar su control sobre nuestra sociedad, la burguesia parasitaria enezolana y el Imperio Usamericano en complicidad los gobiernos oligárquícos de España y Colombia, entre otros, organizó planifico y ejecutó  el fallido golpe de Estado de 2002 contra el gobierno del Presidente Chavez,  el sabotaje de la industria petrolera de 2002-2003 y, posteriormente, intervinieron en toda la campaña de terrorismo delictivo (guarimbas), asesinatos indiscriminados y selectivos de ciudadanos y ciudadanas, destrucción de la propiedad pública, la organización de hordas de bachaqueros y paramilitares binacionales, la organización de campañas mediáticas contrarevolucionarias a nivel internacional y nacional, hasta culminar con intentos injerencistas como el luctuoso decreto de Obama y la impúdica alianza de organismos internacionales como la OEA y su secretario Mister Almagro, el gobierno español del Partido Popular Rajoy, la oligarquía colombiana (Uribe Vélez) y la derecha venezolana que controla la Asamblea Nacional, para derrocar al gobierno revolucionario constitucional del presidente Nicolas Maduro utilizando fraudulentamente la Cartas de las Americas…

 

Es muy difícil que la burguesía empresarial parasitaria y la derecha política venezolana acepten dialogar con el gobierno bolivariano, no obstante los buenos oficios de UNASUR y del sector mayoritario de países honorables que nos apoya en la OEA. Para la derecha venezolana, dialogar significa imponer al contrario sus condiciones sin discusión. Para dialogar  con ellos se debe  aceptar que la Revolución Bolivariana existe, que Nicolás Maduro,  nuestro presidente electo democráticamente, en realidad  no existe, que en Venezuela hay una crisis humanitaria y hay que intervenirla militarmente para resolverla. Dialogar aceptando que el otro existe significa, en suma, para ellos. perder cara ante la opinión mundial que tan cuidadosamente han manipulado para crear una imagen distorsionada de Venezuela y de la Revolución Bolivariana. Es por eso que la campaña contra Venezuela constituye un argumento de peso en la  presente campaña electoral de España, para tratar de ocultar la terrible crisis humanitaria que vive actualmente dicho país.

 

Para muchos venezolanas y venezolanos que desesperan ante las penurias que nos impone la guerra económica desatada contra nosotros por el imperio y la burguesía  parasitaria venezolana, les decimos que dicha crisis es sintomática del final del viejo capitalismo burgués. Así como nos causa tanto sufrimiento, esta coyuntura también afecta el futuro inmediato del 1% de ricos que controlan la economía mundial y por supuesto la economía venezolana, cuyos negocios  podrían verse amenazados por una posible contracción destructiva de la demanda.

 

El derrocamiento del Presidente Maduro planeado -según Ramos Allup- para ser efectivo el 6 de Julio de 2016, coincidiría aproximadamente con el supuesto inicio de las importaciones para las fiestas navideñas, etapa de mayores ventas y beneficios económicos para “empresarios-comerciantes”. Imaginemos una navidad secuestrada por el “grinch” de la guerra económica, sin  jugosas ventas de juguetes, ropas, calzado, electrodomésticos, sin venta masiva de ingredientes para las hallacas, de licores, de arbolitos y ornamentos de navidad, etc. En otras circunstancias los venezolanos y venezolanas habrían dilapidado alegremente sus aguinaldos y utilidades en un consumismo desenfrenado, pero la guerra económica nos obliga a considerar que existen otras deudas y obligaciones perentorias que no se resuelven solo con el consumismo exacerbado de bienes.

La guerra económica que promueve la derecha también está modificando la conducta cultural de la sociedad venezolana. Un cambio negativo está ocurriendo en las clases populares con la irrupción  en el escenario sociocultural venezolano de la guerrilla bachaquera binacional, propiciando un proceso barrial de acumulación de capitales especulativos que determina la existencia de una sociedad barrial desigual,  violenta, vinculada y protegida por  las mafias delictivas que perturbará la vida cotidiana tanto de las comunidades como  el funcionamiento de las cadenas tradicionales de distribución de bienes.

 

¿Podríamos imaginar cómo y hasta cuando prolongarán los “empresarios-comerciantes” esta  esteril guerra económica? Luego de esta crisis, ya no podrán los burgueses y la clase media seguir viviendo como vivían bajo la IV República cuando, como dicen muchos venezolanos mental y culturalmente disociados, “eramos felices y no lo sabíamos”. Ningún político de derecha les había explicado la existencia de los ciclos de crisis del capitalismo, que vivían en una burbuja rentista que tenía fecha de expiración, la cual  sobrevino con la caída  mundial de los precios  del petróleo.

 

La crisis de la sociedad capitalista  tiene diferentes factores causales en países vecinos como México, Guatemala, Honduras, Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, Brasil, Paraguay, Argentina y Chile, y en otros países como Francia, España, Bélgica, Reino Unido, Grecia, Italia. En Estados Unidos, la creciente descomposición social pone en peligro la macroeconomía, lo que se refleja en las mediocres ofertas, que a través de Hilaria Clinton y Donaldo Trump,  ofrece la clase oligárquica al pueblo norteamericano que ve cada vez más lejos sus posibilidades reales de liberación nacional.

 

Todo parece indicar que en Venezuela, como en otros países, está gestándose una sociedad post-rentista. Aunque el tiempo histórico de la Revolución Bolivariana, que ha sido una guía para los movimientos  de liberación en todo el mundo, se desarrolla con distintas velocidades y estilos, la meta que perseguimos, la sociedad socialista, se mantiene como la única alternativa posible, ya que las políticas de ajustes neoliberales solo provocan miseria, desempleo, violencia y desigualdad social y pérdida de la libertad y la democracia.

 

La derecha venezolana se ha revelado, en esta coyuntura, incapaz para comprender la realidad venezolana e inepta para gobernar eventualmente el país. La aplastante derrota internacional que le infligió en la OEA  la diplomacia bolivariana y la solidaridad de la mayoría de los países latinoamericanos y el presunto juicio político a su liderazgo de la Asamblea nacional por traición a la patria, la descalifican a la derecha incluso como actores de un posible diálogo sobre la normalización de nuestra situación sociopolítica. Ante esta coyuntura, solo nos queda como futuro posible,  la vía comunal  socialista hacia la construcción de una nueva sociedad venezolana, donde podamos continuar viviendo bajo una democracía revolucionaria justa, participativa y protagónica.

 

FIN

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Reflexiones sobre la guerra del imperio USA contra Venezuela

Mario Sanoja Obediente-Iraida Vargas-Arenas (*)

Los Estados Unidos adelantan contra Venezuela una nueva versión de las guerras de conquista que han forjado para apoderarse de países claves de su periferia que le adversan, para mantener así hegemonía política y económica sobre los mismos. Dichas guerras, siempre comienzan con una fase de guerra mediática internacional y nacional que tiene como objetivo ablandar psicológicamente la conciencia y los principios del pueblo considerado como enemigo. Si ello no resulta en una situación política favorable creada por la intervención de grupos apátridas internos cómplices de la ofensiva imperial, entonces hay que pasar a la fase de intervención militar. Después de los fiascos políticos producidos por sus intervenciones militares en Irak, Libia y Siria, los Estados Unidos prefieren armar y financiar a los grupos políticos, usualmente de derecha, que le sirven de cómplices para lograr sus objetivos imperiales de dominación.

La Guerra Mediática

Para desmontar la adulteración maliciosa de la verdad que subyace a la guerra mediática internacional y nacional contra Venezuela, es necesario que el público sea capaz de analizar la avalancha de oscuras y retorcidas noticias e informaciones sobre Venezuela y la Revolución Bolivariana, que conozca las motivaciones reales que tienen las transnacionales que conforman el núcleo duro del imperio estadounidense que hoy quiere volver a apoderarse y colonizar a Venezuela.

Venezuela, desde inicios del siglo XX, ha sido y es la joya de la Corona Imperial de los Estados Unidos: reservas petroleras por más de 250 millones de barriles, cuantiosas reservas de gas, oro, hierro, bauxita, coltan, uranio y demás recursos, así como una posición geoestratégica y geopolítica de primera magnitud en el mar mediterráneo caribeño que conforma el primer anillo defensivo sur oriental de los Estados Unidos. Por volver a apoderarse de Venezuela, el Comando Sur está dispuesto a hacer la guerra, a matar lo que sea y a quien sea, tal como ya asesinaron al comandante Hugo Chávez

Para desplegar urbi et orbi su ofensiva, el cartel internacional de medios de prensa escrita o televisiva y de redes sociales ha desatado una feroz ofensiva contra mi pequeño país. No pasa un día sin que hasta órganos ingleses de prensa digital supuestamente serios como The Guardian o La Jornada de México reproduzcan el cotilleo político antivenezolano que ha sido previamente rebotado desde la prensa española que forma el nido de huevos de la serpiente. Uno tiene la impresión que se trata de publicidad pagada por personas u organismos de la derecha internacional, esto es, lo que los periodistas venezolanos denominan “caliche”, noticias sin ninguna profundidad de contenido que en condiciones normales dichos diarios no se habrían tomado la molestia de reproducir ni comentar.

La campaña de desprestigio de la prensa internacional es orquestada y amplificada vergonzosamente incluso por el impresentable Secretario General de la Organización de Estados Americanos, el tristemente célebre Luis Almagro, coludido de manera impúdica con los sectores más reaccionarios de la derecha venezolana (alias Mesa de la Unidad Democrática); dicho funcionario saltó sobre las disposiciones estatutarias de la OEA para intentar aplicar a mi país la llamada Carta Democrática Interamericana y justificar así una intervención militar. Este hecho, unido a la campaña de odio mediático, intenta preparar la opinión pública mundial y nacional para una posible intervención bélica en Venezuela al estilo de Libia, Irak y Afghanistán, o como la cobarde aventura de invadir países latino-caribeños inermes como República Dominicana , Haití, Panamá y Grenada. Felizmente, gracias a la solidaridad sincera de la mayoría de las naciones sudamericanas, el intento fue derrotado, acordándose, por el contrario una resolución que saluda el diálogo entre el gobierno y la oposición que se está llevando a cabo bajo la guía de UNASUR.

La Guerra Económica Petrolera

La parte económica de esta guerra general contra Venezuela, tiene como primer objetivo quebrar la industria petrolera de los países que son considerados como una amenaza a la hegemonía imperial de los Estados Unidos y provocar el colapso de las finanzas de los estados que son aliados políticos y económicos de Venezuela. Para provocar el colapso de los precios mundiales del petróleo, los Estados Unidos, cuyas reservas de petróleo regular estaban a punto de agotarse, desarrollaron la tecnología llamada “fracking”, mediante la cual se rompen los estratos de la corteza terrestre para llegar a los depósitos profundos de gas y petróleo. El uso de esta tecnología requiere monumentales inversiones para producir un petroleo y un gas muy caros; dicha producción, que es altamente contaminante, produce daños irreversibles tanto en el ambiente natural (aguas, aire, suelos, biota en general) así como enfermedades en las personas producto de la intoxicación ambiental. Otra grave consecuencia es la fractura de las capa geológicas profundas, lo cual ocasiona movimientos sísmicos regulares que podrían llegar a ser letales para la existencia de las poblaciones locales. Pero los Estados Unidos, para lograr el objetivo, no ha vacilado en pagar ese alto costo económico y social para volver a convertirse en exportador de petróleo y gas y, de esa manera, hacer bajar los precios mundiales del petróleo y el gas, derrumbar la economía de Rusia, Venezuela e Irán y de paso la su odiado compinche de fechorías, Arabia Saudita, financista del ataque a las Torres Gemelas (¡Remember September Eleven !).

El Frente Interno: la Guerra Económica

El elemento estructural de la actual economía venezolana es el dominio del capitalismo rentista sobre la economía venezolana: la burguesía venezolana es básicamente importadora o ensambladora de productos; no genera renta a la nación salvo los impuestos, pero capta a su vez buena parte de la renta petrolera que pertenece a todos los venezolanos. Si invirtiera en Venezuela el 10% de sus capitales colocados en el exterior, podrían resolver fácilmente su necesidad de divisas. Contrariamente a las normas del capitalismo productivo, acostumbran maximizar sus ganancias a través de la distribución, no de la producción. Ello ocurre así desde por lo menos mediados del siglo XVIII: desde siempre en Venezuela ha dominado el capital comercial sobre el industrial, carácter que se agravó con la imposición del modelo petrolero y la cultura petrolera orientando la actividad económica privada hacia el desarrollo de una burguesía importadora, más interesada utilizar medios cada vez más sutiles, como la corrupción de empresarios y funcionarios del gobierno, para ampliar cada vez más la captación de la renta petrolera: estos dólares luego se sacan del país para ser depositados en la banca extranjera e invertidos en negocios especulativos en el exterior.

Es un caso bien documentado que durante el primer período de Carlos Andrés Pérez, el exagerado endeudamiento del país se llevó a cabo con base a capitales extraídos fraudulentamente del país por la burguesía venezolana que regresaron bajo la forma de empréstitos privados, que luego el gobierno adeco de Jaime Lusinchi acumuló a la deuda nacional para ser pagados, por supuesto con los dólares producidos por el estado venezolano vía la renta petrolera.

Aquella burguesía rentista y su brazo político, los partidos de la derecha venezolana (Acción Democrática, Copei, Primero Justicia, Voluntad Popular, Bandera Roja, etc.) no le perdonan a la Revolución Bolivariana haber logrado reducir significativamente los índices de pobreza, eliminado el analfabetismo y haber propiciado un salto cualitativo y cuantitativo extraordinario en el nivel de vida de la población venezolana mediante mecanismos justos y democráticos para la redistribución de la renta petrolera, estimulando la creación de comunas y consejos comunales donde domina la propiedad social sobre la propiedad capitalista, rasgo esencial para la construcción de una forma no monopólica de la producción.

Luego de la desaparición física del Presidente Hugo Chávez, la inflación inducida comenzó a aumentar por encima del 180% mientras la tasa monetaria (salarios y sueldos) llegaba a aumentar a un ritmo anual acelerado, hecho que se materializó, por ejemplo, en la creación el dólar negro o paralelo que dirige los procesos especulativos que opera la burguesía en el intercambio comercial. Otro aspecto perverso de esta manipulación económica es el aumento del riesgo país inducido por las casas aseguradoras internacionales que se apoyan en los índices especulativos subjetivos creados por la burguesía venezolana que sirven para construir una falsa imagen de país sumido en una profunda crisis humanitaria y estrechar cada vez más el cerco económico y financiero internacional contra Venezuela.

El objetivo central de aquella conspiración económica contra nuestro país es lograr revertir los logros sociales obtenidos por la Revolución Bolivariana, sobre la base de una democracia protagónica y participativa. Esto es lo que constituye una amenaza inusual para la seguridad nacional de países como los Estados Unidos o la España de Rajoy, donde el 99% los ciudadanos y ciudadanos viven sometidos al arbitrio de los designios del 1% de la población rica que los explota de forma inmisericorde.

El actor material de la conspiración económica en el frente interno es, como vemos, la derecha venezolana (MUD, empresarios, comerciantes, empresas transnacionales, el partido Conferencia Episcopal, etc.) aliada local de los Estados Unidos. Después de 17 años de ofensiva mediática, de una larga campaña psicológica y cultural basada en inocular valores negativos como el miedo al futuro, la derecha logró afectar la autoestima de un sector del pueblo chavista acostumbrado a una vida sin sobresaltos económicos. La desaparición física del Comandante Hugo Chávez aumentó la pérdida de autoestima y confianza en el futuro de la Revolución Bolivariana; con base a este hecho, la derecha logró desmoralizar y atraer un sector del voto chavista prometiéndole resolver el desabastecimiento selectivo de bienes de consumo y medicinas y la inflación inducida que ellos mismos provocan, el día posterior a la elección si votaban por ellos en la elecciones parlamentarias. Esta oferta engañosa y la compra pública de votos, les permitió asaltar la Asamblea Nacional el 6 de Diciembre de 2015, mediante la compra de votos bajo el lema malinchero de: no tendrán Patria, pero tendrán Harina Pan (harina de maíz precocida fabricada por el grupo económico Polar, de Lorenzo Mendoza, para confeccionar el pan de arepa, ingrediente de la dieta básica de los venezolanos).

La derecha, utilizando como órgano subversivo la Asamblea Nacional, se propuso como meta derrocar al Presidente Maduro en un plazo no mayor de seis meses, plazo que finaliza el 5 Junio 2016, tratando de coincidir con las primarias presidenciales en Estados Unidos. Los dirigentes de la derecha, una vez colapsado el gobierno de Maduro, supuestamente viajarían a Washington para presentar al Congreso de USA y al presidente Obama los despojos de la Revolución Bolivariana, como ya hizo la derecha argentina y también la brasileña, y demostrar así que el pago de millones de dólares que sus partidos han recibido hasta el presente de los gobiernos de Estados Unidos y España y la ayuda logística concedida por la oligarquía colombiana, no había sido una inversión a fondo perdido. Pero el cumplimiento de aquel acto de sumisión se ha complicado: la candidata demócrata Hilaria está perdiendo terreno frente al candidato antisistema Bernie Sanders y el republicano Donald Trump amenaza con alzarse con el primer lugar en la carrera presidencial empujando a los Estados Unidos, si ganase, a una posición internacional aislacionista donde nosotros, los latinoamericnos “marrones” (Bush dixtit) no tenemos mucho que buscar. Por otro lado, la conspiración urdida por la derecha venezolana conjuntamente con el Secretario de la OEA, Mr. Almagro para aplicar a Venezuela la carta democrática y abrir la puerta a la intervención militar extranjera en nuestro país, fracasó estruendosamente: la mayoría de las naciones latino-caribeñas apoyaron, por el contrario el diálogo político entre el gobierno bolivariano y la oposición derechista que tiene lugar con el acompañamiento de UNASUR.

El presupuesto nacional de Venezuela está calculado sobre una renta petrolera de 40US$ por barril. Los precios mundiales del petróleo Opep han subido hoy sobre 40 dólares el barril, alejando, de cierta manera, el punto de quiebre de la economía nacional y complicando los planes bélicos internacionales del imperio contra Venezuela, contra Rusia e Irán, fortaleciendo por el contrario el bloque geopolítico conformado por China. Rusia, Irán y sus aliados, entre ellos Venezuela.

El fracaso del golpe diplomático experimentado por la derecha venezolana de la OEA como ya expusimos, destinado a desconocer y suplantar las atribuciones del poder ejecutivo venezolano, aunado a la fortaleza de la economía de Rusia, China e Irán y la solidaridad sincera de muchos países latinoamericanos y del BRIC con Venezuela, alarga los plazos fijados por la conspiración económica para conquistar a Venezuela, hecho el cual ya comienza también a afectar las ganancias mundiales de las transnacionales petroleras del imperio. Queda por ver cuáles acciones políticas tomará el ejecutivo bolivariano si la Corte Suprema de Justicia acoge el recurso de amparo contra la Directiva de la Asamblea Nacional y los diputados que votaron desconociendo y usurpando las funciones del poder ejecutivo nacional: ¿aplicarles, como debería ser, el artículo 236, parágrafo 21 de la Constitución Bolivariana que faculta al Presidente de la República para disolver la Asamblea Nacional cuando sus actos atenten contra el orden constitucional?

Análisis de la Guerra Económica

El día 27 de Mayo de 2016 se celebró un extraordinario foro en la Escuela Venezolana de Planificación Social, de la cual somos profesores, con la participación de destacados especialistas como Pascualina Curcio, el ministro Ricardo Menéndez y Santiago Lazo. Las exposiciones presentadas consideran que el año 2012, cuando se agrava la enfermedad del Presidente Chávez, fue el punto de inflexión de la guerra económica. Desde 2012 -2013, todas las variables económicas han mostrado un comportamiento atípico en relación con las leyes económicas que se expresa en variables concretas.

La inflación se origina en los tipos de cambio que influyen sobre los precios; el 35% del PIB está constituido por las importaciones que realizan empresas monopólicas a la tasa de cambio del dólar negro o paralelo, no el oficial, lo cual influye sobre el nivel de las reservas internacionales de Venezuela.

El desabastecimiento de los productos de primera necesidad no es un problema de la producción, es una estrategia inducida artificialmente por la empresa privada; ello se refleja en una tasa de desempleados baja, un 7%, lo cual indica que hay un alto porcentaje de personas que gozan de puestos de trabajo. No podemos hablar de una baja en la producción que influya en las crisis, ya que el desabastecimiento es selectivo, enfocado hacia el acaparamiento de aquellos productos relacionados con la higiene personal y el cuidado de los niños (jabones, champú, desodorantes, toallas sanitarias, pañales, etc.), alimentos de consumo diario como pastas, café, arroz, azúcar, leche líquida o en polvo, mantequilla, margarina, aceite comestible, etc.

La carencia de bienes utilizados para la higiene, por ejemplo, que son producidos por empresas monopólicas transnacionales, se debe a un proceso inducido de mala distribución. Este hecho, que analizaremos más adelante, genera un mercado paralelo dominado por la buhonería controlada por la mafia llamada bachaqueros. Aunado a ello, observamos que lo que genera el desabastecimiento no es el control de precios, el cual está muy por debajo de la estructura de precios de año 2003, sino que aquel es selectivo e inducido para forzar la contracción artificial de la oferta y la inflación, aumentando así un nivel de demanda que no puede ser satisfecha a pesar de los aumentos sucesivos de salario que ha efectuado el gobierno bolivariano. Otra estrategia perversa para fomentar el desabastecimiento es la simplificación de la producción, lo cual se traduce en envasar el producto en recipientes más grandes. Por ejemplo, en el caso de la margarina, de alto consumo por las familias populares, se descontinuó la producción de barras individuales para favorecer el empaque en envases más grandes; igual proceso ocurre con los jabones líquidos para fregar la vajilla, los desinfectantes para lavar los pisos, etc., lo cual reduce la cantidad de unidades producidas, que son vendidas más caras aumentando así la tasa de ganancia, pero dejando a muchas familias sin poder consumir el producto.

El gobierno bolivariano ha otorgado a las transnacionales farmacéuticas que dominan el mercado nacional, suficientes divisas para importar los insumos necesarios que garanticen la producción de fármacos; sin embargo, continúa el desabastecimiento en fármacos estratégicos tales como la medicinas para la hipertensión, la diabetes, calmantes, vitaminas, etc. cuya ausencia de los anaqueles de las farmacias provoca sentimientos de angustia y desesperanza. No hay disminución de ventas, tampoco de ganancias. Se producen medicamentos, pero estos no aparecen en los anaqueles de las farmacias, ya que se persigue forzar –por la vía de una oferta artificialmente deficiente– el aumento constante de la demanda no satisfecha.

En Venezuela el capital está demasiado concentrado (y cartelizado) en ciertos sectores de la producción de insumos de consumo diario tales como pastas alimenticias, productos para la higiene, para la limpieza, etc., lo cual no ocurre con la producción de rubros vegetales que está en manos de una gran diversidad de unidades de producción que no están tan concentradas. Ello nos lleva a concluir que en Venezuela el gobierno bolivariano debería diseñar políticas económicas para promover la mediana y pequeña industria y facilitar la desconcentración del capital, cuya hegemonía es el factor que determina la desigualdad socioeconómica, clasista, entre los actores sociales.

Aspectos Socioculturales de la Guerra Económica

El objetivo central de la guerra económica es incentivar el sentimiento de frustración en la vida cotidiana de los y las venezolanas, matar su esperanza en alcanzar un futuro más feliz y mejor. Un factor importante para lograr aquel objetivo es el fomento de la inseguridad personal, para lo cual, con la ayuda de los paramilitares colombianos de Álvaro Uribe Vélez, la oposición ha dotado a la delincuencia venezolana de una estructura igualmente paramilitar organizada en bandas delictivas regionales como la del tristemente celebre delincuente alias Picure, dado de baja por las fuerzas de seguridad, lúgubre personaje que luego resultó ser ficha política importante de un partido de la oposición de derecha (MUD).

¿Qué hacer?

  1. Para hacer frente a esta ofensiva del imperio, sería recomendable crear una Misión o un Ministerio de Guerra Económica que elabore, centralice y coordine transversalmente todas las medidas que deben ser tomas en esta coyuntura histórica.
  2. Modificar el patrón de la distribución de bienes de consumo; establecer menos distancia entre el productor y el consumidor final.
  3. Socializar al máximo la distribución de la renta petrolera.
  4. Diversificación productiva que nos permita desconectar nuestra economía de la economía capitalista neoliberal.
  5. Diseñar y aplicar, a la brevedad posible, políticas culturales y mediáticas que tengan como meta la recuperación de los valores positivos y la confianza en el futuro de la Revolución Bolivariana, que se expresan en la cotidianidad.
  6. Enfatizar la producción de programas educativos para la juventud que promuevan el conocimiento de la historia social venezolana y el lugar que ocupan los diferentes actores sociales en la lucha de clases que desató el capitalismo venezolano.
  7. Enfatizar la producción y estandarización de los bienes escolares (uniformes, calzado, cuadernos, libros y útiles en general) para bajar los costos de la escolaridad.
  8. Consolidar y extender la economía comunal para cortar las líneas de abastecimiento del capitalismo monopólico.
  9. Terminar con el financiamiento del estado a la industria privada monopólica antipatriota.
  10. Aplicar el arma impositiva a las ganancias provenientes de la especulación con la venta de alimentos y de bienes esenciales para la higiene personal.
  11. Cancelar la patente comercial de todos aquellos que infrinjan las leyes de la República sobre fijación de precios.
  12. Crear una corporación nacional o mixta que se ocupe de importar y distribuir los bienes necesarios para el funcionamiento de la industria de ensamblaje de productos o de producción de los bienes demandados por la sociedad venezolana.

Caracas, 4 de Junio de 2016.

(*) Profesores Titulares Jubilados UCV.. y de la Escuela Venezolana de Planifición Social.

Imagen tomada de: http://cayapatrujillana.org/wp-content/uploads/2015/01/guerra-economica-web.jpg

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¿Con quién vamos?

Para los que recuerdan la novela Doña Bárbara, de don Rómulo Gallegos, cuando el bonguero comenzaba el viaje por el río preguntaba a la tripulación y al pasaje: ¿Con Quién Vamos? La respuesta era: ¡Vamos con Dios! En nuestro caso estamos despegando en el viaje hacia un mundo  ignoto para las nuevas generaciones de venezolanos y venezolanas, pero conocido para la antigua que crecimos en una sociedad y una clase media pobre, austera y honrada.

La crisis económica venezolana es parte de la crisis global del capitalismo, pero en nuestro caso la derecha empresarial y comercial, apoyada por el gobierno de Estados Unidos, ha inducido conductas antieconómicas que han acelerado el crecimiento de la inflación hacia niveles inauditos, unidas a la insurgencia bachaquera binacional que mueve también la política inflacionaria y el desabastecimiento programado. El objetivo de la derecha y del gobierno de  Estados Unidos es apretar cada vez más las tuercas de la inflación y el desabastecimiento para provocar  así un estallido social que colapse al gobierno de Nicolás Maduro, como sucedió en el Chile de Allende.

Pero en Venezuela hay características singulares que bloquean ese plan de la derecha imperial. Mientras que en los países como Argentina y Brasil, los gobiernos progresistas no crearon estructuras intermedias de gobierno popular, en Venezuela, así no quieran reconocerlo incluso muchos que se llaman chavistas, la Revolución Bolivariana ha promovido, vía las misiones la organización de los movimientos sociales dentro de estructuras  relativamente estables que le dan  permanencia a dichos movimientos.

La política de los CLAPS efectivamente ha creado nuevas y efectivas cadenas de distribución de bienes de primera necesidad, que están controladas por aquellas estructuras populares. La política de los motores económicos promovida por el Presidente Maduro es, finalmente, una manera de poner fin al rentismo y la cultura petrolera que deformó a la sociedad venezolana. Estos cambios no se producen sin sufrimientos, pero finalmente favorecerán  el bienestar de las mayorías populares.

Por el contrario, las políticas neoliberales de ajuste económico como las que ofrece la derecha venezolana, la argentina y la brasileña, solo garantiza que la crisis económica la pagaremos los más pobres para enriquecer más a la minoría del 1% que, al igual que Lorenzo Mendoza, ya se han hecho multimillonarios apropiando tanto  la renta petrolera nacional como  nuestros salarios. ¿Dónde terminará todo? La crisis económica del capitalismo está empobreciendo a toda la población trabajadora mundial.

Al disminuir el consumo debido a la inflación inducida, se generan tendencias recesivas en la economía que terminarán, en Venezuela, por afectar incluso a los comerciantes y empresarios. A nivel mundial, el voraz proceso de acumulación de capitales por parte de la minoría rica dentro de la recesión económica, está creando enormes masas de dinero que no tienen donde invertirse, propiciando así una recesión mundial y una depreciación del dinero como mercancía.

De allí la necesidad de acelerar el derrocamiento de los gobiernos progresistas como los de Brasil, Argentina y Venezuela, donde existen grandes posibilidades de colocar el excedente de capitales ociosos y si valor real, a cambio de apoderarse de importantes recursos mineros,  agropecuarios e industriales, que si tienen valor económico real, los cuales serían su salvación. De allí la desesperación del gobierno de Obama, el Comando Sur y la OEA  expresada en  su “wishfull thinking”, su esperanza de que el gobierno de Maduro colapse y se desintegre Venezuela.

Pero ello no tiene visos de suceder., incluso con la crisis petrolera que ha afectado también  las ganancias de las transnacionales de USA y Europa. Por esa razón allí juega un papel importante la fortaleza de la situación de venezolana. Por causa de errores políticos cometidos reiteradamente durante muchos años por la Revolución, sobre todo en las áreas de cultura y económia, falló la consolidación de la conciencia  política en toda la población.

Parte de la misma, desmoralizada y atemorizada por la falta de confianza en la capacidad del gobierno revolucionario, votó el 6D por la derecha que le prometía arreglar todo el 7D, cosa que no sucedió y ni la derecha nacional y la transnacional dejarán que suceda antes de que sean capaces de derrocar al Presidente Maduro. Los intentos golpistas no tendrán éxito mientras la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y las Milicias Populares se mantengan fieles al proceso democrático bolivariano,  preparadas para dar y ganar cualquier tipo de guerra que nos proponga el imperio.

La amenaza imperial ha abierto el tiempo histórico de la hora de los pueblos, de la hora de los hornos donde se está cocinando la toma definitiva del poder por parte de los pueblos organizados. Las grandes movilizaciones populares que se suceden en Argentina, Brasil y Venezuela, por no hablar de las de Europa.

Contra los golpes neoliberales, auguran el nacimiento de una nueva aurora revolucionaria, comprometida con la transformación radical de la sociedad dominada hasta ahora por el capitalismo. Quienes hemos estudiado el proceso de la formación civilizatoria del capitalismo, nos damos cuenta que  su tiempo histórico está terminando.

Los mismos errores de las jerarquías capitalistas neoliberales, particularmente en Estados Unidos y la Comunidad Europea, han minado las bases de su poder hegemónico y fortalecido dialécticamente las de su opuesto donde figuran como principales representantes Rusia, China y sus aliados, nosotros incluidos. ¡No desesperemos, ya se vislumbra la victoria final! ¡Vamos con el pueblo!

(‘)Profesores Titulares Jubilados UCV. Profesores de la Escuela Venezolana de Planificación.

Caracas 15 de Mayo de 2016.

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El espacio comunal y la liberación nacional

 

ABSTRACT

Cada formación social, cada modo de producción concibe sus formas particulares de producción del espacio, crea un cierto orden histórico espacial de objetos y formas,  que es paralelo el orden social y político; de esta manera, la historia de un espacio social concreto nos permite periodizar el desarrollo de los procesos productivos que son el testimonio de una o de las diferentes fases de un modo de producción. Una sociedad con un modo de producción concreto interviene las regiones naturales y crea nuevos paisajes culturales que pueden trascender su tiempo histórico, resemantizando las funciones sociales de los suelos, de las formaciones vegetales, de los edificios administrativos, las iglesias, las viviendas, etc., los cuales pasan a conformar vestigios de tiempos históricos anteriores dentro del nuevo espacio social.

 

Palabras clave: Revolución Bolivariana, socialismo comunal, espacio social comunal.

 

 

1

Hipótesis estratégica sobre  la producción del espacio social comunal

 

Una de las prácticas que debe seguir profundizando la revolución bolivariana para construir el socialismo comunal,   es la  producción del espacio social que represente los cambios históricos que el proceso produce en nuestra sociedad, manifestando así su capacidad creativa para actuar responsablemente sobre el ambiente natural, sobre la vida cotidiana, sobre los códigos  y las formas culturales y sociales de la población, creando las condiciones políticas que permitan sostener en el tiempo la integridad del nuevo espacio social revolucionario. El socialismo comunal se concreta territorialmente mediante la construcción de los consejos comunales y las comunas,  células que sirven de base al Poder Popular y se materializan en territorios concretos que le son propios a los sujetos que lo integran y con los cuales estos se identifican.

Los consejos comunales, y las comunas, expresión concreta de la democracia directa, participativa y protagonica, son instancias donde participan, se articulan, e integran  diversos movimientos sociales comunitarias que  permiten al pueblo organizado   gestionar directamente la administración  de la vida comunal y planificar proyectos económico, sociales, culturales y políticos orientados a  solucionar sus necesidades y aspiraciones de las comunidad a los fines de construir  la sociedad democrática y de  justicia social., participativa y protagónica que establece  la Constitución Bolivariana.

 

El socialismo comunal, en el marco de la propiedad social, tiene  como objetivo central promover  procesos socioproductivos diversos: agropecuarios, industriales, de servicios, etc,  con base a los cuales se formen redes, proyectos intercomunales regionales para el cambio, la distribución y el consumo equitativo y democrático de los bienes de cambo y de uso entre las comunas. Ya en muchas regiones de Venezuela, los Consejos Comunales y las Comunas rurales han comenzado a estimular experiencias motivadas por la participación voluntaria de los productores  tales como las ferias y mercados para vender directamente  sus productos, obviando la utilización de intermediarios que encarecen los precios de los mismos al añadirles el porcentaje de su comisión. De la misma manera,los comuneros y otros movimientos sociales vinculados a las comunas,  organizan de común acuerdo ferias donde el trueque de bienes de uso  suplanta la utilización del dinero como medio de cambio.

Los problemas culturales que sera necesario abordar para llegar en algún momento a implantar el sistema comunal en Venezuela, son muy variados y complejos, particularmente en el caso de  las comunas urbanas y periurbanas donde la lucha de clases es mas intensa.. Las investigaciones llevadas a cabo por nuestros alumnos del Seminario de Geohistoria y Subjetividad de la Escuela Venezolana de Planificación en parroquias como La Candelaria, Caracas, Los Altos Mirandinos y los Valles del Tuy y en Cagua, Edo. Aragua revelan la necesidad de estimular la subjetividad revolucionaria en las oblaciones en estudio, así como de organizar programas de investigación transdisciplinaria que aporten soluciones a problemas graves como el uso de los suelos y las aguas, la degradación de los ambiente naturales y sociales y problemas étnicos graves que surgen por la inserción en la comunidad criolla original, de inmigrantes colombianos que no comparten  ni toman en consideración la memoria histórica de los venezolanos ni las metas  didácticas de las escuelas bolivarianas. En ambientes rurales o periurbanos donde predominan los grupos humanos de tradición cultural venezolana, como es el caso de Boconoito, Edo. Trujillo, la investigación social revela que la colaboración de clase entre comuneros y propietarios privados de tierra es posible, orientando el proceso comunal hacia el logro de objetivos socioeconómicos comunes.

El desarrollo de comunas industrialistas urbanas y periurbanas con base al proceso denominado por el Comandante Chávez como “punto y círculo”  requeriría, a nuestro juicio procesos mas complejos de negociación entre los comuneros y las mismas empresas y sus trabajadores, sean del Estado o privadas,  cuyo personal esta sujeto a convenciones obrero-patronales y que  dependen del mercado nacional para colocar su producción. Todos estos temas ya deben haber sido abordados por las diferentes instancias de gobierno que planifican y guían  el desarrollo de la sociedad comunal con mayor pertinencia que la nuestra.

El motor de la política nacional para la transformación del espacio urbano,  el periurbano y rural está conformado por la Gran Misión Vivienda Venezuela,  la Misión Barrio Adentro Barrio Tricolor  y el Ministerio del P.P para las Comunas- En el caso concreto del del espacio urbano y el rural, gracias a la acción mancomunada de  la Gran Misión Vivienda Venezuela y la Misión Barrio Adentro Barrio Tricolor y el Ministerio del P.P para las Comunas, se ha logrado alcanzar la extraordinaria meta de más de un millón de viviendas construidas y modernizadas y  la estructuración  más de mil comunas y decenas de miles de consejos comunales, movimientos sociales y frentes de trabajo colectivo. Ello se ha traducido en un significativo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad venezolana aunque, sin embargo, no se ha logrado todavía afectar la reproducción de las relaciones  capitalistas de producción dominantes en Venezuela. Esto ha permitido que se mantenga activo el despotismo de la burguesía nacional parasitaria y su capacidad para, manipular a su favor las presiones del mercado mundial capitalista y del mercado interno capitalista sobre la Revolución Bolivariana, sobre las commodities (petroleo, gas, alimentos, piezas de recambio, y servicios importados, etc)  cuya escasez afecta la vida cotidiana del pueblo venezolano.

Por aquellas  mismas razones es que la Asamblea Nacional -ahora controlada por los grupos políticos de la extrema derecha- intenta dictar leyes neoliberales cuyo objetivo restaurar el antiguo mercado capitalista inmobiliario,  transformando así  la propiedad de la vivienda, instituida por la Revolución Bolivariana  como  un derecho social del pueblo venezolano, en una mercancía inmobiliaria

 

 

2

La agricultura urbana y el orden territorial comunal

El énfasis que le ha dado el gobierno revolucionario a la agricultura urbana constituye, a nuestro juicio, una forma inteligente de resolver la relación dialéctica entre campo y ciudad. Los barrios urbanos, en la medida que puedan producir sus propios insumos alimenticios, particularmemente hortalizas y verduras, huevos y carne de aves, logran de esta manera introducir una nueva dimensión sociocultural en su vida cotidiana creando estaciones de radio,  televisoras y periódicos comunales que contribuyen a  crear conciencia sobre la vida cotidiana y a fomentar la identidad histórica y cultural de la población comunera.

La población urbana en Venezuela alcanza el 85% del  total del país. La mayor parte de aquella, que vive en barrios populares, tiene un origen cultural campesino (abuelos, padres), personas que migraron hacia las ciudades hace dos o tres generaciones buscando una nueva vida. Los migrantes colombianos y de otras nacionalidades que viven en dichos barrios tienen también en su mayoría, directa o indirectamente, un origen campesino. Aun en estas condiciones, el llamado “regreso al campo”para desconcentrar las zonas urbanas del norte y el oeste de Venezuela esta limitado por las características del tiempo libre y del tiempo de trabajo que determinan el ritmo de la vida cotidiana de la población de los barrios y las parroquias que eventualmente podrían conformar comunas y consejos comunales. Abandonar el bario para ir a cultivar la tierra en zonas rurales, representa para las personas una ruptura  cultural con los tiempos de la vida cotidiana que no todas  pueden afrontar. Desarrollar las áreas de cultivo en el territorio del barrio o la aparroquia, la popularización del  nuevo concepto tecnológico de la agricultura urbana, permite crear espacios laborales y puestos de trabajo que no requieren la existencia de desplazamientos físicos fuera del espacio de vivienda, con  la posibilidad de construir un mercado comunal para la colocación de la producción agrícola-avícola, restituyendo también la significación del elemento lúdico que consolide la vida social colectiva y espontánea. De esta manera el espacio social, el área territorial de convergencia de los intereses diversas comunas,  podría llegar a asimilarse con el concepto de la antigua parroquia o eventualmente con el  de municipio.

 

3

Lucha de clases y producción del espacio social comunal

En una sociedad en proceso de transformación como la venezolana,   las desigualdades  culturales y socio-económicas que se expresan a través de la lucha de clases, han jugado un papel relevante en la producción del espacio social capitalista que comienza a ser subvertido por los logros de las misiones sociales como la Gran Misión Vivienda Venezuela y la Gran Misión Barrio Adentro Barrio Tricolor y las bases de misiones.  En colaboración con las comunas urbanas y los movimientos sociales, aquellas  han logrado, como hemos expuesto, la construcción de miles de nuevos urbanismos así como la modernización arquitectónica de las antiguas barriadas incluyendo la infraestructura de salud, educación y alimentación, la infraestructura vial, de electrificación y telefonía, de gas domestico,  de aguas blancas y, excretas, etc. Para apalancar aquel proceso, las comunas y consejos comunales disponen de medios institucionales tales como  Mesas Técnicas del Agua y Saneamiento, Mesas Técnicas de Educación, Comités de Tierra Urbana, Comités de Salud, Consejos Comunales de la Planificación Pública, etc- Esta especie de gabinete comunal tiene como responsabilidad estudiar los problemas que surgen en sus diversas áreas de competencia y preparar los proyectos para resolverlos con la ayuda técnica de los organismos del Estado. Para financiar la ejecución de los diversos proyectos públicos, el gobierno Bolivariano concede ayuda financieras a las comunas, ayudas que son administradas a través de los  Bancos Comunales.

La creación  en Venezuela de la Sociedad Comunal Socialista  representaría así la  forma espacial concreta que logrará  la resistencia popular contra el capitalismo, la base territorial para crear un nuevo bloque histórico del poder socialista.  En dicho espacio social revolucionario, tanto las comunas como las misiones sociales, los movimientos sociales y demás organizaciones que generan y llenan dicho espacio, están llamados a constituir una suerte de medio de producción que adquiere una forma territorial, conformado por las redes de intercambio, los flujos de materias primas y de energía, la tecnología, la división del trabajo, la influencia del Estado y de las superestructuras de la sociedad  que forman parte de las fuerzas productivas donde se apoya el poder popular.

 

La integración de comunas rurales, urbanas y periurbanas en un nuevo sistema espacial, permitiría  visualizar la dialéctica territorial del Poder Popular contrastada con la de las instituciones que sostienen la hegemonía social y cultural del capitalismo venezolano-. Representaría, quizás, la  última fase espacial del milenario proceso de formación y consolidación del territorio de la nación venezolana, espacio geográfico colonizado y humanizado por el trabajo social de generaciones pasadas. Para lograr aquella meta es necesario lograr la construcción relacional de las subjetividades comunales que darán nacimiento  a la nueva sociedad organizada territorialmente en colectivos localizados más allá del control metabólico social del capitalismo. Estos colectivos serían capaces de alcanzar  tanto la soberanía productiva,  alimentaria, agropecuaria como la industrial, la tecnológica y la cultural, donde el ambiente y los espacios naturales ya no serán una mercancía sino un bien que garantice el buen vivir de la comunidad humana.

 

4

Cartografia y Memoria Histórica Comunal.

 

El documento de constitución de un consejo comunal o de una comuna, según la lay, pasa necesariamente por la elaboración de una carta de identidad cultural que debe ser redactada por los miembros de aquellas. Esta carta equivale a establecer tanto las referencias territoriales que delimitan la extensión de la comuna o el consejo comunal, como del tiempo histórico que se expresa en una memoria histórica compartida por todos los ciudadanos y ciudadanas. Ello significa, como dice Lefebvre (1978: 198), estimularlos para que todos  y todas participen de la vida comunal, darles un poder real tanto en la sociedad como a nivel de los conocimientos tanto en la escuela, como en la fabrica, en los problemas de la vivienda, en la vida social, transformando la ideología comunitaria en un idealismo político y un tipo  ideal en una utopía democrática.

En el breve lapso que ha transcurrido desde la aprobación de la Ley de Consejos Comunales en 2006, como es de esperarse, muchos consejos comunales no  han logrado alcanzar  todavía plenamente el sentido de corresponsabilidad que implica  el trabajo social comunitario para  la solución integral de sus problemas- Para solventar esa carencia, pensamos que sería necesario  inducir en la conciencia de  los colectivos conceptos como  colectividad o comunidad para reintroducir en la cotidianidad de las cosas de la comuna o del barrio:, la conciencia de la vida social, de la vida compartida.

 

Para que  los venezolanos podamos visualizar cabalmente la significación tanto espacial como territorial del proceso que venimos de analizar, sería necesario establecer tanto una cartografía de los espacios creados por la Sociedad Comunal Socialista en construcción, así como el nuevo concepto historiográfico que explique y legitime los cambios que se están operando en Venezuela gracias  al actual proceso de cambio histórico revolucionario. De esta manera desde la escuela bolivariana se asentarían en el imaginario de los niños y en el imaginario popular en general,  los elementos visuales del espacio nacional que crea el sistema de comunas, particularmente mediado por el carácter transversal y democrático de las redes sociales del Poder Popular Socialista. Ese nuevo espacio permitiría trascender la concepción territorial jerárquica capitalista expresada en el Mapa de Codazzi de 1840,   el cual representa cartográficamente  la estructura del poder liberal burgués  creada por la IV República. Por una sabia razón los salones de la escuela primaria de nuestra época, le década de los años cuarenta del pasado siglo, tenían colgados en sus paredes tanto el mapa político como el  físico de Venezuela para que el alumno tuviese siempre presente la imagen concreta de la nación venezolana. Los contenidos  esenciales de dicho mapa han sido conservados  hasta nuestros días, a pesar que las transformaciones historicas ocurrida durante los años de la Revolución Bolivariana han complejizado grandemente la  regionalización del territorio nacional.

 

5

La sociedad comunal y el poder popular

Según Marx, la presencia de una realidad concreta  en un espacio determinado puede ser explicada en términos de su génesis temporal. Cualquier actividad  que se desarrolle en un tiempo histórico produce al mismo tiempo un espacio y solo podrá alcanzar realidad o existencia concreta dentro de dicho espacio al inscribirse en el mismo por medio de acciones humanas, particularmente aquellas relacionadas con el trabajo (Lefebvre 1995: 115-117).

Es en aquel sentido que la sociedad comunal y el Poder Popular -que conforman la idea medular del proyecto chavista para transformar la sociedad venezolana-  se inscriben dentro del tiempo histórico de la revolución bolivariana y se expresan así mismo dentro de los espacios, de los territorios concretos donde se construyen las comunas y los consejos comunales. El Presidente Chávez reconoció este carácter constituyente, sustantivo, del poder popular al asentar que tanto la sociedad comunal como el Poder Popular conforman la idea medular del proyecto chavista para el cambio histórico de la sociedad venezolana: Dijo el presidente Chávez:

Todos los motores constituyentes son tributarios o convergen sobre el quinto (motor), que es el máximo, el de máxima fuerza, el que debe ser el motor principal. ¿Cuál es? La explosión revolucionaria del poder comunal:  los Consejos Comunales… el quinto motor constituyente…Y es esencial…”  (Chávez 2007: 40).

La meta de la sociedad comunal socialista, tal como lo propuso el Presidente Chávez, es la de abolir o al menos neutralizar aquellas instituciones específicas que sostienen la hegemonía del capitalismo; ello debe ser, es el primer paso revolucionario hacia la construcción de un nuevo bloque histórico del poder socialista en Venezuela, representado por el Poder Popular, fundamento de  la sociedad y de un  futuro Estado comunal socialista.

El Poder Popular está representado, hasta el presente, por 1.500 comunas que integran 40.035 Consejos Comunales, 1294 Salas de Batalla Social que ejercen la coordinación entre todos ellos, 28.791 movimientos sociales y 71.521 redes de organizaciones sociales creadas bajo el impulso de la Revolución Bolivariana, sustentadas en las diversas misiones sociales que han transformado profundamente la realidad venezolana. Las comunas que integran a los Consejos Comunales, organizan también empresas de producción social de bienes y servicios bajo un régimen de propiedad social. Algunas de las grandes y exitosas comunas como Ataroa,  Palito Blanco y el Maizal y cooperativas organizadas bajo el pricipio de la economia social como Cecosesola (Central Cooperativa de Servicios Sociales de Lara) entre otras, que abarcan extensos territorios en el occidente de Venezuela e integran miles de familias, constituyen NUDES (Núcleos de Desarrollo Endógeno) que han logradologrado producir y distribuir gran cantidad de productos agropecuarios y  otros bienes y servicios producidos en sus empresas socioproductivas.  Las comunas están a su vez integradas a nivel regional en un Parlamento Comunal así como en un Parlamento Comunal Nacional cuyos representantes son elegidos democráticamente por los colectivos..

La localización geográfica,  la extensión territorial y la variedad de contenidos sociales, culturales y económicos que caracterizan a cada comuna, así como su participación en otras redes sociales como los mercados de diferentes tipos, pedevales, mercales, etc debería ser representada de una manera cartográfica accesible al conocimiento popular- Estos mapa tendrían la capacidad de mostrarnos visualmente que las comunas no son simples accidentes administrativos aislados, sino una extensa red social que se va convirtiendo en un proceso cultural, en un proceso civilizatorio determinado por la contingencia histórica, cultural, política y ambiental y el cambio de énfasis en el desarrollo de las fuerzas productivas que esta implícito en la adopción de un sistema sociocultural y económico alternativo, postcapitalista. En este sentido, debemos recordar que el  origen del sistema comunal socialista bolivariano alude a una linea de desarrollo   que es producto de una secuencia histórica concreta, el proceso civilizatorio, que es el vehiculo de propagación de las revoluciones tecnológicas que conducen hacia la actualización histórica de los pueblos. Estas transformaciones sociales  son el producto de la actividad humana, del trabajo de hombres y mujeres que conscientemente ponen fin o permiten el surgimiento de nuevos sistemas sociales, cuando pierden vigencia las leyes específicas de una formación formación social para dar paso a una nueva- (Ribeiro 1992:24-25,36; Sanoja 2012: 40-41).

No podemos pasar por alto en Venezuela, la existencia actual de movimientos históricos regresivo auspiciados tanto por la derecha politica local  (particularmente empresarios y comerciantes parasitarios) como por las oligarquías imperiales que se sienten amenazadas por el surgimiento de una nueva hegemonía política, sociocultural y económica  representada por el socialismo comunal bolivariano.; para evitar su consolidación someten a nuestro pueblo a todas las humillaciones y crueldades que trae consigo la guerra económica que han desatado en nuestra contra.

Podríamos decir también , que el actual movimiento regresivo de la derecha venezolana contra el socialismo comunal bolivariano, refleja igualmente el estancamiento tanto ideológico como práctico de su clase política  el  agotamiento de las posibilidades y potencialidades de la formación social  venezolana nacida en 1830 y su bloque oligárquico de poder  conocida historicamente como la IV República (Sanoja 2011: 327)..

El proceso civilizatorio comunal esta motorizado por una revolución contra  los sistemas productivos del antiguo régimen capitalista rentista-exportador de materias primas (vegetales, animales y minerales) e importador de la gran mayoría de  las tecnologías, los productos culturales y de los bienes terminados que consume la población de nuestro país. El socialismo comunal bolivariano, tal como lo concibió el Comandante Chávez, se orienta por el contrario  al logro de la independencia política, soberanía económica y en particular la soberanía alimentaria, como fundamento para lograr la emancipación de nuestro pueblo en todos los ordenes de la vida.

El sistema comunal, como apuntamos anteriormente, no constituye una invención fortuita de la Revolución Bolivariana, por el contrario, como lo muestran las investigaciones antropológicas llevadas a cabo durante décadas por   nuestro grupo de trabajo (Sanoja 1969, 1988, 2011; Sanoja y Vargas 1992, 1999 2007, 2015:277-279; Salazar 2014), la cultura comunal, se asienta en las antiguas tradiciones comunitarias originarias venezolanas. Las comunas, que constituyen la forma espacial concreta que adquiere la resistencia popular contra el capitalismo, están fundamentadas en la propiedad social, en la acumulación colectiva de conocimientos y experiencias, la estructuración socio-espacial de las fuerzas y agentes, el arraigo a la comunidad y la identidad cultural y de clase.

Los revolucionarios chavistas debemos tomar conciencia que la construcción de una  futura sociedad comunal socialista es como un prisma que tiene muchas facetas. El manejo acertado de la coyuntura política  es  responsabilidad del gobierno revolucionario mientras la consolidación del proceso histórico es la tarea del  pueblo-sujeto organizado como Poder Popular. El cumplimiento de esta tarea sólo será posible cuando el Poder Popular lleve a termino  una verdadera transformación radical y revolucionaria del modo de producción y de las relaciones sociales capitalistas heredadas del Estado Liberal Burgués. Para que esta idea pueda plasmarse en el imaginario popular, sera necesario formar la conciencia del sujeto revolucionario así como  elaborar una nueva cartografía del espacio nacional que señale visualmente a los sujetos las nuevas coordenadas, las variables fundamentales del poder popular, los consejos comunales y las comunas, integradas con las redes socioproductivas y las misiones sociales que permitirán articular la cadena de valor de las materias primas, diversificando la producción para satisfacer las necesidades económicas y sociales de la población. Aquellas redes transversales regionales que representan una alternativa  postcapitalista, funcionarían como un tejido conectivo que circunscribiría los centros urbanos, estimulando la circulación, la distribución y el consumo de bienes y valores (Vargas-Arenas y Sanoja 2015 a-b).

El desarrollo regional de las redes comunales socioproductivas transversales, apoyadas y coordinadas con  el sistema de misiones sociales que están transformando profundamente la sociedad venezolana, solo podría tener sustento en espacios donde sea hegemónica la propiedad social, la cual es producto de una relación social que garantice a todas las  personas  la posesión y el disfrute   de los bienes y servicios fundamentales para una buena vida, relación que solamente puede tener vigencia plena dentro de una sociedad comunal socialista. Dicha propiedad, sustentada desde sus orígenes en valores sociales y culturales comunales, no puede tener vigencia plena dentro una sociedad capitalista,  ya que todos los valores sociales y culturales así como las normas jurídicas del capitalismo, consagran el derecho  de una clase a  poseer tanto los medios de producción  como los bienes y servicios que  de ellos derivan (Sanoja y Vargas Arenas 2016: 2-3; m.s)

Hacia finales del siglo pasado, el científico social venezolano D.F. Maza Zavala habían anticipado  que en el siglo XXI  el área de propiedad puramente estatal tendría que ser limitada por el desarrollo de otras formas avanzadas de propiedad social, común o colectiva que podríamos asimilar al actual sistema comunal. Consideraba Maza como deseable que el Estado conservase la propiedad y el control de las actividades productivas básicas, aunque observaba que “… La socialización, que es en esencia dominio de lo social por la sociedad, exige la participación colectiva en la toma de decisiones, el control de los intereses  públicos o sociales por organizaciones y dispositivos institucionales de índole popular: profundizar la democracia, erradicar las elites de poder y el poder de las elites, para desarrollar en su lugar el poder del pueblo (Maza Zavala 1985: 135-136).

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El proceso civilizatorio comunal formulado por el Presidente Chávez, del cual nos habló también Maza Zavala, debe adquirir carácter protagónico dentro del proyecto de los 15 motores productivos que ha propuesto a la nación el Presidente Maduro como respuesta a la grave crisis económica, social y cultural que ha desatado la baja mundial generalizada de los precios de los hidrocarburos y las materias primas en general. Para hacer frente a aquella  crisis,  la Revolución Bolivariana no solamente debe desarrollar las fuerzas productivas de la nación sino que  también, como hemos enfatizado anteriormente, debe dar lugar a un cambio en el frente de lucha para construir el socialismo comunal que inicie la reorientación estratégica del proceso bolivariano. Esta reorientación estratégica tendría como objetivo principal asignar un papel protagónico al desarrollo regional autogestado de las comunas sobre el cual descansa la consolidación del poder popular.

El desarrollo regional autogestado de las comunas de diverso estilo: campesinas, urbanas, periurbanas, industriales, de servicio, etc., exige acelerar el proceso de  organización de las comunas en proyectos regionales donde, a la par de las nuevas relaciones sociales (comunales) de producción se gesten empresas de propiedad social que regionalizen en lo posible las cadenas de producción, distribución y consumo de bienes materiales y servicios para la reproducción de la vida social en las comunas.

Con base a la relación transversal que se establezca dentro de cada proyecto regional y de cada estructuración inter-proyectos, será posible comenzar a pensar en el desarrollo de una nueva geometría territorial de poder que progresivamente sustituya la estructura política basada en estados y municipios heredada del estado  burgués para consolidar las oligarquías políticas regionales.

 

 

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