Page 2 of 5
1 2 3 4 5

El largo y exigente camino de los dobles grados universitarios

Por: Nacho Meneses

Estudiar una titulación doble ofrece una formación más transversal y mejores perspectivas laborales, pero exige un mayor esfuerzo y más años de estudio

El gancho de estas titulaciones resulta innegable. En su mayoría, combinan disciplinas similares o complementarias para ofrecer una formación más completa y la recompensa de terminar la universidad no con uno, sino con dos títulos oficiales, a cambio de alargar los estudios entre uno y dos años. Un perfil académico especialmente atractivo en un mercado laboral que demanda profesionales cada vez más versátiles. La universidad española parece confirmarlo: en 2018 había 872 títulos de doble grado por 3.008 de grado (un 22,5 % del total), cuando hace seis años eran apenas 345, según datos del Ministerio de Universidades. Pero ¿se trata de una opción válida para todos?

En pocas palabras, no. “Primero, porque alargan la etapa formativa, y eso hay estudiantes que ni se lo plantean, que quieren salir al mercado laboral antes por razones de economía familiar o por preferencia personal, o porque su vocación le lleva a una opción más clásica”, sostiene Víctor Briones, vicerrector de Estudios de la Universidad Complutense de Madrid. Y es que estudiar un doble grado implica no solo un coste económico adicional (solo en matrículas, significa pasar de pagar por 240 créditos a entre 340 y 400), sino también una mayor carga lectiva por curso que exige grandes dosis de compromiso, concentración, motivación, organización y esfuerzo.

Acceder a ellos es ya, en algunos casos, toda una proeza. Un vistazo a las notas de corte más altas de España revela la ubicuidad de algunas dobles titulaciones, que copan muchos de los puestos más altos. Así, el doble grado de Física y Matemáticas de la Universidad Complutense de Madrid exige casi la perfección (13,875 sobre 14), algo más que los títulos homólogos en Zaragoza, Alcalá, Valladolid o Barcelona (y varias más). El de Estudios Internacionales y Derecho de la Universidad Carlos III pedía el año pasado 13,525; el de Informática y Matemáticas de la Complutense, 13,398; y el de Estudios Internacionales y Administración de Empresas en la Carlos III, 13,339. Un fenómeno relacionado no solo con la demanda, sino también con el hecho de que los dobles grados habitualmente ofertan un número reducido de plazas que dificulta aún más el acceso.

Física y Matemáticas en la Complutense tiene, por ejemplo, 30 plazas, “una oferta muy pequeña, porque aumentar el número de plazas en un grado experimental como este es algo muy costoso y muy difícil de llevar a cabo. Y lo mismo sucede con otras como Química y Bioquímica, o Ingeniería Informática y Matemáticas”, explica Briones. Por supuesto, no todos los dobles grados tienen un baremo de acceso tan elevado, y titulaciones más tradicionales y ampliamente ofertadas como Derecho y Administración de Empresas o Derecho y Economía tienen normalmente notas de corte sensiblemente inferiores.

Una mayor empleabilidad

Esa misma sobreexigencia de compromiso hace que se beneficien de un mejor acceso al mercado laboral y de la adquisición de habilidades transversales muy valoradas por los futuros empleadores: “Para cualquier empresa que está seleccionando personal, un doble grado casi siempre se mira con un poco más de atención, porque representa un mayor esfuerzo, sin que eso prejuzgue que sea garantía ninguna”, afirma Briones. “Los dobles grados ofrecen mayor empleabilidad, una visión interdisciplinar más amplia, una mayor integración de conceptos que permite afrontar problemas desde puntos de vista diferentes, y la posibilidad de solucionarlos con mayor creatividad”, esgrime por su parte Eva Icarán, vicerrectora de Profesorado e Investigación de la Universidad Europea. Como muchos de los dobles grados aúnan disciplinas relacionadas, la consecución de estos lleva aparejado el desarrollo de más competencias y un mayor alcance de la actividad profesional.

Es el caso de Fernando Galindo, licenciado en Derecho y Economía en la Universidad Carlos III de Madrid: “Para mí fue una experiencia enriquecedora, porque son dos carreras que se complementan muy bien y te permiten entender muy bien la actualidad. Además, al tener puntos en común, estudiarlas de manera combinada hace que haya materias que resulten mucho más fáciles de comprender”. Para Galindo, hoy director de Comisiones de la Secretaría General del Congreso de los Diputados, se trata de una inversión que merece la pena, “entre otras cosas porque cuando empecé la carrera no sabía a qué me quería dedicar y el doble grado me permitió mantener más puertas abiertas”.

En plena cuarta revolución industrial, la de Internet y las tecnologías de la comunicación (TIC), las titulaciones dobles que incluyen disciplinas STEAM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas, por sus siglas en inglés) figuran entre las más buscadas, “pero también en las áreas de Ciencias Biomédicas, gestión empresarial… Y, a futuro, también serán demandados dobles grados donde lo científico y lo técnico se complemente con las humanidades”, apunta Icarán. “Son muchas las voces que hablan de la necesidad de humanizar las carreras técnicas. El desplazamiento laboral ocasionado por la robótica y la digitalización deberá venir acompañado por una transformación de la demanda de profesionales capaces de ofrecer otras competencias, justamente aquellas que diferencian al ser humano de la máquina, y que llegan a donde esta no llega”.

Briones destaca tres grandes grupos entre los dobles grados: “Primero, aquellos con base en el grado de Derecho y otros conocimientos como Criminología, Relaciones Laborales, Ciencias Políticas o Filosofía. Otro grupo tiene que ver con la Administración de Empresas y la Economía, y que se combina con estudios relacionados con las Matemáticas, la Estadística o la Informática; y el tercero es el que tiene que ver con la educación: Pedagogía, Educación Primaria, Maestría…”

Posibles inconvenientes

La principal desventaja de los dobles grados radica, según Briones, en el alargamiento de la etapa de estudiante, lo que retrasa la incorporación al mercado laboral: “Si en muchos países de la Unión Europea se estilan cada vez más grados de tres años, en los dobles grados llegamos a los seis – sin perjuicio de que, luego, puedas hacer un máster, con lo cual nos iríamos hasta los siete u ocho años”, razona el vicerrector de la Complutense. “Y eso hace que lleguen al mercado laboral con una cierta demora con respecto a los estudiantes de un grado sencillo. Aunque entonces lo hagan en una situación de ventaja, porque lo hacen con una doble graduación”.

Otro de los inconvenientes que esgrimen habitualmente los egresados de los dobles grados es la falta de profundidad en uno o en ambos ámbitos de las titulaciones, que en ocasiones priman la cantidad sobre la profundidad. Un aspecto que, para Briones, ha ido solucionándose con el paso del tiempo: “Este era un defecto clásico: dobles titulaciones que provenían de una especie de “corta y pega” un tanto artificioso en ocasiones. Pero ahora las universidades son mucho más cuidadosas, para que las titulaciones dobles estén mucho más equilibradas y que tengan una formación suficiente en ambas disciplinas. Los dobles grados que se ofertan hoy están mucho mejor diseñados, y provienen de una maduración más profunda, por lo que ese inconveniente ya no existe”. Icarán incide en el mismo aspecto: “Hay más integración y sinergias entre asignaturas de títulos afines… Lo que sobra es la redundancia de conocimiento”.

Efectivamente, los centros que ofrecen dobles titulaciones establecen comisiones de estudio conjuntas con otras facultades e incluso universidades, en las que se madura mucho la oferta, a la búsqueda de un factor diferencial y de una calidad que quizá antes no era tan prioritaria como lo es ahora. “De hecho, hay muchos dobles grados que están en extinción y que están siendo sustituidos por nuevos dobles grados, en los cuales, a criterio de las agencias de evaluación, se refuerzan los contenidos para mejorarlos e integrar mejor los conocimientos. En la Complutense hay un cierto número de ellos”, admite Briones. Se trata de una labor conjunta de las agencias de verificación y de las propias universidades, que identifican, una vez puesto en marcha, dónde están las posibles disfunciones.

Cómo elegir un doble grado

La mayor duración de los dobles grados, hasta seis años, hace necesaria una reflexión profunda que nos posibilite saber si en verdad estamos dispuestos a comprometernos por un periodo de tiempo tan prolongado. Pero más allá, los factores a tener en cuenta son similares a los de un grado sencillo, ya sean personales (motivación, expectativas, intereses) o profesionales (empleabilidad, demanda existente, acreditaciones o reconocimientos externos…). Y, por supuesto, elegir la universidad según el programa de estudios, el profesorado y la reputación de la institución. Además, no todas ofertan la misma cantidad de dobles grados, y si en la Complutense, por ejemplo, llegan a la treintena de entre unos 140 grados, en la Universidad Rey Juan Carlos hay 78 por 81 grados sencillos, y en la Universidad Europea se alcanza el 50 % para cada tipo (38).

Aunque la mayoría de estas titulaciones aúnan áreas de conocimiento próximas, también pueden encontrarse combinaciones llamativas por la disparidad de contenidos: Ciencias Ambientales y Geografía, ADE e Ingeniería Informática, Historia y Filología Clásica, Farmacia y Nutrición Humana, Sociología y Experto en Desarrollo… En estos casos, debe tenerse en cuenta que se trata de dobles grados con contenidos muy distintos, por lo que normalmente llevan aparejados una mayor cantidad de créditos.

En algunas universidades, una alternativa a la del doble grado es la de optar por grados transversales que, en el plazo habitual de cuatro años, abarquen diferentes disciplinas: es el caso, por ejemplo, del grado en Filosofía, Política y Economía que ofertan conjuntamente las universidades autónomas de Madrid y Barcelona, la Pompeu Fabra y la Carlos III de Madrid; el grado en Ciencias Experimentales de la Universidad Rey Juan Carlos, que aúna Biología, Geología, Física y Química; o el grado en Gestión de Ciudades Inteligentes y Sostenibles, de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/economia/2020/08/12/actualidad/1597223302_475810.html

Comparte este contenido:

Las competencias digitales marcan el paso de los nuevos títulos de Formación Profesional

Por: Nacho Meneses

La reforma de la FP, que será más flexible y personalizable, contempla una mejora de las habilidades digitales en todos los sectores y un fuerte aumento del número de estudiantes

Reducir el impacto de la crisis económica a través de una profunda transformación de la Formación Profesional, de manera que pueda responder rápidamente a las necesidades del mercado laboral en todos sus sectores. Ese es uno de los principales objetivos del Plan Estratégico de Formación Profesional, cuya segunda fase fue presentada la semana pasada por Pedro Sánchez en La Moncloa. Un programa de modernización que contempla no solo la actualización de los estudios ya existentes y la creación de hasta 80 titulaciones nuevas, a través de recorridos completos y cursos de especialización, sino también una profunda transformación que ampliará el número de plazas ofertadas en 200.000 hasta 2023 y flexibilizará el acceso a la Formación Profesional de estudiantes, trabajadores y desempleados.

“Ahora mismo, en todos los planes que se están haciendo de ayuda a determinados sectores, como puede ser el automovilístico, el de comercio… hay un eje de formación profesional, porque no se puede relanzar un sector si no garantizamos una recualificación de los profesionales de ese mismo sector. Y eso solamente se puede hacer desde una FP muy ligada a las necesidades del sector, que sea muy dinámica, potente y flexible, y que esté actualizada”, sostiene Clara Sanz, secretaria general de Formación Profesional. “Además, hay que pensar no solo en el sistema educativo, sino también en los desempleados y en los ocupados. La formación ha de ser accesible para cualquiera, independientemente de su situación. Unos necesitarán una formación ajustada a las necesidades de su puesto de trabajo y otros mejorar su itinerario de formación, su empleabilidad o sus condiciones de trabajo”.

En muchos casos, la renovación del catálogo de FP vendrá a través de los llamados cursos de especialización, estudios de postgrado que permitirán a los estudiantes que ya han adquirido una formación más generalista, de técnico o técnico superior, completar su formación especializándose en aspectos demandados por el mercado de trabajo, en el que hay déficit de estos profesionales. Se trata, en definitiva, de dotar a la Formación Profesional de una mayor flexibilidad y capacidad de reacción ante la demanda existente, de “ponerse más en contacto con esa realidad inmediata y cambiante, con las necesidades de las empresas. Es más fácil, de alguna manera, dar respuesta a lo que nos están pidiendo desde los sectores productivos mediante cursos de especialización que cambiando un título entero”, argumenta Luis García Domínguez, presidente de la Asociación de Centros de Formación Profesional FPEmpresa.

A pesar de que la figura de los cursos de especialización está aprobada desde 2011, no se habían desarrollado hasta ahora. Los dos primeros, en Cultivos Celulares y en Audiodescripción y Subtitulación, llegaron en 2019; cinco más ya han sido aprobados en abril de este año y otros siete, ya en diseño, verán la luz entre 2020 y 2021. “Sobre todo, vamos a tender hacia los sectores emergentes, que se ven radicalmente transformados por la digitalización, pero trabajaremos todos los sectores productivos, porque todos ellos se están actualizando. Por ejemplo, también se ha publicado un curso de especialización en panadería y bollería artesanal”, explica Sanz.

La digitalización, clave en todos los ámbitos

¿Cuáles son esos sectores emergentes? Familias profesionales como informática y comunicaciones, electricidad y electrónica, fabricación mecánica, edificación y obra civil, industrias alimentarias o instalación y mantenimiento son solo algunas de las que concentrarán las nuevas titulaciones de Formación Profesional, que tendrán un enfoque digital muy marcado: “Nos hemos centrado mucho en la digitalización, porque es uno de los ámbitos que más rémora tienen en el mercado de trabajo en España, y en el que existe una mayor dificultad para encontrar profesionales”, cuenta Sanz.

Así, en el curso 2020-2021, las comunidades autónomas podrán ofertar, por ejemplo, cursos de especialización relacionados con la fabricación inteligente, la digitalización del mantenimiento industrial, la ciberseguridad, los videojuegos o la señalización y telecomunicaciones ferroviarias. Y en 2021-2022 llegarán, entre otras, las especializaciones en implementación de infraestructuras 5G, fabricación aditiva en 3D, materiales compuestos, vehículos eléctricos, instalación y mantenimiento de infraestructuras eléctricas e inteligencia artificial (IA) y big data.

“Nadie estará ajeno a lo que supone la IA y el big data”, afirma Sanz. “La digitalización va a transformar absolutamente todos los sectores productivos, incluida la agricultura: no podemos pensar en una agricultura extensiva en los mismos términos que hace unos años, porque el sector se ha transformado con el uso de drones y otras tecnologías que sus profesionales deben conocer”. En hostelería y turismo, ha cambiado todo lo relacionado con las reservas y el tratamiento de las opiniones de los clientes y su fidelización; en sanidad, desde la gestión de información hasta el tratamiento y la propia relación con el paciente; a la vez que factores como las redes sociales son cada vez más relevantes. El plan de modernización de la FP anunciado recientemente contempla, además, la incorporación de un módulo formativo de digitalización aplicada a cada sector productivo para todos los títulos del catálogo.

“En el fondo, de lo que estamos hablando es de un cambio productivo y un nuevo modelo económico y tecnológico, y necesitamos que la FP (tanto la básica como, especialmente, la de grado medio y superior) se actualice para dar respuesta a lo que las empresas nos están pidiendo”, sostiene García Domínguez.

Formación ‘online’ para la España rural

Otra de las iniciativas incluidas en el nuevo plan estratégico pretende potenciar el impacto de la Formación Profesional en la España vacía multiplicando las Aulas Mentor, que ofrecen formación en línea no reglada dirigida a personas mayores de 18 años en núcleos rurales, hasta llegar a los 3.000 municipios. Una opción de bajo coste (24 € al mes) cuya mayor virtud es que funcionan en cualquier núcleo de población, por pequeño que este sea: “Nos permiten llegar a municipios donde no hay ofertas de formación y donde las personas, fundamentalmente adultas, tendrían que trasladarse poder acceder a cualquier tipo de educación que no sea online”, explica Sanz. De esta manera, es posible cursar cualquier módulo o contenido de FP que sea luego acreditable a través de un proceso de acreditación de competencias.

Nuevos títulos de enseñanzas deportivas

No todas las titulaciones que se han incorporado al catálogo de la Formación Profesional tienen que ver con la digitalización. Así, el pasado mes de febrero aprobó el título de Técnico en Guía en el Medio Natural y de Tiempo Libre, que desarrolla la competencia de organizar itinerarios y guiar grupos por entornos naturales de baja y media montaña, terrenos nevados y cavidades de baja dificultad, entre otros. Asimismo, en noviembre de 2019, el Consejo de Ministros aprobó la creación de cinco títulos de enseñanzas deportivas relacionados con la actividad física al aire libre:

  • Técnico Deportivo en Barrancos (grado medio), que desarrolla la competencia de diseñar itinerarios y conducir a deportistas y usuarios por barrancos, media montaña estival y vías ferratas equipadas.
  • Técnico Deportivo (grado medio) y Técnico Deportivo Superior en Escalada. El primero capacita al estudiante para adaptar, dirigir y dinamizar la iniciación y perfeccionamiento técnico de la escalada deportiva en roca, rocódromos o estructuras artificiales; mientras que el segundo caso está orientado hacia la escalada de alto nivel.
  • Técnico Deportivo en Media Montaña (grado medio) y Técnico Deportivo Superior en Alta Montaña (grado superior). El primero se orienta al diseño de itinerarios, la guía y dinamización de deportistas y usuarios por terrenos de media montaña; el segundo enseña el diseño de itinerarios en condiciones de alta montaña, incluyendo técnicas específicas de progresión en terreno nevado y hielo.
  • Técnico Superior en Termalismo y Bienestar, aplicando protocolos de hidrocinesia, técnicas hidrotermales, masajes estéticos y programas de acondicionamiento físico en el agua.

Una formación modular, flexible y práctica

Para Sanz, la gran ventaja de la Formación Profesional, que no se ha explotado hasta ahora, es su carácter modular, de tal manera que se pueda personalizar el itinerario educativo dependiendo de los intereses particulares de cada alumno o profesional. Algo que hoy en día no es posible, pero que sí contemplará la futura ley de Formación Profesional, actualmente en fase de elaboración. Esta oferta modular permitirá, en función de las necesidades educativas o laborales, matricularse en uno o varios módulos, sin tener que cursar todos los que integran un título o curso de especialización, y así servir para responder rápidamente a las necesidades específicas de las empresas.

Se trata, en definitiva, de favorecer el desarrollo de una Formación Profesional que sea accesible tanto para los estudiantes como para los ocupados y desempleados, que pueden querer formarse poco a poco, “y que esa formación pueda ir sumándose en una mochila formativa al ritmo que cada uno pueda, y que al final pueda conseguir una titulación. Eso favorecerá una adaptación mejor y más ágil a las necesidades del mercado, donde los perfiles más demandados son mucho más mixtos”, explica Sanz, que recuerda que la tasa de desempleo juvenil entre los titulados de FP es de solo el 7,35 %, frente al 35 % en general.

A su vez, García Domínguez recuerda también hay familias profesionales que tienen mucho trabajo, pero baja demanda por parte de los estudiantes, como pueden ser aquellas relacionadas con el mantenimiento, frío y calor, electricidad y electrónica o producción industrial: “Las empresas siguen buscando esos técnicos, y en muchos casos no los encuentran, por lo que tienen que hacer formación propia o contratar a gente con menor capacitación. Es importante que mostremos a la sociedad y a las familias que, dentro de los títulos que ya tenemos, hay mucho trabajo”.

El plan de modernización pretende también impulsar la creación de aulas de emprendimiento en un total de 1.850 centros de Formación Profesional en toda España, con la intención de ofrecer a los estudiantes asesoramiento y recursos que faciliten el arranque de sus proyectos, la conversión de aulas de FP en espacios de tecnología aplicada y la creación de la plataforma FPConecta para la relación e intercambio entre centros de FP, empresas, interlocutores sociales y administraciones educativas.

Fuente: https://elpais.com/economia/2020/07/29/actualidad/1596033901_851202.html

Comparte este contenido:

Las tendencias de microaprendizaje transforman el panorama de la formación continua y personalizada

Por: Nacho Meneses

Las plataformas de aprendizaje, la educación a distancia y los contenidos gratuitos o de bajo coste multiplican las posibilidades de formación a lo largo de la vida laboral

Las consecuencias económicas, laborales y sociales provocadas por la pandemia se han dejado sentir con fuerza en los meses de confinamiento, pero el desempleo, que creció en 5.107 personas en junio, se ha ralentizado por segundo mes consecutivo e invita a un moderado optimismo: la Seguridad Social ganó una media de casi 70.000 afiliados, aunque los datos interanuales muestran casi 900.000 afiliados menos que hace 12 meses. La incertidumbre por el futuro es la nota predominante en un mercado laboral en el que, si sumamos a los 3,8 millones de parados inscritos en el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) los 1,8 millones de trabajadores acogidos a un ERTE, comprobamos que uno de cada cuatro trabajadores españoles están inactivos o en pausa.

El estado de alarma supuso una acentuada ralentización de la actividad económica, pero por otro lado estimuló la transformación digital de la sociedad: toda una “alfabetización” a marchas forzadas incluso para aquellos que eran reacios a las nuevas tecnologías. Las empresas buscan perfiles tecnológicos para digitalizarse y las instituciones educativas aprovechar la inercia de esta metamorfosis para dar respuesta a las necesidades futuras: “La crisis sociosanitaria ha acelerado lo que iba a pasar en el mundo de la educación en los próximos cinco o seis años, que va a pasar a suceder en apenas año y medio”, afirma Sergio Calvo, vicerrector de Estudiantes de la Universidad Europea. “Los formatos más tradicionales van a beber de otros más parecidos a la formación continua, que a su vez va a adquirir un valor mayor. Ese lifelong learning, ese aprendizaje a lo largo de toda la vida, será una realidad aún más palpable”.

Es en este contexto en el que las tendencias de formación apuntan a un modelo mucho más flexible, accesible y personalizado, “un continuo proceso de aprendizaje para ser relevantes, redefinir los roles y / o adaptarse a funciones y trabajos que ni siquiera existen todavía”, apunta Gema Requena, directora de la consultora Nethunting, que acaba de publicar junto a EAE Business School el estudio Microtrends 2020: Educación y Trabajo. Un informe del que se desprende que el líder del futuro será un “educador empresarial” con la función de integrar empleados, conocimientos, proveedores y retos empresariales y sociales (como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030) en su cadena de valor, y con un amplio dominio de habilidades como la resiliencia, el pensamiento crítico, redes globales, inteligencia cultural y geopolítica, analítica de datos o sostenibilidad: porque no se trata ya tanto de vender más, sino mejor. El negocio no solo se mide ya en términos económicos, sino sociales y medioambientales.

Plataformas de aprendizaje

Más que nunca, la educación ha de ser un traje digital accesible y a medida, y las nuevas tecnologías ofrecen multitud de modelos de gran utilidad a lo largo de nuestra carrera profesional. Herramientas educativas como las de Goodhabitz u Odilo permiten a las empresas crear sus propias plataformas personalizadas de cursos en habilidades profesionales o de crecimiento personal, entre millones de opciones disponibles. Un concepto parecido al de Netflix, pero de formación continua, y que han abrazado otras instituciones educativas como IEBS, a través de Akademus, un canal de microaprendizaje disponible para cualquier usuario (24,90 € de suscripción mensual) con cursos que van desde el marketing digital y los negocios hasta los recursos humanos, la tecnología, la programación y el diseño de fotografía y vídeo.

La transformación, indica Calvo, acabará por extenderse entre las universidades. “El esquema que tenemos ahora, en el que te dices que tienes que estudiar primero, y luego segundo, tercero, cuarto… está condenado a desaparecer”, asegura. “Todo va a ser mucho más modular, y el estudiante va a poder ir conformando su propio currículo en función de lo que quiera realmente”; un modelo híbrido que mezcle la educación presencial (normalmente más práctica) y la online, que combine lo mejor de ambos mundos y se adapte al momento vital y profesional de cada estudiante.

Becas y ayudas a la formación

El aumento del teletrabajo provocado por la pandemia ha facilitado también las posibilidades de formación online, normalmente a un precio mucho más asequible que el de la educación presencial. Así, por ejemplo, el buscador de cursos Emagister puso el pasado mes de mayo a disposición de sus usuarios una iniciativa de becas de formación por valor de un millón de euros, de los que se han consumido ya más de 600.000, en programas que van desde los MBA del Instituto Superior Europeo de Barcelona (ISEB), a los másteres en logopedia de la Escuela de Postgrado de Medicina y Sanidad o la formación en ciberseguridad de Select Business School, entre muchos otros.

Herramientas como el aprendizaje automático, la inteligencia artificial o el Big Data han facilitado además que Emagister, junto con Majorel y GSS Grupo Covisian, puedan ofrecer al usuario formaciones que se adapten mejor a sus necesidades tanto de conocimientos como económicas, gracias a un equipo de especialistas académicos que asesorarán a partir a los estudiantes en todo el proceso, desde la elección del curso y centro hasta las posibles opciones de financiación.

Ironhack, por su parte, ha dispuesto becas por valor de 300.000 € para los profesionales que quieran hacer la transición a carreras tecnológicas con alta demanda en la actualidad. Las ayudas cubrirán, total o parcialmente, los bootcamps de Ironhack en Madrid, Barcelona y Lisboa, así como los programas de Ironhack Remoto. Y si lo que te interesa es el mundo de las ventas, otra opción es la Sales School de IEBS y Grupo Edutech, para formar comerciales en dos meses y ayudarles después a encontrar trabajo. Además, para facilitar la inserción laboral de los desempleados, estos no tendrán que abonar nada por su formación hasta estar trabajando.

La formación gratuita también existe

Los MOOCS, un acrónimo en inglés que designa a los cursos online, abiertos y masivos de muy diversas disciplinas, constituyen una ingente fuente de conocimiento en muchas ocasiones gratuito, generalmente en formato de vídeo y disponible en inglés (EdX, Coursera, Udemy) o español (Miríadax). Se trata de cursos en muchas ocasiones elaborados por profesores universitarios, investigadores o especialistas en cada campo, lo que los convierte con frecuencia en formaciones de alta calidad y reputación. “Por ejemplo, en el área de la ciencia de datos o la inteligencia artificial, es poco probable encontrar a alguien que no haya realizado los cursos de Andrew NG (cofundador de Coursera) sobre Deep Learning, es casi un requisito”, explica José Pedro Manzano, graduado de la Universidad Complutense y doctorando en Neurociencia Computacional en el Reino Unido.

Con frecuencia, los MOOCs abordan contenidos para los que no existen grados o másteres especializados, algo muy útil cuando las universidades carecen en muchas ocasiones de la flexibilidad o la rapidez necesarias para adaptarse a las últimas demandas del mercado laboral. Sin embargo, el avance de la formación virtual ha empujado a muchas de ellas a pasar a formato digital gran parte de sus programas, como en el caso de los cursos abiertos del Massachusetts Institute of Technology (MIT): “Al igual que con los MOOCs, son una gozada, porque en ocasiones es el mismo descubridor de algo el que te está explicando cómo funciona o cuál ha sido el recorrido hasta llegar allí”, cuenta Manzano. Aparte de los vídeos, sueles tener acceso a apuntes, tareas y materiales, si bien tiene la pega de que, “aunque hagas toda la carrera, no obtienes el título de graduado, aunque en ocasiones (previo pago) emiten certificados”.

YouTube es también fuente de numerosos recursos educativos. Una búsqueda en la popular plataforma de vídeo te puede llevar a Missing Semester, un canal del MIT creado a raíz de la covid-19, a Oxford Mathematics (donde está el mismo Stephen Hawking dando clase), o a tutoriales, charlas y conferencias. Kaggle es una plataforma de competiciones de ciencia de datos; y SpainAI te abre las puertas al aprendizaje colaborativo. Y hay muchas más; tan solo hay que buscarlas.

En el mundo de la tecnología, por ejemplo, está muy extendida la cultura del Open Science, la ciencia abierta: compartir tu propio código para que repliques un algoritmo, documentar y generar contenido explicando tus avances… En Github hay miles de repositorios con tutoriales y código que puedes reutilizar, Google te deja ejecutar código de forma gratuita en sus servidores y empresas como Amazon AWS y Azure tienen servidores a muy bajo precio.

Fuente: https://elpais.com/economia/2020/07/23/actualidad/1595495304_025886.html

Comparte este contenido:

La pandemia aumenta la conciencia medioambiental de las madres

Por: Nacho Meneses

El estudio ‘MalasmadresEco 2020’ revela una mayor preocupación por el entorno y un descontento generalizado sobre la educación medioambiental que los niños reciben en las escuelas

Seis de cada 10 mujeres aseguran que su preocupación por el medioambiente ha aumentado desde que se inició la pandemia, según se desprende de los datos del estudio MalasmadresEco 2020, realizado por el Club de Malasmadres en colaboración con Ecovidrio. Una inquietud que se centra sobre todo en aspectos como la escasez de agua (73%), las enfermedades relacionadas con la contaminación (69%) o la pérdida de ecosistemas y biodiversidad (67%), y que ha llevado en los dos últimos años a un notable aumento en la adopción de hábitos más ecológicos en los hogares, como la separación de residuos o un consumo más responsable. La encuesta, realizada entre el 1 y el 9 de junio, en plena desescalada, fue contestada por 5.200 mujeres, la mayoría de ellas madres (88,5%) de uno o más hijos, o a punto de serlo (1,7%).

La pandemia nos ha ayudado a visibilizar los efectos positivos de los cambios en los hábitos diarios. Hemos tomado una conciencia mucho mayor con la naturaleza, con la biodiversidad y con nuestro entorno”, afirma Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres. Una conciencia que, señala, es fundamental y que se tiene que transmitir por generaciones: “Tenemos que educar a los más pequeños en esos hábitos que nuestra generación va teniendo cada vez más interiorizados”.

El estudio de Malasmadres y Ecovidrio muestra muchos aspectos positivos, pero también identifica debilidades, como la falta de corresponsabilidad en el hogar y una insuficiente educación medioambiental en las escuelas. Como en otros aspectos relacionados con las tareas domésticas, las mujeres asumen mayoritariamente la responsabilidad en todo lo relacionado con el reciclaje y el cuidado del medioambiente (82% de las encuestadas), y lo hacen predicando con el ejemplo: el 98% de las madres cree que la práctica diaria en el hogar es la mejor manera de inculcar esos valores y esos hábitos de vida más sostenibles en los menores. No en vano el respeto al medioambiente es para ellas el segundo gran reto que afronta la sociedad en el futuro (80%), por detrás de la igualdad de oportunidades (84%) y por delante del respeto a la diversidad cultural y social (74%).

Carencias educativas

La preocupación ecológica de las mujeres ha aumentado hasta el punto de que el 96 % de las encuestadas afirma sentir más inquietud por el entorno que hace unos años, lo que naturalmente ha llevado a un mayor nivel de exigencia respecto a la educación medioambiental que los niños reciben en las escuelas. Las conclusiones no dejan lugar a las dudas: dos de cada tres madres la consideran insuficiente, y solo un 23% está satisfecha (un porcentaje que, en 2018, era del 32%). “Ese aumento de la preocupación hace que estemos más informadas, y que nos preocupemos más por la formación que reciben nuestros hijos en el colegio”, sostiene Maite Egoscozabal, socióloga y autora del estudio. El porcentaje de madres que no conocen la formación medioambiental que sus hijos reciben es ahora del 10%, cuando en 2018 era del 22%.

Al analizar los datos de las cuatro comunidades autónomas desde las que se ha recibido un mayor número de encuestas (Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana y Andalucía), es la primera la que muestra un mayor grado de satisfacción con la educación medioambiental de los menores, aunque el grado de satisfacción sigue siendo bajo. El 73% de las madres andaluzas consideran que los colegios no prestan la suficiente atención a este tema, seguidas de las valencianas (67,3%), las madrileñas (67,2%) y las catalanas (59,1%). Beatriz Egido, directora de comunicación de Ecovidrio, reconoce que su implantación no es una tarea fácil: “Los centros educativos tienen cada vez más ganas y están más dispuestos a incorporar el medioambiente en la educación de sus alumnos (…). Pero falta que forme parte del currículo de forma oficial. No quiero decir con esto que sea una cosa fácil; no lo es, porque los currículos ya vienen cargaditos”, apunta. “Pero cuando son valores que pueden determinar el futuro de una sociedad, tenemos que encontrar la manera de que estén presentes en las distintas asignaturas”.

La pandemia aumenta la conciencia medioambiental de las madres

Hábitos sostenibles en casa

El 80% de las mujeres que participaron en el estudio asegura que en los dos últimos años ha incorporado rutinas más sostenibles en el hogar. Así, el 89% de las viviendas españolas separa habitualmente los residuos (principalmente papel, cartón, vidrio y envases ligeros), y la separación de residuos orgánicos se practica ya en seis de cada 10 hogares, siendo las andaluzas quienes más aceite doméstico reciclan (tres de cada cuatro). El 75% se ha propuesto reducir el uso de plásticos y el 71% apuesta por un consumo más responsable que involucre a toda la familia.

“Debemos enseñar a nuestros hijos a pensárselo un par de veces antes de consumir desaforadamente. Hay que tener más cuidado con el gasto energético y el de agua, así como reflexionar sobre el tipo de movilidad que tenemos [y queremos] en nuestras ciudades”, insiste Egido. En este sentido, y después de la separación de residuos, las prácticas más sostenibles en los hogares son, en este orden, el consumo responsable, la reducción de plástico y del consumo de luz.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/07/21/mamas_papas/1595312149_408600.html

Comparte este contenido:

La importancia de un ‘feedback’ efectivo para potenciar el aprendizaje de los estudiantes

Por: Nacho Meneses

Un reciente informe de Oxford University Press defiende una evaluación para el aprendizaje informal y continua, que ayude a los alumnos a involucrarse más en su propia educación

Desterremos, para empezar, lo más obvio: la forma de evaluar los conocimientos no ha variado mucho a lo largo de los años. Y aunque poco a poco van introduciéndose nuevas prácticas (rúbricas de evaluación, portfolios de trabajo…), el examen escrito sigue siendo el método habitual. Una herramienta que tiene importantes carencias, según apuntan los expertos educativos de la Universidad de Oxford en su informe de posición Feedback efectivo: la clave del éxito en la evaluación para el aprendizaje: si ese examen muestra dónde se encuentra un alumno en un momento determinado (evaluación del aprendizaje), es importante complementarlo con otra técnica que ayude a los estudiantes a comprender en qué tuvieron éxito y sobre qué deberán trabajar para seguir mejorando: es la llamada “evaluación para el aprendizaje”.

“Es un sistema que requiere feedback frecuente [las impresiones que reciben los estudiantes acerca de su desempeño] para que el alumno tome conciencia de su aprendizaje. Le ayuda con su desarrollo, no solo le da una nota basada en una ‘foto’ de su conocimiento en un solo día. Es más continua, y tiene en cuenta diferentes estilos de aprendizaje – los exámenes van muy bien a algunos, pero otros alumnos se expresan mejor de forma verbal”, sostiene Kate Turner, jefe de producto ELT de Oxford University Press. “Además, la nota del examen no nos explica por qué hemos acertado en algunos aspectos, y fallado en otros. La finalidad de la evaluación para el aprendizaje es marcar pautas para que el alumno siga aprendiendo. ¿Qué se ha hecho bien y cuáles son los pasos siguientes para seguir mejorando? El feedback que das a dos alumnos nunca será igual, aunque podrían obtener la misma nota en un examen escrito”.

La pandemia, y el consiguiente cierre de las escuelas, han hecho que este método cobre aún más importancia en el futuro próximo: “Los estudiantes han perdido muchas clases. Algunos habrán seguido al día con sus tareas, pero otros no (a menudo los de entornos desfavorecidos); por eso es importante conocer lo que saben y qué carencias tienen, para que los profesores puedan basar en ello sus enseñanzas”, señala Gordon Stobart, investigador honorífico de la Universidad de Oxford y uno de los autores de este informe. “La evaluación para el aprendizaje les ayuda a ser más activos y reflexivos: “¿Cómo va mi aprendizaje? ¿Qué quiero conseguir? ¿Cómo puede ayudarme este feedback? Para que lo que les están enseñando tenga más sentido, han de ir más allá de la simple memorización para el examen”.

Cómo conseguir un feedback efectivo

Las mejoras en la enseñanza que se fomentan desde esta evaluación para el aprendizaje dependen en gran medida de la calidad del feedback que reciben los alumnos, y que debe ofrecer información específica de manera constructiva y en el momento oportuno; un proceso en el que deben involucrarse tanto los docentes como los alumnos y que “será más potente cuando vaya del estudiante hacia el docente, respecto a lo que saben, lo que comprenden, dónde cometen errores o cuándo tienen conceptos erróneos”. Incluye tres prácticas clave:

  • Diagnóstico: descubrir en qué punto del aprendizaje se encuentran los estudiantes. Es importante que los docentes hagan preguntas que puedan proporcionar evidencias del nivel de comprensión, ya que el 60 % de las preguntas de los docentes simplemente recurren a la memoria. Según los investigadores, “las preguntas que sondean un nivel de comprensión más profunda exigen a los estudiantes que den y justifiquen sus opiniones, hagan comparaciones, especulen y formulen hipótesis”. Y, por supuesto, dar tiempo a los estudiantes para que estos reflexionen y puedan ofrecer sus respuestas.
  • Propósito del aprendizaje: es necesario dejar claro qué se está aprendiendo, y por qué.
  • Criterios de éxito: aclarar el desempeño que se podrá observar como resultado de este aprendizaje.

Pero ese feedback, esas impresiones, no han de provenir únicamente de la interacción entre el docente y sus alumnos; sino también de la colaboración entre los propios estudiantes, “especialmente a través de la evaluación entre pares, en la que los estudiantes aprenden a darse un feedback constructivo los unos a los otros. Es una práctica que requiere tiempo, ya que los alumnos a menudo solo se interesan en la respuesta del profesor”, apunta Stobart. “En la evaluación para el aprendizaje se enfatiza el trabajo de grupo o en parejas: el docente hace una pregunta y los estudiantes debaten sobre ella en parejas antes de preguntarles por la respuesta adecuada. Y el profesor puede preguntarle a cualquiera porque todos lo han debatido”.

¿Falta tiempo para implementarlo?

“El principal obstáculo a nivel global suele ser la idea de que es una forma de evaluar que implica mucho tiempo. Los profesores tienen una carga de trabajo significativa, entre la planificación de las clases, impartirlas, y la administración que conlleva su rol. Personalizar el feedback a cada alumno puede parecer que llevaría una carga extra en detrimento de otras áreas o tareas igual de importantes”, señala Turner.

Sin embargo, los autores señalan que el debate en grupos o con toda la clase proporciona a los estudiantes una comprensión más profunda que tendrá también su recompensa a la hora de hacer los exámenes tradicionales, mejorando el rendimiento de los alumnos y acortando las distancias entre los estudiantes con mejores y peores resultados. Si los estudiantes aprenden a trabajar en grupos pequeños, pueden plantearse unos a otros preguntas sobre lo que acaban de aprender; cada grupo hace sus preguntas al resto, y ello puede llevar a un debate enriquecedor acerca de las posibles respuestas.

Los siete elementos clave de un feedback efectivo

Proporcionar información útil a los estudiantes es una capacidad profesional que requiere experiencia, sensibilidad y reflexión. No es posible saber al 100 % cómo responderán los estudiantes, pero un feedback efectivo puede tener un impacto significativamente positivo en el aprendizaje. Por ello, el informe de Oxford identifica siete elementos clave:

  1. El feedback ha de ser específico y claro; con frecuencia proporciona muy poca información acerca de cómo puede mejorar el estudiante. Ello puede lograrse atribuyendo “medallas” (lo que el alumno ha hecho bien) y “misiones” (indicando tareas específicas que han de llevar a cabo). Por ejemplo: “Tus notas resumen bien el artículo y has identificado todos los puntos clave. ¿Puedes indicar cuál es el punto más importante para el escritor? ¿Cómo podrías mostrarlo en tus apuntes?
  2. Hay que escoger el momento oportuno. ¿Cuál es el mejor momento para compartir esas impresiones? Depende del dominio del estudiante, de la naturaleza de la tarea y del tipo de comentarios. Es, por ejemplo, recomendable evitar interrumpir el flujo de una presentación para dar correcciones, ya que estas pueden ser inútiles o directamente mal recibidas. Un estudio noruego destaca, además, la importancia de dar a los estudiantes tiempo para responder a ese feedback, lo que facilita el que sea percibido de forma positiva.
  3. Vinculación clara con el propósito de aprendizaje. También hay que tener cuidado con no proporcionar demasiado feedback; es mejor centrarse en uno o dos mensajes clave.
  4. Centrado en la tarea, no en el estudiante. Ha de referirse a lo que ha hecho bien, y cómo mejorarlo. Los estudiantes que recibieron elogios por el esfuerzo realizado tendían a perseverar en una tarea difícil, la disfrutaban más y no parecían perder confianza si no lograban terminarla.
  5. Incluye instrucciones sobre cómo avanzar en el aprendizaje.
  6. Ofrece estrategias en vez de soluciones. Si se quiere que los estudiantes aprendan cómo controlar y evaluar su propio aprendizaje, es importante que se les anime a practicar esa reflexión, como ocurre al pedirles localizar y corregir sus propios errores. De esta manera, el aprendizaje será mayor.
  7. Presenta un reto para el estudiante, exige actuar y es alcanzable.

Fuente: https://elpais.com/economia/2020/07/02/actualidad/1593680395_130102.html

Comparte este contenido:

Campamentos ‘online’ y urbanos para el verano de la nueva normalidad

Por: Nacho Meneses

La inseguridad sobre la evolución del virus fomenta la aparición de nuevas modalidades para el ocio estival de niños y adolescentes, mientras las comunidades publican protocolos de seguridad

Más de cuatro millones de niños participan cada año en alguna actividad organizada por las empresas de ocio en España, especialmente en campamentos de verano. O quizá sería más exacto decir que solían hacerlo, ya que los efectos de la pandemia y la incertidumbre sobre la evolución del coronavirus han hecho que, a día de hoy, más de la mitad de las empresas organizadoras de campamentos no vayan a abrir sus puertas este verano. A ello hay que sumar la inseguridad de las familias a la hora de mandar a sus hijos a un campamento en esta “nueva normalidad” que ha traído la emergencia sanitaria. Pero ¿son seguros para nuestros hijos?

Partiendo de que ningún contexto (ni siquiera el familiar) está completamente a salvo de riesgos, empresas y administraciones han dado ya los pasos necesarios para garantizar que estas actividades de ocio estivales se desarrollen con seguridad: “Todos los campamentos siguen los protocolos sanitarios de cada una de las comunidades autónomas en las que se desarrollan”, sostiene Covadonga Berjón, directora de marketing del buscador SoloCampamentos. Así, los de Madrid, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Cataluña, Galicia, Extremadura, Andalucía, Murcia y Aragón especifican los requisitos exigidos tanto a empresas como a participantes, además de marcar el aforo máximo, que no podrá superar el 50 %. Berjón recuerda, además, que su trabajo “siempre implica situaciones extraordinarias. Cada año pasan por nuestras manos niños y niñas con multitud de situaciones médicas, intolerancias, alergias y peculiaridades que nos hacen tener que establecer un diálogo directo con los padres e incluso con los profesionales sanitarios, para tratar de minimizar los riesgos y que los acampados puedan disfrutar al máximo de su actividad”.

Más allá de estar libre de la enfermedad y de no presentar sintomatología compatible con la covid-19, el protocolo madrileño (aunque hay pocas diferencias entre ellos) exige, por ejemplo, no haber convivido o tener un contacto estrecho con un positivo por coronavirus “en los 14 días anteriores al inicio de la actividad”, tener el calendario vacunal actualizado (excepto aquellas pospuestas por el confinamiento) y, en el caso de niños con patologías previas, valoración de idoneidad por parte de los servicios médicos. Asimismo, incluyen protocolos relacionados con el lavado frecuente de manos y el uso de mascarillas para mayores de seis años, entre otros. Se trata, con estas medidas, de garantizar la seguridad de todos los participantes y salvar de alguna manera la temporada de un sector, que, según datos del Colectivo Nacional de Campamentos de Verano, aporta alrededor de 110.000 puestos de trabajo directos y que, hasta junio, ha acumulado pérdidas de casi el 70 % de la facturación anual.

Campamentos ‘online’

Padres y madres llevan meses sobresaturados por el teletrabajo y el cuidado simultáneo de sus hijos, y ahora, con la llegada del verano, la cancelación de muchos campamentos y la inseguridad provocada por la pandemia han hecho que busquen alternativas a los campamentos tradicionales. Uno de ellos es el de los campamentos virtuales, continuación en muchos casos de iniciativas desarrolladas durante el confinamiento por muchas empresas para entretener a los más pequeños y conseguir que lo llevaran mejor. Entre sus ventajas, destacan un menor coste económico y la posibilidad de que niños y niñas puedan, independientemente de su ubicación, interactuar, aprender y divertirse desde sus casas.

En el Summer Camp de Immune Technology Institute (del 6 al 17 de julio, de lunes a viernes entre las 10 y las 12:30; 260 euros), por ejemplo, chicos y chicas de entre 12 y 16 años podrán aprender a programar con Python, el lenguaje de programación más utilizado en entornes profesionales; a diseñar en 3D; desarrollar un centro multimedia donde ver series y películas; rediseñar un juego y crear sus propias soluciones robóticas que podrán controlar desde el móvil, además de gestionar su propio ordenador, una Raspberry Pi. Se trata de un curso virtual en Google Classroom donde se divertirán aprendiendo a través de proyectos y desafíos diarios que resolverán en pequeños grupos, con la ayuda de un profesor y un dinamizador.

Para apuntarse, es necesario disponer de ordenador con conexión a Internet, navegador Google Chrome, ratón y teclado USB, además de un cable HDMI y una pantalla (diferente de la del ordenador) para conectar la Raspberry Pi. Con el fin de asegurar que los grupos sean lo más homogéneos posible, los futuros participantes recibirán en sus casas un test de programación y de lógica.

También los héroes de ficción tienen su hueco entre los campamentos online, ya sean admiradores de Harry Potter y Hogwarts (de 8 a 12 años; cinco días; 89 €), de superhéroes o de princesas (de 5 a 10 años; cinco días; 89 €). Y, aunque pueda sorprender, también de fútbol se puede aprender desde casa: exjugadores de fútbol, entrenadores e incluso un agente FIFA comparten en Profutcamps (cinco días; 17 €) consejos, técnica y táctica y aspectos relacionados con la representación de futbolistas.

Una opción, ya clásica, entre las ofertas estivales, es la de los campamentos de idiomas, que por supuesto disponen de una versión virtual como la de A Wonderful Summer o Un merveilleux été (cinco días; 100 €). Otra posibilidad (a partir de septiembre) es el Campamento Online Atelier Tipi, dirigido a niñas y niños entre los 7 y los 12 años. Utilizando el arte y la naturaleza como vehículos de aprendizaje, y a través de juegos y talleres, desarrollarán temáticas que pueden estar ligadas a la ciencia, la literatura, la historia, la educación emocional, el cine o a diferentes culturas: “Así, un día los niños pensarán cómo será la vida en el Planeta Tierra en un hipotético escenario del siglo XXX, inventarán países con nuevas lenguas y banderas, tótems protectores o cuentos fantásticos”.

Campamentos urbanos y gratuitos

Los campamentos urbanos continúan siendo una opción buena y económica para los niños que aún no están preparados para pasar las noches alejados de casa, y que además sirven para cultivar sus habilidades sociales y fomentar valores importantes en su desarrollo como el compañerismo, el respeto, la autoestima o el pensamiento positivo. Eso sí, aunque pueda sonar obvio, lo primero es asegurarse de que la temática del campamento le guste al niño, o que le suponga un reto personal, y también que el horario del mismo es compatible con las obligaciones laborales de los padres o tutores.

La temática, por supuesto, es muy amplia, y va desde los tradicionales multiaventura, a los tecnológicos, de cocina, idiomas, hípica (el campamento Equus, por ejemplo, incluye clases de equitación y otros talleres para menores de 4 a 17 años; cinco días; 210 €), inteligencia emocional (como los talleres impartidos de manera online y presencial por Crece Bien) e incluso las artes escénicas, como el ofrecido por la Escuela Jana en Madrid (de 9 a 15 años; a partir de una semana): y todos ellos, cabe recordar, deberán cumplir con los protocolos sanitarios de seguridad establecidos en las respectivas comunidades autónomas.

Si la crisis económica ha hecho mella en la economía familiar, y el coste de los campamentos es un factor disuasorio, una buena opción es la de recurrir a un campamento online gratuito, como los que nos sugiere Common Sense Media, con ofertas que van desde la lectura hasta la programación, los idiomas, la lectura, el arte o las manualidades (si bien, en este caso, habremos de comprar materiales). No hay excusas: busca el que mejor se adapte a tu hijo… y déjale disfrutar.

Fuente: https://elpais.com/economia/2020/06/25/actualidad/1593076875_782915.html

Comparte este contenido:

Estudiar Biología, mucho más que enseñar y cuidar de la naturaleza

Por: Nacho Meneses

Los biólogos continúan jugando un papel relevante en la lucha contra la Covid-19, pero su labor abarca ámbitos que van desde el sanitario hasta el medio ambiental, el tecnológico o el industrial

Si tuviéramos que describir exactamente lo que hace un biólogo, muchos recurrirían a la imagen de un profesional dedicado al estudio y cuidado de la naturaleza; o quizá a la del académico perfil de un profesor, empeñado en transmitir ese mismo amor a las generaciones futuras. Pero la biología, conectada con un conocimiento profundo del funcionamiento de la materia viva, es eso y mucho más, pues sus campos de especialización son tan amplios como los organismos y procesos que estudia: genética, biología molecular y celular, biotecnología, ecología, evolución, fisiología, biogeografía, cambio climático, sostenibilidad, industria o bioinformática, por citar algunos: es la denominada “ciencia del siglo XXI”, polifacética y con un afán intrínseco por la investigación que sin embargo se ha visto maltratado durante años.

“La visión clásica distinguía, de alguna manera, entre los biólogos “de campo”, especializados en el estudio y la actuación sobre los sistemas naturales, y los de laboratorio, centrados en desentrañar la estructura y mecanismos de funcionamiento de los seres vivos, desde los más pequeños y simples, como virus y microorganismos, hasta la complejidad del nivel molecular y celular”, afirma Jesús Pérez Gil, decano de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid. “Sin embargo, la visión actual supone una visión más integrada de los organismos y de su entorno: los biólogos ambientales emplean las herramientas moleculares más modernas para examinar el impacto de múltiples factores en las interacciones entre individuos, especies y entorno; y los microbiólogos, por ejemplo, echan mano de conceptos de ecología para comprender cómo las diferentes especies de microorganismos conviven y compiten” asociados a diferentes estados de salud o enfermedad, o para explotarlos en la producción de mejores alimentos o fármacos.

Evidentemente, no hay un solo camino para adquirir competencias tan variadas, y los diferentes perfiles se irán desarrollando a través de una completa formación de grado y posgrado. Si la opción clásica es la de estudiar un grado en Biología que proporcione una base fundamental a complementar con un máster de especialización en un campo de interés particular (Biología de la Conservación, Biología Sanitaria, Industrial y Ambiental, Genética y Biología Molecular, Neurociencia…), en los últimos años también han ido surgiendo grados más específicos como los de BioquímicaBiotecnología o Biomedicina.

Un papel clave en la pandemia

Más allá de médicos y enfermeras, que quizá hayan constituido la cara más visible del frente sanitario contra el coronavirus, los biólogos han estado desde el principio inmersos en la lucha contra la expansión de la pandemia: “Un alto porcentaje de los investigadores que están trabajando para conseguir la vacuna, fármacos y antivíricos que nos ayudarán a combatir la Covid-19 son biólogos, como también muchos de los profesionales que están realizando las pruebas RT-PCR en entorno sanitario”, sostiene María Isabel Lorenzo, vicedecana primera del Colegio Oficial de Biólogos de la Comunidad de Madrid. También han formado parte de los profesionales que han elaborado los protocolos de limpieza, desinfección y uso de productos biocidas y virucidas, “y los equipos de investigación que secuencian el ADN del virus están compuestos por, entre otros, biólogos especializados en genética”.

Lorenzo recuerda, además, que existen biólogos especializados en virología, inmunología, microbiología, parasitología, nutrición, epidemiología y zoonosis (enfermedades que los animales pueden transmitir a los seres humanos), perfiles que serán claves en la sociedad: “Las soluciones a las futuras pandemias se basarán en los estudios de biodiversidad que realizarán profesionales medioambientales, de los cuales muchos vienen de la Biología”, añade.

¿En qué puedo especializarme?

Entre los diversos perfiles profesionales de la biología, hay algunos que gozan de una demanda creciente y una mayor proyección de futuro, ya sea en el ámbito de la biología sanitaria (aquellos relacionados con la genética y la reproducción asistida), sanidad ambiental (seguridad alimentaria, desinfección o control de calidad), sostenibilidad (bioeconomía, control de especies invasoras, consultoría y educación ambiental) o bioinformática, por citar algunos. También necesitan biólogos las empresas, industrias, o instituciones que necesitan hacer una evaluación de impacto ambiental como consecuencia de cualquier obra pública o privada.

Biología sanitaria

Los biólogos llevan a cabo una labor muy relevante en los entornos clínicos y hospitalarios, tanto en aspectos relacionados con la investigación como con el análisis y desarrollo de procesos importantes en la detección, seguimiento y tratamiento de enfermedades y pacientes, en estrecha colaboración con médicos, farmacéuticos y veterinarios. “Los biólogos son profesionales integrados en los servicios de bioquímica, inmunología, microbiología y genética de los hospitales. Además de las pruebas PCR que permiten detectar la presencia de coronavirus en muestras de pacientes, desarrollan nuevas formas de detectarlo más rápida, barata y eficientemente”, esgrime Pérez Gil, que igualmente recuerda el papel de estos profesionales en el mantenimiento de la salud pública, “incluyendo, por ejemplo, el seguimiento y mantenimiento de la calidad de aguas y de ambientes y entornos públicos”.

Biología ambiental

El trabajo del biólogo en la proyección ambiental es esencial para entender la estructura de los ecosistemas, en los que hay que integrar la actividad humana y su relación con el medio. “Es el profesional capaz de analizar y monitorizar cómo cambia la biodiversidad, entendida no solo como el conjunto de especies que conviven, sino también en lo que supone su origen, organización y sus interrelaciones, su dependencia del entorno y su capacidad de modificarlo. Entender su funcionamiento es clave para explicar el posible impacto ambiental de cualquier actividad o actuación, ya sea humana o climática”, explica Pérez Gil. Una capacidad que, señala, es y será crucial para valorar las consecuencias del cambio global a todas las escalas.

Biotecnología

Se trata del ámbito en el que se desarrollan y aplican los aspectos más tecnológicos de la biología. Supone la utilización de organismos vivos para el desarrollo de productos o procesos de interés, ya sean fármacos, alimentos, procedimientos de análisis biomédico o ambiental, o procesos de remediación y restauración de ambientes: “Cultivar bacterias o células de mamífero para la producción de vacunas o fármacos, modificar genéticamente animales o plantas para mejorar su capacidad de producción de proteínas o su resistencia a sequías o plagas, o para que produzcan complementos vitamínicos que mejoren su calidad alimenticia”, ilustra Pérez Gil.

Entre los proyectos en los que ha trabajado Cristina Gutiérrez, bióloga e investigadora especializada en Química Analítica de la Universidad Complutense de Madrid, se encuentra uno llevado a cabo con la Facultad de Veterinaria: “Se había sintetizado un fármaco contra la lesmania. Ellos lo habían probado en animales, y lo que nos traían eran muestras de plasma para cuantificar qué cantidad del fármaco queda una vez administrado, y saber qué dosis son necesarias para que sea efectivo”.

Una investigación precaria

Muchos de los ámbitos de actuación de la biología están, como ya se ha mencionado, estrechamente relacionados con la actividad investigadora. Sin embargo, y a falta de circunstancias más estables, las condiciones en las que deben desarrollar su labor en España continúan perpetuando un éxodo de talento hacia otros países. “La investigación española está desde siempre financiada muy por debajo de lo que corresponde a un país de nuestra potencia económica, con solamente una aportación del 1,24% del PIB en 2018, mientras que la media de la OCDE para ese mismo año era del 2,40%. En porcentaje del PIB nos superan países como Hungría, Estonia o Malasia”, esgrime María Isabel Lorenzo.

Por otro lado, y a diferencia de lo que sucede en países como Estados Unidos, Alemania o Japón, donde la iniciativa privada supone dos tercios de la investigación, en España los sectores públicos y privados se reparten la inversión casi al 50 %, según el informe Cotec 2020, que desde 1996 analiza cada año el estado de la I+D+i en España. “Para que resulte atractiva la inversión en investigación para las empresas, tiene que existir previamente un potente sector público de investigación que sirva como vivero de profesionales y que cree necesidades y oportunidades en las que puedan participar las empresas para generar retornos. Y nuestro sector público está demasiado poco financiado para ofrecer ese atractivo”, argumenta Lorenzo.

Es precisamente este contexto el que hace que ejemplos como el de Esperanza Calvo, doctora en Biología y especialista en Botánica, no sean un caso excepcional: con 52 años, y más de 20 como investigadora en el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), ha pasado por un rosario de empleos en los últimos siete años, y se lamenta de que “el dinero invertido en mi formación académica e investigadora, y todo el conocimiento acumulado hasta hoy sirva para que, actualmente, continúe en búsqueda activa de empleo”.

Todos los expertos consultados insisten en la necesidad de contar con un sistema de apoyo a la investigación que se encuentre a salvo de vaivenes políticos y reveses económicos, y Pérez Gil no es una excepción: “Lo que dedican del presupuesto a investigación debe considerarse como una inversión, no como un gasto. Eso sí, una inversión a medio-largo plazo, y quizá sea ese una parte del problema. Nuestros políticos no terminan de apostar por ello porque es difícil que se vean los frutos en el plazo de tiempo de una legislatura, en la que sienten que tienen que dar cuenta de sus decisiones. A diferencia de muchos de los países de nuestro entorno, nos falta tradición”.

Una percepción que comparte Margarita Villalonga, graduada en Biología por la Universidad de Valencia en 2019 y actualmente estudiante de un máster en Oceanografía. Gracias a una beca Erasmus, ella cursó el último año de carrera en la Norwegian University of Science and Technology, en Trondheim (Noruega). “Allí, la ciencia y la investigación se encuentran a otro nivel social. Una persona que quiere estudiar una carrera de ciencias para ser científico probablemente ya sabe el sueldo y el prestigio que puede llegar a obtener. Pero en España, los científicos no tienen ningún reconocimiento ni a nivel económico ni social, sino que se ven como constantes becarios intentando conseguir algo que, con suerte, les llegará a los 40 o los 50, si se han arrastrado lo suficiente”.

Además del problema crónico de financiación, y en relación con él, la vicedecana de los biólogos madrileños señala como principal problema de la investigación española en el sector público la precariedad de los recursos humanos. “Por ejemplo, la investigación en el Sistema Nacional de Salud soporta tasas de temporalidad superiores al 90% y una elevada conflictividad laboral (salarios irrisorios en comparación con los países de nuestro entorno, contratos en fraude de ley, ausencia de carrera profesional…), lo que se da también en otras instituciones como las universidades y el CSIC. Solamente ha empezado a atajarse en los últimos años”.

Fuente: https://elpais.com/economia/2020/06/17/actualidad/1592383975_600691.html

Comparte este contenido:
Page 2 of 5
1 2 3 4 5