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Comunicación indígena en sociedades digitales

Por: Ollantay Itzamná

Según los exiguos registros literarios realizados por escribanos españoles, de la época colonial, nuestros abuelos que cohabitaron en Abya Yala, al momento de la invasión europea, mantenían una fluida comunicación interna y con los otros pueblos de la época. Y, no podía ser de otra manera.

Colosales estructuras civilizatorias que abarcaban inmensos territorios, incluso sin anular las diferencias culturales de los pueblos subalternizados, necesitaban de una minuciosa estrategia comunicación intercultural.

En el caso del Incario del Tawantinsuyo, que abarcaba buena parte de Sudamérica, el rol de la comunicación oficial estaba a cargo de un ejército de chaskis (jóvenes adiestrados para recorrer a trote, de forma sincronizada, todo el territorio incarial llevando consigo el mensaje oficial)

Y, así, mayas, aztecas, chibchas, nahuas, aymaras, guaraníes…. Todas estas civilizaciones tenían su sistema de comunicación interna y con otros pueblos. Los registros coloniales indican que, tanto en el mar Caribe, como en las costas del océano Pacífico, los invasores europeos encontraron embarcaciones comerciales nativos cargados de productos de intercambio. Esto, con seguridad, requirió de un alto grado de comunicación intercultural.

Comunicación indígena durante la Colonia

Con la invasión, el sistema de comunicación de nuestros abuelos sufrió un trauma profundo. Los idiomas nativos, las simbologías, los soportes de la información nativa (kipus, geroglifos, etc.) fueron destruidos y prohibidos bajo pena de muerte.

Con el tiempo, el invasor/colonizador, al no lograr comunicarse en idiomas europeos con los sobrevivientes del holocausto, se vio obligado a adiestrar comunicadores indígenas (alfabetizados, algunos de ellos) bilingües o políglotas para adoctrinar y forjar al indio colonizado, servil. Las plazas y las iglesias fueron los principales sitios de la comunicación imperativa colonial.

Durante la Colonia existió un sistema de comunicación predadora de las formas de comunicación nativa. La Colonia utilizó comunicadores indígenas para difundir, imponer y mantener sus políticas de saqueo, amparado en la voluntad del Dios desconocido.

Si antes de la invasión europea la comunicación nativa era más sensible a la diferencia cultural (intercultural), y respondía a los intereses políticos de los poderes nativos. Con la Colonia la comunicación se volvió violenta, monocultural, metalizada, y al servicio del despojo de los pueblos. Europa jamás nos a las civilizaciones nativas como portadoras del “logos”, por eso jamás nos vio como sujetos de comunicación con quién interlocutar. De allí, quizás su apuesta obsesiva por el culturisidio.

Comunicación indígena durante la República

En los dos siglos de República, la comunicación en los estados nacionales siguió siendo colonial para con los pueblos indígenas. Durante la Colonia europea aceptamos bautizarnos por la promesa de ser súbditos del Rey cristiano. Durante la República aceptamos ir a las escuelas (para aprender la civilidad moderna) porque nos prometieron la ciudadanía.

Pero, muy a pesar de este esfuerzo, seguimos siendo maltratados/saqueados como entenados de Dios y NO ciudadanos (sin derechos, sólo con obligaciones). Esto, gracias a la comunicación monocultural, etnófagica, patriarcal. Folclorista en los últimos años.

Al igual que durante la Colonia europea, en la era republicana existe comunicación indígena, incluso con comunicadores indígenas, pero al servicio de los patrones “criollos” que regentan los estados bicentenarios. Todo el esfuerzo comunicativo en la República criolla fue y es para aniquilar al “ser” indígena e implantar en cuerpos indígenas al “ser” mestizo nacional/criollo.

Durante la República, muchos de nosotros contamos con títulos académicos, incluso de periodistas, pero a mayor grado o cantidad de títulos académicos el indígena comunicador es más sumiso y útil a los intereses comunicacionales del permanente colonialismo interno que soportan nuestros pueblos.

Durante la República, los indígenas nos hemos portado “muy bien”. Incluso mucho mejor que durante la Colonia europea (muestra de eso que las repúblicas no lidiaron con rebeliones indígenas). Pero en las repúblicas nos va peor que durante la Colonia europea. Bautizados, escolarizados, titulados (no en pocos casos) pero sin tierra, sin agua, sin oportunidades, ni derechos. Sin Estado, ni ciudadanía. Eso sí con territorios saqueados, contaminados, para el desarrollo de los patrones republicanos.

Comunicación indígena en sociedades digitales

Si durante la Colonia y la República la comunicación indígena operó para enjaularnos en fronteras política, en busca de las fallidas identidades nacionales. En esta etapa de la era digital, la comunicación indígena, utilizando la tecnología moderna, debe engancharse a la Internet (mientras nos permita esta cárcel de algoritmos) para resignificar las agendas postergadas de nuestros pueblos.

La comunicación indígena, debe gastar menos energías en disputar “frecuencias” en radio y televisión, y apostarle a la Internet. Montarse en las plataformas digitales de las redes sociales, por ejemplo. El comunicador indígena, para posicionar nuestras agendas como pueblos, y avanzar hacia nuestra emancipación, no debe agotarse en el sueño de ser “radialista” tradicional, sino apostarle a ser un influencer en las redes. ¿Cuántos youtuber indígenas tenemos en y desde nuestros pueblos?

Si durante la República nos hicieron comunicadores folcloristas, bien portados, promotores de las nacionalidades republicanas, en esta era digital debemos apostar a la autenticidad como comunicadores indígenas. Esto implica conocer y dar razón de nuestros procesos de identificación con nuestros pueblos. Hacer de las agendas de lucha de los pueblos nuestras agendas de comunicación.

Para un comunicador indígena la falacia de la objetividad comunicacional occidental no debe ser un impedimento. Los indígenas, con o sin posgrados, por nuestra pertenencia a un pueblo, compartimos la condición de subalternos.

Por tanto, nuestro “logos”, nuestro mensaje, debe ser, y será, necesariamente situado. Por la restitución de nuestros territorios. Por la reconstitución de nuestras autonomías. Nunca folclorista, ni victimista. Mucho menos propagador de los intereses de las repúblicas criollas, ni del Imperio.

Nuestra agenda comunicacional ha de ser la demanda de la restitución de los territorios indígenas para el ejercicio de los autogobiernos para el Buen Vivir. Y, por el momento, esto sólo es posible si transitamos de los estados criollos hacia estados plurinacionales.

El mundo desconoce las propuestas del Buen Vivir que aún centellean en nuestros pueblos. El comunicador indígena debe ser un comunicador del y para el Buen Vivir desde su comunidad. 

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=261308

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.Ecuador, Guatemala, Perú…, ¿Estados de excepción o conejillos de indias?

Ecuador, Guatemala, Perú…, ¿Estados de excepción o conejillos de indias?
Ollantay Itzamná
Rebelión

 

Los estados de Ecuador, Guatemala y Perú, simultáneamente se encuentra en una incertidumbre política. Ecuador y Guatemala con los derechos y garantías constitucionales restringidos, sea por Estado de Excepción o Estado de Sitio. En el caso de Perú, con un Congreso de la República disuelto que ya casi es una tradición política.

Los tres gobiernos neoliberales aplican dichas medidas extremas con la finalidad de desactivar, frenar o intimidar los procesos de “revueltas sociales” y preservar el “orden” para la vigencia o afianzamiento del sistema neoliberal. Todo en obediencia o con el beneplácito de la OEA-EEUU.

Ecuador dictó Estado de Excepción para intentar frenar las protestas sociales frente al “paquetazo” neoliberal impuesto por el Fondo Monetario Internacional (FMI) que obligó al Estado a elevar los precios de los combustibles casi en un 100%.

En Perú, el neoliberalismo corrompió la administración pública al grado que la oligarquía y sus partidos políticos corruptos se enfrascaron en una batalla política campal sin salida, y uno de los bandos, desde el Ejecutivo, terminó “derrotando” al otro bando con el cierre del Congreso. Pero ningún bando corrupto está aún vencido. En 1992, Fujimori con un “cierre del Congreso” instauró el sistema neoliberal. En 2019, Vizcarra cierra el congreso para dirimir la trifulca neoliberal y posibilitar su continuidad.

En Guatemala, al igual que en el Perú, Ecuador, Colombia…, el sistema neoliberal desordenado corrompió y enemistó a los clanes dentro de la oligarquía nacional. Dicho enfrentamiento de clanes, después del cierre del show de la “lucha contra la corrupción” made in USA (2019), terminó favoreciendo al bando dedicado al narcoextractivismo. Y, para intentar frenar/intimidar los procesos de resistencias comunitarias anti neoliberales, el gobierno (con múltiples denuncias por sus nexos con el narcotráfico) dictó Estado de Sitio en varios municipios y departamentos del país, disque para capturar a los narcos. Quizás porque esta industria no admite competencia.

Estos tres estados predadores de derechos son miembros impulsores del llamado Grupo de Lima y del espacio PROSUR. Con gobiernos serviles a los intereses geopolíticos norteamericanos. Gobiernos abiertamente contrarios a los procesos de integración y emancipación latinoamericana.

En los últimos años, Guatemala fue utilizado por el gobierno norteamericano como “conejillo de indias” para instalar en el imaginario colectivo latinoamericano la idea de la “lucha contra la corrupción” como una política sublime proveniente del Norte. Pero, la finalidad de dicho teatro gringo no era más que para “desprestigiar y perseguir” a los gobernantes y ex gobernantes progresistas (anti neoliberales) del Sur que en años recientes lograron sacar más de 70 millones de latinoamericanos de la situación de pobreza.

Conseguido sus objetivos, los gringos cerraron su teatro anti corrupción en Guatemala, y no les importa si hay o no Estado de Sitio en el “Tercer País Seguro”. Mucho menos si los ex funcionarios corruptos preventivamente encarcelados, ahora, salen libres para seguir disputando el banquete neoliberal en un país despojado.

Ecuador también es utilizado como “conejillo de indias”, para experimentar el óptimo “retorno democrático” de todo un país a las garras del sistema neoliberal, y mostrar de cómo se “castiga con cárcel” a los ex gobernantes anti neoliberales.

Perú es un experimento para demostrar a los peruanos, y convencer a toda Latinoamérica de que los bicentenarios estados neoliberales sí funcionan, y no son necesarios los procesos de cambios estructurales como exige más de alguna voz.

El cierre del Congreso fue para distraer las luchas territoriales contra el sistema hegemónico, y fijar en el imaginario peruano el mensaje de: “Nuestro Estado y sistema neoliberal sí funcionan. No nos aventuremos en “rebeliones” tipo bolivianazos o caracazos”.

En estos tres países neoliberales, intervenidos por el gobierno norteamericano, nada está concluido aún. Existen diferentes procesos de resistencias populares activadas/abonadas por los impactos negativos del neoliberalismo.

Al parecer, el próximo campo de acción para la auto redención de estos países serán las calles y las urnas. Ojalá con propuestas de cambios estructurales y profundos que expresen la visión plurinacional de estos pueblos.

Autor:

Ollantay Itzamná
Rebelión
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Comunicación indígena y sus desafíos

Por: Itzamná Ollantay

Las y los indígenas en Abya Yala somos alrededor de 50 millones de personas. Representamos cerca del 10% de la población latinoamericana. Sin embargo, incluso en países mayoritariamente indígenas, como Guatemala, Bolivia, Perú, México, los pueblos indígenas aún “carecemos” de voz propia. No porque no nos asista el Logos (Palabra), sino porque para ser ciudadano/a en estos países “criollos” el o la indígena debe dejar de ser indígena, y asumir la identidad nacional criolla.

Y, si un indígena quiere ser periodista o comunicador, debe de conocer y aprender a decir las mentiras de los patrones como verdades “objetivas”. De lo contrario el o la indígena jamás será un periodista o comunicador cualificado para el sistema.

¿Qué significa tener voz propia para un indígena?

Tener voz propia no necesariamente significa informar o hacer comunicación en nuestros idiomas nativos. Nuestro idiomas indígenas son útiles para comunicar hacia adentro, pero lo que necesitamos es “anunciar nuestras verdades” hacia fuera.

En este sentido, para comunicar hacia fuera, y hacia adentro, la comunicación indígena debería ser:

Intercultural. En un Continente multicultural, como es América Latina, la comunicación indígena debe ser dialógica o polilógica (varias culturas conversando). Asumir que todas las culturas somos portadoras de verdades inconclusas. Por tanto, las y los comunicadores indígenas debemos escuchar también las otras verdades para liberarnos de prejuicios culturales que nos habitan.

La comunicación intercultural, para nosotros indígenas, implica estar seguros de nuestra identidad cultural, y salir al “encuentro” para enriquecernos mutuamente con nuestros interlocutores.

El o la comunicadora indígena, al ser portadora de dos o más culturas (la suya materna y la “cultura” nacional) debe colocarse simultáneamente en la situación cultural de su público receptor para estar seguro que lo que trasmite es copiado sin mayor “tergiversación”.

Comunitaria. Una impronta nuclear de lo indígena es la comunidad. Lo que existe coexiste tejiendo entramados comunitarios. Nadie existe fuera de la comunidad. Por tanto, la comunicación indígena no responde a los intereses del individuo que comunica. Es más, estos intereses individuales están supeditados al interés comunitario.

En este sentido, la comunicación indígena es esencialmente una comunicación comunitaria. Ningún comunicador indígena habla o debería hablar a título personal, o amparado únicamente en un cartón (título) profesional. Las y los indígenas debemos esforzarnos por ser “plumas”, “teclados”, “profetas”, de nuestros pueblos y comunidades. La comunidad es para el comunicador indígena lo que la tinta es para la pluma. Una pluma sin tinta no tiene sentido. Las verdades se construyen en comunidades, no sólo humanas, sino incluso cosmoteándricas.

Ascendente. Las verdades en los pueblos indígenas no obedecen a un autor individual. Las verdades se construyen en procesos asamblearios. De abajo hacia arriba. Con la mayor y amplia participación posible, incluso más allá de las murallas de lo público y lo privado.

Comunicación indígena que no hable desde las comunidades, aldeas, barrios… no puede ser comunicación. Noticia creada en las salas de edición, o sacadas únicamente de Google… no puede ser comunicación indígena.

Situada. La comunicación indígena es la voz, la herramienta, de pueblos subalternizados. Por tanto, para la o el comunicador indígena, el “eufemismo” de la “objetividad” o la “imparcialidad” no debería existir.

Somos plumas, teclados, o voces, de pueblos dominados/despojados, colonizados. En consecuencia la comunicación indígena es esencialmente político. No únicamente como vehículo de denuncia, sino también como el canal para proclamar las propuestas y agendas sociopolíticas y culturales de los pueblos y comunidades.

Comunicador o comunicadora indígena que no tiene claridad política, ni definición ideológica clara (más allá del binarismo izquierda-derecha) en pro de la liberación integral de nuestros pueblos no merece llamarse comunicador indígena.

El folclorismo, sea o no academicista, pervierte a la comunicación indígena. Más letal aún es para nuestra apuesta el o la comunicadora indígena “apolítica”.

Transformadora. Por estar los pueblos en situación de despojados y subalternos, la comunicación indígena no puede agotarse en ser “un adorno cultural” más para mantener el mortal sistema de la comunicación hegemónica. Toda comunicación, para ser tal, debe ser transformadora de la realidad.

En los diferentes países latinoamericanos, bajo regímenes de estados criollos etnofágicos, las realidades son adversas para nuestros pueblos. El colonialismo interno/externo, el patriarcado, el mercantilismo…, son realidades que debemos transformar desde la comunicación indígena, y con propuestas sociopolíticas que contengan improntas de nuestros pueblos.

Biocéntrica. Por las condiciones planetarias sobrevenidas, fruto de la modernidad irresponsable en su expresión económica y cultural, la humana se adentra hacia una batalla global “inter civilizatoria” entre la civilización de la muerte y la civilización de la Vida. Vida entendida como nuestra Madre Tierra y toda la comunidad cósmica que cohabitamos en Ella. Y la comunicación indígena debe de estar del lado de la civilización de la Vida.

En este sentido, la comunicación indígena no debe ser únicamente intercultural, comunitaria, decolonial y feminista,  sino también tiene que ser eco comunicación para el Buen Vivir.

*Fuente: https://www.telesurtv.net/staff/oitzamna

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Brasil: Amazonía en llamas, ¿otra terapia del shock?

Ollantay Itzamná

Generar/aplicar terapias de shock ambiental “planetario” para apoderarse del control de la Amazonía fue y es una constante de las transnacionales y gobernantes de sus casas matrices. ¡No es tanto el deseo por apagar el fuego de la Amazonía, sino la obsesión por apoderarse del Agua…! En los textos escolares de los EEUU, desde el siglo pasado, se enseña que la “Amazonía es un territorio internacional”.

En las sociedades o comunidades digitales, al parecer, la ética y la estética están definidas por las pantallas del Smartphone, iPhone… que fijan y promueven lo bueno y lo bello para cada comunidad digital. Estas mediaciones tecnológicas, ahora, convertidas en “fuentes” de verdades casi infalibles, nos aproximan a las realidades, pero también nos alejan de ella irremediablemente, convirtiéndonos en irreflexivas “sociedades creyentes”.

El reciente “fenómeno digital” de la Amazonía en llamas”, que activó en nuestro interior a hater, mitómanos, “ecologistas/ángeles desde el sofá de cuero”,… son una constatación de que como humanidad involucionamos hacia la ciega y viral emoción eufórica.

Lo que desconocemos de la Amazonía

No existe Amazonía sin fuego. Para quienes tradicionalmente cultivamos y subsistimos en la Amazonía y sus proximidades el uso del fuego para cultivar los suelos es parte de nuestras culturas. Sin roza, ni quema, no hay comida, ni carne. Ni para nosotros del campo, ni para los ciudadanos. No existe la Amazonía idílica sin fuego. No existe Amazonía sin pueblos indígenas.

Amazonía es un territorio en disputa. Quienes iniciaron con la “ilusión del desarrollo sin límites”, sabían y saben de las reservas vitales que preserva la Amazonía. En ese sentido, la Amazonía fue, es y será siempre un territorio asediado y en disputa permanente para el mal desarrollo de ellos.

Generar/aplicar terapias de shock ambiental “planetario” para apoderarse del control de la Amazonía fue y es una constante de las transnacionales y gobernantes de sus casas matrices. ¡No es tanto el deseo por apagar el fuego de la Amazonía, sino la obsesión por apoderarse del Agua…! En los textos escolares de los EEUU, desde el siglo pasado, se enseña que la “Amazonía es un territorio internacional”.

No existe Amazonía sin pueblos indígenas. Otra de las intenciones perversas de quienes promueven la terapia del shock de la “Amazonía en llamas” es expulsarnos o enjaularnos a los pueblos indígenas que cohabitamos en la Amazonía e inmediaciones. Una vez que logren declarar la Amazonía como área protegida bajo la autoridad de organismos y ONG internacionales, argumentarán: “Poblaciones primitivas destruyen los bosques y ecosistemas”. Por tanto, poblaciones nómadas o seminómadas de indígenas que aún sobrevivan a las enfermedades propagadas por el “civilizado” deberán abandonar la Amazonía, o aceptar ser “estabulados” en reservas vigiladas.

No existe taxonomía completa de la Amazonía. Después de los océanos, la Amazonía, es un ecosistema aún desconocido para la ciencia moderna. Por tanto, no existe una clasificación precisa, ni completa, de la Vida y de los ecosistemas que cohabitan en ella. En ella, aparecieron y desaparecieron especies de fauna y de flora sin esperar ser conocidos o clasificados. En consecuencia, nadie sabe a con certeza sobre la magnitud del impacto del actual incendio de la Amazonía.

Amazonía es más que poesía. La identidad e historia de la Madre Tierra está hecha de cambios inconmensurables. Incendios, terremotos, fracturas… Los humanos somos un instante en esa identidad/historia. Por tanto, a la Madre Tierra y a la Amazonía no busquemos salvarlas, sino amarlas como son. Esto implica reencantarnos con la Madre Tierra. Iniciar el abandono del asfalto y del petróleo, y hacer el camino del retorno a la tierra y hacia el campo. Amar la Amazonía implica abandonar nuestro insostenible estilo de vida urbano y comenzar a amar la estética Tierra.

En los últimos siglos, la modernidad quemó muchas amazonías. Dos terceras partes de la faz de la tierra fueron incendiadas buscando la comodidad del estilo de vida urbano moderno. Claro, aún no había Smartphone, ni iPhone, por ello quizás ni nos quisimos enterar. No existe mayor incendio planetario que la “civilidad” del petróleo que alimentamos.

Urge apagar los actuales incendios de la Amazonía, del África…, de los basurales urbanos…, Pero, ante todo, urge apagar el fuego del confort urbano y de la consumopatía que nos consume. Urge amar a la Tierra y al bosque, pero no desde la comodidad del asfalto. ¡Bienvenidos a las éticas y las estéticas rurales!.

Autor: Ollantay Itzamná
Fuente de la Información: https://ollantayitzamna.com/2019/09/02/amazonia-en-llamas-otra-terapia-del-shock/amp/?__twitter_impression=true
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9 de agosto aún no es de los pueblos indígenas

Por: Ollantay Itzamná
Desde 1994, la comunidad internacional conmemora cada 9 de agosto como el Día Internacional de los Pueblos Indígenas mediante diversas actividades públicas para sensibilizar y visibilizar los derechos humanos jurídicamente reconocidos a los pueblos.

Sin embargo, a 25 años de estar celebrando esta fecha, y a 30 años de la aprobación del Convenio Internacional nº 169 de la OIT sobre Derechos de los Pueblos Indígenas, las condiciones de subordinación/aniquilación para las y los indígenas recrudecen.

El sistema mundo occidental capitalista, en su fase de acumulación por despojo violento, está obligando a los pueblos indígenas a defender sus territorios por vías no violentas, pero la respuesta sistemática de las empresas-estados es la criminalización y asesinato de indígenas defensores de sus territorios.

Si hacemos un balance de los asesinatos de defensores de derechos en países como Guatemala, Colombia o México, casi el 100% de defensores de derechos asesinados son indígenas. En lo que va del 2019, de los 8 asesinatos de defensores miembros del movimiento social que acompaño en Guatemala, todos son indígenas.

Los bicentenarios estados criollos de Latinoamérica aún continúan tratando a indígenas como si fueran una especie de la fauna silvestre. No únicamente porque las y los indígenas viven sin Estado, sin derechos, ni oportunidades, sino porque las políticas de “mestizaje” y de eugenesia (blanqueamiento genético) continúan vigentes y potentes mediante dispositivos culturales criollos instalados.

Un indígena para ser ciudadano en una República criolla está irremediablemente condenado a renegar de su “ser indígena” y a asimilar el alma criolla. En los estados criollos el indígena que no renuncia a su identidad/dignidad sólo tiene obligaciones, mas no derechos. Mucho menos oportunidades.

El sistema mundo occidental colonizador, en su versión neoliberal, no sólo invade, despoja y destruye territorios indígenas/santuarios ecosistémicos, también rentabiliza el remanente cultural indígena (que dejó siglos de colonialismo permanente) como un exitoso bien comercial exótico.

Así, los cuerpos de indígenas, especialmente de jóvenes, envueltos en tejidos multicolores, son expuestos como anzuelos para atrapar la atención del consumidor en los mercados postmodernos.

Suficiente observar ciudades como Oaxaca, Cusco, Antigua Guatemala… Ocurre con los vestigios de las espiritualidades indígenas. Ocurre con la gastronomía. Ocurre con la indumentaria fruto de la Colonia. Ocurre con los lugares/legados arqueológicos… Incluso con el cerebro y psicología de indígenas profesionalizados.

El año 2019 está establecido, por la ONU, como “Año Internacional de Lenguas Indígenas”. Aunque los indígenas no hablamos lenguas, sino idiomas, porque el término lengua es una construcción ideológica para “naturalizar” la subordinación indígena a las culturas oficiales (que sí hablan idioma). Sin embargo, las y los indígenas conscientes no deberíamos distraernos únicamente en la defensa/ejercicio de nuestros derechos culturales. Debemos transitar hacia el ejercicio de los derechos políticos y económicos.

La proclamación y ejercicio de las autonomías indígenas, en base a la norma internacional, es una tarea aún pendiente casi para todos los pueblos indígenas. Ejercer autonomía requiere necesariamente recuperar nuestros territorios. Y esto implica reconfiguración estructural de los estados criollos en estados plurinacionales. Sin territorio, y sin autonomía, toda lucha indígena es miope.

Quizás uno de los legados de los 25 años del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, o los 30 años del Convenio Internacional nº 169, sea el avance en la sensibilización/ejercicio de los derechos culturales (idioma, traje, comida, espiritualidad). Pero, mucho de este esfuerzo se pervirtió en el culturalismo y oportunismo indígena rampante.

A tal grado que en países envidiablemente multiculturales como Guatemala, con frondosas ONG y cooperación internacional pro indígenas, tenemos “reinas” mayas (jóvenes) coronadas y envueltas en aparatosos trajes indocoloniales haciendo ceremoniosas filas para reverenciar y besar la mano del candidato presidencial criollo (del sector ultraconservador/militar). Esto ocurre, ahora.

O la humillante lambisconería de intelectuales y académicas mayas celebrando rimbombante Congreso Académico sobre Racismo, en 2018, en Guatemala ciudad, nada menos que para legitimar y posesionar el logotipo y el nombre de la USAID como el benefactor más sublime de Guatemaya.

Que el 9 de agosto nos motive hacia el activismo reflexivo y auto crítico a las y los indígenas privilegiados. Sobre todo a transitar del culturalismo/folclorismo hacia la promoción/ejercicio de los derechos políticos y económicos. Es verdad que 9 de agosto aún no es, ni será, para todos nuestros hermanos/as de las comunidades rurales, pero si las y los indígenas privilegiados (sin abandonar nuestras comunidades) le apostamos a la autonomía indígena, los territorios y el Buen Vivir, creo que habremos acelerado el esperado amanecer que tarda en clarear para la humanidad.

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Ni víctimas, ni vencidos

Ni víctimas, ni vencidos

Ollantay Itzamná

Las y los indigenistas (sean activistas o académicos), regularmente suelen asumir a las y los indígenas como víctimas y/o vencidos por los poderes hegemónicos. De allí proviene, en buena medida, su filantropismo “étnico”.

Al asumir y presentar a un indígena como víctima, irremediablemente se le anula su condición de sujeto. Y, al asumirlo como vencido se reifica  la condición de “arrodillado” y “anulado políticamente”. En estas dos presunciones de: “víctima” y “vencido” se asienta el culturalismo apolítico y estéril que evitó y evita procesos de emancipación de los pueblos.

Las y los indígenas conscientes, y en disputa constante por consolidar proyectos emancipatorios, no somos víctimas, somos sujetos. No estamos vencidos, fuimos derrotados, y las inconclusas historias aún no han terminado. Estos y otros dispositivos fecundos son los que nos mueven y mantienen perseverantes en nuestras apuestas libertarias.

La conciencia de ser sujetos (no víctimas) y derrotados circunstanciales (no vencidos) nos previene de la “resignación apolítica”, y es nuestro antídoto al culturalismo oportunista que convirtió a muchos de los nuestros en plañideros folclóricos.

¿Por qué indígenas optamos por el indigenismo y/o victimismo?

El indigenismo entre los indígenas surgió en simetría con el acceso indígena a la academia occidental. La academia hegemónica, en buena medida, hizo de los pocos indígenas con títulos, “profesionales fashion bien portados”. Y, para mantenerse en su nuevo estatus el indígena “ilustrado”, “intelectual”, necesariamente tenía que ser un “actor” apolítico.

Es decir, no desafiar al sistema. Debía y debe distraerse y distraer a los suyos con discursos sobre trajes, “lenguas”, folclor, rituales, etc., ¡Jamás meterse en política para acompañar postergados proyectos de liberación de los pueblos”.

Otro factor  para el florecimiento del indigenismo y el victimismo folclórico fue y es el financiamiento y becas de la cooperación internacional. Indígenas que ascendieron social y académicamente, en varios casos, fueron cooptados por los Estados criollos, y en la mayoría de los casos fueron empleados por la cooperación internacional y las ONG. Y estas entidades, por sus fuentes de financiamiento, y los intereses que representan, promueven una “ciudadanía” apolítica. Ni Evo Morales (caso Bolivia), ni Thelma Cabrera (caso Guatemala) provienen de  las constelaciones de la cooperación internacional.

El victimismo es tan letal como el racismo

El racismo es una construcción sociopolítica con la finalidad de anular la capacidad de acción emancipatoria a los y las subalternas. De la misma manera, el victimismo indígena anula la capacidad de resiliencia y acción política emancipatoria a los vencidos. En ese sentido, el racismo es al victimismo como el monoculturalismo es al muticulturalismo. Letales ambos.

Urge no distraernos con la victimización. El sistema racista y patriarcal no cambiará jamás si acaso nuestro horizonte de acción se reduce únicamente a la “incidencia política”. Debemos constituirnos en sujetos políticos para promover procesos de cambios estructurales a nivel de los estados y de las sociedades, incluso cuando esta apuesta ponga en peligro el confort que nos reditúa el culturalismo apolítico.

Ollantay Itzamná

Defensor latinoamericano de los Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos

https://ollantayitzamna.wordpress.com/

@JubenalQ

Autor: Ollantay Itzamná

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Cuando el canalla se digitaliza, y vos lo promueves

Ollantay Itzamná

Rebelión

Uno de los principales mecanismos de dominación planetaria son las empresas ruines mal llamadas medios corporativos de comunicación. Estos negocios criminales que entumecen o envenenan el alma de su audiencia no necesitan disparar un proyectil para vencer y esclavizar a la humanidad. Suficiente con sus mentiras empaquetas y difundidas como verdades, ahora, digitales.

Si bien la invención de la imprenta, y el resto de los medios de difusión masiva, estimularon la libertad y el “derecho a soñar”, sin embargo, dichos medios se volvieron letales en la medida que pasaron a la propiedad y/o control de las corporaciones económicas transnacionales. Así, la libertad de prensa se convirtió en libertad empresarial. Y ésta, a su vez, se legitimó como el libertinaje criminal.

Por eso, ahora, los criminales te dicen qué es verdad, y qué es falso. Y vos, muy a pesar del daño que te ocasionan con sus falacias mediáticas, les sigues creyendo y promoviendo sus “noticias”.

Los procesos de emancipación de los pueblos en América Latina fracasaron, no tanto por la intervención militar de sus enemigos, o por la superioridad moral e intelectual de éstos. Ya Simón Bolívar lo decía: “Nos dominarán, no por la fuerza, sino por la ignorancia”. Y, la ignorancia en sociedades digitales no es ausencia de información, sino la fe ciega que aún le tenemos a los criminales medios corporativos.

Es común ver aún “revolucionarios” en América Latina, en especial los nacidos en el pasado siglo, comprando, leyendo, difundiendo, las noticias publicadas por los medios corporativos. Incluso cuando éstos los difaman y criminalizan como delincuentes y enemigos del desarrollo.

Llevar bajo el brazo un periódico impreso, adscrito al Grupo PRISA (por mencionar un ejemplo), es aún sinónimo de estatus intelectual entre “revolucionarios” latinoamericanos.

Por ello, mientras los canallas tengan aún adeptos entre los revolucionarios, la revolución siempre será una utopía. Porque la revolución es ante todo “revolución cultural e intelectual”. Y los canallas son los antídotos para cualquier revolución.

Los recientes procesos de cambios emancipatorios en América Latina fueron y son “vapuleados”, no por militares, ni por tanques de guerra, sino por “ejércitos de terroristas digitales” mal asalariados por las diferentes empresas corporativas de prensa en los diferentes países.

Esto fue obra del sistema neoliberal, que no sólo borró la frontera ideológica entre derecha e izquierda, sino que incluso a lo que fue la “prensa de izquierda” lo convirtió en prensa canalla. Caso periódico La República en Perú, o El País en España.

Y, ante la ausencia de medios de “izquierda”, las y los revolucionarios “analistas” hacen fila y/o se esfuerzan por tener un espacio en el set o en la página de los corporativos como “columnistas” permitidos. De esta manera, también coadyuvan a la legitimación de los canallas.

A desalambrar la jaula mediática

En sociedades digitales, muy a pesar que la Internet sea una cárcel de algoritmos, se puede y debe utilizar la mayor cantidad de herramientas tecnológicas para producir contenidos y difundirlos como insumos para estimular el deseo del “derecho a soñar”.

Las generaciones actuales, nativos digitales, buscan “la verdad” en la nube (Internet). Lo que no está en la nube, no existe para ellos. Si los motores de búsqueda no te encuentran, no existes. Así de simple.

Aquí considero que está “el sitio” desde donde se puede activar el deseo por el “derecho a soñar” en estas nuevas generaciones. Esto implica, que todos los y las revolucionarias, sin importar edad biológica, se transformen en “revolucionarios digitales”. Pero, no para postear/inundar la nube con las falacias de los canallas, sino para generar sus propios contenidos que expresen sus utopías, valores y experiencias.

Sólo así se podrá desalambrar las jaulas mediáticas que envenenan las almas de los pueblos saqueados, adictos a los medios y a “la verdad” de patrones. De lo contrario, los heraldos de la muerte, ahora, en su formato digital, seguirán cabalgado por todo y por todas partes en América Latina y el mundo.

Autor: Ollantay Itzamná. Defensor latinoamericano de los Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos

Fuente del artículo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=258491&titular=cuando-el-canalla-se-digitaliza-y-vos-lo-promueves-

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