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Fraude electoral y bullying racista en Guatemala

Ollantay Itzamná

Las recientes elecciones generales en Guatemala fueron denunciadas como fraude, y desconocidas en sus resultados preliminares, por Thelma Cabrera, maya mam, ex candidata a la Presidencia de la República por el Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP). “Denunciamos fraude electoral, y no aceptamos los resultados…”, anunció MLP, luego de enumerar acciones fraudulentas en las diferentes etapas del proceso electoral, al siguiente día de las votaciones (17 de junio).

“Indios, deberían agradecer y aceptar resultados, les dieron el 4º lugar”

El rechazo y descalificaciones al MLP por denunciar el fraude electoral fueron inmediatos. Opinadores, profesionales, ciber activistas…, acusaron a Cabrera y al MLP de “irresponsables”, “malagradecidos”, “desestabilizadores”… Incluso indígenas profesionales llamaron a indígenas del MLP a “respetar las reglas electorales y celebrar el histórico 4º lugar que habían obtenido”.

Los “haters” (personas que odian) en las redes sociales no desperdiciaron los instantes para descargar toda su artillería racista y misógina contra los “indios malagradecidos”. Los mensajes eran nítidos para Cabrera y las insumisas comunidades del MLP: “Se les permitió participar en nuestra fiesta electoral. Respeten las reglas… Están desestabilizando nuestro sistema y tranquilidad democrática”.

Pasaron las horas. La Embajada norteamericana, ni los finqueros de Guatemala, pudieron parar la viralización en las redes sociales de las evidencias captadas por celulares de las evidencias de fraude. Muy a pesar del reiterado “clamor” de la misión de Observación Electoral de la OEA en Guatemala: “en Guatemala no hubo fraude”, el TSE tuvo que aceptar “su fracaso profesional”, ordenar el reconteo de votos “acta por acta”, colocar nuevamente en cero los resultados electorales en su sitio web, aceptar las renuncias de sus funcionarios….

El TSE y los grupos de poder del país hacen el teatro del “reconteo de votos” no porque hayan experimentado una metanonía democrática, sino porque, ahora, “temen” la constatada sublevación democrática indocampesina en las urnas (que cobra una incipiente aceptación urbana). “No es lo mismo organizar el banquete electoral sin la participación indígena, que con el MLP dentro”.

Una cosa distinta es “vencer/someter” militarmente a indios apolíticos desorganizados. Otra muy diferente es “derrotar en las urnas” a millones de “indios” que comienzan a despertar políticamente y a “votar por ellos mismos”.

Hubo fraude, pero fue una indígena quien denunció

“No se puede hablar de fraude cuando sólo son acciones fraudulentas. Son errores. Imprecisiones técnicas. Esperemos el reconteo. Aún no es fraude”, repiten opinadores y ciber analistas.

Un vergonzoso regateo lingüístico con tal de “no reconocer” que a indígenas y campesinos del MLP, también les asiste la razón. O quizás porque su “esperanza laboral” está centrada en el cambio de turno en la “administración pública”.

¿Cuál habría sido la actitud de estos y otros colegas si el o la denunciante hubiese sido un colega blanco y profesional? ¿Le hubiesen aplicado bullying con la misma intensidad?

Pero, para “desgracia” de los integrantes privilegiados de la cultura oficial del país, Thelma Cabrera sólo cursó hasta 6º grado de primaria. Y, aún así, Cabrera y el MLP se dieron cuenta del fraude electoral, ahora en etapa de revisión. Un hater, en las redes sociales, decía: “Cabrera denuncia fraude porque en 6 años de escuela no aprendió a contar números”. Ahora, ¿quién es el que no sabe contar?

¿Qué es un fraude electoral entonces?

Dícese fraude electoral: “a la intervención ilícita en un proceso electoral con el propósito de impedir, anular o modificar los resultados reales ya sea aumentando la cantidad de votos del candidato favorecido, disminuyendo las de los candidatos rivales, o ambas…”. Así definen fraude electoral hasta los diccionarios más elementales.

Fraude se refiere a las acciones ilícitas antes de las votaciones, durante las votaciones, en el computo y digitalización de datos. Son acciones que están orientados no sólo a modificar los resultados de las votaciones, sino también a impedir que se realice el proceso electoral.

Fraude electoral significa limitar la publicidad de algún partido. Trasladar personas el día de las votaciones. Entregar papeletas marcadas. Colocar en las papeletas los logos de partidos en tamaños diferentes. Impedir la presencia de fiscales electorales en los recintos. No entregar copia de actas a los fiscales… Modificar los resultados de las actas al momento de digitalizar…

Si bien, ni la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) de Guatemala, ni el Código Penal, conceptualizan el fraude electoral, sin embargo, en la legislación comparada, como la de Colombia, se define  el fraude electoral como acciones ilícitas referidas a todo el proceso electoral. La LEPP, por única vez, refiere a fraude en su Art. 93º al abordar causales para la cancelación de partidos políticos.

Considerando esta conceptualización lato sensum (sentido amplio), y conociendo las evidencias de fraude electoral denunciadas, más la aceptación del TSE para reconteo de votos, es simplemente el machismo, el clasismo o el racismo el que obnubila la mente a cuantos aún no aceptan la triste y dura realidad del fraude electoral en Guatemala. Muy a pesar de la confesión de parte del TSE.

En este sentido, el problema entonces, ya no es el fraude electoral, sino la falsa conciencia de la ciudadanía plena cuya noción de “democracia” se ancla en el funcionamiento del ritual electoral. Y, si este ritual cae, entonces, irremediablemente el país cae en la dictadura, según los ciudadanos plenos. Eh aquí la razón del por qué se niega a aceptar el fraude electoral denunciado por “profetas indeseados”.

Ollantay Itzamná

Defensor latinoamericano de los Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos

https://ollantayitzamna.wordpress.com/

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Guatemala, entre el racismo electoral y la apoliticidad indígena

Por: Ollantay Itzamná

Acabo de presenciar un “Foro Presidencial”, con la participación de 9 candidatos, organizado por 48 Cantones, en el Parque Central de Totonicapán. La organización indígena maya más antigua y de más renombre a nivel nacional.

El contexto de las elecciones generales del próximo 16 de junio, donde participan tres candidatos indígenas a la Presidencia de la República (del total de 19 candidatos), incrementó el volumen noticiario sobre el irresuelto asunto del racismo cotidiano en el país habitado por indígenas, pero gobernado por criollos.

¿Es el problema el racismo o es la apoliticidad indígena?

El mencionado Foro estaba organizado para “escuchar” a los presidenciables, “sus propuestas sobre pueblos indígenas”. Ninguna de las preguntas formuladas por los organizadores abordaba asuntos como: Autodeterminación de Pueblos, Estado Plurinacional, Proceso Constituyente Plurinacional…

Es decir, las y los indígenas, en su “calidad de súbditos” del Estado Republicano criollo se reunieron para “escuchar” las enseñanzas sobre la “pureza de la política criolla”. Al grado que, dos de los candidatos, desde la testera, cual si fueran candidatos a reyes, resondraron, increparon e insultaron a las y los presentes, en nombre Dios.

“En Guatemala somos un solo pueblo. Tenemos una sola fe. Creemos en un solo Dios. Cuidado con quienes hablan de pueblos diferentes”. “Así como Dios eligió a Samuel, ahora, nos ha elegido para seguir llevándolos a Uds. al desarrollo. Cuidado con quienes cuestionan la propiedad privada, cuidado con quienes están en contra de la pena de muerte, cuidado con quienes están a favor del aborto…” “Uds. están mucho mejor que antes. La apertura a la inversión privada (privatizaciones) trajo desarrollo a Uds. Cuidado con cuestionar la privatización. Si Uds. no quieren desarrollo entonces quién sabe qué serán Uds.”, fueron algunas de las frases de airados candidatos de corbata en el Foro que aún resuena en mi tímpano.

En un momento, uno de los ancianos, quien no pudo contener la indignación ante tanto insulto, corrió a la testera principal gritando y señalando al candidato señorial: “Fuera, fuera de aquí, fuera de aquí, ya no eres bienvenido”. Pero, los aguaciles mayas de los 48 Cantones lo censuraron y retiraron al anciano del lugar por “faltar al protocolo”, mientras el encorbatado los miraba con desprecio y asqueado.

¿Por qué ancestrales organizaciones indígenas no plantean autonomías, ni Estado Plurinacional?

La colonización interna (de los dos últimos siglos) logró casi anular del todo procesos de acumulación de luchas de resistencia indígenas durante la Colonia española. Es decir, los liberales y conservadores fueron más cruentos con la dominación cultural y política para los indígenas que los españoles.

La “conciencia” de la identidad indígena es bastante reciente. Data desde los últimos decenios del pasado siglo (abonado por factores como la “memoria de los 500 años”, el multiculturalismo implementado en algunos países, los derechos colectivos impulsados en la ONU, etc.). ¿Nuestros abuelos y padres eran indígenas? Sí. Pero, fueron indígenas políticamente dominados, culturalmente ilusionados por el espejismo de la modernidad.

En el caso de Guatemala, como efecto de la firma de los Acuerdos Paz (1996), vino la cooperación internacional y financió políticas organizativas/formativas para estimular derechos culturales. Sin considerar los derechos políticos. Y, las y los trabajadores, investigadores o cooperantes indígenas se sintieron cómodos en el ámbito del culturalismo.

Así fue cómo las organizaciones indígenas y campesinas fueron atrapadas por el espejismo iluso del folclorismo. Ingresar en la disputa por derechos políticos implicaba renunciar al confort que redituaba el folclorismo. Y, el Estado-empresa prosiguió con el saqueo neoliberal (post Acuerdos de Paz) en territorios indígenas sin mayor conciencia política.

Ésta creo que es una de las razones del por qué, después de 30 años de vigencia de los derechos políticos colectivos de los pueblos como: la autodeterminación, ejercicio político, territorio, consentimiento previo, etc., las organizaciones indígenas no logran salir del “providencialismo” o de la actitud pordiosera de la “incidencia política”.

Sólo así se puede explicar, jamás justificar, la propuestas y actitudes de candidatos presidenciales mayas que se resisten (silentes) a la propuesta de la creación del Estado Plurinacional con autonomías indígenas, o a la propuesta de proceso constituyente popular y plurinacional impulsado por comunidades indígenas campesinos, organizados recientemente, articulados en el Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP)

Pluriculturalidad no es plurinacionalidad

El concepto de plurinacionalidad significa varias naciones (comunidades políticas) articuladas alrededor de un proyecto político (Estado) en común que posibilite autonomías territoriales de los pueblos o nacionalidades. Plurinacionalidad es un concepto jurídico político. Por tanto, implica necesariamente el ejercicio de derechos políticos.

La pluriculturalidad es un concepto socioantropológico. Significa el reconocimiento y estímulo únicamente de derechos culturales (vestimenta, idiomas, tradiciones, espiritualismos, etc.) Mas no de derechos políticos (autodeterminación, gobierno propio, territorio, etc.) La pluriculturalidad no es más que el multiculturalismo encubierto. Y el multiculturalismo (bajo el argumento de la “tolerancia”), en Guatemala, no es más que monoculturalismo criollo predador de pueblos. Con la idea de pluriculturalidad técnicamente no se puede construir un Estado Plurinacional. Canadá, España, Ecuador, lo saben.

El Movimiento para la Liberación de los Pueblo plantea un Estado Plurinacional con autonomías territoriales. No plantea pluriculturalidad. Y el camino técnico político para materializar dicha idea es el proceso de Asamblea Constituyente Plurinacional, así como reiteradas veces lo plantean Thelma Cabrera y Vicenta Jerónimo, defensoras y candidatas principales de MLP.

El conclusión, el racismo es innato al Estado criollo. Y, el Estado criollo subsiste en la medida en que “dirigentes” indígenas, abstraídos en la “incidencia”, se sienten cómodos en el confort que les reditúa el culturalismo apolítico, y se niegan al horizonte político de la plurinacionalidad. Mientras, el racismo cotidiano se sedimenta, en el mejor de los casos, en el contenido de afligidas narrativas indigenistas.

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Guatemala, entre el neomilitarismo y un proceso Constituyente Plurinacional

Por: Ollantay Itzamná

En una coyuntura electoral nacional bastante “atípica” y apática se “filtró” información sobre la solicitud que hiciese el actual Presidente de la República de Guatemala al gobierno norteamericano para la “ampliación de la presencia militar humanitaria de los EEUU en el territorio de Guatemala”. Sí, así como lo lee: un gobierno soberano pidiendo intervención militar extranjera en su pequeño territorio.

En los hechos, el intervencionismo violento norteamericano en Guatemala, posterior al golpe militar de 1954, jamás cesó. A partir de 1978 la intervención militar sustituyó el uso del camuflaje por el esmoquin. El soberano en Guatemala siguió siendo la Embajada norteamericana.

Esta solicitud vergonzosa resume, en buena medida, la trágica situación en la que se encuentra el aparente Estado y sociedad guatemalteca. No hay autoridad, no existe sentido de comunidad política imagina en la socidad. La ilegalidad se impuso sobre la deficitaria legalidad en administración pública y en la vida cotidiana. La macro economía funciona a “control remoto”, oxigenado por frescos y millonarios narcodólares que circulan libremente en el país, mientras 7 de cada 10 guatemaltecos sobrevive en el hilo del empobrecimiento. Guatemala, como país y como Estado está quebrado. Y esto no se compone con un rito electoral. Lo sabe su Presidente (el mejor pagado de Latinoamérica).

Partidos políticos envejecidos y víctimas de sus miedos

Lo dantesco de esta trágica estampa guatemalteca no es tanto la renovada presencia militar humanitaria gringa, ni la desigualdad socioeconómica que asesina a millones de sus niños, sino la “natural” complicidad de los partidos políticos de derecha e izquierda que se niegan a plantear/debatir abiertamente la urgente necesidad de un proceso de Asamblea Constituyente ampliado para consensuar nuevas reglas de convivencia, y un nuevo proyecto de país y de Estado.

Los candidatos políticos de derecha e izquierda saben que el bicentenario Estado nación jamás pudo ser, y ahora, padece una enfermedad terminal (fruto de sus contradicciones internas). También saben que la solución es un nuevo Contrato Social Plurinacional. Pero, presos de sus miedos y síndromes de autoderrota se resisten a suministrar la medicina necesaria que requiere el país.

En la reciente memoria colectiva de los pueblos de Guatemala aún está presente las dolorosas consecuencias de la opción militar. Fueron cerca de 200 mil vidas asesinadas/desaparecidas en 36 años del conflicto armado interno promovido y financiado por el gobierno norteamericano. Terrible historia que convirtió a esta Guatemala promisoria y rica en el país más desnutrido y empobrecido de América Latina.

Indígenas y campesinos impulsan proceso Constituyente Plurinacional

En esta larga oscuridad radiante en ausencia de ideas, se posiciona un nuevo actor sociopolítico popular y plurinacional. Es el Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), uno de los 21 partidos políticos que participa en la contienda electoral del próximo 16 de junio para elegir Presidente y Vicepresidente, 160 diputados, 340 corporaciones municipales y 20 diputados al Parlamento Centroamericano.

El MLP, cuya candidata a la presidencia es Thelma Cabrera, indígena maya mam, plantea e impulsa un proceso de Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional para debatir y consensuar una nueva Constitución Política, un nuevo Estado Plurinacional.

Esta organización política, que fue creado y se asume como instrumento político de los pueblos, recoge y canaliza las postergadas demandas de los cuatro pueblos. No sólo expone y propone los contenidos para la nueva Constitución Política Plurinacional, resumido en 14 temas, sino también plantea la metodología y modalidad de cómo avanzar hacia el proceso constituyente plurinacional.

En la crítica coyuntura electoral de Guatemala, que oficialmente clama por mayor intervención militar norteamericano, el MLP se constituye en la única alternativa electoral que puede prevenir a este país de raíces milenarias de otro ciclo cruento de militarismo sanguinario.

El MLP plantea que su objetivo final “no es ganar las elecciones”, sino acelerar y posibilitar un proceso de Asamblea Constituyente y revisar los contratos de privatización de los bienes y servicios. Además, con su novedosa modalidad de hacer campaña electoral austera, su programa de gobierno de cambios estructurales, y con su narrativa ética sin precedentes ya está aportando a la democratización de la democracia guatemalteca tan afín al camuflaje y bayonetas militares

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Guatemala, elecciones generales y el infalible sistema neoliberal

Por: Ollantay Itzamna

Si existe en América Latina un país más vapuleado y humillado por el intervencionismo norteamericano, durante el pasado y presente siglo, ese país es Guatemala.

País tropical con abundantes tierras fértiles y agua dulce que podrían saciar el hambre y la sed de toda Centroamérica. Pero, es el país, en este momento, más empobrecido y desnutrido de toda América Latina, después de Haití.

El mayor daño que causó esta condición de colonialidad continuada no es tanto en lo material (ocupación, despojo, golpes de Estado, etc.), sino a nivel moral, espiritual e intelectual en las grandes mayorías de su población. Sí. Se configuró y afianzó en el imaginario colectivo e individual del guatemalteco humillado, indígena o no, la creencia de: “Nuestro redentor vendrá de los EEUU”. La condición de colonialidad se grafica en el amor/deseo que el colonizado tiene por su verdugo. A mayor nivel educativo, mayor es la condición de colonialidad.

Esta creencia, consciente o inconscientemente se materializa en las conductas, emociones, sentimientos y categorías de análisis que vierten analistas y opinadores en los medios corporativos y en las redes sociales.

Coyuntura electoral evidencia nuestra condición de colonizados

Como en las mitologías de la Caverna, las noticias, análisis y comentarios nacionales sobre el proceso electoral para el próximo 16 de junio excluyen por completo cuestiones como: el debate sobre el neoliberalismo como ideología y el injerencismo norteamericano como geopolítica.

Es más, se asume, implícita o explícitamente, que la Embajada norteamericana es el veedor democrático de dicho proceso electoral. Por eso se aplaude las excepcionales capturas o requerimientos legales contra narco candidatos guatemaltecos en los EEUU como un acto valioso para limpiar y/o persuadir a un proceso electoral limpio. ¿En qué momento le importo a los gobiernos norteamericanos el bienestar o libertad de los pueblos de Guatemala?

Los gobiernos norteamericanos, mediante las iglesias pentecostales y las ONG financiadas por la USAID (que ahora financia casi a la totalidad), instauraron en el imaginario guatemalteco las “infalibles” verdades sobre las bondades del sistema neoliberal, y sobre la benignidad de la “ayuda norteamericana”. Esas creencias, construidas en los antros de la cooperación de la USAID, se divulgó y divulga en las universidades y centros de investigación. Y, así, de tanto repetirse se convirtió en verdades absolutas.

Por eso en estas elecciones, como tampoco en el pasado, el sistema neoliberal, ni el imperialismo en Guatemala, son asuntos de debate, ni por los partidos políticos socialdemócratas, la izquierda, mucho menos por la derecha. Este performance “electoral”, llega al grado que un candidato de la izquierda (uno de los más potables) afirma: “Nosotros no planteamos, ni debatimos ideologías, plateamos soluciones a los problemas cotidianos de la gente”.

Ningún partido político plantea la necesidad de revisar o auditar el letal sistema neoliberal vigente. Mucho menos cuestionan el intervencionismo norteamericano que con su financiamiento y asesoramiento colapsó a todas las instituciones públicas del país.

En Guatemala el resultado de las próximas elecciones ya están decididas desde antes de la convocatoria. El gobierno de los EEUU tiene más de 20 partidos, con sus candidatos “probos” en acción. Y uno de ellos seguirá implementando el saqueo neoliberal, y afianzando el imperialismo en este país del eterno Viernes Santo.

Probabilidades del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP)

En este espectro colonial, los nefastos impactos del sistema neoliberal encubó su antídoto narrativo desde las comunidades y territorios en resistencia al despojo. Estos actores sociales, por primera vez en la historia republicana, lograron crear su propia organización política denominada MLP, con recursos, ideas y esfuerzos propios.

La principal bandera de MLP es la “nacionalización de todo lo privatizado”, y el proceso constituyente popular y plurinacional para la creación del Estado Plurinacional. Su triada ética es: Austeridad (disminuir salarios a funcionarios públicos), Transparencia (quitar el secreto bancario para funcionarios publicos) y Honradez (quitar el derecho de antejuicio para funcionarios).

Fueron las comunidades en resistencia quienes en asamblea eligieron las y los candidatos. Thelma Cabrera, indígena maya mam, va a la Presidencia. Y, Vicenta Jerónimo, maya mam, encabeza el listado nacional para diputados.

Utilizan las asambleas comunales y las redes sociales para difundir sus propuestas de gobierno. En las ciudades y en el área rural las propuestas de MLP tienen bastante aceptación. Especialmente porque es la única organización política que plantea necesarios cambios estructurales al país. Aunque por el racismo y el machismo generalizado, le costará aún a Guatemala optar por el rostro de bronce de MLP.

Serán las comunidades en resistencia, junto a un creciente segmento electoral del sector urbano, quienes colocaran algunos diputados en el Congreso Nacional por MLP. Lo inquietante es cómo actuarán dichos representantes de cara a los planteamientos de MLP como diputados. Si se convierten en diputados “bien portados”, MLP pasará formar parte de la clásica izquierda insignificante. Si logran sacar la agenda política del Congreso de la República a las calles, entonces, fagocitarán al monstruo colonizado hasta desafiar políticamente a su amo.

La Embajada norteamericana tiene todo bajo control para evitar que los resultados electorales sean favorables para el MLP. Pero también es consciente, por su desastrosa experiencia en la rebelión democrática boliviana, de diciembre del 2005, que no puede atacar abiertamente a MLP si acaso no quiere acelerar la primera rebelión democrática del presente siglo en Centro América.

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Guatemala: Movimiento para la Liberación de los Pueblos

Por: Ollantay Itzamná

En Guatemala, al igual que otros países sumergidos del Continente, se cree que los pobres son culpables de su pobreza. Se cree que los ricos son buenos, y los pobres son malos. Se cree que el Estado tiene que ser administrado únicamente por los ricos blancos, los pobres sólo deben aspirar a hacer incidencia política.

Se cree que los ricos tienen derecho a gobernar, y los pobres la obligación de votar por el rico. Es castigado con dureza todo aquel que se atreva a cuestionar el conjunto de las creencias que cimentan y sostienen a la Guatemala oficial y a sus instituciones estatales.

En este contexto de dominación mental y espiritual, indígenas y campesinos organizados en comunidades en resistencia, venciendo el dispositivo de apoliticidad que USAID y el onegismo post Acuerdos de Paz había instalado en el imaginario colectivo de los subalternos, decidieron organizarse políticamente, y disputar el poder a los ricos. Un hecho sin precedentes en Guatemala.

Candidatos elegidos por las comunidades organizadas

El ritual electoral guatemalteco había acostumbrado a la ciudadanía a la presencia de candidatos de corbata, con rostros de photoshop, descendiendo casi siempre de helicópteros, llevando regalos al pobrerío. Obligados a endeudarse y pagar por los puestos de candidatos. El sistema electoral de partidos políticos se había normalizado como un negocio empresarial.

Este bicentenario ritual electoral está siendo flagrantemente modificado por la incómoda presencia del instrumento político de los empobrecidos, denominado Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), ahora, en campaña electoral de cara a las próximas elecciones generales del 16 de junio.

Sus candidatos son defensores de derechos

En el MLP, casi la totalidad de sus candidato/as son defensores de derechos, y elegidos previamente por las comunidades organizadas. Ninguno de ellos/as pagó dinero para acceder a las candidaturas.

Integrantes de las comunidades en resistencia pintan sus casas, compran sus camisetas, dibujan mantas, pagan sus gastos de movilización y alimentación durante las acciones colectivas.

Mientras los partidos de derecha e izquierda tradicional presentan a sus candidatos/as según formatos de la hegemónica estética occidental, los candidatos de MLP se muestran con estética propia de los pueblos. Mientras los tradicionales se respaldan, muy a pesar del fracaso, en la rotulación académica, las y los de MLP se presentan como defensores y defensoras de derechos. Algunos tienen títulos, pero ni lo mencionan en su presentación.

No sólo llama la atención los semblantes de pueblo pueblo de las y los candidatos del MLP, sino la triada ética que profesan: Anticorrupción (renunciaron a la inmunidad), Transparencia (renunciaron al secreto bancario), Austeridad (salarios para funcionarios públicos máximo al equivalente a 5 salarios mínimos).

Proceso Constituyente y Estado Plurinacional

Realizan sus concentraciones y mítines, no sólo sin que alguien les dé comida o pague sus transportes, sino sin himno nacional, sin bandera nacional. Ellos y ellas apuestan expresamente por la creación del Estado Plurinacional mediante un proceso constituyente. Se proponen revisar los contratos de privatización de los bienes y servicios para nacionalizarlos. Van por la recuperación y devolución de tierra, territorio y agua a las comunidades y pueblos para la producción de alimentos.

El MLP, es prácticamente un peligro y desafío para todos los partidos de derecha e izquierda tradicional acostumbrados a vivir del negocio de la administración pública. Nadie sabe con certeza el peso de la preferencia electoral de esta organización política en las próximas elecciones. Lo cierto es que, en menos de 10 días de proselitismo electoral, ya asesinaron a dos integrantes de MLP (uno de ellos candidato municipal).

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¿Es probable la unidad electoral de las izquierdas en Guatemala?

Por: Ollantay Itzamná

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Guatemala, convocó recientemente a alecciones generales para el día 16 de junio del 2019. Para dicha contienda electoral, están habilitados 26 partidos políticos para elegir President@-Vicepresindet@, 160 diputad@s, 340 alcaldes/as, y 20 diputad@s al Parlamento Centroamericano.

La izquierda participará con cuatro partidos. Tres partidos tradicionales (URNG, WINAQ y CONVERGENCIA), y el Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP) creado recientemente por comunidades indígenas y campesinas en resistencia frente al despojo neoliberal.

Apatía política, luego de la derrota anticorrupción

En 2015, cuando el gobierno norteamericano ensayaba su “teatro anticorrupción” en Guatemala, para fulminar/anular a los gobiernos progresistas de Latinoamérica, la guatemalticidad indignada creyó en la benignidad de dicho teatro. Y, aceptó ir a las urnas para elegir un Presidente, como el antídoto de la corrupción. Pero, el cómico, Jimmy Morales, resultó ser más corrupto y déspota que su antecesor encarcelado, Otto Pérez Molina.

Muy a pesar de las “elecciones democráticas” las condiciones de vida de población continuaron empeorando. La pobreza alcanza ya casi al 63% de la población nacional. La violenta desintegración social del país crece. Estado y autoridad son cada vez más ausentes en nichos sociales y territoriales amplios.

Quien sí ganó con el teatro anticorrupción fue su mentor: el gobierno norteamericano. EEUU. logró instalar el dispositivo anticorrupción en el imaginario social de sectores América Latina, y consiguió evitar la reelección de Lula en Brasil, encarcelar parte del gobierno progresista de Ecuador, criminalizar a Cristina en Argentina…. Ahora, al adalid de la guerra anticorrupción no le interesa más dicha trifulca.

¿Qué rol tuvo la izquierda política tradicional en este contexto?

Los partidos políticos tradicionales de izquierda, según la opinión general de la población, fueron y son más de lo mismo que el resto de los partidos políticos de derecha. La izquierda tradicional jamás se opuso al proceso violento de la implementación del sistema neoliberal. Para esta izquierda el neoliberalismo nunca fue un problema.

Los diputados de la izquierda tradicional estuvieron presentes en el Congreso de la República, pero, con sus votos y/o ausencias, junto a la derecha, afianzaron el avance del sistema neoliberal. Apoyaron abiertamente las políticas antipopulares de los gobiernos corruptos recientes.

Se alejaron, o nunca estuvieron al lado de los movimientos sociales antineoliberales. Más por el contrario, callaron ante la persecución, criminalización y asesinatos selectivos de defensores y defensoras de derechos en las comunidades en resistencia. Pero, sí expresaron pública condolencia ante la muerte del ex Presidente Álvaro Arzú, el privatizador de Guatemala.

Indígenas y campesinos debutarán con su propia organización política

A finales del 2018, por primera vez en la historia de casi dos siglos de República, indígenas y campesinos en resistencia, sin financiamiento externo, ni la presencia de la clásica izquierda revolucionaria, crearon su propia organización política denominada Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP)

Esta organización política, que sus progenitores la denominan instrumento político, despierta inquietud e interés en indignados del campo y ciudad, tanto por su método y sus actores, como por sus planteamientos políticos.

MLP plantea: la nacionalización de los bienes y servicios privatizados por el sistema neoliberal. Impulsa un proceso de Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional. Propone la creación de un Estado Plurinacional con autonomías territoriales para superar el Estado nación racista.

¿Es probable la unidad electoral de las izquierdas en Guatemala?

La izquierda clásica, sea por presión internacional o por estrategia electoral interna, participó en coalición en varios procesos electorales, pero sin mayores resultados positivos.

Ahora, la unidad electoral con el nuevo instrumento político de los pueblos y comunidades indígenas y campesinas MLP será bastante difícil por las diferencias ideológicas y programáticas.

MLP plantea la revisión de los contratos de privatización y la nacionalización de los servicios y bienes privatizados en el país. Los partidos de la izquierda tradicional no.

MLP plantea e impulsa el proceso de Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional con autonomías territoriales para posibilitar la emancipación de los pueblos. Los partidos de la izquierda tradicional apenas plantean reformas legales de segundo orden. Mas no un proceso constituyente.

MLP plantea la necesidad de la creación de un Estado Plurinacional para liberar al país del fallido Estado nación criollo. Los partidos de la izquierda tradicional apuestan por reformar y revitalizar al Estado criollo etnofágico.

MLP plantea lucha frontal contra la corrupción. Por ello propone la anulación del derecho de antejuicio y el secreto bancario para los gobernantes y diputados. Además de la reducción de salarios (austeridad) para funcionarios de jerarquía. Los partidos tradicionales de izquierda guardan silencio ante estos y otros planteamientos.

*Enviado por el autor a OVE 

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Pueblos indígenas y gobiernos progresistas en América Latina

Por: Ollantay Itzamná

“Los pueblos indígenas hemos tenido los mayores beneficios durante los gobiernos social cristianos que durante gobiernos de izquierda”, afirma un hermano quichua ecuatoriano, al abordar la situación actual de las nacionalidades indígenas en dicho país.

Esta aseveración, por más trivial que parezca, debería ser motivo de reflexión y de auto crítica para los intelectuales y actores políticos de izquierda en Abya Yala. ¿Por qué en Ecuador, luego de una década de gobierno progresista, incluso con evidentes logros socioeconómicos, existe esta sensación indígena?

Los gobiernos progresistas, en su intento de superar el neoliberalismo y el intervencionismo norteamericano, estuvieron y están concentrados en el fortalecimiento de los estados nacionales (en algunos casos denominados plurinacionales). Pero descuidaron y descuidan el fortalecimiento de las autonomías indígenas.

En el caso del Ecuador, su Constitución Política (2008) no reconoce autonomías territoriales indígenas. Por tanto, la década del progresismo fue una década perdida para los pueblos en relación a sus derechos como la autodeterminación, restitución de territorios, consentimiento, etc.

La Constitución Política de Bolivia (2009) reconoce autonomías indígenas, pero su implementación aún es insuficiente, tanto por la inercia estatal, como por la apatía de los pueblos indígenas por ejercerlas.

En el imaginario colectivo de los pueblos indígenas, aún prevalece el culturalismo neoliberal consistente en las “demandas” de derechos culturales (idiomas, trajes, educación bilingüe “intercultural”, lugares sacros, etc.), mas no así la aspiración a la restitución de territorios, autodeterminación indígena, etc.

No se si fue una promesa de gobiernos progresistas el salto de los derechos culturales indígenas hacia el reconocimiento y fomento de los derechos políticos (restitución de territorios, autodeterminación, consentimiento, etc.) Pero, lo cierto es que esa transición aún sigue pendiente.

Más por el contrario, en el caso del Ecuador, al parecer, incluso se retrocedió en la implementación de derechos culturales para nacionalidades indígenas. Es con el actual gobierno que recién se crea la Secretaría de Educación Intercultural Bilingüe.

Rafael Correa no prometió la implementación de la agenda de los pueblos indígenas. En ese sentido es, hasta cierto punto, explicable la ausencia de políticas públicas sobre derechos colectivos indígenas durante su gobierno. Pero, fue injustificable su desdén hacia las organizaciones indígenas del país, sólo por el hecho que estas organizaciones se hayan declarado en oposición a dicho gobierno. En Correa, al parecer, pudo más el miedo a los movimientos sociales como fuerzas destituyentes de gobernantes que la posibilidad de encontrar en ellos un aliado para sostener los cambios emprendidos.

En el caso de Evo Morales, en Bolivia, la retardación en la implementación de los derechos políticos colectivos de los pueblos indígenas se debe, en buena medida, a la primacía del pensamiento de izquierda de clase media sobre el pensamiento indianista que encabezaba el ex Canciller Choquehuanca, dentro de dicho gobierno.

La aún vigencia de la creencia de: “Los sujetos de las revoluciones son los proletarios, y sus vanguardias” en el pensamiento y praxis de las izquierdas latinoamericanas, es otra de las razones de fondo del por qué no se promovió, ni impulsó lo suficiente los procesos emancipatorios de los pueblos durante los gobiernos progresistas. Los maoístas reconocen a los campesinos como sujetos revolucionarios, pero como individuos. Mas no como pueblos con autonomías.

De cualquier modo, la fase progresista fue un aprendizaje para todos. En especial para los pueblos indígenas. Pero, ello no significa que los pueblos hayan renunciado a sus agendas de emancipación e integración como pueblos a nivel regional. Más por el contrario, esta experiencia exige a los pueblos a transitar del culturalismo neoliberal hacia el ejercicio de los derechos políticos colectivos.

Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/Pueblos-indigenas-y-gobiernos-progresistas-en-America-Latina-20181217-0004.html

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