Page 1 of 3
1 2 3

La comunidad educativa, agente de cambio

La comunidad educativa integrada en los movimientos sociales de amplio espectro se convierte en un agente de cambio, dentro y fuera del sistema educativo, a favor de la justicia y la igualdad. Sólo ensanchando las vías de la participación se podrán conseguir éxitos duraderos en la educación, la cultura y las políticas sociales.

La participación de la comunidad educativa viene garantizada por la Constitución en el artículo 27.7: “Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley establezca” y 27.5: “Los poderes públicos garantizan el derecho de todos a la educación, mediante una programación general de la enseñanza, con participación efectiva de todos los sectores afectados y la creación de centros docentes”.

No se trata solo de un derecho vinculado a una suerte de supervisión a posteriori de la gestión de los centros. La intervención –que no la supervisión o la rendición de cuentas– es “en el control y en la gestión”. Y en todos los centros sostenidos con fondos públicos, y con los poderes públicos “en la programación general de la enseñanza”. Es un derecho y un deber moral y político, si se quiere cumplir con el mandato constitucional.

El anterior gobierno del PP, incumpliendo con el mandato constitucional, apostó por un modelo neoconservador que externaliza el gobierno de los centros hacia unas direcciones cada vez más foráneas, despojando de competencias decisorias a los consejos escolares, como si participación y gestión fuesen conceptos antagónicos.

La gobernabilidad de los centros docentes exige una fuerte participación. La complejidad de la educación requiere de la colaboración acordada de todos. Si los centros deben gozar de autonomía para un mejor desarrollo de su tarea, adecuándola a las necesidades del entorno social y de su alumnado, la participación de la comunidad educativa es la otra cara de esta autonomía, la que garantiza su valor y su eficacia, con la implicación de todos.

En este sentido, el consejo escolar del centro debe tener una participación decisiva tanto en la aprobación de los documentos institucionales (PGA, PEC, etc.), en los que se recogen los fines y objetivos propios del centro; como en la elección de los órganos unipersonales de gobierno, que son los que deben llevar adelante las tareas que se derivan de dichos documentos. En la actualidad, con el cambio introducido por la LOMCE, aún en vigor, los consejos se han quedado relegados a órganos meramente consultivos y la participación ha decaído de manera importante.

Sin embargo, los retos a los que se enfrenta la educación requieren de una participación fuerte de la comunidad educativa. Las AMPA, por su responsabilidad en la educación de sus hijos; el alumnado, para aprender a implicarse con su propia participación activa en las primeras instituciones sociales en las que está presente; el profesorado, para ser capaz de conformar colectivamente un proyecto en el que se plasme su libertad de cátedra en el marco de la autonomía pedagógica del centro.

Los centros educativos deben gozar de autonomía, lo que implica la toma colegiada de decisiones en los ámbitos de la pedagogía, de la organización, del funcionamiento y de la gestión de recursos humanos y materiales. De entre estos tres ámbitos destaca como primordial el de carácter pedagógico, al que deben subordinarse los otros dos, lo que significa atribuir capacidad de coordinación y liderazgo a quien, como equipo, dirija el centro docente. ¿Cuáles son las premisas a tener en cuenta para avanzar en un camino complejo, pero lleno de expectativas como es el de la participación?

Un colectivo docente con una cultura profesional más participativa y menos corporativa. Con una formación que le haga proclive a la cooperación de forma solidaria y al diálogo.

Fomentar la dirección como un trabajo en equipo ligado a la comunidad en la que está integrado el centro.

Vincular el centro como comunidad educativa a las instituciones sociales como ayuntamientos, asociaciones y ONG y formativas como Movimientos de Renovación Pedagógicas (MRP), universidades, y con aquellos centros de los que provienen los futuros estudiantes o a los que pueden ir, conformando una red interniveles.

Reforzar el carácter formativo de la evaluación y rendición de cuentas al conjunto de la comunidad educativa para su mejora, y no una rendición de cuentas burocrática a la administración.

Vincular a la Administración educativa a los acuerdos adoptados por los órganos colegiados de gobierno y participación.

Impulsar a los movimientos asociativos de madres y padres y del alumnado, sumando sus aportaciones y proyectos con los del resto de la comunidad educativa.

La comunidad educativa integrada en los movimientos sociales de amplio espectro se convierte en un agente de cambio, dentro y fuera del sistema educativo, a favor de la justicia y la igualdad. Sólo ensanchando las vías de la participación se podrán conseguir éxitos duraderos en la educación, la cultura y las políticas sociales.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2020/02/12/la-comunidad-educativa-agente-de-cambio/

Comparte este contenido:

Un currículo que estimule la curiosidad

Pedro Badía

Necesitamos construir un currículo alternativo al existente, más dinámico y adaptado a las exigencias y necesidades futuras de las nuevas generaciones. Introducir metodologías activas y cooperativas entre el alumnado y entre el profesorado.

“Como ponen de manifiesto múltiples investigaciones (Darling-Hammond, 2010, Willinghan, 2009, Davidson 2009) los estudiantes contemporáneos, en su mayoría, no fracasan en la escuela ni abandonan los estudios de manera prematura por el nivel de dificultad de una exigencia escolar dura sino, principalmente, por aburrimiento, por ausencia de interés, por la escasa relevancia y utilidad social de lo que se enseña y se aprende en la escuela. La mayoría de estas investigaciones confirman que la relevancia, el interés de lo que se trabaja en la escuela, se ha convertido en el factor crucial para garantizar la permanencia de los individuos en la misma, su rendimiento y desarrollo satisfactorio, especialmente para los estudiantes de niveles socioculturales más desfavorecidos (Wagner, 2012; Dede, 2007; Bellanca, 2010, 2012)”, Ángel I. Pérez Gómez, ‘Una reforma elitista que añora el pasado e hipoteca el futuro’. Periódico Escuela número 3.956.

La LOMCE ha acentuado el carácter mecanicista, repetitivo y previsible del currículo, estableciendo una jerarquía de asignaturas, propias de la era industrial, que considera unas disciplinas más importantes que otras para triunfar en la vida laboral. Las mal llamadas asignaturas instrumentales –Lengua, Matemáticas y Ciencias– relacionadas con el conocimiento “útil” y “objetivo”. El currículo sigue siendo de carácter enciclopédico, repleto de datos fragmentados en asignaturas. Se aprende de manera memorística y se constatan unos conocimientos adquiridos a través de innumerables pruebas estandarizadas, cuyos resultados marcan la línea divisoria entre el fracaso y el éxito escolar.

Es un currículo de talla única, inabarcable, que no responde a la diversidad de las escuelas, provocando una considerable pérdida de talento. Genera un fuerte desasosiego en el profesorado, y una incapacidad por parte de los y las estudiantes de asentar y reposar sus aprendizajes, algo esencial para lograr su visibilidad así como su impacto social.

Con el tiempo hemos ido a una “asignaturitis” mucho mayor. Con un empleo del tiempo escolar absurdo, que impide vivencias significativas y el compromiso con el derecho a la educación. Una concepción de la cultura, y de la propia educación, muy limitadas.

Los grandes retos del siglo XXI exigen grandes cambios en el currículo. La magia de conocer está en la experiencia del camino, no en el resultado. El currículo debe ser significativo y relevante para las personas.

Necesitamos construir un currículo alternativo al existente, más dinámico y adaptado a las exigencias y necesidades futuras de las nuevas generaciones. Introducir metodologías activas y cooperativas entre el alumnado y entre el profesorado. Organizarlo en áreas de conocimiento y fundamentarlo en la solidaridad y el trabajo cooperativo.

Que nazca de un profundo debate social sobre lo que serían los saberes relevantes para una ciudadanía del siglo XXI y, por tanto, un currículo que dé sentido educativo a esos saberes, tanto en sus planteamientos teóricos como en su concreción en los procesos de enseñanza-aprendizaje.

Abierto y flexible. La educación ya trasciende el centro educativo. Por eso, no podemos educar en colegios e institutos al margen de la comunidad educativa que les rodea. Cualquier cambio en profundidad debe garantizar mecanismos e instrumentos que garanticen la participación de la comunidad educativa en el diseño e implementación de una parte significativa del currículo, en el marco de la auténtica autonomía del centro.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/12/10/un-curriculo-que-estimule-la-curiosidad/

Imagen tomada de: https://www.unir.net/wp-content/uploads/2018/08/Curiosidad.jpg

Comparte este contenido:

La obligación de ser alumno

Pedro Badía

¿Es posible con los actuales currículos y la actual organización escolar hacer efectivas las ideas de Poiry, Freinet y Cizek? No. Los currículos son, en gran parte, los guardianes de la ortodoxia. Aquella que mantiene prisionera a la palabra, a la creatividad, a la curiosidad y al conocimiento.

“¿Quiénes eran aquellos seres de ojos grandes e hipnóticos, como los de las abejas? ¿Por qué había que domesticarlos durante años y años, para transformarlos finalmente en seres como nosotros? ¿Sólo para no ser devorados por ellos?”, Mircea Cartarescu, Solenoide.

Incorporar los derechos de la infancia es la reforma pendiente, e imprescindible, del artículo 27 de la Constitución española. Garantizaría en toda su plenitud el derecho a la educación y devolvería la palabra a las niñas y niños como personas activas en el proceso de enseñanza y aprendizaje y, al mismo tiempo, fortalecería su perfil como sujeto activo en la toma de decisiones en el centro educativo. No es posible formar personas libres y críticas, si no les facilitamos los medios y los instrumentos necesarios para que, desde sus primeros años, sean activistas sociales. Respetados y escuchados como personas autónomas que aprenden.

La obligación de ser alumno sustituye al deseo y al amor por el conocimiento, a la curiosidad como motor de la creatividad. La obligación de ser alumno desmotiva. El sistema educativo es a la persona lo que la cama de Procusto¹ al viajero. No está pensado para el amor al conocimiento, sino para la obligación de ser alumno y alumna, con lo cual, pierde la razón de ser, el sentido y el fin de la educación. Lo que de verdad importa: la persona.

La vida pasa fuera del aula. El maestro Isidoré Poiry escribe en su libro La Reforma de la Educación, 1923: “Hoy el niño está ahogado física y moralmente en los medios escolásticos desusados de nuestras escuelas-cuarteles”. Freinet, por su parte, habla de los niños y las niñas “deformados frecuentemente por el ambiente escolástico”. El profesor Fernando Jiménez Mier, en su magnífico libro ¡Viva la imprenta! Orígenes de la educación Freinet en España: Libro de vida, escribe: “Poiry expresa que los ejercicios de redacción en la escuela deben ser (…) simples, concretos que arrastren al niño a observar, a sentir, a pensar, para que se le revele la Naturaleza y la Vida, y expresen sus propias ideas (…)».

Freinet y Poiry comparten muchas ideas y sobre todo una praxis muy sugerente para muchos maestros y maestras. Pero según el profesor Jiménez Mier, “la importancia del freinitismo reside en llevar a la escuela un proyecto educativo muy profundo y a la vez muy sencillo: darle definitivamente la palabra al niño para que se exprese libremente”.

El freinetismo es un ejemplo, entre otros, para explicar que han coexistido, a lo largo de la historia, dos modelos educativos expresados en dos modelos organizativos de escuela: en uno, la persona se ha sentido participe de su proyecto formativo, en el otro, han sentido la obligación de ser alumnos. Andados 19 años del siglo XXI, el del conocimiento y los avances tecnológicos inimaginables hace tan sólo una década, aún se impone el modelo que se fundamenta en la obligación de “ser” alumno y alumna. Las nuevas tecnologías no han devuelto la palabra al niño ni a la niña. Los currículos cargados de asignaturas y con metodologías poco activas no han resuelto lo fundamental: que no se sientan obligados, sino respetados y escuchados; resueltos a aprender por amor al conocimiento.

En la distancia, magnífico libro autobiográfico, Josefina Aldecoa recuerda su descubrimiento de Cizek. “El pintor vienés de los años treinta había sido uno de los descubridores del valor estético y psicológico de la pintura infantil y de su influencia decisiva en la educación”. “Cizek –continua Josefina– resumió su descubrimiento en una frase: Dejad a los niños crecer, desenvolverse y madurar”.

¿Es posible con los actuales currículos y la actual organización escolar hacer efectivas las ideas de Poiry, Freinet y Cizek? No. Los currículos son, en gran parte, los guardianes de la ortodoxia. Aquella que mantiene prisionera a la palabra, a la creatividad, a la curiosidad y al conocimiento.

Nota
1.- En la mitología griega, Procusto tenía una posada en las colinas de Ática, allí ofrecía alojamiento al viajero. Mientras este dormía, lo ataba y amordazaba a la cama. Si la víctima era más larga que la cama, cortaba las partes del cuerpo que sobresalían. Si era más pequeña, lo descoyuntaba hasta estirarlo a largo de la cama.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/11/18/la-obligacion-de-ser-alumno/

Comparte este contenido:

Hablemos de la educación, no del mercado educativo

Por: Pedro Badía

Necesitamos recuperar el sentido de la educación como un proceso de construcción personal y de recreación de la cultura. Si prescindimos por completo de un sentido humanista de la educación, pervertimos la educación.

Necesitamos una reflexión consciente sobre el sentido de la educación no del mercado educativo. Permitir que el poder económico condicione el sistema educativo y que el Estado subvencione con dinero público a organizaciones religiosas y grupos con declarados intereses económicos e ideológicos que forman las élites dominantes es “no sólo una aberración pedagógica sino una clamorosa injusticia”, constata Emilio Lledó (El Espectador 30.06.2018). Ni el mercado, ni la ética comercial, ni los intereses religiosos e ideológicos de grupos, colocan la igualdad por encima del lucro ni de sus “paraísos” privados. Lo peor no es la injusticia, sino el hecho de que la aceptemos.

La ideología desigualitaria, -según Piketty- lo que en este periodo, que es el nuestro, legitima el statu quo, sería la meritocracia, “la necesidad de justificar las diferencias sociales apelando a capacidades individuales” es el fundamento del mercado educativo. En este contexto la educación pierde tres de sus condiciones esenciales: pública, laica y democrática. Y el hecho de fomentar cada vez más el individualismo solo acentúa la indiferencia cívica. El trastorno más extendido de nuestro tiempo. A los neoconservadores les interesa más el accionista que el ciudadano.

La educación, con esta losa conservadora de la derecha, es una herramienta para la instrucción dominada por la simplificación, la fragmentación, la selección y la segregación. Es útil para desinformar y mantener a las personas en la perplejidad, pero no clarifica ni ayuda a afrontar los problemas más elementales de la vida. Por el contrario, necesitamos recuperar el sentido de la educación como un proceso de construcción personal y de recreación de la cultura. Si prescindimos por completo de un sentido humanista de la educación, movido por la curiosidad, el deseo de aprender, la crítica y la independencia de pensamiento, pervertimos la educación. Tendremos una visión muy empobrecida de lo humano y del acto de educar que forma el ser de una sociedad viva, y es desafiante, estará en peligro de extinción. La información y la ingente acumulación de contenidos, sin vinculación significativa, para el que por obligación se topa con ella, impide la construcción real del conocimiento y la sabiduría. Un ataque directo al derecho a la educación.

El derecho a la educación requiere un planteamiento pedagógico común que integre los distintos saberes necesarios para ejercer la ciudadanía responsable, autónoma y crítica para una vida personal plena. Necesita un currículo diversificado que permita a cada persona desarrollar oportunidades propias y valiosas para su vida y la vida en común.

La investigación, la creatividad y el trabajo cooperativo deben formar parte de los objetivos educativos. El aprendizaje, como actividad compartida, produce el desarrollo de una inteligencia común. Engloba la educación para la convivencia, la solidaridad, para la gestión de los conflictos, la paz, el cuidado y el respeto a la naturaleza, como parte indisoluble del ser humano. E incluye el derecho de las niñas y niños, adolescentes y jóvenes a la felicidad y el bienestar personal y colectivo. Ellas y ellos son la razón de ser del sistema educativo, no la obligación de ser alumno.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/10/14/hablemos-de-la-educacion-no-del-mercado-educativo/

Comparte este contenido:

Por una pedagogía socialmente más responsable

Por: Pedro Badía

Dotar de un sentido limpio y claro a la educación es una necesidad urgente. Construir un relato desde la izquierda que recupere el sentido más humano de la educación, la cultura y el conocimiento es un importante reto.

Creo necesario, en este primer artículo, hacer una reflexión sobre dónde nos ha ido llevando la deriva política neoconservadora. Cómo ha impuesto un relato social y cultural cuyo fundamento es un modelo educativo obsesionado por seleccionar, segregar, excluir y clasificar. Una máquina de exclusión social.

Seis años de LOMCE. Seis años bajo la bota de la mal nacida “ley Wert” que ha causado graves desperfectos y no menos lesiones a la educación pública española. Casi una década de recortes y de políticas que han privilegiado al sector privado, desandando treinta años de esfuerzos presupuestarios y pedagógicos. Que está convirtiendo a las escuelas y a los institutos en una especie de enclaves aislados del resto de la sociedad y de los procesos culturales que la atraviesa. La LOMCE es una ley que activa una pedagogía para oprimir y someter, y hace posible que la historia del progreso y las revoluciones sociales y tecnológicas pase por delante de los centros educativos sin entrar en ellos.

Necesitamos una pedagogía socialmente más responsable y una visión práctica más arraigada en la participación y en las más profundas convicciones democráticas. Y unas políticas educativas que ensanchen el terreno de juego del futuro sistema educativo. Que permita crecer a las personas.

Es posible comprometerse en actividades críticas tanto educativas como sociales, capaces de resolver los problemas reales con los que se enfrenta la gente cada día.

Esta visión global tiene que ir unida a una acción social generadora de cambio. Solo si avanzamos en la construcción de movimientos sociales de amplio espectro donde el conjunto de la comunidad educativa participa en la consecución de objetivos más amplios a favor de la justicia y la equidad social conseguiremos éxitos duraderos.

El neoliberalismo más conservador ha importado al sistema educativo la crisis económica que ha promovido, descargando sobre él el argumento necesario para que la educación se convierta en un puntal del modelo social dominado por las ideas más descarnadas e insolidarias.

¿De quiénes son el conocimiento, la cultura y la estrecha visión del mundo que modelan los currículos, y se incorporan a los libros de texto, y cada vez más convierten la educación en instrucción? ¿Por qué la dura pugna por el control del contenido y la estructura del currículo? ¿Para qué una instrucción bajo los parámetros de la economía más reaccionaria y al servicio del mercado? Simplificación, fragmentación y mercantilización. Publicidad comercial y propaganda política se dan la mano.

El que tiene el relato tiene un poder inmenso y en España el relato educativo lo tiene una derecha cada vez más contaminada por las ideas de la extrema derecha que se extiende por otros países de Europa. Eso no es educación. Hay que leer a los grandes escritores del siglo XX como Setefan Zweig, Karl Kraus o Primo Levi para darnos cuenta del grave peligro que corremos. Anulada la memoria histórica se pierde la mesura, y en la desmesura todo vale, sin que la moral sea obstáculo.

La derecha contaminada por la extrema derecha ha asaltado las certezas más humanas -solidaridad, cooperación, justicia social, amor, amistad, diálogo, etc.- , convirtiendo la ficción en realidad y ahogando el compromiso que nace entre las personas. La lección es que ya nada anda al paso del ser humano. Ha triunfado el individuo que se repliega sobre sí mismo frente al compromiso solidario que significa ser persona. La educación queda reducida a una escuela cercada de prejuicios reaccionarios y en el fondo antipopular.

Dotar de un sentido limpio y claro a la educación es una necesidad urgente. Construir un relato desde la izquierda que recupere el sentido más humano de la educación, la cultura y el conocimiento es un importante reto.

Necesitamos una reflexión consciente sobre el sentido de la educación no del mercado educativo. Empezar a educar al servicio de las personas para avanzar, crear conocimiento, crecer y expresar libremente pensamientos y sentimientos no solo al servicio de uno mismo sino de uno mismo como parte de la humanidad, un signo de cambio. Dar sentido a la educación, vitalizarla, con ideas claras y propuestas claras, una necesidad.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/09/25/por-una-pedagogia-socialmente-mas-responsable/

Comparte este contenido:

Prohibir no es educar, es coaccionar

Por: Pedro Badía

La institución escolar es de las más resistentes al cambio. La Historia nos ha enseñando en muchos momentos que el progreso, en el caso que nos ocupa el tecnológico, y las mejores ideas sociales han pasado por delante de la escuela sin detenerse y entrar en ella.

La Asamblea Nacional de Francia, aprobó en julio una ley que prohíbe, a los niños y niñas de hasta 15 años, el uso del teléfono móvil y las tablets en los colegios, incluido el tiempo de recreo. Para el ministro de Educación Jean-Michel Blanquer, “se trata de un mensaje de salud pública para las familias”.

Es una medida polémica, cuyo alcance solo se conocerá a medio y largo plazo, cuando el gobierno evalúe el impacto real que haya tenido en los centros educativos. Pero que ya ha despertado dudas en la comunidad educativa. En palabras de un portavoz sindical, recogidas en el diario El Mundo, no encuentra “lógica o pragmatismo en este anuncio”.

La mayoría de los problemas que se plantean en el subsistema escolar, con repercusiones en los subsistemas familiar y sociocultural, tienen su origen en las normas generales de aplicación a todos y todas por igual, que no tienen en cuenta las realidades sociales, culturales y de aprendizaje de cada persona. En cualquier caso parece más fácil gestionar la obediencia que la creatividad y la autonomía. La ley francesa es un buen ejemplo de ello.

En España no existe ninguna normativa como la aprobada en Francia, pero sí el uso discrecional por parte de los centros educativos de medidas que restringen el uso del teléfono móvil. Aunque el gobierno español ya está valorando la posibilidad de prohibir el uso de los teléfonos móviles en las escuelas y en los institutos.

Según información del diario de Canarias El Día.es el ministerio de Educación ha elaborado los primeros datos y tiene información reciente que aborda las posibilidades de utilizar soportes tecnológicos como el móvil para el aprendizaje. Entre las diferentes comunidades autónomas, Canarias, lidera junto a Murcia y Euskadi, la utilización del móvil como recurso didáctico, utilizándolo más de la mitad del alumnado de Enseñanza Secundaria Obligatoria y de Bachillerato. Dónde menos se utiliza el móvil como recurso es en las comunidades de Asturias, Valencia, La Rioja; y en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.

¿No es un error desaprovechar las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías para el aprendizaje? ¿No es vivir de espaldas al presente y al futuro?

Como escribía al principio de este artículo, nos hemos acostumbrado a que el progreso pase por delante de la institución escolar sin parar, tan siquiera, en la puerta. Herramientas tradicionales y métodos resecos incapaces de esponjar y de fecundar lo mejor de cada persona. Y como escribía Montaigne hace cuatro siglos, “los maestros truenan siempre en nuestros oídos como si vertieran agua en un tubo, y nuestro deber consiste simplemente en repetir lo que nos dicen”.

El desajuste en el sistema educativo es evidente. Mientras el subsistema escolar sigue resistiendo la incorporación generalizada de las nuevas tecnologías y de las redes sociales al quehacer diario, en los subsistemas familiar y sociocultural forman parte de la vida cotidiana; de las nuevas formas de entender el trabajo, la cultura, la economía y las relaciones sociales y personales. El impacto es innegable. ¿Por qué prohibir el uso de tecnologías, como el móvil, tan importantes en la vida de las personas?

La prohibición no tiene sentido si no es acordada en el centro por el conjunto de la comunidad educativa sobre lo que permitiremos o no para aprender y relacionarnos. El móvil y la tablet ya son unas herramientas más de trabajo que nos permiten un aprendizaje más eficaz, libre y creativo. Cuando hablamos de dotación de recursos para el aula, estos soportes tecnológicos ya están presentes. En numerosos proyectos de innovación pedagógica ya se utilizan el móvil y la tablet, como herramientas que favorecen el aprendizaje autónomo y respetuoso en el aula y que se extiende fuera de ella. Empoderan al alumnado.

El problema, si es que existe, pues una gran parte de los conflictos que surgen en el centro educativo tienen su origen en el mal uso de las redes sociales, no se soluciona prohibiendo el móvil en el centro y desentendiéndonos de su uso fuera de él, sino educando a los niños, las niñas, los adolescentes y jóvenes, en un uso responsable tanto de los soportes tecnológicos como de las redes sociales, según unos criterios compartidos y acordados por el conjunto de la comunidad educativa, familias, profesorado y estudiantes, que trasciende al aula y al propio centro.

Las nuevas tecnologías pueden ayudar a eliminar cualquier obstáculo que dificulte el proceso de enseñanza y aprendizaje. Una educación interactiva y práctica, en la cual la persona se sienta parte fundamental, y no solo un receptor o recipiente de contenidos, garantiza una formación continuada a lo largo de la vida, respetando los intereses, las necesidades y las características de cada persona.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/10/08/prohibir-no-es-educar-es-coaccionar/

Comparte este contenido:

Tres apuntes educativos sobre Madrid

La supresión de exámenes de septiembre, la política educativa que lleva a una de las segregaciones socioeconómicas más fuertes de Europa y la persecución del elitismo son ejes de la educación en Madrid.

1.- La Consejería de Educación del Gobierno de la Comunidad Madrid ha suprimido el examen de septiembre. Profesorado, familias y estudiantes han denunciado la situación caótica que se está viviendo en muchos institutos sobrepasados por una medida impuesta con la más absoluta falta de rigor. Por la precipitación, la falta de análisis y por la ausencia de una agenda compartida en sus objetivos, contenidos, tiempos y recursos con la comunidad educativa y los sindicatos más representativos del sector.

La Federación Regional de Enseñanza de CCOO presentó, en su día, un recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid contra la orden en la que se suprimía la convocatoria de septiembre. Argumentaba, y la situación actual le ha dado la razón, que un cambio en este sentido correspondía hacerlo desde las órdenes que regulan la evaluación; que los centros educativos madrileños no disponían de medios suficientes para lograr recuperar alumnado en 15 días, y que la recuperación en junio no tiene sentido como medida aislada, sino en el marco de una evaluación continua apoyada en una planificación de refuerzos, desdobles, distintos apoyos, etc. Para CCOO de Madrid, ni las plantillas ni los recursos materiales existentes hacían viable esta propuesta.

La supresión del examen de septiembre, como otras medidas que enturbian el buen funcionamiento del sistema educativo, tiene dos fundamentos. Por una parte, la mayoría de los problemas que se plantean en el subsistema escolar, con repercusiones en los subsistemas familiar y sociocultural, tienen su origen en unas normas generales de aplicación a todos y todas por igual, que no tienen en cuenta las realidades sociales, culturales y de aprendizaje de cada persona. Por otra, no hay evidencias empíricas generalizables desde datos comparativos que permitan extraer conclusiones sobre la eficacia de la recuperación en septiembre, pero debiera haberlas. Algunas comunidades autónomas ya han experimentado las pruebas en junio y han vuelto a implantar las de septiembre, y otras las mantienen en la actualidad. Esos datos debieran estar a disposición de todas las comunidades de forma transparente y haber sido objeto de análisis por las administraciones educativas, sirviendo de base a sus decisiones. Las administraciones neoliberales se comportan como un martillo para el cual todas las personas y las circunstancias son clavos.

2.- El Gobierno regional de Madrid convoca desde hace años una entrega de premios a la excelencia académica. Un canto al elitismo más conservador de la política educativa del PP madrileño, que centra toda su preocupación en exaltar al alumnado que académicamente obtiene mejores notas olvidándose del resto, como los más creativos o los que, a pesar de los contextos hostiles y desfavorecidos, son capaces de sacar adelante sus estudios, entre tantos otros y otras.

Algunos medios de información han recogido las palabras que el estudiante premiado, Francisco Tomás y Valiente, nieto del catedrático de Derecho Constitucional del mismo nombre asesinado por ETA, dirigió a las autoridades autonómicas alertando públicamente de que se estaba confundiendo excelencia con elitismo, y que esta turbia idea de la excelencia no puede situarse por encima de la equidad y del derecho a la educación para todas y todos los estudiantes: “No solo son excelentes aquellos que obtienen óptimos resultados, sino muy especialmente quienes consiguen progresar desde circunstancias menos ventajosas, en ocasiones con problemas familiares, aprietos económicos o dificultades de aprendizaje”.

Este elitismo encaja a la perfección en ese ideal de ‘economía de casino’ en el cual el pobre es pobre porque se lo merece. Y que hace de la competitividad más feroz entre los jóvenes el fundamento de una sociedad insolidaria y hostil con los demás. Un modelo social que tiene como correlato un modelo educativo que abandona a su suerte a las personas con más problemas sociales, económicos y culturales.

3.- Según un estudio de la OCDE, la Comunidad de Madrid es la segunda región de Europa, después de Hungría, con más segregación en la enseñanza secundaria en función del origen socioeconómico del alumnado. Produciendo un sorprendente agrupamiento en función de su estatus económico y social. Una investigación reciente elaborada desde la Universidad Autónoma de Madrid refuerza esta tesis y aporta tres variables para entender la descohesión social que fomenta el sistema educativo madrileño, fruto de las políticas educativas del Gobierno regional: a) la libre elección de centros; b) los centros bilingües, y c) la promoción y el fortalecimiento de la enseñanza privada apoyada desde la Administración educativa.

Las partes integran un mismo todo:

  1. No sólo tendrían que desaparecer los exámenes de septiembre, sino esta forma de evaluar al alumnado, con toda la trama de exámenes y pruebas externas que están convirtiendo la educación en un campo de instrucción y de tiro donde la competición, inmersa en una espiral de actividades y refuerzos extraescolares (para las familias que se los pueden permitir) se convierte en la única garantía de supervivencia social. Una sociedad movida por la insolidaridad, el individualismo, y el desprecio “al otro”.
  2. De ahí, que la educación en valores debiera ser la gran preocupación del sistema educativo. La verdadera excelencia es la excelencia ética y moral. Ya es una prioridad educar a personas excelentes: solidarias, capaces de cooperar y fraternizar con los demás, sin estar todo el día mirando por el retrovisor para saber por dónde viene el supuesto competidor y enemigo.
  3. No obstante y por seguir ahondando en un modelo elitista que abandona a su suerte a cientos de miles de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, el presidente del gobierno regional de la Comunidad de Madrid, ya tiene en cartera la inversión de 6,7 millones de euros en becas de excelencia, destinadas a 3.215 alumnos para el próximo curso haciendo caso omiso del pilar que debería vertebrar nuestro sistema educativo: la equidad educativa.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/06/21/tres-apuntes-educativos-sobre-madrid/

Comparte este contenido:
Page 1 of 3
1 2 3