Educación, responsabilidad ciudadana

Por: Ricardo Arturo Ríos. 

 

Un cambio cualitativo del sistema educativo implica una visión humanista de la sociedad con valores universales.

Un cambio cualitativo del sistema educativo implica una visión humanista de la sociedad con valores universales. La nación es cultura, y es un estilo de vida, por tanto es esencial valorar el sentido de pertenencia de la comunidad, a través de las raíces compartidas y memoria histórica.

La transformación educativa surge del debate amplio entre los principales actores y sobre todo del colectivo social afectado. La sociedad educa, educamos con el ejemplo.

La revolución educativa contempla todo el proceso de enseñanza-aprendizaje, el entorno social y moral, cuando establece arquetipos a seguir. El currículo solo es parte del sistema. El saber leer y escribir son herramientas básicas. La tecnología, como el uso del internet, nunca puede ser el objetivo fundamental de un cambio educativo, pues solo es un medio de la praxis docente.

La nación panameña es aluvional, con un espacio de convergencia e interacción que propicia la síntesis dialéctica de la diversidad étnica y cultural que nos caracteriza. La identidad panameña es múltiple, surge de un intenso mestizaje racial y pluralidad cultural, con una variedad cromática, tanto física como emocional.

La primaria y secundaria coinciden en el trauma que sufren los estudiantes y padres de familia con el aprendizaje de la matemática. ¿Quién prepara a los maestros y profesores? La Escuela Normal y la Universidad de Panamá. ¿Conocen la metodología y didáctica para enseñarla? ¿Conocen el fundamento filosófico de ese pensamiento crítico? Sin duda, algunos educadores saben de matemática, pero ignoran cómo enseñarla. No conocen a Pitágoras ni el imaginario que la inspira. Lo más grave es que, la mayor parte de esos docentes, se autoestima como lo máximo, algunos son temperamentales y la mayoría se empeña en hacer difícil lo fácil. Lo correcto es hacer fácil lo difícil con una didáctica funcional. He allí, el inicio del problema.

La Escuela Normal, la Universidad de Panamá y lo más trágico, el Meduca carecen de la supervisión y evaluación permanente, que oriente a los educadores. No existen talleres de actualización didáctica que motiven a los docentes. Siempre hay maestros creativos, que utilizan una metodología funcional. Al supervisar y evaluar las competencias en el aula, se detectan los méritos y deficiencias y se modela el ejemplo a seguir. Los errores y debilidades conceptuales como estructurales del sistema educativo panameño, nos indican que tenemos un aprendizaje deficiente, traumático y con un índice de fracasos alarmantes. La educación nacional es deprimente, un escandaloso fracaso de recursos humanos como financieros.

Las escuelas particulares son el gran fraude educativo. Simulan una educación de calidad, pero en la mayoría de los casos no es así. Los padres de familia, simultáneamente, al alto coste de esas escuelas deben invertir considerables sumas de dinero en tutores o cursos adicionales dictados por la misma escuela, para nivelar a sus hijos. Los mismos que enseñan en esos centros escolares son beneficiados por las tutorías, es un círculo vicioso e inmoral.

La educación particular es hoy la tierra de nadie, un gran negocio ¿Y qué hace el Meduca? Nada. ¿Quién protege a los estudiantes y padres de familia? Nadie. ¿Dónde están los estudios e investigaciones que evalúen, sistemáticamente, el proceso de enseñanza – aprendizaje en todo el sistema educativo? No existen.

La Escuela Normal, la Universidad de Panamá y el Meduca son instituciones inoperantes; las entidades que deben formar a los maestros y profesores, tienen docentes mediocres y con un currículo sin actualizar. Urge el cambio radical de actitud y una visión humanista de la enseñanza. Además, justo es mejorar los salarios de unos y de otros, así como garantizarles una calidad de vida decente y con incentivos profesionales de becas y otros beneficios, como los que la Unesco recomienda.

La educación garantiza un desarrollo sostenible, una participación social y ciudadana efectiva en la vida democrática del país. La educación promueve el bienestar emocional y la salud física y psíquica de la comunidad nacional. Abogo por una revolución educativa integral con valores humanísticos y pensamiento crítico; una educación de debate donde todo se cuestione, que enseñe a racionalizar la praxis ciudadana. El sistema educativo exige un escrutinio permanente. Los gremios atomizados por múltiples intereses personales deben ser tribuna de propuestas educativas como corresponde a profesionales comprometidos con el bien común.

Fuente del articulo: http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/educacion-responsabilidad-ciudadana/24125525

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