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¿Cómo tomar una postura frente al ChatGPT?

Por: Sofía García-Bullé

¿Cómo pueden posicionarse las instituciones de educación superior frente a la inteligencia artificial para proteger la integridad académica sin coartar el avance de la innovación educativa? Conoce más sobre la postura del Tec de Monterrey.

En artículos anteriores, hablamos de la necesidad de las universidades de replantearse su código de ética ante el avance tecnológico que representan las imágenes generadas con inteligencia artificial (IA) y el ChatGPT. El rol principal debe ser el de los estudiantes, y su trabajo junto con los profesores y expertos en tecnología para encontrar un balance entre el potencial de la herramienta y la regulación de su uso.

Fuera del tema del alumnado, existe otra vertiente de vital importancia para asegurar un futuro educativo beneficiado por este recurso. El posicionamiento de las instituciones de educación superior. Estas también han de encontrar un terreno común entre la restricción y la flexibilidad. El Tecnológico de Monterrey recientemente se pronunció con respecto al tema.

«Como institución educativa, vemos en estas nuevas herramientas de inteligencia artificial, oportunidades para impulsar los procesos de enseñanza-aprendizaje y estamos trabajando en explorar las mejores formas para desarrollarlas, como es el caso del Instituto para el Futuro de la Educación (IFE)«, externó el Tec en su comunicado oficial, firmado por el Rector de Profesional y Posgrado, Juan Pablo Murra, y La Vicepresidenta de Integridad y Cumplimiento, Paulina Campos.

Dentro del documento también se menciona que el Modelo Tec21, el reglamento y la retroalimentación de los docentes serán la base para desarrollar un enfoque prudente que facilite aprender y evaluar las implicaciones operativas de la inteligencia artificial en un contexto académico.

La guía de los profesores

Para entender mejor las implicaciones de la inteligencia artificial y cómo integrarla a la dinámica didáctica necesitamos la guía de los profesores. La profesora Reyna Martínez, quién nos acompañó anteriormente en nuestro webinar sobre chatbots en la educación, ofrece una perspectiva clara para comprender lo que es la herramienta, cómo funciona, porqué no hay que tenerle miedo y cómo con el uso correcto puede ser instrumental para el futuro de la educación.

La profesora Martínez explicó en sus impresiones sobre el tema para el Observatorio IFE, que el uso cotidiano de recursos como el ChatGPT es inevitable. La forma en que esta tecnología evolucionó, con la expectativa de ser accesible a todo el mundo para mejorar y facilitar la vida de las personas, la llevó a ser un recurso muy concurrido por los estudiantes. «Como docente entiendo la preocupación e inquietud que el ChatGPT ha desencadenado en la comunidad educativa. Su manejo del lenguaje natural es fluido y estructurado y conforme pase el tiempo irá mejorando».

Además, la profesora elaboró sobre las prestaciones del ChatGPT pero aclaró que no es perfecto, al alimentarse de los documentos que se encuentran en internet hasta el año 2021, comete errores o toca los temas que se le piden de manera superficial. Pero ya sea por esta limitación o por la posibilidad de que sea usado para actos de deshonestidad académica, la profesora sostuvo que una agenda restrictiva contra la inteligencia artificial entre la universidades podría ser contraproducente para los estudiantes y las buenas prácticas didácticas.

«Pensar en prohibir su uso no sólo privará a nuestros estudiantes de conocer su potencial sino inhibir el desarrollo de competencias que le permitan interactuar con este tipo de tecnología y que pronto serán necesarias para desarrollarse en el ámbito escolar, personal y laboral».

Para aproximarse a la IA

La profesora Reyna Martínez presenta un argumento importante sobre la necesidad de las instituciones educativas de adoptar la inteligencia artificial (IA) y aprender sobre el uso de estas tecnologías. Si se contrata como competencia profesional en el mercado laboral, entonces el deber ético de los formadores no es alejar a los estudiantes de la inteligencia artificial, sino explorar su uso positivo y ético, para transmitir estas enseñanzas a sus educandos.

Entre las recomendaciones emitidas por la profesora destaca un llamado a los docentes a conocer y manejar el ChatGPT, familiarizarse con lo que puede hacer, y ser los primeros en conocer estas capacidades, no sólo para monitorear a los estudiantes, sino para aprovechar que la IA es experta en producir esas tareas y ejercicios que pueden parecer repetitivos.

Crear conciencia acerca de las consecuencias e impacto para el aprendizaje que pueden causar los ejercicios deshonestos con este tipo de tecnología es otro punto importante a considerar. Incluir a las cabezas de familia en esta conversación será de gran ayuda para obtener nociones claras y duraderas que influyan para bien en la integración del ChatGPT a la práctica educativa.

Definir objetivos y competencias a desarrollar ayudará a tener un mejor entendimiento de lo que la IA puede hacer en el aula, algunas sugerencias que la profesora Martínez mencionó incluyeron: actividades en el salón de clases, evaluaciones orales, mapas mentales, realización de videos, trabajos colaborativos y asistencia creativa para los estudiantes.

El esfuerzo de diálogo rumbo a la creación de nociones éticas también debe incluir el tema de la privacidad. La profesora elaboró en una arista que no muchas personas ven debido al enorme interés de proteger la honestidad académica. Cada vez que utilizamos el ChatGTP estamos contribuyendo a su educación, esto ya conlleva en sí un dilema. Además, las compañías desarrolladoras tienen acceso a las conversaciones generadas por la IA. Este es un aspecto que debería llamar más nuestra atención, sobre todo en el caso de los estudiantes menores de edad.

¿Qué piensas sobre capacidades de la inteligencia artificial y cómo está cambiando la forma en las prácticas didácticas? ¿Crees que vale la pena mantener una mente abierta para descubrir su uso ideal? ¿Consideras que sería una muleta para el estudiantado y un obstáculo para la honestidad académica? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/como-tomar-una-postura-frente-al-chatgpt/

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¿Por qué necesitamos repensar los códigos de ética universitarios?

Por: Sofía García-Bullé

No son solo los nuevos usos de la IA lo que está poniendo en jaque los códigos de ética en las universidades. El problema es más complejo.

 

La producción generada por la Inteligencia Artificial (IA) ha avanzado a pasos agigantados este último año. Actividades que creíamos exclusivas de la capacidad humana, tales como la pintura y la redacción creativa, están siendo reproducidas por máquinas que alcanzan un nivel de calidad apto para tareas de nivel universitario. Miembros del Comité de honor de la Universidad de Virginia se reunieron a finales de enero para discutir las implicaciones del uso deshonesto de la tecnología en la trayectoria académica. El consenso general, en esta y muchas otras universidades, es que distinguir entre trabajos realizados por estudiantes y ChatGPT será más difícil de distinguir.

ChatGPT es un chatbot (o bot conversacional) de modelo de lenguaje desarrollado por OpenAI, basado en GTO-3.5. Tiene la habilidad de crear diálogos, llevar una conversación e interactuar de forma similar a lo que lo haría una persona. Puede predecir la siguiente palabra en una serie. Esta facultad, y el reforzamiento de aprendizaje, nutrido por la retroalimentación que le dan los usuarios, es la razón por la que se ha vuelto tan efectivo en generar mejores respuestas cada vez. ¿Pero qué significa esto para el futuro de los códigos de honor y la prevención de plagio en las universidades?

La mayor preocupación de los estudiantes es que de momento no existe un método 100 % seguro para determinar si un trabajo fue escrito en su totalidad por un estudiante o no. «Los programas te dan un 99.9 o 98 % de exactitud», comentó Gabrielle Bray, presidenta del comité de honor de la Universidad de Virginia y estudiante en su cuarto año de carrera. Kevin Lin, representante estudiantil y graduado de ingeniería, agregó que el dilema mayor sería la decisión de encontrar culpable a alguien de una ofensa tan grave cuando existe un margen de error de un 1 %.

Los grupos de estudiantes a cargo de mantener un estándar de honestidad académica también están apoyándose en los profesores. Los estudiantes de la Universidad de Virginia están tomando nociones de maestros como Evan Pivonka, consejero del Comité de Políticas, quien instó a las universidades a definir expectativas con respecto a la inteligencia artificial como herramienta y el sistema de asignaciones escolares. «Va a requerir una guía muy clara por parte de los profesores con respecto a lo que es un uso aceptable de estos nuevos recursos y qué no lo es», explicó además que sería un trabajo de negociación, flexibilidad y aprendizaje entre líderes de alumnado y el magisterio universitario.

No es la tecnología, es el enfoque

Un problema recurrente para las personas que aseguran una norma de integridad en la academia es que cada vez que aparece una tecnología que facilita el plagio o la deshonestidad, la educación superior entra en crisis. Si los códigos de ética universitarios tienen bases conceptuales así de frágiles, quizás habría que repensar estas bases.

Thomas Gift, profesor asociado de Ciencias Políticas y director del Centro de Políticas de la Unión Europea en la Universidad de Londres, y Julie Norman, profesora asociada de Política y Relaciones Internacionales, compartieron impresiones sobre el tema para el Times Higher Education. Los académicos argumentaron que la mayoría de las instituciones de educación superior tienen códigos de ética que se limitan a prohibir la deshonestidad, el plagiarismo y las faltas de conducta. Se enfocan en castigar el mal actuar de los estudiantes, pero no a motivar una perspectiva ética.

Existe otro principio del cual puede partir un código de honor, uno que se dirija menos a los castigos después de las fallas y que comience por despertar en los estudiantes un sentido de la dignidad, de respeto por sí mismos, por su trabajo, sus pares y sus maestros. La dificultad de un código así es mayor, pero la única manera de reducir infracciones sin importar que un nuevo recurso tecnológico llegue, es enseñar a los estudiantes a reflexionar sobre sus obligaciones profesionales y académicas, así como el beneficio y desarrollo que obtienen al cumplirlas.

El primer paso sería mentalizarnos de que la inteligencia artificial y los chatbots son una herramienta. Una que trae consigo avances, nuevos usos y oportunidades, pero también retos, y la línea para marcar un futuro educativo positivo está en su exploración sin juicio, pero con una guía ética con base en los reglamentos de las instituciones y cuerpos estudiantiles.

De la misma forma que hemos visto el valor de involucrar a los estudiantes en el proceso de su propio aprendizaje, podemos aprovechar esta misma idea para dejarlos tomar el rol principal en la formación de un sentido de la ética que se base en la confianza más que en el castigo. El resultado podría ser mucho más favorable que el de un sistema punitivo.

¿Qué piensas de la situación actual de las universidades ante el avance de la inteligencia artificial? ¿Crees que estamos en un momento de crisis? ¿Qué soluciones te parecerían pertinentes para asegurar la efectividad de los códigos de ética en la educación superior? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx

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Siete habilidades que serán tendencia en 2023

Por: Sofía García-Bullé

Este año sobresaldrán los profesionistas con pensamiento crítico y capacidad de adaptación, entre otras habilidades.

El debate sobre la intervención de la Inteligencia Artificial (IA) en las disciplinas del arte y la comunicación ha tomado por asalto la conversación en las comunidades productoras de contenido. No hay un consenso aún sobre el impacto de las implicaciones éticas del uso de la IA para sustituir el trabajo artístico y de comunicación humana, ni lo que representa para el futuro del mercado laboral. Pero lo que sí sabemos es que este nuevo uso de la tecnología hará necesario el desarrollo de habilidades que no pueden ser replicadas por máquinas.

Desde hace años ya se hablaba de la posibilidad de un cambio en el conjunto de habilidades que serían valoradas por los empleadores ante el perfeccionamiento de la inteligencia artificial. «Algunos trabajos serán automatizados, pero al mismo tiempo, la Inteligencia Artificial ofrecerá oportunidades para que las compañías generen valor, y nuevos empleos que cambien en énfasis en los tipos de habilidades necesarias para sobresalir», comentó Rachel Russell, Directora de Estrategia de Marketing Corporativa para Aegis Group en 2021. La predicción fue certera. Hoy, las habilidades humanas (también conocidas como soft skills o power skills, como han sido rebrandeadas recientemente), son el diferenciador más importante para mantenerse vigente. ¿Cuáles son las habilidades humanas más valiosas en 2023? A continuación te compartimos  algunas de las más buscadas.

Siete habilidades humanas más valiosas en el 2023

Alfabetización digital

La alfabetización digital comprende las competencias para trabajar y navegar dentro del mundo digital. Consiste en el uso óptimo de dispositivos, software y aplicaciones en el día a día del trabajo de oficina. Las empresas necesitan personas que puedan comunicarse y colaborar fácilmente usando recursos tecnológicos, que se mantengan actualizadas y que entiendan el impacto que estas herramientas pueden tener en su labor y rubro profesional.

Creatividad

La disposición de generar nuevas ideas, imaginar más allá de del statu quo y como influye este proceso en la creación de de soluciones y su implementación para resolver y mejorar condiciones en la ejecución de de un proyecto va a ser una habilidad crítica en las oficinas del futuro. Un trabajador creativo tiene más posibilidades de producir ideas que hagan frente a problemas que vengan con ocurrencias nuevas como el trabajo remoto y las tecnologías emergentes.

Adaptabilidad

En más de tres años de pandemia, uno de los aprendizajes más importantes es que el cambio es inevitable y que no siempre vamos a poder elegir el momento y formas en las que este llegue. Los profesionales que desarrollen la resiliencia mental para navegar eficientemente todos estos cambios, aprovecharlos y aprender de ellos serán recursos invaluables para todas las empresas de cualquier rubro.

Pensamiento Crítico

El pensamiento crítico consiste en analizar información y situaciones priorizando la evidencia y los datos comprobables por encima de lo escuchado y las opiniones. En una época en la que los espacios digitales son dominados por burbujas de contenido, piezas tendenciosas y noticias falsas, esta habilidad se ha vuelto de primera necesidad en todos los niveles educativos y profesionales. Es un auxiliar crítico para la toma de decisiones efectiva.

Liderazgo

El liderazgo no será una habilidad exclusivamente necesaria para quienes estén al frente de un equipo en 2023. La evolución del clima organizacional apunta a agrupaciones más distribuidos, trabajos por proyectos, grupos más diversos y una mayor horizontalidad en las relaciones laborales. Ejercer valores de liderazgo como motivar, inspirar y dar apoyo a un equipo sin importar en qué posición del organigrama estemos, va a ser crucial en un futuro próximo.

Comunicación

Siempre una habilidad básica en la fuerza de trabajo, la comunicación tomará un rol más crítico en un mundo pospandemia en el que el trabajo remoto ha llevado a los equipos a encontrar nuevas formas de colaborar. Desde redacción de correos electrónicos, hasta análisis y comprensión de lenguaje no verbal en juntas de trabajo, las competencias de comunicación será determinante para la realización de un buen trabajo grupal.

Inteligencia Emocional

La inteligencia emocional es la capacidad de identificar, entender y manejar tus propias emociones, así como identificar y empatizar con las de otras personas. Ayuda a construir y mantener mejores relaciones de trabajo. Lo anterior se traduce en mejores resultados en la ejecución de proyectos, ya que reduce la dificultad del trabajo humano a través del conocimiento y el manejo de las emociones propias y las de los miembros de un equipo.

¿Habías visto estas habilidades en alguna otra lista de capacidades valiosas para este año? ¿Qué piensas de éstas? ¿Crees que pueden ser útiles en este nuevo ciclo? ¿Crees que faltó alguna de mencionar? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/siete-habilidades-que-seran-tendencia-en-2023/

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Tres materias para el futuro de la educación superior

Por: Sofía García-Bullé

Las universidades necesitan enfocarse en repensar cómo enseñar al estudiantado habilidades no solo para ejercer su profesión sino para mejorar su calidad de vida.

El propósito de las universidades es formar a las personas de forma integral y prepararlas para desarrollarse en la vida profesional, así como desafiarlos intelectualmente. Esta es una parte importante del valor de la educación superior en la formación de profesionistas, con capacidad cognitiva y crítica. La mayoría de los programas universitarios incluyen materias académicas que aseguran el desarrollo de estas facultades. Pero también existen habilidades prácticas que serán muy valiosas a nivel personal para cualquier egresado, independientemente de la carrera que curse.

Desde cómo cuidar nuestro presupuesto, escribir un currículum o discernir la información que recibimos, las universidades pueden ofrecer materias que ayuden a los estudiantes a realizar estas tareas básicas pero altamente necesarias. Presentamos tres materias que forman al estudiantado en habilidades prácticas de desarrollo personal.

Empleo y networking

Si bien la educación superior nos prepara para desempeñar un trabajo, no hay ninguna materia designada que nos enseñe a conseguirlo. De acuerdo con un estudio realizado por los asesores de reclutamiento Stand Out CV, un reclutador pasa de 6 a 8 segundos en ese primer vistazo a un currículum, el 80 % de estos documentos son descartados en ese breve instante. ¿Cómo escribirlos más efectivamente? ¿Por qué las universidades no tienen una clase de tronco común dedicada a enseñar los aciertos y desaciertos en la redacción de una hoja de vida?

Una de las promesas base de la educación universitaria es la de colocar a los egresados en buena posición para asegurar un empleo. La primera impresión es clave para pasar esa antesala. Garantizar que los estudiantes dominen la escritura de un CV debería ser crítico, pero no es el único tema que debería estar presente en un programa. El networking también es vital para entrar con éxito al mercado laboral.

Las universidades cuentan con grandes redes de contactos y apoyo para beneficio de estudiantes, no existe una clase que los enseñe a usar eficientemente estas redes y seguir aprovechándolas y aportando a estas después de graduarse. Quizás al ser este aspecto totalmente social y práctico, no es el tipo de asignatura que podría fácilmente enseñarse en un aula. Sin embargo, los programas de mentoría están específicamente dirigidos a conferir enseñanzas más variadas, que no caben en un temario teórico.

Finanzas personales

La gestión de economía y presupuesto personal es un tema del que se ha concientizado mucho recientemente, sin embargpo, hay mucho camino por recorrer para considerarla la materia indispensable que es. En Estados Unidos, el porcentaje de estudiantes que ingresaron a la universidad con algún curso previo sobre finanzas personales aumentó de 16.4 % en 2018 a 25 % en el 2022. Solo el 27 % de la población general de la India gestiona conscientemente su presupuesto individual. Mientras que el porcentaje de mexicanos que no sabe en qué gasta su dinero asciende a 51 % de acuerdo con datos del estudio Reporte Anual de Bienestar Financiero México 2022.

Si bien, se puede hacer el argumento de que un buen manejo del dinero debería enseñarse desde los niveles medio y medio superior, la Universidad podría ser la última línea de defensa para evitar que los estudiantes salgan al mundo profesional sin una idea de cómo administrar su poder adquisitivo. Se espera de los estudiantes que tomen decisiones financieras importantes desde muy jóvenes, decidir si tomarán préstamos para solventar sus carreras, iniciar un historial crediticio para posteriormente comprar un auto o una casa, considerar un fondo de retiro tan pronto como estén graduados. Se necesita de programas efectivos y profesores capaces que ayuden al alumnado a entender la economía personal como parte integral de la vida diaria.

Ética de la información (fact-checking)

La enorme cantidad de información que circula por internet así como las burbujas de contenido y cámaras de eco han vuelto las habilidades de pensamiento crítico y de verificación de información una necesidad básica. De acuerdo con un manuscrito publicado en el diario de investigación Springer Open, los estudiantes universitarios rara vez evalúan la información que encuentran en línea. No intentan buscar las fuentes originales de los argumentos que leen, tampoco investigan a las personas u organizaciones que formulan estos argumentos.

Otra investigación, auspiciada por la Universidad de Nueva York, reportó que los usuarios de Facebook interactuaron con contenido falso 70 millones de veces por mes, previo a las elecciones presidenciales estadounidenses del 2016 la cifra era de 200 millones. Un programa educativo que entrenara estudiantes no solamente para lidiar con los efectos de la sobreexposición de datos sino a discernir el valor de estos datos sería de gran valor para frenar la polarización que se ha visto crecer aceleradamente en la última década.

¿Qué piensas de las materias dedicadas al crecimiento personal de los estudiantes? ¿De las que les enseñan habilidades prácticas para pensar y vivir mejor? ¿Crees que deberían ser de tronco común? ¿Cuáles de estas materias ya se enseñan en tu universidad? ¿Cuál ha sido tu experiencia con estas clases? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/tres-materias-para-el-futuro-de-la-educacion-superior/

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¿Qué es la lectura lateral y por qué la necesitamos?

Por: Sofía García-Bullé

Una lectura completa no solo depende de la profundidad con la que se lee, sino la amplitud con la que se comprueba y analiza el material de lectura.

Las burbujas de contenido posicionadas por sitios de información y redes sociales han vuelto las cámaras de eco más herméticas y recrudecido el conflicto entre grupos con posiciones ideológicas diferentes. En artículos anteriores hemos hablado de habilidades que deberían enseñarse en el tronco común de las universidades. Entre las listadas, fact checking y el pensamiento crítico trajeron a la conversación otra enseñanza relacionada que es importante considerar desde los niveles más básicos de la educación hasta los de posgrado: la lectura lateral.

¿A qué se refiere el término? La lectura lateral es un ejercicio activo en el que el estudiante no solamente recibe la información de manera literal, sino que evalúa la calidad y veracidad del contenido que está leyendo al mismo tiempo que lo está leyendo. El término fue acuñado por un equipo de investigadores del Grupo de Educación para la Historia de la Universidad de Stanford. 

Como concepto es muy similar al del pensamiento lateral, en el que el individuo aprende a razonar para realizar un análisis y resolver problemas de formas nuevas y creativas. La intención de una lectura lateral es precisamente eso, analizar el contenido de lectura, lo que habilita al estudiante para hacer las preguntas pertinentes sobre la naturaleza y contexto de cada pasaje. Se percibe el contenido primero como una perspectiva, y después, tras un proceso de comprobación, puede aceptarse como un dato útil y verídico. En la lectura lateral, el proceso a través del cual el estudiante se forma una idea no es dictado por quienes producen y posicionan el contenido, sino por quien lo lee. El valor de esta facultad en un entorno virtual diseñado para neutralizar el pensamiento crítico, es incalculable. ¿Cómo comenzar a ejercitarla?

El A-B-C de una lectura lateral

El inicio de una lectura lateral parte de la premisa que leer bien no depende solamente de que tan profundo leas, sino de la amplitud con la que te acercas a la lectura. Para poner esto en práctica hay que dejar de leer, solo un momento, y empezar a hacer preguntas sobre lo que estamos leyendo.

La ONG News Literacy Project ofrece una base interesante sobre qué preguntas formular al momento de evaluar un material de lectura: ¿Quién financia el sitio donde se publicó la nota? ¿Qué dicen otros expertos en el tema? ¿Cuando googleas sobre el tema los resultados iniciales pertenecen a organizaciones que hagan fact-checking? ¿Han estado en duda otros artículos del autor o autora? ¿Hay piezas que contradigan lo que dice la nota original? ¿Medios respetables están reportando sobre lo que estás leyendo?

Estar consciente también de nuestros sesgos cognitivos es parte importante de una lectura lateral efectiva. Es necesario realizar el mismo ejercicio tanto en los materiales que leemos como en nosotros mismos y la forma en que los leemos. No siempre vamos a poder controlar si estamos o no en una burbuja de contenidos, pero con estas medidas podemos proteger nuestro sentido común, pensamiento crítico y apertura al diálogo sin importar qué información nos está proporcionando el algoritmo bajo el que nos encontramos.

¿Habías oído hablar antes de lectura lateral? ¿Piensas que es una herramienta importante para los estudiantes en la era digital? ¿Has llevado o enseñado cursos que entrenan el uso de esta habilidad? ¿Cuál ha sido tu experiencia? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx
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Educación musical en tiempos de pandemia

Por: Sofía García-Bullé

 

La educación musical ha sido instrumental en el desarrollo psicosocial y salud emocional de los estudiantes.

Desde el inicio de la pandemia hasta hoy, que estamos retomando una rutina con más actividades fuera de casa, la salud mental ha sido un tema crítico para las familias, docentes y estudiantes. En este contexto, la educación artística es uno de los recursos más básicos que apelan directamente al cuidado de la salud emocional y mental. Entre los beneficios generales que aporta la educación musical, se encuentra la mejora de la memorización, coordinación mano-vista, la formación de una disciplina de estudio y el mejoramiento de procesos mentales para la resolución de problemas. También influye positivamente el desarrollo del lenguaje y las habilidades creativas.

Dentro del contexto de la pandemia, la educación musical también ha sido instrumental como refuerzo del desarrollo socio-emocional en los niños y ha ofrecido una semblanza de normalidad durante el encierro y la reintegración. Dicho esto, habría que puntualizar que su ejecución en modalidad presencial representa un riesgo mayor que la de las materias académicas, debido a que las partículas que libera la actividad de cantar y tocar instrumentos de viento puede contribuir a la infección por aire de COVID-19.  ¿A qué opciones ha recurrido la educación musical para mantenerse vigente?

Cuando el teclado también es instrumento

La dimensión en línea fue un avance crítico para la continuación de la educación musical. Pero esto no ha ocurrido sin sus retos, no hay punto de comparación entre la educación musical presencial y la que se administra en línea. Maestros y estudiantes dependen de información no verbal para una experiencia educativa efectiva. Instrucciones sobre la forma de colocar los dedos en el puente de una guitarra o cómo respirar para alcanzar a sostener una nota, no pueden dictarse con la misma precisión desde una imagen en una pantalla.

Sin embargo, los programas musicales creados durante la pandemia han encontrado otras vías para abordar la práctica y el aprendizaje musical. Por ejemplo, una de las limitaciones más importantes de este tipo de didáctica, es que los estudiantes no tienen el mismo acceso a instrumentos en casa que en el aula. Un artículo de The Conversation menciona opciones interesantes para la continuidad de una educación musical sin más instrumento que la computadora.

Através del uso de apps como Incredibox, los estudiantes pueden aprender sobre composición y ritmo con beatboxing y efectos especiales. También es posible probar el canto y la música con aplicaciones como Blob Opera, un modelo de machine learning en el que personas de todas las edades pueden experimentar con un rango de tonos vocales y construir coordinaciones corales dignas de una ópera internacional. Ambas aplicaciones también son ejemplos de cómo aterrizar a la didáctica musical, y no requieren de una inversión por parte de la institución académica, lo que las hace buenas opciones para instituciones con presupuesto corto o perjudicado por la pandemia.

Más que cualquier programa o recurso, la mayor causa de que la educación musical haya seguido presente han sido los docentes, quienes en muchas ocasiones hicieron el trabajo de adaptarse rápidamente a desafíos tecnológicos como la falta de equipo y problemas de conectividad. Igual que los maestros que imparten otras materias, se mantuvieron creativos, flexibles y sobre todo pacientes ante los retos y obstáculos que enfrentaron sus estudiantes durante el encierro. Esa creatividad se traduce en un impacto positivo para la forma en que se enseñará música a futuro.

¿Has usado algún recurso en línea sin instrumentos para tus clases de música? ¿Qué experiencia has tenido? ¿Los seguirías utilizando en combinación con los recursos presenciales? Cuéntanos en los comentarios.

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Opinión | ¿Deberíamos seguir enseñando debate?

Por: Sofía García-Bullé

Más de dos tercios de las personas encuestadas por ‘More in common’ consideran que el debate público se está volviendo más agresivo.

Históricamente, el debate ha sido un recurso básico para trabajar con dos ideas opuestas y encontrar la razón entre ambas, o encontrar mayor validez o sentido en una de ellas. Los políticos debaten para presentarse como el mejor candidato, los académicos debaten para llegar a un conocimiento más sólido a través del consenso, los estudiantes debaten para aprender autoconfianza y gestión de emociones en situaciones de desacuerdos. La utilidad del debate como ejercicio cognitivo, comunicativo y humano es evidente.

Sin embargo, factores externos que influyen la forma y fondo de la práctica argumentativa pueden haber impactado negativamente la actividad del debate. En artículos anteriores, hemos hablado acerca de cómo las cámaras de eco y los sesgos cognitivos juegan un papel importante en la manera en que nos comunicamos y discutimos con otros. Pero ¿qué diferencia existe entre la definición básica del debate y cómo lo usamos hoy en día?

¿Qué es el debate?

La práctica se refiere a una técnica de comunicación que confronta ideas u opiniones diferentes sobre un tema en particular. La palabra viene del latín debattuĕre, que significa ‘discutir’, ‘combatir’. Podríamos decir entonces que es el acto de “pelear con palabras”. Sin embargo, la idea del debate no es ser violento, se trata más bien de ser articulado, sólido y conocedor del tema que se maneja. Debatir, más que atacar un punto contrario, significa validar el propio por encima de la duda razonable.

El flujo de un debate consistente y útil no es muy diferente de la ética hegeliana, existe una tesis, una antítesis, y al final del proceso, idealmente una síntesis. Esto no quiere decir que los participantes del debate saldrán de acuerdo en un solo punto, cada uno puede conservar el argumento con el que comenzó. El objetivo principal de un debate no es convencer, sino enriquecer ese argumento inicial a través de la escucha y los contrapuntos que ofrece este ejercicio. El valor de un debate no estriba en un cambio de opinión, más bien en aprender más sobre el tema que se aborda y sobre las personas con las que se discute. Este conjunto de aspectos en particular son los que han estado ausentes en las formas de debatir después la explosión de las redes sociales, las burbujas de contenido y las cámaras de eco. Hoy en día, se trata más de pelear que de aprender.

Argumentación vs. Odio

Una creciente polarización entre los que sostienen posiciones ideológicas o políticas distintas está poniendo en riesgo la efectividad de la comunicación colectiva y nuestra capacidad de humanizar a las personas con las que no concordamos. Esto no quiere decir que no haya ideas o causas que sean merecedoras de una defensa férrea, como los derechos reproductivos, o la validez en la existencia de personas diversas, pero habría que preguntarse ¿qué tan efectivos estamos siendo en la defensa de puntos tan cruciales si nos interesa más destruir un argumento (y a la persona detrás de éste) que probar el nuestro?

Una encuesta conducida por la firma More in Common encontró que más de dos tercios de los encuestados consideraban que el debate público se estaba volviendo cada vez más agresivo. El 42 % declaró que no sentía la seguridad para expresar su opinión libremente. La razón de este retroceso puede ser el intenso enfoque en el contenido emocional por encima del neutro o sobrio. Se vuelve más viral una publicación que proyecte sentimientos que una que hable de hechos, o apele a una lectura más racional.

La expresión de emociones no es algo negativo en sí mismo, pero si tenemos un espacio público, en el que podemos ser anónimos y expresar estas emociones sin contacto humano real ni consecuencias; es la tormenta perfecta para que una opinión, conversación o debate deje de ser un ejercicio de comunicación y se convierta en algo menos útil, y más violento. Ante la manera en que estos factores han afectado la práctica del debate. ¿Es buena idea que se siga enseñando y practicando en las escuelas y universidades?

¿Cómo aprovechar el debate?

El debate como herramienta educativa puede seguir vigente, más que eso, debería seguirse enseñando, para mostrar la diferencia entre un intercambio de ideas, una discusión y un ataque. Lo que sí es necesario reevaluar es bajo qué valores o criterios lo podemos seguir incluyendo en el currículum. ¿Qué aspectos necesitamos destacar o repensar sobre el debate en general?

Para empezar, como docentes o moderadores, es importante dejar de pensar en el debate como la solución a un problema o una competencia en la que un participante gana y el otro pierde, el ganador en cualquier debate debe ser la razón, la escucha y la ampliación de lo que se conoce sobre determinado tema o perspectiva. Es crítico también entender que si bien nuestra experiencia de vida y emociones ligadas a una postura política o ideológica son más que válidas, y pueden ser parte de nuestro argumento; estas no pueden comprender toda nuestra postura ni guiar por completo la discusión. Nuestra posición debe estar fundamentada con investigación, datos comprobables, discurso eficiente y relacionable, así como una actitud civil hacia los que defienden un punto contrario.

Desarrollar la habilidad de discernir qué espacios y conversaciones están generando un debate y cuáles no representa un aprendizaje valioso para cualquier estudiante, aún si no es de su interés practicar su discurso. Saber cuándo retirarse de una conversación sin utilidad antes de caer en agresiones o ser agredidos es básico para mantener una comunicación efectiva y una relación saludable con las redes sociales. Aprender a pensar cuando nuestras ideas son retadas, a no estar de acuerdo, a llegar a puntos medios y quizás hasta convencer (aún si no es el objetivo), sin comprometer nuestra humanidad ni la de la persona con la que debatimos es lo que hace al debate un recurso didáctico importante que no debería abandonar las aulas. Sin embargo, los docentes deben ser vigilantes de que sean estos aspectos los que dejan huella en los estudiantes.

¿Organizas debates en tus clases? ¿Sobre qué temas? ¿Qué aprenden los estudiantes cuando les asignas este ejercicio? ¿Piensas que el debate ha sido afectado por la polarización actual? ¿Cómo mantienes el debate útil en el aula? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx
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