La Alianza del Pacífico como proceso de disolución latinoamericana

América del Sur/Venezuela/22 de Julio de 2016/Autor: Sergio Martin Carrillo/Fuente: Correo del Orinoco

Parece ser que la Alianza del Pacífico está de moda. Los grandes medios de comunicación nos hablan de algunos de los “grandes avances” que la misma ha presentado en términos de integración regional… pero cabe preguntarse, ¿procesos como la Alianza del Pacífico profundizan realmente la integración regional? Quizás es más apropiado darle la vuelta a la pregunta y reformularla, ¿procesos como la Alianza del Pacífico profundizan el carácter dependiente de las economías latinoamericanas? Vayamos por partes.

Cuando hablamos de integración regional podemos realizar una clasificación dicotómica en función a la relación que tengan con el proceso de globalización neoliberal. Por un lado, tenemos aquellos procesos que van a profundizar este fenómeno histórico, actuando en un mismo sentido y guiado por la misma ideología.  Aquella misma que sentó las bases del proceso de revolución neoliberal a partir de la década de los 70` y que acabó impregnando a las instituciones de Bretton Woods.

Por otro lado, y en oposición al anterior, tenemos aquellos procesos de integración regional que surgen como oposición al avance de la ideología neoliberal, así como respuesta a la dependencia creciente de la única potencia hegemónica que surge tras el fin de la Guerra Fría.

La disputa entre ambos tipos de bloques ha marcado lo que llevamos de siglo XXI en la región latinoamericana. El año 2005 supuso un claro cambio en el status quo de la correlación de fuerzas regionales. La desaparición del ALCA se vio precedida tan sólo unos meses antes por la creación de la ALBA y la decisión de crear la Comunidad de Naciones Suramericanas (inicios de la actual UNASUR). Posteriormente, también se crearía la CELAC, y por su parte, el MERCOSUR empezaría a impregnarse cada vez más de estos procesos, convirtiéndose en el principal promotor contra-hegemónico en la región en el aspecto económico.

Pero el regionalismo abierto, aquel que acompaña y profundiza el proceso de globalización neoliberal, no desapareció. En el año 2011 surgió la Alianza del Pacífico, conformada por 4 países con una visión compartida en cuanto a la inserción en la Economía-Mundo capitalista. Como resumen de su apuesta en cuanto a comercio internacional se puede destacar que todos estos países tienen vigentes Tratados de Libre Comercio con los Estados Unidos.

La Alianza del Pacífico no tardó en convertirse en el juguete preferido del capital internacional. Entre sus “avances” se destacan su importante peso en el comercio internacional (aproximadamente el 50% del comercio internacional extrarregional de América Latina), su nivel de atracción para la Inversión Directa Extranjera (47% del total del flujo en la región) y contar con los países de la región clasificados como los mejores para realizar negocios[1].

A menudo, entre las supuestas bondades de la Alianza del Pacífico, los grandes medios destacan que es un verdadero proceso de integración comercial, dejando de lado lo ideológico, a diferencia de otros bloques de la región. Es decir, supuestamente la Alianza del Pacífico se guía por las bondades de la tecnocracia y ha mantenido un posicionamiento pragmático. Esta supuesta animadversión a lo político, algo muy recurrente entre los grandes capitales y buena parte de las derechas, es una gran falacia. La Alianza del Pacífico es un bloque plutocrático, guiado por, y para, los intereses del gran capital.

Podemos volver ahora a las preguntas lanzadas al inicio. ¿Procesos como la Alianza del Pacífico profundizan realmente la integración regional? No, la Alianza del Pacífico sólo profundiza la integración de los grandes capitales latinoamericanos con los grandes capitales mundiales, esto a través de las relaciones comerciales y de la Inversión Directa Extranjera, primando las relaciones con países extra-regionales y excluyendo a las grandes mayorías. Con respecto a la segunda: ¿Procesos como la Alianza del Pacífico profundizan el carácter dependiente de las economías latinoamericanas? Sí, las relaciones económicas dependientes Centro-Periferia se profundizan. Cierto es que hay unas ganancias, pero éstas son recogidas por las oligarquías exportadoras de cada uno de los países, quedando las grandes mayorías alejadas de los beneficios. La Alianza del Pacífico representa la integración de los grandes capitales en los flujos económicos mundiales, pero representa la disolución de un verdadero proceso de integración regional a nivel político, cultural, social y productivo.

Fuente: http://www.correodelorinoco.gob.ve/opinion-libre/alianza-pacifico-como-proceso-disolucion-latinoamericana-opinion/

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Impeachment geopolítico

Terc3raInformación/28 de abril de2016/Por: Sergio Martín-Carrillo

Se consumó el primer paso para desbancar del poder al PT en Brasil. Después de 13 años en el poder y de haber ganado en 2014 por cuarta vez consecutiva las elecciones presidenciales brasileñas (dos con Lula y dos con Dilma), la derecha brasileña, muy bien acompañada por la derecha internacional, inició la ofensiva para acabar con el gobierno petista de Dilma Rousseff. Lo que no se había conseguido por el voto popular, había que conseguirlo con el voto de unos congresistas en buena parte manchados por la sospecha de la corrupción. Así es como 367 diputados consiguieron imponer su voluntad sobre la de 54 millones de brasileños.

Pero más allá de la ofensiva de los sectores conservadores brasileños en busca de incrementar sus cuotas de poder, hay que tener en cuenta el posicionamiento geopolítico y geoeconómico del gigante sudamericano lo que, en buena parte, nos ayudará a entender el apoyo directo, o bien la omisión de condena ante el golpe, de los medios y los líderes conservadores a nivel internacional. Brasil siempre fue un vecino incómodo para los EEUU. El vecino que por su peso económico, geográfico y poblacional siempre se negó a formar parte del patio trasero de los EEUU. Pero en los últimos años, el vecino incómodo se hizo aún más ruidoso y empezaba a tener unos amigos que hacían sombra al poder estadounidense en la región y también fuera de ella.

Estos amigos incómodos aparecían denominados bajo el paraguas de los BRICS. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica son los principales países que están disputando y rompiendo la hegemonía estadounidense post-Guerra Fría en el siglo XXI. Fukuyama, muy equivocado, predijo el Fin de la Historia, pero la Historia continúa, y las disputas por los espacios de poder y contrapoder siguen presentes en el sistema internacional.

Volviendo a Brasil, pero retrocediendo algunos años, tenemos que desde el momento de la asunción de Lula da Silva al gobierno brasileño, allá por el año 2004, ya comenzó a presentar ciertos quebraderos de cabeza para la hegemonía estadounidense. El Brasil de Lula, junto a la Argentina de Néstor Kirchner y la Venezuela de Hugo Chávez (otros vecinos incómodos, a los que habría que ir sumando a muchos otros países de la región) daban el último portazo al panamericanismo estadounidense. El panamericanismo es aquella visión geopolítica de Washington que nacía con la Doctrina Monroe, se fortalecía con el Corolario Roosevelt, se institucionalizaba con la OEA, se robustecía con las intervenciones militares estadounidenses en América Latina, y quería tener como colofón la firma del mayor área de libre comercio del mundo, el ALCA.

Brasil incomodaba mucho, pero por algunos años hubo otros vecinos que incomodaron más. Sin embargo, la derecha internacional no se olvidaba del gigante sudamericano, como tampoco lo hacía EEUU. El descubrimiento de las grandes reservas de petróleo en el pre-sal brasilero en aguas ultraprofundas, supuso la reactivación de la IV Flota estadounidense en el año 2008. En ese momento Lula ya manifestó su enorme preocupación por la activación de la marina estadounidense en al Atlántico Sur y temió sobre los intereses estadounidenses sobre el pre-sal. Sin embargo, en ese momento, la debilidad económica estadounidense y la fortaleza de los gobiernos progresistas en la región sudamericana, hacían impensable disputar el poder a Lula.

Otro de los recursos más codiciados -y que Brasil cuenta en grandes cantidades- es el agua. El agua dulce, convertida en un recurso geoestratégico en el siglo XXI y susceptible de mercantilización, se encuentra en enormes cantidades en Brasil. A las enormes cantidades disponibles en la cuenca amazónica, hay que sumar la cuenca del Plata así como las reservas subterráneas del mayor acuífero del mundo, el Acuífero Guaraní, que Brasil comparte con Argentina, Paraguay y Uruguay. En el futuro, junto a las disputas que tenemos en la actualidad sobre los recursos energéticos, abundarán los conflictos cada vez de mayor intensidad por el acaparamiento de los recursos hídricos.

Volviendo a los BRICS, es necesario manifestar que este bloque de países por primera vez ha cuestionado el orden establecido en Bretton Woods. La creación del Banco de Desarrollo de los BRICS supone la creación de una alternativa de financiación alejada de las instituciones dominadas por Estados Unidos. Es decir, una alternativa de financiación fuera de las políticas neoliberales ligadas condicionalmente a la financiación que proveían el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

El golpe institucional en Brasil ha sido ejecutado en el Congreso brasileño, pero los apoyos van mucho más allá de la política nacional. La vinculación de la derecha internacional y de los intereses del capital estadounidense quedan de manifiesto con algunos nombres que van surgiendo para el posible Gobierno de Temer. Así es el caso de Paulo Leme, actualmente Presidente del Directorio de Goldman Sachs en Brasil, cuyo nombre empieza a sonar con fuerza para ocupar el Ministerio de Hacienda o la Presidencia del Banco Central brasileño en el futuro gobierno. Gobierno que, cabe reiterar, tomará el poder con el apoyo de 367 diputados, frente al Gobierno de Dilma que llegó al poder con el apoyo de 54 millones de brasileños.

Ante el nuevo rol de Brasil, queda ver hacia dónde van las instituciones post-Bretton Woods creadas por los BRICS, el nuevo rumbo del MERCOSUR, el futuro de la UNASUR, la acogida del gobierno de los 367 en el panorama internacional y la nueva relación con los EEUU. Está claro que el apoyo no será a fondo perdido, y la codiciosa derecha brasileña tendrá que repartir parte del pastel con los intereses ajenos a la región.

Sergio Martín-Carrillo es Doctor en estudios de desarrollo y medio ambiente (U.P.O.,Sevilla) investigador, profesor universitario y consultor internacional. Integrante del Consejo Directivo del CELAG.

Fuente: http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article102476

CELAG

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