Universidad y mercantilización

Por: Saúl Rolando Cortez Chifundo

Las posturas neoliberales propias del capitalismo existente, constituyen, sin duda, un devorador endemoniado de todo lo existente. Todo tiene un precio, hasta lo abstracto. Lúgubre escenario muestra, al notarse cómo se monetiza y mercantiliza la docencia y educación superior en nuestro país.

Al acaparar el escenario universitario estatal, la lógica neoliberal cosifica y aliena la sustancia humana. Esta metamorfosis que sufre la educación universitaria panameña, por una parte convierte al sujeto educativo en mercancía educativa. Quien busca el servicio universitario parece sufrir la indolencia institucional de ser entendido como sujeto y objeto de matrícula, producto de una mezquina perspectiva administrativa neoliberal.

En este sentido, la aspiración a una formación de calidad se reduce a comistrajo. De hecho, cualquier intento estudiantil por exigir la anhelada calidad académica, docente y administrativa, constituye un gesto subversivo flagrante que encuentra represión institucional ipso facto. El pensamiento lógico, crítico y creativo claudica ante el memorístico y repetitivo. Aflora la injusticia, el control, la sumisión y obediencia la empoderan.

Por otra parte, la docencia –respetando las diferencias– solo es coleccionismo óseo (títulos), refleja un triste episodio del breve devenir histórico de las novicias universitarias estatales. Ello, pareciese tener un efecto esterilizante sobre la investigación y producción intelectual; muchos títulos con efecto esterilizante sobre el alumnado.

Algunas veces, esforzarse por enseñar para nutrir el pensamiento crítico y garantizar el bien común es demasiada entrega que al final nadie agradecerá; mejor resulta valerse de la docencia para catapultar la cosificación, entendida como el afán desmedido por tener cosas (bienes materiales). En consecuencia, el accionar docente resulta zafio: ausencias reiteradas, incumplimiento de horarios de clases, pruebas mal elaboradas, represalias indiscriminadas, programaciones analíticas que resultan en bodrio con subsecuente improvisación, en fin violaciones a los estatutos orgánicos y estamento profesoral. El cerrado, estéril y simulado sistema de evaluación de la docencia universitaria, poco dignifica la calidad, al menos desde la perspectiva estudiantil.

Voces y pensamientos en la clandestinidad abrazan –cual utopía– la esperanza de que se institucionalicen tribunales de justicia educativa, fiscalías especializadas en crímenes pedagógicos y hasta sanciones penales contra todos aquellos que desde las aulas superiores vigorizan el genocidio intelectual de las masas populares.

Deteriorar la educación a través de su mercantilización o politización es un crimen masivo, pues mientras el peor de los criminales acribilla a una persona, una educación baladí es como una explosión cuyas ondas expansivas aniquilan a toda una sociedad. Este desacoplado y alarmante escenario institucional neoliberal impregna nuestras universidades de un amarillismo tétrico, entendido desde nuestra perspectiva como forma sin fondo.

En suma, hemos olvidado que la educación hoy constituye una problemática nacional y la universidad debe volcarse a devolverle su sitial. En tanto, la docencia debe ofrendar su dinámica vital para ello, pues solo se es un verdadero docente cuando se tiene vocación. La vocación determina las personas más adecuadas para una profesión. Lamentablemente, la docencia es elegida por algunas personas como la profesión más conveniente política y económicamente, la cual difunden con infamia.

Fuente: http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/universidad-mercantilizacion/23986354

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De criminalistas y crímenes pedagógicos.

Ahora, habría que ver los parámetros de selección y la intensión, ¿Se busca captar masa estudiantil o perfil requerido?

Por: Saúl Rolando Cortéz Chifundo.

En nuestro país, el deseo de realizar estudios superiores sobre criminalística, en algunos casos, parece estar inspirado en la famosa serie televisada C.S.I. que aunque ficticia, resulta ilustrativa en cuanto al estudio de los objetos y materiales orgánicos para resolver el crimen y deslindar responsabilidades.

En otros casos, atiende al anhelo de una formación profesional de calidad que garantice la expectativa social de aportar soluciones a la problemática del crimen en Panamá.

Para ello, nuestras casas de estudios superiores deben apostar por una oferta docente de calidad, partiendo por la coordinación de la carrera, pues no basta que sea un investigador experimentado, jefe o subjefe de alguna institución análoga.

También, resulta acuciante exigir el requisito de la experticia pedagógica, aunado a la garantía de probidad, toda vez, que dentro de la carrera de criminalística se imparten asignaturas concomitantes a valores, ética y moral. En los coordinadores recae la exclusividad de entrevistar a los prospectos (supuesto filtro).

Ahora, habría que ver los parámetros de selección y la intensión, ¿Se busca captar masa estudiantil o perfil requerido?

La experiencia cercana desde determinada casa de estudios superiores, desnuda crímenes pedagógicos perpetrados por el orquestador de la carrera. Pues, desvaídos son sus conocimientos sobre teorías de aprendizaje. Por la forma en que enseña, hemos de colegir que ha quedado enclaustrado en el conductismo, desconociendo enfoques como el constructivismo y conectivismo.

Baladí su pedagogía, sin rastros de programación analítica y en franco irrespeto a las individualidades cognitivas.

Enseguida, se encuentra en su forma de evaluación una mecánica anticientífica, pues más que objetiva en situaciones específicas, se torna ajuste de cuentas, invalidando lo criterial.

Al parecer, su postura es la del investigador fatuo, que se apoya en la doctrina del docente mete miedo, que coacciona y reprime cualquier atisbo de pensamiento crítico estudiantil, que tenga a bien reclamar el derecho o falacia innegable de la formación de calidad. Confronta con el resto del grupo a quienes se atrevan a dejar entrever su decimonónica e improvisada praxis docente.

Un delito investigado a medias, solo logra desprestigiar a los investigadores y por tanto a la propia institución.

De igual manera ocurre en el proceso de formación del investigador criminal y la institución que los prepara.

Sin la adopción de un compromiso institucional contundente para que la educación superior sea más pertinente a las necesidades reales del país y eleve su calidad a niveles internacionales

¿Cómo esperamos se fortalezcan las instituciones de seguridad sin un interés por enseñar en base a una pedagogía seria, innovación educativa y ética profesional?

Fuente: http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/criminalistas-crimenes-pedagogicos/23976273

Imagen: http://i0.wp.com/otrasvoceseneducacion.org/wp-content/uploads/2016/10/1-84.jpg?resize=350%2C200

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Pensamiento e intuición universitaria

Por: Saúl Rolando Cortez Chifundo

El análisis de la realidad educativa a nivel superior desde los cursos de Postgrado y Maestría en Docencia Superior, llevados desde la pedagogía seria, con la experticia docente de amplio bagaje bibliográfico, investigativo, académico y motivador, cuyas sesiones son fundamentadas en el debate sobre la base del pensamiento crítico, otorga sustancialidad y esperanza a la idea de transformar el claustro universitario en laboratorio de análisis. Al menos, en el CRU de Colón se dan pasos en esa dirección.

La docencia, investigación, extensión, regionalización, financiamiento, privatización y mercantilización, internacionalización universitaria, entre otros, encienden a la sazón el debate aulístico. Desde las distintas posiciones críticas, la lúgubre panorámica educativa panameña advierte que la burguesía gobernante da seguimiento a un proyecto intencional de desdeño a la educación panameña, pues el conocimiento es poder y un pueblo ilustrado, atenta contra su status quo. Sin embargo, es prudente entender que el erario constituye el dinero de todos sus contribuyentes; es decir, el pueblo. Por tanto, toda administración de las universidades estatales que se preste al juego y rejuego de las clases gobernantes (burguesía empresarial), traiciona y atenta contra los intereses de las mayorías, abonando a la senilidad del sistema educativo panameño en todos sus niveles.

La Universidad Latinoamérica de hoy, tiene su germen a partir del histórico movimiento de Reforma Universitaria, dado en Córdoba, Argentina, en 1918, donde se produjo un divorcio entre la Universidad escolástica y el progreso del nuevo conocimiento (ilustrado), obtenido mediante la investigación. Aunque tuvo pasajes cruentos, abortó significativas reformas para la democratización universitaria en Latinoamérica. No podemos olvidar que el movimiento universitario reformista de Córdoba fue reaccionario y contestatario a los intereses de las clases dominantes de la sociedad, quienes ostentaban el poder político y económico; y por tanto, la propia Universidad.

Si desde la Reforma Universitaria de Córdoba (1918) hubo quienes ofrendaron sus vidas por una verdadera transformación socioeconómica y política universitaria en Latinoamérica, aquellos que atentan contra su buena marcha, mirándola como un botín político y económico, merecen el reconocimiento social por alta traición, al prestar su vana intelectualidad al genocidio popular intelectual. La única tarea enriquecedora a la que deben aspirar los inmiscuidos en el accionar universitario, es el enriquecimiento intelectual del pueblo. Muchos especialistas han tratado desde distintas perspectivas este acontecimiento, pero todos han dejado más que claro que el Grito de Córdoba es un ciclo que aún no llega a su fin y menos en Latinoamérica y el Caribe.

En suma, las universidades estatales panameñas constituyen nuestro patrimonio social-intelectual de antonomasia. Pero, se intuye que el poder político y económico gobernante amordaza sutilmente la universidad y la inteligencia del pueblo, a pesar de su autonomía, a través, de su financiamiento. Rescatar y renovar la educación superior del ostracismo burgués deliberado y esmerado en mantener la divorcialidad entre el pueblo, la inteligencia y la Universidad, debe acaparar a todas las universidades estatales, sin reparo alguno. El proyecto renovador de la Universidad de Panamá debe ser de ‘Extensión ‘ a las otras estatales.

Fuente: http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/pensamiento-intuicion-universitaria/23965674

Foto de archivo

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