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Feminismo campesino y popular

Por Silvia Ribeiro

De más de setenta países y 164 organizaciones llegaron mujeres campesinas a la Asamblea de Mujeres de La Vía Campesina (LVC) en el País Vasco, este 17 y 18 de julio.  Con perspectivas y propuestas que sacuden lo establecido, no sólo en el injusto mundo que vivimos, también dentro de su propio movimiento. Feminismo campesino y popular llaman a esta identidad en construcción, que desafía al capitalismo y al patriarcado al mismo tiempo, rechaza todos los racismos, violencias, discriminaciones y xenofobias.

Es la quinta vez que se reúnen como mujeres de este movimiento –la articulación campesina global más extensa que haya existido– que del 19 al 22 de julio sostiene también su séptima conferencia mundial.  Tanto jóvenes como mujeres han ido construyendo su espacio propio, convocándose en asamblea los días anteriores a la Conferencias de todo el movimiento. Desde allí discuten colectivamente sus aportes específicos, antes de integrarse como delegadas y delegados a la Conferencia general.

Muchas llegaron a esta V Asamblea de Mujeres por primera vez. La expectación y el entusiasmo se sienten a flor de piel. La dedicación, casi magia, del colectivo autogestionario de intérpretes COATÍ, hizo posible la traducción simultánea en 11 idiomas: árabe, bahasa indonesia, castellano, coreano, euskera, francés, inglés, japonés, portugués, ruso y tailandés. Entre muchas otras cosas, esta arquitectura que hace posible tender puentes solidarios de comunicación entre tantas lenguas, permite una diversidad de miradas y experiencias que nutre y fortalece no sólo a las mujeres, sino a toda la Vía Campesina.

Son mujeres de todas las edades, campesinas, indígenas, trabajadoras del campo, pescadoras, pastoras, artesanas, migrantes.  Todas trabajan por la soberanía alimentaria, todas tienen que luchar contra la discriminación y la violencia, que se manifiesta de muchas maneras. Desde los salvajes feminicidios y ataques a las campesinas que resisten en Honduras –8 muertas en la lucha y 1800 criminalizadas, detenidas, violentadas en los últimos años– a la discriminación laboral y política en Europa, el silencio impuesto a muchas mujeres en regiones enteras, la persecución y desposesión de tierras, cultivos y casas a las mujeres en Palestina; el arco de injusticias se expande globalmente. Es una situación que afecta a las mujeres, no sólo campesinas.

Pero aquí la particularidad es la construcción de un feminismo campesino y popular, que por primera vez plantean asumir como tal en toda LVC. Un feminismo desde las mujeres del campo, con identidad campesina y desde la identidad y luchas de los pueblos.

Varias de las fundadoras de la Vía Campesina, recuerdan que al origen, hace poco más de 20 años, había una sola mujer en el comité coordinador internacional (CCI).  Era Nettie Wiebe, de la National Farmers Union de Canadá, con la energía de las muchas que la apoyaban. Llegó a la V Asamblea, a compartir su experiencia y también lo que considera los mayores desafíos. Recuerda que comenzaron pidiendo “mayor participación” para las mujeres en todas las instancias de La Vía Campesina. Los compañeros fueron más allá y acordaron que las mujeres debían ocupar el 50 por ciento de los lugares en las instancias de coordinación y decisión (porque en LVC el cuerpo colectivo y pensante es mucho más que la suma de sus partes, muchas de las cuáles aún siguen en proceso de entender y asumir las reivindicaciones de género). La regla de paridad se hizo rutina en toda la organización. Sin embargo, debaten en esta Asamblea, la paridad no era una meta, apenas un camino. A muchas aún les cuesta ocupar los espacios que reclamaron, porque para poder hacerlo se requiere que todo el trabajo, tanto productivo como reproductivo y las tareas militantes sean compartidas, algo que muchas organizaciones locales y nacionales campesinas necesitan entender, integrar y apoyar. Entre los grandes desafíos, plantea Nettie Wiebe, está definir posiciones comunes frente al poder, definir más profundamente entre todas las regiones y diversidades de LVC qué es el feminismo campesino y qué tipo de lucha eligen como mujeres.  Perla Álvarez de la organización de mujeres campesinas e indígenas Conamuri de Paraguay agrega “el patriarcado repliega nuestro trabajo al ámbito privado, el capitalismo no lo reconoce, el racismo niega todas nuestras identidades”. Por eso, continúa, “no es posible separar la lucha contra el capitalismo de la lucha contra el patriarcado y el racismo.”

Una lucha que parte de reconocer las diversidades, geográficas, culturales, de género, por eso ya hay también sectores LGBTI en varias organizaciones campesinas, como el MST de Brasil y organizaciones de Vía Campesina en Europa. La diversidad sexual y de género también tuvo su espacio en el programa de la VII conferencia de LVC.

Las asambleas anteriores de mujeres de la Vía Campesina establecieron campañas globales por las semillas y contra la violencia, campañas que siguen y donde los ataques en éstos y otros temas recrudecen todo el tiempo. La V Asamblea de Mujeres decidió llamar a la primera conferencia internacional de mujeres del campo, no sólo para organizaciones de la Vía Campesina sino para establecer lazos de análisis, alianzas y caminos de lucha con muchas más mujeres rurales.  Será todo un reto, que desde ya asumen con la misma energía, cariño y rebeldía que cultivan en este espacio.

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Megafusiones agrícolas: quién decidirá lo que comemos

Por: Silvia Ribeiro

Definitivamente, el futuro de la alimentación no es lo que era. Al menos en lo que agricultura industrial se refiere. Monsanto, el villano más conocido de la agricultura transgénica, podría pronto desaparecer del escenario con ese nombre, si se autoriza su compra por parte de Bayer –aunque sus intenciones serán las mismas.  Las fusiones Syngenta-ChemChina y DuPont-Dow siguen también bajo escrutinio de las autoridades anti-monopolio en muchos países. Si se concretan, las tres empresas resultantes controlarán 60 por ciento del mercado mundial de semillas comerciales (incluyendo casi 100 por ciento de semillas transgénicas) y 71 por ciento de los agrotóxicos a nivel global, niveles de concentración que superan ampliamente las reglas antimonopolio de cualquier país.

Estas megafusiones tendrán muchas repercusiones negativas a corto plazo: aumento notable de precios de insumos agrícolas, más disminución de innovación y de variedades a disposición del mercado, mayores limitaciones al fitomejoramiento público y aumento de agrotóxicos en los campos –y por tanto en alimentos- para poder seguir vendiendo semillas transgénicas, aunque hayan provocado resistencia en decenas de plantas invasoras y haya que subir dosis y agregar mezclas con agroquímicos aún más tóxicos. Para esas empresas, su mayor negocio es vender veneno, o sea que si no se lo impiden, este será el curso de acción.

Las fusiones tendrán también fuertes impactos sobre las economías campesinas y de agricultores familiares, aunque estos en su mayoría usan sus propias semillas y pocos o ningún insumo químico, porque el poder de presión de estas megaempresas frente a gobiernos e instancias internacionales aumentará con su tamaño y por monopolizar los primeros eslabones de la cadena agroalimentaria.  Aumentarán la presión para obtener leyes de propiedad intelectual más restrictivas; para restringir o ilegalizar los intercambios de semillas entre campesinos –por ejemplo con normas “fitosanitarias” y obligación de usar semillas registradas–; para que los programas para el campo y los créditos agrícolas sean condicionados al uso de sus insumos y semillas patentadas; para que los gastos en infraestructura y otras políticas agrícolas beneficien a la agricultura industrial y desplacen a los campesinos.

Como si no fuera suficiente, hay otros factores muy preocupantes. La ronda de fusiones no finalizará con esos movimientos, sino que apenas empieza. Lo que está en juego a mediano plazo es quién controlará los 400,000 millones de dólares (mdd) de todos los insumos agrícolas. Actualmente, el valor conjunto del mercado comercial global de semillas y agrotóxicos es de 97,000 mdd.  El resto, tres veces mayor, está controlado por empresas de maquinaria y fertilizantes, que también se están consolidando. Las cuatro empresas de maquinaria más grandes (John Deere, CNH, AGCO, Kubota) ya controlan el 54 por ciento de ese sector.

El sector maquinaria ya no son simples tractores: han adquirido un alto grado de automatización, integrando GPS y sensores agrícolas a sus máquinas, drones para riego y fumigación, tractores no tripulados, así como un acúmulo masivo de datos satelitales sobre suelos y clima. A su vez, Monsanto y compañía, las seis grandes “gigantes genéticas”, también se han digitalizado y controlan una enorme base de datos genómicos de cultivos, microorganismos y plantas de agro-ecosistemas, además de otras bases de datos relacionados.

Ya existen entre ambos sectores contratos de colaboración y hasta empresas compartidas para la venta de datos climáticos y seguros agrícolas. Monsanto, por ejemplo, adquirió en 2012 la empresa Precision Planting, de  instrumentos y sistemas de monitoreo para “agricultura de precisión”, desde siembra a riego y administración de agroquímicos. En 2013, compró The Climate Corporation, para registro y venta de datos climáticos.  John Deere acordó posteriormente comprar Precision Planting a Monsanto, pero las oficinas antimonopolio de Estados Unidos y luego Brasil, objetaron la compra, por considerar que John Deere pasaría a controlar un porcentaje monopólico del sector. Aunque finalmente la venta se canceló en 2017, es una muestra de la tendencia. Existen varias otras empresas de base digital-instrumental (Precision Hawk, Raven, Sentera, Agribotix) compartidas o en colaboración entre las transnacionales de maquinaria agrícola con las de semillas-agrotóxicos. Ver al respecto el documento “Software contra Hardware” del grupo ETC (http://tinyurl.com/y9dnpano).

Todo indica que las grandes empresas de maquinaria se moverán para comprar a los gigantes genéticos, luego de finalizada la primera ronda de fusiones. Esta segunda ronda tiene el objetivo de imponer una agricultura altamente automatizada, con muy pocos trabajadores, que ofrecerá a los agricultores un paquete que no podrán rechazar: desde qué semillas, insumos, maquinaria, datos genómicos y climáticos hasta qué seguros tendrá que comprar, además de que buscarán que se condicionen los créditos agrícolas a la adquisición de este nuevo paquete, así como ahora ya se hace con semillas y agroquímicos.

Es fundamental entender y denunciar los impactos de las megafusiones desde ya. Muchas organizaciones se han movilizado para protestar en Estados Unidos, Europa, China, y varios países de África y América Latina, incluso ante las oficinas anti-monopolio, lo que al menos ha retrasado su aprobación. De fondo se trata de impedir que los agronegocios se apropien de todo el campo y la alimentación, también una forma de proteger la producción campesina y agroecológica, la única forma para poder comer sano y para la soberanía alimentaria.

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Trump y la geoingeniería: un muro en el cielo

Silvia Ribeiro

El 24 de marzo 2017 se realizó un foro en Washington DC, Estados Unidos, sobre geoingeniería solar –formas de alterar la intensidad de los rayos solares que llegan a la Tierra, supuestamente para contrarrestar el calentamiento global. Esto tendría una serie de fuertes impactos injustamente repartidos en el globo, como más sequías y desequilibrios climáticos en Asia, África y América Latina. Quienes promueven estas tecnologías afirman que eso sería un mal menor. Claro, no será en su territorio donde ocurrirán los peores impactos con la aplicación de estas tecnologías.

Se anunció allí la intención de realizar en 2018 el experimento de geoingeniería solar más grande hasta el momento, a cargo de un equipo de la Universidad de Harvard, a menos de 100 kilómetros de la frontera con México. Según David Keith, que lidera el proyecto, llamado Perturbación Estratosférica Controlada o SCoPEx (por sus siglas en inglés), se hará en colaboración con la empresa espacial privada World View, en su puerto espacial privado en Tucson, Arizona. Planean esparcir partículas de sulfato, calcio y otras sustancias en la estratósfera con un globo y usar drones equipados con sensores para estudiar las reacciones químicas y físicas. Keith está financiado entre otros por Bill Gates, pero buscan más fondos para este experimento. (http://tinyurl.com/mzpaodv).

Hay muchos impactos ambientales y de otros órdenes con los experimentos de geoingeniería (http://tinyurl.com/mj689pm). Este violará la moratoria de facto contra la geoingeniería establecida en el Convenio de Diversidad Biológica (CDB), que admite experimentos de pequeña escala, pero solamente en un entorno controlado y que no genere daños transfronterizos, lo cual este proyecto no puede asegurar. Estados Unidos no es parte del CDB, algo que aprovechan los geoingenieros.

El foro, organizado por los programas de geoingeniería de Harvard y la Universidad de California (UCLA), se enfocó en el estado técnico y de gobernancia de la geoingeniería para manejo de la radiación solar en Estados Unidos, otra paradoja, ya que la geoingeniería se propone modificar el clima global y no se puede regular en un solo país. Reunió a un centenar de académicos, funcionarios, periodistas y algunas ONG, entre ellas grandes conservacionistas ligadas a intereses de empresas trasnacionales, como Environmental Defense Fund y The Nature Conservancy, que se han sumado a la promoción de la geoingeniería. Que el foro se realizara en Washington DC, muestra la intención de captar apoyo gubernamental.

Pese al reciente decreto de Trump desmantelando el programa de cambio climático del anterior gobierno, seguramente no se opondrá, y podría apoyar activamente, este tipo de experimentos para construir un muro en el cielo –para tapar el sol, imitando el efecto de una erupción volcánica–, ya que varios de sus colaboradores más cercanos son ardientes defensores de la geoingeniería. La manipulación del clima es buen negocio, crea mercados cautivos, tiene potencial de uso bélico y no demanda reconocer qué o quién causa el cambio climático, ni hacer cambios en políticas y patrones energéticos. Por el contrario, permite seguir con las causas que calientan el planeta y hacer negocios con tecnología para enfriarlo.

Por ello, entre los conocidos promotores de la geoingeniería en la administración Trump está Rex Tillerson, actual secretario de Estado, ex director de Exxon. Esta megaempresa petrolera ha promovido activamente la geoingeniería desde hace décadas, por ejemplo a través de Haroon Keshgi, jefe del programa de cambio climático de Exxon. Este año, la trasnacional logró incluso introducir a Keshgi en el equipo del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) que está redactando el informe sobre cómo limitar el aumento de la temperatura global a 1.5 grados, marco en el cual ya han propuesto que se considere la geoingeniería. Tillerson declaró en diciembre 2016, que el cambio climático no es más que un problema de ingeniería. (Ver ETC Group, http://tinyurl.com/m4dkhkf)

Otro prominente defensor de la geoingeniería del gobierno Trump es David Schnare, del equipo de transición de Trump y hasta marzo 2017 alto funcionario de la EPA. Ser un conocido negador del cambio climático no le impidió trabajar desde 2007 por la inclusión de un plan multianual de apoyo oficial a la geoingeniería y estuvo a punto de lograr que un comité del Senado le aprobara discretamente (titulado con otro nombre) 5 millones de dólares para ello, pero un periodista difundió la maniobra y fue cancelado. Schnare sigue pujando por un programa de apoyo público a la geoingeniería, particularmente para alterar la radiación solar. En 2009 explicaba en una lista sobre geoingeniería cómo enfrentar a los críticos, hay que desafiarlos a elegir entre la muerte por daño económico [por cambiar el modelo petrolero], la muerte por inacción política, la muerte por cambio climático o la vida gracias a la geoingeniería. Un discurso curiosamente convergente con el de David Keith.

Newt Gringich, ex congresista, vocero y notorio colaborador del equipo de Trump, es otro agresivo promotor de la geoingeniería. En el American Enterprise Institute, uno de los institutos financiados por la industria petrolera para producir informes que negaran el cambio climático, estableció un proyecto a favor de la geoingeniería.

Negar el cambio climático no se contrapone sino que va en la misma dirección que la geoingeniería: se trata de no cambiar las causas reales del problema y justificar que los grandes emisores puedan seguir sus negocios como siempre, o mejor dicho, aumentarlos con los negocios de comercio de carbono y tecnologías de geoingeniería.

*Investigadora del Grupo ETC

Fuente del articulo: http://www.jornada.unam.mx/2017/04/01/opinion/018a1eco

Fuente de la imagen: http://www.surysur.net/site/uploads/2014/09/geoingenieria-1.jpg

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Inteligencia artificial, ¿adiós al empleo?

Por: Silvia Ribeiro
En un artículo anterior, planteo la contradicción entre la postura pública de Trump de recuperar empleos apoyando a empresas automotrices y otras a regresar o quedarse en Estados Unidos. Pero las exenciones fiscales y otras medidas que prometió para incentivarlas, serán usadas por esas empresas para mayor automatización, lo cual redundará en menos empleos. Según estadísticas oficiales, ese ha sido justamente el factor principal de pérdida de empleos. (La Jornada, 18/2/17).
Una serie de artículos del New York Times sobre la nueva clase trabajadora en Estados Unidos da cuenta del proceso: en 1900, las fábricas y campos de cultivo empleaban 60 por ciento de la fuerza de trabajo. En 1950, los dos sectores juntos sólo empleaban 36 por ciento. A 2014, menos de 10 por ciento. El sector servicios ha ido aumentando porcentualmente y a 2005, ocupaba 56 por ciento de los trabajadores. El mayor crecimiento es en el de cuidados de ancianos y niños, de los cuales se ocupan mayoritariamente inmigrantes, al igual que muchos otros empleos que por ser rutinarios, mal pagos o tener bajo estatus social, no quieren hacer los estadunidenses (NYT, The Jobs American Do, 23/2/17). Aquí influyen varios factores, entre ellos la automatización, pero también la globalización neoliberal y la deslocalización de producción hacia países con salarios miserables.

La pérdida de trabajos en el sector agrícola se debe a la industrialización en el sector, donde la maquinización tiene décadas, pero ahora se agrega un proceso de automatización mucho más amplio. No se trata solamente de grandes tractores y sistemas de riesgo, alto uso de agrotóxicos y semillas transgénicas –todos factores que eliminaron empleos. También de integración de nuevas formas de robótica, almacenaje digital y minería de enormes volúmenes de datos, inteligencia artificial, genómica y nuevas biotecnologías (como CRISPR-Cas9), todo lo cual converge en una nueva agricultura de precisión, cuya meta subyacente es un campo sin agricultores, sustituidos por unos pocos operadores informáticos. La tendencia es similar en todos los países o regiones con agricultura industrial a gran escala.

Las fusiones que vemos en el sector agrícola (Monsanto-Bayer/ Syngenta-ChemChina / DuPont-Dow) se explican en parte por estas nuevas convergencias tecnológicas. Varias han invertido en bancos de datos digitales agrícolas –suelos, clima, genómica de fauna, flora y microorganismos– y tienen contratos de colaboración con firmas de maquinaria que manejan robótica, información satelital, etcétera. (Ver informe de ETC www.etcgroup.org/es/content/todo-se-reduce-controlar-el-big-data)

Pensar en líneas de montaje automotriz con obreros va quedando obsoleto (la mayor parte del trabajo en esa industria lo hacen robots) y el campo agroindustrial futuro parece estar dominado por drones y sensores que junto al manejo de datos digitales genómicos y físico-químicos, administrarán agrotóxicos o agua a través de maquinaria no tripulada.

En muchos otros sectores las cosas están cambiando rápidamente con el uso de robots e inteligencia artificial y su convergencia con bio y nanotecnología y redes de comunicación. En una revisión del Grupo ETC del año 2016, citamos algunos ejemplos que dan una imagen de ese futuro artificial (http://tinyurl.com/gr4utyc)

Amazon y otras empresas están desarrollando sistemas totalmente automatizados desde la atención al cliente a la colecta de pedidos en almacenes y su envío. Ya hacen distribución con vehículos no tripulados. En 2016, Amazon inauguró además Prime Air un sistema de drones de distribución aéreos, que en 13 minutos entregó el pedido de un agricultor en su finca, incluidas palomitas de maíz. También abrió Amazon Go, supermercado donde el cliente es identificado por su teléfono celular, toma su compra y sale caminando sin contacto con nadie. La tienda reconoce los productos que lleva, los carga a su tarjeta y envía el recibo a su celular.

Varias compañías de distribución y transporte, como Uber, están experimentando con autos no tripulados. Los riesgos de que la inteligencia artificial en la vía pública provoque accidentes son altos. Uber admitió que sus autos no habían frenado en luces rojas y que no reconocen el carril de bicicletas. Los autos-drones de Tesla, la compañía de Elon Musk –miembro del equipo de asesores de Trump–, ya provocaron una muerte, cuando un auto-dron no distinguió la caja blanca de un camión al horizonte y se estrelló matando a la persona que estaba en él.

La automatización inteligente se usa ampliamente para logaritmos que especulan en bolsas de valores, que ya han provocado al menos dos colapsos de bolsa. La agencia de noticias Ap está usando sistemas de inteligencia artificial para redactar –sin periodistas– notas de prensa de negocios, por ejemplo valores de acciones y cambios. Existen varias marcas de muñecas que dialogan con los niños y que además los graban y recogen datos de sus casas y los envían al fabricante. Microsoft creó un bot de Twitter para adolescentes que se convirtió en un monstruo superactivo de mensajes racistas, violentos y sexistas.

Los usos de inteligencia artificial, Internet de las cosas, convergencia tecnológica, conllevan muchos más aspectos polémicos de los pocos que aquí nombro, que urge entender y debatir. Un punto en el que todos coinciden, es que disminuyen los empleos, aunque crean otros, en número muy menor. Para esos no hay suficiente personal formado. De todos modos, no parecen ser para los que perdieron el empleo en décadas pasadas, muchos de los cuáles votaron por Trump. Éste, pese a la carta pública de las grandes empresas de inteligencia artificial por el tema migratorio, las mantiene cerca y las ve como parte de su proyecto.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/03/04/opinion/019a1eco

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A la contaminación no le ponen muros

Por: Silvia Ribeiro

Un estudio científico publicado la semana pasada encontró niveles “extraordinarios” de contaminación con químicos altamente tóxicos en la fauna de la fosa de las Marianas, el punto más hondo de los oceános, con más 11,000 metros de profundidad en el noroeste del oceáno Pacífico.

A la contaminación no le ponen muros

Encontraron, entre otros, PCBs (bifenilos policlorados), sustancia fabricada por más de 40 años por Monsanto, más conocida en México por su formulación como askareles.

Para el estudio tomaron muestras de anfípodos, pequeños crustáceos que allí habitan y encontraron que tenían niveles más altos de PCB que organismos similares en desagües de zonas industriales pesadamente contaminadas en Asia, a más de 1000 kilómetros de allí.

También tomaron muestras de crustáceos en la fosa oceánica Kermadec, en el Pacífico Sur, cerca de Nueva Zelanda y encontraron contaminación con PCBs y PBDEs (polibromodifenil éteres). Esa fosa tiene más de 10,000 metros de profundidad y está a 7000 kilómetros de las Marianas.

Ambas sustancias están catalogadas como cancerígenas por la Organización Mundial de la Salud, además de que son neurotóxicas, disruptores endócrinos y producen defectos de nacimiento y otras dolencias graves.

Son “contaminantes orgánicos persistentes” y son bioacumulables. Se denominan así porque no se disuelven en agua ni se degradan fácilmente, aunque son solubles en lípidos. Por eso cada ser vivo que está expuesto a ellos, los acumula en sus tejidos grasos y no los elimina, los pasa a sus predadores cuándo estos se los comen y éstos a su vez a los siguientes, acumulando cada vez cantidades mayores. Así están contaminadas muchas especies de aves y peces de agua dulce o marina, que luego son alimento humano. Se ha encontrado contaminación con PCB y PBDE en muchos distintos organismos, en fuentes de agua y sedimentos, en huevos de aves, ballenas y hasta en el Ártico. También han encontrado residuos de PCB y PBDE en leche materna y en bebés, en varios países.

Monsanto fue el primer productor mundial de PCB desde 1929 y el único productor de PCBs de América del Norte, hasta que cesó su producción en 1977. Los PCBs se han usado principalmente como aislante de material eléctrico y como retardantes de flama. Actualmente está prohibido su uso en la mayoría de los países, pero existen grandes cantidades de residuos en condiciones precarias.

La producción de PCB de Monsanto se realizó a través de su subsidiaria Solutia en Anniston, Alabama, de la que más tarde se deshizo. Allí, 20,000 pobladores de Anniston emprendieron una acción civil legal contra las dos empresas, por haber contaminado sus aguas, tierras y aires con PCB, provocando un alto porcentaje de casos de cáncer y muchas otras enfermedades, abortos y defectos de nacimiento. Luego de un largo proceso judicial, Monsanto aceptó en 2003 tomar medidas de remediación ambiental y pagar a los pobladores 700 millones de dólares, una cifra ridícula para el destrozo causado.

Uno de los puntos más escalofriante del caso, es que durante el juicio salió a la luz que Monsanto recibió casi desde el principio informes de que el PCB era seriamente tóxico, por casos de trabajadores enfermos y posteriormente por la muerte de peces, así como por pruebas de aguas que le fueron entregadas periódicamente durante varias décadas. Monsanto engavetó los informes y siguió produciendo PCBs que ahora sabemos que además de envenenar a cientos de miles de personas en distintas partes del mundo, llegó a los confines más extremos del planeta, donde su acción tóxica persiste.

En México, los mayores importadores de askareles (PCBs con solventes) fueron la Comisión Federal de Electricidad y Pemex. Tanto la manipulación, uso para fabricación como disposición final de PCB (en productos desechados, etc.) es altamente peligrosa y han habido casos gravísimos de contaminación por derrames en varias partes del mundo. Los casos más conocidos en México sucedieron en Zacatecas (por la minera Rosicler que como negocio importaba residuos de askareles) y en Perote, Veracruz, donde en 1990 la CFE colocó en 240,000 litros de residuos con askareles. En 1996, fuerte lluvias lo derramaron y la población comenzó a investigar, entre otras cosas por que comenzaron a haber fetos con anancefalia y muchos casos de cáncer. Finalmente forzaron a la CFE a retirarlos, pero los efectos y contaminación con PCB siguen allí.

Monsanto es también, el inventor y por décadas único productor del glifosato, el agrotóxico omnipresente en los transgénicos y que en 2015 la OMS también declaró cancerígeno. La empresa ha tratado por muchos medios de revertir o anular este informe con otros de científicos vinculados a ésta.

Bayer, Basf, Dow, DuPont, Syngenta y unas cuantas más, todas tienen historias similares a las de Monsanto. Hace más de cien años que están produciendo químicos tóxicos como negocio, y han invadido campos, ciudades, semillas, comida, nuestros cuerpos, el de nuestras hijas e hijos y miles de especies en el medioambiente y hasta los confines más alejados de la tierra.

Quizá por ello no debería sorprendernos que hayan llegado hasta los puntos más profundos del oceáno, pero es sobrecogedor, porque muestra tan claramente cuán extendida y omnipresente está la garra de la contaminación química, inherente al capitalismo industrial.

Contaminación que nos enferma y debilita también para combatirlos. Por eso trabajar por formas de producir, consumir y relacionarnos solidariamente que enfrenten esa contaminación, formas de evitar la vorágine químico-industrial, desde nuestros alimentos a medicinas y formas de organización, son también formas de resistir al capitalismo.

Estudio citado: Jamieson, A. J. et al. Bioaccumulation of persistent organic pollutants in the deepest ocean fauna. Nature Ecology and Evolution 1, 0051 (2017). 13 de febrero 2017 http://www.nature.com/

Fuente: http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/A-la-contaminacion-no-le-ponen-muros

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Caos climático ¿verdad o consecuencia?

Por Silvia Ribeiro

El 4 de noviembre 2016 entró en vigor el Acuerdo de París sobre cambio climático.  Mirando los datos reales, los festejos por este “logro” parecen un teatro del absurdo.

Abundan afirmaciones engañosas de fuentes oficiales y empresariales para desviar la atención de la gravedad del caos climático, dando así coartada y protección a quienes lo han causado: transnacionales de energía (petróleo, gas, carbón), agronegocios, construcción, automotrices; y el 10 por ciento de la población mundial más rica que con su sobreconsumo es responsable del 50 % de las emisiones de gases de efecto invernadero.

El primer objetivo del Acuerdo es “mantener el aumento de la temperatura media mundial [para el año 2100], muy por debajo de 2 º C con respecto a los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 ºC… ”

Pero la misma semana que entró en vigor el Acuerdo de París, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente publicó el informe “Brecha de emisiones 2016”, donde señala que con el actual curso de emisiones, habrá un aumento de 1,5 º C,  ya en 2030 o antes. Agrega que sumando los “compromisos” oficiales que han declarado los gobiernos a la Convención sobre Cambio Climático, la temperatura aumentará 3, 5 pc hasta fin de siglo. (http://tinyurl.com/jr3n9mk).

¿Por qué dos organismos de Naciones Unidas dan mensajes tan contradictorios?  Para empezar el Acuerdo de París pone una meta “ideal” –que se propagandea y festeja como si fuera real– pero permite que cada país haga contribuciones voluntarias de reducción de emisiones llamadas Contribuciones Previstas Determinadas a nivel Nacional. No son vinculantes, no obligan a tomar medidas para cambiar el curso de la crisis climática y peor aún, lo que declaran ni siquiera son necesariamente reducciones reales (en sus fuentes y por parte de quienes se benefician con el consumo), porque la “contribución” de muchos de los principales países emisores no es tal: se basa en gran parte en mecanismos fallidos como mercados de carbono y tecnologías no probadas ni viables.

El artículo 4.1 del Acuerdo de París agrega que para cumplir los objetivos, se propone que “las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero alcancen su punto máximo lo antes posible, (…) y a partir de ese momento reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero, (…) para alcanzar un equilibrio entre las emisiones antropógenas por las fuentes y la absorción antropógena por los sumideros en la segunda mitad del siglo…”.

Si las metas son teóricas, la forma de llegar a ellas que establece el Acuerdo es surrealista:  primero se puede seguir emitiendo –hasta alcanzar un punto máximo o “pico” que no se define cuánto es- y luego hay que reducir rápidamente (lo cual no se podía hacer antes, pero al alcanzar el pico mágicamente sí se podrá) y luego, continúa sin hacer reducciones, sino que se trata de “alcanzar un equilibrio” entre emisiones y absorción “antropógena”, o sea, por medios tecnológicos, no naturales.

Esta última parte es particularmente perniciosa, porque justifica el concepto fraudulento de “cero emisiones netas” o hasta negativas. No son reducciones sino compensaciones, es decir, contabilidad no realidad. Presupone que se puede seguir aumentando la emisión de gases de efecto invernadero porque se “compensarán” con tecnologías de “emisiones negativas”.

Las tecnologías a las que se refieren mayoritariamente son captura y almacenamiento de carbono en fondos geológicos y bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (CCS y BECCS por sus siglas en inglés), ambas consideradas técnicas de geoingeniería.  En sí mismas conllevan riesgos importantes –todos los estudios recientes sobre BECCS muestran que las plantaciones para bioenergía en la escala requerida tendrán un impacto devastador en suelos, agua, ecosistemas y producción de alimentos. CCS es una vieja técnica de la industria petrolera que no se usa porque es cara e ineficiente: se llamaba antes Recuperación Mejorada de Petróleo pero cambiaron el nombre para venderla como tecnología para el cambio climático. Se trata de inyectar CO2 para empujar a la superficie reservas profundas de petróleo y dejar el carbono en el suelo. No es técnica ni económicamente viable –tampoco sirve para el cambio climático porque aumenta el consumo de petróleo– pero si se paga con subsidios públicos, es un jugoso negocio para las empresas que causaron el problema.  Cuando en unos años sigan sin dar “emisiones negativas” y el planeta se siga calentando, dirán que para enfriarlo sólo quedan otras formas aún más riesgosas de geoingeniería.

Lo más cruel de este teatro es que el problema del caos climático es real, nos afecta a todos, se conocen claramente las causas y responsables, pero la mayoría de las propuestas oficiales y empresariales son falsas “soluciones”.   Por el contrario, muchas organizaciones y movimientos sociales muestran que hay una gran diversidad de alternativas que funcionan, son viables y benefician a la mayoría de la gente y el planeta.  La más fuerte por su alcance y capacidad de contrarrestar el cambio climático son los sistemas agroalimentarios campesinos, agroecológicos y locales. Pero también energías renovables con las comunidades, sistemas de basura cero, recuperar ferrovías, buen transporte colectivo de bajas emisiones y muchas otras. Cada una no es suficiente, pero juntas tienen un enorme y potencial real, viable económica, ambiental y socialmente.  Lo criminal es seguir con el mismo modelo de producción y consumo, aumentar la civilización petrolera, su devastación ambiental y social y sus dueños hagan nuevos negocios con tecnologías para “compensarlos”.

– Silvia Ribeiro, Directora para América Latina del Grupo ETC

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El abajo que se mueve

Por: Silvia Ribeiro

Desde el primero de   agosto corre la noticia de que Monsanto tuvo que abandonar la construcción de una de las plantas más grandes del mundo de semillas de maíz transgénico que sería instalada en Córdoba, Argentina, en la municipalidad Malvinas Argentinas. Desde ahí, pretendían distribuir a América Latina y más allá. Es un hecho de enorme trascendencia, pero la empresa no lo ha querido admitir públicamente, porque la razón de su salida es la persistente resistencia popular de vecinos, jóvenes y madres, que mantienen bloqueada la planta desde 2013.

Es una victoria que no sólo tiene un enorme significado para la lucha de este pueblo de 12 mil habitantes, sino para todo el mundo, para las muchas luchas populares desde abajo que tantas veces se enfrentan a intereses que parecen gigantescos e imposibles de derrotar. Es un freno a los venenos de la trasnacional semillera más grande y resistida del planeta, pero además es un mensaje de aliento a los que en todas partes luchan por la defensa de sus territorios y comunidades, urbanas y rurales, por su vida y la de sus hijas e hijos, a contrapelo de la lógica dominante que intenta convencernos, que son luchas imposibles.

La primera noticia la trasmitió la Asamblea del Bloqueo en Malvinas el pasado primero de agosto, cuando la empresa Astori Estructuras llegó al terreno a desarmar las instalaciones por encargo de Monsanto. (http://tinyurl.com/j28t82f) Dos días después, un artículo en iProfesional relató que fuentes de la trasnacional explicaron que se van porque había bajado el área de producción de maíz en el país y con las protestas de los vecinos, ya no resultaba rentable construir la planta. Monsanto tiene otra planta de producción de semillas de maíz transgénico en Rojas, provincia de Buenos Aires, y por ello dicen que ahora no sería necesaria una segunda planta, aunque en 2012 afirmaron que sería una inversión de mil 500 millones de dólares.

Vanesa Sartori, vecina integrante de la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida, declaró al portal lavaca.org que el argumento de la baja de producción es solamente formal, una salida elegante para la trasnacional. Monsanto no puede aceptar públicamente que gente de a pie, vecinas, jóvenes y madres organizadas contra los agrotóxicos, hayan podido derrotar a la mayor trasnacional semillera del planeta.

Aunque Vanesa advierte que aún quieren confirmación definitiva, agrega que ya Malvinas se ha convertido en un ícono de resistencia. Es una demostración de que el pueblo puede organizarse y, por más que parezca que está todo listo, cerrado y sellado, se pueden revertir esas decisiones. Si la gente se organiza, puede. (http://tinyurl.com/jmkbddh)

La lucha contra Monsanto en esta localidad se inició desde el anuncio oficial de la planta en 2012. El bloqueo, con un campamento que se mantuvo por casi tres años bajo frío, calor, lluvia y viento, se instaló al finalizar el festival Primavera sin Monsanto, en septiembre 2013. Vecinas y vecinos de la localidad, jóvenes y las Madres de Ituzaingó –barrio de Córdoba fuertemente afectado por los agrotóxicos de la siembra de transgénicos, donde muchas han perdido hijos y otros familiares por cáncer–, han sido el corazón de la resistencia, que creció hasta repercutir a nivel nacional e internacional, apoyados también por médicos y científicos críticos. Han sufrido ataques y amenazas constantes. El camino no ha estado exento de conflictos y divisiones internas, como tantas veces nos pasa en las luchas, pero los esfuerzos están dando fruto.

En el festival de 2013, informando y acompañando a los vecinos a instalar el bloqueo estuvo el científico Andrés Carrasco (fallecido en 2014), que denunció los efectos de glifosato y transgénicos en la salud, por lo que fue fuertemente atacado por empresas y grandes asociaciones agrícolas. Madres y vecinos lo recuerdan y le dedican este momento.

La noticia de la retirada comenzó a circular el primero de agosto, justamente en una gran jornada de protesta contra la llamada ley Monsanto, convocada por una amplia coordinación de organizaciones campesinas, sociales, sindicatos, ambientalistas, barriales. Carlos Vicente, de Grain, Argentina, recuerda que esta ley que ahora va al Congreso, fue anunciada por el gobierno argentino en 2012 al mismo tiempo que la nueva planta de Monsanto en Córdoba, claramente como requerimiento de las trasnacionales. La nueva ley pretende eliminar y criminalizar el derecho de los agricultores a guardar su propia semilla para la siguiente cosecha. Como si fuera una concesión en lugar de un robo, Syngenta hasta plantea crear una tarifa social soyera para los agricultores chicos (http://tinyurl.com/h65aqqp).

Sumado al revés en Córdoba y a la resistencia a esta ley Monsanto, la empresa está en otra confrontación inusitada para el mundo, en la Suprema Corte de la Nación en Argentina: el rechazo judicial en mayo 2016 a patentar una metodología para hacer semillas transgénicas (http://tinyurl.com/jx5apf9). La sentencia cuestiona que la modificación del ADN de una planta permita a las empresas apropiarse de toda la planta, que no es un invento sino naturaleza y trabajo campesino. Hay mucha movilización social en apoyo a esta sentencia, que sería la primera vez que le niegan por vía judicial a Monsanto patentar semillas transgénicas.

También en México se mantiene por casi tres años una demanda colectiva contra las trasnacionales que tiene suspendida la siembra de maíz transgénico. Y también aquí y en muchas otras partes sigue el tejido desde abajo, resistiendo y construyendo, ese capaz de tornar posible lo imposible.

Silvia Ribeiro, Investigadora del Grupo ETC.

Fuente: http://www.etcgroup.org/es/content/monsanto-en-retirada-el-abajo-que-se-mueve

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