Educar para la igualdad

Por: Yolanda Rodríguez

En pleno siglo XXI la realidad evidencia que nuestra sociedad y por ende, nuestro sistema educativo carece de una educación igualitaria, de una socialización con perspectiva de género que nos permita luchar contra los estereotipos de género que se materializan en la desigualdad y en una de las formas más devastadoras que es la violencia contra las mujeres y otros colectivos vulnerables que no conforman las normas del género.

¿QUÉ ES COEDUCACIÓN?
Cuando hablamos de educación para la igualdad, en realidad queremos decir COEDUCACIÓN. Término que no debemos confundir con el de “escuela mixta” que hace referencia a juntar a chicos y a chicas en el mismo espacio educativo, pero bajo un modelo curricular masculino (androcéntrico) que sigue fagocitando el espacio público frente al espacio privado y primando los valores tradicionalmente masculinos frente a los femeninos. “Coeducar” significa educar a las personas de forma que todas tengan las mismas oportunidades y no se establezcan diferencias por pertenecer a un sexo-género. La Coeducación tiene como finalidad la eliminación del entorno educativo y del familiar, los prejuicios, estereotipos y roles asignados a niños y a niñas en función del sexo construido en base a los patrones socioculturales que nos impone la sociedad.

Delimitado el concepto, nos podemos plantear la siguiente cuestión: la coeducación ¿es un modelo pedagógico actual? A lo largo del siglo XIX se avanza lentamente en la escolarización de las niñas basada en la formación doméstica, y a finales de siglo empiezan a atisbarse algunas propuestas que abogan la necesidad de que las mujeres reciban una educación escolar equivalente a la de los hombres. Así la Escuela Nueva propone la coeducación como eje vertebrador de su proyecto de una sociedad democrática e igualitaria. A principios del siglo XX (1901-1906) la escuela Moderna de Ferrer i Guàrdia ya practicaban la coeducación. En la etapa de la Segunda República, la coeducación fue admitida, se entendía como escuela mixta, y a pesar de que su implementación fue breve, se consideró beneficioso para las niñas, ya que se consiguió que mejoraran las tasas de escolarización. Al final de la guerra civil, la iglesia vuelve tomar las riendas de la educación en la etapa franquista. De forma que la educación de las niñas se confía a la Sección Femenina de la Falange para inculcar el modelo pedagógico que delimitaba las funciones de la mujer al cuidado de la familia y del hogar. No será hasta la aprobación de la Ley General de Educación (1970) cuando se anula la prohibición de la escuela mixta. Aunque el verdadero punto de inflexión fue la aprobación de la LOGSE (1990) que por primera vez, reconocía la existencia de la discriminación en el sistema educativo y defendía el principio de igualdad de oportunidades. En LOE (2006) se da un paso más, y se materializa en materias en las que se puede trabajar el tema de la igualdad, el respeto a la diversidad sexual y la educación sexual. En la actual ley educativa, LOMCE (2013), desaparece la “educación en valores democráticos”, como eje transversal del currículo educativo, y se sustituye por el “espíritu emprendedor”, algo ajeno a la formación de personas para una convivencia participativa, democrática e igualitaria.

ESTRATEGIAS COEDUCATIVAS
Para formar a nuestros/as hijos/as en coeducación debemos dar ejemplo de igualdad en la forma de relacionarnos tanto en nuestra vida pública como en la privada. Podemos empezar con el uso de un lenguaje no sexista (inclusivo) que nos visibilice y represente por igual a todas las personas. Ya que si no nombramos a las mujeres y utilizamos el masculino como genérico, estamos fomentando y jerarquizando el modelo masculino y ocultando una realidad que representa a más de la mitad de la población mundial.
Es importante fomentar la corresponsabilidad y reparto igualitario de las labores domésticas entre los miembros de la familia. Así defendemos que todas las personas, independientemente de su sexo/género, tienen las mismas oportunidades para acceder al mundo laboral.

También se debe visibilizar y reconocer las aportaciones que las mujeres han hecho a lo largo de la historia, ya que muchos de los libros de texto no reflejan de forma justa y equilibrada sus aportaciones. Hoy en día contamos con una abanico de libros “coeducativos” para todas las etapas educativas que nos permite complementar esa carencia formativa de nuestros/as hijos/as. Por lo tanto, para educar a nuestros/as hijos/as en el principio de igualdad, hay que trabajar de forma conjunta con todos los colectivos de la comunidad educativa. Las niñas y los niños de hoy serán los y las adultos/as que tendrán la responsabilidad de educar a las generaciones del mañana y dirigir las instituciones económicas, políticas y sociales. El éxito en la promoción de actitudes igualitarias condiciona el futuro de alcanzar una sociedad más justa e igualitaria, un objetivo que desde luego, nos compromete a todos y a todas.

Fuente: http://www.laregion.es/articulo/xornal-escolar/educar-para-la-igualdad/20170927165752738319.html

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