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UNICEF – La Infancia en Peligro: Máximo riesgo en el Sahel central

La Infancia en Peligro: Máximo riesgo en el Sahel central

Millones de niños y niñas necesitan ayuda humanitaria en medio de un conflicto armado cada vez más intenso y una crisis climática extrema

El Sahel lleva mucho tiempo siendo una de las regiones más vulnerables de África, pero los conflictos armados y la intensificación de los enfrentamientos militares se han convertido en una importante amenaza para las vidas y los medios de subsistencia de los niños y niñas del Sahel central, además de impedir su acceso a los servicios y suponer un grave peligro para su futuro.

En medio de una espiral de violencia encarnizada, los grupos armados no estatales que operan en amplios sectores de Malí y Burkina Faso, y cada vez más en Níger, han convertido a los niños y niñas en un blanco directo. Cientos de niños han sido secuestrados en los tres países, muchos de ellos niñas.

Desde 2021, los grupos armados no estatales han destruido las reservas de alimentos de una de las regiones más afectadas por el hambre y la malnutrición del planeta. Algunos grupos armados se oponen a la educación que gestiona el Estado, por lo que queman y saquean las escuelas, y amenazan, secuestran o asesinan a los maestros. En ese contexto, las operaciones de seguridad nacional contra los grupos armados han conllevado un gran número de muertes, lesiones y detenciones de niños y niñas, así como graves daños a muchas escuelas y hospitales en los tres países.

La inseguridad y los desplazamientos se están extendiendo más allá de las fronteras del Sahel central y están llegando a comunidades remotas con pocas infraestructuras y escasos recursos, donde los niños y las niñas ya tienen un acceso muy limitado a los servicios que necesitan para sobrevivir y recibir protección. La región que sufre esta situación es además una de las más afectadas por el cambio climático y la escasez de agua del mundo.

Esta crisis exige reforzar la respuesta humanitaria de inmediato, pero también requiere una inversión flexible y a largo plazo con vistas a lograr un desarrollo sostenible que contribuya a la consolidación de la paz dentro de estas comunidades, en especial para los niños y las niñas. Afrontar las causas subyacentes, fortalecer los servicios sociales y anticipar las crisis puede ayudar a los países a construir sociedades resilientes con una sólida cohesión social, donde los niños y las niñas puedan disfrutar de sus derechos y desarrollar todo su potencial.

Benín. Dos hermanos sentados al frente a su casa en Tanguieta, en el norte de Benin.

¿Qué está ocurriendo en el Sahel central?

Los niños y las niñas se encuentran atrapados en medio de los grupos armados, las operaciones de seguridad nacional y la violencia entre las comunidades, y se han convertido en un blanco directo para los grupos armados no estatales que operan en amplias zonas de la región. El año 2022 fue especialmente violento para los niños y niñas del Sahel central. Casi con total seguridad, fue el año más mortífero desde que estalló el conflicto armado en el norte de Malí hace más de una década.

En los primeros años de la crisis, los grupos armados centraban sus ofensivas en las infraestructuras y el personal de seguridad, y no solían atacar a los niños y a los civiles. Ahora, sus tácticas muestran que el objetivo real de muchos de esos grupos armados es infligir a las comunidades el máximo número de muertes y de sufrimiento. Además, las partes en conflicto se aprovechan de las rivalidades étnicas que enfrentan a las comunidades.

La inseguridad generalizada ha dado lugar a la aparición de grupos de autodefensa comunitarios, algunos de ellos apoyados por los gobiernos, y de otras milicias que consideran a los niños varones como adultos capaces de manejar armas. Para los grupos armados, esos grupos de autodefensa cuentan con el apoyo de sus comunidades, por lo que atacan sin distinción a los combatientes y a los civiles, lo que incluye a los niños y a las niñas.

¿A cuántas personas afecta esta crisis?

Diez millones de niños y niñas del Sahel central necesitan ayuda humanitaria. El conflicto armado ha obligado a cerca de 2,7 millones de personas a huir de sus tierras y a refugiarse en campamentos de desplazados o en comunidades de acogida vulnerables en los tres países. En Burkina Faso, en los primeros nueve meses de 2022 se registraron tres veces más muertes infantiles que en el mismo periodo de 2021, según datos de la ONU.

La inseguridad y los desplazamientos también se están extendiendo al otro lado de las fronteras del Sahel central, lo que pone en peligro a casi cuatro millones de niños y niñas en cuatro países costeros de África Occidental: Benin, Côte d’Ivoire, Ghana y Togo.

Una crisis marcada por los ataques contra las infraestructuras…

Burkina Faso. Una niña toma agua de un grifo en un parque infantil en Burkina Faso.

Una niña toma agua de un grifo en un parque infantil en Burkina Faso.

En Burkina Faso, los ataques incluyen el sabotaje de las redes de abastecimiento de agua (mediante cortes en el tendido eléctrico y destrucciones de generadores o cuadros eléctricos en las estaciones de bombeo que alimentan los sistemas urbanos de abastecimiento de agua) y la destrucción de las bombas manuales de agua y las instalaciones de almacenamiento. Las mujeres que se dirigen a los puntos de abastecimiento de agua sufren las amenazas de hombres armados que lanzan disparos de advertencia, y los puntos de agua están envenenados con combustible o cadáveres de animales.

…y contra la educación

Un niño escribe en una pizarra en Níger.

Algunos grupos armados se oponen a la educación que gestiona el Estado, por lo que queman y saquean las escuelas y amenazan, secuestran o asesinan a los maestros. En 2022, más de 8.300 escuelas habían cerrado en el Sahel central porque se habían convertido en un blanco directo de los ataques, porque sus maestros habían huido o porque los progenitores se habían visto obligados a desplazarse o estaban demasiado asustados para enviar a sus hijos a la escuela. En Burkina Faso, más de una de cada cinco escuelas han debido cerrar, y un 30% de las escuelas de la región de Tillaberi, en Níger, ya no funciona debido a la inseguridad.

Sin acceso a la educación, toda una generación de niños y niñas que vive en medio de los conflictos en África Occidental y Central crecerá sin las competencias necesarias para desarrollar plenamente su potencial, desempeñar el papel que les corresponde dentro de sus familias y comunidades y participar en el desarrollo de sus países y economías.

El cambio climático es el origen de numerosas crisis

Mujeres y niños recogen agua en Tougbo, en el norte de Costa de Marfil.

Mujeres y niños recogen agua en Tougbo, en el norte de Côte d’Ivoire.

El Sahel central es una de las regiones del planeta más afectadas por el cambio climático y la escasez de agua. Allí, con respecto a la media mundial, las temperaturas aumentan a una velocidad 1,5 veces mayor. Los niveles freáticos han descendido y es necesario perforar pozos hasta dos veces más profundos que hace una década. La contaminación por plástico, la urbanización creciente y la proliferación de superficies de asfalto y cemento impiden que el agua penetre en el suelo.

Al mismo tiempo, las lluvias se han vuelto más irregulares e intensas, lo que provoca inundaciones que reducen el rendimiento de los cultivos y contaminan las ya escasas reservas de agua. Estas condiciones dan lugar al agravamiento de enfermedades como la neumonía. El cambio climático arrebata a las familias sus medios de subsistencia, y en algunos casos también sus vidas.

Es hora de acabar con esta situación

Una niña saluda en un sitio para desplazados internos en Burkina Faso.

Una niña saluda en un sitio para desplazados internos en Burkina Faso.

UNICEF insta a los gobiernos del Sahel central y de los países costeros afectados, así como a los aliados técnicos y financieros, a centrarse en ampliar el acceso a los servicios y a la protección para avanzar hacia la paz y la seguridad. Sus medidas deben incluir el refuerzo de las capacidades de los trabajadores locales, que son los primeros en responder durante las crisis y los que tienen más posibilidades de llegar a los niños y niñas, incluso en las zonas de difícil acceso.

También es necesario prestar apoyo a los servicios comunitarios de nutrición, salud, protección de la infancia y agua, saneamiento e higiene, con acciones que incluyan la preparación para situaciones de emergencia y la capacitación. Asimismo, se debe mejorar la calidad y la disponibilidad de la educación, la formación y las oportunidades para generar ingresos, pues son esenciales para proteger a los adolescentes y evitar estrategias de adaptación y supervivencia nocivas, como la explotación sexual, el trabajo peligroso, el matrimonio infantil, la migración forzada y el reclutamiento en grupos armados.

La respuesta de UNICEF

Un niño entra a una escuela en Kaya, en la región norte central de Burkina Faso.

Un niño entra a una escuela en Kaya, en la región norte central de Burkina Faso.

UNICEF disfruta de una amplia presencia operativa en Burkina Faso, Malí y Níger, ya que cuenta con cerca de 600 empleados que trabajan en las tres oficinas nacionales y 12 suboficinas, algunas de ellas situadas en las zonas más inestables. El apoyo de UNICEF se centra en las siguientes prioridades:

  • Garantizar la continuidad de los servicios. En 2022, en colaboración con aliados locales, la oficina de UNICEF en Malí vacunó contra el sarampión a más de 385.000 niños y niñas, mientras que en Níger, UNICEF y sus asociados proporcionaron tratamientos vitales a más de 400.000 niños y niñas gravemente desnutridos. En Burkina Faso, UNICEF ofreció apoyo en materia de educación y preparación para la vida a más de 740.000 niños y niñas sin escolarizar a través de programas formales e informales, como la educación por radio.
  • Reforzar la protección de los niños y niñas afectados por el conflicto armado. Junto a sus aliados, UNICEF ofrece cuidados intensivos de varios meses a los niños liberados de los grupos armados o que han sufrido otras violaciones de sus derechos, además de apoyo para facilitar la reintegración en sus familias y comunidades. Además, a los niños y niñas separados y no acompañados se les reúne con sus familias o se les proporciona el cuidado alternativo adecuado.
  • Implicar a la juventud y dotarla de las competencias necesarias para mejorar su bienestar, aumentar sus posibilidades de empleo y construir la paz en sus comunidades. En Benin, por ejemplo, más de 4.700 adolescentes que viven en las zonas fronterizas del norte recibieron formación para intervenir como educadores entre iguales y ofrecer información fiable sobre el matrimonio infantil y los embarazos precoces, el acoso y los abusos sexuales, así como recursos sobre dónde buscar ayuda.
  • Distribuir suministros vitales en las zonas de difícil acceso. En 2022, por ejemplo, la oficina de UNICEF en Níger llevó suministros de emergencia a más de 60.000 personas desplazadas por la inseguridad o las inundaciones.

Puntos destacados

Los conflictos armados afectan cada vez más a los niños y niñas del Sahel central, y la intensificación de los enfrentamientos militares está poniendo sus vidas y su futuro en situación de máximo riesgo. A medida que las tácticas de los combatientes se vuelven más brutales,los niños se han convertido el blanco directo de los grupos armados no estatales que operan en una amplia franja de Malí y Burkina Faso y, cada vez con mayor frecuencia, en el Níger.

Autor
UNICEF
Fuente de la Información: https://www.unicef.org/es/informes/la-infancia-en-peligro-maximo-riesgo-en-el-sahel-central

 

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10 millones de niños y niñas se encuentran en riesgo extremo en el Sahel central mientras la inseguridad invade los países vecinos

Diez millones de niños y niñas de Burkina Faso, Malí y Níger —el doble que en 2020— necesitan desesperadamente ayuda humanitaria, debido en gran parte a la espiral de conflictos que afecta a esas zonas. Además, a medida que las hostilidades entre los grupos armados y las fuerzas de seguridad nacionales van traspasando fronteras, casi 4 millones de niños y niñas de los países vecinos se encuentran en situación de riesgo, según se desprende de una nueva edición de La Infancia en Peligro publicada hoy por UNICEF.

“Los conflictos armados afectan cada vez más a los niños y las niñas, que son víctimas de la intensificación de los enfrentamientos militares o se convierten en el blanco de los grupos armados no estatales”, ha afirmado Marie-Pierre Poirier, Directora Regional de UNICEF para África Occidental y Central. “El año 2022 ha sido especialmente violento para la infancia en el Sahel central. Todas las partes en conflicto deben detener urgentemente los ataques contra los niños y las niñas y contra sus escuelas, sus centros de salud y sus hogares”.

Según datos de las Naciones Unidas, en Burkina Faso se registraron tres veces más muertes infantiles durante los nueve primeros meses de 2022 que en el mismo periodo de 2021. La mayoría de los niños murió por heridas de bala durante ataques a sus aldeas o como consecuencia de las heridas provocadas por artefactos explosivos improvisados o restos explosivos de guerra.

El conflicto armado se ha vuelto cada vez más brutal. Algunos de los grupos armados que operan en una amplia franja de Malí y Burkina Faso y, cada vez con más frecuencia, en Níger, utilizan tácticas como el bloqueo de ciudades y aldeas y el sabotaje de las redes de abastecimiento de agua. Según previsiones recientes, más de 20.000 personas que viven en la zona fronteriza entre Burkina Faso, Malí y Níger sufrirán una inseguridad alimentaria de nivel catastrófico en junio de 2023.

Algunos grupos armados que se oponen a la educación administrada por el Estado queman y saquean sistemáticamente las escuelas, y amenazan, secuestran o matan a los maestros. En Burkina Faso, Malí y Níger, más de 8.300 centros educativos han cerrado sus puertas al convertirse en un objetivo directo de los ataques, o bien porque los maestros han huido o porque los progenitores han tenido que desplazarse o estaban demasiado asustados para enviar a sus hijos a la escuela. En Burkina Faso, más de una de cada cinco escuelas se ha visto obligada a cerrar y el 30% de los centros escolares de la región de Tillaberi, en Níger, ya no funcionan a causa del conflicto.

Las hostilidades se extienden desde el Sahel central hasta las regiones fronterizas septentrionales de Benin, Côte d’Ivoire, Ghana y Togo y llegan a comunidades aisladas con escasas infraestructuras y recursos, donde los niños y las niñas tienen ya de por sí un acceso muy limitado a los servicios esenciales y reciben escasa protección.

En 2022 se registraron al menos 172 incidentes violentos, incluidos ataques de grupos armados en las regiones fronterizas del norte de los cuatro países mencionados. Se considera que hasta el 16% de la población de Benin, el país más afectado, se encuentra ahora en peligro, según una red de vigilancia regional. En las regiones septentrionales de Benin y Togo, nueve escuelas habían cerrado o habían dejado de prestar servicios debido a la inseguridad a finales de 2022.

La crisis se produce en una de las regiones del planeta más afectadas por el cambio climático. Las temperaturas en el Sahel están aumentando 1,5 veces más rápido que la media mundial. Por su parte, las lluvias se han vuelto más irregulares e intensas y han provocado inundaciones que han reducido el rendimiento de los cultivos y han contaminado las ya escasas reservas de agua. En 2022, las peores inundaciones de los últimos años dañaron o destruyeron 38.000 hogares en Níger, país que ocupa el séptimo lugar del mundo en el Índice de Riesgo Climático para la Infancia de UNICEF.

La insuficiencia en la financiación de la respuesta a la crisis en el Sahel central continúa siendo crónica y muy grave. En 2022, UNICEF recibió solo una tercera parte de los 391 millones de dólares reclamados para el Sahel central. En 2023, UNICEF ha solicitado 473,8 millones de dólares para apoyar su respuesta humanitaria en la región y en los países costeros vecinos.

“La escala de la crisis en el Sahel central y, cada vez más, en los países costeros vecinos requiere urgentemente una respuesta humanitaria más contundente, así como una inversión flexible a largo plazo en servicios sociales esenciales resilientes que ayuden a consolidar la cohesión social, el desarrollo sostenible y un futuro mejor para los niños y las niñas”, ha declarado Marie-Pierre Poirier, Directora Regional de UNICEF para África Occidental y Central.

Para hacer frente a la creciente amenaza que pesa sobre la infancia en el Sahel central, UNICEF exige que se tomen las medidas siguientes:

  • Que los gobiernos del Sahel central y de los países costeros afectados, así como los asociados técnicos y financieros, aumenten significativamente las inversiones para ampliar el acceso a los servicios sociales esenciales y a la protección como vías clave para la paz y la seguridad. Este aumento debe centrarse en fortalecer los sistemas y las redes y apoyar a los trabajadores locales, que son los primeros en responder durante las crisis y en llegar sistemáticamente a los niños, especialmente en las zonas de difícil acceso.
  • Que todas las partes en conflicto cumplan con sus obligaciones morales y jurídicas básicas para con los niños, en virtud del derecho internacional humanitario y los derechos humanos. Esto incluye poner fin a los ataques contra los niños y las niñas y contra los servicios de los que dependen; respetar el espacio y el acceso humanitarios; aplicar protocolos específicos para el tratamiento de los niños afectados por los conflictos armados, y comprometerse sistemáticamente con las Naciones Unidas en planes de acción concretos para poner fin a las violaciones graves cometidas contra la infancia.

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Notas para los editores:

En 2022, UNICEF actuó en el Sahel central junto a sus aliados, llevando a cabo las siguientes intervenciones:

  • Proporcionó a casi 365.000 niños y niñas acceso a servicios de salud mental y apoyo psicosocial; dio acceso a 1,2 millones de niños y niñas a la educación formal y no formal, incluido el aprendizaje temprano; y vacunó a 1,1 millones de niños y niñas contra el sarampión.
  • Más de 446.000 niños y mujeres accedieron a servicios de atención primaria de salud en centros apoyados por UNICEF y 674.000 niños menores de cinco años recibieron tratamiento contra la emaciación grave. Asimismo, se suministró suficiente agua potable para beber y para uso doméstico a casi 820.000 personas.

En cinco países costeros limítrofes con el Sahel central, 7,1 millones de niños y niñas recibieron material escolar individual; se proporcionó agua, saneamiento y productos de higiene a 1,28 millones de personas y cerca de 1,9 millones de niños y mujeres tuvieron acceso a atención primaria de salud en centros apoyados por UNICEF.

Fuente: https://www.unicef.org/es/comunicados-prensa/10-millones-ninos-riesgo-extremo-en-sahel-central

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Hallan a las 50 mujeres secuestradas en Burkina Faso, según medios

Las 50 mujeres que fueron secuestradas por terroristas armados entre el jueves 12 de enero y el viernes 13 de enero en el departamento burkinés de Arbinda, en el norte del país, han sido encontradas, según ha podido saber la agencia de noticias AIB.

El gobernador de la región del Sahel, el coronel Rodolphe Sorgho, anunció en un comunicado fechado el 16 de enero que, desde su desaparición, las autoridades habían llevado a cabo una búsqueda para dar con las mujeres «sanas y salvas», recalcan los medios locales.

Un grupo de 41 mujeres fueron secuestradas cuando se dirigían al monte, a cuatro kilómetros de la ciudad, en busca de hojas y frutos comestibles. Un día más tarde, un segundo grupo, de quince mujeres, corrió la misma suerte en las mismas circunstancias.

Más tarde, se conoció que hubo un tercer grupo de mujeres secuestradas, elevando la cifra de personas en paradero desconocido a casi 80, según informó Radio France Internationale, aunque esta cifra no fue confirmada por las autoridades.

La Secretaría general de la ONU, presidida por António Guterres, condenó el martes el secuestro a la par que instó a las autoridades de Burkina Faso a no escatimar en esfuerzos para llevar a los responsables ante la justicia, según informó su portavoz, Farhan Haq, en un comunicado.

Asimismo, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk, también pidió en un comunicado el lunes la liberación de las mujeres burkinesas secuestradas en la provincia de Soum.

El departamento de Arbinda ha estado bajo bloqueo terrorista durante varias semanas, teniendo lugar de manera reiterada enfrentamientos entre las fuerzas del Ejecutivo de Burkina Faso y dichos grupos armados.

Fuente: https://www.notimerica.com/politica/noticia-burkina-faso-hallan-50-mujeres-secuestradas-burkina-faso-medios-20230120220502.html

 

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Burkina Faso: “Debemos salvar a los niños de la violencia y la depravación moral”

“Debemos salvar a los niños de la violencia y la depravación moral”

La cuestión relativa al segmento juvenil de la población es cada vez más preocupante en África Occidental. Niños soldados que han participado en disturbios y guerras civiles, niños explotados en plantaciones de cacao y algodón o que trabajan en sitios de búsqueda clandestina de oro, matrimonios forzados. En los últimos tiempos, por desgracia, el fenómeno de los niños yihadistas también se está agravando. El religioso misionero Donald Zagore, sacerdote de la Sociedad para las Misiones Africanas en Costa de Marfil, señalaba a la Agencia Fides que «Según la información proporcionada por el gobierno de Burkina Faso en la reciente masacre de Solhan, diócesis de Dori, la franja de edad de los niños implicados en el fenómeno está entre los 12 y los 14 años».

«Los niños deben ir a la escuela y no a otra parte. La situación es dramática para el futuro. Al mantener a estos pequeños en dinámicas de violencia y guerra, no sólo hipotecan sus vidas y su futuro, sino también el futuro de estos países. Los jóvenes representan el futuro. ¿Pero de qué futuro podemos hablar cuando lo que constituye la posteridad ya está siendo destruido? La utilización de niños en estos contextos de violencia y depravación moral es un crimen contra la humanidad. Un delito que hay que combatir con la máxima determinación».

Zagore insta a un sentido de responsabilidad por parte de todos ante esta dramática situación en África Occidental:

Las autoridades, los políticos, los religiosos, deben comprometerse en acciones comunes destinadas a defender y proteger los derechos de estas jóvenes víctimas. Hay que poner fin a la explotación infantil en todas sus formas. Trabajar para promover su dignidad en todos los ámbitos, religiosos y políticos, es un imperativo importante”.

DZ/AP

Fuente: Agencia Fides

Fuente de la Información: https://www.africafundacion.org/debemos-salvar-a-los-ninos-de-la-violencia-y-la-depravacion-moral

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Burkina Faso: Cuestiones relativas a la salud y la seguridad que deben resolverse antes de reabrir las escuelas

Burkina Faso/PrensaIE

Los sindicatos de la enseñanza de Burkina Faso exigen a las autoridades públicas que garanticen unas medidas de seguridad apropiadas para estudiantes y profesores antes de reabrir las escuelas el 11 de mayo. Los sindicatos admiten que la enseñanza a distancia no se está impartiendo de manera uniforme por todo el país y que no puede remplazar a la educación en las aulas.

En Burkina Faso, todas las escuelas y universidades (públicas y privadas) cerraron el 14 de marzo como respuesta al brote de la COVID-19 que comenzó el 9 de marzo.

Iniciativas de enseñanza y aprendizaje a distancia

La continuidad de la educación en los cursos que estaban preparando exámenes fue garantizada mediante medidas temporales de enseñanza y aprendizaje, en asignaturas como francés, matemáticas y filosofía, a través de dos canales de televisión privados. Sin embargo, los estudiantes de familias pobres y de zonas rurales no tuvieron acceso a este servicio.

Más adelante surgió una iniciativa gubernamental del Ministerio de Educación que proseguía con la enseñanza desde seis canales de televisión y se creó también una radio escolar con lecciones preparadas por los profesores. Sin embargo, los sindicatos de la educación han criticado enérgicamente que se les haya excluido del proceso.

Mientras tanto, los preparativos para retomar las clases siguen su curso; la fecha prevista para la reapertura es el 11 de mayo para las clases que preparan exámenes y el 24 de mayo para el resto de los cursos. El Ministerio de Educación también ha adoptado medidas para adquirir dos millones de mascarillas que serán gratuitas para los alumnos (dos para cada uno).

Cuestiones que resolver antes de la reapertura

Aunque los sindicatos, los padres y madres y el Gobierno están de acuerdo en que el aprendizaje a distancia nunca sustituirá a la enseñanza en las aulas, los sindicatos de la enseñanza, así como los padres y madres, tienen inquietudes para las que desean respuestas. Por ejemplo, han exigido al Gobierno que incorpore medidas de protección adecuadas antes de abrir las instalaciones. Algunas de las denuncias se refieren a la falta de acceso al agua corriente o al mantenimiento de la distancia de seguridad en las aulas. Las clases, por ejemplo, suelen estar abarrotadas, con cuatro o cinco alumnos por banco en primaria. Según madres, padres y sindicatos, estos problemas deben resolverse antes de que docentes y alumnos vuelvan a la escuela.

Suspensión de salarios y huelgas

Aunque se pretendía reabrir las escuelas el 28 de abril, finalmente se optó por aplazar la fecha a raíz de los desacuerdos entre el Gobierno y los sindicatos. El Gobierno había suspendido los salarios de 726 funcionarios, muchos de ellos profesores (miles de funcionarios también han sufrido recortes en sus salarios). Algunos de los profesores cuyos salarios fueron suspendidos estaban de baja por maternidad o por enfermedad.
Esta controversia tuvo lugar tras una huelga de funcionarios en febrero y a principios de marzo como consecuencia de la decisión gubernamental de aplicar un nuevo impuesto sobre sus prestaciones (como el subsidio de la vivienda). Cuatro de los cinco afiliados nacionales de la Internacional de la Educación (F-SYNTER, SNEA-B, SNESS y SYNATEB) participaron en la huelga. Finalmente, el ministro de Educación anunció que se pagarían los salarios suspendidos.

Por otra parte, se han revisado las trayectorias laborales de 78 000 docentes, según el convenio alcanzado en 2019, y se prevén subidas de salarios y otros beneficios por valor de 40 000 millones de USD.

Sin embargo, en el sector privado los docentes y el personal de apoyo educativo no han percibido sus sueldos como consecuencia del cierre y el Gobierno no ha tomado medidas para que puedan cubrir sus necesidades básicas y las de sus familias.

Zonas de conflicto

Los sindicatos de la educación también han señalado que la población del norte y el este de Burkina Faso ha sido víctima de ataques frecuentes y mortales de grupos terroristas, lo que ha provocado el cierre de escuelas en esas zonas. Ahora hay más de 700 000 personas desplazadas y se han construido escuelas alternativas con el apoyo económico de ONG y donantes en los lugares donde se refugia esta población.

Se puede consultar la guía de la IE para la reapertura de escuelas e instituciones educativas aquí.

Fuente:https://www.ei-ie.org/spa/detail/16770/burkina-faso-cuestiones-relativas-a-la-salud-y-la-seguridad-que-deben-resolverse-antes-de-reabrir-las-escuelas
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8 millones de niños son obligados a abandonar su educación por la violencia en África occidental

8 millones de niños son obligados a abandonar su educación por la violencia en África occidental

8 millones de niños son obligados a abandonar su educación debido a la violencia en África occidental Un informe de UNICEF calcula que más de 8 millones de niños en edad escolar en África occidental han sido obligados a abandonar la escuela debido a la violencia extrema.

Burkina Faso, Malí y Níger se encuentran entre las naciones más afectadas con casi 1 millón de personas desplazadas, y más de la mitad de las que provienen de Burkina Faso.

Ver más en video.

 

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Un futuro digital para Burkina Faso

África/Burkina Faso/03 Enero 2020/El país

‘OuagaLab’ lleva ocho años fabricando prototipos tecnológicos y dando alas a la imaginación de jóvenes autodidactas, en la capital de un país en el que más de la mitad de la población tiene menos de 30 años

“Con una impresora 3D podemos hacer infinitas impresoras 3D”, dice riendo Gildas Guiella, el fundador de primer FabLab —laboratorio de fabricación digital— en África Occidental. La primera impresora de OuagaLab en Uagadugú, Burkina Faso, fue una donación anónima y, a partir de entonces, el entusiasmo de los jóvenes del laboratorio digital hizo el resto. “Ahora, simplemente, compramos algunos componentes e imprimimos los demás, y entonces ensamblamos nuevas impresoras 3D; ya contamos con unas nueve y, con ellas, proveemos de prótesis a la industria biomédica y construimos prototipos de máquinas bajo pedido. Hemos llegado a hacer una mano ortopédica”, cuenta Guiella, a su paso por Madrid, donde participó del taller Grigri Pixel en torno a la hospitalidad.

Gildas, que estudió ingeniería electrónica e informática, empezó a ilusionarse con un laboratorio participativo cuando todavía estaba en la universidad y asistió a un evento de InnovAfrica. En aquel encuentro se habló de los FabLabs y el concepto se materializó en máquinas que, enseguida, él y algunos compañeros comenzaron a montar. De ahí que, en 2011, Guiella reuniera a otros amigos y conocidos para esparcir la idea de que no solo estaba en sus manos discutir sobre su destino sino también construir cosas que ayudaran a hacer realidad cualquier idea. Ahora tiene 35 años y es el mayor del equipo que lleva adelante el laboratorio OuagaLab, compuesto por unos siete integrantes, de los que el menor tiene 19 años.

De aquellos días inspiradores salió también la convicción de que tenían que crear “un modelo de laboratorio que fuera posible de sostener” en su contexto y para afrontar su “problemática específica”. Porque si algo no elude Guiella es el hecho de saber que vive y trabaja en un país con escasa escolarización, situado entre los últimos del mundo en desarrollo humano y, al mismo tiempo, con el 60% de la población de menos de 30 años: “Empezamos por formar gente en electrónica, cartografía y programas informáticos de código abierto, dándoles herramientas con las que los chicos podrían trabajar en el futuro, en el ámbito digital. Y entonces se creó una comunidad en torno a ese aprendizaje, una comunidad ética con las mujeres y donde no importaba la formación académica de cada uno, sino sus ganas y su compromiso”.

Con el componente humano predispuesto, OuagaLab necesitó un espacio físico en el que funcionar y convocar a nuevos participantes. Así, arrancaron con un terreno cedido por la familia Guiella y pudieron construir los tres edificios con los que cuentan hoy en la capital de Burkina Faso, gracias a una acción de crowdfunding, en 2013, en la que consiguieron algo más de siete mil euros para levantar las primeras paredes con sus propias manos. Entonces, el OuagaLab tuvo su primera sede: “Un FabLab, más allá de la definición clásica, es para mí un espacio que da esperanza y competencias, sobre todo, de vida comunitaria, que trae consigo transformación intelectual y social. Un laboratorio de fabricación no son las máquinas, sino las personas de esa comunidad. Ponemos el acento en el trabajo colaborativo y en el do it yourself, pero para dar soluciones adaptadas a nuestro contexto”, según la definición de su fundador.

Quizá sea cierto que las máquinas son la excusa por la cual se acerca la gente a hacer cosas con otra gente. Hoy, los que encabezan la asociación son cinco varones y dos chicas, de los cuales tres no han ido a la universidad: Son gente apasionada que aprende de manera autodidacta. Por ejemplo, el principal artífice de los ensayos en impresión 3D es un chico que no terminó el bachillerato: “Lo principal es el interés. Hay jóvenes que no saben leer porque nunca ha ido a la escuela y utilizan internet porque han desarrollado la imaginación y diferentes capacidades para retener la información a su manera”.

¿Cuáles son esas otras particularidades de Burkina Faso a las que se refiere el inventor? “Por ejemplo, en el ámbito educativo, ningún maestro o profesor puede mandar a sus alumnos a buscar información en Internet, porque eso sería un castigo: la conexión a Internet es carísima con respecto a los ingresos medios de la población. Tener datos puede costar unos 17 euros por mes, frente a un salario básico que apenas alcanza los 50 euros mensuales. Tampoco hay Red en las casas ni en la calle. Solo las empresas tienen acceso a un router. Y en la universidad, sí hay conexión WiFi, pero es tanta la cantidad de gente intentando conectarse que el sistema colapsa”, explica Gildas.

Frente a este panorama, la respuesta del OuagaLab fue desarrollar una caja educativa para los estudiantes, provista de una tarjeta electrónica y una antena WiFi, y que contiene contenidos pedagógicos de todos los niveles que han sido cargados en el laboratorio. Los usuarios pueden, así, conectarse a esos dispositivos para, a su vez, descargar la información allí disponible.

Estos jóvenes innovadores financian sus propios proyectos a través de la provisión de soluciones tecnológicas para el tercer sector (organizaciones que trabajan en servicios, como la educación o la agricultura, entre otros). Por un lado, elaboran sus propios planes y, por otro, facturan servicios como la fabricación y los ensayos de un secador a energía solar, o el desarrollo de una aplicación para que los apicultores comercialicen la miel. “Somos un espacio de innovación y de intermediación”, recalca el fundador.

Otras posibilidades de financiación son los proyectos conjuntos con Naciones Unidas en materia de agricultura, reciclaje, energía o salud, o el patrocinio con los fondos de la francofonía, que aporta el estado francés. “Nosotros elegimos”, advierte Guiella. Y así, eligiendo bien, han llegado a consolidar tres espacios: un edificio de coworking, una incubadora de empresas y el FabLab, que es un espacio abierto a los jóvenes y en el que se factura a las empresas externas que quieran desarrollar allí sus prototipos tecnológicos. El objetivo ahora es la autonomía financiera.

Gildas, que ha acompañado también el nacimiento de otros FabLabs en Mali, Togo, Benín, Níger, Costa de Marfil y Chad, se prepara para un encuentro conjunto de laboratorios de fabricación del continente, en noviembre, en Benín. Su lema es no perder la esperanza, esa que nota que escasea entre los migrantes africanos que llevan tiempo dando vueltas por Europa. “Yo les confirmo que las cosas se mueven y que hay mucho por hacer allí, en casa, pero no les digo que vuelvan, porque puede que a ellos les resultaría muy difícil volver a enraizarse. Lo que sí hay que hacer es recuperar la esperanza, donde quiera que uno viva”.

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/12/12/planeta_futuro/1576163731_151450.html

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