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UNICEF: La Infancia en Peligro: Máximo riesgo en el Sahel central

La Infancia en Peligro: Máximo riesgo en el Sahel central

Millones de niños y niñas necesitan ayuda humanitaria en medio de un conflicto armado cada vez más intenso y una crisis climática extrema

El Sahel lleva mucho tiempo siendo una de las regiones más vulnerables de África, pero los conflictos armados y la intensificación de los enfrentamientos militares se han convertido en una importante amenaza para las vidas y los medios de subsistencia de los niños y niñas del Sahel central, además de impedir su acceso a los servicios y suponer un grave peligro para su futuro.

En medio de una espiral de violencia encarnizada, los grupos armados no estatales que operan en amplios sectores de Malí y Burkina Faso, y cada vez más en Níger, han convertido a los niños y niñas en un blanco directo. Cientos de niños han sido secuestrados en los tres países, muchos de ellos niñas.

Desde 2021, los grupos armados no estatales han destruido las reservas de alimentos de una de las regiones más afectadas por el hambre y la malnutrición del planeta. Algunos grupos armados se oponen a la educación que gestiona el Estado, por lo que queman y saquean las escuelas, y amenazan, secuestran o asesinan a los maestros. En ese contexto, las operaciones de seguridad nacional contra los grupos armados han conllevado un gran número de muertes, lesiones y detenciones de niños y niñas, así como graves daños a muchas escuelas y hospitales en los tres países.

La inseguridad y los desplazamientos se están extendiendo más allá de las fronteras del Sahel central y están llegando a comunidades remotas con pocas infraestructuras y escasos recursos, donde los niños y las niñas ya tienen un acceso muy limitado a los servicios que necesitan para sobrevivir y recibir protección. La región que sufre esta situación es además una de las más afectadas por el cambio climático y la escasez de agua del mundo.

Esta crisis exige reforzar la respuesta humanitaria de inmediato, pero también requiere una inversión flexible y a largo plazo con vistas a lograr un desarrollo sostenible que contribuya a la consolidación de la paz dentro de estas comunidades, en especial para los niños y las niñas. Afrontar las causas subyacentes, fortalecer los servicios sociales y anticipar las crisis puede ayudar a los países a construir sociedades resilientes con una sólida cohesión social, donde los niños y las niñas puedan disfrutar de sus derechos y desarrollar todo su potencial.

La inseguridad y los desplazamientos se están extendiendo más allá de las fronteras del Sahel central y están llegando a comunidades remotas con pocas infraestructuras y escasos recursos, donde los niños y las niñas ya tienen un acceso muy limitado a los servicios que necesitan para sobrevivir y recibir protección. La región que sufre esta situación es además una de las más afectadas por el cambio climático y la escasez de agua del mundo.

Esta crisis exige reforzar la respuesta humanitaria de inmediato, pero también requiere una inversión flexible y a largo plazo con vistas a lograr un desarrollo sostenible que contribuya a la consolidación de la paz dentro de estas comunidades, en especial para los niños y las niñas. Afrontar las causas subyacentes, fortalecer los servicios sociales y anticipar las crisis puede ayudar a los países a construir sociedades resilientes con una sólida cohesión social, donde los niños y las niñas puedan disfrutar de sus derechos y desarrollar todo su potencial.

Panorama de la crisis

Benín. Dos hermanos sentados al frente a su casa en Tanguieta, en el norte de Benin.

¿Qué está ocurriendo en el Sahel central?

Los niños y las niñas se encuentran atrapados en medio de los grupos armados, las operaciones de seguridad nacional y la violencia entre las comunidades, y se han convertido en un blanco directo para los grupos armados no estatales que operan en amplias zonas de la región. El año 2022 fue especialmente violento para los niños y niñas del Sahel central. Casi con total seguridad, fue el año más mortífero desde que estalló el conflicto armado en el norte de Malí hace más de una década.

En los primeros años de la crisis, los grupos armados centraban sus ofensivas en las infraestructuras y el personal de seguridad, y no solían atacar a los niños y a los civiles. Ahora, sus tácticas muestran que el objetivo real de muchos de esos grupos armados es infligir a las comunidades el máximo número de muertes y de sufrimiento. Además, las partes en conflicto se aprovechan de las rivalidades étnicas que enfrentan a las comunidades.

 

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El patriarcado, la violencia y la tradición marcan la vida de miles de niñas en Mali

Mali es un país muy joven. Con una población de unas 25 millones de personas de las que, aproximadamente la mitad son menores de edad, según los datos oficiales. La edad media es, de hecho, 16 años.

En las calles de Bamako se ven cientos, miles de niños y chicos jóvenes. También, aunque mucho menos, niñas y chicas. Las más de las veces, trabajan en algún puesto de verduras y frutas a pie de calle. Otras, si coincide con la hora de salida de los colegios, también se las ve caminar en pequeños grupos.

Son una gran minoría, estas últimas. Según los datos que maneja el Gobierno maliense, las tasas de escolarización de las niñas y jóvenes son bajas. Hay importantes diferencias muy importantes por regiones, desde luego, pero siempre son ellas las que se llevan la peor parte.

Hace algo más de 10 años, la Unión Africana puso en marcha una misión específica para Mali y el Sahel (una franja de países que empieza en Senegal, en la cosa occidental, y atraviesa prácticamente todo el continente hacia el este). La misión pretendía dar apoyo a Mali en cuestiones de seguridad, educación, salud, derechos humanos, en un momento en el que estalló el conflicto que de nuevo ha vuelto a encenderse entre el gobierno y los grupos separatistas del norte.

La misión, persé, duró poco, hasta la llegada de la que en su momento realizó Naciones Unidas, bajo el nombre de Minusma y que en las próximas semanas verá completamente expirado su mandato, tras las tensiones entre la organización y el Gobierno de transición, en el poder desde 2020.

Fatoumata Traoré en su despacho de la Unión Africana en Bamako (Mali) | Foto: PGA

Fatoumata Traoré es experta en género dentro de la misión de la Unión Africana. Nos recibe, a este periodista y su intérprete, en su despacho del barrio de ACI 2000, uno de los más importantes y ricos de la ciudad.

Traoré habla calmadamente, sin aspavientos, de una realidad muy complicada. La de las vida de las niñas y las jóvenes en Mali, un país marcadamente musulmán, que admite la poligamia (aunque no está especialmente extendida), que cuyas leyes mandatan la educación obligatoria sin distinción de género, no ha conseguido trasladar este deseo a la realidad.

“Las estadísticas no son uniformes en Mali”, asegura Traoré, “pero lo que es seguro es que que el nivel de escolarización es muy bajo”. La experta asegura que se han hecho muchos esfuerzos “para enviar a los niños a la escuela, y hemos implementado políticas para permitir que las niñas puedan tener acceso a la escuela”. Pero, admite, “hay muchas niñas que no van a la escuela o que no se mantienen”.

Existen muchas dificultades en Mali. Es uno de los países en la cola en el índice de desarrollo humano que elabora la ONU. Lleva más de una década luchando con grupos armados tuaregs que buscan la independencia del norte y, además, tienen sendos grupos, uno cercano al ISIS y el otro a Al Qaeda pugnando por el control de amplias zonas del país.

Hace pocas semanas, el líder de la junta militar que gobierna desde hace cuatro años, unió fueras con Burkina Faso y Níger (ambos con gobiernos militares golpistas también) para anunciar su salida de la Cedeao, una organización supranacional que mantiene apertura de fronteras para personas y mercancías y una moneda común para todos aquellos que pertenecen a ella.

La situación de las infraestructuras no es buena, como explica Traoré, que señala la falta de agua o electricidad en muchos establecimientos escolares. Amén de unas ratios que pueden estar por encima de las 40 niñas y niños por aula.

A esto se suma una cultura patriarcal que ve en las niñas una persona de segunda. “La niña es considerada como una persona que debe estar preparada para el matrimonio”, explica la experta de la Unión Africana. Esto quiere decir que será más importante, llegados a cierto punto, que la niña sepa y pueda realizar las tareas del hogar antes que continuar con su escolarización.

De hecho, explica la experta que el 53 % de las mujeres se casan antes de los 18 años y el 18 % antes incluso de los 15. “El matrimonio precoz es algo que está muy encerrado en la tradición, pero cuando miras bien los números, verás que hay una tendencia a que la situación mejore un poco, muy lentamente”, explica.

“La vida doméstica marca la escolarización de las niñas, obligando a altas tasas de absentismo para que atiendan a los trabajos de cuidados o de sostenimiento de la vida familiar”, comenta Traoré.

Además, igual que los niños, en muchas ocasiones, son enviados a escuelas coránicas que hacen las veces de internados en los que, muchas veces, serán maltratados y utilizados para mendigar; las niñas acaban casadas como una forma de liberar la economía familiar del sustento de una boca más.

Como comenta Fatoumata Traoré, el hecho de que las niñas vayan a la escuela durante más tiempo, retrasará el objetivo primordial que es el matrimonio. De hecho, sostiene, culturalmente se cree que si están demasiado tiempo en la escuela “rehúsan casarse, habrá demasiados conflictos y, finalmente, quedarán solteras”.

Y es en la educación de las niñas y las mujeres en donde muchas oenegés que operan en Mali ponen el foco. “Creo que las ONG hacen mucho en el área de la educación de las niñas, sobre todo en la alfabetización de las mujeres”. También señala proyectos que intentan empoderar a niñas y jóvenes para ir a la escuela el mayor tiempo posible. “Pero yo diría que hasta ahora el gran problema es que no hemos gestionado esta situación de manera holística. Siempre son pequeños proyectos que cubren las necesidades de algunas personas y, después, cuando el dinero termina, todo se para”, explica.

Estas situaciones hacen que “los proyectos no respondan a las necesidades de las mujeres en materia de escolarización o alfabetización. Eso es un gran problema” de trabajar, comenta Traoré, con ONG.

Para la experta, la respuesta holística debería venir del Gobierno. Y si no puede por falta de recursos, “al menos, coordinara las acciones de las ONG de manera que lo que hacen estas no sea una repetición de lo que se ha hecho ya”. El hecho de que no haya una cierta coordinación por parte del gobierno, además, supone que no se piense cómo dar continuidad a un proyecto de una organización que se ha terminado.

“Yo felicito a las ONG, pero en realidad no se hace suficiente esfuerzo por tener en cuenta las necesidades específicas de las mujeres y las niñas en materia de educación. Y también creo que el Estado tiene un gran papel que jugar, no solo en la planificación de las acciones relacionadas con la educación en todo el territorio nacional, sino también en función de las ONG que quieran actuar en ese sentido, orientándolas hacia las zonas en las que existe más necesidad”.

La violencia contra las niñas

La violencia contra la infancia en general es otro problema importante. Y lo es muy particularmente en el caso de las niñas, atacadas sexualmente en muchos ámbitos alrededor de la escuela.

Traoré explica que las niñas sufren violencia “en el camino de la escuela, en la escuela y, a menudo, en su propia casa”. A esto se une la violencia sexual que pueden sufrir y que, comenta la experta “cuando se denuncia, se banaliza”. “Muchas veces estas situaciones acaban en el abandono de la educación porque la propia niña no quiere correr el riesgo”.

Los casos de violencia sexual, además, pueden acabar con el embarazo de una niña, de una adolescente. Hasta hace 20 años, en Mali se repudiaba a las víctimas en esta situación, se las expulsaba de los centros educativos. Traoré asegura que hoy por hoy esto no pasa. “Pero no hay consecuencias para quien cometió la agresión”, dice. De hecho, ellas reciben burlas, el estigma. Será la que afronte un embarazo en solitario después de que la acusen de ser “fácil”.

“Y a esta situación se suma una muy dramática. A menudo, son los propios maestros los que hacen atacan sexualmente a las niñas”. Traoré asegura que una investigación del Banco Africano de Desarrollo calculaba que el 16 % de los embarazos precoces de estas niñas eran causados por los docentes.

Traoré explica el caso de un maestro en la región al este de Bamako, Kaye, en donde un maestro fue señalado y acusado de haber agredido sexualmente a chicas de entre 13 y 15 años en su casa. Las llevaba allí después de la escuela con la excusa de dar clases de repaso, “pero en realidad las obligaba a tener relaciones sexuales”. “Cuando lo denunciamos, cambiaron al maestro de pueblo, pero no hubo ninguna sanción. Solo lo cambiaron, con el riesgo de que siguiera haciendo lo mismo”.

© UNICEF/UN0332614/Rose

Población desplazada

Más de una década de conflictos, amén de los grupos islamistas que hostigan a la población, han provocado que haya una gran cantidad de población desplazada interna dentro de Mali. Este país de África Occidental es, además, parte de la ruta migrante que va hacia Mauritania y Canarias, o hacia Níger y la ruta por Libia y Argelia.

Los desplazamientos forzosos de población suponen, según cuenta Traoré, que haya muchas escuelas que son utilizadas como campamentos improvisados. La situación de muchas de estas familias es desesperada. Han de abandonar todo lo que tienen para marchar a un futuro incierto.

Esto acaba pasando factura y poniendo a las niñas y jóvenes en situaciones de muchísima vulnerabilidad. Hasta el punto de que en ocasiones son obligadas a prostituirse para conseguir el sustento propio y de sus familias.

Los campos de refugiados tampoco son el mejor escenario. “Las condiciones en las que se encuentran las familias… explica Traoré, sin acceso a ninguno de los derechos sociales básicos”. O a electricidad, agua o educación.

Según diferentes organismos, la mayor parte de las personas desplazadas son mujeres y niñas y niños. Y cuando llegan a los campos, no tienen asegurada la escolarización en ellos. “Los padres, si no están alfabetizados”, no se preocuparán porque sus hijas lo estén. A esto se suma lo dicho anteriormente: “Si la mamá no tiene los medios, la niña tal vez pueda ir a trabajar, pero si no encuentra trabajo, ¿qué pasa? Será prostituida”, zanja la experta.

Para Traoré se trata de una situación “dramática” que, en general, se suele banalizar en todos los foros en donde habla de la violencia contra niñas y mujeres. “Para una mujer, para una niña de 13 a 15 años, en el momento en que tiene que aprender, que entender el mundo, es en ese momento en el que tienes que luchar para alimentarte y alimentar a tu familia”, denuncia.

Mutilación genital

“Las estadísticas nacionales aseguran que estamos en un 98 % de mujeres de 15 a 49 nueve años y un 63 % de niñas de 0 a 14” que han sufrido una ablación. Aunque tímidamente, las cifras parecen estar mejorando, según cuenta Traoré.

La mutilación es una actividad que se desarrolla en la intimidad de cada hogar. Una tradición que, a pesar de los intentos de estudio, no está claro dónde hunde sus raíces. Que en Mali, según Unicef, se practica en casi todos los hogares, da igual su tradición religiosa. Aunque sí importa, por ejemplo, el nivel educativo de la familia: cuanto mayor, menor incidencia de la ablación.

Solo hay una diferencia importante en las cifras. Se trata de las regiones del norte: Tombuctú, Gao y Kidal, en donde hace décadas que esta práctica se perdió después de que tras una ceremonia comunitaria fallecieran por diferentes motivos casi 200 niñas.

Entre los motivos: desde la purificación de las mujeres, disminuir su placer sexual o para que se mantenga virgen hasta el matrimonio. Según la experiencia de Traoré, “la mayoría te dicen que ‘mi madre me lo hizo y yo también lo voy a hacer con mi hija. Es la cultura, no quiero dejarme llevar por ideas externas’.”.

“Si tengo que hacer mi propio análisis, asegura, me digo que todo esto se hace por culpa de las desigualdades de género. Porque es como si la vida de una niña no fuera importante”. Y se hace la pregunta del millón: “Si fueran los chicos quienes murieran todo el tiempo, ¿no pararían de hacer mutilaciones?”.

Casa 6 de febrero se conmemora el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina. “Hacemos muchas campañas, intentamos sensibilizar, pero es muy difícil. Es sólo a partir de nuestra generación que algunos han decidido empezar a reaccionar. Hacer un cambio”, explica esta experta.

Y es complicado porque tampoco desde la educación se consigue una incidencia directa y, sobre todo, rápida, cuando las mutilaciones se realizan en los primeros compases de vida de las niñas y son generalmente los hombres de la casa quienes toman la decisión última de realizar la intervención. Pero, concede Traoré: ” Lo que podemos decir con respecto a eso, es que la mayoría de las mujeres que hoy en día han decidido no realizar la mutilación a sus niñas, es porque tienen un cierto nivel de conocimiento”.

“No hay una familia que, generación tras generación, haya realizado la mutilación a todas las niñas y que no haya entre ellas alguna muerta”, asegura esta experta que, dice, “raras son las familias que no han perdido una niña por ello. Raro. Si no has perdido a tu tía, has perdido a tu hermana”.

Poco tiempo antes de mantener esta entrevista con Fatoumata Traoré había participado como experta en un foro organizado por el Gobierno para hablar sobre la educación en el país. Ella, se centró en las situaciones de violencia que viven niñas (particularmente) y niños en la escuela. “He tenido mucha dificultad para transmitir la idea de que hay violencia en las escuelas. Se banaliza, se dice que no es posible, que no es tan grave como digo”.

Concienciar a una sociedad patriarcal y conservadora de la necesidad de mejorar el nivel educativo de las niñas y las jóvenes porque eso incidirá en el bienestar de toda la nación, es uno de los retos más importantes que puede plantearse el actual gobierno (y los futuros) a la hora de pensar en la educación. A partir de ahí, construir infraestructuras, dotarlas de recursos materiales y personales, con docentes con una buena formación, tanto pedagógica como de respecto a la infancia, y asegurar el acceso a bienes básicos como la sanidad, el agua o la electricidad.

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Mali: La inestabilidad está diezmando el patrimonio cultural de Malí

La inestabilidad está diezmando el patrimonio cultural de Malí

El comercio ilegal de piezas de arte está causando una pérdida catastrófica para Malí sin que se haya producido un solo enjuiciamiento por esta causa.

Malí es un país rico en patrimonio y piezas de arte culturales. Estatuillas de terracota y bronce, cuentas antiguas, manuscritos medievales y otros objetos arqueológicos de Djenné, Mopti y las áreas circundantes en el centro de Malí testimonian esta rica historia.

Sin embargo, según estiman los arqueólogos, el 90 % de lugares en Malí han sido saqueados y el comercio ilegal de piezas está muy extendido. «El valor subjetivo del arte hace que sea difícil decir cuánto vale todo«, informa Julia Stanyard, analista en la Global Initiave Against Transnational Organized Crime.

En julio de 2020, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) advirtió a los amantes del arte en países de mercado sobre una estafa de falsa certificación que involucra el comercio ilegal de antigüedades africanas. El fraude, valorado en un millón de euros, implicó la venta de piezas, incluidas las terracotas de Djenné, con falsos certificados que parecían estar autorizados por la UNESCO.

Esta estafa indica una organizada manera de saqueo y comercio de bienes culturales. Pero a pesar de la constante y catastrófica pérdida del patrimonio cultural colectivo del pueblo de Malí, existe poca información sobre este comercio ilícito.

El crimen organizado, el terrorismo y el crimen internacional son una impía trinidad de delitos que tienen lugar en Malí. El comercio ilegal de piezas de arte se lleva a cabo en un contexto de grave inseguridad en la región y en el propio Malí. Desde el estallido del conflicto en el país en 2012, las rutas de contrabando favorecen sus espacios no gobernados, con bienes, incluidas obras de arte culturales saqueadas, que transitan a través de Marruecos y Argelia hacia Europa y más allá.

Existe una cada vez mayor colaboración entre las redes del crimen organizado y los grupos extremistas violentos en Malí. Ambos se aprovechan de las tácticas y operaciones del otro así como del conflicto aumentando la inseguridad y oportunidades para la actividad delictiva en la región.

Investigar este robo generalizado es complejo. Cada tipo de artefacto tiene una ruta de tráfico y un mercado diferente, lo que requiere una estrategia diferente para identificar al perpetrador y abordar la cadena criminal involucrada en el contrabando y el comercio de esa pieza de arte. El Museo Nacional de Malí, la Diréction Nationale du Patrimoine Culturel (Dirección Nacional de Patrimonio Cultural) y los organismos encargados de hacer cumplir la ley son los más indicados para hacerlo. Estas organizaciones tienen el mandato legal de proteger los lugares arqueológicos, pero la inseguridad y su limitada capacidad han paralizado su trabajo. Es casi imposible que los funcionarios accedan a los sitios y la falta de financiación para crear conciencia en las comunidades locales obstaculiza sus mandatos de protección. Sería también casi imposible arrestar a los comerciantes ilegales de obras de arte culturales en Malí sin tener en cuenta otros delitos complejos.

La colaboración con los organismos encargados de hacer cumplir la ley proporcionada por los socios para el desarrollo, incluida la Organización Mundial de Aduanas y la UNESCO, han sido de gran ayuda. También se han establecido redes informales de autoridades culturales en África Occidental para identificar piezas de arte y distinguir antigüedades genuinas de baratijas en países de tránsito.

Una mayor presión del sistema judicial debería estar en el centro de una respuesta más amplia y completa. Sin embargo, si bien cualquier sistema de justicia penal que se enfrente a las complejidades de Malí tendría dificultades para investigar y enjuiciar esos casos, no ha habido en Malí un solo enjuiciamiento relacionado con el comercio ilegal de bienes culturales. Para los delincuentes involucrados en este negocio ilícito, esto significa un nivel de riesgo muy bajo y unas recompensas muy altas.

Cuatro problemas principales impiden que Malí ponga freno al comercio ilegal de piezas de arte culturales. En primer lugar, en una industria multimillonaria hay pocos elementos disuasorios para posibles delincuentes. La legislación nacionaliza los artefactos arqueológicos excavados, prohíbe las excavaciones realizadas por particulares y tipifica como delito el robo o la apropiación indebida de bienes culturales. Y aunque Malí ha incorporado la Convención sobre el Tráfico Ilícito de 1970 en su legislación nacional, los delitos solo conllevan sanciones administrativas.

En segundo lugar, hay poca claridad sobre lo que se considera patrimonio y piezas de arte culturales. Esto se aplica no solo a Malí, sino a toda la región de África Occidental. Las bases de datos, como la Base de Datos de Obras de Arte Robadas de INTERPOL, ayudan a identificar antigüedades, pero los conjuntos de datos de artefactos de África occidental están incompletos.

Una información completa y accesible permitiría a las autoridades, como los funcionarios de seguridad fronteriza, identificar piezas genuinas de arte. Este es un primer paso esencial para detener el flujo de antigüedades robadas del país. Sin embargo, la dificultad del acceso a los datos y su intercambio hacen complicada la información entre las diferentes agencias en el contexto actual.

El tercer problema es que el marco legislativo de Malí está aislado. Delincuencia organizada, delincuencia internacional y leyes contra el terrorismo rara vez se comunican entre sí. Como resultado, las respuestas de la justicia penal no logran desde el principio establecer vínculos entre los actores y su modus operandi.

Cuarto, el sistema judicial de Malí es relativamente débil. Pocas investigaciones efectivas dan como resultado exitosos enjuiciamientos por complejos delitos. Un indicador clave es que el gobierno de Malí remitió su propia situación a la Corte Penal Internacional en 2012. Esto condujo a la condena de Ahmad Al Faqi Al Mahdi por el crimen de guerra de la destrucción de lugares culturales y religiosos en Malí.

Para detener el tráfico ilícito del patrimonio cultural en Malí deben abordarse los problemas anteriormente mencionados. Dado que la atención de los medios se centra en las piezas de arte robadas del país, es el momento adecuado para crear conciencia sobre el problema en los países de destino y ejercer presión pública. Si se pierde esta oportunidad, se perderá también el resto del patrimonio único de Malí, una pérdida irrecuperable que puede ser imposible de restaurar.

Allan Ngari

Fuente: Institute for security Studies (ISS)

* Este artículo fue publicado por primera vez por el proyecto ENACT. ENACT está financiado por la Unión Europea (UE). El contenido de este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y en ningún caso puede considerarse que refleja la posición de la UE.

[Fundación Sur]

Fuente de la Información: https://www.africafundacion.org/la-inestabilidad-esta-diezmando-el-patrimonio-cultural-de-mali

 

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Malawi lleva a África más cerca del uso completo de drones

Redacción: Allafrica

la apertura de la primera academia de este tipo en África, que comenzó a operar en Malawi, es un paso importante hacia el uso de drones en programas y servicios que impactarán las vidas de niños y jóvenes.

La histórica Academia Africana de Drones y Datos (ADDA) abrió en la capital, Lilongwe, esta semana.

Se basa en el trabajo del primer corredor humanitario de África lanzado en el país del sur de África en 2017.

La academia desarrollará experiencia en el uso de drones con fines humanitarios, de desarrollo y comerciales en todo el continente a través de un curso de 12 semanas.

Planea capacitar a unos 150 estudiantes para construir y pilotar aviones no tripulados para 2021. La financiación de los socios de UNICEF proporcionará matrícula gratuita a la primera cohorte de 26 estudiantes de toda África.

Henrietta Fore, directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), dijo que ADDA sería fundamental para equipar a los jóvenes con las habilidades que necesitaban para utilizar la tecnología en beneficio de los niños y sus comunidades.

«La ejecución de programas humanitarios y de desarrollo en África y más allá puede beneficiarse significativamente de la aplicación de la tecnología de drones», agregó.

El plan de estudios de ADDA se ha desarrollado en colaboración con el Instituto Politécnico de Virginia y la Universidad Estatal (Virginia Tech).

Esto sigue a su exitosa entrega de talleres de capacitación en Malawi desde 2017.

El curso combinará metodologías teóricas y prácticas en la fabricación, prueba y vuelo de drones.

Kevin Kochersberger, profesor asociado de Virginia Tech, quien dirigirá el proyecto, dijo que ADDA reflejó el compromiso continuo de Virginia Tech con la aplicación innovadora de tecnología y educación de drones en Malawi y la región africana.

«La academia brindará a los graduados las habilidades necesarias para trabajos que utilizan aplicaciones de drones que van desde la agricultura y la salud hasta el monitoreo de recursos naturales», dijo Kochersberger.

ADDA está programada para 2022 para ejecutar un programa de maestría de dos años sin costo de matrícula en tecnología de drones.

Esto se realizará en conjunto con la Universidad de Ciencia y Tecnología de Malawi (DEBE).

Se anticipa que esto también ofrecería un plan de estudios que desarrollará la capacidad local y un ecosistema favorable para el surgimiento de modelos comerciales sostenibles para el uso de drones para misiones humanitarias y de desarrollo.

James Chakwera, Director del Departamento de Aviación Civil de Malawi, dijo que el gobierno creía firmemente que la adopción de tecnologías modernas como drones y técnicas avanzadas de análisis y gestión de datos ayudaría a servir mejor a los niños del país.

«Estamos orgullosos de asociarnos con UNICEF en un esfuerzo tan emocionante», dijo Chakwera.

Fuente: https://allafrica.com/stories/202001210468.html

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Cuando la guerra te saca del aula

Reseñas/África/Mali/30 Enero 2020/elpais.com

Malí ha pasado en tres años de 300 a casi mil colegios cerrados. Todo por culpa de un conflicto que arrebata a los pequeños su derecho a la educación

Dos millones de niños malienses, más de la mitad, están fuera del sistema escolar. Todo por culpa de un conflicto que dura ya ocho años y que va de mal en peor, así que las perspectivas son pesimistas.
1 Dos millones de niños malienses, más de la mitad, están fuera del sistema escolar. Todo por culpa de un conflicto que dura ya ocho años y que va de mal en peor, así que las perspectivas son pesimistas.
El profesor Omar Cissé corrige la escritura de un niño en una escuela montada por Unicef en Mopti para los desplazados del conflicto que vive Malí desde hace ocho años.
2 El profesor Omar Cissé corrige la escritura de un niño en una escuela montada por Unicef en Mopti para los desplazados del conflicto que vive Malí desde hace ocho años.
Columpios sobre un trozo de red en el campo de desplazados. Medio centenar de familias viven en este lugar en casetas improvisadas.
3 Columpios sobre un trozo de red en el campo de desplazados. Medio centenar de familias viven en este lugar en casetas improvisadas.
Una escuela improvisada en el campo de desplazados de Banguetabá, a las afueras de Mopti. En esta tienda reciben nociones básicas para leer y escribir unos 134 niños y niñas.
4 Una escuela improvisada en el campo de desplazados de Banguetabá, a las afueras de Mopti. En esta tienda reciben nociones básicas para leer y escribir unos 134 niños y niñas.Tal y como hacen en sus comunidades, un niño da de comer a las vacas en el campo de desplazados de Banguetabá.5 Tal y como hacen en sus comunidades, un niño da de comer a las vacas en el campo de desplazados de Banguetabá.Una niña aprende a leer en árabe en un aula para desplazados montada por Unicef en el terreno de fútbol de Mopti.6 Una niña aprende a leer en árabe en un aula para desplazados montada por Unicef en el terreno de fútbol de Mopti.Los alumnos practican con juegos en la escuela del campo de desplazados de Banguetabá. Jugar es parte esencial del proceso de socialización de los huidos por el conflicto.7 Los alumnos practican con juegos en la escuela del campo de desplazados de Banguetabá. Jugar es parte esencial del proceso de socialización de los huidos por el conflicto.Mahamadou Hassaye Maïga, director de la escuela Banguetabá B, sujeta una tablet y muestra a cuatro profesores del centro el método pedagógico para trabajar con grandes grupos.8 Mahamadou Hassaye Maïga, director de la escuela Banguetabá B, sujeta una tablet y muestra a cuatro profesores del centro el método pedagógico para trabajar con grandes grupos.Un pequeño se asoma a la puerta de la tienda convertida en escuela para desplazados en este descampado.9 Un pequeño se asoma a la puerta de la tienda convertida en escuela para desplazados en este descampado.Un profesor reclutado entre los propios desplazados enseña nociones básicas a los más pequeños en una escuela improvisada en el terreno de fútbol de Mopti.10 Un profesor reclutado entre los propios desplazados enseña nociones básicas a los más pequeños en una escuela improvisada en el terreno de fútbol de Mopti.

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2020/01/22/album/1579696500_585444.html#foto_gal_10

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Retrato de la educación en Malí, uno de los países más pobres del mundo

Reseñas/África/Mali/09 enero 2020/Autor: Albert González/El país

La mejora del sistema educativo es uno de los retos más importantes que enfrenta el país africano, con una tasa de alfabetización del 33,07%, según la Unesco. El conflicto armado que vive la región desde 2012 ha interrumpido el acceso a la escuela de unos 700.000 niños, según Unicef

La tasa de escolarización en Educación Primaria en Malí es baja debido a los pocos recursos de los que disponen las familias para conseguir libros y material escolar. Se estima que entre el 27% y el 47% de la población es analfabeta, a pesar de que la enseñanza es gratuita y obligatoria entre los 7 y los 16 años. La situación es especialmente crítica en zonas como Gao, Tombuctú y Kidal.1 Alta tasa de población analfabeta. La tasa de escolarización en Educación Primaria en Malí es baja debido a los pocos recursos de los que disponen las familias para conseguir libros y material escolar. Se estima que entre el 27% y el 47% de la población es analfabeta, a pesar de que la enseñanza es gratuita y obligatoria entre los 7 y los 16 años. La situación es especialmente crítica en zonas como Gao, Tombuctú y Kidal.

El 56% de los niños en edad de escolarización, tanto de Primaria como de Secundaria, son excluidos del sistema escolar, según cifras de Unicef. La situación es especialmente grave en las zonas rurales del país, que han sufrido el éxodo de población hacia la ciudad debido al conflicto armado que se mantiene vivo desde 2012. Los factores que explican esta situación de exclusión social suelen ser los ingresos, la localización, el género y la situación familiar de los más pequeños.2 Exclusión del sistema social. El 56% de los niños en edad de escolarización, tanto de Primaria como de Secundaria, son excluidos del sistema escolar, según cifras de Unicef. La situación es especialmente grave en las zonas rurales del país, que han sufrido el éxodo de población hacia la ciudad debido al conflicto armado que se mantiene vivo desde 2012. Los factores que explican esta situación de exclusión social suelen ser los ingresos, la localización, el género y la situación familiar de los más pequeños.

La discriminación y la marginalización afecta a las familias de niños que viven en situación de pobreza: aquellas que habitan en pueblos remotos o son nómadas, menores de edad con discapacidad o aquellos que son captados por las escuelas coránicas. Solo el 5% de las personas con discapacidad han sido escolarizadas, según Hándicap Internacional. Además, son víctimas de prejuicios y discriminación ya que son estigmatizadas en las comunidades y se les esconde.3 La discapacidad, otra forma de discriminación. La discriminación y la marginalización afecta a las familias de niños que viven en situación de pobreza: aquellas que habitan en pueblos remotos o son nómadas, menores de edad con discapacidad o aquellos que son captados por las escuelas coránicas. Solo el 5% de las personas con discapacidad han sido escolarizadas, según Hándicap Internacional. Además, son víctimas de prejuicios y discriminación ya que son estigmatizadas en las comunidades y se les esconde.

La desigualdad entre niñas y niños en Malí aumenta en Secundaria y en el ciclo superior. Para muchos padres, la escolarización no es una prioridad en las niñas, que deben quedarse en casa para realizar tareas domésticas. Este fenómeno se acentúa especialmente en zonas rurales, según un informe sobre la situación de los derechos del niño de Educo Malí, ya que o bien migran a la ciudad o son víctimas del matrimonio infantil. Uno de cada dos adolescentes se casan antes de los 18 años, según Unicef.4 Las niñas, más vulnerables. La desigualdad entre niñas y niños en Malí aumenta en Secundaria y en el ciclo superior. Para muchos padres, la escolarización no es una prioridad en las niñas, que deben quedarse en casa para realizar tareas domésticas. Este fenómeno se acentúa especialmente en zonas rurales, según un informe sobre la situación de los derechos del niño de Educo Malí, ya que o bien migran a la ciudad o son víctimas del matrimonio infantil. Uno de cada dos adolescentes se casan antes de los 18 años, según Unicef.

En Malí, una media del 7% de la población escolarizada debe recorrer más de cinco kilómetros para ir a clase, según el Informe de evaluación diagnóstica del sistema educativo del país realizado por Oxfam. Lo recomendable, según esta organización internacional, es que los alumnos no tengan que recorrer más de tres kilómetros para ir a la escuela. En la región de Gao son más del 11,3% de la población quienes hacen este largo recorrido y en Segou llega hasta el 12%.5 Largas distancias de clase a casa. En Malí, una media del 7% de la población escolarizada debe recorrer más de cinco kilómetros para ir a clase, según el Informe de evaluación diagnóstica del sistema educativo del país realizado por Oxfam. Lo recomendable, según esta organización internacional, es que los alumnos no tengan que recorrer más de tres kilómetros para ir a la escuela. En la región de Gao son más del 11,3% de la población quienes hacen este largo recorrido y en Segou llega hasta el 12%.

El 10% de los alumnos en el primer ciclo de educación básica en Malí están escolarizados en escuelas coránicas, según un informe de Oxfam. Muchos niños de ellas quedan excluidos del sistema clásico ya que muchas veces la comunidad no encuentra que la educación pública refleje su cultura e incluso que pone en peligro sus tradiciones. Desde hace unos años se ha impulsado una estrategia del Ministerio de Educación del país para integrarlos a estos alumnos en el sistema educativo oficial.6 Las escuelas coránicas. El 10% de los alumnos en el primer ciclo de educación básica en Malí están escolarizados en escuelas coránicas, según un informe de Oxfam. Muchos niños de ellas quedan excluidos del sistema clásico ya que muchas veces la comunidad no encuentra que la educación pública refleje su cultura e incluso que pone en peligro sus tradiciones. Desde hace unos años se ha impulsado una estrategia del Ministerio de Educación del país para integrarlos a estos alumnos en el sistema educativo oficial.

Los gastos de escolarización son otro de los frenos con los que se encuentran las familias en situación de mayor pobreza. En la mayoría de países de la región las dificultades económicas son la principal justificación de los padres y madres para explicar la no escolarización, según el informe 'Garantizar una educación para todos en Malí', de Oxfam. En el país, la educación es oficialmente gratuita aunque realmente supone un coste importante, pues se deben pagar los gastos de matriculación a la escuela y también el material escolar.7 La economía como freno a la escolarización. Los gastos de escolarización son otro de los frenos con los que se encuentran las familias en situación de mayor pobreza. En la mayoría de países de la región las dificultades económicas son la principal justificación de los padres y madres para explicar la no escolarización, según el informe ‘Garantizar una educación para todos en Malí’, de Oxfam. En el país, la educación es oficialmente gratuita aunque realmente supone un coste importante, pues se deben pagar los gastos de matriculación a la escuela y también el material escolar.

El 51,7% de los niños malienses deja la escuela antes de entrar en segundo ciclo, según un informe de Unicef. Al abandono escolar hay que sumarle la falta o ausencia de formación del profesorado y los métodos arcaicos de educación utilizados.8 Abandono de la escuela. El 51,7% de los niños malienses deja la escuela antes de entrar en segundo ciclo, según un informe de Unicef. Al abandono escolar hay que sumarle la falta o ausencia de formación del profesorado y los métodos arcaicos de educación utilizados.

En cada aula en Malí conviven entre 60 y 80 niños, lo que provoca situaciones de violencia en un país inmerso en un conflicto armado desde 2012. Las condiciones familiares también favorecen al abandono escolar ya que la mayoría de los menores de edad trabajan en casa o en el campo además de ir a la escuela: dos de cada tres, de entre cinco a 17 años, tiene un trabajo agrícola o doméstico a pesar de que trabajar está prohibido antes de los 14 años, según datos de la Coordinadora Internacional del Trabajo en Malí.9 Aulas masificadas y trabajo infantil. En cada aula en Malí conviven entre 60 y 80 niños, lo que provoca situaciones de violencia en un país inmerso en un conflicto armado desde 2012. Las condiciones familiares también favorecen al abandono escolar ya que la mayoría de los menores de edad trabajan en casa o en el campo además de ir a la escuela: dos de cada tres, de entre cinco a 17 años, tiene un trabajo agrícola o doméstico a pesar de que trabajar está prohibido antes de los 14 años, según datos de la Coordinadora Internacional del Trabajo en Malí.

El 71% de las niñas en Malí han sufrido violencia sexual por parte del profesorado o de sus compañeros de aula, según el informe 'La violencia hacia la infancia en entornos escolares en Malí', realizado por Plan y Save The Children. En la escuela, las reglas, los látigos y los palos son frecuentemente utilizados por parte de los profesores para administrar castigos por lo que el colegio y las infraestructuras escolares no suelen ser entornos seguros y protectores.10 Acoso sexual en las aulas. El 71% de las niñas en Malí han sufrido violencia sexual por parte del profesorado o de sus compañeros de aula, según el informe ‘La violencia hacia la infancia en entornos escolares en Malí’, realizado por Plan y Save The Children. En la escuela, las reglas, los látigos y los palos son frecuentemente utilizados por parte de los profesores para administrar castigos por lo que el colegio y las infraestructuras escolares no suelen ser entornos seguros y protectores.

El acoso sexual y la violencia en las aulas por parte de los profesores se debe a la inexistencia de sanciones disciplinarias y a una falta de control por parte de las autoridades, según el mismo informe de Plan y Save The Children. Este hecho demuestra la poca importancia que se le da a la escolarización por parte de algunas familias y la poca implicación de las autoridades jurídicas en las actividades de protección de las escuelas.11 Ausencia de sanciones disciplinarias. El acoso sexual y la violencia en las aulas por parte de los profesores se debe a la inexistencia de sanciones disciplinarias y a una falta de control por parte de las autoridades, según el mismo informe de Plan y Save The Children. Este hecho demuestra la poca importancia que se le da a la escolarización por parte de algunas familias y la poca implicación de las autoridades jurídicas en las actividades de protección de las escuelas.

El conflicto armado en el cual se encuentra inmerso Malí desde 2012 ha empeorado una ya de por si frágil situación. La crisis armada ha interrumpido el acceso a la educación de unos 700.000 niños, según Unicef y las autoridades educativas del país. Más de 200 escuelas del norte han cerrado o han sido destruidas y saqueadas. El conflicto ha provocado un éxodo hacia el sur y la mayoría de maestros no han podido regresar al norte. Los masificados colegios no tienen suficiente capacidad de absorción de alumnos ante la masiva llegada de estudiantes desplazados.12 Educación interrumpida por el conflicto. El conflicto armado en el cual se encuentra inmerso Malí desde 2012 ha empeorado una ya de por si frágil situación. La crisis armada ha interrumpido el acceso a la educación de unos 700.000 niños, según Unicef y las autoridades educativas del país. Más de 200 escuelas del norte han cerrado o han sido destruidas y saqueadas. El conflicto ha provocado un éxodo hacia el sur y la mayoría de maestros no han podido regresar al norte. Los masificados colegios no tienen suficiente capacidad de absorción de alumnos ante la masiva llegada de estudiantes desplazados.

En Kidal, una de las zonas más afectadas por el conflicto armado en Malí, el 79% de los centros educativos han desaparecido, según Unicef. A final del año escolar de 2019, más de 900 escuelas en todo el país permanecían cerradas.13El futuro de la educación En Kidal, una de las zonas más afectadas por el conflicto armado en Malí, el 79% de los centros educativos han desaparecido, según Unicef. A final del año escolar de 2019, más de 900 escuelas en todo el país permanecían cerradas.

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/12/30/album/1577715129_051572.html#foto_gal_13

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Mali: Mujeres que plantan árboles para evitar que los hombres les arrebaten la tierra

Redacción: Mundo

A nivel mundial, las mujeres representan el 43 % de la fuerza de trabajo agrícola, pero su rendimiento es inferior por el acceso a las semillas.

El mero hecho de plantar árboles está ayudando a las agricultoras africanas a reclamar el acceso a unas tierras que les son negadas por costumbre y que, en el Día internacional de las mujeres rurales, ven como el primer paso para su desarrollo.

Fatoumata Diallo, representante de la Federación de mujeres rurales de Malí, lo dijo alto y claro este martes durante el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la ONU que se celebra en Roma: “Necesitamos ver a la mujer rural como solución a la inseguridad alimentaria y tener acceso a medios de producción como la tierra, el agua y el crédito agrícola”.

A su lado, la vicepresidenta del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Cornelia Richter, le daba la razón tras afirmar que en África subsahariana cerrar la brecha de género supondría un aumento del 7 al 19 % en la productividad de los cultivos.

Las subsaharianas, responsables de hasta un 80 % de los alimentos básicos que se producen en sus países, están excluidas por lo general del derecho de propiedad de la tierra, pues esta recae en los hombres, explicó a Efe Cécile Ndjebet, fundadora de la Red de mujeres africanas para la gestión comunitaria de los bosques (Refacof).

Las normas sociales les autorizan a emplear las tierras de sus maridos o hijos varones, pero sin poseerlas. Durante décadas, esta camerunesa ha intentado influir en los procesos para reformar la tierra, a menudo lentos y opacos, y ha fomentado la gestión comunitaria de los bosques, de propiedad estatal, como una puerta por la que las mujeres puedan acceder a esos terrenos.

“Algunas han empezado a plantar frutales, lo que supone una garantía a largo plazo. Por tradición, una vez que se plantan árboles en esas tierras, los hombres no pueden reclamarlas”, detalló. Así se ha abierto una rendija por la que las africanas pueden ejercer nuevos derechos de tenencia, claves para “alimentar a sus familias y comunidades”, subrayó la activista.

Otras veces su organización les ayuda a revitalizar las tierras degradadas con técnicas agroforestales para asegurarse el acceso y la cosecha, con permiso de las autoridades. Ndjebet también negocia con los líderes tradicionales y les hace firmar contratos escritos para que en el futuro no se despoje de las tierras a las mujeres, que siempre las gestionan en grupo, nunca a título individual, conscientes de que no pueden venderlas o cederlas.

La fundación Cadasta trabaja con los más vulnerables, en su mayoría mujeres, para apoyarles con la documentación de sus tierras. “La tenencia de la tierra puede verse como una barrera o un facilitador del desarrollo”, apuntó la responsable de esa ONG Amy Coughenour, quien explicó que en ocasiones tienen que rellenar los formularios en papel y digitalizar después la información cuando los beneficiarios encuentran dificultades al usar la tecnología.

A nivel mundial, las mujeres representan el 43 % de la fuerza de trabajo agrícola, si bien sus rendimientos son hasta un 30 % inferiores a los de los hombres, ya que ellos suelen contar con mayor acceso a semillas, fertilizantes, equipamiento, crédito, tecnologías, educación, mercados y espacios políticos.

A las tareas intensivas en el campo, centradas en la pura subsistencia, se unen las del hogar en condiciones penosas. Todavía las subsaharianas dedican 40.000 millones de horas al año solo para recoger agua. Aletheia Donald, experta en género del Banco Mundial, sostiene a raíz de su experiencia en el subcontinente que los proyectos deben diseñarse con perspectiva de género porque, si no, las desigualdades crecen.

Y recalca que esas mujeres también necesitan formación para emprender negocios, afrontar los obstáculos y manejar los recursos. “En Togo hemos visto un incremento de sus beneficios en un 30 % con esa clase de entrenamiento”, argumenta.

Fuente: https://www.lainformacion.com/mundo/mujeres-agricultura-feminismo-tierra-arrebaten-hombres-exito-rural/6515319/

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