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Autonomía estatal y universitaria, mercantilización del conocimiento y educación en el neoliberalismo

Por: Carlos Eduardo Massé Narváez

Resumen

El trabajo intenta mostrar un proceso de desintegración estatal, al que teóricamente denominamos desinstitucionalización social. Se concibe al Estado, en su vertiente neoliberal, como en franca parálisis de su “hacer” e imposibilitado de maniobrar en pro de la ciudadanía. Dicha visión y acción incide en la universidad pública negativamente. Las políticas neoliberales en materia de educación, en general y de educación superior, en particular, vulneran flagrantemente la autonomía universitaria y llevan a “la baja“ el desarrollo de la educación toda en nuestros países. Por lo que propugnamos por un cambio de actitud para enfrentar al liberalismo por parte de los universitarios hoy.

Palabras clave: neoliberalismo, Estado, universidad, educación, utopía concreta, capitalismo académico.

State and university autonomy, mercantilization of knowledge and education in the neoliberalism

Abstract

This paper tries to show a state disintegration process, which theoretically we call social un-institutionalization. The State is conceived, in its neoliberal lining, to be in a real paralysis of its “task” and unable of performing in favor of the citizens. Such vision and action insides negatively in the public university; the neoliberal policies in education matters, in general and in higher education in particular, openly infringes university autonomy and “take down” all education development in our countries. This is we are in favor of an attitude change to deal with liberalism by today’s university actors.  

Key words: neoliberalism, State, university, education, concrete utopia, academic capitalism. 

Recibido: 29 de noviembre de 2007 / Aceptado: 16 de enero de 2008.

Empiezo citando el espíritu motivo de esta colaboración. Espíritu de la Declaración de Córdoba que versa sobre: 

…si el pensamiento y la inspiración de la autonomía universitaria tienen vigencia en tiempos de la globalización neoliberal y de su peligro más inmediato representado por la orientación de un currículo netamente profesionalizante, sin perder de vista el secuestro de que es objeto la autonomía universitaria en nuestras casas de estudio por sectores neoconservadores que pretenden liquidar su carácter popular y democrático, manteniéndola atrapada desde un pensamiento elitista, discurso cientificista y una práctica aséptica, de las implicaciones y contradicciones políticas, económicas, sociales y culturales, entonces la utopía universitaria concreta, la que al menos se lleva a la práctica es, debe ser, aquella que renovando el espíritu crítico y autocrítico, no dé marcha atrás a los objetivos más caros de una educación libertaria, crítica y revolucionaria.

Partimos de proponer que la situación actual, al menos en países latinoamericanos, vive un proceso cada vez mayor de descomposición institucional universitaria, el que no escapa a la lógica más general del capitalismo globalizador. Esto implica un breve análisis del quehacer de las universidades públicas en el contexto de sus Estados nacionales, los cuales asumimos como determinados por dicha globalización y por la codicia de las oligarquías nacionales en cuanto a su atención o desatención al compromiso nacional de apoyo a los fines más caros de la universidad (investigación, docencia y difusión de la cultura).Es en este contexto que ubicamos la universidad, la que hoy ya no puede hacer cumplir sus fines.

Esto es así actualmente, porque para el mediano cumplimiento de sus metas, la universidad mexicana al menos, depende cada día más del sacrificio de sus docentes, pues al dejar el Estado de cumplir sus compromisos con una universidad pública y democrática, deja esta de contratar al número de los profesores que realmente necesita para el cumplimiento de metas; en vez de ello, explota a sus catedráticos, lo que repercute en una exclusión cada vez mayor de profesionales de la educación, por una parte, y por otra, en la exclusión de alumnos aspirantes a formarse en sus aulas.

1. Del Estado nacional  y su desinstitucionalización

Así las cosas, concebimos dicha realidad nacional como crítica y preocupante y con un futuro aún peor. Sin embargo, propugnamos por la adopción de una visión de futuro centrada en no claudicar frente al embate neoliberal y en la ponderación de una utopía realizable como práctica, crítica y revolucionaria.

Una consecuencia de la desatención estatal latinoamericana es la degradación del Estado o “Estado mafia” (Friedman, 1977), es la consecuencia de la imposibilidad de mantener la generosa utopía de la democracia clásica, a partir del hecho de que las dimensiones de la sociedad, su crecimiento poblacional, heterogéneo y diverso, inequitativo y desigual, aunados a la tergiversación de los fines por los medios (el Estado y su imposible democracia clásica, solo discursiva o simulada); surge como el medio de aparentar la impartición de justicia y regulación social de los distintos grupos y clases sociales, pero en realidad deambula hasta consolidarse como “Estado mafia”, cuyos fines son endogámicos, degenerando en una “supercorporación volcada en la administración de sí misma”: (Massé: 2006, pp. 13-42.), en mero patrimonio de la clase estatal.

El fenómeno de la degradación estatal y de los medios no es simplemente una consecuencia de la malevolencia de la clase política o invento de la masa crítica intelectual de nuestros países; más bien es el resultado de algunas imposibilidades fundamentales de las que nunca se habla; los dirigentes ya no pueden gobernar los estados, ya no pueden “mantener el contacto con las masas”, que se han hecho demasiado grandes. (Ibídem: 8)

A este fenómeno, en términos teórico-metodológicos le llamamos “desinstitucionalización social”. Es decir, las instituciones del Estado no funcionan como lo prometiera el bruto, pero también el “refinado positivismo”. El primero, exacto y ordenado; el segundo, funcional y armónico; en vez de ello, la sociedad y con ella el Estado (pero ubicado afuera), funciona como se puede ver, desde una óptica caótica. Como en un ir y venir de lo armónico momentáneo a lo caótico más perdurable. Epistemológicamente hablando, como menos ordenado, como más contingente y accidental (lo novum), como con fluidas y emergentes irrupciones, como en “permanente ruptura epistemológica”. 

2. Estado Nacional, universidad y autonomía

Si se acepta esta visión de la sociedad como mayormente identificada con lo caótico que con lo ordenado, y concebida en su ser como hipercompleja, ¿cómo entonces, conceptuaríamos a la universidad? en este caso a la universidad pública; ¿si se dice con orgullo que ésta es autónoma? Si atendemos solamente a la acepción más literal, tendríamos que admitir que la ley –para el caso de México– le otorga la autonomía a la universidad, pero la realidad nos dice otra cosa, pues es una autonomía intervenida por los intereses de las oligarquías nacionales asociadas al gran capital monopólico. Estos intereses no permiten a la universidad ser verdaderamente autónoma. 

De ahí se desprende que la autonomía universitaria no es nada, o mejor dicho, ha perdido su esencia inicial de autodefinición de sus quehaceres, para caer frente las políticas de grupos neoconservadores que la embisten día a día, para volverla una simple formadora de mano de obra barata para el capital, se ponderan programas deshistorizados y desconectados de la economía/política-monopólica y, sociedad en exclusión-pobreza de nuestros países. Todo ello para encumbrar los valores de la forma americana de vida, pero también los del eurocentrismo, ambos incidiendo y propugnando para que se dicten políticas públicas verticales y autoritarias desde el Centro de Poder (Ejecutivo), a través de sus entidades subalternas (Secretarías de Estado), y en donde las controversias que puedan presentarse por grupos de la sociedad civil, son resueltas por una corte de justicia a favor de la oligarquía a través del ejecutivo (mexicano).

En este contexto, no olvidemos el cada vez más limitado y controlado apoyo financiero estatal a las universidades públicas, empleado como mecanismo de presión. Presión para aceptar el montaje de esta doctrina competitiva, flexible y polivalente: los rasgos non plus ultra del ideal de hombre como fuerza de trabajo, como homo económicus; la perspectiva y la acción neoliberal. Ante todo este oropel de violencia globalizadora; ¿Cómo es que funciona la universidad?

En la universidad actual en casi toda América Latina, se han impuesto políticas, discursos y prácticas funcionales al modelo hegemónico intentando legitimar la lógica del mercado. Atrás ha quedado la defensa de la autonomía universitaria, supeditada hoy a las políticas establecidas desde los Ministerios de Educación que a la vez reflejan los condicionamientos de los organismos financieros internacionales.

Un vertiginoso ritmo de exigencias respecto a acreditaciones académicas de postgrado, investigaciones, publicaciones, gestión y evaluaciones establecidas bajo el denominador común de requerimientos para acceder a la excelencia académica, exhiben a la vez el deterioro de condiciones laborales, profesionales y salariales de los docentes universitarios. Muchas apariencias, exigencias y controles, poco espacio para la construcción común, la reflexión, el asombro, la creatividad. 

Esto ocurre simultáneamente junto a la depreciada tarea áulica de grado lo que ha aumentado, también a ritmo vertiginoso, las parcelas de competencia individual y grupal, un individualismo creciente; es decir, la fragmentación de la institución universitaria. 

Los innegables avances científico-tecnológicos ocurridos en algunos campos de conocimiento, entre los que resaltan la posibilidad de transitar las pistas informáticas de Internet, en muchos casos no demuestran orientarse al servicio de las urgentes e imperiosas necesidades humanas de las mayorías populares. Al menos no es esa la direccionalidad de políticas universitarias a las que se aludió más arriba.

La situación socio-cultural-educativa que se viene analizando, se ubica en las antípodas de la praxis freireana: en ella son los sujetos indagando su historia, identificando raíces, reivindicando luchas, y aun reconociendo sumisiones, los únicos que pueden tener conciencia y por eso liberarse. Una liberación comprometida, relacional, de construcción permanente, no la caricatura del individualismo competitivo, o el egoísmo defensivo elevado a categoría de valor en este fin de siglo (Revista Contextos: www.unrc.edu.ar

3. Las reformas neoliberales en la universidad 

Situándose frente al cambio de una sociedad industrial que estuvo caracterizada por largo tiempo, entre otras cosas, por la sustitución de la fuerza de trabajo por capital, con un sistema de producción basado en la apropiación del plustrabajo, el poder del capital financiero motor de las transacciones mercantiles, rudimentarias formas de mercantilización del conocimiento, subjetividades cerradas, poder político y económico definido territorialmente, estandarización y masificación de productos. Estas bases evolucionan a una forma inédita dentro del mismo capitalismo; las fuentes de creación de riqueza y de poder asumen un rostro distinto en la sociedad postindustrial (Spies, 2003). Entre las características sobresalientes de este tipo de sociedad encontramos la sustitución del trabajo intelectual por capital, la profundización de la mercantilización del conocimiento (Burke, 2002) con base en el recurso tecnológico, la estandarización y masificación de los contenidos del aprendizaje, el poder financiero y político de las corporaciones empresariales desterritorializado, subjetividades hipertextuales (fusión de cuerpo, mente y máquina) (Antulio, 2001), y venta de imaginarios (logos) que ocultan la precarización del trabajo. (Autores citados en Pedroza: 2005, pp. 193-194).

La finalidad de la universidad está, en cierta medida, determinada por la incertidumbre que provoca la inestabilidad del mercado, por eso se determina como finalidad la idea de competencia. La competitividad es el artífice de la renovación pedagógica en ambos modelos, y lleva a la exageración la negación de las finalidades históricas de la universidad tradicional.

Esta finalidad renovada de la universidad, en ambos modelos, es la conformación de analistas simbólicos dotados de competencias genéricas Just in time. Este ideal de hombre, corresponde a la sociedad postindustrial. El mercado académico se rige por las leyes de la oferta y la demanda; pueden acceder los que estén en disposición de pagar los beneficios individuales que obtendrán por la posesión de un diploma que habrá de refrendarse conforme cambien las disposiciones de la oferta y la demanda laborales (Pedroza, 2005, p. 197).

En todo diagnóstico de la universidad tradicional existen razones económicas, políticas y sociales y no sólo intelectuales. Por eso no nos extraña que el diagnóstico de la universidad tradicional realizado a principios de los años ochenta, califique a esta institución como obstáculo para la apertura del mercado de la educación superior, es un diagnóstico que lleva nombre y apellido, basta revisar a Friedman, Hayek y a Popper para comprender el antihistoricismo y la impronta de la eficacia mercantilista en la educación.

Según Pedroza (2006, p. 45), las nuevas reglas académicas están asociadas a principios básicos del pensamiento neoliberal. Un estado “evaluador” garantiza la eficacia, la privatización de la enseñanza concuerda con el principio de la “evolución espontánea del mercado»: 

“La participación del estado en la educación, trae consecuencias adversas a aprendizaje… por su paternalismo y por el relajamiento de la disciplina en cuanto a la responsabilidad individual» (Friedman: 1980, p. 214; 1962, p. 86 citado en Pedroza: 2006, p. 46); la ”rendición de cuentas” va asociada con la reducción del gasto público en materia de educación: el cambio en las condiciones laborales del personal docente (aumento de tareas, salarios bajos y programas de incentivos económicos que intensifican los ritmos de trabajo, encajan con el “derecho natural”, de la libertad económica del derecho de apropiarse del trabajo de otro. El debilitamiento y cooptación de los sindicatos académicos se vincula con la desaparición de los mecanismos de protección social del Estado de Bienestar. Así, –siguiendo la argumentación del autor– un sistema de educación superior jerarquizado, diferenciación en la capacidad de adaptación; a la que se suma la compleja instrumentación de los procesos de evaluación, acreditación y certificación (que sustituyen el tiempo real de la productividad, que, si no se han dado cuenta los propulsores de esta propuesta, incide directamente en la calidad y en la atención a las tareas sustantivas: el docente convertido en mecanismo de control de su propio trabajo: a la vez que debe atender docencia y dirección de tesis, investigación, debe además llenar una cantidad de formatos para sus evaluaciones, las que tienen lugar mediante comisiones en las que él mismo ha de participar, con lo que la propuesta pondera más el control que la calidad1), todo lo cual corresponde –distorsionadamente–, con las llamadas “capacidades individuales innatas”, donde el individuo es el “juez supremo” de sus acciones. Este juez es el sistema educativo local insuflado de los valores neoliberales, con los que se nutre la tecnocracia nacional, ¿de qué más podría nutrirse?

Ahora bien, al articular los argumentos económicos de Friedman con los planteamientos políticos de Hayek, Pedroza (Ibídem) encuentra que se asume como una cuestión “natural” el desplazamiento de un individuo que ya no tiene cabida en el mercado, este acepte como un sacrificio su salida, en beneficio de la “especie humana”.Esta falacia naturalista es, sin embargo, la punta de lanza para engranar todo el aparato que participa en el mercado: instituciones, corporaciones, organismos políticos, etcétera. No habría que ser ingenuos, es claro que ese engranaje no está exento del uso posible de la fuerza, y que su desarrollo no es libre como se propone.Está respaldado por una serie de recursos económicos, políticos y bélicos para asegurar su implementación.

Estos promotores del capitalismo académico han dado forma a un modelo empresarial de educación superior orientado a la profesionalización cuyo rasgo principal es la transformación de las prácticas y de los discursos académicos. El énfasis se coloca en la formación profesional que responde al movimiento de las necesidades del mercado, donde la investigación no se concibe como una tarea primordial; los académicos diversifican sus tareas y no son vistos únicamente como docentes o investigadores, sino como parte administrativa (managerial staff), expertos contables (qualified accountant) o hábiles directores de la compañía educativa (entrerpreneurial ability); las instancias colegiadas y personales de representación están subordinadas al aparato de la gestión que rinde cuentas y la autonomía académica se sujeta a la toma de decisiones empresariales. (Pedroza, Ibídem, p. 46)

A estas alturas el lector se preguntará ¿por qué esta cruzada? Porque la universidad es un mercado en disputa por las grandes corporaciones empresariales. Están en juego 32 millones de estudiantes (léase clientes) que según cálculos de Merill Lynch anualmente representan unos 11 billones de dólares (Moe: 1998: citado en Ibídem.). Lo que representa a su vez, un excelente negocio que ha motivado la apertura del mercado académico con las reformas que se sustentan en los principios económico-políticos de los pensadores en cuestión. Las corporaciones universitarias quieren acaparar la oferta tanto de educación presencial, como virtual. 

Al parecer el punto central de este debate es entre los modelos de universidad pública y universidad empresarial, el cual no está terminado y nos lleva a considerar que, el planteamiento de Friedman acerca de que la educación no debe verse como un bien público, también aplica para él: “no está demostrado que los beneficios de la educación superior sean una cuestión individual y que el Estado sea el promotor de la baja calidad de la enseñanza superior o de que el capital privado ofrezca mejor educación” (Pedroza, Op. Cit., 58).

3.1. Tecnología y pedagogía. Rupturas  y acomodos 

Partimos en este punto de pensar la tecnología como una construcción social, situándonos desde la sociología de la tecnología, que trabaja sobre el supuesto de la existencia de diversos factores sociales involucrados en su producción. Comprender de esta manera la producción tecnológica nos hace dudar de las opiniones que reducen las innovaciones pedagógicas a efectos tecnológicos. Porque caen en la postura antihistoricista al menospreciar a la historia de la educación y de la pedagogía y al pretender separar dos modelos con base en la diferenciación de integración tecnológica. Fragmentan, en ese sentido, a la pedagogía, porque hablan de una pedagogía para el modelo de una universidad virtual: la tecnología como productora de pedagogía (Pedroza, 2005.)

No se está de acuerdo en reducir la pedagogía a una cuestión de capacitación técnica. Un asunto es el analfabetismo tecnológico que se debe atender en los agentes universitarios, y otra, el planteamiento pedagógico de las prácticas de la enseñanza y aprendizaje. Ambas cuestiones tienen que ser atendidas tanto en el modelo tradicional como en el virtual.

El analfabetismo tecnológico es un problema grave en las comunidades universitarias, que tiene que ver con usos pero también con subjetividades objetivadas en recursos tecnológicos aplicados en otros tiempos y que generaron hábitos. Ambos aspectos tienen que ver con las disposiciones duraderas que incorporan lo social, como se señala:

El cuerpo está en el mundo social, pero el mundo social está en el cuerpo. Y la incorporación de lo social que lleva a cabo el aprendizaje es el fundamento de la presencia del mundo social que supone la acción socialmente ejecutada con éxito y la experiencia corriente de este mundo evidente (Bourdieu, 2002: 41) citado en Pedroza: (2005, p. 201).

Las relaciones pedagógicas enclaustradas en esa estructura y en esos procesos, han limitado la expresión de la pedagogía. Diferentes pedagogos han escrito acerca del aprendizaje autónomo, de la referencia con la realidad y de la autoroferencialidad del sujeto; sin embargo, no siempre han tenido eco: Contamos con un bagaje teórico no suficientemente valorado de la pedagogía que cubre un espectro amplio: existen enfoques de la pedagogía individual, psicológica, de la experimental, social, filosófica y práctica. (Pedroza, Op. Cit., p. 202).

Las TIC, en el modelo de universidad tradicional y en el modelo virtual, no producen ni producir pueden, pedagogía en sí mismas, como erróneamente se plantea. Son un medio, pero no un fin pedagógico. Aclarado esto, en efecto, sí sirven ese sentido, para allanar el camino que supere los obstáculos de estructuras rígidas y de poder anquilosados en dispositivos de aprendizaje racionalistas y objetivistas. La universidad virtual, desde este punto de vista, adquiere un significado social relevante en la ruptura de obstáculos pedagógicos.

Los profesores de ciencias se imaginan que el espíritu comienza como una lección, que siempre puede rehacerse como una cultura perezosa repitiendo una clase, que pueden hacerse comprender una demostración repitiéndola punto por punto. No han reflexionado sobre el hecho de que el adolescente llega al curso de física con conocimientos empíricos ya constituidos; no se trata, pues, de adquirir una cultura experimental, sino de cambiar una cultura experimental, de derribar los obstáculos amontonados por la vida cotidiana. “En el transcurso de una carrera ya larga y variada jamás he visto a un educador cambiar de método de educación. Un educador no tiene el sentido del fracaso precisamente porque se cree un maestro. Quien enseña manda” (Bachelard, 1983: 21) (Citado en Pedroza: 2005, p. 203).

Si la sociología del sistema de enseñanza y del mundo intelectual me parece primordial, es porque también contribuye al conocimiento del sujeto de conocimiento al introducir, más directamente que ningún análisis reflexivo, las categorías de pensamiento impensadas que delimitan lo pensable y determinan lo pensado (Bourdieu, 2002: 11).

Tanto en la universidad virtual como en la tradicional se tiene que resolver la cuestión del proyecto pedagógico, que no puede quedar reducido a una pedagógica técnica, como supone Colom, 1998 (citado en Pedroza, Op. Cit., p, 204), que al resolver los mecanismos en el uso de dispositivos tecnológicos resuelve el problema de la pedagogía impidiéndole un sentido únicamente práctico, o como pretenden los políticos y administradores, en la universidad tradicional, con mecanismos de adaptación pragmáticos que menosprecian a la historia y a la teoría. Se requiere de replanteamientos teóricos no sólo de la pedagogía sino también de las ciencias de la educación. El autoestudio, las sociedades de aprendizaje, la flexibilidad, la polivalencia y la tecnología tienen que pensarse desde el campo del currículo, de la didáctica, de la psicología educativa, de la cultura, de la filosofía educativa, etcétera. (Pedroza, Op. Cit., p. 204)

Todo el mundo tiene que contribuir al duro y creativo trabajo de imaginar, inventar, crear y gestionar una nueva economía política así como un nuevo ambiente y nuevas comunidades de aprendizaje para el siglo XXI. Tampoco debemos pasar por alto la urgente necesidad de responder al cambio en el paradigma de la formación profesional, lo cual, con la digitalización de la universidad, podría contribuir a generar una formación orientada a la conformación no sólo de competencias para el trabajo, sino también competencias académicas orientadas a la conformación de la ciudadanía, que tanta falta hace.

En ese sentido, la pedagogía aplicada al aprendizaje no puede quedar anclada en las pretensiones de la neotecnología educativa, o en el pragmatismo conductista; ante todo, retomando a Bourdieu, la pedagogía tendrá que hacer énfasis en la conformación del sujeto de manera integral, incluyendo la idea de formación y de acción (Pedroza, 2004, 205). Hasta aquí hemos acotado nuestra contribución al tema de la educación superior, pero ¿qué pasará con la educación y la sociedad en general bajo estas reformas neoliberales tan pragmáticas que ven a la educación solo como negocio? 

4. Educación y sociedad desde una visión crítica frente al neoliberalismo

Para reflexionar sobre la pregunta de si el liberalismo responde a las sociedades con que cerramos el apartado anterior, en este apartado problematizamos y asumimos a la vez que, la complejidad de la relación educación-sociedad desde la reflexión social existe aun antes de que el término complejidad ocupara la atención cada vez más en los científicos, filósofos, epistemólogos y metodólogos de la educación. Por ello, en este breve apartado aludimos a la gran parte de la diversidad de dimensiones de lo real intrínsecas al objeto educativo: transhistóricas, estructurales, prácticas disciplinarias, temporales, contextuales, etc.; con el fin de intentar prever cómo se irán plasmando los principios neoliberales en otros niveles educativos.

Para iniciar este esbozo, lo hacemos en primer lugar, con el concepto de finalidad, al que también se le concibe como los fines de la educación. No obstante, en la mayoría de los casos la connotación de su significado se entiende como proveniente de sus diversos contextos históricos culturales. Lo que debe entenderse como el conjunto de referentes empíricos y teóricos que circulan socializadamente en la época de los diversos autores que hablan sobre ello; con tintes liberales, conservadores, socialistas, neoliberales (hoy), sistemas complejos, etc.

Al lado (no se quiere proponer un orden o jerarquía a los conceptos y categorías aquí enunciados) aparece el tema del sujeto (objeto de la educación) y su naturaleza (no necesariamente individualista como lo vimos líneas arriba con el evolucionismo). Por otra parte, la discusión sobre el sujeto, pasa necesariamente por la pregunta antropológica y axiológica: ¿es el sujeto un ser bueno o malo, individualista, o es un ser colectivo, o constituido socialmente, por ambas características? ya se dijo que la educación es un campo complejo.

Encontramos también el concepto de necesidad (de la educación), concepto casi indiscutible –por demasiado obvio en nuestros días–, el cual se conceptúa de diferente forma desde las distintas visiones de los autores; por ejemplo, con otro concepto de la mayor importancia, el de libertad. Para algunos, la educación es necesaria porque libera al individuo de los mitos y prejuicios (cosa que niega Luhmann); se sostiene que la falta de ésta, permite que circulen pesadamente en la sociedad prenociones y prejuicios de las diversas cosas materiales e inmateriales (espirituales), que circulan como verdades para ciertas clases sociales impidiéndoles su liberación.Por poner un ejemplo, el concepto “par excellence” del discurso de la ilustración en el siglo XIX, sapere aude (atrévete a pensar por ti mismo), fue un concepto político frente al viejo orden de organización social (el feudal), que surge como parte del discurso de una clase social emergente (la burguesía), en ese contexto histórico cultural y como ariete para la liberación mental. Aunque Luhmann no lo admitiría, podríamos imaginar una especie del “surgimiento de un entorno” a partir de la muerte de otro.

El mismo concepto como finalidad de la educación es deconstruido y reconstruido en el siglo pasado por Paulo Freire, para luchar precisamente en contra de una corriente pedagógica a la que consideraba enajenante y alienadora. Perspectiva a la que consideraba nefasta y obstaculizante, para una libertad necesariamente requerida para el desarrollo cultural en general de los pueblos latinoamericanos. Por supuesto, nunca pensamos que el neoliberalismo: Friedman, Hayek tuviese en sus propósitos la mejora social, sino en la ganancia económica que le demandan sus patrones: el capital trasnacional y las oligarquías nacionales: clases políticas, empresariado local, clero católico, ejercito y otros.

Si vinculamos el concepto de cultura con el de creatividad, ambos en general, podrían aceptarse como indisolubles. Si decimos que una cultura, o una época cultural, con elevado desarrollo social y educativo en general, es comparablemente mayor a otra, decimos que ha pasado por grandes momentos de creatividad e inventiva. Esto lo interpretamos dialécticamente, como un proceso cuyas incidencias materiales, culturales y humanas (economía, política y cultura) articuladamente, impulsaron dicha sociedad, la que se caracterizó por su mayor o menor creatividad. Ahora bien, creatividad puede ser, así mismo, sinónimo de invención y de innovación.

No podría estar ausente la problemática de los medios (los métodos) para conseguir la educación. Es necesario no obstante acotar la discusión que devendrá de esta problemática. Pero adelantando un poco la discusión, entendemos el asunto como algo muy complejo, pero difuso. En la perspectiva en que aquí se le concibe, no se exagera considerarlo además de un reto, como un campo de batalla entre las diferentes escuelas de pensamiento, autores y paradigmas; pues tanto la creación, asunción o adopción con respecto a su uso, conlleva una concepción del mundo y tiene que ver con la perspectiva de los fines. Es decir, el método está relacionado con el ¿para qué educar? Y, lo terrible hoy en día para los jóvenes: ¿con qué fin hacerlo?

La problemática por abstracta que parezca, se articula empíricamente con el nivel institucional; con el sistema, los sistemas educativos. Con las universidades, pero también con los otros niveles escolares y con las distintas orientaciones, énfasis que se otorga a la educación, etc. La educación de los niños en la escuela ortogénica2; la aplicación psicoanalítica a la vida familiar a los problemas sociales. Se pasa también por la reinterpretación del psicoanálisis, a las “medidas” en psicología. Así también, al estudio del individuo como objeto de la ciencia. Sin dejar, además, la preocupación latente el perfil del educador, profesional: ético, formativo y actualmente “competitivo” y “flexible”, como el sistema quiere que sea (Durkheim, 1976).

Obviamente, también están presentes los asuntos de la Pedagogía, como hemos visto: sus problemas didácticos fundamentales; la relación pedagógica, etc., la educación de adultos (sus tiempos culturales); la educación intercultural y/o la educación de las Etnias. El interés por educar, pero también por aprender. Educar para la paz; para la preservación ecológica, etcétera. Otro asunto es analizar la función de la teoría (de la teoría pedagógica, pero también de la social y educativa; sin desatender la individualidad, la propugnada por la modernidad y la posmodernidad); así como el vínculo (sociología – psicología). Hacer caso a la visión genética. Los mecanismos del pensamiento y sus tiempos: el psico-tempo-génesis. ¿Acaso Friedman y Hayek han pensado en ello?

No se puede. Sólo por la codicia capitalista, tampoco dejar de lado la relación entre dogmatismo y ética: entre ellos se arma el discurso político en general; el que vinculado a la retórica, puede armar el discurso demagógico; y, retornamos –por fuerza– al problema antropológico mencionado. Pero tampoco podemos dejar de articular a éste, con el discurso del vínculo: cientificismo y progreso. ¿Progreso para quién? ¿Para el bien común, o el individual, o el grupal, el familiar, el partidista o el corporativo?

Tampoco son estos simples conceptos provenientes de discursos disciplinarios sin más; son elementos empíricos fundamentales del régimen monopólico ayer y hoy, bastiones del globalismo económico, pero también político y cultural. Su impacto en la educación es un tema actual de la mayor complejidad. Para su análisis, hay que acotar, sustanciar las expresiones, desdoblar los conceptos y trascender el orden discursivo. Ir de la filosofía, a la psicología y de ahí, a la pedagogía; a la que no está de más una crítica epistemológica y ontológica. ¿Recursos a la mano? La transdisciplinariedad en la ciencia. El uso de paradigmas de las diversas ciencias naturales a la cuestión social: del algoritmo al sujeto, apoyarnos en el paradigma de lo complejo. Lo meta-paradigmático.

Tampoco está fuera de este objeto (la educación y su entorno), estudiar el vínculo entre la escuela de la vida y la educación formal, distinguir aquella de la educación informal-“formal”. De ahí también, hay que reflexionar cómo vive el niño el paso del juego al trabajo “productivo”. ¿Productivo para quién? Más aún, la relación entre productividad y depredación ambiental y fáunica es hoy una pregunta obligada. En política (concreta, educativa), ¿quién, quiénes, para qué y por qué se delinean de una forma y no de otra las políticas públicas al respecto, cuánto hay de error y cuánto de tino en su perverso diseño e implementación? ¿Quiénes deciden estas políticas? ¿Cuánto analfabetismo campotemático (educativo) hay en nuestros supuestos representantes? ¿Con qué argumentos, con qué bases se construyen; y cuál es la relación entre conocimiento e interés (Habermas)? ¿Cuánto interés hay en incluir a los excluidos y a los marginados (ninguno para el neoliberalismo), y cuánta es la posibilidad de integrarlos ciertamente? (habría que arreglar primero el asunto de nuestra democracia); ¿es esta representativa? ¿A alguien del poder o con poder le interesaría un proyecto de inclusión de los millones de excluidos? También cabe preguntarse sobre si los consejos, las asociaciones profesionales y las redes por venir ¿son comunidades científicas progresistas, o son clubes de amigos sólo con aspiraciones políticas y, o de poder, o son ambas cosas?

¿Cómo poder articular lo anterior con la relación entre educación y democracia desde el pragmatismo neoliberal? Y estos conceptos-problema con el concepto que pretende dar cuenta del proceso de globalización y exclusión, en su relación con los aspectos de soberanía y nacionalismo en la educación. Lo que conduce a la disyuntiva Individualismo o Colectividad/Solidaridad. Se trata también de ver cómo inciden las reformas, pero también cuáles son sus alcances de acuerdo a la estructura socialmente construida; y preguntarse por ¿cómo se ha articulado con todo esto la educación, para entender el aquí y ahora?

Y finalmente (por el momento), ¿cómo han incidido también las corrientes de las ciencias sociales volcadas al estudio de la educación, cómo lo abordan, qué sesgos le imprimen, cuáles son sus influencias de y en algunos autores? Cuánto sesgo causa o puede causar “enfocar” la educación desde esos discursos. ¿Se puede abordar aquella sin éstos; cuáles opciones existen desde la ciencia? ¿Se puede hablar de una actitud y un movimiento alternativo que lo permita? A continuación y a manera de conclusión, ensayamos una propuesta de actitudes para quienes nos dedicamos a la educación.

El universitario del realismo utópico

Fue Marx quien concibió que la práctica ética, pasa a ser práctica material y sensible y la dialéctica del espíritu autocontemplativo pasa a ser dialéctica de la práctica material. Gracias a Marx, el sujeto ensalzado por Kant en su autonomía respecto al mundo y a la historia, pasa a englobarse dentro de la objetividad de un mundo que es la historia de la humanidad en desarrollo. Parafraseando a Bloch, el ser universitario es la utopía de sí mismo o, lo que es lo mismo, que el ser universitario es la materia y la materia es la utopía de su forma. Esta es <<la materia primera>> o <<sustrato del mundo>> que permea e inspira todo el mundo y la historia social con una universal fuerza de aspiración a eso que llamamos la patria de la identidad.

Ante una materia así, que concibe y preña su forma genuina, la actitud a tomar del universitario es la esperanza, pero no como pasiva o especulativa de algo que en el porvenir podrá acontecer sin nosotros, sino como praxis revolucionaria cierta de su éxito futuro, como con un militante oportunismo, como algo positivo que puede suceder a condición de desenmascarar y negar la negatividad (de la desinstitucionalización estatal, de su patética burocratización, de detectar lo factible de este cambio hacia mejor), a través de la concretes de la utopía, de la acción de la esperanza. Por su relación con la práctica la utopía deja de ser un mero sueño para convertirse en el motor de la utopía concreta, como ariete de factibilidad y su proceso epocal de realización y aterrizaje. Por su relación con la utopía, la práctica se convierte en una estrategia política. Por la práctica, la utopía se vuelve transformación y liberación hacia la eficiencia y el humanismo que necesita la sociedad civil (incluye a la universidad). Pero desde la universidad, hay que proyectar hacia aquélla la necesidad de la autocrítica y de la utopía concreta.

La utopía concreta será el horizonte de la práctica material y ésta el motor y la mediación de la utopía. La práctica que se pone en movimiento al rechazar la alienación o no identidad del universitario, toda vez que ha sido y está siendo objeto de los desatinos de la desinstitucionalización estatal y de una burocracia que pasó hábilmente de ser el medio de apoyo al quehacer universitario, al fin patrimonialista de su conservación y reproducción. El binomio se ha invertido. El quehacer de los universitarios (aún no utópicos concretos, aún sin ser universitarios del realismo utópico) se ha convertido en el medio de los fines patrimonialistas de una tal buro-aristo-cracia (la sociedad política universitaria: Gramsci).

Por ello, “Para Bloch, pues, la utopía es un concepto dual, como la etimología griega lo sugiere. “No aquí y ahora” (sentido negativo) y, por inferencia, “Sí allá y después» (sentido positivo), con la necesaria condición de que el No pueda desaparecer. Un negativo al comienzo, una negación de la negación en el proceso y, por esto, un posible futuro positivo: en esto consiste el horizonte utópico de la historia social y de la existencia humana” (Aguilar, 1977: 21-36). Una existencia humana, universitaria si se quiere no es, como una terminología equívoca parece sugerir, lo dado, algo con contexto y límites definitivos y perceptibles. A lo real no le son de esencia ni límites ni contexturas definitivos, sino al contrario “frontera”, que, como su nombre indica, es un “hasta aquí se ha llegado”, y “horizonte”, que es el “novum” hacia el que tiende. “No hay realismo –dice Bloch– si no se entiende la realidad como algo inacabado y en trance de realización”. De esta suerte, puede Bloch tachar de tautología el principio de identidad de la lógica tradicional: No A = A es la proposición, sino A = todavía no A: (González, 1979).

Suspendida entre el pasado y el futuro, lo dado, el presente burocratizado, desinstitucionalizado adquiere una significación nueva. No es ya, la relación clásica de un proceso que camina a un “resultado” en el sentido hegeliano. Es más bien un paradigma de cómo las posibilidades de un presente se van necesariamente haciendo futuro. Un futuro que queremos incidir hacia mejor quienes asumimos la necesidad de llegar a buen puerto, a devolver a las instituciones y sobre todo a la universidad, los fines para los que fue creado. El universitario del realismo utópico, con el arma de la esperanza como aquí la concebimos, camina por las letras y por el aula, hacia la siembra de conciencias liberadoras.

5. Conclusiones

Nos declaramos incapaces y sin derecho a concluir, a “cerrar» un debate –aunque ese no sea el único sentido de una conclusión–, que, creemos que por su importancia actual y futura –inmediata y de largo plazo–, porque está en juego –pero en condiciones de desigualdad en la arena de lucha– el proceso básico del futuro de la juventud mundial. Solo nos atrevemos a concluir, pragmáticamente también, que el neoliberalismo académico, no es, no puede ser –más que para una minoría (los “más aptos”)– de acuerdo a lo aquí caracterizado, una salida a la educación en general, y a la educación superior universitaria en particular.

Notas

* Doctor en Sociología (UNAM). Magíster y Licenciatura en Sociología (UNAM). Investigador de El Colegio Mexiquense, A. C.; Profesor de la Universidad Autónoma del Estado de México, México.

1 Este no es obviamente el concepto de calidad de Friedman, en él, se refiere a que los bajos costos hacen que no se tome en serio la educación superior por los alumnos: “En las instituciones públicas en que los gastos de la educación son bajos, los estudiantes son clientes de segunda. Son los destinatarios de la beneficencia parcialmente proporcionada a expensas del contribuyente. Esta característica afecta a los estudiantes, al claustro y a los administradores”. 1980, p. 243, citado en Pedroza: 2006, p. 46).

2 Perspectiva de la psicología infantil, creada por Betlelheim (2006) en la Escuela de Chicago.

Fuente: http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1316-49102008000200017

Imagen:http://enriquealvarezconde.es/blog

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¿Diversificar segrega?

Por: Pedro Flores Crespo

Ante la necesidad de ampliar la cobertura, los sistemas educativos han diversificado su oferta. Tanto en México como en otros países han surgido nuevas opciones de estudio en aras de atraer a más niños y jóvenes. A esto se le conoce como diversificación institucional.

Pese a este noble esfuerzo, varios analistas (Álvarez, De Vries, Kent, Ruiz-Larraguivel) se han preguntado si tal diferenciación ha logrado sus propósitos originales o si la creación de modelos de estudio diferentes o “alternativos” ha provocado una mayor segmentación y división social. Este debate sigue abierto y habría que reavivarlo por al menos tres razones.

La primera: aunque la diversificación institucional se ha extendido considerablemente a partir de la década de los noventa, aún sigue existiendo un gran vacío de información para saber si tal estrategia ha dado resultado. ¿A qué grado abrir, por ejemplo, universidades tecnológicas en las zonas más apartadas del país ha contribuido a la movilidad social de ciertos grupos como los técnicos? ¿Constituyen las nuevas opciones académicas un amplio menú sobre el que cualquier joven y su familia pueden hacer una elección o está dicha elección marcada por un contexto de restricciones materiales e inmateriales? Al querer atender la diversidad étnica y cultural del país, ¿las universidades interculturales están propiciando mayor aislamiento y segregación indígena? Hacen falta más estudios en este sentido.

Segunda razón: a pesar de que las Naciones Unidas hablan de una Nueva Agenda Urbana (Habitat III) en donde se pronostica que a mitad de siglo, “cuatro de cada cinco personas podrían estar viviendo en ciudades” y de que la urbanización y el desarrollo “están íntimamente relacionados”, varias universidades públicas de nuestro país han promovido la creación de campi en municipios alejados. ¿Es esto realmente un modelo de “democratización” de la educación superior o solo una vía para segregar aún más a los pobladores de las ciudades pequeñas? Aunque sea lucidor colocar la primera piedra de una unidad académica a cientos de kilómetros de la capital y de las grandes urbes, ¿bajo qué premisa queremos evitar que un joven o mujer de origen humilde venga a la ciudad y se desenvuelva en ella? Si tienen oportunidad de viajar y recibir una educación de calidad, a estos jóvenes se le pueden abrir nuevos horizontes, quizás eleven sus aspiraciones y por lo tanto, es probable que busquen mejores oportunidades fuera de sus lugares de origen. Tratar de “arraigarlos” en su lugar por la vía escolar es una ilusión. La ciudad y la universidad se complementan para el bien de las personas.

La tercera —y última— razón para preguntarse si la diferenciación institucional ha sido una buena idea, es repasar lo que ha ocurrido en los niveles previos al universitario. En el libro Caminos desiguales (INEE-Colmex, 2014), que compilan Emilio Blanco, Patricio Solís y Héctor Robles se muestra cómo la desigualdad se expresa por medio de las “distinciones formales” que hace el propio sistema educativo de México. Incluso, se habla de “segmentación institucional”, la cual no solo se manifiesta por la clásica división entre escuelas públicas y privadas, sino también hacia dentro de las primeras. Es decir, alguien que asiste a una secundaria pública en el turno vespertino tiene menos posibilidades de concluir sus estudios y de continuar el bachillerato, según reportan. ¿Por qué? Porque “ir en la tarde” constituye una “opción” que opera con menos recursos y en condiciones más adversas que los turnos matutinos, aún cuando se trate del mismo plantel. Los turnos vespertinos, como se sabe, nacieron para dar cabida a más estudiantes.

El problema con la diversificación institucional en el ámbito universitario es que algunas de las “nuevas” opciones operan con un menguado financiamiento y menos recursos —es complicado llevar a los mejores maestros a los pueblos o municipios apartados—, en condiciones más adversas —los jóvenes provienen de hogares con mayores carencias— y de pilón, están alejadas de los grandes centros urbanos en donde se crean los mejores empleos y la vida social y cultural es más rica y desafiante. ¿Por qué aislar a un joven de conocer expresiones culturales universales en aras de preservar solamente las de su pueblo?

En un interesante artículo, Stefano Sartorello cita a una joven universitaria tsosil de la Universidad Intercultural de Chiapas que reconoce que no quiere encerrarse en su “pequeño mundo”; que tiene el deseo de “conocer algo más”. De manera crítica y reflexiva, esta estudiante de Turismo Alternativo reafirmó saber de dónde venía, quien era y a dónde quería llegar; por eso su mundo, dijo, “no puede tener toda la razón, porque falta mucho por descubrir lo que hay en las afueras”.

En resumen, la diversificación universitaria no siempre responde a las aspiraciones y necesidades particulares de los jóvenes. Por ello, puede actuar en contra de la igualdad. Este debate requiere de más y mejores estudios que indaguen el peso del origen social en la elección de las escuelas y de la universidad, la manera en cómo éstas operan (reglas institucionales) y las posibilidades reales de vida que cada joven tiene al haber sido formado académicamente en una determinada institución pública de educación superior. Es en los niveles más avanzados en donde, dentro de poco, tendremos los retos más importantes.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=5084:diversificar-segrega&Itemid=152

Imagen de archivo

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Crítica desde los contornos de lo instituido

Por: Oswualdo Antonio González.

Como parte del Comité de Defensa Popular de Zaragoza (CDP-Z) participamos en el Éxodo por la Democracia, caminata encabezada por Andrés Manuel López Obrador, era el inicio de la década de los noventa. Nunca hubo duda como organización, respecto del Partido con el que había que establecer alianzas electorales. El PRD representaba la posibilidad de construir una gran coalición de organizaciones sociales, partidos de izquierda, académicos e iglesia “progresista”, con la suficiente fuerza como para expulsar al PRI del poder público e instaurar un nuevo sistema, donde las decisiones respondieran a los intereses de los de abajo.

Grandes episodios se vivieron en esa coyuntura, basta con recordar la declinación de Heberto Castillo candidato a la Presidencia de la República por el PMS a favor de Cuauhtémoc Cárdenas del naciente PRD.

Pero silenciosamente, una cúpula de arribistas, de “profesionales de la política” se fue apropiando de los espacios de toma de decisión, de los “puestos”, de las “candidaturas”, se fueron formado grupos, que más tarde fueron tribus que se vendían al mejor postor, cuyo valor radicaba en el número de grupos que supuestamente representaban. Así, la esperanza de un nuevo sistema construido con los más necesitados, se fue transformando en abultadas carteras de los nuevos rostros opositores de la izquierda funcional.

¿Qué hicimos mal?

Personalmente, ante la coyuntura de participar en una Organización social o en un Partido político, siempre he optado por la primera, basta con mencionar dos razones: la primera es que el fin no es lograr “puestos públicos”, sino defender un derecho o impulsar una agenda pública y segundo, las acciones se construyen siempre con los “otros” en una relación de aprendizaje colectivo. Puntualizando, se pueden establecer alianzas con Partidos, a nivel de estrategia, pero no en la lógica de subordinación, silencio o complicidad.

Uno de los problemas de fondo en el PRD, fue que las diferencias al interior del partido se procesaron cediendo espacios de poder y aplastando aquellos polos que no se “disciplinaron” a esta forma de hacer política.

El debate público fue sustituido por los “acuerdos en privado” y la crítica solo era aceptada cuando tenía como objetivo a los enemigos externos o internos.

Este camino y sus resultados ya los conocemos, cambian los nombres, las estridencias, pero en el fondo es lo mismo.

Corresponsabilidad por autocensura e invisibilidad.

Tuve la fortuna de nacer en un contexto de lucha social, donde el actuar público y privado se sintetizaba en la siguiente guía: ver, pensar y actuar. Desafortunadamente el relajamiento de la disciplina al interior del CDP-Z y la falta de carácter para navegar en el poder público sin perder “el piso”, provocó la mutación de lo organizacional-social, hacia lo partidista-puestos públicos. Así, dos condiciones se conjugaron para acabar con la posibilidad de tejer un nuevo sistema: en lo macro las “tribus” en el PRD y en lo micro con la reducción de la “organización” a lo electoral. Este es el riesgo en el que nos encontramos en este momento histórico. MORENA representa lo que en su momento representó el PRD y algunas señales ya conocidas se empiezan a presentar.

A diferencia de lo que ocurrió con muchas de nuestras actuaciones, así como la de organizaciones completas ante las señales que emanaban de la práctica institucional del PRD y que pueden sintetizarse en autocensura e invisibilidad, en esta ocasión, hemos decidido a pesar de los costos, asumir una postura de crítica pública, de visibilidad de un polo de análisis histórico, comparativo y prospectivo que al igual que lo hacemos con las actuaciones del PRI o el PAN evidencie las incongruencias y los intereses privados que se impulsan desde el interior de MORENA.

Así pues para los que nos han preguntado de manera directa si hay un cambio en nuestra postura personal y de grupo hacia MORENA y lo que representa, la respuesta es NO. Mantenemos nuestra convicción y llamado a movilizarnos junto con MORENA como una vía para lograr un cambio desde lo instituido, pero puntualizando, como lo hicimos en el contexto electoral, que esto no implica subordinación y autosilenciamiento. Lamentamos que algunos “amigos” se incomoden con esta postura, pero es una decisión ética y corresponsable.

Finalmente, con varios colegas estamos tejiendo diversas acciones que parten del supuesto que una ciudadanía informada, formada, participativa y crítica es necesaria si aspiramos a un país donde la corrupción, la injusticia y el influyentismo no tengan lugar. El Portal Insurgencia Magisterial está abierto para difundir cualquier posicionamiento; la Escuela de Cuadros que se desarrolla de manera presencial cada semana puede compartirse con cualquier interesado; la formación periodística básica está a disposición de todos; los espacios académicos locales, nacionales e internacionales están abiertos; las alianzas construidas con diversas organizaciones e instituciones aceptan nuevos tejidos y sobre todo, las puertas están abiertas para todos los que tengan algo que compartir.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/critica-desde-los-contornos-de-lo-instituido/

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La revolución muerta y la revolución latente

Por: ZÓSIMO CAMACHO

Desde hace algunos sexenios, el 20 de noviembre es una fecha que busca ocultarse. Los gobernantes en turno, obligados a referirse a la efeméride, “celebran” la Revolución mexicana casi a escondidas, con malabares discursivos para reivindicar la lucha que estalló contra el régimen de Porfirio Díaz y, sin sonrojarse, decir que el actual gobierno es heredero de aquella lucha emancipatoria.

Traición sobre traición, la Revolución mexicana (“interrumpida”, señala Adolfo Gilly) fincó su desaparición desde el mismo momento en que se consolidaba. Aquellos logros (apenas algunos de los que demandó todo el movimiento armado) plasmados en la Constitución de 1917 siempre fueron letra muerta (nada más hay que ver lo que el texto constitucional dice acerca del salario mínimo) o, bien, fueron erradicados de la carta magna mediante las reformas estructurales de corte proempresarial (disolución de los ejidos, fin de la propiedad comunal, retroceso en materia de derechos laborales, privatización del petróleo…).

El desmantelamiento del país, ha implicado que hoy como Constitución exista un engendro con más de 700 reformas. Los presidentes más “reformadores” han resultado ser los dos últimos: Felipe Calderón hizo 110 cambios; Peña Nieto, en lo que lleva en la Presidencia, ha decretado 147 reformas. Conociendo las capacidades de estos gobernantes y los intereses que defienden, ya podemos imaginar el desastre cometido en el texto Constitucional.

Para muchos, la Revolución está muerta y no hay manera de recuperarla. Y es que resulta menos difícil, por ejemplo, redactar una nueva Constitución que tratar de recomponer la actual. Por ello, esta revolución, políticamente, ya está bien muerta y enterrada… El asunto es que al finalizar un proceso, surge otro. Y para este otro ya hay camino andado. De hecho, el movimiento social y el movimiento armado de hoy se nutren de las epopeyas magonistas, zapatistas y villistas, principalmente: los revolucionarios que perdieron y cuyas demandas y postulados sólo fueron reivindicados tibiamente en algunas partes de las leyes y en el discurso político de los jilgueros del sistema. Los “revolucionarios” que ganaron no cuentan con el respaldo popular: ¿alguien reivindica en las calles, en las marchas, en el movimiento social a Carranza, Obregón o Calles? Por supuesto que no.

Se estima que el Partido Liberal Mexicano que protagonizó las huelgas e insurrecciones de 1906, que desembocaron en la Revolución de 1910, llegó a tener más de 20 mil combatientes. Anarquistas (además de Ricardo y Enrique Flores Magón, también figuraban Práxedis G Guerrero y Librado Rivera, entre muchos otros), perdieron pronto militarmente pero constituyeron el principal referente teórico y social de todo el movimiento armado.

El Ejército Libertador del Sur, encabezado por Emiliano Zapata, llegó a contar con más de 30 mil combatientes y cientos de pueblos insurgentes: comunidades indígenas y campesinas de Morelos, el Estado de México, el Distrito Federal, Puebla y Guerrero. Se enfrentaron directamente al ejército porfirista, al que derrotaron en el sitio de Cuautla. Influenciados por el magonismo, redactaron el Plan de Ayala, que se resume en dos frases: “La tierra es de quien la trabaja” y “Tierra y Libertad”, de influencias anarquistas.

El otro movimiento armado cuyo legado pervive hasta nuestros días es el de la formidable División del Norte, con un número indeterminado de decenas de miles de combatientes y 20 cuerpos militares entre estado mayor, dorados, brigadas, tercias y fracciones. Probablemente este ejército irregular encabezado por Francisco Villa ha sido la guerrilla más numerosa en la historia del Continente, que además podía recorrer grandes distancias y sostener batallas fuera de los territorios de los campesinos que lo nutrían: Chihuahua, Durango, Coahuila, Sonora, Zacatecas.

El triunfo esporádico de la Revolución fue captado por la cámara de Casasola, cuando el 6 de diciembre de 1914 las tropas villistas y zapatistas ingresaron a la Ciudad de México, entraron al Palacio Nacional y Pancho y Emiliano pudieron bromear entorno a la silla presidencial. Lo que vino después para la Revolución fueron pérdidas, fracasos y traiciones.

Otra oleada de revolucionarios vendría después, en la década de 1950, con el movimiento del zapatista Rubén Jaramillo, en Morelos, y para las décadas de 1960 y 1970 las decenas de guerrillas que irrumpieron en el escenario político y social, entre las que destacamos al Grupo Popular Guerrillero (encabezado por Arturo Gámiz y Pablo Gómez), la Unión del Pueblo (fundada por Tiburcio Cruz Sánchez, Héctor Eladio Hernández Castillo y José María Ortiz Videz), el Partido de los Pobres y su Brigada Campesina de Ajusticiamiento (cuyo principal líder era Lucio Cabañas), la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (encabezada por Genaro Vázquez) y, entre muchas otras, la Liga Comunista 23 de Septiembre (la organización revolucionaria de tipo urbano más importante de los últimos tiempos y de la cual Arturo salas Obregón fue uno de los principales dirigentes).

En las páginas de Contralínea hemos dado cuenta de que para los organismos de seguridad y defensa nacionales hoy existen cinco movimientos insurgentes (guerrillas) y alrededor de 50 grupos y células de insurrección anarquista. Cada uno, por su lado, hace la revolución, aunque por tal concepto tengan proyectos muy distintos.

Las guerrillas son el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, la formación más numerosa y con mayor impacto desde la Revolución; el Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario (evolución de la Unión del Pueblo); la Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo; el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente, y el nuevo grupo del que dimos cuenta en semanas pasadas y que, según los órganos de inteligencia, aglutina a exintegrantes de otras guerrillas y nuevas generaciones de combatientes con mayor “radicalidad de lucha”. En efecto, no son los únicos movimientos armados. Otros no han desaparecido del todo pero se encuentran en un periodo de silencio y retraimiento. Algunos más están en proceso de integrarse o reintegrarse a alguna de las formaciones citadas.

En otro carril avanzan los grupos anarquistas de corte insurreccionalista, aquellos que han optado por combatir frontalmente y ahora al capitalismo y al Estado. Hoy representan una “amenaza” mayor, según los organismos de seguridad nacional.

Sirva el aniversario del inicio de la gesta de la década de 1910 para reflexionar acerca de la lucha armada y la Revolución: la muerta y la latente, aquella que hoy se construye lentamente y que casi siempre se antoja lejana, pero que, por momentos, parece estar a la vuelta de la esquina.

Fuente: http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/index.php/2016/11/20/la-revolucion-muerta-y-la-revolucion-latente/

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México: Asciende a 37 Mil mdp el recorte a universidades publicas.

Con el recorte presupuestal se verán afectadas las relaciones laborales con el sindicato y el cumplimiento en materia de becas con los estudiantes; se afectará la operación de las propias universidades.

Autor y Fuente:http://insurgenciamagisterial.com/

Advierten rectores de las universidades públicas estatales (UPES) del país que con la reducción del presupuesto aprobado por los legisladores, se verán afectadas las relaciones laborales con el sindicato y el cumplimiento en materia de becas, con lo que se afectará la operación de las propias universidades.

En un desplegado de prensa, rectores de las diferentes universidades manifestaron su rechazo al recorte de más de 37 mil millones de pesos destinados a la educación pública superior, y solicitaron la intervención del presidente Enrique Peña Nieto para realizar una redistribución del Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio 2017.

Los directivos universitarios también criticaron que los recursos asignados al desarrollo de ciencia y tecnología no cumplen con el compromiso pactado de una inversión mínima del 1% de PIB.

Los titulares de las instituciones educativas de educación superior explicaron que la reducción del gasto destinado a ese rubro propuesto por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) afectará estructuras esenciales en las universidades, como el Fondo de Apoyo para el Saneamiento Financiero y Atención a Problemas Estructurales de las Universidades Públicas Estatales (FASFAPEUPE).

Con la reducción al presupuesto universitario se pone en riesgo el cumplimiento de los acuerdos contenidos en el FASFAPEUPE, que han sido resultado de la negociación entre autoridades y sindicatos universitarios, por lo que se pondrían en riesgo muchos de los acuerdos alcanzados por uno de los principales sistemas que generan ahorros de más de 593 mil 300 millones de pesos a las UPES.

“La eliminación de este fondo generaría presiones para mantener y continuar las reformas, se alterarían las relaciones laborales y se afectaría gravemente la operación de las UPES, ya que dicho monto tendría que ser cubierto con el gasto operativo”, subrayaron.

El documento publicado y firmado por 10 rectores de estas universidades, establece que miles de estudiantes se quedarán sin los apoyos mínimos para continuar sus estudios.

De no considerarse, “se ampliarán las brechas entre las universidades federales y estatales”, puntualizaron.

“En la compleja situación que vive el país la educación aparece como un signo de esperanza y por ello la universidad pública debe constituirse como un espacio fundamental del sistema social” argumentaron.

Finalmente demandaron un financiamiento “suficiente, oportuno y a largo plazo” para cumplir con los propósitos “indispensables” de las instituciones de educación superior del país.

Firman el desplegado los rectores de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca; la Universidad Autónoma de Baja California; la Universidad Autónoma de Nayarit; la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; la Universidad Autónoma de Querétaro; la Universidad de Sonora; la Universidad Autónoma de Tamaulipas; la Universidad Autónoma de Tlaxcala; y la Universidad Autónoma de Zacatecas.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/asciende-a-37-mil-mdp-el-recorte-a-universidades-publicas/

Imagen: http://insurgenciamagisterial.com/wp-content/uploads/2016/11/jornadabc.jpg

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México: Maestros de educación básica en Morelos son evaluados

Fuente: 20minutos 

La Secretaría de Educación en Morelos informó que transcurre con normalidad el proceso de evaluaciones del servicio profesional docente, que se realiza este fin de semana en la entidad.

En un comunicado, la dependencia señaló que los maestros cumplieron con su responsabilidad y se presentaron puntualmente a la Evaluación de Desempeño en Educación Básica y Media Superior.

El director del Instituto de la Educación Básica del Estado de Morelos (IEBEM), Fernando Pacheco Godínez, precisó que a las 08:00 horas del 12 de Noviembre arrancó la evaluación en las sedes que se tienen habilitadas en la entidad.

Destacó el compromiso de los docentes morelenses quienes, resaltó, han hecho un esfuerzo para llegar bien preparados a esta evaluación.

“En esta experiencia de este segundo año ya de Evaluación al Desempeño hay mucha sensibilidad, mucho compromiso y, además, los maestros se estuvieron capacitando; la misma organización sindical, la autoridad educativa”, expresó La Secretaría de Educación reconoció a los docentes que acudieron a las nueve sedes ubicadas en los municipios de Cuernavaca, Temixco, Emiliano Zapata, Cuautla y Zacatepec.

Fuente: http://www.20minutos.com.mx/noticia/157344/0/maestros-de-educacion-basica-en-morelos-son-evaluados/

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Transparencia, tema obligado en Educación Superior: Rector

Por: Redacción Quadratin

Por tratarse de entidades que reciben recursos procedentes de las finanzas públicas, las Instituciones de Educación Superior (IES) están obligadas a la transparencia y rendición de cuentas en sus ejercicios presupuestales de acuerdo con el marco jurídico que les rige, por lo  ambos temas son ineludibles porque permiten que la sociedad esté enterada de lo que se hace con sus contribuciones, aseguró el rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Medardo Serna González, en el marco de la Reunión del Consejo Regional Centro-Occidente de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), celebrada en el Instituto Tecnológico de Nayarit. De acuerdo a un comunicado de prensa, durante los trabajos del órgano colegiado que aglutina a 28 Instituciones de Educación Superior de los estados Guanajuato, Jalisco, Aguascalientes, Michoacán, Colima,  y Nayarit, el coordinador de Acceso a la Información del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos (INAI), Adrián Alcalá Méndez, disertó sobre las obligaciones de la IES en materia de transparencia, acceso a la información y rendición de cuentas. Son 48 obligaciones y 9 temas específicos los que deben observar las Instituciones de Educación Superior de acuerdo con la ley en la materia, para dar a conocer todo lo que éstas entidades públicas realizan. Los trabajos del Consejo de la Región Centro Occidente de la ANUIES abarcaron además los temas de financiamiento, vinculación, programas académicos de calidad, posgrado, investigación y responsabilidad social universitaria. Por lo que se refiere al Presupuesto de Egresos de la Federación 2017, se resaltó que derivado de las gestiones de la ANUIES se logró un incremento de 3.3 por ciento en el subsidio ordinario, lo cual permitirá que el índice inflacionario no impacte a las finanzas de las universidades públicas. Fungieron como anfitriones de la reunión el director del Instituto Tecnológico de Tepic, Albino Rodríguez Díaz, y el secretario de Educación de Nayarit, David Aguirre Estrada. Durante los trabajos el rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Medardo Serna González, intercambió opiniones sobre temas como la calidad e internacionalización de los estudios de posgrado, con el rector de la Universidad de Guadalajara, Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, además de conversar con rectores y directores de otras Instituciones de Educación Superior asistentes al foro.

Fuente: https://www.quadratin.com.mx/sucesos/transparencia-tema-obligado-en-educacion-superior-rector/

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