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Bolsonaro: amenaza ultra en Brasil

Por: Tom C. Avendaño.

Nostálgico de la dictadura, racista, machista, homófobo. El líder de la derecha brasileña apela al voto de la desesperación en un país en crisis

El candidato a la presidencia de Brasil Jair Bolsonaro ha pasado las tres últimas semanas de su campaña sin pisar la calle, recuperándose en el hospital de la puñalada que un perturbado le propició en el abdomen durante un acto electoral el pasado 6 de septiembre. Ha publicado algún vídeo en sus redes sociales desde aquel penoso ataque y hasta concedió una entrevista corta a una radio. Pero por lo demás ha estado desaparecido.

En la calle, sin embargo, no se ha dejado de hablar de él. Al contrario, según se acerca la votación de la primera vuelta el 7 de octubre, en Brasil se habla de Bolsonaro más que nunca. Cada rato alguien recuerda que este ultraderechista, que parecía el peor candidato imaginable para presidir Brasil, se ha convertido en líder de las encuestas. Como apenas hay imágenes nuevas, los medios muestran la silueta que sus seguidores llevan en banderas y pegatinas, una que es todo cejas angulosas y peinado de raya a un lado. Sin declaraciones recientes, sus muchos enemigos refrescan una y otra vez la grotesca hemeroteca de este candidato: 27 años de barbaridades en el Congreso, tan repetidas y uniformemente ofensivas que cuesta saber cuál es de hace dos décadas y cuál es reciente. “Yo a usted no la violaría porque no se lo merece” (dicho a una diputada en televisión en 2003); “La dictadura debería haber matado a 30.000 personas más, comenzando por el Congreso y el presidente Fernando Henrique Cardoso” (1999); “Sería incapaz de amar a un hijo homosexual, prefiero que muera en un accidente de coche” (2001), o “Un policía que no mata no es policía” (2017).

Y así, entre que es ubicuo, atemporal y capaz de infundir pavor entre buena parte de la población, casi se diría que, más que un hombre, Jair Bolsonaro es un fantasma.

No siempre fue así. Jair Messias Bolsonaro (São Paulo, 1955) solía ser considerado un payaso. Hijo de un dentista rural, durante el final de la dictadura militar, en 1985, intentó refugiarse en el Ejército, pero fue expulsado a la reserva por conflictivo. De ahí pasó a la política, donde se le tomaba por un paria. Autoritario, antidemocrático, machista, racista, homófobo, defensor de la tortura; un bufón, en fin, para los cuatro nostálgicos de la dictadura. En el próspero Brasil de Lula (2003-2011) había pocos perjudicados por el establishment democrático y, como todo iba a mejor cada año, con suerte dentro de poco no quedaría ninguno. Bolsonaro y sus cejas picudas y su peinado con raya al lado estaban condenados a ser poco más que una anécdota histórica.

Aferrado a la estética militar, no le gusta que se llame golpe de Estado a la asonada militar de 1964

Pero en lugar de seguir adelante, Brasil se vino abajo. La economía colapsó. Empezaron a desvelarse casos de corrupción: miles de millones de reales robados de los fondos públicos por políticos. El país se llenó de protestas de izquierda y de derecha. Y en vez de responder, la vieja élite usó las instituciones para salvar el pescuezo. El Congreso, el Senado, el Supremo Tribunal Federal, el Electoral…, todas acabaron enfangadas con procesos que buscaban retrasar, si no las investigaciones de corrupción, al menos sus consecuencias. Todos moviéndose a velocidades distintas según el interés. “Nunca nos recuperamos de la desestabilización que ha producido ese mal uso de las instituciones: nos metió en los tiempos difíciles”, lamenta Oscar Vilhena, profesor de Derecho Constitucional de la Fundación Getúlio Vargas.

La violencia se disparó. En 2017 Brasil batió por tercer año consecutivo su propio récord de homicidios: 63.880. Más que algunos países en guerra. Y mientras la nación entera parecía arder, aquel payaso del Congreso empezó a parecer más listo. Él, que siempre había criticado al statu quo; él, que nunca dejó de recordar que en la dictadura se vivía mejor; él, que desconfiaba de la izquierda de Lula. Él era el nuevo hombre con las respuestas. En 2014 fue el diputado más votado del Estado de Río. Ya no era tan payaso.

“Bolsonaro representa una cosa profunda que él ni imagina”, reflexionaba en un mitin en agosto Ciro Gomes, un candidato de centroizquierda de los 12 que van por detrás de él en las encuestas. “Representa la negación de la política y de la democracia, el deseo de prender fuego para ver si vuelve a nacer algo”.

Si solo fuese cuestión de rechazar al establishment actual, a Bolsonaro le habría salido más de un imitador. Pero al igual que Donald Trump no llegó a la Casa Blanca solo por exprimir el descontento con las élites estadounidenses, sino también tonteando con el racismo oculto de muchos votantes, Bolsonaro tiene también algo más.

Aferrado a la estética militar, no le gusta que se llame golpe de Estado a la asonada militar de 1964 en el que las Fuerzas Armadas echaron al presidente electo y se instalaron en el poder. “Teníamos democracia, lo único que no teníamos eran elecciones”, argumentó a la revista Piauí en 2016. Aquella dictadura duró 20 años. Hubo torturas y asesinatos de disidentes, muertos, desaparecidos y vivos llenos de cicatrices. “El error fue torturar y no haber matado más”, opinó Bolsonaro en televisión.

Encontró una mina. “A diferencia de la dictadura argentina, que se toma como modelo de dictadura latinoamericana, la brasileña tuvo una propaganda y una censura muy eficaces”, alerta Carlos Fico, historiador especializado. “La censura ocultaba la violencia. Y la propaganda vendía una idea de milagro, la imagen de un país donde todo el mundo era feliz”.

La transición, en 1985, no se atrevió a cuestionarla. “En 1979 se había firmado una ley de amnistía que exculpaba a los agentes del Estado de cualquier delito contra los derechos humanos. Esa ley fue la cláusula principal de la transición. Y ahora una parcela de la población tiene un recuerdo que no es traumático de la dictadura; de que no fue para tanto, de que fue una dictablanda”, añade Fico.

Bolsonaro —que goza de la inmunidad que la Constitución da a los parlamentarios para opinar de casi todo— siempre había hablado de los militares con cariño. Empezó a jugar con la idea de que ellos podrían contribuir a crear un lugar sin la corrupción, la violencia ni la pobreza del presente. Prometió legalizar las armas y dar más control de la seguridad nacional al Ejército. Eligió a otro exmilitar radical como candidato a vicepresidente. No fue una decisión al azar: en estas elecciones hay 117 militares buscando puestos en política. Ese fue el gran descubrimiento de Bolsonaro. Que, como dijo el periodista Demetrio Magnoli, “la idea de que la sociedad civil es una enfermedad degenerativa recurrente y que la salud nacional depende de intervenciones quirúrgicas militares está grabada en mármol en la historia de Brasil”.

Bolsonaro nunca fue un diputado muy productivo, pero sí tuvo un momento de gloria en 2011. El Ministerio de Educación quería distribuir en 6.000 escuelas un kit antihomofobia con cuadernos, libros y vídeos sobre relaciones homoafectivas. Consiguió que se retirasen los vídeos y que la iniciativa se considerase un fracaso. Pero la verdadera victoria fue otra. Logró la simpatía de uno de los grupos más poderosos del primer país latinoamericano: los evangélicos.

“Todos los partidos brasileños están en manos de las grandes Iglesias evangélicas”, alerta Bernardo Carvalho, escritor que retrató la vida evangélica brasileña en su libro Reprodução. “Algunas Iglesias están abiertamente en contra de Bolsonaro porque es imposible de conciliar con la ética cristiana. Pero hay otras que ya habían atacado los derechos individuales, los prejuicios de género, la violencia o las armas, que Bolsonaro quiere legalizar”.

En 2016, y pensando ya en su carrera presidencial, el exmilitar, católico de toda la vida, se llevó a sus hijos al río Jordán, en Israel, y allí un pastor le bautizó. Fue otra de sus grandes transformaciones: de ultranacionalista nostálgico a fanático liberal (lo que le ganó el favor de los mercados) a evangélico. Hoy, esa es la fe de un 26% de los votantes que le apoyan. No siguen con tanta devoción a nadie más.

Hace tiempo que Bolsonaro no crece en las encuestas y sus rivales sí. Sigue siendo el favorito para la primera vuelta, con un 28% de intención de voto, y nada impide pensar que así llegará a las elecciones. La segunda vuelta, el 28 de octubre, ya es otra cosa. El rechazo que produce se ha disparado al 46%. El antibolsonarismo es el mayor fenómeno político del momento y esa mayoría se está organizando. Especialmente las mujeres, que le llaman, para evitar nombrarloO Coiso (masculino de “la cosa”). Hay campañas contra él, marchas multitudinarias. Él sigue sin poder salir del hospital. del

Todo es posible en este país y más en esta campaña. Pero pocos descartan que llegue más lejos el viaje de este hijo de dentista por el reverso oscuro de Brasil. A los fantasmas no se les puede atrapar, pero sí se les puede perder el miedo.

Fuente del artículo: https://elpais.com/internacional/2018/09/28/actualidad/1538153452_095290.html

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We can’t let poorer pupils be frightened off higher education

By: Claire Hynes. 

Back in the days when higher education was mostly for the benefit of a select group of middle-class kids, I had a meeting with my school careers teacher, who asked me what I wanted to do in the future. When I told her I was thinking about furthering my studies and finding a job that involved writing, she declared that a suitable plan for me was to leave school at 16 and train to become a secretary. Apparently I didn’t look like the sort of person who should attend university.

Over time I’d come to believe these attitudes belonged to the past – a bygone age of middle-class privilege now thankfully over. Now, though, it seems that thinking has become core government policy.

It seems to be more difficult than ever for young people to enter higher education. Graduates in England have the highest student debts in the developed world. They will leave institutions with nearly double the debt of their US counterparts, and three times the debt of the next highest in Europe. A commons committee this week found a wide gap in access between the most and least advantaged students, despite institutions’ spending on access and widening participation schemes. It saw evidence that showed that poorer students were hit hardest by the system of student loans, and expressed concern at the drop in numbers of part-time and mature students. Thanks to the abolition of maintenance grants in 2015, the poorest students will pay on average £14,000 more in loans than better-off students. Once they emerge from their studies, on average they will have forked out a grand total of £57,000, according to the Institute of Fiscal Studies.

And universities themselves are facing unprecedented criticism. Since the summer, accusations have raged about a rise in the number of unconditional offers given out. The institutions have been blamed for a “bums on seats” mentality by the higher education minister Sam Gyimah, who appears to have forgotten that just four years ago the government lifted the cap on student numbers in an effort to marketise higher education. Then there have been exaggerated and often false claims about no-platforming and safe spaces.

And alongside this, the government has a plan to create three million apprenticeships by 2020. So, it seems poorer students worried about the cost of universities can opt for one of these. Perhaps the new schemes will prove viable options for many young people. But who will decide which 18-year-olds are best suited to vocational study? And on what grounds will these decisions be based? We could end up going back to the days when university was only for the well-off, with the disadvantaged predominantly taking apprenticeships.

It’s incredible that the politicians and policymakers who try to undermine universities have themselves benefited from all the opportunities offered by these places of learning – asking questions about themselves and the world around them and preparing for higher-status careers. A university education is apparently good enough for them, but not good enough for ordinary people.

Nine out of 10 MPs studied at university – and around half of the cabinet – and a quarter of all MPs – studied at Oxford or Cambridge, according to the Sutton Trust. Do these people really believe they’d have been better off leaving at school at 16 and taking a vocational course in political life?

How did society arrive at the idea that so many people having a degree is cause for worry? Britain is home to the world’s leading universities – primarily in the arts and humanities, the subjects most commonly derided. That half of young adults benefit from a university experience, and that society benefits in turn, should be applauded.

The well-worn cliches about so called “mickey-mouse” subjects and limited job prospects should be put to rest too. Evidence shows that employers are crying out for the “soft” skills that graduates possess as a result of their university experience. It doesn’t matter whether these degrees are in computer science or in leisure management; the skills that students acquire are valuable and transferable. And graduates earn on average £10,000 morethan their non-university educated counterparts.

Of course, debt causes huge stress among students. As a university lecturer, I have had many students share their worries with me about how they will afford books or balance their studies with part-time work. But it’s plain wrong that young people should be warned off education because it’s too expensive. What will be next? Should less well-off young people be discouraged from buying their own home too?

It’s the crippling student loan system that should be challenged, not the desire of young people to attend higher education institutions. We should be proud that half of all young adults benefit from our university system. RA Butler, the Conservative education minister who conceived the 1944 Education Act, should be turning in his grave.

Source of the article: https://www.theguardian.com/commentisfree/2018/nov/09/poorer-pupils-higher-education-university-benefits-privilege

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MeToo-style sexual abuse rampant across North Korea

By: Andrew Salmon.

Human Rights Watch details pervasive rape culture, but says it could be easily fixed – and slams Seoul for ignoring human rights as it engages regime

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Un instrumento político de acuerdo con cada realidad

Por: Marta Harnecker.

1. Por qué es necesaria una organización política

  1. Las recientes movilizaciones ocurridas en América Latina y en el mundo confirman lo que Lenin escribía en 1914: “cuando las masas carecen de organización, están privadas de una voluntad única”, y sin ella no pueden luchar contra la potente “organización terrorista” de los estados capitalistas.

1) Una instancia que ayude a superar la dispersión

  1. Para que la acción política sea eficaz, para que las actividades de protesta, de resistencia y de lucha logren cambiar realmente las cosas, para que los estallidos sociales desemboquen en revoluciones, para que las revoluciones se consoliden, se requiere una instancia política que ayude a superar la dispersión y atomización del pueblo explotado y oprimido creando espacios de encuentro para aquellos que tienen diferencias pero luchan contra un enemigo común; que sea capaz de potenciar las luchas existentes y promover otras orientando las acciones en base a un análisis de la totalidad de la dinámica política; que sirva de instrumento articulador de las múltiples expresiones de resistencia y de lucha.
  2. La historia de las revoluciones triunfantes ratifican en forma porfiada lo que se puede lograr cuando existe una organización política capaz, en primer lugar, de levantar un programa alternativo de carácter nacional y plataformas de lucha que permita canalizar las acciones de los diversos actores sociales hacia un objetivo común,dotando a millones de hombres de una voluntad única.
  3. Esta instancia política es comoel pistón en una locomotora,que transforma la fuerza del vapor en el movimiento que, transmitido a las ruedas, hace desplazarse a la locomotora y con ella a todo el tren. La sólida cohesión organizativa no sólo otorga mayor capacidad objetiva para actuar, a la vez crea un clima interno que hace posible una intervención enérgica en los acontecimientos y un aprovechamiento de las oportunidades que éstos ofrecen. Hay que recordar que en política no sólo hay que tener la razón, sino que hay que tenerla a tiempo y contar con la fuerza para materializarla.
  4. Por el contrario, el no tener ideas claras por qué luchar y la sensación de no contar con instrumentos sólidos que permitan llevar a la práctica las decisiones adoptadas, influye negativamente ejerciendo una acción paralizadora.

2) Un taller de pensamiento estratégico

  1. Se requiere una entidad que cree las condiciones para elaborar una propuesta, programa o proyecto nacional alternativo al capitalismo, que sirva de carta de navegación para orientarse, para no perder el rumbo, para encaminarse certeramente hacia el objetivo perseguido, para no confundir lo que hay que hacer ahora con lo que hay que hacer luego, para saber qué pasos dar y cómo darlos, es decir, necesitamos una brújula que permita que el barco no se extravíe y llegue seguro a su destino.
  2. Es una tarea que requiere de tiempo, de investigación, de conocimiento de la realidad nacional e internacional.No es algo que se pueda improvisar de un día para otro  y, menos, en el complejo mundo en que vivimos. Este proyecto debe plasmarse en un programa que cumpla el papel de esa carta de navegación de la que hablábamos y se concrete en un plan de desarrollo nacional.
  3. Siempre tendrá que haber una elaboración inicial por parte de la organización, pero debemos tener muy presente que ese programa deberá ir siendo enriquecido y modificado a partir de la práctica social,de la opiniones y sugerencias de los actores sociales, porque, como hemos dicho anteriormente, el socialismo no se puede decretar desde arriba, hay que irlo construyendo con la gente.
  4. Rosa Luxemburgo no se cansa de repetir que la senda hacia el socialismo no está trazada de antemano, que tampoco hay fórmulas ni esquemas predeterminados, ya que “la clase proletaria moderna no conduce su lucha según esquema alguno reproducido en un libro o en una teoría, sino que la lucha moderna de los trabajadores es un trozo de historia, un trozo de evolución social y, en medio de la historia, en medio de la evolución,en medio de la lucha, aprendemos cómo debemos luchar”.
  5. El instrumento político debe propiciar un constante debate sobre los grandes temas nacionales para ir enriqueciendo ese plan y los programas concretos que de él puedan derivar. Coincido con Farruco Sesto en que este debate no puede limitarse a una simple confrontación de ideas, sino que debe “conducir a la construcción colectiva de ideas y de respuestas a los problemas”“[…] Unos argumentos sumados o contra puestos a los otros, irán permitiendo la elaboración de una verdad compartida.”
  6. La organización política debería ser —según él— “un gran taller de pensamiento estratégico desplegado por todo el territorio […]”. Yo particularmente pienso que el instrumento político no sólo debe estimular un debate interno, sino que también debe impulsar la creación y participar activamente en espacios de debate público —como los que ya mencionamos anteriormente— sobre los temas de interés más general, convocando a participar a todas las ciudadanas y ciudadanos interesados.
  7. Por eso coincido nuevamente con Farruco en que comoel partido no es algo aislado del pueblo,sino que tiene que hacer “su vida en el pueblo”, el lugar ideal para el debate es el “seno del movimiento popular”. Y que “si una de las líneas estratégicas de la revolución es transferir el poder al pueblo, ello implica la transferencia de la capacidad, no sólo de decisión, sino de la elaboración de los fundamentos de la decisión. “[Porque] producir las ideas y clarificar los caminos es la más importante de las actividades en el ejercicio del poder.”

3) Una conducción que elabore los pasos a seguir

  1. Pero el instrumento político no solo es necesario para coordinar el movimiento popular y promover la elaboración teórica, también es necesario para definir la estrategia. Se requiere una conducción política que elabore los pasos a seguir para implementar las propuestas teóricas, de acuerdo con el análisis de la correlación de fuerzas existente. Solo así se podrán lanzar las acciones en el momento y el lugar más oportuno, buscando siempre el eslabón más débil de la cadena enemiga, aprovechando el vapor contenido en la caldera en el momento decisivo, haciendo que se convierta en fuerza impulsora, evitando así que se desperdicie. Por supuesto que, como dice Trotsky, lo que mueve las cosas no es el pistón, sino el vapor, es decir la energía que surge de las masas movilizadas.
  2. Y si es necesario un instrumento político para lograr la toma del poder, es también fundamental para construir la nueva sociedad alternativa al capitalismo, como expondremos más adelante.

2. Vencer el bloqueo subjetivo

  1. Reconocemos que el terreno no es fértil para escuchar estas ideas. Hay muchos que no aceptan siquiera discutirlas. Y adoptan esta actitud porque las asocian a las prácticas políticas antidemocráticas, autoritarias, burocráticas, manipuladoras que hemos descrito en otros textos y que desgraciadamente han caracterizado a muchos partidos de izquierda.
  2. Yo creo quees fundamental superar este bloqueo subjetivoporque estoy convencida, como ya he dicho más arriba, no habrá lucha eficaz contra el actual sistema de dominación, ni construcción de una sociedad alternativa, socialista, sin una instancia capaz de articular a todos los actores y que unifique su voluntad de acción en torno a las metas propuestas.
  3. Estoy de acuerdo con Hardt y Negrien que la resurrección y refundación de la izquierdasólo serán posibles sobre la base de nuevas prácticas, nuevas formas de organización y nuevos conceptos, pero me parece paradójico que ellos reconozcan que vivimos en un estado de guerra global, que la democracia plena que buscamos está por construirse, que justifiquen el uso de la violencia para defenderse del poder imperial, que afirmen que la multitud va necesitar de un proyecto político para dotarla de existencia y que debe ser capaz de tomar decisiones y de actuar en común y que, al mismo tiempo, rechacen, sin embargo, la idea de que exista un puesto central de mando y no propongan absolutamente nada que permita llevar a la práctica ese proceso de toma de decisiones para la acción común.

3 Por qué instrumento político y no partido político

1) Lenin contra una visión universal

  1. Debido al creciente desprestigio de la política y los políticos, mucha gente tiende a rechazar el término partido. Por eso yo prefiero hablar de instrumento político.
  2. Pero esa no es la única razón, hay una razón más de fondo que busca subrayar elcarácter instrumentalque debe tener toda organización política revolucionaria.
  3. Si de lo que se trata es de conducir la lucha de los sectores populares las cuestiones organizativas no pueden transformarse en un objetivo en sí mismo, sino en una herramienta que permita conseguir este objetivo.
  4. Y como la forma en que se de esta lucha depende de la realidad de cada país, no puede haber una fórmula única de organización, esta debe adecuarse a las características de cada realidad social.
  5. Contrariamente a muchos de sus seguidores, desde sus primeros intentos por crear un partido revolucionario en Rusia,Lenin tenía absolutamente claro que no se trataba de fabricar una fórmula universal.Conocía muy de cerca como estaba organizada la socialdemocracia europea que funcionaba bajo regímenes democrático‑burgueses: para dar la batalla electoral se había organizado en fuertes partidos legales, por lo que sus características no podían ser trasladadas mecánicamente a la Rusia zarista, cuyo régimen autocrático impedía toda organización política revolucionaria abierta. Y tampoco se podía emplear el modelo de las viejas organizaciones clandestinas revolucionarias rusas, aunque era necesario aprender de ellas determinadas técnicas conspirativas
  6. ¿Qué hacer entonces para crear un partido revolucionario en Rusia —un país en el que existía un estado terrorista y que contaba con una clase obrera muy minoritaria, pero altamente concentrada y muy combativa? Según el dirigente bolchevique, lo que se debía hacer era crear un partido cerrado de militantes disciplinados, verdaderos cuadros revolucionarios, y con ellos ir “al encuentro del movimiento espontáneo de los sectores populares o, más exactamente, del proletariado de las fábricas [creando] la organización de este movimiento adecuada a [las] condiciones” del país.
  7. Lenin tenía absolutamente claro que no se trataba de fabricar una fórmula universal. Concibió siempre el partido como elsujeto políticopor excelencia de la transformación social, como el instrumento para ejercer la conducción política de la lucha de clases ¾lucha que siempre se da en condiciones históricas, políticas y sociales específicas¾ y, por lo mismo, estimaba que su estructura orgánica debía adecuarse a la realidad de cada país y modificarse de acuerdo a las exigencias concretas de la lucha.

2) La Tercera Internacional y los partidos comunistas

  1. Estas ideas tempranas de Lenin fueron ratificadas en el III Congreso de la Internacional Comunista en 1921. En uno de sus documentos se sostiene quenopuede haber una forma de organización inmutable y absolutamente conveniente para todos los partidos comunistas. Las condiciones de la lucha proletaria se transforman incesantemente y, conforme a esas transformaciones, las organizaciones de vanguardia del proletariado deben buscar también constantemente nuevas formas […]Las particularidades históricas de cada país determinan, a su vez, formas especiales de organización para los diferentes partidos.
  2. Sin embargo, a pesar de estas orientaciones de la Internacional, en la práctica los partidos comunistas siguieron un mismo modelo a pesar de las diferencias existentes entre los distintos países donde fueron creados.
  3. Esto podría explicarse de alguna manera si se considera dos criterios que Lenin consideraba de aplicación universal. El primero se refería a la concepción del partido revolucionario como partido de laclase obreray el segundo, la exigencia de que para pertenecer a la Internacional Comunista cada uno de estos partidos debía necesariamente adoptar el nombre de Partido Comunista.
  4. Dichos criterios fueron aplicados muy dogmáticamente por la sección de la Internacional encargada de América Latina. Su influencia fue muy perniciosa¾. Sus dirigentes se dedicaron atrasladar fórmulas ya elaboradaspara un Tercer Mundo no diferenciado, desconociendo la especificidad de nuestro continente y de los distintos países que forman parte de él. Sin ir muy lejos, recordemos los problemas que enfrentó Mariátegui por no acatar la decisión de la Internacional respecto al nombre del partido obrero que él fundó y al que denominó Partido Socialista y no Comunista, como se exigía para integrar la organización internacional.

3) Se ignora a importantes sectores populares

  1. El acento puesto en forma acrítica en la clase obrera condujo, en nuestros países latinoamericanos¾en los que el cristianismo y especialmente la religión católica, y los factores étnico-culturales, tienen un peso mucho mayor que en los países avanzados¾a ignorar las especificidades de nuestro sujeto social revolucionario; a no entender el papel que podían jugar los cristianos y los indígenas en nuestras revoluciones.
  2. Es obvio que, en estos momentos, en nuestros países la lucha popular se está desarrollando en circunstancias muy distintas de las que se dieron en la Rusia zarista. Pero también es obvio que Venezuela no es Cuba ni Nicaragua, como tampoco Bolivia es lo mismo que Ecuador. En cada país hay circunstancias distintas que mediatizan la estrategia y modifican las formas de lucha popular. Por eso no creo que sea útil proponer una plantilla única con la estructura formal que debería tener el instrumento revolucionario.
  3. El error de muchos partidos y movimientos en Latinoamérica es que hanpriorizado el problema de la estructura organizativa por sobre las necesidades de la lucha, cuando debe ser a la inversa.
  4. Un modo en que esto se expresa ha sido la tendencia a aplicar formas muy sofisticadas de organización que no corresponden al propio desarrollo del movimiento revolucionario, copiándolas de otras experiencias que muy poco tienen que ver con la propia. Una desviación extrema de algunos grupos de izquierda en América Latina que se definieron favor de la lucha armada fue la de crear estructuras y mandos militares sin poseer fuerza militar alguna.

Fuente del artículo: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=247910

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Por una educación liberadora ¡Que viva la rebeldía del Movimiento Estudiantil Colombiano!

Por: Jhon Jairo Salinas.

El 10 de octubre, del año 2018, se marcara un hito histórico del movimiento estudiantil Colombiano. La rebeldía, el ímpetu, la energía y la ternura de los jóvenes, universitarios hacen reverdecer la esperanza de que aun todavía, podamos soñar por una educación, liberadora y autónoma, libre del mercantilismo que, nos quieren imponer los dioses del neoliberalismo y del capitalismo salvaje.

Las calles, de las diferentes ciudades del país, hicieron que los jóvenes universitarios, fuera un territorio de lucha y rebeldía popular. El polvorín de las distintas manifestaciones, hicieron temblar los cimientos, de las instituciones regentadas, por los mercaderes de la educación en Colombia, encabeza del neoliberal presidente Iván Duque.

Los gritos y las consignas expresadas. ¡Viva la U, Viva la U, no la dejes privatizar!, ¡Y, no, nos da la gana de ser una colonia norte americana!, hacen que estas retumben en los oídos sordos, de un Estado que no quiere entender, que la fuerza y la esperanza de nuestros jóvenes universitarios serán el crisol, del cambio y profundización de una educación pública y gratuita.

Por eso recordamos algunas fechas históricas como referentes de la lucha estudiantil Latino Americana y del mayo de 68 en Paris, Francia:

“El 3 de mayo de 1968 la Universidad de la Sorbona de París bullía por la agitación, los estudiantes de Nanterre habían intentado participar en la manifestación obrera. El rector llamó a la policía y el edificio fue desalojado. Los estudiantes invadieron el Barrio Latino, y en la noche del 3 al 4 de mayo las calles se llenaron de barricadas y enfrentamientos con la policía.”.
Esta fecha histórica es como si nos hubiéramos regresado al movimiento del 68 en parís.

Como dice el poema de Mario Benedetti. (…) ¿Qué les queda por probar a los jóvenes? (…), en este caso a los jóvenes de Colombia les queda por, probar la arremetida de un gobierno mezquino, autoritario y autócrata. Que quiere imponer la lógica del mercado en la educación, desconociendo que esta es un derecho básico fundamental.

La universidad como expresaba Ernesto el Che Guevara “…qué tengo que decirle a la Universidad como artículo primero, como función esencial de su vida en esta Cuba nueva? Le tengo que decir que se pinte de negro, que se pinte de mulato, no sólo entren los alumnos, sino también entren los profesores; que se pinte de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo, porque la Universidad no es el patrimonio de nadie y pertenece al pueblo (…). En este caso interpretando las palabras del Che, la Universidad en Colombia es para los indígenas, negros, mestizos, blancos, conjugando las razas en un solo verbo (revolución).

Hoy, más que nunca el movimiento estudiantil de Colombia reivindica el manifiesto de córdoba “Hombres de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.»

«La rebeldía estalla ahora en Córdoba y es violenta porque aquí los tiranos se habían ensoberbecido y era necesario borrar para siempre el recuerdo de los contrarrevolucionarios de Mayo. Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y —lo que es peor aún— el lugar donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la ciencia frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático.

Cuando en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es para arrepentirse luego y hacerles imposible la vida en su recinto. Por eso es que, dentro de semejante régimen, las fuerzas naturales llevan a mediocrizar la enseñanza, y el ensanchamiento vital de organismos universitarios no es el fruto del desarrollo orgánico, sino el aliento de la periodicidad revolucionaria.» (Manifiesto de Córdoba Argentina 21 de junio de 1918).

Jóvenes estudiantes universitarios, ustedes ya inscribieron su propio manifiesto. ¡Por una educación liberadora, mas no alienadora!

 

 Fotografía: Jhon Jairo Salinas. Marcha Estudiantes Uniquindìo.

Colombia le dice a través del movimiento estudiantil, que los jóvenes latino americanos enarbolaran la bandera de la justicia, de la solidaridad, la equidad, como principios rectores de una verdadera educación liberadora.

El manifiesto de córdoba, la revolución de mayo del 68, la revolución de los pingüinos del movimiento estudiantil de Chile, junto a la reivindicación política de los Estudiantes Universitarios de Colombia. Serán el acicate para definir el rumbo de una América unida, libre, soberana, como soñó bolívar y miranda. Como homenaje al maestro, de maestros Simón Rodríguez, y el padre de la pedagogía Paulo Freire, se convertirán en el faro de la dignidad de la educación del pueblo oprimido.

 

 Fotografía: Manuel Alejandro López/Marcha Estudiantes Uniquindìo.

“Cuanto más pienso en la práctica educativa y reconozco la responsabilidad que ella nos exige, más me convenzo de nuestro deber de luchar para que ella sea realmente respetada. Si no somos tratados con dignidad y decencia por la administración privada o pública de la educación, es difícil que se concrete el respeto que como maestros debemos a los educandos”. (P.Freire).

Este es un pequeño y humilde escrito dedicado a nuestros jóvenes universitarios y en general a todo el movimiento estudiantil latino americano.

Fuente del artículo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=247744

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Brasil, la venganza de los resentidos

Por: Eliane Brum.

 

Estaba acompañando a una amiga al aeropuerto, en São Paulo. Los ascensores que llevan al aparcamiento de las terminales tardaban. Cuando finalmente entramos en uno, estaba abarrotado. Un hombre con un bebé en brazos, posiblemente su nieto, gritó: “¡Cuando Bolsonaro asuma el cargo, esto irá rápido!”. Y añadió: “¡Pam!, ¡pam!, ¡pam!”. Abrí la boca para preguntarle: “¿Le está disparando a su nieto?”. Y entonces me di cuenta de que no podría hacerlo sin arriesgarme a sufrir violencia. El hombre y la familia que lo rodeaba con cara de fanáticos realmente creen que Bolsonaro lo arreglará todo, desde los “comunistas” como yo a la velocidad de los ascensores.

La elección de Jair Bolsonaro, el populista de extrema derecha que será el próximo presidente de Brasil, ha liberado algo en el país. Un resentimiento contenido hace mucho, por muchos. Todo tipo de represión ha emergido de las cloacas del inconsciente y hoy desfila eufóricamente por las calles, escuelas, universidades, organismos públicos, comidas familiares.

A las mujeres que visten de rojo, color asociado al PT de Lula, las insultan los conductores al pasar, a los gais los amenazan con darles una paliza, a los negros los avisan que tienen que volver al barracón, a las madres que dan el pecho las inducen a esconderlo en nombre de la “decencia”. Aquel amigo de la infancia de quien se guardaba un buen recuerdo escribe en Facebook que ha llegado el momento de contar cuánto te odiaba en secreto y que te exterminará junto a tu familia de “comunistas”. Aquel conocido que siempre has creído que se merecía tener más éxito y reconocimiento del que tiene, ahora desparrama la barriga en el sofá del salón y vocifera su odio contra casi todos. Otro, que siempre se ha sentido ofendido por la inteligencia ajena, se siente autorizado a exhibir su ignorancia como si fuera una cualidad.

La atmósfera tóxica del Brasil actual puede resumirse al fragmento de una carta que llegó a una universidad: “¡Bienvenidos al fascismo! Ahora nos toca a nosotros, ahora es nuestro momento, tendréis que aguantarnos porque vamos a pasar por encima de cada uno de vosotros, cada gay, cada lesbiana, negro y negra. Vamos a exterminaros a todos”. Mensajes en Facebook anuncian que van a cazar a los opositores y a ponerlos de patitas en la frontera. A los que se oponen a Bolsonaro esta multitud rabiosa los trata como si fueran extranjeros y el país hubiera dejado de pertenecerles. Como si las palabras se vaciaran de sentido en Brasil, “comunismo” y “comunista” se han convertido en denominación de todo y todos a los que se odia, ya sea por la orientación sexual, por el color de la piel o por la actuación política. El término ya no tiene ninguna relación con su concepto, pero se lo han apropiado como si fuera el pecado de la parte de la población que denunció el autoritarismo criminal de Bolsonaro, un apologista de la tortura y de los torturadores. Y así, Brasil inaugura otro tipo de guerra fría.

El pacto civilizador, que permitía la convivencia, ya se estaba rompiendo en los últimos años en el país. Ahora lo han rasgado por completo. Esta es la primera señal.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2018/11/06/opinion/1541508597_737258.html

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La religión en la política

Por: Manuel Alcántara Sáez.

El terreno que van perdiendo en América Latina los católicos los ocupan los protestantes

Si bien América Latina continúa siendo mayoritariamente católica, el incremento del laicismo y la presencia del protestantismo en el último cuarto de siglo han empezado a tener un impacto político. Al hecho de que Guatemala tenga al único presidente evangélico de la región, Jimmy Morales, algo que ya había sucedido antes, se añade que en los últimos meses la política en Costa Rica, el país con la trayectoria democrática continuada más longeva, se ha visto alterada por el triunfo de un candidato evangelista en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. En Brasil Jair Bolsonaro también tiene posibilidades de ganar en las presidenciales de octubre, y en Colombia en las recientes elecciones legislativas ha habido dos listas claramente identificadas con grupos cristianos evangélicos: el Movimiento Mira y Justa Libres.

De acuerdo con el barómetro sobre América de la Universidad de Vanderbilt (2016-17) hay solo cinco países latinoamericanos cuya población se considera católica en un porcentaje superior al 70% —Paraguay (83,6%), Ecuador (74,3%), Colombia (73,7%), México (72,3%) y Perú (71,5%)—, mientras que en ocho países el total de católicos es inferior al 55% de su población: República Dominicana (54,9%), Chile (54,7%), Honduras (54,4%), El Salvador (48,9%), Brasil (51,5%), Guatemala (51,4%), Nicaragua (49%) y Uruguay (43,4%). Salvo en este último país en el que una parte muy importante de la ciudadanía se declara atea o agnóstica, en los restantes casos el terreno perdido por los católicos lo ocupan los protestantes. En Guatemala, Honduras y Nicaragua se estima que más del 40% de sus poblaciones lo son, acercándose a ese porcentaje El Salvador. En términos generales, cerca del 20% de la población de América Latina es protestante.

Resulta interesante comparar la actitud y el comportamiento religioso de las sociedades con el de sus políticos. En este sentido, una encuesta realizada en los congresos de América Latina por investigadores de la Universidad de Salamanca entre 2014 y 2017 señala que los legisladores se consideran en promedio más católicos que la media de sus sociedades. Solo en dos países sus diputados entrevistados confiesan ser católicos por debajo del 75% —Honduras (63,3%) y Guatemala (40,3%)—. En Argentina y en Paraguay aseguran serlo el 97,9% y el 95,9% de sus diputados respectivamente.

La práctica creyente advierte una vez más de la heterogeneidad de la región

Por otra parte, la práctica creyente, medida por la declaración de asistencia a los servicios religiosos, advierte una vez más de la heterogeneidad de la región. Tres países superan la mitad de los entrevistados diciendo que no van “nunca o casi nunca” Argentina (51,4%), Chile (53,7%) y Uruguay (70,1%)—; mientras que en Brasil (46,8%), Honduras (54,7%), El Salvador (57,4%) y Guatemala (61,4%) son los que tienen los valores mayores de entre los que dicen ir “más de una vez por semana” o “una vez por semana”. Ello contrasta con la mayor asistencia a estos servicios de los diputados, donde solo en Uruguay la cifra coincide al no asistir “nunca o casi nunca” un 70%, mientras que supera el 45% entre los que asisten cotidianamente en Guatemala (45%), México (45%), Colombia (46%), Ecuador (46,7%), Costa Rica (52,1%), Honduras (59,3%), El Salvador (60,4%), Nicaragua (61,9%) y Panamá (63,8).

El género de los diputados no discrimina estadísticamente, ni la religión, ni la frecuencia con que asisten a los servicios. Pero la edad sí que comporta una leve diferencia: el 84% de los diputados de más de 60 años se dicen católicos frente al 80% con edades comprendidas entre 40 y 59 años y el 75% de quienes tienen menos de 40 años. Algo que se repite en relación con la asistencia a servicios religiosos ya que acuden más los mayores. Finalmente, la ideología tampoco afecta al credo religioso, aunque sí a la frecuencia en la asistencia a los servicios: el 54,7% de los diputados de la derecha asisten más de una vez por semana o una vez por semana, mientras que solo lo hacen el 41,3% de los centristas y el 33,7% de los de izquierda.

La novedad actual no es solo el avance de los evangélicos sino su capacidad de incorporar en la agenda aspectos que han llamado la atención de la derecha católica logrando propugnar una alianza opositora al matrimonio igualitario, al aborto y a lo que denominan “ideología de género”, que tienen un denominador común en la proclama que se ha hecho viral: “con mis hijos no te metas”. Un discurso que, en Costa Rica, lanzó al diputado de un partido marginal, Fabricio Alvarado, a posicionarse como el vencedor en la primera vuelta presidencial y lograr un apoyo del 40% en la segunda.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2018/04/03/opinion/1522768168_990629.html

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