Page 1277 of 2422
1 1.275 1.276 1.277 1.278 1.279 2.422

Decálogo para una ciudadanía democrática

Por: Jaume Carbonell

La ciudadanía no se transmite sino que se practica: desde la Educación Infantil hasta la Universidad.

¿De qué estamos hablando cuando hablamos de ciudadanía? ¿Cómo y dónde se construye? ¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades? ¿En qué punto del camino nos encontramos? Estas son algunos de los interrogantes que se plantearon en la mesa redonda Educación para la ciudadanía y formación del profesorado en el encuentro que, bajo el mismo título pero con este añadido: “Una alianza  entre escuela y territorio”, tuvo lugar los días 7 y 8 de marzo en la Facultad de Ciencias de la Educación. Estas preocupaciones están presentes en un par de proyectos de investigación Erasmus en los que participa la Universidad de Sevilla en colaboración con otras universidades europeas.

En esta mesa participaron Elisabetta Nigris (Universitá di Milano-Bicocca), Rafael Porlán (Universidad de Sevilla) y Carmen Rosa García (presidenta de la Asociación de Profesorado Universitario de Didáctica de las Ciencias Sociales). Un debate que dio mucho juego, moderado con el buen oficio de Paco García, docente de la Universidad anfitriona. Como ocurre en otras ocasiones, la intervenciones bascularon entre el análisis de la situación actual, de tintes grisáceos que no invitaban al optimismo, en contraste con posicionamientos, proyectos y experiencias que apuntan a un futuro esperanzador. Todo ello puede sintetizarse en el siguiente decálogo:

  1. La educación para la ciudadanía no se construye a través de los contenidos sino de la vida y práctica cotidiana con la activa participación del alumnado y de otros agentes sociales en el espacio público que transita entre la escuela y el territorio.
  2. Uno de sus objetivos es la comprensión y reconstrucción del mundo. Ello supone luchar contra la ignorancia y a favor de una cultura popular, común, básica y crítica que permita afrontar la complejidad de los problemas actuales y avanzar hacia una transformación educativa y social.
  3. La ciudadanía se construye integrando el pensamiento común y forjando identidades individuales y colectivas diversas, cambiantes y cada día más complejas debido a la creciente presencia de las redes sociales y otros entornos de socialización.
  4. La conversación y el debate son claves en la formación del profesorado, y se enriquecen con la argumentación, la capacidad de ponerse en el lugar del otro y la igualdad de condiciones en el uso de la libre expresión por parte del profesorado y del alumnado.
  5. El modelo pedagógico tradicional aún muy arraigado, en la medida que reproduce estructuras autoritarias y la fragmentación del saber, constituye un gran obstáculo para el desarrollo del pensamiento crítico y el cultivo de los valores propios de una ciudadanía democrática.
  6. Hay que tomar conciencia y hacer frente a las derivas neoconservadoras y antidemocráticas con el ascenso de los populismos, la posverdad, la xenofobia y los discursos de odio que se extienden de forma viral en los medios de comunicación y en las redes sociales.
  7. La ciudadanía democrática se percibe también en las actitudes y comportamientos docentes. De ahí la necesidad de ofrecer al alumnado ejemplos de coherencia entre lo que se piensa, se dice y se habla. Nunca puede deslindarse el cambio personal de la transformación colectiva.
  8. Para contrarrestar los mecanismos de poder jerárquico y corporativo,conviene crear equipos multidisciplinares e interniveles que promuevan la investigación y la experimentación en los distintos centros y espacios potencialmente educativos del territorio.
  9. Hay evidencias de que los profesores se convierten en innovadores cuando se crean las condiciones adecuadas para ello, con una adecuada formación, apoyo institucional y compromiso paciente y sostenido en el tiempo. Un requisito imprescindible es el acompañamiento, no impuesto pero si orientado.
  10. La educación democrática se trabaja, al propio tiempo, en los ámbitos micro (el aula), meso (el centro) y macro (la política educativa). Los cambios en estos tres ámbitos se retroalimentan. Para ello es fundamental disponer de políticas a largo plazo que integren estas necesidades, demandas e intervenciones.

Todos estos puntos se vertebran a partir de este triángulo: investigación-formación-acción. Y de la convicción profunda de que la institución escolar no prepara para la ciudadanía del futuro sino que la democracia se practica y se aprende desde la educación infantil y prosigue hasta la Universidad de forma sostenida e ininterrumpida. Porque la infancia y la juventud son sujetos de pleno derecho que conviven y crecen en una sociedad democrática en miniatura que también tienen que enriquecer y fortalecer. Este es uno de los retos mayúsculos pero también más hermosos como ponen de manifiesto diversas experiencias radicalmente democráticas.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2018/03/14/decalogo-para-una-ciudadania-democratica/

Comparte este contenido:

La reforma educativa mexicana en perspectiva comparada

Por: Miguel Ángel Pérez

Me han llegado algunos mensajes a mi buzón de correo electrónico diciéndome, de que la reforma educativa es una calca al carbón de la reforma educativa de España y de algunos países europeos.

Desde la perspectiva de la Pedagogías Comparadas, la reforma educativa mexicanas (REM) es igual a muchas reformas del mundo occidental pero a la vez diferente por el contexto y la dinámica propia de este país.

Es igual porque la REM, la ha trazado la OCDE (Organización para el Comercio y Desarrollo Económico), organismo multinacional que dicta e impone las directrices a partir de lo que los grupos más ricos del mundo desean. Desde este marco a la OCDE le interesa que la educación viva un proceso de privatización, que poco a poco los estados nacionales adelgacen su injerencia en la atención de los asuntos educativos y permitan que los particulares (empresarios, el clero y organismos de la derecha confesional, entre otros) se hagan cargo de la administración y orientación de los asuntos educativos), los sistemas educativos deberán homologarse a partir de la definición de un sistema educativo mundial (SEM), que comparta contenidos, competencias, políticas de formación e ideológicas, en ello, una regla que impulso la OCDE es que el sistema educativo mexicano debería de evaluarse, para conocer mejor las necesidades del sistema y actuar en función de ellos, el problema del esquema de evaluación es que éste no ha servicio para conocer mejor el sistema y poder tomar decisiones acertadas, sino para castigar a quien no cumple (Santiago, 2009).

Y los dos últimos asuntos que ha impuesto la OCDE son: la reforma del profesorado tal como la padecemos hasta ahora y la reforma del financiamiento, gastar lo menos posible en educación y comenzar a cobrar por ella, de ahí la frase de un ministro de educación de hace años: “quien quiera tener educación de primer nivel, que pague por ella”.

Los anteriores puntos (en mayor o menor medida) han sido compartidos a partir de esta tendencia de querer generar un sistema educativo mundial, obviamente regulado desde la OCDE y desde la racionalidad de los países más poderosos del mundo. Desde el poder pasando por la OCDE se aspira a que la educación de los pises pobres o periféricos (incluyendo a México) sirva para dos cosas: a) para que la educación forme a obreros calificados que se hagan cargo de la producción en las brandes empresas maquiladoras multinacionales y b) para imprimir contenidos ligados con el consumo a partir de enfatizar los valores individualistas de desarrollo personal alejados de la convivencia grupal.

En lo particular en nuestro país se imprimen una serie de rasgos propios y particulares a la reforma, por ejemplo que no ha tenido nada de reforma educativa sino que ha sido una reforma admisntrativa y laboral para restringir derechos y prerrogativas de los docentes. En ningún país del mundo existe algo parecido al SNTE mexicano, en otros lugares los sindicatos o las organizaciones gremiales de maestros sirven como verdearos contrapesos ante los abusos que desde el poder se pretenden imponer en educación.

Lo que tenemos hoy es un hibrido de reforma, que es laboral con rasgos de lo que pretende la OCDE y junto con hacer un ajuste de cuentas de los grupos de poder y del reparto del gran pastel que se divide entre los grupos y las familias de los poderosos.

Es por ello que la lucha de los maestros y maestras mexicanos en los destacamentos democráticos que se oponen a la reforma, es bastante valioso en estos momentos, resistir es la tarea más digna y consecuente en un momento de fuertes imposiciones, ¿Qué pasa en otros países? Habría que acercarse a ver las notas de los países de la región y del mundo latino. En todos ellos hay una fuerte ofensiva en contra de los maestros y maestras a ellos se les ha culpabilizado del fracaso educativo de los gobiernos neoliberales. El escenario sigue bajo un clima de tensión, la coyuntura electoral es un respiro y una oportunidad para hacer avanzar las fuerzas democráticas. Veremos qué es lo que sigue.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-reforma-educativa-mexicana-en-perspectiva-comparada/

Comparte este contenido:

Un maestro, un arma

Por: Juan Carlos Yáñez

Ante los casos de violencia en México, así como las ocurrencias del presidente Trump de armar a los docentes, la apuesta pasaría por crear culturas de paz, además de presión policial y políticas financieras para aliviar la crisis económica.

I. Vivo en un Estado mexicano secuestrado por la violencia del narcotráfico. Mientras los ciudadanos mirábamos atónitos las ejecuciones entre bandas enemigas, lo que comenzó como una guerra entre cárteles se convirtió en una batalla que cobra víctimas inocentes, sin distinguir edades, condiciones sociales y geografía. Las cifras de muertes violentas colocan en primer lugar a Colima, uno de los estados más pequeños del país, el menos poblado entre los 32 (menos de 800 mil habitantes). Tres de sus diez municipios ocupan posiciones ominosamente estelares entre los más violentos en México.

Abandono el rosario de cifras para concentrarme en dos recientes acontecimientos, que tengo a la mano sin hurgar en archivos periodísticos; hay más, pero estos sirven para ilustrar la intención: el homicidio de un niño de 14 años, mientras viajaba de noche en su bicicleta, a pocos metros de dos escuelas. Ignoro si estudiaba o había abandonado las aulas, en cuyo caso, de ser estudiante, ya no volverá a ocupar su silla, escuchar las clases de su maestra y presentarse a las pruebas de matemáticas, español o formación ciudadana. Conozco ese barrio; allí viví varios años y este mediodía pasé por el sitio donde cayó abatido: veladoras encendidas y juguetes son una imagen dolorosa. Para el sistema escolar será un desertor; para la familia, un hueco enorme, irreparable de forma injustificada. Para la sociedad, lastimosamente, otro número en una cifra incesante.

El segundo hecho ocurrió pocas horas después del primero, en pequeño poblado distante a una hora de la capital, en el que califican medios internacionales y nacionales como el municipio más violento del país; Tecomán, se llama. Por las redes sociales nos enteramos que varios minutos atrás había comenzado un intercambio de armas de fuego a las afueras de la escuela primaria. Según reportaban, los niños estaban encerrados con los maestros en las aulas, mientras sus padres aterrados esperaban la menor pausa en la balacera para recogerlos. No hubo heridos ni muertos, por fortuna, pero los aterrados testigos tendrán historias que contar; ninguna leí en la prensa. El hecho se lo comieron las nuevas noticias y la urgencia, el silencio cómplice o el miedo innegable.

La violencia carcome la sociedad en sus tejidos más profundos. El temor se apodera de las calles. Los sicarios pueden colocarse en su motocicleta al lado de tu automóvil, no puedes saberlo; las bandas de ladrones se apoderan de las calles aledañas a las sucursales bancarias y ya cobraron víctimas mortales en sus asaltos. El miedo camina a nuestro lado sigiloso pero paralizante.

Las ciudades educan. Sus calles educan. ¿Qué clase de educación están transmitiendo estos fenómenos que describo en forma escueta? ¿Qué clase de ciudadanos y gobernantes permitimos llegar a tal estado de cosas? La experiencia de otras ciudades, como Medellín, en Colombia, revelan que es posible revertirla, pero hay que comenzar y tener un proyecto de largo aliento, estructural y decidido. La solución pasa, creo sin ser experto, por la dimensión policiaca, pues las bandas están en las calles, pero también por la financiera, y es imposible de zanjar sin una pedagogía para la paz. Mientras comenzamos a andar cuesta arriba, las dudas y los temores crecen, como la cifra de muertes diarias.

II. El ataque perpetrado en una escuela en Florida, Estados Unidos, volvió a colocar el tema de las armas de fuego en la violenta sociedad norteamericana. Las primeras declaraciones del presidente Trump atisbaron la posibilidad de un levísimo cambio de rumbo en su posición frente a la posesión de armas.

Enterrados los muertos y todavía encendidas las velas por los dolorosos hechos, el presidente arremetió con una idea que no es novedosa: que los profesores también asistan armados a las escuelas. Instigado por algunos padres de las víctimas, precipitó la propuesta. Podríamos capacitar a los maestros, dijo frente a los padres de las víctimas; levantó aplausos entre la industria armamentística, a quienes califica como “grandes patriotas”. “Los colegios estarían seguros con profesores armados y entrenamiento militar”, aseveró. Más dislates presidenciales: “Una zona escolar sin armas es un imán para gente mala. ¡Los ataques terminarían!”.

Una organización de docentes reviró: no nos hicimos profesores para portar armas. No hay unanimidad: una encuesta de la Asociación Nacional de Educación en 2013 reveló que uno de cada cinco maestros estaría de acuerdo en armarse.

La solución es delirante: frente al riesgo palpable y constante de que los alumnos acudan a la escuela con rifles y pistolas, solo queda que los profesores hagan lo propio. El resorte que impulsa la idea, ya se sabe, emerge de poderosas asociaciones que defienden el derecho a vivir con arsenales en casa. Pero también de mucha gente común que juzga que solo el ojo por ojo es la solución, o la intimidación de los agresores antes de actuar con esquemas de seguridad distintos en las escuelas. Y no hay novedad en la cuestión: según la BBC por lo menos nueve estados ya permiten en sus legislaciones que los profesores porten armas en las escuelas.

En México la solución jamás pasaría por pensar siquiera un disparate así. En términos generales la escuela todavía ha sido respetada en esta guerra contra los narcotraficantes, y es ella el sitio más seguro para la ciudadanía, según las encuestas nacionales que miden las percepciones sobre seguridad-inseguridad, más que la propia casa.

Pero las escuelas no son islas pacíficas en archipiélagos violentos, y los gérmenes que pululan fuera de ella no se detienen en sus puertas. Necesitamos construir una pedagogía para la paz, como solución de largo aliento, mientras los responsables de las batalles policíacas y financieras cumplen su parte. En el medio, por ahora, los ciudadanos seguiremos en la incertidumbre y la preocupación, con el riesgo de inmunizarnos ante la desgracia.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/03/09/un-maestro-un-arma/

Comparte este contenido:

Las fortalezas de la reforma educativa

Por: Otto Granados

De suyo, es una buena señal que ahora muchos hablen de la reforma educativa diseñada e instrumentada por la administración del presidente Peña Nieto. Prácticamente todos los días hay informes y artículos en los medios comentando algunos de sus componentes; en Google aparecen 3 millones 140 mil entradas; se ha convertido en parte relevante de la agenda electoral; existen 167 iniciativas y puntos de acuerdo en trámite en el legislativo federal y, según las encuestas, 64 por ciento de la población dice aprobarla.  La pregunta es entonces ¿por qué tanto interés sobre algo de lo que pocos se ocupaban hace 10 años? Porque esta reforma estructural es la más importante que se ha hecho en México desde los años sesenta del siglo pasado. Por tanto, la cuestión relevante es porqué consolidar su ejecución y defenderla frente al oportunismo y la demagogia, ya sea electoral, pseudoacadémica, civil o mediática, es una alta prioridad.

La historia de la política educativa refleja una acumulación de esfuerzos colectivos orientados por décadas a la inclusión de un mayor número de mexicanos. Por muchos años, México vivió, en materia educativa, entre la simulación, la inercia y la frustración. Se escolarizaba, pero no se educaba. Los arreglos políticos desplazaron la calidad. El clientelismo sustituyó al mérito. Los intereses corporativos suplantaron el interés público. La simulación se volvió lo normal. Se sabían alternativas y soluciones, pero se descartaron por su complejidad política y técnica.

Los gobiernos del PAN (2000-2012) no pudieron ni supieron impulsar una reforma a fondo porque no tuvieron la voluntad política necesaria o rehuyeron el natural conflicto o simplemente eligieron la comodidad de la inercia.  Más aún: esos gobiernos y algunos de sus personeros describieron la colonización del sistema educativo en términos casi surrealistas: mientras se profundizaba la venta y herencia de plazas, la captura de la SEP y el traslado de las decisiones al ámbito sindical, Alonso Lujambio, antiguo titular de la SEP en la era panista afirmó: “nuestra relación con el sindicato es pulcra y es transparente” (Julio 8, 2011). Era el Titanic.  No es una coincidencia que, justo ahora, hayan reaparecido varios de los causantes de la crisis educativa del pasado buscando recuperar el territorio que fue suyo hasta hace poco.

La primera fortaleza de la Reforma Educativa es, sin duda, haber tenido a su favor el consenso de los partidos más grandes de México. Las fuerzas políticas entendieron que hacer de México un país competitivo en medio de la globalización y la economía del conocimiento, pasa necesariamente por establecer mecanismos de igualdad de oportunidades para toda la población a través de una educación de gran calidad.

Si se asegura una educación así, la lucha por la equidad registrará a mediano plazo una de sus mayores victorias pues, sin importar el origen social del que procedan, los estudiantes mexicanos tendrán mejores condiciones para alcanzar el éxito profesional y la movilidad económica. Y ésta será la segunda fortaleza de la reforma. Para ello no bastan buenos maestros y buenas escuelas, sino también buenos contenidos. Allí reside el corazón del Nuevo Modelo Educativo, cuya primera etapa se pondrá en marcha a partir del próximo agosto, diseñado y pensado para favorecer, mediante la adquisición de los aprendizajes clave, la integración de un sistema educativo propio del siglo XXI.

Una tercera fortaleza de la Reforma Educativa es haber dado origen al Servicio Profesional Docente, con el objetivo principal de establecer un sistema orgánico que promueva la formación, selección, actualización y evaluación del personal docente, en el que hasta ahora han participado poco más de un millón 241 mil profesores, y otros 548 mil más lo harán durante este año. En suma: 1 millón 789 mil sustentantes, de los cuales, por cierto, unos 635 mil habrán pasado por la evaluación del desempeño, que es la meta que nos propusimos en la ruta de implementación del Nuevo Modelo Educativo.  Con ello, se institucionaliza un sistema transparente, basado en el mérito, la capacidad, el desempeño y el esfuerzo de los docentes para que impartan una enseñanza de mayor calidad. Los nuevos integrantes de la planta magisterial, de los cuales están ingresando aproximadamente 1 de cada 4 concursantes, gradualmente tendrán un mejor perfil académico para satisfacer las necesidades educativas de los alumnos en el siglo XXI. No es un logro menor que, hasta ahora, se hayan asignado, de manera legal, pública y transparente, casi 190 mil plazas y promociones, exclusivamente por mérito.

No obstante estos y otros resultados, en la búsqueda de influencia, acomodo o rentabilidad electoral y mediática, todavía se escuchan susurros que impunemente insisten en que esta no es una reforma sino meros ajustes. Los datos duros dicen otra cosa.

Para empezar, la reforma educativa es la mejor valorada en todas las encuestas nacionales. Algunas, por ejemplo, señalan que  el 64 por ciento de los encuestados está de acuerdo con ella; 79 por ciento aprueba las evaluaciones a los docentes; 71 por ciento  que las escuelas tengan jornada ampliada; 71 por ciento que se estén remodelando las escuelas; 89 por ciento en que se busque que los maestros tengan un alto nivel de inglés, y casi el 60 por ciento de los maestros piensa que la evaluación es “fundamental” para su desarrollo profesional (Consulta y BCG, julio, noviembre y diciembre 2017).
En segundo lugar, se observan ya cambios positivos en la calidad y el desempeño del magisterio. Según un análisis reciente del Banco Mundial, los docentes que entraron al sistema después de creados los mecanismos del servicio profesional docente parecen estar relativamente más calificados. Dos ejemplos entre 2014 y 2017: en varios estados, el porcentaje de idoneidad en los concursos de Ingreso ha venido creciendo sistemáticamente: en Querétaro del 56 al 73 por ciento; en Colima del 56 al 68 por ciento; en CDMX del 52 al 64 por ciento, y en Baja California Sur, del 48 al 69 por ciento. Y el segundo: en las evaluaciones del desempeño también se observan mejorías en diversas disciplinas:   los destacados, el nivel más alto en esta modalidad evaluativa, se fueron en educación especial del 7 al 9.2 por ciento, en español de secundaria, del 9.1 al 10.4 por ciento, en química de secundaria, del 8.6 al 12.4 por ciento, y en telesecundaria del 5.6 al 18.6 por ciento. Huelga decir que en todos estos casos la cifra de insuficientes, el resultado más bajo en la escala determinada por el INEE, se redujo considerablemente. No hay un solo país que haya avanzado tan rápido en este componente crucial.

Es claro que todos los maestros están haciendo un esfuerzo personal y académico cada vez más grande y mejor, tanto por sí mismos como por el acompañamiento que ahora se les ofrece. Si bien en 2015 y 2016 nuestra oferta de capacitación fue deficiente e insuficiente, el año pasado alcanzó a  626 mil maestros, cuando la meta original era de 500 mil. Y para este año, la cifra de inscritos al 2 de marzo era ya de 642 mil maestros, apenas un mes después de haberse abierto la plataforma de registro.
Se dice, en tercer lugar, que esta reforma ha sido mal implementada. Pero gracias a esta reforma pasamos de un sistema opaco, corrupto y discrecional en la profesión docente a otro basado en el mérito, la transparencia y el esfuerzo.

Gracias a esa reforma las escuelas de tiempo completo crecieron de 6 mil 708 en 2012 a 25 mil 134 en la actualidad; de no existir un programa ambicioso de modernización de infraestructura escolar hoy existe uno que está atendiendo a las 33 mil escuelas con mayores desventajas físicas y haciendo la mayor inversión en la historia desde hace al menos 3 sexenios; del 37.4 por ciento en que dejó la pasada administración el rezago educativo ahora se redujo al 31.9 por ciento; del 65.9 por ciento que era la cobertura en educación media superior ahora es del 85.7 por ciento incluyendo todas las modalidades; del 32 por ciento que era la cobertura en educación superior ahora es de 38.4 por ciento, y de tener un modelo educativo “indefendible”, como lo calificó correctamente el Presidente de la Comisión de Educación del Senado, ahora hay uno nuevo construido colectivamente, tras un robusto proceso de consulta, y adaptado a las necesidades de los estudiantes del siglo XXI. ¿Mal implementada? Más bien, diría San Agustín, el problema con los necios es que se aferran a su parecer no porque sea verdadero sino tan solo porque es suyo.

En cuarto lugar, las últimas pruebas de PLANEA arrojan resultados notables entre 2015 y 2017. En lenguaje y comunicación, una de las dos disciplinas evaluadas, 11 estados tuvieron mejoras, entre 2 y 29 puntos, y en matemáticas 18 entidades progresaron entre 1 y 27 puntos. ¿Qué quiere decir esto? Que en lo sucesivo, además de consolidar la arquitectura de la reforma en lo nacional, el éxito en los logros de aprendizaje dependerá principalmente de la gestión estatal y de la gestión escolar, tal como ha sucedido en el mundo.

En suma, una reforma educativa es demasiado importante como para dejarla a los opinantes de coyuntura. Si obras son amores, en la reforma educativa las hay, y en abundancia.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/las-fortalezas-de-la-reforma-educativa/

Comparte este contenido:

La evaluación de académicos universitarios

Por: Roberto Rodríguez

  1. En un sentido general, evaluar no es otra cosa que indicar el valor de algo. No obstante, la práctica de la evaluación es compleja. Incluye, en principio, los siguientes elementos: qué se evalúa y con qué propósito, quiénes participan en la evaluación, cómo se evalúa, y cuáles y para quiénes son las consecuencias de esta práctica. En el campo de la educación superior contemporánea los objetos y sujetos que comprende la evaluación son múltiples y diversos. Se evalúa a las instituciones, programas, proyectos, resultados de las funciones académicas, así como a los individuos y grupos que participan en éstas: estudiantes, profesores, investigadores y personal administrativo.
  1. La evaluación de académicos presenta una doble condición temporal. Por un lado, tiene profundas raíces históricas. Por otro, su proliferación, profundización y papel en la dinámica y trayectoria del trabajo académico se remonta a las últimas décadas. Desde la universidad medieval se establecieron prácticas evaluativas para la selección de candidatos: básicamente el concurso de oposición a las cátedras vacantes. Otros procesos que implican evaluación de logros (permanencia, promoción, pago por desempeño) presentan una notable diversidad entre países, sistemas e instituciones universitarias, aunque una tendencia general identificable en medio de esa diversidad es la propensión a aplicar instrumentos y procesos de evaluación en distintas fases de la trayectoria académica y con el propósito común de mejorar determinados indicadores institucionales, entre otros la calidad académica de los programas y la productividad de los sujetos universitarios.
  1. Cualquier práctica de evaluación tiene dos elementos indispensables: primero, un marco de referencia (por ejemplo, un estándar) que define las dimensiones, requisitos, componentes, entre otros aspectos, que debe cumplir el objeto por evaluar. Segundo, el conjunto de datos, evidencias, resultados o productos del objeto evaluado. El evaluador intermedia entre ambos elementos, y mediante su interpretación tanto del marco de referencia como de las características y condiciones del objeto evaluado emite un juicio de valor (una opinión autorizada) determinado.
  1. La evaluación de académicos, ampliamente generalizada en universidades públicas, y progresivamente también en otras IES públicas y privadas, muestra hoy varios dilemas de compleja solución. Entre otros:
  1. Marco de referencia común o protocolos sensibles a la diversidad de las funciones (investigación, docencia, combinadas), disciplinas (ciencias, ciencias sociales, humanidades, artes), etapas del trayecto académico, entre otros elementos. La solución a este tema suele ser una combinación de los dos elementos, aunque no siempre se ha logrado una mezcla virtuosa, no es infrecuente que el marco de referencia común esté formulado conforme al paradigma de la producción científica y que la valoración de la docencia se base exclusivamente en elementos cuantitativos (clases impartidas, tesis dirigidas, participación en procesos de tutoría, por ejemplo).
  • El dilema de la objetividad del juicio. Cuando la evaluación académica “con consecuencias” es practicada por individuos que participan en la misma comunidad (institucional o disciplinaria) que los sujetos evaluados existe un problema básico de imparcialidad. El conocimiento de los árbitros sobre las personas evaluadas puede tener consecuencias positivas (valorar con mayor conocimiento de causa su desempeño y logros) pero también negativas (prejuzgar). En otros campos evaluativos (por ejemplo el dictamen editorial) se practica el arbitraje “doble ciego” para resolver el dilema entre “juicio de pares” y evaluación imparcial. Esta práctica, o alguna equivalente, no suele ser aplicada a la evaluación de académicos y pone en riesgo un principio elemental de justicia.
  • El dilema del uso ineficaz de talento. Como el personal universitario más calificado debe arbitrar procesos de evaluación, y dado que el universo de evaluación se encuentra en un incesante proceso de expansión, se está empleando el tiempo, la concentración, y la energía de los mejores académicos en procesos rutinarios de evaluación. Como, además, la práctica de evaluar es poco apreciada en los propios procesos de evaluación, es frecuente que las evaluaciones practicadas sean superficiales. Difícilmente puede ser de otra manera si se toma en cuenta la demanda de evaluación (de personas, programas, proyectos y productos) que recae en un número limitado de evaluadores académicamente autorizados.
  • ¿Para qué sirve la evaluación? Está menos claro de lo que parece. La evidencia sobre una pregunta básica (¿mejora en efecto la calidad académica de lo evaluado por o tras la práctica de evaluación? ¿cuanto? ¿cómo? ¿por qué?) es más bien escasa. ¿Responde la evaluación a otros fines, por ejemplo de control laboral o de gobernabilidad institucional?
  1. El falso consentimiento. Quienes defienden la evaluación de académicos bajo las formas e instrumentos prevalecientes sostienen que, como esta es voluntaria, la participación de los sujetos en ella implica, en principio, la aceptación de sus reglas. Y por lo tanto, que las prácticas evaluativas son aceptadas o aceptables por la comunidad. Ocurre, sin embargo que, salvo excepciones, la evaluación es percibida como una condición de riesgo, un factor de ansiedad y estrés, o cuando menos un elemento que interrumpe y altera la cotidianidad académica de las instituciones, las comunidades y los individuos involucrados. Se piensa, sin pruebas, que los sistemas de evaluación de académicos mejoran la calidad de lo que hacen. Los académicos no comparten esa creencia: participan para mejorar sus ingresos, no sus prácticas.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-evaluacion-de-academicos-universitarios

Comparte este contenido:

¿Poseen niños y niñas diferente inteligencia emocional?

Por: Alba Alonso Feijoo

IE

NIÑOS Y NIÑAS

¿Diferente Inteligencia Emocional?

Como para casi todo, hay también estudios que nos hablan sobre cómo las mujeres poseen mayor grado de inteligencia emocional que los hombres. Ellas, siempre mucho más empáticas, acaban trabajando en RR. HH. y ellos, mucho más líderes por naturaleza (según esos “estudios”), acaban siendo los jefes. ¿Es esto cierto?¿Ocurre ya en la infancia?

¿QUÉ ES LA “INTELIGENCIA EMOCIONAL?

La inteligencia emocional se refiere al ‘conjunto de capacidades que podemos usar para solucionar cualquier tipo de problema en relación con las emociones’. El término fue acuñado en 1980 por Salovey y Mayer, pero su difusión se le atribuye a Daniel Goleman y su libro Inteligencia Emocional de 1995, donde haciendo uso de la teoría de las inteligencias múltiples desarrollada por Howard Garner podemos hablar de dos tipos de inteligencia emocional: la intrapersonal y la interpersonal. La primera se refiere al conocimiento de uno mismo y sus emociones, y la segunda a la empatía y la capacidad de relacionarse con las demás personas.

POR QUÉ ES IMPORTANTE

¿Por qué es importante este tipo de inteligencia? Hasta hace poco se creía que el éxito de las personas se basaba únicamente en su CI, es decir, su coeficiente intelectual. Pero el CI  solamente tiene en cuenta la dimensión cognitiva, y ningún otro tipo de inteligencia. Se ha comprobado en muchos casos que aquellas personas con un gran CI, suelen tener éxito en la escuela y los estudios en general, pues el tipo de evaluación en estas instituciones sigue estando en su mayoría basada en la memorización de contenidos. Pero ello no garantiza en absoluto el éxito en la vida, pues una persona que no sabe controlar sus emociones, que no es empática y que no es capaz de relacionarse con su entorno de manera sana, difícilmente conseguirá el éxito a nivel personal o profesional.

NIÑAS Y NOS

¿Tienen las niñas más inteligencia emocional que los niños? A las niñas se les educa para poseer un mayor grado de inteligencia emocional en cuanto a cariño, afecto, alegría, amor, tristeza. Se les permiten más emociones de este tipo, y por ello, suelen crecer con más empatía, porque son educadas para cuidar a los demás. No es que genéticamente estén mejor preparadas para ello, sino que se les conduce a ser más inteligentes emocionalmente en estos sentidos.

Sin embargo, no está tan bien visto que una niña muestre ira, enfado, o frustración. Eso se lo deben guardar para ellas mismas, con las nefastas consecuencias que no expresar este tipo de emociones puede suponer para cualquier persona. Cuando esas niñas llegan a la adolescencia, surgen muchas veces enfrentamientos en las familias, porque no saben cómo manejar su ira o sus frustraciones, y acaban estallando de manera incontrolable.

…pero ello no garantiza en absoluto

el éxito en la vida

Por su parte los niños desde bien pequeños son educados para expresar agresividad, enfado, genio… Pero no se les permite mostrar dulzura, afecto en alta medida, pasión, tristeza, debilidad… Ese vocabulario no existe en el diccionario emocional que les damos a nuestros niños. Por ello, la adolescencia de un chico suele ser más silenciosa en muchos casos, porque aunque también tengan problemas les hemos enseñado a no mostrar lo que sienten, y a nunca pedir ayuda. Y esto es muy peligroso, pues se retraen en sus mundos y no comparten con nadie lo que les pasa, llegando a actuar de manera impredecible y terrible.

AYUDAR A LA INFANCIA

¿Cómo podemos ayudar a la infancia con su inteligencia emocional? Lo primero es permitir todo tipo de emociones. Olvidarnos de frases como:  “los niños no lloran”, “las señoritas no hablan en ese tono”, “los niños son menos cariñosos”, “las niñas tienen menos carácter”… Cada persona es única y diferente,  y tiene todo el derecho del mundo a sentir sus emociones.

Eso sí, para saber qué hacer con una emoción, hemos de aprender a reconocerla antes, y el primer paso para ello es nombrarla. Hoy en día además, tenemos ya libros que nos pueden ayudar a educar a nuestras hijas e hijos en ese vocabulario emocional. Dos ejemplos muy populares son “El monstruo de colores” o “El emocionario”.

A continuación, tendremos que darles herramientas para que esas emociones no les dominen, para que sepan lo que les está pasando y pueden actuar en consecuencia.

…el primer paso para ello es

nombrarla

Las emociones no son inherentes al sexo femenino o al sexo masculino, si bien es cierto, que si educamos a las niñas para ser más empáticas que los niños, nos encontraremos con mujeres adultas mejor preparadas que los hombres para el cuidado de otras personas, pero ello no quiere decir que esta habilidad les venga “de serie”.

Eduquemos pues una infancia sana emocionalmente, en la que el sexo biológico de cada persona no sea su etiqueta emocional.

Fuente artículo: https://ined21.com/ninos-ninas-diferente-inteligencia-emocional/

Comparte este contenido:

Una concepción tecnológica para el futuro educativo

Por: Luciana Vasquez

Con una decidida conceptualización tecnológica y utilitaria a la hora de definir la estrategia y los objetivos educativos de los próximos cinco años, por lo menos, el macrismo porteño, liderado por el jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, presenta hoy en sociedad la utopía educativa con la que sueñan para la ciudad. La matriz tecnológica, por un lado, y por el otro, la aspiración de calidad, un leitmotivhistórico de la gestión macrista en la Capital, de cuando la polarización con el kirchnerismo enfrentaba calidad versus inclusión, dan forma a la propuesta. Hay algunas cuestiones para analizar.

Primero, en cuanto a la matriz tecnológica que moldea la reforma, se destaca el objetivo de la educación enunciado: «Que los alumnos sean creadores de tecnología y no sólo usuarios, generadores de información, ciudadanos digitales responsables con la tecnología». La definición es tan contundente como polémica y lo es por la misma razón: porque, a lo largo de toda la propuesta, se plantea sin vueltas un fuerte alineamiento de la estrategia educativa con el proceso tecnológico y esto en dos aspectos.

La experiencia pedagógica cada vez más atravesada por la presencia ubicua de tecnología en las aulas y la enseñanza de programación, siempre sujeta al recambio tecnológico, como materia obligatoria desde la sala de cinco años son dos elementos estructuradores axiales de la visión educativa del larretismo.

Un sistema educativo efectivo tiene que contribuir a la empleabilidad futura. Pero el riesgo es que una educación demasiado orientada al cambio tecnológico actual y menos a destacar la construcción de habilidades cognitivas básicas como matemáticas y de lenguaje quite flexibilidad futura a sus estudiantes para enfrentar disrupciones impensadas todavía. Es decir, ponga obstáculos al famoso «aprender a aprender».

El punto de partida de la «transformación» presenta un desafío para la gestión de Larreta porque el escenario a transformar es la herencia educativa pasada que, en el caso de la ciudad, es tan macrista como su presente. Y en ese aspecto, la propuesta futura evita cualquier diagnóstico que cargue las tintas sobre el legado de las gestiones anteriores de su mismo partido, es decir, sobre la efectividad de las administraciones de Mauricio Macri en la Capital, con deudas de calidad de aprendizajes en áreas básicas.

La idea es esta: sobre las bases de los logros alcanzados, ahora se trata de producir un cambio copernicano en el modo en que se realiza el «proceso educativo» para adaptarlo al siglo XXI.

Según la propuesta, hay una serie de logros educativos ya alcanzados en la ciudad: aumento real del presupuesto educativo, construcción de escuelas, leve mejora en la matrícula de la escuela pública y mejoras significativas en la calidad de los aprendizajes, la bandera macrista, comprobada, según el documento, en el rendimiento en matemática que mostró la ciudad en las últimas pruebas PISA. El documento soslaya el hecho de que la confiabilidad de esos resultados, en realidad, resultó cuestionable.

Y por último, ya en el terreno de la calidad educativa, esa esquiva bandera macrista, de los dos cambios copernicanos que propone el documento, uno de ellos apunta directamente a ese aspecto. Se trata de la creación de una universidad pública para formar maestros y profesores. La idea es prestigiar la profesión docente convirtiéndola en carrera universitaria.

La propuesta es interesante pero exigirá una implementación muy rigurosa para que no termine convertida en un packaging distinto de lo mismo. Por un lado, demandará profesores universitarios de altísima calidad especializados en formar maestros, que no abundan, y por el otro, deberá plantearse cómo minimizar la baja formación de los aspirantes a la carrera docente. El modelo de Finlandia, con docentes formados en la universidad, no cuadra: allí, sólo ingresa a la carrera el 5% de los aspirantes.

El otro cambio de 180 grados que trae la propuesta es la tan debatida «Secundaria del Futuro» que comenzará a implementarse en 19 escuelas en su primer año en 2018. La presentación oficial sigue sin brindar las precisiones necesarias acerca de la transformación que afrontará la secundaria pública de la ciudad

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/2084503-una-concepcion-tecnologica-para-el-futuro-educativo

Imagen de archiv OVE

Comparte este contenido:
Page 1277 of 2422
1 1.275 1.276 1.277 1.278 1.279 2.422