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El derecho a la educación continúa siendo inaccesible para miles de niños en el mundo

Por: PIlar López Frutos

  • Es necesario que la sociedad desarrolle el talento femenino.

El derecho a la educación es un derecho fundamental de todos los seres humanos. La educación primaria debe ser obligatoria y gratuita para cualquier niño sin importar su nacionalidad, género, lugar de nacimiento o cualquier tipo de discriminación. Esta primera etapa formativa debe permitir al niño continuar con su formación secundaria y superior. Es muy triste comprobar que el derecho a la educación continúa siendo inaccesible para miles de niños en el mundo, y otros muchos casos en los que los niños con capacidades especiales no tienen una integración adecuada en el mundo educativo.

En la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos de 1993, se acuña el término «educación integral» con el objetivo de orientar la educación hacia el crecimiento personal, el fortalecimiento de los derechos del hombre y las libertades fundamentales. Para poder llevar a cabo esta integración, los centros educativos deben contar con personal especializado que atienda las necesidades específicas de los alumnos, pero la educación integral no está completa sin un modelo de educación inclusiva que permita atender las necesidades de aprendizaje de todas las personas, respondiendo a las necesidades asociadas a la discapacidad, pero no exclusivamente a estas.

Es necesario apostar por un modelo educativo integrador e inclusivo en el que las necesidades cognitivas, emocionales y sociales de nuestros alumnos son prioritarias en su formación. Creemos que esta es la forma de conseguir la mejor incorporación al mercado laboral. En nuestro Centro Universitario la atención a la diversidad es prioritaria. Los docentes llevan a cabo principalmente una labor facilitadora atendiendo las necesidades de cada uno de nuestros alumnos, ya sean personas con discapacidad o de altas capacidades.

De hecho, hemos firmado un acuerdo con la Fundación Atresmedia para favorecer la formación y el empleo de las personas con discapacidad con el objetivo de facilitar su inserción laboral. Esta primera acción conjunta ha consistido en la concesión de nueve becas a jóvenes con discapacidad en estudios relacionados con la animación 3D.

Existen otras corrientes como el modelo de educación segregada que basándose en las diferencias entre sexos defiende que separar a los niños y niñas en diferentes aulas favorece las opciones educativas, atiende las problemáticas específicas de cada sexo, facilita el éxito escolar y mejora el ambiente.

Al igual que la integración e inclusividad son necesarias en la educación, debemos fomentar una mayor integración del talento femenino en nuestra sociedad. El número de empleos relacionados directamente con las materias STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) es cada vez mayor, pero existe una importante brecha de género. La mayoría de puestos son ocupados por hombres y solo el 23,8% lo desempeñan mujeres. Esta brecha no comienza en el mercado laboral, sino mucho antes, desde secundaria, donde las especialidades de ciencias son las menos seleccionadas por las chicas.

Para intentar hacer frente a esta desigualdad, es necesario comenzar desde la base, desde la educación primaria, apostando por una educación integradora de las niñas hacia las materias STEM. Estableciendo medidas que superen estereotipos del tipo «a los hombres se les dan mejor las matemáticas y a las chicas las carreras humanistas», o la existencia o ausencia de diferencias entre ambos sexos que se basan en la biología del cerebro. Medidas que podrían consistir en introducir disciplinas como la programación desde la educación primaria, promover la capacidad de las niñas para abordar problemas matemáticos o científicos, fomentar el conocimiento de mujeres en roles relacionados con estas disciplinas, así como la formación y el acercamiento de las familias a estas disciplinas para que puedan apoyar a sus hijas en la elección de este tipo de carreras, etc. Es necesario que la sociedad desarrolle el talento femenino en las áreas STEM y disminuir así la brecha de género existente en el sector tecnológico.

Fuente: http://www.eleconomista.es/ecoaula/noticias/8924975/02/18/Dia-Internacional-de-la-Mujer-y-la-Nina-en-la-Ciencia.html

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¿Qué debemos esperar de un sistema educativo?

España / 18 de febrero de 2018 / Autor: Joaquín Rodríguez / Fuente: Blogs Madri+d

Ayer 26 de enero el diario The Times (y el resto de los medios de comunicación británicos) publicó las School league tables, una verdadera clasificación jerarquizada de los centros escolares británicos en forma de liga o competición que, con la tendenciosa justificación de otorgar a los padres el poder de elegir (Parent power 2018), confronta a todos los centros escolares del Reino Unido, sometidos a severas inspecciones externas que les obligan a estar mucho más preocupados por obedecer a lo que lo que los indicadores demandan que por educar a sus alumnos. Es díficil imaginar un sistema escolar que pueda desnaturalizar hasta tal punto el sentido primordial de la educación generando una justa o torneo entre escuelas, una suerte de eliminatoria en la que se genera una brecha insalvable entre los centros que alcanzan un A-Level y aquellos otros que no lo logran. Y es difícil imaginar una medida que refuerce hasta tal punto las diferencias sociales y culturales de partida, que fragüe la brecha social original que está en el origen del fracaso escolar sistemático, diviendo a los alumnos entre centros que asegurarán el éxito social de los hijos y centros que les destinarán al fracaso.

Un sistema educativo basado en la convicción de que la educación es competencia y contienda, no puede ser otra cosa que la sala de máquinas que prepara a sus usuarios para enfrentarse a un mundo de capitalismo despiadado que ubicará y premiará a cada cual en función de los títulos acreditativos obtenidos en esos centros. Una sociedad profundamente clasista, por tanto, que maneja la ideología del don con desparpajo e hipocresía porque consigue convencer a todos de que las diferencias en los resultados escolares obedecen a una forma ininteligible pero cierta de dotación diferencial natural, no de origen o génesis social. Una gestión capitalista del conocimiento, también, porque el saber pierde todo su valor para el fomento de la emancipación personal y se pone al servicio, plenamente,  de una supuesta progesión social que va dejando por el camino a vencedores y vencidos.

Son famosos sus colegios de élite, sin duda, selectos clubs de los hijos de las clases más acomodadas, pero debería destacarse la paradoja de que su sistema escolar, globalmente considerado, está muy por detrás de la mayoría de los sistemas de la OCDE (puesto 27 en matemáticas, 22 en lectura y 15 en ciencias). Es la consecuencia lógica de generar una burbuja de centros aristocráticos y un furgón de cola, atestado, de centros subordinados. De hecho, la variabiabilidad de calificaciones intercentros, de segregación escolar anunciada, es una de las más grandes del mundo. Y es la consecuencia natural de una formación deficiente del profesorado: como podía leerse en un reciente artículo sobre la deserción del profesorado en las escuelas británcias y la falta de nuevas vocaciones, “no existen suficientes incentivos para que estudiantes con talento se conviertan, nunca más, en profesores”. Sometidos a la presión y la vigilancia de la inspección, a la competencia descarnada de las clasificaciones intercentros, a la desconfianza sistemática de los padres, al desprestigio general de la profesión, ¿quién querría convertirse en chivo expiatorio?

La fórmula antágonica de la gestión inglesa la resume Pasi Sahlberg en Finnish lessons. What can the world learn from educational change in Finland?¿Cuáles son las claves del éxito de su sistema? “Este otra manera de gestionar el cambio educativo”, afirma Sahlberg, “incluye la mejora del cuadro docente, la limitación de las evaluaciones a los estudiantes a lo estrictamente necesario, la ubicación de la responsabilidad y la confianza como valores superiores a la mera rendición de cuentas, la inversión en equidad en la educación y la entrega de la responsabilidad de la gestión sobre las escuelas y distritos a profesionales experimentados en educación”. Algo aparentemente muy sencillo que tiene como colofón la prohibición expresa de que pueda publicarse ninguna clasificación de los resultados de los centros escolares en un país que, por otra parte, carece de inspección educativa, de exámenes o pruebas antes de los 9 años, que solamente realiza evaluaciones por muestreo de los centros escolares con el fin de contribuir a su mejora continua, que confía en las municipalidades y los centros escolares para la gestión y el gobierno autónomos de los centros, que exime a los profesores de su carga docente con el fin de que puedan dedicar ese tiempo a la colaboración y generar una verdadera comunidad de aprendizaje, que hace de la equidad, la confianza y la responsabilidad, en fin, el fundamento de su gestión.

No es una casualidad, obviamente, que uno de los países del mundo con menos variabilidad de calificaciones y resultados intercentros sea Finlandia, es decir, que es indiferente a qué colegio vayan los hijos de cualquiera, porque sus resultados serán buenos y equiparables. Y no puede ser tampoco causalidad que eso ocurra, sobre todo, en el resto de los países nórdicos (Islandia, Suecia, Noruega y Dinamarca), porque la construcción de un Estado social equitativo está en la base, en el principio, del diseño de un sistema educativo capaz de garantizar el éxito de todos sus alumnos.

¿Qué debemos esperar, entonces, de un sistema educativo? La elección es, en realidad, bastante sencilla: o sistemas jerárquicos y competitivos que refuerzan las diferencias culturales y sociales de partida en un círculo vicioso que pretende naturalizarlas, en los que el conocimiento es tan sólo la moneda de cambio de un sistema orientado a generar segregación laboral, o sistemas sociales equitativos que pretenden que todos y todas alcancen un nivel satisfactorio de habilidades y conocimientos por medio de los que gestionar satisfactoriamente su propia vida, sin rigidez, presión y stress, por medio de la confianza y la plena asunción de la responsabilidad personal. Comparen, elijan y apliquen.

Fuente del Artículo:

https://www.madrimasd.org/blogs/futurosdellibro/2018/01/29/138051#.Wn5Qb67ibcs

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Quitarle el velo a la educación

Chile / 18 de febrero de 2018 / Autor:  / Fuente: El Dínamo

“No hemos abandonado aún el reino de la selección natural, en el que el cambio genético está por encima del cambio cultural” dice el historiador David Christian ¿Qué quiere decir esto y qué implicancias tiene sobre el sistema educativo? Quiere decir que nuestra biología se transmite naturalmente de generación en generación, mientras que nuestra cultura (ideas, valores, actitudes, ritos, hábitos) no. A consecuencia de esto, la cultura, requiere de un proceso de socialización para que los individuos de una determinada sociedad puedan coexistir, entenderse y respetar el orden establecido.¿Es el sistema educativo entonces la institución llamada cumplir el rol de socialización? En el siglo XX lo fue; en el siglo XXI su hegemonía en este campo ha perdido fuerza. Para entender esta aseveración es preciso primero dar un ejemplo de cómo el sistema educativo cumplió un rol socializador en el siglo XX, y luego esbozar las ideas en torno a por qué ya no lo haría con la misma fuerza en el siglo XXI.

Pues bien, el proceso de socialización tiene que ver finalmente con la construcción de la sociedad en que vivimos, la cual solo puede ser entendida en la medida en que entendemos que ese constructo es lo que creemos cierto, lo que damos por verdadero, lo que asumimos, la forma en la que conocemos, lo que dudamos y lo que no dudamos, lo que desafiamos y lo que acatamos, lo que valoramos de la vida y lo que no valoramos, lo que premiamos y castigamos, lo que creemos justo e injusto. Esto está dado por lo que Kuhn llamara los espirales del conocimiento, que son aquellas premisas epistemológicas (la forma en que conocemos lo que conocemos) que priman en la época en que vivimos.

Durante la Edad Media primó la doctrina teológica, que dio paso al proceso de ilustración, el cual tuvo a la base el desarrollo de la ciencia, la valoración de la duda, la búsqueda de respuestas racionales a los fenómenos, y una visión del conocimiento progresiva, es decir, que la acumulación y desarrollo del conocimiento podía acercarnos cada vez más a la verdad, en donde el cerebro pasa a ser la parte más importante de nuestro ser, ya que es éste el que puede, según la visión positivista de la realidad, aprehender lo que hay fuera de nuestra existencia en un mundo dado. Bajo ese marco de ideas se crean las principales instituciones educacionales y se entra a la era moderna, caracterizada por la revolución industrial que trae consigo la producción en masa de productos, el aumento del consumo, el aumento de la mano de obra, y la necesidad de capacitar dicha mano de obra.

Se trataba de un nuevo orden social, Dios no era suficiente para explicar los fenómenos, el rol de los sacerdotes pasaba a los filósofos y sociólogos, y la escuela pasa a ser el instrumento por medio del cual se sociabilizan estas nuevas ideas, capacitando al hombre moderno para insertarse en una economía real, caracterizada por la producción de bienes y el desarrollo tecnológico de la maquinaria. En paralelo, el Estado seguía creciendo, necesitando más burócratas. En este contexto, por supuesto que las materias que contemplaría la educación serían nociones mínimas de lenguaje, matemática y ciencia, como ejes del currículum nacional, de manera de desarrollar la sociedad en términos industriales (teoría del capital humano). Esto fue lo que se llamó la educación funcionalista.

Lo delicado de la escuela como instrumento socializador es que ésta, históricamente, en razón de las calificaciones obtenidas por los estudiantes, ha definido lo que es correcto y lo que no, lo que es moral y lo que no, los niños y niñas sociales y antisociales. Los marca, así, con una simple nota es capaz de decir “tú no eres bueno para esto”, tienes un problema severo, no encajas, no sirves para nada –para matemática, lenguaje y ciencia, claro-. Decía Weber “la función de la escuela no se limita a definir y delimitar la cultura legítima, sino que la impone como tal, y también crea hábitos de conducta puesto que forma a la juventud”.

Así, entre los hábitos de conducta que marcaron la era moderna y que siguen perdurando hasta la actualidad encontramos: el consumo, la sobrevaloración de la razón por sobre el desarrollo físico, espiritual y emocional, la noción de progreso únicamente en términos económicos (posesión de bienes y servicios) sin tomar en cuenta otros aspectos de la calidad de vida como el tiempo disponible, el aire, la contaminación, la competencia por sobre la colaboración, y la desesperanza de un cambio de sistema –el fin de la historia decían algunos, imagínense hubiesen dicho eso en la edad feudal ¿un sistema de gobernanza sin reyes? estás loco, y aquí estamos.

Pero otros filósofos y científicos tienen otra visión de los fenómenos, no una positivista, sino una constructivista, en donde la realidad no está separada del individuo y no se va a aprehender, sino que es el individuo y los individuos en conjunto los que construyen la realidad. Se entiende entonces que la realidad y la verdad no son conceptos estáticos y que no hay una visión de progreso absolutamente lineal en torno al conocimiento. Estos filósofos comienzan a reflexionar sobre la función del lenguaje en la construcción de realidad –lo que permite desafiar al postivismo y develarlo-, particularmente, en lo que respecta a la labor de la escuela.

En lo que respecta a develar la labor de la escuela, la corriente sociológica corresponde a la Nueva Sociología de la Educación (Young, Mannheim), la cual señala que la capacidad individual y los antecedentes familiares son fundamentales a la hora de explicar el rendimiento escolar. Los alumnos provenientes de clases medias son aquellos que tienen mayor posibilidad de éxito escolar, dado que en su proceso de socialización primaria han desarrollado las capacidades cognitivas, lingüísticas, los valores, actitudes y aspiraciones que concuerdan con la educación formal y el paradigma epistemológico de la época. Se considera entonces que la medición del rendimiento escolar y desempeño académico de los alumnos no es válido.

Bajo este debate, de orden más académico, pero que subyace de manera latente en el inconsciente colectivo de muchos, y que lamentablemente no ha sido desarrollado por la opinión pública ni la clase política es que nos insertamos en el siglo XXI. Un siglo caracterizado por un desarrollo tecnológico ligado a las telecomunicaciones, con un correlato en dos aspectos: la inmediatez y el acceso a la información, y la generación de nuevos contenidos (escritos, visuales, auditivos, audiovisuales). Estos aspectos producen un desacople entre la economía industrializada de la mano del paradigma epistemológico positivista con dos conceptos en particular: creatividad y desafío de la autoridad. Así, en el pasado, era común que los padres dijeran a sus hijos: ¿músico? ¿artista? ¿deportista? Deja de soñar, estudia, obtén un título, entra a una empresa, gana dinero y compra ese tipo de cosas, tú no tienes cabida. Y claro, posiblemente hace un par de décadas la economía permitía eso, efectivamente, los que podían acceder a la universidad y seguían ese camino, tenían garantizado ese futuro. Pero hoy no es así, un título universitario no te asegura absolutamente nada. Y muchos jóvenes comienzan a optar por lo que para ellos es valioso: valoran más su tiempo, aprenden en internet, viajan aunque sea con lo puesto, otros delinquen, otros trafican, otros hacen un poco de todo, otros nada de nada ¿La razón? la escuela ha perdido su rol socializador, no garantiza inserción en la economía, y la economía no tiene suficientemente desarrolladas industrias ligadas a sus intereses. La escuela se ha convertido así en una atrofiadora de creatividad y nuestra economía también. Hacerse cargo de una educación de calidad requiere en primer término construir una economía acorde a los tiempos que corren.

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Quitarle el velo a la educación

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Otro sexenio perdido en materia educativa

México / 18 de febrero de 2018 / Autor: Víctor A. Arredondo / Fuente: La Jornada Veracruz

El comunicado del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) #3 de este año ratifica que el desempeño escolar mexicano es alarmantemente bajo y que no sólo no avanza sino que presenta retrocesos

Nuestro país sigue perdiendo terreno ante la creciente desigualdad educativa entre pobres y ricos

Tales resultados deben servir para evaluar el verdadero desempeño de la autoridad educativa y la influencia real del INEE en las políticas y programas de la SEP.

La «Reforma Educativa» de este sexenio dedicó una parte significativa del tiempo disponible a desarrollar, aplicar y reparar los estragos de una estrategia nacional que se centró, primero, en evaluar a los maestros. La percepción social de este esfuerzo, a pesar de las múltiples aclaraciones oficiales, fue que con ello se buscaba descubrir a los «docentes ineptos» para separarlos del salón de clases y, eso sí, acabar con la injerencia sindical en cuestiones que no son objeto de su naturaleza y misión gremial. El valor diagnóstico de la evaluación para promover integralmente la calidad quedó en un segundo plano y evidenció la parcialidad de una estrategia inicial que no puso el mismo énfasis en la ponderación de otros componentes esenciales del sistema educativo: la infraestructura escolar, los planes y contenidos educativos, las condiciones y perfiles del alumnado, el entorno económico, social y cultural de los planteles, las discrepancias en el acceso a recursos de aprendizaje, la administración escolar, las políticas educativas y de financiamiento, etcétera. Si bien algunos de estos temas de evaluación fueron retomados posteriormente por el INEE y la propia SEP, no quedó claro cómo los resultados de tales evaluaciones influyeron directamente en las acciones compensatorias y de promoción de la calidad de la autoridad educativa. Y esta interrogante es fundamental. Se pueden generar cientos de estadísticas sobre desempeño escolar e, incluso, documentos conceptuales sólidos sobre los fines, objetivos y prácticas de la educación nacional; pero si todo ello no trasciende en las aulas, ese cuantioso esfuerzo no es rentable socialmente.

La política y el financiamiento educativo y los programas y acciones de remedio y promoción en el ámbito federal, estatal y local, deben ser consecuencia del diagnóstico y de sus respectivas metas. De nada sirven los dictámenes y recomendaciones del médico sobre nuestra salud si no se acompañan de las correspondientes medidas de prevención y terapia. Y el problema nodal –es un auténtico nudo gordiano– de nuestro sistema educativo es que contamos con decenas de años de diagnóstico y formulación de recetas que no se han reflejado en el actuar real. Y las razones de este hecho son múltiples. Unas se deben a cuestiones de personalidad y capacidad: el gran ego de muchas autoridades educativas que se consideran autosuficientes y capaces sin alguna evidencia firme; su actitud del «borrón y cuenta nueva» que desestima lo hecho anteriormente por otros; los intereses ocultos que se sobreponen a la labor educativa trascendente; lo inadecuado del perfil e inexperiencia de numerosos responsables de la gestión educativa; su insuficiente liderazgo y mística para la convocatoria social; su falta de entrega por las causas nobles; la simulación generalizada en sectores de la burocracia educativa –»ley del menor esfuerzo»–; y la sensación de abandono y menosprecio que tienen los trabajadores de la educación por parte de la autoridad educativa. Otras razones se refieren a cuestiones técnico-políticas: no ha habido al interior de la SEP y de las oficinas educativas estatales una evaluación sólida de su propia estructura, funciones, resultados e impacto real en la calidad de la educación. Prevalecen oficinas y programas que han sido el resultado acumulado de las ocurrencias de la autoridad en turno; existe duplicidad –y a veces conflicto– en sus funciones; operan con independencia de la política, prioridades y metas educativas nacionales; y todo ello, ha impedido la necesaria sintonía y alineación integradora del quehacer técnico-administrativo-financiero del sector para acrecentar radicalmente la calidad y equidad educativa en el país. «No, los maestros y maestras no son los culpables de la debacle en la educación».

La inexperiencia de la autoridad educativa federal fue la que ocasionó que, hasta los dos último años de la actual administración federal, la SEP pretendiera hacer de manera apresurada, lo que debió haber hecho desde el primer año: atender los diagnósticos anteriores y emprender cuanto antes una verdadera campaña nacional de actualización profesional, promoción de nuevos enfoques y métodos de aprendizaje en el aula, aplicación generalizada de recursos didácticos de gran impacto, modernización de la infraestructura y gestión escolar, conectividad de internet en todas las escuelas del país, mayor participación social y rendición de cuentas en la educación –en especial, por parte de los directivos–. En cambio, con una actitud autocomplaciente se dedicaron a desarrollar en sus propias oficinas burocráticas soluciones que debieron haber estado en manos de expertos comprobados. La soberbia y los intereses mezquinos es lo que impidió que funcionarios de la SEP analizaran y aprovecharan las experiencias de sistemas estatales exitosos en la mejora del desempeño escolar –el INEE reconoce lo logrado recientemente por Sonora, Zacatecas, Tabasco y Tamaulipas, como en su momento la OCDE y la prueba ENLACE resaltaron el caso de Veracruz–. Lo mismo ha sucedido con aquellas organizaciones e instituciones que cuentan con evidencias contundentes sobre su aporte a la calidad educativa nacional: fueron hechas a un lado para recurrir a lo que ahora se observa como un monopolio de servicios a la educación pública: el Tecnológico de Monterrey. Es tiempo de evaluar cuál es el valor agregado real que se ha obtenido como resultado de las cuantiosas contrataciones que le asignó la Subsecretaría de Educación Media Superior.

Otra tarea pendiente es la de asegurar una relación estratégica funcional entre los resultados y recomendaciones que produce el INEE y la toma de decisiones en la SEP. Son dos realidades paralelas, porque el INEE no influye como debiera en las decisiones administrativas y financieras del sector educativo. Sabemos que su autonomía, naturaleza y misión la convierten en un ente no ejecutivo de programas de intervención educativa. Pero si la sociedad mexicana está invirtiendo en un tanque pensante de esa dimensión, lo menos que se debe hacer es evaluar en qué medida el sector educativo oficial está tomando en cuenta sus directrices. Resulta imprescindible establecer mecanismos funcionales para traducir sus recomendaciones en políticas, programas y formas de financiar la educación. De no ser así, su impacto en la calidad será totalmente marginal.

Fuente del Artículo:

http://www.jornadaveracruz.com.mx/Post.aspx?id=180129_080455_637

Fuente de la Imagen:

http://elmaestrocompentente.blogspot.mx/2015/04/la-guerra-perdida-de-la-educacion-en.html

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Menos alumnos, más cargos docentes y sueldos bajos

Argentina / 18 de febrero de 2018 / Autor:  / Fuente: Infobae

Estamos realizando un importante esfuerzo del gasto público en educación, lo cual es meritorio, aunque no se evidencien mejoras en el nivel educativo de los alumnos primarios

Es creciente la preocupación por tener un buen sistema educativo, con mejoras en la calidad de la enseñanza que incluya también a los sectores más humildes de la población. Un buen sistema educativo exige, por lo menos,  tres requisitos: docentes bien preparados, docentes bien remunerados y una adecuada relación entre cantidad de alumnos y cantidad de cargos docentes. Por esta razón es importante prestar atención a lo que ha venido ocurriendo en los últimos años en nuestro país.

Comencemos por señalar que, debido al éxodo de muchas familias de la escuela estatal, desde el 2003 hay cada vez menos alumnos en las escuelas primarias estatales. Nada menos que 433 mil menos que en 2015. Si en el 2003 había 100 niños en primer grado, en el 2015 había apenas 81.

Al mismo tiempo, el plantel total de cargos docentes creció un 19%, con 45 mil más cargos en el 2015 que en el 2003. Como se ve, estamos en presencia de un gran esfuerzo presupuestario de los gobiernos provinciales, que son los responsables directos del nivel primario, que ha significado incrementar el gasto dedicado a la educación.

Como hay menos alumnos y al mismo tiempo más cargos docentes, observamos que, en el 2003, cada cargo docente en las escuelas estatales correspondía a 16 alumnos primarios, mientras que en el 2015 esta relación disminuyó a 12 alumnos por cargo. Como son las provincias las responsables de la educación primaria, estas cifras nacionales pueden encubrir grandes diferencias cuando se considera en particular cada una de las 24 jurisdicciones provinciales.

En América Latina el panorama es muy distinto, ya que nosotros tenemos, en las primarias estatales en el promedio nacional 12 alumnos por cargo, mientras en Chile hay 2o; en Brasil, 21; en Colombia, 24; y en México, 27. En Canadá hay 17, en Gran Bretaña hay 18 y en Francia, 19.

Estamos en presencia, en nuestro país, en los últimos años, de un importante esfuerzo del gasto público en educación, lo cual es meritorio, aunque no se evidencien mejoras en el nivel educativo de los alumnos primarios, como lo han puesto en evidencia muchas veces las diversas evaluaciones, sean nacionales o internacionales. El panorama se complica cuando se observa que, comparando con otros países, las remuneraciones de nuestros docentes son en general bajas.

El desafío que enfrentamos es claro: mejorar los sueldos docentes acompañando al mismo tiempo un esfuerzo organizativo para expandir la matrícula escolar en todo el país sin aumentar, en muchas provincias, el plantel total docente. Todo esto exigirá al mismo tiempo fortalecer la capacitación de los docentes y cumplir el calendario escolar, evitando los frecuentes cierres de las escuelas que tanto perjudican a los niños pobres que acuden a la escuela pública.

Fuente del Artículo:

https://www.infobae.com/opinion/2018/01/30/menos-alumnos-mas-cargos-docentes-y-sueldos-bajos/

Fuente de la Imagen:

https://flavioluisbuccino.blogspot.mx/2012/02/otras-miradas-sobre-el-salario-docente.html

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Can one learn to be creative?

By Hazlina Aziz

IN the next few years, more than three generations may be working side by side at the workplace. They are the Baby Boomers, Generation X, Generation Y (also known as millennials) and Generation Z.

Gen Z, who were born after 1995, are beginning to appear in the workplace. By next year, Gen Z is expected to represent more than 20 per cent of the workforce.

Growing up in a world where the Internet, social media and mobile technology have always existed, they will bring their new technology and big ideas with them. It can be a significant challenge to prepare for the clash of these four generations.

Many organisations are still struggling to analyse the challenge that millennials pose in the workplace.

But, how different will Gen Z really be? A digitally innate generation of students, Gen Z have access to more information than the generations before them. Growing up in the age of technology provides them with more outlets and digital tools for exploration and expression.

So, they are said to be more curious, innovative and open-minded than past generations.

While they should be more advanced in searching for information and figuring things out on their own, they also expect everything to be available at any time and with low barriers of access. With Gen Z starting university and the first batch graduating soon, are the schools preparing them for their future? Is higher education ready for them?

A study done by Adobe that provides insight into Malaysian Gen Z students shows that they are feeling unprepared for the problems the “real world” face today, and want greater focus on creativity and hands-on learning in the classroom.

The study, “Gen Z in the Classroom: Creating the Future”, surveyed 250 Gen Z students between the ages of 11 and 17, and 100 teachers in Malaysia.

A similar study was also conducted in five Asia-Pacific (Apac) countries — Australia, India, Thailand, China and Korea. For Malaysia, they found 97 per cent of students and 100 per cent of teachers — the highest rating among five other countries — see creativity as essential to students’ future success.

Malaysian Gen Z students also have mixed emotions when it comes to their future after they finish schools.

According to the study, they feel “excited” and “curious”, but at the same time “nervous” or “worried”. Some are concerned that schools have not properly prepared them for the real world.

They believe that there are a variety of careers that require creativity. Ninety six per cent of students from this study believe their future careers would involve creativity.

Both students and teachers alike agree that Gen Z learn best through hands-on experience and wish that there is more focus on creativity. Students feel that classes focusing on computers and technology hone their creativity and will best prepare them for their future.

Developing creative people is an aim that most in education share; there have been growing calls to nurture and teach creativity from an early age in schools and universities.

The World Economic Forum predicts that creativity will rise from the 10th most sought-after skill in 2015 to the third in 2020.

But, what is creativity? It can seem that creativity is a natural gift for those who are lucky, for instance, great artists, musicians or entrepreneurs. Can one learn to be creative? Can we prime the mind for creative ideas to emerge?

Research has shown that creativity is a skill that can be taught, practised and developed. With imagination, we can be wired to be creative. Creative thinkers in any discipline are those who can tackle complex problems and develop innovative solutions.

Of course, this does not mean that you can teach one to be a genius. The techniques of teaching creativity are not going to turn a student into Einstein or Picasso.

It is more about encouraging day-to-day creative thinking that can make a student, and then later, as an adult, more productive.

Many educators claim to value creativity, but they do not always prioritise it. In some parts of the world, teaching creativity is already a necessary part of an undergraduate experience.

The International Centre for Studies in Creativity at Buffalo State College in New York is the world’s first university department of its type.

The term “makerspace” in education — probably still new in Malaysia’s education scene — is also the buzzword now to refer to physical spaces that support learning and doing, in a way that redefines traditional schooling. It provides hands-on experiences and encourages creative ways for students to design, experiment, build and invent.

How can creativity be cultivated in the classroom? The way Gen Z students consume and learn today is very different from past generations, hence, educators in Malaysia need to provide the right environment, updated tools and creative outlets to bring out the best in their students and foster innovative problem-solving skills the future workforce will need.

Education systems should focus less on the reproduction of information and more on critical thinking and problem solving. There are multiple solutions to open-ended and complex problems, a situation that the students will face as they pursue future careers.

Encouraging divergent instead of convergent thinking leads to solving problems that do not have one correct answer.

However, it is important to remember that teaching creativity does not mean that we should throw out the textbooks and exams while encouraging children to let their minds wander rather than concentrate in the classroom.

Children should not be given free rein for their imagination to run wild at the cost of understanding a subject. In encouraging creativity, I believe if you want to think outside the box, you must fully understand what is inside the box first.

Link: https://www.nst.com.my/opinion/columnists/2018/01/330504/can-one-learn-be-creative

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