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Rediseñar el aula

Patricia Marmol

Las nuevas metodologías están tirando abajo las paredes del aula y motivando el rediseño de los centros educativos con nuevos espacios de aprendizaje. ¿Quieres saber cómo?

Pizarras colgadas de la pared, alumnos sentados en sus pupitres mirando al frente y profesores impartiendo la lección sobre una tarima. Todavía son numerosos los colegios que mantienen esta estructura de clase encerrada entre cuatro paredes y que se remonta a principios del siglo XX. Sin embargo, las metodologías activas (como el trabajo por proyectos, la clase al revés o el aprendizaje cooperativo), junto al uso de la tecnología, están provocando la necesidad de rediseñar las aulas para convertirlas en espacios funcionales y adaptados a las nuevas formas de aprendizaje del alumnado.

“El objetivo es considerar el espacio como un elemento más dentro del proceso educativo”, explica Santiago Atrio, vicedecano de Ordenación Académica y Desarrollo de las Titulaciones en la Facultad de Formación de Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid. No se trata de una nueva tendencia, ya que pedagogos como Amos Comenius, en el siglo XVI, o más recientemente Loris Malaguzzi, a comienzos del siglo XX, ya consideraban el espacio físico como ‘un tercer maestro’. Y es que “se puede utilizar el edificio para aprender a aprender, es decir, para conocer cómo funciona la mente de cada individuo y saber en qué tipo de zonas se absorbe mejor el conocimiento”, apunta Rosan Bosch, fundadora y directora Creativa de Rosan Bosch Studio, considerada internacionalmente como una de las principales innovadoras en esta área.

Cada alumno necesita un espacio de aprendizaje diferente según sus características y en función de la actividad que va a realizar: hay quienes prefieren estar en un lugar pequeño, como una ‘cueva’; otros optan por trabajar en una mesa alta que les permita ver todo lo que ocurre a su alrededor; también hay estudiantes que eligen espacios más tranquilos y relajados, mientras que otros, por el contrario, necesitan moverse constantemente.

Fuente del articulo: http://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/redisenar-el-aula/50616.html

Fuente de la imagen: http://www.educaciontrespuntocero.com/wp-content/uploads/2017/06/rediseñar-el-aula-696×472.j

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El Plan y los Programas 2017

JUAN CARLOS MIRANDA ARROYO.

El Plan y los Programas de Estudio para la Educación Básica: aprendizajes clave para la educación integral, fueron nuevamente publicados por la Secretaría de Educación Pública (SEP) esta semana, en una versión de «actualización», (DOF, Acuerdo 12/10/17, publicado el 11 de octubre 2017). Se trata de un instrumento de planificación educativa que tiene como finalidad reordenar la programación curricular, publicada en junio pasado, para los niveles de Preescolar, Primaria y Secundaria en todo el país, a efecto de aplicarse a partir del siguiente ciclo escolar 2018-2019. En sus considerandos, el texto recién publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) dice concretamente lo siguiente: «Que a efecto de precisar la dosificación de contenidos y profundizar algunos aspectos de éstos, con el propósito de llevar a los alumnos al máximo logro de sus aprendizajes, resulta necesario actualizar el Acuerdo número 07/06/17 por el que se establece el Plan y los Programas de Estudio para la Educación Básica… publicado en el Diario Oficial de la Federación el 29 de junio de 2017».

¿Cuáles son exactamente las diferencias entre estas dos versiones del plan y los programas de estudio para la educación básica?

Bueno, son distintos y muy variados los aspectos incorporados al nuevo documento, los cuales sin duda lo enriquecen: Mayor énfasis en la importancia de la equidad y la inclusión educativas, en términos de ampliar el radio de acción hacia las diferentes expresiones sociales y culturales, con especial atención a las comunidades rurales e indígenas; renovados planteamientos acerca de la transformación de la educación inicial de los docents (el normalismo); adecuaciones a los esquemas de articulación entre la educación básica y la media superior; y entre otros aspectos, una serie de recomendadiones pedagógicas y didácticas específicas para los docentes que llevarán a cabo la aplicación de los dispositivos curriculares indicados y sugeridos.

El nuevo documento normativo, que consta de más de 400 páginas, luego de hacer un recuento sobre los distintos momentos del diseño y revisión de los dispositivos curriculares, previas consultas públicas realizadas en 2014 y 2016, señala en su introducción que: «Si bien el proceso general de transformación de la educación, que comenzó con la iniciativa de reforma constitucional en materia educativa el 2 dediciembre de 2012, ha permitido sentar las bases del Modelo Educativo y encauzar su desarrollo para convertir el cambio educativo no sólo en una política de Estado, sino en palanca de transformación de la nación, tanto la consolidación del Modelo Educativo como la implementación nacional del plan y programas de estudio para la educación básica serán procesos graduales, y muchos de los cambios planteados en el nuevo currículo requerirán tiempo para su maduración y concreción en las aulas, sin duda más allá del término de esta administración federal. Por ende, resulta conveniente que la vigencia de este plan y programas de estudio para la educación básica se mantenga al menos durante los próximos doce ciclos lectivos consecutivos para permitir su correcta incorporación a las aulas. La vigencia tendrá la flexibilidad necesaria para hacer las adecuaciones puntuales al Plan que resulten de las evaluaciones al desempeño de los alumnos. Con ello se propiciará un proceso de mejora continua.»

«A lo largo de los doce ciclos lectivos de vigencia mínima de este Plan egresará una generación completa de educación básica, diez de preescolar, siete de educación primaria y diez de secundaria.»

Por el momento, y a reserva de elaborar un análisis más riguroso sobre el contenido del documento, me parece que, según lo expresado en la introducción, surgen más preguntas que respuestas: ¿Hay un cálculo político y una clara proyección transexenal en el documento en cuestión? ¿El texto tiene motivaciones políticas electorales o es en verdad un planteamiento que va más allá, es decir, plantea el proyecto de una política educativa de Estado?

Es inevitable, sobre todo en el contecto actual de México, dejar de lado las interpretaciones o lecturas políticas por encima de las consideraciones técnicas u operativas. Por esa razón, me pregunto: ¿El Plan y los Programas de estudio ahora dados a conocer forman parte de las políticas públicas de Estado, de largo plazo (más allá del periodo constitucional del Ejecutivo federal), o son elementos tangibles de una plataforma, y sus respectivas proyecciones políticas, para construir una candidatura con una mirada hacia la elección del 2018? ¿La educación es realmente una palanca de transformación de la nación o una herramienta que forma parte de una estrategia general para alcanzar o retener el poder político?

Puedo intuir y quizá deducir lo que estarían pensando (sin pretensiones «videntes») los académicos orgánicos y funcionles al sistema: Sería sumamente simplista, para ellos, reducir las intencionalidades del Plan y los programas de estudio de la Educación Básica, a un esquema de finalidades político electorales; sin embargo, hay que reconocer, diríamos desde la oposición, que estaríamos incurriendo en una falta en el análisis si nos adelantamos linealmente a los hechos. A estas alturas de la vida pública nacional, no podemos ser o llamar a ser ingenuos, por lo que tampoco podemos descartar «a priori» ninguna de las dos posibilidades: ¿Hay intencionalidad política de Estado o simplemente hay un propósito de política electoral; o ambas?

Lamentablemente lo que hemos aprendido quienes nos dedicamos al análisis de las políticas públicas educativas, en los medios periodísticos y en las redes sociales, es que «lo educativo» siempre va de la mano de «lo político», en términos de las contradictorias relaciones del poder, la hegemonía y el consenso sociales.

El campo de las políticas públicas sobre «lo educativo», como otros temas y procesos de estudio, ciertamente, tiene enorme relevancia para la sociedad, por lo cual éste es un campo de permanentes disputas o conflictos; por lo tanto, sería mezquino restar importancia al lento y complejo proceso de confección y negociación en que se ha visto envuelta la planificación educativa oficial, a nivel del trazo, en especial, del accionar de la escuela pública que queremos y necesitamos como nación.

De tal suerte que no es intención echar por la borda el valor técnico, operativo e instrumental que tiene el documento oficial de la SEP, producto educativo de diversos y difíciles consensos; sino en todo caso advertir en torno a los posibles escenarios que se generían si se sigue el mismo curso de los hechos sucedidos en México, durante los últimos cinco años, acerca de las tendencias y estrategias del cambio educativo (leyes, reglamentos, discursos, narrativa, políticas, recursos, modelos, prioridades).

Conviene en tal sentido ponderar, acaso, algunas ideas y propuestas sobre tales escenarios para convertirlas, en el corto y mediano plazos, en esquemas alternativos para la reflexión y la acción educativas, con la finalidad de que los docentes puedan llevarlos a las aulas, sobre todo de la escuela pública, pues es ahí donde se produce la esencia del cambio educativo, en términos de los aprendizajes y del crecimiento integral de los estudiantes y sus comunidades

Fuente artículo: https://www.sdpnoticias.com/nacional/2017/10/13/sep-algunas-preguntas-sobre-el-plan-y-los-programas-2017

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Transformaciones sociales

La introducción de transformaciones sociales mediante la inclusión y la innovación social, poniendo especial atención en las personas vulnerables, desfavorecidas y excluidas, es uno de los objetivos fundamentales de las actividades de la UNESCO. El programa Gestión de las Transformaciones Sociales (MOST) de la UNESCO y su Consejo Intergubernamental (CIG) son dos instrumentos únicos que permiten llevar a cabo iniciativas centradas en el aumento de las capacidades relacionadas con las transformaciones sociales, establecen vínculos entre los conocimientos en ciencias sociales, las políticas públicas y la sociedad, y aseguran su implementación.

El propósito principal del Programa MOST es suministrar los resultados de la investigación en ciencias sociales y las informaciones políticamente relevantes a los responsables de la toma de decisiones y otras partes interesadas.

MOST se centra en la producción de lazos eficientes entre la investigación, la política y la práctica, con el fin de generar una cultura de políticas basadas en pruebas empíricas –en los ámbitos nacional, regional e internacional. Como único programa de la UNESCO que realiza y fomenta la investigación en ciencias sociales, MOST tiene una posición central en la promoción general de los objetivos de la Organización.

Fuente: http://es.unesco.org/themes/transformaciones-sociales

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Reforma educativa argentina: ¿Secundaria del futuro?

Por: Maylín Vidal 

 Aún no está en marcha pero la prueba piloto en Buenos Aires de la reforma educativa impulsada por el Gobierno argentino lleva a las calles a alumnos y profesores en una pelea que se avecina fuerte.
De un lado la ministra porteña de Educación, Soledad Acuña, ha reiterado que pese a las medidas de fuerza el proyecto seguirá adelante; del otro, estudiantes de secundaria tomaron incluso cerca de 30 colegios y están dispuestos a seguir la lucha.

La llamada reforma ‘Secundaria del futuro’ pretende, entre otras cosas, que la mitad del quinto y último año de estudios se haga en empresas y organizaciones, a modo de pasantía y elimina las notas, entre otros puntos.

La nuez del conflicto es que la iniciativa incluirá prácticas formativas no rentadas en empresas privadas que ocuparían el 50 por ciento de la carga horaria en este año de curso, subrayan los estudiantes y docentes.

Según lo previsto por el Gobierno, a partir del año venidero el proyecto llegará al menos a 16 escuelas de la ciudad y luego se extenderá a todas las instituciones. Aunque finalmente se logró destrabar la toma pacífica de varios de los colegios, en los que grupos estudiantiles pasaron día y noche dentro, la movilización se ha sentido en las calles de la capital argentina con varias marchas.

Para el secretario de la Asociación Docente de Buenos Aires, Jorge Adaro, se trata de una iniciativa ‘a la medida de las empresas. Genera una perversa promesa de empleo para los pibes (niños) que es falsa ya que al año siguiente el circuito vuelve a comenzar con nuevos estudiantes’.

Asimismo consideró que ‘es macabro que la hagan llamar Secundaria del futuro porque de hecho deja sin futuro a los estudiantes. Anula la posibilidad de ir a la Universidad y de formarse en materias que son centrales, y convierte a los jóvenes en mera mano de obra barata’.

Desde el Gobierno el ministro de Justicia, Germán Garavano, cuestionó la ocupación de los colegios porteños y calificó de ilegal esa medida de fuerza.

Hay otras maneras de manifestar una protesta y generar caminos de diálogo. La toma de los alumnos, la pérdida de días de clases, no es el camino, porque perjudica a miles de compañeros, subrayó.

En medio de esta situación, el jefe del bloque del Frente para la Victoria en la legislatura porteña, Carlos Tomada, junto a las parlamentarias Lorena Pokoik y Paula Penacca, y representantes de la Comisión de Educación, sostuvieron un encuentro con estudiantes, padres y docentes de las escuelas de nivel medio.

Los parlamentarios expresaron su apoyo para acompañar el pedido en la vía judicial y propusieron convocar en lo inmediato a una mesa de trabajo que elabore una propuesta de mecanismo participativo para que las familias y los estudiantes presenten al Ministerio de Educación porteño, reportó el portal El Parlamentario.

‘Le estamos proponiendo a la ministra evitar ese fracaso y que el próximo año nos podamos sentar todos los miembros de la comunidad educativa y aquellos que tenemos responsabilidades institucionales a consensuar una reforma que sea un primer paso firme hacia la escuela secundaria moderna, inclusiva y de excelencia’, aseguraron.

En declaraciones exclusivas a Prensa Latina el docente Ricky Weinmann, de la escuela Normal 10 de Belgrano y del Colegio Avellaneda de Palermo, significó que los objetivos principales de esta reforma conducen al ajuste financiero de la educación.

También a su puesta al servicio de las empresas, mediante la privatización de las funciones como impartiendo contenidos y actitudes acordes a la necesidad de mano de obra disciplinada, con conocimientos precarios adecuados a ellas.

En la década de 1990, explicó, se aplicó una reforma similar en todo el país con excepción de la ciudad de Buenos Aires, impulsada por la Ley Federal de Educación, con un resultado devastador.

El 60 por ciento de los alumnos porteños y el 50 de los que viven en la provincia de Buenos Aires, con un porcentaje mayor en los municipios cercanos a la capital como Vicente López y San Isidro, concurren a escuelas privadas. Las públicas quedaron en situación muy precaria, al igual que los docentes.

Hace tres años comenzó una reforma en la capital, que llamaron Nueva Escuela Secundaria (NES). Empobreció los contenidos, a la par que el gobierno actual disminuyó drásticamente o subejecutó el presupuesto educativo, manifestó Weinmann.

‘Incompleta, inaplicable, inconsulta e improvisada’ son las cuatro I de esta reforma que el estudiantado considera va totalmente en contra de la Educación.

Incompleta, dicen, porque no incluye la ley de Educación sexual integral sancionada hace 11 años. Inaplicable, porque no se adapta a la realidad de los colegios de la ciudad donde se caen los techos, no hay calefacción, ni mucho menos Wifi (acceso a internet inalámbrica).

Inconsulta porque, agregan, no se le está dando la oportunidad de participar a docentes, alumnos ni padres, infringiendo el artículo 24 de la Constitución Nacional y es improvisada porque en tan solo cinco meses se busca aplicarla con muy poca información, subrayan los estudiantes que están dispuestos a dar la pelea hasta echarla abajo.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=121347&SEO=reforma-educativa-argentina-secundaria-del-futuro
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La urgencia de incorporar a la mujer en los manuales

Por: Alba Lara 

No me planteaba el género de los escritores, pero resultó que el género, por defecto, era masculino. ¿Por qué voy a contarles a mis estudiantes, otra vez, solo la mitad del cuento?

Hace ya unas semanas que los profesores estamos en los colegios. Hay tareas ingratas e invisibles que tienen que ser hechas para que todo se ponga en marcha antes de que comiencen las clases. Recuperaciones, evaluaciones, planes de mejora, reuniones de claustro, de departamento, puesta al día del verano (las relaciones también son importantes), objetivos que se marcan, sensaciones de fracaso porque un alumno no ha remontado en septiembre, euforia porque otros sí. Veo a los profesores planificar el curso y buscar ideas para conquistar el interés de los jóvenes exigentes que se sentarán frente a ellos durante todo un curso. Muchos revisan los libros de texto, no siempre elegidos por ellos mismos, y hacen anotaciones, adiciones y comentarios al margen. Yo hago lo propio con los de lengua y literatura.

Ojeo primero el de 3º de ESO. Es un manual que se utilizará en muchos centros este año porque pertenece al gran grupo editorial del sector. Como es habitual, está dividido en doce unidades e incluye, al inicio de cada una de ellas, una lectura a partir de la cual se trabajan la comprensión lectora y los contenidos. Estas lecturas suelen ser contemporáneas y están abiertas a otras literaturas y a otros géneros (especialmente los periodísticos). De los doce textos introductorios de mi libro, ni uno solo está firmado por una mujer. Examiné las propuestas de manuales de otros cursos y editoriales en busca de esta carencia. En total, comparé trece volúmenes de lengua y literatura. En cuatro de ellos no había ningún texto inicial que fuera obra de una mujer. El resto no mostraba un panorama más alentador: uno, dos, tres y, solo en un caso, cuatro.

Desde finales de los años 70 se ha venido documentando y analizando el reducido espacio que las mujeres ocupan en los manuales de todas las asignaturas. En un interesante artículo de 2016, María Vaíllo expone la historia de estos análisis en España e incluye un catálogo de los escasos materiales didácticos sensibles al género que se han generado desde entonces. Según un estudio de la Universidad de Valencia a cargo de Ana López-Navajas, directora del Grupo Mujeres en la ESO, publicado en 2014, y que analizaba más de 140 libros de texto de diferentes materias y editoriales para todos los cursos de la ESO, solo el 12% de los referentes son mujeres. Este estudio especifica que las asignaturas de enfoque histórico y científico son las que recogen menos nombres de mujer, haciendo desaparecer incluso los de aquellas que en su momento gozaron de reconocimiento. Las conclusiones son demoledoras y estoy de acuerdo con la autora en que la falta de referentes femeninos “a las mujeres, además, les quita autoridad social y les impide reconocerse en una tradición que las acoja”.

Reconozco esa falta en mí. Recién terminada filología hispánica, me di cuenta de que durante cinco años había leído casi en exclusiva literatura española, peninsular sobre todo. Después de eso, pasé un tiempo leyendo solo a escritores que escribieran en otras lenguas porque sentía que conocer una literatura (si es que es posible esto) sin, al menos, asomarse a otras literaturas era una limitación. Ni siquiera en esa época de grandes nombres (Dovstoieski, Bellow, Celine, Calvino, Dante…) puse entre mis lecturas obligatorias alguna obra escrita por mujeres. ¿Por qué durante tanto tiempo no leí mujeres y por qué no era consciente de que no leía mujeres? ¿No sufrí precisamente esa carencia de referentes que sigue vigente hoy, quince años después de que yo cursara la ESO?

Se ha hablado algo sobre por qué los manuales no reflejan los cambios que la sociedad pide en términos de igualdad. Se culpa al currículo, que, a pesar de que en sus consideraciones generales indica que debemos “analizar y valorar críticamente las desigualdades y discriminaciones existentes entre hombres y mujeres” e “impulsar la igualdad real”, no exige específicamente que los libros de texto incluyan referencias y textos de escritoras. Se culpa a las comunidades autónomas por aquello del embrollo de competencias. Se culpa al inmovilismo editorial y al desconocimiento. Las responsabilidades son muchas, pero al final del día son nuestros estudiantes y nuestra sociedad la que se ve privada de este conocimiento.

La libertad de cátedra permite, al menos sobre el papel, cierto campo de acción a los profesores. Pero en la práctica, la acumulación de responsabilidades, el carácter del centro o simplemente la falta de tiempo hace que, a veces, el profesorado no pueda desarrollar todas las medidas que querría. La elaboración de una lista de lecturas complementarias para trabajar en lengua y literatura es, sin embargo, urgente.

Afortunadamente, muchas profesoras y profesores están empezando a tomar cartas en el asunto. En la web proyectotirardelalengua.com están disponibles los materiales creados por un grupo de docentes de institutos públicos. También el Grupo Guadarrama, formado por cuatro profesoras de lengua castellana de institutos, ha diseñado en Leer la palabra y el mundo unos módulos de trabajo con el objetivo de hacer del aula un lugar que ayude a los estudiantes a mirar críticamente los estereotipos sexistas, clasistas y racistas. Por el lado académico, el proyecto Bieses(Bibliografía de Escritoras Españolas) pone a nuestra disposición una minuciosa base de datos sobre escritoras anteriores al siglo XIX e información acerca de quiénes fueron, cuántas fueron y quién las leyó. El portal Escritoras españolasde la Biblioteca Virtual Cervantes pone su énfasis en autoras del siglo XIX, pero ofrece también obras de otras épocas.

Se hace un gran trabajo de recuperación de escritoras del pasado, pero en las lecturas de inicio de unidad aparecen autores muy contemporáneos, ¿cuál es la excusa para esta ausencia? Seguimos tratando de subsanarla. Las revistas y periódicos son buenas fuentes para encontrar excelentes textos escritos por mujeres. Yo misma, el primer día de clase, trabajé con mis estudiantes un texto de Dolores Almudéver publicado en este mismo diario hace unas semanas. He preguntado a una decena de profesoras de lengua (y un profesor) qué textos escritos por mujeres trabajarían en clase. Además de los pocos nombres femeninos consagrados, fueron mencionadas (cito sin orden ni jerarquía alguna): Ana María Matute, Lola Nieto, Isabel Allende, J.K. Rowling, Carson McCullers, Ana Blandiana, María Luisa Bombal, Luisa Carrés, Emma Reyes, Selva Almada, Marta Sanz, Samantha Schweblin, Laura Gallego, Clarice Lispector, Svetlana Alexiévich, Toni Morrison, Chimamanda Ngozi Adichie, Gloria Fuertes, Virginia Woolf, las sinsombrero.

Durante mis primeras dos décadas de lectora no pensaba nunca en el género de un autor. Ese “no me importa quién escriba las obras, simplemente las leo” parece entrañar la asunción de que se valora por igual el trabajo de escritoras y de escritores y de que simplemente se lee por preferencia o por calidad literaria. Hoy sé que esa realidad nada tiene que ver con una actitud abierta, al menos no todavía, por la sencilla razón de que el canon que se nos presenta está sesgado y las opciones de lectura, por tanto, condicionadas.

No me planteaba el género de los escritores, pero resultó que el género del autor, por defecto, era masculino. Me faltaban referencias femeninas y durante mucho tiempo pensé con una ingenuidad que ahora me resulta dolorosa que si no se hablaba de más mujeres importantes era porque no las había o porque no eran suficientemente buenas. Ahora soy yo la profesora, ¿por qué voy a contarles a mis estudiantes, otra vez, solo la mitad del cuento?

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/10/02/la-urgencia-de-incorporar-la-mujer-en-los-manuales/

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No delatarás: ¿qué hacer ante las malas prácticas docentes?

Por: Anna Torralbo

Lo que más hace que me cuestione mi trabajo son los adultos y su predisposición por acallar las malas praxis. ¿Hasta cuándo permitiremos que el “compañerismo” esté por encima de las buenas prácticas?

Los motivos para que alguien se plantee, e incluso decida, ser maestro, maestra, pueden llegar a ser muy dispares. Hay quienes fantasean con una clase en silencio, espaldas erguidas y ojos bien atentos al docente. Se imaginan a ellos mismo paseándose por la clase, dando un discurso que automáticamente se refleje en los cuadernos o en la resolución de una batería de ejercicios. Hay quienes visualizan un escenario totalmente antagónico: una clase en ebullición, donde el alumnado ha tomado el control de la clase, donde estos se mueven de un lugar a otro, accediendo a todos los rincones de la clase, gestionando y llevando a cabo el trabajo de manera autónoma. Otros se decantan por las risas frescas y espontáneas de los pequeños, por sus juegos y sus descubrimientos. Hay quienes han puesto su mirada en aquellos con más dificultades, aquellos a quien les tiembla la voz cuando se le hace una pregunta, o aquellos otros a quienes se les escapa la mirada por la ventana porque las paredes del aula y el retumbar de las voces en un espacio cerrado no les convence o agrada.

En las expectativas iniciales de cualquier profesor, es la relación (unilateral, bidireccional, etc.) con los alumnos lo que nos empuja hacia esta profesión. Son los alumnos y solo ellos, quienes están presentes en nuestro imaginario. Pero una vez dentro de la escuela, uno se da cuenta de que la realidad dista mucho de esto. Ser profesora o profesor implica por igual el contacto con estudiantes que con adultos, pero esto pocas veces se piensa, pocas veces se enseña o se explica.

¿Y qué implica esto? Implica muchas cosas; por ejemplo, que hay que consensuar el trabajo que se haga en el aula, la metodología, los contenidos, incluso los materiales. No existe una enseñanza “mía”, en tanto que, generalmente, hay que acordarla con lo que llamamos un “paralelo” (el profesor o profesora de la otra clase). Por no hablar de otros muchos más acuerdos que implican la línea general de una escuela. Con ello quiero decir que ningún profesor es totalmente “libre” ni dueño de la enseñanza que ejerce. En ocasiones puede ser beneficioso: trabajar al lado de alguien con quien se tiene afinidad, de quien se aprende y descubren cosas interesantes. Otras veces, sin embargo, nos encontramos trabajando, codo a codo, con la antítesis de nosotros mismos; con el antagonista de nuestras ideas, metodología e incluso principios.

El trabajo con los alumnos puede ser agotador: estar a su nivel de energía, estar en disposición y capacidad de manejar los distintos ritmos en el aula, resolver y afrontar los conflictos, problemas o dificultades que cada una de las personitas que habitan el aula puedan tener. Pero, personalmente, el desgaste más corrosivo al que me he enfrentado ha sido el de lidiar con compañeras y compañeros que me colocan ante disyuntivas morales y éticas que raramente se manifiestan o se abordan entre el profesorado.

¿Qué hacer cuando eres testigo de prácticas en el aula más que dudables? ¿Qué hacer cuando somos conocedores de actitudes que van en contra de la integridad y el respeto hacia los alumnos? Existe un pacto tácito de no delatar, de no acusar a un compañero/a; algo así como una “camaradería” entre profesores (también las existe en otros colectivos, como médicos o políticos, por ejemplo.), que te obligan a mantener en secreto cosas que te corroen por dentro; en pro de ese supuesto “respeto” que se deben entre sí los docentes.

Acusar a un compañero/a de estar haciendo cosas intolerables o, si más no, cuestionar su manera de tratar a los alumnos, por ejemplo, está mal visto en nuestra profesión. De todos modos, aunque una lo quisiera hacer, tampoco hay muchas alternativas. Dirigirse a dirección a contar lo visto es ser un delator. Si esto trasciende entre el claustro, serás apartada y mirada con recelo. También se te podrá tachar de altiva (¿quién se ha creído que es?). Dirección está, en este contexto, atada de manos: siempre será su palabra contra la tuya. Eso, si no se da el caso de que hacen aquello tan practicado entre nuestra sociedad: hacer la vista gorda. Al fin y al cabo, nadie es perfecto, este docente tiene plaza fija (habría que redactar un informe bien feo y desagradable, y eso es ser un traidor)… En fin, que nadie quiere enredarse en estos berenjenales.

La única (tampoco definitiva) opción, es que los alumnos hablen con la familia y que esta haga llegar sus quejas a dirección o inspección. En este caso, el profesor/a puede recibir un aviso. Pero seamos realistas, estamos hablando de trato, por lo que muchas veces ni los propios alumnos son conscientes de que están siendo menospreciados. Decirle a una alumna o alumno, literalmente, que su trabajo es una mierda, llamar idiota, vago, corto a alguno, preparar un mal examen y culpar al alumnado de su fracaso en vez de asumir las culpas, reñir a gritos… Si una da vueltas por las escuelas, se encuentra con cosas de estas.

Lo más desgastante y frustrante de mi trabajo es enfrentarme a toda la injusticia y al encubrimiento de esta que rodea el mundo de la infancia; a todo el abuso, digámoslo claramente. Lo que más hace que me cuestione mi trabajo son los adultos y su predisposición por acallar las malas praxis.

¿Hasta cuándo permitiremos que el “compañerismo” esté por encima de las buenas prácticas?

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/10/09/no-delataras-que-hacer-ante-las-malas-practicas-docentes/

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¿Qué es esa cosa llamada Pedagogía?

Por: Miguel Ángel Pérez

A partir del mes de agosto hemos aperturado la licenciatura en Pedagogía al interior del sistema de Unidades de las Universidad Pedagógica Nacional en el estado de Jalisco, esto implica el compromiso de formar pedagogos para incorporarlos al sistema y en general al mercado laboral. Como parte de la formación y de otros compromisos éticos y profesionales, por lo tanto es obligado responder a la pregunta que le da título a este artículo ¿Qué es esa cosa llamada pedagogía?

¿La Pedagogía, es una ciencia, un arte,  una técnica, un oficio, una vocación, una pieza artesanal, algo que acompaña a los hechos educativos y que sirve para encontrarle sentido a dichos hechos, es la forma que nos sirve encontrarle fondo a los hechos, actos y datos educativos, no es nada, es un discurso que nunca concluye y que siempre se está replanteando nuevas elaboraciones…? La pedagogía no es nada de lo anterior o más bien es todo junto articulado, integrado y algo más. En todo caso la Pedagogía es un dispositivo que no tiene un método propio, ni se rige a partir der una rigurosidad científica pero que sirve para acompañar (como lo ha venido haciendo desde hace muchos años) a los fenómenos educativos para encontrarles su razón de ser, buscar nuevas formas pensadas para que los sujetos enseñen, aprenden y hagan uso de los saberes y conocimientos aprendidos en una sociedad que cambia a pasos agigantados.

La Pedagogía no es una cosa en todo caso son muchas. Para algunos colegas es ocioso pensar en este momento acerca del carácter científico de la Pedagogía, de su vocación y de tratar de encontrar mejores sustentos epistemológicos de su razón de ser. Para otros el debate está agotado, ya que la Pedagogía llegó a sus límites disciplinares en donde aparece la teoría educativa, la ciencia o las ciencias de la educación y será sobre todo el recurrir a los aportes psicológicos, sociológicos y antropológicos los que nutran esta pequeña cosa a la que desde el tiempo de los antiguos griegos se le ha dado por llamarle pedagogía.

Por otro lado también, es importante pensar en torno a la actual agenda académica, las nuevas demandas epistémicas y los desafíos en la sociedad del conocimiento, junto con la velocidad de la información, generan nuevas preguntas en el seno de lo que podríamos llamar la Pedagogías moderna aun en contextos postmodernos. ¿Por qué todo esto debería interesarles a los nuevos pedagogos y a todos aquellos que se encuentren en formación, ligados con asuntos humanísticos o educativos? Tal vez porque desde la sociología de las profesiones hay una exigencia cada vez más fuerte por intelectualizar el desempeño profesional, mientras que la empresa tiende a tecnificar y a artesanalizar a las profesiones, desde la academia y en el seno de las universidades, la exigencia es a intelectualizarlas. Esta contradicción se resuelve o debiera resolverse desde el sujeto que se forma, a partir de algo que también ha surgido en el seno de la pedagogía y que tiene que ver con la reflexión del quehacer profesional del pedagogo, junto con pensar acerca de las fronteras disciplinares con las ciencias afines.

Aunado a lo anterior, el estudio de la evolución del pensamiento pedagógico desde Gracia y Roma hasta nuestros días, también es una idea sugerente. Cada idea, cada propuesta, cada nuevo aporte, vacaciona al sujeto a entender a los autores en su contexto, lo importante es entendernos a nosotros mismos en el contexto actual en el que nos encontramos (saturados nuevas contradicciones)  con la exigencia también de exigirnos la producción de las ideas nuevas que habrán de darle sentido al desarrollo de esto a lo que le llamamos Pedagogía para los tiempos aquí vienen. Tiempos que todos sabemos son inciertos, impredecibles, líquidos y bajo un alto riesgo social y personal. Tiempos que estarán fuera de este tiempo como lo hemos aprendido hasta ahora.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/que-es-esa-cosa-llamada-pedagogia/

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