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Hagamos de la transformación educativa un proyecto social.

Por: Mexicanos Primero.

El ciclo escolar 2017-2018 es significativo para México. Se pone a prueba el modelo educativo, y los agentes relevantes debemos asumir como principal reto que la educación es un proyecto social, que es anterior y superior a un proyecto de gobierno. Son injustos y dañinos los planteamientos fatalistas o triunfalistas, la idea de que el cambio a la constitución y las leyes tiene la caducidad de un gobierno, o vive sólo al fluctuante ritmo de su prestigio o su desprestigio.

El error más grande que podemos cometer en estas semanas y meses, sería no considerar el compromiso y las capacidades que se deben desarrollar en los agentes educativos y sociales, para que sean de verdad agentes de cambio.

¿Quiénes son los agentes que deben implementar en la realidad, en la práctica, la formación docente adecuada, la asistencia técnica a la escuela, la realización del “informe de actividades y rendición de cuentas” que en todo plantel del país debe realizarse, según lo marca el artículo 14 de la Ley General de Educación? Son los equipos estatales. Son los funcionarios intermedios de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Son los maestros formadores de docentes. Son los supervisores. Son las familias y estudiantes. Son los miembros en los consejos de participación. Son los directores de las escuelas.

No podemos olvidar –sentados con miopía en el mirador de la Ciudad de México- que son los 31 estados quienes administran las escuelas y son los formadores y empleadores de los maestros. La Federación no es suficiente para resguardar el derecho de los niños.

No hay reforma sin reformadores. La implementación de la política pública implica actitudes que no se pueden obviar: un cumplimiento de atribuciones y responsabilidades que no sea selectiva, la voluntad de ir más allá del mínimo indispensable. Se necesitan también capacidades. No alcanza con buenos deseos, no basta con muchos ideales.

Se necesita contar también con información relevante, habilidades técnicas y oportunidades de ejercitarlas, recursos materiales distribuidos según la equidad, un marco regulatorio adecuado también en lo micro, en lo local; contar, sobre todo, con espacios de participación y vías de comunicación con las autoridades y una intensa interacción con las realidades del terreno: con la experiencia de los maestros, de las familias y de los alumnos mismos, sus quejas y propuestas cotidianas, y no sólo sus discursos en eventos.

La fase de implementación de muchas políticas educativas será crucial en este ciclo escolar. Como país federal, nos tiene que salir bien en este año 2017-2018 una serie de procesos que no son de las autoridades, sino que tiene realidad en los estados y las supervisiones y las escuelas.

Lo que hace arraigarse a una transformación educativa, lo que la afianza, es que se desarrollen las capacidades y el compromiso para que cumpla exitosamente esta fase. Respondiendo a las propuestas y exigencias de los propios agentes educativos, de la academia y las organizaciones de sociedad civil, el ejecutivo y el legislativo federales dieron un gran paso con reformas a la Constitución y las leyes. Lo que siguió, lo que sigue y seguirá prospera en la medida en que no sea el proyecto de una administración, sino sólo en la medida en que se sepa y se sienta que es un proyecto social, un proyecto de todos.

Hacemos un llamado a que todos nosotros, los distintos agentes, no dejemos para después y para otros lo que sí podemos hacer, a no esperar las soluciones desde arriba y desde afuera, sino a construirlas desde abajo y desde adentro.

Al gobierno federal pedimos que se concentre en sus tareas de coordinación, en el debido respeto a la dinámica del federalismo, y en el cuidado para realizar sus tareas de diseño de las piezas de política pública con la consulta oportuna a los estados y con una ejecución pulcra en lo técnico y lo financiero. A los estados les pedimos asumir su responsabilidad y atribuciones. A la sociedad civil a no claudicar, a no dejarse acallar o intimidar, a reiterar la exigencia ante lo omitido o simulado.

Nuestra visión es de esperanza razonada: ni triunfalismo ni fatalismo. Nuestra visión es social; nada, y menos la educación, es un proyecto que dependa de un solo hombre o mujer. Ni hay, ni esperamos un supermán para salvarnos; no lo ha habido nunca en educación.

Hay mucho avanzado, y hay que multiplicar las ocasiones de hacerlo ver, de hacerlo tangible. Gobiernos de todos los partidos han dado pasos fundamentales. Los maestros tienen otra expectativa sobre sí mismos. Hay directores jóvenes, por primera vez. Se está restaurando la alianza entre maestros y familias. Sí valió la pena. Sí vale la pena. Vamos por más.

Fuente: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/hagamos-de-la-transformacion-educativa-un-proyecto-social.html

Imagen: http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2017/08/24/599e6e6a4c0b6.jpg

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Año Quinto de la Reforma Educativa.

Por: La Jornada

Con el inicio del ciclo escolar 2017-2018 arranca el año quinto de la Reforma educativa puesta en operación por el actual gobierno. Será un año educativo en relación con la educación básica y media superior de expectativas y retos. Para el inicio del siguiente ciclo en las escuelas habrá nuevos libros de texto acordes a los nuevos planes y contenidos del modelo educativo que se pretende aplicar. Asimismo, se pondrán en marcha programas piloto para la aplicación del modelo en cuestión. En otras palabras, con el nuevo modelo educativo se pondrá a prueba un nuevo sistema pedagógico que el gobierno dio a conocer en marzo masado y que deberá uniformarse en el septiembre del año de las elecciones para elegir al nuevo presidente de la nación. Regresan a las aulas de todo el territorio nacional sólo en el nivel básico que comprende preescolar, primaria y secundaria 25.6 millones de alumnos, 1, 211, 911 docentes que laboran en 224, 976 establecimientos escolares (véase Reforma, 21/08/17). Además de la puesta a prueba del programa piloto del nuevo modelo educativo en el presente ciclo escolar se buscara aplicar la equidad e inclusión, la estrategia nacional para el aprendizaje del Inglés y la transformación de las Escuelas Normales que es por donde debe empezar toda reforma que se llame educativa, misma que debe hacerse sobre la marcha y con la sustitución e interrupción inmediata de los viejos programas de estudio de las instituciones formadoras por los nuevos acordes a los del nivel básico. Un modelo que encomiablemente al menos por sus buenas intenciones persigue dejar de lado la educación bancaria tradicional que tanto cuestiono Paulo Freire por no genera concienciación (concientización), porque descansa en la memorización. No debemos perder de vista que la nueva propuesta pedagógica se sustentara en cinco ejes, a saber. Planteamiento curricular, la escuela al centro del sistema educativo, formación y desarrollo profesional docente, inclusión y equidad y gobernanza del sistema educativo.

En el caso de la inclusión y de la equidad, la SEP acondicionara 250 escuelas en todo el país con las condiciones adecuadas para la observación de este programa. ¿Cuántas y en dónde se establecerán este tipo de escuelas en Zacatecas?

Aunque no faltara quienes piensen que con la reforma que se comenzó a aplicar se en su faceta laboral administrativa para depurar a los profesores no idóneos con evaluaciones insuficientes, desaparecerían los problemas, no ha sido así, ni podrá en un gremio que por su gigantismo y complejidad cada uno de sus miembros representa un potencial conflicto. En dos estados con fuerte y mayoritaria presencia de la CNTE: Oaxaca y Chiapas se supo de condicionamientos para el inicio del ciclo escolar. En el primero los profesores amagaron con parar labores y no regresar a clases hasta que el gobierno no de cumplimiento a sus demandas y los chiapanecos acordaron iniciar con las clases, pero amenazaron con estallar en paro el 13 de septiembre en caso de que no se emita la convocatoria para el relevo de la dirigencia sindical de la Secc. 7 del SNTE, la que agrupa a los maestros federal que son la mayoría de los mentores. Por su parte Nuño, uno de los que se manejan como presidenciables declaro que se iniciarían y habría clases en Oaxaca y en todo el país. Al parecer así ocurrió, pues ahora que si se aplican los descuentos a quien falta, los mentores le piensan para suspender sus labores.

Por su parte Mexicanos Primero el principal censor y vigilante de la Reforma, urgió a priorizar ésta al señalar por enésima vez que hay estados que observan grandes rezagos. Para esta organización patronal muy identificada con Televisa y la clase empresarial incluidos concanacos y concamines, el rezago se ubica sobre todo en aquellas entidades bastiones de la disidencia magisterial entre los que nombra a Zacatecas en donde considera que no está consolidada la Reforma, (Reforma, 23/08/2017).

Cuando estaba con iniciar el ciclo escolar en curso nos desayunamos con la noticia sobre un convenio administrativo financiero entre el el gobierno del estado y el COBAEZ con la intermediación de uno de los dos sindicatos que representan a sus TRABAJADORES y que reúne a la mayoría, el SUPDACOBAEZ titular del contrato colectivo de trabajo. Dicha restructuración que se dijo no afecta los derechos laborales, se anunció que busca el ahorra de 100 millones anuales que busca reducir un déficit de más de seiscientos, lo que significa que de ser exitosa y crear nuevas plazas sólo con sustento y techo financiero adecuados, dicho déficit podría desaparecer cuando termine la administración tellista. El COBAEZ tiene la peculiaridad de ser una ODES (un organismo descentralizado) cuyo sostenimiento depende de dos fuetes: un presupuesto federal y otra parte del Estado que, al faltar el dinero en la entidad, ocurre el retraso e incumplimiento en el pago de las prestaciones, las que según el gobierno se acordaron demasiado jugosas y benignas, muy por encima de la capacidad financiera de un estado pobre como Zacatecas. Acaba de ser investido en el cargo su nuevo director y llega con la misión de sanear la institución que su anterior directivo dijo dejar en “el mejor momento educativo y financiero en 30 años… que dejará un Colegio en su mejor momento en temas de calidad educativa, administración de los recursos y transparencia de los derechos sindicales”, ¿será? (El Diario, 20/08/2017).

Los siguientes doce meses serán importantes para ver el rumbo que tomara la Reforma. No tanto por el éxito o fracaso de las pruebas piloto, pues estas tienen garantizado su éxito de antemano. Entre junio y agosto próximos escucharemos que el nuevo modelo educativo va viento en popa y que está a la altura del de Finlandia o Corea del Sur.

Fuente: http://ljz.mx/2017/08/25/ano-quinto-de-la-reforma-educativa/

Imagen: http://ljz.mx/wp-content/uploads/2015/07/default-imagen-destacada-ljz-2.jpg

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Independence of Journalism

By Noam Chomsky

Mark Twain famously said that “it is by the goodness of God that in our country we have those three unspeakably precious things: freedom of speech, freedom of conscience, and the prudence never to practice either of them.”

In his unpublished introduction to Animal Farm, devoted to “literary censorship” in free England, George Orwell added a reason for this prudence: there is, he wrote, a “general tacit agreement that ‘it wouldn’t do’ to mention that particular fact.” The tacit agreement imposes a “veiled censorship” based on “an orthodoxy, a body of ideas which it is assumed that all right-thinking people will accept without question,” and “anyone who challenges the prevailing orthodoxy finds himself silenced with surprising effectiveness” even without “any official ban.”

We witness the exercise of this prudence constantly in free societies. Take the US-UK invasion of Iraq, a textbook case of aggression without credible pretext, the “supreme international crime” defined in the Nuremberg judgment. It is legitimate to say that it was a “dumb war,” a “strategic blunder,” even “the greatest strategic blunder in the recent history of American foreign policy” in President Obama’s words, highly praised by liberal opinion. But “it wouldn’t do” to say what it was, the crime of the century, though there would be no such hesitancy if some official enemy had carried out even a much lesser crime.

The prevailing orthodoxy does not easily accommodate such a figure as General/President Ulysses S. Grant, who thought there never was “a more wicked war than that waged by the United States on Mexico,” taking over what is now the US Southwest and California, and who expressed his shame for lacking “the moral courage to resign” instead of taking part in the crime.

Subordination to the prevailing orthodoxy has consequences. The not-so-tacit message is that we should only fight smart wars that are not blunders, wars that succeed in their objectives – by definition just and right according to prevailing orthodoxy even if they are in reality “wicked wars,” major crimes. Illustrations are too numerous to mention. In some cases, like the crime of the century, the practice is virtually without exception in respectable circles.

Another familiar aspect of subordination to prevailing orthodoxy is the casual appropriation of orthodox demonization of official enemies. To take an almost random example, from the issue of the New York Times that happens to be in front of me right now, a highly competent economic journalist warns of the populism of the official demon Hugo Chavez, who, once elected in the late ‘90s, “proceeded to battle any democratic institution that stood in his way.”

Turning to the real world, it was the US government, with the enthusiastic support of the New York Times, that (at the very least) fully supported the military coup that overthrew the Chavez government – briefly, before it was reversed by a popular uprising. As for Chavez, whatever one thinks of him, he won repeated elections certified as free and fair by international observers, including the Carter Foundation, whose founder, ex-President Jimmy Carter, said that “of the 92 elections that we’ve monitored, I would say the election process in Venezuela is the best in the world.” And Venezuela under Chavez regularly ranked very high in international polls on public support for the government, and for democracy (Chile-based Latinobarómetro).

There were doubtless democratic deficits during the Chavez years, such as the repression of the RCTV channel, which elicited enormous condemnation. I joined, also agreeing that it couldn’t happen in our free society. If a prominent TV channel in the US had supported a military coup as RCTV did, then it wouldn’t be repressed a few years later, because it would not exist: the executives would be in jail, if they were still alive.
But orthodoxy easily overcomes mere fact.

Failure to provide pertinent information also has consequences. Perhaps Americans should know that polls run by the leading US polling agency found that a decade after the crime of the century, world opinion regarded the United States as the greatest threat to world peace, no competitor even close; surely not Iran, which wins that prize in US commentary. Perhaps instead of concealing the fact, the press might have performed its duty of bringing it to public attention, along with some consideration of what it means, what lessons it yields for policy. Again, dereliction of duty has consequences.

Examples such as these, which abound, are serious enough, but there are others that are far more momentous. Take the electoral campaign of 2016 in the most powerful country in world history. Coverage was massive, and instructive. Issues were almost entirely avoided by the candidates, and virtually ignored in commentary, in accord with the journalistic principle that “objectivity” means reporting accurately what the powerful do and say, not what they ignore. The principle holds even if the fate of the species is at stake – as it is: both the rising danger of nuclear war and the dire threat of environmental catastrophe.

The neglect reached a dramatic peak on November 8, a truly historic day. On that day Donald Trump won two victories. The less important one received extraordinary media coverage: his electoral victory, with almost 3 million fewer votes than his opponent, thanks to regressive features of the US electoral system. The far important victory passed in virtual silence: Trump’s victory in Marrakech, Morocco, where some 200 nations were meeting to put some serious content into the Paris agreement on climate change a year earlier. On November 8, the proceedings halted. The remainder of the conference was largely devoted to trying to salvage some hope with the US not only withdrawing from the enterprise but dedicated to sabotaging it by sharply increasing the use of fossil fuels, dismantling regulations, and rejecting the pledge to assist developing countries shift to renewables.

All that was at stake in Trump’s most important victory was the prospects for organized human life in any form that we know. Accordingly, coverage was virtually zero, keeping to the same concept of “objectivity” as determined by the practices and doctrines of power.

A truly independent press rejects the role of subordination to power and authority. It casts the orthodoxy to the winds, questions what “right-thinking people will accept without question,” tears aside the veil of tacit censorship, makes available to the general public the information and range of opinions and ideas that are a prerequisite for meaningful participation in social and political life, and beyond that, offers a platform for people to enter into debate and discussion about the issues that concern them. By doing so it serves its function as a foundation for a truly free and democratic society.

Source:

https://chomsky.info/01072017/

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Fragmentos de un éxodo invisible

Por: Pablo Gentili- Karina Bidaseca

Después de la última frontera, del último cielo.

¿Dónde deberíamos ir después de la última frontera; dónde debieran volar los pájaros después del último cielo?

     Mahmoud Darwish, poeta palestino.

Lo que llama la atención no es que haya ocurrido. Lo que llama la atención es que casi nadie lo recuerde. El 15 de mayo de 1948 fue un día trágico. Pocas horas después que David Ben Gurión leyera la declaración de la independencia de Israel y el día en que concluía el mandato británico sobre Palestina, se iniciaba la primera guerra entre el nuevo Estado israelí y los países árabes. La guerra de 1948 fue para Israel la gran gesta de su independencia. Pero también fue la guerra que produjo uno de los más brutales éxodos que se hayan conocido en la historia de la humanidad: el del pueblo palestino, despojado de su tierra, desplazado de su nación, amordazado, encarcelado, silenciado. Un pueblo al que, desde entonces, las naciones más poderosas del planeta han tratado de aniquilar, volviéndolo invisible; un pueblo al que han tratado de reinventar, condenándolo a la inexistencia.

Una mujer. Un cuerpo sufriente. Una mujer tapando su boca. Una mujer en un campo de refugiados: Baqa´a, Jordania. Una palabra: nakba. Una ausencia: la tierra. Una nación: Palestina. Un trabajo colectivo: la memoria.

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Éxodo palestino, 1948.  Archivo Fotografico de la UNRWA / Memoria del Mundo, UNESCO

Nakba: catástrofe, desastre. Éxodo: la expulsión palestina que comienza en 1948. 700 mil seres humanos desplazados, empujados al abismo de la incertidumbre, para siempre, sin otra esperanza que la de mantener activa la memoria, para recuperar algún día lo que le han robado y a casi nadie le importa.

La guerra de 1948 que condujo a la creación del Estado de Israel, tuvo como consecuencia la devastación de Palestina. La dialéctica de la muerte y el renacimiento, tan propia del mundo occidental, reunidas en un mismo acontecimiento. En un mismo grito de dolor, en un mismo símbolo de barbarie, silenciado ante el mundo

Fragmentos de un éxodo invisible
Éxodo palestino, 1948.  Archivo Fotografico de la UNRWA / Memoria del Mundo, UNESCO

Cincuenta años después / estoy tratando de contar la historia / de lo que se perdió / antes de mi nacimiento / la historia de lo que estaba allí / antes de que la casa de piedra cayera / el mortero explotó / las rocas sueltas fueron llevadas lejos para nuevos propósitos, o aplastadas / la tierra se declaró limpia, vacía.

     Lisa Suhair Majaj, poeta palestina.

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Escuela en un campo de refugiados palestinos.  Archivo Fotografico de la UNRWA / Memoria del Mundo, UNESCO

Cada una de las distintas generaciones que han sobrevivido a la catástrofe puede armar un rompecabezas de piezas que se han astillado, convirtiendo las casas de las aldeas en millones de partículas de piedras dispersas por el desierto. Una montaña de escombros que más tarde serviría para edificar el muro que sigue separando, aislando, deportando a los palestinos de su historia. El muro que pretende silenciarlos y mantenerlos invisibles.

“La visión más desgarradora fueron los gatos y los perros ladrando y haciendo jaleo, tratando de seguir a sus dueños. Yo escuché a un hombre gritarle a su perro: Vuelve. ¡Tú al menos puedes quedarte!”

(Citado en: Ahmad H. Sa´di & Lila Abu-Lughod. Nakba. Palestina, 1948 y los reclamos de la memoria. Editorial Canaán, Buenos Aires, 2017)

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Éxodo palestino, 1948.  Archivo Fotografico de la UNRWA / Memoria del Mundo, UNESCO

Después de la Nakba, no todos abandonaron Palestina. Algunos quedaron bajo el control territorial del Estado de Israel. Palestina fue confiscada, dividida en Cisjordania y la Franja de Gaza, en territorios controlados colonialmente, infectados por check points que bloquean o autorizan ocasionalmente el tránsito de los palestinos, transformados así en refugiados en su propia tierra. Los palestinos, aquellos cuya presencia fue sustituida por la ausencia, como alguna vez sostuvo Edward Said.

Palestina y los palestinos viven bajo la constante amenaza del desvanecimiento de la memoria. Viven una carrera contra el tiempo, tratando de transmitir la experiencia del despojo a las jóvenes generaciones, las cuales han nacido lejos de su propia patria y han crecido envueltas en narrativas que silencian o niegan la opresión colonial de su pueblo. La “generación de la Nakba” se vuelve anciana, se cansa, se vuelve un verdadero “cuerpo archivo”, vital para el ejercicio de la transmutación de la memoria oral a las palabras escritas. Una carrera contra el tiempo, como la del sujeto colonizado que describe Frantz Fanon: “Llega usted demasiado tarde, tardísimo. Entre ustedes y nosotros habrá siempre un mundo.»

Fragmentos de un éxodo invisible
Familia palestina, 1948.  Archivo Fotografico de la UNRWA / Memoria del Mundo, UNESCO
عودة

Él retornó, dijo, para plantar en ella el árbol del conocimiento / y él era ese árbol. / Él nació en Jaffa y a Jaffa retornó, para permanecer / allí por la eternidad, cerca del árbol del paraíso.

     Mahmoud Darwish, poeta palestino

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Escuela en un campo de refugiados palestinos.  Archivo Fotografico de la UNRWA / Memoria del Mundo, UNESCO

El poder de una potencia colonial no reside en disminuir o maquillar las evidencias de su prepotencia invasora, sino, fundamentalmente, en borrar las marcas, los trazos y las filigranas en las que puede leerse la memoria, la narrativa, el relato que cuenta la historia de quien está siendo colonizado. Por eso, los poderes coloniales matan, destierran y silencian a los intelectuales, despedazan sus bibliotecas, incineran sus libros, silencian las voces que cantan y cuentan otra historia, aniquilan a quienes representan el pasado y, justamente por eso, pueden edificar un camino de esperanza hacia el futuro. En Palestina, el Estado de Israel hizo todo esto. Pero hizo mucho más. Arrancó los olivos, los desmembró, atravesándolos con un muro. En su lugar, ocasionalmente, plantó abetos europeos. El poder colonial se imprime en el paisaje, se diluye en el horizonte como parte de una nueva geografía, con una implacable transformación del ambiente, creando, más bien, inventando la tierra misma, sus ríos, sus plantas, sus montañas y praderas, el aroma, el color y los sonidos que brotan de ese espacio desconocido, que alguna vez fue nuestro hogar. El ejército de Israel siempre supo que además de protegerse de las piedras que surcan el cielo de Palestina, había que protegerse de la sombre de los olivos, esos sitios insurgentes en los que habita encarnada la memoria de los desplazados. Los olivos fueron un objetivo militar, porque allí sobrevivía la historia de los que alguna vez volverán.

La colonización de la memoria supuso el exterminio de los trazos que marcaron la presencia de los palestinos en su propia tierra. Unos y otros, colonizadores y abetos, extranjeros en esa tierra de dolor y desamparo. “Solo los árboles de olivo – sostendrá Darwish – permanecerán como un sustituto viviente, fragmentado de la experiencia colectiva en Palestina.”

 

Somos las víctimas de las víctimas –lo cual es bastante inusual (…) estamos sujetos a un colonialismo único. Nos quieren muertos o exiliados. (…) Las vidas de los israelíes y palestinos están desesperadamente entrelazadas. No hay modo de separarlas. Ustedes pueden tener una fantasía y negar o poner al pueblo en guetos. Pero en realidad hay una historia en común. Tenemos que encontrar el modo de vivir juntos. (…) Nosotros nos mantenemos firmes en el tema de la identidad como algo mucho más significante y políticamente democrático que la mera residencia y servidumbre que Israel nos ofrece. Lo que nosotros pedimos como palestinos es el derecho a ser ciudadanos (…) Elegir esa identidad es hacer historia, no elegirla es desaparecer.

 

Edward Said, intelectual palestino.

Nakba: catástrofe, desastre. Quizás también: persistencia de la memoria, retorno, dignidad, verdad, justicia.


Las fotografías corresponden al Archivo Fotográfico de la UNRWA (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo), incluido en la Memoria del Mundo de la UNESCO.

Fuente del Artículo:

https://elpais.com/elpais/2017/05/16/contrapuntos/1494954151_475437.html

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A esquerda sem imaginação

Por Boaventura de Sousa Santos

A dominação social, política e cultural é sempre o resultado de uma distribuição desigual do poder, nos termos da qual quem não tem poder ou tem menos poder vê as suas expectativas de vida limitadas ou destruídas por quem tem mais poder. Tal limitação ou destruição manifesta-se de várias formas, da discriminação à exclusão, da marginalização à liquidação física, psíquica ou cultural, da demonização à invisibilização. Todas esta formas podem-se reduzir a uma só – opressão. Quanto mais desigual é a distribuição do poder, maior é a opressão.

As sociedades com formas duradouras de poder desigual são sociedades divididas entre opressores e oprimidos. A contradição entre estas duas categorias não é lógica, é antes dialéctica, já que as duas categorias são ambas parte da mesma unidade contraditória. Os fatores que estão na base da dominação variam de época para época. Na época moderna, digamos, desde o século XVI, os três fatores principais têm sido: capitalismo, colonialismo e patriarcado. O primeiro é originário da modernidade ocidental, enquanto os outros dois existiram antes mas foram reconfigurados pelo capitalismo. A dominação capitalista assenta na exploração do trabalho assalariado por via de relações entre seres humanos formalmente iguais. A dominação colonial assenta na relação hierárquica entre grupos humanos por uma razão supostamente natural, seja ela a raça, a casta, a religião ou a etnia. A dominação patriarcal implica outro tipo de relação de poder mas igualmente assente na inferioridade natural de um sexo ou de uma orientação sexual.

As relações entre os três modos de dominação têm variado ao longo do tempo e do espaço, mas o fato de a dominação moderna assentar nos três é uma constante. Ao contrário do que vulgarmente se pensa, a independência política das antigas colônias europeias não significou o fim do colonialismo, significou apenas a substituição de um tipo de colonialismo (o colonialismo de ocupação territorial efetiva por uma potência estrangeira) por outros tipos (colonialismo interno, neocolonialismo, imperialismo, racismo, xenofobia, etc.).Vivemos hoje em sociedades capitalistas, colonialistas e patriarcais. Para ter êxito, a resistência contra a dominação moderna tem de assentar em lutas simultaneamente anticapitalistas, anticoloniais e antipatriarcais. Todas as lutas têm de ter como alvo os três fatores de dominação, e não apenas um, ainda que as conjunturas possam aconselhar que incidam mais num fator que noutro.

O século XX foi dos séculos mais violentos da história, mas também se caracterizou por muitas conquistas positivas: dos direitos sociais e econômicos dos trabalhadores à libertação e independência das colônias, dos movimentos dos direitos cívicos das populações afrodescendentes nas Américas às lutas das mulheres contra a discriminação sexual. No entanto, apesar dos êxitos, os resultados não são brilhantes. Nas primeiras décadas do século XXI atravessamos mesmo um período de refluxo generalizado de muitas das conquistas dessas lutas. O capitalismo concentra a riqueza mais do que nunca e agrava a desigualdade entre países e no interior de cada país; o racismo, o neocolonialismo e as guerras imperiais assumem formas particularmente excludentes e violentas; o sexismo, apesar de todos os êxitos dos movimentos feministas, continua a causar a violência contra as mulheres com uma persistência inabalável.

Um diagnóstico correto é a condição necessária para sairmos deste aparente curto-circuito histórico. Sugiro vários componentes principais do diagnóstico. O primeiro reside em que, enquanto a dominação moderna articula sempre capitalismo com colonialismo e patriarcado, as organizações e os movimentos que vêm lutando contra ela têm sempre estado divididas, cada uma delas privilegiando um dos modos de dominação e negligenciando, ou mesmo ignorando, os outros, e cada uma delas defendendo que a sua luta e o seu modo de luta é o mais importante. Não surpreende assim que muitos partidos socialistas e comunistas, que lutaram (quando lutaram) contra a dominação capitalista, tenham sido durante muito tempo colonialistas, racistas e sexistas. Do mesmo modo, não surpreende que movimentos nacionalistas, anticoloniais e antirracistas tenham sido capitalistas ou pró-capitalistas e sexistas, e que movimentos feministas tenham sido coniventes com o racismo, o colonialismo e o capitalismo. Deste fato histórico resulta claro que os avanços serão escassos se a dominação continuar unida e a oposição a ela, desunida.

O segundo componente tem a ver com o modo como se organizaram as resistências anticapitalistas, anticolonialistas e antipatriarcais. Trabalhadores, camponeses, mulheres, escravizados, povos colonizados, povos indígenas, povos afrodescendentes, populações discriminadas pela deficiência ou pela orientação sexual recorreram a muitas formas de luta, umas violentas outras, pacíficas, umas institucionais outras, extra-institucionais. Ao longo do século passado essas múltiplas formas foram-se condensando em partidos políticos, movimentos de libertação e movimentos sociais, e, com algumas exceções, foram dando preferência à luta institucional e não violenta. O regime político que se impôs como dando a melhor resposta a estas opções foi a democracia de origem liberal, a democracia atualmente existente. Acontece que a potencialidade deste tipo de democracia para corresponder às aspirações das populações oprimidas sempre foi muito limitada e as limitações foram-se agravando em tempos mais recentes.

O tipo que mais desenvolveu essa potencialidade foi a social-democracia europeia, e o seu melhor momento (conseguido, em boa medida, à custa do colonialismo e neocolonialismo, ou seja, das relações econômicas desiguais com as colônias e as ex-colônias), está hoje sob ataque, não só na Europa, como também em todos os países que procuraram imitar o seu espirito moderadamente redistributivo para reduzir as enormes desigualdades sociais (Argentina, Brasil, Venezuela). Por todo o lado, a democracia de baixa intensidade que ainda existe está sendo cercada por forças antidemocráticas e, nalguns países, vai transitando para ditaduras atípicas, muitas vezes assentes na destruição da separação dos poderes (do Brasil à Polônia e à Turquia) ou na manipulação dos sistemas majoritários (fraude eleitoral sistemática, como no México, sistemas eleitorais que não garantem a vitória ao candidato mais votado, como nos EUA). Sabíamos que a democracia se defende mal dos antidemocratas pois, doutro modo, Hitler não teria ascendido ao poder por via de eleições. Mas note-se que, ainda que de modo fraudulento, o seu partido ostentava a palavra “socialismo” no seu nome.

Hoje, a democracia está a ser sequestrada por forças econômicas poderosas (Bancos Centrais, Fundo Monetário Internacional, agências de avaliação de crédito) não sujeitas a qualquer deliberação democrática. E as imposições podem ser legais (e legítimas?): juros de dívida pública, imposição de tratados de “livre” comércio, políticas de austeridade, rules of engagement das multinacionais, controle corporativo dos grande meios de comunicação social; e ilegais: corrupção, tráfico de influências, abuso de poder, infiltração nas organizações democráticas, incitamento à violência. A democracia é hoje subserviente dos interesses imperiais, senão mesmo um dos seus instrumentos. Para a impor destroem-se países inteiros, sejam eles o Iraque, a Líbia, a Síria, o Yemen. Está bem documentada a intervenção imperialista para desestabilizar processos democráticos dotados de algum ânimo redistributivo e animados de algum defensismo nacionalista para proteger do mercado internacional predador de recursos estratégicos, sejam eles petróleo, minérios ou, crescentemente, terra ou água. Esta desestabilização nutre-se sempre dos erros, por vezes graves, dos governos nacionais (alguns considerados progressistas) e conta com a ativa cumplicidade das oligarquias que dominaram estes países. A descaracterização da democracia é tal que já se fala hoje de pós-democracia, um novo regime político assente na conversão dos conflitos políticos em conflitos mediáticos minuciosamente geridos por técnicos de publicidade e comunicação e ultimamente apoiados pela pós-verdade mediática das fake news.

O terceiro componente do diagnóstico diz precisamente respeito aos erros dos governos nacionais. Porque erram tão frequentemente, sobretudo quando considerados progressistas? São muitos os fatores: não há alternativas anticapitalistas credíveis e as conquistas contra o colonialismo, o racismo ou o sexismo parecem depender de não interferirem com a dominação capitalista; uma vez com poder de governo, as forças progressistas comportam-se como se tivessem, além dele, o poder econômico, social e cultural que se reproduz na sociedade em geral, e com isso deixa de se reconhecer a gravidade ou mesmo a existência de antagonismo de classes, de raças e de sexos. As lutas contra o capitalismo, o colonialismo e o patriarcado são sempre concebidas como visando eliminar os “excessos” destes modos de dominação, e não a sua fonte. Desta “autocontenção”, voluntária ou imposta, decorrem duas consequências fatais.

A primeira é tolerar ou mesmo promover um sistema de educação que promove os valores e as subjetividades que sustentam o capitalismo e as relações coloniais, racistas e sexistas. A segunda é recusar imaginar (ou ignorar quando ocorrem) formas alternativas de organizar a economia, conceber a democracia ou organizar o Estado, praticar a dignidade humana e dignificar a natureza, promover formas de sentir e de ser solidárias, substituir quantidades e gostos infinitos pela proporcionalidade, deixar de lado euforias desenvolvimentistas em benefício de limites justos e fruições comedidas, promover a diferença e a diversidade com a mesma intensidade com que se promove a horizontalidade. Ao apresentarem-se como fatais, estas duas consequências são desumanas. Pela simples razão de que ser humano é não ser ainda plenamente humano. É não ter de ser para sempre o que se é num dado contexto, tempo ou lugar.

Imagem: Edward Hooper, Pessoas ao sol (1963)

Fonte das Notícias:

http://jornalggn.com.br/noticia/a-esquerda-sem-imaginacao-por-boaventura-de-sousa-santos

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Educación, Investigación y Desarrollo

Por: Alejo Vargas Velásquez

Ahora cuando se avecinan nuevas elecciones de Congreso y presidenciales, pero también cuando le resta un año al actual gobierno que consideró, además de la Paz, la educación como prioridades, es necesario hacer unas breves reflexiones acerca de la importancia que tiene para el desarrollo de una sociedad y para el buen gobierno, darle prioridad real a la educación y a la investigación.

Un componente fundamental del desarrollo de una sociedad tiene que ver con lograr cada vez mayores niveles de cobertura en educación -básica, secundaria y superior-, pero igualmente una educación de la mayor calidad. En muchos ordenamientos constitucionales actuales la educación es considerada un derecho de todos los ciudadanos. Pero esto debe estar acompañado, con apoyos muy importantes en el campo de la investigación, porque el desarrollo de un país está asociado a la generación de emprendimientos productivos que generen empleo de calidad, estable y productivo y esto se asocia a tres grandes variables, educación, innovación tecnológica e inversión de capital.

La innovación tecnológica es un resultado del desarrollo del conocimiento y allí juega un papel estratégico la investigación. Es la investigación tanto en lo que se ha llamado ciencias básicas, como en ciencias sociales -esto se tiende a englobar como ciencia y tecnología-, como la aplicación de los desarrollos -patentes, innovaciones, nuevas metodologías, etc.- lo que va a facilitar y potencializar el desarrollo en una sociedad. Es verdad que el capital es una variable fundamental, pero es igualmente cierto que si existen propuestas innovadoras hay más posibilidades de implementar emprendimientos empresariales de diverso tamaño y complejidad.

Esto plantea un desafío para los gobiernos y las sociedades. A los primeros les cabe la responsabilidad de asignar los presupuestos adecuados tanto para educación, como para investigación, pero adicionalmente diseñar los mecanismos institucionales funcionales para la gestión y control de los mismos; pueden existir recursos, pero si no hay procedimientos adecuados de asignación, buena parte de los mismos se desvían o terminan en prácticas condenables. Al respecto podemos decir que si bien fue buena idea destinar un porcentaje de las regalías a la investigación, fue bastante deplorable el procedimiento de definición de prioridades de proyectos y asignación de recursos; es claro que los recursos no se pueden centralizar en la capital y es evidente que la definición de proyectos prioritarios regionales debe consultar prioridades de gobernantes territoriales, pero la toma de decisión y la gestión de recursos debe estar a cargo de mecanismos técnicos.

El sector privado empresarial debe destinar parte de sus recursos a la investigación e innovación -de hecho algunos lo hacen-, pero debe haber una relación más cercana con los centros de investigación, que en lo fundamental se sitúan en las instituciones universitarias y lograr sinergías que sean útiles para la sociedad; no se trata que las universidades se coloquen al servicio exclusivo de las empresas privadas, sino que ambas trabajen en función de contribuir al desarrollo de la sociedad.

Ojalá el actual gobierno considere que este periodo de transición y de posacuerdo requiere dar prioridad presupuestal a la educación y la investigación y contribuir a que existan procedimientos transparentes y sencillos de asignación de recursos, sin que la politiquería los vuelva su coto de caza. Los académicos, por su parte, deben de manera dialogada entender y precisar que la investigación en todos los campos del conocimiento es igualmente importante y requiere apoyo y que no se deben establecer campos investigativos prioritarios y otros de tercer nivel.

Este tema debe ser de permanente seguimiento por parte de los académicos y entender que se debe dialogar con los sectores encargados de tomar decisiones y otros sectores de la sociedad y situarlo en el contexto de las prioridades nacionales.

Fuente del Artículo:

http://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/educacion-investigacion-y-desarrollo-JK7149694

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Trump and the Politics of Nihilism

By. Henry Giroux

Ignorance is a terrible wound when it is self-inflicted, but it becomes a dangerous plague when the active refusal to know combines with power. President Trump’s lies, lack of credibility, woefully deficient knowledge of the world, and unbridled narcissism have suggested for some time that he lacks the intelligence, judgment and capacity for critical thought necessary to occupy the presidency of the United States. But when coupled with his childish temperament, his volatile impetuousness and his Manichaean conception of a world—a reductionist binary that only views the world in term of friends and enemies, loyalists and traitors—his ignorance translates into a confrontational style that puts lives, if not the entire planet, at risk.

Trump’s seemingly frozen and dangerous fundamentalism, paired with his damaged ethical sensibility, suggests that we are dealing with a form of nihilistic politics in which the relationship between the search for truth and justice on the one hand and moral responsibility and civic courage on the other has disappeared. For the past few decades, as historian Richard Hofstadter and others have reminded us, politics has been disconnected not only from reason but also from any viable notion of meaning and civic literacy. Government now runs on willful ignorance as the planet heats up, pollution increases and people die. Evidence is detached from argument. Science is a subspecies of “fake news,” and alternative facts are as important as the truth. Violence becomes both the catalyst and the result of the purposeful effort to empty language of any meaning. Under such circumstances, Trump gives credence to the notion that lying is now a central feature of leadership and should be normalized, and this serves as an enabling force for violence.

For Trump, words no longer bind. Moreover, his revolting masculinity now stands in for dialogue and his lack of an ethical imagination. Trump has sucked all of the oxygen out of democracy and has put into play a culture and mode of politics that kill empathy, revel in cruelty and fear and mutilate democratic ideals. Trump’s worldview is shaped by Fox News and daily flattering and sycophantic news clips, compiled by his staff, that boost his deranged need for emotional validation.

All of this relieves him of the need to think and empathize with others. He inhabits a privatized and self-indulgent world in which tweets are perfectly suited to colonizing public space and attention with his temper tantrums, ill-timed provocations, and incendiary vocabulary. His call for loyalty is shorthand for developing a following of stooges who offer him a false and egregiously grotesque sense of community—one defined by a laughable display of ignorance and a willingness to eliminate any vestige of human dignity.

Anyone who communicates intelligently is now part of the “fake news” world that Trump has invented. Language is now forced into the service of violence. Impetuousness and erratic judgment have become central to Trump’s leadership, one that is as ill-informed as it is unstable. Trump has ushered in a kind of anti-politics and mode of governance in which any vestige of informed judgment and thought is banished as soon as it appears. His rigid, warlike mentality has created an atmosphere in the United States in which dialogue is viewed as a weakness and compromise understood as personal failing.

As Hofstadter argued more than 50 years ago, fundamentalist thinking is predicated on an anti-intellectualism and the refusal to engage other points of view. The “other” is not confronted as someone worthy of respect but as an enemy, a threatening presence that must be utterly vanquished—and in Trump’s case, humiliated and then destroyed.

Philosopher Michel Foucault elucidated the idea that fundamentalists do not confront the other as “a partner in the search for the truth but an adversary, an enemy who is wrong, who is harmful, and whose very existence constitutes a threat. … There is something even more serious here: in this comedy, one mimics war, battles, annihilations, or unconditional surrenders, putting forward as much of one’s killer instinct as possible.”

Trump is missing a necessity in his fundamentalist toolbox: self-reflection coupled with informed judgment. He lacks the ability to think critically about the inevitable limitations of his own arguments, and he is not held morally accountable to the social costs of harboring racist ideologies and pushing policies that serve to deepen racist exclusions, mobilize fear and legitimize a growing government apparatus of punishment and imprisonment. What connects the moral bankruptcy of right-wing ideologues such as Trump and his acolytes—who embrace violent imagery to mobilize their followers with the mindset of religious and political extremists—is that they share a deep romanticization of violence that is valorized by old and new fundamentalisms.

The current crisis with North Korea represents not only the possibility of a nuclear war triggered by the irrational outburst of an unhinged leader, but also a death-dealing blow to the welfare state, young people, immigrants, Muslims and others deemed dangerous and therefore “disposable.”

Trump has replaced politics with the theater and poison of nihilism. His politics combines spectacle with vengeance, violence and a culture of cruelty. Trump’s impetuous and badly informed comments about North Korea represent more than a rash, thoughtless outburst. Rather, they contribute to rising tensions and the increased possibility of a major military conflict. Trump’s dangerous rhetoric is symptomatic of the death of historical consciousness, public memory, critical thinking and political agency itself at the highest levels of governance. Under such circumstances, politics degenerates into dogma coupled with a game-show mentality symptomatic of a perpetual form of political theater that has morphed into a new kind of mass mediated barbarism. This is how democracy ends, with a bang and a whimper.

Source:

Trump and the Politics of Nihilism

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