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Reforma educativa

Por: El País.

Dos meses después de su constitución, el Gobierno ha aprobado el proyecto de ley orgánica de modificación de la LOE (LOMLOE), que entierra los aspectos más polémicos de la LOMCE, de la etapa del PP y conocida como ley Wert. El texto es idéntico al que ya refrendó el Consejo de Ministros hace un año, de modo que no será necesario el examen de los órganos consultivos, y recupera buena parte de las premisas de la LOE, nacida en 2006 bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero. Al igual que entonces, el PP ya ha anunciado su oposición, frustrando así la posibilidad de un consenso y reabriendo las disputas ideológicas en torno al sistema educativo.

La octava ley de la democracia enmienda las líneas más controvertidas de la norma anterior: sustituye las reválidas por evaluaciones de diagnóstico; corrige la división de los alumnos en itinerarios según su capacidad académica; permite en casos excepcionales obtener el título de bachillerato con una asignatura suspendida; establece mecanismos para mejorar la formación del profesorado; avanza en la universalización de la enseñanza de cero a tres años, y declara obligatoria la asignatura sobre valores cívicos y éticos, mientras que la nota de Religión deja de computar para acceder a la universidad o a las becas. La escuela concertada se presenta como uno de los principales focos de controversia, así como la subvención a los centros que segregan a los alumnos por sexo.

Al margen de los cambios concretos del articulado, la ley aspira a preservar una educación de calidad para garantizar la equidad y la inclusión, y sienta las bases para impedir la segmentación del alumnado por razones socioeconómicas. Sus impulsores, con la ministra Isabel Celaá a la cabeza, confían en combatir las elevadas tasas de abandono escolar y hacer de la enseñanza uno de los principales motores del “ascensor social”.

La norma iniciará su tramitación parlamentaria en el Congreso sin tener garantizada la mayoría absoluta necesaria (176 votos). Los socios de Gobierno, PSOE y Unidas Podemos, suman 155, por lo que habrán de afrontar un intenso trabajo para atraer apoyos. Ni el PP ni Ciudadanos parecen dispuestos al acuerdo, reincidiendo una vez más en su estrategia de utilizar el sistema educativo como moneda de cambio en la batalla partidista. Con este empecinamiento se perderá otra ocasión para alumbrar un pacto estable y duradero.

Cambiar el marco normativo en cada legislatura no contribuye a dar estabilidad a uno de los pilares básicos del Estado. La sociedad necesita una educación inclusiva, encaminada a reequilibrar las desigualdades de origen para que no frustre expectativas, y dotada con financiación suficiente para alcanzar los objetivos.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2020/03/04/opinion/1583338522_610307.html

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Necesaria alianza público-privada en educación

Por: Jorge Yzusqui. 

 

Según el reporte de Iniden, la estadística muestra que entre 1998 y 2019 la participación privada en educación básica regular subió casi nueve puntos porcentuales a nivel nacional y 15 puntos en Lima Metropolitana. A nivel nacional, el sector público tiene casi 6 millones de alumnos en sus aulas y el sector privado poco más de 2 millones, lo que significa una participación privada de 25.5% a nivel nacional y 45.5% en Lima.

Estas cifras, 25.5% y 45.5%, nos muestran la importancia de la educación privada en el país y la necesaria complementación que debe existir entre ambas, por lo que las autoridades y el Ministerio de Educación (Minedu) deben velar por el buen desarrollo de la educación privada y pública. Este sentido de complementariedad debe manifestarse en un apoyo y fomento de la inversión privada formal en educación y esto no ha ocurrido con la publicación del Decreto de Urgencia (DU) 002-2020, que si bien tiene un fin importante, que es acabar con la informalidad en el sector, está desincentivando la inversión privada formal que hace grandes esfuerzos por mejorar el sistema educativo.

Ahora el Minedu tiene la oportunidad, a partir del reglamento del DU, de minimizar las barreras a la inversión formal en educación y más bien fomentarla, reduciendo trabas a la apertura de nuevos centros educativos de calidad y apoyando buenas iniciativas. También podría permitir las innovaciones curriculares en centros educativos privados que sean reconocidos por el Minedu como centros de excelencia. De modo que, una vez validadas, estas puedan pasar al sector público para mejorar la calidad educativa.

Esperemos que el ministerio no desaproveche esta gran oportunidad de hacer sinergias con el sector privado.

Fuente del artículo: https://peru21.pe/opinion/necesaria-alianza-publico-privada-en-educacion-noticia/

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Volver a las aulas: cuando lo obvio es trascendente

Por: Agustín Porres.

Volver a clases, una nueva oportunidad para el país   El comienzo de clases es una enorme emoción. Lo vimos durante estos días al observar que miles de personas celebraban la vuelta a la escuela. Muchos de nosotros hemos visto en las redes sociales fotos de chicos y chicas sonriendo con una mochila colgada. Todos celebraban lo mismo: el comienzo de algo bueno.

Que las clases empiecen es una gran noticia. No es lo mismo que sea temprano que tarde, claro, pero el hecho es que sucede, y eso no nos puede sedar el asombro ni la esperanza. Ese festejo valora el derecho a la educación. Más aún, valora el aprendizaje, la posibilidad de potenciar eso que somos, eso que cada chico es y su recorrido hacia lo que puede llegar a ser. Es el momento de la oportunidad.

Habitualmente la educación es noticia asegurada sólo algunas veces al año: en febrero, con el proceso de la discusión paritaria, y tal vez en septiembre, con las celebraciones por el día del maestro, donde recordamos historias de los grandes docentes que nos inspiraron.

Hoy me gustaría que podamos extender este festejo por el inicio de clase para mantener viva la ilusión de que las cosas pueden ser distintas. Un nuevo año escolar tiene un sentido de oportunidad enorme, sostenido por la ilusión, la motivación y la esperanza.

En cada escuela tenemos mil aventuras de aprendizaje por delante. Ojalá podamos durante este año mantener viva esa llama y recorrer juntos ese camino. Ojalá veamos miles de fotos y mensajes positivos sobre lo que está sucediendo en las escuelas, sobre sus maestros, alumnos y transformaciones cotidianas.

Debemos trabajar para que cada niño tenga un gran maestro. Acompañar la tarea de todos ellos, colaborando para celebrarlos y capacitarlos, para que sean verdaderos agentes de cambio. Esta misión es compartida por miles de argentinos que quieren que los docentes sean escuchados, valorados, respetados y también celebrados en su vocación.

En cada uno de ellos está el futuro de nuestro país. En cada aula de Argentina están hoy los líderes del mañana. Celebremos su crecimiento y su desarrollo. Que la escuela sea el lugar donde renovemos la apuesta por un país grande y que la felicidad del comienzo de clases se reafirme cada día en un nuevo aprendizaje.  Ojalá tengamos un gran comienzo, y que comprendamos que la oportunidad renovada de la escuela, de los estudiantes, es la oportunidad del país.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/volver-aulas-obvio-trascendente_0_fO-ZHF_u.html

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Rosa Luxemburgo desde América Latina

Un fantasma recorre América Latina: el fantasma de Rosa Luxemburgo. Su espectro sobrevuela las resistencias e iniciativas de los sectores más combativos del movimiento obrero y los pueblos indígenas, del campesinado y los feminismos plebeyos, del estudiantado y las comunidades migrantes. Más allá de sus matices y posibles diferencias, podemos afirmar que, en conjunto, este crisol de luchas evidencia que vivimos un tiempo histórico acorde con el luxemburguismo.

Sin embargo, para bien y para mal, ésta es una historia que aún no es plenamente Historia. Para bien, porque Rosa dista de ser una marxista anclada meramente en su época y su contexto específico, como algo situado sin más en el pasado. Por el contrario, hoy su obra -entendida como la conjunción de lo pensado, sentido y actuado por ella- se nos presenta como tremendamente actual e imperecedera: sus conceptos y reflexiones, la agudeza de sus críticas, advertencias y denuncias resultan premonitorias y de enorme vigencia, no sólo para cepillar a contrapelo lo acontecido durante el siglo XX, sino también y sobre todo para analizar a -e incidir en- las apuestas emancipatorias y los procesos socio-políticos más radicales que se despliegan en el sur global, y en particular en América Latina. Para mal, porque todavía no se ha reconstruido, en toda su riqueza y complejidad, la recepción, influencia y recreación de la obra de Rosa Luxemburgo en nuestro continente. Esta es una tarea pendiente de suma importancia, que en forma parcial y aproximativa se está intentando subsanar desde hace algunos años en la región, y a la que esta ponencia pretende también aportar.

Al respecto, creemos pertinente partir de una cierta periodización o desdoblamiento de los ciclos de la lucha de clases en el sur global durante el último siglo, en tres grandes momentos, dentro de los cuales el espectro de Rosa circunda, influye y aporta a la revitalización del marxismo latinoamericano en una clave crítica y revolucionaria, contribuyendo a potenciar las luchas anti-sistémicas en nuestro continente.

La unidad entre teoría y acción

El primero de ellos emerge al calor de las últimas reflexiones y disputas militantes libradas por la propia Rosa, e involucra centralmente los primeros años posteriores a su asesinato. Como es sabido, entre 1917 y 1923 se vive un proceso de exacerbación de la lucha de clases que implica -más allá de las particularidades de cada territorio- una dinámica de insubordinación global. En este marco, la figura de José Carlos Mariátegui (1894-1930), marxista peruano y uno de los más originales intelectuales militantes de América Latina, se destaca por su sugerente apropiación del legado luxemburguista, e incluso por las notables afinidades que ostenta con respecto al derrotero de Rosa como revolucionaria incómoda para la época. En ambos casos, estamos en presencia de figuras “trágicas”, cuya vida se trunca abruptamente, que batallan tanto contra el reformismo y las lecturas positivistas del marxismo, como con aquellas visiones que pretendían hacer de la revolución rusa un “modelo” a replicar en todo tiempo y lugar.

La unidad indisoluble entre teoría y acción, el punto de vista de la totalidad como principio epistemológico del marxismo, la crítica al eurocentrismo que imbuía en aquel entonces a la inmensa mayoría de la izquierda, la denuncia de las formas imperiales de despojo en la periferia capitalista, la revalorización de las formas comunitarias de vida social, la defensa enconada del internacionalismo sin descuidar el análisis situado de la realidad, la apuesta por formas organizativas más democráticas y la confianza en la capacidad autoemancipatoria de las masas, son algunos de los puntos en común que los hermana. El destino de ambos también es similar: excomulgados por la III Internacional y gran parte de los partidos comunistas, al poco tiempo de fallecer, sus apellidos pasaron a ser sinónimo de error político y debilidad teórica, deviniendo herejías que debían ser combatidas con igual esmero.

Si bien no podemos extendernos, vale la pena destacar que durante su prolongada estancia en Europa (donde adscribe al marxismo y vivencia lo que define como una “crisis civilizatoria”) Mariátegui llega a visitar en 1922 Alemania, durante un contexto en el que aún el proceso revolucionario no se había cerrado definitivamente en el país. Tras su regreso a Perú al año siguiente, dicta una serie de conferencias en el marco de las Universidades Populares “González Prada” (un espacio de autoformación política con idéntica vocación a la de la Escuela de partido en Berlín de la que supo ser parte Rosa, que fungía de instancia de articulación de las luchas obreras, estudiantiles e indígenas), donde dos de los conversatorios los dedica íntegramente al análisis de los acontecimientos ocurridos en territorio germano. Allí brinda una sentida semblanza de Rosa, en la que expresa: “Rosa Luxemburgo, figura internacional y figura intelectual y dinámica, tenía también una posición eminente en el socialismo alemán. Se veía, y se respetaba en ella, su doble capacidad para la acción y para el pensamiento, para la realización y para la teoría. Al mismo tiempo era Rosa Luxemburgo un cerebro y un brazo del proletariado alemán”.

No será ésta la única vez que aluda a ella en sus escritos. Al final de su vida, entre 1929 y 1930, en un contexto donde el “luxemburguismo” no gozaba en absoluto de legitimidad en las filas de la izquierda, Mariátegui escribe una serie de notas bajo el título de Defensa del Marxismo, en las que reivindica a la praxis como columna vertebral de todo proyecto revolucionario, que según él implica la creación de hombres y mujeres radicalmente distintos a los que forja el capitalismo. Entre los nombres que destaca como ejemplos de este tipo de figuras que amalgaman pensamiento crítico, nueva sensibilidad y acción transformadora, nuevamente despunta Rosa: “¿Y en Rosa Luxemburgo, acaso no se unimisman, a toda hora, la combatiente y la artista? ¿Quién vive con más plenitud e intensidad de idea y creación? Vendrá un tiempo en que, a despecho de los engreídos catedráticos, que acaparan hoy la representación oficial de la cultura, la asombrosa mujer que escribió desde la prisión esas maravillosas cartas a Luisa Kautsky, despertará la misma devoción y encontrará el mismo reconocimiento que una Teresa de Ávila. Espíritu más filosófico y moderno que toda la caterva pedante que la ignora puso en el poema trágico de su existencia el heroísmo, la belleza, la agonía y el gozo, que no enseña ninguna escuela de sabiduría”.

Esta reivindicación de Luxemburgo lleva a Mariátegui a traducir y publicar en la revista Amauta (de la que supo ser fundador y director hasta su muerte), al cumplirse en 1929 diez años de su asesinato, el texto “Navidad en el asilo de noche”, escrito por la propia Rosa, así como editar en ella, a comienzos de 1930, un extenso artículo de homenaje a la revolucionaria polaca, redactado por la poeta argentina y activista de izquierda Nydia Lamarque, bajo el título de “La vida heroica de Rosa Luxemburgo”, que sugestivamente incluye como ilustración complementaria el dibujo de una indígena “hiladora” de los Andes. Todo un símbolo a pesar de las distancias étnicas, geográficas y filosóficas. Tejer redes e ideas, enhebrar luchas y hermanar resistencias tanto en el centro europeo (donde el proletariado urbano asumía un rol fundamental) como en las periferias del sur global (en las que las comunidades campesinas e indígenas resistían con tesón a la acumulación por despojo), fue algo que obsesionó a Rosa a lo largo de su ajetreada e intensa vida militante.

Exhumando el luxemburguismo

La derrota y el reflujo paulatino de todas estas luchas, la brutal represión acometida por el fascismo y el nazismo, así como la consolidación del stalinismo dentro de los partidos de izquierda, trajeron aparejado un contexto sumamente adverso para el marxismo crítico, y un eclipsamiento casi total de aquellas tradiciones distantes de la socialdemocracia y el leninismo. No obstante, la década del sesenta será un segundo tiempo de resurgimiento y ebullición de las luchas populares, que permite rescatar la obra de Rosa Luxemburgo al compás de las rebeliones vividas en buena parte del sur global.

Esta nueva insubordinación global que tiene como años emblemáticos a 1967, 1968 y 1969, torna propicia la exhumación de Rosa como militante anticapitalista, heterodoxa e integral. En las multitudinarias manifestaciones contra la guerra en Vietnam, junto a pancartas de Hồ Chí Minh y el Che Guevara, se destacan las de su inconfundible rostro. El mayo francés, el otoño caliente italiano y el movimiento estudiantil y de izquierda extraparlamentaria en Alemania, revitalizan sus ideas y propuestas. Si ya la revolución cubana había abierto tempranamente un período de recreación del pensamiento crítico en América Latina, movimientos insurgentes y rebeliones populares en diversos territorios de nuestro continente traen al presente sus aportes.

Dentro de la constelación de corrientes de la nueva izquierda que irrumpe con fuerza en aquellos años, cabe resaltar a un grupo político-cultural argentino, conocido como Pasado y Presente, que en franca ruptura con las tradiciones más ortodoxas del marxismo, publica una revista homónima y una serie de cuadernos en formato de libro (que, a lo largo de más de una década, llegan a tener en total, tras sucesivas reediciones, una tirada de casi un millón de ejemplares). En este marco precisamente dan a conocer varios libros y artículos de Rosa Luxemburgo, inéditos hasta ese entonces en lengua española. En medio de un contexto signado por una cruenta dictadura militar, el grupo Pasado y Presente difunde sus ideas en la ciudad de Córdoba, que se ve sacudida por una huelga política de masas con tintes insurreccionales, conocida como el “Cordobazo”, que involucra la proliferación de barricadas y el enfrentamiento con las fuerzas policiales, desbordando incluso a las dirigencias sindicales y partidarias desde una sana y combativa espontaneidad.

Entre los varios escritos que publican de Rosa, uno de ellos resulta clave para entender a estos inéditos procesos de autoactividad popular: Huelga de masas, partido y sindicatos se edita en Argentina (y por primera vez en castellano en todo el mundo) en mayo de 1970, cuando se cumple el primer aniversario del “Cordobazo”, al que de ahí en más le suceden otras rebeliones similares en el resto del país y también en otras latitudes de nuestro continente. En simultáneo a la difusión de este escrito maldito de Rosa, que de acuerdo al grupo Pasado y Presente “puede arrojar muchas enseñanzas y reflexiones válidas para el examen de los tiempos actuales”, publican su texto Problemas organizativos de la socialdemocracia rusa, el borrador titulado La revolución rusa, la Anticrítica que redacta como respuesta frente a los cuestionamientos a su libro La acumulación del capital, así como Introducción a la economía política, material póstumo de enorme relevancia para la realidad latinoamericana, y variados artículos y documentos vinculados con la cuestión nacional en Polonia y en Europa.

José Aricó, principal referente del grupo Pasado y Presente y traductor de algunos de estos textos de Rosa, afirma por esos años que editar a Luxemburgo es ante todo un acto político, que “adquiere una doble significación: la de un homenaje a la revolucionaria asesinada por la canalla de Noske, y a la vez la del rescate de una elaboración teórica y política fundamental para el marxismo, silenciada durante años por el stalinismo”. En esa coyuntura tan convulsionada en Argentina, esta generación reconocía que “el pensamiento de Rosa Luxemburgo se nos presenta de una actualidad sorprendente. Es quizás esa actualidad lo que atemoriza tanto a los dogmáticos y los impulsa a seguir silenciando a la gran revolucionaria”. Consideramos que la original experiencia de Pasado y Presente se emparenta con lo que Frigga Haug definió como la “línea Luxemburgo-Gramsci”, en la medida en que en sus reflexiones e iniciativas político-culturales, supieron amalgamar lo mejor de estos marxistas heterodoxos, incómodos tanto para la socialdemocracia como para el leninismo en su variante stalinista.

Como se puede comprobar revisando las fechas de edición de los libros y materiales que abordan la obra de Rosa en nuestro continente, la bibliografía de su propia autoría o bien centrada en ella tiene su mayor difusión durante los años ’70. Sin duda hay un contexto latinoamericano y global que requiere herramientas teórico-analíticas y de intervención militante que vayan a contramano de los dogmatismos predominantes hasta ese entonces, y los escritos de Rosa resultan -ejercicio de traducción y actualización mediante- una brújula potente en aquel conmovedor tiempo histórico de crisis capitalista, donde la politización de las clases populares y el ascenso de las luchas constituye una invariante condición de época. La obra luxemburguista irrumpe en este momento tan álgido con una enorme potencialidad, para ensayar apuestas políticas de un socialismo anti-autoritario y radical, a contramano de toda lógica burocrática o puramente parlamentarista, privilegiando el protagonismo popular desde abajo, desde un sentir más acorde a los enormes desafíos de una coyuntura donde se trata ante todo de exigir lo imposible.

No obstante, el reflujo que le sucede a este período de protesta y descontento planetario, signado por una contrarrevolución que supuso un ejercicio generalizado del terrorismo estatal y paramilitar en gran parte del sur global durante los años setenta y ochenta, así como el estatismo autoritario y la ofensiva neoliberal desplegada en Europa en esas décadas, combinadas con el desconcierto y la desazón como consecuencia de la implosión de los regímenes autodenominados socialistas, hacen menguar la vitalidad del marxismo como concepción del mundo y brújula para la acción transformadora.

Nuevas rebeliones, nuevos horizontes

El nuevo ciclo de luchas populares e impugnación al neoliberalismo en la región que irrumpe durante los años ’90, fue la oportunidad para que Rosa retorne como una referencia teórico-política cada vez más importante de las resistencias desplegadas a lo largo y ancho del continente, por movimientos sociales y organizaciones de base inéditas. El llamado Caracazo de 1989 en Venezuela, la rebelión indígena en territorio ecuatoriano en 1990, la conmemoración de los 500 años de resistencia a la opresión colonial en 1992 y el alzamiento zapatista el 1 de enero de 1994 en Chiapas (México), la guerra del agua y del gas en Bolivia, el 19 y 20 de diciembre de 2001 en Argentina, así como un sinfín de procesos de insubordinación de masas, resultaron hitos precursores de esta nueva fase de protesta y descontento de masas, pero también de autoafirmación y construcción de poder territorial que, con vaivenes y altibajos, se mantiene en pie más allá de las alternancias gubernamentales de uno u otro pelaje ideológico, y que en los últimos años parece haber cobrado un nuevo impulso de la mano de los movimientos feministas y popular-comunitarios en contra del extractivismo y las múltiples formas de violencia sobre los cuerpos, y que durante 2019 ha incluido verdaderas huelgas políticas de masas y revueltas callejeras (la mayoría de ellas de carácter espontáneo) en países como Haití, Chile, Colombia y Ecuador, que tornan más vitales aún las elucubraciones de Rosa al respecto.

En este sentido, nos asumimos como parte de una nueva generación intelectual y militante que, en los últimos años en particular, ha intentado traer al presente y recrear ciertas ideas e hipótesis luxemburguistas, con el propósito de aportar a la reflexión y acción de las organizaciones de izquierda y los movimientos populares de carácter anticapitalista, anticolonial, antiimperial y antipatriarcal. Si bien son numerosos los aportes que Rosa brinda para la actual coyuntura latinoamericana, no podremos profundizarlos aquí en detalle, tal como sí lo hacemos en nuestro libro Rosa Luxemburgo y la reinvención de la política. Una lectura desde América Latina (2019).

Nos interesa, por tanto, enunciar al menos algunas de sus principales contribuciones, que hemos tenido la oportunidad de contrastar y poner en diálogo con movimientos y organizaciones de diferentes países de Sudamérica, en el marco de talleres de formación política realizados durante 2018 y 2019, y que tenemos previsto replicar este año en otros territorios latinoamericanos. En apretada síntesis ellos son:

  1. El punto de vista de la totalidad, la dialéctica revolucionaria y la praxis histórica, como principios epistémico-políticos de un marxismo no esquemático ni mecanicista.
  2. La sugerente lectura del entrelazamiento entre capitalismo y colonialismo, para entender de forma más compleja las dinámicas de explotación, endeudamiento y despojo que implican una relación violenta, asimétrica y desigual entre los centros y las periferias globales, a partir de una óptica que considera al capitalismo como un sistema-mundo constitutivamente conflictivo, imperial y en constante búsqueda de nuevos mercados, que dista de ser homogéneo y armónico en su configuración.
  3. La vocación por amalgamar la denuncia de la misoginia, la confrontación contra el patriarcado y el fomento del protagonismo de las mujeres, con el impulso y la relevancia de la lucha de clases, de manera tal que estas diferentes y complementarias modalidades de opresión pudiesen combatirse desde una perspectiva integral. Múltiples colectivos y organizaciones feministas, ancladas en una lucha “interseccional”, hoy levantan la figura de Rosa en movilizaciones y procesos de autoafirmación en todo el sur global, como una referencia clave que, en su época, osó impugnar el monopolio del pensamiento y el quehacer político por parte de los varones, y caracterizar a las mujeres trabajadoras como “las más desposeídas de derechos de todos los desposeídos”, aunque sin dejar de criticar a aquel feminismo burgués que, disociando estas luchas, subestima y hasta bebe de los frutos de la dominación de clase.
  4. La estrecha relación entre socialismo y democracia, que supone reformular el vínculo entre ambos en función de una perspectiva no instrumental, donde medios y fines se articulan y condicionan mutuamente, a punto tal que el camino es tan importante como la meta, por lo que el ejercicio de una democracia socialista que hermane libertad e igualdad, no comienza de acuerdo a Rosa “recién en la tierra prometida”, sino que debe prefigurarse aquí y ahora, en cada resquicio de la vida cotidiana.
  5. El activismo en contra de la guerra y el militarismo, que hoy se actualiza al calor de lo que el zapatismo define como “cuarta guerra mundial”, y que ciertas feministas consideran que tiene al cuerpo de las mujeres como principal botín y territorio de disputa. La huelga internacional llamada una vez más para este 8 de marzo, apunta justamente a denunciar esta violencia sistémica al grito de “¡Vivas nos queremos!”
  6. La crítica a los formatos ultra-centralistas y burocráticos de organización, que deben ser sustituidos según ella por una organización-proceso, en constante movimiento y dinamismo, democrática y participativa, de carácter experimental y abierta al aprendizaje colectivo, en función de los vaivenes de la lucha de clases y de la espontaneidad de las masas, tal como se advierte en infinidad de movimientos sociales y espacios de auto-organización popular surgidos en las últimas décadas en América Latina al calor de las resistencias contra el neoliberalismo, que además han sabido generar, tal como pregonaba Rosa, puentes de mutua interacción e instancias de confluencia, durante las sucesivas “oleadas” de lucha callejera, entre activistas que sí se encuentran organizados/as y sectores que, a pesar de no estarlo, demuestran un enorme espíritu de lucha y grandes niveles de autoconciencia.
  7. La apuesta por articular de manera dialéctica reforma y revolución, que en palabras de Rosa implica “la unión de la lucha cotidiana con la gran tarea de la transformación del mundo”, de forma tal que la primera potencie la conquista de “reformas no reformistas”, habilitando mecanismos de ruptura y focos de contrapoder, y aportando al fortalecimiento de una visión estratégica global que, al mismo tiempo, reimpulse aquellas exigencias y demandas parciales, desde una perspectiva emancipatoria y contra-hegemónica de largo aliento.
  8. El internacionalismo como principio político indeclinable. El anti-imperialismo y la solidaridad activa entre las clases oprimidas del mundo, para ella no estaba supeditada a conveniencias pragmáticas o coyunturales, sino que constituía una actitud ética de carácter estratégico, que debía ejercitarse a nivel cotidiano y poniendo el cuerpo, no a través de discursos y documentos que se agotaran en la mera retórica de la denuncia. Hoy esta convicción se actualiza como un certero antídoto ante la exacerbación de los nacionalismos, el racismo y la xenofobia, al compás de consignas como la de los movimientos campesinos latinoamericanos, que gritan al unísono: “¡Globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza!”.
  9. La exigencia del reconocimiento pleno de la plurinacionalidad, en aquellos territorios y casos concretos en los que la autoadministración territorial, la libertad cultural y el uso de la lengua autóctona, ameritan ser reconocidas como demandas genuinas de pueblos y naciones subyugados, sin que ello equivalga necesariamente a “secesionismo”. Esta iniciativa, que Rosa concibe para realidades como la del vasto y abigarrado territorio ruso, tiene evidentes puntos de contacto con la reivindicación hecha por varios pueblos y nacionalidades indígenas en América Latina, quienes lejos de exigir una separación completa o la creación de un Estado propio en una clave mono-étnica o monolingüe, abogan por Estados plurinacionales, donde se supriman las lógicas jerárquicas y racistas y se abra paso a un proceso real de descolonización integral.
  10. La extrema sensibilidad y empatía ante la naturaleza, que permite caracterizarla como una de las primeras marxistas que dota de centralidad a la cuestión ecológica y ambiental, al reivindicar una férrea defensa de la totalidad de los seres vivos, así como de la tierra, frente a la voracidad, contaminación y violencia que el capitalismo impone en su sed de acumulación y constante despojo. Existe en Rosa una “afinidad electiva” con las luchas anti-extractivistas, el Buen Vivir y la cosmovisión de numerosos pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y organizaciones campesinas latinoamericanas, que postulan que la naturaleza, al igual que los seres humanos, tiene derechos que no pueden ser sacrificados en el altar del mal llamado “progreso”.

Todas estas ideas-fuerzas configuran de conjunto un faro de referencia ineludible para refundar al socialismo como proyecto civilizatorio alternativo, frente a la barbarie que nos pretende imponer el capitalismo, el patriarcado y la colonialidad, ya que a diferencia de muchos referentes del marxismo que hoy dejan de ser leídos, o cuyos escritos y propuestas se nos presentan como añejas y parte de lo viejo que aún no termina de morir, Rosa se destaca por su jovialidad, radicalismo e indisciplina, y por su extrema actualidad para este convulsionado siglo XXI que ansiamos transformar de raíz. De ahí que traerla al presente sea, a la vez, una oportunidad para reinstalar estos debates estratégicos en el corazón mismo de las experiencias y proyectos emancipatorios que afloran en nuestro continente.

Al fin y al cabo, de algo estamos seguros: las revoluciones venideras en el sur global serán la conquista del pan, pero también el florecimiento de las Rosas.

Fuente del artículo: https://rebelion.org/rosa-luxemburgo-desde-america-latina/

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Millones de niñas nunca irán a la escuela: Unesco

Por: Laura Poy Solano.

A pesar de los avances en décadas recientes en la igualdad de género en el acceso a la educación, al menos 16 millones de niñas y adolescentes en el mundo nunca asistirán a la escuela, revela la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la cual señala, entre otras disparidades, que sólo 17 mujeres han ganado el Premio Nobel de física, química o medicina, desde que le fue otorgado a la científica Marie Curie en 1903, frente a 572 hombres que han recibido este galardón.

En México, como en el resto de América Latina, el organismo multinacional reporta incremento en el número de niñas que logran matricularse en la educación y concluir sus estudios. Sin embargo, también advierte que la escuela es reproductora de roles y prejuicios culturales de género que van formando la percepción de éxito en determinados campos del saber, donde las niñas y adolescentes se mantienen en desventaja frente a los varones, como en ciencias y matemáticas.

Sociedad y familia, espacios determinantes

Pero no sólo es la escuela. La sociedad y la familia tienen un papel preponderante en el logro académico desde prescolar hasta educación superior, alerta.

De acuerdo con cifras oficiales de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en el ciclo escolar 2018-2019, de los 36.6 millones de alumnos del Sistema Educativo Nacional, 18 millones 373 mil 677 son mujeres, es decir, poco más de 50 por ciento.

No obstante, por subsistema educativo se detectan diferencias. En educación básica, de los 25 millones 493 mil 702 alumnos matriculados, 12 millones 566 mil 924 son niñas en prescolar, primaria o secundaria, cifra menor en 359 mil 854, en comparación con la matrícula varonil.

En educación inicial (menores de 3 años) las niñas incritas son 129 mil 914 espacios, frente a 137 mil 89 de varones. En prescolar hay 2 millones 370 mil 790 alumnas, y 2 millones 409 mil 997 niños matriculados.

En primaria la diferencia aún es mayor, pues de los 13 millones 972 mil estudiantes que acuden a las aulas, 6 millones 865 mil son niñas y 7 millones 107 mil son niños. En secundaria, se reportaron 3 millones 200 alumnas, y 3 millones 272 mil estudiantes varones.

Por lo que respecta al bachillerato, las mujeres representan 50.7 por ciento de la matrícula (2 millones 660 mil), mientras que en Educación Superior son 50.2 por ciento (un millón 980 mil), y en estudios de posgrado representan 52 por ciento (125 mil 441) del alumnado. En el caso de la capacitación para el trabajo, las mujeres representan 59.4 por ciento del total de quienes buscan una formación que les garantice un empleo.

Falta de representación

Las diferencias en el acceso entre niñas y niños aún persisten. Al respecto, la Unesco destaca en su informe Descifrar el código: La educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, que actualmente sólo 28 por ciento de los investigadores en el mundo son mujeres, lo que es una muestra de la falta de representación que aún existe para garantizar que el camino al conocimiento sea igualitario.

Fuente del artículo: https://www.jornada.com.mx/ultimas/politica/2020/03/08/millones-de-ninas-nunca-iran-a-la-escuela-unesco-656.html

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El Poder Popular, las Políticas Públicas y los Derechos Sociales

El Poder Popular, las Políticas Públicas y los Derechos Sociales

Heriberto Rivera

Desde los comienzos del gobierno de la revolución Bolivariana el término poder popular se ha convertido en un referente político de gran relevancia, pues alude a otro poder que venia siendo desconocido y que enfrenta al poder constituido.

Necesario es debido, a la discusión que se viene haciendo en la teoría política, establecer el concepto de poder popular; sobre el particular muchos autores han reflexionado sobre éste, así como de los elementos que lo componen.

En ese contexto, según Rauber (2012), “el termino popular remite al sujeto en acción, en una perspectiva que lo concibe como plural, no definido a priori sino que se conforma en la acción política y social; el sujeto (social, político, histórico) del cambio es plural, se expresa como actor colectivo se auto constituye como tal en el proceso mismo de la resistencia, luchas y transformaciones sociales” (pág. 129).

En ese contexto, el sujeto popular no puede ser concebido a priori, sino que es un colectivo que se  constituye y define por un conjunto de acciones y valores guiados por la eliminación de una o mas relaciones sociales de desigualdad y opresión.

Continuando con esa idea, que ayuda a comprender la definición de lo popular,  Chaguaceda (2008) refiere que “lo popular resulta una categoría que, en nuestro contexto regional identifica a sujetos que sufren asimetrías sociales y que al movilizarse son susceptibles de devenir en movimientos liberadores; en ese sentido la noción de sujeto popular engloba aun conjunto de sectores y clases sociales susceptibles de ser integradas socialmente a un proyecto de cambio anticapitalista, en relación con lo comunitario, tomando en cuenta una identificación esto con niveles mínimo de organización y autonomía frente al mercado y el estado: sindicato, asociaciones vecinales, organizaciones femeninas o juveniles, clubes culturales con presencia publica”(pag.26).

Efectivamente, si lo popular envuelve a un sujeto que por necesidades de integración debe superar las relaciones sociales impuestas de desigualdad, opresión, invisibilizacion, entonces hay que referirse al concepto de poder popular.

Consecuentemente, el concepto de poder popular implica en primer lugar la noción de poder, pero no la noción clásica del poder. En ese sentido la noción de poder popular desarrollada por Mazeo  citado por Teruggi (2012), lo concibe como una “relación social y no un objeto, una sustancia o una propiedad. Se trata de una noción inscripta a fuego en el marxismo (la dialéctica piensa la relación, no la sustancia) (….). Toda relación de poder vincula dominadores y dominantes” (pag.50).

En efecto, el poder entendido estima Rauber (2012) como “una determinada interrelación de fuerzas (políticas, económicas, culturales, morales, sociales) en lo que una (o el conjunto de ellas se constituye en hegemónica-dominante entre un conjunto de relaciones sociales, culturales, económicas, políticas. Se trata de una interrelación dinámica, en movimiento y regulación constante” (pág. 123).

De tal manera que el poder popular, que si bien toma elementos fundados en las contradicciones sociales producto de las relaciones de exclusión social, el poder popular se trata de la construcción de un poder de las clases subalternas, pudiéndose afirmar que es “un poder propio que de modo pedagógico  llamamos aquí  poder popular, nace y se desarrolla desde abajo; se produce, reproduce y expresa en el modo de la vida cotidiana individual, comunitaria y social.

El poder popular como expresión político social, también se expresa y manifiesta en las organizaciones sociales y políticas, en sus formas orgánicas de funcionamiento y relacionamiento interno, así como en sus construcciones concretas que llevan a establecer nuevas formas de empoderamiento local, territoriales, bases de la creación y creciente acumulación de un nuevo tipo de poder participativo-consciente-no enajenado-desde abajo, de desarrollo de consciencia, de culturas sumergidas, oprimidas y excluidas, en múltiples y entrelazadas formas y modalidades encaminadas a la transformación global de la sociedad. Pensar el poder popular es entonces situarlo en un contexto particular.

En la Republica Bolivariana de Venezuela, a diferencia de otras latitudes, el poder popular viene emergiendo desde abajo en el sentido geográfico de la palabra, pero a la vez también se construye desde arriba, desde las instancias del Estado.

En ese sentido es notorio y comunicacional, que según el articulo 2 de la Ley Orgánica del Poder Popular del año 2010 “el ejercicio pleno de la soberanía por parte del pueblo, en lo político, económico, social, cultural, ambiental, internacional y en todo ámbito del desenvolvimiento y desarrollo de la sociedad, a través de sus diversas y disimiles formas de organización”.

En consecuencia y ciertamente desde el Estado aparece la declarada la intención de que el poder popular adquiera un protagonismo, que en términos  del presidente Chávez (2007),  esto significa  que “desde el poder constituido debemos ir transfiriendo poder social, económico y administrativo al poder comunal”, refiriéndose a través del “poder comunal” principalmente a la organización de los Consejos Comunales.

De tal manera que el poder popular es una creación de la Revolución Bolivariana que tiene como objetivo lograr la reivindicación del  pueblo y se define en su articulo 1 que “ la presente Ley tiene por objeto desarrollar y consolidar el poder popular, generando condiciones objetivas a través de los diversos medios de participación y organización establecidos en la constitución de la república, en los que surjan de la iniciativa popular, para que los ciudadanos y ciudadanas ejerzan el pleno derecho a la soberanía, la democracia participativa, protagónica corresponsable, así como la constitución de formas de autogobierno comunitarias y comunales, para el ejercicio directo del poder”.

De esta manera el poder popular  se expresa en la construcción de una nueva institucionalidad pero que también puede observarse “en posiciones consolidadas en el marco de instituciones públicas”.

De lo cual se deriva que estas posiciones de poder popular a través de una practica constituyente, puedan contribuir a una profunda transformación de esas instituciones, a su radical democratización por la vía de la creación de condiciones para el nacimiento de otra ciudadanía social del siglo XXI que sea consciente de sus derechos y logros estableciendo los verdaderos alcances y total disfrute de las políticas publicas y ejercer a plenitud sus derechos sociales.

En cuanto a la participación del poder popular en las políticas publicas, la ley citada, prevé en su articulado que las organizaciones  y expresiones organizativas del poder popular, tiene como fines entre otra ejercer la contraloría social  (Articulo 11 numeral 1) y en su numeral 1 establece que como fines “ consolidar la democracia participativa y protagónica, en función de la insurgencia del Poder popular como hecho histórico para la construcción de la sociedad socialista, democrática de hecho y de justicia”.

De igual manera y en correspondencia con la participación en las políticas públicas, en el capitulo III, Ámbitos del Poder Popular, referido a  la planificación de políticas públicas, el artículo 17 dice textualmente:

” La planificación de políticas publicas en los términos establecidos en la ley que regula la materia, es un ámbito de actuación del Poder Popular que asegura, mediante la acción de gobierno compartida entre la institucionalidad publica y las instancias del poder popular, el cumplimiento de los lineamientos estratégicos del Plan de desarrollo económico y Social de la nación, para el empleo de los recursos públicos en la consecución, coordinación y armonización de los planes, programas y proyectos a través de los cuales se logre la transformación del país, el desarrollo territorial equilibrado y la justa distribución de la riqueza”.

No obstante lo expuesto y establecido el Ley Orgánica del Poder Popular, en la realidad y en las vivencias cotidianas del Poder Popular surgen elementos que podrían verse como elementos y distractores que impiden el alcance de la  totalidad de lo alcances claros y definitivos de las  políticas publicas.

A tal efecto puede afirmarse que para pensar el caso venezolano y estudiar las posibles vinculaciones entre el Poder Popular y el Estado y poder referirnos a la relación entre los espacios de organización y participación popular con las instituciones del Estado (poder constituido), donde a menudo surgen contradicciones del poder, de lo que en vías de construcción, es necesario caracterizar, que Venezuela y la Revolución Bolivariana atraviesa un periodo de transición y según  Mazeo , citado por Teruggi (2012) “ la Revolución Bolivariana nos convoca  a pensar-actuar en términos de transición (…) el pasaje de la necesidad a la libertad no se puede concebir como un acto único, abrupto y unidireccional. Existen mediaciones, y existen porque el proceso de construcción del socialismo no se desarrolla en el vacío, sino en el marco de una realidad histórica”.

Es de esperar entonces, que en esa transición que caracteriza al actual periodo donde hay un doble movimiento  donde el poder popular puja con su órgano de control no estatales y una creciente autogestión que permite ir asumiendo su protagonismo en el manejo de las áreas de actividad social y por otro, lado mientras que se produce “un cambio consciente en los órganos del estado mismo”.

Por lo tanto, “un Estado que en vez de sustituir a la sociedad en la solución de los problemas que tiene, la convoque, la vuelva participe de ellos. Un estado que pueda servir para expandir el cambio social y para continuar construyendo Poder Popular” (Rodríguez, 2007).

El poder popular estimulado por el mismo Estado, esta en plena efervescencia, puja por consolidarse, dentro de un mar de contradicciones que es propio de los cambios planteados. Es así como el presidente Maduro el día 14 de enero de esta año 2020, en una de las siete líneas estratégicas establece en avanzar en la expansión  de las Misiones, Grandes Misiones y el Poder Popular son consideradas en el accionar del gobierno Bolivariano, siendo una de los objetivos claves es profundizar los mecanismos de participación del Poder Popular.-

Fuentes:

Chaguaceda, A. Participación Ciudadana y Espacio  Asociativo: Desafíos en el contexto cubano, FLACSO, Cuadernos de Ciencias Sociales, 2008.

Rauber, I. Revolución desde abajo, gobiernos populares y cambio social en Latinoamérica. Continente, Buenos Aires, 2012.

Rodríguez, E. Reflexiones sobre el poder popular. El Colectivo, Buenos Aires, 2007.

Teruggi, M.A (2012). Los Consejos Comunales En Venezuela: Análisis de una experiencia de organización y participación impulsada por el Estado, desde la perspectiva del Poder Popular. En Memoria Académica, disponible en http://www.memoria.fahce.unpl.edu.ar/tesis/.

heristo50@gmail.com

Autor: Heriberto Rivera

 

 

 

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La fertilidad de la pobreza: de la indiferencia a la presencia del aula (II)

La fertilidad de la pobreza: de la indiferencia a la presencia del aula (II)

Repensar el aula como un espacio de dignificación 

Cristo I. Mahugo

 

(Continuación del artículo «La fertilidad de la pobreza: de la indiferencia a la presencia del aula [I]»)

 

1.- Un argumentario 

En términos teóricos, todo reflejo es un retroceso (reflejo = del latín reflexus, «volver hacia atrás [1]»). Aceptando la concepción de que en los centros educativos se reflejan las complejidades de la vida social, estaremos indirectamente consintiendo las ideas que subyacen a dicha concepción. A saber:

(a) Que el retroceso es algo que se vivencia a posteriori. Es decir, que la escuela [2] se encuentra situada (¿sitiada también?) justo detrás de «lo social», dándose a entender dos cosas (entre otras): la primera, que «lo social» y «lo escolar» se presentan como esferas autónomas pero que, a su vez, se comunican condicionadamente; como si lo escolar no fuese profundamente social; lo segundo, el aspecto de dependencia que se enraiza en esta premisa nos complace a pensar que todo aquello que se vive (se sucede) en la sociedad —aparentemente— determina todo aquello que se vive en los centros educativos. Esto implica acarrear con la aceptabilidad de que la escuela no posee capacidad de decisión, no puede «autonomizar» sus alegatos socioeducativos (o no se contempla el irremediable peso que tiene «el filtro profesoral») porque quien los determina es —supuestamente— esa abstracción llamada «sociedad». Acceder a la llamada de esta determinación puede tener una traducción implícita: la negación de toda posibilidad de transformación (lo que significa la anulación de la misma posibilidad, del mismo cambio). Sería interesante discutir —en futuros textos— la integración de esta premisa dialéctica de «no posibilidad de transformación social» en la discursiva normalizada de una parte del personal profesional de la educación y la docencia.

(b) Que la escuela pasaría a ser una estéril extensión instrumental del aparato político. Si abogamos por esta premisa («la escuela como reflejo de la sociedad política»), significaría que el aparato político o sociopolítico de una sociedad estaría gestionando, a modo de fría elongación instrumental, lo que denominamos «sistema educativo». Así, consideramos que «no existen modelos educativos al margen de la sociedad que los produce» (Beluche, 2019), pero no olvidemos que lo productivo no tiene que ser inequívocamente lo reproductivo. Es necesario defender una teoría de la escuela que «produzca» formas de procesar y abordar la realidad; engendrar producciones materiales (textos, revistas, cuadernos, blogs) y no materiales (pensamiento crítico, hábitos de convivencia, dinámicas comunitarias) que no solamente plasmen lo que se viva fuera de sus paredes, sino —sobre todo— que acuda de forma responsable y comprometida a defender una respuesta reflexiva sobre las injusticias que habitan y «se toleran» fuera de las citadas paredes. La intención del presente punto es recordar el valor de trabajar en una escuela politizada (en sentido de «inculcar conciencia política» y ciudadana; esto incluye producir nuevas formas de politizar las realidades).

¿Bajo qué preceptos tiene sentido abordar los puntos arriba mencionados con respecto a la dignificación de la pobreza? Nuestra interpretación lo justifica en un doble sentido: por un lado, la formación de ciudadanía (función indispensable de las escuelas) no puede distanciarse de «lo político», y lo político es aquello que menciona a la polis (πολις = ciudad = el conjunto de la ciudadanía). Es decir, al conjunto de personas —ciudadanas, ciudadanos— que la habitan o, dicho de otro modo, a la atención prestada que se hace sobre las vidas urbanas y no urbanas (entendamos —entre otras— rurales, por ejemplo; formas de vivir en sociedad) que habitan en dicha ciudad (lo que implica atender igualmente a lo que mora tanto en su centralidad como fuera de ella, su periferia). Por otro lado, si la escuela engloba una formación cívica y humanista (Cerini de Reffino, 2006) debe ser porque «atiende» (con las limitaciones que ello comporta pero procurando no restar ni equidad ni igualdad) a todas y cada una de estas formas de vivir o «estar» en sociedad («no soportando» la invisibilidad de ninguna de ellas); esto significa, irrevocablemente, que su atención debe ser más sensible sobre aquello que está fuera de la centralidad. Así, las personas pobres y la pobreza deben estar presentes en los espacios dignificatorios de las escuelas (sus aulas principalmente). Como guión pedagógico, cabe señalar que, desde dichas instituciones educativas, se debe evitar el anclaje de la visión asistencialista [3] de la pobreza; ésta debe enmarcarse, para acercarnos a textos propios de la teoría crítica y emancipatoria, a una vinculación entre la cotidianidad familiar y los contextos de pobreza (Eguía & Ortale, 2007: 205-218), la justicia social (Connell, 1997) y la igualdad de oportunidades (Aguado Odina, 2010).

2.- Una propuesta 

Más allá de mencionar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS, 2015) —donde el primero de ellos es el «fin de la pobreza» [4]— y las investigaciones que se han realizado en torno a las dificultades y falta de oportunidades que se plasman en «las pobrezas» que habitan en la sociedad, una tramitación acorde y ajustada a las necesidades de dichos colectivos vivientes debe estructurarse, en los niveles educativos y escolares, desde una razonada y compartida proposición pedagógica. Nuestra propuesta aquí referenciada se articula sobre la noción normativa y práctica de una educación inclusiva (Rogero et al., 2016) que extienda sus teorías y consolide sus prácticas; esta propuesta la haremos sobre el eje de entender la pobreza desde una doble perspectiva (ambas indispensables de ser comprendidas conjuntamente): la política (la «actividad social en el mundo») y la existencial (la «estancia en el mundo»).

La perspectiva política nos define la obligatoriedad de atender los contextos y condiciones que se establecen en la pobreza y cómo afectan sobre el alumnado en sus diversas etapas educativas. Así, «la pobreza y la exclusión no solo se refieren a la carencia de ingresos económicos, sino que, […] presenta una multidimensionalidad de rasgos que hemos de tener en cuenta: la posición en el mercado laboral, la dificultad de acceso a los servicios y el descarte en el ámbito de las relaciones sociales» (Rogero et al., 2016: 76). Cuestiones, todas ellas, de necesaria estipulación política.

Por ello, es eminentemente vigoroso recordar —constante e implacablemente— la urgencia de atender, desde las esferas políticas y politizadas, la realidad marginalizada vivida (y viviente) de la pobreza. De hecho, se «exige también una respuesta sistémica y articulada por parte de las diversas políticas (educativas, de salud y sociales) para romper el círculo vicioso de la reproducción intergeneracional de la pobreza» (Rogero et al., 2016: 78). Destacamos la importancia de atender y sensibilizar sobre estas realidades basándonos en los siguientes puntos: la participación de la comunidad y el trabajo comunitario (Fernández, 1996); mayor inversión en políticas educativas, sociales y laborales, garantizar el derecho a la educación en todos los niveles educativos y reforzar las políticas de educación compensatoria y las medidas de discriminación positiva destinadas al alumnado más vulnerable (Rogero et al. 2016); y la defensa de un «paradigma biocéntrico» y del desarrollo centrado en la ética (Hernández Acevedo, 2014).

La perspectiva existencial nos define los planteamientos relacionales que vertebran las «formas de estar» entre nos(otros); las maneras en que se presenta la estancia en el mundo [5]. Así, es atributo sociohistórico, político y cultural «estar» integrado/a en un grupo o colectivo (con sus concepciones valorativas, sus ideas y sus comportamientos). La pobreza, como conjunto de personas, no debe contemplarse pasivamente bajo la tutela de pensarse que «hay una parte de los pobres que no hacen nada para salir de ahí» (interpretación de la falsa meritocracia [Stiglitz, 2012] y olvido de las injusticias estructurales) o «el pobre debe ser asistido como ‘sujeto necesitado’» (interpretación asistencialista que —por sí sola— robustece la perpetuidad misma de las desigualdades). Ambas posturas interpretativas son insoportables (aborrecibles ambas) desde una lectura humanística y democratizante.

Por ello, nos gustaría cerrar este apartado haciendo referencia a dos observaciones —característicamente instructivas— a valorar por las personas implicadas, directa o indirectamente, en el mundo educativo: la persona pobre negada como «sujeto de intercambio (de comercio)» y la persona pobre negada como «deseo no deseado». La primera observación se relaciona con la idea de que la pers. pobre, como sujeto improductivo e infértil, no posee algo valorativo (recursos materiales y no materiales) con el cual se pueda entablar una relación con ella; al poseer nada, no puede darme algo (sin embargo, me solicita algo. Es decir, «no entra» en el juego comercial de las relaciones [Cortina, 2017]). La segunda observación se relaciona con la visión explícita de que la pers. pobre «nos despierta» la imagen de un deseo que no deseamos; representa aquella figura en la cual no nos gustaría convertirnos, vernos en reflejo. Así, ambas observaciones, de no ser visibilizadas y, por tanto, comprendidas desde el amparo educativo, podrían trasladarse cómodamente a las vidas ajetreadas, organizadas y relacionales de las escuelas. Lo que se traduce —fácilmente— en la falta de tacto ético para censurarlas por deshumanizantes («te doy porque me das») y en la falta de tacto pedagógico para intervenirlas educativamente («trabajar sobre el reconocimiento de los deseos que no deseamos» en las relaciones).

Notas [n.] 

[1] Véase Enlace 2 (reflejo, refleja).

[2] No entraremos a debatir la adecuación terminológica de si corresponde llamar «escuela» a los centros educativos escolares o colegios; esta cuestión nos parece necesaria que sea abierta y debatida, pero consideramos —mismamente— que éste no es el espacio más propicio para ello. Nos acogeremos a la concepción socialmente aceptada de interpretar «la escuela», el colegio o el centro educativo como sinónimos (véase Enlace 3 y Enlace 4).

[3] Dice Gastón Vigo (2019) al respecto: «El asistencialismo perpetuo es un engranaje del atraso. No sólo no combate la miseria sino que la estimula. […] A la luz de los datos, nos dimos cuenta de que el asistencialismo no saca a la gente de la pobreza.» (ver Enlace 5).

[4] Ver Enlace 7: Nueva Agenda de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (25 de septiembre de 2015).

[5] Nos parece importante distinguir entre «tierra» («planeta que habitamos») y «mundo» («conjunto de todo lo existente», «conjunto de todos los seres humanos») [Ver Enlace 2: https://dle.rae.es].

Referencias 

Aguado Odina, T. [coord.] (2010). Diversidad e igualdad en educación. Editorial UNED (350 págs).

Aguiar Baixauli, N. & Breto Guallar, C. (2005). La escuela, un lugar para aprender a vivir. Experiencias de trabajo cooperativo en el aula. Centro de Investigación y Documentación Educativa (CIDE), Ministerio de Educación (162 págs.).

Beluche, O. (2019). La sociedad y los modelos educativos. Sin permiso (en http://sinpermiso.info/textos/la-sociedad-y-los-modelos-educativos [Publicado 07/12/2019]).

Carda Ros, R. M. & Larrosa Martínez, F. (2012). La organización del centro educativo. Manual para maestros. San Vicente (Alicante): Editorial Club Universitario (428 págs, 2ª edición).

Cerini de Reffino, A. L. (2006). El humanismo pedagógico en el debate pedagógico contemporáneo. Buenos Aires: Editorial Dunken (360 págs.).

Checa, F. (1995). Reflexiones antropológicas para entender la pobreza y las desigualdades humanas. Gazeta de Antropología, 1995, 11, artículo 10 · http://hdl.handle.net/10481/13616 [consultado en diciembre de 2019].

Connell, R. W. (1997). Escuelas y justicia social. Madrid: Ediciones Morata (182 págs., 3ª edición).

Cortina, A. (2017). Aporofobia, el rechazo al pobre. Un desafío para la democracia. Barcelona: Paidós (196 págs).

Eguía, A. & Ortale, S. [coords.] (2007). Los significados de la pobreza. Buenos Aires: Biblos (264 págs.).

Fernández, G. (1996). Superación de la pobreza y educación: Una mirada desde lo local Ultima década, ISSN-e 0717-4691, Nº. 5, 1996.

Gallino, L. (2005). Diccionario de sociología. México: Editores Siglo XXI (1003 págs.).

Giroux, H. (2001). Cultura, política y práctica educativa. Barcelona: Editorial GRAÓ (141 págs.).

Hernández Acevedo, A. (2014). Pobreza y educación: retos para la teoría del currículo. Revista Entramados – Educación y Sociedad, Año 1, Nº 1 (pp.203-209) [en línea].

Llano Ortiz, J. C. (2019). El estado de la pobreza: seguimiento del indicador de pobreza y exclusión social en España 2008-2018. Madrid:  EAPN-ES (17 págs.).

McLaren, P. (1995). La escuela como un performance ritual. Hacia una economía política de los símbolos y gestos educativos. Mexico: Siglo XXI Editores (307 págs.).

Moas Arribi, J. (2018). La explicación del hambre en una sociedad capitalista globalizada. El Salto (Alkimia) [en https://www.elsaltodiario.com/alkimia/la-explicacion-del-hambre-en-una-sociedad-capitalista-globalizada- (consultado en diciembre de 2019)].

Referencias electrónicas/digitales (webs):

Enlace 1: http://etimologias.dechile.net (consultas realizadas en noviembre de 2019).

Enlace 2: https://dle.rae.es 

Enlace 3: https://difiere.com/diferencia-entre-escuela-y-colegio/ (¿Cuál es la diferencia entre Escuela y Colegio?).

Enlace 4: https://diferencias.info/diferencia-entre-escuela-y-colegio/ (Diferencias entre Escuela y Colegio [fecha de publicación: 9 de agosto de 2019]).

Enlace 5: https://www.ellitoral.com/index.php/id_um/217352-el-asistencialismo-le-rompe-la-dignidad-a-la-gente-segun-el-referente-de-akamasoa-argentina-area-metropolitana.html (El asistencialismo perpetuo es un engranaje del atraso. No sólo no combate la miseria sino que la estimula [fecha de publicación: 08 de diciembre de 2019]).

Enlace 6 (Save the Children): https://www.savethechildren.es/trabajo-ong/pobreza-infantil/pobreza-y-educacion-inclusiva (Pobreza y educación inclusiva [consultado en diciembre de 2019]).

Enlace 7 (Nueva Agenda de Naciones Unidas: Objetivos de Desarrollo Sostenible): https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/ [consultado en diciembre de 2019].

Rogero, J. et al. (2016). Pobreza infantil y educación. Cuadernos de Pedagogía, publicado en septiembre de 2016, 470, pp. 74-79.

Saavedra, M. S. (2001). Diccionario de pedagogía. México: Editorial Pax (171 págs.).

Stiglitz, J. E. (2012). El precio de la desigualdad. Madrid: Taurus (504 págs).

Tortosa, J. M. (2001). El juego global: maldesarrollo y pobreza en el capitalismo mundial. Barcelona: Editorial Icaria (248 págs.).

Autor: Cristo I Mahugo

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