Page 810 of 2424
1 808 809 810 811 812 2.424

Leer en Matemáticas… ¡mejora el aprendizaje!

Por: Educación 3.0

Introducir lecturas en la asignatura de Matemáticas resulta ideal para el que alumnado de Bachillerato reflexione, razone y aprenda distintos conceptos de la materia. El docente Víctor Tilve lo puso en marcha con la lectura Planilandia, de Edwin A.Abbott, y este fue el resultado.

¿Cómo se puede proponer a los estudiantes de 1º de Bachillerato una lectura de Matemáticas? Con Planilandia, una novela escrita por el teólogo inglés Edwin A. Abbott en 1884: en ella se cuenta la historia de un cuadrado que vive en el plano y debe hacer frente al descubrimiento de otras dimensiones de la mano de una esfera, al mismo tiempo que nos cuenta las costumbres y la vida en la sociedad de la época haciendo uso de la sátira y la crítica hacia la sociedad victoriana. También se les encarga un trabajo posterior.

Ante la propuesta de leer un libro en esta materia, los alumnos inicialmente protestan aludiendo que ya leen en las de lenguas (castellana, inglesa y cooficial). Sin embargo, la reacción posterior a la lectura es muy positiva y las quejas se centran en el tipo de literatura, mientras que el contenido matemático es del agrado de los alumnos.
Planilandia lectura en Matemáticas

¿Por qué esta lectura?

El contenido de Planilandia es ideal para introducir, a través de la geometría, diferentes formas de deducir y demostrar en Matemáticas (inducción, deducción y analogía) y para demostrar que en esta materia hay espacio para la lectura y el debate, además de para la formalización de enunciados y fórmulas.

Esta propuesta permite trabajar las competencias lingüística, matemática y otras competencias básicas en ciencia, tecnología y conciencia y expresiones culturales.

Los espacios y sus significados

Varias son las dimensiones que aparecen en la novela, en las que además de analizar aspectos matemáticos también se abordan temas sociales. En Linealandia, el Rey de esa dimensión le explica al protagonista, el cuadrado, entre otras cosas, la manera en la que se reproducen y la posición que ocupan en la línea los recién nacidos. Es esta una buena oportunidad para introducir los números irracionales comparando esta situación con lo vivido por los antiguos griegos, quienes entendían el mundo con números naturales, enteros y racionales.

Otra parte del libro, y en la que se produce la primera aparición de la esfera en la historia, se produce una especie de juego de intersecciones entre ella y el plano donde habita el cuadrado dando lugar a diferentes figuras geométricas.

lectura en Matemáticas

Puede servir esto como introducción a la geometría en las tres dimensiones… ¡Pero hay  más! Y es que la esfera le explica al cuadrado cómo moviendo un punto de un lado a otro se genera una recta, cómo moviendo una recta arriba y abajo se genera un cuadrado y cómo moviendo un cuadrado en otro eje perpendicular a los anteriores se obtiene un cubo…

En Planilandia también se explica la organización de una sociedad a través de las formas geométricas. El cuadrado, como protagonista, descubre que cuantos más lados tenga un habitante de Planilandia éste tiene mejor consideración y clase social, pero que solo es posible que un descendiente aumente en uno el número de lados y que los seres más perfectos son los círculos. Dentro de Planilandia todas las figuras se ven como líneas rectas, pero en el primer viaje que hace el cuadrado fuera de su dimensión de la mano de la esfera, ‘arrancándole’ de su plano para que vea su mundo desde una tercera dimensión, el cuadrado descubre desde esta nueva perspectiva las formas de los triángulos, cuadrados y otros polígonos. Estas circunstancias permiten introducir la aproximación del número pi utilizando el algoritmo de Arquímedes.

Conclusiones de su aplicación en el aula

Si se dedica una sesión de 50 minutos a trabajar los contenidos mencionados y los temas introducidos, éstos resultan claramente motivadores para los estudiantes, sobre todo porque no hay formalismos, solo reflexiones y debates. De este modo, cuando llega el momento de afrontar las matemáticas como se hace normalmente en el aula, las ideas en la cabeza de los alumnos están avanzadas, han sido reflexionadas y se ven como algo más que números y fórmulas.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/lectura-de-matematicas-mejora-el-aprendizaje/120250.html

Comparte este contenido:

Después del ascenso de la extrema derecha, ¿qué vendrá?

Por: Leonardo Boff

Hagamos algunas constataciones: se ha consolidado la aldea global; ocupamos prácticamente todo el espacio terrestre y explotamos el capital natural hasta los confines de la materia y de la vida con la automatización, robotización e inteligencia artificial. Verificamos un ascenso atemorizador de la extrema derecha, bien expresada por el ultra neoliberalismo radical y por el fundamentalismo político y religioso. Estamos inmersos en una angustiosa crisis civilizatoria que adquiere cuerpo en las distintas crisis (climática, alimentaria, energética, económico-financiera, ética y espiritual). Inauguramos, según algunos, una nueva era geológica, el antropoceno, en la cual el ser humano aparece como el Satán de la Tierra. En contraposición, está surgiendo otra era geológica, el ecoceno, en la cual la vida y no el crecimiento ilimitado tiene centralidad.

La pregunta que se plantea ahora es: ¿Qué vendrá después del conservadurismo atroz de la derecha? ¿Será más de lo mismo? Eso es muy peligroso, pues podemos ir al encuentro de un Armagedón ecológico-social que ponga en peligro el futuro común de la Tierra y de la Humanidad. Tal tragedia puede ocurrir en cualquier momento si la Inteligencia Artificial, autónoma, por medio de algoritmos locos, desencadena una guerra letal sin que los seres humanos se den cuenta o puedan impedirla.

¿Estamos sin salida, rumbo a un destino sin retorno? Al límite, cuando nos demos cuenta de que podemos desaparecer tendremos que cambiar. Quién sabe, la salida posible será pasar del capital material al capital humano-espiritual. El primero tiene límites y se agota. El último es infinito e inagotable. No hay límites para aquello cuyos contenidos son: la solidaridad, la cooperación, el amor, la compasión, el cuidado, el espíritu humanitario, valores en sí infinitos, pues su realización puede crecer sin cesar. Lo espiritual ha sido escasamente vivenciado por nosotros, pero el miedo a desaparecer y dada la acumulación inmensa de energías positivas, puede irrumpir como la gran alternativa que nos podrá salvar.

La centralidad del capital espiritual reside en la vida en toda su diversidad, en la conectividad de todos con todos, por eso las relaciones son inclusivas, en el amor incondicional, en la compasión, en el cuidado de nuestra Casa Común y en la apertura a la Trascendencia.

No significa que tengamos que excluir la razón instrumental y su expresión en la tecnociencia. Sin ellas no atenderíamos las demandas humanas, pero no tendrían la exclusiva centralidad ni serían ya destructivas. En éstas, la razón instrumental-analítica constituía su motor; en el capital espiritual, la razón cordial y sensible. A partir de ella se organizarían la vida social y la producción. En la razón cordial se hospeda el mundo de los valores; de ella se alimentan la vida espiritual, la ética y los grandes sueños, y produce las obras del espíritu, mencionadas antes.

Imaginemos el escenario siguiente: si en el tiempo de la desaparición de los dinosaurios, hace cerca de 67 millones de años, hubiese habido un observador que se preguntase qué vendrá después de ellos, probablemente habría dicho: la aparición de especies de dinosaurios aún mayores y más voraces. Se estaría equivocando. Ni siquiera imaginaría que, de un pequeño mamífero, nuestro antepasado, que estaría viviendo en la copa de los árboles más altos, se alimentaría de flores y de brotes, y temblaría de miedo de ser devorado por algún dinosaurio alto, iba a irrumpir, miles de años después, algo absolutamente impensado: un ser de conciencia y de inteligencia –el ser humano– totalmente diferente de los dinosaurios. No fue «más de lo mismo»; fue un «salto cualitativo» nuevo.

De modo semejante creemos que ahora podrá surgir un nuevo estado de conciencia, imbuido del inagotable capital espiritual. Ahora es el mundo del ser más que el del tener, de la cooperación más que de la competición, del bien-vivir-y-convivir más que de vivir bien.

El próximo paso, entonces, sería descubrir lo que está oculto en nosotros: el capital espiritual. Bajo su regencia, podremos comenzar a organizar la sociedad, la producción y lo cotidiano. Entonces la economía estaría al servicio de la vida y la vida penetrada por los valores de la autorrealización, de la amorización y de la alegría de vivir.

Pero esto no ocurre automáticamente. Podemos acoger el capital espiritual o también rechazarlo. Pero, incluso rechazado, se ofrece siempre como una posibilidad a ser abrigada. Lo espiritual no se identifica con ninguna religión. Es algo anterior, antropológico, que emerge de las virtualidades de nuestra profundidad arquetípica. Pero la religión puede alimentarlo y fortalecerlo, pues se originó de ello.

Estimo que la actual crisis nos abrirá la posibilidad de dar un centro axial al capital espiritual. Dicen que Buda, Jesús, Francisco de Asís, Gandhi, la brasileña hermana Dulce, y tantos otros maestros/as, lo habrían anticipado históricamente.

Ellos alimentan nuestro principio-esperanza de salir de la crisis global que nos asola. Seremos más humanos, integrando nuestras sombras, reconciliados con nosotros mismos, con la Madre Tierra y con la Última Realidad.

Entonces seremos más plenamente nosotros mismos, entrelazados por redes de relaciones tiernas y fraternas con todos los seres y entre todos nosotros co-iguales.

Fuente: https://acento.com.do/2019/opinion/8760524-despues-del-ascenso-de-la-extrema-derecha-que-vendra/

Imagen: Pete Linforth en Pixabay

Comparte este contenido:

Aumenta número de ciberataques a alumnos, ¿cómo pueden prepararse?

Por: Paulette Delgado

El número de ciberataques dirigidos a instituciones educativas estadounidenses ha aumentado un 50 % con respecto al 2018.

A pesar de que las nuevas generaciones, los llamados “nativos digitales”, pasan gran parte de su día en redes sociales y usando tecnología, la mayoría de los jóvenes no son conscientes de los riesgos que conlleva compartir y publicar información (fotos, vídeos, textos) en línea, o las consecuencias de utilizar servicios en línea y redes WiFi gratuitas.

Una encuesta realizada por McAfee, una compañía de software especializada en seguridad informática, aplicada a 1000 estudiantes universitarios y egresados de 18 a 25 años, reveló lo poco preocupados e informados que están los jóvenes sobre seguridad y protección de datos en línea. A pesar de este exceso de confianza, un 80 % de los encuestados ha sido víctima o conoce alguien que ha sido afectado por un ataque cibernético. Sin embargo, cerca de la mitad de los encuestados que aún no han sido afectados por un ciberataque (43 %) asegura que eso no les pasará a ellos.

¿Cómo se protegen los jóvenes ante un posible ciberataque? El 53 % de los encuestados respondieron que tienen instalado algún software de seguridad en sus computadoras, un 37 % protegen sus teléfonos utilizando una una Red Privada Virtual (VPN) y sólo el 14 % tiene software de seguridad instalado en sus tabletas. Sorprendentemente, sólo el 19 % de los estudiantes toma medidas adicionales para proteger su información y proyectos escolares en comparación con el 69 % de los estudiantes que protegen proactivamente su información bancaria o financiera.

Pero, ¿en qué consiste un ciberataque?

Un ciberataque o ataque informático se da cuando se intenta dañar, destruir, borrar o intentar acceder a información privada o confidencial, de bases de datos o computadoras, ya sean personales o de empresas. Existen muchos tipos de ciberataques, pero los más comunes son aquellos donde el atacante roba la identidad digital de una persona para realizar fraudes bancarios, extorsionar a las víctimas , o robar información con fines maliciosos. También está el hacktivismo que son ataques que hacen vulnerables las páginas de empresas, gobierno o negocios con fines políticos y de protesta, el ejemplo más conocido es la organización Anonymous. Existe también el ciberespionaje, práctica a través de la cual se busca obtener información sensible y valiosa para ser vendida más adelante en el mercado negro y el ciberterrorismo, que es aquel dirigido contra gobiernos o países afectando servicios como salud o defensa.

Aunque parezca increíble, muchos ciberdelincuentes buscan atacar a los más jóvenes, desde niños de preescolar hasta alumnos de secundaria. ¿Por qué los más jóvenes son blanco atractivo para los cibercriminales? Porque sus datos están “limpios”, y son más fáciles de explotar y robarles la identidad, en ocasiones pasan varios años antes de que alguien se de cuenta que hay un problema. En algunos casos, los delincuentes llegan a pagar cerca de 350 dólares por datos de alumnos en el mercado negro.

Las escuelas invierten mucho en la seguridad física de sus alumnos pero, ¿qué hay de la cibernética? Según McAfee, tan solo el 36 % de los alumnos reportaron haberse informado o tomado algún curso aprender sobre ciberseguridad en la universidad, lo que demuestra que las instituciones educativas deberían hacer más esfuerzos por ofrecer información y capacitar a los estudiantes sobre protección de datos online.

La Sociedad Internacional para la Tecnología en Educación (ISTE) ofrece una guía para ciudadanos digitales donde los estudiantes pueden aprender los derechos y responsabilidades de tener una identidad digital a través de los Estándares ISTE para Estudiantes. También Google ha creado Interland, un juego que enseña a los niños sobre ciberseguridad. Además de estas herramientas, a continuación damos algunos consejos para prevenir ciberataques.

Tips para cuidarse de ciberataques

  • Contraseñas: crear una contraseña complicada es una manera fácil de protegerse. Esta debe incluir por lo menos ocho caracteres, números, mayúsculas y minúsculas y símbolos en lugares no convencionales. La mayoría de las veces, las páginas cuentan con un verificador de contraseña que indica qué tan compleja es y difícil de adivinar. Otro consejo es no incluir información personal en la contraseña (como fechas de cumpleaños) y no utilizar la misma contraseña para todas las cuentas ya que será más fácil de hackear. También existen gestores de contraseñas que ayudan a no tener que aprenderse las distintas contraseñas.

  • Utilizar una Red Privada Virtual o Virtual Private Network (VPN): es normal que los estudiantes utilicen redes públicas para mantenerse conectados, pero las redes públicas son vulnerables y pueden guardar información personal sobre los usuarios. Son pocos los jóvenes que usan una VPN para conectarse a internet. Esta tecnología sirve como un túnel que evita que terceros accedan a los datos del usuario ya que los encripta y evita que sean interceptados por terceros. En la encuesta, McAfee descubrió que el 90 % de los encuestados acceden a redes públicas pero sólo 18 % se protegen con una VPN.

  • Cuidar sus perfiles en redes sociales: es recomendable no publicar fotos y videos abiertamente en redes sociales sino compartirlas solo con amigos y familiares. Cada vez que publicamos algo en línea, dejamos una huella digital que en el futuro puede servir a potenciales empleadores o personal de admisiones para decidir si contratar o admitir a un candidato. También se aconseja revisar la configuración de privacidad y seguridad de todas las redes sociales en las que tenemos un perfil para ver cuáles se adaptan más al uso que le quiere dar cada persona.

  • Tener cuidado con los cuestionarios en línea: los cuestionarios en línea son una forma fácil de obtener datos personales. Esos tests tan atractivos que vemos en línea como “¿Cuál personaje de Friends eres?” o el gran número de tests de personalidad que existen en línea, pueden revelar temas delicados como opiniones políticas, orientación sexual o salud, información valiosa que es utilizada por empresas y marcas para vender sus productos.. El caso más notable del peligro de estos cuestionarios es el de Cambridge Analytica y Facebook.

  • Almacenamientos digitales en la nube: Muchos creemos que por tener nuestra información almacenada “en la nube” esta está protegida. Pero servicios de almacenamiento digital como Google Drive, Dropbox o Apple también son susceptibles de ciberataques, por lo que es necesario configurar una capa adicional de seguridad de acceso, como la autenticación de dos factores.

Por último, es muy importante enseñar a los alumnos a discutir sobre temas de seguridad cibernética con sus compañeros, amigos y familiares. Esto con el fin de concientizar a otros sobre la importancia de este tema así como para identificar distintas maneras en la que delincuentes roban la identidad de otros, también conocido como phishing, en inglés. Es importante saber qué hacer en caso de ser víctima de extorsión en línea o violación de datos, qué medidas de protección han usado o recomiendan otras personas para mantenerse seguros.

¿Tu escuela o institución tiene algún programa de información sobre seguridad cibernética? ¿Qué medidas has tomado para proteger tus datos en línea? Comparte tu experiencia y recomendaciones.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/ciberataques-universidades

Imagen: cocoparisienne en Pixabay

Comparte este contenido:

Feminismo y generismo

Por: Victoria Sendón de León

Es una buena noticia que el Feminismo se encuentre en la cresta de la ola del debate, porque toda polémica nos obliga a esclarecer y conceptualizar muchas de las contradicciones ocultas tras postulados aparentemente lógicos, pero que no lo son, lo cual nos obliga a poner al descubierto sus falacias. Es curioso que un fenómeno reciente, que se ha incrustado en el movimiento feminista como si fuera algo propio, está a punto de conseguir que IU expulse al Partido Feminista de España de su coalición, un referente para el movimiento feminista desde los años 80. Me refiero a la plataforma “trans” dentro de las siglas LGTBIQ+ (de momento) Y no digo que el transformismo sea reciente, pero sí como movimiento reivindicativo. Me parece muy justo que se hayan organizado y luchen por sus derechos, tanto como por salir a la luz con dignidad y sin tener que esconderse en las cloacas de una sociedad bienpensante.

Dicho esto, aclaro que si el concepto de género nos sirvió para analizar los roles que mujeres y hombres adoptamos según el tipo de sociedad que nos culturiza, ha terminado por retorcerse hasta constituir el concepto central en la teoría feminista de la pasada “tercera ola”. Usurpó un lugar que no le correspondía, desplazando al sexo, que pasó a formar una entelequia performativa sin existencia alguna fuera del lenguaje. Si el sexo no existe, tampoco existen hombres ni mujeres, sólo género, géneros infinitos según los deseos de cada quien.

En esta situación hay que empezar a deslindar conceptos y derivaciones de ellos. El feminismo es un movimiento político de emancipación colectiva de las mujeres, originado por su situación de opresión y subordinación a lo largo de la historia. Hemos tomado conciencia de esta injusticia y ello ha generado una lucha que afecta a todas las mujeres, mientras que el generismo es una cuestión particular y privada, por el que ciertas personas se consideran nacidas en un cuerpo equivocado o que son “no binarias”, es decir, que no se adaptan a la imposición de tener que pertenecer a un sexo/género o a otro, decidiendo sobre la marcha qué son, de acuerdo con “lo que se sienten”. Pero lo que sienten no es una categoría política ni universal. Si quieren ser queer y cambiar de género como de camisa… está bien, pero ¿qué tiene que ver eso con el feminismo? Este último es un asunto político y lo primero, particular, psicológico si se quiere. Cuando Kate Millet apuntó muy acertadamente que “lo personal es político”, se refería a las reivindicaciones feministas que habían sido definidas como privadas cuando se trataba de temas generales que afectaban a las mujeres y, por tanto, temas políticos. No se puede legislar para casos privados ni para sentimientos.

Identificarse con un tipo de personalidad o con otro ya lo definió Jung como resultado de la influencia de los arquetipos, aunque se trataba de una identificación psicológica hasta llegar al self, el sí-mismo más profundo. Ya lo dijo Nietzsche: “Sé quien eres”, y escribió todo un libro, Ecce homo, para explicar cómo se llega a ser quien uno es. Es un camino largo y arduo, lleno de laberintos, recovecos, noches oscuras y fastuosos amaneceres. Pero díganme si una criaturita de ocho años, a la que no se le han desarrollado ni de lejos los lóbulos frontales, que dan un cariz de racionalidad a nuestros juicios y constituyen el centro ejecutivo de la personalidad, y que no llegarán a su cenit hasta los 25 años, puede tomar ya una decisión a futuro tan definitiva que le llevará a tener que hormonarse de por vida e inhibir su sexo de niño para ser algo que ni siquiera sabe qué es y nunca lo sabrá. Y esto sin asesoramiento psicológico, y esto con el beneplácito de los padres, y esto aplaudido por un Parlamento como si fuera la revelación de un mundo nuevo. Y esto como ejemplo y soporte para una ley “trans”, que preparan partidos que se creen muy progres y que mezclan churras con merinas -como feminismo y LGTBIQ- sin darse cuenta de que con la “proliferación de los géneros” se despeja a corner el sexo mujer, se afianzan los estereotipos que nos hemos empeñado en desterrar (los trans suelen ser más femeninos que cualquier fémina) y se invade el campo propio del feminismo despojándolo de sentido.      

con la “proliferación de los géneros” se despeja a corner el sexo mujer, se afianzan los estereotipos que nos hemos empeñado en desterrar (los trans suelen ser más femeninos que cualquier fémina) y se invade el campo propio del feminismo despojándolo de sentido.      

El error original es que un feminismo oficialista y académico ha empleado la palabra “género” para todo: violencia de género, perspectiva de género, leyes de género, experta en género, etc. convirtiendo a la mujer en un concepto vacío. Y al feminismo en la mera consecución de una igualdad formal sin cuestionar el modelo. Pero lo más absurdo es que parte del feminismo haya acogido a todo el LGTBIQ+ como su hijo bienamado, cuando a ellos las feministas les importamos un bledo. El argumento, muy femenino y maternal, que me dio una de ellas era que “ellos han sufrido mucho”. Vale: incorporemos a todo el mundo sufriente. No íbamos a caber. Si algún o alguna “trans” quieren pertenecer al movimiento feminista, estupendo, pero no porque su transexualidad sea un tema feminista en sí. Últimamente su “asunto” acapara todos los debates. Y, claro, estamos perdiendo un tiempo precioso en tratarnos de defender de acusaciones de transfobia cuando, sin complejos, como Lidia Falcón, intentamos, honestamente, aclarar conceptos. O, simplemente, decir lo que pensamos.

Todos y todas nacemos de mujer, de una mujer que es madre.

Cada persona es única e irrepetible y, por tanto, no hay que coaccionarla en un sentido u otro. No haría falta ser “trans” para sentirse bien en la propia piel. Es lo que afirmaba Miquel Missé (una mujer trans hacia hombre) que si no hubiéramos tenido ausencia de referentes de mujeres masculinas, tal vez ella no hubiera tenido que transformarse en él. Memoria histórica feminista es lo que hace falta. Hubo cantidad de mujeres guerreras, filósofas, exploradoras, científicas o escritoras enterradas en un olvido culpable. Y para los niños igual. Muchos artistas han sido homosexuales o se vestían de mujer sin tener que renunciar a su sexo. Hay que conseguir que las niñas más masculinas y los niños más femeninos puedan encontrar referentes valiosos en su historia y en su cultura y puedan ser ellas y ellos mismos sin que tengan que sufrir bullying en el colegio, pudiendo además ser llamados como gusten. De todos modos, hablar de niñas masculinas y niños femeninos es un equívoco, pues son simplemente modos diversos de ser niño y modos diversos de ser niña sin tener que cambiar de sexo. En esos modos radica la diversidad.

hablar de niñas masculinas y niños femeninos es un equívoco, pues son simplemente modos diversos de ser niño y modos diversos de ser niña sin tener que cambiar de sexo. En esos modos radica la diversidad.

Lo que está sucediendo en torno a este tema es todo un despropósito que sólo se explica cuando intereses muy poderosos están detrás mientras hacen caja, claro. Lo que no me acaba de cuadrar es que partidos de izquierda y algunas feministas estén tan desorientados. Se olvidan de que el género es lo que deseamos desterrar definitivamente y conseguir así la libertad de las mujeres en su propia realización. Y, sin embargo, el o la “trans” inciden tanto en reproducir un “género”, que están dispuestos a cambiar de sexo incluso. Las feministas liberándonos del género y los trans empeñados tanto en él que pueden pasar su vida hormonándose. ¿Cómo van a converger estos dos movimientos? Ambos muy respetables, pero cada uno debe ir por su camino. Incluso es posible que nos tengamos que enfrentar si se da la opción de ser “madres” comprando vientres de mujeres explotadas. O si son madres auténticas, pero designadas como “progenitor gestante”, negando de nuevo el sexo mujer y la realidad de que todos y todas nacemos de mujer, de una mujer que es madre.

Me parece una total injusticia y falta de perspectiva de IU el querer demonizar al Partido Feminista, pero yo le diría a Lidia Falcón que no se preocupe, que ahora sí tendríamos a quien votar muchas feministas, separada ya de estructuras tan patriarcales. Sería una buena lección y un buen aprendizaje político. Si te “botan”, te “votamos”.

Fuente: https://tribunafeminista.elplural.com/2019/12/feminismo-y-generismo/

Comparte este contenido:

La más alta tasa de suicidios del mundo

Por: Helen Epstein

Sam estaba haciendo tostadas hacia las 6 de la mañana cuando notó la rendija de luz por debajo de la puerta del baño. Pasaron los minutos, pero nadie parecía entrar y nadie salió. En un sueño de esa noche, su esposa, Maureen, había oído a alguien decir el nombre de su hija Sarah, y ella se dio cuenta de lo que había pasado tan pronto como Sam la despertó. Apoyada en la pared, se acercó al baño. Y luego vio a Sarah colgada en la ducha, muerta con diecisiete años.

La niña, me dijo Maureen [1], acababa de regresar de visitar a unos parientes en otra aldea y había pasado la tarde anterior clasificando la ropa que quería regalar. Luego, la familia se fue a la carnicería y comieron algo de foca cruda sentados en el suelo de la sala de estar, a la manera tradicional de los inuit. Después, Sarah se puso algo de maquillaje y salió. Acababa de romper con un novio mayor que ella y que sus padres no aprobaban, pero habían tenido ya tantas discusiones que Maureen no se atrevió a preguntar adónde iba.

Si Nunavut, el territorio semiautónomo canadiense que alberga a unos 28.000 indígenas inuit, fuera un país independiente, tendría la tasa de suicidio más alta del mundo. La tasa de suicidio en Groenlandia, cuya población es mayoritariamente inuit, es de 85 por cada 100.000 habitantes; la siguiente más alta es la de Lituania, con 32 por cada 100.000 habitantes. La tasa de Nunavut es de 100 por 100.000, diez veces más alta que la del resto de Canadá y siete veces más alta que la de los Estados Unidos. Cuando visité la capital de Nunavut, Iqaluit, en julio, prácticamente toda la gente inuit que conocí habían perdido al menos a una persona de su familia por causa del suicidio, y hubo quien relató hasta cinco o seis suicidios familiares, además de los de amistades, personas próximas del trabajo y otras personas conocidas. Tres personas en mi pequeño círculo de contactos perdieron a alguien cercano a ellos debido a suicidio durante mi visita de nueve días. Las personas que conocí llamaban mi atención sobre la gente que pasaba por la calle: “su hermano mayor también”, “su hijo”. Casi un tercio de los inuits nunavut han intentado suicidarse, y la mayoría de los inuits que conocí me confesaron, sin que yo se lo pidiera, que lo habían hecho al menos una vez.

Dos libros recientes, Too Many People: Contact, Disorder, Change in an Inuit Society, 1822-2015 (Demasiada gente: Contacto, Desorden, Cambio en una Sociedad Inuit, 1822-2015) de Willem Rasing y The Return of the Sun: Suicide and Reclamation Among Inuit of Arctic Canada (El Regreso del Sol: Suicidio y recuperación entre los inuits del Ártico Canadiense) de Michael Kral, remonta los orígenes de la crisis suicida en Nunavut hasta mediados del siglo XX, cuando estos pueblos tradicionalmente nómadas se trasladaron de sus territorios a las ciudades. Hasta entonces, el suicidio era algo raro, y entre los jóvenes, casi desconocido.

Los Inuit emigraron a través del estrecho de Bering desde lo que hoy es Siberia y en el año 1000 d.C. se establecieron en lo que hoy es el noreste de Canadá. En la larga oscuridad invernal, el viento es tan fuerte que al soplar la nieve puede extraer sangre de la piel expuesta, y la temperatura a veces desciende a -60º Fahrenheit. En verano, los enjambres de mosquitos pueden desangrar a un caribú. Nada crece excepto las bayas, el musgo y las flores silvestres, por lo que los inuit cazaban focas, peces, aves, osos polares, caribúes, morsas y ballenas. Hacían casas de nieve, pieles y musgo, y usaban ropa de piel cosida con hilos de tendones y agujas talladas con astillas de hueso de morsa. Construyeron trineos de cornamentas, con pescado congelado envuelto en piel de foca para los corredores, e ingeniosas gafas con ranuras talladas en huesos de caribú que los protegían de la cegadora luz reflejada en la nieve.

Pero la característica más notable de los Inuit puede que haya sido en el ámbito de las relaciones interpersonales. Hasta la llegada de los misioneros a finales del siglo XIX, no tenían lengua escrita, por lo que todo lo que se conoce de su cultura antes de esa época proviene de las observaciones de exploradores y etnógrafos y de los recuerdos de los Inuit más antiguos transmitidos de generación en generación. Todas estas fuentes coinciden en que la sociedad tradicional Inuit era notablemente pacífica y libre de conflictos en su seno.

“Las diferentes familias parecen vivir siempre en buenos términos”, escribió el explorador británico Sir William Parry, que pasó ocho meses entre los inuit de la isla de Baffin a partir de 1821. “Las pasiones más turbulentas que… normalmente crean tanto caos en el mundo, parecen raramente exaltarse en los pechos de estas gentes” Los niños inuit eran “afectuosos, apegados y obedientes”, coincidió Sir John Ross, quien llegó unos años después. “Esta gente había alcanzado la perfección de la felicidad doméstica que rara vez se encuentra en ningún lugar.” Si surgieran conflictos, los responsables recibirían el consejo de sus mayores, y si eso no funcionaba, se organizarían duelos de canto en los que las partes descontentas aliviarían la tensión burlándose unas de otras.

Hoy en día, el homicidio, la violencia doméstica, el abuso infantil, el vandalismo y el alcoholismo, así como el suicidio, son trágicamente comunes entre los inuit. El fin de semana que llegué a Iqaluit, con una población de 7.740 habitantes, hubo un asesinato y cuatro incendios, tres de los cuales habían sido provocados deliberadamente. Una pareja que se peleaba, con el hombre sangrando por la cabeza y la mujer que lo maltrataba, casi me atropellan en una tienda una tarde. Una maestra me dijo que es habitual que los niños enfadados lance sillas por el aula. Según Rasing, más de la mitad de la población consume drogas, principalmente marihuana, pero también sustancias más fuertes, incluyendo cualquier cosa que se pueda inhalar: líquidos inflamables, pintura en aerosol, esmalte de uñas y gasolina.

La mayoría de los inuit se dedican a la venta, el arte, son funcionarios del gobierno, etc., respetuosos de la ley, pero los índices relativamente altos de violación de la propiedad, daños contra sí mismos y contra otros, perpetrados por una minoría, suscitan cuestiones urgentes sobre lo que sucedió con esta cultura que antes era sólida y pacífica. Todo el mundo está de acuerdo en que el problema comenzó en la década de 1950, pero existe un gran desacuerdo entre el gobierno canadiense y la mayoría inuit en cuanto a lo que sucedió exactamente y por qué.

El gobierno canadiense sostiene que a finales del siglo XIX, muchos inuit llegaron a depender en gran parte del dinero del comercio de pieles, lo que les permitió comprar productos como harina, azúcar, armas y cuchillos, al tiempo que mantenían su estilo de vida nómada tradicional. El colapso del comercio de pieles durante la Gran Depresión, junto con la reducción cíclica de las poblaciones de las presas de caza, provocó penurias, incluso casos de hambruna y malnutrición. Muchos inuit también sucumbieron a la tuberculosis, el sarampión y otras enfermedades infecciosas introducidas por el contacto con los blancos. Quienes cayeron enfermos fueron trasladados por vía aérea a hospitales en el sur de Canadá, donde a veces estuvieron confinados durante meses o años sin contacto con sus familias. Algunos nunca regresaron.

La opinión pública canadiense exigió una intervención humanitaria, por lo que el gobierno construyó casas para los inuit alrededor de los antiguos puestos comerciales en las décadas de 1950 y 1960. Se construyeron clínicas, escuelas, oficinas gubernamentales y tiendas, y algunos inuit fueron empleados como pescadores, oficinistas, limpiadores, recolectores de basura y cocineros; otros recibieron ayudas sociales del Estado. A finales de la década de 1960, prácticamente todos los inuit se habían mudado a las ciudades.

La mayoría de los inuit ven de manera muy diferente este período. Su versión comienza poco después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos y Canadá establecieron conjuntamente una línea de estaciones de radar a través del Ártico para espiar a los soviéticos y vigilar los cielos en busca de posibles ataques a través del Polo Norte. El gobierno canadiense, deseoso de impedir que Estados Unidos reclamara la soberanía sobre esta zona potencialmente rica en minerales y gas natural, estableció apresuradamente ciudades y obligó a los inuit a establecerse en ellas. Los inuit de más edad cuentan que recuerdan como agentes de policía armados llegaron a sus campamentos sin avisar y ordenaron a todos que se fueran. Los perros de trineo, incluso los sanos, fueron sacrificados ante los ojos de sus dueños.

“Una familia que conozco estaba sentada en su casa en la ciudad cuando la Real Policía Montada Canadiense (RCMP) apareció y disparó a todos sus perros”, dijo Alice, quien recogió testimonios para una investigación iniciada por los inuit sobre los asesinatos de perros. “Incluso dispararon al espacio bajo el suelo, justo donde la familia estaba sentada.”

El gobierno reconoce que miles de niños inuit, algunos de tan sólo cinco años, fueron enviados a internados o a escuelas residenciales, donde se les separó de sus familias, se les dieron nombres de pila y números de identificación, se les castigó por hablar su lengua materna inuktitut, se les exigió que usaran ropa occidental y se les enseñó un plan de estudios canadiense que no tenía ninguna relevancia para el mundo en el que habían nacido. Muchos también sufrieron maltrato físico y abusos sexuales por sus maestros. Algunos fueron a las escuelas voluntariamente, pero se informó a muchas familias reacias que si no enviaban a sus hijos a la escuela, se les negarían los beneficios de las ayudas sociales del gobierno o el crédito para el comercio de pieles, y tuvieron que entregarlos con lágrimas en los ojos.

Los recuerdos de estos horrores persiguen las vidas de los Inuit de hoy en día. Una anciana contaba como le aterrorizaban los maestros de su escuela residencial. Cuando estaba en tercer grado, se le pidió que escribiera la respuesta al problema 5 x 3 en la pizarra. “Ni siquiera había terminado de escribir el número 12 cuando la maestra me golpeó tan fuerte que salí volando por toda la sala”, dijo. Luego la golpeó de nuevo. Sólo se detuvo cuando vio que le sangraba la nariz.

En todo el Canadá, unos 150.000 niños de las Naciones Originarias, inuit y otros niños aborígenes asistían a escuelas residenciales. Algunos lograron superarlo, pero miles murieron de enfermedades y hambre a un ritmo comparable al de los soldados canadienses durante la Segunda Guerra Mundial. El gobierno canadiense ha pagado más de 3.000 millones de dólares canadienses en concepto de indemnización a decenas de miles de personas que fueron antiguo alumnado y sufrieron abusos sexuales o malos tratos físicos graves en las escuelas. En un informe de 2015 de una comisión de la verdad y la reconciliación que examinó los abusos en las escuelas residenciales, el funcionariado canadiense admitió que el efecto de las escuelas en las culturas aborígenes equivalía a una forma de genocidio.

Los suicidios en la población inuit siguieron siendo raros mientras que los peores de estos abusos estaban en curso. Según el investigador de la Universidad de Saskatchewan Jack Hicks, que preparó un informe sobre el tema, durante la década de 1960 sólo hubo un suicidio en lo que ahora es Nunavut (una vez que formó parte de los Territorios del Noroeste de Canadá, se convirtió oficialmente en un territorio separado en 1999) [2]. Pero a medida que los hijos de las personas que vivieron la mudanza a las ciudades se convirtieron en adolescentes en la década de 1980, comenzaron a quitarse la vida en grandes cantidades. En 1973, la tasa de suicidio en Nunavut era de 11 por cada 100.000 personas, más o menos la misma que en el resto de Canadá. Para 1986, se había cuadruplicado, y para 1997 se había multiplicado por diez, a 100 por 100.000. La mayor parte del aumento se debió a un aumento de los suicidios entre los jóvenes de 15 a 24 años. A principios de la década de 2000, la tasa de suicidio en este grupo alcanzó un máximo de 458 por cada 100.000 personas; desde entonces, ha descendido a alrededor de 270 por cada 100.000 personas. Durante este período, la tasa de suicidio entre los jóvenes canadienses en general se mantuvo por debajo de 20 por cada 100.000 habitantes.

¿Cómo se transmite el trauma de una generación a otra? ¿Cómo afectan nuestras experiencias la vida emocional de nuestros hijos y nietos? La respuesta no es obvia. Los esclavos africanos se quitaron la vida en grandes cantidades, especialmente en los barcos que se dirigían a Estados Unidos y cuando llegaron por primera vez [3], pero a pesar de la segregación, la brutalidad policial, el encarcelamiento masivo y otros atropellos, la tasa de suicidio de los afroamericanos ha sido sistemáticamente inferior a la de los blancos estadounidenses desde que se inició el mantenimiento de registros en la década de 1930 [4]. La etnia judía de la Europa ocupada por el nazismo también sufrió suicidios en grandes cifras, dentro y fuera de los campos de concentración [5]. Pero sus descendientes no tienen más probabilidades de suicidarse que los de judíos que vivían fuera de las tierras ocupadas por los nazis en ese momento [6].

Sin embargo, ciertos grupos, como entre aborígenes australianos, maoríes de Nueva Zelanda e inuit de Alaska, Groenlandia y Canadá, junto con otros grupos de nativos americanos, son particularmente propensos al suicidio juvenil, generación tras generación. La gente en cada sociedad se quita la vida por miles de razones, y obviamente es arriesgado generalizar. Ciertamente, los problemas de salud mental como la depresión, la ansiedad, el abuso de sustancias y la esquizofrenia son factores de riesgo importantes para el suicidio en todas partes. Pero estos trastornos a menudo tienen causas sociales, y vale la pena preguntarse si hay alguno que pueda ser responsable de las altas tasas de suicidio entre estas personas [7].

Una pista es que virtualmente todos estos grupos vivieron hasta hace poco en pequeñas comunidades de una o unas pocas familias extendidas y luego sufrieron una transición forzada, rápida y desgarradora a la vida moderna. Dominar la tecnología -teléfonos, coches, ordenadores, etc.- era fácil, pero la adaptación psicológica y emocional ha sido mucho más difícil. Tanto Rasing como Kral cubren esta transición con gran detalle, pero no transmiten su impacto emocional porque, quizás por razones de confidencialidad y reserva académica, sus relatos de la vida individual de los inuit son breves y superficiales. Sus libros contienen muchas estadísticas, así como descripciones convincentes de cambios abstractos como la “ruptura del control social” y “la dinámica de la transformación social inuit”, pero sin historias personales, es difícil ver de qué se trataba.

Para una perspectiva más profunda de lo que podría haber sucedido, es útil recurrir a la notable monografía de 1970 del antropólogo Jean Briggs titulada Never in Anger (Nunca con ira): Retrato de una familia esquimal, uno de los últimos relatos de primera mano sobre la vida de los inuit antes de su asentamiento. Briggs sugiere que la ecuanimidad que tanto afectó a Parry y a otros fue producida por patrones de pensamiento y comportamiento, en particular la consideración por los demás y una tendencia a privilegiar el bienestar del grupo por encima del propio individual, que puede haber sido esencial para la supervivencia de los inuit en la tierra, pero que podría haberlos hecho especialmente vulnerables a las dificultades emocionales una vez que se establecieron en las ciudades.

En 1963 Briggs, que entonces tenía 34 años, se dirigió a Gjoa Haven, un puesto comercial en lo que hoy es Nunavut, con el objetivo de estudiar la comunidad ártica más remota que pudo encontrar. La antropología anterior había documentado la cultura material inuit: cómo cazaban, construían iglús y confeccionaban ropa, así como sus creencias religiosas y cosmológicas. Pero Briggs era parte de una escuela de antropología que sostenía que así como las diferentes culturas tenían música, alimentos y rituales diferentes, también expresaban diferentes repertorios de emociones. Durante diecisiete meses, Briggs vivió con un hombre llamado Inuttiaq, su esposa e hijos, montando una tienda de campaña junto a la suya en verano y compartiendo su iglú en invierno. Al principio, le preocupaba vivir en lugares tan cercanos con gente cuya cultura era tan diferente a la suya, pero como otros observadores, se sintió rápidamente seducida y conmovida por la tranquilidad de la vida doméstica inuit: “La calidez humana y la paz de la casa, y la asombrosa sensibilidad de sus miembros a los deseos no expresados, crearon una atmósfera en la que la privacidad de mi tienda de campaña llegó a parecer en la memoria algo estéril”.

Esta superficie pacífica, descubriría Briggs, estaba sostenida por un poderoso sistema de control emocional y regulación social. Las expresiones de enojo, conmoción, ardor romántico y otros sentimientos fuertes estaban casi ausentes de la vida diaria, excepto entre los niños muy pequeños. Un informante incluso negó que la lengua inuit tuviera una palabra para odio, aunque por supuesto que lo tiene. La hija mayor de la familia anfitriona de Briggs fue una de las primeras niñas en asistir a una escuela residencial. Cuando regresó para el verano, trajo historias de horror de un “extraño mundo [blanco] donde la gente siempre está ruidosa y enojada…, donde golpean a sus hijos, dejan que los bebés lloren, besan a los adultos y hacen mascotas de perros y gatos”.

Los niños aprendieron a manejar sus sentimientos a través de lo que Briggs describe como un proceso de entrenamiento de peso emocional. Los niños pequeños eran mimados, adorados y rara vez disciplinados, pero también eran objeto de bromas por parte de los padres y otros adultos que deben haber sido confusos y aterradores para ellos:

¿Por qué no matas a tu hermanito?

¿Por qué no te mueres para que pueda quedarme con tu camisa nueva?

¿Dónde está tu padre? [a un niño adoptado]

Tu madre se va a morir, se ha cortado el dedo, ¿quieres venir a vivir conmigo?

Un adulto nunca haría tales preguntas cuando un niño está molesto, y se detendría y ofrecería un abrazo ante los primeros signos de angustia. Briggs interpretó estos intercambios como una inmunización contra la insensibilidad de los demás y las desgracias y desilusiones ordinarias de la vida. “Los adultos estimulan a los niños a pensar presentándoles problemas emocionalmente poderosos”, escribió. El objetivo era la fuerza emocional y la racionalidad. En un entorno difícil, la comprensión y la confianza mutuas son esenciales para la supervivencia. Una persona infeliz es peligrosa.

Como Briggs pronto aprendería por las malas, todos estaban en guardia contra el más mínimo aumento de la temperatura emocional. Sus anfitriones eran cazadores de zorros que comerciaban con blancos en un pueblo a varios días de distancia en trineos de perros desde su campamento de invierno. El pan frito hecho de harina comprada en la tienda era un gran manjar, y un día, mientras Briggs preparaba unos con otros, un trozo de masa se le escapó del cuchillo y cayó al fuego. “¡Maldición!”, dijo en voz baja.

Durante los días, semanas y meses siguientes, Briggs notó un cambio en el comportamiento de la familia. Vinieron a visitar su tienda con menos frecuencia y se fueron rápidamente cuando lo hicieron. Parecían aún más solícitos de lo habitual, como si estuviera afligida por algún tipo de enfermedad. Se aseguraron de que estuviera abrigada y que tuviera suficiente para comer, pero no la invitaron a ir a pescar. Poco a poco se dio cuenta de que la estaban condenando al ostracismo, no sólo por el incidente del pan frito, sino por otros momentos de irritación, como cuando Inuttiaq insistió en dejar abierta la puerta del iglú, lo que hizo que hiciera demasiado frío para que Briggs escribiera sus notas de campo.

Imaginen la conmoción de estas personas educadas y dignas cuando algunos oficiales de la Policía Montada del Canadá mataron a sus perros y les ordenaron entrar en los asentamientos, cuando algunos maestros de escuelas residenciales abusaron de ellos y otros poderosos qallunaats -como se conoce a los blancos en el idioma inuktitut- los insultaban y trataban con condescendencia. Muchos de los niños de la escuela residencial, en particular, volvieron enojados y alienados. El entrenamiento emocional que habían recibido cuando eran niños no era rival para la arrogancia, la insensibilidad y la estupidez, por no hablar de la brutalidad, que encontraron en el mundo qallunaat. Sin un lenguaje que describa su dolor y soledad, se alejaron de sus familias.

La estudiante de la escuela residencial de la familia con la que vivía Briggs evitaba a sus padres y atormentaba a su hermanita, pisándole deliberadamente los dedos de los pies, arrebatándole juguetes y haciéndola llorar. Cuando se le pidió que hiciera algo, se hizo la sorda. Cuando eran adultos, muchos de los antiguos alumnos de las escuelas residenciales recurrieron al alcohol para domar su confusión emocional. Sus hijos, criados en los decenios de 1970 y 1980, escaparon en gran medida de las escuelas residenciales, que ya estaban siendo reemplazadas por escuelas comunitarias. Pero sus padres nunca habían logrado aceptar su propia ira y dolor, y a menudo estaban borrachos y eran violentos. De esta manera, nació la primera generación de suicidas, y sus hijos a su vez continúan la tendencia.

Para La vuelta del sol, Kral entrevistó a docenas de jóvenes inuit que habían intentado suicidarse. La mayoría le dijo que trataron de quitarse la vida después de una pelea con una pareja romántica. Los informes del forense de la década de 1990 también encontraron que alrededor del 70 por ciento de los suicidios ocurrieron después de una ruptura romántica y otro 20 por ciento mientras se esperaba un juicio por un presunto delito, en su mayoría allanamiento y consumo de marihuana. Estos problemas ordinarios ocurren en todas partes. ¿Por qué es más probable que los jóvenes inuit que los experimentan recurran al suicidio?

“La teoría que tengo es que los [inuit] que se suicidan lo hacen para proteger a la comunidad”, me dijo Bonnie, una funcionaria del gobierno inuit.

Cuando vivíamos en grupos pequeños, teníamos un contrato de supervivencia. Viviste para el colectivo, no para ti mismo. Estamos juntos en esto. Los niños están condicionados a estar tranquilos. Si alguien explota, esa persona es una amenaza para todos. Entonces [el que explota] piensa: “Todo el mundo estará mejor sin mí. Soy un problema porque no puedo manejar mis emociones”. Es difícil quitárselo de la cabeza, porque estamos condicionados a no ser una carga para los demás.

No hay respuestas sencillas a la crisis suicida de Nunavut. El penúltimo capítulo de El Regreso del Sol describe un centro de ocio que Kral ayudó a establecer con un grupo de jóvenes inuit en la ciudad donde hizo su investigación. Afirma que, si bien funcionó, el número de suicidios en ese país se redujo a cero. Los datos de la oficina del forense citados por Jack Hicks indican que este no es el caso. De manera similar, un reportaje de ESPN de 2005 afirmó que el número de suicidios de adolescentes en la ciudad de Nunavut de Kugluktuk también cayó a cero después de que un profesor visitante lanzara un popular equipo deportivo de lacrosse. De hecho, hubo veintiún suicidios entre personas de 13 a 56 años en Kugluktuk en la década siguiente. Estas comunidades son tan pequeñas -el promedio de la población es de alrededor de 1.500 habitantes cada una- que las tasas de suicidio pueden variar de un año a otro debido a la casualidad. Una comunidad de alto nivel de suicidio puede no tener suicidios durante varios años, lo que crea una ilusión temporal de éxito, incluso cuando la tendencia a largo plazo es estable o va en aumento.

En 2017, el gobierno de Nunavut lanzó una estrategia integral de prevención del suicidio que incluye servicios de salud mental, programas de infancia temprana, programas de concienciación comunitaria, programas contra la intimidación, centros juveniles, asistencia para la vivienda, reducción de la pobreza, prevención de la delincuencia y el abuso de sustancias, y muchas otras iniciativas. Se ha demostrado que estos enfoques multifacéticos reducen los suicidios en otras comunidades, como los apaches de las Montañas Blancas en Estados Unidos, y hay motivos para creer que la nueva estrategia de Nunavut ayudará.

El invierno pasado, la estación de radio local de Iqaluit emitió un programa de llamadas sobre el suicidio. Alice, cuyo hijo Martin se quitó la vida en 2018, llamó para decir que la comunidad necesitaba más consejeros, y si no había suficientes, entonces la gente debía formar sus propios grupos de apoyo. “Hablar es parte de la curación”, me dijo. “La gente ha estado callada durante demasiado tiempo». Alice misma había sido agredida sexualmente cuando tenía siete años -no habló de las circunstancias- y cree que se habría convertido en una borracha en la calle si no fuera por la asistencia que tuvo que finalmente recibió a los veinte años.

Otros oyentes llamaron para decir que apoyaban la idea de Alice. Elisapee Johnston, que trabaja para el Consejo Embrace Life (Abraza la Vida), una ONG local financiada bajo la nueva estrategia de prevención del suicidio. Encontró a Alice, y las dos mujeres acordaron trabajar juntas. En la primavera, lanzaron un grupo de duelo que se reúne semanalmente en la oficina del Consejo Embrace Life en el centro de Iqaluit. Cualquier persona que haya perdido a alguien por suicidio, o que simplemente esté preocupado por ello, es bienvenida. “La gente joven necesita de verdad tener habilidades para sobrellevar la situación”, insiste Alice; pero lograr que la gente asista a las reuniones ha sido un desafío. “La gente se acerca y me abraza en la calle y me dice: Gracias, gracias por todo lo que estás haciendo, pero sólo cuando están borrachos”.

No es la forma en que los inuit hablan de sí mismos. Otra anciana inuit me dijo que cuando mataron a los perros de su familia, nadie lo discutió: “Deben haber estado enfadados, pero no lo demostraron.” Durante años, había enseñado en la escuela primaria, pero se opuso a los elementos del plan de estudios canadiense. “Tuve que enseñar una unidad didáctica de guardería llamada Todo Sobre Mí. En nuestra cultura, se supone que ese grupo de edad piensa en los demás”. Una antropóloga que conocí me dijo que había tenido dificultades para reunir testimonios de inuit sobre traumas y que no llenaban más de media página. Tal modestia y discreción es estimulante en estos tiempos de semejante orientación hacia el ego, pero si la gente no habla de sí misma, es difícil ver cómo se las arreglan para darle sentido a sus sentimientos.

Alice y Elisapee no se rinden. Pueden animarse con la experiencia de otros grupos traumatizados, incluidos los afroamericanos y los descendientes de los sobrevivientes del Holocausto, que, aunque están desproporcionadamente sujetos a algunos problemas de salud mental, tienen tasas de suicidio relativamente bajas. ¿Qué les permite aguantar? Cabe destacar que el duelo, el compartir experiencias de sufrimiento personal y la búsqueda continua de una tierra prometida son parte integral de las religiones y culturas de ambos grupos. También lo es la creencia de que la ira a veces está justificada, y que vivir, por duro que sea a veces, es también una forma de desafío.

Notas:

[1] Debido a la naturaleza sensible de este material, la mayoría de las fuentes inuit pidieron que no se utilizaran sus nombres reales. La investigación para este artículo fue apoyada por el Pulitzer Center on Crisis Reporting.

[2] Durante la década de 1960, el antropólogo Asen Balikci reportó una tasa muy alta de suicidio juvenil entre los inuit de Pelly Bay, donde llevó a cabo una investigación etnográfica. Sin embargo, según Hicks, no hay evidencia que apoye esta afirmación en los registros detallados de los misioneros, o en la oficina del forense. Véase Jack Hicks, Statistical Data on Death by Suicide by Nunavut Inuit, 1920 to 2014 (Nunavut Tunngavik Incorporated, 2015), y “Toward More Effective, Evidence-Based Suicide Prevention in Nunavut” en Northern Exposure: Peoples, Powers and Prospects in Canada’s North, Vol. 4, editado por Frances Abele, Thomas J. Courchene, F. Leslie Seidle y France St-Hilaire. (McGill-Queen’s University Press, 2009).

[3] Véase Terri Snyder, The Power to Die: Slavery and Suicide in British North America (University of Chicago Press, 2015).

[4] Véase John L. Macintosh, “Trends in Racial Differences in US Suicide”, Death Studies, Vol. 13, No. 3 (1989).

[5] Ver Marzio Barbagli, Farewell to the World: A History of Suicide, traducido por Lucinda Byatt (Polity, 2015), p. 134; y David Lester, “The Suicide Rate in the Concentration Camps Was Extraordinary High: A Comment on Bronisch and Lester”, Archives of Suicide Research, Vol. 8, No. 2 (enero de 2004).

[6] Véase Itzak Levav y otros, “Psychopathology and Other Health Dimensions Among the Offspring of Holocaust Survivors: Resultados de la Encuesta Nacional de Salud de Israel”, The Israel Journal of Psychiatry and Related Sciences, febrero de 2007.

[7] Véase Richard Bentall, La locura explicada: Psicoanálisis y Naturaleza Humana (Penguin, 2002).

Fuente: https://www.nybooks.com/articles/2019/10/10/inuit-highest-suicide-rate/#fnr-1

Traducción: Miguel Otero en https://transistemas.wordpress.com/2019/09/28/la-tasa-de-suicidio-mas-alta-del-mundo-por-helen-epstein/?preview=true

Comparte este contenido:

Violencia y transgresión de los derechos humanos en centros de detención estadounidenses

Por: Guillermo Castillo Ramírez

“ … No podemos permanecer en silencio cuando los migrantes son deshumanizados y encerrados en prisiones con fines de lucro; cuando los niños son puestos en jaulas y denegado el acceso a jabón, cepillos de dientes, e incluso pañales; y cuando nuestros colegas y los trabajadores de derechos humanos son procesados ​​en tribunales federales (estadounidenses) por proporcionar alimentos, agua y refugio a personas necesitadas…. (Swanson, 2019)”.

En memoria de Carlos Gregorio Hernández Vázquez, quien falleció en mayo de 2019, en un centro de detención migratoria en Texas, Estados Unidos. A él, como a muchos otros migrantes, los mató el desprecio y la violencia de un gobierno racista.

Violencia, migración y racismo

En el actual contexto de migración irregular hacia Estados Unidos (EU), el racismo como política migratoria promueve la criminalización (social y legal) de los migrantes forzados (principalmente centroamericanos y mexicanos), y esto funciona como motor y justificación de serias y generalizadas violaciones de los derechos humanos de los migrantes; en especial esto acontece en los centros de detención de la border patroll y de ICE. En dichos centros de detención la situación es tan grave y hay una violencia generalizada y estructural tan acentuada, que varios migrantes menores de edad han perdido la vida en dichos lugares.

El racismo, caracterizado por ser un proceso de exclusión y violencia (por tipo físico y origen étnico nacional), se ha vuelto el eje de varias decisiones en materia migratoria. A esto hay que añadir que la violencia no sólo tiene un carácter extralegal y fáctico, sino también que la ley se ha vuelto un dispositivo de discriminación utilizado para institucionalizar la criminalización del migrante. Esto se da en el marco de la política de tolerancia cero del actual presidente de EU, que se ha distinguido en los últimos años por una creciente embestida caracterizada, entre otras medidas, por los intentos reiterados de construir/expandir el muro fronterizo, el crecimiento de ICE y la border patrol, la criminalización mediática y legal de los migrantes y el aumento de las detenciones al interior de EU.

Violaciones de derechos humanos en centros de detención en EU

Para el presente año, hubo un récord en el número de migrantes detenidos durante el actual gobierno de EU. De acuerdo con datos de la ONU, para el 2019 se registraron más de 100 mil menores migrantes detenidos en EU (la mayoría de ellos centroamericanos). Y a la fecha han sido separados de sus familias más de 5,400 niños migrantes, en el contexto de los más de 200 centros de detención migratoria que hay en EU. Las violaciones a los derechos humanos en dichos centros son variadas y pueden comprender desde la alimentación precaria (con frecuencia comida rancia y echada a perder), hasta la carencia de condiciones de higiene y aseo (no hay jabón, ni pañales, las duchas no son frecuentes, en muchos centros no hay no camas y son lugares muy fríos). Tampoco cuentan los migrantes detenidos con acceso a servicios médicos, ni son atendidas sus enfermedades previas o las ocasionadas ahí debido a las adversas condiciones de vida. Asimismo, se ha documentado que los migrantes no tienen acceso al procedimiento de petición de asilo, ni a asesoría jurídica.

No obstante, las agresiones más graves son las que tienen que ver con el abuso y maltrato físico, la separación de familias, la detención de niños y menores, y sobre todo la muerte de migrantes y niños migrantes en centros de detención, derivado de la falta de atención médica. Esto es resultado del desprecio generalizado y las agresiones hacia los migrantes.

Construcción sociopolítica de la violencia

Lo previamente descrito se produce debido a varias causas. Como lo han señalado autores como Hansen (2019), los centros de detención son y funcionan como cárceles de facto, y se distinguen por unas pésimas condiciones de vida para los detenidos. Eso es debido y justificado por la condición irregular de los migrantes. Lo anterior se deriva de una percepción estigmatizada de migrantes indocumentados (estimulada por el racismo y la desinformación), percepción que contribuye a la criminalización y a volver más rígidas/punitivas las leyes.

Además, esto acontece en contextos económico/políticos de privatización de los centros de detención, que últimamente se han distinguido por severas y estructurales deficiencias en el funcionamiento (esto con la finalidad de abaratar costos). Continuando con la línea de reflexión de Hansen (2019), a esto se suman las cuestionables políticas internas y externas de los centros de detención, que se caracterizan por no cumplir los estándares normativos básicos/indispensables, la no supervisión, la no transparencia y por estar sobrepoblados. Finalmente, tampoco garantizan las condiciones para la defensa legal y el reconocimiento de los derechos de los detenidos

Todo lo anterior, tiene impactos en las condiciones de vida de los detenidos. En el rubro de la salud, la situación física y mental de los detenidos es alarmante y deplorable, no hay atención médica, tienen malos alimentos y habitan en contextos antihigiénicos e insalubres. Las enfermedades y muertes de los migrantes han sido una prueba de ello. En lo psicosocial, la separación de las familias y los menores aislados y detenidos, detonan condiciones y daños psicológicos muy graves, que pueden tener repercusiones permanentes. Y en lo económico, buena parte de los detenidos son el principal sustento económico de sus familias en sus países de origen.

Medidas para reducir la violación de los derechos humanos

Frente a esta situación, es indispensable que:

1) Los centros de detención deben ceñirse a los marcos jurídicos y estándares prescritos por la ley. Esto implica de manera urgente y obligatoria el mejoramiento de las condiciones de vida de los detenidos.

2) Se debe disminuir la detención como política migratoria y fronteriza, hay otras alternativas para los migrantes irregulares.

3) Hay que detener la criminalización socio mediática, política y jurídica.

4) Se necesitan políticas migratorias diferentes, no de seguridad nacional y basadas en el racismo, sino políticas con un eje de seguridad humana.

5) Finalmente hay que reconocer el carácter forzado de la migración irregular. Los migrantes no son criminales, sino personas en precariedad expulsadas de sus países.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=263677

Comparte este contenido:

Pisa y Paraisópolis: vitrinas de la sorda guerra de clases

Por: Mario Maestri

«¡Ama, con fe y orgullo, la tierra en la que naciste! ¡Niña, no verás ningún país como éste! ¡Buena tierra! Nunca negó a los que trabajan. El pan que mata el hambre, el techo que viste….Quien con su sudor lo hace fructífero y húmedo, ve su esfuerzo pagado, y es feliz, y se hace rico! Hija, no verás ningún país como éste: ¡Imita la grandeza de la tierra en la que naciste!”. Durante muchos años, los niños brasileños se vieron obligados a aprender de memoria y a recitar la poesía «La Patria» en escuelas privadas y públicas.

Ciento quince años después de que Olavo Bilac escribiera su oda a la patria imaginada y disfrazada – sólo 17 años después del final de la obra esclavizada -, la encuesta mundial del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA) acaba de registrar que casi el 50% de los estudiantes brasileños de bachillerato que leen la poesía «La Patria» no entenderían las areniscas de los más patrióticos de nuestros pueblos. Los resultados en matemáticas y ciencias fueron aún peores.

Estos jóvenes «analfabetos funcionales» proceden en su mayoría de familias populares. Los hijos de los ricos logran resultados superiores, pero no son muy brillantes, especialmente en los llamados países avanzados. Con algunas variaciones, los resultados medidos se acercan a los obtenidos durante el gobierno petista y los gobiernos anteriores. No son puntos fuera de la curva. Los evaluados tienen entre quince y dieciséis años, preparándose así para el mercado laboral, la mayoría, o la educación superior, la minoría.

El nombre del infierno

El domingo 1° de diciembre, la policía militar de São Paulo, bajo órdenes superiores, fue responsable de la masacre gratuita de nueve jóvenes en un baile funk en una comunidad llamada Paraisópolis, en las afueras de la megacapital. Como en los miles de casos nacionales similares, las autoridades civiles y militares «expulsaron» temporalmente de las calles a los responsables y abrieron «investigaciones» que no conducirán, como siempre, a nada. A menos que, tal vez, futuros ascensos para los directamente involucrados.

A pesar de la gravedad de lo ocurrido, salvo por error, ninguna dirigencia nacional de la oposición fue capaz de ofrecer solidaridad y exigir el castigo implacable de los responsables. Las universidades, colegios, clubes deportivos, etc. de São Paulo y Brasil no se detuvieron ni un minuto en honor de las víctimas. La gran mayoría de las asociaciones profesionales ni siquiera emitieron una declaración de protesta: historiadores, sociólogos, ingenieros, médicos, etc. Por el contrario, el día 4, la oposición pretendió -con Freixo, Fernanda Melchionna y Edmilson Rodrigues- [1] unirse al golpe y apoyó la iniciativa de Moro [paquete “anticrimen”] para aumentar la represión de la población. Hay cada vez más raras excepciones.

Los sucesos de Paraisópolis fueron clasificados en el portafolio de las actuales masacres policiales que se han venido produciendo durante décadas, y que ahora se multiplican, sin atraer la atención real de los partidos y movimientos que dicen ser de oposición, de izquierda y populares. Es comprensible. Incluso en las noticias que denunciaban esos hechos, tres palabras desarmaban cualquier sentimiento multitudinario de identificación con las víctimas, por parte de la población: era un baile funk para los jóvenes de una favela.

Nosotros y ellos

Decenas de millones de brasileños de las clases ricas, medias e incluso populares saludaron o excusaron la acción criminal de la policía militar, bajo las órdenes o protección de sus oficiales y autoridades civiles, contra jóvenes de las clases populares que se divirtieran. Los primeros se debieron al odio atávico hacia los trabajadores y los pobres, especialmente los negros, considerados enemigos de clase, que deben permanecer desorganizados, alienados y principalmente reprimidos.

La falta generalizada de empatía popular se debe a la permanente sensación de inseguridad, exacerbada por los principales medios de comunicación, especialmente en las periferias urbanas. La población teme y es comúnmente agredida por jóvenes pobres y, con frecuencia, por personas de raza negra. Igual que los millones que se van cada día a trabajar, por salarios indignos, o en busca de una ocupación, que es cada vez más rara. Jóvenes con un nivel de educación muy bajo, a pesar de tener, en el papel, un diploma completo de segundo grado.

La brecha entre los explotados y los explotadores se estrechó relativamente después de la abolición de 1888 y, algo más, con la industrialización de la década de 1930. Sin embargo, no sólo los trabajadores más explotados nunca fueron vistos como miembros plenos de la sociedad. Siempre se les consideró personas diferentes. En Brasil, la zanja profunda siempre se mantuvo, separando «nosotros» de «ellos». ¡Si no, cómo explicar que, bajo la justificación de ser imposible dar más, se pretendía, incluso en los gobiernos populares, que el trabajador viviera, como la gente normal, con un salario mínimo! Esta brecha abismal se debió y se debe a relaciones de fuerzas fuertemente desfavorables para los trabajadores y favorables para las clases explotadoras.

Atrapados en el Odio

El Brasil contemporáneo se organizó en función de las necesidades de los grandes capitales nacionales e internacionales. Se construyó un apartheid social radical que, paradójicamente, aunque siempre cuenta con el apoyo de las clases media y media alta, hoy también se está volviendo en su contra, incluso relativamente. Para los plebeyos, se han creado escuelas públicas con la función principal de mantener a los jóvenes fuera de las calles.

Es necesario mantener el control; ¡no es necesario educar!. Para las clases media y media-alta, se han organizado escuelas privadas y universidades de alto precio y calidad relativa. Muy pronto, con la privatización de las universidades federales, las clases medias ya no podrán enviar a un niño a un curso excelente, sin endeudamiento para toda la vida.

También se ha creado la medicina, que es muy cara, sobre todo para las personas mayores, que son las que más la necesitan, de calidad dudosa, y la medicina pública y gratuita, que es peligrosa y de difícil acceso para la población. La seguridad pública se ha convertido en un servicio de contención para los trabajadores, mientras que los servicios privados se pagan a un precio elevado: porteros, garajes, guardias de seguridad, aparatos electrónicos, etc.

La actual destrucción del sistema de jubilaciones afecta ahora a los empleados mejor pagados y a los trabajadores asalariados, cuando no pertenecen a los sectores militar y de justicia, por supuesto. Cada vez más, las facciones de los segmentos medio y medio-alto encuentran consuelo en su relativa e incesante disminución del odio irrestricto hacia los trabajadores, los pobres, los negros y la izquierda.

Los realmente ricos viven con sus familias en el extranjero, miles de ellos en Florida y Miami, y trabajan unos días a la semana cuando trabajan en Brasil. Todos son patriotas furiosos. Pagan una fortuna por casas milagrosas, con paredes de madera contrachapada y revestimiento de yeso. Compran millones de reales de casas en Portugal o intentan trasladarse allí para disfrutar de los servicios públicos de salud, educación y seguridad, que niegan a la población nacional, en un país con un gobierno mucho más de izquierdas que las petistas del pasado, lo que no es difícil, tenemos que estar de acuerdo.

El viaje imposible al pasado

Además de la represión militar-policial, este interminable apartheid social tenía como válvulas de seguridad su capacidad de abrir brechas, mayores o menores según la época, para que los individuos pudieran progresar socialmente debido a oportunidades, capacidades e inteligencia únicas: expansión de los agronegocios; iglesias de tragamonedas; actividades políticas y sindicales; corrupción; narcotráfico, etc.

En los últimos tiempos, algunos toques cosméticos en el despótico orden social han asumido el estatus de políticas progresistas, como las cuotas sociales, raciales y étnicas en las universidades públicas, que dejaron a las grandes multitudes populares en manos del dios dará.

Hay una gran expectativa en los medios de comunicación politizados de la oposición de que, a través de las elecciones de 2020 y 2022, las cosas volverán a ser como eran antes, o casi. Lula da Silva, el PT y sus remolcadores son una clara confirmación de esta ilusión. Uno sueña con este regreso al pasado, aunque haya tratado a las inmensas clases populares como una mala madrastra.

Pero, dicen los defensores de este retorno imposible, ya sería un alivio, aunque las clases populares ganen poco o, en algunos casos, casi nada de ello. En la vida real no es posible hacer milagros – repiten, esperando estar entre los bendecidos por el «milagro».

Saca al caballo de la lluvia. Estamos viviendo una metamorfosis estructural en el país, en el que los gobiernos de Temer y Bolsonaro funcionaron como vientres sustitutos de monstruos que pretenden vivir entre nosotros para siempre. Lo que era malo empeorará. Las escuelas públicas serán aún más degradadas, transformadas en madrasas evangélicas o cobertizos, colgadores de empleos para suboficiales retirados. La policía de la milicia recorrerá las calles, las comunidades populares, las industrias que matan, reprimen y encuentran a la población trabajadora, desempleada y pobre.

Una y otra vez matarán a un hombre rico y blanco, que será excusado, porque sabemos que, en cada guerra, siempre hay pérdidas debidas al «fuego amigo». Las clases medias y altas también tendrán que inclinar la cabeza ante cualquier sargento corporal y armado, como en los gloriosos ancianos del «Redentor».

Un país de mentirita

El golpe de 2016 vino a transformar al país en un productor de chucherías, granos, petróleo y minerales industrializados, bajo las órdenes del gran capital mundial, teniendo como gerentes locales a los generales, a los grandes jueces, a los políticos y sindicalistas de la situación y a la oposición bien educada, todos con responsabilidades compartidas y remuneraciones diversas. Esto es algo que ya podemos seguir a diario, incluso cuando la liquidación de la sociedad y de la nación está todavía incompleta.

Muchos argumentan que el camino hacia el retorno propuesto al pasado reside en el retorno de la izquierda a la periferia, donde, de hecho, nunca ha estado. El movimiento para no organizar la salida a las calles de las «masas» organizadas, es lógico. La paz» y el «amor» deben reinar entre nosotros. Por el contrario, debemos «volver a las «periferias» para garantizar buenos resultados electorales -o menos malos- en 2020. Más concejales y alcaldes por la «oposición mentirosa». Lo que, si sucede, sólo apoyará la abrumadora reconstrucción patológica del país.

Como se ha señalado, los parlamentarios «opositores» apoyan o no ven en la legislación golpista una aprobación incesante. Los gobiernos de izquierda del Nordeste suelen seguir a los golpistas, cuando no se adelantan a ellos.

No habrá solución a la triste patria, cantada en colores idílicos por Olavo Bilac en 1904, mientras los residentes, obreros, estudiantes, etc. de las periferias, favelas, escuelas públicas, fábricas, granjas, cuarteles, etc., no tomen su destino en sus propias manos, dejando a un lado a los falsos profetas que hablan en su nombre, incluso a los que vienen de sus líneas.

La barbarie seguirá arraigándose entre nosotros si los trabajadores y el pueblo no organizan la defensa de sus lugares de residencia, trabajo y ocio frente a la agresión, independientemente de su procedencia. Donde hay resistencia, en general no hay abuso. Nos sumergiremos en una barbarie sin fin si no construyen, en sus espacios sociales y geográficos, organizaciones, asociaciones, partidos, etc., realmente suyos, ordenando a políticos y líderes profesionales que canten en otras parroquias.

Si las clases trabajadoras y populares, los «ellos» de esta historia, no se hacen cargo de sus vidas, según sus necesidades, no habrá salvación para el país y también para «nosotros». No con una oración fuerte y con todos los orixás empujando al andor, con la mayor buena voluntad!

Mário Maestri es historiador y autor de «Revolución y contrarrevolución en Brasil: 1530-2019», segunda edición ampliada. https://clubedeautores.com.br/backstage/my_books/278203

Traducción: Ernesto Herrera, para Correspondencia de Prensa.

Nota  (Correspondencia de Prensa)

[1] Se refiere al paquete “anticrimen” de Sergio Moro, Ministro de Justicia de Bolsonaro. El pasado 5 de diciembre fue votado por 408 votos a favor, 9 contrarios y 2 abstenciones. La bancada del PT y los diputados del PSOL (Partido Socialismo y Libertad), Marcelo Freixo, Fernanda Melchionna y Edmilson Rodrigues también votaron a favor.  El paquete “anticrimen”, tal cual fue aprobado, permite aumentar penas para determinados delitos, así como la pena máxima. Amplia los criterios de “legítima defensa” del policía, y busca fortalecer el bárbaro y racista sistema carcelario. El argumento de Freixo, fue que sólo había dos opciones: «votar en la propuesta original o en la propuesta deshidratada».

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=263648

Comparte este contenido:
Page 810 of 2424
1 808 809 810 811 812 2.424