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La audacia en el pensamiento marxista de Samir Amín

Por: Marco A. Gandásegui h.

El gran pensador social, Samir Amín, ha fallecido. Las ciencias sociales han perdido tres figuras insustituibles en el presente año. Primero, el brasileño Theotonio dos Santos, quien inspiró a muchos a estudiar el sistema mundial desde una perspectiva radical. Le siguió Aníbal Quijano, el peruano, quien planteó la ‘revolución cultural’ para darles a los pueblos de la región latinoamericana su propia identidad. Samir Amín era egipcio pero se encontraba muy cómodo trabajando con los sociólogos latinoamericanos.

 

Antes de su muerte, Samir Amín fue entrevistado por Rubén Ramboer. De esa entrevista queremos rescatar tres líneas sobre las cuales desarrolla su obra Samir. En primer lugar, el papel de la audacia en el trabajo de los científicos sociales. En realidad, la audacia tiene que estar presente en toda iniciativa que pretende ser significativa. Más aun, la audacia es un ingrediente imprescindible para superar las contradicciones sociales.

 

Samir Amín se identifica como marxista. ¿Qué es ser marxista teniendo en cuenta que Carlos Marx escribió sus grandes obras hace 150 años? Según Samir, “ser marxista, es partir de dos grandes contribuciones elaboradas por Marx. En primer lugar, la crítica de la realidad. Pero la realidad situada en su época”. Es decir, en la actualidad. No podemos criticar algo que ya pasó o que se sitúa en un futuro desconocido. Señala, además, que “aunque el capitalismo ya no es lo que era, sigue siendo fundamental la crítica del capitalismo”. En segundo lugar, “la crítica de la imagen ideológica del capitalismo. Es decir, de la teoría económica y del economismo”. La ideología de los capitalistas ha creado un conocimiento falso de la realidad: el economismo que proclama el ‘fin de la historia’ y la existencia para siempre de relaciones sociales de esclavitud (asalariada).

 

Sobre estas dos grandes contribuciones elaboradas por Marx, hay casi un consenso sobre la definición actual del marxismo. Samir Amín da un paso adicional que asusta a no-marxistas y neomarxistas. Dice que “ser marxista significa necesariamente ser comunista. Marx no disociaba la teoría de la práctica, de la participación en la lucha por la emancipación de los trabajadores y los pueblos. También significa ser un comunista internacionalista. No es posible cambiar el mundo olvidando a la mayoría de los pueblos, especialmente a los de la periferia”. No queda claro que es ser comunista. Samir Amín aclara que significa estar dispuesto a ‘cambiar el mundo’. Inmensa tarea.

 

Samir habla de ser “neo-marxista”, algo que está de moda en algunos círculos. ¿Se puede ser un nuevo marxista, con nuevas ideas tomadas del pensador alemán del siglo XIX? Los neo-marxistas, dice Samir, “quieren romper con el marxismo histórico. Quieren ir más allá de Marx. (No soy neo-marxista), tampoco me considero “paleomarxista”, es decir, alguien que sostiene de manera incondicional el marxismo histórico, alguien que se convierte en sacerdote del marxismo, que sólo conoce los textos sagrados y los comenta sin fin. Leyendo entre líneas, tratan de encontrar respuestas a los problemas actuales que no se planteaban en aquel momento.

 

Samir Amín también se refiere a China y su aparición en el escenario mundial como nueva potencia industrial. La presencia explosiva del viejo Imperio Celestial ha trastocado la correlación de fuerzas internacional. Poco a poco, ha trasladado el centro del sistema capitalista mundial del Atlántico norte hacia la cuenca del Pacífico.

 

Según Samir, “estamos en un momento histórico en el que la izquierda radical debe ser audaz. Me refiero a la izquierda que está convencida de que el sistema capitalista debe ser superado en su esencia. En el Norte, existen las condiciones objetivas para aislar el capital monopolista, que ejerce su poder también gracias a su clero político y mediático. Esto podría comenzar por una alianza política – no una alianza electoral – y social, que incluyese a la gran mayoría. En las periferias, la audacia consistiría en la formación de un bloque histórico alternativo anticomprador” (anti-rentista).

 

En este punto, Samir se sitúa en el medio del gran debate sobre China. Estará Pekín contribuyendo a la construcción de un mundo nuevo o se estará integrando a la visión global de los centros financieros de Occidente. Según Samir, “los países emergentes, especialmente China, están en el proceso de de-construir los monopolios. Para hacer frente a esto los chinos han escogido financiar la muerte lenta de EEUU apoyando a su déficit. La muerte repentina de un animal de este tipo sería demasiado peligrosa”.

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/195168

 

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¿De tal palo tal astilla? Las profesiones que más se heredan de padres a hijos en España

Redacción: 

En España existe un alto grado de desigualdad en el acceso a la universidad, en la herencia de la ocupación de padres a hijos y en el sueldo entre personas con el mismo nivel educativo

Las ocupaciones que me más se heredan de padres a hijos son los pequeños y grandes empresarios, las profesiones liberales (abogados, médicos) y las ocupaciones de baja cualificación del sector primario y servicios (jornaleros, fontaneros)

Hay una brecha de clase en la que los hijos de profesionales liberales y empresarios obtienen las mayores ventajas en el mercado de trabajo en comparación con hijos de la clase obrera con el mismo nivel educativo

En las sociedades aristocráticas la posición social era directamente heredada por linaje familiar, tradición o propiedad. En las sociedades contemporáneas el lugar que ocupamos en la jerarquía socioeconómica depende menos de la familia o clase social en la que nacemos y más del nivel educativo que alcanzamos. La educación es uno de los factores más valorados en el mercado de trabajo a la hora de acceder a empleos con mayor estabilidad, perspectivas de promoción y sueldo. Por lo tanto, el sistema educativo público es uno de los instrumentos más importantes a la hora de perseguir la igualdad de oportunidades y fomentar la movilidad social.

España ha experimentado grandes cambios desde la transición a la democracia con el surgimiento del estado de bienestar, la implantación de leyes educativas comprensivas y una mayor inversión en gasto social, con la consiguiente expansión del nivel educativo de los españoles. Sin embargo, todavía existen grandes desigualdades por clase social tanto en el riesgo de fracaso escolar como en las posibilidades de cursar estudios universitarios, y estas desigualdades no han cambiado mucho en las últimas décadas.

A pesar de las grandes desigualdades educativas que existen en España, la educación todavía podría cumplir un papel meritocrático si, por ejemplo, dos personas que han alcanzado el mismo título educativo (v.g. una licenciatura o grado en ingeniería) pero que vienen de orígenes familiares dispares (una viene de una familia de clase obrera, su padre es albañil y su madre limpiadora, y la otra de una familia de abogados) consiguieran un empleo y sueldo similar. Al igual que se habla de la brecha de género cuando se comparan los (desiguales) resultados en el mercado de trabajo entre hombres y mujeres con igual nivel educativo y productividad, en este caso podríamos denominarlo como brecha de clase. Este ejemplo sirve para ilustrar el hecho de que las desigualdades sociales no acaban en el sistema educativo, sino que también existen otros canales por los que las familias con más recursos económicos (patrimonio y negocios), sociales (contactos e información privilegiada) y culturales (habilidades no cognitivas como la capacidad de presentación) transmiten ventajas a sus hijos e hijas de generación en generación.

¿Pero son estos canales de transmisión intergeneracional de la desigualdad injustos? Aquí entramos en un farragoso debate filosófico o normativo sobre la justicia social y los límites de intervención del estado. Los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos e intentarán transmitirles todo tipo de ventajas. Por tanto, si se quiere conseguir la igualdad de oportunidades efectiva, la familia es incompatible con este ideal. Como esta posibilidad de abolir la familia como institución social es absurda e indeseable, hay canales de transmisión intergeneracional de la desigualdad que pueden considerarse más o menos justos. Sin lugar a dudas, la transmisión directa de riqueza y la cooptación a través de redes sociales o enchufes pueden ser considerados como canales injustos. No en vano, los estados intervienen en este proceso a través de los impuestos y la redistribución. En cambio, que los padres inculquen a sus hijos habilidades, aspiraciones y preferencias específicas sobre un campo de estudios, profesión o carrera profesional a seguir, o que les transfieran su pequeño negocio familiar de toda la vida (bar, tienda, quiosco) está menos claro y depende más de la posición ideológica del lector.

En este post vamos a ver una radiografía de la desigualdad social en España identificando cuáles son las profesiones de padres y madres que transmiten más ventajas a sus hijos e hijas en el sistema educativo y en el mercado de trabajo (1). De esta forma, podemos tratar de aislar qué recursos familiares son más importantes a la hora de alcanzar un título universitario y llegar a las profesiones de mayor prestigio y sueldo.

Las profesiones parentales con más y menos hijos universitarios

En el gráfico 1 podemos ver qué porcentaje de hijos e hijas según la profesión parental llega a la universidad. En la parte de arriba, entre peones agrícolas y conductores de camiones se encuentran las profesiones de los padres en las que sus hijos tienen menos oportunidades de conseguir un título universitario. Por ejemplo, si naciste en una familia de jornaleros en el campo andaluz, tus posibilidades de ir a la universidad son ínfimas, un 4%. Similar suerte corren los hijos de familias que trabajaron en el sector primario (pesca, minería), en la construcción, o en el sector servicios de baja cualificación (empleados domésticos, limpiadores, cocineros y conductores de camiones). Los hijos de padres en estas profesiones alcanzan tasas de graduación universitaria entre el 8% y el 17%, cifras considerablemente por debajo del nivel medio de la población (24%), tal y como marca la línea roja vertical.

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En cambio, como puede apreciarse en la parte de abajo del gráfico 1, los hijos de padres profesionales liberales (ingenieros, abogados, médicos y profesores) alcanzan tasas de graduación universitaria muy altas de entre el 64% el 83%, en torno a tres veces más de la media de la población (24%). Los hijos de profesores de universidad se llevan la palma. 8 de cada 10 hijos de profesores universitarios consiguen un título universitario. Estas grandes desigualdades educativas pueden ser explicadas por tres factores fundamentales: la concentración de estudiantes de origen aventajado y mejor rendimiento en las mismas escuelas y barrios, la desigual distribución de recursos económicos y culturales entre las clases sociales y las desiguales actitudes con respecto a la educación. Con esto último queremos decir que para los padres que ejercen como profesionales liberales, si quieren mantener su estatus social en la siguiente generación, lo mínimo que esperan es que sus hijos alcancen un título universitario. Por tanto, empujarán a sus hijos en el sistema educativo incluso cuando saquen malas notas.

Las profesiones que más se heredan de padres y madres a hijos e hijas

En un reciente artículo publicado en el diario The New York Times en el que se analizaba la sucesión de profesiones en los Estados Unidos, se mostraba que las profesiones más heredadas de padres a hijos eran los trabajadores del acero, los legisladores, panaderos, abogados y médicos, mientras que los directivos medios, los administrativos y los trabajadores de los servicios seguían en menor medida los pasos de sus padres. El gráfico 2 muestra un análisis similar al de los Estados Unidos con un ranking de herencia de la profesión de padres a hijos para el caso español. Este índice se interpreta, por ejemplo, como que las personas que trabajan cómo médico son 17 veces más propensas a tener padres médicos en comparación con el resto de la población. Dicho de otra manera, los médicos tienen 17 veces más posibilidades de heredar la profesión de sus padres con respecto al caso en que las profesiones de padres e hijos se distribuyeran al azar.

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Como muestra el gráfico 2, en España el mayor nivel de herencia intergeneracional de la profesión se encuentra entre aquellas profesiones que conllevan la propiedad o gestión de pequeños negocios y grandes empresas. Este resultado no es sorprendente dado el gran porcentaje de negocios familiares (bares, restaurantes, tiendas de comercio al por menor) y de pequeñas y medianas empresas en España. Lo que sí parece más preocupante es que los hijos de directores y presidentes ejecutivos de grandes empresas trabajen de esta misma profesión y, probablemente, en la misma empresa. De la misma manera, los hijos de abogados pueden beneficiarse de la cartera de clientes de sus progenitores, hacer prácticas y entrar a trabajar directamente en el bufete familiar.

En este ranking también encontramos profesiones liberales con exigentes oposiciones y barreras de entrada como puede ser el caso de los médicos y, sobre todo, de los jueces y magistrados. El tener padres que hayan pasado por unas oposiciones y que conozcan desde dentro el sistema puede otorgar grandes ventajas a sus hijos a la hora de seguir sus pasos. De la misma forma, encontramos en lo alto del ranking a guardias civiles, profesión que también cuenta con un sistema de oposiciones y selección que incluso da ventajas a los candidatos cuyos progenitores ejercen o ejercieron en estas mismas profesiones. Por último, a lo largo del ranking hay profesiones del sector primario de baja-media cualificación en la pesca, la ganadería, el campo (jornaleros) y la minería. Este tipo de profesiones se caracterizan por desempeñarse en ambientes rurales en los que el acceso a la educación superior es limitado, como vimos en el gráfico 1, y las oportunidades del mercado de trabajo son escasas fuera de estos nichos. Por último, cabe destacar oficios clásicos como fontaneros y encofradores en los que el saber técnico puede ser transmitido.

La brecha de clase entre personas con el mismo nivel educativo

Aunque hemos visto que hay un alto grado de herencia o reproducción intergeneracional de la profesión en España, esto podría ser explicado por las desigualdades en el acceso a la educación que vimos en el gráfico 1. Es decir, los hijos de médicos tienden a ser médicos en mucha mayor proporción que el resto de la población porque también tienen más posibilidades de estudiar en la universidad. Por tanto, vamos a ver si las personas que han alcanzado el mismo nivel de estudios consiguen acceder a la misma clase social y ganan el mismo dinero independientemente de la profesión de sus progenitores (2).

El gráfico 3 muestra una comparación extrema de las ventajas que obtienen los hijos de clases medias-altas tales como directores generales de grandes empresas, jueces o profesores de universidad, en comparación con los hijos de albañiles, una de las profesiones obreras más numerosas de los padres. Teniendo en cuenta que tanto los hijos de las clases altas como de los albañiles en este análisis han conseguido el mismo nivel de estudios, el gráfico 3 muestra grandes desigualdades entre estas clases sociales. Los hijos de economistas, jueces, abogados y profesores de universidad tienen entre un 12% y un 20% más posibilidades de acceder a la clase directiva y profesional, y ganan entre 250 y 375 euros más al mes que los hijos de albañiles con el mismo título educativo. Estas son las profesiones de los padres que otorgan mayores ventajas a sus hijos por canales sospechosos de ir en contra de la justicia social (conexiones, transmisión directa del negocio, información privilegiada sobre procesos de selección y oposiciones), al funcionar independientemente del sistema educativo. El caso de los directores y gerentes de (pequeñas y medianas) empresas del comercio al por mayor y al por menor es ilustrativo, ya que los hijos de pequeños empresarios consiguen ventajas en términos de sueldo, probablemente al trabajar en el mismo negocio familiar, pero no en cuanto al acceso a la clase media-alta.

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Estos resultados sugieren que la educación no está funcionando como igualador social o como garante meritocrático ya que, entre individuos que han alcanzado el mismo título educativo, aquellos que provienen de familias más privilegiadas tienen ventajas sustanciales en el mercado de trabajo. Queda por saber si estas ventajas son debidas a que los individuos que vienen de familias privilegiadas estudian en instituciones educativas de mayor prestigio, porque son más productivos, porque sus padres les transmiten conocimientos específicos de la profesión, porque los empleadores tienen un sesgo o discriminan en favor de estos, porque las familias privilegiadas ayudan a sus hijos a través de contactos o cooptación, o les transmiten directamente sus recursos patrimoniales, económicos y financieros.

Conclusión

Resumiendo, en este artículo hemos visto que en la España actual existen grandes desigualdades en el acceso al factor más importante para el estatus socioeconómico (clase social y sueldo), el nivel educativo. Son los hijos e hijas de profesionales liberales quienes disfrutan de mayores oportunidades de conseguir un título universitario. También hemos visto que existe un alto grado de herencia de la ocupación entre padres e hijos, y que son las ocupaciones que conllevan la propiedad o gestión de pequeños negocios y grandes empresas, las profesiones liberales con sistemas exigentes de selección (jueces, magistrados, médicos) y las ocupaciones de baja cualificación del sector primario y servicios las que más se transmiten entre generaciones. Por último, hemos visto una brecha de clase en la que los hijos de profesionales liberales (abogados, profesores de universidad, economistas) y empresarios son los que obtienen mayores ventajas en el mercado de trabajo en comparación con hijos de la clase obrera (albañiles) con el mismo nivel educativo. Por tanto, parece que, como indicaba Pau-Marí Klose en otro post en este diario, las clases-medias altas en España son capaces de acaparar las oportunidades tanto en el sistema educativo como en el mercado de trabajo, lo que conduce a situaciones indeseables para el bienestar del conjunto de la sociedad.

Notas

(1) Para realizar estos análisis hemos recopilado y analizado datos de los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas llevados a cabo entre 2013 y 2018 seleccionando a aquellos hombres y mujeres activos de entre 28 y 65 años con información válida sobre la profesión de sus padres y/o madres. Hemos tomado como referencia la profesión del progenitor de los encuestados con el estatus socioeconómico más alto. Sin embargo, debido a las dificultades históricas de las mujeres para acceder a la educación y seguir una carrera profesional en España, solo en torno al 8% de las profesiones parentales corresponden a la madre. Por tanto, de aquí en adelante usamos los términos genéricos profesión parental, profesión del progenitor o padres.

(2) En este análisis usamos una clasificación de educación desagregada en las siguientes 16 categorías para no sobreestimar el efecto de la clase social de origen:

(1) Analfabetos / Leen-Escriben; (2) Menos de 5 años de escolarización; (3) Educación Primaria; (4) FP grado inicial; (5) Educación Secundaria; (6) FP de grado medio; (7) Bachillerato; (8) FP de grado superior; (9) Arquitectura o ingenierías; (10) Diplomatura; (11) Estudios de grado; (12) Estudios de licenciatura; (13) Arquitectura o ingenierías superiores; (14) Máster oficial universitario; (15) Doctorado; (16) Títulos propios de posgrado.

Fuente: https://www.eldiario.es/piedrasdepapel/astilla-profesiones-heredan-padres-Espana_6_810578950.html

 

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Anal­fa­be­tis­mo: con­de­na a la po­bre­za y la ex­clu­sión

Autor: Agencia SINC

En el Día In­ter­na­cio­nal de la Al­fa­be­ti­za­ción, el mun­do vuel­ve los ojos ha­cia los más de 750 mi­llo­nes de per­so­nas -de las que casi 500 mi­llo­nes son ni­ñas y mu­je­res- a las que el anal­fa­be­tis­mo pue­de con­de­nar a la po­bre­za y la ex­clu­sión.

El pró­xi­mo 8 de sep­tiem­brese con­me­mo­ra el Día In­ter­na­cio­nal de la Al­fa­be­ti­za­ción, una jor­na­da en la que el mun­do vuel­ve los ojos ha­cia los más de 750 mi­llo­nes de per­so­nas -de las que casi 500 mi­llo­nes son ni­ñas y mu­je­res- a las que el anal­fa­be­tis­mo pue­de con­de­nar a la po­bre­za y la ex­clu­sión.

A pe­sar de que el anal­fa­be­tis­mo y, prin­ci­pal­men­te, el anal­fa­be­tis­mo fun­cio­nal (per­so­nas que tie­nen co­no­ci­mien­tos bá­si­cos de lec­tu­ra, es­cri­tu­ra y cálcu­lo pero que no son ca­pa­ces de uti­li­zar es­tos co­no­ci­mien­tos de for­ma efi­cien­te en las si­tua­cio­nes de la vida co­ti­dia­na) es­tán pre­sen­tes en to­dos los paí­ses del mun­do, es en las na­cio­nes más po­bres don­de es­tas ca­ren­cias se ma­ni­fies­tan con ma­yor in­ten­si­dad.

Para Ma­nos Uni­das “la edu­ca­ción y, como pri­mer paso, la al­fa­be­ti­za­ción, es la prin­ci­pal he­rra­mien­ta para lo­grar que las per­so­nas pue­dan sa­lir de la po­bre­za y para im­pe­dir que ésta se trans­mi­ta de ge­ne­ra­ción en ge­ne­ra­ción”, ase­gu­ra Ma­ría José Her­nan­do, del de­par­ta­men­to de Es­tu­dios de Ma­nos Uni­das. Por­que la edu­ca­ción, ade­más de ser un ga­ran­te para el desa­rro­llo de las per­so­nas, “fa­vo­re­ce la crea­ción de con­cien­cia crí­ti­ca, es fun­da­men­tal para ac­ce­der a me­jo­res opor­tu­ni­da­des de tra­ba­jo y con­tri­bu­ye al desa­rro­llo de los paí­ses”, afir­ma Her­nan­do.

El tra­ba­jo de Edu­ca­ción para el Desa­rro­llo que lle­va a cabo Ma­nos Uni­das hace hin­ca­pié en de­nun­ciar las es­truc­tu­ras so­cia­les y cul­tu­ra­les in­jus­tas que un alto por­cen­ta­je de la po­bla­ción ac­ce­da a la edu­ca­ción en sus di­fe­ren­tes ni­ve­les y, con ella, a la sa­tis­fac­ción ple­na de la ma­yo­ría de los de­re­chos que, como se­res hu­ma­nos, les am­pa­ran.

Con este ob­je­ti­vo, en el año 2017, Ma­nos Uni­das apro­bó 199 pro­yec­tos edu­ca­ti­vos por im­por­te de 10,2 mi­llo­nes de eu­ros, en Afri­ca, Asia y Amé­ri­ca.

Mu­jer y anal­fa­be­tis­mo

En el Día In­ter­na­cio­nal de la Al­fa­be­ti­za­ción, Ma­nos Uni­das quie­re de­nun­ciar, tam­bién, que el anal­fa­be­tis­mo ahon­da la bre­cha de gé­ne­ro y re­cla­ma el ac­ce­so a la edu­ca­ción de las mu­je­res, en igual­dad de con­di­cio­nes con los hom­bres. En el si­glo XXI, cuan­do la tec­no­lo­gía y los me­dios de­be­rían fa­vo­re­cer el ac­ce­so a los co­no­ci­mien­tos y a la in­for­ma­ción para to­dos “es inacep­ta­ble que casi 500 mi­llo­nes de mu­je­res y ni­ñas con­ti­núen pri­va­das del ac­ce­so al co­no­ci­mien­to y, con ello, de las opor­tu­ni­da­des que con­lle­va la edu­ca­ción”, la­men­ta Her­nan­do.

Es inacep­ta­ble que casi 500 mi­llo­nes de mu­je­res y ni­ñas con­ti­núen pri­va­das del ac­ce­so al co­no­ci­mien­to y, con ello, de las opor­tu­ni­da­des que con­lle­va la edu­ca­ción”, la­men­ta Her­nan­do.

Por este mo­ti­vo, el com­po­nen­te de gé­ne­ro, que está pre­sen­te en to­dos nues­tros pro­yec­tos, es un re­qui­si­to fun­da­men­tal en los edu­ca­ti­vos. “Por­que nues­tra ex­pe­rien­cia, y los da­tos cons­ta­ta­dos por di­fe­ren­tes or­ga­ni­za­cio­nes e ins­ti­tu­cio­nes, ava­lan que la in­ver­sión en la edu­ca­ción de las ni­ñas y la con­si­guien­te ca­pa­ci­ta­ción de las mu­je­res se tra­du­cen di­rec­ta­men­te en una me­jor nu­tri­ción, sa­lud y ren­di­mien­to eco­nó­mi­co para sus fa­mi­lias, sus co­mu­ni­da­des y, por úl­ti­mo, para sus paí­ses”, ex­pli­ca Ma­ría José Her­nan­do. “Una mu­jer for­ma­da y edu­ca­da ten­drá las he­rra­mien­tas para cam­biar el cur­so de su vida: pro­ba­ble­men­te se ca­sa­rá más tar­de, ten­drá hi­jos en edad adul­ta, lle­va­rá a sus hi­jos, y tam­bién a sus hi­jas a la es­cue­la y trans­mi­ti­rá sus co­no­ci­mien­tos en su fa­mi­lia y en su co­mu­ni­dad”, afir­ma Her­nan­do.

Apo­ya­mos la al­fa­be­ti­za­ción de mu­je­res en Se­ne­gal

Se­gún da­tos de la UNES­CO, en Áfri­ca sub­saha­ria­na hay cer­ca de 203 mi­llo­nes de per­so­nas de más de 15 años que no sa­ben leer ni es­cri­bir. Ade­más, en esta re­gión del mun­do, que al­ber­ga a la ma­yor par­te de los paí­ses más po­bres del mun­do, casi la mi­tad de las mu­je­res son anal­fa­be­tas.

“El anal­fa­be­tis­mo es una de las cau­sas de la mar­gi­na­ción de las mu­je­res”, ase­gu­ra Ade­la Gon­zá­lez, coor­di­na­do­ra ex­pa­tria­da de Ma­nos Uni­das en Se­ne­gal para el con­ve­nio “Agri­cul­tu­ra, Re­fuer­zo del te­ji­do aso­cia­ti­vo ru­ral y De­re­chos so­cio­eco­nó­mi­cos de mu­je­res y jó­ve­nes en Se­ne­gal”, que la ONG lle­va a cabo, con apo­yo eco­nó­mi­co de la Coope­ra­ción Es­pa­ño­la (AE­CID), y que se co­no­ce en la zona como Pro­gra­ma Ka­ronghen (re­na­ci­mien­to en dio­la). Se lle­va a cabo en la Baja Ca­sa­man­ce, la re­gión sur del país afri­cano, cas­ti­ga­da por años de con­flic­to y ais­la­mien­to.

El Con­ve­nio tie­nen como ob­je­ti­vo lo­grar el desa­rro­llo so­cio­eco­nó­mi­co de la po­bla­ción más vul­ne­ra­ble de la zona y, es­pe­cial­men­te, de las mu­je­res. Ade­más, se bus­ca for­ta­le­cer el te­ji­do so­cial para me­jo­rar la par­ti­ci­pa­ción en la go­ber­na­bi­li­dad, en una re­gión ca­rac­te­ri­za­da por un bajo ni­vel de desa­rro­llo eco­nó­mi­co y por no­ta­bles ca­ren­cias en el ejer­ci­cio de otros de­re­chos hu­ma­nos, es­pe­cial­men­te el de­re­cho a la ali­men­ta­ción.

“Aun­que el ob­je­ti­vo de me­jo­rar la si­tua­ción de la mu­jer esté pre­sen­te en to­das las ac­ti­vi­da­des del con­ve­nio, el com­po­nen­te de al­fa­be­ti­za­ción tie­ne una enor­me re­le­van­cia den­tro de la es­tra­te­gia glo­bal de em­po­de­ra­mien­to de la mu­jer”, in­for­ma Gon­zá­lez.  “De he­cho, este com­po­nen­te re­sul­ta ele­men­tal para que, en­tre otras mu­chas me­jo­ras, la mu­jer pue­da re­cla­mar el res­pe­to de sus de­re­chos en su fa­mi­lia y en su co­mu­ni­dad”, ex­pli­ca.

Para Ma­nos Uni­das y su so­cio lo­cal, la Aso­cia­ción CPAS, la al­fa­be­ti­za­ción es in­dis­pen­sa­ble para lo­grar la edu­ca­ción para to­dos y cla­ve para erra­di­car la po­bre­za, al­can­zar la igual­dad de gé­ne­ro y ga­ran­ti­zar el desa­rro­llo sos­te­ni­ble, la paz y la de­mo­cra­cia.

“Aquí, en la Ca­sa­man­ce, he po­di­do com­pro­bar lo di­fí­cil que es el día a día para una mu­jer que no sabe leer ni es­cri­bir o que no tie­ne no­cio­nes bá­si­cas de arit­mé­ti­ca o de nú­me­ros”, ex­pli­ca Gon­zá­lez. “Es­tas mu­je­res, que son tan­tas ve­ces el sos­tén de sus fa­mi­lias, pue­den ser en­ga­ña­das con las cuen­tas o los pe­sa­jes en el mer­ca­do, don­de ven­den un ele­va­do por­cen­ta­je de la pro­duc­ción de sus huer­tos”, afir­ma la coope­ran­te de Ma­nos Uni­das.  “Esta, en­tre otras cau­sas, nos lle­va a po­ner el én­fa­sis en re­du­cir las de­sigual­da­des me­dian­te el ac­ce­so a dis­tin­tas for­ma­cio­nes en­tre las que la al­fa­be­ti­za­ción es fun­da­men­tal, por­que fa­vo­re­ce su em­po­de­ra­mien­to en el ám­bi­to fa­mi­liar, co­mu­ni­ta­rio y pú­bli­co “, ex­pli­ca la coor­di­na­do­ra ex­pa­tria­da de Ma­nos Uni­das en Se­ne­gal.

En el mar­co del con­ve­nio se han for­ma­do a 1500 per­so­nas, un 90% mu­je­res, que han ad­qui­ri­do com­pe­ten­cias bá­si­cas de lec­tu­ra, es­cri­tu­ra y cálcu­lo, así como co­no­ci­mien­tos de or­ga­ni­za­ción y ges­tión para el desa­rro­llo de ac­ti­vi­da­des que per­mi­tan me­jo­rar sus in­gre­sos. Esta al­fa­be­ti­za­ción de hace en len­gua lo­cal, el dio­la, ya que una gran ma­yo­ría de la po­bla­ción ru­ral no ha­bla el fran­cés, el idio­ma ofi­cial de Se­ne­gal.

Fuente: http://www.agenciasic.es/2018/09/06/analfabetismo-condena-a-la-pobreza-y-la-exclusion/

 

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El fascismo neoliberal y el ocaso de lo social

Los terrores de 20 º fascismo siglo han aumentado una vez más en los Estados Unidos, pero no tanto como una advertencia acerca de los errores del pasado que como una medida del grado en que las lecciones de la historia vuelto irrelevante. La política ahora se mueve entre lo que filósofo Susan Sontag una vez etiquetó como » banalidad incesante y terror inconcebible «. La «banalidad incesante» es evidente en el aluvión diario de tweets imprudentes de Trump en el que el lenguaje se convierte en un arma para vilipendiar, humillar y demonizar a funcionarios gubernamentales, periodistas y medios de comunicación críticos. Una banalidad malvada también está presente en su marca de inmigrantes indocumentados como «asesinos y ladrones», «violadores» y criminales que quieren » infestar a nuestro país «.

Aquí hay más en juego que el uso de un lenguaje grosero o una muestra sin precedentes de descortesía por parte de un presidente en funciones; también hay un flirteo con la violencia, la retórica de la supremacía blanca y el lenguaje de la expulsión y la eliminación . El abrazo de Trump al terror inconcebible adquiere un tono aún más oneroso a medida que el lenguaje de la deshumanización y la crueldad se materializa en políticas que trabajan para expulsar a las personas de cualquier sentido de comunidad, si no de la humanidad misma.

Dichas políticas son evidentes en la política sistémica de «cero tolerancia» de Trump, ahora anulada, que separaba por la fuerza a los niños migrantes de sus padres y los encarcelaba en jaulas similares a las prisiones donde muchos de ellos sufrían abusos físicos y sexuales . Estos ataques no se han limitado a los niños. Aida Chávez informa en The Intercept que los asaltos físicos y sexuales contra inmigrantes en centros de detención se han vuelto comunes y están documentados en varias fuentes confiables . Por ejemplo, The Intercept ha obtenido registros públicos que revelan que se han presentado más de 1,000 quejas sobre abuso sexual en centros de detención de inmigrantes.. La naturaleza sistémica y el alcance de la violencia y el abuso sexual también se extiende al reino del terror infligido a los inmigrantes a manos de agentes de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). La Oficina del Inspector General ha recibido más de 33,000 horribles quejas de inmigrantes hechas contra ICE , revelando los cimientos y la anarquía sin sentido de un estado policial fascista. La senadora Kirsten Gillibrand ha llamado a ICE una «fuerza de deportación» y junto con varios políticos prominentes, como el alcalde de Nueva York Bill de Blasio, ha argumentado que debería ser abolido . Cynthia Nixon, la actriz progresista que ha ingresado a la carrera para gobernador en Nueva York, ha llamado a ICE » una organización terrorista » y ha insistido en su abolición.

La afición de Trump a la crueldad también se muestra plenamente en su eliminación del estatus de protección temporal para cientos de miles de refugiados de El Salvador, Honduras y Haití, así como su anulación de protecciones » para 800,000 jóvenes inmigrantes indocumentados, conocidos como Dreamers «. Peor: la administración Trump ha abogado por privar a los inmigrantes indocumentados del debido proceso y amenazó con deportarlos inmediatamente cuando crucen la frontera » sin un juicio o una comparecencia ante un juez «.

El grado y la transparencia del racismo de Trump están aún mejor definidos en su plan para castigar a los inmigrantes legales por aceptar los beneficios públicos a los que tienen derecho, como los cupones de alimentos y la vivienda pública. Además, su norma autorizaría a los funcionarios federales a revocar el estatus de residente legal de los inmigrantes que acepten dicha asistencia. La fuerza motriz detrás de este movimiento antiinmigrante en la administración Trump es el partidario de la supremacía blanca y partidario de la supremacía blanca, Stephen Miller, quien se deleita en proponer una legislación que hace «más difícil para los inmigrantes legales convertirse en ciudadanos o obtener tarjetas verdes si alguna vez utilizó una variedad de programas populares de bienestar público, incluido Obamacare «.

La legislación que niega la ciudadanía a los inmigrantes porque reciben asistencia pública revela un nivel de violencia estatal, si no una forma de terrorismo doméstico, que caracteriza cada vez más la arremetida de las políticas de Trump. Más recientemente, ha sugerido la pena de muerte para traficantes de drogas, un plan que toma nota de la guerra contra las drogas del presidente filipino Rodrigo Duterte, que ha resultado en la muerte de más de 20,000 supuestos usuarios y vendedores de drogas desde 2016 , muchos de los cuales viven en comunidades pobres .

Mientras tanto, como parte de su ataque más amplio contra la vida humana y las condiciones que lo hacen posible, Trump ha revertido muchas de las políticas de la era de Obama diseñadas para frenar el cambio climático; ha revertido las protecciones ambientales , como la prohibición de pesticidas en refugios de vida silvestre, y ha desmantelado las normas federales que regulan las plantas de carbón estadounidenses, que están «diseñadas para reducir las emisiones de carbón de dióxido de carbono y metano que contribuyen al cambio climático».

En un caso que destaca la guerra de Trump contra la juventud y sus continuos intentos de destruir los lazos sociales que sostienen una democracia, el gobierno de los Estados Unidos intentó eliminar una resolución de la Organización de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud basada en la investigación que fomentaba la lactancia materna . Apoyando los intereses de los fabricantes de fórmulas infantiles, los funcionarios estadounidenses primero buscaron utilizar un lenguaje que atenuaría la resolución. Cuando eso falló, amenazaron a países más pequeños como Ecuador que lo apoyaba. Patti Rundall, una directora de políticas que apoya la resolución, observó que las acciones de la administración Trump eran » equivalentes a un chantaje».«La crítica de Rundall se vuelve aún más alarmante dado un estudio de 2016 en The Lancet que documenta cómo» la lactancia materna universal evitaría 800,000 muertes infantiles al año en todo el mundo y produciría $ 300 mil millones en ahorros de costos de atención médica reducidos y mejores resultados económicos para aquellos criado con leche materna «.

Lento Violencia, Violencia Rápida

El discurso y las políticas de Trump representan un profundo ataque a los valores colectivos cruciales para una democracia y presentan un asalto constante no solo sobre las instituciones económicas y políticas sino también sobre la cultura formativa, las fundaciones públicas y los aparatos educativos necesarios para alimentar a ciudadanos críticamente activos y comprometidos. El asalto de Trump a las obligaciones sociales, la responsabilidad social y el tejido social es un elemento fundamental de su adhesión al fascismo neoliberal. Este nuevo arreglo político opera en su forma más letal como una forma de «violencia lenta», que en términos del académico de la Universidad de Princeton Rob Nixon es «una violencia que ocurre gradualmente y fuera de la vista, una violencia de destrucción retrasada que se dispersa en el tiempo y el espacio, una violencia de atrición que típicamente no se considera violencia en absoluto «.

La «violencia lenta» destruye las culturas formativas que hacen visible el sufrimiento humano, cubre los impulsos autoritarios detrás de los llamados a la grandeza nacional, y expone el peligro de la libertad de la seguridad. En el centro de esta violencia, que se ha intensificado bajo el fascismo neoliberal, está el ataque contra aquellas fuerzas sociales que defienden el estado de bienestar y se comprometen en una lucha constante para concretar las posibilidades del socialismo democrático. Bajo el fascismo neoliberal, el chovinismo y el militarismo van de la mano con un endurecimiento de la cultura, el desencadenamiento de las fuerzas del egoísmo brutal y un creciente analfabetismo que socava tanto los valores públicos como la lucha colectiva contra el sociólogo C. Wright Mills. llamado «una política de irresponsabilidad organizada».

La violencia rápida viene con un golpe directo al cuerpo, exhibe el drama espectacularizado de los tweets imperiosos e insultantes de Trump, y produce ataques de alto perfil contra las instituciones democráticas, como los tribunales, los medios y el estado de derecho. Tal violencia abarca lo teatral, se alimenta del espectáculo y apunta a un alto valor de shock. Un ejemplo recientede la violencia rápida de la política cultural fue el anuncio casi impensable de la administración Trump de que Betsy DeVos, la Secretaria de Educación, estaba planeando -en un momento en que las escuelas desfavorecidas carecen de los recursos más básicos y servicios de apoyo- usar fondos federales diseñados para programas de beneficios destinados a estudiantes desatendidos, para capacitar y armar a los maestros, a pesar de una política federal establecida que prohíbe el uso de dichos fondos para armar a los educadores. Por supuesto, esta agenda oculta legitimada en esta política propuesta es que las escuelas atendidas en gran parte por estudiantes pobres son sitios definidos a la imagen de guerra, deben modelarse después de las cárceles y deben regirse por políticas de tolerancia cero que a menudo alimentan a la escuela. – tubería de prisión. El punto final de tales políticas se mueve entre empujar a los jóvenes negros y marrones pobres al sistema de justicia criminal y abolir estas instituciones públicas o convertirlas en vacas de dinero mediante la privatización. El objetivo más amplio es destruir la educación como una esfera pública democrática cuya misión es crear una ciudadanía educada necesaria para el funcionamiento de una democracia vibrante. La violencia patrocinada por el estado en el trabajo aquí pone en peligro el estado de derecho y trabaja para desentrañar las supuestas instituciones democráticas, como los tribunales y los medios que algunos creen que proporcionan un cortafuegos inexpugnable contra el autoritarismo de Trump. Tomados juntos la violencia «lenta» y rápida bajo el régimen de Trump comparten una política cultural que erosiona la memoria, sustituye la emoción por la razón, abraza el antiintelectualismo,el nacionalismo blanco corre salvaje «.

La violencia estatal se ha convertido en el principio organizador que configura todos los aspectos de la sociedad estadounidense. En el corazón de tal violencia hay un ataque completo a las nociones del espacio social y público que hace posible el pensamiento crítico, el diálogo y la búsqueda individual y colectiva del bien común. Bajo tales circunstancias, los problemas sociales apremiantes se eliminan del inventario de preocupaciones públicas y consideraciones éticas. El punto final es la sustitución del estado de bienestar y las inversiones sociales por el estado punitivo y lo que Jonathan Simon ha llamado «gobernar a través del crimen». Esto es demasiado evidente en el modo de gobierno de la administración Trump fundado en un régimen duro y racialmente ley y orden que es tan represivo como corrupto. Encerrado en un «abismo de socialidad fallida», al público estadounidense le resulta cada vez más difícil desafiar la suposición de que los mercados y el gobierno del hombre fuerte son todo lo que se necesita para resolver todos los problemas individuales y sociales. Cuando se invocan los valores públicos, parafraseando a Walter Benjamin, aparecen menos por su reconocibilidad y relevancia para el presente que como un símbolo de lo que se ha perdido irrevocablemente.

Los valores públicos y el bien público se han reducido a recordatorios nostálgicos de otra época, asociada, por ejemplo, al New Deal o la Great Society, en la que el contrato social se consideraba crucial para satisfacer las necesidades de los estadounidenses de la posguerra y era fundamental para orden democrático sustantivo. En lugar de verlo como un legado que necesita ser reclamado, renovado y renovado, las visiones del bien público están consignadas al pasado distante, una curiosidad pasajera como una pieza de museo que quizás vale la pena ver, pero que no vale la pena revivir como ideal o una realidad. Lo que es «nuevo» sobre el largo declive de los valores públicos en la sociedad estadounidense no es que estén nuevamente bajo ataque sino que se hayan debilitado hasta el punto de no provocar más un movimiento social oposicionista masivo frente a ataques más audaces y destructivos por la administración Trump. Cuando se atacan tales valores, los objetivos son grupos que durante décadas han sido inmune a tales ataques porque encarnan los ideales más preciados asociados con el servicio público democrático: inmigrantes, maestros de escuelas públicas, servidores públicos, jóvenes pobres de color y sindicatos. Esto sugiere que la precondición para cualquier sentido viable de resistencia individual y colectiva debe reclamar lo social como parte de un imaginario democrático que hace que la educación y el aprendizaje no solo sean centrales para el cambio social,

Ataque del Neoliberalismo a los Bonos Sociales

Después de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, el teórico crítico Theodor Adorno señaló que, si bien es difícil vivir a la sombra de una historia en la que parecía no haber fin al terror, es imposible evadir el pasado porque «persiste en «Después de su propia supuesta muerte y porque una» voluntad de cometer lo incalificable sobrevive tanto en las personas como en las condiciones que las rodean «. Adorno, en este caso, se refería a la supervivencia de elementos fascistas dentro de las democracias consoladas por lo falso creencia de que la historia no puede repetirse. Con el auge de la «democracia antiliberal» y el resurgimiento de un autoritarismo no arrepentido en todo el mundo, está claro que la lucha por las leyes, normas y derechos democráticos no solo es más urgente que nunca, pero la cultura formativa que crea el tejido social y los agentes, hábitos y disposiciones críticos necesarios para sostener y fortalecer dicha democracia está en peligro. La crisis de la democracia ha dado un giro letal en los Estados Unidos.

En los últimos 40 años, el neoliberalismo ha producido los elementos más extremos del capitalismo de casino, enfatizando las políticas de austeridad diseñadas para acumular riqueza y ganancias para la elite financiera y corporativa sin importar los costos sociales y el enorme precio pagado por el sufrimiento y la miseria humana. Al mismo tiempo, el neoliberalismo ha desatado y legitimado los paroxismos movilizadores del discurso neofascista. El neoliberalismo combina una forma cruel de capitalismo contemporáneo con elementos de supremacía blanca, ultranacionalismo y políticas de eliminación que hacen eco de los horrores de un pasado fascista. El ataque del neoliberalismo a la justicia social y el bien común, junto con su producción de condiciones económicas que pisotean las necesidades humanas y producen desigualdad masiva en riqueza y poder,sobre la pérdida de estatus y el dominio social «.

En la narrativa neoliberal, las personas se reducen a la mercancía y se espera que imiten en lugar de desafiar los valores corporativos. Desde este punto de vista, la cultura se convierte en un arma pedagógica cuyo objetivo es convencer a la gente de que es imposible imaginar un futuro alternativo. En esta versión fascista del guión, las personas son consideradas en gran medida como extensiones de capital o desechables, y en última instancia sujetas a limpieza racial, exclusión terminal o algo peor. Dentro de esta convergencia de la racionalidad neoliberal y los ecos alarmantes de una historia fascista , Trump ha envalentonado el discurso de fronteras, muros, purgas raciales y militarismo junto con ataques sin parar a personas de color, trabajadores, inmigrantes, mujeres, personas LBGTQ, ambientalistas y más.

A medida que la guerra de Trump contra la democracia se intensifica, la velocidad y la embestida de políticas que llevan los fantasmas de un pasado monstruoso se vuelven más difíciles de comprender dado los interminables golpes al cuerpo político y una plétora de terremotos espectacularizados que siguen cada golpe sucesivo a los valores sociales. relaciones e instituciones que hacen posible una democracia. Si bien los horrores de un pasado fascista son fáciles de recordar, es mucho más difícil en este momento aprender de la historia cómo resistir una cultura ligada a formas extremas de nacionalismo, supremacía blanca, racismo sistémico, militarismo, violencia policial, política. de desechabilidad y una cultura de crueldad en expansión. Igualmente difícil es comprender cómo los mecanismos del fascismo neoliberal trabajan para socavar los modos de solidaridad social, el contrato social,condiciones que son hostiles a cualquier tipo de libertades democráticas «.

¿Cómo puede una cultura cuya misión es mantener viva la democracia dar paso a arreglos políticos, económicos y pedagógicos que normalizan el odio a la democracia? ¿Qué papel juega la cultura neoliberal como fuerza educativa para construir políticas que socaven los derechos humanos y representen una amenaza para la dignidad de la política? ¿Cómo utiliza el neoliberalismo los aparatos culturales controlados por las corporaciones para destruir la cohesión comunitaria necesaria para nutrir el apoyo al bien común, los bienes públicos y la compasión por los demás? ¿Cómo funcionan las estaciones de trabajo ideológicas del fascismo neoliberal para configurar toda la vida social en términos económicos? ¿Cómo funciona el rechazo regresivo del neoliberalismo de la responsabilidad individual para reducir todos los problemas sociales a fallas personales y, al hacerlo,

Estas preguntas apuntan al terror de lo imprevisto que está en el corazón de la formación neoliberal que surgió bajo la administración Trump como un nuevo y aterrador desarrollo político. A medida que la esfera política se ve corrompida por concentraciones cada vez mayores de riqueza y poder, las instituciones, culturas, valores y principios éticos que hacen posible una democracia comienzan a desaparecer. La teórica política Wendy Brown es perspicaz sobre el colapso de la democracia en el turbulento presente y apunta a las fuerzas que amenazan la democracia desde dentro al vaciar sus instituciones públicas más cruciales. Ella escribe:

El neoliberalismo genera una condición de política ausente de instituciones democráticas que apoyarían a un público democrático y todo lo que ese público representa en su mejor momento: pasión informada, deliberación respetuosa y soberanía aspiracional, una fuerte contención de poderes que lo anularía o socavaría … La democracia en una era de constelaciones y poderes globales enormemente complejos requiere un pueblo educado, reflexivo y democrático en sensibilidad. Esto significa que las personas conocen modestamente estas constelaciones y poderes; un pueblo con capacidad de discernimiento y juicio en relación con lo que lee, mira u oye sobre una variedad de desarrollos en su mundo; y un pueblo orientado hacia las preocupaciones comunes y gobernándose a sí mismo.

La ideología neoliberal y su ataque a los vínculos sociales, el pensamiento crítico y los valores democráticos tienen un largo legado y se han acelerado en intensidad desde finales de los años setenta. La educación en una cultura más amplia está dominada por los intereses corporativos y se ha convertido en una máquina de armas y disimulación. Como una forma de opresión pedagógica, el neoliberalismo instrumentaliza el aprendizaje, reduce la educación a la capacitación y produce temas definidos por las relaciones sociales y los valores del mercado. Sustituyendo los valores de mercado por los valores democráticos, ha economizado y comercializado todas las relaciones sociales y las necesidades humanas subordinadas a los imperativos de la obtención de beneficios. En una época en la que el interés propio y el individualismo desenfrenado son anunciados como la esencia de la agencia; las relaciones e ideales democráticos, si no la naturaleza humana, se han vuelto difíciles de imaginar y reconocer. A medida que los anhelos de riqueza, estatus y poder se elevaban al estado de los ideales nacionales, el clima en Estados Unidos se oscureció en un clima marcado por la desesperación, una cultura de miedo dirigida a poblaciones chivo expiatorio, desigualdades en riqueza y poder, y una visión eso se transformó en cinismo, enojo y resentimiento. El sueño americano dio paso a una ilusión cruel cuando desaparecieron las esperanzas de movilidad social, un futuro mejor y la prosperidad económica para todos después de la crisis financiera de 2008.

A medida que los bonos sociales se deterioran bajo nociones obscenas de privatización, desregulaciones comerciales y una expansión del precariado, hay un creciente pánico moral diseñado por nacionalistas blancos y aquellos que sustituyen las formas tradicionales de nacionalismo económico por lo que podría llamarse soberanía cultural. En este caso, la comunidad ahora se define a través de una «mezcla de neoliberalismo, chovinismo cultural, ira antiinmigrante y rabia mayoritaria como el principal modelo» de gobernabilidad. Un ataque a las diferencias culturales se ha convertido en la fuerza impulsora de una forma tóxica del fascismo neoliberal que mezcla la crueldad de un sistema impulsado por el mercado con un abrazo de pureza racial y limpieza social.

Esta búsqueda demagógica del poder impulsada por el odio a la democracia se ve reforzada por el desfinanciamiento de los bienes públicos, las políticas fiscales que producen desigualdades masivas, la expansión del poder militar, las políticas de supresión de votantes y la destrucción del equilibrio entre libertad y seguridad, y también a través de un neoliberal cultura formativa que ha redefinido la naturaleza misma de la subjetividad, el deseo y la agencia en términos del mercado reductivo. Esto se hace evidente en la fuerza educativa de una cultura neoliberal que define al ciudadano como el consumidor de mercancías, utiliza cálculos económicos para medir el valor de la buena vida, recompensa el emprendimiento como la fuerza impulsora de la agencia humana y reduce la política al espectáculo vacío de votar en los ciclos electorales. Bajo el fascismo neoliberal, somos ciudadanos con presuntos derechos individuales y políticos,

A medida que el neoliberalismo se normaliza, se autoprotege en su lema proclamado y su profecía autocumplida de que no hay alternativa, se hace difícil imaginar una sociedad, las relaciones sociales y un yo que no se defina a través de la racionalidad, la lógica y los valores del mercado. . En esta concepción, el capitalismo y el mercado son sinónimos, y los seres humanos solo pueden concebirse como capital humano. En lugar de ser llamados a pensar críticamente, compartir el poder, ejercitar la imaginación y responsabilizar al poder, los seres humanos se reducen a peones para ser manipulados por los mercados financieros. La crítica literaria y analista político Anis Shivani observa correctamente que el neoliberalismo argumenta que todo debe ser imaginado y construido a través del lente del mercado y los deseos de la elite financiera. El escribe:

Una manera de resumir el neoliberalismo es decir que todo -todo- debe hacerse a la imagen del mercado, incluido el estado, la sociedad civil y, por supuesto, los seres humanos. La democracia se reinterpreta como el mercado, y la política sucumbe a la teoría económica neoliberal, por lo que estamos hablando del fin de la política democrática tal como la conocemos desde hace dos siglos y medio. A medida que el mercado se convierte en una abstracción, también lo hace la democracia, pero el verdadero campo de juego está en otro lugar, en el ámbito del intercambio económico real, que no es, sin embargo, el mercado. Podemos decir que todo intercambio tiene lugar en la superficie neoliberal.

El cinismo ahora reemplaza la esperanza ya que las cuestiones de responsabilidad se reducen exclusivamente a cuestiones de elección individual, si no de carácter, alimentadas por nociones regresivas de auto enriquecimiento, mientras que cualquier noción de lo social, dependencia o cuidado por el otro se ve como una debilidad y un objeto de desprecio. Una combinación de amnesia social, justicia punitiva y teatro de crueldad ahora impulsa decisiones de política cada vez más aceptadas por segmentos del público que se niegan o son incapaces de conectar problemas y preocupaciones privadas con fuerzas sistémicas más amplias. Según el sociólogo Zygmunt Bauman, lo que se rompe en tales circunstancias es

el vínculo entre la agenda pública y las preocupaciones privadas, el centro mismo del proceso democrático … con cada una de las dos esferas girando a la vez en espacios mutuamente aislados, puestos en movimiento por factores mutuamente desconectados y no comunicados (¡aunque ciertamente no independientes!) mecanismos. En pocas palabras, es una situación en la que las personas que han sido golpeadas no saben qué les ha golpeado y tienen pocas posibilidades de descubrirlo.

Bajo el fascismo neoliberal, la plaga de la privatización debilita la cultura democrática y promueve una fuga de cualquier sentido de responsabilidad política y social. Como el sumo sacerdote de un neoliberalismo con esteroides, Trump personifica la ideología del interés propio y respalda los intereses corporativos, para quienes el bien público se ve como un sitio para ser colonizado y la democracia como el enemigo de los intereses privados y las libertades del mercado.

El neoliberalismo alimenta la agenda neofascista de la administración Trump

Las políticas conducentes a los elementos más extremos del capitalismo de casino se han convertido en el terreno de prueba para ver hasta qué punto, por ejemplo, la administración Trump puede avanzar en su agenda neofascista. Soluciones que hacen eco de la crueldad extrema de un pasado sórdido han llevado a los Estados Unidos más cerca de un fascismo estadounidense completo que deja en claro su odio hacia los inmigrantes, los pobres, los negros, los indígenas, los musulmanes y otros que no encajan en el racismo lógica en el trabajo en el llamado de Trump para «América primero».

Sin embargo, hay más en juego aquí que la proliferación de políticas neoliberales que dan nueva vida a las ideologías de la supremacía blanca, privatizan bienes públicos, limitan el poder de los sindicatos, desregulan la esfera pública y ahuecan el estado al desplazar cantidades masivas de capital a través de regresivas políticas fiscales a las grandes corporaciones y los ultra-ricos.

Bajo el neoliberalismo, la política está ligada al discurso de la exclusión y la impotencia y se considera junto con la democracia como el enemigo de un mercado que se ve a sí mismo por encima de la influencia del estado de derecho, la responsabilidad, la ética, la gobernanza y el bien común. Como observa la académica jurídica Eva NanopoulosEn el momento histórico actual, las formas específicas del fascismo contemporáneo deben entenderse «en el contexto más amplio de su relación con el neoliberalismo y la crisis neoliberal». Lo que es especialmente importante de entender es cómo el neoliberalismo ha reconfigurado el estado para maximizar la desintegración de los lazos y obligaciones sociales democráticos, especialmente a través de políticas neoliberales que prueban hasta qué punto una administración demagógica puede empujar a un público a aceptar prácticas que son tan crueles como inimaginables. Esta lógica ahora se está llevando a los extremos bajo Trump, ya que constantemente está rediseñando las líneas de lo que es posible al violar los derechos humanos y promoviendo un laberinto cada vez más amplio de crueldad, destrucción y desechabilidad.

Algunas de las características más distintivas del fascismo neoliberal incluyen la desintegración de lo social, el colapso de una cultura de compasión y la disolución de las esferas públicas que hacen posible la democracia. La existencia individual ahora se define a través de la circulación de mercancías y la elevación del interés propio a un ideal nacional equivale a lo que Marx llamó una vez «el agua helada del cálculo egoísta». Una consecuencia es la expansión de una plaga actual de atomización social, alienación , desesperación existencial y un sentido colectivo de impotencia. La evidencia de esto último se puede encontrar en la crisis actual de opiáceos, que mató a 42,000 personas en 2016 , la creciente tasa de mortalidad de hombres blancos sin educación,la creciente falta de confianza en las instituciones estadounidenses, la desesperación que experimentan las familias que viven al borde de la pobreza tratando de ganarse la vida cada mes, y la angustia y la desesperación de los 6,5 millones de niños y sus familias que viven en la pobreza extrema . Además, las fuerzas mutuamente informantes de la desesperación y la impotencia producen las condiciones para el crecimiento del populismo de derecha, el racismo, el ultranacionalismo, el militarismo y el fascismo.

A medida que el alcance de la ideología neoliberal se extiende por toda la sociedad, trabaja para trivializar los valores democráticos y las preocupaciones públicas, consagra un individualismo militante, celebra una búsqueda global de ganancias y promueve una forma de darwinismo social en el que la desgracia se considera una debilidad y la regla hobbesiana de una «guerra de todos contra todos» reemplaza cualquier vestigio de responsabilidades compartidas o compasión por los demás. Este guión de castigo constituye una forma a menudo no reconocida de terrorismo sancionado por el estado que insensibiliza a muchas personas al igual que elimina las facultades creativas de la imaginación, la memoria y el pensamiento crítico. Bajo un régimen de utopías privatizadas, hiperindividualismo y valores centrados en el ego, los seres humanos caen en una especie de somnolencia ética, indiferentes a la situación y el sufrimiento de los demás. El neoliberalismo produce una forma única de terrorismo moderno. El último teórico de la Escuela de Frankfurt, Leo Löwenthal, se refiere a él como una forma de represión masiva y entumecimiento de la autoconservación que argumenta en cantidades «para la atomización del individuo». Él escribe:

El individuo bajo condiciones terroristas nunca está solo y siempre solo. Se vuelve insensible y rígido no solo en relación con su prójimo sino también en relación con él mismo; el miedo le roba el poder de la reacción emocional o mental espontánea. Pensar se convierte en un crimen estúpido; pone en peligro su vida. La consecuencia inevitable es que la estupidez se propaga como una enfermedad contagiosa entre la población aterrorizada. Los seres humanos viven en un estado de estupor, en un coma moral.

Implícito en el comentario de Lowenthal está la suposición de que a medida que la democracia se convierte en una ficción, los mecanismos morales del lenguaje y el significado se ven socavados. Además, una cultura de atomización, precariedad, intolerancia y brutalidad refuerza un ethos de cruel indiferencia promovido a través de una incesante barrera de políticas despiadadas que prueban hasta qué punto los elementos más extremos en la convergencia del neoliberalismo y el fascismo pueden ser promovidos por la administración Trump sin despertar indignación y resistencia masiva.

Como mencioné anteriormente, la desintegración de los lazos sociales, los lazos sociales y los modos emancipadores de solidaridad y lucha colectiva se intensifican a través de una serie interminable de conmociones políticas y éticas producidas por la administración Trump. Esos golpes están diseñados para debilitar la capacidad de los ciudadanos para resistir el bombardeo constante de ataques contra los índices morales y los valores democráticos centrales de una democracia. También están diseñados para normalizar las tácticas terroristas fascistas neoliberales, disipando la idea de que tales prácticas son efímeras al siglo XX.

En su voluntad de demostrar tal terror, el estado moviliza el miedo y las demostraciones de poder sin control para convencer a la gente de que el presidente está por encima de la ley y que la única respuesta viable a sus políticas cada vez más crueles es la resignación individual y colectiva. Este es un ejercicio de poder sin conciencia, una forma de violencia que se deleita en la pasividad, si no en el infantilismo moral, que desea producir en sus ciudadanos. Los ecos de este punto de vista fueron obvios en el comentario de Trump, que más tarde afirmó ser una broma, que quiere que «[su] gente» lo escuche de la misma forma que los norcoreanos escuchan al dictador norcoreano Kim Jong Un. Como dijo el presidenteen el programa Fox News Channel «Fox & Friends», «Habla y su gente se sienta en la atención. Quiero que mi gente haga lo mismo «. La guerra de Trump contra la imaginación social y ética es parte de una política más amplia diseñada para destruir esos lazos sociales y esferas públicas que fomentarían un sentido de responsabilidad y compasión hacia los demás, especialmente aquellos considerados más vulnerable. Esta es una forma de terrorismo que celebra el interés propio, la supervivencia, y una regresión a una especie de darwinismo social e infantilismo político. El teórico Leo Löwenthal acierta en su comentario de que esta forma de terrorismo es equivalente a una forma de autoaniquilación. El escribe:

El terrorismo borra la relación causal entre la conducta social y la supervivencia, y confronta al individuo con la fuerza desnuda de la naturaleza, es decir, de la naturaleza desnaturalizada, en la forma de la máquina terrorista todopoderosa. Lo que el terror pretende lograr y hacer cumplir a través de sus torturas es que la gente actuará en armonía con la ley del terror, es decir, que su cálculo no tendrá más que un objetivo: la autoperpetuación. Cuantas más personas se convierten en buscadores despiadados después de su propia supervivencia, más se convierten en peones psicológicos y marionetas de un sistema que no conoce otro propósito que el de mantenerse en el poder.

Seguramente, esto es obvio hoy ya que todos los vestigios de camaradería social dan paso a hipermodelos de masculinidad y un desdén por aquellos considerados débiles, dependientes, ajenos o económicamente improductivos.

Para desarrollar cualquier noción viable de lo social es fundamental repensar las instituciones críticas y los espacios compartidos en los que las cuestiones de moralidad, justicia e igualdad se vuelven centrales para una nueva comprensión de la política. Es necesario volver a imaginar dónde se encuentran los espacios públicos, las conexiones y los compromisos públicos más allá del dominio de lo privado y cómo se pueden construir como parte de un esfuerzo más amplio para crear ciudadanos comprometidos y críticos dispuestos a luchar por una política democrática emergente. Lo que está en juego aquí es una comprensión renovada de la educación como el sitio crucial en el que se fusionan las dinámicas entrelazadas de la agencia individual y la política democrática. La política en este sentido está conectada a un discurso de crítica y posibilidad en el que una pluralidad de recuerdos,

El temor del filósofo político Hannah Arendt sobre la extinción del dominio público, junto con la aprehensión del pragmático John Dewey sobre la pérdida de una esfera pública donde las visiones, el poder, la política y la imaginación ética pueden cobrar vida, ya no son simplemente una preocupación abstracta . Tales inquietudes se han convertido en una realidad en la era de Trump. En medio del actual ataque sobre los fundamentos de la solidaridad social y los lazos de la obligación social, los valores públicos corren el riesgo de volverse irrelevantes. En una sociedad en la que se ha convertido en algo común creer que uno no tiene responsabilidad por nadie más que uno mismo, lo social se reduce a una cultura de odio, intolerancia y crueldad.

Manteniendo viva la lucha por una democracia radical

No habrá democracia sin una cultura formativa para construir los agentes de cuestionamiento capaces de disentir y acción colectiva. Tampoco la lucha por una democracia radical llegará lejos sin una visión que pueda reemplazar la política representativa con una política y un modo de gobernar basados ​​en una política participativa. Wendy Brown aborda algunos de los elementos de una política visionaria en la que el poder y la gobernanza se comparten colectivamente. Ella escribe:

… una visión de izquierda de la justicia se enfocaría en las prácticas e instituciones del poder popular; una distribución modestamente igualitaria de la riqueza y el acceso a las instituciones; un cálculo incesante de todas las formas de poder: social, económico, político e incluso psíquico; una visión larga de la fragilidad y finitud de la naturaleza no humana; y la importancia de la actividad significativa y las viviendas hospitalarias para el florecimiento humano … El impulso para promulgar esa contra racionalidad -una figuración diferente de los seres humanos, la ciudadanía, la vida económica y la política- es fundamental tanto para el largo trabajo de construir un futuro más justo como para la tarea inmediata de desafiar las políticas letales del estado americano imperial.

El gran filósofo de la democracia, Cornelius Castoriadis, agrega a esta perspectiva la idea de que para la democracia el trabajo debe apasionarse por los valores públicos y la participación social junto con la capacidad de acceder a espacios públicos que garanticen los derechos de libertad de expresión, disidencia y crítica diálogo. Castoriadis reconoció que en el corazón de tales espacios públicos hay una cultura formativa que crea ciudadanos que son pensadores críticos capaces de «cuestionar las instituciones existentes para que la democracia vuelva a ser [posible] en el sentido pleno del término». Para Castoriadis, las personas no se debe simplemente otorgar el derecho a participar en la sociedad; también deben ser educados para participar en él de una manera significativa y consecuente. De acuerdo con Castoriadis, el espacio de protección de lo social se vuelve crucial cuando funciona como un espacio educativo cuyo objetivo es crear agentes críticos que puedan usar sus conocimientos y habilidades para participar en una lucha más amplia por la justicia y la libertad. En el centro de la defensa de la educación de Castoriadis hay una defensa del dominio público donde, parafraseando a Hannah Arendt, la libertad puede «encontrar el espacio mundano para aparecer». Según Castoriadis, la educación no era solo una dimensión esencial de la justicia y la política , pero también la democracia misma.

Una condición previa para detener el fascismo neoliberal de Trump es el reconocimiento de que la democracia no puede existir sin ciudadanos informados que sienten pasión por los asuntos públicos y creen que la conciencia crítica es una condición previa a través de la cual la política debe pasar para que los individuos se sientan aptos para el tipo de luchas colectivas que ofrecen la posibilidad de cambio. Es difícil hablar de producir los lazos sociales necesarios en cualquier democracia sin ver la educación cívica, la alfabetización y el aprendizaje como actos de resistencia. La educación tiene que convertirse en el centro de la política en la que se pueden desarrollar nuevas narrativas que se niegan a equiparar el capitalismo con la democracia, la esperanza con el miedo a perder y sobrevivir y la separación de la igualdad política de la igualdad económica.

Al hacerlo, la educación tiene que convertirse en un «instrumento de poder político», una forma de leer contra las condiciones que produjeron un pasado fascista y están con nosotros una vez más. En el momento histórico actual, una sociedad de comunidades cerradas, muros y cárceles ha desgarrado todo sentido de comunidad compartida, lo que hace cada vez más difícil imaginar un sentido de identidad colectiva enraizada en la compasión, la empatía, la justicia y las obligaciones compartidas entre sí . Contra este espacio público desgarrador, es crucial cultivar una visión elevada que se niegue a renunciar a la imaginación radical y la voluntad de luchar por un mundo en el que sea posible un tipo de lucha y política emancipadora.

Tal política debe hacer más que exhibir indignación hacia el régimen del fascismo neoliberal que emerge en los Estados Unidos y en todo el mundo como un modelo para el futuro. También debe tomarse en serio la noción de que no hay democracia sin una cultura formativa crítica que pueda habilitar el poder crítico y los modos de apoyo colectivo necesarios para sustentarla. Es decir, debe desarrollar una relación entre la educación cívica y la agencia política, una en la que las capacidades liberadoras del lenguaje y la política estén inextricablemente unidas a las creencias cívicas, los espacios públicos y los valores que marcan un abrazo democrático de lo social. Esto es especialmente urgente en un momento en que se está erradicando la cultura cívica y están desapareciendo visiones autoritarias de un futuro alternativo. La política debe volver a ser educativa y la educación debe convertirse en un elemento central de la política.

Como vehículo para el cambio social, la educación registra los elementos políticos, económicos y culturales que pueden utilizarse para reclamar una noción crítica y democrática de comunidad y las relaciones y valores sociales que hacen posibles tales comunidades. El desafío de crear un lenguaje nuevo y revitalizado de la política, el bien común y social puede pasar de lo abstracto a lo práctico a través del poder de un movimiento social de masas que reconoce la importancia táctica de lo que Pierre Bourdieu describe en Actos de resistencia como » las dimensiones simbólicas y pedagógicas de la lucha «y la resistencia.

No estoy sugiriendo que la educación o la pedagogía pública en el sentido más amplio ofrecerá garantías políticas para crear individuos y movimientos que puedan luchar contra los ataques actuales a la democracia, pero no habrá resistencia sin hacer que la educación sea fundamental para cualquier lucha política. En su ensayo «Sobre política» en The Sociological Imagination , el difunto sociólogo C. Wright Mills capta el espíritu de este sentimiento en su comentario sobre el valor de las ciencias sociales:

No creo que las ciencias sociales ‘salven al mundo’ aunque no veo nada malo en ‘tratar de salvar el mundo’, una frase que interpreto aquí como la evitación de la guerra y la reorganización de los asuntos humanos en de acuerdo con los ideales de la libertad humana y la razón. El conocimiento que tengo me lleva a abrazar estimaciones bastante pesimistas de las posibilidades. Pero incluso si es allí donde nos encontramos ahora, aún debemos preguntarnos: si hay alguna forma de salir de la crisis de nuestro período por medio del intelecto, ¿no le corresponde al científico social afirmarlos? … Está en el nivel de la conciencia humana de que virtualmente todas las soluciones a los grandes problemas deben ahora estar.

Si los progresistas van a redimir una noción democrática de lo social, tenemos que construir sobre el activismo que replantea lo que significa asumir el desafío de cambiar la forma en que las personas se relacionan con los demás y las condiciones que influyen en sus vidas. Tales esfuerzos hablan de una noción de esperanza educativa y de las posibilidades para alimentar modos de alfabetización cívica y modos críticos de aprendizaje y agencia. También apunta, como observó el difunto historiador Tony Judt, a la necesidad de forjar un «lenguaje de justicia y derechos populares [y] una nueva retórica de acción pública». Revitalizar una agenda progresista puede abordarse como parte de un movimiento social más amplio capaz de reimaginar una democracia radical en la que el público los valores importan, la imaginación ética florece, y la justicia es vista como una lucha continua. En un tiempo de pesadillas distópicas, un futuro alternativo solo es posible si podemos imaginar lo inimaginable y pensar lo contrario para actuar de otra manera. Esto ya no es una esperanza abstracta sino una necesidad radical.

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Conversaciones con… Maria Acaso: «Las pedagogías invisibles»

María Acaso, profesora e investigadora española especializada en Educación Artística, lleva varios años trabajando dentro del ámbito denominado como Revolución Educativa o, como ella misma denomina, #rEDUvolution. Su principal línea de trabajo consiste en evidenciar la obsolescencia del sistema educativo actual y desarrollar prácticas educativas contemporáneas desde cinco marcos de acción.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=CW0mKJTYcTw

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Cuando las familias necesitan ayuda: parentalidad positiva 

Convertirse en padre y madre no tiene por qué ser fácil y en ocasiones requiere de acompañamiento por parte de un equipo de profesionales. Conversamos con algunos de ellos.
Saray Marqués
El término lo introduce el Consejo de Europa en 2006 para hablar de la importancia de ayudar a las familias en su función de cuidado y educación, y en España un grupo de siete universidades –Universidad de Oviedo, del País Vasco, de Lleida, de Barcelona, Autónoma de Madrid, de Sevilla, de La Laguna y de Las Palmas de Gran Canaria- toma las riendas en la difusión de este enfoque.

No solo para ‘familias guapas’

Por la Universidad de La Laguna, la catedrática María José Rodrigo fue una de las pioneras que comenzaron a trabajar en esta línea incluso antes de existir la etiqueta, hace tres décadas. No faltaron las reticencias: “Lo más difícil ha sido hacer entender a quienes trabajan en servicios de protección que esto no es solo para familias guapas, que en situaciones graves también funciona”.

Reconoce que, sin embargo, se ha mejorado muchísimo y que existe en España una red fuerte de servicios sociales locales, ONG y fundaciones trabajando en preventivo, “al contrario de lo que ocurre todavía en América Latina, donde muchas veces la primera fase sigue siendo sacar a los niños del hogar”. “Hay múltiples ejemplos donde se sigue el enfoque positivo incluso en situaciones de maltrato, planteándose qué hacer con las familias para mejorar sus capacidades parentales. Y ya los servicios de protección no solo se centran en detectar el maltrato y los perpetradores, para quitar a esa familia de en medio, para sacar a esos niños de ahí, lo que en ocasiones les aboca a situaciones aún peores. Salvo en casos muy extremos y justificados se intenta la preservación familiar, que esos niños se puedan quedar en casa mejorando las condiciones de las familias, dando un paso atrás y yendo a la prevención universal”.

Hoy este enfoque ha alcanzado a los servicios sociales y las familias de alto riesgo, pero también a las familias normalizadas, a los centros escolares –en Canarias, por ejemplo, se entrena a los profesores para que sean ellos quienes den talleres de educación parental-, los centros de salud e incluso el ámbito judicial y las familias de menores con medidas judiciales. La parentalidad positiva es de una dimensión transectorial, y, en uno y otro ámbito, la meta es la misma: trabajar con las familias para mejorar sus capacidades parentales.

Y hacerlo desde que el niño nace, con claves de desarrollo cerebral, en la infancia y en la adolescencia. “Nuestros programas son de educación parental, nunca los llamamos escuela de padres, porque los padres también aportan experiencias, conocimiento, interactúan, no van a aprender lo que les dicen los expertos, a escuchar una charla ni a la Universidad para Padres. Esto es gratis. Las entidades nos contratan y formamos a los profesionales, no impartimos el programa, queremos que se interiorice en los propios servicios”, matiza Rodrigo, “Y hay un criterio de calidad. Los programas de parentalidad positiva están basados en evidencias, contrastados, no vale cualquier charlatán que ha tomado cuatro imágenes de internet”.

De puertas adentro

Desde la Universidad de Sevilla, Carmen Moreno también es de las que empezó a trabajar en parentalidad positiva antes de que se le pusiera nombre, junto con Jesús Palacios. A partir de 2008, además, comienzan a colaborar con la Consejería de Salud: “La idea del programa Apego es acompañar desde el primer control durante el embarazo hasta el fin de la edad pediátrica, rebasando la parte física en la que se solían centrar los grupos de preparación al embarazo, parto y puerperio, e incorporando componentes emocionales, sociales y psicológicos que rodean esa vivencia, y cómo afecta a la identidad, la relación de pareja o la red social”.

No se suplantaba a las matronas, sino que se les complementaba: “Además, ellas cuentan con un observatorio muy interesante, enseguida se hacen una idea de las habilidades parentales de la gente que acude a estos grupos, son capaces de anticipar las mujeres y los hombres a las que les faltan”, incide Moreno.

Si se detectaba este riesgo, se trabajaba más con esas parejas, recomendándoles la asistencia a grupos específicos o llegando incluso a las visitas domiciliarias. “Resolver este déficit de habilidades parentales es importante porque puede conducir a negligencia u otros tipos de maltrato. Si crees que un niño de meses que llora por la noche lo hace para fastidiarte, cuando te levantas para atender ese llanto no lo haces con la misma disposición que si crees que llora porque necesita algo, porque tiene hambre”, incide Moreno que, como Rodrigo, reconoce los cambios evidentes con respecto a los tiempos de nuestras abuelas, que hacen necesario todo este despliegue: “Nuestros roles son más complejos, y mujeres y hombres estamos expuestos a un estrés en la vida cotidiana que revierte en nuestras familias y en la calidad de los cuidados. Antes éramos mucho más naturales y simples en el ejercicio de la parentalidad, las metas y preocupaciones estaban muy claras. Ahora ya no aspiramos solo a que nuestros niños y niñas coman todos los días, que vayan al colegio y tengan éxito escolar. Los horizontes son más complicados, y todo ello con apoyos muy mermados, sin la red familiar extensa de antaño y en medio de un aislamiento social cada vez mayor”. Precisamente en este contexto los grupos de iguales dinamizados por un experto funcionan tan bien e incluso pueden servir para generar una red social al hilo de los talleres.

Como en cualquier programa universal, dirigido a la población general, “se suele interesar de manera más proactiva el que menos lo necesita”, pero por ello Apego resultaba interesante, porque permitía detectar a esas personas que podían necesitarlo más y motu proprio no lo iban a solicitar.

Inversión en prevención

El programa no se ha llegado a aplicar tal y como fue concebido todavía, en parte por su alto coste, “aunque en países como en Suecia existen muchas iniciativas de este tipo y los estudios demuestran que esta inversión en prevención a medio y largo plazo tiene un beneficio altísimo, es muy rentable”.

El rastro del programa Apego se puede seguir hoy en barrios como el Polígono Sur o Palmete en Sevilla, de la mano del Ayuntamiento y a cargo de Save the Children, esta vez sí, con visitas domiciliarias incluidas, no solo talleres: “Vemos a mamás muy protectoras con los bebés hasta que nace el segundo, y entonces a esa criaturita que ha estado en manos de su mamá durante dos años le llega todo a la vez: el destete, la autonomía, la independencia… Y percibimos otros problemas, como el recurso al chupete hasta muy tarde”, señala Moreno.

Diego González, trabajador del área de programas en España de Save the Children, explica cómo precisamente esta monitorización, este acompañamiento de los padres y madres en las casas, es uno de los elementos más atractivos de esta iniciativa, y cómo trabajan desde el año pasado tanto por el bienestar físico y la salud de estos niños –“Se habla del sueño, la alimentación, la higiene, porque son niños que se quedan dormidos en clase porque se acuestan tardísimo, quizá porque sus padres no tienen esta conciencia de la rutina del sueño de sus hijos, piensan que vale la misma que para los adultos”-, como por el psicoemocional, para acercarles nociones básicas de desarrollo, el cognitivo –con herramientas de estimulación en el hogar- y el concepto de límites con afecto y sin violencia. “Y todo en la lógica de Freire, de no trabajar como educación depositaria, como vasijas que se llenan, sino dejando a esos padres y madres que se expresen, que saquen los temas que les preocupan”, señala González, que apuesta por una lógica de intervención con los niños y niñas ecosistémica, interviniendo con el niño, con la familia y con la escuela, las organizaciones del barrio, etc. “La familia es clave como grupo primario de socialización, pero no es la única responsable, y desde las ONG no nos podemos olvidar de las otras patas”.

Mientras, en Madrid, desde los centros de apoyo familiar (CAF), aparte de ofrecerse mediación familiar, orientación social y jurídica, intervención psicológica en violencia dentro del núcleo familiar, también se cuenta con un programa centrado en la parentalidad positiva.

Enrique Calzada, director del CAF 3 (distrito de Usera) también defiende la oportunidad de que las sesiones sean en grupo, “lo que refuerza el sentimiento de autoeficacia al comprobar que nadie es perfecto y aprender de lo que los demás hacen bien, y ver que todo el mundo pasa por fases parecidas, y dudar, lo que es positivo si no paraliza ni angustia”.

En las distintas sesiones se trabaja para crear un vínculo afectivo desde la parentalidad positiva, creando una legitimación desde el respeto, para poder ir poniendo límites y normas dentro de una crianza responsable. “Se aborda tanto la vinculación como la desvinculación, cómo aprender a separarse, se fomentan las relaciones de los niños con otros niños, con otros adultos, y estos a su vez ven a sus padres con otros niños”, explica Calzada.

En los CAF, que comenzaron su andadura en 2004 –hoy son siete en la capital- hay profesionales de la psicología, trabajadores sociales y abogados especialistas en mediación. “Hasta que surgen los recursos municipales estaban más enfocados a situaciones de riesgo, no había una respuesta para familias normalizadas”, señala Calzada. Hoy les derivan familias o reclaman sus servicios matronas, centros de salud, colegios e institutos.

Si ser padres no es fácil, la adolescencia es una prueba de fuego: “Por eso es importante la labor de prevención, la manera de poner normas y límites, de ejercer la autoridad, de comunicarse. Porque poner remedio a eso con un chaval de 14 o 15 años, llegar entonces con que el “Porque lo digo yo”, “Aquí mando yo”, “Esta es mi casa”, no te legitima si no se va trabajando desde que los niños son pequeños en el porqué de las cosas, las consecuencias de las acciones, la realidad de la vida, con sus frustraciones, sus relaciones con los demás, que también fracasan, con sus malos momentos y unos padres que les acompañan como fuente de referencia y seguridad. Ponerse a hacer esto a los 15 años es un sinsentido y pasa demasiado a menudo”, reflexiona Calzada, “y demasiado a menudo nos encontramos con niños que no están acostumbrados a frustrarse, que tienen las gratificaciones que quieren cuando las quieren, por lo que cuando se enfrentan a un límite reaccionan de forma agresiva, violenta”.

Sobreinformación y desorientación

Pero, ¿realmente requiere tantos recursos externos un padre o una madre hoy para aprender a serlo? Surgen nuevas formas (familias reconstituidas, monoparentales…) en las que el modelo vivido ya no sirve o se vive lejos de los abuelos y su influjo se pierde, y prolifera, al tiempo, una gran oferta de contenidos en internet acerca de la crianza y la educación, no todos con eldebido rigor: “Las familias son más autónomas que nunca buscando información y a la vez están más expuestas que nunca a ideas sin calidad, no fundadas en la ciencia y que responden a intereses comerciales”.
Quienes más buscan, quienes más angustiadas y culpables se sienten, con más sensación de fracaso y frustración, suelen ser las mejores familias, las más sensibilizados, las que muestran más ganas de aprender. Cuando llegan a estos procesos de reflexión grupal “se encuentran desbordados por modelos ideales que se sienten incapaces de alcanzar, por las dificultades para conciliar, y, en ocasiones, la culpa por no tener tiempo les ha llevado al entreguismo, a darle todo a los niños, a llenarles de regalos, de pantallas. Con estos programas reflexionan sobre su propio modelo, sobre cuál piensan que debe ser su papel, qué buscan como meta, se replantean su historia, si están huyendo del autoritarismo de sus padres a la permisividad… No aspiramos a un cambio de prácticas, también de mentalidades para reducir el estrés parental y que descubran que cuentan con más resortes de los que pensaban”, describe Rodrigo.
Habla la experta de tipos de maltrato de los que las familias no son tan conscientes, como la negligencia, el no hacer lo que se debe hacer, el más frecuente: “No existe un discurso social en contra de la negligencia, o se piensa que se da en familias muy en riesgo, cuando tenemos también familias muy modernas que están dejando todo el día al niño en manos ajenas indocumentadas, con lo que este no vive descuido de alimentación o vacunas, pero sí descuido afectivo, y soledades”. Y de la polarización, frente a esta, de las corrientes más actuales en la línea de prolongar el colecho o la lactancia materna a demanda hasta muy tarde: “Se plantea como apego seguro, pero olvida un segundo componente del apego, la autonomía, y se genera una dependencia emocional que no es buena”.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/05/22/cuando-las-familias-necesitan-ayuda-parentalidad-positiva/

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Sobre el movimiento de Córdoba y la reforma universitaria en Colombia

Aunque desde 1918 las instituciones de educación superior se han transformado y sus estudiantes se han organizado y movilizado, continúa el divorcio con la realidad social.

Por: Silvio EAvendaño C

A partir del movimiento universitario en Córdoba (Argentina), 1918, se bosqueja el movimiento universitario en Colombia. La universidad en la Regeneración, la Misión pedagógica, la Ley 68 de 1935, la restauración conservadora, el Frente Nacional, el decreto 80 de 1980, la universidad en el nuevo siglo. Breve conclusión da fin al escrito.

Antecedentes e inicios de la reforma universitaria en Hispanoamérica

El movimiento estudiantil (1918) en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) comenzó cuando los estudiantes se levantaron contra la elección arbitraria del rector. Tuvieron los estudiantes la ilusión de que su movimiento tendría repercusiones continentales: “se contempla el nacimiento de una verdadera revolución que ha de agrupar muy pronto bajo su bandera a todos los hombres libres del continente”.

A menos de un siglo de las luchas contra el coloniaje español, pocos años después de que el poeta Rubén Darío hiciera posible el modernismo, cuando soplaban los vientos de Ariel, obra de José Enrique Rodó, y la presencia del naciente poderío de los Estados Unidos se hacía más arbitraria, como se pudo ver en la en la guerra contra España y la separación de Panamá, los estudiantes presumían: “Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana”.

A casi un siglo de vida independiente vale volver la mirada a: M´hijo el dotor, 1903, obra de teatro de Fulgencio Sánchez. El graduado de medicina regresa a provincia, y genera los conflictos entre la tradición y la mentalidad de quien ha estudiado. También es significativa la pregunta de Andrés Bello (1848): ¿estamos condenados todavía a repetir servilmente las lecciones de la ciencia europea sin atrevernos a discutirlas? Discutir las lecciones de la ciencia europea, criticar la realidad propia, y a partir del análisis, ejercitar el espíritu creativo.

El movimiento por la reforma de la universidad se inició en Córdoba en 1918. Justo B. Justo —fundador del partido Socialista, en Argentina— interpeló en la Cámara de los Diputados e Instrucción Pública. Analizó el carácter anacrónico de la enseñanza. Mientras esto ocurría En Córdoba la universidad fue clausurada por los disturbios de los estudiantes. Frente a esto, en Buenos Aires, se nombró como decano a Alejandro Korn, quien planteó: “…queremos ser dueños de nuestros destinos, superar el determinismo mecánico de las leyes físicas, el automatismo inconsciente de los instintos, conquistar nuestra libertad moral y encaminar el gran proceso en su ascensión sin fin hacia los arquetipos”. El movimiento se extendió más allá del país austral. En 1920, el Primer Congreso de Estudiantes se celebra en Perú y se crea la Universidad Popular, interesada en intervenir en todos los conflictos obreros. La enseñanza busca la cultura, la especialización técnica, dirigida hacia las necesidades de cada región. 1921 es la fecha cuando se celebra el Primer Congreso Internacional de Estudiantes. El objeto de lucha es:

I) Formar una nueva humanidad.

II) Abolición de los menos sobre los demás.

III) Dar fin a la explotación del hombre por el hombre y la propiedad.

La juventud aspira a una nueva reorganización social. En Chile, 1922, se publica el Manifiesto de la Federación Universitaria, que plantea: autonomía de la universidad, reforma del sistema docente, revisión de métodos y contenidos de los estudios, extensión universitaria. En Cuba, 1923, se organiza el Primer Congreso Nacional de Estudiantes. Tienen los estudiantes derechos a elegir a los directores de la vida educativa, asistir libremente a clases, libertad de enseñanza, a exigir sabios educadores. También plantean deberes: divulgar el conocimiento en la sociedad, respetar a los grandes maestros, investigar, sacrificar todo por la verdad moral. El estudiante debe trabajar por el progreso de la sociedad. En 1924 la Misión Pedagógica llega a Colombia. Es de anotar que el mensaje por parte de los estudiantes colombianos fue la denuncia de cómo el gobierno se empeñaba en mantener las instituciones universitarias bajo su control, al margen del pensamiento novedoso, sin material de enseñanza, sin laboratorios, ni bibliotecas, sin gabinetes, sin orientación, sin profesorado y casi sin estudiantes. No había una norma que coordinara el movimiento pedagógico. En la Universidad Nacional no existía espacio para las ciencias sociales, ni las preocupaciones pedagógicas, y todo se reducía a lo que pueda salir en auxilio, un profesional, cuyas miras no vayan más allá de la botica o del escritorio abogadil. Además, la política decide quién puede ser profesor universitario. La universidad permanecía en el sistema nemotécnico, una edad bárbara, sin seminarios.

1925. La Federación de Estudiantes de Asunción manifiesta la necesidad de acercamiento a los estudiantes bolivianos, dado el diferendo de los límites entre Bolivia y Perú. Los estudiantes de la Paz consideran que el conflicto de límites es absurdo. En Cuba: expulsión de estudiantes de la universidad. Intensa agitación porque el gobierno nacional había dado señal de gratitud, “porque los magnates de Washington no se robaron la isla de los Pinos”. Muchos estudiantes cayeron, ensangrentado las calles de la Habana, Mientras, en Uruguay, sale a la luz el Manifiesto: “La reforma educativa necesita actitudes enérgicas. La universidad debe cumplir una función social”. Hacia 1918 quienes podían realizar los estudios de primaria y bachillerato eran muy pocos. Además, quienes concluían los estudios universitarios pertenecían a un estrato privilegiado. Los sectores populares ni podían ni aspiraban a la vida académica. Es significativo que el movimiento estudiantil por la reforma universitaria en 1918 no surgiera en la capital de Argentina, es decir, en una ciudad burguesa, sino que el movimiento por la reforma universitaria se forjó en provincia, en la Universidad Nacional, en Córdoba, ciudad mediterránea del país austral. También llama a la reflexión que ocurría en las universidades de Hispanoamérica y la misma España, para que el movimiento de una ciudad de provincia tuviese acogida por parte del estudiantado hispanoamericanos.

Al dejar de ser parte de las colonias del imperio español Hispanoamérica se dio lugar a la balcanización que, tuvo como resultado una serie de repúblicas endebles, las cuales necesitaron constituir las instituciones y la burocracia estatal. Así, no se puede olvidar que la universidad pública cuando surgió, a partir de la independencia, se centró de manera especial en el estudio del derecho y teología, como cimientos del nuevo Estado, ejemplo de ello fue la Universidad del Cauca. Más, si bien se gestaron las repúblicas hispanoamericanas en los antiguos dominios españoles, la economía de las nacientes repúblicas no se asentó en la primera revolución industrial (carbón mineral-motor de vapor-hierro), industria moderna y el comercio, sino que permanecieron ancladas en las instituciones económicas de la colonia, atravesadas por la agricultura tradicional y la minería.

La rebelión estudiantil se enfrenta en Venezuela al golpe de estado. Juan Vicente Gómez, convertido en dictador (1910), cerró la Universidad Central de Venezuela durante diez años (1912-1922). En el Perú, ante las protestas campesinas, ocasionadas por los abusos de los grandes hacendados, la democracia cayó en una nueva versión del caudillo dictador: Augusto B. Leguía (1919-1930), En el caso de Chile, país supuestamente democrático, la persecución se ensañaba contra los obreros y estudiantes. Haití, desde 1915, permaneció ocupado por las tropas norteamericanas hasta 1944. Colombia vivía el proyecto de la Regeneración y, en 1918, se firmó el contrato con la Tropical Oil Company para la explotación petrolera. La Universidad del Rosario, en manos Monseñor Rafael María Carrasquilla, se empeñaba en la lucha contra el liberalismo y el socialismo. En Argentina, el descontento pendiente por la clausura del internado estudiantil en el Hospital de Clínicas se extendió a todo el sistema universitario. En ese ambiente continental se gesta El Manifiesto a la Juventud Argentina del Comité Pro-Reforma Universitaria de Córdoba: “La juventud de Córdoba, animada por el impulso irresistible del progreso se halla en lucha con su vieja y ruinosa Universidad. No es un acto de conducta irreflexiva de su juventud. Formamos la generación ascendente. Esta universidad pretende moldear nuestros cerebros para los archivos de la universidad”.

***

El régimen universitario es cuestionado, a un siglo de la lucha contra el poder colonial, que dio como resultado la balcanización del imperio español en un conjunto de repúblicas. En los años posteriores a la consolidación de las repúblicas hispana, en el siglo XIX, los patricios fundaron universidades públicas, a pesar de la oposición de las universidades privadas, propiedad de las comunidades religiosas.

Un ejemplo de la constitución de centros universidades y colegios: Real Colegio San Francisco (1803), Boyacá, Guanentá, Socorro, Cartagena, Buga, Chiquinquirá. Ejemplo, la Universidad del Cauca, (Popayán) creada el 14 de marzo de 1827. Conforme a la razón del nuevo Estado, los móviles que el gobierno utilizó para cumplir su objetivo (influir sobre el pueblo) serían las siguientes: el primer lugar el bien civil en cuanto la formación de los funcionarios del Estado, cuya tarea es la libertad de juzgar lo justo y lo injusto, conforme a la conducta externa. A su vez los estudios de teología, conducentes a la formación de sacerdotes, para alcanzar una enorme influencia hasta los pensamientos más íntimos del pueblo. Años después se funda la Facultad de medicina (1835) para el bien corporal larga vida y salud. De esta manera, se establecen las Facultades Superiores.

En 1842. Mariano Ospina Rodríguez razona una reforma educativa que tuviese como objetivo la ciencias exactas y naturales, la formación para el trabajo e industria, sin olvidar la religión, la eliminación del utilitarismo en los planes de estudio. En 1850, el presidente José Hilario López hizo realidad el proyecto de la Comisión Corográfica, pero, al mismo tiempo, dio paso atrás, como se puede advertir en: “Suprímanse las universidades. Los edificios, bienes y rentas de que hoy disfrutan se aplicarán para el establecimiento de los colegios nacionales, a excepción del Colegio del Rosario cuyos bienes serán administrados conforme lo decida la Cámara Provinciana de Cundinamarca”.

En 1867 se funda la Universidad Nacional. Más los conflictos en la sociedad daban lugar a una guerra más. Los acontecimientos de 1875 alteraron el orden de la universidad y, así se llegó al cierre de la misma. “Pero vino la guerra de 1876, i la juventud empezó a prestar oído a la tormenta que mugía en los estados, interesándole más los periódicos violentos que incendiaban las pasiones políticas más, que los posibles libros que les hablaban de ciencia i las tareas escolares comenzaron a sufrir i la disciplina a relajarse, i los claustros universitarios a moverse y a agitarse como un mar en incipiente lucha”. La universidad se despobló y de sus mil alumnos muchos “cambiaron el tahalí por la cartuchera”. Bastantes murieron, otros quedaron mutilados y, pocos volvieron a la universidad”. Los cambios a partir de la Constitución de 1886 y el Concordato de 1887, bajo la Regeneración convirtieron la Universidad Nacional en confesional. La Universidad Nacional quedó bajo el control del Estado, perdiendo su limitada autonomía. Cada una de las escuelas fue colocada bajo la dirección de un Ministerio. En esa forma funcionó hasta la reforma de 1935.

Ambiente político de la universidad en Colombia y Argentina

En “la Atenas Suramericana”, en otras palabras, Bogotá, se padecía de una epidemia de gripe. Se daba inicio a la explotación del río de petróleo que corre por el subsuelo. El hijo de una lavandera, Marco Fidel Suárez, pudo ser presidente (1918) y, trazar la endemia del Respice polen (Mirar al Norte), es decir la dependencia en busca de consolación y guía por parte de los Estados Unidos. El país padecía la Regeneración, que había impuesto a través de la Constitución de 1886, según la cual: “La educación pública será organizada y dirigida en concordancia con la religión”.

Es bastante curiosa la atmósfera que se respiraba en el período 1886-1930. Baldomero Sanín Cano, a finales del Siglo XIX, no llegó a ser profesor universitario en Bogotá; el trabajo que consiguió fue ser superintendente del tranvía, ocupado de la bosta de las mulas. En la Universidad del Rosario, Monseñor Rafael María Carrasquilla era profesor de teología moral, metafísica, historia de la filosofía y filosofía del derecho. Consideraba que “ser liberal en política y católico en religión es imposible”. Ante la pregunta ¿se puede ser a un tiempo liberal y católico? La respuesta de Carrasquilla fue excluyente: “El que es liberal no es un buen católico”. Condenó el pensamiento liberal: la soberanía del pueblo, derrocar por la fuerza al ilegítimo gobernante, la Iglesia sometida al Estado, la separación de la iglesia del Estado y viceversa, la Iglesia libre en el Estado Libre, la libertad de cultos, las libertades de pensamiento, palabra, imprenta y enseñanza, la instrucción pública y obligatoria, el matrimonio civil. Más, la Universidad Libre se aislaba del ambiente dogmático. El Externado tenía como propósito el apartarse del absolutismo y de la supresión de la libertad de enseñanza.

Mientras tanto, al sur del continente, José Ingenieros, el médico, sociólogo y filósofo argentino, en La universidad del provenir, (1920) analizaba los centros de educación superior: “Atrasadas por su ideología, inadaptadas para su función. Son esos los términos precisos del problema. En su casi totalidad, las universidades son inactuales por su espíritu y exóticas por su organización. Las de nuestra América, en particular, han sido instituidas imitando modelos viejos y conservan el rastro de la cultura medieval europea. Justo es reconocer que, en muchas de ellas, las facultades que se destinan a la formación de profesionales están excelentemente organizadas y producen abogados, ingenieros, médicos, etc., cuya preparación es muy completa. Pero lo que ha desaparecido, al mismo tiempo que se han desenvuelto esas excelentes facultades, es la universidad: actualmente no existe una organización de las escuelas especiales de acuerdo con una ideología que sea actual (es decir, científica) y social (es decir, americana)”. De esta manera, las universidades hispanoamericanas se caracterizan por los modelos universitarios caducos. Si bien las facultades se constituyen en la especialización disciplinaria, la universidad no existe como tal, porque no hay formación del hombre ni del ciudadano.

Sobre la universidad colombiana hacia 1925 y la participación estudiantil

Años después ,1925, de haber terminado los estudios de derecho en la Universidad Nacional, Germán Arciniegas, Gabriel Turbay, Jorge Zalamea… miran hacia atrás: “Hemos vivido en la universidad nuestros años preferidos y un profundo desencanto nos agobia cuando pensamos en ella y por fuerza llegamos a convencernos de que toda su armazón y su prosopopeya nos eran extrañas tocándonos vivir en un mundo en donde nuestros ideales no hallaban un reflejo de simpatía. Hemos girado dentro de un sistema que no es el nuestro, que no podría llegar a ser jamás el sistema dentro del cual lográramos desenvolver armoniosamente nuestro pensamiento”. El paso por la universidad fue un mundo opaco porque los “claustros eran ineptos y los profesores antiguos”.

Y es que basta ver lo que ocurría. Germán Arciniegas consideraba: “En la universidad no existía sino una forma de trabajo personal: era la tesis para obtener el grado. Ya ni eso tiene halagos; los trabajos que se escribían resultan muchas veces plagios inescrupulosos y el caso de ver en ellos ideas fuertes y propias es tan raro, que de cien escritos apenas uno resulta de valor. La ceremonia de grado ha venido a convertirse en una pantomima de mal gusto, y no pocos universitarios prefieren pasar en silencio el acto, que en otras circunstancias debería ser oportunidad para defender ideas nobles”.

La reforma universitaria se hacía necesaria para superar la pasividad. ¿Hasta qué punto los estudiantes se interesaban en el gobierno universitario? ¿Sucedía lo que ocurre en el presente? ¿La indiferencia del estudiantado cuajaba en el desinterés por el camino mediocre que debía seguir la universidad? “Y porque no se trata de participar en un consejo de profesores, sino de tomar injerencia directa en las más de las veces y de cooperación en las menos, en el gobierno de la universidad, decimos que la manera como se ha planteado el problema ha traído como corolario, generalmente, el que se limite la cuantía del negocio, en detrimento de la holgada visión en que deben espaciarse las aspiraciones estudiantiles”. Bien vale considerar como uno de los elementos de la reforma universitaria es la participación estudiantil. Más la participación de los estudiantes en los Consejos de Facultad, en el Consejo Académico, o los Consejos Superiores, en general, no pasa de ser representación sin pena ni gloria, dado que quienes son elegidos, en procesos electorales de poca participación estudiantil, terminan en representaciones opacas y sin mayor interés en el gobierno de la universidad.

La reforma universitaria desde sus inicios —1918 en Córdoba (Argentina)— ha girado en la participación estudiantil: Más esa participación supone una actitud crítica que solo puede lograrse mediante un robustecimiento, una exaltación atrevida del sentido crítico que se extravía, se debilita bajo la influencia del sistema nemotécnico, del verbalismo. Mientras que en la Facultad de medicina se estudia desde el común denominador del método experimental, en el caso de la facultad de derecho se pierde en un ingenioso laberinto de silogismos. No en vano se dice que “a los estudiantes de derecho se le quita el código y lloran…”

Anacronismo de la universidad en Hispanoamérica, incluida Colombia

¿Hasta qué punto los planteamientos de los estudiantes de Córdoba (Argentina) tienen vigencia en (2018)? Vale considerar si hubo transformaciones o si la rebelión estudiantil se diluyó en el tiempo. En aquel entonces, en: A la juventud argentina de Córdoba, a los hombres libres de Sud América, escribieron: “Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y —lo que es peor aún— el lugar donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara”.

Vale considerar cómo se llegaba a ser académico. Si se tenían palancas o relación con algún político se daban las condiciones y las posibilidades de ser profesor universitario. Sin especialización y sin los elementos universitarios, como es la formación para transformar la sociedad en el ejercicio ciudadano de la política. Dada la situación quienes se hallaban en el acto pedagógico con los estudiantes se convertían bien pronto en tiranos. Denunciaban los estudiantes de Córdoba como para ser profesor se llegaba a ello sin que existiesen concursos y oposiciones, tampoco se tenía en cuenta el pensar de los estudiantes, mucho menos el conocimiento, quien llegaba a la cátedra no tenía idea de la pedagogía, la cual se suele confundir con el ejercicio de marcador y tablero. Se desconocía que la pedagogía tiene como objetivo la formación del hombre y del ciudadano. Y en la segunda década del siglo XX, los estudiantes condenaban. “Nuestro régimen universitario –aún el más reciente- es anacrónico está fundado sobre una especie de derecho divino del profesor universitario”, que en general se apoya en dos elementos: Primero en la creencia que el conocimiento que trasmite es la verdad. Y a partir de ese convencimiento se levanta el autoritarismo. Como no se ha examinado la creencia, como no se ha asimilado la epistemología -estudio de las teorías científicas- que no son otras cosas que posibilidades, construcciones sometidas a los avances del conocimiento con sus alcances y límites, se cae en la presunción que la ciencia es la verdad.

Más hay que sumar a lo anterior, es decir a la autoridad del profesor que se apoya en la docta seguridad que él posee la verdad. Sin ninguna vergüenza se confunde la ciencia con lo religión. En la religión los creyentes están convencidos de que se posee la verdad, cuestión que no se da en las ciencias.

El desconocimiento de que hay tres momentos del acto pedagógico: cátedra magistral, el seminario que no busca otra cosa que la formación del estudiante, y la síntesis. En el primer momento, el profesor se acerca a las teorías, en el segundo momento se trata del trabajo formativo en el estudiante y, la síntesis que constituye la apropiación de los conceptos Consecuencia de la elección deficiente del profesorado y del ejercicio profesoral autoritario, erigido en la creencia que la verdad la tiene el profesor se producen malestares, que solo pueden atenuarse con “vetos a los profesores, huelgas, paros, protestas violentas, que son indicios de un sistema que no satisface”.

La universidad profesionalizante y el desaliño en las instituciones académicas

La Regeneración (1886-1930), el proyecto de Rafael Núñez y Miguel Antonio, se caracterizó por el espíritu conservador y su lucha contra la modernidad. La Universidad Nacional, se ensombreció por la inestabilidad política y por la desazón social que rodeó el proceso de la Constitución de 1886. Por eso, la Universidad Nacional regresó al control del Estado y, perdió su autonomía y su unidad académica.

En 1924, los estudiantes de la Universidad Nacional consideraban: “Pero he aquí que la nación —sin haber cumplido el deber de una cultura patria y sin practicar los altos estudios— se empeña en sostener, de acuerdo con los gobiernos seccionales, una multitud de escuelas universitarias, libres de todo control, ajenas a toda corriente, sin los elementos para la enseñanza”. No existía una norma que coordinara el movimiento universitario.

A partir de la desventura de los estudios universitarios los estudiantes de la Universidad Nacional pedían la reforma. “Hemos sentido un profundo desencanto al advertir que el más estricto de los criterios profesionales ha negado toda amplitud de la universidad colombiana. No hallan campo en ella las ciencias sociales ni la preocupación filosófica”. Estudiantes y profesores se borran ante el prestigio de los textos, que tienden asimilarse sin revisión alguna. Tampoco hay relación entre las diferentes facultades. El espíritu universitario ha huido. Profesores sin vocación. Los profesores no se nombran por su conocimiento, son nombrados por política. En la elección de las autoridades universitarias no interviene para nada la universidad.

La propuesta de reforma por parte de los estudiantes se concretó en seis puntos. Una primera preocupación es la independencia, es decir, que la universidad sea dueña de sus propios recursos, que pueda orientarse en cualquier instante, de acuerdo con las sugestiones de la ciencia y de la vida. Un segundo elemento de reforma: “Quizá hoy se trabaje, pero se da al trabajo una orientación equivoca y absurda, y nosotros nos rebelamos contra el esfuerzo estéril”. Aprender de memoria era el objetivo central. A continuación, plantearon los estudiantes: la universidad social, es decir la relación entre la universidad y la sociedad, en concordancia con dos puntos: por medio de las cátedras y de la extensión. “Aquí solo existe una escuela llamada de derecho y ciencias políticas. Pero dentro de la pobreza de su plan, no cabe mucho de lo que ya hoy resulta esencial para el ciclo de los estudios universitarios”. Un cuarto punto de la reforma esperaba conseguir un mejor gobierno de la universidad. Se aguardaba la organización hecha a base de consejos de profesores y consejos de estudiantes, “que obraran de acuerdo para dictar leyes comunes y con independencia al tratarse de cuestiones particulares, sería la más apropiada para regir los destinos universitarios”. El quinto punto de la reforma está dado por cátedras, funcionamiento de seminarios, cursos especiales, bibliotecas y que; la carrera del magisterio exista sobre las bases que aseguren el porvenir y, den acceso a cuantos sean dignos de tener una silla en la universidad. Y un último punto, la universidad que esté de acuerdo con el año de 1924, hoy, y mañana con el 1925. “Que no sea un simple rodaje administrativo, sino un organismo dinámico. Abierto y útil: que por la elevación de sus propósitos y por el ejemplo de una organización moderna, dé la idea de algo superior, digno de ser mirado con respeto”.

Los enfrentamientos en Hispanoamérica y los estudiantes asesinados en Colombia

La agitación estudiantil en 1928 se encontraba viva. En Venezuela, Juan Vicente Gómez se hizo dictador entre 1908-1935. La Federación de Estudiantes presidida por Raúl Leoni, Pío Tamayo se manifiesta en contra de la dictadura. Rómulo Betancourt: “Pobre pueblo olvidado de Dios y crucificado de angustias republicanas”. Hasta entonces no se había escuchado el discurso jacobinista en contra de la dictadura de Gómez. Más pronto los estudiantes se encontraron en prisión, con grillos de setenta libras, mientras la agitación estudiantil prendía en Mérida, Valencia y Maracaibo. Se descubre una conspiración estudiantil y militar que intenta tomar el Palacio. Ante el fracaso viene la persecución y el destierro. Los estudiantes, conocidos como la Generación del 28, firman un documento solicitando la libertad para los compañeros detenidos. Más terminan condenados a trabajos forzados. Rómulo Betancourt, Andrés Eloy Blanco, Raúl Leoni, Miguel Otero Silva fueron enviados a la colonia Ariara, donde se construía un tramo de la carretera. Allí cumplieron trabajos forzados. En Bolivia hubo “masacre estudiantil” Huelga de los estudiantes de derecho, en Uruguay, que dura un año. Estudiantes muertos en Cuba, con cierre de la universidad. Solidaridad de los estudiantes argentinos con los venezolanos. En el Colegio Nacional en Asunción —Paraguay— hay tres meses de huelga. “Hora es ya que alcemos nuestra voz pidiendo lo que hace rato han conseguido los demás estudiantes de América: la Reforma”.

En Colombia, en 1927 hubo represión contra la huelga de los trabajadores de la Tropical, en 1928, los trabajadores de las Bananeras fueron a la huelga y… masacrados. El ejército colombiano, comandado por el general Cortés Vargas, disparó sobre los trabajadores, pues el gobierno se puso a favor de la United Fruit Company. El 7 de junio de 1929, cuando la hegemonía conservadora hacia aguas, luego de 44 años en el poder hubo movilización de los estudiantes en Bogotá. Por entonces, el presidente se debatía en su peor crisis, dado lo que había sucedido en la Costa. Los estudiantes de la Universidad Nacional organizaron la marcha de protesta contra la “rosca”, conformada por políticos, ministros, alcaldes que, con el apoyo del presidente, se caracterizaban por la “corrupción”, en otras palabras, por la apropiación de los fondos públicos, además del nepotismo. Cuando avanzaba la manifestación por el Palacio de la Carrera —hoy Palacio de Nariño— los estudiantes fueron hostigados por la policía. Luego, vino la ráfaga de fuego. Víctima de las balas oficiales cayó Gustavo Pérez Bravo, estudiante de cuarto año de derecho. El día siguiente, el cortejo fúnebre recorrió el “camellón central” hacia el Cementerio Central. La amargura de tal hecho se recuerda cada año. Así, el 8 y 9 de junio de 1954, en tiempos de Gustavo Rojas Pinilla, en la presidencia, el ejército disparó sobre los estudiantes, varios perecieron.

Sobre la refundación de la Universidad Nacional en Colombia.

Ernst Rothlisberger, docente desde 1886, describe la universidad, fundada por la ley orgánica de la reforma universitaria en 1867. La filosofía que se forjó: el positivismo. Las facultades con las cuales abrió la Universidad Nacional: Escuela de Literatura y Filosofía, la Escuela de Derecho o de Jurisprudencia, la Escuela de Ciencias Naturales y la Escuela de Medicina (No existía la Facultad de Teología, dado que los sacerdotes se formaban en los Seminarios.) “Así funcionaba la universidad. Víctimas más tarde, de la reacción que siguió a la revolución de 1885, fue “reorganizada” dentro de un espíritu muy diferente”.

Desde 1886, el radicalismo de los fundadores de la Universidad Nacional quedó a un lado, luego, la universidad se convirtió en una institución confesional, al servicio del partido de gobierno. En 1924, en el Mensaje de la juventud a los miembros de la Misión Pedagógica, se lee. “En primer término, hemos sentido un profundo desencanto al advertir que el más estricto sentido de los criterios profesionales ha negado toda amplitud a la Universidad Colombiana. No hallan campo en ella las ciencias sociales ni la preocupación filosófica”. Además, no hay autonomía en el nombramiento de los profesores; respecto a la elección de las directivas de la universidad, no interviene para nada la universidad, pues se depende del poder político. En el Segundo Congreso nacional de Estudiantes (1924) se pedía la redención de la universidad colombiana: “Las agitaciones rudimentarias que han surgido en el seno de esta universidad y en el mismo congreso que vosotros integráis, prueban cómo la juventud no ha podido encontrar en los altos institutos nacionales nada que colme ni sus anhelos, ni sus afanes, ni sus esperanzas”. Germán Arciniegas (1924) consideraba la reforma universitaria como un deber. “En su obra más íntima, los estudiantes deben dar una nueva “arquitectura” a la universidad…Hay que penetrar, y hacer dentro de cada estudiante, el proceso y la filosofía de la Universidad y llevarlo de la contemplación a la acción y hacerlo autor, darle autoridad y colocarlo en el demos frente a la democracia, esto es hacer del estudiante el estudiante”. A la universidad le queda muy bien lo que dice su estatuto general sobre su razón de ser: “contribuir a la unidad nacional, en su condición de centro de vida intelectual y cultural, abierto a todas las corrientes de pensamiento y a todos los actores sociales, étnicos, regionales y locales”.

La gran depresión de 1930 puso fin a la sucesión de gobiernos conservadores. Llegó entonces el gobierno liberal, que orientó el país hacia la industrialización. Colombia comenzaba a dejar atrás el país rural. Bajo la presión de los hechos y el movimiento estudiantil, inspirado en los estudiantes de Córdoba se produjo la reforma universitaria. La ley 68 de 1935 reorganiza la Universidad Nacional, dado que hace posible la autonomía académica y administrativa, negada desde la Regeneración. La universidad establece los consejos directivos, profesionaliza al profesor universitario al erigir la dedicación exclusiva e, instituye los concursos para ser docente. También instaura el examen de admisión para los estudiantes.

Para el gobierno liberal, la autonomía de la universidad no era un problema. “La autonomía debía ser relativa y centrada en la libertad de cátedra, siendo la enseñanza un ámbito en el cual el Estado no intervendría. Sin embargo, en el ámbito del gobierno de la universidad, su autonomía absoluta era “imposible”: […] es cierto que la universidad necesita de una autonomía relativa que le permita vivir y crecer dentro de su propio ambiente y dentro de las circunstancias especialísimas de orden fiscal. “En materia de enseñanza, la educación humana es de importancia capital, y ni la inteligencia, ni la voluntad, ni la imaginación creadora, ni la preparación de maestros y discípulos son cosas sobre las cuales puede legislar el Congreso de la República”.

A partir de la Reforma de 1935 y en los sucesivos gobiernos, el tradicional esquema de profesiones compuesto de medicina, derecho e ingeniería fue ampliado a nuevas actividades técnicas y científicas. Se crearon entonces nuevas facultades: química, arquitectura, veterinaria, agronomía, economía, administración, filosofía, etc., a las cuales se agregaron algunos institutos de investigación como el de ciencias naturales. También hubo cambios en los métodos de enseñanza y, se elevó el nivel del contenido científico de la misma. Hubo estímulo por la investigación. La reforma de 1935 introdujo el profesorado de dedicación exclusiva, es decir el verdadero profesor de carrera.

La reforma de 1935 centralizó las facultades en un solo campus (antes eran una colección de escuelas distribuidas por toda la ciudad). Se compraron los terrenos donde funciona la Ciudad Universitaria. “Llegaron de Alemania, invitados por el gobierno nacional, el pedagogo Fritz Karsen, experto en asuntos universitarios, y el arquitecto Leopoldo Rother, quien ayudó a definir la estructura académica integral, sintetizada en un esquema general en forma de elipse”, la cual encierra el búho que irradia cada una de las cinco grandes divisiones académicas y sus respectivas dependencias”.

Por otra parte, a partir de 1935 se fundan universidades privadas: Pontificia Universidad Bolivariana, Universidad de los Andes (1948), Universidad Julio Arboleda (1984); también universidades públicas como Universidad del Atlántico (1940), Universidad Industrial de Santander (1948), etc

La universidad colombiana y la reconservatización del país

De 1946 a 1957 se buscó la “reconservatización del país”. Los avances de la República liberal (1930-1946) había que anularlos. Así, la Normal Superior fue clausurada (1951), acusada de ser la causante de la crisis nacional, promiscuidad y perversión de la juventud por la educación mixta y comunista del proyecto normalista de la República Liberal. Virginia Gutiérrez de Pineda manifestó que en: “El Siglo [periódico de propiedad del presidente Laureano Gómez] se escribía que nosotras éramos promiscuas solo porque en la Escuela Normal Superior hombres y mujeres estudiaban juntos”. En lugar de ello se dispuso la Universidad Pedagógica con sede en Tunja, bajo la rectoría del alemán Julius Sieber y, la Escuela Normal Pedagógica Femenina (Universidad Pedagógica), con sede en Bogotá, dirigida por Francisca Radke.

En 1945, se funda el Instituto de Filosofía, en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional. Según Rafael Gutiérrez Girardot: “El Instituto de Filosofía…sembró un germen que hubiera florecido si los destinos del país no hubieran seguido el viejo, retardatario y frívolo ritmo que restauró el doctor Laureano Gómez, quien restableció el supuesto tomismo sin percatarse, naturalmente, de que con ese dogmatismo le prestaba poco servicio a Tomás de Aquino. Esta restauración no solo interrumpió el proceso de asimilación de la filosofía contemporánea en Colombia, sino desfiguró y con ello destruyó el programa bastante unitario que habían trazado los fundadores del Instituto”.

En 1953, tuvo lugar el Congreso Nacional Universitario en Medellín, con impulso netamente católico. El evento alcanzó un fin político: la creación de la FUC, según los lineamientos de Laureano Gómez, enfocados a la formación del católico perfecto. “En una de sus primeras manifestaciones, la federación respaldo el servicio militar obligatorio”. Más, el 13 de junio de 1953 dio golpe militar Gustavo Rojas Pinilla. En el mundo universitario el escepticismo cundió acerca de las bondades democráticas de la presencia militar en el poder.

La universidad pública retrocedió y, durante el gobierno militar (1953-1957) fue intervenida y, prácticamente derogado el estatuto orgánico de 1935. A raíz de los asesinatos de estudiantes, acaecidos el 8 y 9 de junio de 1954, Rojas Pinilla llamó por teléfono al rector, de la Universidad Nacional, Abel Naranjo Villegas: “Dígame una cosa, doctor Naranjo; al fin ¿cuántas fueron las bajas del 8 y 9 de junio?”. Naranjo Villegas respondió: “En el estricto sentido del vocablo, no hubo una sola baja, señor presidente. Bajas hay cuando se enfrentan dos contingentes armados para librar una batalla. Pero lo que hubo aquellos días fue, primero el asesinato de un estudiante inerme, y al día siguiente la masacre a mansalva de trece muchachos cuyas únicas armas eran los libros y banderas que portaban en su pacífica marcha hacia la casa presidencial”. Fue destituido el rector y, en lugar de él, se nombró a un militar.

A partir de los graves acontecimientos de 1954 se consolidó la FEC, que se opuso a Rojas y participó en las jornadas de mayo de 1957, con la caída del militar. Los estudiantes fortalecieron la FEC por encima de la FUC. Asumieron la postura de los estudiantes de Córdoba, en 1918. Establecieron la lucha por la autonomía académica, administrativa y financiera de la universidad, junto con las libertades universitarias: investigación, libertad de cátedra, y la orientación nacional de la universidad.

Fin de la violencia liberal-conservadora y el Frente Nacional

La creación del Frente Nacional (1958) origina el distanciamiento de los universitarios frente a los partidos liberal y conservador. A lo largo de la década del sesenta, uno de los temas fue la autonomía universitaria: el gobierno de las universidades, mediante órganos integrados por los estudiantes y profesores, dado que las universidades no se encontraban en manos de los docentes y de los alumnos, fueran academias oficiales, departamentales, privadas religiosas y privadas seculares.

En el año (1960) la intervención directa del Arzobispo de Popayán llevó a la destitución y nombramiento del rector de la Universidad del Cauca. No se puede olvidar que para ese entonces la Iglesia tenía un representante en las universidades oficiales, dada la vigencia del Concordato de 1887. La Iglesia supervisaba la educación en lo relativo a la fe y a la moral cristiana. En el año de 1961, los estudiantes de la Universidad de Antioquia pedían el cogobierno y, bien pronto la universidad fue militarizada. En 1962, los estudiantes de la Universidad Nacional se solidarizaron con la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja después de los abusos cometidos por la fuerza militar…

La Federación Universitaria Nacional (FUN) fue creada por 17 universidades (1963), y agrupó a diversas organizaciones. En el arco comprendido entre 1964-1969 “la politización (estimulada por la Revolución Cubana), la oposición al régimen durante los primeros años del Frente Nacional, así como las posiciones anti-imperialistas asumidas por el Movimiento Estudiantil” delimitaron el tipo de reivindicaciones que condujeron a la radicalización. La FUN apoyó las iniciativas de Camilo Torres Restrepo. La llegada de Carlos Lleras Restrepo a la presidencia llevó a la represión estudiantil. En agosto de 1966 es militarizada la ciudad de Medellín, por encontrarse la Universidad de Antioquia en huelga. Y, con el incidente del presidente y John D. Rockefeller, en la Universidad Nacional, (Bogotá) se disolvieron los organismos de representación estudiantil, y se dio fin a la extraterritorialidad de la U.

Una de las discrepancias se dio por la propuesta de reforma universitaria, el Plan Básico (1967), que buscaba ‘tecnificar’ la universidad, adecuándola a la esfera económica del país, arrinconando las humanidades y la cultura, pues “el pensamiento crítico no es importante en la educación para el crecimiento económico”. La reforma universitaria, que venía de fuera, de las universidades estadounidenses y, bajo la supervisión de organismos financieros norteamericanos, hizo que los estudiantes se revelasen contra la injerencia en la educación. Rechazaron tal intervención como forma de penetración imperialista.

Con el Frente Nacional la condición de un sector del estudiantado se radicalizó. Los grupos más activos del estudiantado consideraron que se debía caminar hacia el socialismo, para lo cual había que dejar el reformismo y convertirse en revolucionario. No es de extrañar que los estudiantes en torno a la lucha por la autonomía y el anti-imperialismo llegasen a la huelga a los paros, al enfrentamiento con la fuerza disponible…y al “cierre de universidades”. La continuidad de las manifestaciones, enfrentamientos, brotes de violencia de las luchas estudiantiles fueron perdiendo su atractivo y respaldo popular. Con ello el prestigio de las universidades oficiales decayó y, en el horizonte se fue configurando la conveniencia y el crecimiento de la universidad privada.

En el último período del Frente Nacional (1970-1974) el movimiento estudiantil entró en crisis en 1971, cuando intentó volver a la FUN. Una vez más está presente el Manifiesto de Córdoba (1918). en el movimiento estudiantil en los años setenta que ha luchado por la autonomía universitaria como forma de gobierno, cuestión que implica la independencia política y administrativa en relación con el Estado; libertad de cátedra e investigación; democratización de la educación mediante la gratuidad; participación de los estudiantes en los distintos órganos de dirección de la universidad: elección de los docentes través de concursos de oposición de carácter público.

Los años finales de los sesenta se irradiaron con el Mayo del 68. El movimiento estudiantil comenzó en marzo, en Nanterre, y poco a poco, se extendió por las calles de París en la alianza entre estudiantes, trabajadores. Además, la guerra de Vietnam, el asesinato del Che Guevara (1967), la revolución cubana, la Masacre de Tlatelolco (1968-México), la Conferencia de Medellín por parte del Celam, la Primavera de Praga y su represión crearon una atmósfera de lucha en todo el planeta.

El movimiento estudiantil enarbolaba (1971) el Programa Mínimo: Abolición en los Consejos Superiores universitarios los gremios y la Iglesia; cumplimiento del 15% del presupuesto mínimo de la educación para la universidad nacional; comisión de 3 estudiantes y 3 profesores y un representante del Ministerio de Educación para estudiar el carácter rector de la Universidad Nacional, liquidación del Icfes, financiación estatal y adecuada educación superior. Los estudiantes veían con preocupación los préstamos otorgados por instituciones internacionales, BID; buscaban investigación financiada exclusivamente por la nación; retiro definitivo y ruptura de la Fundación para Educación Superior de la Universidad del Valle; legalización del derecho a crear organizaciones gremiales de cualquier tipo.

El Programa Mínimo se erigía sobre la democratización de las estructuras de poder vía Consejos Superiores, la financiación estatal de la universidad pública, Propuesta de ley orgánica para las universidades, revisión de la acción de las agencias norteamericanas operantes en el país, demanda de destitución del rector de la Universidad del Valle y exigencia de la reapertura de Sociología en la Universidad Javeriana, supresión del Icfes.

La universidad hacia los años setenta del siglo y final del siglo XX

En medio de una manifestación en Cali, el 26 de febrero de 1971, murieron siete estudiantes, además de los heridos. Hubo toque de queda en Medellín el 3 de marzo. Manifestaciones en Manizales, Bucaramanga Bogotá, Medellín… Un muerto en Medellín y otro en Popayán.

Un proyecto de reforma universitaria referente a la autonomía se presentó (1971). El sistema quedaba centralizado de un Consejo Nacional Universitario. Los rectores seguían siendo nombrados por el Presidente de la República y los profesores serían clasificados como empleados públicos. Pero se continuó con la tendencia tecnócrata. El Ministro Luis Carlos Galán Sarmiento buscó dar más presencia a estudiantes y profesores y disminuir los elementos externos. Pero los estudiantes no aceptaron. Luego vendría el cogobierno. La protesta autodenominada Movimiento 4 de marzo. El inconformismo siguió (1973) y vino la expulsión de estudiantes de la Universidad Pedagógica Nacional. Cierre de universidades públicas, expulsión de estudiantes, ingreso de estudiantes a grupos guerrilleros.

El 6 de septiembre de 1978, se decretó el Estatuto de Seguridad Nacional, en el gobierno de Julio César Turbay Ayala, que afectó al movimiento estudiantil, “Su propósito es defender las instituciones democráticas, hoy asediadas por serios peligros, y defender a los asociados de toda clase de acechanzas para lograr una patria donde se viva en paz, sin sobresaltos, con toda clase de seguridades para la vida y el trabajo” En el gobierno de Julio César Turbay Ayala, permaneció en Estado de Sitio , militarización de la vida nacional, otorgamiento de funciones judiciales a las Fuerzas Militares, violación de los derechos humanos, principalmente referidos a detenciones masivas y arbitrarias, torturas…que padecieron muchos estudiantes.

El decreto 80 de 1980 promulgado en el gobierno de Turbay Ayala planteó: “Una reorganización de los saberes según la modalidad de la educación superior, se estableció la formación media profesional, la formación tecnológica, la universitaria y la formación avanzada. Y se definieron tipos de instituciones: intermedias, profesionales, técnicas y universitarias. Hubo reconocimiento a la importancia de generación de conocimientos, la adecuación de tecnologías y la educación permanente como objetivos de la educación superior; reconocimiento de la importancia de la investigación en la educación superior y de la pertinencia de ligar docencia e investigación (todavía no le extensión).

Además, se hace de la investigación el fundamento mismo de la educación superior (solo que para el desarrollo específico de la dimensión investigativa hubo que esperar a la Ley 30 de 1992); se logró una diferenciación entre disciplinas definidas por su perspectiva cognitiva y profesiones y su necesaria implicación instrumental, por lo cual se intentó conciliar la universidad napoleónica (profesiones) con la universidad humboldtiana (disciplinas).

Y al final, en términos de gestión de procesos y de políticas públicas se reestructuró el Instituto Colombiano de Educación Superior (Icfes) y se dio una valoración al fomento de la ciencia y la tecnología. En términos de gestión administrativa se definieron claramente las funciones del Rector y de los Consejos Superiores Universitarios como respuesta a la democratización del Programa Mínimo”.

Desfinanciación de la universidad, el Movimiento estudiantil, MANE

A partir del año 2000 comienza la desfinanciación de la universidad pública. El Estado insiste en aumentar la cobertura de las universidades, sin reconocer lo dineros adicionales para el cubrimiento de la demanda educativa. La Misión de los Sabios, en 1994 mostró cómo en Colombia el número de investigadores y científicos es bajo. La educación avanzada se volvió prioritaria. Otro componente fue la oleada de la acreditación. El referente de la calidad se vuelve un tema central en las universidades que, no obtenerla se convierte en la no fiabilidad, en otros términos, la pérdida de confianza en las dinámicas de una institución de o de un programa.

Se añade el proceso de la lógica mercantil, llamada por Renán Vega, la universidad de la ignorancia, pues la universidad se ha convertido en una “fábrica de diplomas”. No interesa entonces el conocimiento, que se rige por la lentitud propia de la reflexión y del pensamiento, sino que predomina la razón instrumental de la productividad académica cuantitativa que todo lo mide y lo reduce a cifras. A su vez la universidad se transforma en una casta de burócratas e investigadores encaminadas a la lógica mercantil, la competencia que se manifiesta en las revistas indexadas y clasificadas. Se cae en una universidad anti-ilustrada ceñida a la lógica mercantil. A lo que se debe añadir la tendencia tradicional a la endogamia, el nepotismo, donde los concursos y convocatoria de profesores se caracterizan porque se hacen para elegir al ya elegido.

La transformación de la educación superior en “mercancía educativa” es un objetivo y horizonte para entender la globalización. El Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (Gats), en 2000, trazó el camino:

1) Las ofertas transfronterizas (consiste en la provisión transnacional del servicio sin que haya movimiento físico del consumidor).

2) El consumo en el extranjero (consiste en la provisión del servicio través del movimiento transnacional del consumidor).

3) Presencia comercial (consiste en que el productor privado de educación superior establece sucursales en el extranjero con el fin de vender sus servicios).

4) Presencia de personal (consiste en la deslocalización temporal en el extranjero de proveedores de servicios en determinados países, sean ellos profesionales o investigadores).

El proyecto de reforma de ley 112 de 2011, presentado por el gobierno pretendió formar un hombre pragmático y empresarial, es decir la universidad al servicio de la empresa y del capital privado. Frente a esto los estudiantes de las 32 universidades públicas y de universidades privadas, iniciaron el movimiento para que se retirara el proyecto de ley del Congreso de la República, por ser inconsulto y, porque sigue en el camino de la privatización, que consiste en que las universidades públicas se acojan a la lógica de los negocios. La autonomía, la financiación de la universidad y los derechos pecuniarios de los estudiantes fueron el caballito de batalla. Frente a la propuesta de reforma del gobierno, el estudiantado se organizó, quizá como una nostalgia de los hechos de 1971 y del Programa Mínimo, en La Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE). Mientras el gobierno pretende convertir a la educación en una empresa con ánimo de lucro, alianza público-privada.

Frente a la propuesta de la MANE, la propuesta del Ser Pilo Paga

Los estudiantes bosquejaron un camino diferente: “Nuestro objetivo es que, a diferencia de la anterior iniciativa que desconoció a la gran mayoría de estamentos de las instituciones de educación superior, así como a los sectores sociales del país, podamos desarrollar una propuesta que nos represente e involucre de manera seria y responsable. Ese es el propósito central del movimiento estudiantil colombiano que se expresa hoy en la MANE, su mayor referente de unidad política”. Los estudios universitarios no pueden concebirse como un negocio, cuyo objetivo sea s obtener un título mercantil; tampoco en que el estudiante al terminar los estudios se encuentre “endeudado”, mucho más es un espacio donde las oportunidades laborales no son factibles.

Y, como no se llevó a cabo la reforma de la educación superior, tal como la había planteado el proyecto del gobierno, entonces se elaboró el proyecto Ser Pilo Paga, (2015) según el cual al estudiante “se le da un crédito condonable, para que estudie en una institución de Educación Superior acreditada en alta calidad o en proceso de renovación”. Cuestión grave ya que la mayoría de las universidades públicas no llegan a estar dentro de la excelencia, dado que no existen las condiciones para que las universidades públicas se caractericen por su excelencia. Así, con el cuento de la “libertad” del estudiante, para estudiar en la universidad que desee, dio paso a que el Estado invierte la mayoría de los recursos públicos en la educación privada”. La contrapropuesta es que el programa Ser Pilo paga debe reformarse, es decir, que se permita que los estudiantes con altos desempeños académicos puedan escoger las universidades en las que quieran estudiar, siempre y cuando sean públicas. El Programa ser Pilo Paga ha generado la transferencia masiva de recursos del sector público al sector privado, además su cobertura es mínima.

A modo de conclusión. Problemas actuales

Si se cierne, a través del tamiz de la historia, desde el movimiento de Córdoba (1918) que miraba la universidad como una universidad profesionalizante de castas y sin contacto con la realidad, emergen a través del tiempo puntos problemáticos de los centros de educación superior, en la atmósfera de la globalización, de las revoluciones tecnológicas, y de agotamiento de recursos. La autonomía es un tema que ha permanecido desde el movimiento de los estudiantes de Córdoba, tema que tiene su asiento en las universidades públicas, dado que las universidades confesionales, privadas, o aristócratas no están interesadas en que los estudiantes estén en la dirección de esas instituciones. Las condiciones de la reforma señalaban los puntos críticos de la autonomía administrativa, financiera y pedagógica. Es significativo en las universidades públicas la pasividad del estudiantado frente a la dirección de la universidad, con ello el abandono del claustro, dado que. existe la mentalidad que a la universidad se va a conseguir un título que, haga posible conseguir un trabajo.

A su vez, en el caso de las universidades públicas, bien de la nación, de los departamentos, departamentales, distritales o de los municipios no han logrado establecer, ni están interesadas, en establecer la red universitaria, que haga posible la movilidad de estudiantes, profesores, etc. Tampoco se puede olvidar el ahogo presupuestal al que están sometidas las universidades públicas. Es significativo también lo que sucede con las cátedras, dado que ser profesor universitario no hay mayor exigencia. En cuanto al conocimiento, es necesaria la formación de científicos dadas las realidades del trópico. A su vez, se necesita la formación de científicos sociales que establezcan las relaciones del individuo, la sociedad civil y el Estado.

Hay que decir que la mayoría de las universidades forman profesionales. Es cierto que hay interés por la trasmisión del conocimiento, pero no hay interés en la creación del mismo, como tampoco en enseñar a pensar. Continúa el divorcio existe entre la realidad social y la universidad. Por último, la competencia entre la universidad pública y la universidad privada señala cÓmo no hay educación de calidad. La universidad estatal se ve continuamente cuestionada por la politización, hecho que no ocurre en la universidad privada. Suele decirse que la universidad pública forma “trabajadores”, mientras que la universidad privada forma “dirigentes”. No se puede olvidar que la esencia de la universidad privada es el particularismo, en otras palabras, la ideología según la cual lo esencial en la sociedad es pertenecer a determinada clase que permita pagar una matrícula alta.

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*Fuente: https://www.las2orillas.co/sobre-el-movimiento-de-cordoba-y-la-reforma-universitaria-en-colombia/

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