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La Educación Católica es Única y debe Inspirar

Por: Obispo James T. Schuerman

¿Por qué es importante la educación católica y de qué manera es única? ¿Qué le da a una escuela una identidad católica?

Bajo el pontificado del Papa Juan Pablo II (ahora San Juan Pablo II), el arzobispo J. Michael Miller, CSB, Arzobispo de Vancouver, fue secretario de la Congregación para la Educación Católica y vicepresidente de la Obra Pontificia de las Vocaciones Sacerdotales. El tercer capítulo de su libro, La Enseñanza de la Santa Sede sobre las escuelas católicas (Atlanta: Sophia Institute Press, 2006) se titula «Cinco marcas esenciales de las escuelas católicas». Este artículo es una reflexión sobre las cinco características de la educación católica nombrada por el Arzobispo Molinero.

Primero, una escuela verdaderamente católica tiene como inspiración una «visión sobrenatural». Es decir, las escuelas católicas forman a los jóvenes para ser buenos ciudadanos del mundo, siguiendo el mandato de Jesús de amar a Dios y al prójimo, para afectar el mundo con la levadura de el Evangelio y convertirse en ciudadanos del Reino de Dios. En otras palabras, el objetivo de quienes reciben educación católica es llegar a ser santos: llegar al cielo. San Juan Pablo II señaló la creencia de que los seres humanos son creados a la imagen de Dios, y por medio del Espíritu Santo son llamados a la vida en Cristo. La educación católica enfatiza la dignidad de la persona humana, especialmente la dimensión espiritual. La educación católica no se trata simplemente de adquirir información que mejorará las posibilidades de éxito y comodidad. Es más bien un levantamiento de la persona humana,

En segundo lugar, la educación católica se basa en una «antropología cristiana», que es una forma elegante de nombrar nuestra autocomprensión como personas humanas y cristianas. Gran parte de lo que hacemos en la educación católica se basa en cómo nos imaginamos a nuestro Dios, nuestro mundo y a nosotros mismos. Algunos autores llaman a la cosmovisión exclusivamente católica la «imaginación católica». La imaginación católica es la perspectiva de que Dios está presente en la creación y en los seres humanos, y así los seres humanos y las cosas materiales pueden ser canales e instrumentos de la gracia de Dios. Por esa razón, la Iglesia Católica le da tanta importancia a los sacramentos. Dios se revela de manera poderosa en los signos sacramentales como el pan y el vino, que se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo en la celebración de la Misa. Como escribió alguna vez el poeta y sacerdote jesuita inglés Gerard Manley Hopkins:

La imaginación católica es una cosmovisión que acepta la idea de que lo sobrenatural y lo natural son complementarios, y que la gracia se basa en la naturaleza. La creación de Dios es buena, y cada persona tiene la dignidad de un hijo de Dios. Jesús, a través de su encarnación, es decir, al convertirse en uno como nosotros, se une a cada persona humana. La educación católica se esfuerza por despertar la conciencia de la presencia de Cristo Maestro y Maestro.

Tercero, la comunidad y la comunión son esenciales para la educación católica. En una sociedad excesivamente individualista, la educación católica enfatiza la realidad de nuestra interdependencia como seres humanos. «Ningún hombre es una isla», escribió el poeta John Donne. Pertenecemos a la comunidad en muchos niveles: familia, amigos, comunidad cívica, parroquia y la Iglesia en general. Nos necesitamos los unos a los otros, y siempre es en el contexto de la comunidad que realmente nos convertimos en nosotros mismos. Las escuelas católicas son comunidades, que incluyen la cooperación entre los educadores y la familia, la cooperación entre los educadores y los obispos y la Iglesia en general, y una interacción profunda entre los educadores y los estudiantes.

La escuela católica es un lugar que es reconocible como católico. Hay elementos del entorno de las escuelas católicas que inspiran un sentimiento de conexión con la comunidad de fe más amplia:
• la presencia del crucifijo en las aulas;
• la expresión de la oración diaria y la liturgia frecuente;
• la disponibilidad de la Misa y el Sacramento de la Reconciliación; y
• devociones correspondientes al año de la Iglesia, como la corona de Adviento, el Estaciones de la Cruz durante la Cuaresma, la oración del rosario en octubre y mayo.

En cuarto lugar, el plan de estudios de las escuelas católicas está imbuido de un espíritu de catolicismo. El plan de estudios tiene como objetivo desarrollar el crecimiento de la persona en todas sus dimensiones: intelectual, física, psicológica, moral y religiosa. La clave de este enfoque integral es el Evangelio. La formación de los jóvenes en estas dimensiones se centra en Jesucristo, quien se hizo como nosotros por amor, murió para liberarnos y resucitó para darnos vida eterna, verdadera y auténtica, que comienza aquí y ahora, y llega a la realización en la vida venidera.

En medio de una sociedad que tiende a ver todo en términos de relativismo, la educación católica busca inspirar una sed de sabiduría y un deseo de verdad. En esta luz, los estudiantes de la escuela católica desarrollan una brújula moral, aprendiendo a discernir qué es realmente valioso en la vida. Sus educadores les dan las herramientas para tomar buenas decisiones, lo que los beneficiará a ellos mismos y a los demás en este mundo, con la mirada puesta en el mundo venidero. El resultado es que los estudiantes de las escuelas católicas no aceptan simplemente la cultura tal como es, ni la rechazan sin más. Más bien, la educación católica los inspira a transformar la cultura con actitudes y acciones llenas de fe.

Quinto, la educación católica se sustenta en los valores del Evangelio. El papel de los maestros y administradores es participar en la misión de evangelización de la Iglesia. Como personas de fe, convencidas de la dignidad innata de los estudiantes que enseñan, los maestros inspiran a sus alumnos a ser lo mejor que pueden ser, intelectualmente y espiritualmente, por la gracia de Dios.

Una orientación sobrenatural, una perspectiva católica única, una fuerte dimensión comunitaria, un plan de estudios empapado en el pensamiento católico, un camino de aprendizaje sostenido por los valores del Evangelio; estas cosas se suman a una visión poderosa. Imagina a nuestros jóvenes realmente creyendo en Dios y en sí mismos. Imagínelos buscando las estrellas en su pasión por la verdad. Imagínelos desarrollando un profundo sentido de su propia dignidad y la dignidad de los demás, y usando su brújula moral para tomar las decisiones correctas en la vida. Imagínenlos dando forma, cambiando y transformando el mundo con sus habilidades intelectuales bien afiladas y sus conocimientos espirituales dados por Dios. Estos son sueños que se vuelven realidad en la educación católica.

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Catholic Education is Unique and Should Inspire

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Las fallas en el examen de la barra señalan problemas en la educación universitaria

Por BITANGE NDEMO

El informe del Grupo de Trabajo sobre Reformas del Sector Legal (TSLSR), presidido por el prominente abogado y asesor principal Fred Ojiambo, estableció que más estudiantes de las tres mejores universidades públicas no logran superar los exámenes estandarizados de la Escuela de Derecho de Kenia (KSL) que aquellos de otras instituciones que ofrecen títulos de abogado.

Los hallazgos impactantes son probablemente el resultado de una falla del sistema. Para corregir la situación, necesitamos una revisión de todo el sistema educativo.

Para comprender completamente lo que quiero decir con sistema, utilizo una explicación teórica dada por el biólogo Ludwig von Bertalanffy, quien, en la década de 1930, propuso una Teoría General de Sistemas y la definió como «un conjunto de componentes relacionados que trabajan juntos en un particular entorno para realizar cualquier función que se requiera para alcanzar el objetivo del sistema «.

En educación, por ejemplo, tenemos sistemas interrelacionados que trabajan juntos para producir los mejores graduados.

DIFICULTAD DE RETROALIMENTACIÓN

Hemos tenido diferentes sistemas desde la independencia, comenzando con un 4-4-4-3, un 7-4-2-3 y un 8-4-4 que cubre primaria, secundaria, preparatoria y universidad, con cada número representando años de aprender antes de alimentar al siguiente nivel.

Las escuelas secundarias, por ejemplo, alimentan las universidades, donde el sistema de procesamiento (enseñanza) se activa para producir graduados (producción).

Luego, la industria proporciona la retroalimentación y, si es negativa, se debe realizar una revisión de las entradas y los procesos para corregir la situación.

El Consejo de Educación Legal ha dado retroalimentación. Es una fuerte acusación de nuestro sistema de educación superior.

Antes de revisar sistemas pasados, nos estamos moviendo hacia un 2-6-3-3-3. Se necesita una revisión exhaustiva de las entradas antes de implementar otro sistema.

Una de las variables clave de los sistemas es el examen. Anteriormente, las reformas emprendidas por el Dr. Fred Matia’ngi cuando era secretario del Gabinete de Educación habían expuesto la podredumbre que se estaba produciendo con el sistema de exámenes que durante muchos años ha convertido a los estudiantes que no lo merecían en las mejores universidades.

PREGUNTAS FUNDAMENTALES

Por lo tanto, no sorprende que muchos de los que no aprueban los exámenes de derecho profesional provengan de las principales universidades públicas.
Sin embargo, hay preguntas fundamentales que estas instituciones deben comenzar a preguntarse a sí mismas.

Si muchos de los estudiantes que admitieron eran candidatos débiles, ¿cómo lograron pasar cuatro años de universidad sin que el sistema detectara su debilidad?

Es posible que algunos de los subsistemas de las universidades sean defectuosos.

La falta de financiación de las universidades ha obligado a muchas instituciones a acoger a más estudiantes en el Módulo II (programas de patrocinio propio), lo que ha llevado al tamaño de las clases más allá del umbral.

Enseñar una clase de 400 alumnos es diferente de enseñar una clase de 40. Aunque la política de asistencia de la universidad exige que un alumno asista al menos al 75% de las clases, no existen mecanismos herméticos para garantizar que la política se cumpla al pie de la letra.

Como tal, muchos estudiantes se saltan las clases y solo se presentan a los exámenes mal preparados o encuentran formas de hacer trampa en el sistema.

PAPEL DE LAS ORGANIZACIONES PROFESIONALES

El diseño de cada sistema es tal que puede señalar las deficiencias del sistema anterior. Eso no sucedió y eso requiere una revisión del sistema de educación superior.

La Comisión de Educación Superior ha estado marcando instituciones que no cumplen con los estándares mínimos requeridos. Para abordar el problema adecuadamente, deben trabajar en estrecha colaboración con organizaciones profesionales como la Law Society of Kenya, la Kenya Medical Association y otras para erradicar las manzanas podridas.

Necesitan, por ejemplo, elegir a los que no aprobaron los exámenes de la barra y seguir para determinar las escuelas por las que pasaron los estudiantes. Tal vez surja un patrón y el daño pueda ser reparado.

Sin tales controles y equilibrios, estaremos ingresando basura y produciendo basura.

Al igual que el Consejo de Educación Legal, la KMA también debe realizar estudios similares ya que los productos de las escuelas de medicina realizan servicios críticos en la economía.

ESTUDIANTES DIGITALES, SISTEMAS ANALÓGICOS

Estas fallas son puntos de activación para examinar cómo se ofrece la educación universitaria en Kenia.

Ya, algunos problemas se están volviendo obvios. Por ejemplo, las universidades están administrando estudiantes modernos que usan todas las formas de aparatos digitales usando sistemas analógicos.

Con el gran número de estudiantes en las universidades, necesitarás una mejor infraestructura digital para administrar un conjunto complejo de seres humanos.
De hecho, las soluciones emergentes como la Inteligencia Artificial podrían ayudar a resolver muchos de los problemas que van desde la asistencia a mejores métodos pedagógicos.

Es muy difícil administrar clases grandes y garantizar que cada alumno haya alcanzado la asistencia mínima según los requisitos de la política. Como es normal en las mejores universidades del mundo, las clases más grandes se dividen en tamaños manejables para tutoriales.

Para alcanzar el mejor rendimiento para el desarrollo del país, el gobierno debe considerar la utilización óptima de recursos donde los docentes superiores puedan dar conferencias en diferentes universidades y dejar a los becarios tutoriales para trabajar estrechamente con los estudiantes y asegurar que el producto cumpla con los requisitos mínimos de la industria.

EVALUACIONES TRIMESTRALES

En mi opinión, se necesita hacer más en el nivel de entrada. La tasa de aprobación actual en la escuela secundaria está sesgada, lo que significa que el sistema es defectuoso.
En circunstancias normales y dado el hecho de que los exámenes presentan la prueba promedio, más estudiantes deberían caer dentro del promedio si todos cubrieron el plan de estudios adecuadamente.

Las evaluaciones trimestrales deben formalizarse y formar parte de los resultados finales de las pruebas estandarizadas.

Más importante aún, la filosofía de los sistemas debe cambiar. El aprendizaje no es un concurso, sino un proceso para sacar lo mejor de los alumnos.
Por lo tanto, los exámenes deben ofrecerse al menos cuatro veces al año y los estudiantes solo pueden inscribirse en los exámenes cuando estén listos para hacerlo.

Cambiar los sistemas realmente no importa si no tenemos garantías para garantizar que los estudiantes tengan la mejor oportunidad de aprender y ser miembros productivos de la sociedad.

La implementación exitosa de la propuesta 2-6-3-3-3 depende de la participación de las partes interesadas.

DESAFÍO DEL ESTADO QUO

Los problemas del sistema anterior deben ser completamente comprendidos para que puedan ser tratados si surgen en los procesos de implementación de un nuevo sistema.

Cualquier sistema tendrá defectos de una forma u otra, pero es la capacidad de revisar y solucionar los problemas más importantes.

En nuestro sistema educativo, tenemos defectos en todos los niveles que cada subsistema necesita su propia revisión y corrección, sin lo cual tendremos un sistema completamente fallido.

Neil deGrasse Tyson, un astrofísico estadounidense, dijo una vez: «La única forma en que puedes inventar mañana es si sales del recinto que el sistema escolar te ha proporcionado mediante los exámenes escritos por personas entrenadas en otra generación».

Debemos ser capaces de desafiar el status quo y romper con el pasado para cambiar los sistemas que abordan los problemas del siglo XXI.
El marco de políticas debe ser flexible para permitir soluciones innovadoras a los problemas actuales.

El escritor es profesor asociado en la Escuela de Negocios de la Universidad de Nairobi. Twitter: @bantigito

Fuente del Artículo:

https://www.nation.co.ke/oped/blogs/dot9/ndemo/2274486-4283018-727reuz/index.html

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¿Ángeles o Demonios? Lo que hay detrás de los Sistemas de Evaluación de la Calidad Educativa

María Magdalena Sarraute Requesens

mariamsarraute@gmail.com

 

Los organismos mundiales de medición y evaluación cada día más se han apoderado de los sistemas educativos globales, desde que vieron la gestión de la educación como un gran negocio. Por esa razón, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y demás, han desdibujado los sentidos de la educación como horizonte de transformación de los pueblos.

Hoy los países han asumido los sistemas de evaluación como una paradoja estéril, donde la génesis de las contradicciones es nula, ya que se asume como natural la modificación de los sistemas educativos en virtud de encuadrarse en lo establecido por los rankings mundiales de los organismos internacionales de medición.

Esta situación de esterilidad, hace a la cultura dominada por el neoliberalismo, traicione su propia esencia, asumiendo al colonizador, como dominador y padre opresor, convirtiendo ajena a la cultura, que se introduce en la juventud a través de la educación y los medios de comunicación, para convertirlos en hombre y mujeres de masas.

Es por ello, que el conocimiento se reduce a estándares, competencias e instrumentalización del saber, donde el imaginario educativo se convierte en un estudio de mercado, ya que las evaluaciones y reformas son aplicadas con criterios de costo – beneficio, para reducir el costo financiero de la formación del individuo, desplazando así el proyecto pedagógico de los países, dándole prioridad a las necesidades empresariales de las grandes corporaciones y de quienes financian la educación.

En ese sentido, el hecho educativo se ha diseñado desde las corporaciones, quienes se han apropiado del lenguaje técnico “taylorista y toyotista” promovido por la banca multilateral y acogido por las tecnocracias políticas de los ministerios, triada que a nombre de lo técnico no acepta discusión sobre las políticas, reduciendo la deliberación, a anotaciones puntuales en lo legislativo.

De esta forma, la sociedad actual es determinada por esos supuestos expertos que se hacen dueños de la verdad y quienes promueven la no contradicción para que se asuma como borregos la colonización del saber, sin refutar su injerencia en las soberanías nacionales, legitimando lo necesario desde el sentido práctico de la vida y aún peor con el apoyo de Estados, organizaciones, corporaciones e instituciones que tienen intereses particulares en los pueblos. De esta forma, Contreras (2006:64), nos menciona que “la razón instrumental orienta sus decisiones hacia los medios y no hacia los fines”. Por esta razón, es que emergen las llamadas competencias “tecnocráticas” que fragmentan el conocimiento en teórico y práctico, con el fin de que la sociedad se satisfaga bajo soluciones técnicas. Es decir, que, frente a un problema emergido, busquemos una solución técnica y no busquemos la razón que causa la existencia del problema.

Es necesario dejar de mirar la realidad con soluciones instrumentales, ya que ésta hace que se pierda la esencia de una sociedad, convirtiéndose en lo que otros quieren que se convierta. En ese sentido, Contreras (2006), expone, “La ciencia construye una sociedad sin hombres desde el momento en el que no permite un gran debate sobre su evolución y desarrollo. La ciencia pierde su valor contemplativo o su racionalidad pura mediante su tecnificación (…) la tecnocracia es una dictadura dirigida por la voluntad, el consejo y la participación de unos pocos considerados expertos y por ello, capacitados para tomar decisiones sobre el resto de la comunidad” (p.3).

El peligro más acentuado de las transformaciones y modificaciones que se ejecutan en la educación es que no cuentan con una participación popular y protagónica de sobre cómo, cuándo y dónde realizarlos, más bien se le da todo el énfasis a las líneas multilaterales y a las solicitudes que se hacen desde estas instancias en conjunto con una cadena de tecnócratas nacionales que están en posiciones importantes en el sistema educativo y funcionan como el engranaje de ellas para producir paradojas estériles, es decir, una parálisis educativas por su falta de pertinencia e identidad con la necesidades de su nación.

Asimismo, esta parálisis educativa es consecuencia de la brecha entre el discurso político y la realidad educativa, y evidencia las restricciones socioeconómicas del proyecto de construcción de país. Situación que emerge por la incongruencia de los imaginarios colectivos, es decir, el discurso, generado por las élites, ministerios y demás; lo emancipado, es decir, la costumbre, que es vivenciada por el pueblo que transita en una realidad especifica que frecuentemente es desdibujada de las políticas educativas establecidas.

En ese sentido, es que hoy tenemos una cantidad relevante de instrumentos de evaluación de la calidad en el mundo generados por los organismos económicos internacionales que buscan la estandarización de los sistemas educativos, como son:

  • El Sistema Nacional de Evaluación de Resultados de Aprendizaje (SIMCE) de la Agencia de la Calidad Educativa de Chile (1988), que evalúa los logros de aprendizaje en las asignaturas de Lenguaje y Comunicación (Comprensión de Lectura y Escritura); Matemática; Ciencias Naturales; Historia, Geografía y Ciencias Sociales e inglés. Las pruebas se aplican a estudiantes de 2°, 4°, 6°, 8° básico, II y III medio.
  • El Estudio de las Tendencias en Matemáticas y Ciencias (TIMSS) de la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA) (1995), es una evaluación internacional de conocimientos de matemáticas y ciencias de los estudiantes inscritos en los grados cuarto y octavo de todo el mundo. Compara logros educativos de los estudiantes de las diferentes naciones del mundo.
  • El Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE) de la Oficina Regional de Educación de América Latina y el Caribe de la UNESCO (1997), es un estudio que evalúa el desempeño escolar en tercer y sexto grado de escuela primaria en las áreas de Matemática, Lenguaje (lectura y escritura) y, para sexto grado el área de Ciencias Naturales. Su objetivo principal fue aportar información para el debate sobre la calidad de la educación en la región, así como orientar la toma de decisiones en políticas públicas educativas.
  • El Programa Internacional de Evaluación de los Alumnos (PISA) de la OCDE (2000), tiene por objeto evaluar el rendimiento de los aprendizajes en matemática, lectura y ciencias de estudiantes con quince (15) años de edad. Es aplicada cada tres (3) años y principalmente compara rendimientos de estudiantes de los países participantes para el establecimiento de rankings.
  • la Encuesta Internacional sobre Docencia y Aprendizaje (TALIS) de la OCDE (2009), encuesta internacional enfocado al entorno del aprendizaje y a las condiciones de trabajo de los maestros en las escuelas; realiza comparaciones internacionales de los sistemas educativos. Además, pretende la generación de análisis educativos para la generación de políticas.
  • Estudio Internacional sobre Educación Cívica y Ciudadana (ICCS) del Ministerio de Educación de España (2009), su objetivo, es investigar, en una serie de países, en qué medida los jóvenes están preparados, y por tanto dispuestos, a asumir su papel como ciudadanos. Para lograr este objetivo, el estudio evalúa el rendimiento de los alumnos mediante una prueba de comprensión de conceptos y de competencia en lo que respecta al civismo y ciudadanía.
  • La Medición Independiente de Aprendizajes (MIA) del CIESAS – Golfo, la Universidad Veracruzana y organizaciones de la sociedad civil de Veracruz en México (2014), que emerge para generar información sobre el rendimiento de los aprendizajes de lectura y matemáticas en los niños y jóvenes que están en el sistema educativo formal y en los que se encuentran en el hogar. Además, el proceso es acompañado por los integrantes de la comunidad donde se aplica la evaluación.
  • El Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA) del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación en México (2015), que tiene como propósito general conocer la medida en que los estudiantes logran el dominio de un conjunto de aprendizajes en lenguaje, comunicación y matemáticas en los diferentes momentos de la educación obligatoria.

Es importante destacar que éstos sistemas de evaluación buscan estandarizar los sistemas educativos mundiales en virtud de lo que solicitan las grandes corporaciones, quienes dirigen actualmente la educación en el mundo. Es por ello, que Gentili (2014), menciona que “la evaluación en sí misma no es ni buena ni mala, depende de cómo se evalúe y qué se evalúe. El Banco Mundial y otras organizaciones como la OCDE han desarrollado mecanismos internacionales de evaluación que son profundamente cuestionables” …

PISA es un verdadero invento de la ingeniería genética del neoliberalismo; en el cual se supone que es posible tomar pruebas en tres áreas del conocimiento, que son las matemáticas, las ciencias y el lenguaje en diferentes países del mundo; y a partir de los resultados de esas pruebas comparar cómo funcionan los sistemas educativos del mundo, haciendo caso omiso a las condiciones históricas de desarrollo de los sistemas educativos.

Es decir, que ahora la OCDE, vino a establecer como el mejor juez quienes somos buenos y malos y que debemos saber para sobrevivir en este mundo. Particularmente, para la implementación de PISA lo que hicieron fue convertir esos saberes en competencias y la empezaron su aplicación sin contar que no cuentan con variables, ni indicadores para la medición de la construcción de ciudadanía, de felicidad, esperanza, entre otros. Todo esto bien pintado de tecnocraticismo sobre el hecho educativo. No podemos permitir trabajar con indicadores que nos traen problemas entre maestros(as), escuelas y países, además, que desconocen nuestras realidades, lo que suceden en las comunidades y en el entorno social de la vida de los sujetos.

Para Torres, C. (2014), lo modelos educativos basados en “testing“, han sido impulsado por el neoliberalismo, con el fin de aplicar exámenes basados en indicadores de múltiples respuestas que en gran medida determinan el futuro de muchos jóvenes y niños del mundo entero sin que los proyectos de desarrollo de los países estén articulados a los fines educativos. Todos los sistemas de evaluación se comportan como un termómetro, midiendo que tan enfermos o no están, con un termómetro único que no sirve para todos.

En ese sentido, la educación está secuestrada por los organismos internacionales y por grupos de empresarios que ven en la educación, un negocio, estableciendo indicadores de calidad para la generación de ranking que desdibujan nuestros sistemas educativos de nuestras realidades, ya que deben ajustarse a los indicadores definidos en los instrumentos para poder ser acreditados entre los mejores en el mundo. Torres, C. (2014), “los rankings no tienen ningún sentido, se hacen con variabilidad, porque los que venden las revistas y los materiales necesitan que se mueva el ranking. Por eso existen estos rankings universitarios»… “No hay un solo ranking en el mundo que mida el multiculturalismo de las universidades.»

Es por ello, que la escuela desde esta postura neoliberal tiende a reproducir dentro y fuera de ella, en la sociedad, las diferencias y desigualdades sociales, convirtiéndose en un espacio de reproducción y satisfacción del mercado, donde los ciudadanos son formados para el desempeño de determinadas labores que necesitan los grandes consorcios y corporaciones. En ese sentido, no resulta nada extraño que organismo como el Fondo Monetario Internacional, invierta en educación, ya que se dieron cuenta que a través de la pedagogía logran lo que quieren de los pueblos.

En ese orden de ideas, Anderson (2014), expresa “ellos han tenido éxito en el mundo de los negocios, suponen que tiene sentido que una escuela se maneje como un negocio”…“tienen sentido que las escuelas deberían competir entre ellas, los alumnos y docentes, etc., que deben comportarse más y más como un mercado y deberían medir los resultados en una forma cuantitativa como miden sus productos en sus fábricas».

Continua Anderson (2014), mencionando “El problema es que la transferencia de esas ideas del sector de los negocios al sector de la educación requiere una traducción y una reflexión muy intensa” … “el centro de lo que hace un negocio y el centro de lo que hace una escuela son muy diferentes”. En ese sentido, en los negocios los productos no son estudiantes, por ende, no se puede manejar bajo la misma lógica. “En un negocio tiene sentido eliminar la varianza de producto; en educación tenemos que lidiar con la varianza de los estudiantes, que son diferente, no son productos, entonces, lo que funciona en un negocio no necesariamente funciona en una escuela”.

En congruencia con lo anterior, González (2014), expresa, «Estos gobiernos, que nosotros denominamos neoliberales, colocaron en el centro que la escuela pública sólo debe enseñar aquellos elementos que posteriormente van a ocupar los ciudadanos en el campo laboral”. Es por ello, que la educación se ha visto reducida sólo al mundo laboral y no a la construcción de ciudadanía y de seres humano liberados. Por eso, sigue González (2014), “se acuñó a este término de educación para la vida, entendiendo únicamente la vida, como el mundo del trabajo».

En otro sentido, la educación en contextos neoliberales, lleva la intención de que la educación forme personas para un mundo donde la génesis de la historia es el mercado. Es por ello, que Simón Rodríguez, plantearía que este modelo pedagógico apunta a la formación de papagayos, de repetidores de contenido sin capacidad de pensar con cabeza propia. El tamaño del neoliberalismo ha debilitado lamentablemente todas las esferas, todos los espacios públicos -incluida la escuela-, se ha debilitado la importancia de la democratización de la educación, sea rebajando la calidad de los conceptos teóricos y burocratizando, de alguna forma, los sistemas académicos que se han venido encerrado en sí mismos.

La educación, se ha convertido en un negocio manejados por los organismos económicos del mundo, Torres, J. (2014), «donde compite como cualquier otro sistema productivo” … “lo que lo hace más importante, va a ser educar a un nuevo tipo de ciudadanía, donde vemos lo que es el contenido relevante, las materias que van a estar incluidas en el currículo, las más y las menos importantes”.

Las políticas educativas neoliberales, se expresan principalmente en producir procesos de privatización y exclusión del sistema educativo, ya que la inversión realizada no será para todo el mundo, serán para los que tengan mayores oportunidades, los más marginados que se queden en la educación pública para que sean atendidos allí y no pongan en riesgos todo el dinero que está en el negocio.

Por ello, han generado más exclusión y pobreza, ya que marginan a los ciudadanos principalmente de las periferias, los menos favorecidos por el modelo económico, haciendo así, que el modelo educativo sea un total reflejo de la economía establecida.

Por estas razones y a manera de cierre, es que los sistemas de medición de la calidad educativa hoy en día sólo buscan: a) La medición principalmente es de los aprendizajes y los factores asociados solo se enfocan para verificar como inciden en el rendimiento, sólo valora el resultado y no el proceso, b) Están basadas principalmente en el currículo, fragmentado la educación como totalidad, c) Enfatizan que el rendimiento estudiantil se debe a los niveles socioeconómicos de la población, por ende, los resultados se conocen a priori, ya que en la región existe un sistema con poca equidad e igualdad, sobre todo en los más vulnerable d) Sus indicadores, miden es meramente lo cognitivo, es decir, si sabe leer, escribir, sumar, restar, graficar y demás, en ningún momento existen indicadores para la valoración social, humanística y para la construcción de ciudadanía, e) Establecimiento de rankings mundiales para desvalorar a los Estados que hacen contraposición a las intenciones de los organismos internacionales, f) Son estudios que principalmente se quedan en el diagnóstico estandarizado de los sistemas educativos, donde es estática la brecha entre las políticas públicas y los resultados de desigualdades, g) el maestro/a es el principal responsable del fracaso escolar del estudiante, h) No existen un análisis del proceso de enseñanza y aprendizaje, sólo los resultados del rendimiento estudiantil, i) Los resultados se quedan en el conocimiento de las élites, poco bajan a cada escuela de la región y cuando lo hacen, son en forma de normas y reglas que hay que seguir, sin haberlas discutidas previamente y desdibujadas de la realidad del aula.

Referencias

 

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Critica a la educación, critica de los críticos de la educación

Por: Miguel Ángel Pérez

En México, seguimos viviendo tiempos de turbulencia política y de incertidumbre social; tanto al interior como afuera de los centros educativos. La educación en nuestro país vive bajo un paralelismo el cual cada vez se ensancha y se aleja más de sus respectivas coordenadas.

Por un lado tenemos el círculo cerrado en la esfera gubernamental, dentro del cual sus personajes, siguen aferrados a sacar adelante una propuesta (inviable) de reforma educativa y se mantienen atentos a lo que dictan los organismos internacionales con la OCDE a la cabeza, desde ahí se intenta convencer a partir de la fuerza y la imposición de lineamientos y nuevas reglas en el trabajo educativo. En el otro carril, corre la gestión de un proyecto educativo el cual se construye desde abajo, dicho proyecto está disperso, desarticulado entre sí y con fuertes diferencias programáticas. Aquí confluyen las distintas izquierdas, las visiones con aspiración democráticas tanto al interior como cercano al magisterio, pero también confluyen infinidad de personajes sin partido pero que son gente honesta que actúa de buena fe y que no cree en el anuncio triunfalista del gobierno ni tampoco de sus instituciones.

En todo ello los intentos de mediación o de intermisión han sido pocos y pobres, por un lado desde la esfera del gobierno no se ha permitido el dialogo, “ni los veo, ni los oigo” se ha tornado en la consigna de poder desde tiempos de Chauffet, pasando por Nuño y ahora con el apaga-fuegos de Granados. En el otro lado, la beligerancia y las acciones no siempre bien pensadas han hecho que las instancias se cierren o sigan cerradas.

¿Estamos actualmente ante una disputa política y educativa en nuestro país? En estos momentos se confrontan dos proyectos de nación.

Por un lado los neoliberales que tomaron el poder hace mas 20 años y quieren seguir adelante con su proyecto de privatización y convertir a nuestro país en esa gran potencia maquiladora al servicio del gran capital y de los intereses de las empresas transnacionales, aderezado todo ello, en el descarado clima de corrupción y de abusos desde el gobierno en todos sus esferas y niveles, aquí recuerdo la célebre frase del igualmente celebre Heberto Castillo: “Si metieran a la cárcel a todos los funcionarios corruptos de este país, no habría policía que pudiera cerrar las puertas de la prisión”.

Por otro lado se teje un proyecto nacionalista que tiende a amalgamar distintas visiones y distintas tradiciones políticas y educativas que se han presentado a lo largo de nuestra historia. Se trata de hacer una compleja alianza multiclasista y multi muchas cosas, en contra de un enemigo común, el discurso aquí es el de honorabilidad y el buen gobierno pero si tanta claridad al proyecto de nación al que se aspira.

En ambos proyectos también se tejen iniciativas y concepciones educativas, por un lado está muy claro continuar con la actual iniciativa de reforma educativa hasta las últimas consecuencias, las cuales tienen que ver con un mayor control del magisterio y cambios en la regulación laboral de los nuevos docentes.

En el otro lado se encuentra una iniciativa pensada en rescatar los aportes pedagógicos de nuestro país a través de mirar la historia, rescatar de igual manera la llamada educación nacional y los aportes de los grandes (aunque pocos) pedagogos mexicanos clásicos. Rescatar el pasado para construir el futuro, teniendo al magisterio como la columna vertebral de dicho propósito.

En medio de todo esto están los críticos y los intelectuales a sueldo y al servicio del gobierno. Si bien uno de los grandes compromisos en la actual agenda educativa, es la necesidad de tener claridad en cuanto a la gestación y desarrollo de los proyectos educativos, hay personajes que gritan y vociferan por la izquierda pero que cobran y muy bien por la derecha. La corrupción de los intelectuales e investigadores es una nueva veta poco explorada por cierto.

Los pocos críticos no sólo de las ideas y de los fundamentos educativos sino también del curso de acción que se le ha dado a la misma han estado al margen de la actual disputa. Este año de transición y de experimento político sentará las bases para el periodo que viene, en donde la disputa política y pedagógica será en serio. Hoy estamos ante rounds de sombra, la gran disputa inicia en julio del presente año en el marco de la contienda electoral.

Lo importante del asunto educativo en nuestro país, es para muchos de los que estamos en educación es, el ser capaces de construir una mirada crítica que sea capaz de guardar distancia de la intimidación gubernamental y que también le de claridad, a conocer desde el fondo lo que realmente se juega y del tipo de horizonte que conviene para México en este momento. Me parece que los niños y jóvenes nos estarían muy agradecidos por darle cabida a una propuesta verdaderamente crítica para la educación en México, que le dé certeza a su formación.

Fuente del Artículo:

Critica a la educación, critica de los críticos de la educación

 

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Manufactured illiteracy and miseducation: A long process of decline led to President Donald Trump

By Henry Giroux

A deep-rooted crisis in education, and a long cultural and political decline, is what got us here. There’s hope!

Donald Trump’s ascendancy in American politics has made visible a plague of deep-seated civic illiteracy, a corrupt political system and a contempt for reason that has been decades in the making. It also points to the withering of civic attachments, the undoing of civic culture, the decline of public life and the erosion of any sense of shared citizenship. As Trump has galvanized his base of true believers in post-election demonstrations, the world is witnessing how a politics of bigotry and hate is transformed into a spectacle of demonization, division and disinformation. Under President Trump, the scourge of mid-20th century authoritarianism has returned not only in the menacing plague of populist rallies, fear-mongering, threats and humiliation, but also in an emboldened culture of war, militarization and violence that looms over society like a rising storm.

The reality of Trump’s election may be the most momentous development of the age because of its enormity and the shock it has produced. The whole world is watching, pondering how such a dreadful event could have happened. How have we arrived here? What forces have allowed education, if not reason itself, to be undermined as crucial public and political resources, capable of producing the formative culture and critical citizens that could have prevented such a catastrophe from happening in an alleged democracy? We get a glimpse of this failure of education, public values and civic literacy in the willingness and success of the Trump administration to empty language of any meaning, a practice that constitutes a flight from historical memory, ethics, justice and social responsibility.

Under such circumstances and with too little opposition, the Trump administration has taken on the workings of a dis-imagination machine, characterized by an utter disregard for the truth and often accompanied by the president’s tweet-storm of “primitive schoolyard taunts and threats.” In this instance, George Orwell’s famous maxim from “Nineteen Eighty-four,” “Ignorance is Strength,” materializes in the administration’s weaponized attempt not only to rewrite history but also to obliterate it. What we are witnessing is not simply a political project but also a reworking of the very meaning of education as both a crucial institution and a democratizing and empowering cultural force.

Truth is now viewed as a liability and ignorance a virtue. Under the reign of this normalized architecture of alleged common sense, literacy is regarded with disdain, words are reduced to data and science is confused with pseudo-science. All traces of critical thought appear only at the margins of the culture as ignorance becomes the primary organizing principle of American society. For instance, two-thirds of the American public believe that creationism should be taught in schools and a majority of Republicans in Congress do not believe that climate change is caused by human activity, making the U.S. the laughing stock of the world. Politicians endlessly lie, knowing that the public can be easily seduced by exhortations, emotional outbursts and sensationalism, all of which mimic the fatuous spectacle of celebrity culture and reality TV. Image-selling now entails lying on principle, making it easier for politics to dissolve into entertainment, pathology and a unique brand of criminality.

The corruption of both the truth and politics is abetted by the fact that much of the American public has become habituated to overstimulation and lives in an ever-accelerating overflow of information and images. Experience no longer has the time to crystallize into mature and informed thought. Opinion now trumps reason and evidence-based arguments. News has become entertainment and echoes reality rather than interrogating it. Popular culture revels in the spectacles of shock and violence. Defunded and corporatized, many institutions of public and higher education have been all too willing to make the culture of business the business of education, and this transformation has corrupted their mission.

As a result, many colleges and universities have been McDonald-ized as knowledge is increasingly viewed as a commodity, resulting in curricula that resemble a fast-food menu. In addition, faculty are subjected increasingly to a Walmart model of labor relations designed “to reduce labor costs and to increase labor servility. Students are relegated to the status of customers and clients.

In addition, public education is under siege to an almost unprecedented degree. Both political parties have implemented reforms that “teach for the test,” weaken unions, deskill teachers, and wage a frontal assault on the imagination of students through disciplinary measures that amount to pedagogies of repression. Moreover, students marginalized by class and color find themselves in schools increasingly modeled after prisons. As more and more security guards and police personnel occupy schools, a wider range of student behaviors are criminalized, and students increasingly find themselves on a conveyor belt that has appropriately been described as the school-to-prison pipeline.

On a policy level, the Trump administration has turned its back on schools as public goods. How else to explain the president’s appointment of Betsy DeVos as secretary of education? DeVos, who has spent most of her career attempting to privatize public schools while acting as a champion for charter schools. It gets worse: As a religious Christian extremist, DeVos not only supports religious indoctrination in public schools but has gone so far as to argue that the purpose of public education is “to help advance God’s Kingdom.” Not exactly a policy that supports critical thinking, dialogue or analytical reasoning, or that understands schooling as a public good. DeVos is Trump’s gift to the billionaires, evangelicals, hedge fund managers and bankers, who view schools strictly as training and containment centers — and as sources of profit.

On a larger scale, the educational force of the wider culture has been transformed into a spectacle for violence and trivialized entertainment, and a tool for legitimating ignorance. Cultural apparatuses that extend from the mainstream media and the diverse platforms of screen culture now function as neoliberal modes of public pedagogy parading as entertainment or truthful news reporting. As “teaching machines,” these apparatuses — as C. Wright Mills once predicted — have become the engines of manufactured illiteracy while producing identities, desires and values compatible with the crudest market ideologies.

Under these circumstances, illiteracy becomes the norm and education becomes central to a version of zombie politics that functions largely to remove democratic values, social relations,and compassion from the ideology, policies and commanding institutions that now control American society. Welcome to the land of the walking dead.

I am not referring here to only the kind of anti-intellectualism that theorists such as Richard Hofstadter, Ed Herman, Noam Chomsky and Susan Jacoby have documented, however insightful their analyses might be. I am pointing to a more lethal form of manufactured illiteracy that has become a scourge and a political tool designed primarily to make war on language, meaning, thinking and the capacity for critical thought. Chris Hedges captures this demagogic attack on thoughtfulness in stating that “the emptiness of language is a gift to demagogues and the corporations that saturate the landscape with manipulated images and the idioms of mass culture.” Freedom now means removing one’s self from any sense of social responsibility so one can retreat into privatized orbits of self-indulgence, unbridled self-interest and the never-ending whirlwind of consumption.

This updated form of illiteracy does not simply constitute an absence of learning, ideas or knowledge. Nor can it be solely attributed to what has been called the “smartphone society.” On the contrary, it is a willful practice and goal used to actively depoliticize people and make them complicit with the political and economic forces that impose misery and suffering upon their lives. At the same time, illiteracy bonds people: It offers the pretense of a community bound by a willful denial of facts and its celebration of ignorance.

How else to explain the popular support for someone like Donald Trump who boldly proclaims his love for the “poorly educated”? Or, for that matter, the willingness of his followers to put up with his contemptuous and boisterous claim that science and evidence-based truths are “fake news,” his dismissal of journalists who hold power accountable as the opposition party, and his willingness to bombard the American public with an endless proliferation of peddled falsehoods that reveal his contempt for intellect, reason and truth.

What are we to make of the fact that a person who holds the office of the presidency has praised popular “rage addict” Alex Jones publicly, and thanked him for the role he played in his presidential election victory? Jones is a conspiracy trafficker who runs the website InfoWars. He has suggested that the 9/11 attacks were an “inside job” and that the massacre of children at Sandy Hook Elementary School in Connecticut was faked.

Illiteracy is no longer restricted to populations immersed in poverty with little access to quality education; nor does it only suggest the lack of proficient skills enabling people to read and write with a degree of understanding and fluency. More profoundly, illiteracy is also about refusing to act from a position of thoughtfulness, informed judgment, and critical agency.

Illiteracy has become a political weapon and form of political repression that works to render critical agency inoperable, and restages power as a mode of domination. Illiteracy in the service of violence now functions to depoliticize people by making it difficult for individuals to develop informed judgments, analyze complex relationships and draw upon a range of sources to understand how power works and how they might be able to shape the forces that bear down on their lives. As a depoliticizing force, illiteracy works to make people powerless, and reinforces their willingness to accept being governed rather than learn how to govern.

This mode of illiteracy now constitutes the modus operandi of a society that both privatizes and kills the imagination by poisoning it with falsehoods, consumer fantasies, data loops and the need for instant gratification. This is a mode of illiteracy and education that has no language for relating the self to public life, social responsibility or the demands of citizenship. It is important to recognize that the prevalence of such manufactured illiteracy is not simply about the failure of colleges and universities to create critical and active citizens. It is about an authoritarian society that eliminates public spheres that make thinking possible while imposing a culture of fear in which there is the looming threat that anyone who holds power accountable will be punished. At stake here is not only a crisis of education, memory, ethics and agency but a crisis that reaches into the very foundation of a strong democracy.

In the present moment, it becomes particularly important for progressives, educators and concerned citizens to protect and enlarge the formative cultures and public spheres that make democracy possible. The relentless attack on truth, honesty and the ethical imagination makes it all the more imperative for the public to think dangerously, especially in societies that appear increasingly amnesiac — that is, countries where forms of historical, political and moral forgetting are not only willfully practiced but celebrated. All of which becomes all the more threatening at a time when a country such as the United States has tipped over into a mode of authoritarianism that views critical thought as both a liability and a threat.

Not only is manufactured illiteracy obvious in the presence of a social order and government that collapses the distinction between the serious and frivolous, it is also visible in media platforms marked by the proliferation of anti-intellectual discourses among a range of politicians and anti-public intellectuals who are waging a war on science, reason and the legacy of the Enlightenment. How else to explain the present historical moment, with its collapse of civic culture and the future it cancels out? What is to be made of the assault on civic literacy and the institutions and conditions that produce an active citizenry at a time when massive self-enrichment and a gangster morality are operative at the highest reaches of the U.S. government, all of which serves to undermine the public realm as a space of freedom, liberty, dialogue and deliberative consensus?

One of the challenges facing the current generation of leftists, progressives and cultural workers is the need to address the question of what counts as education, and what it should accomplish in a society that is slipping into the dark night of authoritarianism. In a world in which there is an increasing abandonment of egalitarian and democratic impulses, what will it take to educate young people and the broader polity to challenge authority and hold power accountable? Such a vision suggests resurrecting a democratic project that provides the basis for imagining a life beyond a social order immersed in massive inequality and endless assaults on the environment, a social order that elevates war and militarization to the highest and most sanctified national ideals.

At issue here is the need for educators, progressives, artists and other cultural workers to recognize the power of education both in schools and the wider culture in creating the formative spaces being mobilized against the ideas of justice and democracy. At the same time, there is a need for the left and others to fight for those public spheres that offer alternative modes of identity, thinking and social relations that support democratic socialism and radical democracy.

At the very least, this requires that education be regarded as central to politics, and that cultural apparatuses such as the mainstream media, digital culture and Hollywood films be perceived as powerful teaching machines and not only as sources of information or entertainment. Such sites should be viewed as spheres of struggle that need to be removed from the control of the financial elite and corporations who use them as work stations for propagandizing a culture of vulgarity, self-absorption and commodification while eroding any sense of shared citizenship and civic culture.

There is an urgent political need for the left and progressives to understand and combat an authoritarian society that uses education to weaponize and trivialize the discourse, vocabularies, images and aural means of communication in a variety of cultural sites. Or, for that matter, to grasp that a market-driven discourse does not and cannot provide the intellectual, ethical and political tools for civic education and the expansion of the social imagination.

On the contrary, the pedagogical machinery of capitalism uses language and other modes of representation to relegate citizenship to the singular pursuit of unbridled self-interests, to legitimate shopping as the ultimate expression of one’s identity, to portray essential public services as reinforcing and weakening any viable sense of individual responsibility, and to organize society for the production of violence as the primary method of addressing a vast array of social problems.

One of the most serious challenges facing progressives, educators and diverse cultural workers is the task of grasping education as a crucial political tool that can be used to enhance the capacities of people to translate their hidden despair and private grievances into public transcripts. At best, such transcripts can be transformed into forms of public dissent or what might be called a moment of rupture, one that has important implications for public action in a time of impending tyranny and authoritarianism.

In taking up this project, individuals and cultural workers can attempt to create the conditions that give the wider public an opportunity to acquire the knowledge and courage necessary to make desolation and cynicism unconvincing and hope practical. In a world in which there is an increasing abandonment of egalitarian and democratic impulses, what will it take to educate young people and the broader polity to challenge authority and hold power accountable?

In the age of financial and political zombies, the ability of finance capitalism to cloak itself in a warped discourse of freedom and choice has been weakened. Its willingness to separate toxic economic, cultural and political policies from their social costs has ruptured neoliberalism’s ability to normalize its worldview. The contradictions between its promises and its harsh effects have become too visible as its poisonous policies have put millions out of work, turned many black and brown communities into war zones, destroyed public education, undermined the democratic mission of higher education, flagrantly pursued war as the greatest of national ideals, turned the prison system into a default institution for punishing minorities of race and class, pillaged the environment and blatantly imposed a new mode of racism under the fanciful notion of a post-racial society.

The crisis of capitalism and the production of widespread misery has opened up new political opportunities to reclaim education as a central element of politics and resistance. Education as it functions on multiple levels and through diverse registers matters. It is one of the most powerful sources for changing consciousness, desires and agency itself.

Pierre Bourdieu was right to argue that leftists “must recognize that the most important forms of domination are not only economic but also intellectual and pedagogical and lie on the side of belief and persuasion.” Bourdieu’s concerns about leftists underestimating “the pedagogical and symbolic dimensions of struggle” are more relevant today than ever, given the accelerated political merger of power, culture and everyday life.

Too often leftists and other progressives have focused on domination as mostly an economic or structural issue and in doing so have forgotten about the political role of education and consciousness-raising in providing a language and narrative in which people can recognize themselves, make identifications that speak to the conditions that bear down on them in new ways, and rethink the future so as not to mimic the present. Yet matters of subjectivity, identity and desire are not only central to politics, they are the crucial underpinning through which new theoretical and political horizons can be imagined and acted upon.

In an age in which authoritarianism is dismantling the foundations of democracy across the globe, the ideological and subjective conditions that make individual and collective modes of agency possible — and capable of engaging in powerful and broad-based movements of resistance — are no longer an option. They are a necessity.

Source:https://www.salon.com/2017/06/24/manufactured-illiteracy-and-miseducation-a-long-process-of-decline-led-to-president-donald-trump/

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Gandhi, el personaje del siglo XX

Por: Ignacio Mantilla

Por estos días, más exactamente el 30 de enero, se conmemoran 70 años de un hecho que conmovió al mundo como pocos: el asesinato de Mohandas Karamchad Gandhi, más conocido como Mahatma Gandhi, líder de la no violencia, quien consiguió la independencia de la India después de luchar pacíficamente durante décadas, usando como única arma la verdad y el amor a los demás.

Su asesinato trascendió a todos los continentes y lo convirtió en un mártir de la humanidad. Y no es para menos, pues fue incuestionable el impacto que causó su muerte, pocos meses después de la liberación de la India y a escasos tres años de haberse puesto fin a la Segunda Guerra Mundial.

En el momento de su asesinato, este ideólogo pacifista ya se erigía como líder ejemplar que se anteponía a los métodos violentos usados por otros poderosos líderes. Con la consigna “La verdad te hará libre” y sin derramar ni una gota de sangre, consiguió lo que parecía imposible, mientras otros líderes, tras baños de sangre, no lograron lo que creyeron posible.

Su multitudinario funeral se llevó a cabo al día siguiente de su muerte. Se dice que dos millones de personas se agolparon a lo largo de los ocho kilómetros que recorrió el cortejo fúnebre hasta el lugar donde, siguiendo la tradición india, su cuerpo fue incinerado.

De su muerte fue acusado Nathuram Godse, nacionalista de ultraderecha, quien, indignado ante la separación de Pakistán, planeó su asesinato. Godse fue ejecutado en noviembre de 1949.

Gandhi no sólo era el artífice de la independencia de la India; era también un líder religioso para la población de mayoría hindú, querido y admirado por personas de todas las religiones y castas.

India es hoy el segundo país más poblado del mundo, después de China. Supera los 1.300 millones de habitantes y se afirma que en pocos años ocupará el primer lugar, teniendo en cuenta la tasa de crecimiento actual. En el año de 1800, la India contaba con 150 millones de habitantes y en 1947, año de su independencia, tenía 500 millones de habitantes, sumando la población de entonces de Pakistán y Bangladés, que hoy no forman parte de la India y que son también países muy poblados. Pakistán tiene actualmente cerca de 200 millones de habitantes y Bangladés unos 30 millones menos.

Estoy seguro de que en cualquier clasificación que se realice sobre los grandes personajes del siglo XX, sin importar el criterio que se elija para hacerla, aparecerá Gandhi en los primeros lugares de la lista, aunque es también probable que la sola contabilidad de citaciones de su nombre, por ejemplo, nos dé insospechadas sorpresas y la cifra sea superada por citaciones de líderes condenables.

Lo cierto es que ahora, cuando se cumplen siete décadas de su muerte, su mensaje está más vivo que nunca. Sin duda aún sentimos admiración por su capacidad de resistencia pacífica ante el dominio inglés, así como los métodos pacifistas utilizados para denunciar la situación desigual e injusta que vivía la población india. Su asesinato marcó el fin de una época y el inicio de una nueva, en la que, gracias a su conquista, Nehru pudo conducir una India libre e independiente.

En Colombia, el año de 1948 también traería, dos meses después del asesinato de Gandhi, la fatídica noticia de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, asesinado en el centro de Bogotá, avivando aún más la violencia que combatía Gandhi, la que él definía como el miedo a los ideales de los demás. Y en las últimas décadas nos hemos alimentado de noticias aterradoras de actos violentos que no deben repetirse.

Las enseñanzas de Gandhi son relevantes para nuestro país, para nuestro proceso de paz y en especial para la recomposición social y la reconciliación de los colombianos. Qué bueno fuera entonces que, aprovechando la conmemoración, realicemos en Colombia eventos que nos permitan conocer y reflexionar sobre la filosofía de la verdad y la no violencia, cultivada por Mahatma Gandhi.

La Embajada de la India y el Centro de Estudios sobre India de la Universidad Externado de Colombia han tomado ya esta iniciativa y anuncian un evento con la participación de reconocidos expertos.

Ojalá este 2018, año de grandes decisiones políticas en Colombia, sirva para consolidar la paz, retomando el mensaje de Gandhi: “No dejes que se muera el sol sin que hayan muerto tus rencores”.

Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/gandhi-el-personaje-del-siglo-xx-columna-735677

Imagen: https://ciudades30.com/historia/quien-fue-mahatma-gandhi/

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La universidad española se rompe: Cada vez menos dinero y matrículas más caras

Por: Hector G. Barnés.

Las universidades españolas se encuentran en una difícil encrucijada de la que depende su futuro. Entre 2009 y 2015, sus ingresos no financieros totales disminuyeron un 20,2%, a causa de la caída de la financiación pública en un 27,7%. No solo eso, sino que esta reducción en inversión afecta de forma diferente a cada comunidad autónoma, algo que ocurría ya antes de la crisis, pero que se ha acentuado en los últimos años, como muestra la diferencia entre el 12,9% de La Rioja y el 33,3% de Castilla-La Mancha. Las tasas universitarias han aumentado, pero ni siquiera eso ha servido para compensar la reducción en financiación pública de las universidades españolas. Las cuentas no salen.

Son los datos que muestra el estudio ‘¿Quién financia la Universidad? Comparación entre comunidades autónomas en España, Europa y la OCDE, 2009-2015’, realizado por el Observatorio del Sistema Universitario de la Universidad Complutense, y que señala una nueva dirección para la educación superior española, más cercana al modelo británico de matrículas altas y reducción del número de alumnos. Un cambio de paradigma que considera que estudiar ofrece, ante todo, un beneficio personal al alumno, por lo que debe ser él quien costee sus estudios. Es el modelo de países donde “la financiación pública es muy inferior pero los ingresos totales son superiores”, como explica a El Confidencial la autora del informe, Vera Sacristán, presidenta del Observatorio del Sistema Universitario.

El dinero por estudiante que tienen las universidades ha disminuido, lo que ha impedido que se renueven las plantillas de profesores

La mayoría de comunidades encajaran, en opinión de la autora, ente ese modelo y otro intermedio en el que “se sigue considerando que el beneficio público de estudiar es superior, pero no consiguen hacer el mismo esfuerzo de inversión”. En el que no encaja ninguna comunidad española es en el de las regiones “donde hay una enorme financiación pública, los estudiantes no pagan por matricularse y obtienen beca-salario, porque se entiende que el trabajo de ese joven es estudiar”, matiza la investigadora. Un traducción práctica de las palabras de Montserrat Gomendio, que calificó en 2015 el sistema universitario español de “insostenible” por sus grandes tasas de acceso y el bajo coste de sus matrículas.

Foto: Observatorio del Sistema Universitario.
Foto: Observatorio del Sistema Universitario.

El gráfico muestra la diferencia entre comunidades respecto a la financiación pública de sus centros en un período en el que ha menguado en todas. Como recuerda Sacristán, esta divergencia en las decisiones de financiación “no está directamente relacionada ni con la riqueza de cada comunidad ni con el número de estudiantes que hay que atender, y por lo tanto son condiciones que no se entiende bien a qué responden, por lo que probablemente se trata de cuestiones políticas de cada comunidad”.

Foto: Observatorio del Sistema Universitario.
Foto: Observatorio del Sistema Universitario.

La financiación pública oscila entre los 8.429 euros por estudiante del País Vasco y los 4.730 euros de la Comunidad de Madrid. El valor máximo como proporción del PIB corresponde a Andalucía (0,87%) y el mínimo a las Islas Baleares (0,23%). En cuanto a los ingresos por tasas y precios públicos, el valor mayor se da en Cataluña, con 2.123€ de media por estudiante. A continuación se encuentra Madrid, con 1.715€. El importe en Cataluña es más de 2,55 veces el importe mínimo. Se trata de Galicia, con 832€.

Estos datos desvelan algo “preocupante”, en opinión de la autora, incluso en el caso de que la tendencia se modere o revierta, como muestran los datos de 2015, el último año disponible: que la cantidad de dinero por estudiante se ha reducido. Ello se traduce en que, junto a los recortes y la tasa de reposición, las universidades no puedan renovar su plantilla de profesorado e investigadores. Esto ya se reflejaba en un estudio previo realizado en Cataluña que mostraba que “las plazas de doctorandos e investigadores postdoctorales se habían reducido significativamente en los últimos años”. “Hay una generación de personas con expedientes brillantes que no han podido ingresar”, lamenta la profesora.

En línea descendente

España se encuentra actualmente muy por debajo del resto de países de la OCDE y de la Unión Europea en cuanto a gasto por estudiante; en concreto, un 13,1% en el primer caso y un 16.8% en el segundo. Un vuelco absoluto, ya que en 2009 nos encontrábamos por encima de la media de ambas instituciones; desde entonces, estas han crecido mientras que nuestro gasto ha menguado. Una vez más, vuelve a haber diferencias sustanciales entre regiones. Las Islas Baleares solo alcanzan un 82,2% de la media de España (6.479 euros por estudiante), mientras que La Rioja, que ha reducido su número de estudiantes, se encuentra un 26,9% por encima (10.000 euros).

Foto: Observatorio del Sistema Universitario.
Foto: Observatorio del Sistema Universitario.

Eso provoca que comunidades como Baleares se sitúen por debajo de países como Eslovaquia en financiación por estudiante, mientras que La Rioja se encuentre por encima de Austria. Una problemática diferencia entre regiones que ya se puso de manifiesto en el último informe PISA, que mostraba que regiones como Navarra, Castilla León o Madrid se encontraban en los primeros puestos (y mejorando) y otras como Andalucía o Extremadura en los últimos y empeorando). El estudio, no obstante, advierte de que la disminución de la financiación pública no guarda relación con la disminución de su riqueza.

Los efectos del sobrecoste económico se verán a largo plazo. La familia que ya ha decidido que su hijo va a ir a la universidad no cambia de opinión

El futuro a corto y largo plazo

¿De qué manera pueden impactar estas tendencias en financiación y coste en la sociedad española y en el número de familias que pueden permitirse que sus hijos estudien? Como recuerda Sacristán, lo más probable es que los cambios se noten dentro de unos años, quizá en la siguiente generación, no inmediatamente. “Los economistas recuerdan que en el ámbito educativo y universitario la elasticidad de la demanda es muy grande, por lo que los efectos del sobrecoste económico se verán a largo plazo”, explica la investigadora. “La familia que ya ha decidido que su hijo va a ir a la universidad no va a cambiar de opinión tan fácilmente”.

Es algo similar a lo que ha ocurrido en Gran Bretaña, donde los universitarios pueden terminar pagando hasta 10.000 libras (14.300 euros) por sus matrículas anuales. El pasado verano, los datos de UCAS (el servicio inglés de admisión universitaria) mostraban que se había producido un descenso de un 5% en el número de matriculaciones en las universidades inglesas en el curso 2016-2017, pero que los efectos del aumento de los precios en 2012 no se había notado en el lustro anterior. Otro factor a tener en cuenta es que el descenso en la natalidad de los países occidentales también impactará en el número de estudiantes.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2018-01-16/universidad-espanola-financiacion-coste_1506514/

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