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Los mil y un fracasos de la Reforma Educativa y sin embargo se mueve

Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino Guerra Mendoza. Integrantes del Cuerpo Académico: Intervención y Formación en Gestión  Educativa. Área Política Educativa, Procesos Institucionales y Gestión. Universidad Pedagógica Nacional. Sede: Ajusco

En abril, la reforma educativa se declaró muerta. Fracasó, dijeron sindicalistas, opinólogos, expertos, padres de familia, conferenciantes, periodistas, opositores y, quién lo dijera, antiguos colaboradores, como diputados y senadores del PAN y el PRD.

No es un tema nuevo, aparece una y otra vez, al final, durante o previo a las movilizaciones de los maestros inconformes; en eventos, en foros o en la presentación de programas, informes y evaluaciones parciales. Casi podría decirse que, como diagnóstico o profecía, el fracaso ha acompañado a la reforma desde un principio.

Hace casi un año, después de las grandes protestas de 2016, que tuvieron en la masacre de Nochixtlán su momento límite, la propia CNTE extendió el certificado de muerte de la reforma educativa. En el Foro Hacia la construcción del proyecto de educación democrática, realizado en agosto de 2016, en el que participaron académicos e investigadores habituales, las razones del fracaso se explicaron en cuatro puntos: el diagnóstico limitado de la problemática educativa; la concepción mercantilista de la educación; el desconocimiento de las potencialidades de participación de los maestros; y la versión equivocada de la evaluación punitiva (Regeneración, 10 Agosto de 2016. http://regeneracion.mx/cnte-realiza-foro-hacia-la-construccion-del-proyecto-de-educacion-democratica/).

Lo cierto es que, tras ese diagnóstico terminal, la reforma educativa siguió. Aunque moderando su velocidad, como en las evaluaciones obligatorias, convertidas en voluntarias (por el momento), en la administración de despidos, en las negociaciones con algunos dirigentes (como en la sección 9 y la 22) y en el reconocimiento de problemas de aplicación y diseño (como en las mismas evaluaciones, sobre todo en cuestiones de notificaciones, reactivos mal hechos e infraestructura tecnológica deficiente e insuficiente). Pero siguió, evaluando y despidiendo profesores, continuó con Escuelas al CIEN, Escuelas al Centro, la normalidad mínima, la autonomía de gestión, el control del tiempo, y todos los demás programas de la reforma, que no se ven tanto, pero ahí están, operando en el cotidiano escolar.

Siguió, también, como respuesta a una demanda reiterada de la crítica, una reforma curricular. Desde mediados de 2016 ya circulaba una versión del Nuevo Modelo Educativo, que fue presentado formalmente el 13 de marzo de 2017.  En este momento, junto a otras cuestiones de coyuntura, reapareció el tema del fracaso de la reforma. Una vez más.

¿Deseo o realidad? El nuevo diagnóstico del fracaso ¿es terminal?, ¿ahora sí? O como en las otras ocasiones ¿veremos nuevas iniciativas, nuevos procesos, nuevos programas? ¿Se trata de un diagnóstico o de un deseo? Porque, hay que decirlo, en muchas ocasiones el triunfalismo y el wishful thinking conducen a la desmovilización y/o al encubrimiento.

¿Pero qué es la reforma?

No es un tema fácil, quizá aquí se encuentre uno de los principales problemas de cualquier diagnóstico. Para muchos opinantes, la reforma educativa es la evaluación docente; a partir de aquí, se elaboran silogismos muy simples. Si no se han cumplido –y ya no se pueden cumplir- las metas de la evaluación de permanencia, entonces la reforma es un fracaso. La reforma está en agonía. Su muerte es prematura y está anunciada.

Desde luego, se pueden achacar múltiples responsabilidades: que si estuvo mal hecha; que intentó abarcar demasiado; que no se pudo aplicar; que son los cangrejos de siempre; que fue por las resistencias de los maestros, sobre todo los de la CNTE; por separado, o en varias combinaciones, estas han sido las más mencionadas. Por eso, dicen, ya no va, es el gran fiasco de EPN. Lo que falta es esperar que termine el sexenio, y cuando venga otro gobierno (el de AMLO, por ejemplo), se acabará con esta pesadilla.

Nada nos gustaría más que así fuera. Sin embargo, el camino al infierno está empedrado con buenas intenciones. Este diagnóstico que da por muerta a la reforma está errado, más aún, es peligroso por dos razones fundamentales, aunque hay otras que por cuestiones de espacio no podemos tratar.

La primera es que no hay una evaluación, sino varias evaluaciones. La de ingreso es una, la de diagnóstico otra, la de promoción y permanencia, otras más. Y estas no se han detenido, siguen, aunque ralentizadas y con engaños, por ejemplo eso de que ahora serían voluntarias o que habría aumentos hasta del 30% en los ingresos de maestros con resultados destacados. No es cierto, ni son voluntarias, ni se han detenido, en muchos casos, los docentes no han recibido el estímulo prometido. Mientras la evaluación docente siga en la legislación y, sobre todo, en la Constitución, será muy complejo, en la actual composición legislativa, cambiarlas. Son constitucionales, cualquier conflicto será interpretado a la luz de ellas. Tendrán la fuerza del derecho. Es lo que siempre hacen los neoliberales: modificar las instituciones y las reglas, a su imagen, semejanza y conveniencia.

La segunda razón es más profunda. La reforma NO es la evaluación docente. Las evaluaciones SON PARTE de la reforma; pero no SON la reforma. En realidad, la reforma es un dispositivo complejo, un conjunto de acciones, instituciones, discursos, organizaciones, iniciativas, campañas que tienen como propósito reconfigurar el sistema educativo nacional, en sus fundamentos operativos, constitucionales, estratégicos y subjetivos. Su propósito central -más no el único-, es modelar la conformación de sujetos neoliberales, crear individuos que subjetiven la incertidumbre, la precariedad, la flexibilidad, la obediencia a los códigos del hipermercado educativo, útiles a la fase cognitiva del desarrollo capitalista que estamos viviendo.

Por eso la reforma inició con el magisterio, para transformar la base subjetiva de la enseñanza y cortar todas las modalidades colectivas de contratación; por eso inició doblegando a los maestros, de la CNTE, del SNTE y de todos los demás sindicatos educativos. Pero la reforma no quedó ahí, siguió con el SIGED, con la centralización de nómina mediante el FONE, con la autonomía de gestión, con las Escuelas al Centro, con la Normalidad Mínima, con las Escuelas al CIEN, con la panoplia de cursos, talleres, diplomados, seminarios y cursos a cargo de múltiples organizaciones que trabajan en red (como mostraremos en un libro próximo), que expanden e introyectan el mercado educativo, que están modificando las prácticas, los hábitos y el perfil de los docentes, y que ahora adelantan otro LADRILLO en esta reconfiguración: el Nuevo Modelo Educativo. En él se continúan los objetivos y los propósitos de la reforma: mercado educativo con  sujetos flexibles, ordenados, desafiliados de toda organización colectiva y precarizados. Justo como antes se hizo en la reforma laboral.

Política de la desmovilización y del compromiso

Es comprensible que en una lucha política se pretenda minar al adversario, atacarlo por su mediocridad y sus inconsecuencias, desvalorizar sus conquistas y reducir sus alcances. Es comprensible. Del mismo modo, se entiende que las fuerzas de las resistencias necesiten valorar sus esfuerzos, reivindicar sus luchas, incluso magnificar sus logros, recordar sus víctimas y sus hazañas. Se entiende. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando en una guerra –¡y la reforma lo es, sin duda alguna!- los diagnósticos están errados, se minimiza al adversario, se leen mal las señales, se ignoran sus movimientos? Nada bueno. Y eso es lo que muchos críticos, incluyendo los analistas de los fallos didácticos del modelo, militantes y promotores de la educación alternativa, quizá sin verlo ni quererlo, están contribuyendo a hacer.

La reforma no ha muerto, la reforma va, sigue por muchos más caminos que los de la evaluación, ciertamente ralentizada por la lucha de los maestros, y también, hay que decirlo, por las prisas del INEE y de la SEP, por sus diferencias internas, incluso por sus incompetencias. Pero la reforma va, pausada y en revisión, no precisamente para cambiar sus objetivos y estrategias, sino para adecuarlas, refinarlas y profundizarlas.

La reforma, por desgracia, no se agota en la evaluación, cada día se despliegan más acciones, más microiniciativas, más avances tácticos que pasan por instrumentales, es el caso de toda la parafernalia de cambios en la reorganización escolar, el manejo del tiempo a través de nuevos calendarios y horarios, de reuniones de consejo técnico hiper reguladas, de la priorización de ciertos contenidos y actividades en detrimento de otros, de la incorporación de nuevas figuras directivas, y recientemente también, a despecho de lo que digan quienes piensan que la reforma se hizo al revés, a través del nuevo modelo educativo. Cabe recordar que tres de los cinco ejes que lo conforman, ya estaban considerados en las leyes y en marcha en las escuelas, con la diferencia de que aumentará la batería de cursos posibles, gracias a ese amplio espectro de posibilidades de intervención que da la autonomía curricular, para introducir desde la programación neurolingüística, educación financiera, en valores (del mercado), emprendedurismo, cultura empresarial, superación personal, etc.

Los objetivos de la reforma, sus tácticas y estrategias, incluso sus instrumentos, no están muertos ni oxidados, sino en constante evolución. Las críticas de los expertos han servido, pero para llamar la atención del poder en las fallas, para exigirle eficacia, eficiencia y congruencia. Esas críticas son funcionales al poder; le sirven de acicate y de cobertura.

Pareciera que esta crítica, al concentrarse, contradictoriamente, en lo que no logró alcanzar la reforma pero no quisiéramos que sucediera, clama estar al frente para modular alcances, logros y metas, como si le interesara gobernar la reforma con otros colores y otros partidos.

Es preciso recordar que ningún mal diagnóstico gana nunca la guerra; por el contrario, desmoviliza y crea falsas expectativas; en este caso, porque la reforma está ahí, opera silenciosamente en los cambios de reglas, en los nuevos programas, aún con buenas intenciones, como parecen ser todos esos cursos de convivencia, manejo de emociones, educación para la paz, resiliencia, visitas al Museo Interactivo de Economía, talleres de resolución de conflictos, talleres de cómputo y demás acciones no evaluadoras, cada vez más relevantes de la reforma educativa; los críticos parecen no observarlas, y aún quienes se niegan a evaluarse, las realizan cotidianamente.

Por todo esto decimos: un diagnóstico que se anticipa a declarar muerta la reforma educativa, realizado en medio de una confrontación, sirve como reafirmación política y como salida declarativa ante una situación caótica y limítrofe. Su fuerza es la de la convicción y la de la apuesta. Nada más. Pero sus riesgos son mayores: encubrir los efectos metalaborales de la reforma, dejarla avanzar en las iniciativas micro que ya están modelando las prácticas, los perfiles y la identidad docente, ya se irradia en la formación de los educandos y en la organización de las escuelas. En este proceso, insistir en la muerte de la reforma, es propiciar la desmovilización y el triunfalismo. La reforma sigue, y se preparan nuevas batallas. Mejor tenerlo claro antes de que nos vuelvan a sorprender y someter.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/los-mil-y-un-fracasos-de-la-reforma-educativa-y-sin-embargo-se-mueve/

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Consolidar la educación desde sus principios constitucionales

Por: Bonifacio Barba

De nuestra Constitución federal se han hecho varios juicios, entre ellos, que la multiplicidad de reformas la han desfigurado; que mezcla cuestiones de principios jurídicos con otras que son reglamentarias y que deberían estar fuera de ella; que no es respetada por muchos gobernantes y ciudadanos; que necesita ser reemplazada por una nueva, etc.  El artículo 3o., que se ocupa de la educación, no escapa al reformismo y otros problemas.

Un grupo de juristas, coordinados por los doctores Héctor Fix-Fierro y Diego Valadés realizaron un estudio con el propósito de “examinar la posibilidad, las condiciones y la metodología para una revisión técnico-jurídica del texto vigente de la Constitución (…) a través de su reordenación y consolidación” (Fix- Fierro y Valadés, 2016: 1). Afirman que si bien la Constitución ha incorporado “los elementos y las instituciones principales del constitucionalismo contemporáneo”, su texto es “extenso, desordenado, asistemático y descuidado desde el punto de vista técnico” (Ibíd.). Para promover “una cultura constitucional más sólida y estable”, el estudio explica y justifica una revisión del texto constitucional, que permite un mejor conocimiento y manejo del mismo.

¿Qué beneficio trae la consolidación? El diccionario de la lengua española dice que consolidar es “Dar firmeza y solidez a algo”, “Reunir, volver a juntar algo quebrado o roto, de modo que quede firme”. El libro mencionado hace eso; luego de diagnosticar sintéticamente los problemas y defectos del texto constitucional (apartado III), describe la metodología para reordenarlo y consolidarlo en uno nuevo (apartado IV). Entre los criterios seguidos está el de “mantener siempre en el texto constitucional el enunciado de los derechos de las personas, así como sus restricciones y excepciones” (Op. cit., p. 14).

El Artículo 3o. de nuestra Constitución federal, de fundamental importancia para la formación de los mexicanos y la creación de una sociedad democrática, de acuerdo con los criterios del estudio permanece en el Título Primero, Capítulo I. De los Derechos Humanos, y resulta beneficiado de la revisión, se consolida. Ha sido objeto de 10 reformas hasta el 29 de enero de 2016.

Resalta, desde luego, su magnífico inicio: “Todo individuo tiene derecho a recibir educación”, reconocimiento proveniente de la reforma de 1993. El texto vigente del artículo reconoce el derecho de toda persona y el texto reordenado vuelve a hablar de individuo, sin dar una explicación del cambio; quizá es una errata. En todo caso, la afirmación del derecho a la educación está ahí como criterio esencial para valorar la eficacia de todos los niveles de gobierno y de todo funcionario en lo que le ocurra a tal derecho.

En los tiempos que corren, con la reforma de varios aspectos orientados a garantizar la educación de calidad, es bueno ver el texto consolidado del artículo tercero para identificar y apreciar sus principios, pues por extrañas razones se afirma a veces que es necesario definir un nuevo modelo educativo. A este respecto, algunos elementos a destacar –que no obvian la lectura del texto completo–, está la prescripción de que la educación “tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria, el respeto a los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia”.

En el texto vigente, la exposición de las bases de la acción educativa no tiene un orden conceptual claro y usa en la fracción II el término criterio cuando ya ha definido algunos. En el texto consolidado, luego del enunciado de los fines que contiene el párrafo citado arriba se introduce una expresión que da unidad a la parte del artículo que sigue con estas palabras: “… y en lo particular observará las siguientes prevenciones”, dando paso a exponer que habrá de ser laica, basada “en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos…”; el criterio será además democrático –con la definición de la democracia que da parámetros claros para valorar su avance, en conjunción con otros artículos constitucionales que se ocupan del desarrollo y de la planeación nacional–.

El criterio será también nacional, “en cuanto –sin hostilidades ni exclusivismos– atenderá a la comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestros recursos, a la defensa de nuestra independencia política, al aseguramiento de nuestra independencia económica…”. Como se ve, los principios educativos desafían al gobierno como responsable de proteger y garantizar el derecho a la educación.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/consolidar-la-educacion-desde-sus-principios-constitucionales/

 

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Una ciudad amable, lugar de aprendizaje para los párvulos

Por: María Victoria Peralta

Un nuevo verano ha llegado a nuestro país y junto con ello las vacaciones de los niños y niñas que asisten a jardines infantiles y escuelas generándose un período de potenciales e interesantes actividades a realizar con sus familias.

Decimos “potenciales actividades”, porque los padres continúan trabajando en su gran mayoría y los supuestos tiempos a compartir, se convierten muchas veces en problemas al tener a los niños en casa y no poder atenderlos adecuadamente. En este escenario, las ciudades a las que concurren las familias en estos períodos estivales, se convierten en espacios de exploración, juego y descubrimiento que -con los niños y niñas- podrían aprovecharse.

¿Y qué les ofrecen nuestras ciudades? Muchas oportunidades: todas tienen plazas de juegos, parques, museos, salas de exposiciones, centros de diversión a los cuales se les agregan en verano actividades que ofrecen algunos municipios en piscinas, estadios deportivos o espacios naturales.

No obstante mirando más fino, permítanme dos observaciones obtenidas en las calles de Santiago.

En Santa Isabel con San Isidro, una madre va con su hijito de unos 4 años en un coche de bebé.La cara de ambos es de aburrimiento, no hay diálogo. Pasan frente a la escultura “El caballo negro” de la plaza Stuttgart, compuesta además por otros dos equinos más coloridos.Súbitamente el niño los descubre, sonríe y les hace adiós con la mano a esos grandes caballitos. La madre no se da cuenta. Me detengo a mirar la plaza y noto que la escultura está llena de rayados, el suelo sucio con los restos de la noche anterior y además, hay un “homeless” que se ha instalado con sus “enseres”. En realidad no es un lugar muy favorable para que el niño camine, como sería lo deseable a esa edad.

Otro día, cerca del Parque Almagro, una madre peruana con una guagua en coche, una niña de dos años y un niño de cinco, me detienen y preguntan si hay algún parque donde los niños puedan jugar. ¡Claro! les digo indicándoles cómo llegar. La madre me vuelve a consultar si hay juegos y pasto, le confirmo animadamente. El niño da un grito de alegría, aplaude y parte rápido y ansioso en la dirección indicada.

Los alcanzo al poco rato. Están en la zona de juegos donde el sol de este cálido verano hace que los metales y el plástico estén a una temperatura que imposibilita subirse a jugar. Además el pasto cercano está bastante seco y ¡lo están regando a las 3 de la tarde!, se quemará más.  No les queda más que sentarse más  lejos y ¡al fin! retozan al menos en un poco de verdor bajo los árboles.

Más allá de estas experiencias que muestran la relación poco amable de las ciudades con los niños, en especial en los sectores populares, cabe preguntarse si nuestras urbes son como en los países realmente desarrollados: espacios limpios, estéticos, con zonas especiales e interesantes para los niños pequeños.

Esos lugares permiten que los párvulos en compañía de sus padres o cuidadores gocen, disfruten, se relajen, jueguen y sigan aprendiendo en forma refleja de todo: de otras personas, de la diversidad de plantas,  árboles y animales; de personajes ilustres representados de diversa forma, de construcciones muy distintas en estilos y materiales; y del verdadero arte popular que hay en las calles. A ello se agregan museos, bibliotecas y centros de exploración especialmente adecuados para niños pequeños. Al parecer, contrastando, bastante tenemos que hacer aún en este campo.

Pero además de estas adaptaciones, el problema mayor pareciera estar en los adultos que no “ven” la ciudad, que no se dan los tiempos suficientes en el diario vivir para descubrirla  y por tanto, no asumen la actitud necesaria para que los niños y niñas se re encanten  con sus espacios cotidianos.

Si los padres deambularan en un afán “expedicionario” y exploratorio con sus hijos, descubrirían que, a pesar de ciertas falencias, hay tantos detalles y rincones de nuestros escenarios habituales de los cuales asombrarse y a través de ellos, empezar a amar nuestras ciudades. De esta manera, las nuevas generaciones podrían aprender a tener una actitud diferente de valoración, cuidado y desarrollo de nuestros medios urbanos, para eventualmente constituir mejores escenarios de vida.

Por tanto en esta temporada de verano la invitación es a descubrir nuestras ciudades junto a los niños y niñas. ¡Es una actividad gratis y muy entretenida!

Fuente: http://blogs.cooperativa.cl/opinion/educacion/20150120110253/una-ciudad-amable-lugar-de-aprendizaje-para-los-parvulos/

Imagen: http://www.guiadelnino.com/planes-para-ninos/turismo-familiar/15-parques-nacionales-para-visitar-con-ninos

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Una Constituyente para blindar al Estado Docente

Por: Heriberto Rivera

Durante el siglo XIX, en la primera fase de su lucha, los trabajadores y sus líderes todavía no habían entendido la verdad sobre la democracia, la revolución, la libertad, igualdad, fraternidad y justicia burguesa.

No entendieron, que la burguesía disfrazaba sus intereses particulares de clase como «causa de toda la humanidad»; no entendieron que cunado la burguesía hablaba y habla de libertad, fraternidad e igualdad está hablando de la libertad de explotar al fuerza de trabajo, la fraternidad entre los miembros de una clase dominante y la igualdad de poder repartirse el mundo.

En ese contexto, la educación, no escapo de ese camuflaje, pues a pesar de que la educación ha sido , y es, un proceso social fundamental porque otorga poder a quien la posee; porque constituye un recurso de primer orden para socializar, formar , capacitar y construir ciudadanía; Por ello debe tenérsele como un derecho humano universal y bien publico, que es precisamente lo que no ha sido reconocido a lo largo de la historia de la sociedad humana; Las clases dominantes expropiaron la educación a los pueblos, los mantuvieron en la sombra cultural, les hurtaron y negaron los saberes y de ese modo los convirtieron en simples instrumentos de producción.

Hablar del Estado Docente, puede tener el riesgo, de ser señalado como un concepto que pertenece al campo de la obsolescencia; sin embargo, quienes así piensan, están muy lejos de la verdad fluyente, y hoy mas que nunca, se puede afirmar que la obsolescencia o actualidad no es siempre una cuestión del tiempo lógico formal; conceptos acuñados en el pasado pueden sufrir transformaciones como ocurrió con el concepto «praxis» utilizado por Aristóteles para diferenciar a la «herramienta que habla» o esclavo del zoom politicón o verdadero ciudadano de la polis y que luego recibió otra connotación, la del acto revolucionario y transformador de la realidad.

La educación, siempre fue utilizada, como el proceso mediante el cual se legitimaba la base de nuestra economía mono exportadora-pasó de agrícola a petrolera-, situación que afianzo nuestra dependencia del sistema capitalista mundial.

En consecuencia, desde el momento del aparición del petróleo, la educación, se coloco al servicio del mismo, pero no en el sentido de formar al pueblo en los conocimientos del oro negro, sino comenzó la atadura de la utilización del petróleo como fuente rentística fundamental, aunado en forma vinculante a través de la educación, donde se inculcaron modos de vida propios de otras sociedades, ideas que fueron imponiendo, generando la llamada «cultura del petróleo».

En ese sentido Rodolfo Quintero, pionero de las luchas políticas, sociales y sindicales, razón tuvo al afirmar que «más que la relación directa de los norteamericanos con los venezolanos-trato personal-, influye la indirecta: prensa y publicaciones diversas, cine, radio, grabación, tv, que afecta a millones de personas y les hace llegar estilos de vida propia de EEUU». Hoy, en Venezuela, en pleno siglo XXI existe una elite sumamente orientada hacia la cultura norteamericana, especialmente el símbolo de la subcultura mayamera (Miami) su meca secular.

Al revisar la historia de la relación educación-sociedad- Estado, y en esto se debe ser recurrente, se aprecia de forma explicita la pugna entre dos concepciones acerca de esa relación; así, por un lado, aparece la concepción legitima de quienes plantean la función educativa del Estado y contraria a esta, la posición que señala que el Estado no debe intervenir, ni siquiera con función asistencial.

En esas dos concepciones, de manera trivial, se observan los intereses de clases, que son irrenunciables, por una lado la educación debería dejarse a libre iniciativa de la sociedad, como una faceta de la propiedad privada negando el reconocimiento de la educación como asunto publico y derecho humano.

A pesar de esas contradicciones, en la Venezuela rural que se asomaba al sol del siglo XX, las actividades educativas de entonces reconocieron en la Ley Orgánica de Instrucción Publica la orientación del Estado en la educación, aunque de una manera tímida y restringida, naciendo lo que podría llamarse un «Estado Docente» para las minorías.

Apegados a la rigurosidad de la historia, además de ser camino de la verdad, es importante afirmar, que fue durante los años 1941-1945, en la llamada revolución de octubre, la cual tuvo rasgos de revolución burguesa, ampliando derechos sociales, pero no así no llegó a realizar cambios profundos en la estructura de la propiedad, en el sistema productivo y menos aún en el de las clases dominantes, elementos estos que si sufren cambios en al revolución Bolivariana liderada por comandante Hugo Chávez.

En ese contexto, un hombre preñados de ideas, asoma las ideas educativas cuyo sustento político-institucional es el concepto de Estado Docente de Luis Beltrán Prieto Figueroa; La concepción del estado Docente, contiene de manera clara y taxativa de que si el Estado no asume la orientación, conducción, financiamiento y vigilancia de la educación, la sociedad no se puede aprovechar y hacer suyos los valores propios del sistema social que se intenta construir, de allí la necesidad de formar en el pueblo la capacidad necesaria para la acción política y social. La tesis del Estado docente, sigue teniendo una actualidad y valoración indiscutible.

En contraposición, el estado Docente, siempre ha tenido sus enemigos y detractores, pues el problema dela educación es una expresión de la lucha de clases, y hay quienes desde la IV republica viene predicando el desmontar y calificar en forma despectiva al Estado Docente, descalificándolo, por un lado, y elogiando el papel del sector privado quienes continúan al acecho de proponer la privatización de la educación y monopolizar la conducción del patrimonio educativo, discurso éste que se inscribe dentro de lo que dan en llamar un estado moderno, «la reconstrucción de una nueva sociedad».

Muchos de estos detractores del Estado Docente, tienen sus miradas en la educación de los EEUU, ignorando que, según Orlando Albornoz quien afirma que » el caso de EEUU de América, por cierto, es el mejor ejemplo de desarrollo desigual que existe en el mundo, porque si bien este país es la primera hegemonía del mundo actual es, del mismo modo, una sociedad cuya hegemonía es sólo parte de su política exterior, porque a lo interno d dicha sociedad aparecen las desigualdades mas extremas de sociedad alguna, incluyendo la que caracterizan el funcionamiento y operación de su sistema escolar».

En Venezuela, el proceso educativo se fractura, es por la des-educación y des-escolarización que se produce en el país como consecuencia del papel ilimitado, poderoso y de imperialismo interno de los medios de comunicación social, lo cual trae como consecuencia, que lo que la escuela enseña en valores durante el día, casi al mismo momento, los medios y redes sociales lo destruyen; basta apenas entrar en contacto con las redes (anti) sociales para ver las escenas de violencia, asedio cultural y social que pregonan y difunden en las mismas.

Durante la Venezuela de la llamada democracia representativa, todo lo concerniente a los diferentes ámbitos políticos, sociales, económicos, dentro de ellos la educación solían organizarse en el seno de las elites que a su vez organizaban su liderazgo; todo ello por supuesto, según sus intereses; eran las minorías dominantes, las que establecían sus acuerdos, sin que las mayorías sin poder protagónico hayan tenido alguna participación, eran en todo caso pasivos actores y ejecutantes de manuales educativos.

En cuanto a la educación universitaria, la actual constitución, estableció el rango constitucional a la autonomía universitaria, pero ese carácter, no debe ser para actuar como un estado paralelo; la autonomía no puede significar desligamiento de las grandes e ingentes responsabilidades que en la vida moderna le corresponde para formar al personal que la nación requiere para su crecimiento, para su pervivencia y estabilidad económica y social; no puede seguirse mintiendo sobre la independencia de la universidad respecto del Estado mientras sea instrumento de fuerzas internas o externas que la ponen al servicio de mezquinos y transitorios intereses.

Por eso, es necesario, que en la oportunidad de sentirnos convocados para profundizar la democracia a través de una nueva asamblea constituyente, en ella tiene que darse cabida a blindar el Estado Docente, el cual debe ser la expresión de los nuevos sujetos sociales organizados que participan en dicho ámbito; a partir de ese Estado, debe surgir una nueva subjetividad social corresponsable de la política educativa, para ser capaces de asumir la problemática educativa desde la raíz de las necesidades con la perspectiva social, clasista, popular, comunal y local sin perder el componente nacional.

El Estado docente, debe ser blindado, reforzado dentro de la constitucionalizacion de la nueva forma de democracia participativa y protagónica, a partir del reconocimiento de los nuevos sujetos del poder popular, tales como las comunas y consejos comunales, consejo de trabajadores, entre otras formas de organización de base territorial y social de la población.

Para fortalecer el Estado Docente, es necesario, que en cada uno de los estados territoriales exista la autoridad única en educación, pero integrando de forma operativa la territorialidad de la educación, atendiendo a la nueva geopolítica planteada por el comandante Chávez. Seguir como estamos, es correr el riesgo de perder la efectividad de las políticas educativas, su direccionalidad y rectoría en la educación.

El pueblo venezolano exige, no solo la declaración de sus derechos, sino asumir realmente el desafío para la democracia participativa y protagónica para sortear la «aporófobia», es decir el rechazo, la aversión, el temor y desprecio hacia el pobre, hacia el desamparado, el rechazo a los sectores mas vulnerables de la sociedad; el niño que sufre acoso escolar, ese pequeño sufre «aporófobia».

En consecuencia, para sacar la aporófobia, la educación es fundamental. Hay que profundizar la educación para la inclusión y la cooperación, no para el conflicto, lamentamos que en la actualidad, se educa a niños y jóvenes para que compitan y sean los primeros, eso es cultivar la aporófobia.

De allí, que urjan políticas publicas para formar en el niño y en el joven, las aptitudes para ser el ciudadano adulto capaz de entender la geopolítica actual y actuar en consecuencia.

Referencias:

Lee, Franz. Raíces transhistóricas de la revolución Bolivariana.

Luque, G (2009). Educación, Estado y Nación. Monte Ávila Editores Latinoamericana.

Prieto F, L. Estado Docente, en Pensamiento Pedagógico Emancipador Latinoamericano (2007). Ediciones Universidad Bolivariana de Venezuela.

Fuente: https://www.aporrea.org/educacion/a246948.html

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España fracasa en el PISA de la educación financiera: 25% de alumnos no lo «aprueban»

Por: Hector G. Barnés

Desde hace unos años, coincidiendo con el estallido de la crisis económica de 2008, la OCDE ha mostrado una preocupación especial por la educación financiera de niños y adolescentes. De ahí que desde PISA 2012 haya añadido una categoría relacionada con este aspecto. En la presente edición de PISA 2015, que se presenta hoy, España vuelve a encontrarse por debajo de la media (489), con una puntuación de 469. 15 puntos menos que en la pasada edición, donde se tenía en cuenta a 13 países y no a 10 como en esta ocasión, lo que ha provocado que la media global también descienda en 11 puntos.

Según los datos presentados por el informe, uno de cada cuatro adolescentes españoles de 15 años (exactamente, un 24,7%) no llega al nivel mínimo de competencia. No obstante, la media de los países desarrollados tampoco se encuentra tan lejos, con un 22%. Estos datos quieren decir que los alumnos son capaces de entender el objetivo de un documento financiero como una factura, pero no explicar los principales productos financieros, saber diferenciar entre lo que se necesita y lo que se quiere o tomar decisiones razonadas en el gasto cotidiano.

España se encuentra en el puesto número 10 de los 14 participantes, por encima de Brasil, Perú, Chile, Eslovaquia y Lituania

Más llamativo aún es que el porcentaje de estos estudiantes que no cumplen con el mínimo haya aumentado sensiblemente desde la pasada oleada, cuando el porcentaje se encontraba en el 16,5%. Es probable que esto se deba a la confección del estudio, ya que en el resto de los países de la OCDE la media también ha crecido desde un 15,3% hasta un 22,3%. En la clasificación global, España se encuentra en el puesto número 10 de los 14 participantes. Esto nos sitúa por encima tan solo de Brasil (393), Perú (403), Chile (432), la República Eslovaca (445) y Lituania (449). El primer país es China (las regiones de Pekín, Shanghai, Jiangsu y Guandong, con 566), seguido por la Región Flamenca de Bélgica (541).

(OCDE)
(OCDE)

Los resultados están relacionados de manera muy estrecha con los obtenidos en Matemáticas y Comprensión Lectora, dos aspectos en los que no solemos salir muy bien parados. El informe señala que las habilidades recogidas en el presente estudio se relacionan hasta en un 58% con aquellas dos; y, a pesar de ello, constituimos una excepción negativa, puesto que nuestro país obtiene una peor puntuación que otros países que sacan notas semejantes en Matemáticas y Comprensión Lectora.

Los niños españoles y el dinero

Tan solo un 5,6% de los estudiantes evaluados obtienen la máxima calificación, por un 11,8% de la media total. Estos son los capaces de analizar proyectos financieros complejos, resolver problemas no rutinarios y entender el panorama económico a nivel global. También pueden identificar un timo recibido por correo electrónico. Además, son capaces de entender cuánto deben esperar para adquirir un producto que desean, mientras que otros estudiantes de menor nivel lo adquirirían de todas formas. La capacidad de ahorro es uno de los factores más importantes en estos exámenes como base de la economía doméstica. En esta evaluación, las chicas suelen sacar mejor nota que los niños en problemas financieros.

Sigue habiendo clases: los que pertenecen al 25% más rico obtienen de media 79 puntos que los que provienen del 25% más pobre

Entre los factores relevantes para obtener mejores notas se encuentra, según el informe, disponer de una cuenta corriente. Esto puede marcar una diferencia de hasta 28 puntos con aquellos que, aunque provengan del mismo entorno socioeconómico, no disponen de una. Sin embargo, los resultados sugieren que sigue habiendo clases: los que forman parte del 25% más rico de la sociedad obtienen de media 79 puntos más que los que se encuentran en el cuarto más pobre. La diferencia en el resto de la OCDE es incluso mayor, con una diferencia de 89 puntos.

Los datos vuelven a hacer saltar las alarmas, sobre todo si también tenemos en cuenta que los hijos de inmigrantes obtienen hasta 33 puntos menos. Si los resultados de PISA 2015 ya apuntaban a una fuerte división entre las diferentes regiones de España, esta brecha social también provoca que sean los pertenecientes a los estratos más bajos de la sociedad quienes peores conocimientos tienen y, por lo tanto, más vulnerables sean a las estafas y a los productos tóxicos. Los que adquieren la máxima cualificación son aquellos que pretenden obtener un grado universitario.

Entre las costumbres monetarias más habituales entre los estudiantes españoles se encuentran recibir dinero de amigos o familiares (79%), aunque tan solo un 38% percibe la paga, mientras que una cuarta parte obtiene ingresos por hacer pequeños trabajos informales. La mayoría de estos últimos alumnos suelen pertenecer a entornos menos favorecidos. Además, el 78% de los estudiantes españoles habla de dinero con sus padres todos los meses. El 50% asegura ahorrar todos los meses, el 23% solo cuando tienen dinero de sobra, el 19% cuando quieren comprar algo excepcional y un 4%, jamás.

Finanzas en los colegios españoles

En España, la formación económica forma parte desde 2014 del currículo de Primaria a través de las Ciencias Sociales, y en 4º de ESO dentro de la asignatura optativa de Economía. Además, diversas regiones como la Comunidad de Madrid han implantado el Plan de Educación Financiera promovido por el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Un informe de 2015 certificaba su éxito a la hora de mejorar el rendimiento de los alumnos en exámenes de competencia financiera.

Los detractores de esta clase de formación recuerdan que puede ser una forma de responsabilizar a consumidores y no al sistema

Como señalaba este proyecto, “la evolución más reciente de nuestra sociedad, caracterizada por la progresiva complejidad de los mercados, de las relaciones financieras entre los individuos y las empresas, y de los propios productos y servicios financieros, está poniendo de manifiesto una creciente necesidad de prestar atención a la educación financiera de los ciudadanos, consumidores y demandantes, actuales o potenciales, de tales productos y servicios”. Sin embargo, el debate sobre la pertinencia educación financiera en los colegios españoles aún está abierto.

En parte porque, como señalaba José Antonio Marina en El Confidencial, en su opinión, la educación financiera tal y como es concebida en el programa de la OCDE ‘Financial Education in Schools’ es tan solo una parte de la formación económica global. Además, puede tratarse de una manera de trasladar la responsabilidad desde el sistema financiero hasta los consumidores. De ahí que los detractores recuerden que el aprendizaje de los mecanismos del mundo financiero debe ser, ante todo, crítico.

Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-05-24/espana-pisa-educacion-financiera_1387395/

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Ingobernable retrata al Narcoestado mexicano y al patriarcado

Por:Ilka Oliva Corado

Sobre las telenovelas feministas en México, Las Aparicio e Ingobernable

En el 2010, México fue sacudido hasta los cimientos por Las Aparicio, telenovela feminista producida por Argos Comunicación, hasta el momento ninguna televisora mexicana había presentado un material de semejante excelencia tanto en la producción como en la temática. Aquello fue como una revelación. Fue transmitida en México por Cadena Tres. En Las Aparicio se visibilizó lo impronunciable en las sociedades patriarcales, machistas, clasistas, racistas y estereotipadas.

Todo gira alrededor del matriarcado y de una familia formada por seis mujeres que todos los días luchan por romper con las normas impuestas por la sociedad, también toca el tema de la homosexualidad, de la ética profesional, de la conciencia colectiva, de la memoria histórica. El tema de la inclusión de la mujer como ser humano en una sociedad que limita y mutila a quien rompe con el rol de ama de casa.

Las Aparicio no es cualquier telenovela, es única y sobre todo cada capítulo es un aprendizaje. Por eso temblaron las productoras de siempre y tembló la iglesia y tembló también la doble moral que pulula en todos los rincones. De los mismos productores de Las Aparicio llega Ingobernable, serie que presenta Netflix.

En cualquier proyecto en el que esté el nombre de Argos, de Epigmenio Ibarra y sus hijas Natasha Ibarra- Klor (guionista) y Eréndira Ibarra (actriz) es por demás un producto de calidad comprobada, ahí no hay vuelta de hoja ni medias tintas. Porque sus producciones golpean la insensibilidad humana, siempre nos presentarán la otra visión, la verdad no contada, lo que esconde la norma religiosa, política y cultural. En Ingobernable, con la actuación principal de Kate del Castillo como la primera dama de México, nos llevan de la mano por las entrañas de la podrida política mexicana y dignifican a los 43 de Ayotzinapa, a las Cabronas de Tepito y a Tepito mismo que representa a las alcantarillas de Latinoamérica y el mundo. Ninguna producción había llegado hasta Tepito para dignificarlo, Ingobernable es la primera, vaya y de qué manera lo hace, tanto que lo volvió protagonista. En cada uno de los 15 capítulos (ojalá continúe) nos muestra con santo y seña cómo funciona el Narcoestado mexicano, cómo actúan la policía y el ejército, la oligarquía y la clase política del país. Cómo torturan, cómo secuestran, cómo desaparecen a quienes se atreven a levantar la voz y a denunciar o simplemente a cuestionarse o a quienes que por ser parias quieren eliminar.

Evidencia la médula de las limpiezas sociales. Los pactos con los altos mandos de Estados Unidos. La invención de una guerra contra el narcotráfico que no es más que un genocidio contra el pueblo mexicano. También dentro de la misma atmósfera, nos presenta cómo funciona el patriarcado en contra de la mujer, de quién es diferente, de quien ama no como se supone deben amar todos. Y nos presenta el papel de las empleadas domésticas dentro de las familias poderosas de México con una visión distinta, las nombra como personas y las hace existir.

La integridad y profesionalismo de unos cuántos que dentro del sistema de gobierno quieren hacer las cosas bien y quieren cambiar al país. De cómo pagan con su vida quienes se atreven a decir no. Lo que esconden los medios de comunicación respecto al Estado fallido que vive México, lo presenta Ingobernable, que no es una serie cualquiera, es un retrato en calco de lo que es México y todos los gobiernos latinoamericanos de carácter neoliberal.

Es una producción de denuncia y es confiable porque sus actores y sus productores están involucrados en el tema de trata de personas para fines de explotación sexual, de derechos humanos, del patriarcado. Y lo podemos ver en las redes sociales, en las entrevistas. Y no porque estén en Ingobernable, lo vienen haciendo desde hace tiempo, Ingobernable solamente los unió para que denunciaran juntos lo que vive México.

Un ejemplo es el #PaseDeLista del 1 al 43, que lleva a cabo todos los días a las 10 de la noche Epigmenio Ibarra en Twitter. Es una mención continua de los 43 de Ayotzinapa. Usted no verá a Epigmenio jactándose con reconocimientos, con fotografías con personalidades, sus redes sociales son de denuncia y como lo personal es político, se demuestra al centavo en Ingobernable y  Las Aparicio.

Si usted quiere ser parte del #PaseDeLista puede unirse y recordarle al mundo y al Gobierno mexicano que no hemos olvidado, ni a los de Ayotzinapa ni a los miles de desaparecidos y asesinados en manos del Narcoestado mexicano.

Y ya para terminar, por supuesto, queremos ver a una mujer presidenta en México, una que dé la talla de Emilia Urquiza. Vendrá, ese tiempo llegará, para eso tenemos que empujar todos, derrumbar el patriarcado, los estereotipos y las estructuras de poder machista, juntos.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227239&titular=%3Ci%3Eingobernable%3C/i%3E-retrata-al-narcoestado-mexicano-y-al-patriarcado-

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Sociedad del espectáculo Vs. construcción del conocimiento

Por:Juan Domingo Arguelles

Una de las características de la crisis cultural y editorial es la del protagonismo. A la gente hoy le interesa la fama, no la obra; la notoriedad, no la cultura. Los ámbitos literarios, artísticos, intelectuales, culturales y educativos, en general, incluido el de la academia, están llenos de “notables” que, para serlo, han perdido todo escrúpulo. Hay notables que se han hecho a fuerza de glosar, copiar, plagiar y tuitear, justamente porque saben que el currículo produce dinero. Lo que le interesa hoy a la gente, y no únicamente por cierto a los jóvenes, es “volverse viral”.

El protagonismo lo absorbe todo. Como lo ha visto lúcidamente Gabriel Zaid, en su libro El secreto de la fama, es así como “nace la industria del montaje y producción de ‘hechos’ armados para ser noticia, de ‘bellezas’ diseñadas para ser fotogénicas, de ‘personalidades’ modeladas para ser mediáticas, de ‘libros’ escritos para ser best sellers”. Y aquí el término “libros” exige, necesariamente, el entrecomillado irónico, pues se trata de libros sólo en su aspecto exterior, sólo en su apariencia; en cuanto a su contenido, bien podrían estar únicamente en internet. Lo que ocurre es que la industria editorial ha descubierto que, dado que la gente sigue leyendo mayoritariamente en papel, nada mejor que reproducir, en formato impreso, el tipo de contenidos que circula en internet, para hacer dinero fácil. Esto es degradar el libro cultural para obtener abundantes, rápidas y fáciles ganancias económicas.

Añade Zaid: “Una vez puesta en marcha, la realidad artificial se alimenta a sí misma. Una declaración de primera plana se vuelve noticia por el hecho de estar en primera plana. Un best seller vende más porque ha vendido mucho. Una celebridad es conocida por su logro más notable: ser muy conocida. No porque la declaración, el libro o la persona tengan méritos admirables, sino porque están en el candelero”. Y para todo esto se necesita formar no lectores críticos, no personas analíticas, sino clientes convencidos. Y de esto se ha venido encargando la industria del espectáculo y el entretenimiento, con internet a la cabeza.

Tiene razón Zaid, “lo más difícil de explicar en esta degradación colectiva es la del público espectador, sin la cual el negocio no es posible”. ¿Cómo podemos explicar, por ejemplo, que tanta gente esté convencida de que un objeto como Destroza este diario, de Keri Smith, tenga un valor pedagógico o liberador? Lo peor de todo es que está publicado por una editorial (Paidós) que antes fue un pilar de la reflexión, de la paideia justamente: de la formación de los niños y jóvenes, entendida como la transmisión de valores, saberes y emoción inteligente.

La única explicación posible es que la industria del entretenimiento y el espectáculo se ha dedicado a formar y a deformar los públicos, en tanto que la educación y la cultura, sumidas en unas crisis verdaderamente dramáticas, sólo observan (a veces con consternación, hay que decirlo) cómo se arruinan las generaciones.

¿Es esta consternación una forma de moralismo? Para nada. En todo caso se trata de una postura ética. No se condena el placer; se echa de menos la inventiva de las personas (niños, jóvenes y adultos) para transformar su mundo. Que la gente se acostumbre a vivir con el seso dormido, y que los libros sean únicamente entretenimientos vacíos cuando no instructivos que les digan lo que tienen que hacer (incluso para divertirse, para realizar el acto sexual, para comer, para esto y para lo otro) es una pérdida del uso de nuestras capacidades lúdicas, reflexivas y cognitivas, de nuestras potencias sensibles e inteligentes, de nuestras fuerzas emocionales e intelectuales que a lo largo de la historia han conseguido mover este mundo con imaginación, escepticismo y nueva creación de sentido.
Esto ya nos lo avisaba el cineasta, escritor y filósofo Guy Debord (1931-1994) en su hoy casi olvidado libro La sociedad del espectáculo, publicado originalmente en París en 1967, hace exactamente medio siglo. Debord supo ver los comienzos de esta sociedad del espectáculo en tiempos en los que no se imaginaba siquiera el advenimiento de internet.

Sentenció, con enorme lucidez: “La sociedad que descansa sobre la industria moderna no es fortuita o superficialmente espectacular, es una sociedad fundamentalmente espectacularista. En el espectáculo, imagen de la economía reinante, la finalidad no es nada, el desarrollo es todo. El espectáculo no quiere llegar a ninguna otra cosa que a sí mismo”.

Siendo así, conforme la sociedad se fue haciendo cada vez más espectacularista, los hacedores de mercancías se dieron cuenta de que ese fin en sí mismo del espectáculo podía generar más dinero que cualquier empresa empeñada en el trabajo duro. Hoy, de la noche a la mañana, cualquier persona que genere banales programas de entretenimiento puede perfectamente vivir más que holgadamente, con grandes ingresos, sin prácticamente hacer nada. Lo que hace es lo que es: el vacío total que se consume por personas que también viven consumiéndose en el vacío.

Debord ya se refiere en su célebre libro a lo que él denomina “el movimiento de banalización que, bajo las multicolores diversiones del espectáculo, domina mundialmente a la sociedad moderna”. Lo dijo, lo escribió, hace cincuenta años. Hoy su aguda observación puede verse como una profecía cumplida.
Para Debord, “la cultura es el lugar de la búsqueda de la unidad perdida” entre el juego y el aprendizaje, entre lo lúdico y el conocimiento, entre la alegría de ser y la felicidad de saber. Es así como se construye el ser humano sin divisiones: en espíritu y en inteligencia, en bienestar físico y en centralidad emocional. Lo contrario de todo esto es la mercancía que se vuelve necesidad y el espectáculo que sustituye la realidad misma por medio de la imagen que se torna realidad, esto es irrealidad, simple representación.

Lo que adivinó Debord en esa naciente sociedad del espectáculo fue un “autismo generalizado” perfectamente identificable en un síntoma que hoy se ha agravado hasta extremos nunca vistos: “Todo lo que antes era vivido directamente se ha alejado en una representación”, en un “pseudomundo aparte” en donde “el espectáculo en general, como inversión concreta de la vida, es el movimiento autónomo de lo no-viviente”. ¿Será acaso por esto que esta sociedad, sumida en lo trivial, tiene tanta fascinación por los zombis, por los muertos vivientes, por los monstruos y demás criaturas de la irrealidad y la realidad virtual que se han convertido de pronto en una y la misma cosa?

La idea de que, probablemente, no haya nada profundo en este mundo, nada trascendente, y todo sea vanidad de vanidades, era al menos antes una duda metafísica que podía asaltar a cualquiera, pero que ya entrañaba en sí un principio de reflexión. Hoy, en cambio, muchísimos “adultescentes” o adolescentes perpetuos viven únicamente para la frivolidad, la banalidad, el espectáculo, los videojuegos y los canales personales de internet que abren para hacer bromas y lanzar retos francamente pueriles que, por lo demás, se toman muy en serio, del mismo modo que lo asumen con seriedad quienes lo consumen, evidenciando que lo realmente importante de la realidad les tiene sin cuidado.

Refiero una simple anécdota: En cierta ocasión, mientras hacía fila para poner un paquete en una oficina de mensajería, dos jóvenes de entre 24 y 25 años tenían una amenísima charla que escuché durante al menos veinte minutos porque hablaban y gesticulaban con particular entusiasmo, como si no hubiese nada ni nadie a su alrededor. El tema único y de enorme relevancia que discutían era determinar (tratando de llegar a un acuerdo) cuáles eran los mayores poderes de Lord Voldemort. Eran universitarios sin duda.

El libro como mercancía

Todos hemos escuchado o leído, por ejemplo, que Hitler no murió en su búnker el 30 de abril de 1945: que huyó a América como otros tantos nazis y se refugió en Sudamérica. También hemos escuchado o leído que Elvis Presley y Michael Jackson fingieron su muerte y que hoy viven en el anonimato. Esto y todo lo relacionado con lo paranormal y las teorías de las conspiraciones son ingenuidades que no merecen llamarse siquiera especulativas. Sin embargo, mucha gente se lo toma en serio y afirma y divulga todo esto con el mayor candor crédulo. La sociedad del espectáculo y la industria del entretenimiento han conformado generaciones de crédulos. Por eso los libros de chismes, autoayuda y demás recetarios han usurpado el lugar del libro cultural. Con este tipo de cosas se hacen libros y se amasa dinero, pero también se pierde de vista lo importante. Mientras legiones de clientes viven en la irrealidad, la visión crítica del mundo languidece.

¿Por qué Jeff Bezos, fundador y director ejecutivo de Amazon, es uno de los hombres más ricos del mundo? Porque tiene un supermercado gigantesco en línea, en donde, entre otras cosas, vende libros, pero especialmente millones de ejemplares de libros que nada aportan a la cultura y que incluso la socavan. Lo que distribuye masivamente Bezos, por medio de Amazon, es especialmente, en gran abundancia, mercancía insustancial.

El escritor español Jorge Carrión tiene un ensayo (en realidad un manifiesto) muy esclarecedor desde su título: “Contra Amazon”. En él sostiene lo siguiente: “Si escribes en Google ‘Amazon librería’ te aparecen decenas de links a páginas de Amazon donde se venden estanterías. No me cansaré de repetirlo: Amazon no es una librería, sino un hipermercado. En sus almacenes los libros están colocados al lado de las tostadoras, los juguetes o los monopatines. En sus nuevas librerías físicas los libros están colocados de frente, porque sólo exhiben los cinco mil más vendidos y valorados por sus clientes, muy lejos de la cantidad y del riesgo que caracterizan a las auténticas librerías. Ahora se plantea repetir la misma operación con pequeños supermercados. Para Amazon no hay diferencia entre la institución cultural y el establecimiento alimenticio y comercial. La historia de Bezos es la de una larga expropiación simbólica. Escogió la venta de libros y no de aparatos electrónicos porque vio un nicho de mercado: no todos los títulos disponibles cabían en las librerías y él sí podía ofrecerlos todos. En los años noventa había pocos competidores de gran tamaño (sobre todo Barnes & Nobles y Borders) y los distribuidores ya tenían el catálogo adaptado a la época digital, con los códigos ISBN incorporados. Por eso hizo un curso de la Asociación de Libreros Americanos y se apropió en un tiempo récord del prestigio que los libros habían ido acumulando durante siglos”.

Esta expropiación simbólica del libro, por parte de una librería que no es estrictamente una librería, es la misma que han llevado a cabo los grandes consorcios editoriales que André Schiffrin denunció en su libro La edición sin editores. Las grandes corporaciones que producen lo mismo alimentos enlatados que armamento se interesaron en el objeto libro cuando se dieron cuenta, como bien señala Schiffrin, de que con las palabras también se pueden obtener altos rendimientos. Y, claro, los libros que dan mayores ganancias no son, por cierto, los que proporcionan mayor provecho intelectual.

Pero, además, las grandes corporaciones que, entre otras cosas, fabrican libros para las listas de los más vendidos, se han convertido en depredadoras de las pequeñas empresas editoriales que ofrecen alternativas culturales frente la dictadura de mercado. Estas pequeñas empresas deben, literalmente, nadar entre tiburones que, como es de esperarse, acaban engulléndoselas. En el prólogo a la edición española conjunta de sus libros El dinero y las palabras y La edición sin editores (Península, Barcelona, 2011), Schiffrin se refiere, por ejemplo, al “creciente control de las editoriales españolas sobre Hispanoamérica”. Refiere:

“El sector del libro está dominado allí totalmente por las principales empresas españolas. Las pequeñas empresas editoriales independientes apenas pueden sobrevivir. En 2009, mientras visitaba Santiago de Chile, fui testigo del asombroso espectáculo de una feria del libro nacional que estaba tan dominada por los grupos empresariales españoles que no había ningún espacio en el recinto para las muestras de las editoriales chilenas independientes. Los cerca de 40 editores locales se habían agrupado para construir un pabellón especial fuera del recinto ferial principal, de modo que sus libros también pudieran ser vistos por el público visitante. En vista de estos resultados, hay que admitir que la pesimista visión de La edición sin editores queda incluso lejos de lo que ocurriría en la próxima década”.

Lo cierto es que, en general, son estas editoriales independientes de cada país las que, en situación precaria, ofrecen libros con capital cultural, en tanto que los grandes consorcios inundan el mercado con materiales de alto valor calórico y muy escasos o nulos nutrientes intelectuales, lo que ocasiona, cada vez más, una erosión educativa y un empobrecimiento cultural innegables. Para los consorcios editoriales publicar libros se ha convertido únicamente en un negocio ausente de toda responsabilidad social.

Mucha gente ni siquiera intuye, no llega a pensar, siquiera por azar, que la miseria política que carcome a la sociedad, que el grito ensordecedor del dinero, al que se refiere Steiner, son causa y consecuencia de una sociedad que perdió el rumbo de la educación y la cultura al subordinarlo todo a los medios como fines y al espectáculo como principio.

Donald Trump en las alturas, ya no sólo económicas sino del poder político, es la confirmación más fehaciente de nuestro desinterés por la realidad, en un mundo donde el libro (sea impreso o no) ha dejado de ser “extensión de la imaginación y la memoria” (como bien dijo Borges) para convertirse tan solo en un vacuo entretenimiento para el cliente y en un mecanismo para alcanzar notoriedad y ganar dinero por parte del autor y los consorcios editoriales.

La crisis de la cultura

Hoy la sociedad del espectáculo y la gran industria editorial conspiran contra la construcción del conocimiento y la formación del saber. Cada semana se publica el nuevo libro necesario del nuevo autor indispensable que se ofrece a la clientela con la advertencia de que ignorarlo es casi perder el sentido de la vida.

Cada semana es lo mismo y, por ello, en las tierras de Manrique, Cervantes, Góngora, Quevedo, Machado, Unamuno y García Lorca se anestesian los espíritus con insustancialidades que dejan mucho provecho a los vendedores. Pero, como ya hemos visto, no sólo allá: también en las comarcas de Hölderlin, Novalis, Rilke, Kleist, Goethe, Nietzsche, Thomas Mann, Hesse y Grass; Descartes, Rabelais, Montaigne, Voltaire, Baudelaire, Maupassant, Balzac y Stendhal; Shakespeare, Jane Austen, Dickens, Melville, Chesterton, Wilde, Huxley, Stevenson y Virginia Woolf; José Maria Eça de Queiroz, Pessoa y Saramago; Melville, Twain, Thoreau, Poe, Hawthorne, Jack London, Edith Wharton, Emily Dickinson, Ezra Pound, Carson McCullers, Faulkner y Hemingway.

Se dirá que en toda época y lugar han convivido escritores y obras geniales con autores y libros insustanciales. En esto no hay duda. Pero lo que hoy ocurre es diferente e inédito. Venden más libros e influyen en más personas los analfabetos culturales que los escritores importantes, en cualquier país del mundo, y lo que mueve a la industria editorial no es la cultura sino el dinero, del mismo modo que lo que mueve a los autores no es la obra literaria, científica o filosófica, sino la notoriedad que también se convierte en dinero.

En el auge de la sociedad del espectáculo la cultura dejó de ser importante, a menos que llamemos cultura al entretenimiento trivial, la bulimia informativa y el conocimiento mutilado de internet. Si todo se subordina a internet (incluidos ya los libros impresos y los contenidos y formatos de las revistas y los periódicos en papel) lo que resulta es un producto desechable, nada parecido a un cimiento que pueda soportar y ensanchar el saber sólido.

Theodore Roszak, en su libro El culto a la información (Pantheon Books, Nueva York, 1986) aconsejó lo siguiente hace más de tres décadas, cuando esta crisis de la cultura revelaba sus peligros, para quienes quisieran verlos, ante la ceguera incluso de los centros de altos estudios: “Si queremos salvar el verdadero arte de pensar, sacarlo de esta confusión paralizadora, ante todo hemos de abrirnos paso por la espesura de la verborrea publicitaria. Pero una vez que hayamos desbrozado así el terreno, llegamos al núcleo filosófico del culto a la información, que es fruto de las academias y de los laboratorios tanto como del mercado”.

Cuando la educación y la cultura se reblandecen es fácil aceptar cualquier cosa en la política, la economía, la sociedad, el arte, la literatura, etcétera, porque la educación y la cultura son las fuentes nutricias que vienen del pasado oral y escrito, del patrimonio cultural tangible e intangible que está en las obras imperecederas. Incluso lo lúdico es cultural en tanto conlleve un aprendizaje para la vida, como bien lo advirtió Johan Huizinga en su libro ya clásico Homo ludens. El juego es también un fenómeno cultural y no sólo una función biológica, dice Huizinga. Homo faber (el hombre que crea, que trabaja y fabrica) y homo ludens (el hombre que juega) se complementan, porque del juego nace la imaginación que confiere al intelecto mayor fuerza y dirección.

Pero la puerilidad adocenada que se conforma con la receta ¡incluso para jugar! ha perdido del todo su sentido creador. Contra lo que suele decirse, no vivimos en la sociedad del conocimiento, vivimos en la sociedad de la sobreinformación y el espectáculo y en la era del negocio que ha encontrado su paraíso de mercado en el ocio.
En tanto todo se subordine a internet, en especial la cultura y la educación, todo estará también subordinado al mercado y a los intereses económicos, pero no al desarrollo emocional e intelectual de las personas. Esto es lo que tenemos hoy: una cultura empobrecida que se irá depauperando aun más si todo lo determina la ganancia económica.

El presente artículo es parte de la conferencia que dicté en el marco de la semana del idioma celebrada en la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, en Medellín, Colombia, y de la presentación oficial, en esta misma universidad, de la iniciativa Salón de la Palabra, una apuesta por la institucionalización de prácticas de lectura, escritura y oralidad desde una perspectiva humanística.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=6895:sociedad-del-espectaculo-vs-construccion-del-conocimiento&Itemid=143

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