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La otra pandemia hace cien años; poco hemos aprendido.

Por: Victor Arrogante

Estamos viviendo una de las mayores crisis en España y en el mundo entero. Una pandemia con efectos negativos no solo en el ámbito sanitario, sino también en lo social y con incalculables consecuencias  económicas, un agujero del que tardaremos años en salir. Y se acercan los peores días. Las cifras van a ser cada vez más negras, los hospitales empiezan a desbordarse y los frutos del confinamiento tardarán en llegar. Si Italia ha superado el umbral de muertes por coronavirus registradas en China, lo más probable es que España se encuentre una situación similar dentro de siete días, cuando se cumplan los primeros 15 días de estado de alarma, que será prorrogado otros 15.

Los médicos y los expertos eran conscientes de que tarde o temprano este momento iba a llegar; algunas unidades de cuidados intensivos (UCI) ya tienen que dar priorizar en la atención a los pacientes. La falta de camas o respiradores lleva a que se entre en la fase en la que los hospitales restrinjan ingresos por criterios que no dependen sólo de la edad, sino de la esperanza de vida de los pacientes. El Plan de contingencia para los servicios de medicina intensiva frente a la pandemia del Covid-19, de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc), establece que en la fase de saturación de las UCI habrá “criterios de ingreso estrictos, guiados por escalas objetivas, aplicando, si es necesario, los protocolos de limitación del tratamiento de soporte vital”. Otro documento, que establece los criterios de la prioridad, dice que: se valorará la expectativa de vida del paciente inferior a 1-2 años, dando prioridad a la persona con más años de vida ajustados a la calidad de la misma o tener en cuenta “el valor social de la persona enferma”. Es decir que un sintecho entrará en la UCI al último, por tener prioridad un dirigente político o el Jefe del Estado, pongo por ejemplo.

Con la gravedad de la situación y las previsiones que se esperan, permítanme que de un salto en el tiempo y me sitúe en el año 1918; ciento dos años han transcurrido. Durante los últimos meses de la Primera Guerra, una virulenta cepa del virus de la gripe se extendió, en apenas 18 meses, por todo el planeta. 100 millones de personas perdieron la vida. Algunos temieron que había llegado el fin de la humanidad. La pandemia de 1918, más conocida como la gripe española, afectó a un tercio de la población mundial. La pandemia llegó a matar a más personas que las dos guerras mundiales juntas.

Posiblemente, la pandemia adquirió su apodo debido a que en la Primera Guerra Mundial, los principales países beligerantes, Alemania, Austria, Francia, Reino Unido y Estados Unidos suprimieron la información sobre el alcance de la enfermedad. Por el contrario, España, al ser neutral, no necesitaba ocultarla. Este hecho produjo la falsa impresión de que este país fue el más castigado, por informar más sobre la enfermedad. De hecho, el origen geográfico de la gripe sigue siendo objeto de debate, aunque diversas hipótesis apuntan al Este de Asia, Europa e incluso Kansas.

Todo comenzó a principios de 1918, cuando miles de personas empezaron a enfermar, sentían debilidad y tenían neumonía, problemas estomacales, dificultades para respirar, confusión y fiebre. Casos similares aparecieron en México, Rusia, Irán, Nueva Zelanda, Argelia, las Islas Fiji o Gambia. La expectativa de vida se redujo 12 años en EEUU. La pandemia, que duró poco más de un año, logró controlarse en 1919, pero los efectos de la enfermedad más mortífera de principios del siglo XX todavía están presentes.

Los periódicos de la época dan cuenta de calles vacías, de trabajadores que no acudían a sus trabajos y de gente que no se atrevía a salir de sus casas, por miedo a cruzarse con quienes sufrían la enfermedad y que, desesperadamente, necesitaban ayuda. Uno de los testimonios, fue el del director de la organización Ayuda de Emergencia en el estado de Pensilvania. Contaba que había niños que morían de hambre porque sus padres habían fallecido y nadie quería acercarse a ellos; un pánico similar al de la Edad Media con respecto a la Plaga Negra, afirma un informe interno de la Cruz Roja Americana citado por el Institución Smithsonian estadounidense.

Como ya he mencionado, a la pandemia se le conoce como la gripe española por la atención que recibió por la prensa; incluso el rey Alfonso XIII enfermó. Los medios de comunicación, que no estaban censurados como los de otros países que participaban en la guerra, cubrieron el tema ampliamente. Pese al transcurso de los años y la evolución de la tecnología, no se han logrado explicar todas las circunstancias que rodearon a la mortal pandemia. Un hecho destacable es que la enfermedad  cobró la vida de adultos jóvenes saludables, de entre 20 y 40 años, en vez de niños y ancianos, que suelen ser los más vulnerables. Hay quien la ha calificado de la mayor pandemia de la historia.

Lo que ocurrió entre 1918 y 1919, tuvo una consecuencia positiva: la creación de la Liga de las Naciones. Sus principios se acordaron en la Conferencia de Paz de París, que tuvo lugar en 1919, tras el fin de la Primera Guerra Mundial. Su objetivo principal era mantener la paz, pero también se concibió como un centro de cooperación y coordinación internacional. La prevención y el control de las enfermedades era un asunto de preocupación internacional y fue incluido en el tratado; y fueron las bases del sistema moderno para el control global de crisis sanitarias como la que ocurrió en 1918 o, más recientemente, las que se presentaron con el ébola o la gripe aviar.

La pandemia del coronavirus, comenzó el 1 de diciembre de 2019 en China, en la ciudad de Wuhan, cuando un grupo de personas contrajeron neumonía por causa desconocida, vinculada a trabajadores del mercado mayorista de mariscos de Wuhan, el cual vendía, diferentes tipos de animales exóticos (murciélagos o perros). La economía mundial se está viendo afectada por esta pandemia. Varios países han aplicado medidas de prevención y restricción para evitar la propagación de la enfermedad, como la cuarentena aplicada en Italia y en España o la cancelación de vuelos a Europa por Estados Unidos, entre otros. En China, se ha reducido la aparición de nuevos casos.

La pandemia de 1918 cambió el curso de la Primera Guerra Mundial; la tercera oleada de la pandemia fue la más letal;  el virus mató a la mayoría de las personas infectadas; las terapias de la época apenas tuvieron impacto sobre la enfermedad; los funcionarios de los servicios públicos de salud, la policía y los políticos tenían motivos para restar importancia a la gravedad de la gripe. Los genes del virus nunca se han secuenciado. En 2005, los investigadores anunciaron que habían determinado con éxito la secuencia; el virus se recuperó del cuerpo de una víctima de la enfermedad enterrada en Alaska, así como de muestras de soldados estadounidenses que cayeron enfermos en aquella época.

Hoy, la realidad ha superado todas las previsiones que tenía el Gobierno de España, sobre el número de contagios de Covid-19. La gravedad de la epidemia en España la marcan las personas que acaban en el hospital: casi el 50% de los diagnosticados. Justo antes del estado de alarma, Pedro Sánchez avisaba de que esta semana podríamos llegar a los 10.000 infectados; la realidad es que se está cerca de los 30.000 y los fallecidos superan los 1.700. Eso, teniendo en cuenta además que, desde hace unos diez días, en las zonas de transmisión comunitaria y debido al colapso de los laboratorios, ya no se hacen pruebas a pacientes leves, por lo que no están incluidos en esas estadísticas. A los que no presentan complicaciones solo se les pide que se aíslen y eviten contagiar, sin tener el confirmado. Sanidad informa de que los primeros 640.000 test rápidos se están distribuyendo. Además, Sanidad confirma que 3.475 profesionales sanitarios tienen coronavirus, más de un 12 % del total. Se trata de una cifra “muy preocupante” y un “problema importante” para el sistema sanitario.

La pandemia de 1918, fue un escenario más de una de las peores tragedias que ha vivido la humanidad. Quinientos millones de personas se contagiaron. Ahora la pandemia del Covid-19, afecta a 176 países, con más de 310.000 contagiados y superados los 13.000 muertos y creciendo.

El Ministerio de Sanidad español, este domingo confirmó un total de 28.572 casos de coronavirus en el país, de los que 3.646 son nuevos, un 14,6 % más, y ya hay 1.720 fallecidos, 394 más que el sábado, con un incremento del 29,7 %. Según los datos oficiales, hay además 1.785 pacientes en la UCI, unidades de cuidados intensivos, y 2.575 pacientes ya se han recuperado. Además, Sanidad ha publicado los primeros datos sobre el perfil de edad de los contagiados. España es el país con un porcentaje mayor de fallecidos de más de 80 años: el 67% de los muertos superaba esta edad frente al 50,1% en Italia, el 35,1% en Corea del Sur o el 14,77% de China; y el 25% de las personas de más de 70 años requieren cuidados en el hospital. La globalización es lo que tiene.

La pandemia de 1918 ofrece algunas lecciones para la de 2020, pero quienes tenían que tenerlo en cuenta no lo han hecho. En cada década se producen epidemias graves de gripe y los expertos creen que no hay que preguntarse si va a haber una próxima, sino cuándo sucederá.

El estado de alarma en España, lleva en vigor desde el día 14 pasado y ha superado su primera semana mientras el Gobierno prepara a la población para los días más duros. Los casos siguen creciendo y se espera que en los próximos días los casos más graves supongan una prueba crucial para la capacidad de los hospitales; por lo que el presidente Sánchez pedirá al Congreso prorrogar el estado de alarma y el confinamiento hasta el 12 de Abril, cuando acabe la Semana Santa. De otra parte, el presidente ha negado que sea necesario, por el momento, dar un paso más allá en la reclusión de los ciudadanos en sus casas y limitar la actividad económica a los servicios esenciales. Ha anunciado que las comunidades autónomas tendrán el control de las residencias de mayores privadas para poder controlar los focos de contagio en estos lugares, extremadamente sensibles por la acumulación de personas en un grupo de riesgo.

Sánchez avisa: el coronavirus pondrá “al límite la capacidad material y moral”, por lo que pide coraje en el confinamiento para afrontar la “ola más dura y dañina” que nos espera. Estamos en un momento muy crítico y van a venir días muy duros y está por ver cuantos no lo soportaremos.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/la-otra-pandemia-hace-cien-anos-poco-hemos-aprendido/


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OPINIÓN | La brisa rebelde de la Costa Chica

Por: Tlachinollan

El paisaje encantador de la Costa Chica contrasta con la pobreza y la discriminación acendrada por siglos en la zona limítrofe de Guerrero y Oaxaca. El Guerrero Afro sigue siendo ignorado por los gobiernos que han implementado políticas racistas y que han satanizado su cultura que resiste los embates de la cultura blanca. La Costa Chica en gran medida es la costa afro que se extiende de Acapulco a Cuajinicuilapa, una región sumamente rica por su mega diversidad y por la pluralidad de expresiones culturales que se han fundido a lo largo de los años entre los pueblos Na savi, Me’Phaa, Ñomndaa, Nahuas y Afros. Esta abigarrada mezcla de cosmovisiones le han dado un estilo propio que define el carácter bullanguero del guerrerense de la Costa. Sus danzas tradicionales que nos remiten a los famosos diablos hasta las chilenas que nos contagian con sus ritmos candenciosos, nos transmiten la alegría al disfrutar de su sol y de sus playas.

La lucha de compañeros y compañeras Afros ha sido descomunal porque han peleado contra el muro infranqueable del racismo y han tenido que dar una batalla desigual contra un aparato gubernamental que los cosifica y les ha pisoteado sus derechos como individuos y como pueblo. A pesar de su presencia mayoritaria y de sus rostros radiantes en el puerto de Acapulco y en las cabeceras municipales de la Costa Chica, no se les respeta como portadores de una cultura que ha forjado nuestra identidad como guerrerenses. Se utiliza el término costeño para distinguirlos de los sectores sociales acomodados ubicándolo como parte de la clase trabajadora, que es iletrada tildándolo como alguien que no trabaja.

Esta conciencia de lo afro que ha increpado al poder político ha logrado transcender en el ámbito legislativo al reconocer su presencia como parte de la riqueza cultural de México. En Guerrero su lucha es a pulso y por eso han entendido que se tienen que conjuntar los esfuerzos con los pueblos indígenas, porque el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas pasa necesariamente por el reconocimiento de los derechos del pueblo Afro. La esencia de sus demandas es ser tratados como sujetos de derecho público, como lo han demandado también los pueblos indígenas de México, para romper con el circulo de la discriminación y revertir las políticas clientelares y asistencialistas. A la población Afro se le ha confinado a vivir en bajareques y a soportar los maltratos sistemáticos de los patrones. Se les ha relegado de los cargos públicos y aún se mantiene esa idea nefasta cargada de racismo de que la gente afro esta destinada a padecer la explotación económica. Para poder escalar social y económicamente varios miembros de la comunidad afro han tenido que negar sus raíces para aculturarse, asumiéndose como mestizos para no ser victimas de mayor discriminación.

En nuestro estado, se gesta una lucha inédita donde convergen las poblaciones indígenas con la población Afro para impulsar una ley de reconocimiento sobre sus derechos donde sean considerados como actores políticos capaces de realizar transformaciones sociales, ocupando cargos públicos y ejerciendo a plenitud sus derechos. Recientemente, se realizaron 10 foros de consulta para elaborar una ley que plasme de manera integral los derechos de los pueblos indígenas y Afro. Por primera vez, se realizaron esos foros en territorios donde predomina esta población. Fue muy significativa su presencia en Marquelia y Acapulco, donde pudieron expresar sus reclamos, pero ante todo sus demandas para ser respetados y reconocidos. La lucha actual que están dando tanto representantes de pueblos indígenas como del pueblo Afro es ejemplar; porque están demandando al Congreso del estado la creación de nuevos municipios con esta perspectiva de pueblo indígena y de pueblo Afro, como los casos de Las Vigas y San Nicolás Tolentino, y Temalacatzingo con la comunidad Me’Phaa del Rincón. Los pueblos han comprendido que la lucha por nuevas municipalidades es estratégica para romper con el aislamiento político y la discriminación institucionalizada contra los pueblos asentados en zonas rurales. La disputa por el financiamiento público que se le niega a las comunidades indígenas solo cobra sentido cuando se busca una nueva configuración política a través de la creación de nuevos municipios.

La Costa Chica ha hecho sentir su presencia a través de esta demanda legítima y ha logrado visibilizar la raíz encantadora del Guerrero Afro. Se está revitalizando su identidad, la recuperación de su historia, el reavivamiento de sus expresiones culturales y además el potencial económico que se plasma en la belleza de sus paisajes. Hay un proceso de retroalimentación en este intercambio de saberes que se dieron en los parlamentos abiertos y los mismos foros de consulta, donde muchos asistentes tuvimos la oportunidad de escuchar sus opiniones y su manera de ver el mundo. Hay un gran acervo histórico del pueblo Afro que tiene que incorporarse como parte de la enseñanza pública, que robustezca las raíces de nuestra identidad.

El día sábado, el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo la oportunidad de conocer esa vitalidad que trasmiten los pueblos indígenas y afro de la costa, de sentir su calidez y su espíritu jocoso, su lenguaje sencillo y directo, su efusividad, pero también su reclamo y su exigencia de justicia. Fue un encuentro festivo que contrastó con esta situación de pobreza que tiene que ver con el olvido secular y con este desprecio a quienes acostumbran disfrutar del mar y de la hamaca. Sintieron la cercanía de un presidente voluntarioso que quiere romper con la telaraña de la corrupción y que predica en todo momento que los nuevos programas sociales vendrán a resolver los problemas de la pobreza ancestral. Últimamente, ha celebrado con bombo y platillo que estos programas adquieran rango constitucional, como un gran logro de su gobierno. Fue recurrente en sus cuatro encuentros este mensaje de que la inversión millonaria que se está asignando a los programas de Bienestar no solo está asegurada, sino que también se incrementará cada año. En el ambiente, se siente que la gente tiene puestas las esperanzas de que se podrá cruzar este umbral de la pobreza con el apoyo presidencial. Hay muchas expectativas que se nutren con la cercanía y el saludo efusivo de la gente que tiene la suerte de sacarse una selfie con AMLO.

Es increíble la popularidad del presidente que, de acuerdo a un sondeo del mes de febrero, es la más alta del país, alcanzando el primer lugar, por encima de su estado natal. A pesar de los problemas más sensibles que enfrentamos en el estado, como es la violencia creciente y la pobreza galopante, su popularidad no ha mermado. En estos dos días de su gira por cuatro municipios de la Costa Chica, se sintió ese contagio de la gente con su presencia y su discurso. Es muy importante resaltar las luchas emblemáticas que se han dado en esta región, sobresaliendo las que se han dado en el municipio de Ayutla, dónde el caso de Inés Fernández Ortega es paradigmático porque, con su denuncia, como sobreviviente de tortura, logró una sentencia a su favor en la Corte Interamericana de Derechos Humanos que ha incidido en cambios legislativos. Un caso sumamente trágico fue la masacre del Charco acaecida el 7 de junio de 1998, donde elementos del ejército mexicano abatieron a 10 campesinos indígenas y un estudiante de la UNAM, sin que a la fecha se haya investigado a los elementos castrenses. En el acto de este domingo as 4 de la tarde, estuvieron presentes en primera fila Inés Fernández y cuatro viudas de El Charco. No podemos dejar de mencionar que seis estudiantes de los 43 desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa son originarios de este municipio, y siete más del municipio de Tecuanapa. Es decir, que los hijos de los indígenas campesinos y Afros también están dando la batalla para que haya justicia en el país y educación para los niños del pueblo.

Fue trascendental que los representantes del Concejo Municipal de Ayutla compartieran con el Presidente de la República la misma tribuna y que la voz del ejecutivo expresaran claramente su respaldo a este nuevo sistema de gobierno indígena elegido a través de las asambleas comunitarias. Es un modelo que está abriendo brecha para garantizar a los pueblos indígenas un acceso efectivo a los cargos públicos a través de sus usos y costumbres. Sin embargo, los grupos políticos y económicos que han detentado el poder en este municipio se empeñan en denostar al nuevo gobierno comunitario. Ciertos sectores de la cabecera municipal de Ayutla han exacerbado sus fobias contra la población indígena y reproducido un racismo recalcitrante. La presencia masiva de hombres y mujeres de los pueblos Na Savi, Me’Phaa y Ñomnnda de los municipios de Ayutla y de Xochistlahuaca fue una expresión del espíritu combativo que mantienen a los hombres y mujeres de la Costa-Montaña en las principales batallas por la justicia, la democracia y la igualdad. La presencia de la población Afro en Cuajinicuilapa y Marquelia mostró la fuerza y la gran animosidad de este pueblo, que ha roto las cadenas de la esclavitud y del racismo para estar también construyendo una nueva sociedad que lucha contra la desigualdad y todo tipo de discriminación. La presencia de AMLO en Guerrero le permitió sentir la brisa rebelde de los pueblos de la Costa.

Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan

Fuente e imagen: http://www.tlachinollan.org/opinion-la-brisa-rebelde-de-la-costa/

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Penultimátum

Por: La jornada

Rebelión de las monjas contra el patriarcado en la Iglesia

Son la mayoría de la Iglesia católica, pero está silenciada. Aunque constituyen las dos terceras partes de esa creencia, no tienen ningún poder de decisión. Están entregadas a regir colegios, servir en órdenes religiosas, en organizaciones de caridad y como ‘‘domésticas’’ de curasy obispos. O son misioneras que buscan convertir al cristianismo a los ‘‘paganos’’ que aún quedan.

Son ellas las que llenan los templos y visten con su presencia las ceremonias religiosas. Y contra ese patriarcado, en busca de ser tomadas en cuenta en las decisiones básicas del catolicismo, se rebelan en todo el mundo.

Lo hacen cada día aprovechando en especial que el papa Francisco suele pronunciarse por los principios de igualdad entre todos los seres humanos y que denuncia la discriminación. Hasta la de que son víctimas los homosexuales.

Ellas no piden suprimir algunos dogmas, sino una Iglesia que no las discrimine y les permita, especialmente, acceso al sacerdocio. Cuentan para ello con el apoyo de creyentes y, en algunos casos, de integrantes de la jerarquía católica y de teólogos que por eso son censurados desde el Vaticano.

En Alemania, ellas dejan de ir a misa y deploran los abusos sexuales cometidos por sacerdotes y el encubrimiento de que han gozado esos depredadores sexuales. En Estados Unidos, donde hay alrededor de 87 mil monjas, cada año celebran una reunión a la que asiste un millar y en la que han planteado ‘‘una Iglesia más sana, comprometida, encarnada y samaritana, que viva, luche y sufra con el pueblo’’. Añaden que si en la vida civil las mujeres ya obtuvieron derechos fundamentales por tanto tiempo negados, es hora de que también sean realidad en el catolicismo.

En Francia, ellas denuncian que el machismo en la Iglesia causa los abusos contra mujeres y niños, pues ‘‘todo el poder está en manos de hombres solteros, los únicos facultados para decidir, gobernar, enseñar’’.

Francisco no ha podido desmontar la maquinaria burocrática y patriarcal que manda en el Vaticano. El #MeToo de las creyentes algún día lo hará.

Fuente:  https://www.jornada.com.mx/2020/03/20/opinion/a04o1cul

Imagen: https://www.shutterstock.com/image-photo/closeup-hands-nuns-which-presses-against-509116372?irgwc=1&utm_medium=Affiliate&utm_campaign=Pixabay+GmbH&utm_source=44814&utm_term=https%3A%2F%2Fpixabay.com%2Fimages%2Fsearch%2Fmonjas%2F

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Coronavirus: todo lo sólido se desvanece en el aire.

Por: Boaventura de Sousa Santos

Existe un debate en las ciencias sociales sobre si la verdad y la calidad de las instituciones de una determinada sociedad se conocen mejor en situaciones de normalidad, de funcionamiento corriente, o en situaciones excepcionales, de crisis. Tal vez ambos tipos de situación induzcan igualmente al conocimiento, pero sin duda nos permiten conocer o revelar cosas diferentes. ¿Qué conocimientos potenciales se derivan de la pandemia del coronavirus?

La normalidad de la excepción

La pandemia actual no es una situación de crisis claramente opuesta a una situación de normalidad. Desde la década de 1980 (a medida que el neoliberalismo se fue imponiendo como la versión dominante del capitalismo y este se fue sometiendo cada vez más y más a la lógica del sector financiero), el mundo ha vivido en un estado permanente de crisis. Una situación doblemente anómala. Por un lado, la idea de crisis permanente es un oxímoron, ya que, en el sentido etimológico, la crisis es por naturaleza excepcional y pasajera y constituye una oportunidad para superarla y dar lugar a un estado de cosas mejor. Por otro lado, cuando la crisis es transitoria, debe ser explicada por los factores que la provocan. Sin embargo, cuando se vuelve permanente, la crisis se convierte en la causa que explica todo lo demás. Por ejemplo, la crisis financiera permanente se utiliza para explicar los recortes en las políticas sociales (salud, educación, bienestar social) o el deterioro de las condiciones salariales. Se impide, así, preguntar por las verdaderas causas de la crisis. El objetivo de la crisis permanente es que ésta no se resuelva. Ahora bien, ¿cuál es el objetivo de este objetivo? Básicamente, hay dos objetivos: legitimar la escandalosa concentración de riqueza e impedir que se tomen medidas eficaces para evitar la inminente catástrofe ecológica. Así hemos vivido durante los últimos cuarenta años. Por esta razón, la pandemia solo está empeorando una situación de crisis a la que la población mundial ha estado sometida. De ahí su peligrosidad específica. En muchos países, los servicios de salud pública estaban hace diez o veinte años mejor preparados para hacer frente a la pandemia que en la actualidad.

La elasticidad de lo social

En cada época histórica, las formas dominantes de vida (trabajo, consumo, ocio, convivencia) y de anticipación o postergación de la muerte son relativamente rígidas y parecen derivar de reglas escritas en la piedra de la naturaleza humana. Es cierto que cambian gradualmente, pero las alteraciones casi siempre pasan inadvertidas. La erupción de una pandemia no se compagina con este tipo de cambios. Exige cambios drásticos. Y de repente, estos se vuelven posibles, como si siempre lo hubiesen sido. Vuelve a ser posible quedarse en casa y disponer de tiempo para leer un libro y pasar más tiempo con la familia, consumir menos, prescindir de la adicción de pasar el tiempo en los centros comerciales, mirando lo que está en venta y olvidando todo lo que se quiera, pero solo se puede obtener por medios que no sean la compra. La idea conservadora de que no hay alternativa al modo de vida impuesto por el hipercapitalismo en el que vivimos se desmorona. Se hace evidente que no hay alternativas porque el sistema político democrático se vio obligado a dejar de discutir las alternativas. Como fueron expulsadas del sistema político, las alternativas entrarán en la vida de los ciudadanos cada vez más por la puerta trasera de las crisis pandémicas, de los desastres ambientales y los colapsos financieros. Es decir, las alternativas volverán de la peor manera posible.

La fragilidad de lo humano

La aparente rigidez de las soluciones sociales crea en las clases que más se aprovechan de ellas una extraña sensación de seguridad. Es cierto que siempre hay cierta inseguridad, pero hay medios y recursos para minimizarla, ya sean atención médica, pólizas de seguros, servicios de empresas de seguridad, terapia psicológica, gimnasios. Este sentimiento de seguridad se combina con el de arrogancia e incluso de condena respecto de todos aquellos que se sienten victimizados por las mismas soluciones sociales. El brote viral interrumpe este sentido común y evapora la seguridad de la noche a la mañana. Sabemos que la pandemia no es ciega y tiene objetivos privilegiados, pero aun así crea una conciencia de comunión planetaria, de alguna forma democrática. La etimología del término pandemia dice exactamente eso: el pueblo entero. La tragedia es que, en este caso, la mejor manera de mostrar solidaridad es aislarnos unos de otros y ni siquiera tocarnos. Es una extraña comunión de destinos. ¿No serán posibles otros?

Los fines no justifican los medios

La desaceleración de la actividad económica, especialmente en el país más grande y dinámico del mundo, tiene obvias consecuencias negativas. Pero, por otro lado, tiene algunas consecuencias positivas. Por ejemplo, la disminución de la contaminación atmosférica. Un especialista en calidad del aire de la agencia espacial de Estados Unidos (NASA) afirmó que nunca se había visto una caída tan dramática de la contaminación en un área tan vasta. ¿Significa esto que,principios del siglo XXI, la única forma de evitar la cada vez más inminente catástrofe ecológica es a través de la destrucción masiva de la vida humana? ¿Hemos perdido la imaginación preventiva y la capacidad política para
ponerla en práctica? También se sabe que, para controlar efectivamente la pandemia, China ha implementado métodos particularmente estrictos de represión y vigilancia. Cada vez es más evidente que las medidas fueron eficaces. Resulta que China, a pesar de todos sus méritos, no tiene el de ser un país democrático. Es muy cuestionable que tales medidas puedan implementarse, o hacerlo de manera igualmente eficaz, en un país democrático. ¿Significa esto que la democracia carece de la capacidad política para responder a emergencias? Al contrario, The Economist mostró a principios de este año que las epidemias tienden a ser menos letales en los países democráticos debido al libre flujo de información. Pero como las democracias son cada vez más vulnerables a las fake news, tendremos que imaginar soluciones democráticas basadas en la democracia participativa a nivel de barrios y comunidades, y en educación cívica orientada hacia la solidaridad y la cooperación, y no hacia el emprendimiento y la competitividad a toda costa.

El intento de demonizar a China

La forma en la que se construyó inicialmente la narrativa de la pandemia en los medios de comunicación occidentales hizo evidente el deseo de demonizar a China. Las malas condiciones higiénicas en los mercados chinos y los extraños hábitos alimenticios de los chinos (primitivismo insinuado) estaban en el origen del mal. Subliminalmente, el público mundial fue alertado sobre el peligro de que China, ahora la segunda economía mundial, domine al mundo. Si China no pudo evitar semejante daño a la salud mundial y, además, no pudo superarlo de manera eficaz, ¿cómo podemos confiar en la tecnología del futuro propuesta por China? ¿Acaso el virus nació en China? La verdad es que, según la Organización Mundial de la Salud, el origen del virus aún no se ha determinado. Por lo tanto, es irresponsable que los medios oficiales en Estados Unidos hablen del «virus extranjero» o incluso del «coronavirus chino», sobre todo porque solo en países con buenos sistemas de salud pública (Estados Unidos no es uno de ellos) es posible hacer pruebas gratuitas y determinar con precisión los tipos de gripe que se han dado en los últimos meses. Lo que sabemos con certeza es que, mucho más allá del coronavirus, hay una guerra comercial entre China y Estados Unidos. Una guerra sin cuartel que, como todo lleva a creer, tendrá que terminar con un vencedor y un vencido. Desde el punto de vista de Estados Unidos, es urgente neutralizar el liderazgo de China en cuatro áreas: la fabricación de teléfonos móviles, las telecomunicaciones de quinta generación (inteligencia artificial), los automóviles eléctricos y las energías renovables.

La sociología de las ausencias

Una pandemia de esta dimensión causa justificada conmoción en todo el mundo. Aunque el drama está justificado, es bueno tener en cuenta las sombras que crea la visibilidad. Por ejemplo, Médicos sin Fronteras advierte sobre la extrema vulnerabilidad al virus por parte de los miles de refugiados e inmigrantes detenidos en los campos de internamiento en Grecia. En uno de estos campamentos (campo de Moria) hay una canilla de agua para 1300 personas y falta jabón. Los internos solo pueden vivir cerca uno del otro. Familias de cinco o seis personas duermen en un espacio de menos de tres metros cuadrados. Esto también es Europa, la Europa invisible.

Fuente e imagen: https://www.pagina12.com.ar/253465-coronavirus-todo-lo-solido-se-desvanece-en-el-aire

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Habitar la excepción: pensamientos sin cuarentena (I)

Por: Amador Fernández Savater

¿Gestionar o transformar?

Quién se hace cargo de lo que pasa, cómo y para qué, en cada crisis, en cada disfuncionamiento, en cada perturbación del sistema.

Se puede gestionar: la idea de la gestión es la “regulación” de lo que pasa para “volver a la normalidad”. Lo que pasa es un hecho aislado y sin historia, se puede conjurar y neutralizar. Las respuestas a la crisis en cuestión se dan en el mismo marco de lo existente.

Un “poder de salvación” administra nuestro miedo y nos promete la supervivencia a cambio de obediencia. La supervivencia, por cierto, será sólo de los más aptos. Porque la lucha de clases -o el conflicto social, si queremos hablar de otra manera- atraviesa en verdad la gestión y las medidas. Hay “inmunizados” (que se pueden proteger) y “expuestos” (que enfrentan las crisis a pelo y caen como moscas, objetos de las propias medidas de “salvación del cuerpo colectivo”: recortes, etc.).

La “gestión” es un bucle: oculta y tapa las preguntas radicales sobre las causas y las condiciones de los desastres y así las reproduce, preparando de tal modo nuevos episodios desastrosos.

Transformar significa hacer aparecer nuevos juegos de preguntas y respuestas, nuevas maneras de pensar y actuar, nuevas lógicas para pensar-hacer sobre los problemas (crisis económicas, crisis migratorias, crisis ecológicas, femicidios) desde otro marco. Un marco distinto, para respuestas distintas.

Transformar significa habitar la excepción.

Habitar la situación, no dejarse simplemente gestionar. ¿Qué significa? Poblar la situación de nuestras preguntas, nuestros pensamientos, nuestras necesidades, nuestros deseos, nuestros saberes, nuestras redes de afecto…

Habitar, estar presentes, no ser sólo espectadores o consumidores o víctimas de las decisiones de otros, sino sentir, pensar y crear a partir de lo que pasa, darle valor, compartirlo, hacer con ello mundo y vida.

De ahí saldrán los rudimentos para nuevos juegos de preguntas y respuestas, nuevas lógicas, nuevas ganas, nuevos marcos. Habitar la crisis, para no volver simplemente a la normalidad.

¿Quién define la situación?

La gestión instala un monopolio sobre la descripción de lo que pasa: “es así”, “obediencia o muerte”. Quien tiene el monopolio de interpretación -y de la experimentación práctica consecuente- tiene el poder.

Lo interesante de que haya distintas interpretaciones a la crisis del coronavirus es que abre fisuras en ese monopolio. Podemos ver que no hay una sola interpretación (científica, neutral, universal), sino distintas respuestas que arraigan en distintas visiones y cálculos político-económicos. Lo que se presenta como “neutro” es una hipótesis y una decisión sobre la realidad. La gestión del virus nos hace ver a la ciencia mezclada con las diferentes formas de “gubernamentalidad” (distintos cálculos político-económicos). Hay matices, discrepancias, conflictos incluso.

Cada descripción de la realidad (y cada respuesta a la crisis) no es sólo una hipótesis científica-universal, sino que incorpora una serie de valores, una dimensión ética referida a formas de vida. Lo que importa y lo que no importa, lo que debe ser defendido y lo que no, lo que hay que preservar y lo que se puede desechar.

Pensar ciencia + ética no significa una contra la otra, sino una con la otra en distintas alianzas y combinaciones. Cada descripción incorpora un mundo. ¿Qué respuesta damos? ¿Qué mundo queremos?

La izquierda en el poder

¿Qué oportunidades ofrece la izquierda en el poder? Podemos pensarlo así: el cálculo coste-beneficio en que consiste toda gubernamentalidad se hace más poroso a demandas no solo económicas (como la defensa del trabajo, del salario, de los derechos, de lo público-común, etc.). La gestión no es entonces (sólo) empresarial-securitaria, sino que se puede afectar por otros valores y formas de vida. Ahora mismo por ejemplo puede tener un gran “coste” político cualquier desconsideración a la sanidad pública.

¿Qué peligros tiene la izquierda en el poder? Los clásicos: la intensificación de las lógicas de delegación y representación (“ya se ocupan los buenos en mi lugar”) y mantener ciertas ilusiones sobre el mundo en que vivimos (transiciones energéticas, ciudadanismo, desarrollo sostenible) que obstaculicen el surgimiento de nuevos juegos de preguntas-respuestas que cuestionen el mismo marco en que se desarrolla hoy la vida.

Que aflore la autonomía de las voces afectadas, la autonomía del pensamiento y la acción, la autonomía de las redes y los saberes. No contra nadie, puede haber conflicto y cooperación desde la autonomía, pero tampoco sometida a nadie.

* Notas dispersas a partir de conversaciones y lecturas de estos días, con Jun Fujita, Marta y Natasa, amigxs de los talleres, Diego Sztulwark, Fredric Neyrat, Alain Brossat, Tiqqun-Comité Invisible, Blanchot, etc. Se apoyan sobre todo en a lectura de unas cuentas páginas de Llamamiento (Acuarela, 2008)

Fuente e Imagen: http://lobosuelto.com/cuarentena-amador-savater/

Fuente original: https://www.filosofiapirata.net/habitar-la-excepcion-pensamientos-sin-cuarentena-i/

 

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Durante la epidemia el hogar será escuela substituta.

Por: Gilberto Guevara Niebla

El mundo enfrenta un desafío sin paralelo. La epidemia del COVID-19 se extiende por todos los continentes con velocidad sorprendente y pasará mucho tiempo —al menos un año, se dice— para que la ciencia logre producir una, o, en su caso, varias, vacunas que hagan posible enfrentarla con eficacia.

Las escuelas ofrecen alto riesgo de contagio. Sabemos que en ellas se congregan a millones de estudiantes (sólo en educación básica hablamos de 25 millones de alumnos) y por ello se teme que propicien la transmisión del virus. Dada esta circunstancia parece prudente la decisión de las autoridades educativas de adelantar las vacaciones y extenderlas a 30 días en los niveles básico y medio superior. Aunque tal vez será necesario en el futuro que esta suspensión se extienda aún más.

El hecho de que los alumnos dejen de ir a la escuela no debería ser obstáculo para que en sus casas continúen estudiando y trabajando con los libros de texto y con los recursos digitales que están accesibles a quienes cuentan con computadora e internet. La SEP, las secretarías de educación de los estados, los supervisores y directores de escuela, deberían acompañar la emergencia proporcionando a los padres de familia y a los estudiantes recomendaciones y orientaciones para el trabajo de los alumnos en sus hogares.

Esta pausa sin escuela puede ser aprovechada por niños y adolescentes en la lectura de buenos libros o realizando pequeñas investigaciones con la ayuda de internet.

La epidemia es una tragedia dolorosa y triste, pero debemos sacar de ella las lecciones de moral correspondientes. Brinda la oportunidad para pensar sobre sus dimensiones científicas, pero igualmente sobre sus connotaciones éticas. Nos invita a reflexionar sobre la vida y el dolor humano, a tomar distancia con nuestro ego y pensar empáticamente en los otros, a ponderar valores como la compasión, la generosidad y la solidaridad.

También el coronavirus ofrece una oportunidad para desarrollo del pensamiento crítico. Analizar el origen de esta pandemia es tema de crucial importancia y se vincula a las relaciones del hombre con la naturaleza. ¿Qué es un virus? ¿Qué características peculiares han hecho del COVID-19 un virus con tanto potencial dañino? ¿Qué papel juegan las mutaciones en el desarrollo de ese poder destructivo? Etc.

Padres y madres de familia están obligados a asumir un papel educativo y explicar a sus hijos lo que está sucediendo con esta pandemia. Una buena información es básica para combatir los miedos irracionales, los mitos, los prejuicios y las versiones falsas que se difunden extensamente en las redes sociales. Los padres, asimismo, deberán dar instrucciones precisas a sus hijos pequeños sobre las reglas de higiene que deben seguir durante el tiempo que dure esta calamidad.

El desastre del coronavirus nos intimida a todos. El desconcierto es mayor dado el conocimiento todavía limitado que tenemos sobre el virus y las formas concretas con las cuales se produce el contagio. Esta ignorancia parcial produce en nosotros miedo y desconcierto, pero yo los invito a enfrentar la adversidad con optimismo y con esperanza; tal vez esta tragedia redunde en una mayor expresión de humanismo, de autoaprendizaje y de solidaridad con los que sufren.


Artículo publicado en La Crónica de Hoy.

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