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Susana Gisbert: «Toda educación que diferencia entre niños y niñas choca frontalmente con la Constitución

Por Loreto Ochando

Susana Gisbert es fiscal especializada en Violencia Sobre la Mujer. Entró en la sección hace más de diez años cuando se aprobó la Ley Integral y, por consiguiente, la creación de los juzgados especializados. Gisbert es fiscal, madre, escritora, portavoz de la Fiscalía Provincial, feminista y una tuitera empedernida. Utiliza las redes sociales para luchar contra la violencia contra la mujer y en pro de la igualdad lanzando cada día diversos tuits sobre estas materias. Valencia Plaza ha querido entrevistarla para saber qué opina de una lacra que casi ha superado en muertes al terrorismo de ETA.

-¿Qué opina del Decreto Ley del 3 de agosto sobre violencia de género?

-La verdad es que le he dado muchas vueltas y me ha suscitado muchas cuestiones. En cuanto al fondo, me parece adecuado y da un empuje que era necesario para el casi paralizado pacto de estado contra la violencia de género. En cuanto a la forma, y desde un punto de vista estrictamente jurídico, la fórmula del Decreto Ley puede resultar excesivamente forzada. La interpretación del concepto de «extraordinaria y urgente necesidad» puede plantear dudas –aunque es una fórmula ampliamente utilizada sin ninguna reserva en las legislaturas anteriores-. Asimismo, puede plantear dudas la regulación por medio de Decreto Ley de una materia que afecta a la paternidad y filiación, reservada a ley ordinaria. Quizá hubiera sido deseable emplear otra fórmula jurídica que diera lugar al debate parlamentario, pero, lamentablemente, es difícil que en la situación actual se dé el ambiente de consenso respecto a la violencia de género que hubo en 2004 para aprobar la ley integral.

-¿Cree que se va a declarar inconstitucional?

-Aunque no tengo una bola de cristal, creo que, como he dicho, hay cuanto menos varias cuestiones que plantearán serias dudas al respecto, más en cuanto a la forma que en cuanto al fondo.

-¿Se salta la presunción de inocencia?

-Teniendo en cuenta que la presunción de inocencia afecta al ámbito penal, no creo que ésa sea la cuestión. La acreditación de la condición de víctima a que hace referencia se circunscribe ámbitos ajenos al Derecho Penal, cosa que por otra parte se hacía en algunas materias como la Seguridad Social a la hora de conceder una pensión, o en el ámbito laboral. Otra cosa es cómo y por quién se acredite esa condición y que grado de preparación conste para efectuarla.

-¿Existe un problema real con la violencia de género en menores?

-Por supuesto que existe. Es inadmisible y hasta sorprendente que entre los jóvenes de hoy haya más violencia de género que en generaciones anteriores. Aquí hay un problema de educación, y los recortes y la falta de iniciativa para aplicar medidas de educación en igualdad en el ámbito educativo que hemos sufrido durante mucho tiempo son la semilla de la que ahora recogemos los frutos.

-¿Tiene datos?

-No dispongo de datos concretos, pero mi experiencia en el juzgado de guardia de violencia sobre la mujer me constata cada día lo preocupante que es este tema. Tanto en parejas donde ellas son menores de edad y ellos ya han alcanzado la mayoría de edad, como en parejas en las que ambos son menores.

Foto: Estrella Jover

Foto: Estrella Jover

-En una ocasión usted habló de terminar con las subvenciones a colegios que segregan. ¿Sigue opinando lo mismo?

-Sí, Sigo pensando que toda educación que diferencia entre niños y niñas choca frontalmente con lo establecido en la Constitución. Si bien podría admitirse al amparo de la libertad de enseñanza, lo que nunca debe ser es asumirla y financiarla con fondos públicos. Nadie admitiría un colegio público donde solo se admitiera a alumnado de raza blanca, por ejemplo.

-¿Qué opina de las princesas Disney?

-Creo que han hecho mucho daño. El mito del príncipe azul, de la mujer que solo despierta si la besa el príncipe o no tiene más fin en la vida que casarse con él es un modelo que en nada beneficia el empoderamiento de las niñas. Además, nunca he entendido que comer perdices sea un requisito para ser feliz.

-En Twitter es usted una auténtica personalidad. Usted tuitea con nombre y apellido ¿Qué opina de sus compañeros que tuitean con seudónimo?

-Respeto que cada uno use las redes sociales como tenga a bien. Pero creo que es más honesto hacerlo con mi propio nombre, salvo que el anonimato sea por cuestiones de seguridad personal. Como digo siempre, ni tengo nada que esconder ni nada de qué avergonzarme. Y ser fiscal, como ser bombero o tornero fresador, es una profesión más. Ni somos dioses, ni estrellas de cine.

Foto: Estrella Jover

Foto: Estrella Jover

-¿Qué opina de la sentencia de la Manada?

-Lo he dicho otras veces. Respeto, pero no comparto el contenido de la resolución. Al igual que la fiscal del caso, entiendo que a esos hechos probados corresponde anudar la consecuencia jurídica de la calificación jurídica de violación, y no del abuso sexual. Otra cosa es el voto particular, del cual no comparto ni forma ni fondo. Para expresar que no se consideran probados unos hechos, es innecesario descalificar a la víctima.

-¿Y de la de Juana Rivas?

-No soy partidaria de las vías de hecho y, por tanto, creo que su conducta, fruto de un asesoramiento inadecuado, era ilícita. Ahora bien, creo que es una sentencia excesivamente dura y que no ha tenido en cuenta las circunstancias de la investigada. También creo que eran absolutamente innecesarias las alusiones a que las mujeres utilicen las denuncias para lograr supuestos beneficios. Creo que, además, que, en lo que tiene de generalización, esa alusión era improcedente y parece arrojar una sombre de duda sobre todas las mujeres que denuncian malos tratos.

-¿Piensa que las campañas contra la violencia de género están bien enfocadas?

-Pienso que no. Creo que ya es hora de que dejemos de poner el acento en lo que debe hacer la víctima, que bastante tiene con lo que tiene, y desplacemos el foco hacia el agresor y el total reproche al mismo. Y, por supuesto, estimo que deben enfocarse a todas esas personas cercanas a las víctimas que, en muchas ocasiones, miran hacia otro lado.

-Sobre esto último, ¿qué importancia le da a que las familias denuncien?

-Creo que es esencial y que nos queda mucho trabajo en esta dirección. Las familias en muchos casos miran hacia otro lado en pro de una pretendida paz familiar que nada tiene de paz ni de familiar. También es importante que aprendamos a identificar los síntomas, porque muchas veces miramos sin ver.

-¿Falta educación en igualdad? ¿Cómo es posible que las generaciones que se han criado con más libertad sean las que más justifican la violencia contra la mujer?

-Creo que falta muchísimo trabajo en este sentido. Por un lado, se ha bajado la guardia y por otro, ha faltado voluntad política en implantar un modelo transversal de educación en igualdad. No basta con una charla el 25 de noviembre o el 8 de marzo para cubrir el expediente. Es un trabajo de cada día, y no solo en los centros educativos, sino también en los hogares o en los medios de comunicación.

Foto: Estrella Jover

Foto: Estrella Jover

-¿Ha tenido algún problema para ascender en su carrera por el hecho de ser mujer?

-Problema en sí no he tenido ninguno concreto, aunque las dificultades de conciliar la vida personal y familiar siempre entorpecen las carreras profesionales, y casi siempre las de las mujeres. También sigo viendo que se valora más a los hombres que a las mujeres por hacer exactamente el mismo trabajo.

-¿Qué les diría a las feministas que les acusan de no preocuparse por las mujeres debido a la cantidad de casos archivados en los juzgados especializados?

-Pues, como feminista que también soy, las invitaría a ponerse en mi piel. En la jurisdicción penal –que es a la que pertenecen los juzgados especializados- se trabaja con pruebas, no con intuición ni con impulsos. Es muy duro tener que archivar un asunto por falta de prueba pese a la convicción de que esa mujer es víctima, y eso es algo que nos pasa a diario cuando las mujeres se acogen a la dispensa legal que les permite no declarar contra su marido.

-¿Falta perspectiva de género en la Justicia Española?

-Sin duda alguna. No hay más que ver las reticencias para la especialización y formación desde muchos sectores para darse cuenta de ello. Si no se admite el diagnóstico, es difícil atajar la dolencia.

-¿Cómo la implementaría?

-Con formación, tanto en general como, con mayor motivo, en los juzgados especializados. Y con una inversión seria en los juzgados de violencia de género para que todos fueran especializados y no juzgados que tienen añadida a las muchas materias que llevan, la de violencia de género. También quiero añadir que cuando hablo de formación no me refiero solo a conocer las leyes y la jurisprudencia –algo que está al alcance de todos y que se nos presupone- sino a otras materias relacionadas con el modo de tratar a las víctimas.

-¿Qué opina sobre que los juzgados especializados tengan formación específica pero no la Audiencia Provincial y mucho menos los penales?

-Creo que es un fallo tremendo. De nada sirve exigir especialización a quienes instruyen las causas si no se le exige a quienes van a poner las sentencias instruidas por ellos. La ley integral sí que lo preveía, pero en su implementación nos hemos quedado a medias.

Foto: Estrella Jover

Foto: Estrella Jover

-Hábleme de las denuncias falsas

-Creo que es una falacia peligrosísima. Desde determinados sectores existe el empeño en sembrar la duda sobre toda mujer que denuncia, amparándose en una presunción de inocencia del agresor que luego deniegan a la víctima. Que haya una absolución no implica que exista una denuncia falsa, sino que los hechos no se han considerado probados. Hay una estadística bajísima de denuncias falsas que se sigue poniendo en duda porque no conviene a quienes esgrimen estos argumentos. Las víctimas de violencia de género son las únicas víctimas de delito sobre las que se arroja la duda sobre su veracidad con carácter generalizado.

-¿Cree que los medios de comunicación hacen un buen trabajo con la violencia sobre la mujer?

-Pues de todo hay, pero queda mucho camino por recorrer. En general, hay mucha prensa escrita que trata adecuadamente los temas, pero todavía hay titulares que dejan mucho que desear, del tipo «una mujer muere apuñalada y detienen a su marido» como si no hubiera relación de causalidad sino de casualidad. Por otra parte, otros medios distintos a informativos, tales como programas o series de televisión, ofrecen modelos sexistas que son absolutamente inasumibles. No obstante, hay que reconocer la labor de los medios de comunicación que, a partir del asesinato de Ana Orantes, tuvieron mucho que ver en el avance en esta materia. (Una de cal y una de arena)

-¿Nos dejamos algo en el tintero?

-Una cosa por la que siempre abogo. Ni el pacto de estado ni la última reforma lo han abordado, a pesar de que se viene reclamando desde Fiscalía y CGPJ. Hay que reformar el precepto de la Ley de Enjuiciamiento criminal que permite a las mujeres acogerse a la dispensa a declarar contra su marido o su pareja. Más de una muerte de las que nos hemos lamentado venía precedida de una «retirada de denuncia» al amparo de este artículo.

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Entrevista: Carme Torras, «Confío en la unión de persona y máquina”

Por Marta Ricart

Matemática, doctorada en Informática, profesora, Carme Torras puede dar una visión única de la automatización, porque además de investigar sobre robots es una pionera de la roboética, la introducción de aspectos éticos en la creación de máquinas inteligentes. Y por si fuera poco, escribe ciencia ficción. A partir de una novela suya, la editorial del MIT le encargó material para la formación ética de ingenieros y programadores, una preocupación que en los últimos tiempos recorre el mundo de la tecnología.

Carme Torras (Barcelona, 1956) se licenció en Matemáticas, pero le interesaba más cómo funciona el cerebro. Guiada por un libro con predicamento, Cerebros, máquinas y matemáticas, de Michael Arbib, se fue a estudiar con ese científico a la Universidad de Massachusetts (EE.UU.) modelos neuronales para trasladar a la inteligencia artificial. A su regreso, en 1981, como en España no se hacía nada parecido, se recicló en robótica en el Institut de Cibernètica de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). En su sucesor, el Institut de Robòtica i Informàtica Industrial (IRI, de la UPC y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas), en Barcelona, Torras dirige un grupo que investiga, principalmente, los llamados robots asistenciales.

“Confío mucho en la simbiosis persona-máquina, que permite ampliar las capacidades humanas, pero la decisión final debe tomarla la persona”

Podría decirse que Torras tiene una doble vida porque además de estudiar cómo hacer que los robots vean, escuchen, aprendan y hagan determinadas tareas, escribe ciencia ficción (ha ganado varios premios). Ahora, poco, aunque quizás publique un libro de relatos cortos. Una de sus novelas, La mutación sentimental, dibuja un futuro con unos humanos sin emociones y que apenas saben vivir sin sus robots asistentes. Diez años después de publicarse, ha sido reeditada en inglés (The Vestigial Heart) por MIT Press, editorial del Instituto Tecnológico de Massachusetts, que también pidió a la autora que elaborara material didáctico complementario para formar en ética a los ingenieros y los programadores de máquinas inteligentes.

Porque hace años que Torras –que dejó la carrera de Filosofía en el penúltimo curso– trabaja la roboética, aspecto hoy en auge en el mundo tecnológico. Su material (unas 100 páginas, plasmadas asimismo en una presentación) lo usará la UPC también, y otros profesores de distintos países se han interesado. Con él, la experta en robótica plantea reflexionar sobre cómo de humanizados deben hacerse los robots o quién deberá programar los asistentes educativos –los habrá, asegura, robots de refuerzo de los profesores–, entre otros muchos aspectos.

¿Los robots nos dejarán sin empleo?
Espero que no. Pero cambiará el tipo de trabajo que haremos. Los empleos que no desaparecerán son los que requieren empatía, contacto humano, resolver problemas inesperados, adaptarse a situaciones cambiantes… Esto es muy difícil de automatizar. También habrá muchos trabajos que haremos con un asistente robótico. Ya sucede, por ejemplo, en cirugía. Confío mucho en esta simbiosis, la combinación persona-máquina, que permite ampliar las capacidades humanas, pero la decisión final debe tomarla la persona.

¿La progresiva automatización empeorará la especie humana porque iremos dejando de ejercer determinadas habilidades y capacidades?
Es un riesgo; espero que no ocurra. Pero veo que hay quienes utilizan la tecnología para ampliar sus capacidades y conocimientos, para enriquecerse como persona, y quienes la usan sólo como entretenimiento. Surge una fractura entre quienes se benefician de ella y quienes simplemente se dejan llevar, que, y estos sí, perderán capacidades. Con el GPS o Google Maps ya nadie ejercita la orientación espacial ni tiene el plano de una ciudad en la cabeza; la ortografía, la memoria… podrían dejar de ejercitarse. Ahora, también es cierto que se crean nuevas capacidades como atender a muchos estímulos a la vez, me maravilla la gente que es capaz de hacerlo, sobre todo son los jóvenes. Variarán nuestras capacidades tanto psíquicas como afectivas.

“Robots con funciones de ayuda a personas con deterioro cognitivo leve se popularizarán rápido; preveo un plazo un poco más largo para los que impliquen contacto físico, porque exigen
mayor seguridad”

¿Qué mundo vislumbra dentro de 10 años? ¿Cuánto más automatizado?
Bueno, ya empieza a estarlo. La atención vía internet de las empresas, por ejemplo, se ha popularizado en nada, aunque yo considero importante que siempre se pueda recurrir a una persona o hay gente que queda excluida.

¿Qué otro sector se podría automatizar rápidamente? ¿El robot asistencial se extenderá rápido?
Hay aplicaciones que irán muy rápido: personas con deterioro cognitivo leve podrían seguir viviendo solas con ayudas puntuales, para comunicarse, que les recuerden apagar el fogón o tomar la medicación… Nosotros trabajamos con la Fundación ACE (atiende a personas con alzheimer y otras demencias) para avanzar en este campo, y creo que los robots con estas funciones se popularizarán rápido. Serán desde una ampliación de los medallones de ayuda hasta robots que vayan a buscarte las gafas a la habitación… Preveo un plazo un poco más largo para los robots que impliquen contacto físico, pues exigen estándares de seguridad muy elevados: un robot que ayude a vestirse a una persona deberemos asegurarnos que no le dañará el brazo, por ejemplo. Nuestro grupo trabaja en este tipo de robots, que ayuden a vestirse, a comer…

¿Y dentro de 50 o 100 años estará todo automatizado?
¡Es difícil de predecir! Por esto me gusta recurrir a la ciencia ficción, porque te permite diseñar escenarios libremente, el utópico, el distópico, analizar cuál nos conviene más como sociedad, cuál lleva a un mayor bienestar y cuál se debe evitar. Un futuro distópico es el de la película Wall-E, en que los humanos ya no hacen nada, todo lo hacen las máquinas; es una sociedad del ocio absoluto, pero también del vacío. Yo no veo ese escenario de futuro pesimista, pienso que hay mucho talento en la humanidad, inteligencia colaborativa…

Su visión es positiva; si no, no se dedicaría a la robótica, pero ¿qué aportan los robots?
Evidentemente que mi visión es positiva. Veo que nos pueden dar mucho tiempo. Este es un paso más de las revoluciones (agrícola, industrial…) que ha habido para mejorar las condiciones de la humanidad. Ahora no sabríamos vivir sin lavadora. Nos ha dado tiempo para dedicarlo a otras cosas. Para mí, la tecnología tiene este sentido de permitirnos usar nuestro tiempo en cosas que nos enriquezcan y evitarnos las tareas pesadas, mecánicas. Siempre digo que el robot puede ser muy bueno mientras se vea como… por decirlo de alguna manera, un electrodoméstico muy sofisticado, pero nunca un sustituto emocional. El robot que desarrollamos para ayudar a dar de comer a personas que no pueden hacerlo solas lo enseñamos en una residencia geriátrica y nos dijeron que iría perfecto porque a las horas de comer no dan abasto. Imagine que el robot da de comer y el cuidador da conversación. ¿No sería mejor? Y la persona que necesita ayuda también lo puede recibir mejor, no es igual que te acompañe al baño un cuidador o tu hijo que un robot…

¿Los robots deben ser antropomórficos, tener una forma humana?
Sólo en la medida de lo necesario para las tareas que deban realizar. Se diseñan así para que se adapten mejor a entornos donde actúan las personas. Pero no hace falta ponerles una cara de persona que pueda inducir a engaño, sobre todo a menores o a alguien de edad avanzada, que les lleve a pensar “es un ser vivo que se preocupa por mí; ya no necesito a otras personas”. De esto no soy partidaria. Sería nefasto.

“El robot puede ser muy bueno siempre que se vea como… por decirlo de alguna manera, un sofisticado electrodoméstico, nunca como sustituto emocional”

¿Y deben dotarse de emociones?
Es lo mismo. Deben captar las emociones humanas para dar respuestas adecuadas, pero no deben demostrar emociones que induzcan a engaño, que la persona piense que le quiere, que sustituye a otras personas.

Pero robots que se van conociendo y comercializando, en Japón por ejemplo, apuntan a este tipo más humano. 
La cosa no debería ir por ahí…, lo que no quiere decir que no vaya por ahí. Hago la salvedad de un anciano, en una residencia, que tenga un robot que sea como una mascota; es un sustitutivo, sí, pero si no hay nada mejor… Con niños lo veo mal, porque si sólo se relacionaran con aparatos mecánicos no adquirirían la capacidad de empatía. Y si unos padres lo permiten, hacen dejación de sus funciones. En Japón se comercializa un robot niñera, y en la web de la empresa leí que una madre decía estar encantada porque ya no hace falta que acompañe al hijo a la cama y le lea un cuento, que lo hace el robot y ella se dedica a otra cosa. Y dice que el niño está contentísimo. Pues yo soy contraria a algo así.

¿Por qué últimamente salen creadores de tecnología arrepentidos de haberla hecho adictiva o se cuestiona si muchos de los usos de la tecnología son éticos?
La tecnología nos da grandes oportunidades que debemos saber aprovechar, pero tiene unos riesgos. Y como ahora ya está muy extendida, ha llegado a la cotidianidad –las apps y los móviles han sido para mí la gran revolución–, la gente se ha vuelto consciente de que los datos se filtran, que la opinión se puede manipular para unas elecciones… y se interesa por qué principios éticos rigen. En biotecnología o ingeniería genética, sí, pero en la tecnología informática y robótica no se ha trabajado tanto la ética, la legislación, derechos de los usuarios y, en cambio, la tecnología ha penetrado mucho en nuestra vida.

¿Qué principios éticos deberían existir? 
Ya hay algunos. Mi material didáctico, el curso Ética en Robótica Social e Inteligencia Artificial, va en esta dirección de dar pautas sobre qué líneas rojas no se pueden cruzar, qué es deseable… Hay muchas cuestiones abiertas que se deben debatir y no hay una posición clara. Como si los robots deben tener programada una moralidad. Yo creo que se les pueden programar unos principios básicos, pero más allá no habría acuerdo en qué principios morales son válidos universalmente. Porque incluso una misma persona en una u otra circunstancia pensará diferente. Aun así, existen algunos principios: el Parlamento Europeo aprobó que los robots deben tener un botón rojo para desconectarlos si hubiera una disfunción. Otro es no inducir a engaño, sobre todo a colectivos vulnerables. Hay aspectos sobre privacidad: una cosa es que tú cuelgues información personal en una red social y otra que tengas un robot en casa que ve y oye lo que hace y dice la familia y puede difundir esa información. Hace poco salieron unas muñecas conectadas a internet que registraban lo que los niños hablaban…“Hay muchas cuestiones que se deben debatir y no hay una posición clara. Como si los robots deben tener programada una moralidad”

“Hay muchas cuestiones que se deben debatir y no hay una posición clara. Como si los robots deben tener programada una moralidad”

¿No debería haber un debate social o unos organismos encargados de establecer esas líneas rojas? No se pueden mantener sólo los principios de Isaac Asimov de que los robots no dañen a las personas…
Es que son utópicos. Por ejemplo, un coche autónomo ¿debe elegir entre no atropellar a una persona en la calzada y subir a la acera donde puede atropellar a otra? Es un dilema artificial, ficticio, los vehículos incorporarán unas normas básicas de circulación que no podrán saltarse.

Pues ¿cómo resolver los aspectos éticos?
Se trabaja mucho en ello. El Instituto de Ingeniería Eléctrica y Electrónica (IEEE), una asociación mundial, tiene un comité de estándares que impulsa una iniciativa. Hay grupos sobre el entorno laboral, el educativo, el doméstico, la apariencia, las emociones… Cada grupo reúne a profesores universitarios, expertos en robótica, abogados, filósofos, ejecutivos de empresas… y se trabaja en abierto, cualquiera en internet puede aportar ideas. De aquí debe salir un documento de doscientas páginas de líneas rojas y recomendaciones. En Gran Bretaña, otro comité hace algo parecido, en Corea del Sur hicieron unas normas… Se dirigen a creadores de robots y sistemas informáticos y a usuarios. Porque un usuario también puede hacer un mal uso.

Quien programa al robot es una persona…
No necesariamente: ya se usan muchos algoritmos que hacen que las máquinas aprendan de la interacción con las personas. Microsoft puso un chatbot (un programa capaz de simular una conversación humana) en Twitter y a las 16 horas lo retiró porque se había vuelto racista, homófobo, sexista… Lo programaron para dialogar sobre los temas que salían, pero como había usuarios que tuiteaban barbaridades e insultos, el bot les imitó. Todos somos responsables. Nuestras interacciones en la red tienen repercusiones, no son inocuas, y debemos ser conscientes de ello.

¿Pero cómo se controla que un programador no le pase su sesgo racista o machista a la máquina?
Es complicado, sí. Por eso yo, más que en la regulación, creo en la educación y ya hace años que me empecé a preocupar de elaborar materiales éticos para formar a estudiantes de ingeniería, de informática…

“Al extenderse la robótica del sector industrial al de servicios ha crecido el número de mujeres, pero a cierto nivel no somos muchas, no”

Dadas las pocas mujeres que trabajan en este ámbito, igual acabamos teniendo un mundo de máquinas con sesgo masculino…
En los congresos, en las sesiones de robótica social o asistencial, hay más mujeres que en las de pura mecánica. Al extenderse la robótica del sector industrial al de servicios, ha crecido un poco el número de mujeres. Pero sí, en general, la mayoría son hombres, y también en los comités de programas de los congresos. En el 2015 la máxima organizadora del gran congreso anual fue una mujer e hizo un comité sólo de mujeres. Estábamos todas, unas 40, para visibilizar nuestra presencia en la comunidad robótica…

¿En la élite mundial de la robótica sólo hay 40 mujeres?
Pues a cierto nivel, en mi franja de edad, sí… Hay algunas más, más jóvenes, pero no somos muchas, no.

¿Cómo se interesó usted por la roboética?
Hace unos 15 años, la UE convocaba unas reuniones para debatir qué líneas de investigación convenía financiar, buscar ideas innovadoras. Una vez surgió la idea de diseñar robots que fueran autosuficientes, pues una verdadera inteligencia no es tal si no es autónoma. Debían circular libremente, organizarse por sí mismos… Yo pensé: “Como idea de investigación es un reto, pero ¿nos interesa como humanos?” Empecé a darle vueltas y a partir de ahí escribí La mutación sentimental. En parte buscaba definir qué robótica quería yo para las generaciones futuras. En la novela construí una sociedad dentro de 100 años… Recuperé lo estudiado en Filosofía, me documenté sobre ética, me adentré en el tema, empecé a dar charlas…

¿La ficción le sirve para canalizar sus miedos o expectativas sobre la ciencia?
Siempre me había interesado la ciencia ficción, pero empecé a escribir porque es una herramienta que te permite especular. La ciencia y la ficción son para mí áreas de inspiración mutua.

¿Trabaja en una novela nueva? 
No tengo mucho tiempo para escribir; me han concedido un proyecto grande del European Research Council, con una dotación de 2,5 millones de euros y bastante libertad. Se llama Clothilde (Cloth Manipulation Learning from Demonstrations), para manipular ropa con robots. La industria se ha automatizado mucho en lo relacionado con objetos rígidos, pero no con los deformables, cuando el entorno doméstico, por ejemplo, está lleno de ellos. Queremos hacer una teoría general y tres aplicaciones. Una es robots para ayudar a vestirse a personas con problemas de movilidad. Gracias a un proyecto previo, I-Dress, ya tenemos algunos resultados. Luego, en la venta por internet de ropa, la gente compra, se la prueba y la devuelve. La logística para poner de nuevo esas prendas en la cadena de distribución es muy manual, y se trataría de automatizarla más. Y la otra aplicación es sacar ropa de la lavadora, doblarla, guardarla, hacer camas… Clothilde es ahora nuestro mayor proyecto.

“Las normas deben ser para creadores de robots y para usuarios, que también pueden hacer un mal uso… Todos somos responsables. Nuestras interacciones en la red tienen repercusiones”

¿Qué retos tiene la robótica? 
Esta manipulación de objetos deformables. La seguridad en la interacción robot-persona e interpretar la intención de los humanos: si alguien hace un mínimo gesto, ya vemos que irá a la derecha, cogerá algo… los robots aún deben aprenderlo. Y luego está la personalización: un robot vendrá de fábrica con unas habilidades, pero deberá adecuarse a cada usuario, y este no va a ser un programador. Debemos poder instruir al robot por voz, mostrándole qué hacer… y de manera fácil. En esto trabajamos en mi equipo. Hasta que se resuelvan estos aspectos no habrá una expansión masiva de robots asistenciales.

¿Tiene una película de ciencia ficción preferida?
Uso muchos ejemplos en las charlas de ética. Como Un amigo para Frank.

¿A ese escenario vamos? Cada anciano, con un robot asistente… 
Creo que sí. La película es muy divertida porque el robot lo interpreta todo de forma literal. Se dice que los robots no tienen sentido común, pues responden a lo que les ordenen literalmente. Otra película que me gusta es Los sustitutos.

Y me encanta la serie televisiva Black Mirror. Cada capítulo puede ser muy crudo porque lleva aspectos tecnológicos al límite, como el ciberbullying. Respecto a esto, me gusta dar charlas a jóvenes, porque a menudo cuelgan fotos, opiniones en la red y no son conscientes de que puede volverse en su contra, les puede impedir acceder en el futuro a un empleo… Intento que usen internet y las redes sociales con una actitud crítica.

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La educación emocional «dentro del currículo»

Por Gipuzkoa

– ¿Ha subido la nota en educación emocional o sigue siendo una asignatura pendiente?

– Vamos mejorando, ya es una signatura de libre configuración en la Comunidad de Canarias, en Castilla-La Mancha se debe evaluar la competencia emocional y cada vez más familias y docentes se forman en este tema. Llevo dando formación en educación emocional más de veinte años y la demanda sigue creciendo, esto significa que cada vez más adultos son conscientes de su importancia. Pero podríamos mejorar la situación si en los planes de estudios de los futuros profesores se tuviera en cuenta dentro del currículum y si en todos los centros educativos se convirtiera en uno de los objetivos dentro del gran objetivo de la educación integral del alumnado.

– Suele referirse a la «mirada de jardinero» del profesorado. ¿Cómo ve en la actualidad a los ‘jardineros’ cuidando de su semillero? ¿Qué déficit apremiantes detecta en el sistema educativo?

– La mayoría de los educadores quiere hacer bien su trabajo pero hay un exceso de tareas administrativas que les llevan demasiado tiempo, tiempo que resta para el trato con el alumno. Por otra parte, el acceso a la docencia exige casi exclusivamente dominar unos conocimientos y no se tiene en cuenta sus habilidades emocionales personales e interpersonales de modo que a algunos docentes solo les interesa dar su asignatura sin tener en cuenta la persona que hay detrás de cada alumno. Por fortuna, cada vez son menos pero no deberían existir. Pienso que debe haber grandes cambios en el sistema educativo para que los profesores se puedan convertir en jardineros que cuiden con amor y conocimientos su particular huerto, que descubran las particulares inteligencias de sus alumnos, las valoren y les ayuden a desarrollarlas para aportar lo mejor de sí mismos a la mejora del mundo.

Fuente de la entrevista: https://www.diariovasco.com/gipuzkoa/educacion-emocional-dentro-20180902000523-ntvo.html

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Protagonista de “Merlí”: “La serie recupera la filosofía como necesaria para una sociedad que nos convierte en ciudadanos pasivos”

España/ Autor:  / Fuente: El Desconcierto

Francesc Orella habla con El Desconcierto sobre la importancia de la filosofía en las aulas, el intento de retirarla en Chile y los temas de actualidad que aborda la serie, como el aborto y la transexualidad. Responde también a quienes la tildaron de «machista».

Cuando el pasado mes de febrero el Consejo Nacional de Educación (CNED) puso en duda la enseñanza de la asignatura de filosofía en 3º y 4º medio, inmediatamente se reabrió el debate sobre la importancia de esta materia en los colegios y liceos.

Colectivos de profesores y estudiantes se activaron para defender el derecho a la filosofía en las aulas y la campaña impulsó también un aumento del interés por la serie catalana “Merlí”, que relata las pericias de un profesor de filosofía de un liceo de Barcelona y de sus alumnos. “Quiero que os empalméis con la filosofía”, larga el docente nada más pisar el aula durante su primera clase. “Merlí” plantea algunos de los desafíos que enfrenta el sistema educativo actual, los problemas de la adolescencia y la respuesta que la filosofía puede dar ante algunas de las crisis que transitan los personajes.

Precisamente, Francesc Orella (Barcelona, 1957), el actor protagonista que interpreta a Merlí Bergeron, el polémico docente, fue una de las voces que se posicionó en defensa de mantener esta asignatura en la malla curricular chilena. Orella no dudó en participar de la campaña #DerechoALaFilosofía levantada por la Red de Profesores de Filosofía de Chile. “Recibí un correo de un profesor de filosofía [de Chile] que era fan de la serie y luego me explicó que, en su país, se querían cargar a la filosofía. Me propuso que si quería colaborar con un pequeño video con su movimiento de defensa para mantener la filosofía. Evidentemente, me sumé”, explica el actor catalán a El Desconcierto.

La serie, de tres temporadas y 40 episodios, se estrenó en la Televisión de Cataluña (TV3) en septiembre de 2015, y posteriormente dio el salto a Netflix, a finales de 2016. Desde entonces, su éxito en Suramérica ha sido incuestionable.

– ¿Cuáles son las claves del éxito de “Merlí”?

Es una carambola de aciertos. De partida, la ‘bíblia’ de la serie –el argumento principal– es muy atractivo y novedoso. Trata la enseñanza de la filosofía a los adolescentes y la vincula a cuestiones de actualidad, que no sólo afectan a los adolescentes, sino a toda la sociedad. Lo hace a través de un profesor provocador, diferente, crítico, gamberro y con muchas virtudes y defectos. El personaje era muy atractivo. También influyó como se escribieron los diálogos, las tramas. El hecho de hacer en cada capítulo un filósofo y a partir de las reflexiones de estos pensadores trabajar un tema concreto, que combine humor con temas más serios y drama, es pedagógico sin ser pretencioso. El otro gran éxito fue el equipo artístico y técnico. La energía y la entrega también fue total e hizo que todo rodara muy bien.

– ¿Qué pensaste el primer momento que cayó en tus manos el guión que hablaba sobre un profesor de filosofía?

Al principio fue una sorpresa y encontré muy original que el personaje central fuera un profesor de filosofía. Me atrajo. Luego cuando leí los guiones y me hicieron la propuesta ya me di cuenta que era muy interesante de hacer. Intuí que podía ser una novedad en TV3 y gustar a la audiencia. Lo que no sabía fue el éxito que tendría. Fueron muchos elementos que daban que pensar que si se hacía bien podía gustar. Tratamos de cuidar el material que teníamos entre manos.

– Más allá del éxito, es evidente que la serie ha despertado un interés de los jóvenes por la filosofía. ¿Cuál es para ti la importancia de esta asignatura en las aulas?

Ha sido fantástico comprobar que después de la primera temporada hubo un aumento en las matrículas de la carrera de filosofía. Lo encuentro cojonudo. Creo que las asignaturas humanistas están maltratadas desde hace tiempo. El sistema educativo ha potenciado desde siempre las materias más técnicas y científicas, está todo enfocado hacia la producción. Las asignaturas humanistas o artísticas son las de segundo o tercer orden. En concreto, la filosofía -que parece que no sirve para nada, que no tiene una salida laboral clara- es una asignatura incómoda porque motiva a la reflexión y análisis crítico del ser humano, de la vida y de la sociedad en la que vivimos. Enseña a tener espíritu crítico y un criterio propio sobre las cosas, a cuestionar todo y no creernos todo lo que nos venden. Y eso incomoda y molesta mucho a los poderes fácticos. El acierto de la serie ha sido volver a poner en valor el tema de la filosofía, pero también la enseñanza y el trabajo de los profesores.

– ¿En qué sentido?

Creo que hacen un trabajo muy importante, tienen mucha responsabilidad, sobre todo en las edades de la serie, en las que los adolescentes son una esponja y es muy importante lo que se les mete en la cabeza y el tipo de educación que reciben. Que a esta edad se les plantee que la filosofía se debe aplicar a la vida real para cuestionarse las cosas lo encuentro cojonudo. El acierto de la serie es que recupera la filosofía como materia interesante y necesaria para una sociedad a la que quieren meter todo con calzador, nos convierten en ciudadanos pasivos y consumidores. Lo que la filosofía propone es ser ciudadanos activos y críticos.

– ¿Preparaste tu interpretación leyendo alguno de los autores de la serie?

No, porque ya tuve mucho trabajo para memorizar los guiones. La primera temporada, en el 85% de las secuencias aparecía Merlí. O sea, el volumen de texto y guión para memorizar fue acojonante. Tras la jornada de grabación, que era hasta media tarde, yo tenía que seguir mi trabajo en casa para memorizar lo del día siguiente. El ritmo de trabajo ha sido muy alto. Después, cuando le tomé el ritmo y la serie me ofreció la posibilidad de conocer filósofos contemporáneos que desconocía, sí que me interesaron algunos de ellos e hice algunas lecturas aparte de algunos de ellos. Fue como un reciclaje.

serie Merli

– Sobre los temas que se abordan y que son parte de la agenda social y política en Chile, destaca, por ejemplo, la trama del personaje de Oksana, que tiene un hijo. En un momento determinado, a propósito de su caso, se plantea el debate del aborto. ¿Qué opinas sobre esa discusión?

Soy partidario absolutamente de que las mujeres decidan sobre su maternidad. Lo tengo clarísimo: soy pro aborto. La maternidad tiene que ser deseada en tres causas y en todas las demás. Es un tema que los adolescentes tienen que tener muy claro para enfocar sus relaciones sexuales y tiene que hablarse en familia, al colegio y donde sea. Los adolescentes tienen que tener información sobre eso y poder ser libres para decidir sobre sus vidas y sus cuerpos.

– Hay un capítulo dedicado a Judith Butler en el que se aborda la transexualidad a partir del personaje de Quima. Éste tema ha traspasado mucho a la opinión pública en el último tiempo, sobre todo después del Oscar a “Una Mujer Fantástica”. Se ha visto claramente que la producción cultural puede influir en la agenda política. ¿Qué opinas de este rol que tiene la industria audiovisual?

Es evidente que el cine y la televisión llegan a mucha gente y los que nos dedicamos a esto tenemos esta posibilidad y responsabilidad. Es un privilegio tener la oportunidad de influir en decisiones, sobre todo en esta materia. Ahora, hay que utilizar bien los medios, porque es positivo que en la sociedad se hable de lo que es tabú. Tendríamos que estar al servicio de la buena información, de la información neutra y del debate. A parte de entretener y emocionar, en ficción también tenemos este objetivo de concientizar y crear opinión.

– ¿Qué opinas de las críticas que tildaron a la serie de machista y “macho centrista”, argumentando que las mujeres tenían roles muy secundarios, criticando algunos diálogos concretos y calificando al personaje de Merlí de “macho alfa”?

Me hace reír un poco. Las otras temporadas [segunda y tercera] desminiteron estas primeras opiniones. Para mí ‘machista’ no es la palabra. Yo distingo ‘machista’ de ‘masculinizante’. Es cierto que hay más chicos que chicas en el aula y hubieron más tramas masculinas, pero después estos se fue matizando. Como personaje, Merlí no es machista, sino que es un tipo de hombre que existe en nuestra sociedad, un mujeriego, un Peter Pan o lo que quieras. Pero no es para ensalzar el machismo, sino para retratar un tipo de hombre que existe en nuestra sociedad y cultura, sin entrar a juzgar si esto es bueno o no. El espectador es suficientemente adulto como para sacar sus propias conclusiones sobre este tipo de comportamiento y de hombre. A unos les dará risa y a otros no, el espectador es libre de opinar. No estamos en un parlamento, no es una cuestión de paridad, es una serie de ficción que refleja la sociedad.

– ¿Qué opinas del reflejo que la serie entrega al mundo de la sociedad catalana de hoy? Existió una polémica por la militancia independentista del personaje de la profesora de inglés.

Me parece perfecto porque la situación en Cataluña también es un tema de actualidad. La serie ocurre en Barcelona, en la Cataluña actual y los problemas de nuestra sociedad aparecen, quizás de forma tangencial, pero están, como el tema del independentismo. La serie no ha hecho bandera de nada, ni de una cosa ni de otra. Está esta profesora y luego otro que se ríe de ella. Que este debate haya traspasado fronteras y océanos y haya tenido el eco tan brutal es buenísimo porque da a conocer la realidad de nuestro país. He dado unas 40 entrevistas a medios argentinos y siempre me preguntan sobre esto: la lengua, el movimiento independentista… Además, es muy positivo para el audiovisual catalán y para mostrar el nivel de nuestros profesionales.

– ¿Qué es lo que más rescatas de esta experiencia, con qué te quedas?

Ha sido un regalo para mí. Es una serie que me cayó en un momento determinado de mi vida profesional y personal, con una edad determinada. A nivel personal y como actor, trabajar con gente joven, hablar de los temas que se hablaron, reflexionar sobre el ser humano y sobre la vida como un objetivo del personaje me ha llenado mucho. Merlí me acompañará mucho tiempo.

serie Merli

Fuente de la Entrevista:
http://www.eldesconcierto.cl/2018/07/09/protagonista-de-merli-la-serie-recupera-la-filosofia-como-necesaria-para-una-sociedad-que-nos-convierte-en-ciudadanos-pasivos/
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Experto en educación: «No es suficiente tener estudiantes sino saben qué hacer con lo que aprenden»

Costa Rica / 2 de septiembre de 2018 / Autor: Karla Barquero / Fuente: La República

Emilio Torres,  embajador español ante el Parlamento Mundial de Educación (PAME) capacitará a unos 200 docentes sobre el reto de los estudiantes se gradúen con las destrezas globales necesarias para enfrentarse a las nuevas tendencias mundiales.

Estará este martes, miércoles y jueves capacitando a más de 200 docentes en el nuevo centro de convenciones.

¿De qué se trata la capacitación?

Prácticamente está dirigida a directores y personas responsables de unas 90 escuelas y colegios. Para reflexionando sobre el nuevo paradigma(…), cómo evaluar no por asignatura, sino por competencia.

¿Cuál es el reto?

No es suficiente que los estudiantes lleguen a las aulas, el reto de Costa Rica es frenar la crisis que afecta la educación, por medio de docentes que sepan entrenar en destrezas y evaluar por competencias. Tenerlos en el aula no es suficiente sino saben qué hacer con lo que aprenden. No se trata de escolarización, sino de aprendizaje.

¿Qué deben cambiar los docentes?

Hoy más que nunca los docentes deben preguntarse: ¿mi centro educativo le está proporcionando a los estudiantes las destrezas para ser competentes?, ¿mis alumnos realmente tienen el equipaje que requieren para desenvolverse a la aldea global? Es que no se trata nada más de saber, ser competente implica saber qué hacer, cómo aplicar ese conocimiento a un contexto específico.

Fuente de la Entrevista:

https://www.larepublica.net/noticia/experto-en-educacion-no-es-suficiente-tener-estudiantes-sino-saben-que-hacer-con-lo-que-aprenden

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«Los adultos hemos colonizado la infancia»

POR GEMA LOZANO

Se llama Bebé Signe y es una aplicación que está arrasando entre los padres franceses. Con ella, sus pequeños aprenden el lenguaje de signos, con independencia de si tienen o no una discapacidad al respecto.

Los creadores de la app aseguran que el de signos permite a los niños adquirir mejor el lenguaje hablado y escrito, aumentando así las posibilidades de éxito una vez iniciada la etapa escolar.

«Este y otros ejemplos muestran bien la idea de que la infancia tiene que rendir desde el primer momento». Algo que según José R. Ubieto va en contra de la idea de Freud y de otros autores, que consideraban la infancia como un tiempo necesario para aburrirse, para jugar, para divertirse, para darse tiempo, para madurar.

La reflexión del psiconalista y profesor de la UOC está extraída del libro Niñ@s Hiper, del cual es coautor junto al catedrático de Psicología de la Universidad de Oviedo, Mariano Pérez Álvarez.

Al pretender que comiencen a producir incluso antes de que empiecen a hablar, los adultos estamos robando su infancia. «Al hablar de infancia robadas hablamos de dos cosas distintas. Por un lado, de aquellas situaciones de abandono o de abuso explícito donde no están preservados los derechos míninos de cualquier niño o niña. Situaciones de explotación laboral, abuso sexual, maltratos físicos».

«Por otra –y este es el tema central del libro–, a la colonización que hoy hacemos los adultos de las infancias, tratando de imponerles nuestro modo de satisfacción: hiperactivos, hiperconectados e hipersexualizados. Los queremos hiperproductivos y excelentes», nos explica Ubieto.

Una situación que, pese a sus indudables diferencias, nos retrotrae en cierta forma a aquella época en la que los niños, lejos de ser vistos como tales, eran considerados mano de obra barata. «Ahora no solo se trata de producir, sino también de consumir».

Buscando futuros adultos competentes, los padres nos afanamos por dar a nuestros hijos la mejor educación posible, entendiendo por esta la que hará de ellos los mejores profesionales posibles. Y muchos centros educativos se venden como los lugares capaces de hacerlo posible.

En opinión de Ubieto, en esa «competición» entre colegios y universidades que suele darse en las jornadas de puertas abiertas y en las épocas de matriculación demuestra que «lo que guía la educación son más las exigencias del rendimiento y del management y no tanto la construcción de la persona como futuro adulto».

Otra de las vías a través de las que la colonización de la infancia se ha materializado es a través de las etiquetas. Según los autores, vivimos en «la era del naming» y a la mínima tratamos de clasificar y poner nombre a los problemas.

«Antes se asumía que (…) los niños tenían berrinches, podían llorar cierto tiempo, a lo mejor no quería comer esto y tenían sus caprichos. Todo estaba asumido como parte de la vida real».

«Ahora –continúan– el umbral para percibir que algo real de la vida se convierte en un problema es más bajo». De ahí que los diagnósticos de trastornos y síndromes como el TDAH se hayan multiplicado de forma exponencial en la última década.

Para Mariano Pérez Álvarez, «el diagnóstico de TDAH nunca estaría justificado, habida cuenta de que carece de la entidad clínica que se supone. Lo que no quiere decir que no se refiera a algún problema que se habría de entender y atender. Pero un problema no es necesariamente una enfermedad».

En su opinión, diagnósticos de este tipo funcionan como un discurso que cumple una serie de funciones, entre ellas «excusar» y explicar ciertos comportamientos del niño como si fueran síntomas de una enfermedad que en realidad no existe.

«Puede que la escuela y los padres queden satisfechos y tranquilos con estas diagnosis, porque sin duda las reciben con las mejores intenciones. Pero también puede ser que la etiqueta les lleve a mirar en el sitio inadecuado y a dejar de hacer otras cosas más centradas en ayudas y acompañamiento al niño, las cuales a la larga podrían ser mejores».

«Ciertamente –añade– el diagnóstico desresponsabiliza al niño. Si tiene mal comportamiento es por la enfermedad y si mejora, es por la medicación».

En el libro, Pérez Álvarez relaciona esta tendencia a etiquetar los comportamientos infantiles con la «mcdonalización de la infancia», concepto acuñado por el psiquiatra infantil Sami Timisi «para referirse a diagnósticos rápidos, casi prefabricados, aplicados a los niños».

«Cualquier niño que recibe esa etiqueta ya se convierte en un igual, de la misma manera que podemos imaginar que todas las hamburguesas son iguales», explica el catedrático.

Otra teoría también rescatada en Niños Hiper es la que David Riesman desarrolló en La muchedumbre solitaria (1964). El sociólogo se valió de la metáfora del giroscopio y el radar para distinguir entre personas guiadas por sí mismas «desde dentro» (giroscopio) y las que están a expensas de las señales de los otros (radar).

Como Sherry Turkle recogió en Alone Together. Why We Expect More from Technology and Less from Each Other (2012), el radar está encarnado hoy en las redes sociales, pobladas de individuos guiados desde fuera, la nueva muchedumbre solitaria.

Al forma parte «del escaparate de los padres», los hijos, según Pérez Álvarez, son víctimas de los progenitores guiados por este radar.

«Esto lleva a una continua comparación con los demás niños y a una proyección de sus fantasías y expectativas sobre ellos, en detrimento de una educación más sosegada y centrada en el propio niño, con sus características, necesidades y potencialidades».

Al no cumplir los ideales, «que siempre suelen estar más allá de lo real», los niños entran «en déficit». «Sin una identidad segura y apoyo incondicional, más radares al vaivén de las modas de turno que periscopios capaces de otear y valorar el horizonte sobre algún anclaje, y criterio más allá de lo diver y el “me gusta”».

«La hiperinfancia de la que hablamos fácilmente se queda en una infancia a medias desposeída de su ritmo, tiempo para jugar, saber caer y levantarse, interactuar con otros, porque el final no somos todos “especiales” sino meramente diferentes», concluye Pérez Álvarez.

Fuente: https://www.yorokobu.es/ninos-hiper/

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Los trucos para que los niños aprendan matemáticas, según la profesora que lleva 50 años enseñándolas

Por ENRIQUE SACRISTÁN

“He olvidado nombres de personas y lugares, como las montañas que escalaba de joven, pero me acuerdo de todo lo que hay dentro de esta habitación”, comenta la veterana maestra Maria Antònia Canals desde su Gabinete de Materiales y de Investigación de la Matemática en la Escuela (GAMAR), situado en la biblioteca de la Universidad de Girona, donde es profesora emérita. Las muletas que usa y su salud delicada no pueden competir contra su carácter.

Las estanterías del pequeño despacho están repletas del material didáctico que ha desarrollado a lo largo de su vida: coloridos bloques de madera, regletas numéricas, botes con caramelos de mentira, un pequeño tendedero, tapones, bobinas de hilo, cintas de medir, piezas de cartulina… Sus métodos se derivan de los movimientos de renovación pedagógica del siglo XX y proponen una didáctica de las matemáticas basada en la manipulación y el juego, sin olvidar las particularidades de cada alumno.

El gabinete se creó en 2001 con la dotación del premio Jaume Vicens Vives a la docencia universitaria que la Generalitat de Cataluña otorgó a Canals. Es el entorno perfecto para repasar la vida de esta profesora emérita de la Universidad de Girona y conocer sus consejos para otros maestros.

Pregunta. Nació en Barcelona en noviembre de 1930. ¿Tiene recuerdos de la Guerra Civil?

“Los seguidores de Maria Montessori convirtieron su método pedagógico en una forma de ganar dinero, con escuelas carísimas y elitistas”

Respuesta. Yo era una niña y al principio no entendía bien por qué la gente gritaba “¡bombas, bombas!” y se volvía loca. Íbamos a unos refugios que a mí me parecían fantásticos. Un día vi una casa convertida en escombros y mi madre me explicó que eso es lo que hacían las bombas. Así entendí lo malas que eran. Entonces no sentí miedo, pero sí después, durante el franquismo, sobre todo el día que policías armados con metralletas enormes nos rodearon en el palacio de deportes de Montjüic mientras cantábamos L’Estaca de Lluís Llach.

P. ¿Cuándo decide dedicarse a la enseñanza infantil?

R. A principios de los años 50 estudié Magisterio por libre en la Escuela Normal de Tarragona, y Ciencias Exactas en la Universidad de Barcelona. Lo suyo es que me hubiera puesto a dar clases a los de bachillerato, pero nunca me han interesado. Los pequeños, sin embargo, me parecen formidables y decidí trabajar con ellos. Para mí son los que piensan más y mejor. También influyó que mi abuela y mi tía eran maestras. Esa tía había ganado un concurso para formarse varios meses en Italia con Maria Montessori, la precursora del método educativo que lleva su nombre y que puso en marcha en un barrio desfavorecido de Roma. Tengo una foto sentada sobre su falda durante su estancia en Barcelona.

P. ¿Puso en práctica este método cuando comenzó a trabajar?

R. Sí. Lo seguí en mi primer trabajo como maestra en la Escuela Thalita de Sarrià, donde estuve hasta 1962. Aquel año, ante la llegada de miles de migrantes a Barcelona, decidí que algo había que hacer con tantos niños sin escolarizar. En un humilde barracón del barrio de Verdum abrí la Escuela Ton i Guida. Empecé con 40 niños un poco gamberros pero poco a poco, yendo a su terreno, razonando con ellos y jugando, logramos que dejaran de escupir o gritar en clase. En esta escuela, que llegó a tener más de 400 alumnos, tuve una crisis con Montessori porque algunos de sus materiales numéricos no funcionaban, por ejemplo sumar con bolitas olvidando el valor del espacio que ocupan en un alambre, como me hicieron ver los propios niños.

«Quizá este es mi último mensaje pedagógico: si nosotros no les decimos [a los niños] ninguna mentira, ellos responden, aunque lo hagan cada uno a su manera. También es muy importante saber escuchar y tener confianza en los alumnos, sin perder la autoridad»

P. ¿Entonces ya no es partidaria de esta metodología?

R. El respeto profundo de Montessori por los niños nadie lo ha superado. Su esencia es el respeto por cada niño o niña, pero esto no es enseñar matemáticas exactamente. De hecho, ella estudió Medicina, no sabía muchas matemáticas. No estoy de acuerdo en algunos aspectos como el planteamiento de la numeración, por ejemplo. Además, después de su muerte, sus seguidores convirtieron el método pedagógico en una forma de ganar dinero. Sus escuelas son carísimas y elitistas.

P. ¿Cómo hay que trabajar entonces con los niños? ¿Cuál es su consejo para los maestros?

R. Lo primero, hay que ser francos con ellos, porque lo notan. Quizá este es mi último mensaje pedagógico: si nosotros no les decimos ninguna mentira, ellos responden, aunque lo hagan cada uno a su manera. También es muy importante saber escuchar y tener confianza en los alumnos, sin perder la autoridad. Ellos se dan cuenta de si el maestro les escucha o no, y creo que la mayoría de los profesores no lo hacen. Además hay que recordar que no es lo mismo enseñar que conseguir que se aprenda de verdad.

P. Y los materiales que ha creado ayudan en esa tarea…

R. La acción de los niños y niñas sobre estos materiales es la que genera conocimiento, junto al apoyo del educador y la respuesta verbal de los alumnos. Los cuadernos y dosieres donde se explica cómo crear y utilizar estos materiales –destinados al aprendizaje de las matemáticas en infantil, primaria e inicio de secundaria–, se pueden solicitar en catalán o castellano a través de l’Asociació de Mestres Rosa Sensat, en la que también participo desde los años 60. Los materiales manipulables son de distinto tipo: unos son para generar nociones o conceptos (de números, operaciones, geometría…), otros potencian capacidades o competencias matemáticas (como la lógica) y un tercer grupo son juegos o actividades que sirven para consolidar lo aprendido. No hay que olvidar que el juego es la primera asignatura de los niños.

P. ¿Cómo acogen este material los profesores?

R. La verdad es que estoy muy enfadada con los maestros. Compran los libros y no los leen. Los materiales requieren un esfuerzo por parte del maestro y si no los comprenden bien, tampoco los usan correctamente. Por ejemplo, los maestros suelen colocar números en carteles para adornar el aula, lo que es una estupidez. ¿No lo ven los niños ya en los libros, en la calle, en los autobuses…? Una cosa es la cantidad y otra el número escrito. Acabo de terminar un decálogo de errores que cometen los profesores de matemáticas en infantil y ese aparece el primero.

«Los maestros suelen colocar números en carteles para adornar el aula, lo que es una estupidez. ¿No lo ven los niños ya en los libros, en la calle, en los autobuses…? Una cosa es la cantidad y otra el número escrito»

P. ¿No ha pensado en adaptar todo este material a las nuevas tecnologías?

R. Con mis materiales es mejor dejar el móvil o la tableta en la entrada del colegio. No están pensados para las nuevas tecnologías. El lenguaje matemático hay que enseñarlo y su aprendizaje depende de la edad, la personalidad y el contexto de cada alumno. Cada uno lo hace de una manera y debemos respetarlo. No es lo mismo el campo que la ciudad, por ejemplo. ¿Sabes la historia del problema de la cesta de huevos?

P. La verdad es que no…

R. Un maestro le plantea a un alumno: tenemos un cesto con 500 huevos y vendemos 170. ¿Cuántos quedan?. El niño responde que ninguno y le suspende, pero cuando se lo cuenta a su madre, esta le pregunta: “¿Y tú qué pensaste?”. “Que nosotros vamos todos los días al mercado a vender huevos y sabemos que si pones 500 huevos en un cesto se rompen todos”, responde. En este caso la madre tiene confianza en lo que piensa su hijo. Lo que interesa es que los niños piensen, no que yo quede bien como profesora. Y fijarse en sus inquietudes, en sus particularidades… incluyendo si tienen algún tipo de dificultad.

P. ¿También ha trabajado con alumnos con discapacidad?

R Cuando trabajaba en la Escuela Toni i Guida tuve algunos, como la Mari, con síndrome de Down. Conseguimos que viniera al cole y fuera respetada por todos. También recuerdo el caso de José, que no hablaba nunca. Tenía autismo, que por aquel entonces yo ni sabía lo qué era. Pero un día prestó mucho interés durante un taller de marionetas a las que los alumnos tenían que poner voz. Cuando le tocó el turno a José habló por primera vez para decir su parte del diálogo. A raíz de aquello animamos a los padres para que le llevaran a un especialista. Fue emocionante cuando 50 años después, en el aniversario de la escuela, nos reencontramos y estuve charlando con José.

DECÁLOGO DE ERRORES AL TRABAJAR LAS MATEMÁTICAS EN INFANTIL (3-6 AÑOS)

1. Mostrar los números escritos, grandes y muy visibles, de manera fija y persistente en el aula.

2. Reducir el contaje a solo un trabajo de memoria, con el único objetivo de recordar el nombre de unas grafías.

3. Identificar los bloques lógicos tipo Dienes con los nombres geométricos de sus formas.

4. Representar las primeras sumas con bolitas pequeñas (tipo collar) sin tener en cuenta el espacio que ocupa el alambre que las une en los extremos de cada cantidad.

5. Introducir el uso de las regletas lisas de colores para la comprensión de los números naturales antes de llegar al primer ciclo de primaria simplemente porque son muy bonitas.

6. Descuidar el trato en profundidad de las actividades básicas en matemáticas: noción de cantidad y cambios; movimientos en el espacio; líneas, superficies y cuerpos; y solución de situaciones reales, que son los verdaderos problemas.

7. Usar los materiales que resultan bonitos y caros sin ver los que de verdad tienen una relación más auténtica con la vida de la clase y los maestros consideran adecuados para cada niño, principalmente con los que tienen dificultades.

8. Olvidarnos de completar todas las actividades con la expresión verbal de los niños sobre lo que se ha hecho, lo que ha pasado, lo que hemos descubierto, etc.

9. Ser víctimas de un programa que nos habíamos trazado o nos habían impuesto.

10. No confrontar lo suficiente nuestro trabajo, éxitos y dificultades con nuestro equipo de compañeros y compañeras.

(Maria Antònia Canals, 2018)

Fuente; https://elpais.com/elpais/2018/07/19/ciencia/1532023630_630635.html?id_externo_rsoc=TW_CM

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