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Las claves para ser el mejor docente: «Hago todo lo posible para que tú trabajes y mejores»

España / 2 de enero de 2018 / Autor: Claudia González Romero / Fuente: La Voz del Sur 

El jienense Claudio Molina es uno de los diez finalistas al Mejor Docente de España 2017 por su forma de implicarse y motivar al alumnado. Sus propios alumnos en la Escuela de Arte de Jerez le inscribieron en el certamen.

«Yo no soy el típico que corrige y tacha. Me siento con el alumno y le digo qué es lo que le falta a su trabajo, pero nunca tacho; y no pongo nota hasta que el proyecto está bien hecho, entonces el alumno no siente la inseguridad ni la presión de una nota. Si yo lo voy perfilando al final sale un buen trabajo, hago todo lo posible para que tú trabajes y mejores». Para Claudio Molina, profesor de Diseño Gráfico, Diseño Web y Marketing, entre otros, el docente tiene un componente de ayuda a la persona, «si concibe la educación como yo la concibo». Natural de Torre del Campo (Jaén), este profesor de estudios y ciclos superiores es finalista al Mejor Docente de España 2017 por su manera de implicarse y motivar al alumnado. Tras su paso por la Escuela de Arte de Jerez, fueron sus propios alumnos los que le inscribieron en el certamen para que su docencia fuese reconocida. «No sé qué han dicho los estudiantes, pero es muy bonito ver que en un momento dado otra educación es posible», dice emocionado a través del teléfono.

Relata que con tan solo cinco años daba clases en su barrio a los niños del pueblo. «Y me vino ese recuerdo mientras daba clase de teatro a un grupito de niños», adelanta. Y es que antes de estudiar Bellas Artes en la Universidad de Sevilla (US), Molina quería ser actor. «Así empecé mi historia, pero no me gustó mucho y siempre me incliné por el arte, aunque no dibujaba bien». Cuenta que un día en el teatro decidió ponerse detrás de las cámaras y que sintió algo mágico. «Esto es más espiritual, no tan egocéntrico», pensó. Y con 21 empezó en el mundo de la formación. Dio cursos para desempleados, para Formación Profesional, cursos privados para empresas…

Más tarde terminó la licenciatura de Bellas Artes e hizo el CAV —curso que posibilita ser docente de Secundaria y estudios superiores— en la Universidad Complutense de Madrid. Y nada más terminar sus estudios, se inscribió en una bolsa de Educación de la Junta de Andalucía. Nueve años tardó en conseguir plaza. Entró directamente a la escuela de Formación Profesional de régimen especial, donde podía optar al Bachillerato artístico, Humanidades, Gráfica Publicitaria, Abaniquería…, «los grados superiores más creativos». Desde entonces Molina ha estado trabajando en Sevilla, en la Escuela de Arte de Jerez y en la actualidad se encuentra en Huéscar (Granada).

Claudio Molina
Una de las materias que ha impartido Molina.

«Me paré a pensar e hice una retrospectiva de todos mis profesores y me pregunté: ¿A qué profesor me quiero parecer, qué profesor quiero ser? Pues creo que voy a ser este…». Y en realidad se reinventó en base a lo que no quería ser: «Valoraba aquellos que me habían hecho pasarlo mal, y no quería cometer los mismo errores que ellos. Esa cabezonería…». Su método es muy personal y dice que su truco es simpatizar con los alumnos. «Mi metodología es que el alumno sea partícipe de su propio aprendizaje. Le enseño a que sea autosuficiente, a base de investigaciones y proyectos personales, que sea reflexivo… Aunque el tipo de educación que yo propongo es compleja porque tienes que estar pendientes de ellos», explica. Pero asegura que le funciona. Dice que es de enviar correos donde les escribe: ¡Ánimo chicos!, ¡Venga, que ya queda menos!. «Detecto que con ese punto emocional consigo cosas», sonríe. «Y es que consigo que la gente venga a clase porque intento darle una utilidad al contenido que doy, los meto en los talleres y los hago responsables de sus resultados».

Confiesa que los principios fueron duros: «La soltura la gané con los años, esto ha sido un trabajo de tiempo». Su técnica es escuchar y hacerle ver al estudiante la importancia del momento en el que está. «Hablo mucho con ellos y dejo que ellos hablen. Escucho, les guardo el sitio que les corresponde. El alumno tiene muchas cosas que decir y para mí es fundamental que se sienta importante en ese punto del recorrido». Y dice que en sus clases no hay cabida para los exámenes. «Para mí eso es una antigüedad, está un poco obsoleto. No me sirve de nada que tú vengas y me sueltes el rollo». No obstante, aclara que también tiene un «as debajo de la manga» y es que en todas sus clases destaca que se guarda el derecho a examen para cualquier momento. «Pero nunca pasa, todos me responden súper bien en esta metodología».

Claudio Molina
Claudio Molina impartiendo un curso de formación.

En todos sus cursos Molina suele presentar un contenido con diferentes herramientas, pero es el alumno el que escoge el temario con el que se va a implicar durante la asignatura. «Le creo una carpeta personal a cada estudiante —en Google Drive—, y dentro de esa carpeta le creo cuatro categorías y a lo largo del curso le voy dejando material para que lo vaya realizando. Dos investigaciones por trimestre, un proyecto a final de semestre…». Y desvela que su pequeño secreto es conseguir que ellos tengan una visión de futuro con el material que él les ofrece. «Yo le cuento la teoría, pero luego el propio alumno se implica en su investigación hasta tal punto en que crea un proyecto privado, muy propio». Pero sobre todo, su docencia hace especial hincapié en la vida laboral tras la formación académica. «Siempre he ofrecido al alumno lo que hay en la calle para que la educación no sea una mera teoría, porque es muy importante que el alumno no venga solo a aprender, sino que cuando aprenda, vaya desarrollando estrategias y recursos para cuando luego se incorpore al mundo laboral», concluye el jienense.

Fuente de la Entrevista:

https://www.lavozdelsur.es/las-claves-para-ser-el-mejor-docente-hago-todo-lo-posible-para-que-trabajes-y-mejores

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Entrevista a Diego de Mendoza: «Sin la educación pública, no podría haber estudiado»

Por: Carina Bazzoni. 

Diego de Mendoza trabaja en el IBR de Rosario. Hace pocos días recibió la máxima distinción que puede lograr un científico en Argentina. En su discurso hizo una encendida defensa de la universidad pública y pidió más fondos para la ciencia nacional.

Cuando cursaba cuarto año de la secundaria en Colegio Nacional de la ciudad de San Salvador de Jujuy, Diego de Mendoza pasaba gran parte de su tiempo en el gabinete de Química, bautizado profesor Oscar Orias. Leyó ese nombre muchas veces sin saber que ese científico jujeño fue discípulo de Bernardo Houssay, el primer argentino premio Nobel de Medicina. Cincuenta años después, en una calurosa mañana de jueves, De Mendoza despertó el aplauso de todos sus colegas cuando recibió el premio Houssay Trayectoria y la distinción de Investigador de la Nación, máximos honores a los que puede aspirar un científico en el país. En el homenaje, recordó esas clases de química y su paso por la escuela y la universidad pública que transformaron definitivamente su vida. Y, después de recibir su diploma de manos del presidente Mauricio Macri, reclamó más presupuesto para ciencia y tecnología con el fin de evitar que los jóvenes con vocación «se sientan desalentados por la falta de presupuesto y de posibilidades en la Argentina».»Sin educación pública yo no podría haber estudiado», repite varias veces De Mendoza en una entrevista con La Capital, un día antes de recibir el premio. Está sentado en una pulcra oficina del tercer piso del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR), el organismo que comenzó a gestar durante la primavera democrática cuando llegó a la ciudad invitado a trabajar en la cátedra de microbiologia.

Era un área «en la que estaba todo por hacerse», recuerda mientras recorre mentalmente el largo camino entre estos días, cuando ocupaban un laboratorio construido en el sótano de la facultad que se inundaba con cada lluvia, y el moderno edificio de 4 mil metros cuadrados con vista al río, que alberga a 260 personas, 60 investigadores, 140 becarios y personal de apoyo.

«Las cosas salieron bien —reflexiona—. Por supuesto yo lideré algunas cosas, fui el director del proyecto en esos años. Pero los resultados se deben a muchísima gente que estaba convencida que había que crear un núcleo de investigación importante en Rosario, donde había excelentes investigadores que estaban estudiando en el exterior. Pero fue un trabajo de todos. Me siento orgulloso de estar en este instituto, tenemos un lugar de excelencia para trabajar. Pero más que los edificios es importante la gente, los investigadores que trabajan acá son excelentes y producen ciencia de excelente calidad».

La distinción de Investigador de la Nación se otorga a científicos y científicas que contribuyeron a la producción de nuevos conocimientos, a desarrollar innovaciones tecnológicas de impacto social y productivo y a promover la transferencia de conocimiento y la formación de recursos humanos.

Un jurado de destacados científicos evaluó la trayectoria del investigador radicado en Rosario hace 33 años. De Mendoza recibió varios premios en el mundo por sus contribuciones al estudio de la biosíntesis y función de lípidos en bacterias, exploraciones que abren camino tanto al desarrollo de antibióticos como a la producción microbiana de biodiesel o de plásticos biodegradables.

Pero además, desarrolló una importante labor en la formación de equipos científicos y centros de investigación, como el IBR del que fue su primer director.

La trayectoria

Muchos años antes de eso, De Mendoza fue el primer universitario de una familia de clase media jujeña, formada por el empleado de una imprenta y una maestra de la escuela primaria que todas las tardes ponía a sus niños a practicar lectura y escritura.

«Mi familia vivía muy con lo justo, pero por suerte nos pudo hacer estudiar a mí y a mis dos hermanas. Nos pudo enviar a San Miguel de Tucumán para estudiar porque la universidad era gratuita. En esos días vivía con seis amigos en un departamento que no tenía ni heladera. Pero había un comedor universitario muy económico. Definitivamente, sin educación pública no podría haber estudiado».

—Una vez recibido, hizo casi toda su carrera científica acá en el país. ¿Fue una elección?

—Me recibí de bioquímico en Tucumán en 1973 y completé mi doctorado allí cinco años después. Fue la peor época del país, cuando comenzó el Operativo Independencia y la represión de la dictadura militar. Era muy difícil hacer ciencia en un ambiente tan hostil. Por aquel entonces mi jefe era Ricardo Farías, el me enseñó sobre todo la resistencia que era necesaria para poder hacer investigación en condiciones tan adversas, de matanzas, fusilamientos, estudiantes desaparecidos. En esa época trabajaba en endocrinología, estudiábamos ratas y cuando la policía allanaba la facultad se divertía con las ratas. El ejemplo de Farías, quien se quedó a trabajar en el país porque sentía que tenía que trabajar acá, me decidió a trabajar en Argentina.

—¿Que diagnóstico hace de la situación actual de la ciencia y la tecnología en el país?

—Estamos sumamente preocupados por la falta de financiación. El presupuesto para ciencia y técnica es menor al que había 8 años atrás. El IBR recibió este año apenas el 40 por ciento de los fondos que tenía presupuestados, que eran iguales a los del año pasado. A esto hay que sumarle que los insumos con los que trabajamos son importados. Hay muchos institutos en Argentina que se están parando. Nosotros, por suerte, seguimos trabajando pero la situación es muy complicada.

—¿Cómo siguen adelante en el IBR?

—Por suerte, la mayoría de los investigadores son exitosos y tuvieron financiamiento para sus investigaciones, entonces con todos esos subsidios se coopera para que nadie quede sin trabajo. Los investigadores ponen sus subsidios individuales, nacionales e internacionales, para un fondo común que se usa para que nadie se quede sin financiación. Eso se debe a que tenemos una jefa de administración y un consejo directivo que son excelentes para esta situación. Pero si no se toman medidas drásticas de aumento del presupuesto nacional y, sobre todo, de una financiación de ciencia en forma sostenida para los próximos 30 años, difícilmente podremos ser competitivos e independientes como país.

—¿Con estas condiciones empiezan a notar que los jóvenes graduados piensen en irse del país?

—Definitivamente. No hablo de un éxodo de la gente que ya está trabajando, pero lo sí de los chicos que recién terminan la facultad. Este año le había conseguido una beca a un alumno y cuando vio los sueldos, decidió dedicarse a otra cosa. Muchos chicos están eligiendo hacer su doctorado fuera del país y así se desperdicia a la gente que tiene más motivación. Porque después de 30 años de hacer ciencia, puedo decir que se necesita tener un convencimiento extremo para hacer investigación competitiva desde un país como este. Porque si bien en el trabajo del investigador hay logros, la mayoría son frustraciones. Y si estos chicos que tienen esa motivación se están yendo, estamos en problemas.

>> El mejor reconocimiento

De Mendoza fue profesor de la facultad de Bioquímica durante 33 años y desde la casa de estudio surgió su postulación para el premio Houssay. Algunos de sus alumnos lo recuerdan como un profesor «exigente, pero muy generoso» que supo despertar sus vocaciones científicas.

Para el investigador, ese reconocimiento «puede ser la retribución más grande que haya tenido», dice emocionado. «Eso es lo que más me conmueve. Durante muchos años di clases y algunos se habrán entusiasmado con lo que les daba. Como estudiante nunca me gustó que me dieran todo digerido, entonces yo les enseñaba con los experimentos originales. Queria dar unas clase mas bien formativas que informativas. A la cátedra de la facultad, le estoy tremendamente agradecido porque ahi hice la parte más imporante de mi carrera científica. Rosario me abrió las puertas, acá es donde hice la parte más importante de mi carrera»

Fuente de la entrevista: https://www.lacapital.com.ar/mas/sin-la-educacion-publica-no-podria-haber-estudiado-n1719861.html

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Laia Jané: “La escuela debe estar también presente durante la enfermedad”

31 de diciembre de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com/l

Laia Jané

¿Cómo se aborda socialmente el cáncer infantil?
El cáncer en la infancia es una enfermedad compleja que tiene que ser abordada desde distintas especialidades y con múltiples perspectivas, pues como muy bien indica el nombre, afecta a una persona que está desarrollándose y que requiere estar acompañada por sus familiares. Por lo tanto, las intervenciones van dirigidas al niño pero inevitablemente se trabaja con toda la familia que lo rodea y su entorno más próximo.

¿Cómo cree que se aborda el tema desde las escuelas?
Depende de la escuela. Por un lado, está el aspecto del seguimiento académico, que está cubierto desde los departamentos de educación, con el programa de atención domiciliaria en el que profesionales de la educación garantizan que el niño o niña pueda seguir con sus estudios mientras no puede ir a la escuela.
Por otro lado, está el aspecto más relacionado con la sensibilización y la explicación de lo que está pasando para que la comunidad escolar pueda acompañar a la familia de una forma adecuada. También será necesario en el caso de que haya hermanos. En este aspecto, cada escuela lo afronta en función de su experiencia, de si ha pasado por situaciones similares, de si hay más participación por parte de las familias, etc… Se pueden realizar charlas informativas o bien mantener un contacto con los tutores o responsables del centro, asesorando en aquellos aspectos que se requiera.

Son muchas las iniciativas que se llevan a cabo en los hospitales para hacer a los niños más llevadera la enfermedad. ¿Qué relación existe entre el estado de ánimo y la recuperación?
Como en cualquier enfermedad, es muy importante que la persona pueda seguir manteniendo una calidad de vida que le permita disfrutar incluso estando enferma.
El estado de ánimo pasará por distintos momentos, y todos están bien mientras la persona no se quede anclada en uno de ellos. Reacciones de tristeza, de miedo, de rabia… son normales que se den, pero es importante ayudar a la persona a expresarlas y reconocerlas. De esta manera podrá tener también momentos de alegría, de motivación y de ilusión, para poder afrontar lo que se está viviendo.
Lo que se tendrá que tener en cuenta es la edad, pues no es lo mismo lo que necesita un niño de 3 años que un adolescente. En cada etapa del desarrollo habrá distintas necesidades que se tendrán que tener en cuenta para poder ofrecer actividades y recursos adecuados.

¿Cómo cree que debería abordarse este tema en las aulas?
Creo que es importante tener información realista y una actitud de acompañamiento y presencia. Hace falta poder entender por lo que está pasando este niño y su familia, para poder dar respuestas útiles y sensatas. Entender cuál es la enfermedad (hay muchos tipos de cáncer infantil), los posibles efectos secundarios de los tratamientos o las secuelas de la propia enfermedad. Si hay miedo, es importante poder hablarlo dentro del equipo educativo y, si hace falta, buscar el asesoramiento adecuado, ya sea en los hospitales o bien en las asociaciones y fundaciones que nos dedicamos al cáncer infantil.

¿Qué papel juegan los profesores y los compañeros de clase en la recuperación de un niño o niña que padece cáncer?
Desde el inicio de la enfermedad, se pregunta a la familia si ha hablado con la escuela. Es importante por un lado activar la atención domiciliaria y por el otro, que los compañeros y profesores estén enterados de lo que le está pasando a su amigo y alumno.
En referencia a la atención domiciliaria, solo se cubre en la franja de educación obligatoria (6 a 16 años), por lo que para los niños menores de 6 y los mayores de 16 se planteará, si se considera necesario, un apoyo escolar por parte de voluntarios formados y preparados para ello.
Es fundamental que la escuela esté presente durante todo el transcurso de la enfermedad, pues es larga y con tratamientos complejos, y el niño o adolescente necesitará saber que la escuela está allí.

¿Debe trabajarse en clase el proceso de la enfermedad con los compañeros?
Sí, con más o menos profundidad, pero definitivamente sí, a no ser que la familia no autorice a dar nada de información, algo con lo que no me encontrado nunca. Es importante que los compañeros entiendan lo que está pasando pues si no, pueden malinterpretar o tener una idea errónea, que puede llevar a malentendidos con el compañero enfermo. Los niños tienen derecho a tener cierta información para poder dar respuestas adecuadas y sensibilizarse con las dificultades de los demás.

¿Cómo debe prepararse el regreso de un compañero ya recuperado?
Si la relación se ha mantenido durante toda la fase aguda del tratamiento (normalmente vía telefónica, o bien por internet…) será mucho más fácil la reincorporación del compañero, pues sus amigos tendrán información más realista de cómo está, de si tiene pelo o no, de si va con silla de ruedas, de si le han realizado una amputación o tiene una cicatriz… Se tendrá que preparar, pero simplemente explicándolo unos días antes, pues quizá muchos amigos ya lo sepan.
Pero si durante toda la enfermedad ha habido pocos contactos, o no se ha informado de los acontecimientos, será más complejo, ya que puede haber un cambio importante de imagen y eso puede ser impactante para los compañeros y para el mismo niño que se tiene que incorporar.
Por lo tanto, siempre recomendaremos que se piense un poco a largo plazo para prevenir, precisamente, situaciones de este tipo.

¿Cómo podemos abordar con niños y niñas un desenlace negativo: el fallecimiento de un compañero?
Informando en los momentos adecuados y con mucho respeto y sinceridad. Es importante que el equipo educativo se prepare un tiempo antes, cuando ya se sabe que la enfermedad no está curando y que probablemente, su alumno fallecerá. Es recomendable que se asesore de cómo informar y cómo tratar este tema, en función de las edades y del tipo de vínculo con el niño enfermo. Por un lado, en el caso de que haya hermanos en su clase, serán los que quizá requieran más apoyo. Pero no se puede olvidar al resto de alumnos y sus familias. Por lo tanto, cada escuela tendrá que pensar cómo se prepara para vivir esta difícil experiencia, y qué pasos realizará (cómo informarán a las familias, si se asistirá al funeral o entierro, si se hará algún acto de despedida en la escuela…). Será recomendable, si es posible, una comunicación fluida y respetuosa con la familia del niño enfermo, para poder ver cuál es la mejor manera de acompañarlos. No se puede protocolizar una situación de este tipo. Se tiene que personalizar y pensar bien como se quiere hacer.
También es útil ofrecer un espacio a los maestros más implicados, pues será una experiencia difícil y muchos necesitan poderlo hablar y compartir.

¿La sociedad está suficientemente concienciada de la importancia de la investigación? 
Hay una parte de la sociedad que quizás sí, pero normalmente la gente se conciencia cuando conoce un caso más cercano, o cuando lo vive directamente en su familia. Es importante mantener los esfuerzos de sensibilización, y precisamente el trabajo en las escuelas tiene una repercusión importante pues llega a muchas familias que, a su vez, lo podrán transmitir a otros conocidos.

¿Y sobre las donaciones (de órganos, de sangre, en este caso de médula ósea)?
Exactamente igual, son muy importantes las campañas informativas y los actos festivos en los que se da a conocer esta necesidad.
Hace falta tener presencia en los medios de comunicación y espacios dedicados a hablar de estas realidades.

Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/laia-jane-la-escuela-debe-estar-tambien-presente-durante-la-enfermedad/

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Carlos Magro: “En educación sobra presión y falta comprensión”

31 de diciembre de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com/

Carlos Magro

¿Cómo surge la asociación Educación Abierta? ¿A qué necesidad responde?
Surge del interés por la educación de un grupo de personas muy diverso. La constatación de la necesidad de crear espacios de debate y diálogo entorno a la educación que no sean los habituales nos llevó a unirnos. Creemos que no se responde suficientemente bien a la complejidad que exige el debate educativo.

¿Quién forma parte de Educación Abierta?
El grupo es muy diverso: edad, trayectoria, ideología, etc. Pero todos tenemos en común que tenemos una gran preocupación e interés por la educación. Somos un grupo pequeño,  que nos organizamos hace 4 años e intentamos reflejar la diversidad de la sociedad y la idea de que sobre educación todos tenemos mucho que decir. Ahora mismo el proyecto que más nos ocupa es el de Calmar la educación.

¿En qué consiste este proyecto?
Lo que pretendemos es abrir un espacio donde se puedan escuchar diferentes voces. Queremos liberar el debate educativo de las inercias en las que está sometido actualmente y que no permiten que de él salgan propuestas para avanzar de verdad. Este espacio debe servir para hablar en positivo, de forma pausada y profunda de los temas que nos preocupan.

¿Lleváis mucho tiempo trabajando en ello?
Llevamos unos cuantos meses trabajado, primero de forma interna, identificando los ejes sobre los que queríamos debatir. Así, definimos el mapa de lo que nos preocupa, porque pensamos que de la educación se habla, pero de forma superficial, no se profundiza de verdad. El debate de la educación está secuestrado por intereses partidistas y corporativistas.

¿Cuáles son esos grandes temas de los que pensáis que es necesario hablar?
Identificamos nueve grandes ejes, que más o menos nos permiten abordar la complejidad del debate. El primero aborda un tema fundamental que es llevar a los alumnos al centro del debate educativo y darles voz. Hemos intentado incorporarlos en el propio debate porque cada vez que les damos voz, nos sorprenden. Lo hemos titulado Aprendemos dialogando.
Otro tema que para nosotros es importante es la inclusión, por eso Todos somos todo pone énfasis en la atención a la diversidad. Tenemos delante una gran diversidad por muchas razones en nuestras aulas. El sistema educativo no ha sido capaz de incorporar a todos y no está garantizando el derecho a aprender de todos. El derecho a aprender va mucho más allá de la escolarización. El tercer tema gira entorno a la familia, en el sentido amplio: contexto y familia.

¿Qué papel tienen las familias en los debates?
Es importante reconocer que todos estamos interesados en la educación y cualquier debate debe incluir las opiniones tanto de los alumnos como de sus familias. La frontera entre lo que aprenden los chicos y chicas dentro y fuera de la escuela es muy difusa. Uno de los retos que tiene el sistema educativo es precisamente este: ¿cómo abordar una escuela más abierta?

¿Y los docentes?
Son los protagonistas del cuarto tema, junto con otros profesionales de la educación. Si queremos favorecer un cambio educativo es obvio que tenemos que contar con los docentes. Pero también debemos pensar en la carrera profesional, la formación, el reconocimiento social, etc. La evidencia es que no hay cambio posible si no contamos con ellos, sin embargo las reformas que se plantean cuentan poco con estos profesionales.

¿Qué otros temas habéis puesto sobre la mesa?
Los espacios es otro de los ejes sobre los que articulamos el debate. Porque el espacio educa, y no es lo mismo un espacio que otro. Una de las variables que hay que tener en cuenta es cómo son los lugares de aprendizaje: desde las aulas a los centros, pero también los espacios donde se aprende fuera de las escuelas.
El currículum es otro de los temas que más nos preocupan. Tenemos un currículum demasiado extenso y poco profundo, hace falta una reforma real sobre este ámbito. Debemos debatir sobre qué debemos aprender: competencias, valores, conocimientos. Pero también debemos decidir sobre cómo queremos aprenderlo.

¿La evaluación también es un tema a repensar?
Por supuesto. Desde nuestro punto de vista debe responder a un proyecto adecuado a cada contexto. Pero la evaluación se debe abordar desde todos los puntos del sistema: desde las evaluaciones internacionales, nacionales, las académicas, las diagnósticas, etc. Hay que pasar de la idea de evaluación como calificación a la idea de evaluación como apoyo.

¿Es el tiempo otra gran variable?
Los tiempos de aprendizaje son prioritarios. No son solo temas de calendario, sino de cómo nos organizamos a diario, de cuánto duran las clases, de cuánto tiempo nos damos para alcanzar las metas…Todo esto está muy ligado a la personalización de la educación, como comentábamos antes.

Llevamos ocho, ¿Cuál es el noveno eje?
Por último, aunque queremos evitar caer en las polarizaciones y en la politización de la educación porque creemos que crispa el debate, creemos que la educación es un tema político en el sentido bueno de la palabra política. Un cambio educativo requiere unas políticas públicas que favorezcan ese cambio y que pongan en contexto todos los puntos anteriores.

¿En qué punto está #CalmarEdu?
Estamos en un punto intermedio. Haciendo públicas las propuestas que han salido del debate inicial y en el que han participado muchas personas. Las propuestas, que son cortas en su formulación, están colgadas en nuestra web y abiertas a todo aquel que quiera hacer su aportación. A partir de enero propondremos un documento más cerrado con las conclusiones.

¿Por qué creéis que la educación está sometida a este clima de crispación?
En nuestro caso, el debate está poco en la sociedad y demasiado en los partidos políticos. Se utiliza rápidamente como arma arrojadiza y si nos damos cuenta, en los últimos años hemos tenido muchas reformas educativas. España ha hecho un esfuerzo enorme y ha mejorado mucho en sus indicadores educativos. Estamos mejor que hace 40 años, es cierto. A pesar de esto, la sociedad civil está poco articulada en este ámbito. Nuestro objetivo es ensanchar el debate y hacerlo menos crispado, más pausado. La educación es algo muy complejo, no hay soluciones únicas, no puede haber posturas extremistas.
Las afirmaciones rotundas no ayudan. Necesitamos incorporar más voces, profundizar en los temas, y presionarnos menos. Hemos generado un clima de mucha presión y nos falta comprensión. Tenemos que hablar más y generar propuestas. El debate debe salir de las trincheras.

¿La educación debe estar siempre a debate?
Es consustancial a la educación. Tenemos un reto difícil, porque a veces a la escuela les pedimos cosas paradójicas. Por ejemplo, por un lado le pedimos que conserve la cultura, la herencia, los conocimientos, y por otro lado le pedimos que transforme, que cree personas que transformen que sean críticas, etc. La escuela siempre ha tenido en sí misma la necesidad de cambio. En el fondo siempre está la necesidad de cambiar y de adaptarse a su tiempo. En este contexto es necesario no conformarse.

No es fácil ser profesor…
La profesión de docente es muy difícil. Enseñar es muy complejo, mucho más difícil de los que muchos pensamos. Desde la comprensión de esta dificultad y de la asunción de que las soluciones no son únicas, hay que encontrar un equilibrio.

¿Cómo cree que puede intervenir la tecnología en la transformación de la educación?
Lo que está claro es que debemos transformar la educación para adecuarla a nuestros tiempos., y la tecnología es omnipresente en nuestro día a día. No es solo un herramienta, sino que es un contexto. Es un ecosistema que modifica, queramos o no, a las personas y nuestras relaciones con los demás y con el conocimiento. Es importante incorporar este debate a la transformación educativa y redefinir lo que entendemos por enseñanza y aprendizaje.

Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/carlos-magro-educacion-sobra-presion-falta-comprension/

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Entrevista a Luis Guillermo Patiño: ‘Queremos que todos los niños tengan educación de calidad’

29 Diciembre 2017/ Fuente: El Tiempo /Autor: Heidi Tamayo Ortiz
Tres grandes programas constituyen los mayores logros en educación en Medellín. Uno busca erradicar la deserción escolar. Otro, que las escuelas y las comunidades sean entornos protectores para los estudiantes. El último, que cada vez haya mejor calidad académica.

Luis Guillermo Patiño, secretario de Educación de la ciudad, los calificó como los aciertos más importantes de este año, pero también habló de otras iniciativas y retos para seguir cerrando las brechas entre educación pública y privada.

¿Cuántos niños lograron llevar a las aulas con ‘En el colegio contamos con vos’?

Luis Guillermo Patiño: con ese programa escolarizamos más de 1.991 niños que estaban en la calle. Fuimos a los barrios, tocamos las puertas, hablamos con los papás y los cuidadores, los escolarizamos. El 95 por ciento de ellos terminaron el año escolar muy bien y están en proceso de matrícula para el siguiente año.

Fue muy bonito porque eran niños que perdieron la esperanza por estudiar que habían salido del ámbito educativo, que estaban en las esquinas y las calles expuestos a muchos problemas. El resultado es que la tasa de deserción pasó de 3,4 en 2015 a 3,1.

Y crearon una estrategia para la permanencia…

L. G. P: creamos ‘Escuela, entorno protector’ y la llevamos a las 228 instituciones educativas oficiales, a más de 291.000 niños. El programa busca la formación integral de los estudiantes, con sicólogos, con pedagogos y artistas. Por primera vez tenemos un sicólogo en cada colegio para acompañar a los padres de familia, los estudiantes y los maestros.

Hemos generado estrategias para evitar el bullying, el embarazo adolescente, el reclutamiento. Hemos atendido más de 9.000 familias y 12.000 alumnos. Esto redunda en que hemos mejorado el ambiente escolar, el respeto, la convivencia y la seguridad para los estudiantes. En lugares con problemáticas serias como Castilla, Altavista o Robledo ampliamos de escuelas protectoras a comunidades protectoras.

¿Hay otras estrategias para evitar la deserción?

L. G. P: estos se suman a otros programas como 240.000 chicos de colegios oficiales que cuentan con alimentación escolar y más de 12.000 niños que tienen transporte escolar contratado por la Alcaldía para que en caso de que no vivan cerca del colegio puedan ir y regresar sin dificultad.

¿Cómo les fue en calidad?

L. G. P: también logramos consolidar la estrategia para el mejoramiento de la calidad: ‘SaberEs’, que busca formar a los estudiantes y a los profesores en competencias académicas para que mejoren el rendimiento. Ingresan a plataformas virtuales, en las que todos los niños de los diferentes grados acceden a simulacros, se les hacen recomendaciones y retroalimentación. También hay dos megaulas, para mejorar competencias en lectoescritura y matemáticas.

Cerrar las brechas entre colegios públicos y privados es una de las metas en educación en Medellín.

¿Se notaron los resultados?

L. G. P: Medellín, durante estos dos últimos años, ha logrado mejorar en el global de Pruebas Saber 11, de 264 a 272 puntos. Lo más bonito es que el mejoramiento ha sido liderado por los colegios oficiales, el 88 por ciento de estos subieron en pruebas estandarizadas.

En 2015, el 55 por ciento de los colegios estaban en las categorías más altas (B, A y A+), pero en 2017 tenemos el 64 por ciento de los oficiales en estas categorías. Las pruebas abren oportunidades, muchos más van a acceder a una de las becas de Sapiencia o a las 10.000 becas pertinentes.

También hubo muchos más pilos este año…

En los dos últimos años, hemos tenido 1.005 ser pilos paga y el 75 por ciento son de colegios oficiales. Somos la segunda ciudad, después de Bogotá. Este año superamos a Barranquilla.

¿Se han cerrado las brechas entre instituciones privadas y públicas?

L. G. P: la gran apuesta es el fortalecimiento de la educación oficial, de las grandes ciudades del país, los que más tenemos educación pública somos nosotros, con el 80 por ciento. Queremos darles los mejores proyectos a los chicos, sin importar de cuál zona son para que vean que por medio de la educación tienen oportunidades.Sabemos que hay privados con resultados muy importantes, pero queremos mejorar cada vez más.

Con ‘Escuela, entorno protector’, hemos generado estrategias para evitar el ‘bullying’, el embarazo adolescente, el reclutamiento”

¿Y la formación a docentes?

L. G. P: vamos a entregar en enero el gran centro de formación del maestro en la zona de innovación, al frente de Ruta N, soñado y pensado para maestros, con un valor de 30.000 millones de pesos. Son más de 20.000 metros cuadrados de salones para que puedan ir a formarse en las diferentes disciplinas, para que tengan experiencias pedagógicas y tecnológicas. También están las 300 becas de maestría para docentes. Hemos entregado 205 y esperamos entregar el próximo año las otras 95.

¿Cómo va la renovación de infraestructura educativa?

L. G. P: en Medellín tenemos un gran reto, el mantenimiento de más de 420 sedes educativas, muchas construidas en los 70 y 80, que requieren atención especial. En dos años hemos invertido cerca de 50.000 millones de pesos que han logrado llegar a más de 115 instituciones educativas en malas condiciones locativas.

¿Y las que faltan?

L. G. P: para 2018 logramos tener otros 24.000 millones que nos van a permitir llegar a 80 instituciones educativas para mejorar restaurantes, baños y problemas estructurales. También hay dos grandes proyectos con el Gobierno Nacional. 

Uno es la Ley 21, un convenio para infraestructura educativa, entre Ministerio de Educación, Municipio de Medellín y Área Metropolitana. Son cerca de 50.000 millones de pesos entre los tres, que van a permitir reformar y fortalecer infraestructura en 11 colegios para tener cerca de 100 aulas nuevas para jornada única.

El otro es el primero del país de alianza público privada para infraestructura educativa. Fue aprobada por el Concejo de Medellín y estamos esperando aprobación definitiva de parte de Planeación Nacional. Buscamos reponer o construir 15 colegios con una inversión de 253.000 millones de pesos.

Medellín, durante estos dos últimos años, ha logrado mejorar en el puntaje global de Pruebas Saber 11, de 264 a 272 puntos

A propósito, ¿cómo va el plan de la jornada única?

L. G. P: hay cerca de 35 colegios con jornada única. Cuando llegamos en 2015 encontramos cerca de 3.000 estudiantes en jornada única y ya hay 17.000. Queremos llegar a 30.000, pero nos falta muchísimo todavía. Hay que seguir pensando en grandes proyectos de infraestructura porque el gran problema es que tenemos dos jornadas en la mayoría de colegios en una sola sede.

¿Cómo quedó el presupuesto para 2018?

L. G. P: la secretaría que más recursos tiene para 2018 es la de Educación. Iniciaremos con 980.000 millones de pesos, pero en el año entran más recursos. El año pasado empezamos con 930.000 millones de pesos. En educación se invierte el 25 por ciento del presupuesto del municipio.

Hablemos finalmente de ese gran logro con la Unesco…

L. G. P: desde septiembre, Medellín fue designada la primera ciudad del aprendizaje de Colombia por la Unesco, por estos programas que se desarrollan y otros que hay desde hace muchos años y que hemos fortalecido. Reconocieron que el Estado juega un papel importante para que una inmensa mayoría de los niños de los barrios tengan el derecho a la educación y que esta trasciende las aulas, porque hay muchos aliados: empresas, instituciones, academia.

Fuente de la entrevista:http://www.eltiempo.com/colombia/medellin/permanencia-escolarizacion-y-proteccion-logros-en-el-2017-en-educacion-de-medellin-165546

Fuente de la imagen:

http://images.etn.eltiempo.digital/files/article_main/files/crop/uploads/2017/12/27/5a43a5c3c6164.r_1514388275295.0

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Entrevista a Daniel Apodaka: «Hay un problema con la educación musical: yo la suspendí en el instituto»

29 Diciembre 2017/Fuente:elcorreo /Autor: JORGE BARBÓ VITORIA

El compositor alavés, flamante premio SGAE, reflexiona sobre su profesión y la importancia de la difusión de la música

Como si un atleta hubiera suspendido educación física. O un gran científico se hubiera llevado un ‘cate’ en matemáticas. A él le pasó. Daniel Apodaka, flamante premio SGAE de jóvenes compositores y uno de los talentos con más proyección en el panorama musical alavés reconoce haber suspendido música en el instituto, lo que evidencia los problemas estructurales de la enseñanza musical -y, de paso, cultural- en España.

– ¿Qué supone para un joven hacerse con un premio como el de la SGAE?

– Además del reconocimiento, viene con ciertos proyectos incorporados, que me abrirán posibilidades de trabajar y estrenar nuevas obras. Y, al final, es de lo que se trata este oficio: de mostrar tu obra.

– Porque está claro cuál es la ambición del intérprete, pero no tanto con qué anhela el compositor.

– Al final, es lo mismo. Que se toque la música es el objetivo, si no, ¿para qué queremos escribirla? Hay un lado mágico a la hora de escuchar tu partitura por primera vez. Al final, la partitura no son más que signos y símbolos, no es una grabación si quiera. Para un compositor, una de las cosas más interesantes tiene que ver con las sorpresas que da escuchar por vez primera una obra que está en papel, que está acabada y supuestamente fijada. Y no sólo por las calidades que dan los intérpretes, también por la propia obra, por cómo funciona.

– Tiene que ser emocionante escuchar su obra hecha realidad.

– Es algo muy, muy especial. Con el premio de la SGAE, fue la primera vez que escuchaba mi obra y eso que los músicos sí la habían estado trabajando y ensayando. Fue muy curioso porque llevaba mucho tiempo imaginándomela, sobre todo el comienzo, que era algo muy simple y, aunque me recreara pensando en los timbres exactos, en la vida real descubres que el sonido tiene otra presencia.

– Le sonará muy naif, pero, cuando uno imagina su pieza, ¿la está escuchando en su interior?

– Depende. A todos nos pasa, cuando recordamos una canción. Otras veces, se recuerda la música como si estuviese sonando en ese mismo momento. Pero no, no pasa como en ‘Amadeus’, que el protagonista mira y la partitura y empieza a sonar una orquesta: eso es ficticio. Hay gente que tiene muy buen oído, sobre todo los directores, mientras que los compositores tenemos un oído más interno, más fino, que aprecia cosas como la sintaxis, los pesos de formas…

– Los músicos se llevan el aplauso del público, mientras que la recompensa del compositor parece quedar más oculta.

– Todo lo contrario. En la música contemporánea, la figura del compositor sigue siendo clave y, quizás, la del intérprete quede más en un segundo plano. De todos modos, por la dificultad y la versatilidad que exige, los músicos de contemporánea tienen un gran nivel, pero, aún así, este mundo es mucho más discreto: no hay grandes nombres como, por ejemplo, sí existen en la ópera.

– Su gran ventaja ante el intérprete es que no tiene que examinarse frente al público, en directo, en cada concierto.

– Bueno, pero es que yo concibo la música como algo colectivo. Escuchar un CD en tu casa es algo muy distinto a hacerlo en un concierto y, como compositor, me gusta ver las reacciones de la gente con mi música. Además, a cierto nivel, los intérpretes no sufren tanto a la hora de tocar.

Nuevos públicos

– ¿Cómo se atrae a los jóvenes hacia la música ‘culta’?

– No creo en la separación entre música culta y música popular, pero sí, hay muchos problemas para atraer a nuevos públicos. El primero tiene que ver con la propia educación musical. Y esto es clave. Lo que se hace en las escuelas no tiene nada que ver con la música, no se enseña a escuchar, a sentir…

– Como mucho, uno acaba sabiendo tocar la flauta dulce.

– Eso es. De hecho, yo suspendí música cuando estaba en el instituto. Y si la gente no tiene la oportunidad de que se les muestre y se les enseñe a apreciarla, es muy difícil que pueda llegar a conectar. Además, esta música exige una mente abierta porque, para empezar, va contra algunas convenciones, no tiene un ritmo fácil. Y, con todo, puede gustar a todo el mundo. Hoy en día los conciertos que se hacen o bien son estrenos de gente muy joven o de clásicos, pero se obvia todo un canon de obras del siglo XX que son excepcionales. La música contemporánea no es rara: hay que presentarla como algo normal.

– ¿Tan difícil es ser profeta en su tierra, vivir de la música en Euskadi?

– Una vez establecido, tú puedes vivir donde quieras. Pero en estas primeras fases, sobre todo, es imprescindible moverse mucho. En París, surgen oportunidades, proyectos para que se pueda escuchar tu música, que es la forma de aprender. Tú puedes escribir en tu casa un millón de obras, pero sin la experiencia del concierto es imposible avanzar en tu carrera.

Fuente de la entrevista: http://www.elcorreo.com/alava/araba/problema-educacion-musical-20171223175723-nt.html

Fuente de la imagen: http://static.elcorreo.com/www/multimedia/201712/22/media/cortadas/alaves-del-mes-kaKB–624×385@El

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Entrevista a Andrés L. Jaume: «La educación siempre ha sido una cuestión política»

29 Diciembre 2017/Fuente:diariodemallorca /Autor:Matías Vallés

Andrés Jaume (Palma, 1979) se licenció y se doctoró en Filosofía por la universidad de Salamanca. Desde hace diez años ejerce…

—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿También es masón por llevar la contraria?»
—Por supuesto. Me cautivó la vinculación de la masonería con el racionalismo ilustrado, a partir de un documental de La 2 y de la reproducción de la logia que Franco había hecho instalar en Salamanca. El secreto es lo que menos me interesa, porque el esoterismo es altamente nocivo.

—Pues se suponía que los masones son una sociedad secreta.
—El secreto es constitutivo de la masonería, como lo es del Estado moderno en el secreto de Estado. Hay masones que lo han cultivado, el problema es cuando se emplea para conspirar, confabular o subvertir.

—El Opus es igual de efectivo y además te vas al cielo.
—Es más efectivo, siempre estás justificado, y además te vas al cielo. El precio que pagas es tu propia libertad. El Opus es demasiado caro.

—Si la masonería no es una religión, le falta muy poquito.
—El enigma de la relación entre masonería y religión descansa en una paradoja. En el Siglo de las Luces aparece un grupúsculo que habla de libertad de crítica pero se encierra en camarillas, con velas e incienso, y practica una religión natural basada en el Gran Arquitecto del Universo.

—O sea que es una religión.
—Con la diferencia de que en la masonería no hay clero, ni dogma, ni verdad sancionada por una jerarquía, y que es democrática y basada en el librepensamiento.

—No oculta su decepción con la UIB.
—Como idealista que soy, me gustaría que las universidades conectaran con la visión de Ortega o de Unamuno, pero la excesiva burocratización ha transformado el templo del saber en la factoría del saber.

—En la guerra de su departamento de Filosofía está con los malos.
—¿Con los malos? Creo que soy un verso libre.

—Pero hay una guerra.
—La guerra está publicada, es obvia y manifiesta, no reina el ambiente óptimo. Se necesita comunicación para evitar que estas situaciones se enquisten y muten. El problema está tan difuminado que ya no se sabe cuál es.

—¿En los colegios religiosos se adoctrina?
—La educación siempre ha sido una cuestión política. Quien quiera separarlas, o afirme que la ideología nada tiene que ver con la enseñanza, es un ignorante. Es mejor poner las cartas sobre la mesa que pretender una neutralidad ilusoria, sobre presuntos conocimientos objetivos. El libre examen del alumno debe ser fomentado por una formación republicana.

—Así que es usted republicano.
—Soy republicano como ideal racional de vida social, pero no soy un comerreyes. Entiendo una monarquía por pragmatismo pero, ¿preferiría un título de doctor firmado por un rey o por un presidente? Mejor el segundo, aunque sea un cafre.

—No sé si sabe que también es usted de derechas.
—No tengo conciencia de ser de derechas, pero tampoco me circunscribiría al buenismo de la izquierda. Me presento como socioliberal, que un dicotómico identificará con la derecha.

—En cambio, nadie le confundiría con un nacionalista.
—Por supuesto que no, soy un antinacionalista militante, tanto del nacionalismo catalán como del español con el que desgraciadamente me asocian. Durante el siglo XX, los nacionalismos tiñeron la tierra de sangre, no me interesa ni en sus vertientes federalistas ni en la aberración de lo nostro.

—¿Palma padece «onanismo provinciano»?
—Entre otras patologías graves. Su política cultural tiene mucho de política y poco de cultura. La oferta se guía siempre por intereses nacionalistas, y la «alta cultura» de Steiner brilla por su ausencia.

—¿Por qué se han mudado entonces a Palma todos los suecos del Universo?
—Las razones climatológicas son evidentes. Habría que preguntarse además qué suecos se han mudado, aparte de que una cosa es instalarse y otra integrarse. ¿Morir sepultado por el provincianismo? No, gracias.

—Tal vez no somos diferentes del resto del planeta.
—Ortega ya diagnosticó una sociedad de masas con una cultura fast food, reducida al ocio y que desprecia la formación. Los alumnos se gradúan en Filosofía sin haber escuchado La Pasión según San Mateo de Bach.

—A su edad, Nietzsche ya lo había dicho todo.
—No es un autor que me sea afín, prefiero la filosofía que va a ritmo de tortuga, como Kant. Viajo por el espacio del ensimismamiento, lo mío son las carreras de fondo.

—¿La filosofía resuelve la vida o solo la muerte?
—Ayuda a estar entre las cosas, tiene que ver con el fragor de la vida cotidiana. No creo en las filosofías trascendentales, solo en las mundanas. Y no me daré cuenta de que me muero, solo estaré muerto para los demás.

Fuente de la entrevista: http://www.diariodemallorca.es/mallorca/2017/12/23/andres-l-jaume-educacion-sido/1274255.html

Fuente de la imagen: http://fotos00.diariodemallorca.es/2017/12/22/328×206/sdm060ul001203030manua

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