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Entrevista: Iván Rodríguez: “El Estado peruano no tiene aún un proyecto de educación universitaria”

Entrevista a Iván Rodríguez, rector de la Universidad Ricardo Palma, quien comparte su reflexiones sobre la universidad en el Perú.

El educador Iván Rodríguez, rector de la Universidad Ricardo Palma, lidera la Asociación de Universidades que aún litiga contra la Ley Universitaria. Hoy celebra 48 años de su universidad con una ceremonia en que reaparece el tradicionista y canta el legislador Francesco Petrozzi. Rodríguez comparte su reflexiones sobre la universidad en el Perú.

¿Nuestras universidades avanzan bien en investigación?

En ciencias sociales y humanas, la realidad del Perú es el mejor laboratorio. La investigación en ciencia es limitada por requerir laboratorios que no hay en Perú. Comparando con el primer mundo, lo que tenemos son juguetitos. Y los talentos se van porque en Perú ser investigador no puede ser una profesión. Tampoco se comercian las investigaciones: muchas quedan en archivo. Cuando presidí la ANR, premiamos una tesis del uso de plantas peruanas para hacer fármacos que bajen el colesterol.

 

¿Por qué se queda allí?

Porque no hay una industria. Nosotros somos más importadores. Y el Estado y la sociedad, incluidas las empresas, hay que mejorar la mentalidad y valorar la inteligencia.

La Ley Universitaria incide más en la investigación. ¿Hará salir más investigadores?

En tanto sea solo disposición legal, nada cambiará. Lo hará cuando pase como en el primer mundo: las empresas y el estado financian las investigaciones. Si no hay una interacción amigable universidad-estado-sociedad, ¿qué hacer? Los gobiernos ven las universidades como incomodidad.

¿Por qué?

Cuando hay problemas, se dan pronunciamientos de las universidades. Lo veríamos más si no estarían con una legislación punitiva de la autonomía, que si no te portas bien no te dan presupuesto. Sánchez Cerro y Odría cerraron y persiguieron a la universidad.

Ahora ya no las cierran…

No con tanques, pero hay modos indirectos, como tener a las universidades nacionales en situación de vida vegetativa: tienen un presupuesto que apenas les permite cubrir gastos corrientes, no tienen para más. Y presentaron un cuadro en que la responsable sería la universidad. Cuando he presidido la ANR, en el Congreso he hecho notar que la universidad es hechura de las leyes.

¿Y la Ley Universitaria? La ANR se opuso, aunque se le tachó como un club de amigos…

He demostrado que no es así. La universidad es autónoma y eso significa libertades…

Pero la educación es un servicio público, se regula….

No pueden responsabilizar de los problemas solo a la universidad. Ahora requieren un órgano suprauniversitario, que era la ANR. La Sunedu es un órgano del Ejecutivo con esencia de fiscalización y castigo. No está para verle una debilidad y ayudar a superarla. La ANR no fue un club de amigos: hemos cesado rectores, reorganizado universidades…

Pero había y hay varias universidades muy precarias…

Muchas funcionan no por órganos como el Conafu (de la ANR) sino porque hay acciones de amparo, medidas cautelares que han ganado y no podíamos hacer nada. Y el Congreso creó como quince universidades. Yo puedo desafiar: vean en el expediente si cumplen los dos requisitos: informe del MEF y de la ANR. Nunca se cumplió.

¿No debieron interponer un recurso para anular eso?

Tampoco se garantiza (lograr anularlo). Teníamos dos abogados para todo el país…

¿Reconoce que la ANR puedo haber sido más proactiva?

Puede haber algo de eso. En lo fundamental, se hizo lo que se pudo. El Estado no tiene proyecto de educación universitaria. No lo quiere hacer. Es tema picante y los políticos no conocen bien la universidad.

En el gobierno de García el ministro fue un rector…

Por eso hubo una época de más tranquilidad… Pero al no haber ese proyecto, con la Constitución de 1993, la educación se vuelve mercado. Y la Ley Universitaria mantiene eso. No derogó la universidad-empresa. Es un problema muy complejo. Yo acepto ese modelo pero para lo administrativo.

¿La experiencia no muestra el abuso de ese modelo?

La universidad está afectada en todos los sectores. Somos un conjunto heterogéneo. La ley actual trata de estandarizar. Eso es malo. Haciendo lo mismo cada universidad pone su sello. Esa es su autonomía.

¿Con la ley actual hay presión tipo ‘garrote y zanahoria’?

Pienso que sí. Es muy dura. La corrección no se da con castigo, menos en una institución de libertad. Es: “Si usted no cumple esto, lo cierro”. Es un poco sangriento.

¿Cómo cambiarla? La ASUP puso recurso en el TC…

Hemos ganado como acción popular. Un artículo dice que los funcionarios de Sunedu pueden interrumpir un proceso de admisión, rectificación, nombramiento, promoción, matrícula. En una universidad privada paralizar un proceso de matrícula es llevarla a la quiebra. Está en apelación por el Estado. Esperamos que se entienda bien el asunto. Un funcionario administrativo tenía poderes de jueces. Eso no puede ser así.

¿Y en el Congreso?

Debe haber modificaciones esenciales. Hay que recuperar aspectos de la autonomía revisando competencias de la Sunedu. Otros problemas son que está integrada por personas ajenas a las comunidades universitarias y su adscripción al Ministerio de Educación. Debe ser órgano autónomo: si la universidad es autónoma, el órgano que actúa sobre ella debe tener autonomía. La supervisión sería ejercida por el Congreso, como con los órganos autónomos. La superintendencia puede tener efectos administrativos. Todo esto es intervencionismo muy grande en las universidades.

¿Cómo afronta eso a la cabeza de la Ricardo Palma?

Hay un compás de espera por los reglamentos y modificaciones. Mientras, seguimos con nuestro sello. Aquí propiciamos el humanismo: poner al centro al ser humano y los valores. La formación profesional y de un ser humano cabal. Nuestra concepción es que el desarrollo de un país debe basarse en el desarrollo humano. Y exaltar nuestra cultura nacional, porque hay que peruanizar a los peruanos. Ahora cumplimos 48 años.

En este contexto, ¿qué significado tiene el aniversario?

Para nuestro aniversario y para cumplir nuestro deber con la sociedad nos olvidamos de las dificultades, ponemos entusiasmo y nos esforzamos por conseguir esos objetivos de crear mejores condiciones de formación y de servir a la sociedad en los mejores términos, a partir de diferentes programas, no solo formando profesionales. Hay educación continua, promoción social, comunal, prestación de servicios, muchas formas en que hacemos llegar la acción de la institución a todos los sectores de la sociedad, asentamientos, etc., incluso más allá de Lima.

Fuente: http://larepublica.pe/impresa/politica/891153-ivan-rodriguez-el-estado-peruano-no-tiene-aun-un-proyecto-de-educacion-universitaria-video

 

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Entrevista a Ignacio Mantilla: “De tanto ahorrar en educación, nos hemos hecho ricos en ignorancia”

“De tanto ahorrar en educación, nos hemos hecho ricos en ignorancia”

En septiembre esta institución cumple 150 años de fundación. Semana.com habló con su rector, Ignacio Mantilla Prada, sobre la importancia de este aniversario y los problemas que atraviesa la educación superior pública, entre ellas la estigmatización de la que es víctima.

SEMANA: La Universidad Nacional de Colombia está cumpliendo 150 años, ¿qué representa este aniversario?
Ignacio Mantilla: Es una fortuna para nosotros cumplir 150 años y ser la universidad pública más grande del país. Sobrevivir siglo y medio a todas las convulsiones que ha tenido Colombia es un gran logro. Queremos aprovechar este aniversario para recordar el pasado, pero también para reflexionar sobre el presente y el futuro. Ahora la educación superior vive una coyuntura particular. La tendencia a privilegiar el subsidio a la demanda, con programas como ‘Ser Pilo Paga’, pone en aprietos a la Universidad Nacional y a la educación pública en general, entonces creo que en esta conmemoración también debemos pensar sobre cuál es el modelo de educación que le conviene a Colombia, máxime si se tiene en cuenta que la Nacional ha sido pionera en muchos campos; por ejemplo acá nacieron los primeros doctorados en 1986.

SEMANA: ¿Cómo ha hecho la Universidad Nacional para sobrevivir tanto tiempo?
I.M.: Creo que se debe a que, pese a las dificultades, la universidad ha sido una institución crítica, que siempre ha utilizado el argumento como su mejor arma, pero que a la vez se ha convertido en guardián tanto del avance de la ciencia y la tecnología, como de la política y el conocimiento social, cualidades labradas durante 150 años, que el país reconoce. Esto es evidente en el acompañamiento que ha hecho al proceso de paz por solicitud de los actores involucrados (Gobierno y Farc-EP), quienes manifestaron su confianza total en la Institución.

SEMANA: En los rankings internacionales y nacionales, la Nacional siempre queda como la mejor institución educativa del país. Si uno de los problemas que tiene la Nacional es la financiación, ¿cómo ha hecho para mantener esos altos estándares de calidad?
I.M.: A pesar de los problemas presupuestales, la universidad tiene una riqueza muy grande en sus estudiantes. De hecho, hoy en día nuestros alumnos de pregrado prefieren hacer un posgrado antes que ir a buscar un trabajo. Cuando ellos compiten por cupos para ser admitidos en las universidades del exterior les va muy bien. Por otra parte, la Nacional siempre ha contado con un equipo de profesores con formación de alta calidad, quienes gozan de un salario digno no obstante las condiciones económicas de la Institución, y tienen libertad para enseñar e investigar lo que ellos consideran pertinente para el desarrollo del país.

SEMANA: ¿Cuáles son los aportes más valiosos que la Universidad Nacional le ha hecho al país en estos 150 años?
I.M.: Son innumerables, pero rememoro los 135 años en los que la Nacional estuvo en el Hospital San Juan de Dios, durante los cuales se hicieron investigaciones que trascendieron internacionalmente. Como ninguna otra institución de educación superior hemos tenido una vida cultural sumamente rica. El Auditorio León de Greiff es reconocido como el mejor escenario musical de Bogotá, y además contamos con cerca de 20 museos solo en la ciudad. En el área de las ciencias, fuimos herederos del trabajo de José Celestino Mutis, el Sabio Caldas y Humboldt, gracias a lo cual poseemos un robusto inventario de la flora y fauna colombiana. La universidad ha formado a los protagonistas más importantes de la política nacional del siglo XX, como el presidentes Carlos Lleras Restrepo, y a grandes líderes como Jorge Eliécer Gaitán y el sacerdote Camilo Torres, no el guerrillero que todo el mundo ve, sino al destacado sociólogo. Incluso García Márquez fue alumno de la Escuela de Derecho. Sin duda, la Institución ha dejado una huella imborrable en el país.

SEMANA: Si la universidad ha sido tan importante para el país, ¿por qué la clase política no se la ha jugado para fortalecerla y ha preferido apoyar la educación superior privada?
I.M.: Eso forma parte de la opción que ha tomado el Estado colombiano de privilegiar el subsidio a la demanda, que prácticamente le quita su obligación de proveer de educación superior a todos los colombianos. Y el mejor ejemplo es ‘Ser Pilo Paga’, que termina destinando más dinero a la universidad privada que a la pública. Para el Gobierno es más fácil y rentable mediáticamente lanzar 40.000 becas para estudiantes de escasos recursos, que crear 400.000 cupos en las universidad públicas. Un modelo excluyente porque con ‘Ser Pilo Paga’ se quedan por fuera jóvenes que podrían ser ‘repilos’, pero que no tienen la oportunidad de obtener una beca porque su formación en la educación básica fue deficiente, lo cual no significa que no sean brillantes.

SEMANA: En ese sentido, ¿cuál es la importancia de la educación superior pública?
I.M.: Creo que muchas políticas neoliberales ven la inversión en educación sólo en términos de retorno y ganancia económica. Frente a esa postura dominante, pienso que un país que abandone la educación pública le abre las puertas a la desigualdad y a la exclusión. ¿Qué futuro le vamos a ofrecer a los jóvenes que no pueden pagar una universidad privada? ¿Qué posibilidades tienen de ascenso social? Se podría resumir en la siguiente frase: “De tanto ahorrar en educación, nos hemos hecho ricos en ignorancia”. Eso es lo que lograría un país que no ve la educación como una gran inversión, sino como un costo que debe asumir sin ninguna convicción. No debería haber dudas sobre la necesidad de tener una universidad pública fuerte y completamente subsidiada.

SEMANA: ¿Cómo ve en el futuro a la universidad?
I.M.: Con optimismo. Observo que en sus dos últimas legislaturas, el Congreso ha apoyado la educación superior pública, y espero que la tendencia continúe. Por eso considero que allí, obviamente sin dejar a un lado el Ejecutivo, es donde debemos dar los debates y las batallas para fortalecerla, mejorar la financiación y, en últimas, convencer a la sociedad colombiana sobre la importancia de la universidad pública.

Puede leer: Los amigos de la Nacional

SEMANA: ¿Tenemos Universidad Nacional para otros 150 años?
I.M.: La Universidad de Salamanca cumple 800 años el próximo año; la de Bologna va a cumplir mil años en las próximas décadas. Eso significa que las universidades son las instituciones más antiguas que hay en Occidente. Y lo han logrado porque se equivocan menos que los gobiernos y no toman decisiones al vaivén de las modas, sino que se convierten en depositarias de un conocimiento y a la vez en gestoras del cambio social a partir de análisis e investigación. En ese sentido, tenemos Nacional para rato.

SEMANA: Por último, a raíz del acto terrorista en Andino ¿Por qué su indignación por un artículo del diario ‘El Tiempo’? 
I.M.: Porque es inaceptable que se relacione directamente al terrorismo con la universidad. La expresión “extremistas de la Universidad Nacional”, indica que aquí graduamos extremistas y no es así, nosotros formamos geólogos, físicos, ingenieros. Esa es una estigmatización que hemos tenido que cargar por décadas, es como el sentimiento que tenemos los colombianos en el exterior cuando se generaliza y dicen que todos somos narcotraficantes. No podemos seguir cargando esa cruz y los medios no pueden seguir relacionándonos con grupos terroristas.

SEMANA: ¿Por qué se continúa con la estigmatización?
I.M.: Hay un lastre que llevamos, ese de creer que la universidad es el centro de operaciones de grupos guerrilleros, y no lo hemos podido borrar. Cada vez que salen a la luz actuaciones negativas de algún egresado o estudiante lo primero que se dice es que pertenece la Nacional, no ocurre lo mismo con alumnos o profesionales de otras instituciones. En estos casos no se habla de los “ladrones graduados en tal universidad” o de los “defraudadores o violadores de tal otra”. La Nacional no tiene responsabilidad en las actuaciones de los egresados cuando no están en el ejercicio profesional para el que se les formó. Se nos puede criticar por la mediocridad de un profesional mal formado en la universidad, pero no por otras cosas.

Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/entrevista-con-el-rector-de-la-universidad-nacional-ignacio-mantilla/529221

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Entrevista a Laura Moyano: “En el último tiempo la identidad de género tomó una forma mucho más política”

Entrevista a Laura Moyano

“En el último tiempo la identidad de género tomó una forma mucho más política”

«Cuando me preguntan cómo me defino, digo yo soy Laura y punto, ahora cuando tengo que asumir una identidad política, soy una mujer trans», asegura Laura Moyano, activista trans, defensora de los derechos por las identidades sexuales y de género, y estudiante universitaria en la carrera de Comunicación con orientación en Planificación. También es maquilladora y trabajadora de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires.

Por Silvina Perugino: abogada, especialista en género y comunicación, Facultad de Periodismo y Comunicación Social UNLP (en etapa de tesis).



¿Qué es la identidad trans, travesti?

Una persona trans cuestiona el binomio de género, esta dicotomía de hombre y mujer, y como una cuestión performativa la identidad surge de un modo no tradicional, sin reproducir el orden social, es decir, esto de tener que ser lo que la sociedad quiere que seas. A través de estas cuestiones identitarias una se va construyendo la identidad a medida que va viviendo.

En el último tiempo la identidad de género tomó una forma mucho más política; a mí cuando me preguntan cómo me defino, digo yo soy Laura y punto, ahora cuando tengo que asumir una identidad política, soy una mujer trans.

También la cuestión identitaria tiene que ver con cómo podemos aportar en diferentes campos con otra mirada y que no todo sea tener que adaptarnos a aquel bonimio.


¿Trans y travestis son conceptos contrapuestos?

Las identidades políticas se asumen desde distintos puntos de vista, yo asumo la identidad trans y no el término travesti, creo que trans es una palabra que no engloba conceptos peyorativos, me siento más cómoda con ese término, por eso no asumo la palabra travesti, para mí no es una palabra que pueda resignificar, pero hay personas que sí la resignificaron, y por eso lo performativo del lenguaje.

Judith Butler habla mucho de eso, y claramente hay personas que tienen la posibilidad de apropiarse de ese insulto, o esa, una palabra que tenía esa carga negativa y transformarlo. Me parece que la palabra trans no carga con eso y nombra a un conjunto de identidades, también creo que no es tan importante ponerle una categoría a cada cosa.


El concepto trans, para vos genera otra mirada…

Sí, el término también viene más de lo académico, y permitió romper el perjuicio que se había instalado desde los medios de comunicación en el imaginario social donde se veía nuestras identidades como peligrosas, personas escandalosas, metidas en la droga, y eso recaía sobre nosotras entonces cualquier persona que te veía asumía que tu vida era de determinada manera, en algún punto es algo que sigue pasando.


Hubo avances que permitieron revisar esas miradas…

Claro, tenemos una ley de identidad de género, una ley de cupo laboral trans y un montón de avances en materias de leyes pero no así en lo social, eso lleva mucho más tiempo, quizá mirando un poco hacia atrás era impensado que una persona que no es trans se enterase sobre una dificultad que cualquiera de nosotras tuviéramos y nos diera una mano; ahora tenemos gente, organizaciones, desde lo político y lo social, familiares, amistades que apoyan nuestro esfuerzo, pero porque se pudieron visibilizar cuales eran nuestras problemáticas. Antes no te podían ver ni siquiera caminando no podías existir no eras sujeta de derechos. No te veían en contextos laborales, yo nunca pensé que iba a estar trabajando en la secretaria legislativa por ejemplo. Sí tenía en claro que quería trabajar, pero no podía imaginarlo.


Hablamos de derechos consolidados…

Sin embargo, siempre hay que mirar para atrás y también ver que todo lo conseguido se puede revertir, que todo puede volver para atrás. Esto lo vemos mucho en lo discursivo, vienen otros tipos de discursos, por ejemplo los discursos que hablan de ideología de género de manera peyorativa queriendo deshistorizarla, descontextualizarla, quitar el contenido para decir todo lo contrario.


¿Los cambios legales generaron cambios desde lo subjetivo?

Han cambiado los contextos en que transitamos distintos ámbitos, hoy veo que suceden cosas que antes eran impensadas, no digo que no las soñemos, de cambiarte y salir a la facultad a estudiar y poder tener una vida común, sin que sea un sobresalto para el otro.


¿Y los cambios en ustedes?

A nosotros se nos había anulado lo que era el deseo, ese deseo fue coartado porque vos sabías que si deseabas estudiar tenías una sociedad en la que no tenías identidad, no tenías un derecho; sabías que ibas a tener un problema, estabas en permanente estado de alerta, sabías que alguien podía reaccionar, que podían remarcar que vos no eras mujer, como algo trascendental, como si eso le cambiara algo en su vida.

Ahora debemos ver cómo trabajar el deseo, y tratar de pensarnos también en cuanto analizar cómo fue nuestra educación, cómo fue el acceso a esa educación porqué nos sentíamos expulsadas en los sistemas de salud y de educación. En los sistemas de salud por ejemplo te desgasta tanto el sistema que terminás no yendo, o pululando de médico en médico.


¿Qué cuestiones siguen sin solución?

Una dificultad que vemos es que a las personas migrantes que no han tramitado sus documentos, no les respetan la identidad de género, cuando por ley deberían respetar la autopercepción y eso no depende del cambio de DNI, deberían respetarlo igual.

Otro problema es la formación por ejemplo de los médicos, que son formados sin perspectivas de género.

Es muy importante la perspectiva de género en la medicina. Por ejemplo las instituciones de salud y este tema de pensar la terapia hormonal, y tiene que ver que el cuerpo a través de ese reemplazo da un giro, la medicina debe saber cuáles son los procesos por los cuales pasa el cuerpo y los cambios y cómo se pueden sostener a través de esos procesos hormonales, incluso cuando preguntamos por orquiectomía .

Esta es una lucha que debemos darnos, este tratamiento actúa sobre un canal por donde circula la testosterona, cortando ese canal, para evitar que tengas que estar todo el tiempo tomando estrógenos. Esto por la ley de identidad de género se debe cumplir, son cirugías totales o parciales. Estos pedidos son burocráticos, pero debe comenzarse el camino, porque las obras sociales no pueden pasar por sobre una ley nacional. También la ley de identidad de género te permite la cirugía de feminización facial, sólo hay tres médicos en argentina que puede hacer eso, la especialidad es osteo craneal.


¿Y en el terreno de la justicia?

Creo que para la justicia nuestras identidades no importan, no hay investigaciones, peritajes, hay un sesgo claramente machista y patriarcal en determinadas situaciones.

Por ejemplo se han armado causas a las chicas trans para sacarlas de las zona roja, y puntualmente noto que la causa avanza más rápido para juzgarlas y encarcelarlas que lo que pueden avanzar cuando ellas son víctimas de un intento de asesinato. No hay coherencia en el sistema judicial, el poder judicial también debe modificar algunas cuestiones con respecto también a la situación de las víctimas.


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Entrevista a Iván Rodríguez: “El Estado peruano no tiene aún un proyecto de educación universitaria”

02 Julio 2017/Fuente:larepublica /Autor: David Pereda

El educador Iván Rodríguez, rector de la Universidad Ricardo Palma, lidera la Asociación de Universidades que aún litiga contra la Ley Universitaria. Hoy celebra 48 años de su universidad con una ceremonia en que reaparece el tradicionista y canta el legislador Francesco Petrozzi. Rodríguez comparte su reflexiones sobre la universidad en el Perú.

¿Nuestras universidades avanzan bien en investigación?

En ciencias sociales y humanas, la realidad del Perú es el mejor laboratorio. La investigación en ciencia es limitada por requerir laboratorios que no hay en Perú. Comparando con el primer mundo, lo que tenemos son juguetitos. Y los talentos se van porque en Perú ser investigador no puede ser una profesión. Tampoco se comercian las investigaciones: muchas quedan en archivo. Cuando presidí la ANR, premiamos una tesis del uso de plantas peruanas para hacer fármacos que bajen el colesterol.

¿Por qué se queda allí?

Porque no hay una industria. Nosotros somos más importadores. Y el Estado y la sociedad, incluidas las empresas, hay que mejorar la mentalidad y valorar la inteligencia.

La Ley Universitaria incide más en la investigación. ¿Hará salir más investigadores?

En tanto sea solo disposición legal, nada cambiará. Lo hará cuando pase como en el primer mundo: las empresas y el estado financian las investigaciones. Si no hay una interacción amigable universidad-estado-sociedad, ¿qué hacer? Los gobiernos ven las universidades como incomodidad.

¿Por qué?

Cuando hay problemas, se dan pronunciamientos de las universidades. Lo veríamos más si no estarían con una legislación punitiva de la autonomía, que si no te portas bien no te dan presupuesto. Sánchez Cerro y Odría cerraron y persiguieron a la universidad.

Ahora ya no las cierran…

No con tanques, pero hay modos indirectos, como tener a las universidades nacionales en situación de vida vegetativa: tienen un presupuesto que apenas les permite cubrir gastos corrientes, no tienen para más. Y presentaron un cuadro en que la responsable sería la universidad. Cuando he presidido la ANR, en el Congreso he hecho notar que la universidad es hechura de las leyes.

¿Y la Ley Universitaria? La ANR se opuso, aunque se le tachó como un club de amigos…

He demostrado que no es así. La universidad es autónoma y eso significa libertades…

Pero la educación es un servicio público, se regula….

No pueden responsabilizar de los problemas solo a la universidad. Ahora requieren un órgano suprauniversitario, que era la ANR. La Sunedu es un órgano del Ejecutivo con esencia de fiscalización y castigo. No está para verle una debilidad y ayudar a superarla. La ANR no fue un club de amigos: hemos cesado rectores, reorganizado universidades…

Pero había y hay varias universidades muy precarias…

Muchas funcionan no por órganos como el Conafu (de la ANR) sino porque hay acciones de amparo, medidas cautelares que han ganado y no podíamos hacer nada. Y el Congreso creó como quince universidades. Yo puedo desafiar: vean en el expediente si cumplen los dos requisitos: informe del MEF y de la ANR. Nunca se cumplió.

¿No debieron interponer un recurso para anular eso?

Tampoco se garantiza (lograr anularlo). Teníamos dos abogados para todo el país…

¿Reconoce que la ANR puedo haber sido más proactiva?

Puede haber algo de eso. En lo fundamental, se hizo lo que se pudo. El Estado no tiene proyecto de educación universitaria. No lo quiere hacer. Es tema picante y los políticos no conocen bien la universidad.

En el gobierno de García el ministro fue un rector…

Por eso hubo una época de más tranquilidad… Pero al no haber ese proyecto, con la Constitución de 1993, la educación se vuelve mercado. Y la Ley Universitaria mantiene eso. No derogó la universidad-empresa. Es un problema muy complejo. Yo acepto ese modelo pero para lo administrativo.

¿La experiencia no muestra el abuso de ese modelo?

La universidad está afectada en todos los sectores. Somos un conjunto heterogéneo. La ley actual trata de estandarizar. Eso es malo. Haciendo lo mismo cada universidad pone su sello. Esa es su autonomía.

¿Con la ley actual hay presión tipo ‘garrote y zanahoria’?

Pienso que sí. Es muy dura. La corrección no se da con castigo, menos en una institución de libertad. Es: “Si usted no cumple esto, lo cierro”. Es un poco sangriento.

¿Cómo cambiarla? La ASUP puso recurso en el TC…

Hemos ganado como acción popular. Un artículo dice que los funcionarios de Sunedu pueden interrumpir un proceso de admisión, rectificación, nombramiento, promoción, matrícula. En una universidad privada paralizar un proceso de matrícula es llevarla a la quiebra. Está en apelación por el Estado. Esperamos que se entienda bien el asunto. Un funcionario administrativo tenía poderes de jueces. Eso no puede ser así.

¿Y en el Congreso?

Debe haber modificaciones esenciales. Hay que recuperar aspectos de la autonomía revisando competencias de la Sunedu. Otros problemas son que está integrada por personas ajenas a las comunidades universitarias y su adscripción al Ministerio de Educación. Debe ser órgano autónomo: si la universidad es autónoma, el órgano que actúa sobre ella debe tener autonomía. La supervisión sería ejercida por el Congreso, como con los órganos autónomos. La superintendencia puede tener efectos administrativos. Todo esto es intervencionismo muy grande en las universidades.

¿Cómo afronta eso a la cabeza de la Ricardo Palma?

Hay un compás de espera por los reglamentos y modificaciones. Mientras, seguimos con nuestro sello. Aquí propiciamos el humanismo: poner al centro al ser humano y los valores. La formación profesional y de un ser humano cabal. Nuestra concepción es que el desarrollo de un país debe basarse en el desarrollo humano. Y exaltar nuestra cultura nacional, porque hay que peruanizar a los peruanos. Ahora cumplimos 48 años.

En este contexto, ¿qué significado tiene el aniversario?

Para nuestro aniversario y para cumplir nuestro deber con la sociedad nos olvidamos de las dificultades, ponemos entusiasmo y nos esforzamos por conseguir esos objetivos de crear mejores condiciones de formación y de servir a la sociedad en los mejores términos, a partir de diferentes programas, no solo formando profesionales. Hay educación continua, promoción social, comunal, prestación de servicios, muchas formas en que hacemos llegar la acción de la institución a todos los sectores de la sociedad, asentamientos, etc., incluso más allá de Lima.

Fuente de la entrevista: http://larepublica.pe/impresa/politica/891153-ivan-rodriguez-el-estado-peruano-no-tiene-aun-un-proyecto-de-educacion-universitaria-video

Fuente de la imagen:https://idl-reporteros.pe/wp-content/uploads/2013/04/ivan-rodriguez..jp

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Entrevista a Fernando de la Riva: «Las estructuras de poder no creen en la inteligencia colectiva»

02 Julio 2017/Fuente: bloginteligenciacolectiva/Autor: Amalio Rey

Si hay algo que define a Fernando es que, además de ser un tío brillante y que habla claro, es muy buena gente. Un madrileño reconvertido en gaditano  con mucha sabiduría forjada a base de compromiso y generosidad. Se define como educador social, consultor de organizaciones y especialista en dinámicas participativas. Miembro del CRAC (Centro de Recursos para Asociaciones de Cádiz y la Bahía) hoy convertido en el Colectivo de Educación para la Participación, una interesante comunidad abierta a personas de cualquier lugar que compartan la pasión por aprender a construir democracia y ciudadanía.

Su trabajo dentro del Equipo CRAC consiste en incorporar metodologías participativas para mejorar el funcionamiento de las organizaciones, fomentando la gestión de la diversidad y el conflicto, el cuidado de las personas, la apropiación participativa de tecnologías sociales para la dinamización de grupos grandes y los nuevos modelos de liderazgo.

Fernando tiene una larga experiencia cultivando y desarrollando tejido asociativo, y en los últimos tiempos concentra buena parte de su atención en fomentar la educación participativa entre los jóvenes y en apoyar al movimiento asociativo para la plena inclusión de las personas con discapacidad intelectual. Toda esta experiencia lo hace una persona muy conocedora de cómo funciona la inteligencia colectiva a pie de calle. Admiro la trayectoria de Fernando, y me apetecía mucho entrevistarlo. Sus respuestas, como verás, no defraudan:

1.- Para fijar el lenguaje que vamos a utilizar: ¿cómo definirías la “Inteligencia Colectiva”?

Para mí “inteligencia colectiva” es la sabiduría que se acumula como consecuencia de los procesos (reflexivos, deliberativos, cooperativos…) de construcción colectiva (análisis de la realidad, identificación de necesidades, búsqueda de alternativas, resolución de problemas…) de un grupo de personas. Soy consciente de que hay muchos paréntesis en mi definición, porque me parece que es un concepto complejo. En la práctica (simplificando mucho) significa que un grupo de personas que coopera en la resolución de un problema encuentra habitualmente las mejores soluciones.

2.- Me gustaría saber tu opinión sobre cómo influye la inteligencia y otros atributos individuales de los participantes en el resultado grupal. Por ejemplo, si crees que añadiendo gente más inteligente a un grupo eso aumenta las probabilidades de que éste genere resultados colectivamente más inteligentes. Esta es una pregunta que nos hacemos muchos: ¿cómo influye lo individual en el rendimiento y eficacia colectiva?

Creo que es determinante, para bien y para mal. Para bien, los perfiles individuales positivos y propositivos (con disposición positiva, buenas habilidades sociales, capacidad natural de liderazgo) pueden contribuir claramente a que la interacción sea más satisfactoria y productiva. En sentido contrario también funciona: una mala disposición individual o malas habilidades comunicativas o relacionales pueden bloquear o frustrar el proceso de construcción colectiva. No creo que sea, al menos SOLO, una cuestión de personas más “inteligentes”, sino también de motivación y de habilidades (¿podemos hablar de inteligencia emocional?) de quienes participan en los procesos. También es cierto que un buen diseño metodológico puede ayudar mucho a compensar y equilibrar las diferentes capacidades existentes en cualquier grupo. Por lo general, los grupos de “expertos”, por ejemplo en el ámbito académico, tienen –curiosamente- más dificultades para interactuar y construir colectivamente, y esta situación tan común yo la relaciono con el ego sobredimensionado y la competencia mutua.

3.- ¿Qué factores determinan, a tu juicio, que un grupo sea más inteligente colectivamente?

Voy a intentar resumirte los factores que me parecen más determinantes:

  • Motivación: disposición positiva de los miembros del grupo hacia la tarea común, identificación con los objetivos, conocimiento mutuo y cohesión intergrupal.
  • Competencia y experiencia en relación al objeto de la tarea común: el grupo es más inteligente si sus miembros tienen experiencia y conocimientos previos relacionados con el problema o la tarea. Aunque esto, en ocasiones, implica prejuicios y estereotipos que –si no se producen previamente los necesarios “des-aprendizajes”- pueden convertirse en serios obstáculos.
  • Capacidades y habilidades para la interacción y la construcción colectiva: capacidad de escucha, expresión, diálogo, síntesis y resolución de conflictos, entre otras.
  • Metodologías apropiadas de trabajo: un buen diseño previo, objetivos claros, buenos métodos y técnicas, y herramientas adecuadas.
  • Liderazgos distribuidos o compartidos: o sea, el liderazgo como impulso es siempre necesario, pero si se concentra demasiado –o no se pone al servicio del proceso grupal- anula la IC.
  • Diversidad de enfoques o disciplinas: creo que, cuando en un grupo se articulan miradas y aportes diversos, desde perspectivas y enfoques distintos, las soluciones son más inteligentes, más ricas.
  • Condiciones adecuadas de tiempo y espacio: esto tiene que ver también con las Entiendo que unas condiciones favorables ayudan a la IC, aunque a veces pueda ser favorable una cierta “presión” en las condiciones que estimule la construcción de respuestas.

4.- ¿Cómo definirías a la “estupidez colectiva”? ¿Cuándo una decisión colectiva se puede considerar “estúpida”?

Yo la defino como un estado de obcecación en el error (de juicio, de decisión…) de un grupo y de sus miembros. Me vienen a la cabeza distintos ejemplos (relacionados con el fútbol, con la televisión basura, con cualquier “fenómeno fan”…) que hablan de esa “estupidez colectiva”, pero en los que, indudablemente, las personas que participan encuentran satisfacción, aunque sus opciones no parezcan muy inteligentes. Y esto me refuerza en la idea de que la participación, y la IC, tienen mucho que ver con la satisfacción (para bien y para mal).

5.- ¿Entonces se podría decir que la elección presidencial de Donald Trump es un ejemplo de “estupidez colectiva”? porque los millones de personas que lo eligieron no pensarán lo mismo, así que: ¿dónde deberíamos poner el marco de referencia para discernir lo que es “estúpido” o “sabio” colectivamente?

Claro, la percepción de la estupidez es subjetiva, y a veces lo que puede parecer estúpido conduce a buenos resultados finales. Creo que la clave (si es que existe solo una) está en la respuesta a las necesidades y los intereses del grupo, a su bienestar y felicidad. Ahora, define bienestar y felicidad: ¿Se puede destruir el planeta para consumir más? ¿Se puede eliminar a millones de judíos o rechazar a millones de refugiados o inmigrantes para vivir mejor? Creo que la ética también tiene algo que decir… y con ello seguimos metiéndonos en frondosos jardines.  En resumen, están los intereses y necesidades del propio grupo, pero también los intereses y necesidades de los otros, de la comunidad, de la humanidad. Está presente la dimensión ética que tiene que ver con los otros y por eso es necesario preguntarse: ¿una solución puede ser eficaz, correcta, inteligente… aunque sea a costa del bienestar de los otros? Por eso, la elección de Donald Trump tal vez pueda ser una decisión sabia para muchos votantes estadounidenses, pero para el resto de la humanidad es un claro ejemplo de estupidez colectiva.

6.- Los procesos de “acción” colectiva, en los que hay que coordinarse para hacer/producir cosas tangibles y generar un impacto real, parecen ser más complicados de abordar colectivamente que aquellos que se limitan al aprendizaje y la reflexión grupal. Como todo en la vida, no es lo mismo hablar que hacer así que, de acuerdo a tu experiencia: ¿Qué necesidades específicas tienen los procesos de acción colectiva respecto de los de aprendizaje, deliberación y reflexión?

Es que me cuesta ver la diferencia. O sea, creo que un buen proceso de “acción colectiva” debe incluir el aprendizaje, la deliberación y la reflexión. No entiendo que sea posible pasar a la acción de golpe, salvo que se trate de problemas simples. Y entiendo, así mismo, que un proceso de aprendizaje, deliberativo y reflexivo, debe conducir a la acción, a la producción. Al menos, si nos referimos al ámbito de la intervención social.

Esta es la base fundamental de la educación popular. Recuerdo el título del libro de mi hermano, Carlos Núñez Hurtado, el gran educador popular mexicano: “Educar para transformar, transformar para educar”, que expresa bien esta dialéctica entre aprendizaje y acción. Creo que este principio, esta relación estrecha, vale para cualquier proceso, aunque su importancia sea diferente de acuerdo con el carácter de las necesidades o problemas que se abordan. Pero, cualquier proceso de construcción colectiva implica algún tipo de aprendizaje.

7.- ¿Se puede prescindir de los expertos y confiar en la opinión colectiva (el “crowd”) para cualquier tema?

No sé si se debe plantear la cuestión en términos de oposición o de síntesis, en forma de “o” o en forma de “y”. Creo que no se debe prescindir de los expertos y tampoco de la sabiduría colectiva. Pienso que se les debe poner a trabajar juntos. Claro, eso significa que los expertos creen en la IC y trabajan para facilitarla, porque de otra forma no funciona. Para diseñar bien la consulta necesitamos a los expertos. Sigo refiriéndome al ámbito de lo social, donde la construcción colectiva se refiere a lo común, a lo comunitario, que incluye a todos los actores, que son objeto y sujeto al mismo tiempo. Tal vez esto funcione de distinta manera en otros ámbitos (las ciencias, la tecnología, la ingeniería…), pero en lo social me parece muy claro.

En mi experiencia, ha habido ocasiones en que los expertos encontraron “buenas” soluciones que fueron inaplicables porque las personas o colectivos sociales objetos de esas soluciones no las entendieron, ni las hicieron suyas. Y por el contrario, ha habido “malas” soluciones (desde la mirada experta) construidas colectivamente que, si no solucionaron el problema, sirvieron para generar otras dinámicas o poner en marcha otros procesos que fueron útiles al colectivo y permitieron encontrar soluciones alternativas. O sea, quiero decir que la “eficacia” de las respuestas no solo depende, en el ámbito de lo social, de la “calidad técnica” de las mismas, sino de sus posibilidades de apropiación por parte de los sujetos, de las personas y de los grupos sociales. Y entonces es decisivo el carácter colectivo y participativo del proceso que hace posible esa apropiación.

8.- ¿Pero tiene sentido pedirle a la gente que opine/decida sobre algo que le afecta pero que (por la complejidad del asunto) no sabe cómo le afecta?

Creo que algunas de mis respuestas anteriores apuntan en esta misma dirección: la democracia no es solo votar o decidir, es también deliberar y reflexionar, implica información y aprendizaje. Creo que el dilema es efectivamente falso e interesado. O sea, sirve de coartada para justificar la decisión de unos pocos, porque “¿cómo van a opinar o decidir las personas sencillas sobre algo que desconocen?”, y nos ahorramos el esfuerzo de informar, debatir y facilitar los aprendizajes necesarios.

Hace algunos días, un líder ciudadano natural de Cádiz, explicaba a una asamblea de desempleados que nunca deben aceptar la extendida idea de que “los presupuestos municipales son muy complejos, difíciles de comprender, solo para gente entendida”, que con tiempo y preguntando se entiende todo. Creo que el esfuerzo por presentar y explicar con claridad los presupuestos sería una clara expresión de la voluntad de impulsar la participación, la deliberación, el debate… Lo contrario es lo contrario. Si prefiero que la gente no opine, no interfiera, no moleste… lo presentaré y explicaré de una forma oscura y cuanto más compleja mejor. Por eso, hablando de IC, de participación ciudadana y de políticas públicas tiene tanta importancia eso de lo que se habla tanto (y se practica menos) que es la “transparencia”.

9.- ¿Y no es posible, Fernando, que las consultas colectivas, como expresión de IC, tiendan a generar soluciones previsibles y poco innovadoras?

Creo que parte del problema tiene que ver con la identificación de la IC con la mera consulta, pero sin embargo considero que no tiene por qué limitarse a ella, puede incluir el análisis, la búsqueda de alternativas, la deliberación… y debe incorporar métodos y técnicas más complejos que la mera consulta, a través de los cuales pueda ser posible estimular el pensamiento divergente o disruptivo, la innovación, etc. Otro problema es la identificación de lo colectivo con lo masivo. Entiendo que las dimensiones de los procesos, especialmente cuando son masivos, requieren de mecanismos y procedimientos, apropiados, que permitan verdaderos PROCESOS (y lo digo en mayúsculas) de construcción colectiva con distintos grados y niveles de participación que, tal vez, puedan concluir en una consulta masiva (o no).

En el fondo, me sigue sonando al debate sobre los expertos y la masa, y a una cierta justificación para seguir dando prevalencia al conocimiento experto sobre la ignorancia de la masa. Dicho lo cual, los “expertos” de hoy seguramente también son los primeros opositores a los procesos y proyectos realmente innovadores, porque  les sacan de su zona de confort y ponen en cuestión su parcela de poder experto.

10.- ¿Y por qué crees que la participación suele ser tan baja en los procesos de Inteligencia Colectiva?

Todo el debate (las preguntas y las respuestas) es, al fin, ideológico. O sea, formamos parte de un sistema individualista y competitivo que no quiere la participación social, no la estimula, no la educa en las escuelas ni en la familia, la desincentiva en los medios, etc., etc.,… ¿y nos sorprendemos del bajo interés y la baja participación? ¿No es, acaso, lo que buscábamos? ¿Dónde está la sorpresa?

Me pregunto cómo serían las cosas si el paradigma fuera otro, si la escuela y la familia educaran a favor de la inteligencia colectiva y de la cooperación comunitaria. Mi experiencia es que las personas de cualquier edad (los niños, ni te cuento) encontramos placer en la participación cooperativa y descubrimos con satisfacción que es productiva, que consigue alcanzar buenas soluciones (innovadoras, satisfactorias y apropiables). Pero estas experiencias positivas de construcción colectiva son escasas en el proceso de socialización y en la vida cotidiana.

Sigo pensando, como en todas las respuestas, que en el fondo (aunque, en la forma, se diga otra cosa) las estructuras de poder (económico, político, cultural, experto…) no creen en la inteligencia colectiva, porque implica creer en otro reparto del poder y por eso no la incentivan. Lo hacen solo “de boquilla”. Pero existen metodologías apropiadas, incluyendo el diseño y la gestión, que pueden facilitar los necesarios procesos de aprendizaje, individual y colectivo, que hagan posible el desarrollo de la IC y su implementación en todo tipo de procesos.

Fuente de la entrevista: http://bloginteligenciacolectiva.com/las-estructuras-poder-no-creen-la-inteligencia-colectiva-entrevista-fernando-la-riva/

Fuente de la imagen: http://bloginteligenciacolectiva.com/wp-content/uploads/2017/02/Fernando-de-la-Riva.jg

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Entrevista a Ricardo Amasté: «Tenemos que rebajar la ansiedad en los procesos colectivos»

02 Julio 2017/Fuente: bloginteligenciacolectiva /Autor: Amalio Rey

Ricardo AMASTÉ, Richi para los amigos, es un “desartista” y habitante de ColaBoraBora, desde donde exploran colectivamente los territorios del procomún, el feminismo, la permacultura o la “ecoSInuestra” (juego de palabras que refuta la “ecoNOmía”). Aprecio mucho a Richi no sólo por su brillantez, sino también por su honestidad e implicación en lo que hace. Dice moverse habitualmente entre el “preferiría no hacerlo” y el “¡no puedo parar!” pero mi experiencia es que si dice que va a estar, está. De hecho, es de las personas que más me está ayudando en el proyecto de libro de Inteligencia Colectiva que estoy escribiendo.

Va a ser difícil resumir en formato post la extensa conversación que tuvimos vía e-mail (más un encuentro más distendido en Málaga, donde tratamos más temas) pero espero conseguir transmitir lo más interesante que me contó este fenómeno 😊

¿Qué te sugiere la “Inteligencia Colectiva” en términos prácticos, o sea, qué significado le darías si lo escuchas o utilizas en un texto o conversación? Que conste, Richi, que no busco necesariamente una definición académica.

Para mí es la suma multiplicadora resultante del equilibrado cruce de deseos, capitales y coyunturas, de una comunidad y los individuos que la componen. El resultado de la combinación de capacidades y la superación de limitaciones de un grupo para acometer una situación. El producto de la cooperación y el mutualismo, o como decían en La Bola de Cristal: Solo no puedes, con amigos si”.

Dicho eso, la verdad es que últimamente tengo más sospechas que nunca hacia la proliferación de lo “inteligente”. Lo smart está por todas partes y va de la mano de unos intereses cada vez más evidentes y determinados. Parece que lo inteligente está asociado a lo civilizado (civilizatorio), al pensamiento normativo, lógico, heteropatriarcal, capitalista… e incluso a lo creacionista. Es curioso con lo que te encuentras al buscar “diseño inteligente” en la Wikipedia.

Es cierto que las perspectivas de la inteligencia colectiva, o las inteligencias múltiples, tratan de transformar ese paradigma, igual que la idea de smart citizens contrapuesta a la de smart cities. Pero quizás de lo que se trate sea de poner en cuestión la propia idea de “inteligencia”. No tengo una respuesta, pero creo que el tema tiene bastante relación con la bipolaridad inteligente vs. estúpido. También con lo socialmente reconocido y legitimado, y lo que supuestamente son decisiones inteligentes.

También hay que tener claro que la inteligencia colectiva potencia la cooperación, pero no desde el reduccionismo de todas juntas todo el rato. Significa saber distribuir roles y responsabilidades de forma colectiva y consensuada (idealmente de forma cíclica y equilibrando tareas productivas y reproductivas), dejando también espacio para los desbordes. En una contrarreloj por equipos, el tiempo no lo marca quien llega primero, sino el tercero, cuarto o quinto ciclista. No gana alguien suelto que corre más por libre, sino quienes consiguen optimizar el ritmo colectivo. No es la entelequia de la autonomía individual, sino la potencia de la interdependencia colectiva. Eso no significa que no haya que tener en cuenta a las especialistas o atender a las sensaciones individuales. Al contrario, la inteligencia colectiva consiste en saber interpretar de la mejor forma posible todos esos factores.

¿Qué ejemplos de éxito conoces de Inteligencia Colectiva (IC)? Me gustaría que me cuentes algunos ejemplos de proyectos colectivos en los que has participado, que conoces de primera mano, y que han ido bien.

Hay muchos ejemplos de muy diversos tipos. Uno de ellos, por ejemplo aquí en Euskal Herria es la puesta en valor, recuperación y normalización del euskera desde la sociedad civil organizada, ya desde la dictadura y que con el tiempo ha conseguido trasladarse a las instituciones. Este proceso se ha servido de dispositivos como las ikastolas(escuelas en las que la enseñanza se imparte íntegramente en euskera), euskaltegis (academias para el aprendizaje de la lengua) o la Korrika (una marcha reivindicativa bienal con forma de carrera popular de relevos de dos semanas de duración que recorre distintos puntos de Euskal Herria).

Otro es el 15M, una forma de movilización social que ha superado la lógica de los movimientos sociales, con características rizomáticas, abiertas, distribuidas, informales, inclusivas. Un proceso de calado, de cocinado lento, conflictivo desde lo dialógico, contradictorio desde sus propios desbordes; que ha generado y seguirá generando poderosos efectos, algunos ya visibles, pero cuya verdadera potencia probablemente es aún imperceptible.

Uno de mis favoritos, por lo concreto en el qué y lo transformador en el cómo, es la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca). La PAH agrupa, como sabes, a personas con dificultades para pagar la hipoteca o en proceso de desahucio y personas solidarias con esta problemática. Para mí lo más significativo de la PAH es cómo, partiendo del estigma culpabilizador individual del “has vivido por encima de tus posibilidades”, hizo de la vulnerabilidad una virtud, para pasar del drama individual a la potencia política colectiva.

Por último, WikiToki, una comunidad en la que estamos involucradas desde ColaBoraBora, que a primera vista puede parecer un co-working pero es un laboratorio de prácticas colaborativas en Bilbao, en el que distintos agentes desarrollamos nuestra actividad productiva, tratando de articular relaciones mutualistas y poner la vida en el centro. WikiToki es una comunidad de práctica dispuesta a experimentar consigo misma, problematizándose de manera propositiva, abordando los conflictos desde los afectos y los cuidados, poniendo tanta o más atención a los procesos que a los resultados, o escuchando sus sentires para redefinir y ajustar sus ritmos y expectativas.

Ahora te propongo invertir la pregunta: ¿Qué ejemplos de fracaso conoces de Inteligencia Colectiva (IC)? Sugiero entender como “fracaso”, si te parece, que haya tenido un impacto, o unos resultados, significativamente inferiores a las expectativas creadas.

El fracaso es simplemente una parte más del proceso de (des)aprendizaje colectivo, en el camino de deconstruir el paradigma competitivo del capitalismo heteropatriarcal, para hacer posible otro. Vivimos en una época manierista en la que un paradigma está dejando de ser (y se revuelve), y otro no termina de ser (y se revuelve también).

Quienes apostamos por lo colectivo, cooperativo, solidario, feminista, procomunero… tenemos que rebajar la ansiedad, entender que las transformaciones profundas son cíclicas y generacionales (por ejemplo, no estaríamos aquí sin los anarco comunitaristas del XIX), disfrutar de la prueba-error como parte del proceso, ir consolidando y desplegando iniciativas… La prisa, la eficacia y el éxito son tres potentes drogas que nos ha inoculado el sistema y aunque reconozcamos su adicción, no somos tan capaces de pasar de “el mono”. Una forma de hacerlo es pasarlo en colectivo, en plan “Alcohólicos anónimos”. Tenemos que aprender de la historia para leer el presente y dejarnos fluir hacia el futuro. Y en ese camino, los fracasos son hitos de los que aprender tanto como de los aciertos.

¿Qué factores determinan, a tu juicio, que un grupo sea más inteligente colectivamente?

Quizá la clave sea encontrar el equilibrio entre lo individual y lo colectivo (deseos, necesidades, intereses, capacidades…). Dos principios que ayudan a fijar esta posibilidad es: 1) “Dar lo mejor de una misma y conseguir lo que cada cual necesita” (meetcommons) y, 2) “Vivir el comunismo y propagar la anarquía” (Comité Invisible). Como factores críticos podríamos identificar: los egos, las prisas o los miedos no compartidos, entre otros.

En nuestro proceso de investigación-práctica alrededor de lo colaborativo, en ColaBoraBora nos ha resultado de gran utilidad el vídeo “On rules and monsters – An introduction to free cooperation”, de Christoph Spehr y Jörg Windszus, un ensayo audiovisual sobre los monstruos que habitan el camino de ida y vuelta entre la cooperación forzosa y la cooperación libre. Es muy interesante cómo su propuesta para pasar de un paradigma al otro se basa en cambiar tres principios: 1) Del ¡No toques las reglas básicas!, al ¡Hazte con las reglas!, 2) Del ¡Nunca pares la máquina!, al ¡Tú pones los límites!, 3) Del ¡Obedece o paga!, al ¡Nadie es imprescindible y todas somos necesarias! Los tres son igual de importantes, pero si hubiese que quedarse con uno, me quedaría con el primero. Es fundamental que el grupo pueda establecer de forma dialogada sus propios objetivos y sus propias reglas, que no le vengan predeterminadas y siempre puedan ser modificables. ¡¡No dejes de ver este vídeo, Amalio!!

Te dejo también el link a la ”Guía incompleta para colaborar” en la que se tratan algunas cuestiones sobre los procesos colaborativos. Está escrita hace ya bastante, así que con la experiencia acumulada habría muchas cosas que matizar, pero creo que aún puede resultar útil.

¿Cuándo una decisión colectiva se puede considerar “estúpida”? ¿Cómo definirías a la “estupidez colectiva”? ¿Dónde crees tú que deberíamos poner el marco de referencia para discernir lo que es “estúpido” o “sabio” colectivamente?

Se me ocurren varias definiciones: 1) “La estupidez colectiva es como la tragedia de los comunes, una trampa social, un oxímoron muy conveniente para el sistema imperante”, 2) “La estupidez colectiva es el producto del desencuentro de individuos que en vez de escuchar al resto se encierran en su pensamiento de que ellos lo harían mucho mejor”, 3) “La estupidez colectiva es querer tener las respuestas sin haberse hecho las preguntas, pretender el resultado sin atender al proceso”.

Quizá la propia dicotomía binaria entre inteligencia y estupidez sea ya perniciosa e interesada.  Pienso en películas como “Dos tontos muy tontos”, “No me chilles que no te veo”, “Loca academia de policía”, “La cena de los idiotas” o “Accepted”. Esta última es mi favorita, porque bajo la apariencia de una “estúpida” comedia americana se esconde todo un tratado sobre educación e inteligencias propio de Howard Gardner y sus inteligencias múltiples, o de Jacques Rancière y su maestro ignorante. ¡Si no la has visto, vela!!

He pensado mucho en esta pregunta en los últimos meses y sobre todo tras las elecciones del 26J. Lo fácil es pensar que un % muy elevado de la sociedad española es estúpida, que sigue votando a quienes claramente le estafan. Pero quizás la estupidez esté del lado de quienes no estafando y con supuestas intenciones favorecedoras del bien común, siguen sin conectar con la mayoría social. Tan estúpido es el conservadurismo del más vale lo malo conocido, que la soberbia del si no me votas es que no sabes lo que haces. Quizás la clave no esté tanto en los qué’s, sino en los cómo’s, para que sean mucho más dialógicos, procesuales, empáticos, didácticos, experienciales, de ir haciendo posibles las condiciones e ir ajustando los ritmos. Creo que la verdadera inteligencia, la sabiduría colectiva, se encuentra no sólo en descubrir eso, sino en aceptarlo, para poder operar desde una lógica mucho más permacultural que revolucionaria. Una inteligencia basada en el (h)mor, con h, de dejarse habitar por el otro, sin ser colonizada.

Sabes que este tema me interesa mucho y que ha sido materia de conversación (incluso de discrepancia) nuestra en ocasiones: ¿Crees que la “eficienciacolectiva” es un atributo necesario para el éxito de estos proyectos, o piensas que por la propia naturaleza de los procesos colectivos, deberíamos prescindir de ella?

La eficiencia puede ser un buen horizonte, si vaciamos el término de la lógica productivista capitalista que lo liga a la eficacia, para vincularlo a lo “aefectivo” (tan afectivo como efectivo). Creo que tiene que ver con la ecología política y el buen vivir, con disfrutar del tiempo que pasamos juntas (incluyendo ahí el tiempo de los conflictos y lo reproductivo), sin caer en exceso en el regodeo, la autocomplacencia y la autorreferencialidad.

Volviendo al tema nuclear de la participación y su impacto, por ejemplo, en la democratización de la política, te pregunto: ¿Tiene sentido pedirle a la gente que opine/decida sobre algo que le afecta pero que (por la complejidad del asunto) puede no saber cómo le afecta? Está claro que hay que consultar a lo/as afectado/as por un mero sentido de legitimidad, pero… ¿qué pasa cuando consultamos a la multitud sobre algo que no entiende con la profundidad necesaria? ¿Será demagógico, o populista, hacer eso? Pero por otra parte: ¿Cómo sabemos que no lo entienden?

Entonces la clave es que entiendan. Lo importante no es tanto decidir, como comprender y por tanto, hacer deseable y accesible esa comprensión (individual y colectiva). La inteligencia colectiva se fundamenta en ciudadanas inteligentes, implicadas y co-responsables.

La administración burocratizada se ha escudado mucho en este tipo de discurso, igual que las ciencias y las artes, o ahora todo el entorno tecnológico. Esos tipos de ámbitos se han legitimado a si mismos, en parte gracias a la incomprensión técnica de la masa. Movimientos diversos como los del “Open source”, la “Lectura fácil”, la “Accesibilidad universal” o la “Vida independiente”, son muy pertinentes en este sentido, poniendo el centro en las personas como sujeto político y no como meras destinatarias o usuarias de productos y servicios.

Un ejemplo muy interesante son las D.O.T. (Directrices de Ordenación del Territorio), algo complejo y holístico, cuya existencia generalmente desconoce el ciudadano medio, pero cuya determinación puede afectar a las formas de vida de varias generaciones en una región y por tanto, en lo que hay muchos intereses en juego. Ante eso, los procesos de toma de decisiones se hacen habitualmente por la Administración junto a agentes expertos y lobbies. Pero dado el calado de las decisiones es necesario abrir esos procesos a la ciudadanía y para ello, lo primero es entender de qué se trata. Un ejemplo de un intento de avanzar en esta dirección puede ser el reciente proceso participativo de revisión de las DOT de la CAPV. (un proceso institucional que entre otras cosas es fruto del trabajo ciudadano hecho previamente desde Desazkundea).

Los bajos niveles de participación suelen ser un problema en los procesos colectivos: ¿Por qué la participación suele ser tan baja? ¿Crees que la gente está verdaderamente interesada en participar?

Hay un problema de base que afecta a la educación y costumbre de todas las partes. Nos hemos educado en la delegación y la representación y no en la participación directa, co-responsable y auto-organizada. Los propios mecanismos de participación democrática están desarrollados en esas claves de delegación representativa y no están preparados para la conversación, para el intercambio, para el trabajo colaborativo y las decisiones colectivas. En este sentido, también es necesario pensar sobre las condiciones materiales para participar:el asegurar la sostenibilidad de la participación de las diferentes partes afectadas, la disposición de tiempo (tanto la cantidad de dedicación necesaria como las horas a las que suelen convocarse estos procesos), o las barreras tecnológicas, de lenguaje y conocimiento,

Además. son necesarios procesos de empoderamiento de quienes no están habituados a participar y decidir, y de desempoderamiento de quienes dan por hecho que el poder de tomar decisiones le corresponde a ellos. Lo más importante es que a participar como de verdad se aprende es participando.

Ahí te dejo una presentación que hicimos hace dos años para un curso de verano sobre participación y planificación estratégica que aborda un poco estas cuestiones.

¿Por qué tenemos tan pocos casos de éxito (Wikipedia, Linux) de proyectos de Inteligencia Colectiva basados en la colaboración a gran escala? ¿Eso se debe a un déficit estructural, de viabilidad, o es un problema de diseño, de cómo se han concebido y gestionado en la práctica esos proyectos?

Desde luego, hay un (fascinante) problema de diseño, que se está abordando desde lógicas como la del software libre y la ética hacker, el design thinking, la permacultura, etc. Pero diría que ese es sólo el síntoma o la cara más visible y evidente del problema. Probablemente ahí subyacen problemas culturales y/o de percepción.

En cuanto al problema cultural, estamos en un momento de cambio de paradigma, aprendiendo a hacer las cosas de otra manera. Esos ejemplos recurrentes son sólo la punta del iceberg, pero cada día hay más y más ejemplos que van haciéndose visibles y cogiendo escala. Pero quizá también es el momento de repensar esas ideas de escala-crecimiento.

Esto último enlaza con el problema de percepción. Seguimos reconociendo como proyectos exitosos aquellos que juegan con una escala-lógica global, total, unívoca, monoteísta y binaria. No valoramos otras posibilidades para definir el éxito, ni queremos asumir, ni disfrutar, la complejidad.

Y por otra parte, nos hemos acostumbrado a significar hitos puntuales, pero en realidad todo es fruto de una evolución colectiva que tendemos a minusvalorar, desde el hallazgo del fuego a Internet, todo son procesos. No sólo es el momento en que salta la chispa, sino todo el camino hecho hasta ahí (con todas las pruebas y error) y el que hay que hacer para que cada hallazgo cale en la sociedad, se desarrolle y consolide.

Fuente de la entrevista: http://bloginteligenciacolectiva.com/tenemos-rebajar-la-ansiedad-los-procesos-colectivos-entrevista-ricardo-amaste/

Fuente de la imagen: http://bloginteligenciacolectiva.com/wp-content/uploads/2017/05/Ricardo-Amaste.jpg

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Entrevista: “Nuestro estado emocional influye en el aprendizaje y la convivencia” afirma Antonio Sánchez Román

1 de julio de 2017. Fuente: Educación 3.0

Antonio Sánchez Román: “Nuestro estado emocional influye en el aprendizaje y la convivencia”

Orientador del IES Asta Regia (Jerez de la Frontera, Cádiz) y autor del ‘Antiprograma de Educación Emocional’, la trayectoria profesional de Antonio Sánchez Román siempre ha estado ligado al estudio de las emociones, la afectividad, la comunicación no verbal o la resolución de conflictos. Pionero en la introducción de la Educación Emocional como asignatura curricular obligatoria en un centro público de Jerez, hace ya 9 años, este maestro recién jubilado cree profundamente en la necesidad de un cambio de paradigma educativo en el que tengan cabida las emociones a lo largo del proceso de aprendizaje. Y para ello afirma que la educación emocional debe tener un espacio propio en el horario escolar. El centro ha obtenido el Premio ‘Cultura de paz y convivencia escolar’ de la Junta de Andalucía y quedó finalista al Premio nacional de Acción Magistral.

¿Cómo surgió la idea de llevar la educación emocional al aula?

Antonio Sanchez RomanSe debe a un sentir profundo de que es necesario trabajar por un nuevo paradigma en la escuela, por un cambio que permita ver a la persona en su integridad, como un ser único y completo. Y para ello, el aspecto emocional es fundamental. A esto, además, se unen los últimos descubrimientos científicos sobre neuroeducación, que demuestran que nuestro estado emocional influye en el aprendizaje y la convivencia.

En el caso concreto del centro en el que yo estaba, también surgió como respuesta a una situación de compensatoria y bajo rendimiento académico y del interés del claustro.

Su instituto, el IES Asta Regia, ha sido pionero al incluir la educación emocional en su currículum, ¿cuál es el balance en todo este tiempo?

Comenzamos hace 8 años impartiendo talleres con alumnado disruptivo para mejorar la convivencia. Nos dimos cuenta de que los alumnos tenían un comportamiento correcto durante las sesiones, la dificultad llegaba cuando se incorporaban a su clase y volvían a repetir los mismos patrones de comportamiento. Como afirma el especialista en educación emocional, Rafael Bisquerra, “la educación emocional es prevención primaria de salud”.

Iniciamos entonces un proceso de implantación de una asignatura de Educación Emocional con carácter obligatorio en los cursos de 1ª y 2º de ESO, dentro del horario de libre disposición. Y para los grupos de 4º de ESO, y 1º y 2º de Bachillerato, dentro de los proyectos integrados y en el Plan de acción tutorial. Con las familias comenzamos un taller que tiene un recorrido de siete cursos escolares.

Los alumnos vivencian la alegría de comprender y ponerse en el lugar de los otros, desarrollan la compasión y se sienten responsables de su propia vida

La valoración es muy positiva porque se han llevado a cabo múltiples intervenciones para mejorar tanto la convivencia como los resultados académicos. El programa en sí mismo ha supuesto un cambio en el modelo relacional con el alumnado, que aprende que existen diferentes alternativas que mejoran las relaciones con los demás y con ellos mismos.Los alumnos vivencian la alegría de comprender y ponerse en el lugar de los otros, desarrollan la compasión y se sienten responsables de su propia vida.

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/antonio-sanchez-roman-educacion-emocional/50465.html

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