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“El primero que tiene que ir feliz a la escuela es el maestro”

Por: Camila Londoño.

La profesora de primaria, Alicia Tojeir, fue nominada a uno premio que busca destacar la labor de los mejores profesores de España.

Alicia Tojeiro, profesora de primaria del colegio Isidro Parga Pondal en Oleiros, España, fue nominada a los Premios Educa Abanca Mejor Docente España, un galardón que busca reconocer la labor de los mejores docentes de este país. Casi 2.000 profesores fueron nominados en diferentes categorías y Alicia fue una de las diez nominadas de Galicia. En una entrevista con el medio La Voz de Galicia, esta profesora, cuyo método educativo se centra en el juego y la felicidad, cuenta cuál es la clave de su motivación, qué desafíos enfrentan los profesores y cómo pueden los estudiantes aprender mejor.

“El primero que tiene que ir feliz a la escuela es el maestro”, comenta Alicia.

Si esto no es así, explica, es muy difícil contagiar a los alumnos. Sin alegría y motivación, el aprendizaje es imposible. Ese es uno de sus principales secretos; esa es su estrategia esencial, la que le ha permitido llegar a todos sus estudiantes pese a las dificultades que ella y otros profesores enfrentan en España, como las condiciones de trabajo, el exceso de alumnos en las aulas y la falta de recursos. Los desafíos que enfrenta Alicia en el sistema educativo de este país no son muy distintos a los que enfrentan otros profesores de Latinoamérica, pero está convencida de que ella y muchos otros docentes pueden “arriesgarse y cambiarlo”.

Alicia no es una profesora que enseña sólo contenidos.

Ella, como lo menciona en la entrevista, se plantea por qué está en la escuela y una de las cosas que sabe bien, es que está ahí para ayudar a sus estudiantes a crecer. “No me limito sólo al libro. Es lo que hay detrás. Una labor amplísima. Quiero alumnos que sean empáticos, que aprendan a trabajar en equipo, que no se rindan ante las adversidades… Y quiero que entiendan que sólo si sigues, aprendes. Hay que esforzarse”. Esta profesora lleva 20 años dando clases y a lo largo del tiempo ha tenido que adaptar sus metodologías basada en los cambios que se han dado, no sólo en el sistema, sino en la forma como los estudiantes se enfrentan al aprendizaje.

“Si no se trabaja con una metodología inclusiva, estamos creando una sociedad fragmentada. Si ahora entendemos que todo el mundo tiene algo que aportar, el día de mañana no habrá tal discriminación. Nosotros, en el aula, hacemos el ejercicio de decir: Yo soy Alicia y se me da bien esto. También soy Alicia y se me da fatal esto otro. No pasa nada. Estoy aquí para aprender”, cuenta la profesora.

Antes de llegar a primaria, Alicia trabajó en educación infantil.

En este proceso entendió que si bien no debería haber rupturas entre las distintas etapas, éstas se dan y hay que hacer las cosas diferentes para que no suceda.“En infantil atendemos mucho más al alumno como persona, pero llegamos a primaria y parece que nos olvidamos. Cuanto más subes en las etapas educativas, menos innovación hay”. Cuando la profesora llegó a primaria, continuó con sus estudiantes de infantil y si bien muchos les decían que innovar con ellos iba a ser más difícil, ella demostró que no era imposible.

Los lunes por la mañana, sus alumnos se convierten en periodistas. De su sala de clase siempre salen informados, preparados para ser parte de las conversaciones globales. Pero lo más importantes es que salen felices… salen felices porque se divierten. ¿Se puede aprender pasándolo bien? “¡Claro!”, responde Alicia. “Aprender es maravilloso y puede ser súper divertido”, agrega. Alicia ha entendido esto a la perfección y se ha dado cuenta de que no puede clasificar a sus estudiantes en función de la edad. Por eso, venir de la educación inicial le ha permitido transformar los procesos de aprendizaje en algo entretenidos, incluso para los más grandes.

Fuente de la reseña: https://eligeeducar.cl/primero-ir-feliz-la-escuela-maestro
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Maestros de Maestros: Paulo Freire (1921-1997) -PDF-

Brasil / 10 de marzo de 2019 / Autor: Rafael Reyes Galindo / Fuente: Compartir Palabra Maestra

La pedagogía instala en cada hombre y en cada mujer una capacidad: la capacidad de rebelarse

Para Freire, “todo educador es un artista, una de las tareas del educador es rehacer esto: el educador rehace el mundo, él redibuja el mundo, repinta el mundo, recanta el mundo, redanza el mundo” (2000). Si para Dewey no hay educación si no aprendemos a analizar las fuerzas políticas que nos gobiernan, para Freire no hay educación si no instala en cada hombre y en cada mujer la posibilidad de rebelarse, “fuer por esta razón –confiesa Freire- y no porque yo estaba metido en la alfabetización, que yo fui a la cárcel y pasé dieciséis años fuera de Brasil. La alfabetización que yo hacía implicaba esta comprensión critica del mundo” (Freire, constructor de sueños. 2000).

Con Freire se expande por Latinoamérica una educación como “práctica de la libertad” y una pedagogía que se hace consciente de los límites en los que cada uno y cada una hayan condicionado. La pedagogía se hace lucha por hacerse reconocer, lucha por la visibilidad. Nadie puede permitir pasar invisible en el contexto en el mundo en que vive: hacerse visible como campesino, hacerse visible como comunidad, hacerse visible como negro, hacerse visible como indígena, hacerse visible como extranjero, hacerse visible como nativo como recién llegado, hacerse visible como gitano, hacerse visible como mujer, hacerse visible como juventud.  Aparece una educación insatisfecha siempre, “se trata de una educación para que se tenga poder”, afirma con frecuencia Freire.

Ahora bien, esta práctica crítica de la educación y de la pedagogía no hay que confiársela a los que detentan el poder, no es un asunto de directivas, ni de instituciones: “sería en verdad una actitud ingenua esperar que las clases dominantes desarrollen una forma de educación que permitiesen a las clases dominadas percibir las injustificadas sociales en forma crítica” (Freire, constructor de sueños. 2000). Y las clases dominantes son las políticas públicas, los modelos pedagógicos, los sujetos a los que le han encargado las prácticas exitosas de la pedagogía, la excelencia docente y la acreditación institucional. Ellos tienen un oficio sin el cual posiblemente no tendríamos una educación racionalmente administrada; pero no le pidamos a estos ámbitos una educación con inquietud crítica y menos una pedagogía como lucha por hacerse reconocer y un desborde de la obediencia hacia una creación de un mundo nuevo.

Pero si no es un asunto de directivas ni de instituciones, la educación critica es un acontecimiento fundacional de rehacer todo y, también, una actividad de sujetos que conciben el mundo a partir de sus relacione mutuas. Como acontecimiento fundacional, se coloca en la génesis primordial de todo lo creado, “Dios dijo, nombrarás las cosas, darás nombre a las cosas. Y solo es posible “dar nombre” cuando las cosas están hechas. Por lo tanto, Dios dijo: ¡transformarás el mundo! Y En esto consiste transformar, dar de nuevo nombres a las cosas (…) las ideologías inmovilizantes obstaculizan que hombres y mujeres rehagan el mundo y van contra el Génesis” (Freire, constructor de sueños. 2000).

Pero además de un acontecimiento fundacional, la educación crítica es una actividad de los sujetos. Somos poder porque somos educadores, “como educadores y educadoras somos políticos, hacemos política al hacer educación” (Freire, constructor de sueños. 2000). La educación hace que los individuos se movilicen, que los individuos se organicen, y que los individuos se asocien para transformar “el mundo malo” (Freire, constructor de sueños. 2000). Aparece aquí una íntima relación entre enseñanza y educación (Freire, Cartas a quien pretende enseñar, 2010): no hay neutralidad en la enseñanza de las ciencias; toda enseñanza lleva una comprensión del mundo que debe ser explicada, analizada, cuestionada y transformada. Toda enseñanza de la ciencia lleva a la trasformación de las condiciones culturales en la que se encuentran los educandos, no hay una epistemología que nos permita comprender el mundo sin cambiar a los sujetos que comprenden, sin ser cambiado por los sujetos que aprenden. Por eso, no hay enseñanza neutral, objetiva, general para todos sin que le pase algo a los que aprenden, sin que le suceda un aprendizaje al que enseña. Algunas pedagogías centradas en el aprendizaje desconocen esto, desconocen el trabajo relacional de la enseñanza, la capacidad transformadora de los contenidos de la enseñanza, la transformación de los contenidos en los espacios culturales, y el acontecimiento fecundo de los encuentros de sujetos con deseos de saber.

La transformación del mundo pasa por una lectura del mundo. Leer es transformar.  “Leer” la educación, leer la pedagogía, leer la didáctica del lenguaje es cambiar el mundo que nos sucede. Consiste en habitar nuestro espacio y ser soberanos en él. Por eso, Freire elabora la noción de “Pedagogía del oprimido” (2005) como una herramienta analítica, para detectar las prácticas de la educación bancaria en la que estamos limitados y condicionados. Uno se imagina un cajero de una entidad financiera que traslada dinero que no es suyo, sin enriquecerlo a él, sin cambiarlo para nada su modo de vida.

Así es la educación bancaría. Este tipo de educación legitima una pedagogía del opresor, mantiene oprimidos a los educandos, hace perpetua la opresión. En este estado, los oprimidos carecen de mundo propio, afectándose de manera directa la forma de estar en el mundo pues le impiden tomar posesión de él. Se necesita una pedagogía que le permita al educando decir su mundo y tomar su vida a dos manos. Freire instala una concepción problematizadora de la relación pedagógica, al detectar la contradicción educador-educando. Al mismo tiempo ofrece un modo de superación de esta contradicción mediante el ejercicio mediador del lenguaje, señalando el carácter dialógico de la educación como práctica de la libertad.

La educación bancaria sería una vida unidimensional donde el mundo del oprimido es el mismo mundo del opresor donde se legitima la vida que se lleva y las injusticias en las que se mueve. En cambio, en una educación liberadora, los educandos leen su mundo, se dan cuenta que están condicionados, pero que no están determinados y se movilizan para cambiar todo. Esta apropiación la llama la capacidad de decir su mundo, se trataría de un proceso de concientización.

La lectura, la enseñanza de la literatura, en este contexto liberador no es asunto de cuantos libros lee al año, cómo hacer su lectura rápida ni como adquirir competencias lecturas sino de cómo la lectura del mundo lo ha llevado a la lectura de determinados libros. Y de cómo determinados libros lo lleva a una lectura del su mundo. En La importancia de leer y el proceso de liberación (2005) Freire recalca que la lectura del mundo es primero que la lectura de los libros y que si se leen los libros es porque primero se ha leído el mundo. De modo que, si se logra éxitos en los Derechos Básicos de Aprendizaje, pero nuestros jóvenes, nuestros niños y niñas no han aprendido a leer su mundo lo que hemos hecho es negarles el derecho primordial: la capacidad de darle nuevos nombres al mundo que les heredamos.

Paulo Freire fue cuando joven profesor de portugués, cuando tenía veinte años sus estudiantes no tenían que memorizar ciegamente la sintaxis, sino que “se proponía a la curiosidad de los alumnos de manera dinámica y viva, en el cuerpo mismo de los textos, ya de autores que estudiábamos, ya de ellos mismos, como objetos a desvelar y no como algo parado cuyo perfil yo describiese” (p. 101).

Me refiero a que la lectura del mundo precede siempre a la lectura de la palabra y la lectura de esta implica la continuidad de la lectura de aquel. […] Este movimiento del mundo a la palabra y de la palabra al mundo está siempre presente. Movimiento en que la palabra dicha fluye del mundo mismo a través de la lectura que de él hacemos. De alguna manera, sin embargo, podemos ir más lejos y decir que la lectura de la palabra no es solo precedida por la lectura del mundo, sino por cierta forma de “escribirlo” o “reescribirlo”, es decir, de transformarlo a través de nuestra práctica consciente. (p. 106)

Enseñar y la lectura misma siempre fueron vistas como “un acto político y un acto de conocimiento, y por eso mismo como un acto creador” (P. 104). El maestro ocupa un papel importante, sobre todo en sus últimos trabajos. Hay un trabajo creativo en la relación pedagógica: hacer todas las cosas nuevas: no se limita a “ir llenando cabezas vacías” sino que se hace de cada educando un sujeto; alguien capaz “de su tarea creadora” (p. 105).

Paulo Freire construyó una pedagógica critica, que después es retomada por pensadores como Henry Giroux, Peter Maclaren, Stephen Kemmis, Michel Apple. En Colombia ha sido el inspirador de la Educación Popular, de las Comunidades Eclesiales de base y de los movimientos sociales.

Si Inmanuel Kant señaló en los inicios de la Modernidad, que la Ilustración, es “la salida de la minoría de edad” (1804) que toda educación consiste en arriesgarse a pensar por sí mismo (sapere aude), Dewey nos mostró que esto no es posible si un análisis de las fuerzas que nos construyen. Para Freire, pensar por sí mismo sería la capacidad de ocupar el “metro de poder” que nos pertenece: de tomar la palabra, de hacerse visible, de reinventar el mundo que se nos ha dado. Con Freire, la educación para la obediencia no tiene lugar. La obediencia se infiltro en la educación moderna, por alguna razón, pero que pertenece a otro registro que debe ser analizado. No nos educamos para obedecer, nos educamos para tener razones de obedecer, y esas razones de obedecer son las mismas razones para la desobediencia.

Con Freire la práctica pedagógica toca las fronteras de la escuela, la práctica pedagógica se abre a los saberes comunitarios, los saberes escolares se redefinen como proyectos políticos, el currículo se hace crítico, el maestro intelectual orgánico y el educando un artista de sí mismo.

Link para la descarga:

https://compartirpalabramaestra.org/documentos/aliados/maestros-de-maestros/maestros-de-maestros-freire.pdf

Fuente de la Reseña:

https://compartirpalabramaestra.org/especiales-tematicos/maestros-de-maestros/paulo-freire-1921-1997

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Programación del Portal Otras Voces en Educación del Domingo 10 de marzo de 2019: hora tras hora (24×24)

10 de marzo de 2019 / Autor: Editores OVE

Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 10 de marzo de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.

00:00:00 – Cuestionan mensajes de Bolsonaro sobre educación en Brasil

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303520

01:00:00 – Narodowski: “Hace muchos años que la Argentina no tiene un proyecto educativo” (Audio)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303138

02:00:00 – La primera ministra de Noruega aboga por el aprendizaje a lo largo de toda la vida

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303603

03:00:00 – Fomentar la lectura… ¡y la lectura! (bis) (Artículo de Manuel Pérez Rocha)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303123

04:00:00 – República Dominicana: Auspician libro “Neurociencias y Aprendizaje”

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303606

05:00:00 – Stella Villarmea: ¿Por qué la ética y la filosofía son fundamentales en la educación?

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303390

06:00:00 – Libro: Sobre la educación en un mundo líquido (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303270

07:00:00 – CENTURY, una plataforma de enseñanza y aprendizaje basada en la inteligencia artificial

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303600

08:00:00 – Libro: Calmar la Educación. Palabras para la acción (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303277

09:00:00 – León Trahtemberg: «El alumno vive en el siglo XXI y su profesor en el siglo XX»

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303401

10:00:00 – Maestros de Maestros: Paulo Freire (1921-1997) -PDF-

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303623

11:00:00 – Huelga UAM (Artículo de Hugo Aboites)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303132

12:00:00 – Esta experta estadounidense cuenta 4 claves para enfocarse en la innovación pedagógica

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303614

13:00:00 – Colombia: 44° Emisión de ‘El Abecedario, La Educación de la A a la Z’ – Radio Educativa (Evaluación Educativa VI)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303626

14:00:00 – México: Tarea sobre Porfirio Díaz plantea a otros maestros a estar a la altura

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303525

15:00:00 – Bolsonaro contra el pensamiento crítico en Brasil

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303609

16:00:00 – Dislexia matemática: ¿has oído hablar de la discalculia?

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303597

17:00:00 – Alfredo Corell: “Los profesores universitarios no estamos preparados para dar clase”

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303394

18:00:00 – Estados Unidos: Cómo aplicar a una charter, en la voz de una madre experta

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303528

19:00:00 – “Meritocracia”, “Calidad” y Compromiso Educativo (Artículo de Juan Carlos Miranda Arroyo)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303262

20:00:00 – Titular Educación de Puerto Rico niega despedir maestros para próximo año escolar

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303517

21:00:00 – Especial: California: la educación en juego (Cartas sobre la mesa) -Video-

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303617

22:00:00 – Cuba y Guinea Ecuatorial por afianzar nexos en materia educativa

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303514

23:00:00 – Sergio Belmonte: “Con doce alumnos por clase haríamos magia de verdad”

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/303620

En nuestro portal Otras Voces en Educación (OVE) encontrará noticias, artículos, libros, videos, entrevistas y más sobre el acontecer educativo mundial cada hora.

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Manuel Belgrano: pensador comprometido y sistemático de las instituciones educativas

Por: Unipe:  Universidad Pedagógica Nacional.

Manuel Belgrano puede considerarse el primer estadista-educador de la sociedad criolla anterior y posterior a la Revolución de Mayo. Un pensador comprometido y sistemático de las instituciones educativas como forjadoras de la nueva sociabilidad poscolonial. En este episodio, Rafael Gagliano nos da cuenta de la primera utopía educativa de la argentina libre. Una crítica a la sociedad estamental, elíptica, metafórica y contundente, en la cual Belgrano percibe el atraso –en forma de monopolio, mercantilismo y privación educativa–, al tiempo que propone cómo enfrentarlo.

Fuente de la reseña: https://www.youtube.com/watch?v=I65ERX59SEc

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“Los artesanos de la enseñanza”. Reseña bibliográfica

Argentina / 20 de enero de 2019 / Autor: Gastón Sprejer  / Fuente: Deceducando

Andrea Alliaud es Doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de Buenos Aires. Es profesora e investigadora del Departamento de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Además, es profesora de posgrado en la Carrera de Especialización y Maestría en Administración de la Educación y Política Educativa de la Universidad Torcuato Di Tella. Su área de especialización, desde hace más de veinticinco años, es la formación de profesores, temática sobre la que investigó, disertó y publicó tanto en el país como en el exterior. Pero, por sobre todas las cosas, es docente.

Alliaud describe a este libro como la culminación de un trabajo de producción que resume un prolongado proceso de indagación, pensamiento y reflexión sobre cuestiones relacionadas con nuestro sistema educativo y, en particular, con la formación de docentes. El mismo se estructura en cuatro capítulos: “Sobre las instituciones”, “Sobre la enseñanza”, “La formación docente: sus temas y desafíos” y “Hacia la formación de artesanos de la enseñanza”. Sin embargo, esta culminación no es total. La tarea, reconoce la autora, está inconclusa. Por ello nos invita a nosotros, lectores, a enriquecerla. Porque el trabajo de enseñar se va construyendo artesanalmente y en el día a día, como un diálogo entre los conocimientos teóricos y los de la experiencia.

En los tiempos que corren, la formación docente parece dificultada”  (2017, p. 21). Desde la primera frase, Alliaud presenta un nuevo escenario institucional que dificulta la concreción de la enseñanza. La sacralidad que imponía el dispositivo escolar moderno ya no legitima las decisiones que se toman al enseñar. En la actualidad, la construcción, el diálogo y la justificación son las características que priman en la escuela. El alumno ya no es un mero sujeto obediente, sino que es constructor de su propia experiencia escolar. Por ello, enseñar hoy no es aplicar los contenidos que el docente busca transmitir, es ante todo, crear, inventar y salirse del libreto, ya que el método de la enseñanza debe abrirse a lo nuevo.

Richard Sennett describe en su obra “El artesano” al concepto de artesanía como el “deseo de realizar bien una tarea, sin más” (2009, p. 20). La artesanía abarca, desde su perspectiva, una tarea mucho más amplia que la de realizar un trabajo manual. Se puede aplicar a cualquier profesión en la que se unan la teoría y la práctica para superar los procesos de mecanización técnica y monótona de cualquier trabajo. Alliaud analiza la relación entre el concepto mencionado y el oficio docente. El que enseña se caracteriza por ser un productor de personas, ya que transforma en algo distinto al que educa. La vocación es lo que lo impulsa a comprometerse con el trabajo por el simple hecho de enseñar, superando toda recompensa material. Por ello, retomando a Dubet (2006), la autora explica que la enseñanza está anclada en un oficio, comprendiendo tanto la manera en que cada uno hace su trabajo como los productos que se forman. Lo particular del oficio del que enseña es que nunca se está seguro de

los efectos de su producción. Hay algo de misterioso en el acto pedagógico. No puede estar programado por nadie. En efecto, se puede hacer todo para que se produzca, pero no se puede desencadenar de forma mecánica.

En el campo de la educación y particularmente en la formación de docentes se suele dar un debate acerca de la relación entre la teoría y la práctica. Explica la autora que lo que acontece predominantemente en los procesos formativos suele ser una división entre el aprendizaje de contenidos formales y las prácticas. Si bien en muchos planes de estudio se muestra una necesidad de articular dichas áreas, asociar las instancias de formación teórica con los espacios de la práctica ha sido (y sigue siendo) un problema. Los conocimientos formalizados no son suficientes para nutrir las prácticas docentes, hay una distancia entre el saber decir y el saber hacer. Para poder tomar decisiones en un aula, son necesarios saberes que se producen en la experiencia.

En “El fracaso de enseñar. Ideas para pensar la enseñanza y la formación de los futuros docentes” (2008) Alliaud y Antelo explican que, según una investigación realizada en la Ciudad de Buenos Aires, los maestros formados en los últimos años perciben que la formación recibida no los prepara de manera suficiente para el trabajo con alumnos. La hipótesis que sugiere la autora en este libro es que en los espacios de formación la experiencia de oficio es escasa. Lo propio de los saberes de la experiencia radica en su cualidad de asociar los conocimientos y la práctica, el saber y el hacer. Es un saber que se produce en situación, a medida que se enseña. A diferencia de los conocimientos prácticos, este no se genera por acumulación de vivencias, sino a partir de situaciones cotidianas que presentan un significado especial para sus protagonistas.

La autora propone que los saberes de la experiencia deben ser recuperados y puestos en valor para que circulen en los ámbitos de formación docente. Plantea una concepción de la formación que hace foco en la transmisión del oficio de enseñar, convocando a la experiencia y generando la posibilidad de experimentar.  Además, a lo largo del libro, brinda estrategias para su transmisión.

En síntesis, ante la variedad, heterogeneidad y multiplicidad de las situaciones que se enfrentan a diario cuando se trata de enseñar hoy, las fórmulas únicas ya no resultan. Alliaud invita a los maestros a construirse y reconstruirse. En esa tarea, la clave no está en las variables personales ni en las institucionales, sino en el oficio. En estos tiempos de capitalismo tardío la autora convoca y desafía a los educadores, más allá de las circunstancias, a convertirse en artesanos de la enseñanza.

Bibliografía

Alliaud, A. y Antelo E. (2008). “El fracaso de enseñar. Ideas para pensar la enseñanza y la formación de los futuros docentes”; en: Brailovsky, D. Sentidos perdidos de la experiencia escolar. Buenos Aires, Noveduc.

Dubet, F. (2006). El declive de la institución. Profesiones, sujetos e individuos en la modernidad. Barcelona, Gedisa.

Sennett, R. (2009). El artesano. Anagrama, Barcelona.


(1) Gastón Sprejer es estudiante de Filosofía (UBA). Hace cinco años que trabaja en educación formal y seis que se desempeña en el campo de la educación no formal. Realiza talleres de debate filosófico para chicxs y coordina un espacio de actividades recreativas en la institución BAMI Marc Chagall.

Fuente de la Reseña:

“Los artesanos de la enseñanza”. Reseña bibliográfica

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Augustine Charvin: La francesa que fundó la educación preescolar en El Salvador

Por: Carlos Cañas Dinarte.

Gracias a la educadora francesa Augustine Charvin, a inicios de 1884 y en San Salvador, fue puesto al servi-cio del público el Jardín de la Infancia, primer kindergar-ten nacional y centroamericano.

Cuando el 2 de abril de 1879 la educadora francesa Augustine Charvin desembarcó en el puerto de La Libertad tenía 41 años de edad. Nacida en la ciudad de Nancy, antigua capital de la provincia de Lorena, el 28 de agosto de 1838, llegaba contratada por el gobierno presidido por el doctor Rafael Zaldívar y formaba parte de un segundo grupo de personal francés que se necesitaba para reforzar las áreas educativas y militares del país.

Esta nueva oleada francesa había sido seleccionada en París por el abogado y escritor colombiano José María Torres Caicedo, nacido en Santafé de Bogotá en marzo de 1829. Miembro fundador de la Academia de la Lengua de Centro-América, germen sansalvadoreño de la primera Academia Salvadoreña de la Lengua, entre 1875 y 1885 fungió como representante diplomático salvadoreño ante los gobiernos de Francia, Santa Sede, Bélgica, Holanda, Inglaterra, España y Alemania. Redactor de la prestigiosa revista El correo de ultramar, fue uno de los creadores del término Latinoamérica o América Latina, en oposición a la América Hispana o Hispanoamérica impulsada por la corona española. Tan destacado personaje para nuestras relaciones internacionales terminó sus días el 25 de septiembre de 1889, preso en las redes de la locura, amarrado al pie de un poste, en el asilo para orates de Charenton.

Con un currículo magisterial de más de 14 años, el propósito original de la señorita Charvin era abrir una institución educativa superior para las mujeres salvadoreñas, cuyo intento más reciente había sido hecho el 15 de noviembre de 1868 por las institutrices francesas María Lesquoy y Lucía Poupinelle, llegadas a la capital salvadoreña el 30 de octubre de ese mismo año.

El nuevo Colegio Normal de Señoritas fue fundado en septiembre de 1879 y la señorita Charvin lo dirigió hasta noviembre de 1882, cuando dicho plantel fue puesto al mando de Laura Hall y Refugio Morán, quienes renunciarían a sus cargos en diciembre de 1885.

Con su nombre castellanizado a Agustina y ya alejada de la formación media de las mujeres salvadoreñas, la educadora gala gestionó ante el mandatario Zaldívar para que se le permitiera fundar una institución educativa que velara por la educación de la niñez de aquel El Salvador finisecular.

Así fue como, a inicios de 1884, fue puesto al servicio del público nacional el Jardín de la Infancia, primer kindergarten nacional y centroamericano, inspirado en la institución preescolar iniciada en 1837 por Friedrich Fröbel (1782-1852) en Blankerburg, localidad alemana de donde el término (kinder, niños y garten, jardín), llevado en manos y mentes de sus discípulos, se expandió por el oeste de Europa, Estados Unidos y América Latina entre 1850 y 1870.

Según las innovadoras propuestas del educador germano, todo kindergarten debía estar basado en la idea de la importancia del juego en la formación de los niños y niñas, en un ambiente en que se pudieran educar libres y sanos, mediante juegos, canciones, materiales especialmente elegidos para trabajar e historias dirigidas a las necesidades de las personas de más corta edad.

Conocedoras ya de esa filosofía educativa, ese primer Jardín de la Infancia de toda el área centroamericana fue cofundado por la señorita Charvin, la mentora vicentina Victoria Aguilar y la profesora Carmen Menéndez. Debido al estado civil de las tres educadoras, es más que probable que de él se derivara la costumbre tan extendida en El Salvador de llamar “señoritas” a todas las educadoras de nivel parvulario o preescolar.

Mediante los aspectos lúdicos sugeridos por el método pedagógico de Fröbel (Froebel), esa primera institución parvularia nacional utilizaba el juego para desarrollar los cursos de Lectura, Aritmética –que incluía el uso del sistema métrico decimal, adoptado oficialmente por El Salvador hasta el año siguiente-, Lecciones objetivas, Geografía, Francés, Historia natural, Principios de fisiología e higiene, Gramática castellana, Religión, Calistenia y Piano.

Algunas de estas materias contaban con el auxilio de un museo escolar y de varios mapas, de fabricación europea, para tratar temas de geografía física, política y meteorología.

Compuesto por tres secciones con dos grados cada una –establecidos bajo el criterio de los conocimientos y no el de la edad-, al Jardín de la Infancia asistía más de medio centenar de niñas y niños, número que en 1887 se triplicaría.

Entre aquel cúmulo de energía y algarabía se encontraban José Mejía, Luz Gómez, Clotilde Fiallos, Mercedes Mejía, Lucía Dreyfus, Adela Delgado, Concepción Peralta, Dolores Castañeda, Ángela Hidalgo, María Luisa y Enrique Pawski, Josefa Delgado, Fernando Párraga, Carlos Leiva, Maura Alfaro, María Teresa Mendiola, Salvador Jirón, Emeterio Paredes, Héctor Blanco, Federico Posada, Francisco Zaldívar, Estanislao van Severen, Jorge Esquivel; Ignacio y Carlos Zepeda; Leonor, Elena y Carmen Meléndez; Sara Lemus, Isabel Romero, Ester Meza, Coralia Trigueros, Soledad Castillo, Laura y Carmen Bousquet; Etelvina Ambrogi, Alfredo Trigueros, Alberto Bueron; Ricardo y Héctor Moreira; Miguel Fuentes, Manuel Fiallos, Francisco Lagos, Berta Dreyfus; Concepción y Ángela Manzano; Mercedes Barraza, Dolores Ayala y Margarita Bernabéu; Vicente Sol, Juan Ramón Uriarte, Carlos Leiva, Víctor Jerez y Manuel Castro Ramírez.

Según lo reporta el Diario oficial del viernes 12 de diciembre de 1884, la mayoría de estos niños y niñas se presentó a los salones de la antigua Universidad de El Salvador (ahora Predio Universitario, contiguo a la Catedral de San Salvador). Entre el 24 y 29 de noviembre de ese año, allí se sometieron a diversos exámenes públicos, ante un jurado evaluador compuesto por los doctores Rafael Reyes, Jorge Aguilar y Esteban Castro. Finalizado ese requisito de ley, el día 30 aquellos alumnos y alumnas fueron honrados y premiados por el entonces Ministerio de Instrucción Pública.

La misma fuente periodística del lunes 21 de diciembre de 1885 reporta que en los exámenes desarrollados entre el 1 y el 7 de diciembre de 1885 sobresalió la alumna sordomuda Mercedes Peralta, instruida con grandes empeños y progresos por la profesora Victoria Aguilar. Pocos años más tarde, la señorita Peralta entró a trabajar como empleada en el mismo centro educativo. Ese fue el origen de la educación especial, orientada a la población salvadoreña con minusvalías y discapacidades.

Hasta 1890, el Jardín de la Infancia estuvo localizado cerca de la Iglesia de La Merced, sobre la calle del Calvario, ahora 6ª. calle Oriente. En 1895 se trasladó a un nuevo local, situado sobre la antigua 9ª. avenida Sur, frente al Hotel Inglés.

Instalado en su nueva sede y siempre bajo la dirección de la señorita Charvin, el Jardín de la Infancia desarrolló sus actividades de este año lectivo entre el 1 de febrero y el 25 de noviembre. Asistían en ese momento 30 alumnos de tres a 10 años -quienes podían acudir en calidad de externos o medio internos-, al igual que con 49 alumnas de tres a 14 años, integradas al régimen del plantel en calidad de externas, medio internas o internas.

Los de menor edad en ese grupo estudiantil recibían clases diarias de Lectura, Escritura, Dictado, Francés, Aritmética, Geografía general, Clase objetiva, Moral y urbanidad, Recitación, Calistenia y Labores de mano. Mientras, los niños y niñas ya mayores eran instruidos en Lectura explicada, Escritura, Dictado, Traducción, dictado y gramática francesa, Aritmética, Geometría, Geografía de El Salvador, Historia de Centro América, Clase objetiva, Moral y urbanidad, Historia sagrada y Labores de mano.

Poco a poco, la educación parvularia brindada por esa primera institución centroamericana había ido calando hondo en las mentes de la población salvadoreña, tan reacia muchas veces a los cambios positivos. Pero el tiempo también había realizado su labor en la persona de la señorita Charvin y sus colaboradoras, por lo que hubo necesidad de establecer un kindergarten en la ciudad capital.

Esta nueva institución, llamada también Kindergarten no. 2, fue fundada en mayo de 1896 por el Ministerio de Instrucción Pública, presidido entonces por el humanista integral Francisco Gavidia. Con sueldos mensuales de 70 y 50 pesos, las educadoras Asunción Álvarez y Jesús Peña fueron nombradas como directora y subdirectora de ese nuevo plantel.

Tras muchos años de efectiva labor docente, Augustine Charvin se retiró de la dirección del kindergarten que ella fundara. En reconocimiento a su labor, en la sesión plenaria del 14 de marzo de 1900, la Asamblea Legislativa acordó entregarle un diploma de honor al mérito “como débil muestra de gratitud por sus servicios a la Patria en la noble carrera del magisterio”.

Rodeada de pobreza, cerró sus ojos hacia la eternidad en San Salvador, el viernes 4 de marzo de 1921. Llorada en sentidos artículos por los periódicos de la época, también recibió el homenaje del gobierno nacional, que el sábado 5 emitió el acuerdo ejecutivo en que declara su fallecimiento como “sensible pérdida para el Magisterio Nacional”.

Sus restos fueron depositados en una tumba del Cementerio General, pero su recuerdo y su legado educativo permanecieron en las mentes y corazones salvadoreños durante muchas décadas.

Veinte años más tarde, su compañera Victoria Aguilar también le rendía cuentas a la vida en San Salvador, el jueves 25 de septiembre de 1941, a los 72 años de edad. Fruto de su unión matrimonial con el ingeniero y educador Pedro Bedoya Larrave fue María Agustina Bedoya Aguilar, quien fungió durante muchos años como directora del kindergarten capitalino “Agustina Charvin” y como inspectora capitalina de educación parvularia. Por sus notables aportes en esta rama educativa, su nombre lo ostentan tres jardines de la infancia, situados respectivamente en Cojutepeque, en la 19ª. avenida Norte y en la calle 5 de noviembre, estas dos últimas del área urbana de San Salvador.

Niñez alojada en la Sala Cuna, institución de 1904 aún existente en la avenida Cuscatancingo, San Salvador. / DEM

Para 1940, las cifras estatales arrojaban la existencia de 51 instituciones parvularias (ocho oficiales, dos municipales y 41 particulares) y 2,717 estudiantes, de un total nacional de 1,285 centros educativos, con una población escolar estimada en 89,900 educandos. A partir de febrero de 1942, a muchas de esas escuelas comenzaron a llegar letras y partituras de más de un centenar de canciones infantiles, traídas desde México por la inquieta educadora y recitadora salvadoreña Lydia Villavicencio Olano. Ella adquirió esos materiales educativos de manos de un trabajador veracruzano de la radiodifusora XEW. Aquel hombre se llamaba Francisco Gabilondo Soler (1907-1990) y ya era conocido en toda Hispanoamérica como “Cri-cri, el grillito cantor”.

Según las estadísticas del Ministerio de Educación, para el año 2017 la tasa neta de cobertura en educación parvularia fue del 56.3 %, con atención para 225,431 niñas y niños entre cuatro y seis años de edad. En el caso de la educación inicial de cero a tres años de edad, la tasa neta cubría apenas el 5.1 % (29,009 niños y niñas) hasta agosto de 2017. Así, más de 190 mil infantes quedan fuera, año con año, de los jardines de infancia privados y públicos.

Pese a los cuestionamientos en cuanto a la calidad de la educación impartida y recibida, es indudable que se ha hecho un notable avance frente al 27.45 % de cobertura que había en 1994 y mucho más respecto a las cifras de 1940, 1887 y 1884.

Aunque ahora el olvido histórico bate sus alas sobre sus nombres, la señorita Charvin, sus colaboradoras y sus discípulas en el arte de educar a las mentes más jóvenes pueden descansar en paz.

Su obra no ha sido en vano. En estas dos décadas recorridas del siglo XXI, siempre hay y habrá niños y niñas a quienes el juego y las demás actividades compartidas educarán y desarrollarán en sus áreas socioafectiva, psicológica, motora y cognoscitiva. Así adquirirán las herramientas necesarias para que penetren en el futuro cercano al vasto universo del conocimiento.

Fuente de la reseña: 

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Una carta, un maestro y una pasión

Por: Margarita Barrios. 

Una de las leyendas de la Revolución, el oficial pundonoroso levantado contra el batistato, el referente obligado de los combates victoriosos de Girón, el ministro que dejó una huella de delicadeza, decencia y eficiencia, el asesor al final de una extensa vida ejemplar al servicio de la Revolución, hace eterna su impronta.

Hoy, entre las 9:00 a.m. y las 12:00 m., sus cenizas serán expuestas en el Panteón de los Veteranos de la Necrópolis de Colón, donde permanecerán hasta que sean trasladadas al Mausoleo del II Frente Oriental Frank País

 

Hace algunos años, de visita en casa de una amiga, me enseñó una carta que su mamá, quien había sido maestra, había guardado toda la vida. Es de José Ramón Fernández Álvarez, me dijo, y me entregó aquel sobre con un pliego de papel escrito a mano, con fina letra, en el cual se hablaba de reconocimiento a la labor docente y su importancia en la formación de los niños y jóvenes; al final la firma, sin títulos ni grados militares.

La carta era de los años 80. Aquellos no eran tiempos de correos electrónicos, ni mensajes de texto, es cierto, pero un Ministro de Educación haciendo cartas personales a los educadores, no dejó de ser algo curioso para mí; y por supuesto no lo olvidé.

La vida, esa que siempre nos tiene guardado algún vericueto que nos lleva a sucesos inesperados, me permitió un día, y gracias a mi profesión, estar cerca de Fernández, y entre las primeras preguntas le hice una acerca de esa carta.

Yo tenía un grupo de estudiantes que me ayudaban, redactaba una como modelo, ellos las reproducían y luego yo las firmaba, me expresó. De todos modos le dedicaba tiempo, porque escogía a los destinatarios. Además, no todas eran iguales y algunas las hice yo directamente, en dependencia del motivo.

Siempre pidió a las nuevas generaciones que defendieran la obra de la Revolución.

Pero no creas que esa fue una idea mía, esa fue una idea de Fidel. Él me dijo, hay que trabajar directamente con el hombre, hablarle individualmente, conocer sus problemas, reconocer su trabajo. Y esa fue la forma que encontré para cumplir con esa orientación que me daba el Comandante en Jefe.

Al «Gallego», como los cubanos le decíamos cariñosamente, muchas veces le pedí una entrevista para hablar de educación, y siempre decía lo mismo: No, la educación en Cuba es Fidel, yo solo fui un trabajador más de ese sector. Sin embargo, y aunque decía que no le gustaban las entrevistas personales, estaba pendiente de cada trabajo que se publicaba en Juventud Rebelde sobre educación..

No fueron pocas las veces que, bien temprano en la mañana, me llamaba a la casa para comentarme sobre algo escrito por mí, o por otro compañero, sobre ese tema. Nunca regañaba o se molestaba —al menos conmigo—, aunque el trabajo no dijera todo lo que él esperaba. En todo caso pedía que se hiciera otro, que abordara otra vertiente del asunto o de otro que él consideraba también importante, y siempre lo hacía con elegancia y respeto extremo.

Mención aparte merece para mí haber tenido la posibilidad de compartir largas jornadas de trabajo con Fernández para resumir, en unas pocas páginas del diario, la epopeya de Girón.

El «Gallego» participó en la dirección de los combates en Playa Girón, bajo las órdenes de Fidel.

Nunca olvido el momento en que pidió que le trajeran «el mapa de los mercenarios» y lo extendió sobre la mesa. Él lo atesoró a través de los años. Me producía una sensación muy especial pensar que frente a aquel pliego —como en ese momento estábamos nosotros— estuvieron aquellos que llenos de odio fraguaron la invasión. Estaban sus apuntes, la estrategia de un ataque desvanecido en tres días y dos noches, éxito que en buena medida se debió al buen tino y los conocimientos militares de Fernández.

Su amor por los niños lo acompañó siempre.Foto: Roberto Morejón

Luego, una entrevista que este diario dedicó a conocer sobre la pareja que formaron Fernández y Asela de los Santos, develó que si bien las revoluciones son grandes obras de amor, no es casual que su vorágine alimente amores muy hermosos, duraderos e intensos. Aquel día, sin el menor sonrojo, él afirmó que sin ella no hubiera podido hacer ni la mitad de lo que hizo por la Revolución.

Fuente de la reseña: http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2019-01-07/una-carta-un-maestro-y-una-pasion

 

 

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