Yo no te creo: un recorrido histórico del descrédito de las víctimas de violencia sexual en la infancia

Por: Jara Molina

 

Todo el mundo parece sentir algo más que repugnancia ante la palabra pederastia pero, cuando sucede, nuestra falta de acción denota que lo percibimos como una realidad aislada: jamás en mi familia, imposible en mi barrio, improbable en mi pueblo, quizás en otro lugar, allí donde los monstruos son reales. Sin embargo, según el Consejo de Europa, 1 de cada 5 niños es víctima de abuso sexual infantil en Europa. Save the Children estima datos similares para España y añade que la mitad de estas violencias ocurren dentro de la propia familia, mayoritariamente perpetradas por el padre.

A pesar de la extensión de estos abusos, solo el 15% de los casos se denuncian. Y de esos, según refleja el informe Violencia institucional contra las madres y la infancia, el 86% se archiva sin llegara juicio, siendo el descrédito la causa fundamental de la perpetuación de las violencias sexuales contra la infancia a lo largo de la historia, por lo que finalmente los condenados por violencia sexual infantil son muy pocos de los agresores. Una causa fundamental de esta desestimación de denuncias dentro de la familia, según ha puesto sobre la mesa el mismo informe, es la aplicación continuada del Síndrome de Alienación Parental, un falso síndrome que desacredita a las víctimas que se atreven a romper el silencio.

Y es que de acuerdo con la experta en trauma Judith Herman en su libro Trauma & recovery (1992), el descrédito por sí solo es la causa fundamental de la perpetuación de las violencias sexuales contra la infancia a lo largo de la historia y lo que desconecta a la víctima de la sociedad junto con la posibilidad de sanar el trauma. De modo que, si tomamos perspectiva,  no es difícil comprobar que estas víctimas, que en su mayoría han sido siempre mujeres, han sido desatendidas por la sociedad cuando no directamente acalladas de diversas formas; y los graves síntomas del abuso, que afectan a toda una vida, invalidados desde los albores de nuestra civilización.

De histéricas a poseídas

La palabra histeria proviene del griego antiguo ὑστέρα, cuyo significado es útero. Muchas de las denominadas histéricas debían de haber sido víctimas en su infancia pues padecían de una serie de síntomas que coinciden con los de los actuales trastornos derivados fundamentalmente del abuso infantil: TID (Trastorno de Identidad Disociativo) y TLP (Trastorno Límite de la Personalidad). Tanto las histéricas del pasado como las personas con estas condiciones de la actualidad sufren desde importantes problemas para la regulación emocional hasta flashbacks, convulsiones e intentos de suicidio.

En aquel entonces, donde la curiosidad dio inicio a la primera filosofía y la primera ciencia con teorías incipientes sobre el devenir, los átomos y clasificaciones biológicas, al parecer nadie quiso saber de dónde provenían tales síntomas tan llamativos. Se conformaron con señalar poco más que las histéricas sufrían de cosas de mujeres, que el útero se desplazaba y afectaba a la psique. Y es significativo que en la actualidad digamos “no seas histérica” para decir “no exageres”, como si la histeria consistiera en eso, en exagerar.

Aunque en cierto modo el diagnóstico no fuera del todo desacertado, porque sí había un ser pérfido abusando de muchas estas víctimas (probablemente su padre), el tratamiento del exorcismo supondría no solo una revictimización en este tipo de casos, sino también un nuevo modo de ocultar el abuso invalidando cualquier mensaje de la víctima. Sus síntomas eran achacados a un suceso esotérico en vez de a la perversión paterna, su mensaje de denuncia, acusado y condenado por provenir directamente del diablo: no se me ocurre un descrédito más hostil.

Experimentos al florecer de la ciencia

Entrado el positivismo, ya en el siglo XIX, cabría esperar un estudio más científico y acertado de lo que ocurría a las personas con la sintomatología que hemos descrito anteriormente. Y en algún modo, así fue. Sin embargo, las denominadas histéricas fueron sometidas en la famosa clínica de Jean-Martin Charcot a un sin fin de experimentos abusivos carentes de ninguna ética en favor de la disciplina científica. En la Salpêtrière, el neurólogo de moda creó un auténtico espectáculo público en el que como un mago al amparo de la ciencia producía ataques convulsivos, contorsiones y otras reacciones derivadas de trauma en sus pacientes histéricas.

Contrariamente a su mentor Charcot, los condiscípulos Freud y Janet se interesaron por las causas de la histeria, aunque tal vez, de acuerdo con la mentalidad racionalista del momento, más por demostrar la superioridad de la ciencia sobre la fe que por ofrecer una solución a aquellas mujeres víctimas de abuso. Entrevistando a las afectadas, llegaron a la conclusión de que el abuso en la infancia era una constante entre aquellas mujeres enloquecidas.

La frecuencia del abuso sexual fue expuesta por a finales del siglo XIX por Tardieu, quien también reveló que era una violencia bastante frecuente donde el agresor era un familiar y que la agresión a menudo no dejaba señales físicas

La frecuencia del abuso sexual realmente ya había sido expuesta por el médico Auguste Ambroise Tardieu a finales del siglo. Tardieu revelaba en sus estudios que era una violencia bastante frecuente donde el agresor era fundamentalmente el padre o un hermano mayor de la víctima, que la agresión a menudo no dejaba señales físicas y que la “educación superior” no inhibía a los hombres de cometer ese abuso. La preocupación por el abuso a la infancia empezaba a tenerse en cuenta por primera vez en la historia.

Y para cuando Freud quiso exponer su primera teoría, según relata Moussaieff Masson —el custodio y estudioso de los archivos privados del creador del psicoanálisis— en su Asalto a la verdad (1992), ya estaban publicados los argumentos defensores del agresor. En estos se partía de la premisa de que un padre respetable nunca cometería ese tipo de abusos por lo que se trataba necesariamente de falsas acusaciones para llamar la atención, de fantasías infantiles o ideaciones de mujeres mentirosas. “La enormidad de la acusación destruye su probabilidad” diría Gamier en su estudio sobre una joven histérica que había acusado de incesto a su “honorable” padre y que ingresaría en el manicomio tras insistir en sus inverosímiles declaraciones.

Nadie estaba dispuesto a asumir que aquellas muchachas, algunas hijas de reputados hombres poderosos, podían haber vivido lo que ellas contaban. Hacerlo implicaría un escándalo que afectaría hasta los círculos de poder más elevados y terminaría con la idea de un hermoso jardín europeo, civilizado y elegante. De modo que la verdad de las histéricas, aquella amenaza al statu quo que desenterraría los trapos sucios de toda una clase social pronto fue acallada y encerrada en el manicomio con sus portadoras. Ante la presión a la que se sometió su teoría, el propio Freud prefirió dar un paso atrás y buscar otra explicación a su descubrimiento, una que la sociedad, o por lo menos los hombres respetables que la dominaban, sí estuvieran dispuestos a aceptar.

Tras la retractación de Freud, fantasiosas sexuales

Si el abuso sexual como causa era inaceptable, solo cabía borrarlo, acudir al propio descrédito que aplica siempre tanto el abusador como el que no quiere creer en el abuso. Las historias solo podían ser inciertas, posibles imaginaciones, fantasías, tribulaciones que pasaban por sus mentes, quizá a causa del miedo o del deseo. Y así Freud desarrolló su nueva teoría, equivocándose, porque los síntomas de la histeria actualmente se explican por trauma en la infancia; una retractación que solo se comprende si entra en juego la falta de aceptación social de lo inicialmente propuesto.

En los juicios de los 80, problemas de memoria. Pero el argumentario de que el recuerdo de las víctimas de abuso es incierto no terminó con Freud. A pesar de que los síntomas de las mujeres con histeria, se han demostrado ya causados por trauma gracias a estudios con veteranos de guerra traumatizados (tuvieron que sufrirlo los hombres para que por fin se resolviera el misterio), el cuestionamiento de las víctimas continúa por la vía judicial.

Cuando se publica en EE UU la ley de protección a la infancia, se inicia una explosión de denuncias a progenitores por parte de personas adultas que habían vivido abusos en su niñez y con ellas llega el falso Síndrome de las Falsas Memorias

Así, cuando en la década de los 70 se publica en EE UU la ley de protección a la infancia, se inicia una explosión de denuncias a progenitores por parte de personas adultas que habían vivido abusos en su niñez. De nuevo se abría la puerta del horror, la sociedad empezaba a despertar pero no llegó a abrir los ojos.

El descrédito llegó de la mano del falso Síndrome de Falsas Memorias apoyado en los estudios de Elisabeth Loftus, las declaraciones como testigo de la propia Loftus y la fundación asociada (False Memory Syndrome Foundation) creada por progenitores denunciados. El supuesto Síndrome de Falsas Memorias alude a la falibilidad de la memoria, su posible alteración y, por tanto, a su escasa validez como prueba en un juicio por abuso infantil ocurrido hace décadas. El problema, tal y como coinciden las investigadoras en psicología Anne P. DePrince, Carolyn B. Allard, Hannah Oh y Jennifer J. Freyd en su artículo What’s in a Name for Memory Errors? es que si invalidas el recuerdo de las víctimas y su estado psicológico consecuente con motivo de ese supuesto síndrome, ¿qué otra prueba se puede conseguir tantos años después de que el abuso existió? Por naturaleza el abuso se produce sin testigos, muchas veces no causa señales físicas y, años después, difícilmente puede quedar algún rastro de él.

Si bien es cierto que la memoria es en cierto modo maleable y manipulable, no se ha demostrado que se pueda implantar la memoria de un recuerdo traumático, y el Síndrome de Falsas Memorias no ha contado con respaldo científico suficiente, de modo que nunca se ha incluido en ningún DSM (el manual diagnóstico por excelencia). En cambio, el síndrome descrito se ha usado en cientos de juicios a veces cuando incluso existía una corroboración externa del recuerdo de la víctima. Parece un recurso estratégicamente diseñado para defender al acusado y desacreditar de nuevo a víctimas permanentemente silenciadas. De hecho, Elisabeth Loftus también ha tratado de desarmar las acusaciones colectivas de abuso a Harvey Weinstein que originaron el MeeToo empleando el concepto de “falsas memorias”, así como de otros agresores sexuales. No es que los niños sean manipulables, es que todas las víctimas de abuso son desacreditadas desde las estructuras de poder.

Acusadas, criminalizadas, encarceladas

Uno de cada cinco lo sufren, pero cuando una madre se atreve a ir al juzgado y denunciar, el 86% de las denuncias se sobresee. No importan los informes pediátricos o psicológicos, no importa que el menor lo cuente, si se puede intuir una motivación espúrea de la madre como que quiera la custodia exclusiva y muestre animadversión hacia el padre, la aplicación del denominado Síndrome de Alienación Parental (SAP) es un hecho. Y evidentemente cualquiera que sospeche del abuso a un hijo va a querer la custodia exclusiva y rechazará al abusador.

Este nuevo falso síndrome, según plantean, por ejemplo, los autores de “La lógica del Síndrome de Alienación Parental de Gardner” en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, parece perfectamente diseñado para defender a acusados de pedofilia intrafamiliar y tampoco ha sido reconocido por los organismos competentes en la materia. Se fundamenta en una serie de síntomas nada raros si se da realmente el abuso infantil. Esto es así hasta el punto de que para no confundirlo con el abuso infantil verdadero, su creador Richard Gardner tuvo que añadir posteriormente, como elemento de diagnóstico, la coletilla “y no debe ser víctima real de abuso”.

Es decir, todo lo que podría ser prueba del abuso, como la aversión del niño al progenitor acusado, la propia narración del abuso o sus problemas emocionales o psicológicos, si no se demuestra fehacientemente y por su propio lado el abuso en sí, se convierte en supuesta prueba de que la madre lo está alienando. Incluso pruebas pediátricas que revelan indicios de abuso terminan convirtiéndose en argumento de que la madre está “obsesionada” y sobreexpone a la niña a “reiteradas exploraciones médicas” probando así la supuesta manipulación materna.

Y es que probar el abuso en sí no es nada fácil porque rara vez deja señales físicas. De modo que para el que no quiere creer, la explicación es simple: todos mienten, las madres, los hijos y si hace falta los psicólogos y los pediatras que se atrevan a evaluarlos. No por nada la ONU acaba de advertir recientemente en un informe de que el SAP se está empleando mundialmente para enmascarar y encubrir violencias contra las mujeres y los niños o ha llamado la atención a nuestro país hasta en 5 ocasiones por ello.

Todo lo que podría ser prueba del abuso se puede convertir en supuesta prueba de que la madre lo está alienando e incluso las pruebas pediátricas terminan convirtiéndose en argumento de que la madre está “obsesionada”

El asunto del falso SAP llega tan lejos que en muchos casos la madre termina perdiendo la custodia en favor del acusado e incluso juzgada y encarcelada por resistirse a las visitas programadas o asumir la custodia establecida, porque ese arrancamiento forzoso del niño a su madre es la terapia planteada para el SAP por su creador. Así, los niños todavía sufren una situación más vulnerable que sus madres: revictimizados, ignorados y entregados a su abusador por la propia justicia.

Parece que los jueces actuales sentencian partiendo de la misma premisa y con los mismos falsos argumentos de aquellos respetables hombres de mediana edad del siglo XIX, esos que cuentan con el privilegio de ser inmunes a la violencia sexual y de decidir a quiénes debemos creer bajo la sombra del sistema patriarcal. Y les resulta muy fácil porque se trata de creencias bien arraigadas en el acervo cultural tras siglos y siglos de historia de descrédito.

Ante el descrédito

La CEDAW ha recibido recientemente cinco informes que denuncian la violencia institucional que ejerce la justicia contra las madres en nuestro país. España tendrá que dar la cara en la ONU, pero la amplificación mediática y social de la situación dista mucho de ser la adecuada a la gravedad.

Muchos pensarían que organizarse colectivamente podría suponer una respuesta, y no cabe duda de que lo es, pero no por ello el descrédito y el riesgo de denunciar parece desaparecer sino que genera una reacción mayor. Como ejemplo, a la asociación de madres que estaban viviendo este problema en años pasados, Infancia Libre, se la ha criminalizado desde la propia policía con un informe falseado realizado a partir de declaraciones de los padres acusados sin ningún tipo de verificación; informe que los jueces han convertido en herramienta para sentencias de madres que ni siquiera pertenecían a la asociación y que el circo mediático supo poner en primera plana.

Sin embargo, parece que no estuvieran en ningún lugar, parece que a pesar de la evidencia, las mujeres siguen siendo unas exageradas, que ahora las palabras del diablo son las palabras de la supuesta madre alienante que susurra al oído de su hijo, que el recuerdo traumático sigue siendo inverosímil, sujeto a la sugestión terapéutica o materna, pura fantasía freudiana. Y sobre todo, parece que no lo podemos asumir, que no, que nada amenace el statu quo, que nada me haga dejar de creer en un mundo sin fealdad.

El discurso imperante es claro e incluso las propias víctimas lo integran a la perfección: no, no puede ser, será otra cosa, estarás exagerando, te lo habrás imaginado, porque no, no lo puedo creer. Imposible creer cuando no se está preparado. Y es que el abuso es demasiado horrible, tanto que no puede existir, mejor relegado, mejor en secreto, mejor cambiar de tema, que esto me pone mal cuerpo. Nos incomoda, preferimos no escuchar, seguir creyendo que el mundo es un lugar bello, confiar en que los monstruos tienen un solo ojo, color verde y qué se yo; cualquier cosa menos que viven entre nosotros con nuestra propia apariencia.

Quizá sea algo natural, que más allá del interés del abusador en desacreditar a la víctima, todos tengamos interés en desacreditarla porque creerla es un ejercicio demasiado valiente. Creerla significa renunciar a sentirse segura porque es reconocer que sí, que aquí, en tu entorno, también puede estar ocurriendo. Creerla significa sentirse aún más vulnerable porque ni la sociedad ni la justicia parecen ser equilibradas después de lo visto. Creerla significa asumir que el poder goza de privilegios indignos en cualquier tipo de ámbito. Pero debemos creer a la víctima porque es el único modo de que todo eso que no queremos asumir pueda algún día desvanecerse y porque solo con una sociedad humana, las víctimas pueden volver a creer en la humanidad y sanar la herida.

Somos una sociedad inmadura que vive en estado de negación. Igual que la madre negligente que decide no entrar a ver qué ocurre una vez se cierra aquella puerta, somos cómplices del abuso. Pero debemos creer a la víctima porque uno de cada cinco niños están esperando que la sociedad por fin se haga cargo.

Fuente de la información: El Salto

Foto: Niñas y niños juegan en una zona de columpios de Pechón, Cantabría. (David F. Sabadell)

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15 fotos de una infancia que trabaja de sol a sol

En los campos mexicanos de chiles y jalapeños trabajan en condiciones de semiesclavitud cientos de niños indígenas de la etnia rarámuri

Aitor Sáez
Marisa, de unos cinco o seis años, no sabe cuál es su edad. Su madre, Josefina, asegura que trae a la pequeña al campo por los riesgos que correría si la deja sola en el rancho del patrón, donde viven. Marisa recoge chiles como cualquier adulto. Se han detectado 623 menores de edad —211 por debajo de los 15 años— en campos agrícolas de Chihuahua desde 2018 gracias a 493 inspecciones, según datos de la Secretaría estatal del Trabajo (STPS). El trabajo infantil aumentó un 8% respecto al ejercicio anterior, cuando murieron al menos 15 chicos en esos latifundios. rnrn
    • 1. Marisa, de unos cinco o seis años, no sabe cuál es su edad. Su madre, Josefina, asegura que trae a la pequeña al campo por los riesgos que correría si la deja sola en el rancho del patrón, donde viven. Marisa recoge chiles como cualquier adulto. Se han detectado 623 menores de edad —211 por debajo de los 15 años— en campos agrícolas de Chihuahua desde 2018 gracias a 493 inspecciones, según datos de la Secretaría estatal del Trabajo (STPS). El trabajo infantil aumentó un 8% respecto al ejercicio anterior, cuando murieron al menos 15 chicos en esos latifundios. AITOR SÁEZ

    • El 4 de septiembre una niña de seis años fue arrollada por un autocar en una granja de Camargo mientras sus padres pizcaban chile. Muchas de las muertes de menores en los cultivos se produce por atropello, al arrancar sin revisar que haya niños bajo los autos, en búsqueda de la única sombra que existe en la desértica planicie de Chihuahua. También habido fallecimientos por golpes de calor al pasar más de ocho horas a temperaturas de hasta 45 grados. En oa imagen, dos niños van en camioneta hacia los campos de jalapeños junto a otros trabajadores.
      2. El 4 de septiembre una niña de seis años fue arrollada por un autocar en una granja de Camargo mientras sus padres pizcaban chile. Muchas de las muertes de menores en los cultivos se produce por atropello, al arrancar sin revisar que haya niños bajo los autos, en búsqueda de la única sombra que existe en la desértica planicie de Chihuahua. También habido fallecimientos por golpes de calor al pasar más de ocho horas a temperaturas de hasta 45 grados. En oa imagen, dos niños van en camioneta hacia los campos de jalapeños junto a otros trabajadores. AITOR SÁEZ
    • A la izquierda, Carmela, de 12 años, quien dice ir a cosechar por voluntad propia. A la derecha, Barragán almuerza junto a su hijo, también de 12 años, a quien asegura que debe traer a ayudarlo para completar un irrisorio salario de unos 250 pesos diarios (unos ocho euros).
      3. A la izquierda, Carmela, de 12 años, quien dice ir a cosechar por voluntad propia. A la derecha, Barragán almuerza junto a su hijo, también de 12 años, a quien asegura que debe traer a ayudarlo para completar un irrisorio salario de unos 250 pesos diarios (unos ocho euros). AITOR SÁEZ
  • El propietario de la finca, Alejandro Chávez, cuenta que algunas veces ha tratado de frenar el ingreso de menores, pero entonces el resto de trabajadores se solidarizan y se niegan a faenar ese día. Por cada hectárea de chile, se ingresan unos 100.000 pesos (4.000 euros). Por las 150 hectáreas de Chávez las ganancias se elevan a medio millón de euros anuales.
    4. El propietario de la finca, Alejandro Chávez, cuenta que algunas veces ha tratado de frenar el ingreso de menores, pero entonces el resto de trabajadores se solidarizan y se niegan a faenar ese día. Por cada hectárea de chile, se ingresan unos 100.000 pesos (4.000 euros). Por las 150 hectáreas de Chávez las ganancias se elevan a medio millón de euros anuales. AITOR SÁEZ
  • Daisy, de tres años, y su madre Macrina, de 21, recogen chiles. La mayoría de jornaleros en los campos de chile de Chihuahua son rarámuri que tuvieron que abandonar la Sierra Tarahumara (unos 300 kilómetros al este) debido a la sequía y al crimen organizado. Sus tierras se ubican en el llamado Triángulo Dorado, feudo del narcotráfico dedicado a la tala ilegal y a la siembra de amapola y marihuana.
    5. Daisy, de tres años, y su madre Macrina, de 21, recogen chiles. La mayoría de jornaleros en los campos de chile de Chihuahua son rarámuri que tuvieron que abandonar la Sierra Tarahumara (unos 300 kilómetros al este) debido a la sequía y al crimen organizado. Sus tierras se ubican en el llamado Triángulo Dorado, feudo del narcotráfico dedicado a la tala ilegal y a la siembra de amapola y marihuana. AITOR SÁEZ
  • Tanto el Gobierno de Estados Unidos como autoridades de Chihuahua han detectado formas de esclavitud moderna en los cultivos de la región.  Una vez en las granjas, algunos trabajan hasta 15 horas al día bajo amenaza de despido y reciben un mínimo sueldo o ningún pago. Algunos trabajadores son amenazados o maltratados físicamente por abandonar sus trabajos, y se estima que en México hay 341.000 víctimas de esclavitud moderna, según el último Índice Mundial de Esclavitud.
    6. Tanto el Gobierno de Estados Unidos como autoridades de Chihuahua han detectado formas de esclavitud moderna en los cultivos de la región. Una vez en las granjas, algunos trabajan hasta 15 horas al día bajo amenaza de despido y reciben un mínimo sueldo o ningún pago. Algunos trabajadores son amenazados o maltratados físicamente por abandonar sus trabajos, y se estima que en México hay 341.000 víctimas de esclavitud moderna, según el último Índice Mundial de Esclavitud. AITOR SÁEZ
  • Las monosilábicas conversaciones con los rarámuri se estancan en algún punto. La mayoría hablan un castellano limitado, nunca lo necesitaron en la inhóspita serranía donde tampoco había escuelas. “Lo imprescindible, de entrada, es un traductor. Sin poderse comunicar, no pueden acceder a ningún derecho.
    7. Las monosilábicas conversaciones con los rarámuri se estancan en algún punto. La mayoría hablan un castellano limitado, nunca lo necesitaron en la inhóspita serranía donde tampoco había escuelas. “Lo imprescindible, de entrada, es un traductor. Sin poderse comunicar, no pueden acceder a ningún derecho. AITOR SÁEZ
  • Cuando en 2018 la Secretaría de Trabajo (STPS) lanzó la primera ronda de inspecciones sorpresa, detectaron un promedio de tres menores en cada campo. Desde entonces la mayoría de los productores ha optado por poner guardias en la entrada de sus ranchos, o bien, dar aviso al crimen organizado. n sus tres años de funcionamiento, la STPS ha abierto 38 procesos condenatorios que se canalizaron a la Fiscalía General de la República (FGR) para su sanción como delito penal. Sin embargo, ningún caso ha llegado a sentencia.
    8. Cuando en 2018 la Secretaría de Trabajo (STPS) lanzó la primera ronda de inspecciones sorpresa, detectaron un promedio de tres menores en cada campo. Desde entonces la mayoría de los productores ha optado por poner guardias en la entrada de sus ranchos, o bien, dar aviso al crimen organizado. n sus tres años de funcionamiento, la STPS ha abierto 38 procesos condenatorios que se canalizaron a la Fiscalía General de la República (FGR) para su sanción como delito penal. Sin embargo, ningún caso ha llegado a sentencia. AITOR SÁEZ
  • Guadalupe Carrillo llegó de la sierra en 2019 junto a su marido y bebé. Viven en un cuarto de nueve metros cuadrados. Para ganar espacio ha colocado unos palés y lonas afuera para utilizar el exterior de cocina.
    9. Guadalupe Carrillo llegó de la sierra en 2019 junto a su marido y bebé. Viven en un cuarto de nueve metros cuadrados. Para ganar espacio ha colocado unos palés y lonas afuera para utilizar el exterior de cocina. AITOR SÁEZ
  • Muy pocos latifundistas ofrecen alojamiento en sus ranchos, como los hermanos Chávez, que construyeron unas barracas de hormigón para dar techo a sus jornaleros. Alfonso Silva vive con su esposa y dos hijas, y trabaja en el desecado del chile para producir chipotle, una labor mejor pagada que la colecta. Pese al hacinamiento y compartir baño con otras 50 personas, considera que las condiciones son buenas.
    10. Muy pocos latifundistas ofrecen alojamiento en sus ranchos, como los hermanos Chávez, que construyeron unas barracas de hormigón para dar techo a sus jornaleros. Alfonso Silva vive con su esposa y dos hijas, y trabaja en el desecado del chile para producir chipotle, una labor mejor pagada que la colecta. Pese al hacinamiento y compartir baño con otras 50 personas, considera que las condiciones son buenas. AITOR SÁEZ
  • Varios jejenes, unos diminutos mosquitos, se amontonan en los ojos del bebé de Guadalupe para alimentarse de sus legañas. La comunidad rarámuri desplazada sufre discriminación social y graves dificultades de acceso a los servicios básicos. Terminan sobreviviendo al margen de la sociedad empezando por la imposibilidad de entender el castellano sin un traductor que las instituciones no suelen disponer por falta de recursos y voluntad política.
    11. Varios jejenes, unos diminutos mosquitos, se amontonan en los ojos del bebé de Guadalupe para alimentarse de sus legañas. La comunidad rarámuri desplazada sufre discriminación social y graves dificultades de acceso a los servicios básicos. Terminan sobreviviendo al margen de la sociedad empezando por la imposibilidad de entender el castellano sin un traductor que las instituciones no suelen disponer por falta de recursos y voluntad política. AITOR SÁEZ
  • Barracones de madera y lata donde habitan los trabajadores de Godea, comercializadora de chile, cuyo propietario niega el acceso a este medio. En muchos de los ranchos se ha colocado seguridad privada para obstaculizar el acceso a las inspecciones de las autoridades estatales. En varias ocasiones, los equipos de inspección han sido interceptados por varias camionetas con hombres con armas largas.
    12. Barracones de madera y lata donde habitan los trabajadores de Godea, comercializadora de chile, cuyo propietario niega el acceso a este medio. En muchos de los ranchos se ha colocado seguridad privada para obstaculizar el acceso a las inspecciones de las autoridades estatales. En varias ocasiones, los equipos de inspección han sido interceptados por varias camionetas con hombres con armas largas. AITOR SÁEZ
  • Daisy, de tres años, y su madre Macrina, de 21. En Camargo, las autoridades localizaron el pasado año a 24 menores rarámuri laborando en campos agrícolas y tan solo a 18 en la escuela. La única aula móvil para esta población queda a 36 kilómetros y el aula fija más cercana, a 250. Una mujer del pueblo los cuida por 50 pesos al día, una cuarta parte de su mísero jornal, un precio caritativo imposible de asumir.
    13. Daisy, de tres años, y su madre Macrina, de 21. En Camargo, las autoridades localizaron el pasado año a 24 menores rarámuri laborando en campos agrícolas y tan solo a 18 en la escuela. La única aula móvil para esta población queda a 36 kilómetros y el aula fija más cercana, a 250. Una mujer del pueblo los cuida por 50 pesos al día, una cuarta parte de su mísero jornal, un precio caritativo imposible de asumir. AITOR SÁEZ
  • La explotación infantil en campos se penaliza con cárcel. Pese a que se han abierto 38 procesos sancionatorios contra productores, ninguno ha llegado a sentencia y tan solo en dos casos las autoridades estatales han impuesto multas, recientemente. Guadalupe y su bebé, en su vivienda.
    14. La explotación infantil en campos se penaliza con cárcel. Pese a que se han abierto 38 procesos sancionatorios contra productores, ninguno ha llegado a sentencia y tan solo en dos casos las autoridades estatales han impuesto multas, recientemente. Guadalupe y su bebé, en su vivienda. AITOR SÁEZ
  • Las manos de Marisa, la niña que nunca ha celebrado su cumpleaños: enchiladas, agrietadas, donde el campo esculpió toda su crueldad hasta robarles el tacto. Ha pasado diez sofocantes horas arrodillada, pizcando unos 400 chiles, cinco baldes, 50 pesos (dos euros).
    15. Las manos de Marisa, la niña que nunca ha celebrado su cumpleaños: enchiladas, agrietadas, donde el campo esculpió toda su crueldad hasta robarles el tacto. Ha pasado diez sofocantes horas arrodillada, pizcando unos 400 chiles, cinco baldes, 50 pesos (dos euros).

    Fuente: https://elpais.com/elpais/2021/01/15/album/1610730904_858575.html#foto_gal_15

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Investigación BBC | El horror de las escuelas religiosas donde se encadena a los niños (ADVERTENCIA: Este video contiene imágenes de escenas violentas que pueden herir la sensibilidad)

ADVERTENCIA: Este video contiene imágenes de escenas violentas que pueden herir la sensibilidad.

Una investigación especial del servicio árabe de la BBC reveló la magnitud del abuso infantil que se da en muchas escuelas religiosas de Sudán, conocidas como Khalwas.

También recogió denuncias de abusos sexuales dentro de estas escuelas islámicas.

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-54616758

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La sequía y el conflicto podrían obligar a 4,7 millones de niños a dejar la escuela en África

África/03 de Marzo de 2018/Autor: Redacción Iagua/www.iagua.e

Unos 4,7 millones de niños podrían verse obligados a dejar la escuela como consecuencia de los conflictos y la sequía que afectan a los países del este de África, lo que suponen unos 90.000 niños a la semana que verían truncados sus estudios, 12.000 al día, según ha alertado Save the Children.

La organización ha destacado que, para muchos, este sería el segundo año en el que se ven obligados a abandonar las clases por ese motivo y ha explicado que las escuelas cierran por la sequía y por la falta de estudiantes, porque los menores dejan de acudir para migrar con su familia a otras zonas donde haya agua y pastos para los animales.

Cuando los niños de Sudán del Sur, SomaliaEtiopía y Kenia dejan de acudir a las aulas, «crece inmediatamente el riesgo de que sean sometidos a abusos como el matrimonio infantil, el tráfico de menores y la prostitución«, ha advertido la ONG en un comunicado.

En Sudán del Sur, Somalia, Etiopía y Kenia casi 21 millones de personas carecen de seguridad alimentaria por la sequía o los conflictos armados que se desarrollan en la zona

«Si 12.000 niños abandonan la escuela cada día, esta región perderá toda una generación, una generación que no solo no será capaz de alcanzar todo su potencial, sino que se enfrentará a grandes riesgos para su salud y su seguridad», ha subrayado el director regional de Save the Children en África oriental y austral, David Wright.

«Mantener las escuelas abiertas durante la sequía es especialmente importante porque les proporcionan a los menores una oportunidad perfecta para disponer de comida, agua y medicina para que puedan aprender, permanecer seguros y conseguir grandes cosas», ha añadido Wright.

En Sudán del Sur, Somalia, Etiopía y Kenia casi 21 millones de personas carecen de seguridad alimentaria por la sequía o los conflictos armados que se desarrollan en la zona, según Save the Children.

En Sudán del Sur, la organización espera que el número de menores de cinco años que sufren de malnutrición se duplique con respecto al de 2017, llegando a 1,1 millones. En Somalia, el número de personas que necesitan asistencia alimenticia se ha multiplicado por seis, según la ONG, y solo el 30 por ciento de los niños pueden ir a la escuela.

Este mes, en Etiopía ya han cerrado 623 escuelas, según el Ministerio de Educación del país, mientras que el de Kenia ha advertido de que solo el 30 por ciento de los niños acuden a clase en Wajir y Mandera, áreas en el noroeste del país que suelen sufrir las sequías de manera especial.

Save the Children ha instado a continuar proporcionando financiación a las escuelas en África oriental y a que se escolarice a aquellos niños que ya se han visto obligados a dejar de acudir a clase. La organización va a poner en marcha varias medidas, como ofrecer comida, agua y vacunaciones en las escuelas, mantener horarios de clase flexibles o llevar las clases a donde sea necesario, como a los campos de refugiados.

Fuente: https://www.iagua.es/noticias/ep/sequia-y-conflicto-podrian-obligar-47-millones-ninos-dejar-escuela-africa

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