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Informe de UNICEF: Por qué se triplicaron los suicidios adolescentes en Argentina

Redacción: Perfil

Un informe de Unicef encendió el alerta sobre la dramática situación de los jóvenes en nuestro país. Los factores centrales.

Los jóvenes viven circunstancias inéditas en la historia que los coloca en una posición fortalecida en algunos ámbitos pero en una vulnerabilidad excesiva en otros. Las tres grandes problemáticas en la adolescencia en la actualidad son el consumo excesivo de alcohol, el embarazo no planificado y el intento de suicidio. Este último punto encendió las alarmas en las últimas semanas, después de que Unicef presentara un reporte en el que se indica que la tasa de suicidios adolescentes se triplicó en Argentina en las últimas tres décadas. Otro dato alarmante: es la segunda causa de muerte en esa franja etaria después de los accidentes de tránsito. La organización indicó que los suicidios son más frecuentes entre varones, en personas con menor nivel educativo y entre los habitantes de municipios chicos.

No hay un motivo único para este dramático panorama, sino que se trata de un escenario multicausal que culmina en el momento en el que se produce una situación traumática muy concreta que activa el deseo final de materializar el acto de terminar con su vida.

Uno de los principales problemas es que a veces como adultos no pueden identificar la gravedad de la situación, según sostuvo el médico psicoanalista Luis Gratch a PERFIL: “Nosotros tenemos una mayor tolerancia a las problemáticas que afrontan los chicos, como el aislamiento social o el sentimiento de fracaso personal. Para ellos adquiere mayor importancia este tipo de cosas”, explicó.

Preocupa la suba de casos de suicidios en adolescentes

Para el especialista, hay dos situaciones que son polarizadas y que pueden llevar al adolescente a pensar en el suicidio. Una es la sobreprotección: «Si el chico no fue acostumbrado a manejar las frustraciones y a desarrollar tolerancia a las mismas cualquier dolor psíquico es insuperable y ante una situación vital no sabe afrontarlo», argumentó. El otro es el abandono o las malas experiencias a lo largo de los años. «Las privaciones, inestabilidad familiar o tener una vida con poco contacto afectivo le genera al adolescente la sensación de que lo que le espera va a ser puro sufrimiento y no encuentra un motivo de entusiasmo a su vida, crece con una tristeza y melancolía crónicas», señaló.

“Tenemos una tendencia a creer que una persona se suicida porque su vida carece de sentido, yo pienso lo contrario. Cuando no se tiene sentido vos tenés espacios para darle; pero, si tenés la sensación de que lo único que te espera es sufrir más y peor, ves el suicidio como un alivio”, explicó Gratch.

Por su parte, la psicopedagoga María Zysman señaló a este medio cuatro factores que aumentaron las tendencias al suicidio de los adolescentes:

  1. Sentimiento de soledad. “Hay un corrimiento del adulto, que no está presente de la misma manera que estaba en otra época”, indicó Zysman.
  2. Parámetros más elevados de exigencia. Los chicos tienen una sensación grande de fracaso al compararse con el ideal de ser adolescente. “Ser joven para ellos implica tener que ser de una manera, probar ciertas cosas, saliendo, teniendo un cuerpo determinado, transgrediendo mucho más a lo que se hacía antes y tener un juego sutil con el peligro”, remarcó la experta.
  3. Baja autoestima. El sentimiento de no ser querido y no ser integrado es el que los hace sentir que su vida no vale, algo que es acumulativo. “El bullying es muy precipitador de las cosas. Con un escrache público o situaciones humillantes públicas sienten que la muerte digital o social supone el fin de su vida física. Los adolescentes tienen una sensación del tiempo especial y particular, para ellos solo está el aquí y el ahora, y estas cosa tienen más impacto”, detalló la directora de Libres de Bullying.
  4. Acceso a la información. Internet les permite obtener contenidos, información y ejemplos de formas y metodologías, algo que antes no ocurría.

Según la UCA, los casos de depresión y ansiedad se duplican en personas pobres

Otro factor a tener en cuenta es el incremento del consumo de alcohol y de drogas entre los adolescentes, en particular por los efectos que provocan. Las sustancias estimulan la impulsividad, disminuyen las barreras de la represión y exacerban el estado de ánimo en le que el sujeto las consume. Es decir, que si uno está deprimido, beber lo impulsa más hacia el abismo.

Los expertos coinciden en que la consulta con un profesional por parte de los tutores tiene que ser en carácter urgente, no hay que dilatarlo, por más que el chico se niegue o se resista. Considerar un intento de suicidio como un intento de llamar la atención tampoco es aconsejable. “No hay que evitarlo este tema, ni tiene que ser tabú. Hay que preguntar cuánto hace que piensan en ello, por qué motivo y cómo pensaba hacerlo porque lo reprimido no se extingue sino lo contrario, crece y lleva a materialización de una fantasía”, consideró Gratch.

Señales de alarma que advierten sobre el riesgo de suicidio en un adolescente

Aislamiento.

Depresión.

Desinterés (anhedonia).

Cambios en la personalidad.

Insomnio o problemas en el descanso.

Bruscas alteraciones en el estado de ánimo (euforia un día y tristeza profunda al otro).

Dejar de cuidarse y de hacer cosas que le gustaban.

Consumo de sustancias.

Empieza a cometer actividades riesgosas.

Regala objetos personales y se desprende de cosas amadas.

Muestra una situación de desprecio hacia sí mismo y hasta se autolesiona.

Habla acerca del suicidio.

¿Cómo afrontar esta problemática?

Para Zysman, hay que evitar la normalización de ciertas conductas, como el consumo de sustancias o los juegos con el peligro, porque hace que uno no vea el sufrimiento de los chicos. También considera importante poder conectar con los chicos y estar presentes porque si nombran la palabra “suicidio” y “muerte” se tengan las herramientas y la vía para poder indagar sobre qué les pasa.

“Hay que llenar de palabras las relaciones con los hijos, sacar temas de conversación, mirar series juntos o los youtubers con los cuales se identifican porque conocer el mundo virtual de los adolescentes permite encontrar el lugar de acompañamiento y saber cómo acercarse a ellos”, aconsejó la especialista.

El suicidio es la segunda causa de muerte entre los adolescentes, después de los accidentes de tránsito.

El aislamiento o la melancolía son dos señales de alarma en los adolescentes.

Gratch remarcó la necesidad de campañas de prevención: “No hay que comunicar públicamente los suicidios, porque tienen una tendencia al contagio social”. E insistió con que ante la menor aparición de los síntomas “los padres tienen que consultar con especialistas, no dejar pasar ninguno de esas señales y no minimizarlas”.

El suicidio adolescente es un problema de salud pública y las políticas de estado lo tienen que abordar más allá de lo individual. “En la Argentina hay una Ley nacional de prevención del suicidio aprobada en 2015 y no está reglamentada de la misma manera que la Ley de convivencia escolar, si bien está sancionada, hay un gran vacío desde lo legal”, alertó Zysman.

Fuente: https://www.perfil.com/noticias/salud/por-que-se-triplico-cifra-suicidio-adolescente-argentina.phtml

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Fraternidad escolar

Por: Jerónimo Alayón Gómez

Maestro y discípulo constituyen una unidad. Es imposible pensar el uno sin el otro. Cuando el docente se hace condiscípulo de su alumno, permite que este pueda devenir en copedagogo. Se trata de una operación que involucra la identidad del conjunto, con lo cual el hecho pedagógico consigue alcanzar altas cotas en su dimensión antropológica. Desde esta perspectiva, enseñar viene a ser no solo un modo de aprender, sino un método humanizador del saber, puesto que es construido en el seno mismo de la fraternidad escolar.

Estamos tan acostumbrados a pensar que el conocimiento es un constructo casi exclusivo de ciertas cofradías académicas e intelectuales que parecería una herejía suponer siquiera algún grado de iniciativa productiva entre estudiantes. Son ellos, sin embargo, quienes están llamados a asumir la primigenia intelectual, a imprimir el sello de los nuevos tiempos a la sapiencia. Cuando el maestro se hace uno con el discípulo, por sobre lo diverso de cada cual surge un saber en el que se cumple la máxima de Ortega y Gasset: «El progreso no consiste en aniquilar el ayer, sino en conservar aquella esencia del ayer que tuvo la virtud de crear ese hoy mejor».

Dicha fraternidad escolar no significa la anulación de las diferencias en pro de una unidad artificial, fundada solo en las similitudes y coincidencias. El encuentro auténtico con la otredad entraña el diálogo entre las diversidades. El dialogismo de los símiles ha sido no pocas veces génesis del pensamiento único. Al inicio de las dictaduras suele habitar la premisa de sobrevalorar el discurso gemelo. Hacernos uno con el otro es tanto más exigente cuanto que supone entendernos en nuestras desigualdades y desencuentros. Allí radica el verdadero esfuerzo y reto de toda fraternitas asumida con autenticidad.

A menudo alumno y maestro confrontan grandes disimilitudes, que se profundizan aun más por el abismo generacional. Aquí no hay lugar para la teoría del rompecabezas, no se puede soñar con los laterales ideales que habrán de concatenar a la perfección. En todo caso, la fraternidad escolar es un puzle orgánico, cuyas piezas cambian continuamente de forma y tamaño, de manera tal que se hace indispensable reinventar a cada tanto el juego con el objeto de lograr finalmente el dibujo definitivo del saber. Las diferencias no solo constituyen el fundente de un diálogo maduro, sino que son el motor vigoroso de una fraternitas sembrada en el respeto al Otro.

En consecuencia, la fraternidad escolar es profesar el amor, más que ejercitar la tolerancia. Esta, por así decirlo, es un amor empobrecido por la resistencia al Otro. El amor, por el contrario, supone una atracción hacia la otredad, fundada en hacer de ella y sus diferencias una aventura. El que ama está siempre atento al cambio y a los modos de amar que ello implica. La novedad de la alteridad, que deviene a cada tanto en alguien parcialmente distinto de quien era, impone al amor interrogarse sobre sus posibilidades de realizarse en lo diverso. Amar debe ser, indefectiblemente, un acto creador.

Este amor del que hablamos es ciertamente de una textura distinta y se llama dilección. Se establece en torno de la mutua admiración. Proviene del logos y no del pathos, esto es, halla su origen más cerca de la razón que de la pasión. No es pariente del eros sino del ágape, por lo tanto no está atento a la pulsión sexual: su expectativa es la trascendencia de la palabra, el poder seductor de una inteligencia esbelta. Por ello nunca envejece. Tal era el sentido que correspondía a aquella expresión ya olvidada por los docentes de hoy: el alumno dilecto.

La fraternidad escolar, por consiguiente, descansa sus columnas sobre estas prerrogativas. La unidad maestro-discípulo es posible casi exclusivamente cuando el amor la habita intrínsecamente. En su defecto solo habrá la pasajera asociación entre un emisor de conocimientos y sus correlativos receptores, esto es, un acto burocrático de pedagogía institucional. ¿Cuántas veces hemos sido burócratas de la educación? ¿Cuántos podríamos asegurar que amamos a nuestros estudiantes, y que somos amados por ellos? ¿Acaso vale la pena impartir siquiera un ápice de conocimiento divorciados de la fraternitas que nos debía mover hacia el Otro, ese que cree tanto en nosotros como para recibir a manera de don el saber que atesoramos?

Fuente: https://www.viceversa-mag.com/fraternidad-escolar/

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Entrevista a: Rosa Jové, Psicóloga infantil, psicopedagoga, y autora de ‘La escuela más feliz’

Entrevista a Rosa Jové

La experta en psicopedagogía, Rosa Jové, nos explica los cambios que necesita el sistema educativo para que la felicidad y las emociones lleguen a la escuela, y hagan de ella un lugar al que a los niños les apetezca más ir.

“El papel del maestro ya no es el de transmisor de conocimientos, sino el de dinamizador del aprendizaje”.

El debate sobre las fortalezas y las debilidades del actual sistema educativo siempre da para muchas reflexiones. Todas distintas, y todas con la misma validez, porque como asegura Rosa Jové, psicóloga clínica infantil, psicopedagoga, y autora del bestseller ‘Dormir sin lágrimas’, “no se trata de discutir, sino de reflexionar”, porque no hay una verdad absoluta. Ni en la Educación, ni en nada en esta vida, claro. Jové acaba de publicar La escuela más feliz (La esfera de los libros, 2017), un libro con el que desea sumar ideas y reflexiones acerca del que debería ser nuestro objetivo último como sociedad, y como padres y docentes, y que no es otro que hacer de la escuela un lugar al que a los niños les apetezca ir. En definitiva, que la felicidad entre en clase “y con ella las emociones y las ganas de aprender”.

La primera pregunta, teniendo en cuenta el título de tu libro y lo que planteas en él, parece obvia. ¿Necesita la Educación en España una buena reforma?

Sí, sí que la necesitamos porque todavía tenemos muchas cosas que seguimos haciendo igual que hace ya varias décadas. Esto no quiere decir que todo lo antiguo sea malo, para nada; tan sólo creo que nos tenemos que quedar con las cosas buenas, que hay muchas, y reformar y ponernos al día en algunos aspectos que son novedosos. Así que, sí, una reforma no estaría de más.

En ‘La escuela más feliz‘ incides en que “todos tenemos un don”. Y marcas ese concepto como primer cimiento de la construcción de una nueva escuela. ¿Se están desperdiciando hoy gran parte de esos talentos?

Creo que sí. Yo siempre digo que hace muchos años España no era una potencia a nivel mundial en deporte. ¿Y qué hicieron? Fueron a los colegios para ver qué se podía hacer desde la escuela, y hoy por hoy podemos decir que hay disciplinas deportivas en las que somos potencias mundiales.

Lo que se ha hecho ha sido buscar el don que tiene un alumno para que no se pierda. Luego, si ese niño se quiere dedicar a ello, o no, es otra cosa, porque puede que tengamos delante a un Rafa Nadal junior, pero a lo mejor lo que quiere es ser abogado como su padre. Si tiene un don, y al niño le gusta y quiere potenciarlo, adelante, sin duda.

Pero, ¿se puede dedicar un profesor que tiene a lo mejor 20 o 27 niños por clase a encontrar esos “dones”?

Bueno, creo que hay que ser realistas. Una cosa es la dificultad de trabajar todos los dones en una clase masificada, pero otra muy distinta es que el profesor no sea capaz de observar cuáles son todos esos dones que existen y que tiene cada niño. Una cosa es descubrir el don hablando con los niños o con sus compañeros, y otra cosa trabajarlo. Aquí sí puede haber una dificultad, pero en descubrirlo no debería haber ningún problema.

Ideología versus metodología en la escuela

También hablas de dar prioridad a la ideología por encima de la metodología. ¿Nos podrías explicar brevemente en qué consiste este cimiento del cambio que propones?

Muy fácil: una escuela tiene que tener claro qué es lo que quiere conseguir. Si tú quieres que tus alumnos sepan debatir, tengan valores democráticos, sepan dialogar entre ellos…, entonces lo mejor puede que no sea sentarlos de uno en uno, sino en grupos. Pero hay escuelas que lo que hacen es poner a los alumnos sentados en grupo, de cuatro en cuatro, o de cinco en cinco, pero, sin embargo, siguen dando clases magistrales.

Una escuela tiene que tener claro qué es lo que quiere conseguir

Tenemos que tener muy claro qué ideología queremos para nuestra escuela. Si yo quiero que mis alumnos aprendan inglés, lo que no puedo hacer es enseñar francés. Nos encontramos con escuelas que se supone que tienen metodologías avanzadas, pero siguen estancadas en la clase magistral; o, lo que es lo mismo, escuelas que piensan de una manera, pero trabajan de otra. Y esto no tiene sentido.

Otro cimiento es la unión maestros-alumnos-padres-sociedad (todos somos escuela). ¿Crees que hoy en día falta unión de fuerzas, que cada uno rema por su lado? ¿Qué beneficios podría aportar aunar esfuerzos?

Más que de unión, yo hablaría de cooperación entre la familia y la escuela. Evidentemente, los padres y los docentes están unidos porque se saludan cuando llevan al niño, se vuelven a saludar cuando se lo llevan a casa, se ven en las tutorías… Pero hablamos de una necesidad de cooperación, porque cuando los padres se sienten valorados en la escuela, y sienten que se tiene en cuenta su opinión, valoran mucho más ese centro educativo.

Y al revés también ocurre: los profesores conocen más a los padres y esto es beneficioso para todos. También para los niños, que ven esa cooperación entre la escuela y la familia. Todos salen ganando; por eso es muy importante que se entiendan, porque a veces los objetivos de unos y de otros no son los mismos.

Diversas pedagogías para cambiar el sistema educativo

El modelo educativo actual, como has comentado al principio, en muchos casos es el mismo con el que hemos crecido nosotros o nuestros padres. ¿Es suficiente para los retos que se encontrarán los que hoy son estudiantes durante el siglo XXI?

Antiguamente en los pueblos pequeños –bueno, ahora también, pero no tanto– no había bibliotecas públicas, o sólo había una. La única manera de tener conocimiento o cultura procedía de las enseñanzas del maestro. No había enciclopedias, no las teníamos en casa, no teníamos ordenadores…, y la gente de un pueblo no tenía acceso a la cultura, salvo memorizando lo que decía el maestro. Esto ha cambiado; ahora los niños no deberían memorizar. El papel del maestro ya no es el de transmisor de conocimientos, porque eso lo tenemos solo a un click, sino que es el dinamizador del aprendizaje.

Según la UNESCO, el principal objetivo de la enseñanza es trabajar por competencias: aprender a conocer, a ser, a hacer y a convivir

Según la UNESCO, el principal objetivo de la enseñanza es trabajar por competencias; y son cuatro competencias muy sencillas: aprender a conocer, aprender a ser, aprender a hacer y aprender a convivir. Esta es, según la UNESCO, la labor de las escuelas, y esto las escuelas actuales que están más puestas al día lo hacen perfectamente.

En este sentido, en la última parte del libro das voz a distintas metodologías educativas que han ido cogiendo impulso en los últimos años. ¿Qué está aportando a la educación su cada vez mayor introducción en el sistema educativo?

No son metodologías nuevas, muchas ya se utilizaban hace décadas. La cuestión es que durante mucho tiempo la educación se unificó, y todo era igual. Se ha visto que hay otras fórmulas que funcionan mejor que la clase magistral; algunas son nuevas, pero muchas otras se basan en métodos de enseñanza alternativa que ya han demostrado su buen funcionamiento en el pasado. Tenemos el ejemplo en la pedagogía Montessori, que ahora está viviendo un boom.

Hay otras fórmulas que funcionan mejor que la clase magistral, como por ejemplo la pedagogía Montessori

Hay escuelas que lo que están haciendo es coger lo que más les interesa de cada modelo educativo y adaptarlo a su forma de trabajar. Sin usar una metodología en concreto, trabajan con las cosas que más les interesan, y eso también puede ser una buena idea.

¿Por qué crees que con todos los avances y evidencias que hay ya a nivel de neurociencia cuesta cambiar tanto el sistema tradicional de clase magistral?

Todos tenemos una historia. Es más fácil que cambien las nuevas generaciones que las que ya tenemos una edad. El “es que siempre se ha hecho así”, o “ya tengo una edad, y estoy a punto de jubilarme, no me pidas ahora que cambie”, tiene mucho peso.

Es en cierto modo normal que haya cierto inmovilismo y resistencia frente al cambio, pero es que además creo que puede haber cierto miedo a innovar. Muchos maestros se imaginan la clase hecha un caos y tienen miedo a no saber qué va a pasar si introducen cambios, unido a la pereza que da cambiar cuando ya estás hecho a una metodología que para ti es cómoda, lo que hace que haya profesores que se resistan.

Muchos maestros se imaginan la clase hecha un caos y tienen miedo a no saber qué va a pasar si introducen cambios

Yo soy muy optimista, creo que hay grandes maestros con muchas ganas de hacer cosas, y yo tengo una fe muy grande en ellos, en su preparación, y en las ganas que tienen de trabajar con sus alumnos.

Ideas para aulas felices

¿Cómo podemos estimular en un niño las ganas y el deseo de aprender?

Cada niño es diferente, cada profesor es diferente, y por lo tanto no hay una receta que funcione para todo el mundo pero, en general, yo digo que hay que ver la escuela como una empresa: pon todas las condiciones para que a nivel ambiental la escuela sea un lugar adecuado. Por ejemplo, hace poco visité una clase de un colegio en la que hacía más de treinta grados y no podíamos ni estar. No es normal que no haya aire en las aulas, o que no se arreglen los baños, o que haya esos niveles de ruido en los comedores. Empecemos poniendo las condiciones adecuadas para que los centros educativos sean lugares en los que apetezca estar. Y después continuemos con más cosas: que haya respeto hacia los alumnos, que se trabaje bien, etcétera. Hay muchos frentes abiertos que deben ser tenidos en cuenta.

Empecemos poniendo las condiciones ambientales adecuadas para que los centros educativos sean lugares en los que apetezca estar

Los niños entran cada vez antes al colegio y pasan cada vez más horas en el centro. ¿Se puede hacer de la escuela un lugar feliz con esas dos circunstancias?

Muchos creen que los que han ido a la guardería no lloran cuando pasan al colegio, y esto no es así, los hay que también lloran. Creo que el hecho de que los niños entren con tres años a la escuela es un mal menor. Los padres tienen que ir a trabajar y con alguien hay que dejar a los niños. Antiguamente nos quedábamos con las abuelas, con las madres porque muchas no trabajaban…, pero poco a poco, con la incorporación de la mujer al mundo laboral, se fueron creando guarderías. El paso siguiente fue rebajar la edad de entrada al colegio, que antes era de cinco años. Y esto, que se hizo para resolver una situación concreta, no quiere decir que sea lo mejor para un niño; simplemente fue una solución a una situación; cada padre debe decidir lo que es mejor para su hijo.

¿Qué crees que deberían tener en cuenta los padres a la hora de elegir un colegio para sus hijos para que éste sea un lugar feliz?

Yo creo que una de las cosas que funciona muy bien para elegir escuela, a parte de leerse el ideario, es que vayan a ver el centro. Que vean cómo entran y cómo salen los niños, que hablen con los padres, que pregunten a las familias… Muchas veces en el ideario mienten, y una buena manera de comprobar el verdadero espíritu y ambiente de la escuela es adentrarse en ella para, entonces sí, poder decidir libremente.

Fuente: https://www.webconsultas.com/entrevistas/bebes-y-ninos/rosa-jove-psicologa-autora-de-la-escuela-mas-feliz

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Argentina: «Enfocar la educación sexual en el embarazo adolescente es un retroceso»

Argentina/26 de Marzo de 2018/Primera Edición

Lo advirtió la decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Graciela Morgade, quien afirmó además que la Ley de Educación Sexual Integral se aplica en las jurisdicciones de manera desigual.

Afirmó hoy que la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas públicas y privadas «es un paso en visibilizar la temática», pero advirtió que «el programa nacional está reducido y enfocado al embarazo adolescente y eso es un retroceso».
 
La doctora en Educación precisó que «el énfasis en el discurso sobre el embarazo adolescente, que lo llaman ‘no intencional’ en el Gobierno actual puede ser un retroceso en las políticas de prevención y, en cambio, conceptualiza a la sexualidad como amenaza y problema».
 
En ese sentido, sostuvo la necesidad de mirar la ESI «con mucho detenimiento cuando hablan de prevención del cuerpo de las adolescentes».
 
En una entrevista con NA, la decana de Filosofía y Letras se quejó que «el Gobierno de Cambiemos no desmanteló en un sentido amplio ni violento en forma estricta la norma, pero sí fue reduciendo gradualmente el presupuesto del Programa, a través de descentralizar la ejecución de las políticas en manos de las provincias, que hace que ellas manejen las decisiones».
 
«Sabemos que hay muchas provincias que no trabajan los programas de Educación Sexual Integral y no sólo es preocupante el financiamiento que destinan sino los contenidos que son reorientados a dos temas solamente: embarazo adolescente y violencia de género, que parecen importantes pero vuelven atrás el sentido del Programa», advirtió Morgade.
 
Asimismo, consideró que la aplicación de la ESI en las jurisdicciones es «realmente desigual», ya que sostuvo que «no priorizan a la educación sexual ni el presupuesto y le dan preferencia a otras cuestiones».
 
«Tienden a torcer el brazo a las políticas nacionales y el Estado no puede abandonar su papel de garante de las políticas públicas», agregó.
 
En cuanto a la puesta en práctica del Programa en escuelas públicas y privadas, la decana celebró que «hay una cuestión interesante y es que entre ellas no hay diferencias».
 
Respecto a los colegios confesionales, Morgade afirmó que «sostienen que aplican la ESI con el enfoque más clásico moralizante, que tiene derecho a existir, pero en el Programa tienen derecho a existir otras formas de vida que están consagradas en las leyes y la Constitución».
 
Según la especialista, la puesta en marcha de la ESI según los niveles educativos «tiene que ver bastante con las tradiciones y con las realidades de los sujetos».
«En el nivel inicial hay una tendencia al interés y la aceptación, porque hace tiempo aparecieron familias con dos papás y dos mamás», indicó la decana, quien destacó que también «cambió la vida de las maestras, lo que mejoró a cambiar las alarmas que durante mucho tiempo tuvieron sobre juegos y roles».
 
Acerca del objetivo general de la norma, resaltó que «se pensó como un programa para ampliar la dimensión de la sexualidad, pero no presentado como un problema sino como una fuente de disfrute, de vinculación con el otro y ese enfoque está disuelto con el resorte de pensar la sexualidad y las relaciones sexogenéricas como un problema».
 
La Ley 26.150, de Educación Sexual Integral, sancionada en octubre de 2006, establece que «todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de todos los niveles educativos, desde el inicial hasta el terciario» y se entiende que esa disciplina transversal «articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos».
 
La norma también contempla un Programa que abarca cinco ejes: «Reconocer la perspectiva de género; respetar la diversidad; valorar la afectividad; ejercer nuestros derechos; y cuidar el cuerpo y la salud».
Fuente: http://primeraedicion.com.ar/nota/269296/enfocar-la-educacion-sexual-en-el-embarazo-adolescente-es-un-retroce.html
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La afectualidad como potencia social de los cuerpos para educarlos en una convivencia alternativa

Por Iliana Lo Priore.

Como señalamos en un anterior trabajo publicado, “La resignificación de la afectividad infantil en la educación como base de sustentación y expansión de la socialidad empática”, en el que nos aproximamos a una redefinición trascendente de la afectividad como afectualidad, con la intencionalidad de destacar la capacidad o potencia de los cuerpos  de afectar y ser afectados por empatía para favorecer nuevas relaciones intersubjetivas que propicien una transformación radical de la sociedad actual a favor de otro tipo de convivencia basada en la convicción de que el ser es relación con los demás, en la que se supere la separación moderna entre individuo y sociedad, una socialidad empática, donde unos dejen de ser usados como instrumento (económico, político, sexual, etcétera) de los intereses de otros. Donde desaparezcan el miedo y la  desconfianza hacia los demás. Inducidos por los poderes para propiciar irreconciliables disociaciones o separaciones, pretextando mediáticamente que los otros son competidores y potenciales o manifiestos enemigos al ser aparentemente distintos por su diversa otredad o condición sociocultural diferente (de clase social, étnica, política, religiosa, género, etcétera); y con su  desaparición, se posibilite un encuentro comunitario fraterno, igualitario, solidario, libertario y justiciero, dignificador de la condición ética de todos.  Relaciones intersubjetivas que expresen una distinta manera de percibir, sentir y pensar el mundo.

Es de destacar que el pueblo latinoamericano en su diversidad sociocultural  asienta su convivencia fundamentalmente en un tipo de relacionamiento de naturaleza afectiva.  Principalmente las mujeres establecen redes vinculantes de solidaridad, auxilio mutuo y compañerismo en sus comunidades que se sustentan en la afectividad.  Con base en ello es que creemos que la potenciación y redefinición de la afectividad relacionante de tipo popular, puede ser el basamento para redefinir las sociedades latinoamericanas y edificar una mejor vida social.

La afectualidad que suscribimos tiene su asiento en una sensibilidad convivencial con el otro, en la “experiencia de/con el otro”, los otros y lo otro. Pese a que esa experiencia sea en ocasiones afectivamente refractaria. Esta sensibilidad no se restringe a la capacidad sensorial de los individuos, de sus sentidos.  Ella sobrepasa la condición de los órganos sensoriales y sus funciones en el cuerpo biológico como organismo. Es una capacidad principalmente de registro racional-sensible y actuación existencial vitalista de los cuerpos frente al entorno-mundo y a sí mismos.  Desde esta posición racio-vitalista se reivindica la corporeidad considerada como un cuerpo-sin-órganos, concepto formulado por Deleuze y Guattari (1988), para resaltar la potencialidad de lo que puede hacer un cuerpo consigo mismo y con los otros cuerpos en su devenir, de lo que es capaz por las intensividades o fuerzas energéticas que lo conforman o afectan en su integralidad trascendente según sea su modo de reproducirse en la interacción sociocultural.

Comprender esa razón sensible (Maffesoli, 1997), supone, a su vez, una sensibilidad intelectual para aprehender sus expresiones en la realidad social en quien trata de entender la incidencia conformante de  lo sensible, sin relegarlo o subordinarlo ante la razón instrumental prevaleciente que convierte todo en un medio, herramienta o instrumento, cosa que pervertiría la comprensión de las relaciones de afectualidad que son anti-instrumentales.

Ello requiere que se supere la concepción racionalista mecánica en su pretensión científica positivista hegemónica que rechaza lo que no sea objetivable y cuantificable como objeto, ya que las relaciones de afectualidad son transobjetuales  en la interacción social; siendo para ésta la afectualidad, por tanto,  algo subjetivo, ambiguo, difuso o impreciso para su mirada de racionalidad cientificista.

La socialidad empática reclama, en consecuencia, otro tipo de intelección o ciencia que asuma la racionalidad de la  empatía intelectual con ella, la congruencia de la razón-sensible,  para compaginar lo sensible con lo inteligible, sin que ello signifique que se desdeñe el necesario distanciamiento subjetivo y relativista requerido para estudiarla en las modificacio

nes sociales que está produciendo la Posmodernidad, a través de las experiencias que afectan empáticamente a los cuerpos y que producen socialidad.

Para que esta afectualidad sea una experiencia densa se propone la pedagógica como condición de posibilidad.  La Pedagógica es,  una racionalidad ético-pedagógica en tanto envuelve una fundamentación  metódica coherente de pensamiento y acción que atiende a fines éticos que conlleva a una crítica y prácticas transformadoras de  la cultura o contracultura dominante de la modernidad o colonialidad,  y entraña o agencia la deseducación para la dominación y la reeducación liberadora, descolonizadora y transmoderna.  La Pedagógica contribuiría además a:  a) una erótica sin relaciones de dominación, reivindicando o revalorizando la afectividad o amorosidad entre hombre-mujer, padres-hijos, hermano-hermano, docente-estudiante, etcétera, y b) una política empoderadora del pueblo-víctima contraria a la prevaleciente por antidemocrática e injusta al no promover la distribución de la riqueza producida socialmente por el trabajo de todos los que trabajan.

Para ejemplificar la relación entre la erótica y la pedagógica dusselianas, se puede señalar que el niño o la niña, o los hombres y las mujeres, los seres humanos en general,  no advienen primeramente al mundo a encontrarse con/entre los entes u objetos como proponen las epistemologías que pretenden apoyarse en la inicial relación o  interacción sujeto-objeto; por el contrario, advienen al mundo en una relación fundante de sujeto-sujeto, de tipo erótica, afectiva o amorosa, que se produce en el vientre de la madre con ella, que es precedida de una relación también erótico-sexual entre hombre-mujer.  De aquí que la primera relación ético-pedagógica, madre-hijo(a), es erótica, y desde este enfoque se puede sustentar la continuidad escolar de la pedagógica.

La relación docente- niñx, niña (a)-niña (o) asumida desde esta perspectiva es ética amorosa, pedagógica, elementos claves para asumir la afectualidad como potencia social de una convivencia alternativa.

Por todo lo expresado hasta aquí, se trataría de reflexionar en torno a posibles experiencias pedagógicas densas “de/con los otros y lo otro”, que potenciarían la corporeidad favoreciendo una educación que ella misma fuera manifestación de la socialidad empática con base en el desarrollo de una sensibilidad convivencial entre los participantes y autores educativos.  No se trataría tan solo de innovar, ni de crear a partir de la nada, sino de crear, re-crear y reconvertir experiencias desde el acervo de profesionalidad que muchos docentes han agenciado autopoiéticamente o producido y acumulado autónomamente por medio de su praxis educativa. La afectualidad en la educación al trascender la relación del sí mismo-consigo mismo a la relación con la otredad, en una circularidad pedagógica,  humanizaría todos los procesos educativos abriendo ventanas a la estética, integralidad, dignidad y a una convivencia-otra pertinente y urgente en la construcción de la ciudadanía que nos ocupa.

Referencias

Deleuze, G. y Guattari, F.  (1988)  Mil Mesetas. Valencia: Editorial Pre-Textos.

Dussel, E.  (1980).  Filosofía ética latinoamericana.  Bogotá: Editorial C.E.D.

Maffesoli, M. (1997)  Elogio de la razón sensible. Una visión intuitiva del mundo contemporáneo.

                  Barcelona: Editorial Paidós.

Lo Priore, I. (2018). Resignificación de la afectividad infantil en la educación como base de sustentación y expansión de la  socialidad empática. En OVE: http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/269074.

Lo Priore, I. (2017). ¿Desde dónde asumo el pensamiento pedagógico? Material de mimeo, Universidad de Carabobo, Facultad de Ciencias de la Educación, Valencia.

* Correo: ilianalopriore11@gmail.com

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Resignificación de la afectividad infantil en la educación como base de sustentación y expansión de la socialidad empática

Por: Iliana Lo Priore.

El presente texto recoge una propuesta de investigación y difusión colectiva e institucional que desde la necesidad de problematizar la noción de afectividad que ha predominado hasta ahora en el medio educativo escolar de la niñez, de la adolescencia y de la juventud, busca  reconsiderarla como afectación al  tratar de trascender  lo emotivo como límite de su significado, ya que la replantea como capacidad de los cuerpos de afectar y de ser afectados por su tipo de relacionamiento con los otros seres y entes con los que interactúa en el mundo.  De aquí que propongamos el término afectualidad en vez de afectividad, ya que no se trata de algo tan solo inmanente o inherente a cada cuerpo y no trascendente, su capacidad afectiva, sino que planteamos hacer trascendente  esa inmanencia afectiva como potencia relacional, de afectación de los cuerpos, o corporeidad.  Renombrar la emoción afectiva, en tanto cualidad adjetiva o predicativa, como sustantivo-sujeto, la afectualidad, es imprescindible para referir y resaltar una significación-otra. La  problematización  deviene de los cambios que ha experimentado el contexto sociocultural e institucional moderno de nuestros países latinoamericanos, así como  los de otras regiones en el mundo, producto de una dilatada crisis estructural profunda por la que atravesamos a nivel planetario, y que repercute  en la experiencia vital de las relaciones y encuentros que forman a la corporeidad.

Son numerosos los investigadores sociales y de otros campos que,  pese a sus diferencias,  concuerdan en que la crisis general que asola al modo civilizacional que prevalece en el mundo , y que conocemos como época Moderna, obedece al agotamiento o “fin” de dicho modo de producir y reproducir la vida-muerte en el planeta, y que el tránsito epocal  convulsivo en todos los planos que en consecuencia vivimos de crisis civilizacional en lo económico, social, ecológico, político, educativo, en las racionalidades, en el conocimiento, etcétera, se  debe denominar Posmodernidad, aunque algunos opten por nombrarlo “modernidad tardía o tardomodernidad”, “sobremodernidad”, “transmodernidad” , etcétera. Crisis que nos obliga éticamente a buscar alternativas a ese “modo civilizatorio” que por sobradas  razones ha sido calificado como depredador de la naturaleza y de la humanidad.

Entre los efectos culturales del agotamiento de la Modernidad destaca la deriva semiótica, por falta de correspondencia o anclaje en la realidad de los signos como lo tuvieron imaginaria o simbólicamente en el pasado, de los significantes o ideas-fuerza de progreso, desarrollo, igualdad, justicia social, evolución histórica, humanización, educabilidad, etcétera (Lanz, 1998).  Ideas-fuerza que alimentaron, principalmente desde el siglo XVIII con el movimiento ideológico-cultural de la Ilustración europea, la esperanza de millones de seres que guiados por aquellas promovieron los ideales sociales del capitalismo liberal y del socialismo o capitalismo de Estado, así como las conflagraciones de las dos guerras mundiales del siglo XX que condujeron a la muerte de millones de seres humanos y a un reparto geopolítico del mundo entre las potencias guerreras.  Geopolítica de las potencias que nos mantiene en vilo ante una siempre amenazante tercera conflagración mundial.

Es de resaltar para nuestros efectos, que el concepto de Posmodernidad ha sido usado por destacados investigadores educativos en la región para aproximarse a la comprensión de la repercusión de la crisis de la Modernidad en la educación, por ejemplo, Peralta (2017), lo ha usado parcialmente, –sin las implicaciones que aquí apuntamos en función de la educación de niños y niñas–, y considerar su incidencia en la elaboración de lo que denomina currículos posmodernos para la infancia.

No obstante esa disolución de los fundamentos de la Modernidad y sus realizaciones prometidas, y que han dejado un gran manto de incertidumbre por el derrumbe de las grandes teorías, relatos y narraciones o  presuntas verdades generales establecidas (Morin, 1995), hay investigadores de la Posmodernidad que paralelamente han evidenciado el surgimiento de un nuevo tipo de relacionamiento sociocultural como efecto inverso posmoderno, que han denominado socialidad en tanto nueva forma de sociedad o de agregación entre los hombres y mujeres, que despunta desde fines del siglo pasado (Maffesoli, 1990).  Una socialidad de tipo empática que se traduce en la sensibilidad de una comunidad emocional, que llama Maffesoli por sus formas de agregación por empatía, neotribalización o nuevas tribus.  Noción ésta que ha resultado muy productiva en las investigaciones en torno a los nuevos comportamientos y tendencias que manifiestan los adolescentes y jóvenes en los diferentes países latinoamericanos. Esta socialidad empática, que actúa como una “nebulosa afectual” permea  diversos ámbitos de la vida cultural que propicia nuevas sensibilidades por proximidad afectiva y gustos compartidos desde el deporte,  la música, la estética, etcétera, hasta la ética y la política, llegando incluso a transfigurar a ésta última en el ámbito de lo público: “la política como antipolítica” por el rechazo a las formas tradicionales burocráticas de participación en los asuntos de interés general, por ejemplo, los partidos políticos; así como el rechazo ético-corporal a las instituciones gubernamentales o estatales que son consideradas administradoras parcializadas de políticas del poder o dominio de unos grupos o intereses sobre los demás, como ha sido el caso manifestado por los movimientos de los “indignados” en Europa.  Incluso la prevalencia  de la imagen, no se debe tan solo a su mediatización tecnológica digitalizada, sino a la recuperación sinérgica  que ésta favoreció  por su existencia previa como tendencia cultural posmoderna.

La breve consideración hecha sobre la condición posmoderna nos ha servido para resaltar una de sus tendencias: su socialidad empática que promueve comunidades o tribus por afinidad afectiva de duración efímera, según Maffesoli.  Una tendencia que contrarresta al prevaleciente narcisismo individualista  disolvente de vínculos sociales orgánicos cohesionadores, producido por el modo civilizatorio moderno depredador-competitivo, sin que por ello la tribalización deje de  expresar como potencia afirmativa  la individuación de modo colectivo que busca la realización o satisfacción  personal de cada quien de manera conjunta, por más efímeras que estas experiencias asociativas puedan ser.  Experiencias que deseamos estudiar o investigar, repotenciar institucionalmente y dar mayor afirmación sociocultural a través de la educación de los niños y niñas para fortalecer los relacionamientos sociales por medio de la afectualidad para provecho de una mejor sociedad o una sociedad-otra.

Cabe aquí, por consiguiente, aproximarnos  a lo que se ha entendido por afectividad, sin que ello escamotee lo que debe ser investigado colectiva e institucionalmente al respecto. Lo hacemos para evidenciar con una comparación crítica la inconsistencia de seguir sustentando una representación de la afectividad desactualizada para dar cuenta de las nuevas realidades socioculturales que la implican.

Aunque existen diversas conceptualizaciones sobre la afectividad que responden principalmente a enfoques disciplinarios (psicológicos, antropológicos, sociológicos, etcétera), queremos recuperar resumidamente la perspectiva filosófica de Baruch de Spinoza (1980).  Para él no existe una sola clase de afecto, sino varias, o una afectividad múltiple: afectio y afectus. El afectio es el estado de un cuerpo cuando afecta a otro o es afectado por otro, mientras que el afectus consiste en la modificación continua o intensiva que sufre el cuerpo como aumento o disminución de su capacidad o poder de acción.  Para él el afecto es inmanencia concreta y abstracta o virtualidad potencial realizable de los cuerpos.  Por ello, para otro filosofo que lo comenta, Gilles Deleuze (1984), el afecto es inmanencia de la inmanencia, o inmanencia del poder puro, poder de afectar otros cuerpos. No obstante, reiteramos que para nosotros el afecto en tanto afectualidad, es una inmanencia de la corporeidad que se puede manifestar de manera trascendente en la transformación de las relaciones sociales y sus instituciones para que sea también poder emancipador de los cuerpos por sí mismos.  Trascendencia que nos es muy cara a los educadores para reconsiderarla como potencialidad manifiesta en una socialidad que la expresa posmodernamente para refundar o cambiar la sociedad desde su reconfiguración educativa, particularmente en la formación de la infancia.

Por ello creemos que es relevante y urgente acometer la tarea de investigar colectivamente las posibilidades que encierra la afectualidad al superar las limitaciones que la representación de la afectividad prevaleciente obstaculiza e impide, y, por otra parte, registrar y  potenciar las experiencias educativas en distintos planos y aspectos que desde esta nueva perspectiva acometan los educadores por su proyección sobre la afirmación de una socialidad empática transformadora de la sociedad.

Para desarrollar esa tarea indagativa y experimental es necesario articularnos con base en proyectos de investigación, seminarios itinerantes, conferencias, encuentros, conversatorios, talleres, etcétera.  En esta dirección estratégica destacan los educadores de la infancia por cuanto es parte de su acervo pedagógico-educativo la valoración de la afectividad en el desarrollo socioemocional y cognitivo del niño para su desenvolvimiento social presente y futuro. De aquí que la revisión crítica y experimental o práctica de esa valoración para adecuarla a los nuevos tiempos y al “espíritu de la época”, no sea extraña u ajena a su quehacer profesional. Centrándose para ello, en la revisión del tipo de agenciamiento pedagógico de  encuentros relacionales empáticos densos o  intensos que subjetiven  las experiencias relacionales de afectualidad, su  composición u organización para desarrollar la capacidad o poder de afectar y ser afectados individual y  colectivamente por esa clase de socialidad.

Con base en lo planteado, y por la dimensión y exigencias que se desprenden, vemos como un requerimiento encontrar una forma de articulación entre quienes compartan esta propuesta para facilitar su promoción y realización.  Para efectos de las temáticas a ser abordadas desde las diferentes formas señaladas, sugerimos las siguientes, sin que ello implique un orden agotado y cerrado:

– Contexto sociocultural de crisis de la Modernidad y advenimiento de la socialidad posmoderna, y sus derivaciones para la infancia principalmente.

– Implicaciones epistémicas y epistemológicas de una racionalidad sensible o empática ante las racionalidades modernas, particularmente para la “racionalidad educativa moderna”.

– Surgimiento de nuevos dispositivos de subjetivación de los cuerpos: sujeción y des-sujeción en los niños y niñas.

– Antecedentes teóricos sobre la afectividad y nuevos desarrollos: la afectualidad.

– Derivaciones educativas del “fin de la Modernidad” y crisis escolar para reconsiderar la función pedagógica de los docentes.

– Consideraciones, acciones y experiencias educativas orientadas en función  del agenciamiento  de la afectualidad infantil o de su potencia relacional.

REFERENCIAS

Deleuze, M.  (1984)  Spinoza: filosofía práctica.  Tusquets editores: Barcelona

Lanz, R.  (1998)  Temas posmodernos. Crítica de la razón formal. Fondo Editorial de la Asamblea  Legislativa del Estado Miranda: Caracas

Maffesoli, M.  (1990)  El tiempo de las tribus.  Editorial Icaria: Barcelona

Morin, E.  (1995)  Introducción al pensamiento complejo. Editorial Gedisa: Barcelona

Peralta, M.V.  (2017)  Construyendo currículos posmodernos en la Educación Inicial Latinoamericana.  Homo Sapiens Ediciones: Rosario

Spinoza, B.  (1980)  Ética demostrada según el orden geométrico. Editorial Orbis: Madrid

 

  • Correo: ilianalopriore11@gmail.com

 

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Educación sexual para niños de 3 a 5 años: cómo hablar a los niños

Por: Mamen Jiménez

¿Cuándo es conveniente empezar con la educación sexual de nuestros hijos? ¿Cómo hablamos de ello cuando son pequeños? La sexualidad, y su abordaje, es un tema que suele generar dudas (y a veces pudor y hasta vergüenza) en los padres, pero una buena educación sexual es fundamental para el desarrollo de nuestros hijos, desde el principio.

La sexualidad no empieza en la adolescencia

Es creencia común que la sexualidad no existe hasta entrada la adolescencia, pero no es así: los seres humanos somos seres sexuados desde que nacemos, no es algo que detone a una edad determinada. Cualquier padre con hijos pequeños podrá observar que hacen preguntas, que se tocan (los niños tienen erecciones desde muy pequeños, por ejemplo), que tienen curiosidad al respecto… de ahí la importancia de hablar con ellos del tema, de estar ahí y acompañarles en su desarrollo desde el principio.

En la edad preescolar los niños y las niñas aprenden mucho, mucho, sobre su cuerpo: las partes, sus nombres, qué sensaciones les transmiten… No hay diferencias de género: todos hacen y todos quieren explorar.

Entre los 18 meses y 3 años toman conciencia de su cuerpo, de las diferencias anatómicas entre niños y niñas, y pueden empezar a tocarse los genitales con curiosidad y disfrute. No debemos preocuparnos, es normal, no es indicativo de nada malo. Las connotaciones sensuales de la sexualidad es algo de adultos, ellos no las tienen, es más básico que todo eso: “siento cosas que me gustan, estoy explorando y descubriendo, y de la misma manera que me toco las piernas pues me toco los genitales”. Conviene enseñarles el nombre de todas las partes de su cuerpo, no quedarnos sólo en cabeza, manos, pies… Tienen genitales, y los genitales tienen nombre.

Si se tocan debemos respetarles, no censurarles ni transmitirles la idea de que se trata de algo vergonzante: están descubriendo su cuerpo, es parte de su desarrollo.

Entre los 3 y los 5 años su curiosidad va en aumento y a parte de tocarse ellos mismos pueden mostrar interés en los genitales de otros niños (y en tocarlos), en saber cómo se fabrican los bebés, etc. Si se tocan en espacios públicos o se desnudan, por ejemplo, que es algo que a los padres les da mucho apuro, podemos indicarles que hacer eso es correcto, pero que es mejor en casa y no en público. De esta manera no estamos censurando su conducta ni diciendo que sea negativa, sólo le indicamos que en espacios públicos no es conveniente.

Cuando tocan a otros niños. Los peques se tocan entre ellos, y también es normal, insisto en que los componentes de sensualidad, deseo, excitación, etc. pertenecen al mundo adulto, no al de los niños: para ellos no es más que un juego, sin más. Es importante tener esto en cuenta a la hora de valorar ciertas conductas que veamos en nuestros hijos: no las miremos desde el prisma de la sexualidad adulta, recuerda que son niños en pleno desarrollo. Eso sí, hablo de una conducta llevada a cabo por peques de edad similar, ya que cuando hay años de diferencia entre los participantes entramos en otro terreno.

Educación afectivo-sexual

Hablamos de Educación Afectivo-Sexual

Los afectos, las emociones y el desarrollo sexual van de la mano, son aspectos inseparables en estas edades tempranas. De hecho su aprendizaje al respecto se inicia desde el minuto uno, cuando de bebés los abrazamos, les besamos y les expresamos afecto (y ellos a nosotros). Esto es lo que se denomina Educación incidental (o no intencionada), y aunque no seamos conscientes de ello ya la hemos puesto (y la ponemos) en práctica. Los adultos (y los papis especialmente que somos referente para ellos) actuamos de modelo y guía en el aprendizaje de los peques: nuestra conducta y nuestras verbalizaciones, tanto las dirigidas hacia ellos como las que expresamos con otros adultos en su presencia, es información que ellos reciben y procesan como aprendizaje.

En base al modelo que haya en la familia los niños construirán su idea de qué es aceptable y qué no, qué es positivo o negativo, qué es y cómo se expresa el afecto y cómo nos relacionamos los seres humanos, tanto a nivel físico como emocional, de ahí que se contemple como Educación afectivo-sexual, incluyendo los dos aspectos.

Educamos todos los días, no con una conversación puntual

La educación sexual ha de producirse de manera natural en el día a día, con cotidianidad, una aproximación muy alejada del clásico (a desterrar) “tener la charla”. No, no hay que “hacer un especial” ni montar un evento de esto: aprovechemos las oportunidades que nuestros propios hijos nos ofrecen para hablar de ello cuando preguntan, cuando al ducharse se tocan, cuando ven a una pareja besándose…

También a través del juego podemos abordar ciertos aspectos ya que supone una vía estupenda por la que los peques adquieren información. Por ejemplo: podemos coger un muñeco cada uno y representar una escena con ellos relacionada con el tema que queramos tratar con el peque; a través del muñeco nuestro hijo expresará lo que realmente siente y piensa al respecto, y estará receptivo y atento a qué dice el otro muñeco (el que manejamos nosotros) en esta escena concreta.

Hablar de sexo con nuestros hijos, aunque nos parezcan muy pequeños, no es negativo, nunca lo es. Los estudios demuestran que una normalización de la sexualidad, y una buena información al respecto, favorece una mejor autoestima en el niño y una actitud positiva hacia su sexualidad, lo que implica seguridad, sentirse bien consigo mismo, disfrutar de sus emociones y sensaciones…

Abejas y flores

¿Qué hacemos cuando nos pregunten?

Responde siempre a sus preguntas y establece un marco de confianza. Si evitas el tema o te niegas a hablar de ello transmitimos el mensaje de que el sexo es malo o tabú. ¿De verdad queremos eso? Nuestro hogar ha de ser el sitio de confianza en el que sientan que pueden hablar de todo.

No le mientas. Si no queremos que nos mientan… no les mintamos nosotros.

No hace falta que seas un experto en la materia. Ante las preguntas de nuestros hijos en la mayoría de las ocasiones, sean sobre sexo o sobre por qué llueve, el tono y nuestra actitud al responder serán fundamentales: con ello transmitimos información, le indicamos si nos parece bien o mal, si es “bueno o no” hablar de ello… Así que vamos a mantener una actitud abierta, que vean que estamos dispuestos a hablar, aunque no conozcamos todos los detalles de lo que nos preguntan. Y si nos quedamos en blanco no pasa nada por reconocer que no sabemos algo.

Seamos conscientes de nuestros propios miedos y tabúes. Todos los tenemos, es así, pero nos interesa cuestionarnos si se trata de algo que de verdad queremos transmitirle a nuestro hijo. Si no es así, vamos a intentar neutralizarlos para que no les afecten también a ellos.

Respeto y cariño. Puede que lo que nos pregunten nos sorprenda, puede que nos violente, puede que no estemos de acuerdo, puede que nos parezca una tontería… pero es su pregunta, y está relacionada con su cuerpo, sus sentimientos, sus dudas… así que mostremos respeto y transmitamos nuestro cariño al responderles: les queremos, y mucho, hablemos de lo que hablemos, y pueden contar con nosotros siempre.

No utilizar eufemismos. Las cosas tienen un nombre, así que inventar nombres o usar eufemismos, por ejemplo para nombrar los genitales (esto es muy habitual), les puede llevar a pensar que el nombre real tiene algo de malo… y no lo tiene, así que usa la palabra precisa para designar cada cosa, no pasa nada.

Si tu hijo no pregunta. Hay niños que no preguntan sobre este tema, y es tan normal como los que sí preguntan, no pasa nada. Como decía antes, podemos aprovechar determinados momentos para introducir el tema: una escena en una película, una pareja que veamos en la calle, cuando se meta en la ducha y esté en bolinchis… A lo largo del día son muchas las oportunidades para abordar el tema de manera absolutamente natural y nada forzada.

LA EDUCACIÓN AFECTIVO-SEXUAL ES FUNDAMENTAL: CON ELLA NUESTROS HIJOS APRENDEN A CONOCER SU CUERPO Y SUS EMOCIONES, A ACEPTARSE Y A VIVIR Y EXPRESAR SU SEXUALIDAD DE MANERA QUE LES HAGA FELICES. ASÍ QUE HABLAD, HABLAD CON ELLOS CUANDO PREGUNTEN, CUANDO HAGAN… ESO SÍ, SIEMPRE CON NATURALIDAD, CARIÑO Y RESPETO.
Fuente: https://www.bebesymas.com/consejos/educacion-sexual-para-ninos-de-3-a-5-anos-como-hablar-a-los-ninos
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