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México: Denuncian amenazas, agresiones y desplazamiento forzado contra rarámuris que reclaman sus tierras

Activistas y defensores rarámuris en la comunidad de Choréachi denunciaron que caciques del municipio de Guadalupe y Calvo, Chihuahua, han amenazado, agredido y obligado a decenas de familias a desplazarse por reclamar “el reconocimiento y protección de su territorio ancestral y de sus bosques”.


Desde hace más de 30 años, los defensores rarámuri han reclamado el reconocimiento de su territorio ancestral “ante tribunales e instancias administrativas, con acompañamiento de Alianza Sierra Madre, AC (Asmac)”, y en 2018 obtuvo una sentencia favorable en el Tribunal Superior Agrario, que actualmente se encuentra en análisis en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), explicaron.

Los caciques de la zona han actuado en respuesta con agresiones y amenazas a los abogados, defensores e integrantes de Asmac en Choréachi, entre las que se encuentran los asesinatos de las autoridades tradicionales Isidro Baldenegro, Juan Ontiveros, Jaime Subías y Socorro Anaya, así como “desplazamiento de familias, amenazas y agresiones permanentes”.

De igual forma, acusaron que los defensores de Asmac han sido objeto de campañas de desprestigio y descalificación de su trayectoria.

Las constantes agresiones y amenazas en contra de la comunidad rarámuri provocó la intervención del Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaría de Gobernación, así como de la Comisión Interamericana y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que ordenaron al gobierno federal garantizar la seguridad e integridad de la población.

Sin embargo, las hostilidades continúan contra los pobladores de Choréachi, por lo que los activistas exigieron a las autoridades frenar las agresiones, sancionar a los responsables de la violencia y el despojo territorial y acelerar la resolución del conflicto.

Con información de La Jornada

Fuente e imagen: https://desinformemonos.org/denuncian-amenazas-agresiones-y-desplazamiento-forzado-contra-raramuris-que-reclaman-sus-tierras/

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Una de cada cuatro mujeres justifica y acepta las agresiones del marido en Angola

Fuente: ABC

Unos 2.000 casos de violencia doméstica al día sacuden la ex colonia portuguesa.

La violencia machistaalcanza niveles preocupantesen la ex colonia portuguesa de Angola, donde una de cada cuatro mujeres justifica y acepta las agresiones físicas que sufren por parte de su marido. Es decir, un 25% de la población femenina se flagela con una resignación que encuentra su caldo de cultivo en el bajo índice educativo reinante en un país gobernado con mano de hierro por el dictador José Eduardo dos Santos desde hace 38 años.

Los datos salen a la luz en vísperas de las «elecciones» que determinarán el 23 de agosto quién sucede al tirano en el poder, aunque se trata de un proceso con escasas garantías democráticas, de acuerdo con las advertencias y denuncias de la oposición en la clandestinidad.

El Instituto Nacional de Estadística de Portugal ha colaborado con el Ministerio de Salud de Angola para poner en pie tan alarmante estudiosobre el día a día de cientos de abnegadas esposas en ese enclave africano. Porque, además, se da la circunstancia de que ese porcentaje supera incluso al de hombres que opinan de manera similar, asentado en el 21%.

Aceptan las agresiones y les justifican

 Las mujeres en cuestión no solo aceptan el hecho de ser agredidas sino que piensan que ellos tienen razón en varios de los supuestos objeto de análisis, tal cual certifica un informe relativo a 2015 y 2016.

Los motivos que llegan a interiorizar las afectadas van desde atreverse a discutir hasta dejar quemar la comida en el fragor de las palabras, pasando por salir de casa sin avisar, descuidar la atención a los niños y rechazar al hombre cuando le proponga mantener relaciones sexuales.

Y todo en una nación con grandes diferencias entre la capital, Luanda (la ciudad más cara del mundo, en medio de la creciente pobreza que impera en el resto del territorio), y las provincias de Malanje o Bié, por citar solo dos ejemplos.

«Los casos de hombres y mujeres que están de acuerdo en que el marido pegue a su esposa disminuye en las regiones con un mayor nivel de escolaridad», refleja el estudio, realizado con la ayuda técnica de Unicef.

Los números lo refrendan: solo un 9% acepta la violencia doméstica en Cuanza Norte, mientras que el porcentaje se dispara hasta el 47% en el caso de Malanje.

Infidelidad del marido

No obstante, tampoco puede olvidarse otra de las conclusiones del informe: un 16% de los hombres y mujeres con título de enseñanza secundaria llega a asimilar los mismos argumentos que rigen las agresiones.

Más aún: un 53% de la población femenina del castigado país no ve los ataques en su contra como una justificación de peso para negarse a satisfacer los deseos sexuales de ellos. Y es que la sociedad angolana está habituada a comprender ese rechazo solo en caso de que se descubra lainfidelidad del marido.

El Foro de Mujeres Periodistas de la ex colonia lusa ha tomado cartas en el asunto con otras revelaciones añadidas para poner de relieve que ladesigualdad entre hombres y mujeres campa a sus anchas allí.

De acuerdo con sus estimaciones, unas 2.000 esposas sufren agresiones diariamente a lo largo de ese territorio de habla portuguesa.

Una de sus portavoces, Susana Mendes, declaró en la radio de Lisboa que esta cantidad es, en realidad, mucho mayor. ¿La razón? Se desconocen las verdaderas estadísticas, en vista de que muchas mujeres angolanas no se atreven a denunciar a sus agresores, en gran parte por falta de preparación y por desconocimiento de unos derechos que, con todo, apenas son reconocidos en Angola.

La policía no ayuda

La situación de falta de garantías queda retratada con el episodio de privación de libertad vivido por el rapero y activista Luaty Beirao, acusado de un delito de «conspiración» por el régimen de José Eduardo dos Santos.

Por si fuera poco, los momentos «kafkianos» aguardan a las mujeres que se deciden a acudir a las comisarías, asoladas por unos altos índices de corrupción.

De hecho, el mencionado Foro acredita que varias de las personas del género femenino que osaron dar el paso se encontraron con respuestas de los agentes tipo: «¿Por qué se te ocurre hacer cosas que desagradan a tu marido?».

El resultado es que las afectadas caen abatidas en un pozo de desesperación que las lleva a resignarse a convivir con semejantes grados de violencia.

En este contexto, en absoluto es extraño que las pocas organizaciones dedicadas a dar cobijo a las víctimas tengan que recurrir al sustento de los colectivos solidarios portugueses.

«Las agresiones no cesan porque continúa la impunidad de los agresores», reconoce desde Lisboa la activista Delma Monteiro, a quien le viene a la mente la muerte de la conocida periodista radiofónica Márcia Salupendo, toda una estrella en Angola y que perdió la vida después de ser salvajemente golpeada por su entonces compañero sentimental, Chimbalanga Mariano, un funcionario gubernamental de la dictadura.

Fuente: http://www.abc.es/sociedad/abci-cada-cuatro-mujeres-justifica-y-acepta-agresiones-marido-angola-201708071958_noticia.html

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Entrevista a Luciana Peker: “Se condena a las mujeres que desean”

16 Julio 2017/Fuente: kaosenlared/Autor:  Laura Hurtado

La periodista argentina especializada en género participó en un taller sobre cómo los medios narran las violencias contra las mujeres, organizado por Oxfam Intermón en el XVIII Congreso de Periodismo Digital de Huesca.

La periodista Luciana Peker hace años que habla sobre lo que les pasa a las mujeres en Página/12, en la revista Anfibia y en muchos otros foros. Impulsora en Argentina del movimiento #NiUnaMenos, ha publicado La revolución de las mujeres, sobre los avances del movimiento de mujeres en su país durante los últimos 30 años. Estuvo en España para participar en un taller sobre cómo los medios narran las violencias contra las mujeres, dirigido por Magda Bandera, directora de La Marea, y organizado por Oxfam Intermón en el XVIII Congreso de Periodismo Digital de Huesca.

Como periodista especializada en género, ¿cómo cree que los medios deberían hablar sobre los feminicidios y los asesinatos de mujeres?

El periodismo que toca estos temas debe ser comprometido, respetuoso, y no poner jamás a las víctimas en riesgo, pero eso no quita que siga siendo periodismo: debe emocionar, sensibilizar, contar historias. Yo no creo en un periodismo aséptico y frío que sea totalmente inocuo (que lamentablemente es el que recomiendan muchos protocolos contra la violencia de género) y que pierda audiencia frente a los realitys y los programas basura que hacen puro morbo.

En su opinión, ¿las mujeres que han sufrido violencia machista deben salir en las noticias?

Creo que las protagonistas de esas noticias tienen que estar. Si ellas quieren contar su historia, hay que darles voz. Si pudieron salir adelante, si encontraron obstáculos, si la violencia deja huellas que no se borran. Contar todo eso con sensibilidad es imprescindible para que se produzca el terremoto necesario para erradicar (y evitar) la violencia de género. A mí, conocer a mujeres que han sido víctimas de violencia me ha cambiado la vida, es algo de lo que no te olvidas.

¿Qué le parece el tratamiento informativo de las agresiones sexuales a mujeres?

Creo que es el asunto que se cubre peor. La mujer asesinada no existe más, pero la que sobrevive siempre es condenada. Además, se usa a la mujer violada para disciplinar a las otras mujeres, muy especialmente a las más jóvenes, para darles miedo: que no viajen, que no salgan de noche, que no estudien, que no trabajen, que no se revelen frente a su novio, que no tengan citas con desconocidos, que no beban… Parece que cualquier cosa que hagan justifica una violación.

¿Por qué cree que se culpabiliza a las mujeres que han sido violadas?

Creo que se condena a las mujeres y a las jóvenes que desean. La condena es al deseo femenino. Los medios de comunicación siguen repitiendo las estigmatizaciones más básicas: cómo iba vestida la chica, por qué razón fue a la casa de él, si eran novios (como si eso justificara la agresión…). Para mí, otra forma de condenar a las mujeres “deseantes” son esas violaciones masivas que se están produciendo en muchas partes del mundo. A mí no me gusta que los medios muestren todo el tiempo a mujeres objeto, ultra sexualizadas, pero no soy moralista, me gustan las mujeres “deseantes” y quiero que los medios muestren un deseo legítimo de las mujeres. También quiero que se pueda desear a las mujeres, pero debe ser un deseo no vengativo.

¿Cómo se puede hacer un mejor tratamiento de las agresiones sexuales?

No sé si la solución pasa por instaurar protocolos muy rígidos, porque en la mayoría de los casos no se cumplen, pero sí por intentar generar conciencia y mayor empatía. Los medios tienen que proteger a las víctimas, hacer de escudo. Y no al revés.

¿Piensa que los medios deberían hablar más sobre las otras violencias que sufren las mujeres, y no solo de la violencia física?

Es obvio que los feminicidios y los asesinatos de mujeres son gravísimos y no se pueden minimizar, pero hay que mostrar todas las violencias. Por ejemplo, hablar de la diferencia salarial entre hombres y mujeres, que en Argentina ronda el 25%. O de la violencia contra la salud sexual y reproductiva, que se da, por ejemplo, cuando a una mujer no le quieren dar anticonceptivos. Para ello, el mejor motor son las historias de las mujeres. Contar lo que te explica aquella que puso una denuncia por acoso laboral, la que fue despedida por pedir reducción de jornada, la que es maltratada por estar embarazada, seguir lo que hacen las organizaciones de mujeres, recoger datos, ver qué pasa en otras partes del mundo para ver qué pasa en tu país o en tu región. Si escuchamos a las mujeres se abre un abanico infinito de temas.

En los últimos tiempos se observa mucha violencia hacia las mujeres que denuncian la violencia de género.

Este es un fenómeno que las mujeres que trabajamos contra la violencia de género no nos lo esperábamos. Hay un resurgimiento de la violencia machista muy exacerbado, especialmente hacia las mujeres lideresas o influyentes, como humoristas, opinadoras o periodistas. Hablo de los trolls en Internet, pero también de grupos que pueden amenazar por teléfono o llevar a cabo amenazas jurídicas. Gente que intenta controlar que la voz de las mujeres se expanda. No son iguales que hace 20 años atrás, estamos ante un neomachismo, que es mucho más peligroso.

¿Cómo se puede luchar contra estas agresiones?

Hay mujeres fuertes a las que no les importa o lo saben manejar, pero creo que no tenemos que pedir que las mujeres sean heroínas o que se blinden. Si pedimos eso, las que van a quedar van a ser muy pocas. Yo he sufrido muchas amenazas y lo he pasado mal. Además, me he sentido muy sola. Las condiciones laborales de los periodistas en Argentina no te protegen, ni los sindicatos o las leyes. Por eso, las mujeres periodistas o aquellas que tienen voz en medios y redes sociales necesitamos cuotas, ocupar más espacios, porque todavía luchamos contra el machismo clásico que nos quiere invisibilizar. Pero, además, necesitamos protección para poder avanzar frente a este neomachismo que nos quiere calladas.

¿Qué consecuencias tienen estas agresiones?

La verdad es que no son inocuas, pues no trabajamos igual, no publicamos igual, no llegamos igual. Implica altísimos costos profesionales y, por supuesto, personales, porque siempre tienes la sensación de estar poniendo en riesgo tu vida.

¿Cree que la gente es más consciente de las múltiples violencias que sufren las mujeres?

En Argentina tenemos una ley muy progresista para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, que nombra diferentes tipos de violencia, desde la física o psicológica hasta la mediática o institucional. Y eso es porque en mi país hay muchas mujeres en la política (un 30%). Es cierto que las leyes van por delante de la realidad, pero hay cada vez más conciencia de que las mujeres sufren muchas violencias y que eso está mal.

¿Cómo se ha logrado que haya más conciencia social?

Es a través de la escuela que el Estado puede frenar la violencia: evitar que las chicas sean víctima de violencia y que los chicos sean victimarios. A los 15 o 16 años puedes frenar paradigmas de machismo o que no se repitan secuencias de violencia que los chicos sufren en casa. Una vez cumplidos los 18, el Estado pierde esa oportunidad. En ese sentido, creo que la ley de educación sexual integral que tenemos es lo más parecido a una vacuna contra la violencia de género. Implica enseñar a respetar el cuerpo desde el jardín de infancia, siendo la manera más efectiva de prevenir los abusos sexuales. O hablar de la pubertad, la menstruación o los anticonceptivos desde primaria para prevenir las enfermedades de transmisión sexual, los embarazos no buscados y los noviazgos violentos. Hoy, en Argentina, las más jóvenes son las que más pelean para que sus derechos se cumplan.

 

Fuente de la noticia: http://www.lamarea.com/2017/07/13/luciana-peker-violencia-contra-mujeres/

Fuente de la imagen: http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2017/07/00-96.jpg

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Brasil: La violencia en las aulas en Brasil, un reflejo del contexto social del país

Sao Paulo / 29 de marzo de 2017 / Por: Carlos Meneses Sánchez / Fuente: http://www.eldiario.es/

Más de la mitad de los profesores de Brasil ha presenciado algún tipo de agresión verbal o física, cometida por alumnos de entre 11 y 14 años, contra alguno de sus colegas y miles de maestros han visto a los estudiantes llevar armas de fuego a clase.

Este es el panorama que dibuja la encuesta Prova Brasil 2015 elaborada por el Instituto Nacional de Estudios y Pesquisas Educativas (Inep) del Ministerio de Educación y aplicada a directores, alumnos y profesores de todo el país.

«Las agresiones contra profesores han aumento mucho en los últimos tiempos», dice a Efe la secretaria general de la Confederación Nacional de los Trabajadores en la Educación, Fátima Silva, profesora además de la red pública del estado de Mato Grosso do Sul.

En total, 132.244 profesores, más de la mitad de los encuestados, admitieron haber sido testigos de episodios violentos contra sus compañeros por parte de los mismos estudiantes, porcentaje que se eleva hasta el 71 % cuando se les preguntó por la existencia de agresiones físicas o verbales entre los propios alumnos.

«La cuestión de la violencia no es algo específico de las escuelas. La escuela es el reflejo de lo que pasa en la sociedad», expone Silva.

Entre los factores externos que explican este comportamiento la profesora aprecia una crisis de «autoridad» en el seno de la convivencia familiar y sobre todo, la determinación del contexto social en el que está inmerso cada colegio.

Solo así se puede llegar a explicar que el 12 % de los maestros reconozca que algunos de sus alumnos acuden al aula bajo el efecto de las drogas o que 2.365 hayan visto a estudiantes acudir al colegio, de manera frecuente, con armas de fuego.

«El número es un disparate. Aunque el porcentaje es bajo (1 %), ningún alumno debería portar armas de fuego en la escuela», afirma a Efe el economista Ernesto Martín Faria, investigador de la Fundación Lemann, que analizó el sondeo para el portal QEdu, plataforma que desmenuza los datos oficiales.

La cifra se eleva hasta el 5 % en los casos en que los docentes percibieron que varios de sus alumnos acuden al centro educativo portando algún tipo de arma blanca.

Martín Faria coincide en señalar el contexto como un fiel indicador que se traslada de manera directa a las clases: «Hay escuelas con gran vulnerabilidad en varias regiones del país donde operan facciones criminales fuertes».

El círculo vicioso empieza con barrios con gran vulnerabilidad, pocas políticas públicas y altos índices de violencia, donde los hijos de familias de bajos recursos acuden, en el mejor de los casos, a escuelas precarias que les dan una formación insuficiente para incorporarse al mercado laboral en igualdad de condiciones que el resto.

«Los números demuestran una gran desigualdad en el país», asevera Martín Faria, quien apuesta por «políticas de incentivo con más recursos y mejores profesores».

Según el sondeo, el 41 % de los profesores gana entre 1.000 y 2.000 reales brutos al mes (unos 320 y 640 dólares, respectivamente).

Las regiones olvidadas en el plano educativo son las mismas que se repiten en otros índices de desarrollo: norte, noreste y periferia de grandes ciudades como Río de Janeiro y Sao Paulo.

«Las escuela tienen muchas dificultades para huir, aislarse del contexto de violencia en el que viven», comenta el analista.

Trabajadores del colegio Etelvina de Góes Marcucci, en Paraisópolis, la segunda mayor favela de Sao Paulo, admitieron a Efe que la violencia en las aulas «es una cuestión delicada», pero que más que eso, el problema más acuciante, en su caso, son las drogas y la facilidad que tiene el alumno para acceder a ellas.

La profesora Silva denuncia que este clima está sirviendo de excusa de algunos sectores para resucitar el debate sobre la edad mínima penal, establecida en el artículo 288 de la Constitución brasileña en los 18 años de edad.

«Muchos utilizan esto para intentar remediar el asunto diciendo que lo que hay que hacer es incorporar a los adolescentes problemáticos al sistema penitenciario (…) Eso es lo contrario de lo que hay que hacer», aprecia.

La paradoja se cierra justo un artículo antes en la Constitución, donde se señala que «es deber de la familia, la sociedad y el Estado asegurar al niño, al adolescente y al joven, con absoluta prioridad, el derecho a la vida, a la salud, a la alimentación y a la educación», entre otros recogidos en ese fragmento de la norma suprema brasileña.

Fuente noticia: http://www.eldiario.es/sociedad/violencia-Brasil-reflejo-contexto-social_0_627137620.html

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Neonazis griegos atacan escuela primaria que admitió refugiados en sus aulas

Grecia/19 enero 2017/Fuente: Diario Correo

Golpearon a varios padres y profesores. El Gobierno griego condenó la agresión a través de un comunicado y aseguró que estos hechos «no impedirán que continúen los cursos de los niños refugiados».

Un grupo de neonazis griegos, liderados por el diputado de Amanecer Dorado (AD) Yannis Lagós, atacaron hoy una escuela primaria del barrio de Pérama, en el suroeste de Atenas, por haber admitido en sus aulas a refugiados del cercano campo Sjistó.

Golpearon a varios padres y profesores que se encontraban dentro del centro de Neo Ikonio, en este barrio de clase trabajadora del Pireo, mientras celebraban una asamblea de la asociación de padres.

«Desde la mañana se manifestaron frente a la escuela 70 u 80 padres de niños que se oponían a la escolarización de niños refugiados y 15 eran militantes de Amanecer Dorado encabezados por Lagós», aseguró a Efe una fuente del Ministerio de Orden Público.

Fue al comienzo de la asamblea, en presencia del alcalde de Pérama, que se produjo el ataque, aunque, precisó la fuente, «nadie ha presentado denuncia» ante la Policía.

El Gobierno griego condenó la agresión a través de un comunicado del secretario general del Ministerio de Educación, Yannis Pandís, y aseguró que estos hechos «no impedirán que continúen los cursos de los niños refugiados».

 «Ofrecer educación a todos los niños refugiados», aseveró Pandís, es «deber del Estado que resulta de los valores, la ética y de los tratados internacionales ratificados por nuestro país» y este «será cumplido».

«Actos de racismo y de violencia no se permitirán en las escuelas», concluyó Pandís.

Lagós, como el resto de diputados de AD, está siendo juzgado en el macrojuicio contra el partido y su entorno, cuya principal acusación es que constituyen una organización criminal.

El diputado está además acusado de estar directamente relacionado con la muerte del rapero izquierdista Pavlos Fyssas, en septiembre de 2013 en Keratsini, también distrito del Pireo, y con el ataque a militantes del partido comunista (KKE) y de su sindicato PAME en Pérama en el mismo año.

Fuente: http://diariocorreo.pe/mundo/neonazis-griegos-atacan-escuela-primaria-que-admitio-refugiados-en-sus-aulas-724769/

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Argentina: De feo «Repudiamos la represión y los despidos tanto en educación como en la Universidad de la Matanza».

América del Sur/Argentina/17.01.2017/Autor y Fuente: http://conadu.org.ar/

El secretario general de CONADU apuntó contra Daniel Martinez, el rector de la Universidad de La Matanza, que pretende despedir a la Comisión Directiva de Sidunlam. “Bullrich y Daniel Martinez comparten la misma práctica desleal y antisindical, persiguen y despiden a los delegados. También comparten la concepción elitista de la Educación: recordemos que Martinez fue quien acudió a la justicia, con el aval de Bullrich, para declarar la inconstitucionalidad del ingreso irrestricto a la Universidad. Desde CONADU Vamos a defender el derecho a la organización sindical y la democracia en las Universidades” finalizó Carlos de Feo.

En la movilización también estuvieron presentes compañerxs de FEDUBA, ADEIUNAJ, ADUNA, SIDUNLAM, ADIUNMA, ADIUNPAZ, entre otros.

Sobre los despidos en la UNLAM

En las horas de la tarde del día 30 de diciembre del 2017 unos 15 docentes recibieron un correo electrónico con la siguiente notificación “Le comunicamos a Ud. que dentro del marco de la planificación de la oferta académica no está considerada su participación para el primer cuatrimestre 2017. En los próximos días recibirá la comunicación de forma a través de la dirección de Recursos Humanos.”


Entre estos/as docentes se encuentran varios miembros activos de la Comisión Directiva de SIDUNLAM. (Sindicato de Docentes e investigadores de la Universidad Nacional de La Matanza).

Una vez más la persecución y la violencia se imponen en las prácticas de las autoridades de esta Universidad, protagonizando hechos como este que violan todos los derechos de los/as trabajadores/as, como el convenio colectivo de trabajo, y se ponen en línea con las políticas neoliberales del gobierno de Cambiemos.

Desde CONADU repudiamos esta clara práctica desleal y antisindical y acompañamos a los compañeros de SIDUNLAM, que han venido denunciando sistemáticamente el accionar de las autoridades de la UNLaM hacia trabajadores/as y estudiantes. Continuamos organizándonos y en lucha, resistiendo ante este y otros embates porque defender los puestos de trabajo es defender la educación pública. Hoy muchos compañeros/as no contaran con su salario y su obra social, hoy muchos y muchas empeoran sus condiciones previas de precariedad para quedar afuera del sistema universitario.


Queremos y luchamos por una universidad abierta y democrática, pública y de calidad en la que cada trabajador/a de la educación pueda ejercer libremente su derecho a sindicalizarse y continuar trabajando, sin persecuciones ni despidos.


POR LA REINCORPORACIÓN DE TODOS/AS LOS/AS DOCENTES A SUS FUNCIONES Y CARGOS.
POR EL CUMPLIMIENTO DEL CONVENIO COLECTIVO DE TRABAJO.

Fuente: http://conadu.org.ar/de-feo-repudiamos-la-represion-y-los-despidos-tanto-en-educacion-como-en-la-universidad-de-la-matanza/

Imagen: http://conadu.org.ar/wp-content/uploads/df2.jpg

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El virus de Juan, mi experiencia de acoso escolar

Por.  Mari Carmen García Barros

«Lo que los demás piensen de ti, no es tu problema», «a ti no te cae bien todo el mundo, ¿verdad? pues tú tampoco tienes porque caer bien a todos» le repetía yo a Juan cada vez que se quejaba de las críticas que recibía de sus compañeros de clase.

Expresiones en las que yo creía firmemente como adulta y que eran mi intento de empoderarlo, de que adquiriese conciencia de quien es él, de cuánto vale, y de que la pertenencia al grupo no lo es todo, especialmente cuando el grupo está compuesto por niños (as) que no se comportan con arreglo a lo que en casa estimamos adecuado y sano.

Yo tenía presente que era el nuevo de la clase y necesitaba tener amigos, pero también que muchos de los compañeros no mantenían una catadura moral tal que apeteciese rodearse de ellos ni las «luchas fratricidas» un aliciente para pertenecer a su círculo. Pero mi aliento no era suficiente porque Juan a veces se sentía peor de lo que yo albergaba a entender.

El malestar de Juan era lógico y su percepción muy acertada: había algo más, mucho más de lo que mostraban…

A finales de marzo se acercaban las vacaciones, la Semana Santa desfilaba: semana de procesión, de recogimiento, de oración… semana de pasión.

Juan salió llorando de clase: «Mamá, a excepción de dos niñas, todos se ríen de mí, yo no soy importante; se burlan de cómo soy, de mis aficiones, de mi manera de correr…» No era la primera vez, ni la segunda siquiera, pero era la más intensa. Aunque fuese el nuevo de clase, aunque no le gustase el fútbol, aunque jugase con niños de otros cursos, ¿sirven como causa que justifique la intolerancia?

Juan tiene 11 años, es brillante, muy buen estudiante, afectuoso, respetuoso, obediente y siempre presta atención. Lo dicen sus profesores, no lo digo yo.

Esa tarde de inicio de vacaciones, una compañera de Juan se me acercó:

– ¡Ya no lo soporto más! nada de lo que le hace… toda la clase; ya no soporto el «virus de Juan».
– ¿Qué es eso? – pregunté – ¿es porque ha estado enfermo?
–  No, es un juego.

El juego más estúpido, perverso y doloroso que podía imaginar. No sólo era agresivo y altamente contaminante, es que tenía varias cepas, era mutante: el virus de Juan y el virus del culo de Juan. El primero se contagiaba al mero contacto, el segundo cuando se sentó encima de la mano de un compañero ¡este último más agresivo, desde luego! Cuando Juan no los veía, uno a uno se tocaban y entre susurros y risas, en bajito y a escondidas, repetían: «el virus de Juan, el virus de Juan». Así, uno tras otro, hasta veinticuatro; el último, contra la pared o a la papelera debía lanzarlo ¡menudo teatro! Mi morenito risueño se sentía sano, pero se había convertido en un intocable, en un apestado.

Había algo aún peor: al no conocer su enfermedad, no podía desinfectarse. Juan no podía curarse. Ésa es la mayor perversión: la que en silencio y soterrada dinamita tu red social, te aísla del grupo, impide cualquier relación y provoca tu exclusión.

Parece difícil, imposible tal vez. Pues muy fácil les fue.

Era tanta mi desolación que no sabía qué hacer. Parecía que una parte del mundo se había resquebrajado a mis pies. «Si esto es lo que se maneja en las aulas, si en sexto de primaria los niños alimentan tales distorsiones, poco futuro auguro a estas generaciones» fue lo primero que pensé. Desasosiego, desánimo, desamparo, desaliento y desesperanza vinieron después.

Habían comenzado las vacaciones, el colegio estaba cerrado ¿qué podía hacer? ¿Adónde recurrir? ¿Cómo dar cauce a mi sentir? Y entonces, actué.

Busqué el número del grupo de padres de clase, les escribí, les conté de lo que me había enterado y di por supuesto que ninguno lo sabía porque le habrían puesto fin. Que hablasen con sus hijos, les pedí. Que se hiciesen conscientes del daño que habían ocasionado a Juan y a quienes lo queremos. Era tan extraño que no lo podía explicar… ¡Si él sólo quiere ir a clase como un niño más!

La mayoría de padres contestaron que lo sentían, se sorprendían, no lo sabían; a alguno le pareció que exageraba, una minoría nunca dijo nada… Si es que ya no importaba.

Esa misma tarde también escribí a los seis profesores de Juan y a la directora del centro. Uno a uno fui relatando los hechos, transmitiendo mis sentimientos; no importaba si antes no lo sabían, ahora debían poner fin a ese comportamiento.

Eso sólo fue el comienzo. A menudo, tiras de un hilo y la madeja se va deshaciendo, aquí tiraba y tiraba y seguía creciendo ¡todo lo que le estaban haciendo! Cada día que pasaba de algo más me ilustraba, cada día me volvía más sabía.

Volví a escribir al colegio, a relatar los nuevos episodios. Apenas sentía dolor, ahora era mi furia quien hablaba: la leona que rugía en mi interior. Pero todos eran mensajes sin recepción, nadie había al otro lado, nadie los recibía, nadie los abrió durante ¡12 días!

En esos días de asueto Juan se encontró con un compañero y en la calle le pidió perdón. Nada tenía contra él ¡si es que le tenía aprecio! Pero se trataba del juego y todos eran uno y quien intentase ponerle fin, quedaría fuera del grupo. Y ninguno era un héroe con coraje tal que resistiese la presión del clan… hasta que apareció la heroína sin lealtad.

El día de regreso a las clases, me presenté en el colegio:

–  Abre los correos, por favor – le dije al tutor.
–  Sorpresa, enfado, incredulidad, incomprensión…
–  Esto debía saberlo yo, ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Cómo es que no me he enterado?
–  Pues tú sabrás, ése es tu trabajo.

Se sintió acorralado: Juan no volvería al colegio hasta que este conflicto se solucionase ¡y no en falso! Yo no iba a consentir que se enfrentase a los compañeros, que justificase su sentir… a que fuese víctima de nuevo ¡veinticuatro verdugos son todo un ejército!

Cada uno de los hechos se había desvelado y ahora tocaba al centro solucionarlos. Menuda tarea: exigía valor, compromiso y firmeza.

Y llegó a la clase:

– ¿Qué ocurre con Juan?, preguntó.
– Yo empecé, lo siento de verdad, nada tengo contra él, es buen amigo, buen compañero. Nada nos ha hecho.

Hablaron sólo unos cuantos, pero era un sentimiento compartido. Se trató de un juego perverso que se les fue de las manos y merecía un castigo… Y, según parece, algunos ya lo habían expiado en esa extraña y santa semana de pensamientos sobrecogidos.

Entonces todos los niños, guiados por el tutor, le escribieron 24 cartas. Estaban arrepentidos y le pidieron perdón: «regresa a clase Juan, no volverá a pasar, lo sentimos de verdad».

Al final de ese día, Juan y yo las leímos ¡cuánto lo agradecimos! Queríamos tenerlas, pero el tutor se las quedó para recordarles su intención; a fin de curso a Juan se las daría, ¡que la cumplan por favor!

Al día siguiente, uno más tarde que el resto, Juan regresó al colegio. Volvieron a pedirle disculpas, a solicitar su perdón, a aliviar su dolor. Juan los perdonó y también se liberó. Se disolvió la frustración.

Así son los niños. ¿Y los profesores?

Bueno, ellos son un poco distintos. Aunque sé que alguno especialmente lo sintió, ni uno sólo se dirigió a Juan (su silencio fue un estruendo) ni a mis cartas contestó. «Comunicaciones» la plataforma del colegio se llama… Vaya paradoja, casi una metáfora.

Un mes después la directora me citó: quería pedirme disculpas por su inexcusable actuación. Las acepté ¡cómo sino! Aunque la inmediatez es fundamental para atender cualquier dificultad, yo necesitaba volver a confiar. Al fin y al cabo, no se trató de un primer auxilio… «sólo» de la protección, la defensa y el afecto hacia un niño.

El virus de Juan o de cualquier otro.

Atentos para que no se repita: es muy agresivo, es contagioso y la esperanza debilita. Y si apareciese de nuevo o se volviese endémico, recordad que tiene solución: está guardada en cada corazón.

Este conflicto se solucionó porque todos formaban parte del problema y todos formaron parte de la solución. Todos tenían una responsabilidad (niños, padres y docentes) y todos, a su ritmo, la asumieron.

Cada uno hizo lo que debía: los niños necesitaban un límite, y la compañera con más conciencia y valentía, me contó lo que pasaba para que yo lo frenase; los padres hicieron los deberes inherentes a la paternidad, no en vano la primera escuela es el hogar, somos padres a tiempo completo y no vale decir «eso es cosa del colegio»; los profesores también necesitaban un toque de atención: la miopía, el apaciguamiento y la incoherencia predominaban como ejemplo, por mucho que se empeñaran en educar en valores y es que, a menudo, «uno enseña lo que más necesita aprender».

El acoso se resolvió con ganancia para todos: se reconoció el dolor de Juan y se restauró su posición, desaparecieron la ira y el dolor que conllevan ser víctima, y se dio oportunidad a los «verdugos» de recobrar su dignidad al pedir perdón por su conducta y prometer que no la repetirían. Todos se liberaron.

Para abordar el acoso se apela a la implantación de protocolos o a la intervención de expertos externos, en un intento de desviar la responsabilidad y la falta de capacidad para afrontarlo. Pero yo creo que es más fácil que todo eso, aunque se necesite de una auténtica pedagogía emocional y moral.

Esta historia tiene una segunda parte, menos bonita pero igual de reveladora de las distintas realidades que convergen en las aulas. Demasiadas para tan poco espacio.

Mari Carmen García Barros es autora del libro «El virus de Juan, Paloma, Tomás y todos los demás», Zaragoza 2016

Fuente: http://www.educaweb.com/noticia/2016/05/11/virus-juan-mi-experiencia-acoso-escolar-9377/

Imagen: https://scontent.cdninstagram.com/t51.2885-15/e35/13118188_582594071898416_778722039_n.jpg?ig_cache_key=MTI0MTQ0MDA1NjYwMjYzNjk1Mw%3D%3D.2

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