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Libro: Mis creencias. Albert Einstein

Reseña:

En este volumen recogemos múltiples artículos, notas, conferencias, discursos y reflexiones filosóficas de Albert Einstein, que a veces rozan problemas científicos, pero que en su gran mayoría se refieren a
tópicos candentes de su época, de la cual la nuestra es una continuación. En ello reside el valor de estos trabajos, casi todos breves, aunque sustanciosos. El célebre físico, que pasará a la historia como uno de los hombres más importantes de su tiempo, inició un nuevo período en el progreso de la ciencia con sus audaces teorías. Ciertamente, si bien su modestia lo haya negado, suyo es el mérito de haber inaugurado la era nuclear, pues fue el pionero de la fisión del átomo, descubrimiento que
ha abierto un mundo fascinante y riesgoso para nuestra civilización.
Este mismo hecho convirtió a Einstein, consciente del tremendo poder destructivo que las nuevas armas representaban para todo el orbe, en un decidido defensor de la paz, el desarrollo de la cultura y la igualdad y seguridad de los pueblos. Aparece así la faz del humanista que ante la presencia de un arsenal de horror se entrega a la tarea de luchar con pasión en favor de un pacifismo activo, detrás del cual se advierten las inquietudes del sociólogo y del pedagogo. En estos escritos, todos los cuales se hallan unidos por un hilo conductor: el destino del hombre, preservado para fines más nobles que
la aniquilación mutua, y su preocupación por la vida comunitaria, se descubren las profundas conmociones que sacudieron el ánimo del científico en sus últimos años, cuando las nubes de otra conflagración, más cruel que cuantas haya soportado la humanidad, se cernían sobre el horizonte político mundial. La segunda guerra mundial y su trágico fin que llevó al uso de la bomba atómica le anticiparon el enorme peligro que amenazaba al planeta y el camino tenebroso en que había desembocado la ciencia. El saber al servicio de la muerte, cuando en realidad se lo había concebido siempre como sostén e impulso de la vida.

Descargue en: http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/bmn/mis_creencias.pdf

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¿Por qué socialismo?

Por: El Viejo Topo/ Albert Einstein/ 31-10-2018

En mayo de 1949 Albert Einstein publicaba este texto en el primer número de la revista Monthly Review , publicación “roja” que sigue asomándose a las librerías todavía hoy, contra viento y marea. Conviene releerlo ahora, en estos tiempos de gran confusión, en los que parece que hayamos olvidado cosas tan sencillas como las que el gran físico plantea aquí.

¿Debe quién no es un experto en cuestiones económicas y sociales opinar sobre el socialismo? Por una serie de razones creo que sí.

Permítasenos primero considerar la cuestión desde el punto de vista del conocimiento científico. Puede parecer que no hay diferencias metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos en ambos campos procuran descubrir leyes de aceptabilidad general para un grupo circunscrito de fenómenos para hacer la interconexión de estos fenómenos tan claramente comprensible como sea posible. Pero en realidad estas diferencias metodológicas existen. El descubrimiento de leyes generales en el campo de la economía es difícil porque la observación de fenómenos económicos es afectada a menudo por muchos factores que son difícilmente evaluables por separado. Además, la experiencia que se ha acumulado desde el principio del llamado período civilizado de la historia humana –como es bien sabido– ha sido influida y limitada en gran parte por causas que no son de ninguna manera exclusivamente económicas en su origen. Por ejemplo, la mayoría de los grandes estados de la historia debieron su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se aseguraron para sí mismos el monopolio de la propiedad de la tierra y designaron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los sacerdotes, con el control de la educación, hicieron de la división de la sociedad en clases una institución permanente y crearon un sistema de valores por el cual la gente estaba a partir de entonces, en gran medida de forma inconsciente, dirigida en su comportamiento social.

Pero la tradición histórica es, como se dice, de ayer; en ninguna parte hemos superado realmente lo que Thorstein Veblen llamó “la fase depredadora” del desarrollo humano. Los hechos económicos observables pertenecen a esa fase e incluso las leyes que podemos derivar de ellos no son aplicables a otras fases. Puesto que el verdadero propósito del socialismo es precisamente superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del futuro.

En segundo lugar, el socialismo está guiado hacia un fin ético-social. La ciencia, sin embargo, no puede establecer fines e, incluso menos, inculcarlos en los seres humanos; la ciencia puede proveer los medios con los que lograr ciertos fines. Pero los fines por si mismos son concebidos por personas con altos ideales éticos y –si estos fines no son endebles, sino vitales y vigorosos– son adoptados y llevados adelante por muchos seres humanos quienes, de forma semiinconsciente, determinan la evolución lenta de la sociedad.

Por estas razones, no debemos sobrestimar la ciencia y los métodos científicos cuando se trata de problemas humanos; y no debemos asumir que los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse en las cuestiones que afectan a la organización de la sociedad. Muchas voces han afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de tal situación que los individuos se sienten indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Como ilustración, déjenme recordar aquí una experiencia personal. Discutí recientemente con un hombre inteligente y bien dispuesto la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en peligro seriamente la existencia de la humanidad, y subrayé que solamente una organización supranacional ofrecería protección frente a ese peligro. Frente a eso mi visitante, muy calmado y tranquilo, me dijo: “¿porqué se opone usted tan profundamente a la desaparición de la raza humana?”

Estoy seguro que hace tan sólo un siglo nadie habría hecho tan ligeramente una declaración de esta clase. Es la declaración de un hombre que se ha esforzado inútilmente en lograr un equilibrio interior y que tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirlo. Es la expresión de la soledad dolorosa y del aislamiento que mucha gente está sufriendo en la actualidad. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida?

Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil contestarlas con seguridad. Debo intentarlo, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos son a menudo contradictorios y obscuros y que no pueden expresarse en fórmulas fáciles y simples.

El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que estén más cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales, y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social, intenta ganar el reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos, para compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores, y para mejorar sus condiciones de vida. Solamente la existencia de éstos diferentes, y frecuentemente contradictorios objetivos por el carácter especial del hombre, y su combinación específica determina el grado con el cual un individuo puede alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que finalmente emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad, y por su valoración de los tipos particulares de comportamiento. El concepto abstracto “sociedad” significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse, y trabajar por si mismo; pero él depende tanto de la sociedad -en su existencia física, intelectual, y emocional- que es imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la “sociedad” la que provee al hombre de alimento, hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, formas de pensamiento, y la mayoría del contenido de su pensamiento; su vida es posible por el trabajo y las realizaciones de los muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra “sociedad”.

Es evidente, por lo tanto, que la dependencia del individuo de la sociedad es un hecho que no puede ser suprimido — exactamente como en el caso de las hormigas y de las abejas. Sin embargo, mientras que la vida de las hormigas y de las abejas está fijada con rigidez en el más pequeño detalle, los instintos hereditarios, el patrón social y las correlaciones de los seres humanos son muy susceptibles de cambio. La memoria, la capacidad de hacer combinaciones, el regalo de la comunicación oral ha hecho posible progresos entre los seres humanos que no son dictados por necesidades biológicas. Tales progresos se manifiestan en tradiciones, instituciones, y organizaciones; en la literatura; en las realizaciones científicas e ingenieriles; en las obras de arte. Esto explica que, en cierto sentido, el hombre puede influir en su vida y que puede jugar un papel en este proceso el pensamiento consciente y los deseos.

El hombre adquiere en el nacimiento, de forma hereditaria, una constitución biológica que debemos considerar fija e inalterable, incluyendo los impulsos naturales que son característicos de la especie humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad con la comunicación y a través de muchas otras clases de influencia. Es esta constitución cultural la que, con el paso del tiempo, puede cambiar y la que determina en un grado muy importante la relación entre el individuo y la sociedad como la antropología moderna nos ha enseñado, con la investigación comparativa de las llamadas culturas primitivas, que el comportamiento social de seres humanos puede diferenciar grandemente, dependiendo de patrones culturales que prevalecen y de los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto en lo que los que se están esforzando en mejorar la suerte del hombre pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse o a estar a la merced de un destino cruel, infligido por ellos mismos.

Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente necesarios. Los tiempos — que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos — en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es sólo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo.

Ahora he alcanzado el punto donde puedo indicar brevemente lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se refiere a la relación del individuo con la sociedad. El individuo es más consciente que nunca de su dependencia de sociedad. Pero él no ve la dependencia como un hecho positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza protectora, sino como algo que amenaza sus derechos naturales, o incluso su existencia económica. Por otra parte, su posición en la sociedad es tal que sus pulsiones egoístas se están acentuando constantemente, mientras que sus pulsiones sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posición en la sociedad, están sufriendo este proceso de deterioro. Los presos a sabiendas de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solos, y privados del disfrute ingenuo, simple, y sencillo de la vida. El hombre sólo puede encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la sociedad.

La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. Vemos ante nosotros a una comunidad enorme de productores que se están esforzando incesantemente privándose de los frutos de su trabajo colectivo — no por la fuerza, sino en general en conformidad fiel con reglas legalmente establecidas. A este respecto, es importante señalar que los medios de producción –es decir, la capacidad productiva entera que es necesaria para producir bienes de consumo tanto como capital adicional– puede legalmente ser, y en su mayor parte es, propiedad privada de particulares.

En aras de la simplicidad, en la discusión que sigue llamaré “trabajadores” a todos los que no compartan la propiedad de los medios de producción — aunque esto no corresponda al uso habitual del término. Los propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en valor real. En cuanto que el contrato de trabajo es “libre”, lo que el trabajador recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la demanda de los capitalistas de fuerza de trabajo en relación con el número de trabajadores compitiendo por trabajar. Es importante entender que incluso en teoría el salario del trabajador no está determinado por el valor de su producto.

El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directamente o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos.

La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital está así caracterizada en lo principal: primero, los medios de la producción (capital) son poseídos de forma privada y los propietarios disponen de ellos como lo consideran oportuno; en segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad capitalista pura en este sentido. En particular, debe notarse que los trabajadores, a través de luchas políticas largas y amargas, han tenido éxito en asegurar una forma algo mejorada de “contrato de trabajo libre” para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la economía actual no se diferencia mucho de capitalismo “puro”. La producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un “ejército de parados”. El trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo. Desde que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas. La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a ése amputar la conciencia social de los individuos que mencioné antes.

Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura.

Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males, el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales. En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer, y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de la responsabilidad para sus compañeros-hombres en lugar de la glorificación del poder y del éxito que se da en nuestra sociedad actual.

Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?

La claridad sobre los objetivos y problemas del socialismo es de gran importancia en esta nuestra era de transición. Dado que, en las circunstancias actuales, la discusión libre y sin trabas de estos problemas se ha convertido en un poderoso tabú, considerado que la fundación de esta revista es un importante servicio público.

Fuente: http://www.elviejotopo.com/articulo/por-que-socialismo/

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Libro: La nueva educación – César Bona (PDF)

España / 5 de agosto de 2018 / Autor: César Bona / Fuente: Sin Deberes

Una vez terminada la lectura de este libro, me vienen a la cabeza 2 palabras que resumen lo que, en él, me he encontrado: creatividad y frescura.

CREATIVIDAD, una palabra que César repite en un montón de páginas; para él es muy importante que los maestros (y los padres y madres) fomenten y creen espacios para que los niños den rienda suelta a su creatividad.

FRESCURA, su manera de escribir creo que refleja cómo es él y como se expresa cuando habla. Si te animas a leer su libro, te dará la sensación (mientras lees) de que estás sentado a su lado, escuchándolo mientras tomáis un café juntos. No es un libro “sesudo”, ni esperes encontrar grandes ideas o teorías pedagógicas; es un libro que muestra su manera de entender la educación, con multitud de ejemplos y anécdotas que le han ocurrido a lo largo de su vida de maestro.

En este artículo, a mí me gustaría compartir contigo algunos pensamientos que me han surgido durante (y después de) su lectura, por si te ayudan.

Al principio de su libro, César dice: “…estoy seguro de que alguno de vosotros, cuando acabe de leer dirá: Pues este tío no hace nada extraordinario” Y es cierto, si lees (o compras) este libro pensando encontrar “la piedra filosofal” o “la gran idea revolucionaria” de lo que debe ser la nueva educación… olvídalo.

No obstante, para mí, César sí hace algo extraordinario en su día a día en el aula: todo lo que él hace tiene, como último objetivo u horizonte, educar el corazón de sus alumnos. En varios capítulos le “escucharás” decir que los contenidos de las asignaturas son importantes, pero más importante aún es “educar en cosas sencillas, básicas, pero que a veces se nos olvidan: el respeto, la empatía, la sensibilidad, la escucha y el esfuerzo para conseguir lo que te propones”

Un aspecto al que César da mucha importancia es la necesidad de estimular la curiosidad de los niños. Se nota que él es profe de Primaria y es consciente de lo importante que esto es para el desarrollo de la mente de los niños, y de la gran responsabilidad (y oportunidad) que  la escuela tiene en lograr esto.

Hay una frase que habla de esto, y que yo he puesto al comienzo de este curso en el laboratorio de mi colegio: “Es muy difícil mantener la curiosidad (científica) en un sistema educativo rígido. El espíritu de descubrimiento y pensamiento creativo se pierde en la rutina escolar” (Albert Einstein) A mí me recuerda (cada vez que entro en el laboratorio) algo que es más importante que “enseñar biología”

¿Por qué seguimos pensando (algunos profesores) que esto de la creatividad es “perder el tiempo”? ¿No será que, como dice César,  para estimular la creatividad hay que ser antes un maestro curioso?

A mí, quizás porque trabajo con alumnos “mayores”, reconozco que me cuesta esto de fomentar la curiosidad, pero intuyo que es algo fundamental que tengo que hacer si quiero educar mentes “abiertas al futuro” y formar adultos “competentes”.

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Respecto al tema de los deberes, César tiene un capítulo titulado “Hacer deberes y a dormir”. En él dice textualmente: “Soy maestro, así que para ir terminando os voy a poner unos deberes. Empezaréis a hacerlos ahora, cuando acabéis de leer el libro y hasta la hora de cenar. Tenéis tiempo. Luego, cenaréis y a dormir. Mañana (por la tarde) haréis lo mismo: os pondréis con los deberes, y luego cenaréis y a dormir. Alguno de vosotros tendrá “extraescolares”; da igual: las extraescolares no diluyen los deberes ni son excusa para que no los hagáis. Tendréis que hacerlos igualmente. Y después, a cenar y a dormir… Esto es lo que les sucede a miles de niños: salen de la escuela y tienen que empezar a hacer tareas (de cada asignatura, por supuesto). Todo el mundo pone deberes porque queremos que todos aprendan de nuestra asignatura, que sepan muchas cosas. Nos hemos metido en una inercia por la que queremos muchos Einstein a los 12 años”  Para César, si el niño no ha terminado a las 7 de la tarde de hacer los deberes, el maestro tiene que replantearse esos deberes que está mandando, porque algo no está haciendo bien.

Por último, terminaré con respondiendo a esta pregunta: ¿Qué me ha supuesto leer a César?

En primer lugar, me ha dado seguridad en lo que estoy haciendo como docente; creo que el camino a seguir es “educar para la vida”, y no (solo) para los exámenes. Y esto lo conseguiremos si educamos sus mentes (con contenidos), pero también su corazón (para que desarrollen actitudes que les hagan querer y valorar a sus semejantes)

Por otro lado, creo que es importante tener humildad; siento que estoy en el camino correcto, voy innovando (aunque a veces sea mediante el método de “ensayo-error”) pero he de ser consciente de que no estoy más que al principio de una larga senda llamada “educar a mis alumnos para ser adultos del siglo XXI”. A la hora de buscar lo mejor para mis alumnos es vital escucharlos; como dice César: “Es curioso, no me lo negaréis, que pretendamos enseñar contenidos a seres de los que no sabemos nada”

Por último, la lectura de este libro me ha dejado un reto: tengo que ayudar a mis alumnos a “ampliar sus horizontes”, es decir, conseguir que sean personas sensibles a los problemas que existen en nuestro Mundo; que los conozcan, pero que no se queden sólo en eso, sino que se comprometan por proponer soluciones creativas. En definitiva, por poner su granito de arena para construir un mundo donde merezca la pena vivir.

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Para finalizar, me gustaría reflejar en 3 frases lo que, para mí, sería una “nueva educación”:

  1. hemos de enseñar educación emocional a los alumnos, no solo enseñarles conceptos.
  2. tenemos que conseguir que nuestros alumnos se comprometan por mejorar su sociedad y el mundo en el que viven.
  3. las escuelas debemos enseñar conceptos que sean útiles y aplicables para la vida, no (sólo) para aprobar exámenes y sacar títulos.
  4. no hay que hacer cosas complejas y “espectaculares” para innovar o educar “de otra manera” como padres o profesores que somos; solamente hay que escuchar a los niños, quererlos y proponerles hacer aquello que sabemos que les gusta hacer y que les ayuda a aprender “para la vida”

Y si tú escribieras algo titulado “la nueva educación”… ¿de qué cosas hablarías?

Déjanos un comentario contándonoslo, ¡y enriquece así nuestra comunidad con tus ideas!

Links para la descarga:

https://drive.google.com/file/d/1oiO7HMoMDWAkzVZXUaT4dZ-SLBnk6kkY/view

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Fuente de la Reseña:

http://www.sindeberes.com/la-nueva-educacion-el-libro-de-cesar-bona/

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A los educadores les corresponde formar personas críticas

Colombia / 10 de junio de 2018 / Autor: Diego Arias Serna / Fuente: La Crónica del Quindio

Enseñar es organizar la confrontación con el saber y proporcionar las ayudas para hacerlo propio, nos lo dice el profesor de ciencias de la educación de Francia, Philippe Meirieu.

Si hay unos héroes anónimos en este país, son decenas de profesores que en lejanas veredas y en medio de todas las dificultades enaltecen su profesión.

Pocos días después de celebrarse el Día del Maestro, el gremio fue estremecido por las declaraciones de un hombre que como expresidente y ahora como senador ha polarizado a la sociedad, y en plena campaña electoral aviva las pugnas en vez de —como hombre público— concitar a la fraternidad, pero es mucho pedirle a un pendenciero.

La presencia de Uribe en Anserma, Caldas, el pasado sábado 28 de abril, en un acto político para impulsar la campaña presidencial de Iván Duque, interiorizado con el talante, nada tolerante y la actitud arrogante de su mentor, generó en ese pueblo, también llamado Santa Ana de los Caballeros, una oleada de inconformidad que perturbó al gremio del magisterio, a quienes han sido educadores y a un amplio sector social.

“(…). Lo único que tienen los profesores es la fuerza de la calumnia (…) los profesores les enseñan a los estudiantes es a gritar y a insultar, no les enseñan a debatir, les retuercen el cerebro”, dijo ese sábado, quien se ha creído el “salvador de Colombia” y quien con una “vara mágica” enriqueció a sus hijos cuando ejerció con ‘pulcritud’ la presidencia.

Varios personajes que están en contienda electoral, hicieron sentir sus voces ante semejante desatino, que es común en ese exmandatario. El candidato presidencial Sergio Fajardo expresó su orgullo de ser profesor y aseguró: “El liderazgo sereno de un profesor es el camino para sanar heridas” y agregó: “Vamos para esa segunda vuelta y evitar volver al pasado”.

El senador del Polo Democrático, Jorge Enrique Robledo, recordó que él también ha sido profesor durante 26 años y afirmó: “Cómo estará de mal la política en Colombia, que puede ser presidente el que diga Uribe, que es capaz de agredir a maestros y maestras”. Asimismo, la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación rechazó dicho pronunciamiento. De igual forma, cientos de usuarios en las redes sociales manifestaron su rechazo a esos ataques hacia los docentes del país y se unieron a la etiqueta #MiProfeSeRespeta.

La pasión política no puede ir tan lejos

Albert Einstein en su libro: Mi visión del mundo, nos legó una serie de enseñanzas de diferentes tópicos, desde temas sobre la física, hasta economía, educación, pacifismo. Uno de sus artículos lo tituló: ‘De la libertad de enseñanza’, y en él se refirió —en 1931— al “Caso Gumbel”. El profesor Emil Julius Gumbel —1891-1966—, perteneció al claustro de la universidad de Heidelberg desde 1923 hasta 1932.

Por sus críticas a los nacionalistas alemanes y cuando Hitler —con semejanzas al “salvador de Colombia”— empezaba a emerger, fue convertido en su enemigo después de que publicó sus trabajos estadísticos: “Cuatro años de crimen político”, “Libro Blanco del negro ejército del Reich” y “Traición de un Tribunal Decadente”. Por esos escritos fue expulsado de Alemania, continuando su actividad como profesor en Lyon, Francia, y luego en Nueva York.

Esa situación que vivió el profesor Gumbel fue el motivo del pronunciamiento de Einstein, que entre otras cosas expresaba: “Nos hemos reunido hoy para reflexionar sobre nosotros mismos. El motivo de esta reunión es el caso Gumbel. Este hombre llevado por su sentido de la justicia ha escrito con valentía y objetividad ejemplares sobre crímenes políticos despiadados, prestando con ello un gran servicio a la sociedad”.

Continúa: “Estos días vemos cómo los estudiantes y parte del profesorado de su propia universidad lo atacan, a la vez que intentan expulsarlo del claustro. La pasión política no puede ir tan lejos. Estoy convencido de que aquel que lea los libros de Gumbel con espíritu abierto tendrá una opinión perecida a la mía. Si queremos llegar a una sociedad políticamente sana, necesitamos hombres como este. ¡Que cada cual juzgue ateniéndose a su opinión personal, basada en sus propias lecturas, pero que no se base en lo que dicen otros!”.

Todo político debe contribuir a la fraternidad y la paz

Mal servicio le prestan a la comunidad personajes que con su poder económico y político siembran el odio y que con sus pasiones ideológicas dividen a la sociedad, y peor aún, cuando la enfrentan. Todo político respetuoso de la sociedad debe contribuir a la fraternidad y a la paz, en vez de estar lanzando dardos envenenados. Con razón el gremio de educadores exige que se le garantice la integridad y seguridad, pues en 8 años de gobierno de ese personaje dejó funestos antecedentes ante sus críticos.

Einstein en otro artículo que tituló: “Educación para una independencia en el pensar”, refiriéndose al profesor manifestó: “(…). Debe aprender a comprender las motivaciones, ilusiones y penas de la gente para adquirir una actitud recta respecto a los individuos y a la sociedad. Estas cosas tan preciosas las logra el contacto personal entre la generación joven y los que enseñan, y no —al menos en lo fundamental— los libros de texto”. Ese mensaje del físico más popular del siglo XX, debe ser tenido en cuenta en estos tiempos cuando, alegremente, se le da protagonismo a la “formación virtual”.

También manifestaba: “Dar importancia excesiva y prematura al sistema competitivo y a la especialización en beneficio de la utilidad, segrega el espíritu de la vida cultural, y mata el germen del que depende la ciencia especializada”. La palabra competencia es usada con frecuencia en todo el sistema educativo y poco se resalta la solidaridad y la cooperación.

Finaliza enseñándonos: “Para que exista una educación válida es necesario que se desarrolle el pensamiento crítico e independiente de los jóvenes, un desarrollo puesto en peligro continuo por el exceso de materias —sistema puntual—. Este exceso conduce necesariamente a la superficialidad y a la falta de cultura verdadera. La enseñanza debe ser tal que pueda recibirse como el mejor regalo y no como una amarga obligación”.

“No basta con saber leer para enseñar lectura a los niños”

Otro pensador que hace aportes a la educación es Philippe Meirieu —1948 Alès Francia) profesor de ciencias de la educación en la universidad Lumière-Lyon 2, especialista en pedagogía y quien ha dirigido el Instituto Nacional de Investigación Pedagógica. Después de varios años dedicados a la enseñanza universitaria solicitó que le destinasen a un liceo de los suburbios de Lyon para conocer de cerca la problemática escolar.

Ha investigado, entre otros temas, sobre la escuela y el aprendizaje, la filosofía y la educación. De sus libros retomaré: “Carta a un joven profesor: por qué enseñar”. En el subtítulo: “Entre el amor a los alumnos y el amor al saber, no tenemos por qué elegir”, manifiesta: (…) No basta con saber leer para poder enseñar lectura a los niños, de igual manera que no basta con saber practicar el salto de altura para ser profesor de educación física y deportes: también hay que poder enseñar esa técnica a un niño con sobrepeso y permitirle, a pesar de la inevitable mediocridad de su rendimiento en esta asignatura, adquirir una verdadera capacidad para practicarla…”.

Agrega: “Así que no se trata de enfrentar una profesión “centrada en el alumno”, que se dedicará a ayudarlo a comprender y superar obstáculos con que se encuentra, con una profesión “centrada en el saber”, que se contenta con transmitir los conocimientos a individuos a quienes se anima a realizar una labor personal, esforzarse día a día y comprometerse con ella de forma autónoma”.

Continúa: “En cualquier caso, el profesor debe a la vez permitir a cada alumno abordar un saber que lo sobrepasa y proporcionarle la ayuda para que lo interiorice. Al mismo tiempo debe solicitar el compromiso de la persona y poner a su disposición los recursos necesarios sin los cuales no podrá obtener buenos resultados en su aprendizaje”.

“Arrinconar lo absurdo, verificar las fuentes”

Meirieu además nos enseña que en la escuela se aprende a pasar progresivamente del punto de vista y los intereses propios, a la búsqueda del bien común; la academia debe permitir que los alumnos se asocien para trabajar en proyectos conjuntos y aprender a hacer sociedad.

También expresa refiriéndose al profesor: “(…) aliarnos con el alumno cada vez que quiere deshacerse de la escoria, salir del conformismo obligado, intentar una expresión personal, pensar por sí mismo… atrevernos a llevarle la contraria al jefe, al locutor de radio, o, incluso al profesor. Ésta es, efectivamente, la condición del devenir ciudadano: dejar de inclinarse ante cualquier forma de clericatura, examinar una palabra según su coherencia y no del prestigio de quien la dice, arrinconar lo absurdo, verificar sistemáticamente las fuentes”.

En la escuela está, en buena parte, el germen de los cambios sociales, el espacio para encauzar la decrépita democracia que ha servido para que emerjan gobiernos arbitrarios, autoritarios y corruptos, para lograrlo se necesitan profesores comprometidos con la sociedad. Como la ciencia y la tecnología se deben iniciar en la escuela, hay que terminar diciendo que el maestro, en su clase, debe alimentar la curiosidad de sus alumnos, algo innato, hacerlos enamorar del conocimiento y con su respeto enseñarles a respetar a los demás y a hacer tolerantes.

Fuente del Artículo:

http://www.cronicadelquindio.com/noticia-completa-titulo-a-los-educadores-les-corresponde-formar-personas-criticas-cronica-del-quindio-nota-120485

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Entrevista a Christophe Galfard: “En un mundo sin Einstein no existirían ni los móviles ni los ordenadores”

26 Noviembre 2017/Fuente: Agencia sns/ Autor:Adeline Marcos

E=mc2 no es una ecuación cualquiera. Cuando Albert Einstein la formuló en 1905 pocos pensaban que abriría las puertas a una nueva realidad y a otro modo de ver el universo donde nada es lo que parece. Ni el espacio, ni las distancias, ni el tiempo, ni la energía. Con esta fórmula, el ser humano no solo comprendió cómo se crea energía a partir de la masa y viceversa, sino que no volvimos a ver el mundo de la misma manera.

Tras su éxito editorial anterior, El universo en tu mano, el astrofísico y divulgador francés Christophe Galfard(París, 1976) se centra en la única ecuación que menciona en su libro: E=mc2. El científico, que se doctoró en la Universidad de Cambridge bajo la tutela de Stephen Hawking, con quien ha trabajado varios años, recoge de manera sencilla y entretenida en casi 100 páginas –“se podría hacer en mucho más”, admite– su particular explicación de la fórmula más famosa del mundo.

Para el autor, E=mc2 se convierte casi en una palabra, y con su nuevo libro Para entender a Einstein, una emocionante aproximación a E=mc2 (Blackie Books, septiembre de 2017) es “como si se hiciera una entrada en el diccionario con ella”, confiesa.

“No es cuestión de comprenderlo todo, sino de aceptar que el mundo no es necesariamente el que creemos que es”

Conceptos como luz, energía, masa y tiempo son explicados de manera ágil e ingeniosa, con ejemplos de nuestra vida cotidiana. ¿Pero es realmente tan fácil comprender esta ecuación?

Entender en qué es importante y cómo ha cambiado de una cierta manera el siglo XX es muy sencillo. Y, si no se comprende, en cualquier caso es mi culpa [risas]. Pero entender exactamente lo que quiere decir es mucho más difícil porque va más allá de nuestra intuición. En el libro escribo que estamos acostumbrados a las leyes de la naturaleza tal como se presentan a nuestra escala y tamaño. Por ejemplo, sabemos que un objeto que lanzamos al aire caerá, no echará a volar. Y eso lo sabemos de manera intuitiva porque nuestros sentidos lo detectan. Pero en la naturaleza existen áreas que van más allá de nuestros sentidos. No percibimos todo, hay lugares y movimientos que nosotros nunca realizamos, y aquí es donde las leyes de la naturaleza son diferentes y difíciles de explicar.

Con su libro muestra que estamos preparados para entender a Einstein. ¿Cuáles han sido los aspectos teóricos más difíciles de tratar?

Realmente son los aspectos filosóficos los más complicados de explicar. La mayoría de las personas se imaginan que es demasiado difícil para ellos, y no estoy de acuerdo. Creo que la gente es mucho más inteligente de lo que piensa, pero no deben tener miedo y ponerse obstáculos. Nuestra intuición corresponde a los hallazgos de Newton, pero desde entonces hemos ido mucho más lejos con Einstein, Maxwell y otros, y así hemos descubierto otras realidades. Lo difícil es que el lector tome conciencia de que no es cuestión de comprenderlo todo, sino de aceptar que el mundo no es necesariamente el que creemos que es. Es como volver a tener una mirada de niño y descubrir algo sin proyectar lo que creemos.

¿Ocurre lo mismo cuando investigan?

Sí, cuando investigamos en física teórica nos enfrentamos a lo desconocido. No conocemos las leyes, aparte de algunos principios que nos hemos dado. Verificamos que funcionan, y si no lo hacen hay que cambiarlos. Y estos principios pueden ser muy raros. Por ejemplo, para E=mc2, que el tiempo cambie no es muy difícil de explicar porque, de todos modos, nadie comprende qué es realmente. Es algo abstracto. Si nos aburrimos, el tiempo es largo; si nos divertimos, es corto. La mayoría de la gente acepta que si vamos rápido, el tiempo se ralentiza, y que si vamos a la velocidad de la luz, ya no envejecemos. Es asombroso, pero no da quebraderos de cabeza [risas]. En cambio, la idea de que el espacio y las distancias puedan cambiar es mucho más difícil porque estamos acostumbrados a que sea algo que parece fijo. Pero Einstein y otros científicos han demostrado que esto no es cierto. Las distancias dependen de quien las mire.

 

¿Esta sería la historia detrás de la famosa fórmula?

Es una historia de grandes velocidades y grandes energías, inaccesibles para nuestros sentidos. Es como si abriéramos una nueva realidad a nuestro alrededor. E=mces una consecuencia de la forma en la que Einstein ha formulado las cosas. Partió de algunos principios que tenía en su cabeza a los que la naturaleza debería obedecer. A priori no había ninguna razón por la que esto fuera cierto, pero resultaron ser correctos. En uno de ellos Einstein señaló que no hay razón aparente por la que la naturaleza aparezca diferente si viajamos a velocidades diferentes. El universo debería verse de la misma manera que si se va a una velocidad mayor. Y en un segundo principio la luz va siempre a la misma velocidad en el vacío. Gracias a estos dos principios conseguimos la equivalencia entre materia y energía.

¿Los científicos de la época hubieran llegado a estas mismas conclusiones si Einstein no lo hubiera formulado?

En lo que se refiere a E=mc2 sí se hubiera descubierto más o menos en ese momento. Correspondía a la época, solo se necesitaba dar un pequeño paso con un espíritu de síntesis y un poco de perspectiva sobre los conocimientos de aquel momento. Sin embargo, lo que cuento en mi libro anterior –El universo en tu mano– es que, con el descubrimiento de la teoría de la gravitación en 1915, Einstein tenía unos 50 o 60 años de ventaja. Es difícil juzgar cuánto tiempo hubiéramos tardado en descubrirlo si él no hubiera existido. Pero el caso es que sorprendió a todo el mundo, nadie se lo creía.

Aún ahora se siguen confirmando muchas de sus teorías, por ejemplo, con el hallazgo de las ondas gravitacionales, pero solo fue premiado con el Nobel por el efecto fotoeléctrico…

Está claro que para E=mctendría que haberlo obtenido, así como para el movimiento browniano. Para la teoría general de la relatividad tendría que haber ganado unos tres o cuatro premios Nobel [risas]. En realidad le tendrían que haber dado un paquete de 10 Nobel de un golpe y no habría sido ninguna estafa. Habría sido lo más justo.

También es verdad que en estos premios se distingue más la experimentación…

Cierto. Einstein fue un gran teórico. Era alguien al que le gustaba mucho reflexionar y que no se interesaba mucho por los experimentos. Para él esto era secundario. Pero no pasa nada, al final se trata de un reconocimiento de otras personas, y por lo que ha descubierto su nombre será aún conocido en mil años. Y en ese tiempo probablemente los Premios Nobel ya los habremos olvidado.

«A Einstein le tendrían que haber dado un paquete de 10 Nobel de un golpe y no habría sido ninguna estafa”

¿A qué se parecería el mundo ahora si Einstein no hubiera existido?

Imaginando que desde entonces nadie hubiera llegado a sus conclusiones, viviríamos todavía en un mundo newtoniano. Es decir, un mundo en el que el espacio y el tiempo son tácitos. Los objetos no viajarían muy rápido, no podríamos tener teléfono móvil, ni ordenador portátil, ni siquiera ordenador a secas, ni satélites que comunican con la Tierra sin cometer errores. No tendríamos nada de esto. Nuestra vida sería totalmente diferente.

¿Cree que algún día habrá algún descubrimiento tan revolucionario como los que realizó el científico alemán?

Estoy totalmente convencido de ello. Ahora, la pregunta es cuál será ese descubrimiento. Tendría que ser Einstein mismo para decírtelo. Pero en las ideas que los teóricos barajan en la actualidad para explicar los fenómenos incomprendidos hay tantos misterios, tantas cosas que aún no entendemos y que ni siquiera tienen sentido con las teorías que tenemos, que necesariamente hay una teoría subyacente que existe, que está en algún lado y que nadie ha encontrado todavía.

¿Qué podría explicar esta teoría?

Explicaría la materia y la energía oscuras, lo que pasó en el Big Bang, o lo que ocurre en el interior de los agujeros negros. Hay algunos científicos que introducen dimensiones suplementarias, universos paralelos y formas extrañas de materia. Sea cual sea la solución que se encuentre, se pondrán en cuestión algunos de nuestros conocimientos. Esto es lo que hizo Einstein.

En el libro se aprecia la profunda admiración que siente por Einstein. Si hubiera podido trabajar con él, como lo ha hecho con Stephen Hawking, ¿en qué aspectos le hubiera gustado ahondar?

Habría dependido de la época en la que hubiera comenzado a trabajar con él. Imaginando que yo mismo hubiese sido un científico brillante y hubiera entendido lo que Einstein decía –en la época muchos no le entendían–, en los años 1915 habría estudiado cosmología. Gracias a Einstein acabábamos de descubrir que nuestro universo tenía una historia y esto ha dado lugar a la cosmología. Pero si hubiera trabajado con él más tarde, pienso que habría investigado los lugares (el Big Bang y los agujeros negros) donde su teoría ya no funciona. Es exactamente lo que hizo Hawking en los años 60 y 70: intentar dar un pequeño paso en el área de la gravitación cuántica, es decir, un paso más allá de Einstein y de lo cuántico al mismo tiempo.

¿Sigue trabajando en la actualidad con Hawking?

Ahora es un amigo. Ya no hago investigaciones teóricas porque no tengo tiempo [risas]. Es horrible, pero es así. Ahora intento que cada vez más niños quieran hacer ciencia y que más adultos comprendan por qué la ciencia es importante para nuestra sociedad y el futuro de la humanidad.

Fuente de la entrevista: http://www.agenciasinc.es/Entrevistas/En-un-mundo-sin-Einstein-no-existirian-ni-los-moviles-ni-los-ordenadores

Fuente de la imagen: http://www.agenciasinc.es/var/ezwebin_site/storage/images/en-exclusiva/programados/en-un-mundo-sin-ei

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Albert Einstein, las ondas gravitacionales, una sofisticada contrastación experimental y la obtención del Nobel de Física de 2017

Por: Salvador López Arnal

Es un intento de divulgación. Nada nuevo para personas ya puestas en la materia. Me baso en artículos de diarios y de revistas. Algunos de ellos, llevan la firma de Nuño Domínguez. En mi opinión, uno de los mejores divulgadores científicos de nuestros país. También en una nota del físico de la UAM Juan García-Bellido.

Las ondas gravitacionales [OG]

Son vibraciones en el espacio-tiempo, el material del que está hecho el universo. En 1916, Albert Einstein predijo que, según su teoría general de la relatividad [TGR], los cuerpos más violentos del cosmos -las explosiones estelares en supernovas, las parejas de estrellas de neutrones, la fusión de dos agujeros negros supermasivos, la fuente más potente de estas ondas- liberan parte de su masa en forma de energía a través de estas ondas “que tienen más energía que billones y billones de bombas atómicas”. El físico con extenso expediente del FBI creyó también, creencia que ahora sabemos que es errónea, que no sería posible detectarlas debido a que se originan en lugares muy distantes. Serían imperceptibles al llegar a nuestro planeta.

Las OG, la metáfora ha sido muy usada, son comparables a las ondas que se mueven en la superficie de un estanque o al sonido en el aire. Deforman el tiempo y el espacio y, en teoría, viajan a la velocidad de la luz. Su paso puede modificar la distancia entre planetas de forma muy leve. Las frecuencias de algunas de estas ondas coinciden con las del sonido.

Las OG abren una nueva era en el conocimiento del universo. Toda la información que tenemos del cosmos -se cree que solo conocemos el 5%- es por la luz en sus diferentes longitudes de onda: visible, infrarroja, ondas de radio, rayos X, etc. Las OG nos dan, digamos, un sentido más y nos permiten saber qué está pasando allí donde hasta ahora no veíamos nada.

También permiten saber si la Teoría General de la Relatividad se mantiene vigente en los rangos de presión y gravedad más intensos que pueden concebirse… O no, por supuesto.

LIGO

El Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO), en EE UU, captó en 2015 las ondas producidas por la fusión de dos agujeros negros. La primera vez que se captan OG, un siglo después de que Einstein predijera su existencia.

Sólo existían pruebas indirectas de su existencia. En 1978, Rusell Hulse y Joseph Taylor demostraron que un púlsar binario -dos estrellas orbitando juntas, una de ellas un púlsar- estaban cambiando ligeramente su órbita debido a la liberación de energía en forma de OG en una cantidad idéntica a la que predecía la TGR. Ambos ganaron el Nobel de Física en 1993. Las teorías de Einstein dan para muchos premios como vemos.

Diez años después, en 2003, se confirmó que lo mismo sucede con otra pareja estelar, en este caso de dos púlsares.

El LIGO es un gran instrumento óptico de precisión desarrollado por los institutos tecnológicos de California (Caltech) y Massachusetts, (MIT) y la Colaboración Científica LIGO, en la que participan unos 1.000 investigadores de muchos países (España incluida). La instalación consta de dos detectores láser con forma de L. Cada brazo de esa L tiene 4 kilómetros y hay dos detectores idénticos, uno en Luisiana y otro a unos 3.000 kilómetros, en el estado de Washington. LIGO puede identificar variaciones equivalentes, no hay error en la medida, a una diezmilésima parte del diámetro de un átomo. Es la medición más precisa jamás lograda por un instrumento científico.

Se necesitan al menos dos detectores. ¿Para qué? Para evitar los falsos positivos causados por cualquier vibración local como terremotos, tráfico o fluctuaciones del propio láser. Al contrario que todos ellos, este es un punto importante, una OG causará una perturbación exactamente igual en Luisiana que en Washington.

Con la configuración actual, LIGO puede ver-detectar a una distancia de unos 1.000 millones de años luz de la Tierra (1.000 x 1.000.000 * 365* 84.600 * 300.000 kms = 9.263.700.000.000.000.000.000 de km). Se cree que LIGO alcanzará su máxima potencia en 2020.

El descubrimiento de la primera señal de OG.

Los responsables del LIGO anunciaron en 2016 que habían captado las ondas producidas por el choque de dos agujeros negros. El anuncio se hizo en una conferencia de prensa celebrada en Washington. Los resultados científicos fueron aceptados para su publicación en Physical Review Letters.«Señoras y señores, hemos detectado las ondas gravitacionales. Lo hemos conseguido», exclamó el director ejecutivo del LIGO, David Reitze. «Hemos tardado meses en ver que realmente eran las OG, pero lo que es verdaderamente emocionante es lo que viene después, abrimos una nueva ventana al Universo».

La primera señal se captó el 14 de septiembre de 2015 en los dos detectores idénticos de este experimento, situados como se dijo a unos 3.000 kilómetros de distancia. La señal venía de una fusión que sucedió hace 1.300 millones de años, fruto del violento abrazo de dos agujeros negros cuya masa era entre 29 y 36 veces mayor a la del Sol. Los dos agujeros “se fundieron en uno liberando una energía equivalente a tres masas solares, que salió despedida en forma de OG en una fracción de segundo”.

Este proceso de masa transformándose en energía en fracciones de segundo lo describe la ecuación más famosa de la historia de la ciencia E=mc2. El hallazgo abre un nuevo camino en astronomía. Estas ondas, como se dijo, son comparables al sonido y permiten estudiar objetos que eran totalmente invisibles hasta ahora.

Nuestros oídos empiezan a escuchar “la sinfonía del universo”.

Este tipo de señales mostrarán si estos violentísimos sucesos ocurren tal y como predice la teoría de la relatividad de Einstein o si debemos buscar otra nueva para entenderlos.

La detección de OG gana el Nobel de Física 2017.

Los científicos estadounidenses Rainer Weiss, Barry Barish y Kip Thorne han ganado el Premio Nobel de Física 2017 por su trabajo en LIGO. El jurado ha reconocido a los científicos por un «descubrimiento que sacudió al mundo», ha señalado Göran Hansson, el secretario general de la Real Academia de Ciencias Sueca, al anunciar el fallo del jurado.

Los tres físicos, junto al resto de la colaboración internacional del experimento, también recibieron este año el Premio Princesa de Asturias por su papel en el Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales.

El jurado de la academia sueca ha reconocido a Rainer Weiss como uno de los pioneros “en el diseño de los primeros interferómetros láser cuyos haces de luz estaban especialmente concebidos para vibrar al paso de una leve onda gravitacional, un trabajo que inició a finales de los años 60 en el Instituto de Tecnología de Massachusetts”. Unos años después, el físico teórico Kip Thorne comenzó a trabajar en el diseño de dispositivos similares en el Instituto de Tecnología de California. “Ambos proyectos quedaron unidos en el actual LIGO, cuya construcción fue aprobada en 1990”. Barry Barish, el tercer premiado, lideró la etapa de edificación y puesta en marcha de los dos grandes interferómetros del proyecto, que están separados, como se comentó, por más de 3.000 kilómetros para maximizar las probabilidades de captar una señal. También fue quien dio al proyecto su actual proyección internacional. Más de 1.000 científicos de 20 países -incluida España a través del grupo de gravitación y relatividad de la Universidad de las Islas Baleares que lidera Alicia Sintes- han contribuido en esta gran hazaña científica.

El físico de la UAM, Juan García Bellido, ha explicado lo sucedido en los siguientes términos:

1. Dos enormes interferómetros en Washington y Luisiana ”detectaron el pasado 14 de septiembre de 2015, por primera vez en la historia, la emisión de ondas gravitacionales generadas en los últimos instantes de la fusión de dos agujeros negros de unas 30 masas solares cada uno, abriendo una nueva era de la astronomía y la cosmología”.

2. El 11 de febrero de 2016 se pudo seguir en directo la rueda de prensa que los fundadores del experimento, “Reiner Weiss, Ronald Drever y Kip Thorne, dieron en Washington, en la sede de la National Science Foundation estadounidense, describiendo la detección de la señal inequívoca, por lo que los investigadores de la colaboración LIGO sabían que estaban ante un hito de la historia de la ciencia”.

3. Si el siglo XX fue el siglo de la exploración del universo gracias a las ondas electromagnéticas de todas las frecuencias de radio a los rayos gamma, “este siglo XXI seremos capaces de explorar el universo con una nueva sonda, las ondas gravitacionales. Nos va a permitir explorar la naturaleza de la materia oscura y la energía oscura. En concreto, la emisión de ondas gravitacionales es tan precisa que podemos calibrar las fuentes con nuestros conocimientos de relatividad general y, por tanto, podemos usar estos eventos de fusión de agujeros negros como “sirenas estándar” para determinar con precisión las distancias a las galaxias lejanas, similar a lo que hacemos ahora de forma rutinaria con las supernovas”. De esta manera, prosigue García-Bellido, “es posible deducir el contenido de materia y energía que da lugar a la expansión acelerada del universo, y descubrir, por ejemplo, la naturaleza del campo responsable de dicha aceleración.

4. La precisión de las medidas hechas por estos detectores “es tan extraordinaria que podemos usar estas observaciones para testar la teoría de la relatividad general en régimen de campo fuerte y plantearnos la posibilidad de que en un futuro detectemos pequeñas desviaciones respecto a las predicciones de la relatividad general”. Si fuera así, se tendría la necesidad de buscar una teoría de la gravedad más allá de la actual, “posiblemente con nuevos efectos de gravedad cuántica”.

5. El avance tecnológico que ha sido necesario para llegar a construir el experimento LIGO “será el precursor de desarrollos aún más novedosos, con nuevos materiales y tecnologías, para explorar la detección de ondas gravitacionales a todas las frecuencias posibles, incluso aquellas que podrían darnos información de los primeros instantes del universo y de la naturaleza de la materia oscura”.

Acabamos de entrar en una nueva era científica, en opinión de Juan García-Bellido. Que así sea y que la paz la acompañe, que el armamento nuclear sea destruido y que el humanismo bien entendido sea su guía. ¡Ciencia para la emancipación humana, no para su destrucción!

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=232547&titular=albert-einstein-las-ondas-gravitacionales-una-sofisticada-contrastaci%F3n-experimental-y-la-obtenci%F3n-del-nobel-de-

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