El emprendedorismo como Caballo de Troya en la educación

El problema es que nosotros tenemos que educar a los niños y niñas del sistema educativo argentino para que hagan dos cosas: O sean los que crean esos empleos, que les aportan al mundo esos empleos, generan, que crean empleos… crear Marcos Galperin (fundador de Mercado Libre) (se escuchan risas) o crear argentinos que sean capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla.»

El ex Ministro de Educación y Deportes Esteban Bullrich dijo esta frase en el panel «La construcción del capital humano para el futuro» en el Foro de Inversiones y Negocios, más conocido como Mini Davos, que tuvo lugar en el Centro Cultural Kirchner en septiembre de 2016.

Tanto la frase como el contexto en el que fue dicha son elocuentes respecto del modelo de sociedad que promueve el gobierno y del rol que le asigna a la educación en la búsqueda de la construcción de ese modelo social: la educación debe estar al servicio de las necesidades de las empresas y debe formar a los niños y a las niñas para «ser emprendedores» y asumir la responsabilidad por su futuro.

Si bien el término «emprendeduorismo» suele aplicarse a distintos ámbitos de la actividad de los individuos en la sociedad, se trata de una mala traducción del término anglosajón «entrepreneurship», que se refiere al espíritu emprendedor, en el sentido de iniciar una actividad empresarial. Se trata, en definitiva, de un modelo de sociedad en el que el destino de cada persona depende de la iniciativa individual: cada persona pasa a ser empresario de sí mismo, y los resultados que obtenga a lo largo de su vida serán el resultado de su propio esfuerzo y de su propio mérito.

El modelo de emprendedor que el gobierno tiene en mente y promueve es el de los jóvenes que a fines de los años ’90 y principios de los años 2000 crearon empresas cuyos modelos de negocio se basaban en las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs), y que lograron sobrevivir a la «burbuja de las Punto Com». Empresarios como Marcos Galperín (Mercado Libre), Roberto Souviron (Despegar), Andy Freire o Santiago Bilinkis (OfficeNet) y otros son mostrados por funcionarios del gobierno en distintos eventos como modelos sociales a emular. Algunos de ellos, además, ocupan cargos públicos o están muy cercanos a las políticas oficiales.

Éxito individual y monetario

En este modelo, el «éxito» se mide en términos puramente individuales y monetarios. Lo que oculta este modelo (aunque lo dejó entrever el entonces ministro Bullrich en sus declaraciones mencionadas al principio) es que unos pocos tendrán «éxito», crearán empresas con las que podrán ganar mucho dinero, como sucedió con los emprendedores mencionados anteriormente, pero la gran mayoría deberá acostumbrarse a disfrutar de la incertidumbre del empleo del siglo XXI: flexibilización laboral, empleo precario, subempleo y desempleo temporario o permanente.

Por varias razones, la inclusión de la perspectiva del emprendedurismo puede considerarse una tendencia privatizadora de y en el campo educativo que forma parte de la agenda hegemónica global y que, al menos en la Argentina y en parte de la región, ha ganado terreno en los últimos años. Las condiciones de posibilidad de su difusión deben buscarse —al menos en parte— en las transformaciones más amplias que el fenómeno del emprendedurismo viene teniendo a nivel nacional.

En una entrevista concedida al portal de noticias Infobae, la actual secretaria de Innovación y Calidad Educativa del Ministerio de Educación de la Nación (anteriormente directora de Planeamiento Educativo de la CABA), Mercedes Miguel, afirmó: «Los sistemas educativos no están reaccionando a la velocidad del cambio que está sucediendo en las economías globalizadas. (…) Si no cambiamos rápidamente el rumbo de hacia dónde estamos formando nuestros recursos humanos, vamos a tener jóvenes que van a egresar de una escuela secundaria para ingresar a un mercado laboral que no los va a necesitar. Van a ser excluidos de la sociedad». Sin dudas, no se trata de una mirada novedosa sino que constituye una forma particular de entender la vinculación entre educación y trabajo, desde la perspectiva del empleo que orientó (y orienta) modelos basados en la lógica de las competencias. Sin embargo, lo que sí resulta novedoso (y cada vez más urgente es necesario problematizar) son los modos en que la nueva derecha propone atender esta supuesta distancia: el emprendedurismo educativo.

El neologismo «emprendizaje», que combina las acciones de emprender y de aprender, se propone generar, tanto en estudiantes como en docentes, la capacidad de «aprender a emprender», para que se sientan capaces de generar un trabajo por sí mismos. Ya no el Estado, ya no el sector productivo: los jóvenes. «No tienen que estar tan pendientes de ingresar al trabajo que otros generen», decía la funcionaria en la entrevista citada anteriormente. Los sujetos deben poder desarrollar entonces la capacidad de producir sus propias fuentes de ingresos.

Cultura a promover

En los últimos años, en el país se implementaron varias iniciativas tendientes a promover los valores del emprendedurismo en la educación. En el ámbito de las políticas públicas, este enfoque ha ganado terreno en el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires desde que Mauricio Macri asumió el cargo de Jefe de Gobierno en 2007, como en el caso del programa «Aprender a emprender» o como eje transversal de la reforma de la escuela secundaria. Pero se trata de incorporar el emprendedurismo, no sólo como un contenido específico, sino como un valor central de una nueva cultura que se busca promover.

La formación de jóvenes emprendedores tiene, entre sus objetivos principales, la formación de subjetividades y la socialización en concepciones económicas, políticas y sociales orientadas a la «generación de riqueza» y a la aceptación de su distribución cada vez más desigual. En esta perspectiva, los principios de la economía organizan los modos de pensar la sociedad.

Estas iniciativas muestran la disputa abierta por el sentido que adquiere la educación pública y las propuestas actuales de reforma de la secundaria (Secundaria 2030, Secundaria del Futuro, etc.) en el escenario actual. Y, más aún, está la disputa por la definición del conocimiento y los saberes considerados relevantes en cada momento histórico. La determinación respecto a qué deben saber los estudiantes, cuál es el rol de los docentes en estos procesos, qué tipo de vinculaciones guarda la escuela secundaria con el sector productivo y el papel del Estado como garante del derecho a la educación de los jóvenes, es una de las disputas centrales de nuestro tiempo.

(*) Feldfeber es directora del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación (UBA) y Duhalde es secretario de Educación de Ctera y de Cultura de Amsafé.

Estas reflexiones se basan en la Investigación «Tendencias privatizadoras de y en la educación argentina» que se desarrolla en el Instituto de Investigaciones Pedagógicas Marina Vilte de la Ctera.

Fuente de la reseña de la investigación: http://www.lacapital.com.ar/educacion/el-emprendedorismo-como-caballo-troya-la-educacion-n1496452.html

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