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En todos los espacios y en todas las luchas: activistas reflexionan sobre la situación del movimiento feminista en Uruguay

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Movilización en el Día Internacional de la Mujer, Montevideo, Uruguay (archivo, marzo de 2020). · Foto: Agustina Saubaber
Movilización en el Día Internacional de la Mujer, Montevideo, Uruguay (archivo, marzo de 2020).

Foto: Agustina Saubaber

En todos los espacios y en todas las luchas: activistas reflexionan sobre la situación del movimiento feminista en Uruguay

 6 minutos de lectura

Desde sus distintas experiencias de militancia, coinciden en que hay dificultades en el encuentro y el diálogo, aunque eso no significa que estén “desmovilizadas”.

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Leído por Andrés Alba.
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El calendario vuelve a marcar 8 de marzo, día emblemático donde los feminismos se manifiestan en todo el mundo para visibilizar las desigualdades estructurales, denunciar las violencias machistas que impactan en las vidas de las mujeres todos los días y defender los derechos conquistados.

En Uruguay, es un 8M que transcurre en pleno año electoral, todavía entre los coletazos pospandémicos, que no pierde de vista los escenarios brutales que se desarrollan en otras latitudes del planeta y que también medirá, una vez más, la potencia del movimiento feminista en las calles.

La fecha se presta así para frenar un poco y analizar cuál es la situación actual de los feminismos en nuestro país. Con esa misión en el horizonte, y en lo que pretende ser apenas un primer intento de acercamiento a la realidad, activistas feministas compartieron sus reflexiones y miradas con la diaria.

Entre la precarización y el desencuentro

“¿Dónde están las feministas?” es una pregunta que los personajes antigénero usan con frecuencia y con cinismo cada vez que algún acontecimiento sirve de excusa para atacar al movimiento. Pero también es una pregunta que surge últimamente en conversaciones cotidianas entre las propias feministas, en este caso para problematizar la realidad, generar intercambios constructivos y buscar soluciones colectivas ante posibles problemas. Si bien las respuestas son variadas, suele quedar en el aire una sensación de desestímulo o cansancio. ¿Surfeamos la cresta de la ola entre 2015 y 2018, y ahora estamos llegando a una especie de valle? ¿Nos ganó la impotencia frente a tanta violencia? ¿La precarización de la vida hizo que la militancia se enfocara en la supervivencia? ¿Cuánto tuvo que ver la pandemia?

Para Lilián Celiberti, coordinadora de Cotidiano Mujer, no hay “desmovilización”, sino, más bien, “dificultades de encuentro y de diálogo”. La referente feminista dijo que esas dificultades tienen que ver con “condiciones precarias de la vida, de tener que afrontar de mil maneras la sobrevivencia, que es la realidad de muchas mujeres y que quitan mucha energía”. En ese paquete, incluyó también la gestión de los cuidados, que sigue recayendo en las mujeres y que es un tema que “no está resuelto”.

En esa línea, consideró que “no logramos tener espacios que articulen esta precariedad de la vida con la participación”, y que esto constituye “un nudo grande para resolver”. “Los espacios en sí requieren de muchos esfuerzos para realizar algo concreto y entonces eso desmotiva, porque todas necesitamos saber que lo que ponemos en tiempo y energía reditúa rápidamente”, agregó. Al mismo tiempo, reconoció que la pandemia “tuvo muchos efectos en las pequeñas organizaciones”, que atravesaron “dificultades de participación”.

De todas formas, destacó que existen “otras transformaciones que difícilmente vuelvan atrás”, por lo que “hay que balancear lo que es el aspecto organizativo concreto con lo que tiene que ver con otros cambios subjetivos”.

“También creo que hay momentos y momentos”, matizó Celiberti, que acumula casi 40 años de militancia feminista. “Muchas veces, a lo largo de estos años, nos preguntamos ‘qué está pasando que no nos encontramos, no nos movilizamos, no estamos presentes’, y, mientras tanto, vemos el crecimiento de los cambios en las vidas de las mujeres, las conquistas de las disidencias. […] Es decir, la subversión, no en las reuniones sino en la vida cotidiana, es impresionante”, reflexionó.

De todas formas, opinó que una de las características distintivas del momento actual es presenciar “cómo la frustración y la impotencia puede generar figuras como [Jair] Bolsonaro o [Javier] Milei”. “Por supuesto que siempre hubo sectores conservadores, pero no con esta ferocidad y odio frente a la diversidad y al feminismo. Ahora destruir el feminismo es el centro de un retroceso conservador, y eso hace a un escenario nuevo”, advirtió.

En todos lados y en todas las luchas

La militante feminista y sindicalista Tamara García está segura de que, si bien actualmente “no tenemos la gran explosión de colectivas que hubo en años anteriores”, las feministas hoy están activas en todos los espacios. “Este gobierno no nos ha dado tregua y estamos en todos los espacios, porque, por lo general, las que militamos no lo hacemos exclusivamente en una colectiva; ya sea en el movimiento estudiantil, en un sindicato, en un sector político partidario o a nivel territorial, nos termina llevando a esta lógica de tener que estar en todos lados”, señaló a la diaria.

A su entender, eso es “lo interesante de esta cuarta ola de los feminismos”: “que la perspectiva feminista se está intentando transversalizar en nuestros espacios de militancia; no es exclusivamente militar feminismo, sino cómo logramos que la perspectiva feminista esté en todas las luchas y todas las reivindicaciones”.

Por otro lado, planteó como desafío la construcción de “espacios más unitarios”, que vayan más allá de la organización de una marcha específica, porque “en esto de que estamos todas en todos los espacios, no logramos encontrarnos siempre”. A su vez, dijo que es necesario desarrollar una “estrategia de acción política feminista” que, además de ser “más unitaria”, sea “más abrazadora”, para que “ninguna compañera se sienta sola cuando sufre violencia en su hogar, en su lugar de trabajo o en un espacio de representación”. García también abogó por “no perdernos en fundamentalismos” y, en esa línea, advirtió con preocupación sobre la “avanzada” de un “feminismo transexcluyente” que, “si bien sigue siendo minoritario, existe”.

“Desapasionado” e “institucionalizado”

Ivana Silvera, integrante de la Coordinadora de Feminismos, usó la palabra “desapasionado” para referirse a la situación, sobre todo después de la pandemia. En una reflexión que hizo a título personal, dijo que hubo un momento “de expansión, efervescencia y pasión sobre las cuestiones que tenían que ver con cómo organizarnos y pensarnos juntas y de, más allá de nuestras profundas diferencias, tejer entre nosotras vínculos y acciones”, pero que, “junto con la pandemia, se desinfló y muchos colectivos se desarmaron”.

La activista aseguró que, cuando terminó la pandemia y se pudo salir de nuevo al espacio público, “algunos colectivos se recompusieron, volvimos a hacer algunas cosas juntas, pero ya con un movimiento bastante desapasionado”, sobre todo respecto de “lo que fue en 2015, 2016, 2017 y aún en 2018”. En su opinión, esto no se ve sólo en los espacios feministas, sino también “en otras organizaciones sociales”, donde existe “un apagamiento, que no tiene que ver sólo con la pandemia”.

Por otra parte, opinó que el movimiento feminista “también se fue institucionalizando” y que “por eso desde hace unos años también se habla de feminismos”, en plural; “porque existen feminismos de derecha, de izquierda, anarquistas, autónomos, y a veces se puede coordinar y hacer acciones juntas, y otras veces no”.

Un contexto que “desestimula”

Para la activista transfeminista Josefina González hubo una “desestimulación” que en gran parte tiene que ver “con el impacto del contexto sociopolítico”. “Estamos bajo un gobierno que ha arremetido contra un montón de derechos, hemos dado pasos hacia atrás en conquistas y eso ha desestimulado”, puntualizó.

Además, según consideró, “las cosas surgieron de una manera tan veloz, que no dio mucho tiempo para un análisis, un detenimiento y una reacción compartida”. Como ejemplo, dijo que cuando se debatía la ley de tenencia compartida “el movimiento no salió a la calle masivamente como tendría que haber sucedido”. “Hay organizaciones que han activado y denunciado, por supuesto, pero no en conjunto, no desde una plataforma plural, interseccional y diversa”, puntualizó González.

En la misma línea que Celiberti y García, también consideró que hay un “desencuentro” que se da porque las militantes están “en un montón de cosas a la vez”.

Acerca de la participación de las mujeres trans en el movimiento, en particular, dijo que “son muy pocas” las que “activan desde los feminismos” y que, si bien “siempre está el anhelo de que cada vez seamos más”, es complicado porque tienen “otras urgencias”. En ese sentido, señaló que “si no acceden a la Justicia, al mercado laboral, al sistema educativo, está difícil que puedan saber sobre sus derechos y sobre todo tener una cercanía con cuestiones que tienen que ver con los feminismos”.

Por su parte, la activista afrofeminista Ada González, integrante de Mizangas y de la Coordinadora Nacional de Asentamientos, aseguró que, antes, “las feministas populares, de barrio, de a pie” siempre estaban “muy solas” y “no eran incluidas”, pero que el panorama se empezó a revertir “en este último tiempo”, por lo que el desafío es “seguir en ese camino”.

Las potencias

Frente a los distintos desafíos, y más allá de las amenazas externas, se impone la necesidad de poner el foco en las fortalezas y en eso que hace que hoy el movimiento feminista constituya uno de los movimientos sociales más convocantes y masivos del país.

Para Celiberti, su principal potencia es indudablemente “la transformación de las expectativas y de las vidas” de las personas. También la “potencia discursiva”, dijo, “porque nuestras formas de mirar la realidad son más amplias y articulan distintas vertientes, como el ecologismo, los problemas actuales, pero también en una lógica íntima y personal, y ahí vuelve a ser vigente que lo personal es político”.

Silvera, por su lado, consideró que la potencia fundamental es la de “seguir saliendo a la calle”, para “manifestarnos y ver desde qué lugar poder crear cosas nuevas entre nosotras y para nosotras”.

Por el mismo lado reflexionó Josefina González, que dijo que “el hecho de que hayamos logrado estos últimos años tomar las calles” es “muy poderoso, muy gráfico, pero también muy emotivo, porque no podemos quitarle a la lucha política la emoción de encontrarnos”.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/feminismos/articulo/2024/3/en-todos-los-espacios-y-en-todas-las-luchas-activistas-reflexionan-sobre-la-situacion-del-movimiento-feminista-en-uruguay/

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Libro: Pueblos indígenas en tiempos de la Cuarta Transformación (pdf)

Prólogo

Estas palabras buscan incentivar la lectura de un texto escrito con rigor. En tanto prólogo no sigue las pautas habituales. No es resumen. Es un recorrido que rompe el orden de exposición propuesto por el autor. Me dejé seducir por las ideas y las reflexiones que López y Rivas plantea de forma abierta y descarnada. Además, el autor tiene la virtud de sintetizar con un lenguaje claro el momento que viven México y América Latina. Describe la lucha contra el neoliberalismo militarizado, la necropolítica y las nuevas formas de exterminio de los pueblos indígenas. No presenta críticas hueras. Selecciona y fija conocimiento. No es una suma de tablas estadísticas, éstas aparecen acompañando la explicación. El libro da argumentos para el debate y la formación militante. Es parte de la lucha política y teórica por apropiarse de la realidad. Una propuesta de pensamiento subversivo para ganar, no sólo para resistir.
Bajo el título Pueblos indígenas en tiempos de la Cuarta Transformación se esconde un trabajo minucioso, que recorre el debate teórico enfrentado por la corriente indigenista hasta su mutación en etnopopulismo. Desgrana su evolución desde sus comienzos en los años cuarenta del siglo pasado, bajo la batuta de Manuel Gamio, antropólogo que sentó las bases del edificio culturalista que niega la identidad de los pueblos indígenas. Su máxima “no se trata de indianizar México, sino de mexicanizar al indio”. Sobre estos pilares, nos dice el autor, vio la luz el Instituto Nacional Indigenista, fundado en la superioridad étnico-racial de la cultura capitalista, blanco-criolla. Lo indígena pasó a ser un resabio a superar bajo las ideas de progreso técnico y asimilación cultural. López y Rivas centra el debate. El nacimiento del etnopopulismo en los años sesenta, cuyos teóricos más destacados fueron Arturo Warman y Guillermo Bonfil Batalla, supuso la visión más alambicada del indigenismo, cuyo eje fue el concepto de la nación con hegemonía monoétnica. Desde
esta posición rebate y propone una salida para romper el círculo  vicioso: el etnomarxismo. En su interior problematiza el concepto de nación, de pueblos sin historia, para, desde la crítica, recuperar las bases de una propuesta alternativa, abierta, en que la posibilidad de crear autonomías regionales favorezca la emergencia de “una entidad nacional de nuevo tipo: popular, multiétnica, pluralista y democrática. El desarrollo de la nación tiende, pues, a romper con los límites y superar las contradicciones de la nación burguesa, las cuales se expresan fundamentalmente en la explotación de clases, el racismo, la segregación de los pueblos indios, la opresión peculiar de las mujeres-patriarcado, la discriminación a grupos de edad, la exclusión de los jóvenes y el control imperialista de nuestras economías y sociedades”. Es la disputa por la nación, dirá López y Rivas, y el etnomarxismo evidencia los múltiples reduccionismos en los que incurren las visiones etnopopulistas e indigenistas, economicistas, esencialistas, clasistas. De esta manera, López y Rivas sostiene que una propuesta de Estado multiétnico, democrático, popular, antipatriarcal y plural, sólo será posible redefiniendo el contenido de la nación, siendo las reivindicaciones de autonomía regional de los pueblos indígenas el eslabón capaz de dar fuerza a la propuesta.

Link de descarga: pueblos-indígenas-4t-VF-impresión-digital pueblos-indígenas-4t-VF-impresión-digital

Fuente: https://rebelion.org/download/pueblos-indigenas-en-tiempos-de-la-cuarta-transformaciongilberto-lopez-y-rivas-y-rivas/?wpdmdl=697435&refresh=61a3b8fd0fcee1638119677

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Chile. Que lo discursivo se vuelva real: Experiencias y apuestas al Feminismo de Clase

America del Sur/Chile/kaosenlared/ConstanzaCruz

Como Bloque de Organizaciones Populares hace un par de años tomamos la decisión de comenzar a trabajar e incorporar el feminismo de clase en nuestro proyecto de construcción territorial, el cual lo entendemos como una elaboración y creación permanente, al calor de la praxis concreta. Partimos de la premisa que nadie nace feminista. Muchas y […]

Como Bloque de Organizaciones Populares hace un par de años tomamos la decisión de comenzar a trabajar e incorporar el feminismo de clase en nuestro proyecto de construcción territorial, el cual lo entendemos como una elaboración y creación permanente, al calor de la praxis concreta.

Partimos de la premisa que nadie nace feminista. Muchas y muchos de quienes forman parte de este espacio, algunos más avanzados que otros, no logramos aún desprender del todo los vestigios patriarcales y expresiones del machismo en el diario vivir. Al no concebir bajo ningún caso la separación de la malamente llamada “vida privada” a la vida o tiempo dedicado a organizarse, pues cada persona es sólo un sujeto. Lo mencionado anteriormente nos permite entender y comprender que justamente  el capitalismo patriarcal nos ha impuesto el modelo de familia burgués el cual encuentra su origen y fundamento en la propiedad privada, forjando la separación entre la vida pública y la familiar, situando a la mujer mayoritariamente a un rol reproductivo dentro de la sociedad, el cual se materializa en el trabajo doméstico cuyo objetivo es reproducir futura mano de obra (crianza) y reponer la fuerza de trabajo gastada por el resto de los/as integrantes de la familia. Algunas de las tantas tareas realizadas por la mujer trabajadora en el hogar son el cuidado y crianza de los hijos/as, aseo, alimentación, cuidado de enfermos de la familia, entre otras. Lo planteado se aleja diametralmente a nuestro proyecto y visión tanto de familia como de la sociedad que anhelamos y construimos.

Para ser capaces de desarrollar el feminismo con una perspectiva de clase en el territorio es fundamental comprender las diversas dimensiones que posee el patriarcado, dentro de ellas podemos visualizar tres: aspectos simbólicos y culturales, aspectos ideológicos y políticos y los aspectos económicos y productivos.  Contextualizando como se ha levantado el feminismo desde las organizaciones populares, arrojamos un primer diagnóstico referente a lo retrasado que se encuentra el desarrollo del feminismo de clase dentro del territorio, reflejo de ello se puede vislumbrar desde la cotidianidad de la vida misma de las vecinas y vecinos en donde el concepto genera ruido, no se comprende o simplemente se mal entiende dado el discurso predominante centrado en los aspectos simbólicos y culturales mayoritariamente, excluyendo casi en su totalidad los aspectos económicos y productivos del capitalismo patriarcal, que justamente al momento de trabajarlos en los distintos espacios de mujeres de la población hacen mayor sentido y logran comprenderse, ser un motor para la organización de mujeres.

En este plano el trabajo se logra y lleva a cabo por medio de la educación popular plasmada en los círculos de mujeres, escuelas de oficios, asambleas de mujeres, entre otras diversas organizaciones populares. Estableciendo diversas temáticas para poder incorporar los conceptos básicos tales como; patriarcado- feminismo- machismo- tipos de violencia- entre otros. De esta forma se ha logrado generar un acercamiento al feminismo de clase entre las participantes de dichos espacios, en donde desde el sentir más cotidiano y reflexiones de mujeres populares se da cuenta las grandes diferencias existentes entre las mujeres ricas y las mujeres pobres, es en la misma discusión y los ejemplos dados en los diversos espacios donde se vislumbran estas diferencias y es ahí donde queda claro que los intereses nunca serán los mismos. Se podrían dar muchos ejemplos, pero basta sólo uno para dar cuenta de ello: dentro de los diversos espacios existentes son muchas las mujeres que se han dedicado o dedican al trabajo de empleadas domésticas o sus madres lo hacen, trabajo que reemplaza el trabajo doméstico de una mujer burguesa en su propio hogar. Este ejemplo permite graficar a que nos referimos cuando hablamos de doble explotación de la mujer, que no es más que el doble trabajo al cual el patriarcado nos ha impuesto como un rol, un deber. Las mujeres ricas bajo ningún caso van a sufrir dicha explotación, pues son las mujeres de la clase trabajadora quienes deben entregar su fuerza de trabajo para ir atenderlas, tener relucientes, brillantes y limpiecitas sus casas como también cuidar a sus hijos/as, ósea uno de los pilares bajo los cuales se sustenta el capitalismo patriarcal no lo viven de la misma manera las mujeres de diferentes clases. Por tanto, a la hora de pensar la lucha de las mujeres desde el género no podemos ser tan ingenuas, ni por un segundo verlas como nuestras amigas de lucha codo a codo en las calles, pues las mujeres ricas buscarán ganar sus reivindicaciones individuales, enfocadas a la igualdad dentro del mismo sistema, sin cuestionarlo y a la hora de velar por mejorar nuestras condiciones de vida volverán a sus puestos de explotadoras y opresoras.

El trabajo que hemos realizado no sólo ha sido en función de la educación, también consideramos que es una prioridad construir una alternativa para lograr emanciparnos como mujeres. Es ahí donde nacen los talleres de oficio replicados a lo largo de todos los círculos y escuelas, desde un aprendizaje colectivo y fraterno, con el objetivo de combatir la violencia económica y lograr romper con la dependencia hacia la figura que provee el hogar. Es en esta dinámica donde cada una toma un rol protagónico, todas poseen saberes para compartir, desde la cosmética natural, el rescate de saberes populares en la salud, encuadernación artesanal, tejidos, peluquería y un sinfín de saberes que logran compartirse de manera fraterna.

Por último, es imperioso mencionar el uso del lenguaje, el arte de las palabras muchas veces puede jugar en contra y en el largo proceso llevado a cabo ha sido una constante autocrítica, que ha traído un relevante aprendizaje. Debemos ser asertivas a la hora de hablar de feminismo en nuestro trabajo diario, no podemos bajo ningún motivo llegar con la receta del mundo académico para cuestionar y criticar nuestras prácticas y formas de relacionarnos de toda una vida, esto solo traerá rechazo y alejamiento por parte de las vecinas, es sólo a través de la educación colectiva que podremos dar cuenta de la opresión, sometimiento y violencia sufrida a causa del sistema capitalista patriarcal. A modo de ejemplo, es muy distinto generar reflexiones conjuntas que den cuenta de nuestra condición de opresión que decirle a una vecina que su marido es su enemigo, lo cual pudiese verse como un ataque obstaculizando las posibilidades de tomar conciencia y desnaturalizar dichas prácticas. Hay que hacer un esfuerzo permanente en no caer en el separatismo, y buscar la emancipación de la mujer trabajadora sin confundir el enemigo. No luchamos contra los hombres, sino contra un sistema de explotación y opresión, luchamos contra el capitalismo.

Vivenciar y ser testigos de la violencia, abuso, silencio que hemos debido guardar, creemos y ponemos toda  nuestra dedicación, esfuerzo, amor hacia nuestros vecinos y vecinas en construir poder, si bien encontramos sumamente relevante el trabajo descrito llevado a cabo en este tiempo a través de los distintos círculos de mujeres, escuelas de oficio, asamblea de mujeres, entre otros, siempre apuntamos a la transformación y que éstos sigan y sean un aporte para sembrar a diario la construcción de la mujer nueva, la cual sabe que la lucha es entre hombres y mujeres, la clase en su conjunto. De esta manera nuestras experiencias y trabajo junto a pobladores y pobladoras lo contemplamos de manera colectiva. Apostamos a la construcción de una sola fuerza capaz de dar golpes certeros al gigante, al enorme monstruo que nos somete como mujeres a una doble explotación y condiciones de opresión y también a toda la población, pues apostamos a seguir levantando y fortaleciendo la organización de mujeres con un horizonte claro y este no es otro que el poder del pueblo.

Si la organización popular no se perspectiva desde una posición de clase y con vocación de poder como un solo horizonte, es que entonces lo discursivo nunca se volvió ni volverá real y las luchas individuales, propias del capitalismo, han sido las triunfadoras.

Constanza Cruz es Participante del Círculo de Mujeres Las Araucarias (La Florida, Santiago de Chile)

Bloque de Organizaciones Populares

Fuente: http://kaosenlared.net/chile-que-lo-discursivo-se-vuelva-real-experiencias-y-apuestas-al-feminismo-de-clase/

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Los hombres se alzan contra la violencia de género en Azerbaiyán

Azerbaiyan/Noviembre de 2017/Fuente: UNFPA

En las últimas semanas, varios casos de alto nivel de violencia de género han salpicados los titulares. Millones de mujeres en todo el mundo han exigido el fin de estos abusos y, cada vez con mayor frecuencia, se exige que los hombres tomen cartas en el asunto.

En las aldeas remotas del distrito de Imishli, en Azerbaiyán, eso es precisamente lo que los hombres están haciendo.

«Estamos aquí para allanar un nuevo camino libre de violencia y libre de ignorancia respecto de la violencia de género», dijo Vusal, de 23 años, quien participó en una iniciativa respaldada por el UNFPA que reúne a varios hombres para abordar el tema de la violencia de género, así como de desigualdades de género que lo alimentan.

La violencia contra las mujeres y las niñas está generalizada, pero en gran medida se considera como un asunto privado. Según una encuesta de 2008 del UNFPA, casi una cuarta parte de las mujeres azerbaiyanas reconocieron haber experimentado algún tipo de violencia en algún momento de su vida, pero menos del 1 por ciento buscó la ayuda de los servicios públicos.

Javid Shahmaliyev, director del Centro de Estudios Sociales y Psicológicos apoyado por el UNFPA, imparte una sesión de sensibilización. © UNFPA Azerbaiyán

El estigma, la insuficiente protección legal y la ausencia de servicios implican que casi nunca se

discute la violencia, una situación que Vusal describió como «totalmente desafiante».

Supervivientes acusados de violencia

La iniciativa, que fue lanzada por el UNFPA en 2016 con fondos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, instruye a los hombres sobre cómo poner fin a la violencia de género.

«Uno de los principales impedimentos para abordar adecuadamente el problema de la violencia doméstica en Azerbaiyán es la tendencia generalizada de los maridos, la familia y la comunidad de responsabilizar a la mujer de casi todos los casos de violencia que se dan», comenta Javid Shahmaliyev, jefe del Centro para Estudios Sociales y Psicológicos, queien trabaja con el UNFPA para llevar a cabo estas sesiones de información en Aran, Absheron y Lenkoran.

«Incluso cuando las mujeres no son culpadas por la violencia que soportan, se las considera la principal fuerza que puede y debe hacer algo para aliviar el problema», agregó. «Los hombres nunca son vistos como el problema, ya que todos creen que los hombres nunca cambian».

Pero estos hombres se han propuesto cambiar este concepto que se tiene sobre ellos.

Hay sesiones que incluyen mujeres participantes. © UNFPA Azerbaiyán

Aprendiendo a tomar acciones

El proyecto reúne a pequeños grupos de hombres durante dos días para discutir acerca de la violencia de género.

Primero, exploran cómo pueden  las ideas rígidas sobre los roles de género  contribuir a la generalización de la violencia. Por ejemplo, una encuesta de 2006 mostró que el 49 por ciento de las mujeres y el 58 por ciento de los hombres en Azerbaiyán creen que la violencia puede justificarse si las esposas no cumplen con ciertas expectativas.

Los participantes discuten acerca de los diferentes tipos de violencia, no solo violencia física, sino que además el abuso emocional y económico.

Además, analizan cómo intervenir si son testigos o se enteran de alguna conducta violenta. Se anima a los hombres a defender a las supervivientes y a responsabilizar a los perpetradores.

Los grupos discuten cómo ayudar a las supervivientes, por ejemplo, dirigiéndolas a servicios o albergues.

Los participantes aseguran que estas conversaciones han sido reveladoras.

«En el transcurso de estas sesiones de información sobre diferentes formas de violencia de género, poco a poco me he ido dando cuenta de la violencia que existe dentro de las familias en nuestra vecindad«, comenta Ziya, de 28 años.

Ahora ya sé lo que tengo que hacer

Los miembros de la comunidad aprenden a defender a las supervivientes y responsabilizar a los perpetradores y a dirigir a las supervivientes a los servicios de ayuda. © UNFPA Azerbaiyán

Solo en los últimos seis meses, se ha llegado a más de 600 hombres a través de estas sesiones.

También hay sesiones que cuentan con la participación de mujeres. Y el UNFPA también está trabajando con el Gobierno para desarrollar un sistema eficaz derive a las supervivientes de la violencia a servicios como atención médica,asesoramiento y apoyo legal.

Las cosas están cambiando para mejor, afirma Ziya.

«Hace varios años, era inaceptable incluso hablar de violencia en nuestra comunidad para no complicar las cosas. Pero ahora sé qué hacer cuando veo a un hombre abusando de su esposa o restringiendo su libertad», asegura.

Kamaleddin, de 59 años, estuvo de acuerdo. Ofreció voluntariamente el uso de su negocio, una cantina, como sede de las sesiones informativas.

«Me hace sentir que quizás pueda hacer algo importante por mi comunidad», comenta, «porque la simple idea de que no poder hacer nada para eliminar la violencia de género me llevaría a la desesperación».

Fuente: http://www.unfpa.org/es/news/los-hombres-se-alzan-contra-la-violencia-de-g%C3%A9nero-en-azerbaiy%C3%A1n

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Machismo y toros

Por: Lidia Falcón

En los últimos Sanfermines varias mujeres han sido violadas y otras más –nunca sabremos su número- manoseadas, acosadas y humilladas por los mozos que participan en la sacrosanta fiesta. Pero en realidad estos hechos salen a luz pública solo desde hace un par de años, porque habían sucedido siempre. Únicamente en menos número, porque las mujeres no estaban en la calle noche y día, compartiendo asfalto con los mozos. Precisamente porque esa es fiesta de machos, y de los machos en la calle y en la plaza, enardecidos y borrachos, persiguiendo, golpeando y matando toros, las mujeres sólo pueden esperar conductas machistas.

Viendo los rostros de los participantes en los Sanfermines, sus risas compulsivas, sus miradas alucinadas, en ese delirio de gritos, cantos, alcohol y crueldad, que dura toda una semana en Pamplona, me pregunto si hemos avanzado algo en civilización y protección de los derechos humanos desde 1928, cuando la Liga Protectora de Animales y Plantas logró su primera victoria consiguiendo que se pusieran petos a los caballos en las corridas.

Explica Wikipedia que “durante todo el siglo XIX las corridas de toros fueron un espectáculo sangriento similar al de un circo romano, pues los ruedos se cubrían de caballos muertos o agonizantes despanzurrados en la arena. La proporción de caballos muertos en las plazas cada temporada era tres veces superior a la de los toros. El periódico taurino madrileño “El Enano”, sin ir más lejos, daba en 1855 la noticia de que en esa temporada se habían matado en Madrid 191 toros mientras en ese ruedo habían muerto por asta de toro 412 caballos, 14 de ellos en las cuadras a consecuencia de las heridas producidas por los toros. Es más, la bravura de los toros se medía entonces por el número de caballos muertos en la suerte de varas”.

El primer avance en la larga batalla por acabar con la fiesta “nacional” comenzó protegiendo a los caballos. Todavía no hemos logrado que se proteja a los toros.

El espectáculo del maltrato, la tortura y el sacrificio de los toros y los caballos en las corridas, arraigado en nuestro país durante siglos, es otra de las penosas manifestaciones del machismo. No es posible pedirles sensibilidad y respeto por las mujeres, por los niños, por los animales, por la madre tierra, a quienes consideran una diversión –y aún peor, un derecho- disponer de varios animales para torturarles hasta una infame muerte.

Hace muy pocos días todavía tuve que soportar que un militante de la izquierda -creerá que es sensible e imaginativo- defendiera la fiesta de los toros alegando la tradición y la defensa que de ella habían hecho grandes hombres de la cultura. Para demostrarlo me citó a Picasso y a Hemingway, como si ser buen escritor o pintor redimiera automáticamente del machismo.

Un antiguo axioma decía que el nivel de civilización de un pueblo se medía en como trataba a las mujeres. Yo añado y a los niños y niñas y a los animales. Ciertamente aplicando ese baremo, España está lejos de situarse en el podium.

Mi abuela Regina de Lamo y otras compañeras que crearon la Liga Protectora de Animales y Plantas, en 1910, tuvieron que desafiar bravamente las críticas que les llegaban trufadas de insultos, improperios y hasta amenazas, de los aficionados, que en aquellos años eran todos. En ese todos entraban los políticos y los intelectuales, los científicos y los escritores, los artistas y los músicos, los albañiles y los aristócratas, los toreros y sus apoderados, los empresarios de las plazas y los grandes de España que dedicaban en Andalucía y en Extremadura cientos de hectáreas de terreno, que quedaban en barbecho, a criar toros de lidia. Y los miles de banderilleros que vagaban por los campos de Andalucía a la busca de una capea que los hiciera famosos y pudieran con ello aplacar el hambre de siglos que arrastraban campesinos y jornaleros.

Y por supuesto todos los miembros de la familia real-exceptuando a la reina Victoria de Batemberg, la inglesa, esposa de Alfonso XIII, que se estremecía ante la barbarie de la fiesta y cuidaba a sus caballos mejor que a sus hijos- durante generaciones fueron  muy castizos y aficionados a la “fiesta nacional”, con aquella princesa Isabel de Borbón, la “Chata”, hermana de Alfonso XII,  tan campechana y castiza, que se hizo famosa porque iba en calesa descubierta a la plaza para que el pueblo le dedicara sus vivas y piropos. La afición torera la continuaron Juan de Borbón y Juan Carlos I, para que no se perdiera.

Bajo la dictadura franquista el NO-DO nos ofreció semanalmente el éxtasis con que el Caudillo y su esposa Carmen asistían a las corridas, cuando los toreros les ofrecían el rabo y las orejas de los astados. La trilogía de curas, toreros y militares era el logo del régimen.

Mis primeros cuentos publicados en El Noticiero Universal contra las corridas me convirtieron en una persona más singular que mi defensa de las mujeres. Aunque ciertamente en Barcelona el entusiasmo por la “fiesta” era inferior que en Madrid o en Sevilla. Pero aún así las dos plazas, la Monumental y Las Arenas se llenaban cada domingo.

Ha sido preciso que recorriéramos penosamente medio siglo, agarradas a una pancarta en la entrada de las plazas de toros, soportando insultos y silbidos, y hasta empujones, de los aficionados, cuyas expresiones de odio definían mejor que cualquiera otra imagen el primitivismo y la ultra reacción, y que educáramos a nuestros hijos y a nuestros nietos en una cultura de la paz y el respeto por todo ser vivo, para que viéramos cerrar las plazas en Cataluña –aunque el toro embolado se resiste a desaparecer- y bajar ostensiblemente la asistencia a las corridas en el resto de España.

Nuestros descendientes, que han continuado la lucha con valor lograron hace poco que se contuviese algo el salvajismo de la fiesta del Toro de la Vega. Se han prohibido al fin el lanzamiento de burros y de cabras desde los campanarios de las iglesias, aunque me han chivado que todavía en algunos pueblos presumen de burlar la prohibición. Y no sé si se sigue arrancando la cabeza a los pobres gansos en Euskadi, al no recibir noticias pienso que la diversión estará muy degradada.

Pero seguimos teniendo la máxima expresión del salvajismo: los Sanfermines de Pamplona –una versión igualmente deplorable pero más pequeñita se da en San Sebastián de los Reyes, al lado de Madrid, que presume de ser la pequeña Pamplona- que siguen gozando de muy buena salud.

Y difícil será erradicarlos porque proporcionan muy buenos ingresos a la ciudad que acoge encantada a todos los nacionales y extranjeros  que encuentran en nuestro país el lugar ideal para desahogar su machismo.

Unas heroicas activistas contra los encierros y las corridas explican que es muy difícil ser antitaurino en Pamplona, y lo comprendo, las compadezco y las admiro. Porque continúan la defensa del progreso y de la civilización que vienen de la mano del respeto y el cariño a los animales.

Y las aficionadas a disfrazarse de sanferminas y salir a la calle a berrear y a saltar, a beber y dar y recibir empujones, en estúpida imitación de las peores costumbres masculinas,  no sé si también corren delante de los toros que en mis tiempos no se veía – no debe de ser muy común porque todos los heridos son hombres-, ya pueden estar seguras de que en semejante compañía y con tales actividades, lo único que pueden esperar de sus compañeros de diversión es que las violen.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/07/09/machismo-y-toros/

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Entrevista a Nawal al Saadawi. Para ser feminista no basta con ser mujer

“Para ser feminista no basta con ser mujer”
Entrevista a Nawal al Saadawi, escritora y psiquiatra, de 84 años, firme defensora de los derechos de la mujer, lleva décadas luchando contra el machismo y el extremismo religioso.
Nawal al Saadawi (Kafr Tahl, Egipto, 1931) rehúsa retratarse con el cartel de la institución que la invita. Cuando una asistente a las jornadas que la cooperación española organizó el 9 y 10 de septiembre sobre igualdad de género en el Norte de África y Oriente Próximo le pidió una fotografía, la novelista, feminista y médico egipcia sugirió con una sonrisa un fondo alternativo.

“Mejor la pared de un pasillo que un cartel, no voy a hacer propaganda a ningún Gobierno”, dijo en alto sin reparos, a pesar de que acababa de participar en la inauguración del evento. Al Saadawi está “en contra de todos los Gobiernos”. Y lo afirma sin pudor frente a sus anfitriones. Lo único que oculta son sus manos, en unos coquetos guantes blancos. “No estoy segura de que me vuelvan a invitar, de hecho ni siquiera sé por qué me han invitado”, afirma sin dejar de sonreír antes de comenzar la entrevista en la sede de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID). Pero sus credenciales como feminista en Egipto y en el mundo árabe hacen imprescindible su presencia allá donde se traten los derechos de la mujer.

Doctora y psiquiatra, ha escrito más de medio centenar de libros entre novelas, cuentos y obras de teatro, en los que aborda tanto los problemas de la mujer en el mundo, desde la mutilación genital y la violencia machista a la prostitución, como los efectos perniciosos del extremismo religioso. Su libro La mujer y el sexo, publicado en 1972, con duras críticas a la extirpación del clítoris, que ella misma sufrió cuando tenía seis años –“me mutilaron con una navaja de afeitar”– fue la causa de que perdiera su trabajo como directora general de salud pública en Egipto.

No ha sido la única consecuencia “de haber hablado siempre alto”. En 1981, bajo el Gobierno de Anwar el Sadat, pasó varios meses en prisión por criticar al régimen, aunque aprovechó su estancia para escribir sus memorias en un rollo de papel higiénico con un lápiz de contrabando. Ha “sufrido el exilio durante diez años”, a causa de las amenazas de grupos extremistas islámicos. Ahora, bajo el Gobierno de Abdelfatá Al Sisi, trabaja en Egipto para que los jóvenes sean “cada vez más radicales”.


Pregunta. ¿No hay ningún Gobierno en el mundo que le guste?

Respuesta. No. Estoy en contra de todos los Gobiernos, porque solo apoyan a las mujeres que trabajan para ellos. Por eso me sorprende que me haya invitado el Gobierno español. Nawal al Saadawi, durante su visita a Madrid.KIKE PARA

P. ¿Ni siquiera si los dirige una mujer?

R. No, ni siquiera, porque yo no distingo entre hombres y mujeres. Lo más importante es la mente. Mire a Hillary Clinton [aspirante a la candidatura del Partido Demócrata en las próximas elecciones de Estados Unidos]. Ella está en contra de las mujeres y solo usa el tema de la mujer para ganar las elecciones. Sin embargo, lo único que quiere en realidad es dinero y poder. Para ser feminista no es suficiente con ser una mujer, porque Clinton es mujer pero también es a la vez capitalista, patriarcal y religiosa, que son las causas por las que las mujeres están oprimidas en el mundo. Yo no divido a las personas por sus órganos genitales sino por lo que hay en su cabeza.

P. ¿Cree que las mujeres que llegan a puestos de poder político son machistas?

R. Exacto. No tiene más que mirar a Margaret Thatcher [ex primera ministra de Reino Unido]. Cuando Thatcher estaba en el poder, yo estuve en Reino Unido y las mujeres en aquel país estaban en contra de Thatcher porque perdieron muchos derechos durante su Gobierno.

P. ¿Qué es entonces el feminismo para usted?

R. El feminismo es liberar la mente del sistema patriarcal, de la religión y del capitalismo, que son las principales amenazas para la mujer. Aunque no solo son amenazas para la liberación de la mujer sino también para los pobres. Yo no separo entre la opresión de clase y la opresión patriarcal. Para mí, están relacionadas y siempre van juntas de la mano. De hecho, para mí una mujer es independiente cuando se alimenta por sí misma.

P. ¿Hay algún lugar libre de estas amenazas?

R. No, la opresión de la mujer es universal, no solo afecta a los países pobres. Se da por ejemplo en todas las religiones: en el cristianismo, en el judaísmo, en el islam o en el budismo la mujer es siempre inferior. Como ve, no me gustan las divisiones, tampoco separo entre Oriente y Occidente o entre Norte y Sur, porque todos vivimos en un solo mundo.

P. Usted participó en las manifestaciones de la revolución de Egipto de enero de 2011. ¿Cómo vive bajo el régimen de Abdelfatá al Sisi?

R. En Egipto hubo dos revoluciones. En enero de 2011, la gente se levantó contra el régimen de [Hosni] Mubarak y la dominación de Estados Unidos, que siempre ha intentado que Egipto dependa comercialmente de ellos. Washington impulsó a los Hermanos Musulmanes hasta el poder. Así que la segunda revolución, en junio de 2013, surgió en contra de los Hermanos Musulmanes y consiguió expulsarlos del Gobierno. Y Abdelfatá al Sisi fue positivo porque apoyó al pueblo en su lucha contra los islamistas, ya que el pueblo egipcio no podía ser libre bajo el régimen teocrático de los Hermanos Musulmanes. No obstante, yo siempre he estado en contra de todos los Gobiernos, también de los de Egipto.

P. Los observadores internacionales consideraron, sin embargo, las elecciones de junio de 2012, que llevaron a Mohamed Morsi al poder, como las primeras elecciones libres en Egipto.

R. Esa es una gran mentira. No fueron elecciones libres, dependieron del dinero que muchos Gobiernos dieron a Morsi. Los países europeos y Estados Unidos propagaron mentiras sobre Egipto. También los medios de comunicación, que siempre están mintiendo y ofrecen una mala imagen de los pobres, porque son propiedad de los Gobiernos y de los millonarios.

P. Pero usted… ¿vive ahora libre en Egipto?

R. Me dejan trabajar con libertad porque ahora Al Sisi necesita mujeres como yo. De lo contrario, ya me habrían mandado a la cárcel.

P. ¿Cree que hoy en día su libro La mujer y el sexo produciría reacciones similares en Egipto?

R. Sí, porque hoy en día mis libros siguen causando fuertes reacciones.

P. ¿Está escribiendo?

R. Yo ahora tengo 84 años y no sé hasta cuándo voy a vivir. Tampoco me importa. Solo tenemos una vida y tenemos que hacer lo mejor que podamos con ella. Pero incluso aunque muera, mis libros van a estar ahí, mi mente va a seguir viva en mis libros. Aunque soy médico, me siento fundamentalmente novelista. Yo cada vez soy más radical y mi sueño ahora es enseñar a la gente joven, que los jóvenes egipcios hagan una verdadera revolución.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=226844&titular=%93para-ser-feminista-no-basta-con-ser-mujer%94-
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La lucha contra el acoso y el abuso sexual en la universidad

Por: Bárbara Brito

Durante este año se han abierto importantes luchas contra el acoso y el abuso sexual en las universidades que han tenido como exigencia principal la construcción de un protocolo institucional que pueda acoger las decenas de denuncias. Es que la universidad es reflejo de una sociedad capitalista y patriarcal que se sostiene en base a la opresión y violencia de género. La respuesta que tenemos que dar las y los estudiantes tiene que responder, por tanto, a un problema social que es estructural a la sociedad en la que vivimos.

Hasta hoy se han desenvuelto diversas iniciativas que pasan por la respuesta inmediata a casos de acoso sexual y que han culminado en la expulsión de profesores, como ocurrió en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile; hasta campañas que buscan empoderarnos a las mujeres en una sociedad que busca día a día invisibilizarnos y mantenernos lejos de los lugares de discusión política y académica. El desarrollo de las Secretarías de Sexualidades y Géneros ha sido fundamental a la hora de dar una batalla contra un sistema educativo profundamente sexista, dándole continuidad a demandas como la educación no sexista.

Hoy las y los estudiantes nos encontramos en un limbo donde nos vemos en la obligación de tomar en nuestras propias manos la lucha contra el acoso y el abuso sexual en el marco de universidades que no integran en sus estatutos mecanismos de canalización de las denuncias por violencia machista. En este camino muchas hemos aprendido a desnaturalizar prácticas cotidianas de violencia de género conquistando que se comience a hablar nuevamente de feminismo, mostrando la necesidad de pelear por una política que responda a este problema, que es factor de deserción y bajo desempeño académico sobre todo en las estudiantes mujeres. Se abre el debate entonces por cuál tiene que ser el contenido de dicho protocolo y por cómo tenemos que llevar esta lucha adelante.

Esta discusión es imposible darla restándonos de un debate que comienza a tomar fuerza entre los círculos feministas respecto a si nuestras luchas pasan por reformas parciales en la institucionalidad o por el fortalecimiento de métodos punitivos que respondan a las denuncias. Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que la violencia de género es estructural a la sociedad en la que vivimos y que, por tanto, la única salida efectiva pasa por idear una estrategia política que, de la mano con otros sectores políticos y sociales como el movimiento estudiantil o las y los trabajadores, en las calles y con independencia del gobierno y de la iglesia, se proponga la abolición del estado capitalista y patriarcal y conquiste la emancipación de la mujer en términos sociales.

Luego, entonces, cabe la pregunta de cuáles son las aspiraciones que podemos tener en el marco de un estado burgués y neoliberal que no sólo nos ha vendido un discurso “promujer”, sino que ha cercenado nuestros derechos. La dictadura guarda su legado también en el terreno de género arrebatándonos hasta la más mínima conquista como lo fue el derecho al aborto bajo tres causales (que hoy sigue siendo una demanda completamente insuficiente a la realidad que vivimos cientos de miles de mujeres en el mundo) y, también, protocolos que respondan a los casos de acoso y abuso sexual en las universidades, los que se configura como una expresión más del autoritarismo universitario.

Quienes militamos en Pan y Rosas estamos por que toda lucha contra la violencia de género, toda conquista, sirva para formarnos a nosotras mismas como revolucionarias en pos de cuestionar y combatir la sociedad en la que vivimos. Hoy la lucha por un protocolo institucional debe contener dos condiciones, en función de resguardar el proceso de fortalecimiento y crecimiento que viene teniendo el movimiento feminista y de mujeres en Chile haciendo de las conquistas parciales un alimento para luchas mayores: la primera, es que sea un protocolo que sea elaborado de manera triestamental y democrática; la segunda, es que su contenido sea democrático, esto es, que el organismo que defina las sanciones no sean las autoridades como los rectores o los decanos que no tienen ninguna competencia para hacerlo y que utilizarán dicho resquicio para mantener prácticas autoritarias, despidos injustificados, etcétera, sino organismos triestamentales donde sus integrantes estén formados en género.

A nivel de organización no conquistaremos herramientas que respondan mínimamente a nuestras necesidades, si es que no fortalecemos la organización estudiantil desde la base a través de las secretarías de género y los comités de ética triestamentales; tampoco lo haremos sin el apoyo de la comunidad educativa que valore y valide la generación de protocolos.

En definitiva, nuestra tarea es ardua y no contiene fórmulas: nuestro objetivo es acabar con la opresión de género, pero en el camino tendremos que probar una y mil formas para fortalecer nuestra organización y lucha. Lo que si tenemos claro es que el cese de la violencia machista no la conquistaremos en los marcos de la actual sociedad, tenemos claro también, por tanto, que no es un problema individual y que tenemos que abordarlo socialmente. Desde aquí es que apostamos por la creación de protocolos institucionales que puedan acoger las denuncias, con el límite de que esta conquista sólo la lograremos con la movilización activa del movimiento estudiantil, de funcionarios/as y académicos/as si es que no queremos que sirva para alimentar aún más el autoritarismo universitario en vez de fortalecer nuestra organización.

Fuente: http://www.laizquierdadiario.cl/La-lucha-contra-el-acoso-y-el-abuso-sexual-en-la-universidad?id_rubrique=1201

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