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Chile: Pensar la educación desde el final

Chile, 08 de julio de 2017. Fuente: www.elmostrador.cl

Partir por el final significa que las autoridades educacionales dejen de elaborar políticas educativas con la esperanza de que éstas impacten en el aprendizaje de los estudiantes, en su lugar, hay que poner el aprendizaje en el centro y luego elaborar políticas que faciliten que éste se produzca.

El campeón mundial Capablanca aconsejaba a sus estudiantes comenzar el estudio del ajedrez por el final. Decía que un buen jugador realiza cada movimiento calculando si facilita o no una posición final favorable. Primero se necesita claridad de qué posición se quiere alcanzar y cómo sacarle el máximo provecho. En Educación 2020 estamos elaborando nuestro Plan Nacional de Educación y compartimos la premisa de Capablanca respecto de nuestra educación escolar.

Quienes hemos trabajado en colegios sabemos la infinidad de burocracias, obligaciones y programas que roban nuestro tiempo, sin entender por qué ni cómo impacta en nuestros estudiantes. Basta revisar las investigaciones de equipos directivos en Chile, donde una y otra vez reclaman que la mayor parte del día se les va en tareas administrativas, y la menor, en tareas relacionadas con el liderazgo pedagógico. Esto no es casualidad, sino el resultado de un sistema poco coherente y con falta de visión.

Partir por el final significa que las autoridades educacionales dejen de elaborar políticas educativas con la esperanza de que éstas impacten en el aprendizaje de los estudiantes, en su lugar, hay que poner el aprendizaje en el centro y luego elaborar políticas que faciliten que éste se produzca.

Sabemos que el aprendizaje se juega en la relación docente-aprendizaje-estudiantes (el núcleo pedagógico), entonces por ahí debemos comenzar y preguntarnos: ¿Qué acciones aumentan la motivación de los estudiantes?, ¿qué medidas fomentan el desarrollo de las capacidades y trabajo colaborativo entre docentes?, ¿cómo se construye un currículum de mejor nivel, que responda a los desafíos del siglo XXI?

Con el núcleo pedagógico como guía, revisaremos qué tipo de apoyo externo necesitan hoy las escuelas para mejorar su trabajo. Así, el rol que deben cumplir los sostenedores y programas de formación estarán en función de lo que las escuelas demandan pedagógicamente, no de lo que otros creen que necesitan. Lo mismo sucederá con temas macro, como financiamiento y liderazgos intermedios, donde la discusión debe centrarse a qué cambios son necesarios para que se facilite el rol de los sostenedores y escuelas.

La única forma de mejorar el aprendizaje de nuestros niños, niñas y jóvenes es tejiendo un traje a la medida para los colegios, fortaleciendo un sistema educativo coherente y articulado, donde cada decisión tenga en el centro la mejora de los aprendizajes y la equidad.

Fuente noticia: http:///noticias/pais/2017/07/08/pensar-la-educacion-desde-el-final/

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Tecnologías digitales y educación ≠ aparatos

05 de julio de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Rafael Orduz

Son las relaciones entre seres humanos las que se transforman con el buen uso de las tecnologías.

El uso de las tecnologías digitales permite transformar las relaciones entre individuos y comunidades en forma positiva, particularmente cuando se aplican en el campo de la educación.

Gran confusión se genera cuando se difunde la idea de que las tecnologías de la información equivalen a la disponibilidad de aparatos y dispositivos, incluyendo los teléfonos inteligentes, computadores, las tabletas o las consolas de juego, entre otros.

Aplicado a la educación, el “síndrome de los aparatos” se podría traducir de la siguiente manera: bastaría una estrategia de distribución de tabletas y computadores en establecimientos educativos, así como un nivel mínimo de conectividad a internet, eventualmente contar con tableros electrónicos y otros dispositivos y, con ello, se lograría que la educación penetrara, de forma exitosa,  en la era digital.

Tal enfoque, implícito en los mensajes que, con frecuencia, emiten instituciones gubernamentales, conduce a una comprensión equívoca de lo que la apropiación del uso de tecnologías digitales puede representar para un país. Con frecuencia se publicita el reparto, de parte de algún alto funcionario público, de tabletas electrónicas a estudiantes en algún departamento alejado del centro del país. Se da por sentado que los estudiantes han ingresado, por tal vía, a la era digital.

Las tecnologías digitales son herramientas que pueden ser utilizadas en múltiples contextos y con diversos propósitos. En la educación pueden jugar un rol disruptivo en la medida en que se comprenda que los modelos pedagógicos y, en general, las formas de aprendizaje cambian porque cambian las relaciones entre los actores de los procesos educativos. Así, la relación con la tecnología no es equivalente a la de las personas con respecto a los dispositivos; es la relación entre las personas y comunidades entre sí la que puede cambiar mediante el uso de las tecnologías.

Varios elementos de tipo “blando” (“soft”) juegan un papel determinante en el cambio de los modelos pedagógicos, más poderosos que la disponibilidad de los dispositivos en sí mismos.

En primer lugar, el trabajo en colaboración. La tecnología facilita que los procesos de aprendizaje  puedan realizarse a partir de escenarios de cooperación entre estudiantes.  El trabajo colaborativo, en la medida en que es sinónimo de mayor participación,  guarda estrecha relación con el despliegue de la capacidad de creatividad de los estudiantes.

Segundo, la distancia deja de jugar el papel disociador de antaño. Internet, particularmente el móvil, permite comunicarse cómo, dónde y cuándo se desee. De esta forma, la colaboración puede realizarse entre estudiantes que se encuentren apartados entre sí por grandes distancias. Por otra parte, esta característica de ubicuidad otorga una ventaja crucial desde el punto de vista de la investigación de parte de quienes estudian: la posibilidad de acceder a fuentes de información (bancos de datos, bibliotecas, buscadores) de cualquier parte del mundo.

Tercero, el rol del docente cambia: de ser el impartidor de la verdad, el maestro se convierte en facilitador de procesos, de orientación y análisis. Del mundo tradicional del mentor, de un lado, y los estudiantes, de otro, se pasa a un contexto de micro-mentores (los estudiantes) en los que el maestro cumple la función de articulador y orientador.

Como con todas las herramientas que el desarrollo tecnológico dispensa, puede haber usos inadecuados. Ello aplica a la relación entre la educación y la tecnología. Así, por ejemplo, en la impresionante oferta de cursos móviles disponible en internet, se encuentra abundante material de mala calidad, sin que haya instancias que informen a los eventuales usuarios acerca de la misma.

En conclusión: Sin duda, disponer de una adecuada conectividad a internet en escuelas y colegios, así como de dispositivos electrónicos, es una condición necesaria para que los procesos educativos puedan modernizarse mediante las tecnologías digitales. No obstante, es necesaria una ambiciosa campaña pedagógica que permita a docentes y estudiantes, comprender que el valor del uso de dichas tecnologías radica en las inmensas posibilidades de trabajo en colaboración, ubicuo y creativo.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/editorial/tecnologias-digitales-y-educacion-aparatos

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El sentido de las letras cuando se construye desde la escritura de vida

05 de julio de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Jaqueline Murillo Garnica

Pedir a un niño que lea lo que está viendo en la imagen, es apelar a un recurso en el que se lo fuerza a interpretar y analizar, como parte esencial en sus relaciones y procesos mentales.

Este artículo recoge las experiencias registradas durante dos años consecutivos (2013-2014) de los niños de primero y segundo del colegio José Martí, ubicado en la Localidad 18 de Bogotá, con las prácticas de la lectura y la escritura que fueron generando varios productos como “Ésta es mi historia”, en 2013, y “Mi primer cuento”, en 2014, así como “La bitácora”, “Camino a casa”, o “Camino al colegio”, también del mismo año. Estas a su vez hicieron parte de una experiencia pedagógica titulada: “El ejército de los lápices: escritores de vida y de palabras”. El pensar en el cómo seducir a los niños por el camino de las letras y el gusto por ellas, fue un motivo quizá íntimo que generó esta motivación y que hizo posible ese gusto por la escritura y la lectura de los textos escritos, orales e icónicos.

¿De dónde viene la idea de formar niños lectores?: el valor del ejemplo

Este paper no tiene como pretensión entregar fórmulas para el aprendizaje de la lectura y escritura en los parvularios; es más, se trata de hacer una reflexión sobre la importancia del docente en este proceso, y cómo éste se puede convertir en un modelo del aprendiz.

Quizá un acercamiento en este sentido, nos pueda dar luces sobre lo que está por hacerse y revalorar ciertos procesos que todavía están vigentes y, sin embargo, gozan de anquilosamiento en un presente atosigado por los medios masivos de comunicación y la tecnología que ruge como un león hambriento en un ámbito capitalista y consumista que invita a la practicidad y a lo instantáneo.

En unos casos, la celeridad de las dinámicas, o en otros, la negligencia, soslayan la verdadera misión del profesor, como primer ejemplo en el aprendiz. Resulta cómodo adoctrinar y exigir disciplina, porque es la forma más fácil de que los estudiantes sigan las instrucciones, sin detenerse a cuestionar lo que está escrito en el texto.

Se considera una pérdida inmensa desperdiciar estos primeros años valiosos en la formación de un individuo, con la carencia del fortalecimiento del pensamiento crítico: éste es uno de los grandes baches que aquejan la educación contemporánea.

A veces preocupa más el seguir los contenidos temáticos inherentes a un currículo y modelo pedagógico determinados, que el detenerse en el cómo, es decir, en la forma más adecuada de cautivar a un niño en la práctica de la escritura y de la lectura, llegando a desconocer ciertas facultades o habilidades, o impulsarlo a potenciarlas, y que hace justamente, una de las funciones sustantivas del profesor a lo largo de la vida académica de los aprendices, en especial, los primeros años de escolaridad.

Antecedentes

La propuesta empezó con pequeños ensayos, partiendo de la motivación y la inquietud de la docente por mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje. Teniendo en cuenta que los estudiantes conocían la estructura y los elementos inherentes al cuento, se les dio algunas palabras –escritas en el tablero y salteadas¬– con la intención de que construyeran una historia.

El propósito era ayudarles a perfilar las historias y, a partir de ese primer acercamiento, hubo resultados llamativos. La docente empezó a condensarlo todo, las bitácoras, las maquetas y así se fue abriendo la posibilidad de que armaran su historia, su primer cuento.

Se involucró también la importancia de los derechos de autor, la dedicatoria, la biografía de cada uno de ellos y “mi mundo ideal” que era el imaginario que tenían ellos de su mundo. El horario se construyó respondiendo a las actividades realizadas en cada hora para saber qué hacían en la mañana. Los niños renuentes a escribir utilizaron el recurso del dibujo: para ellos, el horario eran ilustraciones. Durante una semana se trabajó el horario: primero como unos borradores elaborados en el colegio desde el área de Ética y Valores, posteriormente entregado en limpio en un octavo de cartulina.

Adicionalmente, el primer cuento sirvió para postular a los niños al concurso de leer y escribir 2014-2015. Ante la imposibilidad de inscribir a todos los niños del salón, se postularon dos niños en ilustración y dos en cuento. Hubo tres ganadores.

Con cada producto se realizaron correcciones de ortografía, se analizó el significado de cada situación plasmada –miedos, situaciones de violencia–; sin embargo, el análisis se centró en el reconocimiento de los gustos de los niños, de sus proyecciones y, de esta forma, se intentó potenciar toda la capacidad que tenían.

Partiendo de la premisa de que se pueden hacer muchas cosas con ellos, el proyecto se preguntó por la forma en que se iban a proyectar a los estudiantes de forma tal que les gustara escribir y contar historias de sus vidas, de lo que veían y de lo que tenían.

Lea la experiencia completa en este enlace.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/el-sentido-de-las-letras-cuando-se-construye-desde-la-escritura-de-vida

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#HablamosDeEducación con Rafael Bisquerra

28 de junio de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com/

Rafael Bisquerra

Hoy te presentamos el diálogo que tuvimos la suerte de compartir con Rafael Bisquerra, director del Postgrado en Educación Emocional y Bienestar de la Universidad de Barcelona. Después de una primera entrevista que realizamos hace ya más de dos años, volvimos a encontrarnos con motivo de la publicación de Hablamos de educación. Reflexiones educativas para cambiar el mundo. Y las conclusiones no pudieron ser más interesantes.

Echa un vistazo al vídeo de su entrevista… ¡y ayúdanos a compartirlo!:

Algunas frases para pensar

Rafael Bisquerra nos regaló algunas ideas muy útiles en este encuentro, que hemos querido enumerar a continuación:

  1. La finalidad de la educación debe ser formar para la convivencia en un mundo caracterizado por la diversidad, donde el conflicto es inevitable. Plantear la prevención de la violencia, desde la gestión de la ira, como uno de los principales retos de la educación es ambicioso, pero muy necesario, ¿no te parece?
  2. Un buen docente debe entender que la materia es un pretexto para formar personas en su dimensión integral. Rafael Bisquerra lo tiene claro: los contenidos son solo una excusa, el punto clave de la educación es formar individuos para construir conjuntamente el bienestar, tanto personal como social. Porque a todo se aprende, también a hacer posible el bienestar.
  3. Los centros educativos deben planificarse una dimensión social, comunitaria, que permita extender la educación más allá de las 4 paredes del aula. La escuela es vida, y por ello debe implicarse en la sociedad y mantener contacto con diferentes agentes sociales externos, especialmente con la familia. Otro elemento interesante a tener en cuenta son los proyectos de aprendizaje-servicio, que permiten obtener resultados desde dos puntos de vista: el del aprendizaje de contenidos y competencias, pero también el del desarrollo emocional, social y moral.
  4. Se deben generar climas emocionales que permitan que los estudiantes tengan ganas de convivir, de aprender. Un espacio que favorezca la toma de conciencia de que el bienestar común del grupo es algo a construir conjuntamente, en el que tanto la convivencia como el aprendizaje se fomenten y se protejan.
  5. Cualquier comportamiento, de cualquier persona, es un ejemplo de educación o “deseducación”. ¡Todos contribuimos a la educación de los más pequeños! Es muy importante incidir en la idea de que más allá de la comunidad educativa propiamente dicha, cualquier persona contribuye a la educación de los niños y jóvenes, como figuras de modelo de comportamiento. ¡Es toda una responsabilidad!
  6. Para conseguir motivar a los estudiantes, hay que conectar con sus intereses, introducir emoción en el proceso de aprendizaje. Como Rafael nos enseñaba, “emoción y motivación son anverso y reverso de la misma moneda”, y es que hay un estrecho vínculo entre emoción, motivación y educación. Además, es vital la creación de los climas emocionales favorables antes mencionados.
  7. No es lo mismo valores pensados que valores sentidos. Lo importante en la educación en valores es su puesta en práctica mediante el comportamiento habitual, integrarlos en las rutinas y en las conductas de manera natural, evitando que se queden únicamente en un plano más teórico.

Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/hablamosdeeducacion-rafael-bisquerra/

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Jaume Funes: “Un adolescente no puede dejar de estar conectado”

28 de junio de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com/

Jaume Funes

En resumidas cuentas, ¿qué es la adolescencia?
La adolescencia es un invento moderno. Es un tiempo de la vida que va desde el primer curso de la Educación Secundaria Obligatoria hasta los 17 o 18 años. Aunque también hay mucha gente que dice que no se acaba, porque en la práctica hay una parte de la adolescencia que es la parte que tiene que ver con las responsabilidades sociales, y que todo depende de las posibilidades que los chicos y chicas deban asumir en su vida.

¿Un invento moderno?
Sí. Es un lujo de las sociedades que tienen recursos. Lo que pasa es que se convierte en universal cuando con la crisis económica no necesitamos mano de obra barata joven y cuando las ideas se globalizan.

¿Cómo podemos conseguir que los adolescentes quieran aprender?
Hay un par de problemas que se tienen que resolver primero. Para empezar, que la escuela tenga algo que ver con su vida. La distancia entre lo que el adolescente vive y la escuela es tan enorme que es muy difícil justificarle que tiene que estudiar. Esto lleva a otra pregunta: ¿para qué le sirve al adolescente ir a la escuela? Más allá de los argumentos clásicos, como el ascensor social, que han quedado atrás, el gran reto es cómo conseguir que los adolescentes mantengan el deseo de saber y se hagan preguntas. Y además, el mercado acaba dominándolo todo e intenta que el grupo formado por los adolescentes simplemente consuma y no piense nada.

¿Se está convirtiendo la adolescencia en un nicho de mercado?
Sí. Acaba siéndolo. De hecho, las grandes multinacionales del consumo tienen la tesis de que si hacen de un adolescente un buen consumidor, lo mantendrán como tal a lo largo de toda la vida.

Los jóvenes actuales ya se han criado en un mundo digital. ¿Cómo debe la comunidad educativa actuar ante ese hecho?
Hoy, la forma en que piensa cualquier niño o niña medianamente inmerso en ese mundo, sus formas de razonar, no representan los patrones clásicos del pensamiento. Piensan virtualmente, con categorías que no son ni el tiempo ni el espacio. Es decir, las formas de razonar y comprender el mundo han cambiado sustancialmente. Hay que descubrir el proceso de razonamiento con el que llegan a asumir todo ese conocimiento.

¿Hay más grandes cambios debidos a esta inmersión en lo digital?
Otro de los grandes cambios es en el campo de la identidad. Nos preocupa que tengan amigos virtuales. Pero los buenos adolescentes tienen multiplicidad de amigos virtuales y presenciales, se mueven en redes diversas y alternan una cosa con la otra.

¿Debemos educar en la diferencia entre el mundo presencial y el virtual?
Sí. Más que nada hay que educar en que su identidad sea múltiple y que sus interacciones sean en lugares múltiples, como hacemos al decir que deben tener amigos con gustos diversos. Las dificultades aparecen cuando alguien solo es virtualmente, aunque a veces es una solución para algunos chavales que no eran ni virtualmente. Pero ser solo virtualmente es incompleto.

Usted diferencia entre estar conectado y estar disponible. ¿Puede explicar esa diferencia?
En la actualidad un adolescente no puede dejar de estar conectado. De hecho, cualquier programa para adolescentes y jóvenes debe tener wifi potente gratis. Estar conectado significa simplemente “yo sé que mis amigos saben que estoy y mis amigos saben que si quieren están”. Pero yo decido cómo gestiono esa conectividad.

¿Y hasta qué punto es eso importante para ellos?
Los adolescentes han interiorizado que su estado es estar conectado. Lo han interiorizado como un estado vital. Entonces tú no le puedes decir “ven aquí y desconecta”. Debes decir “ahora aparcas la conexión y experimentas otro tipo de experiencias y vivencias”. Porque lo que ha de aprender es que aunque estés conectado no siempre estás disponible. Deben aprender que su vida propia tiene valor, pero no sobre la base del concepto de conectar y desconectar.

¿Deberíamos dar una educación que les impulse en mayor medida a dejar a un lado las tecnologías?
Podríamos educarlos de otra manera. Pero creo que es mejor invertir los esfuerzos en que sea mejor ciudadano que no en otra cosa.

¿Cree que el fácil acceso a la pornografía hace necesaria una mejor y más temprana educación sexual?
Lo que no tiene sentido es darles educación sexual sin tener en cuenta que todos han visto vídeos porno. El riesgo de ver pornografía a estas edades es que crean e imaginen que la realidad de la sexualidad sea la que ven en el vídeo porno. El problema lo tiene quien no tenga otros estímulos que los del vídeo porno.

¿Estamos los adultos cada vez más lejos de los adolescentes?
Ese es un dilema eterno. El adolescente debe descubrir en los adultos dos cosas: primero que nos interesa su mundo y después han de vivir que verdaderamente nos preocupamos por su persona, no por los problemas que puedan tener en su historia. Los padres no se preocupan de la felicidad, solo se preocupan de las drogas, del sexo y de alguna otra cosa parecida. Entonces ellos piensan que los adultos no les pueden entender.

¿Y cómo hacemos eso?
Tan solo hay que hacer el ejercicio de escucharles, ver de qué hablan, utilizar parte de su lenguaje, hablarles de cosas que les preocupan a ellos y no de los temas que a ti te preocupan. Si no haces eso, construyen mundos paralelos a nosotros de los que no tenemos ni idea.

¿Cree que los adolescentes deben participar en más decisiones a nivel social y comunitario?
Sí. Pero los adultos tenemos primero que aceptar un principio: que tienen derecho a equivocarse. Si dejas decidir, has de asumir que no siempre decidirá como tú quieras. El problema no está en equivocarse, sino en llevarle a descubrir dónde está el error o qué costes ha tenido una experiencia o la otra.

Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/jaume-funes-adolescente-no-puede-dejar-estar-conectado/

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España: Los colegios se rebelan

Europa/España. 24/06/2017.  Fuente: El Pais. Autor: Nacho Carretero.

El barrio de la Ventilla, en Madrid, está escondido. El Paseo de la Castellana, la avenida de Asturias y el parque de La Ventilla lo encajonan y aíslan del resto de la ciudad. En ambas calles, en los años 60, levantaron grandes edificios de viviendas para que, cuando uno entrase en Madrid por el norte, no viese desde la ventanilla la pobreza de La Ventilla.

Hoy sigue siendo un barrio popular y humilde. Y, desde hace unos años, está custodiado por las cuatro torres; cuatro rascacielos que se yerguen sobre las casitas de ropa tendida en la ventana y teja gastada. En el corazón del barrio, con el recreo a los pies de los rascacielos, existe un colegio llamado Centro de Formación Padre Piquer. Parece un cole de barrio más. No lo es.

De Madrid a Vilanova de Arousa, en Pontevedra, solo hay un salto. El necesario para girar en un cruce improbable desde una carretera comarcal en pleno corazón de las Rías Baixas. Tras dos curvas y un par de baches, se llega al CEIP Viñagrande-Deiro. Otra vez, desde fuera, nada especial.

Ambos, Padre Piquer y Viñagrande, son dos de los -cada vez más numerosos- centros y colegios que imparten una educación alternativa en España. ¿Aulas fijas, asignaturas y libros de textos? Eso es pasado en estos lugares.

Estos colegios no tienen asignaturas ni libros de texto. Los profesores y los alumnos se mueven entre aulas y se mezclan por edades

“Aquí trabajamos con ámbitos, no con asignaturas”. Lo explica en el laboratorio del colegio Ángel Serrano, director general del Padre Piquer, un centro que es concertado y propiedad de la Fundación Montemadrid. A él acuden alumnos a partir de 12 años, un desafío añadido en lo que a pedagogía alternativa se refiere. “Tenemos el ámbito socio-lingüístico y el matemático-científico. No tenemos asignaturas ni libros de texto, trabajamos con material digital, en grandes grupos de unos 60 alumnos y con tres o cuatro profesores. Llevamos a cabo proyectos y trabajos en los que el alumno tiene la iniciativa y el profesor le va guiando. Tienen un margen de libertad muy amplio, ellos deciden por dónde avanzan. Y encima con adolescentes, cuando lo habitual es que este tipo de metodología se implemente en educación infantil”.

Y así funciona la educación infantil en el Viñagrande, colegio público. Su director es Javier García, un joven que, hace tres años, a punto estuvo de abandonar su carrera docente. “Entré en este colegio y me encontré a profesores desmotivados y alumnos sin energía. Tenía dos opciones: o me iba o cambiábamos esto de arriba a abajo”. Y lo cambiaron.

Javier y su equipo empezaron a tirar muros y tabiques para proporcionar espacios abiertos. “Y más que tiraríamos su pudiésemos”, dice. Abandonaron los libros de texto y las asignaturas. Y mezclaron a los alumnos por edades. Los de primero y segundo trabajan juntos, igual que los de tercero y cuarto y los de quinto y sexto. En su caso, la materia de enseñanza se clasifica por contextos. Tienen cuatro: el humanístico, el literario, el matemático y el científico. “Los niños van participando en proyectos, no seguimos las lecciones de un libro. En el proyecto, además de aprender la materia, la trabajan en distintos ámbitos, hacen reportajes, la tuitean, intercambian ideas… La diferencia con lo que hacíamos hace años es abismal”.

En ambos centros la atmósfera está lejos de la que un niño de los años 80 (ni hablar si nos retrotraemos más) sentía al entrar en su colegio. Mientras cruzamos el patio del colegio Padre Piquer, podemos ver a dos niñas pintando sobre sendos caballetes mientras otros chicos juegan al tenis y, de fondo, un tercer grupo completa un mural en una pared. Un ambiente renacentista en pleno barrio popular de Madrid.

En el Viñagrande nada parece un colegio. Las aulas son amplias, luminosas y están llenas de estímulos: libros, ordenadores, murales, pizarras, juguetes, un supermercado de plástico, fotografías, cámaras de vídeo, tablets, trípodes… Los niños se mueven de un espacio a otro, sin aparente orden ni concierto. Una profesora pasa descalza por el pasillo. “Y, sin embargo, están trabajando”, dice Javier. “Están trabajando muchísimo. Cada chaval está en un proyecto y el profesor les va orientando y ayudando. Tienen que completar los proyectos de la misma forma que antes tenían que aprenderse la lección. Solo que la forma es muy distinta”.

Echando un ojo en los alumnos se perciben niños y niñas llenos de energía, ansiosos por completar proyectos. “Sentar a un niño a las 9 de la mañana y pretender que te esté escuchando cinco horas es absurdo”. Por eso, en Viñagrande, lo primero que hacen los alumnos al llegar es una hora y media de ritmo, movimiento y gimnasia. María Castro, profesora de Educación Física, lo explica. Y en su discurso emplea términos como “sinapsis, corteza cerebral, hemisferios, reflejos primitivos, psicomotricidad…”. Y lo que María cuenta es que “un niño de 6 años es puro movimiento. O los estimulamos o los medicamos en nombre de la hiperactividad para que estén seis horas sentados en silencio”.

Las nuevas corrientes

Padre Piquer y Viñagrande aplican metodologías alternativas a las habituales en el sistema educativo español. Cumplen la ley y son sometidos a inspecciones continuas. El resultado es el mismo, los alumnos salen formados. Lo que cambia es la forma.

Carmen Pellicer, presidenta de la Fundación Trilema, define este genérico y amplio concepto de pedagogía alternativa como “hacer las cosas de manera muy flexible. Encontrar lo que motiva a los alumnos y trabajar con eso”.

Eulàlia Torras, doctora y profesora de la Universidad Internacional de Valencia, añade que “las propuestas de la educación actual no son contrarias a la educación tradicional, al contrario, las bases se encuentran en modelos de ciencias de la educación que venimos utilizando desde hace muchos años. La innovación pone énfasis en las potencialidades de las tecnologías de la información y la comunicación”.

Los centros con métodos alternativos presentan las tasas de absentismo y fracaso escolar más bajas

Existen distintas escuelas o métodos, la mayoría de ellos creados a principios del siglo pasado. Uno de los que más éxito está teniendo es el de la escuela de Waldorf, en el que la autorrealización el alumno es el objetivo prioritario. No existen asignaturas ni libros y los niños no aprenden a leer ni escribir antes de los 7 años, ya que emplean ese tiempo en jugar y desarrollarse.

La pedagogía Montessori, de origen italiano, deja libertad al niño y el profesor se convierte en observador. El método Regio Emilia, también italiano, se basa en experiencias reales y el Changemaker busca la transformación social mediante la creatividad. Hay muchos más métodos: Doman, Kumon, Amara Berri… Todos se caracterizan por diferenciarse de los métodos tradicionales y por dar mayor autonomía y libertad al alumno y al sistema de enseñanza.

Aula de enlace del Padre Piquer, donde los alumnos recién llegados a España aprenden castellano.
Aula de enlace del Padre Piquer, donde los alumnos recién llegados a España aprenden castellano. LUIS SEVILLANO ARRIBAS

Explica Eulàlia Torras que, básicamente, todos los métodos responden a tres tendencias: “el conductismo, el cognitivismo y el constructivismo. El constructivismo es actualmente el que cuenta con un mayor número de modelos educativos”.

«No somos hippies»

“Hay padres que creen que aquí somos hippies. Y de hippy ya me dirás tú que tengo”, dice Javier riendo, a la entrada del Viñagrande. “Una cosa es que el alumno sea más libre aquí y otra que haga lo que quiera. No. Aquí estamos constantemente vigilando, atendiendo y supervisando a los alumnos para que rindan al máximo”.

«Algunos padres se creen que somos hippies. Es normal que desconfíen, pero los resultados están ahí».

De hecho, los métodos de evaluación del Viñagrande son más rigurosos que los de colegios tradicionales. “Les calificamos a diario. Valoramos cómo desarrollan sus proyectos y tienen notas cada día. Lo que pasa es que ponemos el foco en lo positivo, en lo que se les da bien, e intentamos potenciarlo. Realizamos informes para los padres y siempre empezamos por lo bueno, por lo que se le da bien al alumno. Para que los padres se estimulen”.

En el Padre Piquer también se han encontrado con la desconfianza de algunas familias cuando, en el año 2003, instauraron su nueva metodología de trabajo. Mónica Díaz-Masa es la coordinadora del Aula Cooperativa Multitarea del colegio. “Desde que implementamos este método, solo dos familias han sacado a sus alumnos del centro. Normalmente, las familias que desconfían de este sistema, son familias con niños de muy buenas notas, que temen que si viene a un centro así empeore su rendimiento”. Sin embargo, los datos del Padre Piquer son claros: 85% de éxito escolar (graduados) y un absentismo de solo el 0,7%, uno de los más bajos de España.

Y eso en un centro con 1.100 alumnos en el que el 77% de ellos están becados. Es decir, la mayoría procede de familias de clase media y baja y con riesgo alto de abandono escolar. Por si fuera poco, en el Padre Piquer hay niños y niñas de 34 nacionalidades distintas y ocho religiones. Todo un mosaico que, para sorpresa de muchos, funciona. “A los tres meses ya notamos un cambio bestial”, dice Ángel. “A los padres que nos muestran dudas, además de explicarles en qué consiste esto, les mostramos los datos. Y son incontestables”.

Más allá de desconfianzas u opiniones, está la ley. Todas las escuelas del territorio español deben adaptarse al sistema educativo, dependiente tanto de la administración central como de las autonómicas. Este sistema obliga a incorporar competencias básicas, tales como comunicación lingüística, matemáticas, ciencia, iniciativa, civismo, etcétera. Mientras se logren estas competencias, la ley es flexible en el cómo.

Tanto el Padre Piquer como el Viñagrande, al igual que el resto de colegios de España, reciben inspecciones períodicas y deben responder ante sus respectivas Consejerías. “Ven que nuestros sistemas están funcionando y no tienen motivos para ponernos obstáculos. La administración es favorable a ir evolucionando”, explica Javier García.

«De la misma forma que no queremos el sistema médico de hace 40 años para nuestros hijos, los padres no deberían querer su modelo de educación para sus hijos»

Una evolución que parece inevitable. El sistema de hace solo dos décadas ya no sirve para los niños del siglo XXI. “Muchos padres imaginan la educación de sus hijos tal y como fue la suya, pero al igual que no es lo mismo ir al médico hoy que hace 40 años, tampoco la educación es igual. Los sistemas de nuestros padres no responden a las necesidades de los niños de hoy”, explica Carmen Pellicer. “Los centros con metodologías innovadoras son los que están mostrando menor tasa de absentismo escolar y menor fracaso. Eso significa que están funcionando”.

Fuente noticia: http://epv.elpais.com/epv/2017/06/21/seccion_espana/1498052109_118662.html

 

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Honduras: De cada 100 niños que trabajan, 61 están fuera del sistema educativo

Honduras / 21 de junio de 2017 / Fuente: http://www.radiohrn.hn/

Del total de menores que trabajan, unos 244 mil no estudian y 156 mil lo hacen a medio tiempo, en la medida en que sus ocupaciones laborales lo permiten.

En Honduras alrededor de 400 mil menores desarrollan quehaceres en distintos renglones productivos, lo que representa el 15 por ciento de la población en edades entre 5 y 17 años.

Y, de ese total, el 61 por ciento de los menores están totalmente fuera del proceso de enseñanza aprendizaje, de acuerdo con los informes recientes elaborados sobre dicho fenómeno.

Sólo el 39 por ciento de los niños desempeñan un trabajo específico y, al mismo tiempo, asisten a sus deberes escolares, pero se encuentran en una situación de desventaja en relación con sus pares que están dedicados por entero a la educación.

Los porcentajes referidos se traducirían así: Del total de menores que trabajan, unos 244 mil no estudian y 156 mil lo hacen a medio tiempo, en la medida en que sus ocupaciones laborales lo permiten.

El drama de los niños que se ven obligados a trabajar y abandonar su formación académica se presenta con más énfasis en las comunidades rurales que, casualmente, son las que presentan el mayor nivel de pobreza.

Se estima que de los 400 mil infantes que realizan actividades económicas, casi el 70 por ciento; es decir, alrededor de 280 mil menores viven en la zona rural.

Un elemento que se destaca cuando se revisa la situación de los niños y de los adolescentes hondureños es que más del 40 por ciento lo hace por debajo de la edad mínima permitida por las leyes vigentes; es decir, entre 5 y 13 años.

En su casi totalidad, son niños excluidos de las oportunidades que corresponden a su grupo poblacional y que están en alta fragilidad social y económica, objeto de las peores formas de explotación laboral.

Los rubros que presentan un mayor peso de mano de obra infantil son la agricultura, silvicultura, caza y pesca con un 50 por ciento; igual que el comercio, junto con hoteles y restaurantes, con un 24 por ciento.

Luego aparecen los servicios comunales, sociales y personales, la industria manufacturera, la construcción, el transporte y el almacenamiento y comunicaciones que tienen contratado un significativo porcentaje de la fuerza laboral infantil.

A estos renglones se suman la explotación de minas y canteras, los establecimientos financieros, seguros, bienes inmuebles, electricidad, gas y agua.

El trabajo infantil es un fenómeno que va en aumento, lo que quiere decir que es más elevado el número de menores que tienen obstaculizado su acceso y permanencia en la educación, a la vez que se desenvuelven en ambientes peligrosos que afectan su desarrollo moral, social, físico y psicológico.

Fuente noticia: http://www.radiohrn.hn/l/noticias/de-cada-100-ni%C3%B1os-que-trabajan-61-est%C3%A1n-fuera-del-sistema-educativo

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