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¿QUÉ SIGNIFICA POLITIZAR EL ARTE (DE ACUERDO CON WALTER BENJAMIN)?

Por: PABLO HERNÁNDEZ.

Este artículo es una conjetura con base en algunas de las ideas vertidas por Walter Benjamin en su libro La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica (2003). La conjetura en cuestión trata de responder la pregunta que da título a este artículo: ¿qué significa o cómo podemos entender la politización del arte? Cabe señalar que esta pregunta no es explícitamente respondida por Benjamin, al menos en este libro. Sin embargo, considero que, triangulando con la filosofía de Marx, específicamente con su crítica a las distintas formas de enajenación, y considerando la caracterización que Benjamin hace de la “estetización de la política” es posible inferir al menos un significado aceptable, y congruente con el marxismo, de lo que puede entenderse por politizar el arte.

Antes de comenzar debo decir que el término “politizar” es bastante común y polisémico, por lo que se usa con distintos significados entre analistas, columnistas e investigadores. Por lo mismo, debo aclarar que no pretendo dar una definición única o totalizante de lo que significa “politizar.” Lo que sí busco es, en cambio, proponer solo una forma, que sea a la vez crítica y programática, de entender la relación entre arte y política.

I. El autor

Walter Benjamin fue un judío e intelectual comunista nacido en 1892, en Alemania. El libro que nos ocupa fue publicado por primera vez en 1936, en el contexto de la consolidación del fascismo alemán. Tan solo cuatro años después, Benjamin moriría bajo circunstancias extrañas, presumiblemente como resultado de un suicidio, mientras trataba de huir, rumbo a España, de la ocupación alemana en Francia. Por su doble condición, como comunista y judío, Benjamin terminó por ser víctima de la abominación nazi (Echeverría, 2003, 2008).

La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, si bien es un libro que analiza los cambios en la función social del arte en relación con las innovaciones tecnológicas es, también y al mismo tiempo, una feroz crítica a los usos enajenantes del arte por parte de los Estados totalitarios, especialmente del fascismo.

II. El libro

Se trata de un libro breve, con poco más de 60 cuartillas, y está compuesto por 19 apartados cortos, cada uno con tan solo unas pocas ideas centrales. El estilo de Benjamin es, además, claro y ameno, aunque teóricamente profundo y conceptualmente denso. Con su estructura de apartados sucintos, ideas cortas y redacción clara, el libro resulta fácil de consultar y ameno de leer. Sin embargo, por su potencia y densidad teórica, el texto resulta también difícil de asir y sintetizar.

Se trata de un libro profundamente conceptual, pero también es un texto que recorre una línea argumentativa central, mientras abre todas las ventanas que encuentra a su paso, dejando que el lector se asome a una enorme cantidad de problemas, pero sin detenerse a analizar cada uno. El libro es una invitación a la teoría, que propone conceptos rigurosos, pero que no explora sus límites, dejando los horizontes abiertos. Todo esto hace que el libro de Benjamin termine por ser una especie de cuadro impresionista, efectivo para evocar imágenes, pero poco preciso para demarcar ciertos límites y fronteras. En otras palabras, el libro es muy sugerente e invita a la reflexión, pero también hay muchos temas y puntos que no desarrolla.

III. El argumento

El tema del libro es la función social del arte en relación con los cambios tecnológicos. El argumento de Benjamin es que, con el desarrollo tecnológico y la consecuente capacidad de reproducir y exhibir obras de arte de forma masiva, el arte mismo cambia su función social: si antes servía más como vehículo para la reproducción de órdenes, culturas e imaginarios tradicionales, ahora, con la reproductibilidad técnica, el arte pierde –en gran medida, si no es que completamente– esta función, cayendo por completo en el terreno de las disputas políticas, donde los distintos grupos y clases sociales buscan, de alguna manera, obtener algún provecho.

El arte en la época de la reproductibilidad técnica, dicho de manera muy sucinta, es un arte que podría servir como medio de educación y autoconocimiento creativo de las masas, pero también es un arte que está en constante disputa política y que continuamente se vuelve víctima de usos instrumentales y enajenantes. Esta forma de emplear el arte, como mera e irreflexiva propaganda de intereses particulares y, muchas veces, reaccionarios, es lo que Benjamin denomina “estetización de la política.” Para él esta es, precisamente, la manera en que el fascismo se relaciona con el arte, usándolo, por ejemplo, para embellecer y ensalzar la guerra, logrando que las personas sean capaces, incluso, “vivir su propia aniquilación como un goce estético de primer orden” (Benjamin, 2003, p. 99).

El libro termina afirmando, sin embargo, que, si bien el fascismo efectúa una estetización de la política, el comunismo, por el contrario, “responde con la politización del arte” (Benjamin, 2003, p. 99).

IV. ¿La politización del arte?

Benjamin no define lo que entiende por “politización del arte.” Sin embargo, una cosa es segura: se trata de una forma distinta de vincular el arte con la política, una forma que no puede ser enajenante ni meramente instrumental.

A continuación, trataré de formular mi conjetura, explicitando lo que podría entenderse por politización del arte para el marxismo en general y para Benjamin en particular. Para lograr esto, haré dos cosas: primero, analizaré un poco más la argumentación de Benjamin y, segundo, señalaré algunas cuestiones relativas al concepto marxiano de enajenación, mismo que está presente en el texto de Benjamin y que –a mi modo de ver– puede aclarar muy bien la cuestión.

V. La estetización de la política

Cuando Benjamin habla del arte previo a la reproductibilidad técnica, habla de un arte que es percibido con cierta “aura” de autenticidad, misterio y lejanía, y habla también de un arte cuya función social es reproducir y conservar la tradición. Con la reproductibilidad técnica esto cambia. La masificación del arte hace que el aura desaparezca. Antes, el arte obligaba a las personas a acercarse a él, comprendiéndolo en sus circunstancias y contexto, reconociendo su aura de autenticidad y, con ello, apropiándose subrepticiamente de la tradición cultural en que dicha obra está embebida. Pero con la reproductibilidad técnica esta obligación desaparece. Ahora las personas pueden apropiarse del arte en sus propios términos.

Con la reproductibilidad técnica, el arte pierde su anclaje funcional con el pasado y cae de lleno en el presente. Ahora el arte no nos obliga –tanto como antes– a mirar al pasado, sino que lo usamos para pensarnos desde nuestro presente. Por eso ahora la función social del arte cae por completo en las disputas políticas, en los conflictos del presente por definir el futuro, en la moderna lucha de clases.

Es en este contexto en el que el arte puede ser usado como mera e irreflexiva propaganda: como un simple instrumento de la política para manipular a las masas, sin crear conciencia y sin educar, e incluso previniendo que esto ocurra, generando distracción. La estetización de la política es esto: el arte como simple propaganda para manipular y prevenir la reflexión crítica de la sociedad.

VI. Arte y enajenación

Cuando Benjamin critica la estetización de la política no aboga por un arte desligado de la política. Esto es muy claro. Para él, el arte siempre realiza alguna función social, por lo que es preciso tener clara su relación con la política y tomar partido al respecto. La tesis crítica de Benjamin es, en todo caso, que el arte de masas no debería desempeñar un papel enajenante, reducido a la mera propaganda y, peor aún, en beneficio de posturas políticas misantrópicas, como las del fascismo.

Cuando hablamos de enajenación en el marxismo nos estamos refiriendo a una categoría de relevancia teórica y metodológica, pero también a una categoría de importancia programática. Por supuesto, en términos generales, y de acuerdo con Marx, puede afirmarse que la enajenación se refiere a cualquier producto o actividad humana que ha caído fuera del control de su creador. En otras palabras, hablamos de enajenación cuando algo nuestro se vuelve ajeno o extraño a nosotros (Marx, 1972). El concepto es tan amplio como eso y es de suma importancia para entender la fundamentación genético-estructural del materialismo histórico, así como la articulación de los conceptos en El Capital. Sin embargo, este concepto también es importante porque nos recuerda que las críticas del marxismo no son solo críticas científicas, sino que también son críticas que están orientadas normativamente. Esta orientación u horizonte normativo consiste, fundamentalmente, aunque no de manera exclusiva, en superar toda forma histórica de enajenación, creando las condiciones sociales que devuelvan autonomía real y capacidad de decisión efectiva a las personas en sociedad, favoreciendo, además, el desarrollo integral de sus necesidades y capacidades humanas (Hernández Jaime, 2022).

VII. La politización del arte

Cuando Benjamin afirma que la politización del arte se opone a la estetización de la política, lo que quiere decir es que, el marxismo se opone tajantemente a un arte enajenante, reducido al papel de mera propaganda y orientado a la destrucción humana. El arte de masas –pues se trata del arte en un contexto de reproductibilidad técnica– debe ser un arte orientado al autoconocimiento, a la educación y al desarrollo de los artistas y la sociedad, un arte que genere reflexión, que conmueva, que contribuya a generar pensamiento crítico. Por supuesto, el arte tiene que tomar postura política, pero este posicionamiento no puede ser irreflexivo y dogmático, no puede ser solo propaganda (aunque pueda llegar a serlo). La politización del arte es la superación del arte como instrumento político: es, en cambio, la activación política del arte como un arte consciente, reflexivo y crítico, que contribuya a formar estos atributos en la sociedad.

La estetización de la política convierte al arte en instrumento de destrucción. La politización del arte convierte a esta última en un agente de liberación. Por supuesto, la diferencia entre una y otra no radica en si dicho arte aborda temas más o menos “bonitos”, “decentes” o “militantes.” El mundo es lo que es, con su luz, su oscuridad y sus matices, con su belleza y su fealdad. Todo tema merece ser tratado por el arte, y de la forma más conveniente que los artistas encuentren para hacerlo. La diferencia entre el arte que destruye y el arte que edifica radica en si la obra contribuye a generar autoconocimiento y crítica, o si se limita a hacer propaganda irreflexiva y a buscar obediencia ciega o desentendimiento.


Pablo Hernández Jaime es Maestro en Ciencias Sociales por El Colegio de México e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

Referencias

Benjamin, W. (2003). La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Itaca.

Echeverría, B. (2003). Introducción. En La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Itaca.

Echeverría, B. (2008). Introducción. En Tesis sobre la historia y otros fragmentos. Itaca; UACM.

Hernández Jaime, P. B. (2022, marzo). La causa marxista por la liberación humana. ACES. Apuntes Críticos sobre Economía y Sociedad, 6–22. HTTPS://CEMEESORG.FILES.WORDPRESS.COM/2022/04/ACES-5.PDF

Marx, K. (1972). Manuscritos: Economía y Filosofía. Alianza Editorial.

Fuente de la información e imagen: https://cemees.org

Fotografía: cemees

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La vivencia compartida del arte

Por: ABC

María Ruiz de Loizaga Martín, profesora del departamento de Humanidades de la Universidad CEU San Pablo, explica en este artículo cómo los detalles que a los pequeños nunca les pasan desapercibidos «nos enseñan a mirar con su mirada»

Al entrar en una iglesia bizantina, en una catedral gótica o en la Sagrada Familia de Gaudí todos sentimos admiración. La belleza no entiende de edades. Las teselas de los mosaicos, los reflejos lumínicos de las vidrieras o las columnas arborescentes maravillan a niños, padres y abuelos y atestiguan que la belleza no caduca. Las obras pueden haber sido creadas hace siglos o hace tan solo unas décadas, todas ellas reflejan que la verdadera belleza es eterna y sigue apelando al hombre de hoy.

La belleza eleva. La contemplación de una obra de arte te invita a profundizar en esa parte de ti que persigue la trascendencia, cuyo desvelamiento sigue a la identificación de la belleza con el bien y la verdad.

La obra penetra en la realidad. Romano Guardini, en este sentido, subrayaba que el artista no capta la realidad simplemente tal y como se presenta, “sino contemplando su esencia desde su presencia”.

La belleza nos cuestiona. ¿Por qué representaron racimos de uvas y todos esos animales?, nos preguntan los niños, mientras señalan algunos de los motivos que configuran el rico repertorio temático de los muros de Quintanilla de las Viñas. ¿Por qué los ángeles aparecen tocando tantos instrumentos?, se cuestionan en el Prado, ante la Anunciación del Greco. ¿Por qué se representa una vaca volando? Curiosos, esperan nuestra respuesta, mientras contemplan una de las obras de Chagall en el Thyssen. Esos detalles que a los pequeños nunca pasan desapercibidos nos enseñan a mirar con su mirada. Resaltan, desde la observación de lo concreto, la variedad de niveles desde los que nos habla una obra de arte.

La belleza intensifica el encuentro. Frente a los estímulos causantes de constantes distracciones, la belleza requiere serenidad y cierto recogimiento para permitir que el mensaje que transmite la obra de arte se revele con nitidez. Necesitamos detenernos para dirigir nuestros sentidos hacia aquello objeto de nuestra atención. El arte cruza la frontera entre el yo y el otro. Todos miramos hacia el mismo punto, hacia esa obra de arte. Miramos hacia la misma dirección. En familia se intensifica esta vivencia compartida.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-vivencia-compartida-arte-202206050210_noticia.html

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Lídia Peyret: “Es imprescindible conectar lo que están aprendiendo los alumnos con contextos reales”

Por: Educación 3.0

Lídia Peyret, docente y coautora del Proyecto de Plástica Visual y Audiovisual de Editorial Casals, profundiza en la importancia de trabajar íntegramente por proyectos.

El Proyecto de Plástica Visual y Audiovisual de Editorial Casals fomenta la enseñanza y las competencias personales y sociales del alumnado a través de contextos reales. Una herramienta con dos líneas de aprendizaje, un libro basado en proyectos y una carpeta de láminas, que garantizan la atención a los distintos ritmos del estudiante mediante actividades evaluables con tareas multinivel. Además, utilizan la realidad aumentada y los recursos digitales para consolidar los contenidos e incentivar la autorregulación del aprendizaje. Hablamos con Lídia Peyret, docente y coautora del proyecto, que impartirá un webinar gratuito el próximo 19 de mayo titulado ‘Aplica la metodología del aprendizaje basado en proyectos en Plástica, Visual y Audiovisual’.

Libro de Plástica Visual y Audiovisual de la Editorial Casals
Libro de Plástica Visual y Audiovisual de la Editorial Casals

Pregunta: ¿Por qué se apuesta por un enfoque globalizado del proyecto? 

Respuesta: No se puede concebir la materia de educación visual, plástica y audiovisual como un conjunto independiente de contenidos y habilidades. Así no se encuentra en la vida real. Tenemos que dar sentido a los contenidos y eso implica llevar la realidad a las aulas. Para ello, es imprescindible conectar lo que están aprendiendo con contextos reales y relacionarlos con todos los ámbitos del saber posibles.

P: ¿Cómo se plantea? 

Con dos metodologías complementarias, pero que se pueden trabajar de manera independiente: contamos con un libro sobre aprendizaje basado en proyectos y una carpeta con centros de interés próximos al alumnado actual. En ambos casos, se pone en marcha el aprendizaje competencial, significativo, crítico y reflexivo tal y como exige el nuevo decreto de la LOMLOE. La carpeta permite la combinación con materiales propios. Se trata de una propuesta de elaboración de un proyecto global colaborativo que permite poner a prueba las competencias adquiridas.

Recursos Editorial Casals
Ejemplo de recurso del proyecto de Plástica de la Editorial Casals

P: ¿Qué contextos se pueden encontrar? 

R: Cercanos a los intereses del alumnado. Al mismo tiempo buscamos enfocar las situaciones hacia temas de interés que propongan la participación para afrontar y resolver problemas tanto locales como globales, sobre todo los basados en la educación para el desarrollo sostenible, la perspectiva de género y la educación emocional y digital. Todo esto para ir desarrollando un perfil de ciudadanía y profesional preparado para desenvolverse en la sociedad presente y futura.

P: ¿Qué papel tiene el arte en todo esto? 

R: El arte es un elemento clave para la construcción y el desarrollo de las sociedades. En este proyecto nos valemos del pasado para entender el mundo actual a través de las obras de arte clásicas, y desde ese punto proponemos una mirada crítica hacia la actualidad y el futuro con el arte más emergente. Es una combinación perfecta que facilita al alumnado llegar a entender los conceptos sociales complejos.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/proyecto-de-plastica/

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Libro(PDF): Arte/Educación: textos seleccionados

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Este volumen reúne –por primera vez traducidos al castellano– una selección de textos de Ana Mae Barbosa entre 1980 y la actualidad. El universo de su obra, así como su ideario y práctica pedagógicos, estuvieron siempre enfocados en restituir la voz propia, a través de las artes, a los excluidos del sistema y de los códigos culturales hegemónicos. Esta selección de sus textos busca difundir la importancia de sus aportes a la enseñanza artística y transmitir su obra a educadores y educadoras.

Las artes en la educación, como parte del derecho que tienen nuestras sociedades a gozar de las experiencias artísticas, no solo se configuran como objeto de reflexiones que hoy resultan imprescindibles, sino que también nos interpelan para construir un gran espacio de diálogo en torno a los asuntos y problemas que concitan el interés común y compartido de las ciencias sociales y las humanidades. La UNA y CLACSO consolidan un vínculo que es plataforma y punto de partida para impulsar esta iniciativa y seguir estimulando los debates vitales del siglo XXI.

Autoras(es): Ana Mae Barbosa. [Autora]
Gabriela Augustowsky. Sidiney Peterson F. de Lima. Damián Del Valle. [Coordinadores]

Editorial/Edición: CLACSO.

Año de publicación: 2022

País (es): Argentina.

ISBN: 978-987-813-193-1

Idioma: Español

Descarga: Arte/Educación: textos seleccionados

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2491&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1647

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El regalo de las Humanidades

Eduardo Baura García, profesor de Historia Contemporánea del Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala, explica en este artículo que «a pesar de que los planes de estudios se empeñen en relegar las humanidades a un papel de disciplinas moribundas para frikis, siguen muy vivas»

«No, no os habéis equivocado de aula. Sí, estáis en el grado de Marketing. Y sí, esto es la asignatura de Historia Contemporánea». Estas son las palabras con las que suelo comenzar la primera clase del curso en la Universidad. Posteriormente, pregunto a los alumnos por qué creen que están estudiando Historia, si han elegido un grado que a simple vista no tiene nada que ver con esa materia.

«¿No sería mejor dedicar estas horas a asignaturas que me sirvan más para mi futuro trabajo?», parecen preguntarse muchos de ellos, imbuidos de ese utilitarismo que impregna nuestra sociedad, que tan a menudo nos lleva a confundir lo útil con lo valioso. Sin embargo, siempre hay alumnos que aportan buenas razones de por qué puede ser beneficioso para ellos estudiar Historia, lo cual demuestra el papel crucial de la familia y la escuela a la hora de fomentar en los más pequeños el aprecio y el placer por la cultura.

Al terminar el curso, no son pocos los alumnos que confiesan haber disfrutado la asignatura. Estos testimonios, escuchados por muchos de los profesores que enseñamos este tipo de materias humanísticas, revelan una vez más que, a pesar de que los planes de estudios se empeñen en relegarlas a un papel de disciplinas moribundas para «frikis», las Humanidades siguen muy vivas.

Y es que la Filosofía, la Historia, el Arte o la Literatura siguen –y seguirán siempre– interesando y gustando a nuestros hijos y alumnos porque les hablan de la vida, de su vida, de quiénes son y de por qué el mundo es como es; les ayuda a desarrollar un pensamiento crítico y a expandir sus horizontes culturales y vitales. No se me ocurre un mejor regalo para su crecimiento personal que fomentar en ellos, desde pequeños, el amor por las Humanidades.

Fuente de la información e imagen: https://www.abc.es/

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El arte en la escuela

Por: Manuel Gil Antón

Como al Olmo Seco de Machado, al que “algunas hojas verdes le han salido”, a deshoras de la vida dirán los cortos de vista, he vuelto al prodigio de sentarme en un pupitre y aprender. Párvulo a pesar de los surcos en la cara —en la escuela que volví eso no importa— me afano a trazar en el cuaderno bosquejos distintos del alfabeto de antaño, y deletreo, con torpeza, lo leído, mientras se apila en ese estante, herencia del abuelo, lo que habrá por leer.

“Muestra, Manuel, no digas”. Es la voz de mi maestro. Sí, es cierto, pues un abismo separa cuando afirmo que un perro está exhausto, a mostrar que camina rengo, con la lengua de fuera, y deja pequeñas huellas de sangre en la acera incendiada por el sol de un mediodía severo. “Mira: en lugar de informarnos que en Comala estaban a 48 grados centígrados, Rulfo escribe: “Con decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al Infierno regresan por su cobija”.

Esta experiencia me ha llevado a reflexionar en el papel que en la educación el arte tiene. No solo la literatura, aunque pensar desde ella me es accesible.

En la escuela aprendemos a leer y escribir, en general, de un modo plano: para descifrar manuales; hacernos de las instrucciones que permiten mecánicamente resolver problemas; como vehículo para “tomar notas”, o entender, es un decir, preguntas de exámenes de confusión múltiple. Incluso, en no pocas ocasiones, se llama lectura de comprensión a redactar lo que se lee de otra manera, sin advertir que no se quiebra el eco equidistante de lo literal: si coincide con lo establecido por la autoridad, palomita, y si no, tache. ¡Prohibido imaginar!

Para sobrevivir y trabajar tal vez sea suficiente. Pero más allá de aprobar las materias y pasar a otro curso, o ser adiestrado con el fin de ingresar al mercado de trabajo cuando existe empleo, hay, siempre, harto espacio: si de aprender a vivir, con todo lo que significa, se trata la educación, entonces no basta. Quedamos instruidos, no educados.

Acercar a las niñas y los niños a la literatura y, más aún, propiciar que la hagan suya, no es común en las escuelas del país. Tampoco a las artes plásticas, la música, la danza y otras formas de expresión artística. Mientras en el prescolar este proceso sí ocurre, en cuanto se deja ese nivel y se ingresa a “la escuela de verdad” —para nuestro infortunio— esa vereda formativa se angosta y luego cesa. Casi no hay teatro, menos fotografía o cine; tampoco el prodigio de dar forma al barro.

Camus decía: “Todo lo que yo sé de moral se lo debo al futbol y al teatro”. Hace años se discute el tema de la formación cívica y ética: ¿no será momento de dejar los cursos formales, y abrir el aprendizaje al contacto vivo con los escenarios donde aprendemos a ser otras, y al deporte que tanto contribuye a formar un nosotros; a saber perder, pero sobre todo a saber ganar, que es más difícil?

¿Cuántas preguntas brotan luego de una novela que atrapa y sacude, del lienzo que se resiste a dejar plasmada una emoción de muy adentro? Aprender a dudar, a cuestionar este mundo indecente y fundamentar la crítica, son todo un horizonte educativo. ¿El camino del arte no es uno de los más propicios para ello?

No sé cómo hacerlo, pero habrá quienes tengan ideas para ello. Hay que escucharlos y abrir las ventanas de las (j)aulas para que entre, con su dolor y luz, el arte que nos hace humanos. De nuevo volvamos a Machado: le brotaría, al edificio escolar, hendido por el rayo de la monotonía, gris y seco, “otro milagro de la primavera”.

Fuente de la información: https://www.educacionfutura.org

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El arte es del pueblo, el pueblo es el arte

Por: Ilka Oliva Corado

El 4 de agosto se inauguró en Venezuela, la Bienal del Sur, Pueblos en Resistencia. Esta Bienal cuenta con la participación de 127 artistas de 26 países y tengo el enorme privilegio de estar participando con una de mis pinturas. De la serie Mi familia, el título de la pintura es “A la arada”. Óleo sobre lienzo.

Para mí es una enorme alegría tener esta oportunidad, porque pinto de corazón, desconozco de técnicas, de estilos, del lenguaje de los colores, pinto porque desde niña es lo que soñé hacer pero por mis circunstancias de vida ha sido hasta en mi edad adulta que he podido hacerlo, recién hace apenas unos años. Y participar en esta Bienal es un regalo de la vida para alegrar mi corazón y llenar de regocijo a mi espíritu.

Escribo esta nota para agradecer a quienes optaron por dar esta oportunidad a mi pintura, pero sobre  todo a un niño vendedor de dulces de papaya que creó políticas de inclusión para que personas como yo podamos participar en una Bienal. Digo personas como yo, obreras, con la ilusión de aprender, que tal vez no conozcamos de técnicas y del conocimiento teórico  y contemos con  la experiencia de años en el arte, pero que pintamos con la esencia de la vida que es la resistencia en las circunstancias adversas del día a día; individualmente y como pueblo.

Es para mí un enorme privilegio poder participar en esta Bienal como migrante, como obrera y sobre todo, como una niña que también como el gran Niño Arañero creció vendiendo helados en un mercado. Por eso me siento honrada, porque mi participación en esta Bienal es producto de su visión, de su entrega, de su ímpetu para que el pueblo goce y participe en eventos culturales que durante décadas fueron tomados por las oligarquías. Porque nosotros somos el arte mismo, con nuestros colores, con nuestra voz, con nuestra lucha, con el trabajo de nuestras manos en las maquiladoras, en los campos de cultivo, en la construcción, arreglando zapatos, limpiando casas, con nuestros pies que hacen caminos nuevos, con nuestro pecho que canta a la luz de un nuevo día. Con nuestra espalda que carga la historia de lucha y resistencia. Con nuestra mente que crea, que analiza y con nuestro cuerpo que se moviliza cuando se trata de defender la dignidad. Sí, el arte es del pueblo, el pueblo es el arte.

Un saludo y mi agradecimiento a todo el equipo que conforma la Bienal de Sur, Pueblos en Resistencia, han alegrado mi espíritu latinoamericano. Y mucho más de saber que la pintura que participa es una de mis cabritas, que son mi familia, el amor, la ternura, con las que crecí saltando los tapiales y los montes.

El mismo día de la Bienal me fui a celebrar dando una vuelta en bicicleta, porque las alegrías se celebran y las mujeres obreras debemos celebrarlas mucho más, como un acto de amor propio, como el ejercicio de regar una plantita para que florezca. Como un acto de resistencia.

Fuente de la información:  Crónicas de una Inquilina

Editorial: https://ilkaeditorial.com

Fotografía: Ilka Oliva Corado.

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