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Panamá: Educar niños y niñas sobre autoestima en Panamá es labor del Dove Day Panamá

Panamá / 11 de octubre de 2016 / Fuente: http://www.panamaon.com/

Dove day es una inicitiva global que ha llegado ya a 35 países a nivel mundial impactando mas de 19 millones de niños y niñas. Dove Day Panamá , es una actividad que busca impactar 150 niños y niñas de de la escuela Dr. Belisario Porras con educación básica sobre autoestima.

Dove Day, la iniciativa global de Responsabilidad Social de Dove Masterbrand, diseñada para brindarles la oportunidad a miles de colaboradores de Unilever de impactar a niños y niñas con educación básica sobre autoestima y promoverla en ellos, llegó a Panamá, por tercer año consecutivo, con el objetivo de educar a 150 niños y niñas de la escuela Dr. Belisario Porras ubicada en San Francisco.

Esta iniciativa se ha llevado a cabo en más de 20 países de Europa y América del Norte, en América Latina se ha realizado en 14 países, en los cuales se han involucrado a mas 1,500 empleados en los últimos años.

Dove Day nace en el 2005 luego de que en la investigación realizada por Dove Global en el año 2004 (The Real Truth About Beauty), se revelara que 9 de cada 10 niñas quieren cambiar algo de su apariencia física y 6 de cada de 10 se niegan a participar en actividades debido a su baja confianza en sí mismas. En la actualidad se han educado a más de 19 millones de niños y niñas en todo el mundo y se espera aumentar esta cifra en lo que resta del año 2016.

Dove Day Panamá se llevó a cabo el pasado 7 de octubre, justo unos días antes del 11 de octubre, Día Internacional de la Niña declarado por la Unicef, en la escuela Dr. Belisario Porras. Los estudiantes estuvieron involucrados en diversos talleres y actividades co-creados por un gran equipo de expertos en educación básica sobre autoestima con los cuales se quiere lograr un aumento en la autoconfianza de todos los niños y niñas del colegio.

De esta manera Unilever – Panamá se une a esta gran iniciativa para aportar su granito de arena y lograr así que esta actividad global logre la cifra de impactos proyectados para el próximo año.

Las temáticas del taller son basadas en la imagen corporal, bajo el título Talleres sobre la Confianza Corporal, que abordó los siguientes temas: a) Confianza en nuestro propio cuerpo; b) Presiones relacionadas con la apariencia; c) Medios profesionales y d) Redes personales y sociales.

Unilever, a través de su Plan de Vida Sostenible, lleva a cabo este tipo de acciones que buscan mejorar el bienestar de las personas en las regiones en donde trabaja. El Plan de Vida Sostenible es una estrategia transversal que la compañía implementa desde 2010, cuyo objetivo es seguir haciendo crecer el negocio mientras reduce la huella ambiental de sus productos y aumenta el impacto social positivo. Asimismo, busca contribuir a un futuro mejor para todos, encabezando el desarrollo y comercialización de productos más sostenibles y la generación de oportunidades en toda la cadena de valor.

Fuente noticia: http://www.panamaon.com/noticias/educacion/15171-educar-ninos-y-ninas-sobre-autoestima-en-panama-es-labor-del-dove-day-panama.html

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Las soledades posmodernas y las redes de amor

Por Coral Herrera Gómez

La soledad es una invención moderna.

En el siglo XXI nos juntamos de dos en dos, mejor si es heterosexualmente. Nos unimos en dúos para convivir y para crear familias (o no), en estructuras de dependencia mutua. Dependencia sentimental y económica, dependencia social y afectiva. Cuando estamos sin pareja decimos que estamos solos, pero la soledad es una invención moderna que afecta a los habitantes de las ciudades, lugares donde todos somos personas anónimas y donde nos comportamos como si no tuviéramos nada que ver unos con otros.

Antes la gente vivía en grandes estructuras familiares, en casas amplias donde convivían varias generaciones y parientes sin la misma sangre. La soledad nació en el seno del Romanticismo trágico del XIX, cuando se impuso el individualismo y la gente se encerró en sus nidos de amor para dúos diferentes pero complementarios. Las  calles y las plazas se vaciaron y cada uno miró para lo suyo.

El budismo con su filosofía del desapego no entiende, sin embargo, la soledad como una tragedia: nacemos solos y morimos solos, y los demás nos acompañan en determinadas etapas del camino. En Occidente, sin embargo, la soledad es la gran enfermedad de los posmodernos. Fromm hablaba de la Era de la soledad, de la época en la que necesitamos emociones intensas, necesitamos comunicarnos y compartir, y sin embargo lo hacemos solos desde casa, apretando el dedo sobre las teclas de una realidad virtual.

El derrumbe de las redes de solidaridad en la posmodernidad nos han dejado a todos más solos y solas, especialmente los que no tienen a alguien cerca para compartir su soledad. En lugar de crear nuevas redes, Coca Cola nos dice que en pareja se vive mejor. Por eso buscamos a nuestra “media naranja”, alguien que llene nuestra soledad, que nos acompañe siempre, que no nos abandone.

En un mundo organizado económica, afectiva y socialmente en parejas, la soledad es signo de que algo no va bien. Algunas soledades son elegidas, otras impuestas, pero son pocas las personas que disfrutan del aislamiento. La soledad “obligatoria” nos baja la autoestima, nos produce tristeza, desesperación, miedo, y nos margina socialmente porque vivimos en un mundo de parejas.

Nuestra cultura sigue promocionando el individualismo, el miedo al otro, la desconfianza a los espacios públicos, la xenofobia contra los que vienen de fuera. Pero a la vez nos anima a buscar la felicidad en el amor hacia una sola persona.

Dedicamos demasiado tiempo y recursos en encontrar a la persona ideal, y luego nos encerramos en burbujas de amor, algunos incluso abandonan su vida social. Las separaciones y los divorcios son más duros cuando nos hemos aislado con la pareja; al romper nos quedamos con grandes vacíos, nos sentimos solos “de verdad”. Las parejas de alrededor se vuelcan contigo si eres la víctima, o te alejan si te consideran culpable del divorcio. Nuestras estructuras familiares y sociales caen porque todos los círculos están llenos de parejas. Uno solo desentona y desequilibra la armonía del “dúo”.

Por eso mucha gente busca compañía a cualquier precio y se angustia. Mujeres y hombres cuya pasión absoluta es el amor, la conquista, el sentirse querido, querer al otro, pelearse, reconciliarse. Hay gente a la que se le nota a kilómetros que se encuentra sola y necesita pareja. Gente que necesita ser amada, sentirse acompañada y protegida. Gente que mendiga el amor y se victimiza para parecer más indefensa. Gente que se infantiliza para crear ternura. Gente que se disfraza y se opera el cuerpo para obtener el triunfo social de tener un hombre o una mujer a su lado. Gente que se siente cómoda en la división de roles de género, gente que se encierra en la pareja con candado y echa la llave al Sena en París.

Pese a esta necesidad de “amarrar” al otro, nos atraen de las personas su libertad, su energía,  su poder.  Amamos a las personas en la medida en que son libres; lo curioso es que cuando nos juntamos, tendemos a querer domesticar esa libertad, apoderarnos de ella, aferrarnos con dulzura o desesperación al otro para que no escape de nuestro lado.

La primera herramienta de la que disponemos para fijar las relaciones es la palabra. Cuando el otro me reconoce como compañera o compañero, cuando les decimos a los demás que tenemos una relación, cuando comunicamos nuestro nuevo estado, es cuando sentimos que tenemos pareja. Necesitamos definir las relaciones para sentir que son, que existen. Y además nos comprometemos en público para expresar nuestro deseo de permanecer junto al otro, construir una historia común.

Otros en cambio tienen verdadero terror a la definición y huyen espantados/as cuando oyen palabras que tienen que ver con esa pretensión muy humana de definir y clasificar las cosas, las situaciones, los romances. Necesitan sentirse libres para moverse por el espacio, se horrirzan con las estructuras románticas que suponen rendir cuentas constantemente de donde y con quién estamos. Estas estructuras son más o menos abiertas, más o menos flexibles, pero algunas aprietan demasiado porque están basadas en el control de la otra persona, en la vigilancia de su libertad de movimientos, en el egoísmo y el miedo. Las estructuras más terribles son las que se crean desde los celos, y a menudo significan, para poder permanecer en ellas, chantajes emocionales, llantos y peleas, preguntas y reproches sin fin. Es normal, pues que muchos y muchas defiendan su libertad a capa y espada cuando las estructuras de relación están basadas en luchas de poder y control sobre el otro.

En nuestra época posmoderna, la principal contradicción es, por un lado, el miedo a la soledad y la necesidad de que alguien nos asegure que va a estar con nosotros (firmando contratos matrimoniales si es preciso),  y por otro, una defensa a ultranza de la libertad personal y los espacios propios. Quizás por eso nos divorciamos tanto, y por eso mismo también firmamos hipotecas que nos atan durante más tiempo del que vamos a vivir.

En el caso de las mujeres y los hombres jóvenes, creo que estamos sumidos en la contradicción entre la necesidad de libertad y la necesidad de afecto. Tenemos miedo a la soledad total, pero no queremos atarnos de por vida. Las estructuras de nuestros padres no nos sirven, y por eso estamos probando otras formas de relacionarnos, más flexibles, más cambiantes. A veces buscamos pareja, otras veces buscamos no tenerla; a veces soñamos con príncipes azules, otras veces el principio de realidad se impone y queremos a la gente tal y como es. Nos separamos, nos juntamos, nos chocamos, nos fusionamos, y todo sucede bajo una intensidad y una velocidad que asusta a nuestros abuelos y abuelas.

A pesar de que en el imaginario colectivo la soledad es sinónimo de horror y vacío, la realidad es que a todos nos gusta estar solos de vez en cuando, porque la soledad es un lugar tranquilo en el que nos encontramos con nosotros y nosotras mismas. En ella solemos trabajar nuestras emociones, planear nuestra vida, soñar con retos nuevos, perdernos en los recuerdos, profundizar en ideas que nos vinieron en medio de la vorágine, analizar un acontecimiento reciente, imaginar una conversación, cuestionar la realidad, construir proyectos.

En soledad podemos hacer autocrítica, descubrir por qué nos comportamos de un modo u otro, soñar con un mundo mejor, analizar nuestros sentimientos o perdernos en nuestras fantasías. La soledad es necesaria para la gente que tiene una o varias grandes pasiones. Disfruta de la soledad la gente practica deportes, o la gente que se dedica a crear (escritoras, escultores, bailarines, pintores, videoartistas, diseñadores, cineastas, dibujantes, poetas, cantantes, músicos, coreógrafos, escenógrafos, editoras, artesanas). Disfrutan de la soledad los amantes de los museos, los que aman la lectura,  las viajeras que caminan, los locos del ajedrez o las damas, los coleccionistas de cualquier cosa, los buscadores de setas, los frikis del mundo de los videojuegos, las artes marciales, el Yoga, el Reiki, o la meditación trascendental.

Hay parejas que no toleran las pasiones del otro, hay parejas que las comparten y conservan las suyas propias. Lo que es obvio, según mi punto de vista, es que la pareja no es la solución para la soledad y que todos necesitamos espacios compartidos y espacios propios.  

La soledad depende mucho de cómo nos relacionamos y tejemos redes sociales y afectivas a nuestro alrededor. Por eso si nutrimos con cariño nuestras amistades es más difícil que nos sintamos solos o solos.  Creo que es más difícil sentir la soledad para los activistas que trabajan en colectividad por los derechos humanos, la ciudadanía que se integra en movimientos sociales o políticos, la gente que se une a colectivos espirituales o religiosos, a grupos literarios, a grupos de música o baile, de consumo responsable, de cocina vegetariana, ciclismo urbano, o cooperativas agroecológicas.

Tenemos que trabajar  para cambiar esta sociedad individualista, al fin y al cabo, somos animales gregarios que necesitamos compañía. Sobrevivimos como especie gracias a nuestra capacidad para trabajar en equipo y para construir relaciones bonitas basadas en la cooperación y la ayuda mutua. Si ampliamos nuestros círculos de amistad, si trabajamos en equipo para lograr objetivos comunes y solidarizarnos con los demás,  la vida es menos dura, y tiene más sentido.  Todos necesitamos sentirnos útiles, sentirnos reconocidos por nuestros aportes a la comunidad. Todos necesitamos abrazos, besos, gestos de simpatía y de cariño. Todos necesitamos, en definitiva, querer y sentirnos queridos.

Para evitar las relaciones basadas en la necesidad, la dependencia o el miedo a la soledad, creo que lo importante es fortalecer y mimar nuestras redes sociales. Antes que buscar salvaciones individuales, creo que deberíamos emplear nuestro tiempo y energías en la gente que tenemos alrededor:  vecinos, compañeras de trabajo, amigos, familiares…

Diversificar afectos, querernos mejor, relacionarnos con ternura y empatía, ayudarnos mutuamente, trabajar por el bien común nos ayudará a construir comunidades menos individualistas y más solidarias.

Fuente: http://haikita.blogspot.com/2013/06/las-soledades-posmodernas-y-las-redes.html

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Amar más, amar mejor

Coral Herrera Gómez

El amor en la posmodernidad se ha convertido en una utopía emocional de corte individualista que nos ofrece paraísos personalizados, hechos a nuestra medida. Hoy, bajo el lema del “sálvese quien pueda”, cada cual busca la solución a sus problemas: el romanticismo posmoderno nos seduce con la idea de que el amor nos salvará. De la soledad, de la pobreza, de la rutina, del aburrimiento, de nosotros mismos…

El Romanticismo surgió paralelamente al nacimiento de la burguesía y sus valores individualistas. Sublimó el mundo de los sentimientos y las emociones, y mitificó el amor como la quintaesencia de la felicidad. Las principales consumidoras de las historias de amor fueron las mujeres de clase media y alta, que comenzaron a rechazar los matrimonios concertados y su condición de objeto de intercambio entre las familias. Para muchas de ellas, el amor romántico se convirtió en una vía para liberarse del control y la vigilancia a la que vivían sometidas en casa de sus padres, por eso las jóvenes se rebelaron contra la ley del pater y reivindicaron su derecho a elegir libremente a la persona con la que compartirían su vida.

A finales del siglos XIX, los finales felices se pusieron de moda: el mito del matrimonio por amor sedujo a miles de mujeres, y el rito nupcial se convirtió en el evento social más importante: las bodas pasaron a ser el símbolo de la culminación del amor. Ya en el siglo XX, la industria cinematográfica de Hollywood nos regaló cientos de finales felices en los que las mujeres se salvaban gracias al amor.

La globalización expandió este modelo romántico por todo el planeta: Disney es un ejemplo de esta industria romántica que nos sedujo (y nos sigue seduciendo) con las historias de muchachas tristes y pobres que son rescatadas por príncipes azules. Un ejemplo es Cenicienta, que estaba harta de limpiar la chimenea y de los trabajos forzados a los que le sometía su madrastra, o Blancanieves, que también estaba harta de cocinar y limpiar para los siete enanitos… a ambas les salvó el amor.

La televisión también nos ofrece finales felices de princesas y príncipes europeos de carne y hueso, cuyas bodas son vistas en todo el planeta por millones de personas. En nuestro país, la Reina Letizia es la encarnación de este mito romántico: ella era una periodista y gracias a su matrimonio con Felipe, se salvó del desempleo que ha dejado a miles de mujeres periodistas sin trabajo y se convirtió en Princesa de Asturias.

En todos los cuentos que nos cuentan, se idealiza a la pareja como la salvación: para salir de situaciones precarias o difíciles, para salir de la casa familiar, para evitar la soledad, para escapar de una realidad que no nos gusta, para asegurarnos una fuente de recursos estable, para alcanzar la felicidad eterna. Sin embargo, las promesas del amor son solo eso: promesas. Cuanto más mitificamos el romanticismo, más duro es el choque con la realidad: los habitantes de la posmodernidad vivimos inmersos en profundas contradicciones que nos hacen sufrir mucho y que condicionan enormemente nuestras formas de relacionarnos.

Necesitamos sentirnos libres y amamos nuestras independencia, pero también necesitamos compañía y afectos. Huimos de la soledad, pero defendemos a capa y espada nuestros espacios y tiempos para desarrollar nuestros proyectos personales. Nos gustaría encontrar a nuestra media naranja y ser felices para siempre, pero cuando todo va bien, nos aburrimos. Nos casamos y nos divorciamos, nos ilusionamos y nos decepcionamos, renegamos del romanticismo hasta que volvemos a enamorarnos de nuevo, y así hasta el infinito.

Otra contradicción del romanticismo posmoderno radica en la igualdad: queremos tener relaciones bonitas, equilibradas, y duraderas, pero todas ellas están atravesadas por las normas no escritas del capitalismo y el patriarcado. Anhelamos tener compañeros y compañeras con los que compartir la vida, pero construimos nuestras relaciones bajo estructuras de dependencia mutua.

Pensamos en el amor desde la libertad, pero seguimos considerándonos dueños de las personas a las que amamos. La exclusividad y la propiedad privada limitan nuestra libertad para amar, pero generalmente limitan más a las mujeres que a los hombres. Nos juramos fidelidad en las bodas, pero los moteles están llenos de parejas de adúlteros escapando de los sinsabores del matrimonio.

Las sociedades posmodernas han experimentado grandes avances en el camino hacia la igualdad a través de leyes que protegen los derechos y libertades de las mujeres, pero seguimos inmersas en estructuras emocionales patriarcales. Nuestras democracias nos hacen creer que todos somos iguales, pero muchos hombres siguen aún aferrados a sus privilegios de género y a la doble moral que les absuelve de sus “pecados”. Algunas mujeres nos creemos muy modernas y transgresoras, pero nos seguimos casando vestidas de princesas medievales.

Muchas mujeres abrazamos las tesis del feminismo, pero en nuestras parejas seguimos reproduciendo la división tradicional de roles y cargamos con todo o casi todo el trabajo doméstico, de cuido y crianza, y lo hacemos “por amor”. Para la gran mayoría de las mujeres del planeta, la autonomía económica sigue siendo una utopía aún más inalcanzable que un matrimonio feliz. El poder económico sigue estando en manos de los hombres, lo que sigue fomentando la construcción de relaciones basadas en el interés y la necesidad. La dependencia económica, además, suele ir unida a la dependencia emocional: nos han enseñado que la feminidad y la capacidad de amar son sinónimos, y no parecemos mujeres de verdad si no amamos total e incondicionalmente.

Las mujeres seguimos siendo representadas en la cultura como “buenas” o “malas”, “santas” o “putas”. Las primeras se casan, las segundas se quedan solas. Esta amenaza es lo que más nos angustia: la soltería femenina sigue estando estigmatizada y se contempla como una desgracia. Incluso para las mujeres que tienen autonomía económica, la gran amenaza que se cierne sobre nuestras cabezas es la soledad. El divorcio se vive como un fracaso, el matrimonio como un éxito, y siempre de fondo, está la soledad que nos come si no encontramos pareja. Y si la encontramos, también podemos sentirnos igual de solos y solas, especialmente cuando nos aislamos en niditos de amor para olvidarnos del mundo.

La necesidad de afecto nos limita para elegir libremente a alguien como pareja, pero también a la hora de romper una relación que no nos hace felices, de modo que no somos tan libres como quisiéramos. Perdemos la fe en el amor, pero buscamos compañía a cualquier precio.
Vivimos en una sociedad muy romántica, pero poco amorosa: hemos sustituido el calor humano del grupo por la búsqueda de esa persona única y especial que cubra todas nuestras necesidades afectivas. Lloramos de emoción en las bodas, pero la tasa de divorcios aumenta sin cesar.

Hemos perdido las redes de afecto y ayuda mutua, pero seguimos creyendo que el amor lo puede todo. Y en lugar de disfrutar de nuestro paraíso, nos dedicamos a sostener luchas de poder incesantes con nuestras parejas. Nos reconciliamos regalando rosas y bailando boleros a la luz de la luna, pero no dejamos de reproducir las guerras que se libran entre los pueblos en casa.

El reto de la posmodernidad sería poder superar todas estas contradicciones que nos hacen sufrir tanto, y aprender colectivamente a disfrutar más del amor. Para aprender, a querernos bien, nos urge repensar el amor, deconstruirlo, desmitificarlo y liberarlo de las opresiones del capitalismo y el patriarcado.

Tenemos que visibilizar la ideología hegemónica que se esconde detrás de la magia romántica, y comenzar a repensar el amor como una vía para mejorar nuestras vidas, pero no solo las nuestras: el amor puede ser un motor de transformación social o un mecanismo para que todo siga igual.

Podemos elegir seguir mitificando el amor egoísta e individualista que nos eleva a ratos por encima de este mundo, o construir un amor basado en el bien común que nos haga más felices a todos.
Es fundamental, pues, comenzar a trabajar en la creación de redes de afecto, y solidaridad. Tenemos que liberar al amor de estas estructuras obsoletas que perpetúan la desigualdad entre los sexos, y visibilizar la diversidad sexual y sentimental de nuestro mundo. Tenemos que liberar al amor romántico de los mitos, los roles y los estereotipos tradicionales, y de las contradicciones que nos impiden construir relaciones igualitarias.

El desafío es enorme, pero también apasionante: en esta época en la que buscamos desesperadamente la felicidad y el bienestar, el reto es que sea para todos. En el camino hacia la construcción de un mundo más amoroso, podríamos contarnos otros cuentos, inventarnos otros romanticismos, construir nuevas formas de querernos. Atrevernos, en fin, a probar otras formas de relacionarnos y organizarnos que nos permitan querernos más, y querernos mejor.

Que falta nos hace.

Fuente del articulo: http://haikita.blogspot.com/2015/05/amar-mas-amar-mejor-coral-herrera-en.html

Fuente de la imagen: https://pixabay.com/p-857728/?no_redirect

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Educación sexual en colegios de Colombia ¿A qué edad debe enseñarse?

Por: Jairo Andrés Parra Güiza

Este tema ha generado un agudo debate entre diversos sectores. El Ministerio de Educación toma la palabra.

Las políticas sobre educación sexual que ha impulsado el Ministerio de Educación Nacional en los colegios durante los últimos años, han creado un agudo debate entre los más diversos sectores de la sociedad. Las preguntas a la que todos buscan responder es a qué edad deberían comenzar nuestros niños a aprender sobre la sexualidad y qué cosas se les deberían enseñar. Aquí les contamos en qué consisten las políticas del Ministerio sobre el tema, como y por qué fueron diseñadas, así como también quiénes se oponen y por qué.

El enredo legal

El marco legal más amplio del debate se encuentra, por supuesto, en la constitución y en el respeto a la diversidad de las personas y al libre desarrollo de la libre personalidad que se encuentran consagrados en ella como derechos inalienables. En seguida se encuentra la Ley General de la Educación (114/94) que establece que uno de los objetivos generales de la misma consiste en “Desarrollar una sexualidad que promueva el conocimiento de sí mismo, la autoestima y la construcción de identidad sexual dentro del respeto por la equidad de los sexos”.

Pero el centro de la polémica se encuentra en la Ley 1146 de 2007 que estableció como obligatoria la cátedra de educación sexual en estudiantes de bachillerato y universidad. Según el concepto del colectivo “Cero embarazos no deseados en adolescentes” la ley debía contemplar también la educación sexual para los niños de pre-escolar y primaria, en la idea de que desde allí debían formarse los valores fundamentales sobre la sexualidad, la autoestima y el respeto del cuerpo. Por esta razón el colectivo instauró una demanda ante la Corte Constitucional con la pretensión de que la cátedra de educación sexual fuese obligatoria desde los primeros niveles de la escuela, sin embargo, según el concepto de la Corte, el texto de la Ley 1146 de 2007 no obligaba a incluir una clase específica de educación sexual en los niveles de primaria y pre-escolar, dado que en esos niveles de la escuela esa educación debe darse de forma transversal en todas las asignaturas.

Recientemente se ha añadido un nuevo elemento en el debate, esta vez relacionado con la inclusión de la diversidad de género en las escuelas. El ministerio de educación ha insistido en la necesidad de crear ambientes escolares que permitan el libre desarrollo de la identidad sexual, específicamente, la discusión se centra ahora en la ley contra el matoneo 1620 de 2013 la cual, en el artículo 21 afirma que los colegios están obligados a identificar nuevas formas alternativas para incentivar y fortalecer el ejercicio de los derechos humanos sexuales y reproductivos, lo que implicaría una educación que promocione en los niños el respeto y el desarrollo a la diversidad de género.

Las estadísticas de fondo

Las políticas del ministerio poseen un sustento bastante claro en la estadísticas que se han levantado durante el país a lo largo de los últimos años. Para señalar solamente un ejemplo destacado, la encuesta de comportamientos y actitudes sobre sexualidad en niñas, niños y adolescentes escolarizados (ECAS) mostró algunas cifras alarmantes: el 32,7% de los menores de 18 años ya han iniciado su vida sexual. De ese porcentaje que el 50% de los niños y el 31% de las niñas habían comenzado antes de los quince años, e incluso el 26,5 de los niños y el 10,9% de las niñas habían tenido su primera relación antes de los 13 años. Por otra parte 53% de las niñas que iniciaron las relaciones sexuales quedaron en embarazo.

Adicionalmente otras encuestas han dado como resultado ciertos datos reveladores: el porcentaje de las mujeres que inicia su actividad sexual de forma temprana es mayor en los hogares pobres; más de un tercio de las mujeres que no terminaron la primaria tuvieron su primera relación antes de los quince años y el 80% de las mismas inició antes de los 18 años. Por el contrario, dentro de las estudiantes que obtuvieron logros educativos importantes, solo el 5% inició antes de los 15 años. Finalmente, las encuestas mostraron que solo el 54% de los hombres y el 46& de las mujeres encuestadas utilizó condón o preservativo en la primera relación sexual.

Lo que han revelado las encuestas es, en resumen, que los niños y niñas colombianos están iniciando de forma temprana sus actividades sexuales, sin demasiada información ni protección y que ese comportamiento los afecta no solo reproductiva, sino escolar y económicamente, y es precisamente por eso que el Ministerio de Educación quiere impartir una educación para la sexualidad responsable desde la edad más temprana posible.

Algunos antecedentes relevantes

Al ministerio de educación no solo lo avalan las estadísticas nacionales sobre la sexualidad en la población escolarizada, adicionalmente algunos acontecimientos a nivel nacional han señalado la necesidad de tomarse en serio las regulaciones para la convivencia escolar y, específicamente, para la tolerancia por la diversidad de género en los colegios. Algunos casos como el de Yadira Perdomo, que quedó en silla de ruedas luego de que cayera de una altura de tres metros buscando los inhaladores que le habían escondido, o la sentencia proferida por la corte constitucional que avala a los menores que se consideren transexuales a asistir con el uniforme con el que mejor se identifiquen (jardinera o pantalón) a los centros educativos, o finalmente, casos como el de Sergio Urrego que, víctima del matoneo escolar por su orientación sexual, decidió acabar con su sufrimiento quitándose la vida.
Las políticas del Ministerio

Lo que el gobierno ha planteado han sido básicamente dos cosas. En primer lugar planteó la ley 1146 de 2007 a través de la cual se buscó prevenir la violencia sexual y desarrollar un sistema de atención integral para los menores víctimas de abuso sexual. En la sección que relaciona las obligaciones del Ministerio de Educación al respecto, la ley establece tres puntos muy importantes: la implantación obligatoria de la cátedra de educación sexual para los estudiantes de educación media y superior, la obligación de los colegios de establecer mecanismos de detención temprana y la prevención del acoso sexual y la obligación de los docentes de denunciar cualquier información que tengan al respecto. Si bien como se dijo antes la corte constitucional no avaló que la cátedra se implantara de forma obligatoria también en los niveles de preescolar y primaria, la misma corte estableció que la educación sexual debe ofrecerse de forma transversal en todas las actividades pedagógicas de las instituciones que ofrezcan dichos niveles educativos.

En segundo lugar a través de la Presidencia de la República el ministerio de Educación creo el sistema nacional para la convivencia escolar a través de la ley 1620 de 2013, la cual en su artículo 21 obliga a los colegios a identificar nuevas formas alternativas para incentivar y fortalecer el ejercicio de los derechos humanos sexuales y reproductivos, lo que en palabras claras quiere decir que los colegios ya no pueden prohibir, sino que por el contrario deben promover el desarrollo de la diversidad de género la interior de las instituciones de educación primaria, básica y media, ofreciendo las herramientas de protección para que los estudiantes puedan hacer un uso libre de sus derechos sexuales sin discriminación alguna hacia la comunidad LGTBI.

Quiénes se oponen y por qué

Pero las reformas del ministerio no han sido bien recibida por parte de todos los sectores. El procurador General de la Nación emitió en su momento un concepto a la Corte Constitucional solicitando que no se avalaran las pretensiones de la demanda del Colectivo “Cero Embarazos no Deseados en Adolescentes” afirmando que la implantación de la cátedra de educación sexual en los niveles de primaria y pre-escolar podría aumentar la “curiosidad hacia conductas sexuales que aceleren de manera inconveniente el inicio sexual de los niños/niñas y adolescentes con el ya sabido riesgo de embarazos adolescentes y el contagio de enfermedades”. Por su parte Maria Fernanda Alarcón, directora de la fundación “Padres un Paso al Frente” aseguró haber recogido más de 5000 firmas en rechazo a la implantación de ciertas enseñanzas en las aulas de clase.

Adicionalmente, en las últimas semanas la diputada santandereana Ángela Hernández criticó la cátedra de la sexualidad, asegurando de paso que se está imponiendo a la comunidad heterosexual la forma de pensar y los valores de la comunidad LGTBI, acusando de paso a la ministra Gina Parody de impulsar estas políticas para impartir en los colegios su propia orientación sexual. Por estas acusaciones ahora la diputada está siendo investigada y además se le han solicitado explicaciones acerca de sus afirmaciones según las cuales los niños LGTBI deberían tener sus propios colegios.

Lo que queda sobre la mesa

La discusión no parece acabarse por ahora. Se trata de la educación sexual de los niños que es uno de los temas socialmente más sensibles que existen en Colombia, sin embargo, lo que por ahora se deja ver claramente es que no parecemos estar listos del todo para compartir con aquellos que son distintos a nosotros y que están muchos desafíos por resolver antes de diseñar una educación realmente inclusiva en cuestiones de género en el país.

Tomado de: http://www.las2orillas.co/educacion-sexual-para-ninos-a-que-edad-debe-ensenarse/

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La mejor forma de enseñarle a un bebé a caminar es… ¡No enseñarle!

Entrevista/26 de julio de 2016/Fuente: la nación

A veces las madres y padres nos ponemos ansiosos y morimos de ganas de ver a nuestros hijos pasar a la siguiente etapa o conquistar algún logro, cuando en realidad ellos no tienen ningún apuro. Cada bebé como individuo tiene sus propios tiempos y si no gatea o no camina todavía, no quiere decir que haya algo mal, simplemente que por ahora se siente bien descubriendo el mundo así y no está listo para pasar a lo siguiente. Pero pronto seguro lo logrará.

Sobre esto hablan Liliana Gruss y Francis Rosemberg, dos fonoaudiólogas y psicomotricistas que, inspiradas por el método del movimiento libre la pediatra húngara Emmi Pikler, escribieron el libro Bebés en movimiento, El desarrollo postural en imágenes. En él muestran fotos de las posturas y desplazamientos espontáneos de los bebés y las van analizando, demostrando la naturalidad y armonía con que los bebés van evolucionando hasta lograr ponerse de pie y caminar por sí mismos, sin necesidad de enseñanzas, ya que al ser respetados sus tiempos y valoradas sus iniciativas, crecen seguros, tranquilos y capaces para lograrlo.

Destaco a continuación algunas claves de mi entrevista a ambas expertas, acerca del desarrollo postural y el movimiento de los bebés para tener en cuenta:

Foto: Pixabay

– La intervención del adulto «estimulando» o provocando posturas que el bebé no domina, interfiere en la secuencia y entorpece las adquisiciones. El control del cuerpo en el espacio, el dominio del equilibrio, son vivencias muy íntimas; nadie desde el afuera puede determinar cuál es el momento para colocar al niño en tal o cual posición. María Montessori decía que toda ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrollo.

– Hay que partir desde un comienzo de la postura sobre la espalda, en la que está garantizada la mayor superficie de apoyo y, por lo tanto, el equilibrio y la seguridad corporal, y permitirle al bebé ejercitar todos sus movimientos con libertad, facilitará que cada niño construya por sí mismo la secuencia de posturas y desplazamientos que lo llevarán de la horizontalidad a la verticalidad.

– Dejarlos aprender solos influye positivamente en la confianza y autoestima de nuestros hijos. Esta vivencia de control del propio cuerpo, del equilibrio, del ejercicio de las propias iniciativas, tiene gran incidencia en el desarrollo emocional de los niños. El vínculo cálido y seguro con sus padres y con los adultos responsables de su cuidado, adultos que le permiten actuar, que disfrutan con lo que el bebé es capaz de hacer, con lo que sabe y puede en cada etapa por la que va transitando, permite que el niño se desarrolle seguro de sí mismo, con la seguridad emocional que le dan la contención y el respeto por sus logros.

– Todos los bebés atraviesan las mismas etapas pero a distintos tiempos: esto sucede en una secuencia que va desde la posición sobre la espalda a poder pararse y caminar. Hay niños más precoces y otros más tardíos. Lo importante no es cuándo los niños hacen lo que hacen, sino cómo lo hacen: con seguridad, confianza, dueños de su propio cuerpo, o dependiendo de que alguien lo ponga, lo saque, lo acomode… Los ritmos son diferentes: la marcha se da generalmente entre los nueve y los dieciocho meses. Los que caminan a los nueve, son los precoces; los que lo hacen a los dieciocho son los tardíos. El promedio de los niños suele comenzar a caminar alrededor de los dieciséis y no a los doce meses como indican muchas tablas de desarrollo.

– Si el desarrollo autónomo es respetado y no se interfiere colocando al niño en posturas que aún no domina, todos los niños gatean, se sientan, se paran y caminan. Gatean sentados aquellos niños que fueron colocados en posición de sentado antes de adquirirla por sí mismos. Reptar es un desplazamiento correcto que se adquiere antes del gateo, antes de que las piernas y los brazos logren sostener el tronco alejado del piso. Es posible que en un principio el desplazamiento se produzca hacia atrás, ya que hay empuje desde los antebrazos antes de que el niño organice el punto de fuerza en los dedos de los pies. A partir de la experiencia, los niños irán organizando sus desplazamientos hasta lograr el reptado hacia adelante.

Foto: Pixabay

– Hablar de autonomía del niño pequeño, es reconocerlo como un ser de acción y no sólo de reacción desde las etapas más tempranas. Como un interlocutor válido en el vínculo adulto-niño. ¿Acaso no se transforma la casa, nuestras rutinas cotidianas y la vida entera cuando llega un bebé al hogar? ¿No nos ponemos felices si abre la boca alegremente para comer el puré que le ofrecemos y no nos angustiamos si la cierra y frunce el entrecejo o da vuelta la cara negándose a comer? Hablar de autonomía es considerarlo persona desde el nacimiento. Es poder observarlo y descubrir que sólo es torpe si le imponemos posturas a las que no ha llegado por su cuenta. Que es armonioso en sus movimientos cuando gira y pasa de estar panza arriba a panza abajo; que tiene iniciativas propias cuando explora los objetos tomándolos en sus manos, observándolos, cuando chupa, sacude, frota, tira y vuelve a tomar… Hablar de autonomía es tomar la decisión de respetarlo en sus tiempos y en sus ritmos, en sus deseos y necesidades, sin intentar imponer los nuestros.

– Si bien hay que dejar que los niños «hagan» por su cuenta, esto no quiere decir que el adulto se desentienda de él. Todo lo contrario. Conocerlo profundamente, saber cuáles son las necesidades de cada uno, tomar en serio la actividad de cada bebé, le permite al adulto referente organizar el espacio adecuado, un medio tranquilo, distendido y seguro, rico en elementos seleccionados en función de sus intereses y sus posibilidades, en cada etapa madurativa por la que va transitando.

Foto: Pixabay

– Hay puntos en común entre la filosofía de María Montessori y los principios de la Dra. Emmi Pikler. Ambas buscan organizar un lugar en el que los niños puedan hacer las cosas por sí mismos – vivir su propia vida – sin ayuda inmediata de los adultos. De esta manera, el niño se hace consciente de su propio poder, es decir de su poder hacer. También hay algunas diferencias, ya que Montessori se dedicó a la «educación» de los niños y a desarrollar planes de aprendizaje individualizado, pensando en las formas más naturales y espontáneas de adquisición de conocimientos, a partir de las edades de la escolarización. Emmi Pikler se dedicó a las etapas más tempranas del desarrollo infantil, desde el nacimiento hasta el ingreso en la etapa escolar. Es decir a la constitución subjetiva más temprana. Sus principios se asientan sobre la calidad de los cuidados cotidianos, y sobre la libertad del movimiento en los bebés, y no sobre los aprendizajes de índole escolar.

– Algunos de los errores comunes que cometemos los papás: a veces los adultos caemos en la tentación de acelerar o querer saltear etapas. Cuando el bebé está madurativamente preparado para jugar boca arriba, mover libremente brazos y piernas, girar la cabeza, nosotros pensamos que es mejor ponerlo boca abajo (posición en la queda aplastado contra el colchón, sin poder mover su cuerpo ni elevar la cabeza, ya que ésta es muy pesada). Cuando está ejercitando este giro para ponerse boca abajo, consideremos necesario sentarlo. Entonces le colocamos almohadones para sostenerlo (pero igual se cae para un costado, ya que su columna no está madura para permanecer erguida). Y cuando comienza a sostenerse sentado, lo paramos. Y apenas él comienza a pararse por sí mismo, lo hacemos caminar. Siempre apurando sus tiempos. Como si lo que el bebé propone, no importara. Porque nuestras expectativas siempre están más allá de lo que él puede en el aquí y ahora. Así es muy difícil construir la autoestima, la confianza en sí mismo, la posibilidad de tener iniciativa…

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1920883-la-mejor-forma-de-ensenarle-a-un-bebe-a-caminar-es-no-ensenarle

Imagen: http://bucket1.glanacion.com/anexos/fotos/23/ahora-entiendo-a-mi-mama-2239823w620.jpg

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Claves para que tus alumnos emprendan el camino hacia la felicidad

Por. Rocio Lopez.

Descubre las 5 claves para despertar la actitud emprendedora de tus alumnos: Ayúdales a superar sus miedos, potencia su autoestima y acompáñales en el camino de convertirse en las personas que sueñan ser.

Cuántas cosas perdemos por miedo a perder. Jorge Bucay

fishing-909554_960_720El miedo siempre está presente. Se manifiesta desde el nacimiento y se siente a lo largo de toda la vida con mayor o menos intensidad. Aceptar esta realidad y aprender a gestionar dicha emoción resulta la piedra angular para el emprendimiento.

Emprender consiste en arriesgar. Pues, no solo emprende quien se aventura a fundar una nueva empresa; también lo hace quien inicia un viaje, quiere innovar, comienza un nuevo proyecto o decide cambiar sus planes. Emprender es sinónimo de inicio y, para conseguirlo, hay que dar el primero de los pasos: Ponerse a ello.

No existe una fórmula para que los niños de hoy sean buenos emprendedores el día de mañana, pero sí que es posible educarlos para que asuman riesgos y se atrevan a emprender el camino hacia la felicidad.

2 ideas importantes para transmitir a los alumnos

  • El miedo no desaparece nunca.

Su función es la de proteger y, por eso, está presente en todo momento, proporcionando información sobre el entorno. Esta ha de ser validada por el individuo y tratada para que no bloquee o anule las ganas de ponerse en acción.

  • ¿Por qué tendría que salir mal?

Al enfrentarse contra algo desconocido, el ser humano tiende a anticipar conclusiones negativas, o dicho de otra forma, aquello dañino que podría suceder. Sin embargo, ¿cuántas veces ocurre? Millones de pensamientos negativos recorren la mente humana cada día y menos del 90% se materializan.

Puntos clave para despertar la iniciativa en los alumnos:

La actitud abierta del docente

Para conseguir que un entorno sea receptivo al cambio, el maestro ha de escuchar y promover el diálogo entre sus alumnos, ha de mostrarse abierto a sus propuestas y sugerencias.

Valorar las cualidades de los estudiantes y la iniciativa

Es realmente positivo que los niños escuchen con frecuencia mensajes positivos de sus profesores y padres, que son sus referentes. Estos tienen un gran peso sobre la autoestima, reforzándola y aportándole confianza.

Los niños necesitan experimentar y conocerse

El autoconocimiento es clave en el camino hacia la felicidad. La escuela ha de proporcionar momentos de experimentación que permitan a los alumnos descubrir qué se les da bien y qué les gusta hacer.

 Los errores tienen el valor que se les da

Los errores han de ser tratados como experiencias de aprendizaje y mejora. Los estudiantes han de poder sentirse apoyados para arriesgar y comprender que, si fallan, no sucede nada. Simplemente, pueden continuar probando.

La frustración y la paciencia forman parte del camino

Cuando algo sale mal y surge la frustración, estamos generando un aprendizaje si se muestra a los alumnos la importancia de a ser constantes y tener paciencia.

emprender felicidad

Un método para enseñar a emprender en la escuela

Paso 1. Definir los objetivos

Se pide a los alumnos que piensen qué quieren conseguir, cuál es su meta para el trimestre, para la clase de naturales, para el proyecto de lengua, etcétera. Se les recuerda, entonces, que estas metas han de ser alcanzables, concretas y realistas.

Paso 2. Es momento de informarse

Se sugiere a los estudiantes que se informen sobre sus metas y detallen un plan para alcanzarlas: ¿Qué acciones concretas serán necesarias?, ¿qué pasos hay que dar?

Paso 3. ¿Control?

Es bueno pararse a reflexionar qué cosas pueden y qué cosas no pueden controlarse del plan trazado, y darse cuenta que la actitud y la constancia juegan un papel fundamental en el éxito.

Paso 4. Hay que pasar a la acción

“Nadie ni nada lo va a hacer por ti”. Así que, pese a que existan dudas y miedos, pese a que no se tenga todo preparado al 100%; hay que poner en marcha plan.

Finalmente, la escuela del siglo XXI tiene entre manos el gran reto de formar a estudiantes con ilusión e iniciativa, capaces de proyectar y construir por sí mismos la sociedad en que les gustaría vivir. Es por esto que el fomento del emprendimiento es clave desde edades tempranas y que los docentes han de ser conscientes de que pueden formar parte de esto.

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/educacion-emocional/5-claves-despertar-la-actitud-emprendedora-tus-alumnos/36780.html

Imagen: https://lh3.googleusercontent.com/proxy/pmkF4-QjSPxue3O-mopJdTZTYIn2JctF7G0GKtx7KxZZ2NBwzreQwFZJhGaWOXcFhNqWmC9w1s_KceRfsTLS1pC9pid26RetfuIRXxqdg5twiGwtYP1PQSUD-KnYhzQCaqvGvJK743rUmhKD=w426-h306

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Los amores swinger

Por Coral Herrera Gómez

 Debido a la doble moral de la cultura patriarcal, tradicionalmente los hombres han podido tener relaciones sexuales al margen del matrimonio frecuentando prostíbulos, burdeles, mancebías, casas de citas, puticlubs, etc. en los cuales podían satisfacer sus fantasías sexuales con una o más mujeres a cambio de dinero. Nunca ha existido un lugar semejante para las mujeres, a excepción de las cortes faraónicas o reales en las que las reinas y las mujeres de la nobleza tenían sus harenes masculinos más o menos encubiertos.

Sin embargo, en la posmodernidad existen espacios para el placer compartido en los que las mujeres pueden desarrollar prácticas sexuales alejadas de la norma y de la moral sexual tradicional. Estos lugares de encuentro (chalés, casas particulares, hoteles, discotecas o bares) son utilizados por mujeres que llevan a cabo sus fantasías sexuales, a solas o con sus compañeros, en un ambiente liberal.

En las ciudades occidentales proliferan este tipo de espacios normalmente enfocados a los intercambios de pareja, en los que su máxima ley es el consentimiento mutuo y la libertad de elegir el número de personas o el tipo de prácticas sexuales que se  prefieren. En ellos se cuida al máximo la higiene y la seguridad (por un lado, la sexual –se fomenta el uso de preservativos- y por otro la seguridad de las personas ante situaciones conflictivas).

Su norma básica es el respeto: “No” significa siempre “no”, y no suele ir seguido de un “¿Por qué?”, de modo que las relaciones entre las personas que se encuentran allí no se tensen ni se produzcan malentendidos. Dado que nuestra cultura amorosa está basada en la posesividad y la exclusividad sexual de la pareja, las personas que acuden a este tipo de locales, fiestas, festivales o encuentros cuidan al máximo sus comportamientos y modos de relacionarse,porque son conscientes de que es un mundo alternativo a la sexualidad hegemónica en el que pueden surgir emociones intensas (celos, miedo, inseguridades, y emociones contradictorias como excitarse por ver a su pareja disfrutar con otra persona y a la vez sentir celos). Por ello la cortesía, la educación y la elegancia en el trato son básicos.

Existen, además, las figuras de los mediadores, que vigilan la armonía del entorno y guían a las parejas en el funcionamiento del local. Una pareja puede elegir el grado de implicación y participación en los intercambios sexuales según sus apetencias. En España estos sitios proporcionan una pulsera de colores que marca ese grado de implicación: desde parejas que solo quieren mirar o que los demás les miren mientras practican sexo, hasta la forma de empezar por primera vez un intercambio con una pareja. Los mediadores pueden presentar a parejas que se gusten y no se atrevan a saludarse por miedo al rechazo, asesoran a las parejas para su actitud no presione a otras personas, y resuelven cualquier duda o conflicto que pudiera presentarse.

Existe una especie de manual de etiqueta para este tipo de contactos, aunque es un código no escrito y está normalizado más que nada por el uso y por la cortesía elemental.

  1. Amabilidad. Aunque no te interesara llevar a cabo algún encuentro sexual con otra pareja o persona, respeta sus sentimientos, sus deseos y sus gustos, aunque no coincidan con los tuyos.
  2. Contesta los mensajes. No dejes de contestar los mensajes que te envíen, aun cuando sea para decir simplemente «No, gracias»; de esa manera evitas que alguien pierda el tiempo esperando inútilmente.
  3. Prepárate. Si deciden con tu pareja concretar un encuentro con alguien, toma las previsiones del caso. No olvides JAMAS llevar encima la correspondiente cajita de preservativos.
  4. Toma en cuenta los sentimientos de los demás. Observa si tu pareja y la otras personas actúan de un modo relajado o tenso, e intenta, si algo anda mal, disipar el mal momento con un gesto afectuoso o de confianza.
  5. No seas insistente. Si alguien te dice NO, no es válido preguntar POR QUÉ, porque después de todo, el ser swinger significa también la libertadde decisión y de elección para todos. Aquí en todos los caso NO significa NO.
  6. Sólo acepta lo que sea divertido para tod@s. Recuerda, ésa es la idea, divertirse y pasar un rato agradable.

Lo curioso del fenómeno es que el perfil de este colectivo de personas es de clase media-alta y profesiones liberales: jueces, profesoras, ejecutivos, empresarias, académicos, funcionarias, médicos, etc. En las páginas webs de los locales de encuentros de parejas existen guías y recomendaciones para las personas que quieran abrir su intimidad sexual para compartirla con más gente. Todas ellas recomiendan tener tacto, actuar con sinceridad, honestidad, y propiciar la comunicación. Normalmente son los hombres quienes introducen a sus parejas femeninas en este mundo. Sin embargo, cada vez es más común que las mujeres tomen la iniciativa o que incluso acudan solas a fiestas de este tipo donde son bienvenidas.

Estas prácticas sexuales se engloban bajo el término swinger, que deriva del inglés to swing (balancearse, oscilar). El movimiento swinger incide en el hecho de que las parejas que practican el libre intercambio se quieren, se respetan y poseen una profunda complicidad entre ellos. Nunca recomiendan entrar en el mundo swinger cuando la pareja sufre problemas graves, porque suponen que empeorarán sus problemas y su falta de confianza, inseguridad, miedos o contradicciones. El movimiento swinger en cambio es apta para parejas que se quieren, que se comunican entre sí con fluidez y que son capaces de compartir y expandir su sexualidad sin miedo a perder a su pareja.

Según el estudio de Mcginley  (1979), las parejas swinger:

1.- Disfrutan y están más satisfechos con su actual relación emocional.

2.- Se comprenden mejor a sí mismos y a su pareja.

3.- Tienen una comunicación más íntima y eficaz con su pareja.

4.- El sexismo es menor en su relación de pareja.

La tolerancia, el respeto y la sinceridad mutua eliminan la doble moral y la hipocresía, y supone un trato igualitario entre los miembros de la pareja, que se sienten libres para compartir sus fantasías con su pareja y con más gente afín. El movimiento swinger, en este sentido, separa la fidelidad sexual de la afectiva: se trata de divertirse y disfrutar en colectividad pero manteniendo la relación afectiva con su pareja como algo valioso e indispensable. De algún modo, creen en la fidelidad sentimental aunque no en la sexual, y se les ha criticado precisamente porque no rompen con la estructura de pareja de dos, ni con la heterosexualidad ni el matrimonio. Sólo rompen con la hipocresía burguesa del binomio matrimonio-adulterio. Los swingers, como principio teórico, no tienen sexo al margen de la pareja, por lo cual no mienten ni traicionan a su cónyuge, ya que lo hacen con su propio compañero o compañera.

A pesar de esta fidelidad sentimental, entienden que se exponen al riesgo de que su pareja se fascine con otra persona, pero al final ese riesgo es el mismo que corren las personas que practican la monogamia y el adulterio clandestino. Según Daniel Bracamonte, de la Asociación Argentina de Swingers, la gran mayoría de las parejas se iniciaron estando muy bien en su sexualidad íntima e, incluso, fue el alza del deseo el que los llevó a buscar “nuevos horizontes”.

Para Bracamonte el sexo swinger no reemplaza al sexo en pareja porque en realidad distinguen muy bien entre las relaciones fugaces y descomprometidas que establecen con otros y otras, y su relación, que es más compleja, más profunda y duradera. Practicar los intercambios, los tríos y las orgías comunales no empobrece el sexo dentro de la pareja, sino que lo enriquece: “Podemos hablar de una interacción entre ambas variantes: el intercambio eleva el morbo junto a las fantasías de la pareja, y generan una complicidad sexual que estimula genitalmente. Es por esta razón que muchas parejas ven incrementada su sexualidad de pareja después del primer intercambio”.

Los swingers entienden que la fidelidad es una cuestión que tiene que ver con la función reproductora de la sexualidad. Sin embargo, la sexualidad va más allá de la reproducción porque se convierte en un instrumento de placer y un modo de relacionarse eróticamente con otras personas; por eso creen que el placer debe ser algo libre y múltiple, no constreñido socialmente. Los swinger son conscientes de la contradicción de sus planteamientos, porque por un lado defienden la pareja clásica heterosexual y por otro, a la vez, defienden la libertad sexual (pero compartida con el otro)

Daniel Bracamonte, por ejemplo, admite que el miedo es el trasfondo de la contradicción que sentimos las personas al ver gozar a nuestra pareja con un tercero. Los swingers transforman el miedo en confianza, y transforma “la aterradora imagen de que nuestra pareja goce con otros en una placentera forma de compartir fantasías y placer mutuo. Lo contradictorio es en general dialéctico: negamos lo que aceptamos y aceptamos lo que supuestamente negamos. El swinger es en sí una contradicción: puede ser placentero y nocivo, conveniente e inconveniente, todo depende de cómo se viva”.

Los swingers no necesitan, para sentirse seguros y amados, tener la exclusividad sexual, y declaran sentir el amor de una forma más profunda, menos posesiva: “Vemos a la pareja no como una unidad reproductiva sino como la unión de aspiraciones, proyectos y fantasías, y entendemos que acompañarnos es a la vez comprendernos y ayudar al otro a realizar aquellas cosas que lo hacen feliz o le aportan placer. No hay en la posesividad ni en los celos nada que nos asegure amor, más bien hay mucho de un individualismo no elaborado”.

Este individualismo además conlleva un egoísmo y una serie de mentiras que convierten las relaciones monogámicas heterosexuales en una institución hipócrita en el que cada uno de los miembros puede llevar una doble vida: actuar como una perfecta casada o casado y tener amantes sin problemas, y con mucha discreción. Los swinger entienden que mentir, ocultar o reprimirse no es sano para la salud física y mental de las personas, y además conlleva multitud de problemas asociados. El adulterio supone traicionar un pacto o contrato de fidelidad y sinceridad, hace mucho daño a las personas que lo practican y a los terceros protagonistas. En cambio, las prácticas swinger no socavan la confianza del otr@, sino que refuerza la unión de la pareja porque entre sus miembros no hay mentiras ni secretos.

El swinger es una actividad de parejas que nace de una relación estable, crece como fantasía de ambos, recorre el proceso de construcción de la confianza mutua, de la caída de los prejuicios y, superado ese momento, comienza el juego en la búsqueda de la primera experiencia”. La ley mayor del swinger es oscilar. Pasamos fugazmente por la cama de los otros, no nos quedamos en ella ni buscamos más atención que la genital en ese momento concreto. Si esto se respeta -y la mayoría de los swingers lo hacemos-, no hay otras historias que lamentar. Cuando, por el contrario, nos aferramos a otra pareja o a un solo o sola en el caso de los tríos, la cuestión comienza a tener sus riesgos. Somos ¨osciladores¨, vamos del placer hacia lo nuevo. Sólo tenemos un puerto fijo en nuestro constante navegar: nuestra pareja«

Daniel Bracamonte Los swingers

Según Terry Gould  en “The Lifestyle: A Look at the Erotic Rites of Swingers”, el intercambio de parejas comenzó entre los pilotos de su fuerza aérea y sus esposas durante la Segunda Guerra Mundial. A partir de los años 60, la práctica se ha extendido por E.E.U.U y Europa principalmente, y de ahí a muchos otros países. En la España de los años setenta fue conocido en círculos restringidos un lujoso chalé de la sierra madrileña donde se organizaban reuniones de pequeños grupos de parejas no profesionales. También por la misma época se habría dado actividad swinger con cierta asiduidad en determinados campings, entre clases sociales más modestas. Revistas como la histórica Lib fueron uno de los pocos canales de contacto entre parejas a finales de los setenta y durante la década de los ochenta.

En Estados Unidos existen al menos 400 clubes de intercambio de pareja y en Europa más de 600. Los clubes se dividen típicamente en clubes “internos” o «On premise», donde la actividad sexual puede ocurrir dentro del local, y clubes “externos” » Off premise» donde la actividad sexual no está permitida en el interior del local pero se puede concertar en un lugar cercano.

En Europa existen tres formatos de clubes estándar:

  • el bar / club nocturno, usualmente pequeño, ubicados en los centros de las ciudades, y enfocado alrededor de la pista de baile;
  • el formato de Spa en ambiente nudista, con piscinas, piscinas de hidromasaje, saunas, cuartos de vapor;
  • el formato de club de campo, fuera de las ciudades, que incluyen elementos de los dos anteriores, ofrece además amplias áreas recreativas y usualmente los alimentos se sirven a manera de buffet.

Existen algunas organizaciones nacionales que organizan el intercambio de sus miembros, convenciones y vacaciones grupales. En Europa, los intercambiadores de todo el continente se congregan en julio y agosto en el pueblo nudista de Cap d’Agde en el sur de Francia donde existen cerca de 8 clubes de intercambiadores de pareja. En su temporada alta, Cap d’Agde alcanza una población de 30.000 personas.

 En España proliferan chalés de encuentro swinger en la costa, o clubs cada vez más exitosos, como Momentos Club, Encuentros, o Satén en Madrid, o Training Events(*) en Barcelona.

Al margen de los organizadores empresariales que ven el movimiento swinger como un negocio, existen organizaciones autogestionadas que ven el swigerismo como un modo de vida y que tratan de no mercantilizar el sexo. Así que otras formas de conocer gente swinger es a través de anuncios personales, fiestas caseras de intercambio y principalmente Internet.

“Te amo, te comparto” es una contradicción, pero como toda contradicción respeta las generales de la evolución. Compartir no es entregar, dar un paso al costado ni perder nuestra posición dominante en el plano del amor, único sustento de la pareja. Compartir es más precisamente dejar hacer en comunidad para el placer mutuo. Esto parece muy filosófico, pero es esencial. También se ve como una contradicción aun más compleja el hecho de que los swingers gocemos viendo al otro gozar con un tercero. Allí lo que se expresa es el principio de la omnipotencia genital: si ella o él me ama, nadie le podrá dar placer sexual. Nada más inexacto. Quizás el amor nos asegure el lugar más cálido y requerido en la sexualidad del otro, pero no inhibe su capacidad natural para gozar. Podemos gozar con otros sexualmente y amar en exclusividad, esto es así, podemos aceptarlo o mirar para otro lado. Y si es así, ¿por qué no dejar que esa capacidad fluya y no mentirnos con la idea de que somos los únicos que excitamos a nuestra pareja?” 

Si las bodas son actos luminosos celebrados a plena luz del día, los intercambios de pareja pertenecen al lado oscuro de nuestra realidad, porque transgreden la monogamia y abren otras formas de relacionarse eróticamente. Sin embargo, gracias a Internet, este fenómeno invisibilizado por los grandes medios está experimentando un fuerte desarrollo; existen numerosos blogs, webs y redes sociales de swingers como Vidas Libres (*) en el que las parejas pueden conocerse, quedar, intercambiar fotos, vídeos, etc.

Coral Herrera Gómez

Fuente: http://haikita.blogspot.com/2010/11/los-amores-swingers.html

(*) El artículo original cuenta con varios enlaces rotos o ya no disponibles.

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