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Entrevista al ecologista Antonio Brailovsky: «La única vacuna que nos sirve para las próximas pandemias es una biodiversidad sana»

M.H.: Usted está pasando la pandemia fuera de Buenos Aires. 

A.B.: En Pehuajó, en la casa de mi mujer.

M.H.: Y al respecto, ¿qué mata más el Coronavirus o la contaminación? 

A.B.: Van juntos. Justamente una de las advertencias respecto de los incendios forestales del Delta del Paraná es que el daño que hacen a las mucosas está predisponiendo a que la gente se contagie enfermedades respiratorias, incluido el Coronavirus. De modo que se potencian.

M.H.: Leí que había disminuido la contaminación. En un 37% las concentraciones de dióxido de nitrógeno, un 10% las partículas finas PM2.5 que se depositan en el ambiente y se desplazan fácilmente en los pulmones. Esto también evitaría muchas muertes. 

A.B.: Estamos empezando a revisar todo eso. Hay una disminución de la contaminación urbana por tránsito, simplemente porque hay menos. Pero las industrias contaminantes han vuelto a trabajar en su mayoría y en general los controles son mucho más débiles en pandemia que en condiciones “normales”.

No en todas partes consideran personal esencial a los que controlan la contaminación y en un momento en que las empresas quieren ahorrar porque no saben cuánto tiempo va a durar esto, la mejor forma es contaminar mientras no los miran. Yo creo que están exagerando con esta idea de que se contamina menos.

M.H.: O sea que no hemos sacado mayores conclusiones. 

A.B.: Los males se potencian, no se neutralizan.

M.H.: Lo que se está viviendo frente a la ciudad de Rosario y en las sierras cordobesas habla de esto y otro de los temas que se ha instalado es la difusión de la comunicación del ministerio de Relaciones Exteriores y el ministro de Comercio de la República China donde se anuncia una asociación estratégica para producir 9 millones de toneladas de carne porcina de alta calidad, lo que ya ha originado algunas manifestaciones en contrario. ¿Qué significa producir 9 millones de toneladas de carne porcina? ¿Qué consecuencias va a tener esa situación para nuestro país? 

A.B.: Nosotros estamos corriendo el riesgo de que eso se haga en condiciones ambientalmente infames. La mayor parte de las granjas porcinas del mundo, en especial las grandes, tienen condiciones de higiene infames. En algunas zonas de EE UU, en las inmediaciones de ese tipo de granjas llueve materia fecal, tal es la concentración de suciedad y bacterias. Con lo cual tenemos el riesgo de que haya millones de personas enfermas alrededor.

Más otra cosa, ya vimos en el caso Vicentín, que cuando hay empresarios poderosos, no les hacen cumplir las leyes, y en este caso mucho más empresarios poderosos que como el caso de los chinos, tienen una Embajada poderosa detrás. Ya vimos en otras épocas que hacerles cumplir las leyes a las empresas inglesas o norteamericanas no era sencillo. No veo por qué sea más fácil hacerle cumplir la ley a los empresarios chinos.

M.H.: También he leído que para producir un kilo de carne porcina se necesitan 6.000 litros de agua y 6 kg de granos. 

A.B.: No recuerdo las cifras, pero de todos modos está claro que China ya no tiene agua, prácticamente no llegan al mar, están en situación enormemente difícil por el agotamiento de sus fuentes de recursos hídricos y están buscando que se haga en otro lado. Nosotros tenemos recursos hídricos pero no hay garantías de que se produzca de manera limpia. Y hay mucha experiencia de proyectos definitivamente sucios. Así que la cuestión es, otra vez, cambiar economía por salud o salud por economía. ¿No estamos intentarlo hacer con la pandemia? ¿Lo vamos a hacer con las inversiones extranjeras?

M.H.: Hace por lo menos cuatro meses que no dialogamos y me imagino que en este tiempo, y en su retiro en la ciudad de Pehuajó, con la tranquilidad que significa, habrá reflexionado sobre la pandemia que nos azota. ¿Qué nos puede comentar al respecto? 

A.B.: Lo primero que hay que plantear que es una ilusión el volver a la “normalidad” porque la normalidad anterior es lo que generó las condiciones de pandemia. Aquí no hay que hablar de un chino que se comió un murciélago. Hay que hablar de cientos de miles de virus potencialmente peligrosos que están en reservorio silvestre. Si nuestra sociedad destruye la biodiversidad, esos reservorios silvestres empiezan a interactuar con las personas. Más tarde o más temprano vamos a tener, no otra pandemia, sino un montón de pandemias.

En el Siglo XXI ya hemos tenido seis; además de esta el Sars, la Gripe Porcina, la Gripe Aviar, el Ebola. Estamos generando pandemias, entonces la ilusión de que esto se acaba pronto no es así, detrás de esta puede venir cualquier otra, simplemente esta ha sido un poco más peligrosa que las anteriores, pero si no se toman medidas para la protección de la biodiversidad, no hay salida, porque cuando se destruye la biodiversidad, los animales silvestres que tienen enfermedades, empiezan a interactuar con los humanos.

Cuando hay una biodiversidad sana, el animal que está enfermo muere, se lo come otro o queda diluido en el conjunto de poblaciones de su especie. De modo que la única vacuna que nos sirve para las próximas pandemias es una biodiversidad sana. Realmente hemos hecho enormes esfuerzos para atender una enfermedad, las demás están ahí acechando.

Fuente: https://rebelion.org/la-unica-vacuna-que-nos-sirve-para-las-proximas-pandemias-es-una-biodiversidad-sana/

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Ataques, políticas, resistencias, relatos

Alianza Biodiversidad

La respuesta sistémica a la pandemia: ganancias, privilegios, control y represión

«Lo paradójico es que si bien la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2 ha expuesto el papel que desempeña el sistema agroalimentario agroindustrial y todo el entramado corporativo enredado con gobiernos y organismos internacionales, en la generación y propagación de enfermedades pandémicas y patógenos letales, es también cierto que desde que comenzó la cuarentena en forma casi global, en América Latina el agronegocio, y otras muchas puntas de la industria y los negocios, no sólo no estuvieron en cuarentena sino que continúan con total impunidad profundizando sus impactos y daños a comunidades y ecosistemas».

Mala voluntad y que mueran quienes tengnan que morir expresan los gobiernos y los organismos internacionales que se arrogan la gestión de esta extraña condición generalizada. Así Europa abrió sin miramientos a las condiciones de su “nueva normalidad”, cuando en América Latina la curva de contagios crecía.

Un sabio yanomami lo dijo al declarar que “el cielo se desploma”, en referencia a las causas de la pandemia que todo el 2020 acumula síntomas, contagios; un arrasamiento a nivel mundial: en la cuenta al 18 de agosto esto significaba casi 22 millones de personas infectadas, y casi 780 mil personas fallecidas.

Son muchos hilos de eventos concatenados que tejen el descarrilamiento actual que atisbamos en un instante, en un cuadro con cifras, pero que no dan cuenta de la complejidad de este “estado de excepción” que declararon pandemia.

La “tormenta perfecta” que desató el brote de Covid-19 tal vez provino del estallamiento de varios tramados que tienen en su centro al sistema capitalista, y su operación industrializante.

Con la destrucción de los bosques y los ecosistemas naturales y el acercamiento de animales silvestres, los entornos donde existen racimos, constelaciones de virus, entraron en contacto con poblaciones animales que conviven más con los humanos. Es la producción industrial de la comida (en particular la carne), el manejo de los desperdicios, el aire, el agua, y el hacinamiento creciente de poblaciones animales y humanas. Hay una semejanza inquietante entre barrios marginales y favelas, por un lado, prisiones públicas y privadas, centros de detención de migrantes, campos de refugiados, hospicios, grandes operaciones agroindustriales con barracas para los peones, por otro, y finalmente las enormes y virulentas granjas fabriles industriales, donde todo tipo de bichos, bacterias, virus, hongos se entrecruzan de modos violentos en las indignas y breves existencias de cerdos, aves y reses. Ahí no existe de ningún modo la convivencia, ni la escala en la que podrían vivir estos organismos en los ambientes naturales donde de por sí coinciden. Son hacinamientos, entornos donde las escalas naturales fueron estalladas, rompiendo las relaciones existentes para imponer unas nuevas que propician mutaciones, exacerbaciones, recrudecimientos, degradaciones.

La crisis se agrava con el enloquecimiento climático, y si el cielo se desploma, dejando en entredicho nuestros sistemas alimentarios, es también por las cadenas de suministro que transmiten la gravedad de las condiciones de un paso al otro, afectando toda nuestra vida.

Lo han estado diciendo infinidad de autores y centros de investigación, entre ellos varios de los que configuran la Alianza Biodiversidad en nuestra América.

El suelo se hunde. Estamos ante la destrucción del entorno y la recurrencia continua de afecciones. Y el mismo sistema capitalista que provocó todo, desmanteló también el Estado de bienestar que en algún momento podría habernos defendido.

Los sistemas de salud mundiales se fueron desmantelando hasta quedar en condiciones deplorables, sustituidas por costosos esquemas de seguro médico que en realidad son estafas y paquetes semi-turísticos para personas que aceptan, sin cuestionar, que su salud haya sido expropiada —y sea gestionada de maneras lastimosas por supuestos expertos en salud que han ido acumulando grandes poderes con el paso de los años. Quienes no pueden pagar la salud “de marca” quedan a merced de lo que el maltrecho presupuesto público pueda destinar al alivio de la inmensa mayoría que construye y mantiene a cada país.

Si existe eso que le llaman la “planta productiva” —los factores que se sinergizan la producción plena de bienes y servicios tales como infraestructura, instalaciones, maquinaria, mano de obra, materias primas, procesos industriales, comunicación, servicios, transportación y cualesquiera se le pueda ocurrir a los gerentes de fábricas y despachos promocionales—, podemos alucinar que existe una “planta destructiva”, una deshabilitación progresiva, despojos por doquier y una devastación expansiva como detonantes de la fuerza acumulativa del capital.

Estamos en el momento en que tal destrucción se extremó por los procesos acumulados que suman su propia entropía, y la crisis culminante es esta semiparalización del mundo.

Aprovechar la indefensión. Lo paradójico es que si bien la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2 ha expuesto el papel que desempeña el sistema agroalimentario agroindustrial y todo el entramado corporativo enredado con gobiernos y organismos internacionales, en la generación y propagación de enfermedades pandémicas y patógenos letales, es también cierto que desde que comenzó la cuarentena en forma casi global, en América Latina el agronegocio, y otras muchas puntas de la industria y los negocios, no sólo no estuvieron en cuarentena sino que continúan con total impunidad profundizando sus impactos y daños a comunidades y ecosistemas. En casi todos los países de la región las actividades agroindustriales y de extractivismo fueron exceptuadas de la cuarentena por considerarse en las medidas tomadas como “actividades esenciales”.

El capitalismo, no se mueve de su idea de resolver los problemas promoviendo las mismas causas que los provocaron. Así, gobiernos, empresas y cómplices internacionales siguen pugnando por reformas e imposiciones amenazando la estabilidad de sus propias estructuras: hasta dónde resistirán, habrá que verlo.

Este documento, colectivo, es apenas una miradita de todo lo que recorre las venas abiertas de América Latina. Y lo anotado no agota lo que está ocurriendo.

Estados y corporaciones aprovechan la fragilidad. Nos llega información crítica porque tenemos vínculos con organizaciones y personas en situaciones de conflicto, pero sabemos que la inmensa mayoría de lo difundido proviene de los centros de poder y eso repiten los medios masivos de comunicación. Intentamos un orden que nos sirva para hacer sentido y fortalecer nuestras luchas en cada contexto, en cada situación particular.

Dejemos claro que tras la pandemia y sus causas está el capitalismo, que se reacomoda o evoluciona, pero mantiene sus mismos viejos objetivos que le sirven para seguirse perpetuando: tener ganancias, privilegios, para lo cual exacerba el control y la represión.

No podemos dejar de anotar estos nodos de algidez, siempre teñidos de un chantaje emocional por parte del poder:

1. Promoción a ultranza de ajustes en las políticas públicas, expresada en reformas constitucionales, leyes y normativas. Se reescriben leyes existentes y crean otras que retuercen el sentido de lo que promueven, alegando que defienden algo cuando en realidad recrudecen la indefensión con que el poder somete a los pueblos. Promoción del extractivismo y los megaproyectos como actividades esenciales. Restricciones a la movilidad, pérdida de derechos laborales, creación de nuevos impuestos, privatización de recursos públicos y bienes comunes, obligatoriedad del uso de plataformas digitales para trámites, nuevas oleadas de subsidio a la agroindustria, aumento en las prerrogativas y libertad de acción de los cuerpos represivos, todo respaldado con la nueva legalidad de la pandemia, armados con los nuevos tratados de “libre comercio” en Brasil, Chile, Ecuador, Costa Rica, Honduras y México que potencian la flexibilización ambiental y laboral (que incluye mayor precarización, ausencia de responsabilidad en contratos y despidos) y las Buenas Prácticas Regulatorias que le impiden a los países restringir a las corporaciones. Los TLC fuerzan a los países a registrar, certificar y privatizar sus semillas con derechos de obtentor y patentes. Se apresuran los permisos para transgénicos. En el caso de México se regula la coexistencia entre OGM y maíz nativo. En Perú se termina la moratoria a los OGM, además de que se aprueban muchos nuevos OGMs en Brasil. Aumentan las importaciones de agrotóxicos, obviando procesos. Se eliminan aranceles (maíz, arroz, soya, trigo, bananos y más).

2. Saqueo territorial. La reclasificación de la minería, la extracción petrolera y de toda suerte de fuentes de energía y agua como “actividades esenciales”, acelera el saqueo al agilizar concesiones y licencias ambientales, manifestaciones de impacto ambiental realizadas al vapor o de modo fraudulento, extracción de energías eólica y fotovoltaica, al tiempo que se promueven proyectos turísticos a futuro como gran solución a los problemas de liquidez presente de la pandemia. Los basureros de tóxicos, por un lado, y las contra-reformas agrarias que privatizan la tierra, desembocan en acaparamientos multimodales de diversos territorios, mientras se promueven asociaciones público-privadas y contratos que ponen en garantía las tierras.

3. Aumentó la represión. Los cuerpos policiacos, las guardias nacionales y el ejército salieron a las calles, llegaron a las aulas y a las parcelas de las comunidades, estableciendo que la población, incluso esta población fragilizada y fragmentada, aislada por la pandemia, sea la enemiga.

La violencia de género, en particular contra las mujeres, se intensificó hasta límites nunca vistos en esta cuarentena. Igual que los asesinatos contra quienes defienden los derechos humanos, los territorios y el ambiente, o están contra los megaproyectos y el crimen organizado.

4. Las fronteras del asedio: el Covid-19 sí tiene comportamiento de clase. Hay dos suertes divergentes de las comunidades rurales y originarias. Cuando las comunidades o colectivos mantienen un autoconfinamiento, decidido de manera colectiva y horizontal y existe una organización propia que sustente sus decisiones, la gente se ha logrado mantener más o menos bien, aunque con carencias que buscan resolver, en colectivo. Están sin contagios y se defienden del caos con su producción alimentaria propia y su terapéutica local, su gestión comunitaria de la mitigación, filtros sanitarios y prevención.

Hay otras comunidades que pese a estar aisladas, tienen contagios imparables, y por falta de servicios, los daños a sus poblaciones son aún peores que en las ciudades. ¿Qué explica un destino u otro? Las comunidades rurales (originarias o no) que están profundamente dañadas por la pandemia, comparten un asedio que no es nuevo, y que viene destruyéndoles desde siempre sus recursos para la subsistencia. Son lugares a la orilla de corredores industriales, o en las montañas y bosques acorralados por el extractivismo y las plantaciones. Poblaciones invadidas por megaproyectos y su cinturón de corrupción y giros negros, todo lo que traen los servicios a obreros y obreras que conviven con las poblaciones locales vulnerando sus pocos filtros. Ocurre con pueblos que proveen empleadas y empleados a los servicios de hotelería y restoranes, a los invernaderos industriales, a las empacadoras o maquilas y luego regresan a sus comunidades a que los cuiden, los sanen, los acojan antes de morir, o contagiar. Hay comunidades que sí han logrado establecer filtros sanitarios eficaces y eso fortalece su organización interna, pero las fronteras del asedio a veces son brutales.

5. Promoción de la agricultura industrial. Con la pandemia, los gobiernos no han promovido apoyos para la alimentación de los pueblos (algo muy visible en México, Honduras, Ecuador y Bolivia). En vez de buscar alternativas en la soberanía alimentaria de las comunidades, hay toda una retórica, alimentada por normas que provienen de los TLC, para escindir y marginar la producción independiente y campesina alegando normas de higiene inalcanzables y absurdas.

La permisividad con las grandes corporaciones que promueven que la gente se alimente con comida barata y “chatarra” es responsable del aumento en la obesidad, la diabetes, la hipertensión y como tal propensión a ser víctima de esta pandemia. Mientras, los empresarios del agronegocio se esmeran en lograr más subsidios, más permisos para importar agrotóxicos y ajustar las leyes para evadir su responsabilidad con la salud de los trabajadores.

6. Invasión de las tecnologías digitales. Hay un enorme avance de las tecnologías informáticas y de comunicación (TICs) y otras que dependen de los satélites y frecuencias inalámbricas, que posibilitan el automatizar procesos productivos y comunicativos. Se insiste que con esas tecnologías se puede mantener la “sana distancia” (trasladando el riesgo de contagio a obreros y obreras de plantas fabriles, industria metal-mecánica, minería o petroleras; o a quienes laboran en granjas industriales o invernaderos de cualquier tipo, en cualquier lado, o quienes viven del nuevo oficio de la entrega a domicilio), mientras explotan el tiempo de trabajo desde la casa. Las y los estudiantes tratan de ajustar sus aprendizajes a esas plataformas y se mecanizan labores agrícolas y de procesamiento industrial.

Hay gente que cae en la “trampa digital”. Hay jóvenes, que al imaginar alternativas, sólo quieren inventar nuevos softwares o nuevas aplicaciones, o comunidades aisladas a las que se proponen “derechos digitales” proveídos por las empresas, para lo que se instalan servidores y cableados privados, de las empresas. El “manejo remoto” se promueve como la nueva alternativa verde libre de contagio, y se torna una nueva sumisión global que se cierne sobre todas y todos.

La imposición digital comienza con más concesiones a las empresas de telecomunicaciones y la obligación de volverse digital para facilitar el rastreo de rutas de contagio y acceder a la “protección” de los servicios de salud, del seguro de desempleo, de los créditos para micro-negocios, o para no perder las tierras. El extractivismo de los datos, y todos los otros despojos, se tramitan veloces en línea.

7. Desmantelamiento de servicios públicos. Los colapsos de las redes hospitalarias (y los sistemas de atención a la salud) en nuestros países, las restricciones al comercio local, a los mercaditos, tienditas o puestos callejeros para privilegiar los supermercados “sanitizados”, la falta de equipos de protección a trabajadores esenciales, la ausencia de seguridad para la población, evidencian el adelgazamiento sostenido por décadas de los presupuestos destinados al bienestar general. El aislamiento exacerba la vulnerabilidad y el crimen. Es muy grave que se ponga el acento en la llamada “atención a la salud”: en la intervención como combate a la enfermedad en vez de un abordaje integral donde lo social, lo político, lo nutricional y las condiciones de desigualdad, configuren muchos factores que tendrían que atenderse para lograr una población menos propensa a padecer las vicisitudes de las pandemias.

8. Menosprecio por los esfuerzos independientes. Pese al surgimiento en campo y ciudad de redes de mutualidad y organización comunitaria, de abasto y cuidados, que son independientes y están salvando vidas sin exigir nada a cambio, las autoridades e instituciones no han hecho ningún esfuerzo claro por entablar comunicación y coordinar posibles colaboraciones que potencien los pocos recursos que hay en nuestra región y enfrenten los desastres a la salud y a las economías familiares, locales y nacionales. Lejos de reconocer la gestión autónoma, autoridades, instituciones, líderes de opinión, medios masivos, insisten en enfatizar actitudes de irresponsabilidad y negligencia de “la sociedad”. Mucha gente no puede quedarse en casa porque necesita el sustento diario y mucha otra simplemente no confía en las recomendaciones de una ciencia y un sistema de atención pública que desde siempre desprecian lo campesino, lo artesanal, lo intuitivo, lo tradicional. Culpar a la población por el contagio y la muerte es muy conveniente para aumentar el poder de la policía y otros cuerpos represivos durante las cuarentenas.

El capitalismo no puede asumir los tiempos comunitarios, le urge que las ganancias tengan lugar. Y los Estados no pueden reconocer que hay modos de resolver la vida de los pueblos que no pasan por el negocio que hacen con la salud, la alimentación, la educación, la vivienda.

Siempre pesará más “reactivar la economía”, al costo que sea, antes que fortalecer estrategias autónomas de supervivencia.

No es “descuido” ignorar cómo es que la gente en Perú, Ecuador, Chile o Brasil enfrenta, independiente, la pandemia. Qué significan esos nuevos nichos de mercado para tecnologías, procesos y productos que vienen a “salvarnos”. Además de omitir las alternativas que emergen desde abajo, hay campañas contra la homeopatía, la acupuntura, los remedios caseros y las curaciones ancestrales, contra la misma idea de otra racionalidad, más integral.

Mucho de lo que padecemos surge de campañas institucionales internacionales que desdeñan la prevención, entronizan los tratamientos con fármacos que terminan siendo mercancías que pueden aliviar o tener efectos colaterales que tornan tales drogas en promotoras de afecciones nuevas.

Desde ese pensamiento negado por la institución, nos dice Ariel Guzik, un médico, músico, biólogo, de los virus y del origen de la pandemia: “…el fenómeno en su aspecto biológico me parece menor considerando las circunstancias que lo nutren. Ante el contubernio de fuerzas que lo recrean, acechan y explotan, me parece secundario; veo escrito en su trama un enunciado sobre la ingenuidad humana y su capacidad de sometimiento” [1].

Para Hermann Bellinghausen es crucial la crítica a “la concepción que se tiene de la pandemia”, y de cómo toda la situación se dirime y se dirige, “por la razón de Estado, el costo y beneficio para los mercados, el control represivo, el combate focalizado y medicalizado de un evento biológico que transcurre en diversas dimensiones” [2].

Mucha gente lleva tantos años en la precariedad que de verdad no puede hacer diagnósticos básicos sobre cómo la enfermedad los está atacando, acostumbrados al extremo del dolor físico y existencial infligido por un sistema que sólo quiere vender y lucrar. No es un problema que tengamos exclusivamente en América Latina. Los ajustes legales, con sus nuevos ajustes estructurales, la trampa digital, las fronteras del asedio, desmantelar los servicios públicos, son la respuesta del capital ante la pandemia en todo el planeta.

Brasil

Leyes y decretos por el interés privado. Aprovechando la emergencia decretada por el Congreso Nacional, sin debate público se emitieron decretos y leyes que exacerban la represión oficial, favorecen a las corporaciones y aseguran impunidad por crímenes ambientales, lo que contribuyó a los contagios entre comunidades indígenas y campesinas y afectó la viabilidad de las redes alimentarias no industriales.

Desde febrero quedaron bajo tutela absoluta de las Fuerzas Armadas las políticas de desarrollo para la Amazonia y en mayo se estableció una nueva Garantía de Ley y Orden.

Las actividades corporativas se reclasificaron como actividades esenciales en sendos decretos de marzo y abril, que permiten operar sin medidas de aislamiento los servicios de transporte, almacenamiento, entrega y logística para cualquier carga; la producción, exportación, importación y transporte de insumos, químicos, petroquímicos y plásticos; procesos siderúrgicos y cadenas de producción de aluminio, cerámica y vidrio; beneficiado, comercialización y flujo de minerales; mercados de capitales y seguros, y construcción civil.

Se favorece lo que asegura ganancias como la liberación de 150 nuevos agrotóxicos. El ministerio de Agricultura estableció la protección de las actividades industriales relativas a producir alimentos y bebidas, procesar productos agropecuarios, producir fertilizantes y semillas, fabricar y comercializar maquinaria, mantener ferrovías y avenidas. El Plan Zafra 2020 recibió un aumento de 13 mil 500 millones de reales en relación a 2019, en medio de la mayor crisis económica del país, beneficiando la agricultura en gran escala. Apenas 500 millones de reales se destinaron a la agricultura familiar que produce un 70% de los alimentos para consumo interno, sobre todo vegetales, hortalizas y frutas.

Frigoríficos, focos de infección. El corte de caña de azúcar y el trabajo en frigoríficos son los principales vectores de contagio. Con los altos precios de las commodities y el real a la baja, el sector agropecuario fue el único que creció en los tres primeros meses de 2020. La matanza de aves creció 5%, registrando su mayor volumen en ese periodo. En Río Grande del Sur, 32 frigoríficos tuvieron brotes de coronavirus, 25% del total oficial para ese estado. En Dourados en Mato Grosso del Sur y al oeste de Paraná los municipios más afectados son los más próximos a los mataderos. De los casos de contagio en Dourados 90% está relacionado al frigorífico de JBS, el mayor de América Latina.

Pandemia de violencia. Por la suspensión de la vigilancia y la penalización, la pandemia ha encubierto más deforestación legal en la Amazonia y más negligencia ante los brotes de fuego estacionales, el aumento de las invasiones de tierras públicas y el tráfico de productos forestales y minerales, lo que provoca una explosión de contagios entre los pueblos. Esto ocurre sobre todo en el “arco de la deforestación”, una transición entre Amazonia y el Cerrado en Mato Grosso, Tocantins y Maranhão. La contaminación de las comunidades proviene de los trabajadores de los frigoríficos y de la gente que labora la caña, pues tales comunidades son la reserva de mano de obra regional más barata.

En São Paulo, desde el inicio de la pandemia, la policía asesinó una persona cada seis horas, y las detenciones por crímenes contra mujeres crecieron 51.4%. En Rio Grande del Norte aumentó 34% las lesiones y 54.3% las amenazas contra mujeres mientras los estupros se duplicaron de marzo a abril. En Mato Grosso, los feminicidios aumentaron cinco veces.

Un capitalismo del control digital. El Proyecto de Ley contra la industria de noticias falsas o “fake news”, propone exigir la identificación completa del usuario vinculando su cuenta en redes sociales con su pasaporte y teléfono celular, violando el derecho humano a la privacidad y poniendo a disposición de las corporaciones de las plataformas todos los datos colectados. Organizaciones y movimientos sociales tendrán la obligación de conservar y compartir sus datos con órganos de investigación de seguridad pública. Para evitar los perfiles falsos, se busca obligar a las empresas de telecomunicación a que manden informes periódicos con registros actualizados de los celulares activos, atribuyendo poder policiaco a las corporaciones privadas.

Colombia

El Decreto original. Tras decretar la emergencia por la pandemia de Covid-19, el gobierno emitió otros decretos y normas que facilitan el operar de los agronegocios, certificar semillas, privatizar el agua, empoderar a los patrones y digitalizar a la fuerza.

En marzo se definió la entrega de créditos para el sector agropecuario durante la pandemia, pero menos de 2% de los créditos es para los pequeños agricultores.

– Foto de Alex Naranjo.

En abril se fijó arancel cero a la importación de maíz amarillo, soya y sorgo: una agresión directa a la agricultura nacional disfrazada de combate a los impactos pandémicos. La norma favorece sólo a quienes importan alimentos y materias primas para la producción industrial de animales. Existe una sobreoferta en el mercado global de soya y maíz baratos, por lo que no se justifica que se eliminen los aranceles a la importación de materias primas.

El gremio semillero solicita al gobierno implementar un plan de contingencia que garantice la seguridad alimentaria en medio de la emergencia, “evitando demoras en trámites” para certificar semillas e importar insumos agrícolas. Que los productores registrados puedan comercializar semillas sin cumplir los requisitos de la certificación. Que las empresas puedan auto-certificarse mientras se supera la contingencia. Por supuesto, el sector agroindustrial también pide que sigan aprobando productos derivados de transgénicos para consumo humano.

Privatizar el agua y estandarizar las plataformas digitales. En junio se estableció un subsidio temporal de 12 mil 400 pesos colombianos mensuales a los suscriptores de los acueductos comunitarios rurales, dinero que recibirán como descuento en el cobro del servicio. La norma desconoce que la mayoría de acueductos rurales recaudan los aportes familiares bajo estrategias distintas a la “facturación”; muchos no tienen personería jurídica. Para recibir el subsidio, los beneficiarios deben actualizar su información. Significa empezar a ser vigilado por las autoridades, aceptar nuevas obligaciones y cargas administrativas y económicas que poco comprenden la lógica comunitaria y la realidad rural, como exigir el envío de más de 800 formularios de forma digital.

En el país sólo mil 621 acueductos comunitarios son controlados y vigilados por la autoridad, pero existen 32 mil acueductos veredales que estarían obligados a inscribirse en un régimen de vigilancia, lo que hará que muchos desaparezcan o sean reemplazados por estructuras empresariales o regionales.

Con un decreto de marzo se priorizaron solicitudes de concesión de aguas superficiales y subterráneas para garantizar el suministro de agua potable, buscando reducir los tiempos de autorización a la tercera parte. Las concesiones serán prorrogadas de forma automática por el tiempo que dure la emergencia sanitaria. Se podrán adelantar actividades de prospección y exploración de aguas subterráneas sin permiso, siempre y cuando se cuente con información geoeléctrica del lugar de influencia y el aval de la autoridad ambiental.

Demandas patronales. Unos 25 líderes de los sectores empresariales, comerciales y académicos más importantes del país, escribieron al presidente propuestas para evitar una parálisis de la actividad económica y aliviar los efectos negativos que les causará la pandemia. Exigen flexibilizar y liberalizar el mercado laboral, permitir la contratación por horas; que por seis meses el Estado asuma 100% de los parafiscales y suspenda por un año la obligatoriedad de aportes a las cajas de compensación; aprobar procedimientos abreviados para “temas que hoy frenan el desarrollo” como los trámites de regalías, de consulta previa y licencias ambientales; priorizar las “Zonas de Desarrollo Empresarial” que dinamicen el sector productivo agroindustrial, fortalecer los derechos de propiedad agraria, la seguridad jurídica para atraer inversiones, desarrollar parques tecnológicos y zonas francas agroindustriales. Reducir impuestos y simplificar trámites a todos los sectores de las cadenas de valor y suministro agropecuario y agroindustrial, evitando controles de precios y medidas que obstaculicen su función productiva. Permitir que el mercado funcione con los mayores niveles de libertad posibles, dejando “que los precios transmitan la información necesaria a los productores y consumidores” para evitar los desajustes entre la oferta y demanda.

Los conflictos ambientales y sociales. Hasta el 19 de abril de 2020, fueron asesinados 56 líderes ambientales y sociales. Durante la cuarentena en la Amazonía colombiana se incrementó la deforestación y quema de bosques y se abren carreteras para aumentar la frontera agropecuaria en la selva.

Costa Rica

Fortalecer el agronegocio, las actividades extractivas y debilitar al Estado. Se privatizan las pocas instituciones que todavía hacen fuerte la seguridad social y proveen de recursos. Parecía que se apoyaría la producción real de alimentos contra el monocultivo, pero la intención no duró. Cafetaleros, piñeros, de yuca y otros cultivos repuntan en sus exportaciones en medio de la crisis. Las medidas sanitarias para los operarios del transporte de agroexportaciones en todo el Istmo centroamericano son ferozmente combatidas por los empresarios, igual que en Chile. Los trabajadores migrantes (empacadores que llegan de Nicaragua) están totalmente desprotegidos y sus centros de trabajo son focos de infección. Salen a la luz las condiciones infrahumanas con que les contratan en las productoras y exportadoras de yuca, piña y naranja. Se decretan medidas para liberar el ingreso de agrotóxicos al país (sobre todo de China), como en Argentina.

La ley para la certificación de semillas se discute con premura, como en Colombia y México. Los legisladores defienden la posibilidad de vender los parques nacionales como modo de enfrentar la catástrofe económica y productiva.

Se promueve la privatización total de las instituciones del Estado para obtener en el FMI fondos que ayuden a salir de la crisis. Así, se castigan los salarios, se achican las funciones reguladoras del Estado sobre los bancos, la producción de hidrocarburos y de alimentos.

Desde organismos internacionales llegan análisis contradictorios sobre qué debe hacerse, cuánto debe ser el salario mínimo universal, con empleo o sin él. No hay un consejo claro sobre si debe apoyarse a los informales o no, si fomentar la agricultura local o las cadenas industriales, si ampliar o limitar la definición del trabajo “esencial”.

Honduras

Libre comercio, militarización y extractivismo sin tregua. En la pandemia se dio luz verde al arancel cero para arroz y maíz según el TLC-CAN. Tiro de gracia a los pequeños agricultores, mientras los militares comienzan la ejecución del Programa de Desarrollo Agrícola de Honduras (PDAH), que busca la productividad y rentabilidad agrícola. Aumentan su presencia en las calles y en la protección del bosque como pago del ejecutivo a los militares por sostener al gobierno en el poder. Para ejecutar el PDAH se creará una dirección en la jefatura del Estado Mayor Conjunto con una asignación de 3 mil 843 millones de lempiras.

Desde finales de enero y aprovechando la sequía, el gobierno elaboró un paquete para sobrellevar la emergencia alimentaria declarada en 137 municipios, la mayoría del corredor seco. Recomendó represar ríos, importar semillas usar “semillas resilientes” que podrían equivaler a semillas transgénicas, e incrementar los monocultivos. Se otorgaron mecanismos de compra directa, que en Honduras equivalen a corrupción. Se calcula un gasto de 200 millones de lempiras para dar asistencia a pequeños productores agrícolas mediante un bono de seguridad productiva: fertilizantes, semillas mejoradas y venenos.

El discurso de la seguridad alimentaria, revolcado. A sabiendas que la alimentación elemental de la población hondureña se sustenta en el maíz y el frijol, producidos por unas 300 mil familias campesinas, ahora el régimen —que privilegia los cultivos para la industria y la exportación, que posterga al olvido la producción para el consumo interno—, nos viene a hablar de soberanía alimentaria y nos dice, queriendo insultar la inteligencia del pueblo, que tal producción estará garantizada a través de los ricos terratenientes quienes ahora sí se han convencido que lo importante es producir para adentro y no para sus negocios de afuera.

Para tal efecto el régimen creó un programa que logre “el ordenamiento, registro y trazabilidad de las unidades de producción nacional de alimentos y la categorización de los productores nacionales y extranjeros”. Se rumora que es una estrategia para que los terratenientes se apropien de la tierra recuperada a los narcotraficantes que fueron extraditados a EUA.

Despojo en línea. La Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente anunció que tramitan en línea las solicitudes y renovaciones de licencias ambientales, para no detener la operatividad del comercio y las empresas durante la emergencia. Se entregan al por mayor frecuencias de banda ancha a multinacionales de comunicación (Tigo y Claro). Desde luego no son concesiones para radioemisoras o prestadores de servicio de internet comunitarios, sino para las compañías multinacionales de telefonía celular que acaparan el mercado nacional.

Honduras basurero de desechos tóxicos. El congreso aprobó un decreto, el 16 de junio, para permitir la introducción de baterías usadas de plomo, convirtiendo Honduras en basurero tóxico, argumentando que los fondos obtenidos servirán para atender la crisis del Covid-19. Y como se restringieron, por la pandemia, las garantías constitucionales, las organizaciones ambientales no pueden articularse para oponerse a la iniciativa.

Argentina

El cambio de gobierno demoró la catástrofe. Debido a la entrada del nuevo régimen la pandemia se ha afrontado de modo bastante racional y sin los efectos devastadores que ha tenido en otros países.

Pero Argentina comparte con el resto del Cono Sur la facilitación del uso de agrotóxicos.Con tres acuerdos de complementación económica que se pusieron en vigencia en el Mercosur, se aprobó la reducción de aranceles intrazona para importar insumos y así fabricar herbicidas y fibras sintéticas. En cuanto a los herbicidas, los acuerdos abarcan los compuestos químicos empleados para fabricar plaguicidas y herbicidas, todo lo necesario para elaborar glifosato y 2,4 D.

Una furiosa reacción de la derecha empantanó la intervención y expropiación que el gobierno había iniciado sobre la procesadora y exportadora de granos Vicentin (asociada a Glencore) que entró en quiebra, tras endeudarse con el Estado por millones de dólares fugar estas divisas del país.

Es alarmante: las fumigaciones agrotóxicas continúan durante la cuarentena. El 31 de marzo más de cien organizaciones argentinas denunciaron que siguen fumigaciones en Santiago del Estero, Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos o Chaco, en las zonas de producción de commodities. En Argentina cada año se liberan unos 500 millones de kilos/litros de agrotóxicos en miles de formulados comerciales y con principios activos prohibidos en buena parte del mundo sin control alguno, e incumpliendo la ley.

Matar el bosque. En plena cuarentena, el desmonte no cesa y uno de los bosques más conservados del Gran Chaco continuó su desmonte en 8 mil hectáreas de la Estancia La Fidelidad. Greenpeace denunció que en el norte del país se desmontaron casi 10 mil hectáreas desde que comenzó el aislamiento en Salta, Chaco, Santiago del Estero y Formosa.

Paraguay

La contingencia ha sido el pretexto para modificar el presupuesto del Estado y endeudar al país con mil 600 millones de dólares, 500 millones de dólares más que su gasto en Salud.

Como en Costa Rica, el “achicamiento del Estado” se coloca en la opinión pública como salida a la crisis, en medio de la angustia y las restricciones a las libertades públicas durante el aislamiento social. Argumentando la pandemia, el gobierno insiste en la necesidad de una reforma estatal que reestructure lo fiscal, lo administrativo, el funcionamiento de sus instituciones; que impulse un servicio civil meritocrático y un sistema de salud “integrado” y con un “servicio de calidad”; un nuevo sistema de jubilaciones y pensiones.

En su lanzamiento contó con gremios empresariales, muchos vinculados a los agronegocios, alegando que lo público se relaciona con corrupción y despilfarro del dinero de los contribuyentes. Por eso proponen el achicamiento del Estado.

En mayo se presentó un proyecto de ley para que los fondos de jubilaciones y pensiones del Instituto de Previsión Social se puedan usar para inversiones financieras. Tras una movilización sindical, el proyecto fue retirado. También está impugnado el proyecto del Servicio Civil. Varias centrales sindicales, organizaciones y partidos han realizado caravanas de rechazo. La movilización ha tenido gran repercusión, aunque el gobierno sigue moviendo su piezas para avanzar en el cuestionado proyecto, buscando crear confusión y desinformación.

México

Reactivar la economía aunque se reactive la muerte. El gobierno ha realizado medidas más o menos adecuadas para enfrentar la pandemia, pero levantó el confinamiento por la apertura de Europa. Desde ese momento se duplicaron los decesos.

Muchas comunidades han asumido su propia protección y se han autoconfinado. Se preparan para enfrentar un periodo difícil de alimentación y supervivencia, pues el ciclo anterior hubo sequía y poca producción. Así, buscan una buena cosecha este año, reactivar sus intercambios y comercios locales.

Sin embargo, el gobierno está activando normativas más restrictivas para la gente y que abran margen de acción a las corporaciones.

Desde que comenzó la pandemia, los megaproyectos avanzan con celeridad por “el delicado balance” entre detener el virus y activar la economía. Insisten en echar adelante devastaciones y acaparamientos como los llamados Tren Maya y el Corredor Transístmico, que no sólo profundizan la polémica sobre estos reordenamientos territoriales masivos sino que afloran la corrupción en los Manifiestos de Impacto Ambiental y en la indignidad con que tratan a los pueblos.

La minería y la industria automotriz se declararon esenciales en la contingencia. Son ramos industriales que invaden, contaminan, fragmentan y despojan a los pueblos originarios de agua. Se declararon esenciales las operaciones financieras y las ventas irrestrictas de las grandes cadenas de supermercados, mientras se castiga a los mercaditos al aire libre que son sustento popular desde antes de la Conquista y que aseguran el abasto de productos frescos directos de las parcelas.

Pandemia y chantaje. Alegan los empresarios agrícolas que la producción se desplomará 40% si persiste la prohibición de importar glifosato (la prohibición existente es muy tibia). Alegan que se pone en riesgo la seguridad alimentaria y que será inevitable un alza de productos básicos. Al cierre de esta edición, el conflicto por el glifosato provoca jaloneos en el gabinete y todo indica que no podrá prohibirse en este sexenio. El programa Sembrando Vida, un programa seudo-agroforestal, se utiliza como disuasivo y promotor de divisiones comunales al otorgar compensaciones individuales, si desoyen sus asambleas y obedecen a sus instructores en un país eminentemente comunitario.

La llamada Ley de Fomento y Protección del Maíz, aprobada al vapor al iniciar la pandemia, en los hechos no protege ni fomenta pero sí establece la armonización que exige el omnipresente T-MEC entre EUA, Canadá y México. La ley regula la coexistencia de los OGM con cualquier tipo de cultivo (algo tan anhelado por las transnacionales), acota la producción con maíz nativo a reservas puntuales, suplanta la representación de los pueblos en sus derechos. Además los empresarios de la comida “chatarra” amenazan la norma que obliga a poner etiquetas de alarma en comestibles ultraprocesados, diciendo que si bajan sus ventas de alimentos-basura se podrían perder muchos empleos.

Trump amenaza todos los días con deportaciones masivas de trabajadores mexicanos. En junio las remesas fueron muy copiosas tal vez buscando asegurar el bienestar de sus familias durante la crisis. Es claro que el dinero que con indescriptibles sacrificios mandan los migrantes mexicanos es tal vez el verdadero “motor de la economía mexicana”.

Lo terrible es el genocidio y la guerra abierta contra los pueblos, encabezados por las empresas extractivistas que miran a la gente como un estorbo. La más reciente matanza en la comunidad ikood de San Mateo del Mar, en la costa de Oaxaca, donde quemaron a varias de las 15 personas asesinadas sin que la Guardia Nacional interviniera, es escandaloso y desnuda la verdadera cara de este gobierno.

Ecuador

En Ecuador “el Estado de excepción por calamidad pública en todo el territorio nacional” estableció en primerísimo lugar que “seguirá funcionando toda la cadena de exportaciones, la industria agrícola y ganadera”. Así, los obreros de las plantaciones (bananeras, de palma, piscinas camaroneras, planteles florícolas y muchos más) deben continuar con sus labores, como si el país no estuviera bajo emergencia sanitaria, y con riesgo de contraer Covid-19, sin protección especial alguna. La industria cervecera se privilegia y se impulsa la agricultura por contrato de monocultivos de cebada; se sanciona duramente a los campesinos que quieren vender sus productos, cerrando los mercados pequeños al aire libre. Se eximen de regulación fitosanitaria frutas y hortalizas importadas argumentando que hay que asegurar el abasto.

– Foto de Viviana Sánchez-Prada.

El internet se impone para todo tipo de trámite, a sabiendas de la poca infraestructura de cableado que tienen los territorios campesinos.

En plena emergencia, se sustituyó el reglamento ambiental de las operaciones hidrocarburíferas, por uno más laxo y expedito. Así, se llevan a cabo actividades prohibidas como que los mineros incursionen en zonas que gozan de medidas cautelares en el norte de Esmeraldas, de madereros furtivos en la Zona Intangible de Pueblos Indígenas en aislamiento voluntario.

En abril se rompieron dos oleoductos que sacan petróleo y transportan combustible de la Amazonía a la Costa del Pacífico, dejando sin acceso al agua a miles de personas en la cuenca del río contaminado. Hubo tres derrames de crudo y una explosión de gas en Shushufindi, un derrame de sustancias químicas en Pacayacu, sin que se hayan tomado medidas de reparación integral, alegando que hay emergencia.

Una reforma a la Ley Orgánica de Servicio Público está en proceso, para que facilite los despidos de empleados, y un procedimiento de revisión y aprobación de contratos de Inversión que profundiza la flexibilización laboral.

Está por entrar en vigencia el TLC con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA), que ampliará las actividades de los agronegocio, la dependencia tecnológica y las obligaciones con empresas vinculadas al extractivismo. Un decreto presidencial obliga a gobiernos locales a levantar las restricciones al transporte de minerales, y el Estado de Excepción del 16 de marzo excluye de las restricciones de movilidad, a los denominados sectores estratégicos, incluidas las mineras. El protocolo de corredores logísticos y estratégicos, establece que la circulación de las empresas tendrá resguardo militar y policial.

Chile

Militarización, extractivismo y Libre comercio. La militarización invadió calles y aulas. Los militares salieron de sus cuarteles. Se dieron poderes al presidente para no requerir la aprobación del Congreso. Mediante decreto, autorizó al ministerio de Defensa y de Educación para imponer instrucción militar en las escuelas, comenzando por el jardín infantil. Así se busca naturalizar la militarización. Castigan con cárcel el no respeto a la cuarentena, aun cuando una mayoría no tiene condiciones para quedarse en casa y sobrevivir así.

Hay otras leyes que agreden gravemente derechos y libertades básicas. Las leyes laborales se ajustaron para quitarle toda responsabilidad a los empleadores frente a los despidos y frente a la condiciones laborales en la crisis sanitaria, y entonces no les importa proteger a los operadores. La minería y las plantas procesadoras de alimentos se volvieron centros de infección y en general el sector patronal (y el Estado) se niegan a asegurar un ingreso mínimo garantizado que con eficacia cubra las necesidades para sobrevivir la pandemia.

Avanza el extractivismo mientras el gobierno somete a la población. Se eliminaron las evaluaciones de impacto ambiental, se acelera el otorgamiento de derechos de agua, pesca, acuicultura y prospección minera, incluso en zonas protegidas. Se aprovecha para encarcelar y/o mantener en la cárcel a líderes sociales. En general se culpa a la población del desastre que enfrenta el país. Presentan el libre comercio cual tabla salvadora irrenunciable: traen campaña para aprobar TPP-11 y el nuevo TLC con la Unión Europea como parte de lo necesario para superar la crisis. Promueven nuevas concesiones al capital transnacional como parte “imprescindible” de la recuperación económica: buscan aprobar cultivos transgénicos por presión directa de Estados Unidos.

Uruguay

El neoliberalismo se revitaliza. La pandemia ha servido para flexibilizar aún más el trabajo mientras se criminaliza el disenso. No se decretó cuarentena obligatoria pero se exhorta al distanciamiento social con suspensión de clases en todos los niveles (ahora ya retomadas) y la exhortación al teletrabajo. La situación sanitaria parece controlada, con muy pocos casos activos y totales. Sin embargo, aumentaron las tarifas de servicios públicos como parte del ajuste neoliberal del nuevo gobierno de derecha. Aunque se aprobaron exoneraciones y préstamos a empresas pequeñas y medianas, se rechazó gravar al capital porque sería “amputar la posibilidad de los que van a hacer fuerza en la salida de la crisis”. Las ayudas monetarias y en especie que se distribuyen son insuficientes.

Las medidas tomadas han afectado la actividad económica y ello repercute en quienes laboran independientes, en condiciones de informalidad y precariedad, un 25% del total de ocupados, que dependen de su empleo diario para sus ingresos. La enorme mayoría de quienes conservan su empleo ya volvieron a trabajar presencialmente.

La decisión de no ir a una cuarentena obligatoria equivale a empobrecer a las clases bajas, media y media baja en el cortísimo plazo, pues la obligatoriedad haría imprescindible implementar un ingreso básico o subsidio que garantizara el acceso a las necesidades básicas.

Mas el gobierno priorizó ahorrar recursos en gastos sociales manteniendo una sub-actividad económica que empobrecerá a una parte importante de la población, pues ya era condenada por la propia sociedad y el gobierno por no quedarse en casa, aunque mucha gente deba salir a buscar que comer.

Reforma del Estado y ajuste neoliberal.En plena pandemia y como parte de la restauración neoliberal, el gobierno presentó al parlamento un proyecto de ley de Urgente Consideración buscando reformar el marco normativo del Estado, de modo que se reduzca su carácter social, su responsabilidad como garante de derechos, ampliando su función represiva y su carácter corporativo. Se busca privatizar y mercantilizar la educación pública, se ataca la movilización, la participación social, el desarrollo de la agricultura familiar, la soberanía alimentaria, la defensa de la biodiversidad y la prioridad del bien común sobre los intereses particulares.

He aquí algunas consideraciones adicionales

1. El despojo se recrudeció. Para toda la región podemos concluir que los procesos de despojo que venían ocurriendo no se detuvieron con la pandemia, se echaron a andar nuevos con argumentación Covid-19. El capitalismo más desnudo “perdió sus buenas maneras” y esto explica porqué es generalizada la desprotección de los pueblos por parte de los Estados y el casi odio de las empresas a sus empleados en el momento más álgido de la crisis. En su estado superlativo, el capital enfurecido por no perder su tasa de ganancia, promueve abiertamente militarización y fascismo, despojo y devastación.

2. Aumentan las restricciones. Se activan políticas y policías sanitarias para restringir la circulación de productos campesinos, con el debido respaldo de nuevas políticas públicas que proliferan en normativas, leyes, estándares y tratados y convenios.

3. El trabajo asalariado se extremó, por juntar los cuidados para la subsistencia con la producción de plusvalía en el mismo espacio; o porque desapareció su fuente de ingreso y hay que inventar más auto-explotación para conseguir bienes vitales.

4. Tenemos que hallar una narrativa que nos ayude a ver la importancia crucial de lo cotidiano, y detonar las propias alternativas. Pero tenemos claro que no habrá forma de evitar que se vayan muchas vidas, no habrá un ¡YA BASTA! sin que haya mucha muerte. Faltan muchos matices por describir y explicar.

5. “Si no cambiamos, no tiene sentido haber sobrevivido a la pandemia”, dijo un periodista peruano.

6. Requerimos combatir las narraciones que nos roban el sentido de lo que ha sido la pandemia: cómo se definen los sectores estratégicos, llamados esenciales, dónde termina el confinamiento para evitar el contagio y comienza una zozobra permanente que es como el paréntesis entre la pandemia y otra nueva zona de crisis (viral, de crisis climática o de hambrunas o sequías extremas).

7. Es urgente transformar el sistema productivo controlado por grandes corporaciones y reformular un sistema alimentario popular orientado a la soberanía alimentaria, produciendo sin destruir los ecosistemas ni el clima.

8. Garanticemos el derecho a una alimentación saludable para todos los pueblos del mundo.

9. Impulsemos resolver lo que más nos importa por nuestros propios medios, imaginativos, comunitarios y respetuosos.

Notas:

[1] Ariel Guzik, “La húmeda virtud del llanto”, Instituto 17, https://diecisiete.org/expediente/la-humeda-virtud-del-llanto/

[2] Hermann Bellinghausen, “No es el virus”, La Jornada, 27 de julio de 2020.

– Para descargar el artículo en PDF, haga clic en el siguiente enlace:Ataques, políticas, resist…(380,14 kB)

Fuente e imagen:  Biodiversidad, sustento y culturas #105

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Entrevista a Santiago Martín:“Los ecosistemas sanos frenan la propagación de enfermedades; son la vacuna más eficaz”.

Entrevista/20 Agosto 2020/Autor: Yayo Herrero/insurgenciamagisterial.com

Santiago Martín Barajas (Teruel, 1962)  es ingeniero agrónomo y vive en Madrid desde los tres años. Trabaja en su propia empresa en temas de ingeniería ambiental. Lleva cuarenta años formando parte del movimiento ecologista –y lo que le queda– y ha reflejado esa trayectoria en un libro titulado Río Arriba. Ha querido escribirlo porque “cuatro décadas de vida dan para mucho y, de vez en cuando, es bueno mirar hacia atrás, hacer memoria y aprender de lo andado”.

Ccuarenta años de ecologismo. En 1977 te hiciste socio de Adena y empezaste tu andadura en las organizaciones ecologistas. Apenas unos años antes se había publicado el informe sobre los límites al crecimiento del Club de Roma, y hoy la situación es mucho peor de la ya terrible que vaticinaba aquel informe. ¿Cómo vives esto?

Me entristece que, a pesar del trabajazo que hemos metido y de todo lo que hemos avanzado en materia de protección y de legislación, el estado de los ecosistemas sea cada vez peor y la crisis ecológica sea cada vez mayor. Cuando yo empecé, no se nombraba el cambio climático, ni muchos de los otros problemas estructurales que tenemos ahora, aunque ya había científicos que los habían denunciado. Yo me involucré de forma muy activa en la conservación de los ecosistemas y de las especies. Y ahí hemos tenido muchas satisfacciones. Tengo que confesar que, a veces, prefiero no mirar los problemas estructurales y dedicar cada momento a defender el territorio concreto. Soy consciente de que están y de que afrontarlos suponen un cambio de mentalidad, de visión y de organización social absolutamente radical pero también de que, por el momento, no hay voluntad política u osadía para afrontar la situación desde las raíces. Alguien lo tiene que hacer y nosotros somos parte de ese alguien. Recuerdo que Ladis (un compañero y amigo de Aedenat y después de Ecologistas en Acción) siempre decía que los ecologistas tenemos mucha más razón de la que nos gustaría tener.

Pero además, la defensa del territorio concreto es clave. Ante los problemas climáticos y de desbordamiento físico que tenemos ahora, la supervivencia dependerá de mantener y conservar los cada vez más escasos espacios naturales que tenemos. Por eso, cada valle, cada río, por pequeño que sea, importa.

Tu vienes de un ecologismo conservacionista ¿Por qué es tan importante la conservación?

La preservación de la mayor cantidad de territorio es el legado que le dejamos a las generaciones que vienen para que puedan construir su presente. Que tengan posibilidades de vivir y acceder a recursos básicos, como el agua, la energía o la alimentación, dependerá de que defendamos esos espacios del cemento, de las macrogranjas, de la sequía estructural, de los proyectos especulativos delirantes o de la construcción de infraestructuras innecesarias. Hay que conservar el territorio, los ríos, los valles… Puede que dentro de unos años, con lo que está cayendo, la sociedad haya cambiado y sea consciente de lo que se juega. Entonces, la posibilidad de sobrevivir y reconstruir una organización social diferente pasará por esos valles, ríos y bosques que hayamos sabido y podido conservar. Si no, no hay opción.

La lucha contra el cambio climático y las desigualdades atroces se juega también en estas acciones, en lo micro. Los daños ambientales en muchos casos son irreversibles. La satisfacción de las necesidades, la justicia y la conservación no son cosas separadas.

¿Cómo te haces ecologista?

Desde muy pequeño me gustaba la naturaleza, los animales, las plantas. Según iba creciendo me di cuenta de cómo iban desapareciendo. Tendría diez o doce años y recuerdo que en Moralzarzal destruyeron un bosque para meter una urbanización. Yo me bañaba en el río Samuriel que venía desde Becerril y desembocaba en el embalse del Manzanares. Tuvimos que dejar de hacerlo porque se contaminó con las aguas residuales de Becerril.

Recuerdo que una vez, íbamos a Teruel y mi padre paró en una gasolinera. Había un guarda de finca y llevaba atado un tejón muerto en la parte de atrás de la moto. Yo nunca había visto un tejón. Pensé pero ¿por qué?, ¿por qué le ha matado?

A mi padre le gustaba la naturaleza. Me señalaba las aves rapaces cuando aparecían planeando , indicándome que eran águilas. Me fue entrando la curiosidad y el cariño por la naturaleza. En mi casa aprendí que había que moverse por lo que te importaba. Si no quería que todo desapareciese, yo también me tenía que hacer responsable de la conservación. Tenía que organizarme para defenderlo y actuar.

Hace unos días, en el curso de verano sobre cambio climático que ha organizado La Marea, Héctor Tejero señalaba que parte del movimiento ecologista ha sido maximalista y algo cenizo. Plantea que, dado el orden de las cosas, sin perder el norte, hay que apostar también por el pragmatismo. ¿Cómo ves tú esa relación entre el cambio de modelo y el pragmatismo?

Creo que hay que ser pragmático. No creo, la verdad, que se pueda decir que el movimiento ecologista no lo haya sido. Es verdad que tenemos un análisis y propuesta de conjunto ambiciosa, que no es que no sea pragmática, sino que apunta a la línea de flotación de la economía en la que vivimos, a la forma de resolver las necesidades y el consumo que es lo que, de fondo, se nos está llevando por delante. Pero teniendo eso claro, nos hemos metido en todos los charcos. No da igual que un valle se haya salvado a que haya sido destruido. No se puede perder el horizonte. Queremos salvar el planeta en sí mismo y para la población. Nunca he tenido problemas en reunirme con cualquiera, pero los objetivos siempre los he tenido claros. El estar en un grupo ayuda, Si tú te pierdes, los compañeros te ayudan a encontrarte de nuevo.

Recuerdo, por ejemplo, el grupo de trabajo que estudió el Plan Hidrológico Nacional en el seno del Consejo Nacional del Agua. Nos miramos 60.000 alegaciones, y analizamos el plan con sumo detalle. Como consecuencia de ese trabajo, metimos varios artículos en la ley que llevan vigentes desde hace 19 años. Echamos abajo 13 proyectos de grandes embalses. Eso significa que se salvaron trece valles. En ese proceso, aguanté recriminaciones, críticas e incluso alguna amenaza velada de regantes. Estuvimos en medio del choque entre gobiernos autonómicos. Improperios muchos. Discusiones acaloradas también.

Somos radicales en los planeamiento pero nos hemos sentado en mesas con gobiernos y representantes políticos de todos los colores, y digo todos. Hemos hablado con empresarios y con quien nos ha querido escuchar. Hemos presionado y negociado leyes y decretos frase a frase y hemos conseguido algunos logros. Hemos elaborado proyectos y protocolos que le hemos dado hechos a la administración y que han aprobado y aplicado. Hemos realizado cientos de estudios rigurosos, hasta tal punto que las propias administraciones públicas los han tomado como referencia. Nos hemos metido en todos los charcos que se nos han puesto delante. No hay denuncia o juicio por corrupción en el que no estemos personados. Y nuestros abogados y abogadas, todas ellas activistas, han conseguido doblarle el brazo a corruptos que tenían a los mejores bufetes de abogados detrás. Otra cosa es que las sentencias se cumplan.

No perdemos el norte de dónde están los problemas estructurales, pero eso no ha impedido que nos hayamos arremangado y entrado en las cosas más prácticas de forma pragmática… Ha sido una satisfacción y creo que es un trabajo útil. Creo que merecía la pena y a mí desde luego me compensa.

Insisto, no hay nada más pragmático que saber que te moviste para preservar un río, un valle o un espacio público en la ciudad y que ese valle seguirá ahí porque nosotros y nosotras nos movimos para defenderlo.

¿Cuáles han sido los peores momentos, los que te han hecho sufrir?

Que los regantes o los cazadores te llamen de todo la verdad es que no me afecta mucho. Pero sí que me ha dolido perder algunas campañas en las que invertimos mucho tiempo y energía: Riaño, Itoiz, el desdoblamiento de la M-501… No es que me hayan hecho sufrir, pero sí que me preocuparon, sobre todo por mi familia, algunas campañas de acoso y amenazas. Cuando todo el follón del desdoblamiento de la M-501, un periódico de la Sierra Norte (en 2006) sacó su número y en la portada en letras enormes ponía Santiago Martín Barajas: enemigo público de la Sierra Oeste. La revista se regalaba en los ayuntamientos y comercios, y la portada se colocó en los tablones de anuncios de bastantes ayuntamiento de la zona, incluyendo el del pueblo donde vivo. Finalmente los tribunales nos dieron la razón. El desdoblamiento era ilegal, pero hacía varios años que Esperanza Aguirre lo había inaugurado. De todos modos, lo que llevo peor son los problemas internos de las organizaciones. Es mi talón de Aquiles. Al principio lo único que veía eran escisiones y eso lo llevaba fatal.

Fuiste una de las personas clave para la conformación de Ecologistas en Acción…

Yo entré en Aepden (Asociación Ecologista para la Protección de la Naturaleza) a finales de 1979. En los años siguientes me di cuenta de que el movimiento ecologista estaba atomizado y era poco eficaz. Volvemos a lo de antes del pragmatismo, el ecologismo no era un fin en sí mismo, tenía sentido solo si se conseguían cosas. Apostamos por la unificación del movimiento por razones fundamentalmente de eficacia. Yo no veía diferencias ideológicas insalvables, más bien transformábamos problemas de egos en diferencias ideológicas. Trabajamos mucho, yo lo hice sobre todo con Theo Oberhuber , para unificar, primero a través de la Coda (Coordinadora para la Defensa de las Aves, que después pasó a llamarse Coordinadora de Organizaciones de Defensa Ambiental) y luego ya en la constitución de Ecologistas en Acción. Lo empezamos a gestar a finales de los ochenta y lo conseguimos en 1998.

La clave fue el respeto a la gente y las ideas de los demás. Fue compleja la unificación pero lo que vino después no fue tampoco fácil, cuando hubo que mantener lo unificado y surgían los conflictos. Ahí aprendimos que la mediación y el abordaje de los conflictos era muy importante. Tuvimos que ir aprendiendo y hubo compañeros y compañeras que, con mano izquierda y no dejando pudrirse las cosas, ayudaron a conseguirlo. La constitución de Ecologistas fue muy satisfactoria. La mayor parte de los colectivos que se quedaron fuera hoy ya no existen. Se ha ido incorporando mucha gente joven al colectivo y hoy podemos decir que no desaparecerá según se vayan ‘jubilando’ los activistas más mayores.

La confederación supuso también el encuentro entre un ecologismo conservacionista y otro más político que anteriormente estaban separados e incluso algo enfrentados.

Con el tiempo fuimos penetrando unos en las ideas de otros y aprendimos mutuamente. Todos fuimos acercando nuestras posturas y entendiendo que las dos miradas eran complementarias. No había posibilidad de conservar nada en un sistema económico que lo transforma todo en mercancías, ni había posibilidad de construir un mundo alternativo sin tierra, agua, biodiversidad… Recuerdo especialmente los debates y la relación con Ramón Fernández Durán y Ladislao Martínez, dos compañeros que ya no están. Con los dos tuve muy buena relación. De Ramón apreciaba su inteligencia ligada a una coherencia personal impresionante. Era una persona tremendamente valiosa. Ladis también era muy inteligente, aportaba un gran empuje, y tenía una enorme capacidad para crear plataformas y mover gente.

Ahora, la diferencia entre los “pajareros”, que nos llamaban así, y los de la ecología política ya apenas existe. Ha sido una homogeneización enriquecedora. Hay veces que la homogeneización pasa por perder riqueza y dejarte casi todo por el camino. Aquí no. Todos hemos ido asumiendo. Ese es el mayor valor. Creo que lo hemos conseguido porque hacemos cosas en común: las manis, los proyectos, las acciones , los informes, las fiestas, salir de vez en cuando al campo… Lo ves de otra manera si hay aprecio. También por el tiempo que se le ha metido a la mediación y resolución de conflictos. Lo que hemos conseguido permite que podamos llegar prácticamente al último rincón de España, donde casi siempre hay un pequeño grupo de Ecologistas en Acción.

Llama la atención que en el movimiento ecologista casi todas las personas de más edad sean hombres. Son muy pocas las mujeres que han aguantado ¿por qué?

Se ha producido un cambio espectacular. En los ochenta teníamos la teoría clara pero la realidad era la que era. A las mujeres se las relegaba a puestos muy poco visibles. Nosotros creíamos que eran ellas las que se autorrelegaban, luego vimos que no era así, que las formas de relacionarnos eran importantes y que para dejar hueco había que quitarse de en medio. Entonces, teníamos muchas compañeras potentes pero la mayor parte de las que pintaban pancartas eran mujeres y nosotros teníamos las tareas más visibles. Mi compañera llevó la tesorería muchos años, la colocación de stands en ferias y similares, y yo no hubiera dedicado el tiempo que he dedicado al activismo si ella no hubiese asumido una buena parte de la organización cotidiana de nuestra casa.

Para cambiar ha sido fundamental la llegada de mujeres feministas a la organización. Ellas se han dado la palabra y se han dado visibilidad, aunque hay que estar vigilantes porque, en cuanto nos despistamos, se puede volver a lo de antes. Nosotros en las cosas más visibles y ellas en las menos visibles. Esta organización se ha enriquecido mucho con la presencia masiva de mujeres.

Has tocado muchos “palos ecologistas”, pero tu línea de trabajo más constante ha estado vinculada al agua ¿cómo está ahora la situación?

En nuestro país, los recursos hídricos disminuyen a causa del cambio climático pero el regadío no para de crecer. Supone más del 85% del consumo. Vivimos al día con el agua. Antes, los embalses eran almacenes, ahora son prácticamente estaciones de transferencia. Hemos tenido una primavera lluviosa este año pero los embalses están más de siete puntos por debajo de la media anual. Como falle una primavera y un otoño seguidos, sufriremos un colapso hídrico y tendrá que haber cortes de agua en núcleos de población importantes. Cuando el Plan Hidrológico ya advertíamos de ello. Recuerdo una reunión de la Comisión Permanente del Consejo Nacional del Agua en la que estaba el consejero de Agricultura de Murcia y, después de que yo dijese que no se había tenido en cuenta la reducción de recursos hídricos a causa del cambio climático, interrumpió y dijo que eso del cambio climático era una tontería y que lo único que se había publicado hasta el momento sobre el tema eran poco más que “hojas parroquiales”. Qué peligro que nos gobierne gente que llama a los informes científicos hojas parroquiales…

¿Resolvería el problema hacer más embalses?

Es un mantra repetido lo de hacer más embalses, pero la construcción de los mismos no implica que esa agua aparezca como por arte de magia. No llueve más ni hay más agua por construir más embalses. Hay que pensar en la utilización racional del agua, en las necesidades reales y más con el cambio climático que se está produciendo.

¿Y la desalación?

La desalación no es una solución. Se puede recurrir a ella puntualmente, en caso de apuros, pero no es una solución estructural. Por una parte se genera un problema de vertidos de salmuera (70 gramos de sal por litro). Esos vertidos al ir a parar al mar, liquidan las praderas de posidonia y expulsan a los peces. Además está el problema del consumo energético, ya que hay que quemar carbón o fuel para desalar, lo que conlleva un incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero. No puede ser un continuo, puede ser un apoyo puntual. Si las metemos de forma continua, lo único que conseguiremos es estimular el crecimiento de las demandas y generar un efecto rebote. Se disparará aún más el consumo de agua.

Tenemos ya más de 4.000.000 de hectáreas de regadío. No debería haber más de 3.000.000. Con esa cantidad se puede dar de comer a toda la población y sigue quedando parte para la exportación. Si no se reajusta el riego a lo físicamente posible, se reconvertirá por las malas, cuando llegue la siguiente sequía plurianual.

El problema está en que la conservación del planeta es incompatible con un crecimiento económico ilimitado, y establecido como principal objetivo. Esto hay que tenerlo claro. Porque si no, lo que sucede es que se agravan los problemas y se agudizan las desigualdades.

Otro de los temas sobre los que insistes recurrentemente es la importancia de la biodiversidad…

Sí. Estamos viviendo una pérdida de biodiversidad aceleradísima. Es tirar piedras contra nosotros mismos. La pérdida de biodiversidad supone perder un patrimonio genético irrepetible e irrecuperable que nos ha servido y nos puede seguir sirviendo para curar enfermedades, producir alimentos en ámbitos climáticamente hostiles, para la fabricación de útiles de todo tipo, etc.

En los años setenta u ochenta, ya no me acuerdo, había un anuncio en la tele que decía “el ser humano ha llegado a la luna, ha creado ciudades inmensas, pero somos incapaces de fabricar una flor.” Perder biodiversidad supone condenar a montones de personas de antemano. Los ecosistemas sanos frenan la propagación de enfermedades, son la más eficaz vacuna.

Cada especie que se extingue, significa que desaparece para siempre el fruto de un proceso evolutivo de miles de años. Me resulta tremendo pensar en la extinción de algo que estuvo vivo durante milenios en apenas unas décadas. ¿Quiénes somos nosotros para hacerla desaparecer?

¿De qué te sientes especialmente orgulloso?

Es un orgullo haber podido contribuir a la conservación y mejora de muchas áreas naturales. He dedicado, con otros, muchos y muchas, años a ello. Comarca a comarca, laguna a laguna, río a río, monte a monte, hemos ido consiguiendo territorios liberados para la vida natural. Pero uno de los proyectos que me ha hecho más feliz ha sido la renaturalización del Manzanares. Una buena parte de la actividad ecologista tiene que ver con oponerte a las burradas que se hacen sistemáticamente y a nadie nos gusta el conflicto. Este fue un proyecto en positivo. No nos hemos tenido que enfrentar con casi nadie. Teníamos la intuición de que funcionaría y la naturaleza ha estado a la altura, e incluso ha superado nuestras expectativas. Se ha generado un bosque de ribera espectacular. Ahora los madrileños y madrileñas nos felicitan. Gente de más de ochenta años que pasea por allí y te dice que nunca había mirado al río y que se sienten orgullosas de él. Ahora todos los grupos municipales apoyan plenamente el proyecto de renaturalización.

Fuente: https://insurgenciamagisterial.com/los-ecosistemas-sanos-frenan-la-propagacion-de-enfermedades-son-la-vacuna-mas-eficaz/

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Libro(PDF): «Retos latinoamericanos en la lucha por los comunes. Historias a compartir»

Reseña: CLACSO

A lo largo de la historia, particularmente en las últimas décadas, los pueblos campesinos e indígenas han sido despojados de sus territorios por distintas vías, incluyendo su patrimonio biocultural tanto tangible como intangible. Desde las tierras bajas o altas, los bosques, la biodiversidad, las selvas, los manantiales, los ríos, la agrobiodiversidad, las semillas, los conocimientos, las agroecotecnologías que transforman, conservan, utilizan y regeneran han sido la base de la vida, de la identidad y de la historia de los pueblos originarios. Las aceleradas apropiaciones y la destrucción de los comunes naturales por las corporaciones transnacionales han generado procesos de despojo centrales para abrir nuevos espacios de inversión, generando salidas espaciotemporales frente a las crisis de sobre-acumulación. Inclusive, los Estados latinoamericanos compiten para recibir porciones del capital global en sus territorios para tener «oportunidades» de inversión, a costa de la devastación de los comunes a través de la apropiación instrumental de la naturaleza y de los pueblos que les dan vida a expensas de la explotación laboral y la precarización de sus derechos sociales.

De las Reflexiones finales de Elena Lazos Chavero

Autor (a): 

Elena Lazos Chavero. [Coordinadora]

Elena Lazos Chavero. Cecilia Gárgano. Edith Carolina Pineda Pinzón. Luz Palestina Llamas Guzmán. Claudia Dary. Claudia Rivera Rosales. Gabriela Lichtenstein. Cloe Mirenda. [Autoras de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina.

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-722-611-9

Descarga: Retos latinoamericanos en la lucha por los comunes. Historias a compartir

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2212&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1404

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Comunidad en la Selva Maya obtiene certificado por conservar la biodiversidad

América/México/03/06/2020/Autora: Priscila Hernández Flores/ Fuente: desinformemonos.org

 

En Campeche, al sur de México, en el Ejido Nuevo Becal todo está conectado. Nada ni nadie está aislado. Si hay jaguar, hay pecarí. Si hay milpa, la comunidad tiene qué comer. Si hay árboles, el zopilote rey puede anidar. Si hay árboles es porque hay bosque. Y si mantienen saludable el bosque es porque se realiza un manejo forestal comunitario.

A principios de mayo de este año, el Ejido Nuevo Becal obtuvo el primer certificado comunitario en México, por “Demostración del Impacto sobre Servicios Ecosistémicos”, otorgado por el Forest Stewardship Council (FSC). Esta certificación reconoce el trabajo que ha realizado esta comunidad, asentada en la Selva Maya, por conservar la biodiversidad en las 51 135 hectáreas que son de propiedad común.

La FSC solo ha entregado 29 certificados de este tipo en nueve países. El Ejido Nuevo Becal, que se localiza dentro de la Reserva de la Biósfera de Calakmul, es el primero en obtenerlo en la región de Norteamérica. A nivel mundial, la Cooperativa dos Productores Agroextrativistas do Bailique (AmazonBai), en Brasil, fue la primera en obtener esta certificación.

Acahual en Ejido Nuevo Becal, Quintana Roo
Con este certificado, el Ejido de Nuevo Becal puede demostrar con datos que el manejo forestal que realizan también conserva la biodiversidad. Foto: Consuelo Pagaza /CCMSS.

El certificado de “Demostración del Impacto sobre Servicios Ecosistémicos” de la FSC otorga a las comunidades o empresas certificadas una herramienta para medir, verificar y comunicar los impactos positivos de sus operaciones en la conservación del agua, el suelo, la biodiversidad o la captura y almacenamiento de carbono.

Este tipo de certificado —explica Tania Caro, coordinadora de desarrollo de negocios de FSC-México— permite que las comunidades y ejidos puedan entrar al mercado de los servicios ecosistémicos.

Por ejemplo, si algún organismo público o privado, nacional o internacional, desea aportar recursos al Ejido Nuevo Becal, la comunidad puede demostrar con datos que está contribuyendo a la conservación de especies como el zopilote rey (Sarcoramphus papa) o el jaguar (Panthera onca).

Desde 2016, el Ejido de Nuevo Becal ya contaba con el certificado internacional FSC, el cual garantiza que la comunidad produce madera sin poner en riesgo el futuro del ecosistema. Además, desde enero de 2018, el 90 % del territorio del ejido fue reconocido como Área Destinada Voluntariamente a la Conservación (la de mayor extensión en el país), al recibir el certificado de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).

Acahual, en Quintana Roo, México
Imagen de un acahual, una zona de recuperación de la selva, en el Ejido Nuevo Becal. Foto: Consuelo Pagaza/CCMSS.

Conciliar aprovechamiento forestal y conservación

El jaguar es una de las especies emblemáticas del Ejido Nuevo Becal. También es uno de los animales favoritos de Lucio López, responsable del consejo de vigilancia del ejido y quien cuenta que conservar a este felino es uno de los orgullos de la comunidad.

Ahora a ese orgullo, y al de tener la zona más grande de México destinada a la conservación, se suma el de “ser los primeros” en el país en conseguir la certificación por servicios ecosistémicos.

“Nos sometimos a diferentes evaluaciones rigurosas”, recuerda Lucio López. El ejido, cuenta, buscó esa certificación para que los productores de madera, miel, semillas y otros productos tengan un mayor beneficio económico. “Por ejemplo, que el pago del (goma para elaborar) chicle tenga mejor precio en los mercados voluntarios de carbono”.

Desde el 2009, el Ejido Nuevo Becal aprovecha sus recursos forestales en forma sustentable. Para comenzar en este modelo, los 74 ejidatarios de Nuevo Becal tuvieron que hacer, entre otras cosas, un plan para el aprovechamiento de su territorio. Se preguntaron: ¿dónde se puede hacer aprovechamiento forestal, dónde se puede tener la milpa, dónde la ganadería, dónde es factible el aprovechamiento de fauna? Y, sobre todo, qué área se dedicará solo a la conservación de la biodiversidad, explica José Zúñiga Morales, director de la Reserva de la Biosfera de Calakmul.

Ejido Nuevo Becal
En el Ejido Nuevo Becal, la conservación de la fauna de la selva maya es una prioridad. Foto: Cortesía Ejido Nuevo Becal

La estrategia de conservación del Ejido Nuevo Becal, explica Zúñiga Morales, no está diseñada alrededor de una sola especie, “ni en función de conservación per se. La estrategia es el resultado del manejo forestal comunitario, certificado por FSC desde 2016, y del ordenamiento” que se dio en las tierras comunitarias del ejido.

Esta estrategia, que tiene en sus cimientos un programa de manejo forestal a 15 años, ha permitido que la comunidad pueda generar fuentes de empleo, a través de un aprovechamiento sustentable del bosque tropical.

El aprovechamiento forestal, por ejemplo, emplea a 150 personas; en la recolección de la resina de chicozapote (Manilkara zapota), que sirve para elaborar chicle, laboran 20 ejidatarios; y en la unidad germoplasma que permite la conservación de las semilla de la caoba (Swietenia macrophylla), trabajan 20 ejidatarios.

Además, la comunidad también ha buscado diversificar sus fuentes de ingresos, para no depender solo de la venta de la madera, por lo que ha desarrollado proyectos de producción de miel orgánica y de té de un árbol que en la región se conoce como Ramón (Brosimum alicastrum). Este último proyecto está a cargo de una cooperativa de mujeres. Estos emprendimientos integran el Sello Colectivo Calakmul.

A esto se le suman las fuentes de trabajo que se generan en las dos Unidades de Manejo Ambiental que tiene el ejido, espacios con permisos para la reproducción y el aprovechamiento de venado blanco, faisán y tepezcuintle.

Ejido Nuevo Becal, Calakmul, Quintana Roo
La producción de miel es una de las varias actividades productivas que desarrollan en el Ejido Nuevo Becal. Foto: Consuelo Pagaza / CCMSS

En el Ejido Nuevo Becal, cuyas tierras forman parte de la Selva Maya, la producción sustentable de madera y de productos no maderables no está peleada con la conservación de cuatro especies: el jaguar, el tapir (Tapirus bairdii), el pecarí de labios blancos (Tayassu pecari) y el zopilote rey. Las cuatro están bajo alguna categoría de riesgo, además de que se consideran especies “paraguas”, porque su conservación permite proteger, en forma indirecta, a otros animales.

Y si se habla de flora, el Ejido Nuevo Becal se considera un área vital para la conservación de la caobaespecie arborea protegida por el el Apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).

En Nuevo Becal la organización es a través de usos y costumbres, por lo que las decisiones se toman durante asambleas; así es como los integrantes del ejido han acordado que parte de su territorio sea área destinada voluntariamente a la conservación; así fue como también votaron a favor de que se realizaran todos los trámites para conseguir la certificación internacional de servicios ecosistémicos de la FSC.

En la comunidad “hay una gobernanza interna que les ha permitido tomar decisiones (como comunidad) y seguirlas”, comenta María Luis Villarreal Sonora, de la empresa Sociedad de Servicios Técnicos (SOSETEC Selvas de Calakmul, SC de RL), y quien asesoró al Ejido Nuevo Becal durante el proceso de la certificación. Ella organizó los indicadores de los 16 proyectos productivos que tiene el ejido.

Monitoreo “inteligente”

En el Ejido Nuevo Becal se realiza un monitoreo constante, sobre todo en la zona considerada como de alto valor de conservación. Para esto se utiliza el sistema SMART —un software y otros soportes — desarrollado exclusivamente para colectar, almacenar, comunicar y evaluar datos que ayuden a la protección ambiental.

Un consorcio, formado en 2011 e integrado por diversas organizaciones internacionales dedicadas a la conservación de especies, impulsó la creación de SMART, sistema que hoy se utiliza en 500 áreas de conservación de 47 países.

Con una capacitación previa sobre SMART, la misma comunidad puede hacer el monitoreo directamente para obtener información de la distribución de las especies, su hábitat y si ha crecido o disminuido la población. Este programa tiene como principal ventaja que graba de forma rápida datos de campo georreferenciados para luego organizarlos y sistematizarlos.

El director de la Reserva de la Biósfera de Calakmul, José Zúñiga Morales, explica que este sistema se utiliza en el Ejido Nuevo Becal, pero también en Guatemala y Belice, sobre todo para monitorear la Selva Maya.

Un gato_Jaguarundi_Herpailurus yagouaroundi_Muy raro de verse/Ejido Nuevo Becal
Entre los felinos que se han registrado en las tierras del ejido está el yaguarundi (Herpailurus yaguaroundi), especie que se encuentra en la categoría de Amenazada. Foto: Cortesía Ejido Nuevo Becal.

Zúñiga Morales asegura que en México, el Ejido Nuevo Becal va un paso adelante en el uso de esta tecnología, ya que hay planes de implementar este tipo de monitoreo en otras áreas naturales del país.

Los integrantes de la comunidad de Nuevo Becal ya recibieron capacitación para aprender a utilizar el sistema SMART, así como a manejar drones y otros equipos. Además, se instalaron cámaras trampa, con las que han registrado a diversas especies. Por ejemplo, se ha confirmado la presencia de 35 jaguares tan solo en los terrenos que pertenecen al ejido.

El tapir es una de las especies registradas por las cámaras trampa en forma constante; eso muestra que “Nuevo Becal tiene condición de hábitat favorable para que se reproduzca”, señala el director de la Reserva de la Biosfera de Calakmul.

En el caso del Zopilote Rey, explica, “se ha visto un mantenimiento de la población, no podemos hablar de crecimiento porque son especies de alto desplazamiento. Este se ha establecido y mantenido los mismos nidos y año con año ha estado aportado las crías. Es una zona de anidación y reproducción de zopilote rey. Y agrega que, pese a la sequía que afecta a la región, no se ha perdido un solo nido”.

Impulsar el certificado por servicios ecosistémicos

Este año el Ejido Nuevo Becal se postuló al Mérito Ecológico 2020, certamen impulsado por la Comisión Nacional Forestal (Conafor) para reconocer proyectos que, a través del manejo ambiental fomentan la no discriminación, igualdad de género y procesos comunitarios.

Además, el ejido busca formar parte del Programa el hombre y la biósfera de la UNESCO, el cual reconoce el esfuerzo de la comunidad para la conservación del medio ambiente, el impulso que dan a la investigación científica y el desarrollo sostenible.

Tapir. Tspirus bairdii/Ejido Nuevo Becal
El tapir (Tapirus bairdii) también se ha registrado en el Ejido Nuevo Becal, en el municipio de Calakmul, Campeche. Foto: Cortesía Ejido Nuevo Becal.

Con esto, explica el director de la Reserva de Calakmul, buscan “demostrar que esta comunidad cumple con los estándares internacionales del programa hombre y biosfera para ser la primera biosfera comunitaria en el mundo”.

Así como buscan ese reconocimiento, el ejidatario Lucio López cuenta que a su comunidad le gustaría que otros ejidos repliquen lo que se está haciendo en Nuevo Becal: cuidar y mantener los bosques para que las futuras generaciones puedan recorrer la selva que tanto les gusta a ellos y al jaguar. Porque ellos y el jaguar están conectados en territorio e identidad, tanto así que este felino es la imagen que identifica al Ejido.

Fuente: https://desinformemonos.org/comunidad-en-la-selva-maya-obtiene-certificado-por-conservar-la-biodiversidad/

* Imagen principal: El Ejido Nuevo Becal se encuentra dentro de la Reserva de la Biósfera de Calakmul, en Campeche, México. Foto: Thelma Gómez Durán.

Publicado originalmente en Mongabay Latam

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Entrevista a Yayo Herrero: «El aislamiento ha sido el desencadenante para reconocer la interdependencia»

Por: Pablo Gutiérrez de Álamo

Yayo Herrero es una de las principales voces del ecofeminismo. Hablamos con ella para analizar la situación en la que nos encontramos y los retos que habría que afrontar en los próximos meses para que, después del coronavirus, afrontemos la crisis económica y social de una manera diferente a como lo hicimos en 2008.

La tercera semana de confinamiento comenzó con medidas más restrictivas para intentar aliviar la presión sobre el sistema sanitario. Un sistema que se ha visto desbordado de mil maneras. Todo el Estado, todo el sistema, se encuentra en una situación similar. Hasta el 9 de abril sólo podrán salir a trabajar aquellas personas que lo hagan en sectores estratégicos. Yayo Herrero cree que es necesario plantear unas nuevas políticas sociales y económicas más próximas a lo sociocomunitario, que permitan, entre otras cosas, una redistribución de la riqueza (para evitar que las capas sociales menos favorecidas no sean las que paguen los platos rotos de la crisis económica derivada del coronavirus). Opina que la situación actual ha puesto de manifiesto cómo los trabajos de cuidados, invisibilizados y poco valorados habitualmente, se han vuelto esenciales para sostener el confinamiento.

Parece que la crisis sanitaria está rompiendo ciertas costuras del sistema. ¿Cómo ve la situación?

La crisis sanitaria de la Covid-19 tiene lugar en un marco fuertemente tensionado. La salida de la crisis de 2008 se basó en políticas de austericidio, recortes de servicios públicos, rescate y mantenimiento de las estructuras financieras. En muchos casos, a costa de una precarización de la mayor parte de la gente. Por un lado, el importante desmantelamiento de la red de servicios públicos: sanidad, educación, dependencia; y por otro, la fragilización del trabajo. Las condiciones laborales, que ya eran frágiles, se deterioraron mucho más.

Antes de las crisis de la Covid-19 éramos un país con altas tasas de desempleo, con gran cantidad de trabajos de baja calidad, personas que tienen trabajo pero son pobres, fuerte crisis habitacional con la generación de la burbuja. Ahora, tenemos un modelo económico que, estructuralmente, es tremendamente dependiente. Dependiente de energía del exterior, de materiales y alimentos, y basado en monocultivos como el turismo que son tremendamente frágiles.

La crisis llega en este marco estructural. Por delante nos encontramos que las emergencias no son sólo las sanitarias. Hemos declarado la emergencia climática, todas las proyecciones del IPCC dicen que nuestras economías se resentirán por la influencia del cambio climático. Y esta es una crisis económica que era anunciada ya desde hace tiempo.

Esto es importante tenerlo en cuenta para analizar y tratar de presionar para ver qué tipo de políticas públicas se ponen en marcha para afrontar esta crisis sanitaria. Si la salida es similar a la de 2008, pero partiendo de un punto más precario, mucho más frágil, podemos encontrarnos una situación de empobrecimiento generalizado y precarización aún mayor. Y, sobre todo, cuando los discursos de ideología ultraderechista, o neofascista, van calando en algunos sectores de la población que cada vez tiene más miedo, o que pretende blindar de alguna manera su propia situación identificando un enemigo que es el otro , lo que está fuera, ante el que debe defender.

¿No cree que habremos aprendido algo respecto a 2008?

Ahora mismo no lo parece. Desde la UE se han hecho discursos grandilocuentes sobre cuántos millones de euros se iban a invertir en medidas sociales. Pero, cuando rascas un poco, ves que buena parte de estas medidas son más bien de impulso y sustentación del sistema financiero. Dar dinero a los bancos para que tengan liquidez para prestar a la gente para que salga por la vía del endeudamiento. No da la impresión, a nivel Europeo, que el 2008 haya dejado un aprendizaje interesante, al menos desde el punto de vista de las condiciones de vida de las personas. Quizás desde otros puntos de vista, desde los intereses de los grandes capitales, sí; no les salió tan mal y por eso pretenden reeditarlo.

Y ¿en el ámbito más local?

Si miras dentro del mismo gobierno, traslucen tensiones importantes. Una parte que quiere mantener un poco el pacto de estabilidad, el déficit, la dinámica algo más neoliberal de fortalecimiento financiero; y otra parte del gobierno que presiona para intentar sacar adelante medidas como la mejora de las condiciones de los ERTE, o la prohibición del despido a partir de ahora por causa del coronavirus. O algunas medidas que esperamos como la suspensión de alquileres, aunque sea con una pequeña protección a los propietarios que tengan alquilada la casa y sea su único ingreso. Sin estar satisfecha y siendo bastante crítica, por supuesto me planteo qué pasaría en esta circunstancia si tuviéramos un gobierno completamente neoliberal.

A pesar de las tensiones, ¿diría que la sociedad está viendo que los servicios públicos se han convertido en algo esencial?

Este es de los grandes aprendizajes de las últimas semanas. Tengo la sensación de que una parte importantísima de la sociedad, diría mayoritaria, de repente es consciente de la importancia de tener un sistema sólido de salud pública que hace que cualquier persona, venga de donde venga y tenga lo que tenga, disfrute del derecho y la posibilidad de ser dignamente atendida en un hospital. Independientemente de que en este momento, la lógica de recortes haga que se esté teniendo que hacer en unas condiciones tremendamente precarias.

Hay una explosión de reconocimiento, de agradecimiento, hacia todas las personas que trabajan en el ámbito de la sanidad pública, y no sólo: cuidadoras, trabajadoras domésticas, reponedores de supermercado, carretillas, transportistas… de repente nos damos cuenta de que una buena parte de los trabajos, que por cierto, están mayoritariamente feminizados y que han sido absolutamente precarios, despreciados, mal vistos y desprotegidos, cuando llega el momento de afrontar una cosa de estas, son los que no pueden dejar de funcionar.

¿Trataremos estos trabajos de otra manera a partir de ahora?

Creo que probablemente sí. Para mucha gente lo que vendrá será diferente de lo que había antes. Ver, de repente, este frenazo económico evidenciará la fragilidad de todo el sistema económico y el hecho de que nuestras vidas dependen de un cúmulo de relaciones poco sólidas, precarias, muy basadas en la lejanía. Que cuando caen o se desploman se nos llevan a todos por delante.

Es muy interesante también, creo, en sociedades tan atomizadas como nuestras, sobre todo en los ámbitos urbanos, ver cómo precisamente, la orden de aislarnos, de tener que encerrarnos y mantener la distancia social, ha sido el desencadenante para que mucha gente empiece a mirar por las ventanas, los balcones, empiece a conocer por el nombre a sus vecinos, a preocuparse un poco por otras personas que están en el exterior de sus casas. Teniendo la conciencia de que preocuparte de otras personas hará también que otros se preocupen por ti. Es un reconocimiento de la interdependencia muy fuerte.

Esta situación parece haber dejado claro que la interdependencia es mucho mayor de lo que parecía antes …

Absolutamente. Son sociedades que están hiperconectadas por arriba, en lo económico y político y, sin embargo, en los últimos años se han atomizado mucho por la base. Estamos en un momento de convulsión en el que muchas personas, de manera intuitiva, se ven obligadas a reconectarse rápidamente por pura supervivencia, material y emocional.

Vemos cómo el frenado tan brutal de la economía se lleva por delante las ocupaciones, la normalidad tal cual la conocíamos y, al mismo tiempo, paradójicamente, hace que la atmósfera sea respirable, que el agua sea más clara, que se reduzcan las emisiones. Y revela, yo creo, el gran problema civilizatorio que tenemos: una economía que, cuando crece, destruye las posibilidades de seguir viviendo de forma digna, y cuando decrece, como ahora, con la lógica de poder que hay, cae violentamente sobre las personas más pobres y vulnerables. Y creo que esta doble tensión también puede hacer que muchas personas sean más conscientes de que salir de aquí requiere cambios profundos en nuestras maneras de organizar la economía, la política y la vida.

Parece que la crisis sanitaria tiene que ver con la ingesta de animales salvajes, en este caso, el pangolín. ¿Hay relación entre esto y un sistema económico que empuja a las personas a buscar estas formas de alimentación?

Hay que ser cauta. Debemos leer bastantes más estudios antes de sacar conclusiones precipitadas. Dicho esto, lo que sí me parece absolutamente clave es el hecho de que la cadena alimentaria y las atrocidades que se cometen en ella, son un factor de riesgo en la salud importantes. Sabemos ya mucho sobre la presencia de pesticidas, de productos contaminantes, alteradores hormonales y endocrinos en algunos productos alimenticios.

Ahora, por ejemplo, todo lo que sale con el pangolín. Pero recordemos la encefalitis espongiforme que transmitían las vacas. Hablábamos de vacas que habían sido alimentadas con restos de proteína animal. Obviamente saltarse y el alterar ciclos y dinámicas naturales en muy poco tiempo genera distorsiones y consecuencias que no sabemos por donde vendrán.

Me parece interesante, según he ido viendo, varios artículos en diversas publicaciones europeas sobre la incidencia que tiene la pérdida de biodiversidad en la transmisión más acelerada del virus y en la llegada de estos virus a las cadenas más altas de las redes tróficas, es decir, que la desaparición de la biodiversidad hace que cada vez haya menos especies interpuestas entre los virus y mamíferos. Eso sí que aumenta la expansión de los virus y pandemias.

También hay otros artículos que hablan de que la expansión del virus ha sido más dura en los lugares que previamente tenían un nivel de contaminación más fuerte. Algunos de los investigadores a los que he preguntado me han dicho que todavía tienen que hacer estudios, pero obviamente, si tienes un virus que afecta en mayor medida a personas que tienen patologías previas o afecciones cardiorrespiratorias, y vivimos en ciudades donde la gente respira durante años aire sucio, nos coloca en una situación de mayor riesgo ante virus y pandemias. Que, además, aumentarán debido al cambio climático.

¿Qué cree que deberíamos aprender de esta crisis socialmente?

Creo que si asumimos que esta situación de emergencia no es coyuntural, sino que es una nueva normalidad, que es lo que nos está diciendo la comunidad científica queramos o no queramos escucharla, necesitaríamos actuar en ejes diferentes, empezando por apostar de manera clara por un principio de suficiencia.

Aprender a vivir con lo necesario. Todo el mundo. Esto supone un cambio en los modelos productivos, en los estilos de vida y de consumo absolutamente radical. Por lo tanto, tenemos que cambiar la cultura del reparto. Para que personas que están en situaciones tremendamente vulnerables, empobrecidas y precarias puedan vivir con lo necesario, hay que abordar la redistribución de la riqueza, de los tiempos y de los trabajos que hacen falta para mantener nuestra especie. Mira la cantidad de trabajo de cuidados que se ha revelado como necesario a partir de esta crisis.

Y, finalmente, también hay una política pública basada en la precaución, en la cautela y el cuidado. Parece fácil pero es radicalmente incompatible con la lógica que defiende que hay que correr cualquier riesgo o sacrificar cualquier cosa con tal de que la economía crezca. Este principio del cuidado, desde la lógica del reparto y la justicia para que todos tengan suficiente, supone una manera de abordar la política pública y la economía que está en las antípodas de las que tenemos en el momento actual.

Al igual que el sistema sanitario se ha visto tensionado, el educativo también… ¿Qué respuesta puede dar el sistema?

Tengo la sensación de que por la urgencia y la rapidez con la que ha sucedido todo esto, parte de lo que está pasando cayó directamente sobre el profesorado, que está asumiendo la situación como puede. Estoy viendo un compromiso brutal para intentar atender, hacerse cargo de una situación que ha caído a plomo. Y luego, están las familias. Se dice que el virus afecta igual a todos y que no conoce de clases. El virus probablemente no, pero sus consecuencias son marcadamente diferentes en función de la posición de clase, de si eres gitana o paya, de la edad que tengas.

Cuando vives en una casa de 120 metros, tienes una buena conexión de wifi, una familia que te puede resolver una duda o te puede ayudar a organizar el cuadrante de tareas, estás en mucho mejores condiciones que si vives en una casa de 40 metros, no tienes conexión y, además, tu familia no te puede echar un cable. Y por si fuera poco tienes un profesorado que se encuentra confinado en casa y a su vez tiene hijos, y que lidia con ello como puede.

Fuente e imagen:  https://rebelion.org/el-aislamiento-ha-sido-el-desencadenante-para-reconocer-la-interdependencia/

Fuente original: https://catalunyaplural.cat/es/el-aislamiento-ha-sido-el-desencadenante-para-que-las-sociedades-atomizadas-reconozcan-la-interdependencia/

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Entrevista a Doña Pirigua: “La educación ambiental debe ser una política de Estado”

Por: Yaniris López.

Rosa Margarita Bonetti de Santana, presidenta de la fundación Propagás, enarbola desde hace años un discurso que tiene como protagonista a las generaciones más jóvenes.

Asegura que sin educación no hay política ambiental posible, y que ante la pérdida de biodiversidad y de los efectos ya comprobados de la crisis climática, solo hay que actuar y asumir los cambios que sean necesarios. Pero ya.

“Si nosotros no hacemos el cambio que haya que hacer, todo va a seguir de mal en peor. O sea, ya hemos llegado al último punto de poder hacer. Para que las cosas no sigan empeorando, podemos ir haciendo las cosas poco a poco”.

Y la mejor forma de hacerlo, explica doña Pirigua, es asumiendo el tema como una política de estado y dedicarle más atención a las aulas.

Con ella y con Tomiko Castro, gerente de Pedagogía de la fundación Propagás, conversamos a propósito de celebrarse ayer el Día Mundial de la Educación Ambiental.

LD: Pese a los esfuerzos, y a que algunos ambientalistas dicen que estamos mejorando, el cambio no se nota. Hay cada vez más basura en todos lados, más pérdida de biodiversidad.

Doña Pirigua: Tú das el mensaje, pero también tienes que ir a los sitios y trabajar con las personas. Si vas por ejemplo a las comunidades que están alrededor del río Ozama, eso es una fábrica de basura, 24 horas, los 365 días del año. Entonces tienes que trabajar con ellos, concientizarlos a ellos, porque no haces nada con venir aquí, dar una declaración de que se está haciendo esto y esto… ¿Anjá? Tienes que ir allá, fajarte con ellos y que ellos entiendan por qué no deben tirar la basura al río, y eso toma tiempo. Y sí, es verdad,  hablamos y se dicen las cosas, pero tenemos que ir y fajarnos y eso es la que hace la fundación la mayoría de las veces: vamos, investigamos, educamos, vamos allá, enseñamos el proceso que deben hacer y les damos el seguimiento, pero esos son 174 kilómetros a la vera del río llenos de comunidades.

LD: Si se conoce el problema, ¿por qué no actuamos?

Doña Pirigua: No puedes trabajar con todas las comunidades al mismo tiempo. No hay manera de cómo entrar a esos sitios y recogerles la basura, por ejemplo. Tienen los animales ahí, ¿pero qué hacen los animales? Van al río, y esa es la peor contaminación. Tienes que trabajar con la comunidad, enseñarlos a ellos a hacer compost, a tener al río como un amigo. El río es tu aliado, pero no tu basurero, ningún río en República Dominicana puede ser el basurero de nadie.

Tomiko: Hace falta también aunar los acuerdos, porque a veces las prácticas y las buenas iniciativas están fragmentadas. Debemos tener un sistema de acuerdos y todos debemos cumplirlos, incluyendo el Gobierno, porque los empresarios están haciendo su parte, la parte educativa también, pero tiene que haber consecuencias, hacer que todo funcione, cada quien haciendo su parte. No podemos fragmentar: tú esto y yo aquello. Hay que sentarse en una mesa y aunar los acuerdos para ese bien común que todos queremos.

Doña Pirigua: Además de las consecuencias debe haber también voluntad política para aglutinarlo todo y que las buenas prácticas que surjan se apliquen y se genere lo de la economía circular. Y todo eso lleva a la educación ambiental. La educación ambiental debe ser una política de Estado, se debe aplicar en todas las escuelas de República Dominicana. Soy muy creyente de que sin educación ambiental no hay política ambiental posible. Para eso están las escuelas, públicas y privadas. Deben ser parte de una propuesta educativa.

LD: A veces las empresas usan la responsabilidad social solo como escaparate para promocionarse.

Tomiko: Debemos comunicar los resultados. Las evidencias de las buenas prácticas pueden empujar hacia políticas públicas, porque cuando una persona demuestra que logró con buenas prácticas disminuir los residuos en una escuela y lo publica, lo comparte para enfocarnos no solamente en lo negativo, es una forma de empujar a las autoridades, a los políticos, a ver que sí es posible hacer un cambio. Y miren los resultados: tuvimos una disminución de desechos sólidos y de ruido en tal escuela, o pudimos hacer con los estudiantes una feria de arte con residuos.
UN COMPROMISO AUTÉNTICO

Tomiko Castro señala que ante el compromiso que todos debemos asumir ante  la crisis climática, la fundación Propagás no para de buscar cualquier oportunidad y cualquier espacio para aportar desde diferentes escenarios.
La fundación patrocina en tres universidades un diplomado en Educación Ambiental dirigido a docentes. Lo ofrecen gratis en colaboración con el Instituto Nacional de Formación y Capacitación del Magisterio (Inafocam).

Además de los programas de conservación en diversas áreas protegidas, la fundación ha patrocinado la creación de espacios enfocados en la educación ambiental y la protección de la naturaleza, como la sala “Historia de la vida” del Museo Nacional de Historia Natural, el parque Greta de la Biblioteca Infantil y Juvenil República Dominicana; la sala “Naturaleza, relación y equilibrio” del Museo Trampolín y el pabellón de mamíferos endémicos de La Española en el Parque Zoológico Nacional.

También promueve el establecimiento de ‘minireservas’ de vida silvestre en escuelas en alianza con el Jardín Botánico Nacional y creó hace ocho años el concurso de literatura infantil “Letra Natural”, dirigido a estudiantes. Junto a otras instituciones, participa desde  2019 en el proyecto piloto que procura la recuperación de la microcuenca del Higüero.

Fuente de la entrevista: https://listindiario.com/vida-verde/2020/01/27/601378/dona-pirigua-la-educacion-ambiental-debe-ser-una-politica-de-estado

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