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Una parte del planeta siempre está congelada y funciona como una nevera enorme de carbono

Una parte del planeta siempre está congelada y funciona como una nevera enorme de carbono

Llevamos una semana conviviendo con nieve y hielo en todo el centro de la península ibérica. Aunque la situación es insólita en nuestro país, en algunas zonas del planeta este es el paisaje habitual todo el año. Científicos del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales se han adentrado en el mundo helado para contar qué pasaría si desapareciera.

Los precios de los apartamentos de algunas regiones nórdicas están bajando en picada. ¿El motivo? Se habían construido sobre suelo helado que parecía que sería sólido para siempre y ahora se está deshaciendo. A nivel climático, los efectos de este deshielo van mucho más allá y podrían hacer fracasar la lucha contra la crisis climática.

Tres intrépidos investigadores del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y la Universidad Autónoma de Barcelona se han embarcado en dos expediciones por el mundo helado para conocer mejor las consecuencias devastadoras del deshielo y encontrar cómo mitigarlas: una primera en Suecia, en 2018, y una segunda en Alaska el año pasado.

Son Olga Margalef, Oriol Grau y Sergi Pla. “El suelo helado de los países árticos se está degradando debido al incremento de temperaturas de todo el planeta y las fronteras han retrocedido unos 30-80 km”, comenta Margalef. “Estudiar este deshielo es muy necesario para entender qué cambios podrían darse a escala mundial cuando la descongelación avance, como por ejemplo unas emisiones enormes de CO2 y la liberación del fósforo y nitrógeno que contienen”, añade.

La atmósfera tiene entre las manos un cubito (todavía)

Cuando cogemos un cubito, rápidamente reacciona a la temperatura caliente de nuestras manos: se deshace y se vuelve agua. Lo mismo le pasa al hielo de nuestro planeta, que se va fundiendo entre la atmósfera que lo rodea y que es cada vez más cálida. Por suerte, todavía se conserva una parte que siempre está helada, incluso en verano, y que se conoce con el nombre de permafrost.

El permafrost es una capa gruesa, que puede llegar a un kilómetro de profundidad y donde la vida es casi nula. Esto hace quela materia orgánica que se encuentra y las concentraciones de carbono, nitrógeno o fósforo se mantengan intactos, como si fuera una nevera que las conserva. Por encima del permafrost existe una capa activa, que sí tiene actividad biológica, que se hiela en invierno y se deshiela en verano. Esta combinación de las dos capas, permafrost más capa activa, la encontramos en aproximadamente 23 millones de km2 del hemisferio norte. ¡Más de dos veces la superficie de EE UU!

El problema actual es que el calentamiento global está empezando a afectar al permafrost y puede provocar que deje de funcionar como una nevera. En este caso, la materia orgánica y el gran reservorio de carbono y de nutrientes que hay dentro se descompondría  y se liberaría a través de gases (entre ellos el dióxido de carbono), diluidos en los cursos de agua o formando parte de los seres vivos que los absorben.

Aún no se pueden predecir cómo serán las consecuencias exactas del deshielo del permafrost, pero podéis imaginaros qué amenaza supone… Incluso, algunas expertas y expertos advierten que podría llevar a un punto de no retorno en la lucha contra el cambio climático.

Por suerte, hay una conciencia global creciente sobre la importancia ecológica del permafrost que queda patente en el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) “Fronteras 2019″ sobre temas emergentes y preocupantes a nivel ambiental. Tanto en este informe, como en el mismo Acuerdo de París, se hace un llamamiento para establecer políticas de protección del permafrost y en general de las zonas que más carbono concentran en el suelo frío: las turberas.

¿Dónde encontramos turberas? Desde Asia y Europa, hasta hábitats tropicales, pero son más frecuentes en las regiones frías. En Cataluña, por ejemplo, se localizan en la alta montaña del Pirineo.

Las turberas para combatir el cambio climático

Bajo el nombre turbera se engloban los humedales –en general, ácidos– que tienen poco oxígeno y mucha materia orgánica (más de un 30 %), conocida como ‘turba y proveniente de las plantas vasculares, musgos y líquenes típicos de los climas fríos.

Como son sistemas saturados de agua y con una falta importante de oxígeno, esta materia se preserva o se descompone muy lentamente. Gracias a ello, las turberas acumulan más de 220 gigatoneladas de carbono (cerca de la mitad del carbono almacenado en los suelos de todo el mundo) a pesar de cubrir solo un 3 % del total de la superficie terrestre.

La mayor acumulación de estos humedales tan peculiares se da en las zonas totalmente heladas, como el Ártico y Subártico, donde coinciden con el permafrost. Se calcula que la combinación de turberas “capturadas” en el permafrost aparece en un total de 1,4 millones de km2 del planetacon una capa de más de 40 cm de espesor.

Si estos suelos perdieran el agua, por culpa del deshielo o para utilizarlos en la actividad agrícola, la turba preservada se secaría, entraría dentro oxígeno y la materia orgánica empezaría a descomponerse emitiendo CO2 a la atmósfera en grandes volúmenes, como miles de fábricas en funcionamiento.

Por este motivo, es importante entender el funcionamiento de estos ecosistemas árticos y subárticos y enviar a nuestros equipos de investigación a descubrirlo en vivo. ¡A pesar del miedo de pasar ellos a formar parte del cubito!

Por Verónica Couto
Técnica de comunicación del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF).

Ecoportal.net

Fuente de la Información: https://www.ecoportal.net/paises/parte-planeta-congelada-carbono/

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Brasil: Por fin descubrimos el planeta Tierra

Por fin descubrimos el planeta Tierra

Leonardo Boff

Uno de los efectos positivos de la irrupción de la Covid-19 en nuestras vidas ha sido eldescubrimiento del planeta Tierra por toda la humanidad. Nos hemos dado cuenta forzosamente de que existe una íntima conexión entre la vida humana, la naturaleza y el planeta Tierra. El virus no cayó del cielo; vino como contraataque de la Tierra, considerada como un supersistema vivo que siempre crea y se autocrea, y se organiza para mantenerse vivo y producir todo tipo de vida existente en este planeta. Particularmente los quintillones de quintillones de microorganismos que existen en los suelos y en nuestro propio cuerpo, verdadera galaxia (Antônio Nobre) habitada por un número incalculable de virus, bacterias y otros microorganismos.

El contexto del virus, casi nunca citado por los analistas de las redes de comunicación, es el sistema capitalista anti-naturaleza y anti-vida. Él hizo que el virus perdiese su hábitat y avanzase sobre nosotros. Ese sistema de producción y de consumo asalta despiadadamente la naturaleza, saquea sus bienes y servicios y destruye el equilibrio de la Tierra.

Esta responde con el calentamiento global, la erosión de la biodiversidad, la escasez de agua potable y otros eventos extremos. Todos de alguna forma participamos de este ecocidio, pero los actores principales –es forzoso decirlo y denunciarlo– son el sistema del capital y la cultura del consumo descontrolado, y especialmente los millonarios con su consumo suntuoso. Por lo tanto, retiremos la culpa de la humanidad pobre, que colabora mínimamente y es víctima del mencionado sistema.

El ser humano, siempre curioso por saber más y más, ha hecho descubrimientos sin número: de nuevas tierras como las de América, de pueblos, culturas, todo tipo de aparatos, desde el arado hasta el robot, el submundo de la materia, los átomos, los topquarks y el campo de Higgs, lo íntimo de la vida, el código genético. Y no paran los descubrimientos.

Pero, ¿quién descubrió la Tierra? Fue preciso que enviásemos astronautas fuera de la Tierra o hasta la Luna para ver la Tierra desde fuera de la Tierra y finalmente, maravillados, descubrir la Tierra, nuestra Casa Común. Frank White escribió en 1987 un libro The Overview Effect (tengo un ejemplar firmado por él el 29/5/1989) en el cual recoge los testimonios de los astronautas, emocionados hasta las lágrimas.

El astronauta Russel Scheickhart nos revela: “Vista desde afuera, la Tierra parece tan pequeña y frágil, una mancha pequeña preciosa que puedes tapar con tu dedo pulgar. Todo lo que significa algo para ti, toda la historia, el arte, el nacimiento y la muerte, el amor, la alegría y las lágrimas, todo está en aquel punto azul y blanco que puedes tapar con tu pulgar. Desde esa perspectiva entiendes que todo ha cambiado… que tu relación ya no es la misma que la de antes” (White, p. 200).

Eugene Cernan confesó: «Fui el último hombre en pisar la Luna en diciembre de 1972. Desde la superficie lunar miraba con temblor reverencial hacia la Tierra, en un trasfondo muy oscuro. Lo que yo veía era demasiado hermoso para ser aprehendido, demasiado ordenado y lleno de propósito para ser un mero accidente cósmico. Uno se siente obligado interiormente a alabar a Dios. Dios debe existir por haber creado aquello que yo tenía el privilegio de contemplar. La veneración y la acción de gracias surgen espontáneamente. Para eso debe existir el Universo» (White p. 205).

Acertadamente comenta Joseph P. Allen: «Se ha discutido mucho sobre los pros y los contras de los viajes a la Luna, pero nunca oí a nadie argumentar que debíamos ir a la Luna para poder ver la Tierra desde fuera de la Tierra. Después de todo, ésta debe haber sido seguramente la verdadera razón de que hayamos ido a la Luna» (White, p. 233).

Efectivamente ésta es la razón secreta e inconsciente de los viajes espaciales: descubrir la Tierra, el tercer planeta de un sol de quinta categoría, dentro de nuestra galaxia. El sistema solar en el cual está nuestra Tierra dista 27 mil años-luz del centro de la galaxia, la Vía Láctea, en la cara interna del brazo espiral de Orión. Ese sistema con la Tierra alrededor es casi nada y nosotros une quantité négligeable, algo de una magnitud inapreciable, cercana a cero. Y, sin embargo, desde aquí la Tierra, a través de nosotros, contempla el Universo entero, del cual forma parte. Y a través de nuestra inteligencia, que pertenece al propio Universo, éste se piensa a sí mismo. Lo que cuenta en nosotros no es la cantidad sino la calidad, única, capaz de pensar, de amar el Universo y de venerar a Aquel que lo sustenta permanentemente.

No solo descubrimos la Tierra. Descubrimos que somos aquella parte de la Tierra que piensa, ama y cuida. Por eso ser humano (homo en latín) viene de humus, tierra fértil, y Adán procede de Adamah, tierra fecunda.

A partir de ahora nunca desaparecerá de nuestra conciencia el hecho de que hemos descubierto la Tierra, nuestro hogar cósmico, y que somos su parte consciente, inteligente y amorosa. Porque somos portadores de estas cualidades, nuestra misión es cuidar de ella como de nuestra Casa Común, y de todos los demás seres que en ella habitan y que tienen el mismo origen que nosotros, y que por tanto son nuestros parientes.

Si es así, ¿por qué la hemos maltratado, superexplotado, y por qué estamos destruyendo las bases que sustentan nuestra vida? Si hay una lección que la Madre Tierra a través de la Covid-19 nos quiere transmitir es seguramente ésta:

«Tenéis que cambiar vuestra relación con la naturaleza y conmigo, si queréis que yo siga ofreciéndoos todo lo que necesitáis para vivir con una sobriedad compartida, en fraternidad y sororidad universales y bajo el cuidado amoroso con todos vuestros hermanos y hermanas de la gran comunidad de vida, también mis hijos e hijas bien amados. En el pasado, en tiempos inmemoriales, os di a elegir entre “la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge la vida para que vivas tú y tu descendencia. Esta promesa la mantendré siempre”» (Deut 30,19).

Escojamos la Vida. Es el llamamiento de la Madre Tierra. Es el designio del Creador.

Autor: Leonardo Boff

Fuente de la Información: https://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=1013

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El tamaño sí importa cuando se trata del calentamiento global

Fuentes: The conversation [Foto: El lagarto de collar (‘Crotaphytus collaris’), muy común en el sur de Estados Unidos y el norte de México. Dakota L. / Wikimedia Commons, CC BY-SA]

El calentamiento global continúa de manera acelerada y sin precedentes. La temperaturas están cambiando tan rápido que muchas especies tienen dificultades para adaptarse, y aquellas que no lo consiguen se extinguen.

Esto es especialmente cierto en el caso de los animales ectotermos, informalmente conocidos como animales de sangre fría, que dependen casi por completo de la temperatura ambiental para regular su metabolismo. Ilustremos el caso con la típica imagen de un lagarto tomando el sol sobre una roca antes de empezar su actividad diaria.

Animales que merman

Una de las consecuencias más llamativas del calentamiento global ha sido la reducción gradual del tamaño en muchos grupos animales alrededor del mundo. Este patrón se ha observado tanto en poblaciones actuales como en el registro fósil.

De hecho, la disminución corporal en animales, junto con los cambios en sus distribuciones y ciclos de vida, se considera ya una respuesta universal del calentamiento global.

Este fenómeno tiene grandes implicaciones en el funcionamiento de los ecosistemas, pero también en el uso que los seres humanos podemos hacer de ellos. Pensemos por ejemplo en la importancia que tiene el tamaño de los organismos marinos para la industria pesquera.

Se han propuesto muchas explicaciones para este fenómeno, pero no se ha contemplado la posibilidad de que las temperaturas puedan afectar de forma diferencial a la mortalidad de los organismos dependiendo de su tamaño.

Muy recientemente, hemos publicado en Nature Climate Change análisis que dan cuenta del impacto del tamaño corporal en la tolerancia al calor. Efectivamente, los organismos pequeños y grandes responden de forma distinta al estrés térmico.

A mayor tamaño, más difícil de calentar

Con la excepción de mamíferos y aves, la mayoría de los animales son ectotermos. Esto supone una enorme diversidad de tamaños y formas corporales, que incluye animales tan pequeños como un mosquito (o incluso menores si consideramos organismos unicelulares) y tan grandes como un cocodrilo africano o un tiburón ballena.

Teniendo esta diversidad de tamaños en mente, nos sorprenderá observar que la gran mayoría de los animales viven en un rango de temperatura muy ajustado: por lo general, entre 0 °C y 40 °C. Entonces, ¿cómo es posible que todos esos animales respondan igual al calentamiento? Pensemos: no cuesta lo mismo calentar un vaso de agua que una bañera de 200 litros.

La respuesta a esta pregunta es que no lo hacen. Pero hasta ahora no se había podido cuantificar, y mucho menos predecir, como varía la tolerancia al calor en función del tamaño.

El tiempo de exposición al calor

Muchos trabajos no pudieron explicar la relación entre el tamaño y la tolerancia al calor por no considerar el tiempo de exposición al que están sometidos los animales.

Un animal podría soportar un calor excesivo por poco tiempo. Pero si el animal está expuesto a este calor (o incluso a una temperatura menor) por un periodo largo, acaba muriendo. Una analogía a este caso la encontramos en los baños de vapor de una sauna. Difícilmente podría aguantar nadie en una sauna durante un día entero.

La tolerancia al calor depende del tamaño en animales ectotermos (p.e. peces). Animales pequeños resisten temperaturas más elevadas que los animales grandes, pero por cortos periodos de tiempo. Author provided

En nuestra ecuación incluimos tanto el calor extremo que pueden soportar los animales como el efecto del tiempo de exposición. Además, ponemos a prueba esta ecuación en artrópodos, moluscos, anélidos, peces, anfibios y reptiles.

El calor no afecta igual a grandes y pequeños

Nuestros resultados muestran que los animales ectotermos de pequeño tamaño aguantan temperaturas más elevadas, así como aumentos repentinos de las mismas. Esto ocurre por ejemplo en las olas de calor.

No obstante, los animales pequeños resisten al calor por poco tiempo, mientras que los grandes aguantan más en condiciones subóptimas.

Combinando nuestra ecuación con cálculos de metabolismo demostramos también que, con el calor, los animales grandes llegan a sus límites metabólicos antes que los pequeños.

El metabolismo es determinante en el desarrollo de los seres vivos. Por lo tanto, nuestro estudio indica que los animales ectotermos de gran tamaño verán más limitado su crecimiento con el calor excesivo.

Nuestro descubrimiento supone una poderosa explicación a la reducción de tamaño como causa del calentamiento global: los ejemplares mas pequeños tendrían una mayor capacidad de resistencia y dejarían mayor descendencia.

Límites de tolerancia al calentamiento global

El calentamiento global no ocurre igual en las diferentes regiones de nuestro planeta. Hay zonas donde el calentamiento es más rápido que en otras. Por ejemplo, las zonas tropicales se están calentando más deprisa que los polos.

Como resultado, algunas poblaciones animales están más cerca de los límites que pueden soportar que otras simplemente por su distribución.

Se han llegado a proponer medidas para calcular los límites de tolerancia de los animales. No obstante, en nuestro trabajo también discutimos que esas medidas estaban muy por encima del valor real.

Cuando incluimos el efecto del tamaño en esos cálculos, vemos que muchos animales están ya prácticamente al límite. Además, las poblaciones de las zonas tropicales son las más vulnerables al calentamiento.

Esta mejora de los cálculos de la vulnerabilidad de los animales al calentamiento global es un gran avance para identificar grupos de máximo riesgo y protegerlos mejor.

Ignacio Peralta Maraver. Investigador postdoctoral, Universidad de Granada

Enrico L. Rezende. Profesor de Ecología y Evolución, Universidad Católica de Chile

Fuente: https://theconversation.com/el-tamano-si-importa-cuando-se-trata-del-calentamiento-global-151646?

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Mundo: Los árboles tropicales acortan su vida por encima de los 25 grados

Los árboles tropicales acortan su vida por encima de los 25 grados

Los árboles tropicales acortan su vida cuando la temperatura supera el umbral de los 25 grados, por lo que es probable que su mortalidad se acelere en esas regiones, lo que influirá en la regulación del CO2, uno de los principales gases de efecto invernadero, indica un estudio que publica hoy Pnas.

Esta es la primera vez que un grupo de científicos ha proporcionado evidencias claras sobre la influencia del aumento de temperatura en la duración de la vida de los árboles tropicales.

Aunque las selvas tropicales solo representan el 7% del total del suelo, albergan alrededor del 50 % de las especies animales y vegetales, y otro tanto de las reservas forestales de carbono de la Tierra.

Por ello, «pequeños cambios» en el funcionamiento de los bosques tropicales pueden cambiar significativamente los niveles atmosféricos de CO2, el gas de efecto invernadero antropogénico más importante, recuerda la Universidad de Leeds, en Reino Unido, que firma el estudio junto a la de Sao Paulo, Brasil.

El equipo estudió durante cuatro años los anillos internos de más de 100.000 árboles de 400 especies en 3.000 ubicaciones por todo el mundo.

Esta es la primera vez que un grupo de científicos ha proporcionado evidencias claras sobre la influencia del aumento de temperatura en la duración de la vida de los árboles tropicales.

Aunque las selvas tropicales solo representan el 7% del total del suelo, albergan alrededor del 50 % de las especies animales y vegetales, y otro tanto de las reservas forestales de carbono de la Tierra.

Por ello, «pequeños cambios» en el funcionamiento de los bosques tropicales pueden cambiar significativamente los niveles atmosféricos de CO2, el gas de efecto invernadero antropogénico más importante, recuerda la Universidad de Leeds, en Reino Unido, que firma el estudio junto a la de Sao Paulo, Brasil.

El equipo estudió durante cuatro años los anillos internos de más de 100.000 árboles de 400 especies en 3.000 ubicaciones por todo el mundo.

Estos resultados son una señal de advertencia de que, «junto con la deforestación, el calentamiento global añade un estrés adicional en los bosques tropicales de la Tierra», agregó.

En los trópicos, los árboles crecen, de media, el doble de rápido que en las regiones más frías del mundo, pero también tiene una vida más corta, unos 186 años, frente a 322.

Si los árboles tropicales mueren antes, afectará a cuánto carbono pueden capturar esos bosques, aumentado la preocupación sobre el futuro potencial de los bosques para compensar las emisiones de CO2 de la quema de combustibles fósiles, destacó Locosselli.

El estudio también muestra que los efectos de la temperatura en la longevidad de los árboles se verán exacerbados por las condiciones de sequía.

Fuente: EFE.
Fuente de la Información: https://www.ultimahora.com/los-arboles-tropicales-acortan-su-vida-encima-los-25-grados-n2918605.html

 

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Covid-19: de nada sirve sólo limar los dientes al lobo

Por: Leonardo Boff

Con referencia a la Covid-19 se ha centrado todo en el virus y en lo que tiene que ver con él, hasta la vacuna buscada desenfrenadamente. Todo esto tiene su valor y debe ser hecho, pero no con una visión reduccionista, como la que prevalece. Se considera al virus en sí, aislado, fuera de cualquier contexto. Esto no existe ni en la ciencia ni en el nuevo paradigma, cuya afirmación esencial es que todo está relacionado con todo y nada existe fuera de la relación, ni el coronavirus. Son poquísimos los analistas y epidemiólogos que se refieren a la naturaleza. Y sin embargo, usando las palabras del físico cuántico y uno de los más respetados ecologistas de mundo, Fritjof Capra:

«La pandemia es la respuesta biológica del planeta: el coronavirus debe ser visto como una respuesta biológica de Gaia, nuestro planeta vivo, a la emergencia social y ecológica que la humanidad ha creado para sí misma. La pandemia surgió de un desequilibrio ecológico y tiene consecuencias dramáticas debido a las desigualdades sociales y económicas; la justicia social se vuelve una cuestión de vida o muerte durante una pandemia como la de la Covid-19; ella sólo puede ser superada por medio de acciones colectivas y cooperativas» (FSP 12/8/2020).

Vamos a decirlo directamente con nuestras palabras: la Covid-19 es consecuencia del tipo de sociedad que hemos creado en los últimos siglos y que ha adquirido hegemonía mundial bajo el nombre de sistema de producción capitalista con su versión política, el neoliberalismo y la cultura del capital. La obsesión de este sistema (en China lo llaman, erróneamente, «socialismo al modo chino», pero en realidad se trata de un capitalismo feroz y dictatorial de Estado) es colocar el lucro por encima de todo, de la vida, de la naturaleza, de cualquier otra consideración. Su ideal es un crecimiento ilimitado de bienes materiales en la suposición de que existen bienes y servicios también ilimitados de la Tierra. El Papa, en su encíclica “sobre el cuidado de la Casa Común”, a esta suposición la llama “mentira” (nº 106): un planeta finito no puede soportar un proyecto de crecimiento infinito.

Para alcanzar este objetivo falso y mentiroso, este sistema avanza sobre la naturaleza, la deforesta, contamina suelos y aires, devasta ecosistemas enteros para expandir el agro-negocio, extraer riquezas naturales, disponer de más proteínas animales, más granos como la soja y el maíz y aumentar así el lucro personal o corporativo.

Esta agresión sistemática ha recibido una represalia de la Tierra-Gaia: el surgimiento del calentamiento global, los eventos extremos y principalmente una gama diversificada de virus mortales. Estos virus estaban tranquilos en la naturaleza, en un animal o en los árboles. La guerra contra la naturaleza destruyó su hábitat. Para sobrevivir, estos virus pasaron a otros animales o directamente a los humanos.

Ellos están poniendo de rodillas al sistema de acumulación infinita y especialmente a la máquina asesina que aquel creó con armas químicas, biológicas y nucleares, que no sirven para atacar al virus. Este es mínimo, casi invisible, del tamaño de 125 nanómetros.

En resumen: El virus viene de la naturaleza (es discutible si viene pasando por el murciélago, el mamífero pangolín o la rata de bambú, poco importa, todos son seres de la naturaleza). Este es el verdadero contexto de la Covid-19: el sistema de producción capitalista mundial y chino, del que pocos hablan, y mucho menos las redes sociales y de televisión que siguen las 24 horas del día el desarrollo de la tragedia humanitaria que está destruyendo miles de vidas.

Si conseguimos una vacuna que anule sus efectos malignos y elimine el coronavirus, ¿estaremos seguros haber eliminado el virus mayor, a saber, el sistema, productor de la devastación de la naturaleza y, en consecuencia, de la liberación de más virus? Ésta es una cuestión central, para que no volvamos simplemente «a lo que había antes», horrible para la gran mayoría de la población y para el equilibrio de la Tierra.

Estamos a punto de sobrepasar las nueve fronteras planetarias, sin las cuales la vida no se perpetuará en el planeta. Cuatro de ellas han sido superadas: el abuso del suelo, el cambio climático, la destrucción de la biodiversidad y la alteración del nitrógeno. Si sobrepasamos las otras (solidificación de los océanos, cambio en el uso del agua, degradación de la capa de ozono, calentamiento global y contaminación química), el sistema de vida se colapsará y con él nuestra civilización.

Añado un dato que hay que tomar muy en cuenta: el día 22 de agosto de 2020 ocurrió la Sobrecarga de la Tierra (Earth Overshoot Day) . Esto significa que la despensa de la Tierra donde están guardados todos los insumos renovables para la reproducción de la vida, ha quedado vacía por este año. Tendremos menos suelos fértiles, menos cosechas, menos climas adecuados, menos agua, menos nutrientes, menos aire puro, más suelos con fertilizantes etc. Debido a la cultura capitalista de «consumo sin límite», hemos consumido ya un planeta entero y un poco más de la mitad de otro que no existe (1,6). La Tierra está como un cheque sin fondos y todas las señales se han cerrado en rojo. Como no queremos reducir el consumo (para muchos, suntuoso) sino hacerlo crecer aún más (consumismo), arrancamos a la fuerza lo que la Tierra ya no tiene. La consecuencia es que más personas se enriquecerán con la escasez, una gran parte de la población pasará hambre, no tendrá acceso a lo mínimo de la vida. La Tierra no permanece indiferente, siente el golpe y se defiende, enviándonos tifones, tormentas, tsunamis y sus armas: la gama de virus letales.

La Covid-19 es la respuesta de la Tierra viva, una señal que ella nos está dando; por eso, esta vez, ha atacado a todo el planeta y no sólo a partes de él como antes el ébola, el SARS y otros. Tenemos que leer la Covid-19 con una de las últimas señales que nos envía la Madre Tierra. Ella nos dice:

«O decides dejar de sobreexplotarme violentamente, o puedo enviaros más virus, incluso el que más temen tus biólogos, el “grandón”, ese virus terrible e inexpugnable frente a cualquier vacuna u otro medio; te diezmará como especie humana. Considero tal gesto, que me hace sufrir mucho, como un justo castigo que mereces por haber librado durante siglos, ininterrumpidamente, una guerra contra la vida de la naturaleza y nunca haberme amado y cuidado a mí, tu Madre, que siempre te dio en abundancia todo lo que necesitabas para vivir.

No sirve de nada que limes los dientes al lobo, que es el sistema devastador que habéis creado; no pierde la ferocidad de su naturaleza y continuará su obra de muerte, lo que vosotros mismos habéis llamado antropoceno y necroceno. Tenéis que hacer, como dijo mi enviado y profeta el Papa Francisco, “una conversión ecológica radical”: tomar de mí lo que necesitas y no más, hacer que todos tengan lo suficiente y decente para vivir con un mínimo de dignidad y darme tiempo para autorregenerarme y poder continuar como Madre para alimentarte y que sobre aún para tus descendientes.

Para eso hay que reducir el consumo, reutilizar lo que ya se ha usado, reciclar lo que ya no te sirve, porque puede ser útil para otra cosa, y sobre todo reforestar todo el planeta, porque mis queridos hijos, los árboles, son los que secuestran el carbono que has lanzado a la atmósfera y por la fotosíntesis producen el oxígeno para respirar, mantienen siempre el agua en el suelo, un bien vital, común e insustituible y no una mercancía, y establecer entre vosotros relaciones de cooperación y no de competencia, de empatía y no de insensibilidad, y superar las profundas desigualdades sociales que habéis creado en el afán de acumular en pocas personas y dejar a vuestros hermanos y hermanas pasando hambre y con todo tipo de necesidades hasta morir antes de tiempo.

Así vosotros y yo habremos renovado el contrato natural que rompisteis, un contrato de cuidado mutuo y colaboración, y juntos podremos hacer una trayectoria feliz, bajo la luz bendita del gran hijo, el Sol. Cread juicio y sabiduría, porque sin eso engrosaréis el cortejo hacia la tumba que vosotros mismos habéis cavado para vosotros.

Recordad que no sólo existe el capital natural y material que habéis explotado hasta casi agotarlo; existe principalmente el capital humano-espiritual, hecho de amor incondicional, solidaridad, compasión y apertura a los demás sin discriminación, y apertura a todas las cosas hasta al Infinito de los mil nombres, Dios que creó todo con amor, que no odia a ningún ser que haya creado y es el apasionado amante de la vida. Abríos a Él para ser más humanos, sensibles, cuidadores de la naturaleza y de mí misma y saborearéis un mayor significado para vuestras vidas. Haciendo esto, tendremos un destino común bienaventurado y un mundo abierto para un futuro mejor».

O bien escuchamos estas advertencias de la Madre Tierra y la naturaleza de la que formamos parte, y creamos la base de una civilización centrada no en el beneficio sino en la vida ―una biocivilización― y una ECOnomía que se alinea con la ECOlogía o, si no, preparémonos para lo peor.

Se dice que los seres humanos aprenden de la historia que no aprenden nada de la historia pero que aprenden todo del sufrimiento. Todos estamos sufriendo bajo el aislamiento social y el distanciamiento de los grupos. Que este sufrimiento no sea en vano. Que no sea el sufrimiento de un moribundo, sino el sufrimiento del parto de una Tierra, amada y cuidada como una Madre buena y generosa, que es de hecho la única Casa Común que tenemos, en la que todos pueden y deben caber, la naturaleza incluida.

Fuente: http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=100

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Cambio Climático: Científicos advierten que la Tierra ha perdido 28 billones de toneladas de hielo en menos de 30 años | Reino Unido | Ciencia

Cambio Climático: Científicos advierten que la Tierra ha perdido 28 billones de toneladas de hielo en menos de 30 años 

La Tierra ha perdido 28 billones de toneladas de hielo entre 1994 y 2017 debido al cambio climático, afirmaron científicos británicos en un artículo que fue publicado por la revista Cryosphere Discussions durante este mes y que se mantiene en revisión.

Todo el hielo que desapareció pudo haber cubierto el Reino Unido por una capa congelada de 100 metros de espesor, sostiene Thomas Slater, quien se desempeña como investigador de la Universidad de Leeds que participó en el estudio.

El dato ha sido calificado como alarmante luego de analizar imágenes obtenidas por satélite de los polos, montañas y glaciares del planeta con el propósito de medir cuánta cobertura de hielo se perdió debido al calentamiento global provocado por el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Indican, además, que el aumento del nivel del mar debido al derretimiento de los glaciares y las capas de hielo podría alcanzar un metro a finales de este siglo. “Cada centímetro de aumento del nivel del mar significa que alrededor de un millón de personas serán desplazadas de sus tierras bajas”, señala Andrew Shepherd, director del Centro de Observación y Modelado Polar de la Universidad de Leeds y coautor del estudio.

La capacidad de la Tierra de reflejar la radiación solar de vuelta al espacio se ha reducido debido a la mengua del hielo, advierten los especialistas. No obstante, enfatizan que el agua fría proveniente de los glaciares y capas de hielo derretidos estarían causando trastornos en la salud biológica de las aguas árticas y antárticas, reseñó la revista en su portal web.

Ante lo descrito y lo que representa para el planeta el cambio climático, Sherperd dice que no es la primera vez que se realiza una investigación de este tipo: sin embargo, confesó que no deja deja de asombrarlo lo que encuentran.

Desde 1880, la temperatura de la superficie planetaria ha aumentado 0,85ºC y se ha intensificado en gran medida en las zonas polares. se puede leer en el estudio. También quedó reflejado que las temperaturas marítima y atmosférica se han incrementado, provocando pérdidas de hielo sin precedentes.

Las cifras son preocupantes para los investigadores y son reflejadas en cada uno de los estudios sobre cambio climático que realizan. El aumento de la temperatura del mar es uno de los factores más preponderantes de la disminución de la capa de hielo de la Antártida. Asimismo, la subida de la temperatura atmosférica produjo la pérdida de hielo de los glaciares continente como es el caso del Himalaya.

La Republica

Fuente de la Información: https://noticiasporelmundo.com/peru/cambio-climatico-cientificos-advierten-que-la-tierra-ha-perdido-28-billones-de-toneladas-de-hielo-en-menos-de-30-anos-reino-unido-ciencia/

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Estudio: El Polo Sur está en una espiral de calentamiento

Redacción: Tendencias 21

Es una de las regiones de cambio climático acelerado del planeta

 

El Polo Sur se ha calentado tres veces más rápido que el resto del planeta en los últimos 30 años y siete ves más que en toda la Antártida. Ahora es una de las regiones de cambio climático acelerado del planeta.

l Polo Sur se ha calentado tres veces más deprisa que el resto del planeta en los últimos 30 años, debido probablemente a las concentraciones crecientes de gases de efecto invernadero en la atmósfera.

Lo han descubierto investigadores Nueva Zelanda, Gran Bretaña y Estados Unidos: analizaron 60 años de datos de estaciones meteorológicas y utilizaron modelos informáticos para descubrir qué estaba causando el calentamiento acelerado.

Descubrieron que las temperaturas oceánicas más cálidas en el Pacífico occidental habían reducido la presión atmosférica sobre el Mar de Weddell, en el Atlántico Sur, durante décadas.

A su vez, esto había aumentado el flujo de aire caliente directamente sobre el Polo Sur, calentándolo en más de 1.83°C desde 1989.

El dato principal se ha obtenido de la estación de Amundsen-Scott, ubicada en el polo sur de la Antártida: registró un calentamiento tres veces mayor que el promedio mundial de 1989 a 2018.

Sin embargo, esta tasa de calentamiento no ha sido la misma en toda la Antártida. Los resultados muestran que la tasa de calentamiento en el polo sur fue siete veces mayor que en todo el continente en su conjunto.

“La investigación realizada en las últimas dos décadas reveló que la meseta antártica, el lugar más frío y uno de los más remotos de la Tierra, se había enfriado mientras aumentaban las temperaturas globales … Nuestro estudio ha descubierto que este ya no es el caso. El polo sur es ahora una de las regiones de calentamiento más rápidas del planeta, calentándose a una velocidad increíblemente tres veces más rápida que la tasa promedio global», declara Kyle Clem, uno de los investigadores, a Carbon Brief.

Amplificación por oscilación

Los autores de la investigación explican que la tendencia hacia el calentamiento natural probablemente se amplificó por las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano.

Los datos mostraron que el Polo Sur se está calentando a una velocidad de aproximadamente 0.6°C por década, en comparación con aproximadamente 0.2°C para el resto del planeta.

Los autores del estudio, publicado en la revista Nature Climate Change, atribuyen este cambio a un fenómeno conocido como Inter-Channel Pacific Oscillation (IPO).

IPO es una oscilación a largo plazo de las temperaturas de la superficie del mar en el Océano Pacífico que puede durar de 20 a 30 años. Es una de las tres oscilaciones climáticas que afectan al clima global.

El ciclo de IPO alterna entre un estado positivo, en el que el Pacífico tropical es más cálido y el Pacífico Norte más frío que el promedio, y un estado negativo, en el que la anomalía de la temperatura se invierte.

OPI cambió a un ciclo negativo a principios de siglo, lo que provocó una mayor convección y presiones más extremas en latitudes altas, lo que condujo a un fuerte flujo de aire más cálido justo por encima del Polo Sur, según los investigadores.

Añaden que el nivel de calentamiento excede el 99.99% de todas las tendencias de calentamiento modeladas durante 30 años.

Otros síntomas

No es la primera vez que suena la alarma sobre las temperaturas en el polo sur.

El pasado verano, la Antártida Oriental registró su primera ola de calor, con temperaturas casi 7ºC por encima de la media, impactando a sus ecosistemas.

Otra investigación, publicada en mayo de este año, alertaba de que partes de la Antártida costera se están volviendo verdes por el florecimiento de algas, que se extienden a medida que suben las temperaturas debido al cambio climático.

A todo ello hay que añadir que la plataforma de hielo más grande del mundo, la barrera de hielo de Ross, un vasto bloque congelado que mide muchos cientos de metros de espesor y se extiende a lo largo de unos 480,000 kilómetros cuadrados, se está derritiendo.

La alarma científica por lo que está pasando en el Polo Sur está desatada porque las altas temperaturas están provocando la pérdida de hielo antártico y acelerando el aumento del nivel del mar: si ese hielo se derritiera por completo, elevaría el nivel del mar unos 60 metros.

Referencia

Record warming at the South Pole during the past three decades. Kyle R. Clem et al. Nature Climate Change (2020). DOI:https://doi.org/10.1038/s41558-020-0815-z
Fuente: https://www.tendencias21.net/El-Polo-Sur-esta-en-una-espiral-de-calentamiento_a45970.html
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