Page 1 of 2
1 2

La educación pública mostró más equidad

Por: Luciana Vázquez

Hay un aspecto particularmente interesante que se destaca en los resultados de las pruebas Aprender 2018 que se dieron a conocer ayer. Se trata del determinismo del contexto o del «efecto cuna», es decir, el nivel socioeconómico y socioeducativo de los alumnos y sus hogares, de sus escuelas y de los barrios en los que se ubican.

El modo en que esos factores, todos extraescolares, correlacionan con los resultados de las pruebas Aprender es central, por dos motivos.

Por un lado, porque un sistema educativo es realmente exitoso cuando logra producir aprendizajes de alta calidad para todos sus alumnos, independientemente del hogar del que provienen. Si los chicos de hogares humildes logran mejoras tan significativas como las de los chicos pudientes, la escuela estará haciendo bien su trabajo. Y si en el camino de esa mejora, todos, alumnos pobres y ricos, alcanzan competencias cognitivas de alta calidad, es una muestra de que el trabajo de la escuela está siendo mejor todavía. Eso se llama equidad educativa.

Por otro lado, porque tiene que estar claro que el hecho de que un gran porcentaje de alumnos alcance niveles altos de aprendizajes es obra de la escuela y lo que sucede en sus aulas, y no un efecto colateral de la condiciones de cuna, los niveles de pobreza o riqueza de los hogares.

Es decir, los buenos resultados derivados de la condición social de los alumnos no pueden atribuirse erróneamente a las característica de las escuelas, por ejemplo, su carácter público o privado. Esa conclusión sería falsa. Y en educación, como en toda gestión, confundir las causas conduce a daños secundarios varios.

A tomar decisiones de política educativa equivocadas, por ejemplo, intentando «copiar» lo que hacen unas escuelas cuando sus resultados no se deben a su estrategia sino al tipo de alumnado que tienen. O a producir prejuicios en la opinión pública y refuerzos de la voluntad de segregación de un sistema escolar como el argentino, ya segregado de por sí, con sectores bien surtidos económicamente eligiendo la escuela privada, en la creencia de que es mejor por sí misma, y la pobreza concentrada en la escuela pública.

El ya famoso «caer en la escuela pública» del presidente Mauricio Macri en marzo de 2017, cuando dio a conocer los resultados generales de las Aprender 2016, es un ejemplo claro de esos sesgos originados al soslayar el peso del nivel socioeconómico de los alumnos en los resultados obtenidos.

En aquel informe citado por el presidente, no había mención alguna al efecto cuna. Sólo en los informes posteriores se demostró que una vez considerada la condición socioeconómica de los alumnos, las brechas entre escuela privada y pública se reducían significativamente. Pero ya era tarde: la opinión pública se había concentrado en aquella frase. Fake news.

La mejora más sustantiva de Aprender 2018 es precisamente el detenimiento en el efecto de la pobreza, o de las mejores condiciones del hogar, sobre los resultados en lengua y matemática entre los chicos de sexto grado de primaria de escuelas públicas y privadas. Y en este punto, el informe de resultados ofrece información valiosa para el análisis.

Primero, confirma la brecha de aprendizajes, con mejores resultados en la escuela privada, pero lo hace responsablemente, es decir, controlando el impacto del nivel socioeconómico de los alumnos, y en forma muy detallada.

En el caso de lengua, comparados alumnos de nivel socioeconómico alto, los resultados son mejores cuando los alumnos van a escuela privada. En ese caso, en lengua, el 69,4% de los alumnos de ese nivel logran resultados altos mientras que en la escuela pública, el porcentaje de los chicos de sectores de nivel socioeconómico más alto que alcanza los mejores resultados es mucho más bajo, del 48%. Es decir, un porcentaje menor de chicos bien dotados social y económicamente aprende mucho en la escuela pública. Ese tipo de brecha también se confirma entre los de sector medio y entre los más pobres: a un porcentaje mayor de alumnos les va mejor en la escuela privada.

Así surge de la comparación de sector privado contra sector estatal, descartando el efecto del nivel socioeconómico. Sin embargo, Aprender 2018 muestra que la brecha entre el sector privado y público disminuyó en 1,4%, un dato valioso que deberá sostenerse por varios años para convertirse en tendencia significativa.

Segundo, los resultados 2018 en lengua muestran un dato interesante: cuando la comparación se traslada al interior de las escuelas públicas por un lado y privadas por el otro, se confirma que en ambos casos ha disminuido la desigualdad de aprendizajes hacia adentro de las escuelas entre pobres, clases medias y ricos pero la escuela de gestión pública fue más exitosa que la de gestión privada en la disminución de esas brechas educativas entre sectores sociales.

Mientras que en lengua, en las escuelas privadas, la diferencia entre los alumnos de nivel socioeconómico bajo y alto que logran el nivel avanzado es de 43%, en las escuelas públicas es del 30%. En matemática, las brechas entre alumnos de nivel alto, medio y bajo socioeconómicamente hablando también es más pronunciada en la escuela privada. Es decir, la escuela pública está construyendo mayor equidad educativa al interior de sus aulas de acuerdo con Aprender 2018.

Tercero, otro dato de interés es que la brecha en lengua se reduce en las escuelas privadas porque los chicos pobres mejoraron sus rendimientos y al mismo tiempo, los chicos de altos recursos lo bajaron, un dato que dispara una alarma. En cambio, en las escuelas públicas, la brecha se redujo porque mejoró el desempeño de los alumnos más vulnerables y el de los mejor posicionados económicamente, se sostuvo.

Finalmente, el informe Aprender 2018 también ofrece información valiosa sobre la composición social de la escuela pública comparada con la privada. A nivel nacional, en la escuela pública, en 6to grado, apenas un 9% de sus alumnos viene de hogares de nivel socioeconómico alto. La mayoría, un 68%, proviene de hogares de nivel medio y un 23% corresponde a alumnos de sectores bajos.

En la escuela privada en cambio, el 42% corresponde al sector alto, el 56% al medio y apenas un 2% son chicos de sectores vulnerables.

El dato es central por dos motivos. Por un lado, permite poner en contexto el nivel de esfuerzo pedagógico que realiza la escuela pública para educar a un alumnado que contiene a un cuarto de chicos de bajo capital social, cultural y económico. Todo chico es educable pero un alumno vulnerable enfrenta desafíos únicos que la escuela debe acompañar si quiere lograr sus objetivos educativos.

Por otro lado, es el primer indicio de que es necesario incorporar al análisis de los resultados de Aprender, algo que todavía no se ha hecho, una variable clave en el análisis de evaluaciones educativas. Se trata de la composición social de cada escuela: el efecto de los pares, los otros alumnos, tiene impacto en los aprendizajes. Las escuelas privadas, con mayor proporción de alumnos de nivel alto y medio, brindan un contexto social que potencia el aprendizaje. Lo mismo pasa con las públicas selectivas, a donde se ingresa con examen de algún tipo.

Ese factor es importantísimo para terminar de distinguir cuándo las escuelas hacen bien su trabajo y cuándo sus resultados son fruto simplemente de la condición social de sus alumnos. Es decir, si en cada nivel socioeconómico, más chicos aprenden más en la privada porque la escuela es mejor o porque los compañeros están mejor surtidos de capital cultural por el hogar del que provienen.

El Índice de Contexto Social de Educación (ICSE) es un indicador creado por el ministerio de Educación nacional que describe el nivel de vulnerabilidad del radio censal en el que se encuentra la escuela. En Aprender 2018, el 30% de las primarias públicas evaluadas corresponde a vulnerabilidad alta, contra un 9% de las privadas.

El ICSE permite acercarse un poco más al problema del impacto del factor socioeconómico en los resultados. Sin embargo, no da precisión sobre qué porcentaje del nivel de aprendizaje alcanzado corresponde a la variable socioeconómica tanto del hogar como de la composición de la escuela.

Recién entonces, cuando todos los efectos sociales están controlados, tanto los que se acarrean desde la cuna como los que surgen de la particular combinación de niveles sociales en una escuela dada, una política educativa pública puede empezar a diseñarse sobre las únicas variables que le son pertinentes, las puramente educativas.

Comparte este contenido:

Presentan resultados de los estudios sobre la política de educación en México

Redacción: El Popular

Uno de cada dos egresados trabaja en un empleo que no requiere educación superior.

Para afrontar los retos de la educación superior, cuya calidad hoy en día es más importante que nunca, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a través de su secretario general, presentó los resultados de los estudios “El futuro de la educación en México: promoviendo calidad y equidad” y “Educación superior en México: resultados y relevancia para el mercado laboral”.

La presentación se llevó a cabo en el salón iberoamericano de la Secretaría de Educación Pública   (SEP) federal, en la Ciudad de México, al lugar se dieron cita rectores y representantes de instituciones de educación superior, entre estos el rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Alfonso Esparza Ortiz.

Allí, la OCDE emitió 12 recomendaciones clasificadas en tres áreas: alinear el sistema de educación superior con el mercado laboral, apoyar a los estudiantes para que tengan éxito en educación superior y colaborar de forma efectiva para mejorar los resultados de la educación superior.

Esteban Moctezuma Barragán, titular de la SEP, aseveró que para abatir los retos en este nivel educativo se necesita saber qué necesidades tiene el país y su población. Para ello, se debe ser autocrítico, desechar lo que no funciona y construir un sistema basado en el aprendizaje de los jóvenes, así como validar la pertinencia de la educación en cada uno de los planteles.

En la presentación de los estudios, José Ángel Gurría Treviño, secretario general de la OCDE, señaló que esta organización recomienda la creación de un sistema más justo y transparente de asignación de fondos públicos a las instituciones, para reducir las disparidades en el nivel de financiamiento por estudiante entre instituciones y crear las condiciones para brindar una educación de calidad.

También se indica que es fundamental consolidar y fortalecer la cohesión del sistema, ya que en México conviven 13 subsistemas fragmentados.

Asimismo, Gurría Treviño refirió que la educación superior en México necesita un mejor alineamiento con el mercado laboral. Actualmente, casi uno de cada dos egresados trabaja en un empleo que no requiere educación superior, mientras que más de uno de cada cuatro egresados trabaja en la economía informal.

Las jóvenes egresadas de la educación superior se encuentran especialmente desfavorecidas en este campo: si bien sobrepasan en número a los egresadoshombres, su tasa de empleo está 14 puntos por debajo, una de las brechas de empleo más altas de los países de la OCDE.

Fuente: https://www.elpopular.mx/2019/01/10/nacional/presentan-resultados-de-los-estudios-sobre-la-politica-de-educacion-en-mexico-196757

Comparte este contenido:

Entrevista a Tonatiuh Bravo: «La educación, el primer instrumento de equidad y justicia social»

09 julio 2017/Fuente: cronica/Autor: ADRIÁN FIGUEROA EN GUADALAJARA

La educación es el primer instrumento de equidad y justicia social: una inversión igualadora de los desiguales que rompe los círculos de la pobreza y, por ello, los gobiernos deben entender que debe ser uno de los ejes para regir sus acciones; “así estaríamos del otro lado como país”, asegura el rector general de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla.

Es la tarde de jueves en el piso 11 de la rectoría general de la institución de educación superior. Tiene una vista privilegiada de la ciudad y esa amplitud es la misma con la que Tonatiuh Bravo habla de la importancia de la educación, especialmente la superior, enumera 10 problemas nacionales que urge resolver y su preocupación por México. “Creo que estamos mal, pero tenemos las herramientas para salir adelante y debemos dar un salto en lo que estamos haciendo, porque de otra manera, México tiene en riesgo su viabilidad como país”.

Su oficina es amplia. Tiene un gran librero, un escritorio, mesa de juntas y una pequeña sala donde se realiza la entrevista. Es parte del gran campus de una de las universidades más importantes de México, que diariamente recibe en sus niveles medio superior, superior y posgrado a 270 mil 309 alumnos, tiene mil 754 investigadores, de los cuales mil 060 están en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), y su personal docente es de 16 mil 676. Datos que muestran su importancia en el sistema nacional educativo y por esto la primera pregunta para el Tonatiuh Bravo es sobre la enseñanza:

— En el país, la movilidad social se da con educación, especialmente la superior, ¿qué debemos hacer para que siga siendo así?

— El rol que desempeña la educación es, en primer lugar, el primer instrumento de equidad y justicia social. Se trata de un bien público y además un derecho constitucional de carácter social. Por eso se convierte en una inversión igualadora de los desiguales, de inversión productiva que asegura la movilidad social y permite, sobre todo, que personas que no habían tenido oportunidades puedan tenerlas para romper círculos que durante generaciones se mantenía sin cambio.

Los hijos de padres pobres seguían siendo pobres porque no tenían ninguna posibilidad de salir del círculo de la pobreza; sin embargo, la educación rompe ese paradigma y ofrece a alumno la oportunidad de despegar y desarrollarse.

Ahí está su principal efecto y por eso estoy en la idea de que debe ser uno de los ejes que guie las acciones de los gobiernos.

Si cada gobierno entendiera que durante seis años hay que generar la estructura necesaria que permita una educación para todos, estaríamos del otro lado como país. Hay mucho por hacer ahí. México no puede seguir avanzando con el 40 por ciento de cobertura en educación superior, y digo esa cifra, porque es la aspiración al término de esta administración de Enrique Peña Nieto, pero ahora estamos en el 35.8 por ciento de los jóvenes en posibilidades de estudiar, entonces el 40 por ciento no puede ser la meta.

Hay países de América Latina como Cuba, Chile, Costa Rica o Uruguay que tienen tasas muy superiores de cobertura. Si México quiere aspirar a otros estadios, tiene que aumentar su cobertura.

En este punto Tonatiuh Bravo hace una digresión y argumenta que el país tiene una realidad abrumadora: el 50 por ciento de los mexicanos viven en la pobreza y la única manera de darles oportunidades es con la educación. Creo que todas estas cosas son las que a final de cuentas resumen la importancia de la enseñanza y, sobre todo, la de calidad.

Por ejemplo, de qué vale el derecho constitucional para los niños a estudiar primaria y secundaria, si finalmente no logran realizar sus metas e ingresar a la educación superior.

—¿Cómo hacer para que el Estado entienda que la educación es la mejor compañera del ser humano?

— Esto es importante, sobre todo ahora que las competencias profesionales van cambiando y alguien que no se actualiza, se pierde. Se necesita la actualización. Ahora se estudia durante toda la vida, no sólo para terminar la licenciatura y un posgrado. En esto hay que hacer conciencia, no solo la parte gubernamental, sino la sociedad y trabajar en función de construir este camino. Para eso están las universidades y hay que mejorar las capacidades de formación y que el conocimiento científico sea aplicado, que no quede en los cajones.

En la Universidad de Guadalajara está el tema de la vinculación. Hoy en día la extensión, difusión y vinculación científica son la tercera gran función sustantiva de la institución y se está redimensionando. No solamente hay que hacer que la investigación sea aplicada, sino además formar a los jóvenes para que trabajen en equipo y aporten soluciones. Todo esto se resume en una palabra: innovación para resolver necesidades.

Voy a enlistar 10 problemas que tiene el país: el primero es la seguridad, la corrupción, el transporte urbano, la contaminación ambiental, la gestión del agua, el crimen organizado, los resultados educativos en educación básica, el acceso a la salud, la obesidad infantil y la pobreza.

De estos problemas hablamos todo el tiempo. Lo que tenemos que hacer las universidades es concentrarnos en trabajar alrededor de estos.

Voy a nombrar alguno y relacionarlo con las posibles soluciones que pueden dar las universidades e institutos de educación superior: la seguridad.

No sólo hay que señalar que en México existe este problema y las instituciones no podemos repetirlo, sino destacar qué estamos haciendo para resolverlo. Lo primero que hay que asumir es qué me toca. Me toca la docencia, la investigación y la vinculación y difusión.

En lo que respecta a la docencia, tenemos que formar criminólogos, técnicos en ciencias forenses, abogados —de preferencia en seguridad pública y seguridad ciudadana—, pero aún antes, desde el bachillerato, hay que hacerlo en seguridad pública, porque en cualquier pueblo al que vayas esta el problema y los estudiantes de este nivel pueden contribuir a solucionarlo.

Para apuntalar las acciones tendrías que firmar un convenio para colaborar con la Academia de Policía y coadyuvar en este tema. Además hay que formar maestrías y doctorados en seguridad pública para contar con recursos humanos y capacidades institucionales con mayor nivel.

Respecto a la investigación, se debe buscar con métodos científicos qué es lo que está pasando y qué han hecho en otras latitudes para resolver el problema, cuáles son nuestras alternativas, cómo recreas esas propuestas para México. Por ejemplo, si analizas lo que funcionó a Colombia o Nueva York tienes un conocimiento que se suma al que generas y puedes definir cuál es la solución para Guadalajara o para la Ciudad de México.

Entonces, hay que ir al diseño de propuestas en el problema de seguridad. Eso nos falta en las instituciones y también una sacudida a todos para entrar al intento que genere solución a problemas. Nos hace falta también un poco más de paciencia y consistencia en la tarea, porque luego intentamos una cosa y no resulta, nos desesperamos, nos dividimos y nos echamos la culpa unos a otros por el fracaso, sin entender que no es con la primera medida con la que vamos a llegar a la solución, porque debemos pasar por varias aproximaciones para lograrla.

Así como puse el ejemplo de seguridad, en los otros problemas sabemos que es mucho lo que tienen que ofrecer las universidades. Entonces el tema es estar conscientes de que debemos trabajar para tener resultados.

Voy a poner otro ejemplo: durante 12 años hubo gobiernos conservadores a nivel nacional, por no decir una palabra más fuerte, pero aquí en Jalisco, los padecimos. Te voy a contar una anécdota. Siendo presidente de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados asisto al acto anual que hace la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg). Entonces ahí me comentan que hay dos estados que no han repartido los libros de texto gratuito, porque hay padres de familia que cuestionan sus contenidos. ¿Cuáles son esos dos estados? Guanajuato y Jalisco.

Hablo con Emilio González Márquez —gobernador de Jalisco de 2007 a 2013— y le digo: “Se está generando un problema porque aquí está el reporte que ustedes no están distribuyendo los libros de texto gratuito. Y me dice: “Mira Tonatiuh, te voy a ser sincero, ya repartimos todos, pero hay uno que no se entregó”.

Le preguntó cuál fue el que no se repartió y me contesta: “El de biología, porque ahí vienen cosas como que es normal el sexo entre personas del mismo sexo y otro tipo de cochinadas que no se las voy a imponer a los padres de familia. No me voy a meter en eso”. Y le comento: “Pero hay un problema, Jalisco está en el pacto federal y los libros de textos gratuito son una obligación y, además, gobernador, es la peor forma que para resolver un problema, porque primero te vas a meter en un conflicto legal y segundo vas a generar un enfrentamiento innecesario, porque siempre habrá gente que estará en contra de los contenidos de los libros de texto. Nunca habrá alguno que satisfaga a todos, pero hay principios constitucionales en la educación que dicen que debe ser laica y científica. Mientras te normes sobre estos principios, no debería ser problema, los demás que no quepan, ni hablar, pero son las funciones que debe garantizar el Estado”.

Entonces, después de unas semanas que lo analizaron, los entregaron. Hay otro asunto: los programas para prevenir el embarazo en adolescentes fueron inhibidos, las campañas conservadoras de educación sexual dejaron de serlo, no formaban ni educaban.

Ahora tenemos el segundo o tercer lugar en embarazos de adolescentes, porque las mujeres no tuvieron educación sexual. Estos temas tiene que ver con la universidad y lo que digo es que trabajemos en la aplicación práctica: llevar a la realidad las campañas preventivas.

— ¿Esto muestra que somos todavía un país con muchos atavismos?

— Hay que romperlos y la mejor manera de hacerlo es la difusión del conocimiento. Por ejemplo, hay mujeres que son profesionales de la salud y padecen cáncer de seno por no hacerse estudios. Si trabajas en el campo de la salud, ¿porque no te revisaste?, entonces se tiene que entrar en otros estadios de consciencia y sobre todo de acción.

Además, en México nos falta acelerar el proceso formativo y de generar consciencia social. Creo que ahí está gran parte de lo que tenemos que hacer.

— La educación es una actividad lúdica, de conocimiento y descubrimientos continuos…

— El estudio es un constante descubrimiento de cosas. Hemos confundido el rigor y la calidad con la sensación de incomprensión y elitismo. La buena educación termina por ser sencilla. Las cosas que son complejas, es decir, la complejidad del conocimiento se da por pasos. Nadie va a entrar a temas de alto grado de dificultad desde el primer día, pero si continuas en la secuencia, llegarás al conocimiento complejo. Cuando se hablaba del principio de incertidumbre, me causaba eso: incertidumbre, porque decía “cómo que el principio de incertidumbre científico, si la ciencia lo que busca es dar certeza”.

Al profundizar entiendes el principio: para llegar a ecuaciones o postulados complejos, que no quiere decir que sean sólo para iniciados, es simplemente mantener la sencillez y la constancia. De ahí que en la FIL de Guadalajara tengamos ciencia para niños.

—¿Finalmente, cómo ve al país?

—Lo veo con mucha preocupación. Creo que estamos mal, pero tenemos las herramientas para salir adelante, si nos decidimos y, aunque en ocasiones pareciera que nos están ganando los problemas, no debemos dejar de intentar construir soluciones. Creo que decir que estamos mal no significa dejar de reconocer el esfuerzo que hacen las instituciones, organizaciones de la sociedad civil y el Estado, pero tenemos que dar un salto en lo que estamos haciendo, porque de otra manera, México tiene en riesgo su viabilidad como país.

Yo vivo en Jalisco y en la entidad hay zonas en las que no existe la seguridad constitucional ni el régimen de estado de derecho. Esta vulnerabilidad nos preocupa a todos, me preocupa la facilidad con la que el crimen organizado engancha a los jóvenes, me preocupa la falta de oportunidad para los jóvenes, no basta el 40 por ciento en la cobertura en educación superior, tenemos que estar por arriba del 50 por ciento, tenemos que ofrecer una educación tecnológica de calidad, tenemos que abatir el rezago en los niveles de educación básica. Ahí están y tenemos que entrarle todos.

Fuente de la entrevista: http://www.cronica.com.mx/notas/2017/1031535.html

Fuente de la noticia: http://www.cronica.com.mx/nimagenes/22/2017-07-02_10-07-02___7033.jgp

 

Comparte este contenido:

Unesco: Una guía para garantizar la inclusión y la equidad en la educación

Unesco/03 julio 2017/Fuente: Unesco

Desde 1990, los países han alentado el desarrollo de sus sistemas educativos con el objetivo de promover y facilitar la educación para todos los niños. Las experiencias obtenidas del movimiento de la Educación para Todos y de los Objetivos de Desarrollo del Milenio demuestran que a pesar de los logros significativos alcanzados quienes más lo necesitan no sacan provecho de forma automática de todo el espectro de oportunidades educativas en lo relativo a las oportunidades educativas de calidad.

¿Por qué esta nueva guía es importante?

Según las estadísticas de la UNESCO, 263 millones de niños, jóvenes y adolescentes, entre 6 y 17 años de edad, no han sido aún escolarizados y sus logros en el sistema escolar siguen siendo uno de los mayores desafíos para muchos países. Por otra parte, no significa lo mismo garantizar la inclusión de todos los niños en los procesos de enseñanza, que suministrar equipos y dispositivos al sector educativo. A muchos niños y jóvenes escolarizados se les sigue excluyendo de las posibilidades de aprendizaje y no obtienen, en igualdad de condiciones, los beneficios que se puede esperar de una educación de calidad. Según estudios recientes, los niños y jóvenes provenientes de grupos desfavorecidos, una vez escolarizados, corren más riesgo de convertirse en blanco de diversas formas de violencia escolar y acoso por parte de los docentes y de sus compañeros, algo que engendra consecuencias negativas en el ámbito de la calidad y del rendimiento escolar.

Si los países no formulan y no aplican las políticas y los programas educativos de carácter inclusivo, y si no ofrecen contextos de aprendizaje, programas docentes y planes pedagógicos que también sean integradores para los educandos, habrá pocas probabilidades de que esta situación cambie. El mensaje fundamental de esta Guía es que cada educando cuenta y cuenta en idénticas condiciones de igualdad que sus compañeros. En ello consiste el término de inclusión. Debemos respetar la diversidad de las necesidades, las aptitudes y características propias de cada educando, así como erradicar todas las formas de discriminación en los centros de aprendizaje. Tal y como Mel Ainscow, profesor emérito de la Universidad de Manchester y coordinador de la redacción de los aspectos más destacados de la publicación, observa: “promover la inclusión y la equidad en las escuelas significa que se aprende a convivir con las diferencias y que, en realidad, se saca una enseñanza de estas diferencias”. “Esto quiere decir que descubrimos las múltiples maneras de implicar a los alumnos en el proceso de aprendizaje para que puedan tener el control de este proceso y asumir sus responsabilidades”, añadió Renato Operti, especialista principal del programa en el seno de la OIE-UNESCO. Nada de esto puede llevarse a cabo de un día para otro. Para lograr implementar el cambio a escala de todo el sistema debe considerarse la inclusión y la equidad como procesos que requieren de un programa con diferentes niveles y la aplicación de políticas integrales, así como el compromiso de las diversas partes interesadas tanto dentro como fuera del sistema educativo.

Esta guía, redactada para garantizar la inclusión y la equidad en la educación, ha sido publicada en el momento en que el mundo acaba de asumir el compromiso de alcanzar un marco renovado de desarrollo sostenible. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 sobre Educación hace un llamamiento para garantizar una educación inclusiva y equitativa y a promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos de aquí al 2030. ‘‘Es parte de nuestro mandato ético y nuestra responsabilidad común velar para que los grupos de personas más frágiles y al margen de las oportunidades de aprendizaje gocen efectivamente del derecho a una educación de calidad’’, afirmó Florence Migeon, especialista del Sector de educación de la UNESCO para el programa de inclusión en la educación. Se trata de llevar a cabo un seguimiento exhaustivo de los grupos marginados y, cuando proceda, tomar las medidas necesarias para garantizar la presencia, la participación y el éxito de éstas en el sistema educativo. De este modo, queda claro que el nuevo ODS en materia de educación tiene como objetivo la enseñanza y el aprendizaje para todos.

¿Qué proporciona esta guía?

Mediante esta Guía la UNESCO tiene como objetivo brindar un apoyo de índole práctica para que los Estados Miembros logren detectar qué lugar ocupan la igualdad y la inclusión en sus políticas ya existentes, y decidan las medidas que deben tomarse en aras de mejorar dichas políticas, así como en dar seguimiento a los logros obtenidos tras haber emprendido la puesta en marcha de las acciones correspondientes. La Guía ofrece un marco de evaluación que presta asistencia a los países durante este examen, y toma en cuenta cuatro dimensiones clave: los conceptos, las declaraciones de políticas, las estructuras y los sistemas, y, finalmente, las prácticas.

Además, las conclusiones de las investigaciones en la esfera internacional que figuran también en esta Guía, permitirá que los Estados Miembros extraigan enseñanzas de los procesos llevados a cabo en otros países con miras a aplicar sistemas educativos inclusivos y equitativos. Cómo Ghana evalúa la inclusión en sus escuelas tradicionales, cómo Dinamarca fomenta una concepción unificadora en el plano comunitario al tomar en cuenta las opiniones de los niños con miras a mejorar la inclusión y la igualdad, o aun, cómo los alumnos de Portugal ayudan a los docentes a innovar. Son estos algunos ejemplos de prácticas eficaces que impulsan el derecho de cada educando a una educación inclusiva y equitativa.

La Guía para garantizar una educación inclusiva y equitativa (en inglés) fue publicada por la Sección de Educación para la Inclusión y la Igualdad de Género y la Oficina Internacional de Educación.

Fuente: http://www.unesco.org/new/es/media-services/single-view/news/a_guide_for_ensuring_inclusion_and_equity_in_education/

Comparte este contenido:

Educación superior: entre la equidad y la eficiencia

Por: Pedro Flores

A finales de mayo, el Banco Mundial (BM) dio a conocer su informe Momento Decisivo: la educación superior en América Latina y el Caribe (Ferreyra, Avitabile, Botero, Haimovich y Urzúa). Conocer este tipo de reportes es importante por al menos cuatro razones.

Primero, porque ofrecen una panorámica amplia del sector universitario al incluir indicadores de desempeño de los distintos países. Cuando uno peca de verse el ombligo y caer en el pesimismo, basta compararse con lo que hacen otros países de la región para matizar el juicio. Segundo, los informes del Banco Mundial – en algún momento, considerado el “villano favorito” de nuestras desgracias – abren posibilidades para la discusión pública y el debate. Aquellos que son propensos a explicar todo con base en el “neoliberalismo” ya tienen un pretexto para agitarse con la publicación del BM.

Tercero, las ideas vertidas por el BM sobre educación superior llegan en un momento importante para México. Como se sabe, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) está preparando el documento de política 2030 sobre este nivel, el cual será presentado a los candidatos a la presidencia de la República en 2018. Y en cuarto y último lugar, también dentro del seno de la ANUIES, estamos discutiendo el contenido de una nueva Ley de Educación Superior.

¿Qué elementos del informe del Banco Mundial se tomarán para estos documentos de política educativa nacional? Ya veremos, mientras tanto, hagamos un breve repaso y crítica del citado documento.

¿Qué juzgo como positivo del Informe? En primer lugar, advierto que los economistas del Banco Mundial ya desarrollaron una visión más realista de la capacidad de cambio y transformación que tiene la educación superior. De esta manera, afirman que para comprender mejor la función de las universidades, hay que considerar la problemática del bachillerato, del mercado laboral y de la economía en su conjunto. “[L]os graduados de educación superior sólo pueden materializar su potencial productivo si su entorno se lo permite”. Esta perspectiva ayuda a repensar en lo que puede o no hacer la universidad en nuestros países latinoamericanos que, como observarían algunos, no experimentaron la modernidad.

Otro acierto del informe es brindar información para repensar la equidad más allá del clásico argumento pobrista. Tres datos llaman la atención del Informe. Primero, el acceso a la educación superior en la región creció notablemente del año 2000 a 2013, ya que pasó de una tasa de 18 a 28 por ciento. Es decir, más jóvenes de entre 18 y 24 años cursan actualmente una carrera universitaria. Segundo, un mayor número de jóvenes que llegaron a este nivel provienen de familias con ingresos bajos y medios. Estos jóvenes son vistos por el BM como el “estudiante nuevo”. Mientras en el año 2000, sólo 16 por ciento del estudiantado de educación superior representaba el 50 por ciento más pobre de la población, esta tasa creció a 24 por ciento en 2012. Tercero y último, aunque los ricos siguen aún teniendo más probabilidades de ingresar a la universidad que los pobres, esto se explica, en un 56 por ciento, por las tasas de graduación en el bachillerato. Dicho de otra manera, “el principal motivo por lo que es menos probable que esos jóvenes accedan a la educación superior es que no se gradúan”.

Que un joven no complete satisfactoriamente sus estudios de bachillerato puede o no estar relacionado con la pobreza económica. Esto nos impulsa a ampliar la mirada y cuestionar cómo operan los bachilleratos en un país como México en donde este nivel se volvió obligatorio desde 2012. Algunas investigaciones han mostrado que las escuelas de educación media superior imponen reglas de evaluación y acreditación tan estrictas y disfuncionales que estudiar en ellas asemeja más a una carrera de obstáculos que a un buen proceso de enseñanza-aprendizaje (véase Mendoza, D. 2016. Reprobación y deserción en el bachillerato. Elementos para la equidad y eficacia escolar, México: UIA).

El reporte del BM intuye y señala muy someramente un problema de tipo “institucional” en los subsistemas de educación de la región, pero no va a fondo y quizás no tendría porqué. Esperemos, por el contrario, que los documentos de política universitaria nacional sí elaboren tesis más originales y señalen puntualmente cómo las reglas (formales e informales) contribuyen a que nuestras universidades y bachilleratos no operen con eficiencia generando, entre otras cosas, mayor desigualdad.

¿Qué más considero como limitaciones del informe y de la visión de los economistas ligados al Banco Mundial? Contrario a la UNESCO y a las declaraciones mundiales sobre el nivel, estos autores consideran a la educación superior como un producto de mercado y no como un bien público. Es a partir de la visión utilitarista de donde parten sus interpretaciones y recomendaciones de políticas. Esto merece una amplia crítica dado el cúmulo de literatura y evidencia empírica que ha mostrado las limitaciones de promover el desarrollo educativo con base en los principios de mercado. ¿Por qué entonces insistir en ello? ¿Es una cuestión más ideológica que científica? ¿Es reflejo de la era Trump?

Los autores del informe, consideran a los estudiantes y a sus familias como meros agentes racionales tratando de maximizar sus beneficios cuando el mismo informe ofrece información sobre decisiones “irracionales” que toman los jóvenes. Por ejemplo, pese a las “baja rentabilidad” de algunas carreras y áreas del conocimiento, las personas las siguen eligiendo. Esto tendría que haber impulsado una idea más amplia y profunda de la racionalidad humana. Filósofos, economistas, analistas de políticas, e incluso Adam Smith han observado que la gente no solamente actúa siguiendo su propio interés.

Por otro lado, pese afirmar que el gasto en educación superior no es “regresivo”, sino “progresivo” debido a la creciente presencia de estudiantes pobres en la educación superior y de que el financiamiento público es clave para promover carreras de Ciencia y Tecnología, los economistas del Banco Mundial se apresuran y vuelven a proponer que los gobiernos otorguen a los jóvenes un voucher para que elijan la universidad de su predilección, como si tal decisión fuera totalmente libre. ¿Por qué los autores del informe omitieron las investigaciones empíricas (véase Carnoy) que muestran que estos esquemas de mercado no dan los resultados esperados?.

Esta “asimetría de información” hace pensar que quizás sí sea tan mala la educación en el mundo que algunos – no sólo los “estudiantes nuevos” y pobres – no tienen la capacidad de procesar la información correctamente. Sí es para preocuparse.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/educacion-superior-entre-la-equidad-y-la-eficiencia/

 

Comparte este contenido:

¿Y en verano qué? ¿Quiénes siguen aprendiendo?

Por: Jaume Carbonell

Uno de los logros más significativos del siglo XX en los países desarrollados es el de la plena escolarización obligatoria. Una conquista que en España fue mucho más tardía debido a la desidia de la dictadura franquista hacia la cultura. Sirva solo este dato como botón de muestra: en el año 1966 un millón de niños aún no asistía a la escuela. Pero hoy, en pleno siglo XXI, el derecho a la escolarización es insuficiente: ya no basta que esta se extienda más años y mejore su calidad sino que se precisa que las crecientes oportunidades de aprendizaje y formación que se van creando fuera de la institución escolar sean accesibles a toda la población infantil y juvenil. Nos referimos, por supuesto, a la amplia y rica oferta de propuestas que conforman la educación no formal: las mal llamadas actividades extraescolares o complementarias -porque a menudo son tan relevantes como los contenidos del currículo escolar oficial- y las asociadas a la educación del tiempo libre como campamentos, colonias, rutas y “casals” que tienen lugar en los pueblos, barrios y ciudades durante el fin de semana y el período vacacional.

Los itinerarios formativos del alumnado y sus proyectos de vida han de contemplar tanto lo que pueden aprender en la escuela como fuera de ella, aprovechando el contenedor de oportunidades que encierra el territorio. Por eso el nuevo reto se llama educación a tiempo completo, más allá de que se opte por la jornada continua o partida de mañana y tarde. El propósito es ampliar las posibilidades de experimentar en otros contextos educativos y con nuevas formas de aprendizaje, abriendo la escuela al entorno y tejiendo redes de colaboración entre los diversos agentes educativos que intervienen en el proceso de socialización. Desde hace ya unas cuantas décadas distintas entidades privadas y ayuntamientos, de forma separada o conjunta, tratan de incrementar esta oferta educativa. Pero, a pesar de un buen número de iniciativas valiosas y exitosas, las limitaciones son aún mayúsculas para afrontar las desigualdades y la brecha social existente entre los distintas clases sociales. Falta dinero, voluntad política, compromiso cívico y amparo legal para que esta oferta de educación no formal se convierta en un servicio público prioritario. Para que la inclusión escolar sea también educativa.

El aumento de las desigualdades, con el consiguiente impacto en la pobreza familiar e infantil, ha restringido aún más el disfrute del servicio de comedor escolar, de las actividades extraescolares habituales y de las que tienen lugar en verano. Pere Mulero, presidente de la Associació Catalana d’Empreses del Lleure, l’Educació i la Cultura, (ACELLEC), una de las 200 entidades que han impulsado la plataforma Colonias y educación, manifiesta que las contrataciones de colonias escolares han caído un 20% en Cataluña desde que empezó la crisis,  afectando sobre todo a los centros públicos. Algo que les preocupa por el riesgo de segregación y elitismo de la oferta.

Fotografía: Fundesplai

¿Cómo afecta esta desigualdad durante el verano a las diversas infancias? Las que pertenecen a familias acomodadas y de clase media puede combinar hasta tres actividades de gran impacto formativo: campamento o actividad de día en un “casal”; estancia en un país extranjero para familiarizarse con el inglés; y viaje familiar, con alguna visita museística o similar. Un poso cultural y social que le proporciona un contacto más directo con la naturaleza o con otros paisajes urbanos; vínculos afectivos más estrechos con su grupo de iguales o con personas adultas; otros aprendizajes distintos y creativos y un sinfín de aventuras y experiencias estimulantes fuera de lo común. Hay investigaciones que atestiguan que, tras su vuelta al aula, este alumnado mejora su rendimiento en lectura y otras materias. Por el contrario, este disminuye en la infancia pobre, al no poder escapar de su cotidianidad rutinaria enganchada a la calle, a la televisión y a otros artefactos tecnológicos que usan de modo bastante restrictivo.

A pesar de ello algo se mueve. Son diversos los ayuntamientos que, conscientes de esta situación, están tomando cartas en el asunto, y estrechan su colaboración con distintas entidades de la educación del tiempo libre de larga y reconocida trayectoria, sin afán de lucro y pertenecientes al tercer sector.  Tal es el caso, por ejemplo, del municipio de Sant Joan Despí, (Baix Llobregat, Barcelona), donde se ha creado una red integrada por distintos departamentos municipales, centros educativos, entidades de tiempo libre y otros colectivos de la ciudad con el objeto de liderar y planificar de manera compartida el verano para la infancia y la juventud. El Ayuntamiento se compromete a regularizar las actividades educativas de verano, a ampliarlas -habrá seis “casals” infantiles, uno en cada barrio, uno específico de inglés y un “casal” joven- y a subvencionar una parte de su coste. Por otra parte, las familias más necesitadas pueden solicitar una beca a Servicios Sociales que incluye también el servicio de comedor. De esa manera se avanza hacia la equidad.

Por su parte, los clubes de tiempo libre “El Tricicle” y “El Nus”, vinculadas a la Fundació Catalana de l’Esplai (Fundesplai), aportan la garantía de calidad que le proporciona 28 años de experiencia en la organización de “casals”, campamentos, colonias, rutas, etc, tratando siempre de innovar  este tiempo y espacio educativo con propuestas creativas y alternativas al ocio de consumo y de fomentar los lazos de convivencia entre el alumnado más diverso. Así, equidad y calidad van de la mano en este verano que forma parte de la educación a tiempo completo: de la progresiva conquista de este nuevo derecho a la plena educación.

Fotografía: Fundesplai

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2017/06/07/y-en-verano-que-quienes-siguen-aprendiendo/

Comparte este contenido:

Colombia mejora en acceso a educación superior, pero falta calidad

Colombia/05 junio 2017/Fuente: El Tiempo

En informe, el Banco Mundial señala que 50 por ciento de estudiantes no terminan la carrera.

Colombia ha tenido una de las mayores expansiones de América Latina en cuanto a acceso a la educación superior, según un estudio del Banco Mundial. Sin embargo, es preocupante que aún se presenta un déficit en cuanto a calidad y a equidad que repercuten en un alto índice de deserción.

 Según María Marta Ferreyra, una de las autoras de la investigación, la expansión de Colombia refleja que la economía ha crecido, como también el crédito de consumo que se está usando para pagar matrículas, se han creado muchos programas nuevos para satisfacer la demanda y han habido políticas deliberadas para expandir el acceso.

Sin embargo, aclaró que “Colombia necesita trabajar particularmente en reforzar la equidad en el acceso, y esto significa reforzar sobre todo la calidad de la educación previa”.

Isabel Segovia, exviceministra de Educación, aseguró que la expansión ha sido muy desorganizada y llevó a muchos estudiantes nuevos (o sea de recursos bajos que antes no habrían podido acceder) a demandar más programas.

“No ha habido una respuesta clara de políticas y es el mercado el que regula la oferta, es decir, las universidades abren más cupos y amplían los programas. Pero eso ha terminado en que hay una cantidad de carreras de mala calidad que terminan generando, entre otras razones, que más de la mitad de los estudiantes deserten en el primer año. Hay que organizar la oferta de lo que hay”, explicó Segovia.

Según la investigadora del Banco Mundial, las brechas de acceso se deben porque los estudiantes de menores ingresos no se gradúan de la secundaria o se gradúan, pero saben menos. Además, vienen de hogares más limitados en cuanto a la educación de los padres y eso también restringe el acceso que estos estudiantes tienen al sistema.

Los empresarios demandan habilidades que no existen, hay vacantes que no se pueden cubrir

Otro tema en el que debe mejorar Colombia, según el estudio, es en la calidad. Si bien ha expandido su matrícula, las tasas de deserción también han subido. Esto se debe a que una asignatura pendiente es trabajar por la calidad de la educación superior.

Usando datos administrativos para Colombia, en el estudio se estimó que en torno al 37 por ciento de los estudiantes que comienzan un programa universitario abandonan el sistema de educación superior.

Este porcentaje asciende a aproximadamente al 53 por ciento para los estudiantes que comienzan programas de ciclo corto (principalmente educación técnica y tecnológica), “un resultado con implicaciones fuertes para la diversidad”, asegura el estudio. Aunque no resulte sorprendente, los estudiantes de habilidad e ingresos bajos son más propensos a desertar que sus pares más favorecidos.

“Nosotros lo que queríamos medir como calidad es la contribución de la institución. Es decir, si el estudiante deserta se debe a que él no está preparado para ese programa, o a que está preparado pero la universidad no agregó el suficiente valor, no contribuye: las clases no fueron buenas, por ejemplo”, explicó Ferreyra.

El estudio también revisó la recolección y difusión de información sobre educación superior. En este campo, Colombia, respecto a otros países de la región, ha progresado mucho; sin embargo, necesita profundizar en la misma.

Una de las ideas que presentó Ferreyra fue: se debería crear una base de datos pública en la que se conozca, por ejemplo, cuánto es el salario de un recién egresado por cada una de las carreras, según la universidad, cuánto es el porcentaje de deserción y en qué empresas consiguen trabajo.

El vicerrector de la Universidad del Norte, Alberto Roa, aseguró que el informe muestra que la educación superior ha sido el gran igualador, pero hay una tarea muy pendiente para que la equidad social funcione mejor.

Por otro lado, expresó que ese gran aumento de cobertura no ha significado un incremento fuerte en el tema de calidad. “Se necesita regulación, fomento a la calidad, de tal manera, que esas mejoras se deberían traducir o deberían ir acompañados de una política más sólida de calidad”, concluyó Roa.

Desconectados

Según Ferreyra, los empresarios no están encontrando lo que buscan en los egresados de las universidades.

La investigadora explicó que las consecuencias de esta desconexión entre el sector privado y la educación superior tiene graves repercusiones en la economía del país.

“Los empresarios demandan habilidades que no existen, hay vacantes que no se pueden cubrir, productos que no se pueden producir, innovaciones que no se realizan, entre otras”, asegura.

Y agrega: “La economía nunca llega a producir lo que de otra manera querría producir, por eso decimos que la educación superior es una condición necesaria para el progreso”.

Según el informe, falta variedad en las áreas de conocimiento. En promedio, en América Latina y el Caribe se gradúa un porcentaje menor de científicos y un porcentaje mayor de maestros que en Estados Unidos, el Reino Unido y otros países.

En Colombia, por ejemplo, el 54,1 por ciento de los estudiantes universitarios están estudiando ciencias sociales, administración de empresas y derecho.

“No necesariamente son las carreras que el sector productivo necesite. De ahí que es necesario que se entreguen incentivos para crear otras carreras y programas necesarios”, afirmó la investigadora.

Ferreyra explicó que para solucionar este problema es necesario que las instituciones educativas formen en áreas pertinentes y relevantes para el sector productivo.

De una u otra forma, si se aplica la estrategia de profundizar en la información y hacerla pública –acerca de salarios de egresados, empresas en las que entran a trabajar, entre otros– las universidades se verán en la obligación de ofrecer carreras relevantes, a dialogar con el sector privado, saber qué busca y generarlo.

Por otro lado, también es necesario que se fortalezcan otro tipo de habilidades, como las competencias blandas: liderazgo, trabajo en equipo, claridad de propósito, organización y seguimiento, y capacidad de influenciar.

Al respecto, el vicerrector de la Universidad del Norte dijo: “Son múltiples las tareas que hay que hacer para fortalecer la relación entre universidades y empresas. Desde las prácticas, lograr que los estudiantes puedan emplearse bien y generar proyectos de innovación científicos y tecnológicos aplicados a las empresas”.

En expansión

En América Latina y el Caribe, diferentes políticas públicas y el ascenso de la clase media en la década pasada han empujado a muchos jóvenes a entrar a las universidades.

Según el estudio, la cantidad de personas entre 18 y 24 años que asisten a una institución de educación superior aumentó del 21 por ciento en el año 2000 a 43 por ciento en el 2013, con una mayor cantidad de estudiantes provenientes de sectores medios y bajos.

Esto significa que hay más de 20 millones de estudiantes que asisten a las cerca de 10.000 instituciones que ofrecen 60.000 programas de formación. Cifras satisfactorias en comparación con las de otras regiones.

Sin embargo, la educación superior está en una encrucijada porque mayor acceso no significa mayor calidad. Millones de estudiantes entran a las aulas, pero no todos acceden a opciones de calidad.

Esto significa que no solo no cuentan con un plan de estudios atractivo que los retenga hasta terminar sino que, al graduarse, tampoco están preparados para enfrentar las demandas del mercado laboral actual.

Se calcula que solo el 50 por ciento de los estudiantes que inician sus estudios superiores llegan a terminar y se gradúan.

El mayor aumento en el acceso a la educación superior lo representa el grupo de estudiantes más pobres: el 45 por ciento del aumento de las matrículas en los últimos años. Ellos, provenientes de familias con menores recursos, muchas veces no están preparados académicamente para enfrentar los desafíos de la educación superior, lo que explica, según el estudio, niveles tan altos de deserción.

En promedio, solo la mitad de las personas entre 25 y 29 años que estaban matriculadas no completaron sus estudios, ya sea por abandono o porque aún continúan estudiando. De los que abandonan, la mitad lo hace en el primer año de su carrera.

El estudio del Banco Mundial recomienda diseñar políticas multidimensionales para apoyar a estudiantes que no están académicamente preparados.

Fuente: http://www.eltiempo.com/vida/educacion/acceso-y-calidad-de-educacion-superior-en-colombia-segun-el-banco-mundial-95456

Comparte este contenido:
Page 1 of 2
1 2