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El efecto placebo

Por: Carolina Vásquez Araya

Los fenómenos colectivos tienden a crear la ilusión de una realidad paralela.

Con el ruido mediático elevado a la máxima potencia para concentrar la atención en el mundial de Qatar, los verdaderos problemas que afligen a la mayor parte de los 8 billones de seres humanos que poblamos -para bien o para mal- este planeta, quedan disimulados tras una fachada de entusiasmo por un espectáculo cuyas sombras oscuras se diluyen en cuanto suena el primer arranque. De cómo ese pequeño emirato, gobernado con mano de hierro por la familia Al Thani, consiguió la sede del campeonato mundial de fútbol, ya se han escrito miles de páginas, en donde están consignados no solo los procedimientos opacos en el proceso, sino también las violaciones de los derechos humanos de miles de migrantes explotados en la construcción de la lujosa infraestructura.

El entusiasmo de los aficionados al fútbol, el cual captura el foco de millones de fanáticos y también atrapa la atención de los medios internacionales, ha dejado entre bastidores un tema crucial relacionado con esa región: las conclusiones del COP28, celebrado en Sharm El Sheij en este mes de noviembre. De acuerdo con Simon Stiell, Secretario Ejecutivo de ONU Cambio Climático, «Este resultado nos hace avanzar, es un resultado histórico que beneficia a los más vulnerables de todo el mundo. Hemos determinado el camino a seguir en una conversación que ha durado décadas sobre la financiación de las pérdidas y los daños, deliberando sobre cómo abordar los impactos en las comunidades cuyas vidas y medios de subsistencia han sido arruinados por los peores impactos del cambio climático”.

Aun cuando esas palabras suenan como una promesa, la realidad es que la ONU no solo carece de poder para enfrentar las presiones del mundo corporativo, cuyo poder es incluso superior al de los Estados que la conforman, sino depende financieramente de países súper industrializados que son, en concreto, los mayores emisores de CO2 del mundo y cuyo sistema productivo se vería seriamente afectado con la gigantesca inversión requerida para adaptar sus métodos con el propósito de reducir su huella de carbono. A este obstáculo se añade una cultura de consumismo extremo e innecesario -convertida en señal de progreso- en esos mismos países desarrollados y aquellos emergentes que buscan imitar el estereotipo.

Con dar una mirada a la prensa internacional en todas sus plataformas, basta para apreciar el enorme impacto que ese efecto placebo -el Mundial de Qatar- logra sobre millones de seres humanos capaces de sumergirse en la fantasía y olvidar todo aquello que ha puesto su supervivencia en riesgo. En ese sentido, no solo está la amenaza de una conflagración global, producto de la guerra de intereses geopolítico-corporativos, sino también la falsedad de las promesas vacías de los gobiernos en relación a sus políticas con respecto al cambio climático.

Mientras grandes segmentos de la población mundial carece de medios de subsistencia y se hunde en la pobreza y el hambre, se observa con discutible admiración la concentración obscena de poder de unos pocos privilegiados quienes, con una ínfima porción de sus fortunas, tendrían el poder de aplacar la miseria de quienes lo han perdido todo en este sistema depredador. La fantasía mundialista, sin embargo, no durará lo suficiente y el inevitable choque con la realidad del cambio climático, la profundización de la pobreza y el desafío de la supervivencia, terminará por prevalecer.

El despertar es inevitable y nos obliga a mantener la lucidez en un mundo desquiciado.

Fuente de la información: www.carolinavasquezaraya.com

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La OIT lanza iniciativas entre empresas y empleos verdes, ¿ilusiones, promesas, engaños?

Durante la primera semana de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cop27) en Egipto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) lanzó una asociación para acelerar la creación de empleos verdes para los jóvenes, la Herramienta de Financiamiento para la Transición Justa sobre Actividades Bancarias y de Inversión, e inauguró el Pabellón de la Transición Justa.

El Pacto para la Juventud, en asociación con Naciones Unidas y otras agencias, tiene como objetivo cerrar la brecha de habilidades para los jóvenes en los países en desarrollo y dirigirse a los sectores vulnerables al clima. Sus objetivos incluyen la creación de un millón de empleos verdes, el apoyo a la ecologización de un millón de empleos existentes y la ayuda a 10.000 emprendedores verdes.

Moustapha Kamal Gueye, Coordinador Mundial de Empleos Verdes de la OIT, recordó a los participantes que «las inversiones en la economía verde, incluidas las energías limpias y renovables, la construcción y la agricultura sostenible, crearán 8,4 millones de empleos para los jóvenes de aquí a 2030».

La OIT, junto con el Instituto de Investigación de la London School of Economics Grantham para el Cambio Climático y el Medio Ambiente, lanzó la Herramienta de Financiación para la Transición Justa en Actividades Bancarias y de Inversión, con el objetivo de proporcionar a las instituciones financieras consejos prácticos, prácticas emergentes y enlaces a recursos relevantes sobre cómo incorporar una perspectiva de transición justa en sus operaciones, en consonancia con el Acuerdo de París.

En realidad se centra en las actividades bancarias y de inversión, y describe los puntos de entrada para una integración sistemática de las consideraciones sociales en el enfoque de las instituciones financieras para una transición justa.

En su intervención en la presentación, Vic Van Vuuren, Director del Departamento de Empresas de la OIT, dijo que «estamos viendo los primeros pasos, estamos viendo acciones concretas procedentes del sector financiero. Pero para pasar de la actual fase incipiente a la general, el sector puede beneficiarse de una mayor orientación. Confiamos en que la herramienta apoye la aplicación de medidas tangibles».

Algo similar sucedió en la Cumbre de Líderes del G20 que se celebró en Bali (Indonesia) una semana después, donde los líderes reafirmaron la importancia de crear un mercado laboral inclusivo, y «la necesidad de apoyar las transiciones justas». A la vez que reiteraron su apoyo al objetivo de la protección social universal para todos en 2030 y a los demás objetivos de la agenda 2030 sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Por  enésima vez, los líderes reiteraron sus compromisos anteriores para cerrar una vez más la brecha salarial de género y reducir el desempleo juvenil y además hasta aprobaron un Plan de Acción sobre la aceleración y el seguimiento de los Principios del G20 para la Integración de las Personas con Discapacidad en el Mercado Laboral, junto con los otros anexos adoptados por los Ministros de Trabajo y Empleo del G20 a principios de este año.

La estrategia de las distracciones del mundo verde

Es sin dudas a través de estas cumbres (borrascosas) entre la ilusión y las promesas, que se puede ejemplarizar el alcance de la imposición de una superioridad fomentada por la globalización sobre intereses contrarios, que, por razones de orden externos, actúan sobre nuestras vidas como una manifestación del ejercicio de la autoridad consentida en “acato y fidelidad”.

Es cierto que hemos sido siempre en política víctimas necias del engaño, y lo seguiremos siendo mientras no aprendamos a discernir que detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales están los intereses de una u otra clase. En realidad, la época de la globalización burguesa, se distingue por haber simplificado las contradicciones de clase.

Recordamos que cuando los gobiernos se reunieron en Río de Janeiro (Brasil) en 1992 y alcanzaron un acuerdo sobre el vínculo fundamental entre asegurar la justicia social, proteger el medio ambiente y promover la seguridad económica en aquel momento nació la esperanza de que nuestras sociedades fueran capaces de transformarse a sí mismas y de orientarse hacia la sostenibilidad.

Sin embargo, treinta años después de aquellas promesas, lo único que hemos alcanzado son los límites de nuestro sistema económico, las desigualdades son mayores, y los recursos naturales del planeta desde hace mucho tiempo están mostrando señales de agotamiento. La constante avaricia, la piratería, la insensatez y la irresponsabilidad constituyen la señal inequívoca del estilo transnacional de crecimiento económico neoliberal. Su desenlace, si no se cambia el rumbo, es la extinción del Planeta.

El mundo científico nos advierte cada vez con mayor insistencia que el calentamiento global es real y aumenta la posibilidad de padecer ciertas enfermedades e incrementa además los déficits nutricionales, multiplica la exposición de la población a catástrofes ambientales y enfrenta a millones de seres humanos al desabastecimiento de agua y alimentos.

Aunque según aquellos defensores a ultranza del sistema, los negacionistas de turno insistan de que la degradación de la especie es en realidad pura ciencia ficción y no deberíamos preocuparnos: la vida seguirá existiendo bajo otras formas. Tal vez, bacterias y virus poblaran la faz de la Tierra.

Empresarios verdes una nueva visión con viejas prácticas capitalistas

Es en esta coyuntura que aparece la otra cara de la moneda fomentada por las investigaciones para el desarrollo de energías «limpias» adjetivadas alternativas o renovables, como respuesta dentro del marco de una economía social de mercado.  Las elites políticas y las empresas transnacionales, dueñas de la producción de energía, trasladan a las comunidades un discurso de responsabilidad y rigor ejemplar frente a los desafíos del cambio climático.

Su nuevo credo es producir artículos de todo tipo, poco contaminantes. Esta nueva visión de empresarios “verdes altruistas” nos llama la atención, de la noche a la mañana han dejado de ser capitalistas y buscan un mundo mejor con justicia social. Pero en definitiva la realidad es bien otra, ya que se han instrumentalizado las energías renovables para transformar una alternativa en mercancía.

La civilización actual, se mueve en un círculo vicioso de permanentes contradicciones, – que reproduce constantemente – sin acertar a superarlas, consiguiendo de continuo lo contrario precisamente de lo que se quiere o pretexta conseguir y así nos encontramos como decía el utopista Charles Fourier que “en la civilización, la pobreza brota de la misma abundancia”

Somos parte de un sistema que se fundamenta por el consumo ligado a la rentabilidad. Y estos “empresarios verdes” buscan obtener el máximo provecho de la energía sea solar, eólica, acuífera o proveniente de la biomasa.

Hoy contamos con múltiples empresas privadas que ven en el calentamiento del Planeta un gran negocio y por ello impulsan megaproyectos en el campo de las energías renovables en connivencia con el capital financiero. Y para ello cuentan con la complicidad de gobiernos neoliberales, presentes en los organismos internacionales.

La elite económica y la seudociencia como telón de fondo

En todos estos encuentros internacionales la elite económica, opera como un lobby más, un grupo de presión que instalan ciertos argumentos al borde del bulo, como, por ejemplo, que la demanda de empresas más ecológicas viene impulsada por los consumidores y los clientes, además de la normativa ambiental y factores culturales e institucionales.

La incidencia de los consumidores y los clientes en el argumento de las empresas en favor de la sostenibilidad, en realidad surge y se afianza a través de las búsquedas de productos sostenibles en Google, que entre 2016 y 2020 aumentaron un 71 por ciento. Es incongruente y peligrosa esta idea seudocientífica del progreso lineal, propio de la fase actual del capitalismo global en crisis. Esto debería ser profundamente cuestionado ya que sobre dicha base el actual (des)orden político y económico sostiene su mito de irreversibilidad histórica del sistema.

En realidad, su único afán sigue siendo obtener dinero a cambio de quemar energía, pero existe otra quema de energía; humana consumida bajo la forma de explotación más innoble.   Roto el vínculo entre naturaleza y producción, el modelo globalizador se alza dueño del mundo. Frente a este orden deshumanizador que obtiene su poder destruyendo el Planeta, despilfarrando las energías sean éstas renovables o no.

Seguimos enfrascados en una inercia discursiva cargada de pasividad, e impresa de declamaciones, en cada conferencia internacional, donde la aplicación fundamentalista y absolutista de las leyes de mercado nos lleva al desempleo, la precariedad, la crisis económica y a una regresión en las condiciones en la convivencia democrática, bajo el imperio absoluto de la ley económica auspiciada por el capitalismo salvaje.

*Periodista uruguayo residente en Ginebra, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Fuente: https://rebelion.org/la-oit-lanza-iniciativas-entre-empresas-y-empleos-verdes-ilusiones-promesas-enganos/

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Entrevista a Isabel Moreno: La física que te explica todo lo que tienes que saber sobre el cambio climático

Por Elisenda Pallarés

Publica su primer libro, ‘Cambio climático para principiantes’, un manual en torno a cuestiones básicas sobre el calentamiento global y la acción necesaria para mitigarlo: «Un reto tan grande como el cambio climático exige replantearnos nuestra idea de bienestar», apunta la también meteoróloga y divulgadora.

Si eres consciente que el cambio climático nos apremia, te preocupan sus consecuencias aunque quizás no acabes de entender por qué ocurren, y quieres indicaciones claras para saber qué puedes hacer, Cambio climático para principiantes (Plan B) es para ti. Está escrito por la física y meteoróloga Isabel Moreno Muñoz (Madrid, 1992). La experta es también colaboradora del programa Aquí la Tierra de TVE, un trabajo que le permite ser divulgadora científica para el gran público. Con ese mismo objetivo ha escrito un riguroso ensayo lleno de respuestas.

El primer libro de Isabel Moreno Muñoz se publica tras el verano más caluroso que hemos vivido y, paradójicamente, en un momento en que afloran discursos negacionistas en la televisión. «El negacionismo es un sector minoritario pero está en sitios que tienen un altavoz muy grande. Me preocupa que se les ponga el micrófono y puedan tener poder de movilización», asegura la autora. Considera que carece de sentido «confrontar los argumentos de los expertos con la de gente a la que, les expliques el dato que les expliques, no les vas a convencer». Asegura lo mejor que se puede hacer para combatir ese tipo de discursos es no darles eco y no compartirlos en redes sociales.

Al negacionismo hay que confrontarlo, pero Moreno indica que el foco principal no debe estar ahí, sino en el inmovilismo. «Centrémonos en el sector de población más grande que sabe que el cambio climático es real pero que pone infinitas excusas para no hacer nada. Una que me parece muy peligrosa es: qué voy a hacer yo como ciudadano si este que tiene mucho dinero va en avión privado». Moreno es tajante: el ser humano es responsable del cambio climático y, además de pedir cambios a los responsables políticos y las grandes empresas, «hay que actuar ya».

El primer paso para afrontar el reto del cambio climático es entenderlo. Moreno explica de forma sencilla en su libro las bases físicas que hay detrás él. Se detiene en contar qué pasa con las temperaturas, las lluvias, el hielo, el mar. Explica porqué se producen olas de frío o nevadas históricas mientras el planeta se está calentando. A lo largo de la historia de la Tierra (más de 4.500 millones de años), algunos patrones se han ido repitiendo de forma periódica y los principales responsables eran los ciclos solares y orbitales. Eran. En pasado. «Desde hace unas décadas estamos observando un cambio que no se puede comprender únicamente por factores naturales.»

Introduce uno de los conceptos más importante en física: la energía. «La manera en que se comporta el clima es el resultado de la energía que entra en el sistema, la que se queda y la que sale», explica. Y añade que «si la radiación que llega es igual a la que se va, el sistema está en equilibrio, pero si no son iguales, el clima evolucionará hacia un nuevo estado». El ser humano está alterando el sistema principalmente de dos formas: modificando los usos del suelo y emitiendo gases como los de efecto invernadero. Y el clima está buscando un nuevo equilibrio. Por eso «debemos abandonar los combustibles fósiles, que son una gran fuente de CO2», destaca Moreno.

Océanos, los grandes sufridores del cambio climático

Moreo define a los mares y océanos grandes como «sufridores del cambio climatico, a la par que unos grandes salvavidas y un poquito rencorosos». Se han convertido en nuestros salvavidas porque son inmensos y están absorbiendo una gran cantidad de energía. Pero no les sale gratis. Entre 1982 y 2016 se han duplicado las olas de calor en los océanos, que además son cada vez más intensas. Esto es mortal para algunas especies. Especialmente significativo es el caso de los arrecifes de coral o la amenaza que sufre la posidonia, especie endémica del Mediterráneo.

«Los océanos se están calentando muchísimo. Esto hace que hayamos visto una tormenta tropical como Hermine al lado de Canarias». La meteoróloga no descarta la aparición de incluso huracanes en la península ibérica. De hecho, el huracán Danielle afectó a la península hace unas semanas. «En este caso lo llamativo fue que se formó en un sitio muy raro del Atlántico y siguió una trayectoria muy muy rara. Hacen falta diversos factores para que se forme un hucarán, y las olas de calor y las temperaturas oceánicas son algunas de ellos».

Todos estos cambios no se van a quedar en la parte más alta del océano. Moreno explica que la bajada del agua cálida está contribuyendo a que el fondo se vaya expandiendo. «Hagas lo que hagas, el nivel del mar va a continuar subiendo. Ese cambio es irreversible. Ahora bien, ¿qué queremos, qué de aquí a 80 años el nivel del mar haya subido 40 cm o que haya subido 5 metros?

Pasar a la acción individual y colectiva

El cambio climático es un reto enorme y requiere diferentes soluciones. «Esto no se soluciona solamente sustituyendo cómo sacamos la energía. No basta que sigamos viviendo como lo hacemos utilizando únicamente aerogeneradores o energía solar. Ciertas partes del mundo estamos consumiendo una cantidad de recursos asombrosa», afirma la autora. Este consumo desbocado también provoca otros problemas actuales como la contaminación o la pérdida de biodiversidad. Moreno lanza una reflexión: «Necesitamos replantearnos qué consideramos bienestar. Si consideramos que bienestar es poder irnos mañana mismo a la otra punta del mundo a pasar unos días. Eso no casa con unos valores respetuosos con el medioambiente». Su idea de bienestar pasa por tener un vínculo más sostenible con la naturaleza y por disfrutar un tiempo libre más calmado.

Moreno asegura que siempre se puede hacer un poco más de lo que se cree. «La energía es algo que muchas veces no depende de nosotros. Podemos tener cuidado en cuánta energía consumimos, y eso también va a repercutir en nuestro bolsillo, pero no depende de nosotros de dónde procede». Por eso incide en el transporte y la alimentación. «Para ir a Barcelona se puede coger un tren y no ir en avión. En lugar de ir a Indonesia este verano, se puede ir a los Pirineos».

Sabe que el tema de la alimentación es controvertido porque «la sociedad asocia comer carne con un cierto nivel de estatus». «Los que comunicamos sobre cambio climático no decimos que se deje de comer carne sino que se consuma menos y de manera consciente», destaca. También señala que beber agua embotellada jamás va a ser más sostenible que beber agua del grifo y se pregunta por qué necesitamos comer filetes todos los días teniendo garbanzos o lentejas.

Isabel Moreno también pone en valor las relaciones sociales. Una simple red vecinal que comparta los recursos como un taladro o una lavandería puede repercutir mucho en mejorar la situación. «La organización es fundamental para hacer frente a la crisis climática. Greta Thunberg por si sola no hubiese conseguido nada, tuvo éxito porque supuso una figura de líder para un movimiento mundial para los jóvenes».

La física y meteoróloga atiende la entrevista a poco de dar a luz a su primera hija, y pide a los lectores que entiendan que ningún cambio es posible sin la acción ciudadana. «Me llevo las manos a la cabeza con el mundo que va a vivir mi niña, pero podemos mejorarlo», concluye.

Fuente: https://rebelion.org/la-fisica-que-te-explica-todo-lo-que-tienes-que-saber-sobre-el-cambio-climatico/

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¿Cómo enseñar sobre el cambio climático?

Por: Sofía García-Bullé

La educación sobre el cambio climático es desde hace tiempo un asunto apremiante, en artículos anteriores hemos hablado sobre la necesidad de una educación ambiental y de docentes con un interés en incluir temas de ecología en el currículum. De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas, la educación es un factor crítico en la estrategia para mitigar el impacto ambiental. Eso debido a que la educación, tiene la capacidad de motivar a la gente para adaptar costumbres y conductas, así como tomar decisiones informadas. En el aula, los estudiantes pueden aprender sobre asuntos de urgencia como el calentamiento global o la contaminación, se les habilita no solo para tomar acción, sino para saber cómo. A través del conocimiento se vuelven parte de una solución efectiva.

Cuando entendemos cómo nombrar y tratar los problemas ambientales, el miedo y amenaza que sentimos a causa de éstos disminuye. Un estudio reciente muestra que si tan solo el 16 % de los estudiantes en países de ingreso medio o alto recibieran educación ambientalista, podríamos reducir 19 gigatones en la producción de carbono para 2050. ¿Qué significa este número? ¿Cómo lo podemos poner en contexto para explicar el impacto ambiental? Esta medida representa un billón de toneladas métricas, un gigatón de hielo, por ejemplo, sería capaz de cubrir Central Park en Nueva York y erigirse a 341 metros de altura. Ahora imaginemos que esa cantidad son emisiones de carbono que ya no estarán presentes en el ambiente. Abramos una conversación sobre los escenarios consecuentes de que esas emisiones ya no se estén generando. Estos son los datos, estadísticas e interpretaciones que sirven de base para una educación ambientalista amigable.

Un enfoque que parta más de los beneficios e impactos positivos de tener conciencia ambiental puede funcionar mejor a largo plazo que una perspectiva basada en la advertencia y el miedo. La gente puede cansarse de estar asustada pero no de estar involucrada e interesada en un tema que le suma. ¿Qué recursos didácticos tienen los docentes para construir la columna vertebral de una didáctica ecológica? Diversas organizaciones de Estado y no gubernamentales cuentan con recursos para este propósito.

Recursos de libre acceso para una educación ambiental

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España ofrece un compendio de recursos de todo tipo para educar con conciencia ecológica, entre las cuales están el programa completo de Kioto Educa, con fundamentos teóricos y metodología para concientizar sobre la necesidad de que las escuelas se sumen al esfuerzo ecológico. Provee de información para que las instituciones reduzcan sus emisiones y compartir actividades con el estudiantado que pueden llegar hasta organizar un “Festival del Clima”.

Por su parte, la Guía Didáctica de Educación Ambiental de la Junta de Andalucía, en España, ofrece una idea clara de cuáles son los conceptos claves a enseñar en un programa de didáctica ambientalista, así como nociones claras acerca de los contenidos y conversaciones que pertenecen a cada nivel educativo, desde la infancia temprana hasta los 18 años.

Para los lectores de habla inglesa, el blog de consejería ecológica One Home, reunió en un solo lugar varios recursos para aprender sobre el cambio climático, listando los adecuados para cada rango de edad. Climate Kids, creado por la NASA, es una página totalmente dedicada a la difusión de material para un currículum ambientalista, cuenta con actividades, videos, juegos y más para familiarizar a los estudiantes con este tema. Practical Action es una iniciativa con enfoque STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas por sus siglas en inglés) para impulsar tanto la didáctica ecológica como el interés por las ciencias. Las actividades y retos que contiene cubren las necesidades didácticas de estudiantes en primaria y secundaria.

¿Has usado alguno de estos materiales en clase? ¿Has creado los tuyos o recurrido a otros? ¿Cuál piensas que debe ser el rol de las instituciones educativas y docentes en la enseñanza sobre el cambio climático? ¿Crees que se esté haciendo suficiente? ¿Qué sugerirías en caso de que no? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx
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Subestimamos el impacto del cambio climático en la educación

Por: Irene Torres y Carole Faucher

No hay una vacuna o una mascarilla, o una medida igualmente concreta, para ayudar a los estudiantes a continuar su educación cuando las escuelas deben enfrentarse a la extraordinaria magnitud de los acontecimientos, debido al cambio climático. Revitalizar las visiones sobre la educación exige transgredir los límites tradicionales de la comprensión y la planificación educativa. ¿Los gobiernos y los actores clave en el ámbito de la educación a lo largo de América Latina y el Caribe están dispuestos a dar el paso adelante?

Además de arrasar con el ganado, los cultivos, las viviendas –en esencia, las fuentes de ingresos y las condiciones de bienestar de las personas–, los huracanes son especialmente crueles con la educación. Dañan y destruyen la infraestructura escolar, los equipos y el material didáctico, y las inundaciones y los desprendimientos de tierra que se producen impiden el acceso de profesores y alumnos a las escuelas. Tras el paso de los huracanes, las escuelas se utilizan a menudo como refugios, con lo que las clases se interrumpen aún más. Las cifras son escandalosas: en 2016, el huracán Matthew dañó 300 escuelas en Haití; en 2021, Eta e Iota afectaron a 76 escuelas en Nicaragua y 340 en Guatemala.

El cambio climático está causando fenómenos meteorológicos más frecuentes y graves, y 2022 no es una excepción. Como ejemplo, en 2020, la temporada de huracanes del Atlántico más activa de la que se tiene constancia, hubo 30 tormentas con nombre, incluidos 14 huracanes, de los cuales 7 se convirtieron en huracanes importantes. Las tormentas nunca vienen solas; ese mismo año coincidieron con el pico de la pandemia de COVID-19, que dejó a 170 millones de estudiantes sin uno de cada dos días efectivos de clase en más de dos años en la región. El impacto en la asistencia y, por tanto, en los logros de aprendizaje, no tiene precedentes, al igual que el aumento de las tasas de deserción. Se calcula que la pérdida equivale a 1,5 años de aprendizaje.

La repercusión del calor extremo en el desarrollo de los niños

También se espera que en América Latina y el Caribe siga habiendo fenómenos relacionados con el cambio climático lento, como el aumento de las temperaturas de la superficie y de los océanos, y de la frecuencia e intensidad de las olas de calor y las sequías. Sin embargo, los responsables de la toma de decisiones desconocen la repercusión del calor extremo en el desarrollo de los niños desde que están en el vientre materno y, durante los años escolares, en su capacidad de concentración en clase y en su bienestar general. Todo esto significa que completar la educación secundaria, un determinante clave de las oportunidades de vida, se ha vuelto más difícil.

Al mismo tiempo, debemos considerar que la escuela debe ser algo más que un lugar de aprendizaje: debe proporcionar un espacio para que los estudiantes desarrollen conexiones sociales y emocionales, tal y como se destaca en la recientemente publicada Evaluación Internacional de la Ciencia y la Educación Basada en la Evidencia (ISEE). Sin embargo, aunque este informe de la Unesco afirma que el cambio climático tiene el potencial de debilitar la cohesión e interacción social, no identifica explícitamente cómo. A la luz de esto, es crucial que todos concordemos en el hecho de que, sin infraestructura escolar o acceso físico a las escuelas, los estudiantes tienen menos oportunidades de crear las relaciones a través de las cuales puedan florecer.

Uno de los actos de resistencia más valientes en América Latina y el Caribe consistirá en proteger, cada vez más, el derecho de los estudiantes a permanecer físicamente en la escuela.

 

Lo relacionado con las Escuelas Promotoras de la Salud (EPS), de la Organización Mundial de la Salud (OMS), impulsó apropiadamente la noción de que la política y los programas educativos deben prestar atención al entorno físico de la escuela. Lamentablemente, el enfoque de las EPS nunca despegó, en realidad, en América Latina y el Caribe, a pesar de que en un alto porcentaje de escuelas el acceso a las necesidades más básicas, como el agua potable, el saneamiento y la higiene, sigue siendo extremadamente limitado.

Además, aunque las EPS proporcionan un enfoque teórico útil, su supuesto es que existe una infraestructura escolar (aunque sea básica) en la que un profesor solo o un equipo de directores, personal y profesores pueden trabajar para crear un sentido de comunidad y de empoderamiento para lograr cambios. Pero hay pocos indicios de que en la región se esté debatiendo al menos sobre cómo se percibe el futuro de las escuelas en la actual situación de emergencia por el cambio climático.

Como en una guerra, mientras la región sigue luchando por recuperarse de la pandemia de COVID-19, las carreteras, los caminos y las instalaciones escolares pequeñas y grandes seguirán siendo arrasados junto a los medios de subsistencia y las fuentes de ingresos. Después de ser testigos de cómo los gobiernos de América Latina y el Caribe tuvieron grandes dificultades para adaptarse al cambio durante la pandemia, por ejemplo, descuidaron la creación de otras opciones para el aprendizaje y la socialización, ¿cómo podemos esperar que los responsables políticos y de la toma de decisiones imaginen un futuro diferente y viable para las escuelas, que aborde seriamente la crisis del cambio climático que se desenvuelve ante nosotros?

Aunque las escuelas se enfrentan a diferentes obstáculos en la región, el cambio climático puede representar el mayor de ellos, al amenazar los fundamentos mismos de cómo pensamos que debería ser una escuela, una edificación que se encuentra en el corazón de una comunidad comprometida con las nuevas generaciones, aquella en la que los padres quieren que sus hijos estén seguros y sean felices. De hecho, uno de los actos de resistencia más valientes en América Latina y el Caribe consistirá en proteger, cada vez más, el derecho de los estudiantes a permanecer físicamente en la escuela.

No hay una vacuna o una mascarilla, o una medida igualmente concreta, para ayudar a los estudiantes a continuar su educación cuando las escuelas deben enfrentarse a la extraordinaria magnitud de los acontecimientos, debido al cambio climático. Revitalizar las visiones sobre la educación exige transgredir los límites tradicionales de la comprensión y la planificación educativa. ¿Los gobiernos y los actores clave en el ámbito de la educación a lo largo de América Latina y el Caribe están dispuestos a dar el paso adelante?

Subestimamos el impacto del cambio climático en la educación

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En Bangladés, desastres ambientales y trabajo infantil: el cambio climático amenaza los derechos de los niños

Los efectos del calentamiento global afectan a la salud, educación y protección de los más pequeños en muchos países en vías de desarrollo. Solo en Bangladés, y según Unicef, casi 20 millones de niños están en riesgo por las consecuencias del cambio climático.

Con sus 58 ríos fronterizos y situado en las tierras bajas del delta del Ganges, Bangladés cuenta con algunas de las llanuras más fértiles del mundo. Su territorio comprende selvas pantanosas, manglares y grandes arrozales. Sin embargo, estas tierras ricas que se funden con los ríos y el mar son también unas de las más afectadas por el cambio climático.

Desastres naturales como tifones e inundaciones se producen con cada vez más frecuencia y se unen a la erosión y la degradación del suelo. Esto supone un riesgo para millones de familias que viven en zonas inundables y que cada año se ven obligadas a abandonar sus hogares y sus medios de vida. Para los niños, la migración supone muchas veces el fin de su educación y el inicio de su vida laboral.

Los más vulnerables

De acuerdo con Unicef, más de 19 millones de niños bangladesíes están en riesgo por los efectos del cambio climático. Las amenazas derivan directamente de los propios fenómenos meteorológicos extremos (se calcula que más de 14.000 niños y niñas murieron ahogados en inundaciones solo en 2016) y de las consecuencias de la pobreza que estos generan.

A menudo, las familias que han perdido sus hogares migran a grandes ciudades como Dhaka y Chittagong con la esperanza de encontrar nuevos medios de vida. Allí, señala la ONG, “los niños se quedan a menudo atrás, en barrios marginales peligrosos e insalubres donde no existen servicios de cuidado infantil, de salud ni de educación”. Muchos menores se ven obligados a trabajar y, en el caso de las niñas, a casarse a pesar de su temprana edad.

Se calcula que al menos 1,7 millones de niños trabajan en Bangladés en la actualidad. Las niñas, muchas veces, ni siquiera figuran en las estadísticas, ya que se encargan de las tareas domésticas. Y este no es un problema que se limite a este país asiático: el número de niños que trabajan se sitúa en 160 millones en todo el mundo. La cifra ha aumentado significativamente durante los últimos años, sobre todo debido a la pandemia de COVID-19.

Retos, medidas y soluciones

Afganistán, India y Pakistán están, junto a Bangladés, entre los países del sur de Asia en los que los niños sufren más los efectos del cambio climático. Sus consecuencias ponen en riesgo su salud, su educación y su protección. Esta es una de las principales conclusiones del estudio de Unicef The Climate Crisis Is a Child Rights Crisis: Introducing the Children’s Climate Risk Index.

Este concluye que los menores de estos países están en peligro por impactos climáticos y ambientales, como inundaciones, ciclones y olas de calor, que afectan cada año a más de la mitad de la población de la región. Señala también que la situación es tan delicada que cualquier problema amenaza con revertir los avances de los últimos años.

Sin embargo, el informe deja también espacio para las soluciones: las inversiones en salud, nutrición y educación infantil pueden marcar una diferencia significativa a la hora de proteger a los niños del cambio climático.

Desastres ambientales y trabajo infantil: el cambio climático amenaza los derechos de los niños

Entre las medidas necesarias para mejorar la situación, Unicef destaca las siguientes:

  • Aumentar la inversión en medidas de resiliencia y adaptación climática, sobre todo en aquellas centradas en servicios clave para los niños.
  • Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para frenar el cambio climático.
  • Proporcionar a los niños educación climática y habilidades verdes, fundamentales para adaptarse y hacer frente a los retos del futuro.
  • Incluir a los jóvenes en las negociaciones y decisiones climáticas nacionales, regionales e internacionales, como las Cumbres del Clima (COP).
  • Garantizar que la recuperación de la pandemia de COVID-19 sea ecológica, baja en carbono e inclusiva.

Es necesaria también, la cooperación internacional para lograr un futuro más sostenible. Un mundo en el que los niños no se vean obligados a trabajar debido al cambio climático.

 Fuente: https://www.bbva.com/es/sostenibilidad/desastres-ambientales-y-trabajo-infantil-el-cambio-climatico-amenaza-los-derechos-de-los-ninos/

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El planeta en llamas

Por Sergio Ferrari

El Ártico se derrite aceleradamente

No por conocido deja de ser menos dramático. El planeta se quema y los plazos “infernales” se acortan día a día ante la indiferencia real de los que detentan el poder.

La segunda semana de abril, la Organización Meteorológica Mundial (OMM), con sede en Ginebra, informó que existe un 50% de probabilidad de que en alguno de los próximos cinco años la temperatura media del planeta supere en 1,5°C los índices preindustriales (1850-1900).

De concretarse, este aumento de temperatura marcaría así un punto de calentamiento global de no retorno y una bofetada al Acuerdo de París del 12 de diciembre del 2015, que entró en vigencia en noviembre de 2016.

La OMM constituye el organismo especializado de las Naciones Unidas que se dedica a la cooperación y la coordinación internacionales en lo referente al estado y el comportamiento de la atmósfera, su interacción con la tierra y los océanos, el tiempo y el clima que genera, y la consiguiente distribución de los recursos hídricos (https://public.wmo.int/es/nuestro-mandato/qu%C3%A9-hacemos).

Según el comunicado de la OMM del 9 de mayo, existe un 93% de probabilidad de que al menos uno de los años del período comprendido entre 2022 y 2026 se convierta en el más cálido jamás registrado, desplazando así a 2016 del primer puesto.

En su informe sobre el Estado del Clima Mundial en 2021, a publicarse la tercera semana de mayo, la OMM profundiza el balance del año pasado. Según la OMM, los episodios consecutivos del fenómeno de La Niña a inicio y a fines de 2021, causaron una reducción de las temperaturas mundiales. Sin embargo, este efecto de enfriamiento global es solo provisional y no invierte la tendencia de calentamiento planetario a largo plazo. Por otra parte, si este año ocurriera otro episodio de El Niño, el mismo provocaría un repunte inmediato de las temperaturas, como ya ocurrió en 2016.

Previsiones más que seguras

La afirmación del organismo de las Naciones Unidas especializado en el clima se fundamenta en las conclusiones del Boletín sobre el clima mundial anual a decenal (Global Annual to Decadal Climate Update, https://hadleyserver.metoffice.gov.uk/wmolc/ ), elaborado por la Oficina Meteorológica del Reino Unido, centro de referencia de la OMM para este tipo de proyecciones sobre la temperatura mundial. Esa Oficina Meteorológica también prevé en más del 90% la probabilidad de que la media de la temperatura del quinquenio 2022-2026 supere a la del periodo 2017-2021.

Participaron en la elaboración de este informe, además, grupos de predicción climática de España, Alemania, Canadá, China, Estados Unidos, Japón, Australia, Suecia, Noruega y Dinamarca. Ese cruce de pronósticos elaborados por entidades especializadas de diferentes regiones del mundo permite llegar a cálculos más precisos. Por otra parte, dicha colaboración multinacional se ve acompañada (y en cierta forma certificada) por el Programa Mundial de Investigaciones Climáticas (https://council.science/es/what-we-do/affiliated-bodies/world-climate-research-programme/), que se autodefine como “la única iniciativa de más larga duración dedicada exclusivamente a la coordinación de la investigación climática internacional”. De hecho, se trata de un programa que reúne a climatólogos de renombre internacional y que utiliza los mejores sistemas de predicción de centros climáticos de vanguardia en el mundo.

Este Boletín indica que para cada año entre 2022 y 2026, se prevé que la temperatura media anual en superficie será de alrededor de entre 1,1°C y 1,7°C superior a los niveles preindustriales.

Empeoramiento acelerado

En 2015, la probabilidad de que en algún momento puntual el calentamiento global superara en 1,5°C los niveles preindustriales era casi nula, pero desde entonces no ha dejado de aumentar. Mientras que para el período 2017 a 2021 la probabilidad de superación del umbral indicado fue del 10%, para el período de 2022 a 2026 se ha incrementado casi en un 50%.

En la misma línea, en abril pasado el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) señaló a través de un comunicado emitido en Ginebra que “los próximos años son críticos”. “Si queremos limitar el calentamiento global a 1,5°C, agregó, este es el momento; es ahora o nunca…Sin una reducción inmediata y profunda de las emisiones en todos los sectores, será imposible”.

Según el análisis de esos especialistas, los escenarios que se evalúan para limitar el calentamiento a aproximadamente 1,5°C, implican “que las emisiones de gases de efecto invernadero a escala global alcancen su punto máximo antes de 2025, a más tardar”, y se reduzcan en un 43%, en 2030. Aunque esto suceda, sostienen, es casi inevitable que se supere temporalmente este umbral de temperatura, “pero podríamos volver a situarnos por debajo de él a finales de siglo”.

Esas evaluaciones son parte del Resumen para responsables de políticas del Grupo de Trabajo III del IPCC: Cambio climático 2022: mitigación del cambio climático, aprobado el 4 de abril de 2022 por sus 195 Estados Miembros, en una reunión virtual de dos semanas. El informe constituye la tercera entrega del Sexto Informe de Evaluación (IE6) del IPCC, que se completará a fines de 2022 (https://report.ipcc.ch/ar6wg3/pdf/IPCC_AR6_WGIII_PressRelease-Spanish.pdf).

Sin embargo, y aunque la información esencial no falta, las decisiones que toman los gobiernos siguen siendo tímidas e incongruentes, como se comprobó una vez más, por ejemplo, en la última Cumbre de la COP 26 de las Naciones Unidas, en Escocia, en noviembre del año pasado. Los Estados, especialmente los más poderosos (que son los más contaminantes) no dan los pasos suficientes para destrabar el drama ya explosivo del calentamiento global. Un cambio de fondo de paradigma climático los obligaría a confrontarse con la esencia mismo del sistema hegemónico mundial de producción y con el dilema, no menos esencial, de crecimiento versus decrecimiento.

Meteorólogos preocupados

Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, al comentar sobre las preocupantes proyecciones que se dieron a conocer esta semana, fue categórico: “Estamos, notablemente, más cerca de rebasar de forma transitoria el límite inferior del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático”. Y agregó que “este umbral de 1,5°C no es una cifra aleatoria, sino que indica el punto en el que los efectos del clima serán cada vez más perjudiciales no solo para las personas, sino para todo el planeta».

El Acuerdo de París establece objetivos a largo plazo para ayudar a las naciones a reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el planeta y así mantener el aumento de la temperatura mundial en este siglo por debajo de 2°C, al tiempo que se prosigue con los esfuerzos máximos para limitar ese incremento a 1,5°C con respecto a los niveles preindustriales.

Si no cesan las emisiones de gases de efecto invernadero, “las temperaturas seguirán aumentando”, subrayó Taalas. En paralelo, los océanos continuarán calentándose y se volverán más ácidos; el hielo marino y los glaciares seguirán derritiéndose; el nivel del mar subirá y las condiciones meteorológicas serán cada vez más extremas.

Por su parte Leon Hermanson, experto de la Oficina Meteorológica del Reino Unido que elaboró el Boletín, aseguró que, si bien en un año determinado se superara ese valor de 1,5°C, no significaría que se hubiera rebasado el umbral simbólico del Acuerdo de París, aunque “sí evidenciaría que nos estamos acercando cada vez más a una situación en la que el límite de 1,5°C se podría sobrepasar durante un lapso de tiempo prolongado».

Según diversos estudios científicos, el calentamiento global se siente de forma particularmente desmesurada en el Ártico. Teniendo en cuenta las proyecciones correspondientes a los próximos cinco inviernos prolongados del hemisferio norte, el Boletín que acaba de publicar la OMM prevé que el aumento de la temperatura en el Ártico podría ser más del triple que el de la media mundial registrada entre1991 y 2020.

Por otra parte, el régimen pluvial previsto para 2022 sugiere una mayor probabilidad de condiciones más secas en el suroeste de Europa y el suroeste de América del Norte, y una mayor pluviosidad en el norte de Europa, el Sahel, el noreste de Brasil y Australia.

El planeta arde. Enfriarlo sería solo una cuestión de voluntad política consensuada a nivel mundial. Misión tan difícil como la misma modificación del rumbo productivo imperante. La consigna que prima parece ser “nada nuevo bajo el sol y sigamos jugando con el fuego”.

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