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Ecuador: Lluvias fuertes ocasionaron daños en vías y planteles de Manabí, Santa Elena y Guayas

Ecuador/Febrero de 2017/Fuente: El Telégrafo

Portoviejo, tras las últimas lluvias, tuvo afectaciones en aproximadamente 70 lugares y el alcalde Agustín Casanova declaró la emergencia en el cantón para destinar los recursos que sean necesarios. La disposición implica la utilización de recursos y personal para atender las poblaciones que lo requieran. “La decisión interna del GAD es designar recursos necesarios, contratar cuadrillas; lo que queremos es tener un protocolo que permita identificar problemas y estos sean atendidos”. Uno de los puntos afectados es El Pedregal (Picoazá).
El comerciante Gabriel Cedeño miraba la poca mercadería que le quedaba. Perdió casi por completo su negocio de venta de hamacas (160 en total) debido al desbordamiento del estero, tras las más de siete horas de lluvia ininterrumpidas que afectaron a la capital manabita y a los cantones Chone, Manta, Portoviejo, Montecristi, Sucre y Tosagua. Contenía las lágrimas “El local tenía dos meses abierto, me había endeudado con un crédito, me iba a otras ciudades a vender las hamacas; ahora todas están llenas de lodo, ya no valen, también perdí electrodomésticos porque el agua inundó mi casa”. Lo importante para este hombre es que su familia se puso a buen recaudo. “Salimos por atrás de la casa, rompimos una pared y nos fuimos a la loma. Espero recibir ayuda, me he quedado sin nada, apenas tengo una parte de mercadería de ropa”, expresó.
En su sector hay aproximadamente 10 viviendas afectadas. El dirigente del sector, Nelson Vera, explicó que en la madrugada llegaron elementos de las Fuerzas Armadas para ayudar a evacuar a las familias damnificadas. “Queremos que nos ayuden, queremos que nos ubiquen sistema de alcantarillado y pluvial”. Eran las 10:00 de ayer y Mirna Benavídez seguía sacando las cosas de su casa para que se secaran luego de que el desbordamiento del estero las mojó. “Nosotros nos despertamos a las 02:00 porque el perro hacía bulla, se estaba ahogando. Si no es por eso, otra hubiera sido la situación, alzamos todo”. Alrededor de su vivienda hay tres más donde ingresó el agua. Incluso una que estaba afectada por el terremoto del 16 de abril de 2016 terminó por caerse. Es de Sobeida Lucas. “No tengo dónde ir, espero ser evacuada”. El morador Antonio Pin es otro de los perjudicados. “Los militares nos ayudaron a ir hasta un lugar seguro”. Incluso una mujer con siete días de haber dado a luz fue llevada por su esposo al punto seguro junto con su bebé. En la localidad, ningún plantel tuvo clases.
El Ministerio de Educación suspendió las actividades en las unidades educativas de Puerto López, Jipijapa, Paján y Pichincha. Varias escuelas y colegios están inundadas. Autoridades del Gobierno Provincial de Manabí informaron sobre el trabajo realizado por las lluvias. Nimia Zorrilla, funcionaria del Gobierno Provincial de Manabí, expresó que tienen el diagnóstico de vías para intervenirlas. Mencionó, entre ellas, la vía La Cancha-Río de Oro, de El Carmen, donde hay maquinarias que están trabajando. En la zona sur hubo afectaciones en la vía Guale-Cerro de La Cruz, así como un deslave en la vía en Julcuy. “Nuestro trabajo es coordinado y estamos evaluando en cada uno de los cantones y parroquias, siempre tratando de hacer un trabajo enlazado, tanto en los municipios como con las juntas parroquiales”. Son aproximadamente 254 maquinarias distribuidas en toda la provincia. Hay reportes de que en cuatro áreas agrícolas de Manabí hay afectaciones, entre ellas Rocafuerte.
En Chone las precipitaciones comenzaron a las 21:00 del miércoles y terminaron a las 06:30 de ayer, según informó Federico Janen, habitante del cantón. Se vieron afectados las ciudadelas Bowen, Las Marías, Recreo Aray, Paraíso y calles como 7 de Agosto, Colón y Pichincha. Sofía Paredes, funcionaria del gobierno local de Montecristi, detalló que el cantón fue declarado en emergencia por las lluvias que causaron daños principalmente a Cárcel Simón Bolívar. Además la vía Montecristi-Portoviejo quedó obstaculizada varias horas, al bajar lodo y piedra. En Puerto López, en la Unidad Educativa Provincia de Manabí, ingresó agua a las aulas. El alcalde subrogante del cantón, Cinerman Miranda, informó que como la lluvia ha sido continua “hay pequeñas inundaciones normales, igual el equipo operativo ya está trabajando”. Las zonas que siempre sufren estancamiento de agua son las bajas como Álamos y La Ciénaga. En este cantón no hay sistema pluvial y la primera etapa del alcantarillado está por inaugurarse. (I) DATOS El Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) anunció para hoy un clima entre nublado y parcialmente nublado, a lo largo de la región Litoral.
En Guayas habrá lluvias de intensidad entre moderada y fuerte con probabilidad de tormentas eléctricas en los cantones Guayaquil, Nobol y Naranjal. En Los Ríos, el cielo se mostrará parcialmente nublado con lluvias dispersas en Quevedo, y tormentas aisladas en Babahoyo y Vinces. Para Santa Elena, en cambio, se prevé un clima nublado con claros aunque también se registrarán precipitaciones. Hasta ayer, el cantón Salinas registró 101,6 mm y superó en el 204,8% el promedio histórico de precipitaciones de febrero (49,6 mm). Mientras que en Guayaquil, el índice de lluvias se ubicó en 193,8, equivalente al 58,4 % del promedio histórico mensual; en Quevedo y Milagro se ha alcanzado el 64% y 25%, respectivamente. (I)

La zona costera está afectada por las inundaciones Las fuertes lluvias registradas desde la 01:00 provocaron inundaciones que afectaron calles y casas de los 3 cantones de la provincia de Santa Elena, en sectores urbanos y rurales. En Zapotal, a la altura del km 41 de la vía a la Costa, las haciendas de la zona quedaron incomunicadas tras la caída de parte de un camino vecinal causada por la crecida del caudal de un canal. Edwin Blasio, oriundo de Machala y colaborador de una de las haciendas, comentó que además parte de la vía quedó bajo el agua. “La gente no tiene cómo salir o entrar, habrá que ver si se puede pasar cuando baje”. Mientras, en el barrio 11 de Enero (Santa Elena) colapsó el sistema de alcantarillado sanitario. Y casas de las manzanas 9, 10, 11 y 12 resultaron afectadas. Ángel Borbor, de la manzana 9, aseguró que el problema comenzó hace 2 años cuando vecinos del sector hicieron rellenos para formar diques en sus terrenos.
Eso provocó que el agua no tuviera por dónde salir cuando llueve. En la parroquia José Luis Tamayo (Salinas), los habitantes volvieron a tener problemas de anegaciones pese a que no hay temporada de aguaje. Ángela Matías, quien tiene 53 años en el sector, afirmó que el inconveniente se presenta anualmente porque el sector está ubicado en una zona baja. “El agua nos llega desde los barrios más altos y desde la playa cuando hay marea alta”. El alcalde Daniel Cisneros ordenó al personal del Municipio de Salinas que retire los obstáculos de la red de alcantarillado. Adicionalmente, el Municipio de Santa Elena realizó reuniones con los departamentos zonales de los ministerios de Salud y Educación para conocer la situación de las comunas. Fulton González, jefe político del cantón, recibió los informes y gestionó la ayuda necesaria a planteles y casas de salud. Por su parte, agentes de la Comisión de Tránsito del Ecuador se ubicaron en varios puntos de la vía a la Costa para prevenir a los conductores de los lugares donde el agua cubría parte de la calzada. Otro sector costero que sufrió inundaciones fue la vía que une los poblados de Playas y Engabao.
A causa de las lluvias, en el cantón Playas, la vía que conduce hacia el puerto de Engabao, quedó inhabilitada al tránsito vehicular. Se confirmó que la afectación ocurrió por el colapso de un tramo que une al segundo puente. Las unidades que trabajan en el sitio confirmaron que no existen vehículos siniestrados ni personas heridas. También se realizan evaluaciones del primer puente del mismo sector, el cual podría encontrarse en riesgo. (I)
Fuente: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/ecuador/3/lluvias-fuertes-ocasionaron-danos-en-vias-y-planteles-de-manabi-santa-elena-y-guayas
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Estados Unidos: Trump lleva a los científicos a adelantar las agujas del reloj del Apocalipsis

América del Norte/Estados Unidos/29 Enero 2017/Fuente:La Vanguardia /Autor:Miriam Elies

La Humanidad está más cerca del Apocalipsis. Eso es lo que asegura un grupo de científicos atómicos de la Universidad de Chicago que, desde 1947, publica anualmente un boletín en el que se refleja de manera simbólica a cuántos minutos estaría el mundo de su final si su vida se midiera en una jornada de 24 horas.

Según el grupo, que incluye 15 Premios Nobel, el Reloj del Fin del Mundo está sólo dos minutos y medio del fin de nuestra existencia. Los expertos han adelantado las manillas del metafórico reloj porque consideran que los líderes mundiales no han logrado hacer frente a las amenazas existenciales más urgentes para la humanidad: las armas nucleares y el cambio climático.

Los científicos señalan a Trump como el principal culpable de la amenaza

Y Donald Trump ha tenido buena parte de culpa. El discurso del presidente de EE.UU. sobre el uso y la proliferación de armas nucleares y su actitud impasible ante la amenaza del cambio climático influyeron en la decisión de los especialistas de alertar a la humanidad sobre los grandes peligros que la acechan.

La Junta de especialistas considera que Trump “ha hecho comentarios desconsiderados sobre la extensión del arsenal nuclear de los EE.UU.” y ha rechazado públicamente “los consejos de expertos relacionados con la seguridad internacional”, incluso los de los servicios de inteligencia, además de haber puesto en entredicho las recomendaciones de los expertos sobre el calentamiento global y los de gases de efecto invernadero.

“En pocas palabras, a pesar de que acaba de tomar posesión de su cargo, las declaraciones intempestivas del presidente, el rechazo a los consejos de expertos y los dudosos nombramientos de su gobierno ya han empeorado la situación de la seguridad internacional”, concluyen los científicos.

Sobre el cambio climático, los científicos reconocen que 2016 ha sido un año “algo menos lúgubre”. “A raíz del acuerdo climático de París, las naciones del mundo han tomado algunas medidas para combatirlo y las emisiones de dióxido de carbono fueron esencialmente planas en 2016, en comparación con el año anterior”, señalan. Sin embargo, manifiestan que “todavía no ha comenzado a disminuir” y, por consiguiente, el mundo “sigue calentándose”.

En 1953 la humanidad estuvo más cerca que nunca de la destrucción

Los científicos sugieren a los líderes mundiales que frenen las armas nucleares y la amenaza climática. De no ser así, invitan a que sea la población la que tome cartas en el asunto. “Los funcionarios públicos sabios deben actuar inmediatamente, guiando a la humanidad lejos del abismo. Si no lo hacen, los ciudadanos sabios deben dar un paso adelante y liderar el camino”, concluyen.

El año pasado las agujas del reloj no se movieron y siguieron marcando las 23.57 horas. Sin embargo, este año los científicos sostienen que a lo largo de 2016 el panorama de la seguridad global “se oscureció” y el escenario de amenaza llevó a un aumento del nacionalismo extremo a nivel internacional.

Fue en 1953 cuando el Reloj del Fin del Mundo señaló que la Humanidad estaba más cerca de la destrucción que nunca. Por aquel entonces Rusia y los EE.UU. desarrollaron sus propias bombas termonucleares y la amenaza se disparó. Las manillas marcaban las 23.58 horas. Tan sólo 30 segundos más que ahora.

Fuente de la noticia: http://www.lavanguardia.com/internacional/20170126/413722006484/cientificos-reloj-del-apocalipsis-donald-trump.html?utm_campaign=botones_sociales&utm_source=facebook&utm_medium=social

Fuente de la imagen:

http://www.lavanguardia.com/r/GODO/LV/p4/WebSite/2017/01/26/Recortada/LAVANGUARDIA_G_3428522861-kCnH–65

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Estudio: El Cambio climático acabará con los días “perfectos”

Por: jornada.unam.mx/21-01-2017/

Washington. El calentamiento global acabará con algunos de esos días de clima perfecto en el futuro, según el primer estudio que prevé el buen tiempo.

La Tierra tendrá de media 10 días menos de clima templado y seco a finales de siglo, estiman los investigadores. Algunos lugares disfrutarán de más días perfectos para comer o celebrar bodas al aire libre, mientras que en otras regiones se perderán muchos. Río de Janeiro, Miami y gran parte de África son los más perjudicados, mientras que Europa y Seattle disfrutarán de unas condiciones más agradables.

«Este es el tipo de tiempo con el que se puede salir al exterior y hacer algo divertido», dijo la principal autora del estudio, Karin van der Wiel, climatóloga de la Universidad de Princeton y de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés). «No hace demasiado frío. No hace demasiado calor. No hay demasiada humedad».

En las últimas tres décadas, el mundo ha registrado un promedio de 74 días anuales con estas condiciones. Pero en 2035 se habrán reducido a 70 y caerán a 64 en los dos últimos decenios del siglo, de acuerdo con el estudio publicado el miércoles en la revista Climatic Change. Estas jornadas se caracterizan por tener una temperatura de entre 18 y 30 grados Celsius (entre 68 y 86 Fahrenheit) con baja humedad y solo un pequeño rastro de lluvia.

Cualquier cambio depende del lugar de residencia y de la época del año. Por ejemplo, para finales de siglo, Estados Unidos tendrá una media de nueve días menos con este clima cálido en verano, aunque recuperará la mayoría durante el invierno, la primavera y el otoño. El estudio estima que, en promedio, Washington perderá 13 días, Atlanta, 12; Chicago, nueve; Denver y Nueva York, seis y Dallas, uno.

Los principales perjudicados serán los trópicos y casi toda África, el este de Sudamérica, el sur de Asia y el norte de Australia. Rio de Janeiro tendrá un promedio de 40 días de temperaturas cálidas menos. Miami perderá su única jornada con estas condiciones durante el verano y casi el mes que tiene en primavera y otoño para 2100.

«Los cambios son más dramáticos en partes del mundo en desarrollo, donde hay una mayor concentración de población», dijo Sarah Kapnick, coautora del estudio y climatóloga de la NOAA.

Otras zonas, especialmente las desarrolladas en el norte, ganarán algo de lo que se perderá en el trópico. Inglaterra y el norte de Europa serán los más beneficiados. Seattle tendrá nueve días más de temperaturas cálidas y Los Ángeles, que ya disfruta de un clima agradable, tendrá seis días extra a final del siglo.

Los científicos suelen centrarse en el clima extremo — temperaturas elevadas, ciclones tropicales, sequías, inundaciones — y en cómo podrían empeorar a medida que el mundo se calienta.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2017/01/18/cambio-climatico-acabara-con-dias-los-dias-201cperfectos201d-estudio

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La extrema década del clima

08 de enero de 2017 / Fuente: http://www.razonpublica.com/

Por: Manuel Guzmán Hennessey

Un examen sereno de los datos muestra que entre 2000 y 2010 se agravaron los fenómenos climáticos, que ellos son causados por el hombre y que las perspectivas indican mayores riesgos. El fracaso de las negociaciones internacionales, sin embargo, puede dar pie a la esperanza paradójica de que por fin se actúe frente al desafío.

Manuel Guzmán Hennessey*

Un daño hecho por el hombre

La primera década del siglo XXI bien podrá ser considerada como uno de los períodos decisivos en la evolución del cambio climático global. Este fenómeno, que algunas veces se nombra como «calentamiento global» y otras como «cambio climático», es nuevo en la historia humana, y su origen no va más allá del siglo XX, por lo cual debe considerarse lo que los expertos llaman «un fenómeno emergente de la cultura«, relacionado con el ideal de progreso humano que guió a la civilización desde el siglo XIX.

En esta década se confirmó lo que muchos sospechaban desde hacía mucho tiempo: que el responsable del fenómeno había sido el comportamiento del hombre y no el de la naturaleza. Esto ocurrió en 2007, y el dato causó revuelo cuando el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) lo reveló en París. Los científicos confirmaban la fuente del fenómeno con un adjetivo enfático: es inequívoca la responsabilidad de la acción humana en el cambio climático.

Luego sucedieron otras cosas, que se encargaron de corroborar hasta qué punto esta acción humana podía modificar las condiciones de la atmósfera, y desencadenar con ello un proceso complejo de desequilibrio creciente en las relaciones del hombre con la biosfera.

Entre 2000 y 2010 ocurrieron los peores desastres climáticos de los últimos cien años, algunos directamente relacionados con el cambio climático, otros indirectamente.

La ciencia no ha avanzado aún lo suficiente como para establecer estos vínculos, pero todo parece indicar que buena parte de lo sucedido dentro de ese periodo, en materia de desastres naturales, de inundaciones, sequías, deshielos polares, deforestación, pérdida de cosechas, nuevas enfermedades, olas de calor, nevadas inusuales e inviernos severos, está relacionado con el fenómeno climático global.

Largo sería hacer aquí una revisión pormenorizada de aquellos sucesos. Dos son los indicadores más significativos del problema. Uno, el aumento de la temperatura promedio del planeta; y, el otro, el aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera.

El primer indicador nos remite al calentamiento global, y con ello a los múltiples efectos que este aumento de las temperaturas origina en los ecosistemas vivos. El segundo confirma la responsabilidad humana en el problema, pues las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera provienen especialmente de la actividad de los hombres, es decir,  por la producción de energías provenientes de combustibles fósiles, el uso incontrolado de la electricidad, la deforestación, el uso de medios de transportes contaminantes, y un largo etcétera.

2000 a 2010, la década del clima

Me concentraré en lo que ocurrió durante la primera década de este siglo, tan solo en el indicador de la temperatura promedio del planeta, para no atiborrar de datos y consideraciones demasiado técnicas esta nota periodística.

Empiezo por el año 2010, que fue, con 2005, el más caliente desde 1880, que es el año cuando empezamos a tener registros de temperatura. El dato lo confirmó el Instituto Godard de Estudios Espaciales, de la Administración Nacional Aeronáutica y del Espacio (NASA), de Estados Unidos, cuyo director, James Hansen, es uno de los más connotados científicos abanderados de la lucha contra el cambio climático. El instituto dijo que «si la tendencia de calentamiento continúa, como es esperable, si siguen aumentando los gases de efecto invernadero (especialmente el dióxido de carbono) el récord de 2010 no durará mucho«.

Quiere decir esto que entre 2010 y 2020 puede haber años más calurosos que 2010, y con ello debemos esperar el desencadenamiento de un conjunto de consecuencias asociadas con este fenómeno. Lo que actualmente vive Colombia, en forma mal llamada de «emergencia invernal», es tan solo una alerta sobre lo que nos puede pasar en la década que acaba de comenzar.

Otros datos refuerzan el argumento de que la década 2000-2010 fue la década del clima. Durante ella ocurrieron 7 de los 8 años más calurosos de los últimos cien años. Los de 2010 y el 2005, que ya mencioné, y los de 2002, 2003, 2006, 2007 y 2009.

Y como si lo anterior fuera poco, 2010 fue el año más húmedo desde que hay registros, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), otro centro científico de Estados Unidos que trabaja en el seguimiento del cambio climático.

Los niños y las niñas

Me referiré brevemente a «los niños y las niñas», como suelen decir con alguna vehemencia el señor vicepresidente, Angelino Garzón, y tres o cuatro damas bravas de este país atravesado por la retórica de los géneros.

El fenómeno de El Niño, y el de La Niña no son consecuencia del cambio climático, pero se relacionan con éste si ocurren en períodos o muy cálidos, o muy lluviosos, y como el aumento de la pluviosidad y los períodos de calor sí están indiscutiblemente ligados al fenómeno del clima, una de las cosas que habrán de acometer las nuevas ciencias del clima, es la de estudiar conjuntamente ambos fenómenos.

La Niña, un fenómeno periódico que enfría la temperatura en el océano Pacífico, fue en buena parte responsable del mal llamado fenómeno invernal de Colombia durante el 2010, pero el cambio climático está ahí, imbricando sus consecuencias con «niños y niñas», y aumentando la complejidad de las relaciones que establece el hombre con su medio ambiente.

El Niño, que vendrá este año, probablemente será peor en materia de sequías y establecerá un nuevo récord, como se anticipó a decirlo el investigador Phil Jones, del Reino Unido será de sequías, que como se sabe, son otro fenómeno asociado con el  efecto climático.

Temperaturas record

Los científicos suelen hacer el seguimiento del problema comparando década tras década. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la década pasada es la más cálida de los últimos cincuenta años, puesto que se presentaron temperaturas 0,46 grados por encima de la media que hubo en el período 1961-1990.

De la misma manera que los fenómenos de «El Niño» y «La Niña» repercuten de manera contraria en aumentos de la sequía o de las lluvias, el cambio climático puede manifestarse con inviernos muy severos (como ocurrió en buena parte de Europa central, Irlanda y Escocia, principalmente),  o veranos muy calientes, como el de Rusia, que en 2010 soportó una ola de calor similar a la que en 2003 sacudió a Europa occidental.

– La temperatura media durante el pasado mes de julio en Moscú, fue 7,6 grados por encima de la media. El día 29 de ese mes se estableció un récord en la capital rusa que parecía imposible, pues el registro llegó a los 38,2 grados. Y durante los siguientes 33 días se mantuvo por encima de 30 grados, causando 11.000 muertes.

– En Mohenjo Daro (Pakistán) se alcanzaron los 53,5 grados el 26 de mayo del año pasado, la mayor temperatura registrada en Asia desde 1942.

– El norte de África y la Península Arábiga también registraron picos en 2010 como los 50,4 grados en  Doha (Qatar), o los 47,7 de Taroudant (Marruecos), según datos de la OMM, y en el norte del Canadá se registraron temperaturas de hasta seis grados por encima de la media.

Ahora bien, en los primeros nueve años de la década que pasó, las temperaturas mundiales promedio registraron un aumento de 0,7 grados centígrados sobre el promedio que hubo entre 1951 y 1980, según la NASA.

Deshielo y escasez de agua

En los últimos tres veranos el mar Ártico sufrió importantes deshielos. Groenlandia aumentó en un 3 por ciento la cantidad de agua que vierte a los océanos, y la capa de permafrost cedió cada vez más (permafrost es el hielo subterráneo sobre el cual se asientan grandes ciudades de las regiones polares del planeta).

En la década 2000-2010 hubo un enorme retroceso en los glaciares (entre ellos los de Colombia) y se redujeron significativamente las fuentes de agua dulce para millones de indios, chinos y suramericanos. Igualmente perdieron agua los grandes lagos del África debido al aumento de las temperaturas, la evaporación y las sequías.

La ONU sin dientes

En la institucionalidad de las Naciones Unidas sucedieron también cosas importantes en la década que acaba de terminar. Se cumplieron las conferencias de Bali, Copenhague y Cancún, poniendo en evidencia cuán frágil puede ser este sistema para enfrentar los problemas comunes del hombre del Siglo XXI.

La década terminó con la creación de un fondo verde en la última conferencia de las partes del Protocolo de Kyoto, que expira en 2012. No obstante, es evidente que las negociaciones sobre la crisis climática global no avanzan como la humanidad espera. Unas veces fracasan estruendosamente, como en la pasada cumbre de Copenhague, de diciembre de 2009; otras, como en Cancún 2010, entregan victorias pírricas, que en ningún caso reflejan las afugias que la ciencia le ha señalado a la sociedad sobre la verdadera magnitud del problema[1].

Muchos tienen la sensación de que la ciencia va por un lado y los negociadores por otro.

En efecto, si uno revisa el IV Informe de Evaluación del IPCC publicado en 2007, encuentra que los escenarios proyectados para el periodo 2020-2040 resultan más que alarmantes.

Una luz de esperanza

Aunque pueda sonar un poco extraño, al empezar la segunda década del siglo y constatar, como en efecto constatamos que el Protocolo de Kyoto va camino de  fracasar  y que por un lado sigue yendo la ciencia y por otro la dirigencia del mundo, vamos camino de recuperar la esperanza en la solución de la crisis climática global.

La sociedad, metida entre el sándwich de la ciencia y sus dirigentes, ha empezado a reaccionar. El optimismo sobre la luz que podemos entrever en el final del túnel, se basa en esta paradoja, probablemente cruel: en la primera década de este siglo fracasaron todas las negociaciones entre los países firmantes del Protocolo de Kyoto orientadas a reducir las emisiones de carbono de los países industrializados.

El volumen de las emisiones ha crecido, sobre todo en países como China, Brasil, India e Indonesia; el Protocolo de Kyoto muy probablemente expirará sin haber alcanzado el cumplimiento de la pequeña meta que se propuso: un 5,2 por ciento de reducción de las emisiones globales de carbono, a pesar de que en las cumbres de Bali (2007), Copenhague (2009) y Cancún (2010), tanto los científicos como las organizaciones de la sociedad, abogaron conjuntamente por metas que oscilaban entre un 40 y un 80 por ciento, para los años 2020 y 2050, respectivamente[2].

Una de las principales enseñanzas que hoy nos deja el fracaso de Kyoto es que la humanidad erró el camino de la confianza en el sistema de las Naciones Unidas como organismo idóneo para solucionar sus grandes crisis en general, pero la del cambio climático en particular.

No obstante, si miramos el problema desde otro ángulo, descubriremos la oportunidad agazapada en la crisis, como bien lo señala el ideograma chino: la principal ventaja que puede tener este descalabro de la diplomacia internacional es que podemos poner los ojos en otros esquemas de soluciones que nos permitan plantearnos metas más escalables en áreas que hoy resultan estratégicas y que, partiendo de acuerdos entre pocos países, puedan ser más viables.

En eso estamos.

Postdata

Una nota de actualidad me sirve para cerrar este artículo, pues la considero una buena síntesis de lo que nos deja la década del clima: a Nicholas Stern, autor de un amplio estudio sobre el impacto económico del cambio climático, encargado por el Gobierno británico, le fue entregado esta semana el premio «Fronteras del Conocimiento de Cambio Climático», de la Fundación BBVA.

En el acto de premiación hizo una rectificación esencial: «Estimamos que la mayor probabilidad era un impacto (económico) de un 5 por ciento del PIB mundial y ahora creo que estará más cerca de un 20 por ciento, que era nuestra estimación más pesimista».

Pero al lado de su rectificación deslizó una esperanza, también en forma de enmienda: «Otro error es que no nos dimos cuenta antes de lo atractivas que resultan las economías bajas en carbono, una nueva revolución industrial llena de innovación y descubrimientos, una oportunidad para crecer en tiempos de crisis«.

¿Cómo asumirá la sociedad este desafío? ¿Cómo educar a las nuevas generaciones sobre la necesidad de construir las bases de una nueva sociedad? Esa es la reflexión que aquí les dejo a los lectores.

Fuente artículo: http://www.razonpublica.com/index.php/economia-y-sociedad/1722-la-extrema-decada-del-clima.html

Foto: https://www.google.co.ve/url?sa=i&rct=j&q=&esrc=s&source=images&cd=&cad=rja&uact=8&ved=0ahUKEwjuzsL6v67RAhVHZCYKHUSqAVAQjhwIBQ&url=http%3A%2F%2Fwww.juventudrebelde.cu%2Fmultimedia%2Ffotografia%2Fgenerales%2Fdebaten-sobre-el-clima%2F&psig=AFQjCNEEK0AMiPs_7pnbezJ8AIIB5ohRYg&ust=1483825784170383

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Empezamos a actuar en relación al cambio climático o no tendremos un mañana

Por Cristian Frers

En los últimos años hemos podido observar algunos de los impactos y las consecuencias del cambio climático en nuestro planeta, no sólo en el clima, sino también en el ambiente. El cambio climático es una alteración grave del equilibrio ambiental y sus consecuencias pueden ser terribles si no se busca una solución y se toman unas medidas drásticas.

Es hora que dejemos de hablar sobre el CAMBIO CLIMATICO y actuemos ya… Se terminó la etapa de los discursos, las conferencias de prensas, la época de las “buenas intenciones”… que solo quedaron en eso, en buenas “intensiones”, si no hacemos algo ya es muy posible que no haya un mañana.

Se calcula que la temperatura media del planeta subirá aún más en el año 2016, que superará previsiblemente a 2015 como el año más caliente de la reciente historia. El aumento de las temperaturas es atribuible principalmente al calentamiento global, pero el fenómeno El Niño ha puesto la guinda en el pastel. Se cree con certeza que existe 95% de posibilidades de que el aumento de las temperaturas globales sea de entre 1.02 y 1.26 grados en este año, y sólo un 5% de posibilidades de que las temperaturas promedio para el próximo año terminen por debajo de aquellas registradas el año pasado.

Considero que una opinión madura debe basarse en evidencias; nos interese o no, nos favorezca o perjudique. No se la puede basar en el optimismo o en el pesimismo, que sólo son proyecciones de emociones. En el terreno de la razón, hay que reflexionar sobre algunas evidencias  que desde hace años vengo anunciando en los distintos medios de comunicación y a través de páginas de internet como: Aumento de la temperatura media de la tierra, aumento del nivel del mar y de su temperatura, aumento de la frecuencia y de la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, cambio en los ecosistemas, peligro de extinción de especies vegetales y animales, sequias, efectos sobre la agricultura y el espacio forestal y… por último, impactos sobre la salud humana. El 22 de abril de 2016, el gobierno argentino anuncio la creación de un Gabinete de Cambio climático que deberá coordinar acciones con todos los ministerios y áreas de la administración publica y que, los mismos, deberán jerarquizar la capacidad del Estado y de las provincias para impulsar políticas sobre el cambio climático… Sera suficiente?… Alcanzara para remediar el daño que le estamos provocando al planeta?… Creo que el gobierno debería dar soluciones a los problemas… O, por lo menos empezar a prevenirlos… en vez, de teorizar sobre el cambio climático.

La fuente de los problemas deriva del hecho de que los gobiernos no han dado hasta ahora señales claras y concisas a los empresarios para cambiar sus patrones de inversión. Así, tomando en cuenta la energía que almacenan, y dado que no asumen los costos de la polución que generan, los combustibles fósiles son notablemente baratos y, por tanto, no se puede esperar que las compañías los dejen de lado, a menos que tengan la certeza de que es en su propio beneficio. Dicha seguridad solo puede venir de las señales que les den los gobiernos a través de políticas, pero éstas, en muchos casos, aún no se hacen sentir.

En esta tarea es imprescindible que se impliquen los gobiernos de todas las naciones, pero también hemos de implicarnos todos y cada uno de los ciudadanos del planeta, es una labor de todos y aún estamos a tiempo… Aunque cada vez, es más corto. Sun Tzu en el “Arte de la guerra y la estrategia” escribió que la vulnerabilidad del enemigo depende de él, nuestra propia invulnerabilidad depende de nosotros mismos. El mayor peligro paradójicamente,  tan riesgoso como el cambio climático,  comparable con la mayor de las sequías, con la peor de las inundaciones, los fríos más extremos o los calores más perjudiciales, es la profunda decadencia que afecta a la provisión de estos bienes básicos. La corrupción y la desidia son las verdaderas catástrofes climáticas… Es hora de dejar de hablar y pasar a los hechos.

Ecoportal.net

Fuente: http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Cambio-Climatico/Empezamos-a-actuar-en-relacion-al-cambio-climatico-o-no-tendremos-un-manana

Imagen: http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Cambio-Climatico/Empezamos-a-actuar-en-relacion-al-cambio-climatico-o-no-tendremos-un-manana

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Calentamiento global: cavando la propia tumba

Por: Mariana Zegers

Actualmente, el consenso respecto del proceso de calentamiento global que estamos experimentando es casi total en el mundo de las ciencias y la política. Debemos, sin embargo, restar a algunos ignorantes y/o corruptos que alegan, por ejemplo, que el hombre no tiene tal capacidad de transformar la naturaleza, que eso constituye un acto propio de Dios. Debemos restar a aquellos que tienen sus intereses comprometidos en los negocios que el calentamiento global pone en jaque; pues para hacerle frente es necesario sustituir los combustibles fósiles por energías limpias; y en dicho sentido habría que preguntarse a qué intereses sirve el progreso de la ciencia y la tecnología. Pero el calentamiento global también pone en jaque los modos de vivir, en especial las formas y niveles de consumo.

Nos referimos a tres conceptos clave concatenados entre sí: efecto invernadero, calentamiento global y cambio climático. El efecto invernadero es un suceso natural, que permite la vida, tal como la conocemos en nuestro planeta. Los gases de efecto invernadero en la atmósfera de la Tierra retienen parte de la energía solar, conservando e incrementando la temperatura de su superficie. Sin la presencia de estos gases la Tierra sería inhabitable para nuestra especie y muchas otras, debido a sus frías temperaturas. El problema radica en que los gases de efecto invernadero han ido aumentando, por efecto de la contaminación humana; en particular por la deforestación y la quema de combustibles fósiles. Sabemos también que el consumo de carne de vaca es muy contaminante, pues se necesita una gran cantidad de tierra y energía para la mantención de las vacas y la producción de carne.

Debido al incremento de estos gases, la atmósfera retiene más calor, por lo que la temperatura del planeta sube. Esto es lo que llamamos calentamiento global.Durante los últimos 150 años la temperatura global ha aumentado. Este calentamiento de la Tierra ha generado el cambio climático. El estudio de las variaciones del clima que ha experimentado nuestro planeta, asociadas a factores como las alteraciones en la circulación de los océanos, la actividad solar, volcánica y geológica, en la composición de la atmósfera, permite entender con mayor claridad el fenómeno del calentamiento global (Estudio UNAM).

El cambio climático es definido en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático como “un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a actividades humanas que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables”. Las transformaciones climáticas que acompañan este fenómeno no son despreciables: tormentas en mayor intensidad y número, incendios, desertificación, olas de calor y sequías, inundaciones y alteraciones en el ecosistema, además de los nocivos efectos de la contaminación en la salud de los contaminantes.

Las implicaciones del calentamiento global en el respeto de los derechos humanos se hace cada vez más patente. Este fenómeno no solo impacta negativamente en el medio ambiente, sino también en el crecimiento económico, en la salud de las personas, en el desarrollo de las culturas. El aumento del nivel y temperatura del mar, los fenómenos meteorológicos extremos ya descritos, tienen y tendrán consecuencias directas e indirectas en el ejercicio cabal de los derechos humanos. Basta con pensar en las migraciones masivas, producto de la desaparición de territorios y medios de subsistencia, y los problemas de abastecimiento de agua y alimentos.

El calentamiento global es una amenaza para el pleno goce de una gran diversidad de derechos humanos. Como en general ha sucedido en la historia de nuestra humanidad, son los grupos más vulnerables los más afectados, en primera instancia. Son los más pobres, los pequeños países insulares que menos contaminan, los países africanos, los pueblos indígenas, que mantienen un lazo vital con sus tierras. Pero a la larga todos sufriremos sus embates; la naturaleza no discrimina por etnia, clase social, género, sexo, creencias políticas o religiosas. Recientemente, los medios informaron que Chile está en el top 10 de los países más afectados por el cambio climático, ¿debiera ser esta noticia un motivo para acelerar la marcha?

Los líderes mundiales se reunieron a debatir en torno al cambio climático en la COP 21, Conferencia de Naciones Unidas que tuvo lugar en París en 2015, con el fin de generar medidas para afrontar y mitigar los efectos del calentamiento global. De estas conversaciones y negociaciones surgió el Acuerdo de París, instrumento jurídico constituido por una combinación mixta de disposiciones vinculantes y no vinculantes. El acuerdo principal que regulará el proceso internacional será vinculante para las Partes. Cabe preguntarse, ¿su carácter vinculante significa que su incumplimiento es punible? (Fuente Naciones Unidas).

El Acuerdo de París  tiene por objeto reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático, en el contexto del desarrollo sostenible y de los esfuerzos por erradicar la pobreza. Para ello, la meta es mantener el aumento de la temperatura de la Tierra muy por debajo de los 2° Celsius con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento a 1,5° Celsius.De igual forma, se buscar reforzar la capacidad de adaptación a los efectos hostiles del cambio climático, promoviendo el desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero y elevando el apoyo financiero para mitigación del calentamiento global y resiliencia al cambio climático. Para la obtención de los objetivos ya señalados, cada país, de los 195 reunidos en la COP 21 de París, presentan voluntariamente sus planes de reducción de gases contaminantes. Todo el que firme y ratifique el Acuerdo de París, debiera, en teoría, cumplir con los compromisos adquiridos. A la fecha, Chile no ha ratificado el acuerdo.

Si bien los países más contaminantes han firmado este acuerdo, como China, Estados Unidos e india;  las medidas resultan insuficientes. A pesar de que una parte considerable de los países ya presentó sus respectivos planes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, en el mismo Acuerdo de París se manifiesta preocupación porque las emisiones de gases contaminantes resultantes de las contribuciones previstas por cada Estado Parte no son compatibles con el objetivo de mantener el alza de la temperatura del planeta por debajo de los 2° Celsius. En este contexto, se  afirma que “se requerirá un esfuerzo de reducción de las emisiones mucho mayor que el que suponen las contribuciones previstas determinadas a nivel nacional”. Por ello, se han establecido mecanismos de revisión con el objeto de que cada Estado aumente sus compromisos.

La última instancia de encuentro de los mandatarios de los países fue la COP 22, con sede en Marrakech, celebrada en noviembre de este año. Esta conferencia continúa lo iniciado en la COP21, buscando poner en acción los acuerdos recogidos, que giran en torno a tres ejes: mitigación, adaptación y financiación. El comunicado de prensa de la Naciones Unidas señala que, dentro de las numerosas iniciativas lanzadas, se invertirán billones de dólares para apoyo de tecnologías limpias. Asimismo, celebra que “los Gobiernos han fijado un corto plazo, hasta 2018, para completar las normas de aplicación del Acuerdo de París con el fin de asegurar la confianza, la cooperación y su éxito en años y décadas venideros”. Sin embargo, no podemos obviar que esta ponderación positiva respecto de los avances en el marco de las últimas dos conferencias viene de muy cerca. La realidad es que, si bien se ha progresado en el reconocimiento de la gravedad del problema, las medidas a tomar son completamente insuficientes, incluso para los objetivos delineados en el Acuerdo de París.

Pero la buena voluntad de los políticos no basta. Los modelos de previsión y consumo a los que debiéramos encaminarnos no se ajustan a los sistemas extractivista y neoliberal. Lo que cada vez queda más claro es que no podremos mantener mucho tiempo más el estilo de vida del que han gozado los países desarrollados; reflexión que nos conduce a otra mayor: hay una tarea en educación ciudadana pendiente respecto del calentamiento global.

La temperatura del planeta aumenta, amenazando con romper el equilibrio que ha permitido nuestra existencia. Esto parece absurdo: estamos preparando un entierro y sabemos que es el nuestro, pero la inercia de muchos y la codicia de algunos entorpece el campo de acción. Es un escenario vergonzoso que muchos tratan de evitar, por todo lo que implica revertir o al menos mitigar este fenómeno ya instalado. Sin embargo, es la Tierra la que nos recuerda la gravedad del calentamiento global. Y será la Tierra la que nos exhorte a actuar con la urgencia y determinación que esta realidad exige; en caso de no ser demasiado tarde.

fuente:http://radio.uchile.cl/2016/12/14/calentamiento-global-cavando-la-propia-tumba/

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La crisis climática, el reloj y el mapa

23 de diciembre de 2016 / Fuente: http://www.razonpublica.com/

Por: Manuel Guzmán-Hennessey

Los conflictos ambientales se propagan por el mundo y la cuenta regresiva hacia un futuro invivible se acelera cada día. Nuevas evidencias y nuevos instrumentos para que los ciudadanos exijan las medidas que han sido incapaces de tomar los Estados.

Reloj, no marques las horas

Desde 1947 funciona en la Universidad de Chicago un reloj simbólico que solía marcar el nivel de riesgo de una conflagración atómica que acabaría con el mundo.

El reloj fue promovido por el Boletín de Científicos Atómicos de Estados Unidos e ideado por un grupo de pensadores entre quienes se contaban varios premios nobel, así como científicos como Stephen Hawkins y Leon Lederman. Fue instalado después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se hizo evidente que el apocalipsis humano era posible si las potencias seguían amenazándose con sus arsenales cada vez más potentes y sofisticados.

Durante cuarenta años el reloj alcanzó a moverse 18 veces. La más reciente fue en 1984, cuando Estados Unidos y Rusia se mostraron sus armamentos nucleares por última vez.

Sin embargo los miembros del Boletín de científicos no imaginaron que a finales del siglo XX se verían obligados a cambiar el propósito del reloj y a usarlo para medir el nivel de riesgo de que el mundo se acabe, o mejor, de que resulte inviable la vida sobre la Tierra si la crisis climática mantiene su tendencia de agravamiento.

En efecto, a falta de una, hoy vivimos bajo tres amenazas serias e inminentes para la continuidad de la vida humana sobre el planeta: (1) los arsenales atómicos que han venido acumulando las potencias; (2) La proliferación de armas nucleares que incluso podrían llegar a manos de actores no estatales, y (3) el cambio climático sin control.

En 1991, cuando se avecinaba la Cumbre de Río, primer encuentro de los gobernantes del mundo sobre la crisis ambiental, la humanidad ganó conciencia de que existiría algún nivel de riesgo si no rectificábamos los modelos de crecimiento y desarrollo que nos habían guiado desde el siglo XIX.

En ese entonces sabíamos que el nivel de riesgo era particularmente alto para algunas zonas del planeta, pero nunca alcanzamos a imaginar que el riesgo de perecer calcinados por las armas nucleares sería reemplazado por el de perecer bajo las aguas, o debido a que nuestros alimentos se calcinarían antes de dar sus frutos por el calor excesivo de algunas regiones.

Ya empezó la pesadilla

El reloj de Chicago estaba a 17 minutos del fin el día que empezó la Cumbre de Río (aquella donde el presidente Bush dijo que Estados Unidos no había ido a negociar sus estilos de vida).

Pero hace unos días decidieron moverlo nuevamente, debido a las evidencias científicas sobre el cambio climático durante el año pasado. Ahora está a tan solo tres minutos de la medianoche, es decir, del fin.

Muchos estudios provenientes de los más reconocidos centros de investigación indican que  2014 fue el año  más caluroso desde 1880, cuando empezamos a tener registros de temperaturas promedio globales. Igualmente, se supo que nueve de los diez años más calientes de la historia reciente ocurrieron desde el año 2000. Sin embargo, los estudios también han señalado que los líderes mundiales no han actuado con la velocidad ni en la escala necesaria para proteger a los ciudadanos de la catástrofe en ciernes.

Uno se asusta cuando se encuentra en un edificio alto y se produce un temblor de tierra (como me ocurrió a mí mientras escribía este texto). De la misma manera, si a uno le presentan evidencias de la improbabilidad de que la vida sea viable en el territorio que habita es probable que  piense en irse para otra parte. Y si la evidencia demuestra que esta situación es inminente y uno alcanza a comprobar algunos síntomas de una catástrofe mayor, entonces la migración puede ser masiva, como está ocurriendo en este momento en Bangladesh y en las Islas Carteret.

Según Scott Leckie, director de la organización no gubernamental Displacement Solutions: ‘todas las estimaciones sobre futuros desplazamientos como consecuencia del cambio climático indican que no pocos países podrán enfrentarse a una escala de desplazamientos semejante a la de Bangladesh’.

Allí, más de seis millones de personas ya no pueden regresar a sus hogares, que han sido sepultados por el mar o por continuas inundaciones. En los atolones de las islas Carteret, en Papúa Nueva Guinea, en Kiribati (Micronesia) y en Tuvalu (Polinesia), en el océano Pacífico, la situación es similar.

Pero no hay necesidad de ir tan lejos. Colombia  sufrió grandes inundaciones en 2011 y aún no hemos tomado las medidas necesarias para prevenir sucesos similares. Y la provincia de Córdoba en Argentina y muchas de sus zonas vecinas sufrieron una inundación hace apenas dos semanas que aún no recibe atención de las autoridades.

Nube de hongo del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki en Japón.
Nube de hongo del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki en Japón.
Foto: Wikimedia Commons

Nuevas mediciones del peligro

Recientemente el reloj de los científicos de Chicago encontró un correlato más explícito en el Atlas de la Justicia Ambiental, un mapa que expone los conflictos ambientales y climáticos en todo el mundo. Este mapa nos permite ver en tiempo real, con la nitidez de Google Maps, el modo como  transcurren los minutos en aquellas zonas donde los conflictos ambientales y climáticos son más intensos.

El mapa de los conflictos ambientales es una aplicación interactiva que permite a los usuarios conocer y denunciar lo que sucede en su país o en su comunidad. El mapa presenta, hasta ahora, más de 1.400 casos de conflictos relacionados con instalaciones nucleares, minería, manejo de desechos, conflictos por la tierra, agua, combustibles fósiles y justicia climática, turismo, industria y afectaciones a la diversidad biológica del mundo.

Se trata de un proyecto de 23 organizaciones que acumulan más de treinta años de experiencia colectiva, coordinadas por la Universidad Autónoma de Barcelona. El objetivo del proyecto, según Leah Temper, su coordinador, es hacer visibles los conflictos ambientales y sus impactos económicos sobre las poblaciones más vulnerables.

Temper subraya que desde el siglo XIX son abundantes las bases de datos sobre conflictos laborales. No obstante en el siglo XXI, cuando ya se ha establecido la inminencia de nuevos conflictos por el clima, no existen buenas bases de información sobre este nuevo tipo de conflictos.

El experto asegura que los problemas ambientales y climáticos están relacionados con el modelo de globalización de la economía, y señala cómo ambos fenómenos han avivado la llama de la participación de la ciudadanía a través de las redes sociales. En ese sentido, pone el ejemplo de Foil Vedanta, un movimiento que luchó contra una mina de bauxita en una montaña sagrada de la India y estableció el mapa completo de la cadena de suministros de la compañía, lo que los llevó hasta un caso de evasión de impuestos en Zambia.

Por su parte, el Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ya había señalado el triple vínculo entre la crisis ambiental global, la crisis climática y los nuevos conflictos sociales, y había destacado cómo los impactos de los fenómenos extremos conexos con el clima, como las olas de calor, las sequías, las inundaciones, los ciclones e incendios forestales, revelan la vulnerabilidad y exposición de algunos ecosistemas y muchos sistemas humanos a la actual variabilidad climática.

El informe mostró de qué manera se está afectando la vida de las personas, especialmente las más pobres, y cómo se están deteriorando sus medios de subsistencia por la alteración de los ecosistemas, la desorganización de la producción de alimentos y el suministro de agua. Igualmente señaló a magnitud de los daños a la infraestructura y los asentamientos, el aumento de la morbilidad y mortalidad, con sus respectivos efectos sobre la salud física y mental de las poblaciones.

Por eso, el desafío que hoy enfrentamos es sincronizar el tic tac del reloj del riesgo global con el termómetro que pende sobre nuestras cabezas y que está a punto de llegar a los dos grados de calentamiento global.

Quienes entienden que esta es la realidad que nos tocó vivir seguramente reaccionarán a tiempo y tomarán las medidas necesarias para adaptarse a un mundo cambiante. Pero quienes han optado por ignorar las evidencias de la ciencia e insisten en negar la magnitud de la amenaza quizás morirán cantando, como la orquesta del Titanic, aquel viejo bolero de Lucho Gatica: “reloj, no marques las horas”.

Fuente artículo: http://www.razonpublica.com/index.php/economia-y-sociedad/8321-la-crisis-clim%C3%A1tica,-el-reloj-y-el-mapa.html

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