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Una vida digna es imposible con una naturaleza contaminada

Los pueblos amazónicos pedimos justicia

Nueve niñas de las provincias de Sucumbíos y Orellana, en la Amazonía Norte de Ecuador, esperan que el Estado ecuatoriano cumpla la sentencia emitida por la Corte Provincial de Sucumbíos en 2021 y cierre los casi 500 mecheros petroleros que se mantienen activos y causando daños ambientales y a la salud. El Ministerio de Energía y Minas confirmó el cierre de apenas dos mecheros, según detalló en la comparecencia realizada en la Comisión de Biodiversidad de la Asamblea Nacional, el  21 de febrero de 2024.

En dicha comparecencia, las niñas demandantes expresaron su rechazo a las declaraciones de la Ministra de Energía y Minas, Andrea Arrobo, y aseguraron que lejos de cumplir con la sentencia y el cierre de los mecheros, el Ministerio sigue dando autorizaciones. Según datos oficiales, los mecheros a 2024, serían 486 cuando anteriormente, eran  447.

El 31 de marzo de cada año, el Estado ecuatoriano renueva las autorizaciones para el funcionamiento de los mecheros. A casi tres años de la sentencia, las niñas demandantes y las comunidades buscan que el Estado avance significativamente con el cierre de los mecheros y las medidas de reparación ordenadas por la justicia.

Wilmer Lucitante, comunicador comunitario de la nacionalidad Cofán de la Amazonía de Ecuador, parte de la Asociación de Productores Audiovisuales de las Nacionalidades y Pueblos de Sucumbíos Ecuador, APANAPSE y de la  Unión de Afectados por las operaciones petroleras de Texaco, UDAPT, comparte este texto.

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En la Amazonía ecuatoriana, ya son más de 50 años que las petroleras queman y ventean gas con químicos contaminantes, asociados al petróleo, a través de los llamados mecheros.

En Sucumbíos, Orellana y Napo existen más de 447 mecheros encendidos, la mayoría, durante las 24 horas del día. Además, se han identificado 295 sitios de quema de gas previamente no mapeados, según la investigación “Ciencia ciudadana extrema para la justicia climática; enlazando los pixel con las personas para mapear los mecheros en la Amazonía”, desarrollada en 2019 por la Universidad Europea de Padua.

Desde 1964, cuando se inició la explotación petrolera con Texaco, se adoptaron malas prácticas que contaminan de manera irreversible la fuente de vida de pueblos y nacionalidades indígenas. Estos daños intencionales contaminan el suelo, el aire, el agua y dejan a sus habitantes en indefensión. Las consecuencias de esta contaminación afectan la salud de las personas y de la naturaleza.

Según una investigación del Banco Mundial, en Ecuador se desperdician aproximadamente 1.100 millones de pies cúbicos de gas al año. Si este gas fuese procesado para el uso interno, el Estado ahorraría aproximadamente 600 millones de dólares al año por su importación desde el exterior, recursos que servirían para todos los ecuatorianos.

A pesar de tener conocimiento sobre el daño que causan los mecheros, las petroleras queman el gas que se extrae y lo envían al aire libre. Lamentablemente la falta de interés y la incapacidad de los responsables está matando a la Amazonía y generando un gasto para el país.

Mechero Campo L. A., octubre 2023- Wilmer L

En febrero de 2020, nueve niñas de Sucumbíos y Orellana, con el acompañamiento de sus padres y respaldadas por varios colectivos que llevan la campaña “Eliminen los mecheros y enciendan la vida”, demandaron al Estado ecuatoriano, en concreto, al Ministerio de Energía y Recursos Naturales No Renovables y al Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica. Como resultado se obtuvo una sentencia favorable para las demandantes que dio lugar a una medida cautelar en enero de 2021.

La Corte Provincial de Sucumbíos dio la razón a los afectados reconociendo que las empresas petroleras con la complicidad de ministerios del Estado han  vulnerando derechos humanos, derechos ambientales y han atentado contra la vida de las personas. Esta sentencia prohíbe, por primera vez, la quema de gas a través de los mecheros. También exige su eliminación de manera gradual; así como que se realice un diagnóstico sobre las personas afectadas de cáncer y se disponga de una unidad oncológica, un plan de monitoreo y un plan de remediación integral en las provincias afectadas.

La lucha por la eliminación de los mecheros es una batalla antigua, donde el acompañamiento de organizaciones sociales locales y nacionales ha sido vital. Sin embargo, los medios de comunicación nacionales no han tenido el interés de investigar y dar seguimiento a estos casos, alimentando los intereses extractivistas, opacando las diversas realidades.

Un estudio, realizado por la Clínica ambiental y la Unión de Afectados por las operaciones petroleras de Texaco, UDAPT, señala que en las provincias donde se realizan actividades extractivas y se quema el gas en mecheros se encuentra el mayor porcentaje de casos de cáncer en relación a otras provincias del Ecuador, principalmente en las mujeres con un 70%.

El alcance de las actividades de quema de gas va mucho más allá de los datos oficiales proporcionados por el Ministerio de Ambiente de Ecuador. Los datos anuales de National Centers for Environmental Information, NOAA Nightfire, mapean que el 23,5% de los sitios donde se quema gas en la Amazonía se encuentran dentro de la Reserva de la Biosfera Yasuní. Esta cifra representa un 18,4% de los volúmenes de todas las industrias petroleras que operan en Ecuador. El  también señala que existen 34 sitios de quema adicionales, de los cuales, doce están en el Yasuní y uno en el campo Tiputini, parte del bloque ITT.

Plantón-Quito- 2021-UDAPT

Además, en 2021, 39 de los sitios identificados estaban ventilando el gas en lugar de quemarlo, un fenómeno nunca antes documentado en la Amazonía ecuatoriana. Estos datos sirvieron de apoyo para el proceso de lucha y la campaña, para el reconocimiento legal de los derechos humanos y la justicia medioambiental en la Amazonía ecuatoriana.

Actualmente, la situación se vuelve más compleja, ya que los demandados no acatan la orden judicial, y utilizan estrategias comunicacionales orientadas a  hacer creer que se está cumpliendo efectivamente con las disposiciones legales. Mientras tanto, las personas afectadas de las comunidades de Sucumbíos y Orellana permanecen en vigilia en contra de la contaminación.

La Amazonía ecuatoriana es una de las áreas más  biodiversas  del mundo, con una gran riqueza natural y cultural milenaria, determinado como uno de los tesoros más importantes del mundo. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas declaran que “la Amazonía es el lugar donde habitan varias culturas indígenas que con el tiempo han logrado demostrar cómo cuidar los bosques, a pesar de que han enfrentado enormes intereses globales y económicos, que muchas veces llegan con pretexto de conservar, pero que han atentado contra las  soberanías nacionales. Por ejemplo, la internacionalización de la Amazonía, que únicamente beneficiará a las grandes corporaciones”.

 Las personas que viven en los lugares donde se desarrollan actividades extractivas cumplen un papel fundamental para impulsar y fomentar grandes cambios políticos en contra del cambio climático y las empresas extractivistas, pues son las que conocen la realidad local; son las que día a día se encuentran con conflictos medioambientales y pueden aportar con su conocimiento para evitar riesgos globales.

 Las actividades extractivas están por encima de los derechos de los pueblos y nacionalidades. Muchas veces el gobierno y el Estado, con su fragilidad en la defensa de su soberanía, caen en los intereses de los contaminadores. No es posible que se tenga que llegar a una demanda judicial para que reaccionen, abran los ojos y vean su incapacidad e inoperancia. Es irrefutable ver cómo justifican sus actos  irresponsables o cómo tratan de tergiversar la información y la realidad ecuatoriana. Se necesita investigar más sobre todo del proceso de lucha para entender mejor este caso importante en la Amazonía ecuatoriana.

Para las personas que conformamos la UDAPT, la lucha no es solamente para eliminar los mecheros en la Amazonía, sino también es una forma de combatir la violación de derechos humanos, ambientales, sociales y, así, buscar una mejor forma de vida para todos los ecuatorianos y la vida en el planeta.

Fuente de la información e imagen:  https://wambra.ec

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La generación Z y el cambio climático

Por: José María Manzano Callejo 

Existe un amplio consenso científico en que el cambio climático plantea un riesgo tremendo para la civilización humana. Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (PICC) de las Naciones Unidas, es inequívoco que las actividades humanas han impulsado y continúan intensificando el calentamiento global del planeta debido a la quema de combustibles fósiles y la liberación de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Como resultado, cada una de las últimas cuatro décadas ha sido sucesivamente más cálida que cualquier década anterior desde 1850. Esto está dando lugar a fenómenos climáticos más severos caracterizados por frecuentes incendios forestales, olas de calor extremas, tormentas devastadoras, inundaciones y sequías. En consecuencia, los científicos advierten a los gobiernos de todo el mundo que se debe realizar un esfuerzo concertado para limitar el calentamiento a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales para evitar que estos eventos se vuelvan más peligrosos y catastróficos. Todas las publicaciones sucesivas del PICC están enviando el mismo mensaje de urgencia y advirtiendo sobre puntos de inflexión irreversibles: el cambio climático ahora se describe como una “ebullición global” y la humanidad ha “abierto las puertas al infierno”.

El PICC enfatiza la necesidad urgente de tomar medidas climáticas y resalta la amenaza para la existencia que representa alcanzar puntos de inflexión para el bienestar humano, la salud planetaria y las economías globales. El Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial 2023 identifica el “fracaso en la mitigación del cambio climático” y el “fracaso en la adaptación al cambio climático” como las dos principales amenazas globales, destacando el riesgo de la dependencia de sectores intensivos en carbono.

Dada esta incómoda realidad, se espera que los gobiernos, las industrias, la sociedad civil y los individuos tomen medidas inmediatas para responder a la crisis climática. A pesar de algunos avances logrados en la 28ª reunión de la Conferencia de las Partes (COP28) de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) sobre la transición para abandonar los combustibles fósiles y avanzar hacia la agricultura sostenible, las políticas climáticas actuales en todo el mundo no alcanzan la fuerza necesaria para abordar eficazmente la escalada de la crisis climática. La interconexión entre el cambio climático, la biodiversidad, la salud de los ecosistemas y la sociedad humana también es ampliamente reconocida y los impactos adversos del cambio climático inducido por el hombre continúan intensificándose y causando daños y pérdidas generalizados.

A pesar del consenso en la comunidad científica sobre la realidad y la importancia del cambio climático causado antropogénicamente y la abrumadora cantidad de evidencia de que el planeta se está calentando, muchas personas y organizaciones en todo el mundo todavía no apoyan los esfuerzos para mitigar las emisiones globales de GEI. En algunos casos, muchos todavía ignoran por completo la ciencia climática y sus advertencias. Esto está sucediendo en diferentes países y en diversos niveles de la sociedad, incluidos los líderes mundiales y los representantes gubernamentales. Por ejemplo, los problemas medioambientales globales son cada vez más cuestionados por conocidos líderes mundiales escépticos de la ciencia climática como el ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que ha afirmado que el cambio climático es un engaño, y otro fuerte negacionista del cambio climático, el australiano ex primer ministro Scott Morrison. Esto tiene un impacto en la búsqueda de soluciones climáticas globales, genera controversia en torno a la ciencia climática y retrasa la acción para abordar urgentemente el cambio climático.

En la COP28 se logró un acuerdo global para acelerar la acción climática, pero su futuro depende de su implementación y compromiso efectivo en todo el mundo

Aunque en 2015, 196 países de todo el mundo se comprometieron a limitar el calentamiento global a muy por debajo de 2 °C, preferiblemente 1,5 °C, para mitigar los efectos devastadores del cambio climático en virtud del Acuerdo de París, el IPCC informó que, a pesar de progresos, el aumento de las temperaturas persiste debido a la falta de determinación política. En consecuencia, el IPCC declaró inequívocamente que el mundo tiene una ventana limitada hasta 2025 para alcanzar el pico de emisiones globales y debe reducirlas a la mitad para 2030 para tener alguna esperanza de limitar el calentamiento global a 1,5 °C. En la COP28 se logró un acuerdo global para acelerar la acción climática, pero su futuro depende de su implementación y compromiso efectivo en todo el mundo.

ANSIEDAD CLIMÁTICA

Los más jóvenes se ven especialmente afectados por las perspectivas del cambio climático a pesar de haber contribuido muy poco a la situación actual

La gente es cada vez más consciente de los peligros que plantea el cambio climático para la salud y el bienestar humanos. Este reconocimiento vital destaca las diversas formas en que el cambio climático afecta a la humanidad más allá de la salud física. Cuando las personas experimentan directamente eventos extremos, como grandes tormentas, sequías o incendios forestales, pueden afectar gravemente su estado mental y provocar trastornos de estrés postraumático. Esta comprensión subraya la urgencia de abordar el cambio climático no sólo como una cuestión ambiental, sino también como un problema complejo que afecta todos los aspectos de la vida humana. La ansiedad climática surge de una profunda preocupación por el cambio climático y sus consecuencias de gran alcance tanto para el medio ambiente natural como para la vida humana. Tal angustia puede manifestarse como pensamientos inquietantes o sentimientos abrumadores de preocupación respecto de futuros desastres climáticos y el destino continuo de la humanidad y el mundo. También puede traducirse en miedo, inseguridad, parálisis e inacción, así como sentimientos de ira, agotamiento, impotencia y tristeza. Abordar los desafíos del cambio climático y sus impactos en las generaciones futuras requiere un enfoque holístico que enfatice la necesidad de estrategias integrales para mitigar cualquier efecto adverso. Evitar la ansiedad climática pone de relieve la necesidad apremiante de actuar y buscar colectivamente soluciones de sostenibilidad para aliviar estas preocupaciones y asegurar un futuro estable para las generaciones venideras. Los más jóvenes se ven especialmente afectados por las perspectivas del cambio climático a pesar de haber contribuido muy poco a la situación actual.

INVESTIGACIÓN

Una nueva investigación de la Universidad Curtin de la Dra. Diana Marinova, ha demostrado que los jóvenes australianos tienen grandes preocupaciones sobre el cambio climático, que está teniendo un impacto significativo en sus vidas y podría tener consecuencias más amplias en las próximas décadas.

Publicado en Sustainable Earth Reviews, el estudio encuestó a estudiantes universitarios australianos pertenecientes a la Generación Z (personas nacidas entre 1995 y 2010) y encontró que el cambio climático era su principal preocupación ambiental.

La ansiedad climática ve la preocupación por el cambio climático manifestada en pensamientos inquietantes, angustia abrumadora por futuros desastres climáticos y el destino continuo de la humanidad y el mundo. También puede traducirse en sentimientos de miedo, inseguridad, ira, agotamiento, impotencia y tristeza.

Dora Marinova, profesora de Sostenibilidad de Curtin, refiere que la ansiedad climática era un factor que contribuye a la sensación general de inquietud de la Generación Z hacia el futuro, que podría tener importantes ramificaciones en el futuro. «Estos jóvenes están muy preocupados y, en cierto modo, intimidados por la falta de medidas concretas para luchar contra el cambio climático», afirmó la profesora.

La Generación Z tiene serias preocupaciones que no solo afectarán su salud mental (que será algo con lo que la sociedad y el sistema de salud pública tendrán que lidiar) sino también las decisiones que toman los jóvenes: cómo gastan su dinero, si tienen familia, su elección de carrera y más.

El estudio también reveló que, a pesar de sus preocupaciones, sólo el 35 por ciento de la Generación Z participaba regularmente en el activismo climático tradicional, como la recaudación de fondos, la donación de dinero a causas nobles, el apoyo a campañas políticas o la participación en eventos como marchas o protestas.

La Dra. Diana Bogueva, describe que los encuestados utilizan regularmente las redes sociales para expresar sus inquietudes y obtener información. Por otro lado, afirma que, si bien sus actividades on line (en línea) eran importantes, es posible que la Generación Z necesite participar de otras maneras para aliviar la ansiedad climática e impulsar el cambio. La Generación Z debería considerar participar en áreas de activismo más tradicionales o convencionales, como campañas políticas, para interactuar con los responsables políticos y conectarse mejor con otras generaciones para influir en los tomadores de decisiones, acelerar la acción climática y ayudar a salvaguardar un planeta habitable para todos”, según la autora del trabajo.

La Dra. Bogueva enfatizó que no era responsabilidad exclusiva de la Generación Z resolver el cambio climático (un problema que ellos no crearon), pero tomar medidas significativas puede ayudar a aliviar los sentimientos de ansiedad e impotencia de un individuo: «esto puede incluir descubrir cómo pueden ser parte de la solución en sus vidas personales, ya sea eligiendo una carrera que tenga un impacto o ajustando los productos o alimentos que consumen, entre otras acciones».

Datos clave del estudio

1. Ansiedad climática generalizada: más del 80 % de la generación Z australiana encuestada expresa preocupación y ansiedad significativas por el cambio climático, lo que afecta su salud mental y sus perspectivas futuras.

2. Participación limitada en el activismo tradicional: a pesar de los altos niveles de preocupación, solo el 35% de la Generación Z participa en el activismo climático tradicional, y muchos prefieren las redes sociales como plataforma de promoción.

3. Llamado a un activismo diverso y acción personal: Los investigadores abogan por la participación de la Generación Z en una gama más amplia de activismo y cambios en el estilo de vida personal para combatir la ansiedad climática y contribuir a la acción climática.

Por último, compartir esta reflexión irónica de Mark Twain: «El paraíso lo prefiero por el clima, el infierno por la compañía”.

@JoseMariaManz18

Fuente: https://www.nuevatribuna.es/articulo/sostenibilidad/generacion-z-cambio-climatico/20240309172431224576.html

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Young children and the ‘polycrisis’

By Sheldon Shaeffer, Chair, Board of Directors, and Evelyn Santiago, Executive Director, Asia-Pacific Regional Network for Early Childhood (ARNEC)

A better understanding of, and a stronger response to, the impacts of climate change is essential — especially regarding young children. Research results and the related discourse arising out of the recent COP28 conference on climate change have expanded the evidence base for that conclusion.

 

Climate change is only one of the components of the ‘polycrisis’ now facing the world, i.e. the simultaneous occurrence of several catastrophic events – among others being COVID-19, accelerating environmental degradation, increasing economic and social disparities, more frequent conflicts, and greater population displacement.

This polycrisis is having many serious impacts on the world and its people, but of particular severity are the increased developmental and learning delays and losses of young children related to their mental and physical health, nutrition, protection, stimulation, and, overall, the responsive caregiving they are meant to receive. These losses can in turn result in poorer health and malnutrition, enhanced toxic stress, worse learning outcomes, inadequate social-emotional development, and, ultimately, greater exclusion and inequity.

The polycrisis is already dramatically re-shaping the world in which the children of today must function and is leading us to an ever more uncertain and unpredictable future into which these children will enter — and in which they will need to survive and thrive as adults.

COVID-19

As a result of COVID-19, many early childhood development programmes and preschools around the world were closed, especially those funded by family and community contributions, many not to re-open. Millions of young children were forced to discontinue their pre-primary education, many not to return. Because early childhood is such a sensitive period for a child’s holistic development, the development and learning losses resulting from COVID-19 have been especially significant and will likely have long-term effects on an individual’s future educational achievement and economic potential and productivity.

The impacts of these closures on young children were compounded by the fact that many of them live in families that were ill-prepared for, and also most affected by, the challenges arising from COVID-19 – not only a lack of play and learning materials and of access to remote pre-primary alternatives but also, more generally, greater poverty and food insecurity, less access to health services, and increased toxic stress in the home. In other words, those young children already vulnerable before the pandemic became more vulnerable after the pandemic.

Environmental degradation

Young children are least responsible for environmental degradation, but they bear the brunt of its development-related impacts – and have the fewest resources and the least capacity to address them. Children’s development is disrupted by many environmental challenges including indoor and outdoor air pollution, exposure to harmful toxins such as mercury and lead, and the lack of clean and protective play and recreational spaces. In particular, young children’s exposure to pollution results in a higher risk of disease and developmental delays that can reduce an individual’s long-term cognitive, socio-emotional, and physical potential.

Climate change

About a billion children, or nearly half of the world’s children, live in countries at high risk of severe climate-related events (e.g., floods, droughts, wildfires, hurricanes/typhoons/cyclones, and rising sea levels) and suffer from the impacts of climate change including increased toxic stress, greater poverty and food insecurity, and large-scale population displacement.

Asia and the Pacific, where we live and work, is especially susceptible to climate change:

  • Over 40% of the people living in areas of high or extremely high drought severity are in Asia.
  • More than half a billion children live in extremely high flood occurrence zones; the vast majority of them live in Asia.
  • By 2050 most the world’s urban population will be found in Asia where climate change effects are amplified due to faster warming; in addition, many mega-cities in Asia are threatened by sea level rise.
  • Changes to the ocean, including warming, ocean acidification, reduced oxygen levels, and sea level rise, affect both ocean ecosystems and the people that rely on them – most notably those in the Pacific.

The impacts of the polycrisis are reversing the gains of the SDGs and are also widening conditions of inequality among young children, their families, and their communities. Young children everywhere face increased risks to their well-being and development and their ability (and their right) to thrive and live in dignity.

The (lack of) response

The problem is that many educators, including those focused on early childhood development, ignore or, at most, pay lip service to these crises. They seem unwilling or unable to envision what the world may be like 10-20-30 years from now and therefore cannot understand what needs to be done now in order to help children prepare for the world they will find in the future. They reform systems, revise curricula, and teach children as if tomorrow’s world will be no different from today’s.

There is, in fact, much talk about the “transformation” of education, but in terms of climate change, for example, this often means only tweaking the curriculum by adding “environment” to the timetable, training teachers on what climate change is, making schools “greener”, and helping children follow more sustainable lifestyles and become more conservation-minded as “lovers of nature, and “stewards of the planet” – which are all important, but are not enough.

In other words, there is virtually no discussion of what happens if these greener schools and more sustainable lifestyles are ultimately unable to stop progression towards the temperature “tipping point”. As a result, there is also virtually no discussion of how to develop in children the knowledge and skills (especially social-emotional skills) they will need in the future to mitigate, adapt to, and be resilient amid the challenges they will face.

International conferences and declarations on education, institutional strategy revisions, and education reform frameworks often pay little attention to these crises — beyond, perhaps, one plenary presentation at a conference, one paragraph in a new policy, or one bullet point in a reform document. Even when there might be some attention paid to “children” (or, more often, “youth”) in any climate change discourse, younger children, who are most vulnerable to climate change and bear the heaviest burden of its impacts, are mostly ignored. And even if the importance of young children in reacting to climate change – and in helping to build community and societal resilience to its impacts – is recognised, early childhood development programmes and policies remain woefully underfinanced across the world.

We do understand better the impacts of the polycrisis on young children and their families, now and in the future, and are now beginning to understand possible responses to these impacts. But the discourse around young children and the polycrisis is still woefully limited. It is therefore essential to advocate — in the kinds of conferences, declaration, and documents mentioned above — for a much stronger focus on the polycrisis and its impacts on children and on ways in which education and early childhood development systems must respond in order to help nurture children who can face the challenges their future will bring.

 

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El cambio climático agrava la crisis del hambre y la educación de los más pequeños

Advertencia De Ongs

Especialistas coincidieron en que los efectos de la crisis ambiental generó un aumento de la deforestación en las comunidades y daños en las estructuras escolares como consecuencia de la minería y la disputa por tierras y agua

A un día del inicio de la 28° Conferencia de las Partes (COP28), varias ONG alertaron este miércoles sobre los riesgos del cambio climático, entre ellos el agravamiento de la crisis del hambre y de la educación de los más pequeños, sobre todo de las niñas.

El 86% de los habitantes de comunidades de nueve países de ingresos bajos y medios ya están experimentando una amplia variedad de peligros climáticos y más del 60% cree que el cambio climático está empeorando específicamente los conflictos en sus comunidades, según un informe de la ONG World Vision.

«2023 va camino de ser el año más cálido jamás registrado y el cambio climático está empeorando visiblemente los conflictos violentos y el hambre, obligando a personas cada vez más vulnerables a desplazarse a nuevas zonas en busca de pastos, alimentos y seguridad», alertó la directora de respuesta global al hambre de World Vision, Mary Njeri.

La ONG precisa que los efectos del cambio climático colocan a las personas, y en especial a los agricultores y pastores, en situaciones «increíblemente vulnerables» que agravan las tensiones sociales en sus comunidades mientras intentan encontrar nuevas formas de llegar a fin de mes.

Los miembros de las comunidades entrevistadas coincidieron casi unánimemente en que el cambio climático estaba provocando desplazamientos hacia o desde sus comunidades y más de un tercio (35%)afirmaron haber sufrido algún tipo de conflicto en los últimos 12 meses.

Muchos de esos conflictos se debían a disputas por la tierra o el agua (27% y 20% respectivamente), dijo la ONG, informó la agencia de noticias Europa Press.

Foto AFP

Foto: AFP

Asimismo, casi un tercio de las personas entrevistadas afirmaron que los efectos del cambio climático habían provocado un aumento de la deforestación en sus comunidades, ya que la disminución del rendimiento de los cultivos impulsó a la gente a buscar más tierras para cultivar alimentos, o a recurrir a la minería para mantener a sus familias.

«Necesitamos urgentemente que los países más ricos cumplan las promesas de financiación que hicieron para ayudar a las comunidades a adaptarse al cambio climático, de forma que no se degrade aún más el medio ambiente ni se agraven los conflictos», dijo World Vision.

«Todos los países tienen la responsabilidad de garantizar que cumplen con su parte para limitar las emisiones y mantener las temperaturas por debajo de 1,5 °C con respecto a la era preindustrial. Ya hemos superado los 1,1 °C, pero le debemos a nuestros hijos la protección del planeta. Si no lo hacemos, el mundo no solo será más cálido, sino también más sangriento y hambriento», advirtió Njeri.

Por otro lado, un informe de la ONG Plan International muestra cómo los fenómenos meteorológicos extremos dificultan cada vez más el acceso de las niñas a una educación de calidad en América del Sur, América Central, el Caribe, África Occidental y el Sudeste Asiático.

Los daños en las infraestructuras escolares y las rutas intransitables para llegar a los colegios debido a los efectos de la crisis climática no solo ponen en peligro el acceso inmediato de las niñas a la educación, sino que también tienen consecuencias de largo alcance y a largo plazo, como el aumento de otras formas de violencia y violaciones de sus derechos, como el matrimonio infantil, la violencia sexual y por razón de género, y los embarazos precoces.

Foto AFP

Foto: AFP

«Los países en los que las niñas no completan la educación secundaria son un 200% más vulnerables a las pérdidas consecuencia de los desastres climáticos», alerta la directora general de Plan International España, Concha López, en su informe Cambio climático y educación de las niñas elaborado a través de las experiencias de 78 niñas en ocho países: Benín, Togo, Brasil, República Dominicana, El Salvador, Camboya, Filipinas y Vietnam.

Por ello, Plan International hace un llamamiento urgente a gobiernos, donantes y sociedad civil para que apoyen la educación de las niñas en respuesta a la crisis climática, ya que, según estimaciones, el cambio climático provocará que al menos 12,5 millones de niñas abandonen la escuela cada año.

Los informes llegan justo antes del inicio de la COP28, que se realizará entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre en Dubai y reunirá a representantes de unos 200 países, empresarios y ambientalistas para debatir estrategias para limitar el aumento de la temperatura global.

https://www.telam.com.ar/notas/202311/648032-cambio-climatico-hambre-educacion.html
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Entrevista a Hannah Ritchie, experta en cambio climático: «Es un error pensar que combatir el cambio climático será demasiado caro»

Por: María Ramírez

La subdirectora y jefa de investigación de Our World in Data, especialista en medioambiente, publicará ‘Not the End of the World’, un libro sobre el progreso en la lucha contra el cambio climático y qué pueden hacer gobiernos, empresas e individuos para afrontar siete problemas concretos

Hannah Ritchie cuenta que cuando estudiaba Geociencia Medioambiental en la Universidad de Edimburgo en 2010 sentía “el peso muerto” de “infinitos problemas irresolubles”. Se graduó convencida de que cada vez había más desastres naturales y vivía el periodo más trágico de la humanidad. Ahora ha escrito un libro sobre el cambio climático que se puede definir incluso optimista y muestra cómo lo que creía estaba basado en datos erróneos o ha cambiado radicalmente en la última década.

La experta en medioambiente que ahora es subdirectora y directora de investigación de Our World in Data –la plataforma de la Universidad de Oxford que se hizo célebre en todo el mundo como fuente de información en pandemia– cambió en parte gracias a su estudio de los datos con perspectiva. Así descubrió que respiraba el aire menos contaminado en siglos, que producía menos emisiones que sus padres o sus abuelos y que en realidad la suya puede ser la primera generación que consiga un mundo “sostenible” para el presente y el futuro. Y que incluso esto es así en los países más pobres y desiguales.

“El mundo es horrible. El mundo es mucho mejor. El mundo puede ser mucho mejor”: Ritchie repite este lema de Max Roser, el fundador de Our World in Data con tres afirmaciones que “no son contradictorias” y retratan lo que refleja su trabajo sobre el progreso en casi todos los ámbitos de la vida en el planeta, y la misión de los datos como herramienta para medir y seguir mejorando.

En Not the End of the World (No es el fin del mundo) traza un panorama de los progresos y explica cómo abordar siete problemas concretos derivados del cambio climático. El libro se publica en enero en inglés en Reino Unido y Estados Unidos; en España lo editará Anagrama. Esta es nuestra conversación editada por claridad y extensión.

Es sorprendente leer un libro optimista sobre el cambio climático. ¿Cómo cambió su perspectiva?

La gente se sorprende cuando digo que estoy escribiendo un libro sobre el medio ambiente y soy optimista. Piensan que va a ser muy sombrío. No es un optimismo ciego de que estos problemas simplemente se solucionarán solos y podremos olvidarlos. Es un optimismo que viene de que tenemos las herramientas que necesitamos para abordar el cambio climático. Y, de hecho, se están produciendo cambios. Pero no me sentía así hace una década. Era muy pesimista. Y creo que hasta cierto punto algo de eso estaba justificado. En el cambio climático hoy estamos en una posición muy diferente respecto a la de hace una década, cuando las soluciones para abordarlo eran demasiado caras. Por ejemplo, la energía solar o la eólica y las baterías para vehículos eléctricos eran demasiado caras. No parecía que hubiera un camino creíble. En la última década eso ha cambiado radicalmente. Y creo que la gente todavía está tratando de darse cuenta de lo rápido que han cambiado las cosas.

¿Influyó su trabajo en Our World in Data?

En Our World in Data mi trabajo es dar un paso atrás y mirar los datos sobre la variedad de problemas ambientales que tenemos y tratar de entender de dónde venimos, dónde estamos hoy y cómo han cambiado las cosas. Hay historias de éxito muy claras, y no sólo en la cuestión climática, que no conocía porque no aparecen en las noticias o eran problemas antes de que naciera, como el agujero de la capa de ozono. Parecía un problema que el mundo no era capaz de solucionar, pero hubo un esfuerzo global masivo y se encontraron soluciones. Hay una variedad de historias positivas que no son evidentes cuando sólo miras sin parar los titulares de las noticias.

En el cambio climático hoy estamos en una posición muy diferente respecto a la de hace una década, cuando las soluciones para abordarlo eran demasiado caras. Eso ha cambiado radicalmente

Usted escribe sobre la mejoría de los indicadores en la última década, pero a la vez hay más protestas y estamos más preocupados ahora. ¿Ve desconexión? 

Hasta cierto punto todo va de la mano. En los últimos 10 años, el clima se ha convertido en un problema mucho más público. La gente ahora lo ve como un problema. Ahora es bastante raro encontrar personas que nieguen completamente el cambio climático. Hay una variedad de opiniones sobre cómo de grave podría ser o cuánto deberíamos hacer al respecto. Pero la negación absoluta del cambio climático es bastante baja entre el público. De hecho, el activismo ha desempeñado un papel importante a la hora de atraer la atención e impulsar parte del progreso que hemos visto.

Puede haber desconexión por la diferencia entre lo que llamaríamos indicadores adelantados e indicadores rezagados. La gente es pesimista porque sólo ve que las emisiones de CO2 aumentan y las temperaturas aumentan, aunque ahora lo hagan a un ritmo menor y las emisiones per cápita estén bajando. Hay cambios realmente profundos que están remodelando el sistema energético. Y lleva un poco de tiempo hasta que esos cambios se conviertan en bajadas de emisiones de CO2 y temperaturas. Pero llegarán. Estamos en el punto donde veremos esta inflexión. Según algunas personas no hemos logrado ningún progreso, cuando en realidad hemos estado sentando las bases para que haya un cambio grande.

¿Cuál es ahora el mayor error sobre el cambio climático y cómo combatirlo?

Uno de los principales errores hoy es pensar que será demasiado caro. Todavía existe una gran barrera para mucha gente a la hora de comprometerse y establecer las políticas correctas: existe un mensaje constante de que es muy costoso hacerlo, que tendrá un coste enorme para la economía. Por eso la gente no está dispuesta a hacer ese sacrificio, cuando en realidad ese sacrificio no existe. Existió hace una década, pero hoy no.

Soy optimista porque tenemos las herramientas que necesitamos para abordar el cambio climático. Y, de hecho, se están produciendo cambios

Si retrocedemos una década, la energía solar y la eólica eran básicamente las tecnologías energéticas más caras que teníamos. Entonces era correcto decir que sería más costoso. Pero eso ya no sucede hoy. Por lo tanto, el argumento de que se trata de un sacrificio masivo para la economía simplemente no está justificado. Hasta ahora el coste ha sido una barrera muy grande para que los políticos tomaran medidas. Y creo que esa barrera se está erosionando.

Pero algunas políticas climáticas sí pueden tener impactos negativos para personas con menos recursos, que no tienen acceso al transporte público o no se pueden permitir un vehículo eléctrico.

Sí, hay una variedad de impactos de costes para distintas poblaciones y debemos ser muy claros al respecto. Debemos asegurarnos de que estas políticas climáticas no afectan a los hogares de bajos ingresos, y hay diversas formas de hacerlo. Pero, en general, la transición energética debería conducir a menores costes de energía y generar beneficios para quienes tienen ingresos más bajos.

En lo que respecta a los vehículos eléctricos, estoy de acuerdo: el precio está bajando muy rápido, pero hasta ahora siguen siendo demasiado caros para los hogares de bajos ingresos. Necesitamos que lleguen al mercado modelos de menor rango que puedan servir a hogares de ingresos bajos. Creo que lo lograremos.

¿Y en los países más pobres?

El Reino Unido sólo aporta alrededor del 1% de las emisiones mundiales y mucha gente argumenta que lo que hacemos simplemente no importa. Pero el Reino Unido es un país rico. Se ve a sí mismo como un líder en innovación, y el papel que deben desempeñar los países ricos no es sólo reducir sus emisiones internas, sino también hacer que estas tecnologías sean muy baratas. Ese es su papel para que los países de ingresos medios y bajos no afronten la disyuntiva de sacar a la gente de la pobreza o abordar el cambio climático. Esa dinámica no debería existir y, a menudo, es responsabilidad de los países ricos cambiarla.

¿Le preocupa el retraso en los plazos para la reducción de emisiones anunciado por el Gobierno británico?

Es bastante preocupante. No estoy segura del impacto que tiene en las emisiones reales, pero el gran riesgo es que se produzca un efecto en cadena por el que, en un momento en el que debemos aumentar nuestras ambiciones, algunos países retrocedan y den a otros licencia para hacer lo mismo. El Reino Unido está intentando revertir algunas políticas porque cree que el público quiere eso y no creo que sea así. La estrategia de intentar atraer al público debilitando nuestros objetivos climáticos en realidad va a ser contraproducente para el Gobierno.

En el libro asegura que se ha entendido mal el objetivo del aumento de la temperatura por debajo de 1,5 centígrados. ¿Por qué? 

Sí, la idea errónea que existe explica por qué la gente es tan pesimista: la gente interpreta este umbral de un calentamiento de 1,5 grados como si fuera la línea de meta. Como si una vez que lo superamos, se acabó. Eso no es lo que significa el objetivo de 1,5 grados. Es un objetivo para mostrar que queremos mantenernos por debajo de esa temperatura. Pero incluso si lo superamos, no es el fin del mundo, no es como si nos cayéramos por un precipicio. Necesitamos luchar por cada punto. Pero es muy probable que superemos los 1,5 grados. Y el riesgo es que la gente se desanime y deje de tomar medidas porque piense que no tiene sentido porque hemos superado nuestro objetivo, cuando eso sólo significa que tenemos que dar más pasos y asegurarnos de que no es 1,6 ni 1,7 ni 1,8.

Pero ¿son útiles los umbrales, incluso los escenarios apocalípticos, para que los gobiernos actúen?

Sí, probablemente haya un componente psicológico en el uso de un objetivo ideal. No puedes ponerlo tan bajo que parezca imposible. Si lo estableces en un grado, sería inútil porque obviamente eso no era posible. Si lo estableces en tres grados, eso le daría a la gente licencia para emitir tanto como sea posible. Por lo tanto, es necesario encontrar el objetivo más apropiado. Y también se basa en la ciencia sobre dónde podrían intensificarse los efectos. El umbral de 1,5 grados ha sido útil. Si hay un objetivo de 1,5 grados y las políticas están van hacia 2,5 grados, está muy claro que eso es inaceptable. Así que el objetivo ha presionado a los gobiernos para que hicieran más de lo que habrían hecho.

La gente interpreta un calentamiento de 1,5 grados como si fuera la línea de meta. Como si una vez que lo superamos, se acabó. Pero incluso si lo superamos, no es el fin del mundo… Necesitamos luchar por cada punto para que no sea el 1,6 ni el 1,7

¿Cuál es el dato que le da más esperanzas sobre la mejoría en la lucha contra el cambio climático?

Hay una variedad de diferentes fuentes de emisiones que debemos abordar. Donde soy más optimista es en el sector eléctrico por la energía solar y eólica, que van a ser dominantes. Porque incluso si se excluye el cambio climático, desde el punto de vista económico tienen sentido y lo tendrán aún más porque esperamos que los costes caigan. Simplemente tendrá sentido que los países utilicen estas tecnologías en lugar de combustibles fósiles. La otra tendencia masiva de los últimos años ha sido la de los vehículos eléctricos.

Muchos países, por ejemplo el Reino Unido, han logrado avances muy importantes en materia de electricidad porque hemos eliminado el carbón. En cambio, casi ningún país ha logrado avances significativos en materia de transporte. Usamos petróleo desde siempre. Lo que está cambiando es que los vehículos eléctricos están creciendo rápido. Y no es sólo en los países más ricos del mundo. En China, por ejemplo, más de uno de cada tres coches vendidos nuevos son eléctricos.

Me sorprendió descubrir que en el Reino Unido una persona de media produce menos emisiones de las que producían a su edad sus padres o sus abuelos y equivalente a lo que producía una persona en 1850.

Y con niveles de vida completamente diferentes. Esto nos lleva a desmentir la ideas errónea de que debemos sacrificar el crecimiento económico para abordar el cambio climático. No necesitamos reducir nuestros estándares en los niveles de vida, como decían a menudo las personas más escépticas sobre el ecologismo. Eso no es cierto. Nuestras emisiones son tan bajas como lo eran hace más de un siglo y obviamente tenemos niveles de vida mucho más altos.

¿Qué dato le hace ser más pesimista porque no ha mejorado?

Soy muy pesimista acerca de la pérdida de biodiversidad. Al abordar otros problemas, podemos abordar la pérdida de biodiversidad, por ejemplo si detenemos la deforestación. El área sobre la que soy más pesimista es la disminución de las poblaciones de insectos. Lo que podemos hacer es limitación de daños. No veo cómo podemos detener eso. Tenemos que intentar frenarlo tanto como sea posible, pero probablemente ese sea el problema más difícil de resolver.

No necesitamos reducir nuestros estándares en los niveles de vida, como decían a menudo las personas más escépticas sobre el ecologismo. Nuestras emisiones son tan bajas como lo eran hace más de un siglo y obviamente tenemos niveles de vida mucho más altos

¿Qué es lo que tiene más impacto dentro de lo que puede hacer una persona en su vida diaria? Según su libro, ¿comer menos carne de vaca y volar menos?

Hay decisiones individuales que tomamos y hay formas en que estas decisiones pueden cambiar el mundo que nos rodea. A menudo nos sentimos abrumados por la cantidad de decisiones. Así que hay que centrarse en cuáles son las cosas más importantes que puedo hacer.

Lo más importante, si puedes, es comer menos carne. El otro gran problema es el transporte por carretera: si puedes, camina o toma el transporte público. Y, si tienes que utilizar un coche, es mucho mejor un vehículo eléctrico que uno de gasolina. En casa, si puedes, instala una bomba de calor o pon paneles solares en el techo. Y sí, volar es algo con mucho impacto.

En los países más ricos del mundo, una gran parte de nuestro papel es reducir el coste de las tecnologías bajas en carbono, y la forma en que lo hacemos es comprándolas

Pero luego hay formas en las que puedes contribuir a un nivel superior. Una de ellas son tus elecciones políticas. Y también hay formas de votar con tu cartera. En los países más ricos del mundo, una gran parte de nuestro papel es reducir el coste de las tecnologías bajas en carbono, y la forma en que lo hacemos es comprándolas. Cuando compras un vehículo eléctrico, estás haciendo bajar el precio de los vehículos eléctricos para el resto del mundo igual que cuando compras productos sustitutos de la carne.

Lo último que creo que podemos hacer es simplemente hablar con otras personas. Para algunas personas, una barrera para pasar a un automóvil eléctrico, probar sustitutos de la carne o instalar una bomba de calor es que a menudo parece que nadie lo ha hecho. La mayoría de las personas tienen experiencias positivas con esto y cuanto más hablemos de ello, más lo normalizaremos, más personas estarán dispuestas a hacer ese cambio.

En cambio, el hábito más común del reciclaje tiene poco impacto, según escribe.

Yo reciclo y animo a otras personas a hacerlo. El riesgo es que la gente tenga eso en la parte superior de su lista de cosas más importantes. Y si sólo pueden tomar algunas decisiones para ayudar a mejorar el medioambiente, eso no estaría en lo más alto de la lista.

¿Qué opina de las protestas de Extinction Rebellion y Just Stop Oil, como la de hace unos días contra ‘La Venus del espejo’ de Velázquez en la National Gallery?

Los grupos activistas han desempeñado un papel muy importante al llamar la atención sobre la crisis climática. Es importante que el ambientalismo pueda hablar con diferentes grupos. Si vamos a abordar estos problemas, necesitamos que casi todos estén en el mismo barco. No podemos hacer esto con el 5% de la población que esté muy comprometida. Yo hablo a un grupo ligeramente diferente y trato de ganármelo. No necesariamente voy a hablar con la gente que está en las calles porque ya está movilizada. Las protestas me trajeron a esto al principio. Necesitamos a personas que hablen con una variedad de grupos diferentes con una variedad de incentivos diferentes.

¿Pero las protestas pueden ser contraproducentes, como las de que van contra obras de arte?

Siempre me gusta analizar datos y no he visto buenos datos e investigaciones sobre lo que es efectivo y lo que no. Entiendo por qué la gente argumenta que es contraproducente. Puedes ver las reacciones de personas que podrían estar dispuestas a participar y que se desaniman por estas acciones, pero no creo que esté claro si eso realmente afecta lo que hacen después. En realidad, la investigación no es concluyente, no sabemos bien qué es eficaz y qué no.

Escribe que a veces estos grupos utilizan datos incorrectos. ¿Eso hace un flaco favor a la causa?

Algunas afirmaciones que estos grupos han hecho son objetivamente incorrectas. Uno de los líderes de Extinction Rebellion dijo que 6.000 ó 7.000 millones de personas iban a morir a causa del cambio climático. Y no hay ninguna investigación científica que respalde eso. Roger Hallam, uno de los fundadores, ahora dice que morirán 2.000 millones de personas. Y tampoco existe base científica para esa afirmación. Existe el riesgo de que eso sea perjudicial.

Algunas afirmaciones de grupos ambientalistas que protestan son incorrectas y eso puede ser perjudicial. El riesgo de afirmaciones exageradas que no se basan en la ciencia es que casi les hacen el juego a quienes niegan el cambio climático

El riesgo con este tipo de afirmaciones exageradas que no se basan en la ciencia es que casi les hacen el juego a quienes niegan el cambio climático porque luego pueden darse la vuelta y decir “usted dijo que el mundo se acababa con un aumento de 1,5 grados, hemos llegado y todavía estamos aquí”. Y eso a menudo hace que a los científicos les resulte más difícil hacer su trabajo, porque gran parte de esa reacción se dirige a ellos.

¿Tienen responsabilidad también los científicos? Un dato que cita como erróneo es el de que quedan 60 cosechas en el planeta y sale de una representante de la FAO, la agencia de la ONU.

Siempre me ha parecido problemático que en la ciencia nunca recibimos mucha formación sobre comunicación científica y cómo explicar resultados a una audiencia general. Por eso hay una brecha entre lo que aparece en un artículo académico y lo aparece en los medios. Y parte de esto también se debe a que los científicos a menudo no saben cómo comunicar la incertidumbre.

Un científico podría hacer una declaración o ejecutar un modelo que se refiere al peor de los casos. A menudo los medios lo consideran el escenario más plausible. En el libro, doy el ejemplo de la afirmación en un documental de Netflix de que el mar estará vacío de peces para 2048, y eso fue la mala extrapolación de una frase de un informe que llegó a los titulares. Es una mezcla de medios que a menudo quieren un titular llamativo y científicos que no recibimos una buena formación sobre cómo comunicar los resultados a una audiencia general.

¿Qué aprendió trabajando con los datos de la pandemia que se pueda aplicar al cambio climático?

Una cosa que también me impulsa un poco más hacia el optimismo es que es muy difícil para nosotros imaginar un mundo que sea muy diferente de cómo es hoy, pero a menudo, bajo presión, la gente está dispuesta a hacer cambios realmente radicales. Antes de la pandemia, nunca hubiera imaginado que todos nos íbamos a quedar en casa –pese a algunas protestas, la mayoría de la gente lo hizo y lo hizo durante un período de tiempo realmente largo–, nunca hubiera imaginado que ese cambio masivo pudiera ocurrir. Y lo mismo se aplica al mirar el futuro del clima o la energía o cualquiera de estos problemas. Es muy difícil para nosotros imaginar un mundo que sea muy diferente de cómo es hoy. Pero creo que estos cambios pueden ocurrir muy rápidamente. En cierto sentido, me da optimismo que esto pueda avanzar mucho más rápido de lo que podríamos esperar.

Fuente: https://www.eldiario.es/sociedad/pensar-hannah-richie-experta-cambio-climatico-error-combatirlo-sera-caro_128_10662163.html

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El cambio climático convierte los ríos africanos en epicentros de conflictos

 

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El cambio climático convierte los ríos africanos en epicentros de conflictos

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Por Maina Waruru | 28/10/2023 | Ecología social

 

Fuentes: IPS [Imagen: Restos de ganado muerto en los pastizales de Kitengela Masái, en Kenia, durante la gran sequía de 2009. Un nuevo informe muestra que los principales ríos de África se han convertido en fuentes de conflicto debido a su desecación originada por el cambio climático y la degradación ambiental. Imagen: Ilri]

NAIROBI – Casi todas las grandes cuencas fluviales de África se han convertido en epicentros de conflictos en los últimos 20 años, y el rendimiento agrícola en el continente podría caer hasta 50 por ciento en el futuro próximo debido al agotamiento de las fuentes de agua «tradicionales».

 

Ello sucede en parte por los efectos del cambio climático y la degradación del medioambiente, según el Informe sobre el Estado del Ambiente en África 2023, publicado en Nairobi, sede entre otros organismos internacionales del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

 

Al mismo tiempo, la degradación medioambiental y la pérdida de biodiversidad afectan sobre todo al continente, con una pérdida de cuatro millones de hectáreas de cubierta forestal cada año, el doble de la tasa media mundial.

 

Esto, en parte, ha contribuido a que más de 50 millones de personas hayan emigrado de las zonas degradadas del África subsahariana al norte de África y Europa hasta 2020, según el informe elaborado por el indio Centro para la Ciencia y el Medio Ambiente (CSE), lanzado en esta capital keniana el 13 de octubre.

 

En él se constata que todas las cuencas hídricas críticas de África experimentaban al inicio de esta década dificultades y turbulencias a causa, entre otras razones, al uso insostenible de los recursos, además del clima, convirtiéndose en focos de competencia por el agua.

 

Las cuencas incluyen el lago Chad, compartido por Chad, Nigeria, Camerún y Níger; el río Nilo, compartido por Egipto, Uganda, Sudán y Etiopía; el lago Victoria, compartido por Kenia, Uganda y Tanzania; y el río Níger, utilizado por comunidades de Níger, Mali y Nigeria.

 

También figuran en la lista la cuenca del río Congo, un recurso conjunto utilizado por Camerún, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Guinea Ecuatorial y Gabón, y la cuenca del lago Malauí, compartida por Tanzania y Malauí. También figura en la lista la cuenca del lago Turkana, en Kenia y Etiopía.

 

Los conflictos en la cuenca del lago Chad comenzaron en 1980, después que la masa de agua ha disminuido un 90m% desde los años 60 debido a la sobreexplotación y a los efectos del cambio climático.

 

«Durante años, el lago ha sustentado el agua potable, el riego, la pesca, la ganadería y la actividad económica de más de 30 millones de personas; es vital para las comunidades indígenas, pastoriles y agrícolas de uno de los países más pobres del mundo”, señala el informe.

 

De hecho, añade, “el cambio climático ha alimentado crisis medioambientales y humanitarias masivas en la región».

 

Señala que los actores internacionales y los gobiernos regionales han ignorado durante mucho tiempo la interacción entre el cambio climático, la violencia comunitaria y el desplazamiento forzado de civiles.

 

«Los conflictos entre pastores y agricultores se han hecho habituales a medida que se pierden los medios de subsistencia, y las familias que dependen del lago emigran a otras zonas en busca de agua», señala el nuevo reporte del CSE.

 

«En la cuenca del Congo, las disputas comenzaron en 1960. La cuenca es testigo de crisis polifacéticas, como desplazamientos forzosos, conflictos violentos, inestabilidad política e impactos del cambio climático», determina.

 

Por otro lado, en la cuenca del Níger los conflictos se remontan a 1980, se remarca, y se culpa al cambio climático de los desacuerdos por «los daños a las tierras de cultivo y el acceso restringido al agua, mientras que en el Nilo, los desacuerdos comenzaron en torno a 2011 a raíz de la construcción de la presa del Gran Renacimiento por parte de Etiopía, que Egipto teme que afecte al caudal de agua».

 

Los conflictos por los recursos del lago Turkana son bastante recientes, y se remontan a 2016, cuando se observó que, con 90 % de su agua procedente del río Omo, en Etiopía, el aumento de las temperaturas y la reducción de las precipitaciones han contribuido al «retroceso» del lago hacia Kenia.

 

Para sobrevivir, las tribus de pastores etíopes empezaron a seguir el agua, lo que provocó conflictos intertribales con sus pares keniatas. La construcción de la presa etíope Gilgel Gibe III en el río solo empeoró las cosas.

 

El informe señala que, en 2020, se proyectaba que entre 75 y 250 millones de personas del continente estaban «expuestas a un mayor estrés hídrico» debido al cambio climático.

 

El documento advierte que, en algunos países, el rendimiento de la agricultura de secano podría disminuir hasta un 50 % debido a la desecación de las fuentes tradicionales de agua, como lagos, ríos y pozos.

 

«La forma en que África gestione sus recursos hídricos definirá la seguridad del agua en el mundo. Los acuíferos africanos contienen 0,66 millones de kilómetros cúbicos de agua. Esto es más de 100 veces los recursos anuales renovables de agua dulce almacenados en presas y ríos», remarca el estudio.

 

Como ejemplo está el ejemplo de Etiopía. Este país, conocido como la torre de agua del continente, se enfrenta al enorme reto de la desaparición de lagos y ríos.

 

África, el segundo continente más grande y poblado del mundo, alberga una cuarta parte de la fauna y la flora del planeta, pero la extinción de especies y la tasa general de pérdida de biodiversidad en el continente son mayores que en el resto del mundo.

 

Como resultado, del total de muertes por condiciones meteorológicas extremas, clima o estrés hídrico en el mundo en los últimos 50 años, 35 % de ellas se produjeron en África.

 

Como era de esperar, además, África concentrará 40 % de las migraciones mundiales debidas al cambio climático.

 

«Aunque el Sur global soportará la carga máxima de la migración interna, las razones podrían variar de una región a otra, dependiendo de cuestiones relacionadas con el cambio climático como la escasez de agua o la subida del nivel del mar”, explica el informe.

 

Sin embargo, alerta que “la escasez de agua será el principal motor de la migración total”

 

Citando el ejemplo de los chimpancés, el Estado del Ambiente en África 2023 informa de que solo hay entre 1,05 y 2,05 millones de ejemplares de esta especie en el continente, limitados a Gabón, República Democrática del Congo y Camerún, mientras sus poblaciones que han desaparecido en Gambia, Burkina Faso, Benín y Togo.

 

En el lado positivo, afirma que los países africanos cuentan con algunos modelos de conservación pioneros que, entre otras cosas, sitúan a las comunidades en el centro de los esfuerzos de conservación.

 

Añade que si África protege su biodiversidad, el mundo entero también saldrá ganando.

 

Las zonas protegidas del continente, si se utilizan de forma sostenible, pueden erradicar la pobreza y traer la paz, afirma.

 

Sudáfrica será la más afectada por los fenómenos meteorológicos extremos, que harán inhóspitas algunas zonas, donde ya hay personas que se ven obligadas a emigrar dentro de sus propios países o regiones en busca de condiciones de vida más hospitalarias y mejores, afirmó Sunita Narain, directora general del CSE, con su base principal en India.

 

Narain explicó los motivos del informe: «Hoy podemos leer y obtener la historia inmediata, pero a menudo no tenemos la visión de conjunto. El informe nos ayudará a tener esa visión de conjunto. Nos permitirá comprender los distintos aspectos del medio ambiente al ofrecer una visión global que aclare los vínculos entre el medio ambiente y el desarrollo. Medioambiente y desarrollo son dos caras de la misma moneda».

 

Añadió que el informe, elaborado con aportaciones de científicos y periodistas afincados en África, también ayudaba a la gente a apreciar el vínculo entre desarrollo y ambiente.

 

Según Mamo Boru Mamo, director de la Autoridad Nacional de Gestión Medioambiental de Kenia, las cuestiones planteadas en el informe son importantes y pertinentes para el medio ambiente en África.

 

Entre otras cosas, el Estado 2023 captó la difícil situación de las comunidades agropecuaria de África oriental, cuya migración de las zonas áridas y semiáridas del continente a los centros urbanos y fuera del continente ha aumentado en los últimos años, gracias en parte a la acelerada degradación del medio ambiente.

 

«El continente tiene la responsabilidad colectiva de gestionar el medio ambiente de forma sostenible, al tiempo que orienta la posición que debe adoptar África en la próxima COP28 de la ONU en Dubái», afirmó, en referencia a la 28 Conferencia de las Partes sobre cambio climático que acogerá ese emirato desde el 30 de noviembre.

 

Citando el «Estado provisional del clima mundial 2022» de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el funcionario keniata subrayó que en África oriental las precipitaciones han estado por debajo de la media durante cuatro estaciones húmedas consecutivas, la secuencia más prolongada en 40 años.

 

La región registró cinco estaciones lluviosas deficitarias consecutivas hasta finales de 2022, siendo la estación lluviosa de marzo a mayo de 2022 la más seca en más de 70 años para Etiopía, Kenia y Somalia, en parte debido a la destrucción del ambiente y al cambio climático.

 

En general, el informe confirma que la crisis climática en África es lo que califica como «un problema existencial», al que se enfrentan millones de personas que llevan años soportando una naturaleza airada.

 

Más de 100 periodistas, investigadores y expertos de toda África han contribuido a la elaboración de esta publicación anual.

Fuente: https://ipsnoticias.net/2023/10/el-cambio-climatico-convierte-los-rios-africanos-en-epicentros-de-conflictos/

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Los niños del 98% de los países africanos están entre los más expuestos a los efectos del cambio climático

Además de un acceso limitado a los servicios esenciales, fisiológicamente los niños tienen más dificultades para hacer frente a los cambios y la contaminación, recuerda la agencia de la ONU para la infancia en víspera de la cumbre africana del clima.

El Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) advirtió este viernes en un informe que los niños del continente se encuentran entre los más expuestos a los efectos del cambio climático, pero continúan desatendidos por los principales flujos de financiación necesarios para ayudarles a adaptarse, sobrevivir y hacer frente a la crisis climática.

Según el documento, los niños de 48 de los 49 países africanos evaluados están clasificados como en riesgo alto de sufrir los efectos del calentamiento global.

Hora de actuar: Los niños africanos en el punto de mira del cambio climático evalúa los países en función de la exposición de los niños a las perturbaciones del clima y medioambientales, como ciclones y olas de calor, así como su vulnerabilidad a esos cambios en función de su acceso a los servicios esenciales.

Físicamente son menos capaces de resistir y sobrevivir a las perturbaciones, y fisiológicamente son más vulnerables a sustancias tóxicas como el plomo y otras formas de contaminación. Según los autores, los que viven en la República Centroafricana, Chad, Nigeria, Guinea, Somalia y Guinea-Bissau son los que corren mayor riesgo.

En respuesta a este riesgo, el informe examinó la forma en que los fondos multilaterales para el clima destinan sus recursos. Sólo el 2,4% de esta financiación mundial clave para el clima puede clasificarse como destinada a apoyar actividades que tengan en cuenta a los niños, con un valor medio de apenas 71 millones de dólares al año. Si se amplía el grupo destinatario para incluir a los jóvenes, la cifra aumenta a sólo el 6,6% del gasto total de los fondos, advirtió el organismo.

La era de la migración climática
Por su parte, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) pidió este viernes medidas concretas para hacer frente al cambio climático y a los retos de la movilidad humana.

«Hemos entrado oficialmente en la era de la migración climática», dijo la directora general electa de la agencia. «Urgen soluciones para abordar el nexo entre el cambio climático y la movilidad humana a escala continental», añadió Amy Pope.

Según el Banco Mundial, sin una acción climática eficiente y sostenida, hasta 105 millones de personas podrían convertirse en migrantes internos para 2023 solo en África.


© UNOCHA/Yasmina Guerda

Unas mujeres cruzan una masa de agua en Rann, estado de Borno, Nigeria.
La oportunidad de alzar la voz
En este contexto, este viernes ha comenzado la Asamblea Juvenil Africana sobre el Clima 2023, que se extenderá hasta el 3 de septiembre, justo antes de la Cumbre Africana sobre el Clima que tendrá lugar en Nairobi, Kenia.

Con motivo de la Asamblea, el Secretario General de la ONU recordó que «los países africanos no han contribuido casi nada a las emisiones globales. Sin embargo, están sufriendo un calor abrasador, inundaciones feroces y sequías mortales”.

Dirigiéndose en particular a los jóvenes, António Guterres aseguró que la humanidad tiene el poder de cambiar el rumbo y que la pasión y la determinación de los jóvenes de todo el mundo son responsables de gran parte de la acción climática que ha tenido lugar.

“Les pido que suban el volumen para pedir el cambio; movilicen a sus amigos, colegas y redes; y aprovechen esta Asamblea para establecer contactos y hacer oír su voz”.

Hacer frente a la crisis en el continente
Tras la Asamblea, los líderes africanos se reunirán para debatir formas de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cómo adaptarse a las crecientes consecuencias de la crisis climática.

El acto, que se realizó el 4 de septiembre, contó con la presencia de políticos, empresarios y defensores del medio ambiente de todo el continente. Se celebra en un momento en que las temperaturas están aumentando más rápidamente que en muchas otras partes del mundo, lo que provoca fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes y sequías prolongadas, con la consiguiente escasez de alimentos y pérdida de vidas humanas.

África en su conjunto es responsable de menos del 3% del total de las emisiones mundiales, y se espera que los líderes redoblen sus llamamientos a la ayuda financiera para ayudar al continente a adaptarse a la crisis climática.

“En la Cumbre Africana sobre el Clima de Nairobi instaré a todos los líderes a actuar”, declaró António Guterres. “Los países desarrollados también deben proporcionar justicia climática: Tomar medidas para garantizar que los países en desarrollo reciban una financiación asequible; aportar los 100.000 millones de dólares anuales prometidos para la acción climática y duplicar la financiación para la adaptación”, añadió.

Fuente:

 

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